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FRUSTRACIÓN

O
(EL POEMA DEL QUE QUIERE VER LA NIEVE)

Imágenes difusas llueven sobre una mente abrumada,

la ilusión de un inexistente recuerdo se consolida.

Surge un deseo.

Este aflora, sonríe, se disfruta a sí mismo,

pues es un deseo suave y delicado, dulce y tierno.

Tiempo. Pensamiento.

Dos deseos, tres deseos… ¡una miríada de deseos!

Y gobernándolos todos, una ausencia de deseo.

El corazón se traga las lágrimas,

¡no merece alivio el dolor de aquel que no hace!

Y no se hace.

¡Quiere ver la nieve estando a un par de horas de un bosque nevado!

¡Quiere placer viviendo a unas calles de la prostituta!

¡Quiere ser amado cuando él mismo no se ama!

“¡Quiero querer!”

Visiones de montañas y nubes que se abrazan y se tocan,

que se excitan y se rozan, se seducen y se embrollan,

en una provocadora ausencia.

Ruido. Silencio.
PESADILLAS DE PLACER. DUERME, OTRA VEZ.

Desgarrando la mente se estimula la felicidad.

¡Devora! Abre la herida, no la dejes sanar, arranca la costra y que mane la sangre.

Engulle tu dolor. Que tu ira reprimida se constriña aún más.

¡Entrégate al arrepentimiento y el luto por tu propio ser!

El sinsentido es una fábrica de sueños deliciosos, pesadillas lujuriosas,

donde las sombras se arremolinan en torno a la ausencia de éxtasis.

El fruto amargo se abre y te entrega el néctar prohibido que recubre una semilla de dolor.

Apatía. Frigidez. Tormenta. Deber. Ceguera.

Purifica tu mente, no pienses más, que aún hay canciones que entonar.

Canciones que lágrimas te harán derramar y que un nuevo día te harán anhelar.

Canta. No desesperes.

Llora, no lo contengas.

La necesidad del alma es más fuerte que la del cuerpo.

Disfruta del silencio que sucede a la batalla.

Que el letargo no te consuma, y duerme.

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