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LA PRECARIA INSTALACIÓN DE LA LENGUA

ESPAÑOLA EN LA AMÉ RICA VIRREINAL

A Germán, estudioso de la
formación del espa ñol en América

PlANTEAMIENTO
1. Muy poco a poco se va abriendo paso, aú n lejos de salvar el círculo de
especialistas, el conocimiento de que la espa ñolizació n ling üística de America
no se produjo durante la é poca virreinal . Incluso hay motivos para creer que ,
con ocasió n del reciente centenario del descubrimiento, al insistirse, contra
toda verdad 1, en el aniquilamiento de las lenguas ind ígenas, esta falsa impu -
tació n haya contribuido a reforzar, por complementarla desde otra perspecti-
va , la idea rutinaria y generalizada de que la implantaci ó n de la lengua espa-
ñ ola se debió a una pronta sustitució n violenta. De otros procesos
colonizadores pueden aducirse casos paralelos al imaginado, los cuales habrá n
contribuido a sustentar la falsa hipó tesis sobre América. Ante tal estado de
cosas, estimo oportuno volver sobre el asunto , con viejos y nuevos datos,
sobre todo noticias y testimonios de época.
Los descubridores llevaron al Nuevo Continente su lengua y ésta, tras un

largo desarrollo natural compatible con leyes, dificultades, resistencias, ten-
siones, etc.— , arraigó de modo estable y definitivo, suplantando a las nativas.
Afirmació n obvia, pero necesitada de precisiones.

2. Resulta erró neo suponer que la espa ñ olizació n idiom á tica tanto si se
cree espont á nea como si se estima imposici ó n m ás o menos forzada siguió
——
un proceso uniforme de incremento 2. Antes bien , experimentó poderosos
rechazos a favor de las lenguas vernáculas. Con m ínima atenció n específica al
tema , sobre todo en los comienzos, salta la sorpresa: la conducta de los espa-

1 . « La conmemoración estuvo rigurosamente « minada » por una voluntad de destruc-


ci ón , que cont ó con una larga serie de complicidades» , segú n ha comentado Juliá n Mar ías.
-
2. « La hispanización, antes lenta , se est á produciendo ahora a un ritmo vertiginoso». A.
Rosenblat, « La hispanización de Amé rica. El castellano y las lenguas ind ígenas desde 1492 », en
-
Presente y futuro de la lengua españ ola. Madrid , 1964, II, 189 216; 215.
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-

ñ olcs a favor de mantener y aun dilatar las lenguas indígenas en detrimento c


incluso abandono de la suya, propiciaron inesperadas situaciones peculiares.
Hasta tal punto que, de no conocer la historia posterior, ai analizar dichas
situaciones, diversas seg ú n épocas y regiones, se dar ía como casi inevitable la
perduración de las lenguas abor ígenes en ampl ísimas zonas. Justificaré esta
idea, pero convenía anticiparla.
Tan falaz resultar ía afirmar que la españolizació n no corresponde básica-
mente al per íodo virreinal, como creer que en é l alcanzó su plenitud . La legis-
lació n y la convivencia con los espa ñ oles provocaron , claro, el comienzo del
cambio idiomá tico. Pero a la situació n presente no se hubiera llegado sin la
acció n de las pol í ticas nacionales de promoció n emprendidas tras la emanci-
pació n . Algunas, continuadoras de la ú ltima actitud virreinal (§ 31) .

3. Sentadas estas orientaciones, no especulativas, sino fruto del examen


documental, cuyas fuentes bien conocen los especialistas, trataré de ahondar
en la variedad de comportamientos y fluctuaciones perceptibles en el com-
plejo desarrollo ling üístico.
Hilando m ás fino, valga enfatizar que tal proceso a ú n no está plenamente
consumado, como mostraré , sin presunció n de novedad , al concluir el estu-
dio, con pretcnsiones sistem á ticas, pese a su parquedad . Sin embargo, me
demoro antes en un episodio particular, por su ejcmplaridad para desvanecer
tanto ideas rutinarias como prejuicios.

UN CASO ILUSTRATIVO

4. La historia lingüística del noroeste argentino ( Tucumán durante toda la


é poca colonial ), atravesado desde el temprano 1 333 por espa ñ oles, revela ines-
perados episodios3, de los que entresaco unos cuantos datos ú tiles a mi pro-
pósito.
En 1951 el espa ñol cubr ía toda la regi ó n , con dos excepciones. En la zona
más alta , «donde el europeo nunca se asentó [...] , bace cincuenta a ñ os nadie
hablaba all í espa ñol, hoy sólo los viejos hablan atacameñ o» . Exist ía también
« el importante islote quichua de la regi ó n central y cá lida de la provincia de

Santiago del Estero» , excluidos los ni ñ os escolarizados, con la capital biling ü e


a comienzos de siglo. Pero «la vida espiritual es una y la misma [ ... ] , funda-
mentalmente hispánica ».

3. Aclarados, al unir labor de campo y de archivo, por M . A. Morí nigo , Programa de


Filología hispánica. Buenos Aires, 1959 , 71 -100, quien así desmonta teor ías lógicas de historia-
dores y antropó logos, mientras ratifica crónicas y relaciones pret é ritas.
.
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El hecho de que en extensos territorios del propio Santiago, Catamarca,


Có rdoba, Salta , etc., seg ú n relaciones fiables del siglo XVI , se hablara cacá n ,
lule-tonocoté, sanaviron, etc., hacía creer en un biling ü ismo prehispá nico con

el quichua. Pues, « no es creí ble dice Boman , m á xima autoridad en la histo-

ria del noroeste argentino que los encomenderos tratasen de imponer a los
indios del Tucum á n el quichua y no el espa ñ ol ». Pero, apoyá ndose en docu -
mentos, objeta Mor í nigo que tal « l ógica contrar ía a la verdad de los hechos».
A la fundació n (1573) de Có rdoba, por ejemplo, concurren 50 vecinos espa-
ñoles y más de 6.000 indios, todos venidos del Per ú . Dada esa desproporció n ,
la lengua «de la calle» era el quechua , que los espa ñ oles y los abor ígenes nece-
sitaban para hacerse entender. « En los pueblos de indios los peruanos consti-
tuyeron el grupo director e impon ían su lengua tanto por su n ú mero como
por sus funciones» , formaron a las futuras autoridades, y sus descendientes
sólo conocieron quichua . Por eso, a fines del siglo XVI éste era en Tucum á n
« lengua de las ciudades de los espa ñ oles y la de los primeros pueblos de
indios» y la usada en la catcquesis, seg ú n documentos contemporá neos.
En un proceso judicial de 1592, los testigos afirman o dan por consabido
entre los habitantes de Santiago del Estero no sólo el conocimiento de las dos
lenguas amerindias, sino que testimonian su uso entre los criollos, por criarse
con los indios. Uso creciente hasta el punto de instar, en Tucumán, 1635, el
Obispo al Rey que
Se introduzca el rezar a los naturales en lengua española para que se olvide la
natural. En esta tierra poco hablan los indios y españoles en castellano, porque está
más connaturalizada la lengua general de los indios.

Y a finales del siglo XVIII el gobernador ordena , entre medidas similares,


que los padres espa ñoles, tanto nobles como plebeyos y mestizos, aun en
medio rural , hablen a sus hijos y servidores en lengua espa ñola, sin permitir-
les responder ni entenderse en quechua .
No extra ñ ará, pues, que censos, visitas pastorales, etc., hasta, por lo
menos, 1789 , hubieran de hacerse, seg ú n advertencias expresas, en quechua.
Son excepcionales notas como un indio ladino4 o muy capaz en la lengua espa -
ñola:, etc. Alg ú n sujeto figura por Juan el Ladino. Mediado el siglo XIX , cier-
tos pueblos a ú n usaban el quechua para la confesión. A su vez, el cacá n resis-
t ía frente a aquél: en 1713, dos indios, vecinos de poblaci ó n muy transitada,
ú nicamente conocían el primero.

4. Cf. § 13. Recué rdese el medieval { moro) ladino. Para el uso americano, M. Alvar, El
español de las dos orillas. Madrid, 1991, 122-5.
F. GON / Á I EZ OLL É A. L. H ., XII ( 1996-97)
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La difusión del espa ñol sólo avanzado el siglo XIX, a causa de la guerra
independentista y otras posteriores, superó la barrera del quechua . « Este no
retard ó sin embargo la europeización del indio, porque el quichua de espa ño-
les misioneros y criollos , que fue a la postre el trasmitido a los indios , hubo
5

por fuerza de adaptarse a las formas del pensamiento europeo para trasmitir a
los indios la religi ó n y formas de vida sentimenta l y aun material de esos euro -
peos a quienes ellos admiraban y a quienes , consciente o inconscientemente,
imitaban . La rapidez de la difusi ó n del espa ñ ol en el siglo XIX fue posible gra-
cias a esa europeizació n en quichua [...] El cambio del quichua al espa ñol só lo
fue un superficial cambio de lengua y no ya un radical cambio de cultura ».

5. Esta historia regional (válida, segú n Mor í nigo, para otras zonas), ilustra
ejemplarmente, con las diferencias propias de cada una , la complejidad del
proceso operado6, que ahora apunto a grandes rasgos para detallarlo luego: el
curso de la vida actuó que los espa ñ oles favoreciesen natural y aun legalmen -
te, junto a su lengua , las amerindias. la extensi ón social y geográfica de éstas
supuso una amenaza no sólo para otras abor ígenes, sino para el propio espa-
ñ ol. A fines del siglo XVIII comienza a invertirse el proceso , para llegar a unos
tres millones de hispanohablantes con la independencia.

POLíTICA Y SOCIEDAD
6. Al margen de valoraciones sobre la actuación, se ha suscitado varias
veces la pregunta de si existi ó una pol í tica ling üística. Pese a respuestas anta-
gó nicas, para m í no ofrece dificultad contestar afirmativamente, puesto que
gener ó una abundant ísima documentaci ó n oficial (cé dulas, instrucciones,
etc.) sobre la materia.
Respecto a quienes aventuran una respuesta negativa , su actitud se debe a
no concebir sino un modelo propio de tiempos posteriores, valga decir, de
regí menes coloniales de é poca actual. Para cuantos la admiten con la tacha de
fluctuante, contradictoria, etc., cabe oponer la imposibilidad de mantenerla
inconmovible durante tres siglos, sobre territorio dilatado, con diferencias

5. Valga apostillar con la noticia que a fines del siglo XVI trasmite J. de Mendicta
,
[. ..]
Historia eclesiástica indiana. Ed . de F. Solano. Madrid , 1973, II , 120 a\ La lengua mexicana
se va corrompiendo. Porque los espa ñoles la hablamos como los negros y otros extranjeros
bozales la
nuestra. Y de nuestro modo de hablar toman los mesmos indios y olvidan el que usaron
sus padres.
6. Valiosas s í ntesis recientes en R. Eberenz, «L’ espagnol et les langues indigentes dans
l Amérique coloniale: les discours de la politique linguistique». Études de lettres, 1989 97-117
'
, . -
El
A. Gimcno Gómez, « Notas sobre la implantació n de la lengua castellana en Am é rica en
»,

español en América. Valladolid, 1991, 1, 231-9.


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locales, desconocido humana y físicamente en los inicios, etc., como si no res-


pondiese a los naturales cambios de personas y de mentalidad de época .
Interesa m ás otro aspecto: los impedimentos, de distinta naturaleza , para

ejecutar la ley. Contra ella , aun salvados los riesgos de recepci ó n valga redu -

cirlos a la lejan ía de la metró poli , se alzaban no pocas dificultades, por el
aludido desconocimiento de la realidad social , heterogeneidad ling üística y
cultural , eventual inoportunidad para su aplicació n , etc. Y aun razones subje-
tivas, tales como las que denuncia en 1716 el Virrey de México ^ 1 Aquí a la voz
del mando temen y obedecen poco, y a la del ruego o encargo se ríen y no cumplen
nada. La inobservancia , precisamente en materia de lengua, se producía por
razones de mayor calado, que paso a explicar.


7. Los misioneros desatienden la directriz legal l ógica y aun espontá ne-
amente —
favorable a la lengua espa ñ ola en la medida que impide su labor
evangelizadora. Para realizarla, reflexió n y experiencia les aconsejaron erigir las
lenguas americanas en su medio de trato con los indios. De este modo, impul-
saron la conservació n y fomento de las lenguas ind ígenas, a la vez que frena-
ron la difusió n de la espa ñ ola , seg ú n iré dilucidando (§§ 10-20).
Los anteriores asertos no obstan a que esa desobediencia fuera , en parte ,
material. Aun sólo el aislamiento en que, necesariamente, muchos se encon -
traban , constitu ía motivo suficiente para desconocer las indicaciones guber-
nativas.

LA DIFICULTAD COMUNICATIVA

8. Seguro de descubrir nuevas tierras , Col ó n piensa que ha de entenderse


con gentes cuya lengua ignora. Por eso lleva un jud ío converso que sabía diz
que ebraico y caldeo y aun algo arávigo, y un navegante por Guinea , que debía
de conocer lenguas de esa zona8. La medida resultó inoperante, y, tras los pri -
meros contactos personales, hubo de entenderse por señ as ( las manos servían
aquí de lengua, sentencia Las Casas9 ) . Entre las incidencias de tan insuficien -

7. Apud B. Garza Cuarón , «Pol í ticas ling üísticas hacia la Nueva Espa ñ a en el siglo
XVIII». NRFH , 1991 , 39 , 689-706; 698, n. 16.
8. C. Coló n , Los cuatro viajes. Ed . de C. Varela . Madrid , 1986, 5 -
9. B. de Las Casas, Historia de las Indias. Ed . de J . Pé rez de Tudela. Madrid , 1957, I ,
145 b. Sobre la comunicación no verbal , E. Martinell, Aspectos lingüísticos del descubrimiento y de
la conquista. Madrid , 1988, y La comunicación entre españoles e indios: palabras y gestos. Madrid ,
1992.
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te y equ ívoca relaci ó n , escojo, simplificada, una, con precisa intenció n. Al per-
cibir, en el tercer viaje, que los ind ígenas vacilan en allegarse a su navio 10,
Mandó el Almirante subir en el castillo de popa un tamborino, y a los mancebos
de la nao que bailasen, creyendo agradalles; pero no lo sintieron asi, antes, como
vieron tañer y bailar, lomáronlo por señal de guerra, y como si fuera desafiallos.
Dexaron todos los remos, y echaron manos a los arcos y flechas; y embragó cada uno
su tablachina, y comentaron a tiralles una buena nttvada de flechas. Visto esto,
mando el Almirante cessar la fiesta del tañer y bailar, y sacar sobre cubierta algu -
nas ballestas, y tiralles con dos ballestas, no más de para asombrados.
Una nueva estrategia , el ofrecimiento de varios objetos vistosos, tampoco
consigue sino la huida.
Compá rese el precedente episodio con la noticia inserta 11 , casi quinientos
a ños después, 18.1.1984, en un diario de Lima: Una expedici ó n de la marina
peruana es cercada por grupos de nativos de etnia desconocida. Pese a brotar el
diá logo mediante inté rpretes, pese a ofrecer regalos, los salvajes en canoas y
armados de flechas venenosas empezaron a rodear las barcazas de los marinos,
hasta que éstos decidieron emplear sus armas de fuego, evitando herirlos pero si
asustarlos, a fin de que los dejaran tranquilos.

EL IMPERATIVO LEGAL
9. Ni a Coló n y menos a quienes luego le siguieron de forma m ás organi-
zada, les servía para su fin proceder por señas. M ú ltiples motivos se alzan para
admitirlo así. Pero se impone dejar constancia muy precisa de un m óvil de
máxima relevancia. Desconocerlo o, sencillamente, relegarlo, impide la verda-
dera comprensió n global de la empresa americana, como asimismo de infini-
tos acontecimientos particulares de ella .
Huelga entrar en los debatidos m óviles de Coló n . El hecho es que los terri -
torios descubiertos quedaron a t ítulo de la Corona de Castilla, para su legiti-
maci ó n , seg ú n la praxis pol ítica de la Europa cristiana, por el Sumo Pont í fice.
Pronto, la bula Inter coetera (3.V. 1493) , de Alejandro VI , otorga a los Reyes
la posesi ó n de las Indias, condicionada a adoctrinar a los dichos indígenas en la
fe católica. Tal finalidad, vivida con extraordinaria fidelidad y constancia,
informará la actuació n real en los siglos siguientes. No será fó rmula cancille-
resca repetida en miles de documentos de todo rango, sino principio inspira-

.
10. C. Col ó n , i.os cuatro ... 258.
11. Apud ] . L. Ri va rola , La formación lingüistica de Hispanoamérica. Lima, 1990, 116.
A.L.H., XII ( 1996-97) LA PRECARIA INSTALACIÓ N DE LA LENGUA.. . 333

dor de su pol í tica 12. Entre tantos que aduciré (§ 21 ) , me parece ejemplar-
mente representativa 13 la R. C., 17.XI. 1526:
Mandamos que de agora y de aquí adelante cualesquier capitanes e oficiales e otros
cttalesquier de nuestros súbditos e naturales o de fuera de nuestros Reinos que [...J
fueren a descubrir o poblar o rescatar en alguna de las islas o tierra firme [...] sean
tenidos e obligados antes que salgan destos nuestros Reinos [... ] de llevar a lo menos
dos religiosos o clérigos de misa en su compañía [...] para la instrucción e enseña -
miento de los dichos indios, epredicación e conversión dellos conforme a la bula de
concesión de las dichas Indias a la Corona Real [...] Otrossí mandamos que la pri-
mera e principal cosa que, después de salidos en tierra los dichos capitanes [...] , sea
procurar que por lenguas de intérpretes que entiendan los indios [...], les digan e
declaren cómo los enviamos para los enseñar buenas costumbres e apartarlos de
vicios e de comer carne humana e a instruirles de nuestra santa fe.
Principio participado por las autoridades inferiores, bien en Espa ña , bien
entre las que pasan a Am é rica , hasta los jefes de los viajes exploratorios (§ 14
y passbn) . Su adopció n se revela en los cronistas, por cuanto parece reflejo sin-
cero , ajeno a sospecha de rutina o a é nfasis apologé tico, pues con igual sim-
plicidad declaran otros intereses, no en todo conformes con aquél . Para Ló pez
de Gomara (en boca de Cortés) 14, la causa principal a que venirnos a estas par-
tes es por ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque juntamente con ella se nos
sigue honra y provecho, que pocas veces caben en un mismo saco. Seg ú n D íaz del
Castillo15, los móviles son servir a Dios y a Su Majestad y dar luz a los que esta-
ban en tinieblas, y también por haber riquezas, que todos los hombres común-
mente venimos a buscar.
La suma de declaraciones an á logas permitió concluir a Rosenblat16, exper-
to en la aculturació n , ajeno a toda loa , que « misioneros, sacerdotes y soldados
hablan desde el primer momento de catequizació n , de cristianizació n, de
evangelizació n , de adoctrinamiento, nunca de hispanizació n o de castellani-
zació n ». Avanzado el tiempo, las Leyes de Indias ( 1681 ) insertar á n: El fin prin-
cipal que nos mueve a hacer nuevos descubrimientos es la predicación y dilatación
de la Santa Fe Católica, y que los indios sean enseñados.

12. El aspecto jurídico, en A. de la Hera, Iglesia y Corona en la América española. Madrid,


1992, 51-61.
13. R. Konetzke, Colección de documentos para la historia de la formación social de
Hispanoamérica. Madrid, 1953, 1, 91-3.
14. F. Ló pez, de Gomara , Historia de la conquista de M éxico. Ed. de J . Gurría. Caracas,
1979, 189.
15. B. D íaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Ed. de C.
Sáenz de Santa María. Madrid , 1982, 652 a.
16. A. Rosenblat, « La hispanizació n .. . », 197.
.
A .L. H. X11 ( 1996 97)
- L -A PRECARIA INSTA1ACIÓN DF. LA LENGUA ... 333

dor de su pol í tica 12. Entre tantos que aducir é (§ 21 ) , me parece ejemplar -
mente representativa 13 la R.C., 17.XI.1526:
Mandamos que de agora y de aquí adelante cualesquier capitanes e oficiales e otros
cualesquier de nuestros súbditos e naturales o defuera de nuestros Reinos que |...J
fueren a descubrir o poblar o rescatar en alguna de las islas o tierra firme [...] sean
tenidos e obligados antes que salgan destos nuestros Reinos [...] de llevar a lo menos
dos religiosos o clérigos de misa en su compañía [...] para la instrucción e enseña -
miento de los dichos indios, epredicación e conversión dellos conforme a la bula de
concesión de las dichas Indias a la Corona Real [ ... ] Otrossí mandamos que la pri-
mera e principal cosa que, después de salidos en tierra los dichos capitanes [...], sea
procurar que por lenguas de intérpretes que entiendan los indios [...], les digan e
declaren cómo los enviamos para los ense ñar buenas costumbres e apartarlos de
vicios e de comer carne humana e a instruirles de nuestra santa fe.
Principio participado por las autoridades inferiores , bien en Espa ña , bien
entre las que pasan a Am é rica , hasta los jefes de los viajes exploratorios (§ 14
.
y passim) Su adopció n se revela en los cronistas, por cuanto parece reflejo sin-
cero, ajeno a sospecha de rutina o a é nfasis apologé tico, pues con igual sim-
plicidad declaran otros intereses, no en todo conformes con aquél. Para López
de Gomara (en boca de Cortés) 14 , la causa principal a que venimos a estas par-
tes es por ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque juntamente con ella se nos
sigue honra y provecho, que pocas veces caben en un mismo saco. Seg ú n D íaz del
Castillo15, los m óviles son servir á Dios y a Su Majestad y dar luz a los que esta-
ban en tinieblas, y también por haber riquezas, que todos los hombres común-
mente venimos a buscar .
La suma de declaraciones an á logas permitió concluir a Rosenblat 16, exper-
to en la aculturación , ajeno a toda loa, que « misioneros, sacerdotes y soldados
hablan desde el primer momento de catequizació n , de cristianizació n , de
evangelizació n , de adoctrinamiento, nunca de hispanizació n o de castellani-
zaci ón ». Avanzado el tiempo , las Leyes de indias ( 1681 ) insertará n: El fin prin-
cipal que nos mueve a hacer nuevos descubrimientos es la predicación y dilatación
de la Santa Fe Católica, y que los indios sean enseñados.

12. El aspecto jur ídico, en A. de la Hera , Iglesia y Corona en la América española. Madrid,
1992, 51-61.
.
13. R Konetzke, Colección de documentos para la historia de la formación social de
Hispanoamérica. Madrid , 1953, I, 91 3. -
14. F. López de Gomara, Historia de ¡a conquista de México. Ed. de J . Gurría. Caracas,
,

1979, 189.
15. B. D ía -/ del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Españ a. Ed . de C.
,

Sáenz de Santa María. Madrid , 1982, 652 .


^
16. A . Rosenblat , « La hispanizació n ...», 197.
334 F. GONZÁLEZ OLLÉ .
A.L.H , XII (1996-97)

10. Los ejecutores inmediatos será n , claro, los misioneros, que pronto se
despliegan por todo el continente, anticipá ndose a cualquier otra penetració n ,
al igual que tiempo después. En su labor necesitaban como nadie una capaci-
tació n verbal de suma precisió n para adoctrinar con exactitud . Y, junto a la
dificultad de obtenerla, se sent ían impelidos, seg ú n sus reiteradas manifesta-
ciones , a actuar con urgencia . No pod ían esperar a que sus destinatarios se
espa ñolizasen .
Resulta, pues, indispensable conocer la raíz religiosa, decisiva desde el des-
cubrimiento, si no anterior a él , clave de numerosas y variadas actuaciones ,
entre ellas , como dije, la ejercida en el á mbito de la lengua. As í se expresaba
Coló n 17 en su primera informació n , texto vá lido tambi én para entender el
sentido medieval 18 atribuido a la empresa y su enlace con la Reconquista
peninsular:
Vuestras Altezas, como cathólicos cristianos y príncipes amadores de la sancta fe
cristiana y acregentadores d 'ella y enemigos de la secta de Mahoma [...], pensaron
de embiarme a mí, Cristóval Colón, a las dichas partidas de India para ver los
dichos príncipes y los pueblos y las tierras [...] para la conversión d’ ellas a. nuestra
santa fe.

Este fin sigue presente para el regalista Parras en 1783 (§ 31) . Al forjar su
imperio , Roma no atendió el aspecto ling üístico. Espa ñ a hubo de atenderlo ,
casi siempre en funció n del m óvil espiritual. « Más profundamente a ú n que la
lengua conquistadora se ha impuesto la religió n del conquistador » 19.

LOS INTÉ RPRE TES


11 . Desde el viaje inicial , el Diario de Coló n revela el í ntimo enlace del
afá n descubridor con la enseñanza del espa ñol para cristianizar a los nuevos
pueblos20:
Fuera bien tornar algunas personas de las de aquel río para llevar a los Reyes,
porque deprendieran nuestra lengua para saber lo que ay en la tierra y porque,
bolviendo, sean lenguas de los cristianos y tomen nuestras costumbres y las cosas
de la fe.

.
17. C. Colón , Los cuatro ... 44.
.
18. Baste recordar A. Tovar, Lo medieval en la Conquista y otros ensayos americanos
Madrid, 1970, y extraer una sola cita: «Si es un honor , quizá el m ás grande, que Espa ña llevara
a la conquista como un remordimiento, esc honor es medieval» (19) . Tambié n , A. de la Hera,
Iglesia y Corona 37- 41 .
19. A. Roscnblat, La población indígena y el mestizaje en América. Buenos Aires, 1954, 32.
20. C. Colón , Los cuatro ..., 94.
-
A.L.H ., XII (1996 97) LA PRECARIA INSTALACIÓN DE LA LENGUA.. . 335

Como otras similares, resulta ejemplar esta declaració n, con la particulari-


dad de que, en los hechos, Col ó n se hab ía adelantado a sus propósitos . Pues,
tras el primer encuentro, opina de los indios21:
Creo ¿fue ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta
tenían. Yo, plaziendo a Nuestro Señor, levaré de aquí al tiempo de mi partida seis
a Vuestras Altezas para que deprendan fablar.
Casi de inmediato inicia su plan , ya que tres d ías después consigna 22: Siete
yo hize tomar para le [sic] llevar y deprender nuestra fabla y holvellos. El 2 y 12
de noviembre habla de cristianizar a nuevas gentes. El 27, comprobado que
estos indios que yo traigo muchas vezes le [sic] entiendo una cosa por otra, toma
la innovadora decisión de invertir el sentido del aprendizaje:
Paré enseñar esta lengua a personas de mi casa , porque veo qu ' es toda la lengua
una fasta aquí. Y después se sabrán los beneficios y se trabajará de hazer todos estos
pueblos cristianos.
En efecto , Col ó n volvió con indios. Pero tambi é n , seg ú n Fern á ndez de
Oviedo23, encargó a los espa ñ oles dejados en las Antillas que aprendiesen la
lengua y costumbres desta tierra. Otros ind ígenas aprendieron espa ñ ol antes del
segundo viaje: así, seg ú n después se supo de los mesmos indios2* , pudo conocer
la desventura sufrida por quienes se quedaron .
De los primeros indios tra ídos a Espa ñ a , famoso fue Diego Coló n , bauti-
zado con el nombre del primogé nito y del hermano del descubridor. Como
otros , a su regreso desempe ñó un valioso papel de int é rprete. Por él com -
prendió Colón que debía rectificar su creencia en la unidad idiomá tica de las
tierras exploradas: Diego no lograba hacerse entender ni entend ía a los mora
dores de lugares alejados. La innumerable variedad lingüística ser á en adelan-
-
te motivo de asombro.
Para lograr comunicarse, varios exploradores procedieron como Colón.
Ejemplo temprano, ya tierra en firme, Alonso de Ojeda , que condujo a la
india Isabel a Espa ña y la instruyó. En su segundo viaje, actuó de inté rprete.

12. Insospechadas vías facilitaron inté rpretes que cumplieron funciones


decisivas. Aunque no se tuvo el oficio por buena solució n , pues desde fecha

21. Ib., 63.


22. Ib., 65.
23. G . Fern á ndez de Oviedo, Historia general y natural de las Indias. Ed . de . Pérez de
Tudela. Madrid, 1959, 1, 11b. J
24. Ib., 35¿.
336 F. GONZÁ LEZ OLL É A. L. H ., XII ( 1996 97)
-

temprana se le achacan con razó n graves inconvenientes. Pero necesidades


perentorias obligaron a mantenerlo siempre ( hasta hoy, § 8).
Suele pasar inadvertido, con mengua de la realidad , que los inté rpretes no
fueron sólo indios, sino también espa ñoles que , por diversas circunstancias
adquirieron alguna lengua amerindia. Prueba sólida , junto a las noticias, el
que desde 1333 se repite en documentos mejicanos25 la palabra naguatato
para designar al individuo espa ñol que habla náhuatl; luego, ‘ intérprete’, tanto
indio como espa ñ ol. Justamente 30 a ños antes Las Casas26 refiere la estima
merecida en ese oficio por un tal Cristó bal Rodr íguez, a quien apodaban la
lengua (tambi é n el lengua será usual para inté rprete’). Dicho sujeto, marino,
de industria vivió varios a ños entre indios, sin hablar con cristiano alguno para
aprender el taino. Fueron relativamente numerosos los espa ñ oles que, por
naufragio, deserció n, etc., a su pesar quedaron aislados entre los naturales y,
respetados , tardaron muchos a ñ os en reintegrarse, poseedores de una lengua
nueva. Con ella desconcertaban a los indios .
Caso llamativo fue el de Jeró nimo Aguilar y Gonzalo Guerrero, a quienes
encontr ó Cortés 27 en 1319. N á ufragos en Yucat á n , acogidos en un poblado
maya, se habían adaptado de tal modo a su lengua y costumbres que el segun-
do prefirió continuar all í. Aguilar se unió a Cortés y resultó de m áxima utili -
dad en la conquista de Mé jico. En esta acció n acompa ñó también a Cortés la
famosa india doña Marina, que, además de náhuatl, hablaba maya , como
Aguilar. Enlazados los servicios de ambos, logró dialogar con Moctezuma:
Cortés se dirig ía en castellano a Aguilar, éste en maya a do ña Marina y ésta en
ná huatl al Emperador; el circuito se cerraba, claro, en orden inverso. Pese a la
eficacia de esta cadena , no pueden descartarse sus presumibles inexactitudes y
hasta graves errores.

13. Hacia 1511 , Las Casas 28 es testigo de có mo un fraile, asentado en un


banco y en la mano un crucifijo, y con algunas lenguas predica a los indios.
Mcndieta 29 explica el paso siguiente:
Yo que escribo esto, llegué a tiempo [ 1554 ] que a ún no había suficiente de frailes
predicadores en las lenguas de los indios, y predicábamos por intérpretes. Y, entre
otros, me acaeció tener uno que me ayudaba en cierta lengua bárbara. Y, habien -
do yo predicado a los mexicanos en la suya (que es la más general), entraba él, ves-

25 . P. Boyd- Bowman , Léxico hispanoamericano del siglo XVI. Londres, 1972, s.v.
26. .
B. de Las Casas, Historia ... I , 471a.
27. H . Cortés, Cartas de relación. Ed . de A. Delgado. Madrid, 1993, 124.
28. B. de Las Casas, Historia ..., 11, 134 b.
29. J . de Mcndieta, Historia ..., I , 137 b.
-
A L.II., XII ( 1996 97) I A PRECARIA INSTALACIÓ N DE LA LENGUA... 337

tido con su roquete o sobrepelliz, y predicaba a los bárbaros en su lengua lo que yo


a los otros había dicho.

Quizá este pasaje necesite aclaració n : Mendieta predicaba en náhuatl30. El


inté rprete sirve para que el mensaje llegue a un grupo menor, que desconoce
esa lengua . Sorprende un tanto que Mendieta no aluda a la suya propia , nueva
muestra del espontáneo uso de aquéllas a costa de la espa ñola.
Los defectos del sistema de inté rpretes se acusan con relieve en el segundo
viaje colombino , cuando el propósito evangelizado! toma cuerpo con el Padre
'

Bernardo Boil y otros religiosos. En carta a los Reyes reconoce Boil 31 que, con
miras humanas, su actuació n constitu ía un fracaso por la imposibilidad de ser
entendido.

LOS MISIONEROS
14. Pero la Corona no cejaba. Fernando el Católico32, en busca de asis-
tencia , se dirige, 1 508, al Capítulo de los franciscanos en Barcelona: Yo vos
ruego e encargo deis forma y proveáis cómo se envíen algunos religiosos a la dicha
Isla [ no se precisa ] y [...] sean en el más que serpudiéredes. En exceso optimis-
ta, el Rey33, 1513, cree contar con suficientes espa ñoles que sepan las lenguas
ind ígenas. Tras exigir que no se les haga guerra a los indios si ellos no atacan,
entre otras providencias pací ficas, continua: Y pues allá habrá e con vos irán
algunos cristianos que sabrán la lengua, con ellos les daréis a entender Seg ú n
R.C. de 1526 (§ 9) toda expedició n deb ía llevar al menos dos misioneros.
Pronto empezaron a llegar, anticipá ndose a la legislació n , las primeras olea-
das de frailes, aunque al principio apenas alcanzasen sino el martirio. De su
acogida entre los conquistadores proporciona una viva imagen 34 la dispensa-
da por Cortés, 1524, a los franciscanos arribados a Veracruz.
En apretado resumen: Mandó a indios y espa ñ oles que les barriesen los
caminos, saliesen a recibir y les repicasen las campanas e hiciesen mucho acato
[ ... ] , aqu é llos con candelas y cruces, mientras los españoles se hincasen de rodi-

30. Según sus coetá neos, parece más milagro que industria humana.- IJegó a ser gran len-
.
gua -. Etc.
31 . Con un inté rprete lo presenta J . de Castellanos, Elegías de varones ilustres de Indias.
BAL, 33 b: Y el Padre Buil, como debía,! dijo las excelencias del bautismo / por un indio ladino que
traía / con aquella razón de catecismo,/ que tan alto negocio requería.
-
32. Real Carta , 14.IV. 1508, en CodoinAm, 1883, XXXIX , 168 70; 169.
33. Instrucción a Pedrarias D á vila, 2.VIII. 1513, en M. Fern á ndez Navarrcte, Cokcáóndehs
¿
f 3 3 ... Ed. de C. Serrano. Madrid , 1964 , II , 210 b.
*
34 . B. Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Ed. de C.
Sáenz de Santa Mar ía . Madrid , 1982, 501 a.
338 F. GONZÁLEZ OLLÉ .
A.LH . XI 1 ( 1996-97)

lias. El propio Cortés, destocado, se apeó del caballo, como sus capitanes, sin
consentir que le besasen las manos; arrodillado, fue él quien lo hizo a frailes
descalzos y flacos y de hábitos rotos, asombrados los indios ante la reverencia del
caudillo triunfante, tenido por ídolo o cosa como sus dioses, a hombres de mise-
rable aspecto.
Escenas como ésta, repetidas en varios lugares y momentos, contribuyeron
al respeto hacia los misioneros y, de este modo, facilitaron su labor espiritual.

LA COMUNICACIó N EN LENGUAS INDíGENAS

15. Bien percibieron los primeros franciscanos la comentada insuficiencia



de los inté rpretes. Su criterio aprender la lengua local se impondrá. El —
candoroso testimonio del citado Mendieta 33 muestra có mo se alcanzó tal solu-
ció n .
Tras reiterados y diversos intentos, los frailes no logran entenderse con los
ind ígenas. Este muro a su celo apostólico , los tenía muy desconsolados y afligi-
dos [...] , y no sabían qué hacer, porque, aunque deseaban y procuraban de apren-
der la lengua, no había quién se la enseñase. Redoblados oraciones y ayunos,
Púsoles el Señor en corazón que con los niños que tenían por discípulos se volvie -
sen también niños como ellos, para participar de su lengua, y con ella obrar la
conversión de aquella gente [...] Y así fue que, dejando a ratos la gravedad de sus
personas, se ponían a jugar con ellos con pajuelas o pedrezuelas [...] para quitar -
les el empacho con la comunicación. Y tenían siempre papel y tinta en las manos.
Y, en oyendo el vocablo al indio, escribíanlo, y al propósito que lo dijo. Y a la tarde
juntábanse los religiosos y comunicaban los unos a los otros sus escriptos, y, lo mejor
que podían, conformaban a aquellos vocablos el romance que les parecía más con -
venir. Y acontecíales que lo que hoy les parecía habían entendido, mañana les
parecía no ser así. Y ya que por algunos días fueron probados en este trabajo, quiso
Nuestro Señor consolar a sus siervos por dos vías. La una, que algurios de los niños
mayorcillos les vinieran a entender bien lo que decían. Y como vieron el deseo que
los frailes tenían de deprender su lengua, no sólo les enmendaban lo que erraban,
más también les hacían muchas preguntas, que fue sumo contento para ellos.
Otro portillo, muy diferente y m ás eficaz, se abrió en el muro ling üístico:
dos vías, anunciaba Mendieta, y a su narració n retorno:
El segundo remedio que les dio el Señor, fue que una mujer española y viuda tenía
dos hijos chiquitos, los cuales, tratando con los indios, habían deprendido su len -
gua y la hablaban bien [ ...J Holgó aquella dueña honrada de dar con toda volun -
tad el uno de sus hijuelos.
35. J . de Mendieta , Historia ..., I, 134- 5.
.
A.L. H. XII (1996-97) LA PRECARIA INSTALACI Ó N DE LA LENGUA... 339

El ni ñ o, Alonso de Molina, inicia enseguida con gusto y provecho su ins-


trucció n:
Tenía su celda con los frailes, comía con ellos y leíales a la mesa, y en todo iba
siguiendo sus pisadas. Este fie el primero que, sirviendo de intérprete a los frailes,
dio a entender a los indios los misterios de nuestra fe, y fue maestro de los predica-
dores del Evangelio, porque él les enseñó la lengua, llevándolo de un pueblo a otro,
donde moraban los religiosos (...] Cuando tuvo edad, tomó el hábito de la Orden,
y en ella trabajó hasta la última vejez.
Pronto contó con imitadores:
A cabo de medio a ño que estos apostólicos varones habían llegado a esta tierra , fie
servido el Señor de chirles lengua para poder hablar y entenderse razonablemente
con los indios. Los primeros que salieron con ella fueron Fray Luis de Fuensalida
y Fray Francisco Ximénez, que después compuso arte de ella. Y con esta inteligen-
cia y con ayuda de los más hábiles de sus discípulos, que estaban ya muy informa -
dos en las cosas de la fe, tradujeron lo principal de la doctrina cristiana en la len-
gua mexicana.
16. Superada la incertidumbre inicial, se asienta pronto la práctica de que
sean los misioneros quienes renuncien a su lengua nativa y adopten las loca-
les para su ministerio. La reflexió n les llev ó a comprender que la adaptación
correspond ía a ellos y no a los indios. Era más asequible que uno aprendiese
la lengua de muchos que muchos la lengua de uno: El lenguaje de estos natu -
rales es el instrumento y medio necesario para predicarles el Santo Evangelio. Por
¿1 se decidieron abiertamente, relegadas las leyes o proponiendo su cese (§ 22) ,
al considerarse culpables si demoraban la predicación . Su actitud 37, contó con
el respaldo de los concilios (§ 18)38, desde el I de M é jico (1533) , en especial
el III de Lima ( 1582-3) a veces, con la legislació n civil (§§ 21 y 23).
El Padre José de Acosta ( De procuranda índorum salute, redactada en
Lima , 1577) , se erige en uno de los m ás sólidos y ardientes apologistas de las
lenguas abor ígenes. Reproduzco uno de sus alegatos39, con equivalente en
otros autores:

36. Ib., II, 118 tf. Aná logo aserto en § 23.


37. La carta del Obispo de Tlaxcallan a Carlos I revela otra consecuencia: Nos los obispos
sin los frailes intérpretes somos como falcones en muda. Apud T. de Motolin ía, Historia de los indios
de la Nueva España. Ed . de F. de Legarza. Madrid , 1970, 320 A
38. W. Henkcl , «El impulso evangelizador de los concilios provinciales hispanoamerica -
nos» , en J.- I. Saranyana (cd .) , Evangelizadon y Teología en América (siglo XVI ). Pamplona, 415-
47, con extensa bibliograf ía .
39. J. de Acosta, Obras. Ed. de F. Mateos. Madrid , 1954, 516 A
340 F. GONZÁLEZ OLL É A . L. H., XI ] (1996-97)

Quienes sostienen que hay que obligar a los indios con leyes severas a que apren -
dan nuestro idioma [...] son liberales de lo ajeno, y ruines de lo suyo; y, a seme-
janza de la Repú blica de Platón, fabrican leyes que son sólo palabras, cosa fácil;
mas que, si se llevan a la práctica, son pura fábula. Porque si unos pocos españo-
les, en tierra extraña, no pueden olvidar su lengua y aprender la ajena, siendo de
excelentes ingenios y viéndose constreñidos con la necesidad de entenderse, ¿en qué
cerebro cabe que gentes innumerables olviden su lengua en su tierra y usen sólo la
extraña, que no la oyen sino raras veces y muy a disgusto? Cuando dentro de sus
casas tratan de sus asuntos en su lengua materna [. . .], ¿cómo les obligarán a usar
el castellano?

LA ACTITUD DE LOS INDIOS

17. El disgusto, seg ú n Acosta , de los indios desvela un motivo m ás para eli-
minar el espa ñol en la catcquesis. No es testimonio ú nico. El Inca Garcilaso40,
mestizo, recordará de su etapa escolar que, salvo dos condiscí pulos,
En todos los demás indios había tan poca curiosidad en aprender la lengua espa-
ñola, y en los españoles tanto descuido en enseñarla, que nunca jamás se pensó en
enseñarla ni aprenderla, sino que cada uno de ellos, por la comunicación y el uso,
aprendiese del otro lo que le conviniese [. . . ] Aun los muchachos indios que conmi-
go se criaron [. . .], me obligaban a que se lo dijese en indio.
Seg ú n Soló rzano Pereira41, residente en Per ú ( 1610- 1627), sólo el oí rla les
suele ser muy odioso.
En fecha avanzada, 1688, el Obispo de Puebla de los Angeles informa al
Rey de que los nativos de su diócesis no sólo son desenclinados del uso de la
lengua española, sino que la aborrecer.z42, situació n participada en diversas
regiones.
Por el contrario, al igual que otros misioneros, ilustra Acosta 45:
Vemos a los indios que, cuando oyen a un predicador que les habla en su lengua
nativa, le siguen con grandísima atención , y se deleitan grandemente en su elo-
cuencia, y son arrebatados por el afecto, y con la boca abierta y clavados los ojos,
están colgados de su palabra.

40. Carcilaso de la Vega, Historia general del Perú. Ed. de C. Sáenz de Santa Mar ía.
Madrid, 1960, 49^
41. J. Solórzano y Pereyra , Política indiana. Ed. de M . A. Ochoa. Madrid , 1972, I, 397.
42. R. Konetzke, Colección ..., II, 817-8.
43. J. de Acosta , Obras , 313b.
.
A. L- H. XII (1996-97) LA PRECARIA INSTALACIÓ N DE LA LENGUA ... 341

Así lo refleja una carta44 de Lima , 15.11.1377. Un tal Padre Barzana, en Juli
( Per ú ) , ante una multitud de hasta diez mil indios,
Les predicó como una hora en la lengua amara, con grande atención y admira-
ción de los indios de ver que les predicaba en su propia lengua y con espí ritu del
Cielo [ . ..] Fuimos en procesión, diciendo las oraciones en su lengua y, vueltos a la
iglesia, el Padre Barzana se puso en una parte y el hermano Bizarro a otra, y el
uno haciendo preguntas y el otro diciendo las respuestas, se les dijo el catecismo en
su lengua.

APRENDIZAJE Y FOMENTO DE LAS LENGUAS INDíGENAS


18. El celo de Acosta no le impide ver la realidad 45: Es duro y muy molesto
el trabajo de aprender lengua extraña, sobre todo si es bárbara, antes le lleva a
superarla46: La dificultad del lenguaje [.. . ] no es ciertamente pequeña, pero debe
ejercitar la caridad del varón de Dios, no extinguirla.
No será aventurado suponer compartido este sentimiento. Los misioneros
no sólo estudian las lenguas amerindias y las practican con éxito (algunos,
varias muy diferentes47) , antes bien describen (gram á ticas y vocabularios ) las
que van conociendo, para dar continuidad48 a su esfuerzo. Esta actividad49,
aqu í apenas tratada, figura entre las grandes aportaciones de la acción espa-
ñola por su alto valor ling üístico50. Me referiré sólo a Alonso de Molina,
quien , de ni ño (§ 15) , enseñó náhuatl a los franciscanos, autor de un
Vocabulario en lengua castellana y mexicana ( M éxico, 1555) 51, primero en su
44. Ib., 284 A-5 /7.
45 . Ib., 513a.
46. Ib., 414 7.
/

47. Estad ísticas elevadas sobre poseedores de lina o m ás, en P. Borges, Historia de la
Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas. Madrid , 1992, I , 519.
48. A veces la preparaci ó n misional comenzaba en Espa ña mediante rales textos, cf. F.
-
Mateos, «Primera expedición de misioneros jesu í tas ai Per ú ( 1565 1568 ) », Missionalia
Hispánica, 1945, 2, 41 - 108. San Mart í n de la Ascensi ó n , Relación I de las cosas del Japón [ 1596] .
Fxl . de J . L. Á Ivarez-Taladriz. Osaka, 1973, 54, expone la dificultad de misionar en este pa ís por
no tener vocabulario ni arte, a diferencia de lo que ocurr ía en todos los rincones de America.
49. Había escrito bien conocida, pero mejor sería muy ignorada. De otro modo, bastaría
por sí sola, sin necesidad de argumentos, para mostrar la inconsistente imputación de genocidio
ling üístico.
50. Sobre este copioso material (impresiona el inventario, só lo de autores franciscanos,
que cita Mendieta a fines del siglo XVI) acaban de aparecer dos obras de gran alcance: L.
Resines, Catecismos americanos del siglo XVI. Valladolid , 1992, 2 v., y J. I ,. Su á rez Roca,
Lingüistica misionera española. Oviedo, 1992.
51. Incrementado en la edició n de 1571 con una segunda parte mexicana y castellana.
Simplificado para su uso manual por Pedro Arenas en 1611, conoci ó 13 ediciones hasta 1887.
342 F. GONZÁ LEZ OLL É
-97,
A.L. H., X!I 0996

gé nero. La primera gramá tica impresa corresponde al quechua: Arte de la [en


gua general de los indios [...] del Perú (Valladolid, 1560) , del dominico
Domingo de Santo Tomás.
En estrecha unidad , la temprana redacció n de catecismos en lenguas ¡ncj(
genas, al percibir su doble ventaja de servir para la catequesis y el aprendizaje
verbal . La pronta instalació n de la imprenta en México (1539) facilitó esta
tarea. Ese mismo a ño ve la luz el primer libro americano, una Doctrina cbris
-
tiana en lengua mexicana y castellana, obra del Obispo Juan de Zumárraga, al
que suceden sin interrupción obras docentes y devotas. A finales del siglo
XVI , sólo de lenguas ínsitas en el Virreinato de Nueva Espa ñ a , circulaban
catecismos en n á huatl, otom í, tarasco, mixteco, chuchón, huatusco, zapoteca
maya y zotzil. Las primicias de la imprenta en Lima, 1584, corresponden a un
catecismo con texto espa ñ ol , quechua y aimara, encargo del III Concilio
limense ( 1582-3). Y en guaran í, 1603, al de Fray Luis de Bola ñ o.
Apuntado sólo el arranque de esta copiosa bibliografía , apenas hay que
declarar su cooperació n al mantenimiento de las lenguas indoamericanas en
menoscabo de la espa ñ ola .

19. Se comprenden las alusiones a la dificultad de las lenguas indias, bár-


baras, seg ú n Acosta. Pero que susciten simpatía.> sólo cabe entenderlo desde la
caridad aconsejada por é l . Cualquiera de los primeros franciscanos, domini-
cos, jesu í tas, agustinos, etc., part ícipe de ese ideal , se había formado en las
humanidades clásicas, relegada todavía la lengua vulgar respecto de la latina:
la que aquellos clé rigos utilizaban a diario, en pú blico y en privado, para las
acciones lit ú rgicas; incluso, ante la incomprensión inicial, a veces la catcque-
sis comenzó en la lengua universal... Pues bien, algunos misioneros experi -
mentan tal gusto por las nuevas que, sin la ingenuidad de sus protestas, pare-
cer ían fingidas hipé rboles fuera de tono. Por eso no dejan lugar a duda los
elogios de este repertorio:
Tiene(n) maneras de hablar exquisitas [...] la lengua mexicana [...] , lengua
elegantísima, tanto como cuantas hay en el Mundo ( Fray Rodrigo de la Cruz52) .
Del mismo modo opinaba Mendieta53: No es menos galana y curiosa que la lati-
na, y aun pienso que más artizada en composición y derivación de vocablos y en
metáforas.

52. Carta a Carlos I , 1550. AptulM . Cuevas, Documentos inéditos del siglo XVI para la his-
^
toria de México. México, 1975 , 155-61; 159.
53. J. de Mendieta , Historia 119 /;.
,\.L H .. XII ( 1996-97) LA PRECARIA INSTALACIÓ N DE IA LENGUA... 343

En esta lengua quiché, [las palabras] son como signos naturales, con tal orden
y correspondencia que no hallo otra lengua más ordenada ni aun tanto, de tal
,t¡odo que me he llegado a persuadir que esta lengua es la principal que hubo en
dMundo ( Fray Francisco Jiménez54).
El maya es tan fecundo, que casi no padece equivocación en sus voces propia-
mente pronunciadas; tan profuso, que no mendiga de otra alguna [lengua] las
propiedades; tan propio, que aun sus voces explican la naturaleza y propiedades de
los objetos, que parece fue el más semejante al que en los labios de nuestro primer
padre dio a cada cosa su esencial y nativo nombre (Fray Gabriel de San
Buenaventura 55).
De la lengua índica (quechua) aseguraba Acosta56: Tiene unos modos de
decir tan bellos y elegantes y unas expresiones que, en concisión admirable, encie-
rran muchas cosas, que da gran deleite. Y quien quisiere expresar en latí n o caste-
llano toda la fuerza de una palabra, gastará muchas y apenas podrá.
Algunos de los citados son autores de artes. Atribuyo a su celo apostó-

lico los encomios tó picos similares a los vertidos por tratadistas europe-

os sobre las lenguas vulgares , nuevo indicio del empe ño por hacer pro-
pias las bá rbaras.

20 . El esfuerzo se alivió al descubrir que, entre la innumerable variedad de


lenguas ( en espacio de una jornada [...] no se entienden los unos a los otros
indios57 ,- A cada legua y a cada paso había nueva lengua58) , irreductibles, des-
collaban algunas por su extensió n y demografía: las denominadas por los espa-
-
ñoles lenguas generales ( náhuatl, quechua y tupí guaran í; a veces, alguna m ás) .
La segunda se había impuesto, bajo graves penas, entre el estamento dirigen -
te del imperio incaico (quienes la ignoraban , eran despreciables) , en perjuicio
de otras ( puquina , aimara, etc.) , antes de llegar los conquistadores. Calcula
Cieza de Leó n que se extend ía a más de 1.200 leguas , para asegurar: Fue
mucho beneficio para los españoles haber esta lengua, pues podían con elhi andar
por todas partes59 .

54. Historia de la Provincia de S. Vicente de Chiapa y Guatemala. Apud C. Sáenz de Santa


María, « Dos grandes filólogos hispanoamericanos: fray Francisco Jimé nez, O. P., y Fray
Ildefonso Josepli de Flores, O. F. M .». Revista de Indias, 1941, 5, 117-32; 119 (sin datar).
55. Arte de la lengua maya, 1684. Apud ib. , 118.
56. J . de Acosta, Obras, 518 b. Valga recordar que es tenido por excelente prosisca.
.
57. G. Ferná ndez de Oviedo, Historia ... I , 202 b.
58. P. Cieza de Leó n , El señorío de los incas. Ed. de M . Ballesteros. Madrid, 1985 , 92.
59. Ib., 93.
344 F. GONZÁ LEZ OI.I .E A.L.H., X11
0996-97)

En efecto, las lenguas generales fueron las más favorecidas por los m¡s¡
ñeros60 . La autoridad civil las fomentó mediante cá tedras61 y exigió saberlas^al
clero (§§ 22-23). As í ampliaron su á rea prehispá nica (§ 4). La presencia espa
-
ñola prosiguió de hecho la unificación, afianzando las numerosas a costa
de
las minoritarias, difundiendo cierras palabras , etc. Valga recordar las antilla
-
nas, que , llevadas a tierra firme, sustituyen en algunas regiones a las autócto
-
nas y aun se generalizan ( cacicua, deformació n de cacique, remplaza en Per ú a
curaca ‘señor’; maíz a zara ‘pan ; etc.).
La precedente exposició n confirma que la catcquesis jugó un decisivo
papel en la conservación de las lenguas aborígenes y, por tanto, negativo en la
difusión del espa ñol. Me permito creer que, a continuación, tras examinar la
actuació n pol í tica, se concluirá que no fue factor muy influyente, sino el más
influyente.

LA LEGISLACIó N HASTA EL SIGLO XVII

21 . En la aludida hipó tesis de que las disposiciones legales llegasen todas


a sus destinos y se cumpliesen , no es fácil contrastar sus resultados, menos a
corto plazo. El hecho de que la Corte reitere durante siglos las mismas ó rde-
nes, prueba su escasa eficacia. Pero es el medio para conocer sus propósitos,
d ígase , la postura oficial. Presentaré una selecció n cronol ógica de los textos
con más sustancioso contenido o de mayor proyecció n (omito los ya citados) ,
para luego, a la vista de la realidad social , valorar en lo posible su impacto.
Subordinada a la evangelizació n, la materia ling üística figura en la
Instrucción, 29.V.1493, de los Reyes62 a Coló n . Dada tan temprana fecha, no
será arriesgado suponer que por primera vez la Corona la aborda: debe esfor-
zarse en traer a los moradores de las dichas islas y tierra firme a que se conviertan
a nuestra santa fe católica. Contará con el Padre Boil y otros religiosos, los cua-
les, por mano e industria de los indios que acá vinieron, procuren sean bien infor -
mados de las cosas de nuestra santa fe, pues ellos sabrán ya y entenderán nuestra
lengua. A la vez, recomiendan que traten muy bien y amorosamente a los dichos
indios. Los Reyes han aceptado el medio seguido por Coló n: inté rpretes for-
mados en Espa ñ a .

60. Para catecismos, § 18. Para el paso de lengua general a minoritaria, § 13.
61. Felipe II , 1580 , las creó en las Universidades de M é jico y Lima, pero ven ían funcio-
nando desde antes, inicialmente en conventos y colegios de diversos lugares, donde prosiguie-
ron su docencia.
..
62. R. Konetzke, Colección .. I , 1 -2.
XII ( 1996-97) LA PRECARIA INSTALACI Ó N DE LA LENGUA... 345

Otra Instrucción, 20.1 II . 1503, aconseja agrupar a los indios en pueblos


para que labren y siembren, adoctrinarlos como personas libres y no como sier-
vos y que a los ni ñ os se muestre a leer y escribir y las oraciones. No cabe supo-
per sino que el aprendizaje se concibe en lengua espa ñ ola, seg ú n se declara
a ños despu és.
Las Leyes de BurgoTAA 513, primer cuerpo legal americanista , entre
muchas normas sobre el bienestar de los indios incluye su instrucció n , sin
mencionar tampoco expresamente la del espa ñ ol . Deb ía de resultar obvio para
el legislador que no otra ser ía la lengua usada . Copio varios fragmentos que
regulan la ense ñ anza:
Cada uno que tuviere cincuenta indios o dende arriba encomendados, sean obli-
gados de hacer mostrar un muchacho, el que más hábil dellos les pareciere, a leer
y a escribir las cosas de nuestra fe, para que aquéllos muestren después a los dichos
indios. Porque mejor tomarán lo que aquél les dijere que no lo que le dijeren los
otros vecinos [...] Si la tal persona tuviere cien indios y dende arriba, que haga
mostrar dos muchachos [... ] Persona que se sirviere de indio por paje, sea obligado
de le mostrar leer y escribir y todas las otras cosas que de suso están declaradas (ley
IX).- Todos los hijos de los caciques que hay en la dicha isla [ La Espa ñ ola ] y
hubiere de aquí en adelante, de edad de trece años abajo, se den a los frailes de la
Orden de San Francisco, como por una mi cédula lo tengo mandado, para que los
dichos frailes les amuestren leer y escribir y todas las otras cosas de nuestra santa fe.
Los cuales los tengan cuatro años mostrando y después los devuelvan a las personas
que se les dieron y los tenían encomendados, para que los tales hijos de caciques
muestren a los dichos indios, porque muy mejor lo tomarán dellos (ley XVII ).

En 13. IX.1516, Carlos I ordena65 a los jeró nimos destinados a Indias que
tomen algunos dominicos y franciscanos pasados antes a Ultramar, para que
estén como intérpretes. El documento menciona por vez primera la ense ñ anza
del castellano:
Aya un sacristán, si se hallare suficiente, de los yndios; si no, de los otros que ser -
bían en la yglesia, y muestre los niños a leer y escrivir hasta que son de edad de
nueve años, especialmente a los hijos de los caciques e de los otros principales del
pueblo, e así mismo les muestren a hablar rromanqe castellano. Y ase de trabajar
con todos los caciques e yndios, quanto fuere posible, que hablen castellano.

La ley de Indias I , XXIII ,XI recoge varias cédulas desde la de 8.XII . 1535
sobre la fundaci ó n de colegios en Per ú , para recomendar su conservación y
aumento y que
63. Ih .,9-13.
64. Ib., 38-57.
65. CodoinUitr, 1895, IX, 53-74.
346 F. GONZÁ LEZ OLLÉ A.L.H., XII ( 1996
-97)

En las ciudades principales del Peni y Nueva España se funden otros, donde sean
llevados los hijos de Caciques de pequeña edad, y encargados a personas religiosas
y diligentes, que los enseñen y doctrinen en Christiandad, buenas costumbres, poli ,

cía y lengua castellana, y se les consigne renta competente a su crianza y educación

Nueva menció n expresa de la lengua castellana, m ás la adició n de la


recompensa.
Las minuciosas Instrucciones, 14. VII .1336, al Virrey de M é jico prevén
castigar a cuantos impidan el adoctrinamiento de los indios. Una inesperada
novedad revoluciona la pol í tica anterior. Trascribo el pá rrafo que estimo deci-
sivo:
Para aprovechar en la conversión de los naturales es muy importante que, entre
tanto que ellos saben nuestra lengua, los religiosos y eclesiásticos que se apliquen a
-
saber su lengua. Y para ello la redugan a alguna arte y triañera fácil cómo se pueda
aprender. Y favoreceréis siempre a los que se obieren aplicado y aplicaren a ello,
porque otros se muevan a los imitar [en el original , yantar] . [...] Donde se ense-
ñan niñ os spañoles, paresce que sería combiniente obiere algú n exercicio con que
aprendiesen la lengua de esa tierra. Porque los que dellos binieren a ser sacerdotes
o religiosos o a tener oficios p úblicos en los pueblos, pudieren mejor dotrinary con-
fesar los indios y entenderlos [...] Pues siendo los indios tantos, no se puede dar
orden por agora cómo ellos aprendan nuestra lengua.
La Corte está ahora más acorde con la realidad: sin renunciar al espa ñ ol,
antes bien , reafirm á ndolo, percibe la necesidad de las lenguas amerindias, en
conformidad con el criterio de los misioneros. Pero la coincidencia durará
poco.

22. Pasados unos a ños, la metró poli imprime otro radical cambio de
orientació n para volver con más Firmeza a la situación anterior a 1536. En
R.C., 7.VI .1550, al Virrey de M é jico ( un mes despu és al del Per ú ) y a los pro-
vinciales de los religiosos67, es decir, a toda autoridad , Carlos 1 manifiesta:
Nos deseamos en todo lo que es posible procurar de traer a los indios naturales desas
partes al conocimiento de nuestro Dios, y dar orden en su instrucción [ ] ...
Habiendo muchas veces platicado en ello, uno de los medios principales que ha
parecido que se debría tomar [...], es procurar que esas gentes sean enseñados en
nuestra lengua castellana, y que tomen nuestra policía y buenas costumbres, por-
que por esa vía con más facilidad podrían entender y ser doctrinados [...] Y como
los religiosos de vuestra Orden [...] tratan más ordinariamente con esas gentes y

66. CodoinArn, 1875, XXIII, 454-67.


67. R. Konetzke, Colección ..., I, 273- 4 .
>
.
A L. H. XII (1996-97) l A PRECARIA INSTALACIÓN DE LA LENGUA...
- 347

conversan más con ellos [... ], podrían más buenamente entender en enseñar a los
dichos indios la dicha lengua castellana que otras personas, y que lo tomarían
dellos con más voluntad y se sujetarían a la deprender con mayor amor por el afi-
ción que les tienen a causa de las buenas obras que dedos reciben. Por ende yo os
ruego y encargo que procuréis cómo todos los religiosos de vuestra Orden [ . . .] pro-
curen por todas las vías a ellos posibles de enseñar a los indios desa tierra nuestra
lengua castellana.
Su cumplimiento apremia:
Porque esto se haga con más recaudo, nombréis personas de vuestra Orden que par-
-
ticularmente se ocupen y entiendan en esta obra, sin se ocupar en otra [ . .. ] y seña
len horas ordinarias para ello, a las cuales los indios vengan. Que yo escribo al
nuestro Visorrey que para ello os dé todo el favor y calor necesario.

La nueva directriz no pod ía ser más opuesta a la adoptada por los misio-
neros para alcanzar el mismo fin . Unanimidad de miras, discrepancia en los
medios, aquéllos mantuvieron su criterio. Es representativa la ya citada carta,
4. IV. 1350, del franciscano Rodrigo de la Cruz (§ 19) . Por descargo de mi con-
ciencia, expone al Rey cu á n nociva es su orden68 y propone que todos depren-
dan la lengua mexicana, la cual pocos indios ignoran y muy muchos se confie-
san en ella.
La comentada cédula parece buscar justificació n en otra de 17.VII de ese
a ño69:
Habiendo hecho particular examen sobre si en la más perfecta lengua de los indios
se pueden explicar bien y con propriedad los Misterios de nuestra Santa Fe
Católica, se ha reconocido que no es posible sin cometer grandes disonancias e
imperfecciones [. .. ] Que sean enseñados los sacerdotes que hubieren de doctrinar a
los indios, no es remedio bastante, por ser mucha la variedad de lenguas.
Ante tales inconvenientes, convendrá introducir la castellana, es decir, vol -
.
ver a la norma habitual Con este fin , a los indios se les pongan maestros, que
ense ñen a los que voluntariamente la quisieren aprender, como les sea de menos
molestia, labor ahora encargada a los sacristanes como en las aldeas de estos Reinos
[de España]. Este último punto lleva a suponer que se respeta el criterio de los
misioneros, exentos de un ejercicio tan contrario a su proceder.

68. La fecha revela que no alude a R.C., 7.VI. 1550, pues se anticipa dos meses a ella.
69. Recopilación, vi ,i , xvill .
348 F. GONZÁLEZ OLL É A. LH.. XII 1996-97
( )

23. En R . C., 2.XII .1578, recordando disposiciones previas, Felipe II orde-


na70 el rechazo de sacerdotes espa ñ oles para catcquesis de indios si no supieren
la lengua general en que han de administrar, y presentaren fe del catedrático que
la leyere, de que han cursado en la cátedra de ella un curso entero o el tiempo que
bastare. La exigencia se extendiende tambié n a los clérigos o religiosos naturales
[...] si en ellos no concurrieren Lis dichas calidades. De nuevo la Corte acepta la
práctica misionera, y no de modo ocasional , pues cédulas posteriores la ratifi -
can y aun extreman: la de 19.IX. 1380 proh í be71 la ordenació n sacerdotal , aun
con los t í tulos comunes, a quien no sepa la lengua general de los indios de su
Provincia , y lleve fe y certificación del catedrático que leyere la cátedra de que ha
cursado. Con igual fecha, otra cédula72 satisface los requisitos de las preceden -
tes, pero su alcance va mucho más allá (§ 21 ) :
En las Universidades de Lima y México haya una cátedra de la lengua general [ ..,1
y que en todas las partes donde hay Audiencias y Chancilleñas, se instituyan de
nuevo y den por oposición, para que primero que los sacerdotes salgan a las
Doctrinas, hayan cursado en ellas.
Su exposició n de motivos: La inteligencia de la lengua general de los indios
es el medio más necesario para la explicación y enseñanza de la doctrina cristia-
na, coincide con la postura de 1536 y el aserto de Mendieta (§ 16) . De nuevo
se da por válido el criterio misional.
Cuando el Obispo de Charcas alega:
La gran dificultad que hay en ser los indios enseñados [...] en sus lenguas por no
ser comunes, llanas e inteligibles aun para los mismos indios, que los de unas pro
vincias no entienden a los otros, y ser las lenguas pobres de vocablos, nombres y ver-
-
bos para significar muchas cosas importantes, convernia se proveyese y mandase
que sean todos los indios enseñados y obligados a saber la lengua española,
el Rey accede73, R.C. , 4.VI .1586, sin que se entienda que por esto los que hubie-
ren de ser curas dejen de saber y aprender las lenguas de ellos. La concesió n , exce-
lente ejemplo de las diferencias locales, denota también la firmeza del princi-
pio básico.

70. F. Solano, Documentos sobre política lingüística en Hispanoamérica (¡492- 1800).


Madrid, 1991, 74
71. Ib. , 79.
72. Ib. , 80.
73. Ib. , 87.
A.L.I I., XII ( 1996-97) LA PRECARIA INSTALACI Ó N DF. IA LENGUA... 349

En R.C., 16.1. 1590, se ha visto un quiebro en el favor a las lenguas indias;


no hay tal, sino mala inteligencia del texto { dar orden significa adecuar’, no
‘imperar’)74:
Porque, como sabéis, importa mucho que todos los indios sepan la lengua castellana,
ansí para que con más facilidad y copia de ministros puedan ser doctrinados y ense-
ñados, como para que te les quiten las ocasiones de idolatrías y otros vicios y cosas en
que se distraen por medio de su lengua, os mando y mucho encargo procuréis dar
orden en que desde la niñez vayan los dichos indios hablando la lengua castellana.
Imposición supone la Instrucción75, 20.111.1596, al Virrey de Méjico. Tras
denunciar abusos, evitables si los indios supiesen la lengua castellana, sorprende
el remedio: a las ni ñ as de los colegios no las permitan que hablen su lengua
materna.
Un interesant ísimo forcejeo deja patente la actitud constante del Rey. En
junio de 1596 el Consejo de Indias le presenta una minuta76 que resumo: la
conservació n por los indios de sus lenguas mantiene su primitivismo y supers-
ticiones, obstaculiza su entrada en la cultura, dificulta la evangclización , etc.
No bastan las cátedras de lenguas de cada provincia [...], sino que es necesario que
los mismos indios sepan la nuestra. El remedio reside en enseñar la lengua caste-
llana a los niños y la doctrina cristiana en la misma lengua, tambié n a los adul-
tos , que ser á n sancionados si guardan la propia . El Rey contesta: Esto se me
consulte. El Consejo insiste: son muy numerosas e ineptas para explicar bien
en ellas. Felipe II contrarré plica:
No parece conveniente apremiarlos a que dejen su lengua natural, mas se podrán
poner maestros para los que voluntariamente quisieren aprender la castellana, y se
dé orden cómo se haga guardar lo que está mandado en no proveer los curatos sino
a quien sepa la de los indios.
La propuesta del Consejo no prosperó. Si bien R.C., 3.VII .1596, recoge77
sus argumentos, y resuelve poner maestros para los que voluntariamente quisie-
ren aprender la lengua castellana, funció n encomendada en exclusiva a los
sacristanes, reafirma que sepan muy bien la lengua de los indios quienes se ocu-
pen de su instrucción: Ésta es la cosa [ ...] que principalmente os encargo.
74. R. Konetzke, Colección ..., 1, 603. Igual error, referido a Instrucción, 22.VII.93, ib, II ,
1 , 24-30, que pide a las autoridades ver la orden que se podrá dar para que ansí como los padres
los enseñan su lengua, les enseñen ¡a castellana desde la cuna, y se procure buena y suavemente.
75. Ib., 33 7. -
76. Ib . , 38- 40. Sobre este organismo, A. Gimeno Gómez , El Consejo de Indias y la difit -
-
sióu del castellano, en El Consejo de indias en el siglo XVI . Valladolid , 1970, 191 210.
77. Ib., 41.1.os fragmentos copiados revelan que es simple formalizació n de la citada con -
trarré plica.
350 P. GONZ Á LEZ OLLÉ . .
A LH. XII ( 1996-97)

LA LEGISLACI óN DURANTE EL SIGLO XVII

24. La preocupació n idiomá tica parece haber disminuido, a juzgar por la


menor, si no me equivoco , actividad legislativa. M ás clara es su escasa nove-
dad, en buena parte pura reiteraci ó n , a veces con retoques. De manera gene-
ral , produce la impresió n de mayor empeño que el siglo precedente en la difu-
si ó n del espa ñol .
As í, Felipe III , R.C., 10 .VI. 1612, encarece78 a los Virreyes que los colegios
para ni ñ as indias pongan mucha atención y diligencia en enseñar a estas donce -
.
llas la lengua española, y en ella la Doctrina Cristiana [.. ] y que no les permitan
hablarla lengua materna, repetició n de la de 20. III.1596. En la de 17 III. 16 l 9 .
se muestra79 m ás exigente que su padre respecto a la formaci ó n idiom á tica de
los doctrineros: Los Superiores de la Órdenes remuevan a los religiosos que no
supieren la lengua e idioma de los indios en la forma que está dada, y propongan
otros en su lugar.
Felipe IV afronta con viejas razones y nueva energ ía , R .C., 2.111.1634, el
fomento del espa ñol80:
Considerando lo mucho que importa y conveniencias que se seguirán a esos natu -
rales sabiendo la lengua española, particularmente para poder ser enseñados con
perfección en nuestra santa fe católica por personas de toda satisfacción de que
hasta agora se ha necesitado por no saber la lengua de los indios, y por esta causa
ser necesario encargar su doctrina a otras que la saben y de menor satisfacción,
fiando juntamente los prelados de intérpretes [...], me ha parecido conveniente que
a todos los naturales que estuvieren en la edad de su puericia y pudieren aprehen -
der la lengua castellana, se les enseñe [...] por los medios mejores y más suaves [...],
de manera que todos deprendan la lengua española y en ella la doctrina cristiana
[...], supuesto que no parece muy dificultoso [ ...], pues no lo fie en tiempo del Inga,
que obligó a todos a que supiesen su lengua.
Dos a ñ os después, R.C., 12.VI.1636, urge81 su ejecució n al Arzobispo de
Quito ante la mucha dificultad que éste alega (1635) : En las doctrinas de los
indios las escuelas son muy cortas [...] y, como los indios se van a casa de sus padres
y ellos hablan su lengua, es fuerza que olviden lo que se les enseña, que es poco .
Además , hay muchos indios de servicio en las casas particulares, a los cuales sus
amos y amas los hablan en lengua del inca. Dato no ú nico en su especie (§ 28) .

78. Recopilación, 1,111,XIX.


79. Ib., I,XIII,IV.
.
80 . R. Konctzkc, Colección . ., II , 346-7.
81. Ib., 358-9.
.
A.L. H. XII ( 1996-97) LA PRF.CARIA INSTALACIÓ N DE LA LENGUA... 351

En 1681 aparece la Recopilación de las Leyes de los Reinos de Indias, refun -


dició n que elimina las caducadas. Seg ú n Solano82, sobre materia ling üística
versan 28 leyes. De ellas , 6 ata ñen a evangclización; 4, a requisitos idiom á ti-
cos para los misioneros; 3, específicamente al espa ñ ol; sorprende que hasta 15
traten de los inté rpretes, prueba de una extendida incomunicaci ó n . La cédu -
la m ás antigua es de 1529; la m ás moderna , de 1654.
Bajo Carlos II, a fines del siglo, R.C., 30.V. 1691, referida a leyes recopi-
ladas, es el m ás serio intento83 hasta entonces de implantar la lengua espa ño-
la . Repitiendo a la letra frases ya sabidas, con mayor energía y amplitud de
miras ordena que
En todas las ciudades, villas y lugares y pueblos de indios de las provincias e islas
de ambos Reinos del Peni y la Nueva España se pongan escuelas con maestros que
enseñen a los indios la lengua castellana [ . ..] hasta la edad de diez años.
Ofrecen cierta novedad las medidas coactivas:
Para inducir y obligar a que los indios aprendan la lengua castellana y que enví
en a sus hijos a estas escuelas, se manda que ningún indio pueda obtener oficios de
-
república que no supiere la lengua castellana. Y porque al presente habrá muchos
indios que no la sepan y serían perjudicados en este honor y conveniencia, si esto
se ejecutase inmediatamente, se darán cuatro años de término para que el indio
que no la supiere, la aprenda en el discurso de ellos. Y, sabida , se habilite para
obtener dichos oficios de república [...] Los indios que no la hubieren aprendido,
han de quedar, como mando queden [. ..], siendo el fundamento principal para
conseguir el que se pongan estas escuelas.
como tambié n el arbitrar medios econ ó micos para su ejecució n . Prueba del
empeñ o, las muchas indicaciones a una larga n ó mina de autoridades civiles y
eclesi ásticas.

El. ARRAIGO DF. LA LENGUA ESPA Ñ OLA

25. Para evitar, por enga ñ osos a veces, caminos trillados, he rehuido hasta
aqu í datos fehacientes sobre esta cuestió n . Es imprescindible aportarlos para
corregir la imagen alcanzada tras el examen de la pastoral , las leyes y la acti -
tud de los indios.
Estimo natural , desde su perspectiva , que quienes narran las experiencias
propias o las ajenas, presten parva atenci ó n a la lengua espa ñ ola . La aluden ,

82. F. de Solano, Documentos ..., LXVil -LXXll .


83. R . Konetzke, Colección . . ., III , 11 -3.
352 F. GONZÁ LEZ OLLÉ A.L.H., XI1 ( 1996 97)
-
en forma sucinta generalmente, para testimoniarla en determinados grupos o
lugares. Faltan visiones más comprensivas, en absoluto por ocultar la realidad
sino con explicable desatenció n . Por eso presento una breve selección de noti-
cias, muy espaciadas cronológicamente, hitos, con diverso relieve, de su pro
-
greso.
Seg ú n Las Casas84 , en el segundo viaje de Colón a las Antillas algunos
indios ya sabían hablar y entender nuestra lengua (§§ 11 y 26). Seg ú n R.C.,
4. II.1608, en Caxica (Colombia ) , 1606, había más de cuarenta muchachos que
leen romance y latín [...] y rezan en lengua castellana y de indio.
Para Aldrete85,
Los indios que tratan con españoles [...] saben hablar romance más o menos bien
[...] y algunos indios principales lo pronuncian tan bien como ios nuestros [...] Pero
manió poco por la afición que tienen a su lengua [...] A muchos de los indios, la
vergüenza o temor de hablar mal les detiene para no hablar la castellana, sino la
suya.
Desde Quito, 1579, Fray Alonso de Zúñ iga 86 escribe a Felipe II: Los que
la saben, hablarla han, aunque agora por caso de menos valer tienen el hablarla,
y no son pocos los que la saben y, cuando están borrachos, la hablan. Desde Lima,
1637 , notifica el P. Cobo87 que todos generalmente, hombres y mujeres, hablan
nuestro lenguaje. Igual siente el Arzobispo de Mé jico88 en 1686: No se inclinan
a hablar la lengua española, aunque muchos la saben
Soló rzano89, residente en Am é rica (§ 17) , al afirmar que los indios [...] han
llegado a aprender y hablar nuestra lengua con toda perfección, no da una noti-
cia , sino una prueba para lograr esa situació n . A través de R.C., 3.11.1690, se
conoce90 que en Caracas, 1688 , tras a ñ o y medio de ense ñ anza , los indios
sabían muchos de ellos leer y escribir con perfección. Seg ú n el Obispo de
Cuzco91 , 1699, en los pueblos lejanos los doctrineros usan la lengua general ,
no la espa ñ ola , pero en la ciudad los más indios la hablan y entienden por la con-
tinua comunicación y trato con los españoles.
Datos similares prolongar ían el elenco anterior para ¡lustrar la misma
situació n en más lugares; de otros muchos, faltaba el menor interés para dejar
constancia.
84. ..
B. de Las Casas, Historia . . I, 250¿.
85. B. J . de Aldrete, Del origen y principio de la lengua castellana ... Roma, 1606, 145-6.
86. -
Codoin, 1885, XXVI , 87 122 ; 94 .
87. . .
Apud.} I.. Rivarola , La formación ... 136 .
88. Apud A. Rosenblat , »La hispanizaci ón ...» , 208.
89.
90.
.
J . Solórzano y Pereyra , Política ... 1, 399.
R. Konetzkc, Colección ..., II , 822.
91. J . L. Rivarola, La formación ...,113.
XII ( 1996-97) LA PRECARIA INSTALACI Ó N DE LA LENGUA... 353

26. Aun con muchas dudas sobre su eficacia (§§ 17 y 24) , no debe olvi -
.
darse la actividad escolar a favor del español 92 Cabe conjeturar con funda-
mento que, diverso seg ú n las regiones, desempe ñó un papel m í nimo, pese al
interés oficial dispensado desde el principio (sabido es que en 1512 pasó a
Amé rica la considerable cantidad de 2.000 abecedarios; los envíos prosiguie-
ron y, entre ellos, destaca el de 12.000 pasados en 1533 por Juan de
Zum á rraga ) por los textos legales, que encarecen reiteradamente la escolariza-
ció n .
Con tino apuntan hacia los ni ñ os, por su edad id ó nea para recibir educa-
ció n religiosa y profana. En particular, los hijos de los caciques, por su
influencia p ú blica. Es el caso de Enriquillo, educado hacia 1500 por los fran -
ciscanos, bautizado, que sabía leer y serébir y era muy ladino e hablaba bien la
lengua castellana. Penuria econó mica, obstáculos geogr á ficos, escasez de
maestros y escuelas, resistencia de los indios, etc., motivos ya examinados,
hacen poco creí ble que las buenas intenciones legislativas diesen abundante
fruto. Ni siquiera hoy la alfabetizació n cubre el mismo espacio.
Esta situación, unida al uso catequé tico de las lenguas indígenas, lleva con -
cluir que el aprendizaje se debió sobre todo al trato cotidiano con españ oles:
el mismo medio por el que éstos aprend ían aquellas lenguas (§ 28). Por la
comunicación, sin escuela, como observó Garcilaso (§ 17) .

LA REFLEXI Ó N POLÍTICA

27. Desde comienzos del siglo XVII , ante la faz ling üística de la empresa
americana, algunos tratadistas declaran su desagrado por la vitalidad de las
lenguas abor ígenes y la precariedad de la propia. La lecció n de otros imperios ,
el sentido patriótico, la conveniencia pol í tica y, también, la elevació n cultural
de los indios, los mov ía a propugnar la generalizació n de la lengua española.
La anterior menció n de Aldrete (§ 25) merece esta adició n 94:
De parte de los nuestros no a anido diligencia para la introducida de la lengua,
porque si la uniera anido, como la pusieron los Romanos o Guainacapa, sin duda
en todas ellas se hablara [.. .] Pero no dudo que, continuándose [. . . ] elgouiemo de
España, que en mui breve tiempo an de hablar la Castellana todos, sin que de
parte de los nuestros aia diligencia.

.
92. Para una primera informació n, P Gonzalbo Aizpuru , Historia de la educación en la
época colonial: el mundo indígena. M éxico, 1990.
...
93. G. Fern á ndez de Oviedo, Historia . I, 124 rf.
94 . B. J . de Aldrctc, Del origen ...,146.
354 F. GONZÁ LEZ OLLÉ .
A.LH. XII ( 1996-97)

Capital en esta corriente es Soló rzano95, al plantear si hubiera sido conve-


niente o lo será hoy obligar a que los indios hablen nuestra lengua [...] y dejen
del todo las suyas. Tras una demorada argumentació n con razones de muy varia
í ndole, concluye de modo afirmativo.
Otras instancias (§§ 22-23) convergen con las anteriores en la exclusivi-
dad del español , basada en la incapacidad de las lenguas ind ígenas para el
adoctrinamiento.

EL SIGLO XVIII
28. Salvo inevitable menci ó n , de propósito he omitido toda referencia a
este siglo, por su peculiar cará cter. A mediados de la centuria , experimenta la
sociedad americana diversos cambios que, ajenos a mi competencia, debo, sin
embargo, notificar, por cuanto afectan a la lengua . Anticipo que le corres-
ponde el auge de la espa ñ olizaci ó n idiom á tica , tanto en el ideario como en la
actuació n.
Disminuye la exploraci ó n y colonizació n de nuevos territorios, mas crece
el n ú mero de n ú cleos urbanos y su extensió n. La doble razó n vuelve menos
necesaria la posesió n de lenguas ind ígenas, pues en las ciudades moran indios,
vecindad —
I trato, antes aducido que les facilita aprender espa ñ ol.
Algunos datos apuntan el efecto contrario, sin duda por sorprendente. Si en
Quito , 1635, los espa ñ oles usaban con sus criados lengua quechua (§ 24 ) y en
Tucum á n m á s que la suya (§ 4) , en Cuzco, 1780, el Obispo lamenta:
Si consideramos que el idioma permanece en los indios sin ninguna alteración y en
algunas partes tan íntegro [...1 , es otro asunto digno de lástima a la nación españo-
la. Yo bien veo que se fatigan las prensas en darnos ordenanzas y establecimientos
para quitar a los indios el lenguaje [...] Pero, ¿qué aprovecha este conato quando
siguen los naturales en su idioma y, por la mayor parte tan tenazes\ ...] Nuestros
españoles en nada más parece que han pensado que en mantenerles en el suyo, y aun
en acomodare con él, pues vemos le usan con más frecuencia que el propio
Y a ú n en 1795 se denuncia96:
Como es tan numerosa la clase de los indios, de modo que todo el comercio se haze
con ellos o por ellos, se haze indispensable que la lengua de estos indios sea casi la
universal de la ciudad. Todos los nacidos en el país hablan esta lengua, que se les
ha hecho necesaria para entender y ser entendidos, de modo que aun las señoras de
primera calidad hablan con los españoles en español, y con los domésticos, criados

95. J . Solórzano y Pereyra, Política ..., I, 401.


.
96. I. de Castro, Relación, aptid ) . L. Rivarola , La formación .. , 158.
-
A.L.H., XII ( 1996 97) LA PRECARIA INSTALACI Ó N DE LA LENGUA... 355

y gente del pueblo precisamente en la lengua í ndica. En verdad, con igual destre-
za en ambas.
All í se predica en quechua, lengua conocida de todos y ú nica de los indios,
pero los espa ñ oles —sigue Castro- no gustan de estos sermones, por no pare-
cer que desconocen la suya . Si bien algunos -ironiza con gravedad - los enten -
der ían mejor.
Sin restar interes a estas noticias , surgen serias dudas. Segú n otra anterior
(§ 25) , los más indios de la ciudad hablaban espa ñ ol en 1699. Es extra ño que
un siglo despu és los espa ñ oles necesitasen saber quechua. Gusto de lo chocan -
te u otro motivo particular deben de magnificar el cuadro; contra él , la simu-
lació n de ignorar el quechua. Con todo , admito alguna parte de verdad , expli-
cable por la convivencia, sin olvidar, por ejemplo, que en 1536 la Corona
aconsejaba iniciar a los ni ñ os espa ñ oles en las lenguas locales (§ 21 ) .

29. El siglo XV111 registra el ascenso de los mestizos , cada vez más nume-
rosos e influyentes, en principio potenciales biling ües, pero , por lógica reac-
ció n ante la estructura social , partidarios como nadie de la lengua espa ñ ola —

de todo lo espa ñ ol y adversos a las nativas. Aunque algunos historiadores
dudan hoy de si la revuelta de Tupac Amaru (1780-1 ) tuvo sello indigenista,
lo cierto es que se subleva contra las autoridades virreinales. Pero es significa -
tivo que su propaganda se redacte en espa ñ ol . Ésta será la lengua de los gru -
pos raciales m ás característicos, criollos y mestizos, que reivindiquen la inde-
pendencia. Y, alcanzada , quienes impulsen su expansió n con más empe ñ o y
efectividad que la Administraci ó n espa ñ ola (§ 31 ) .

30. Con las ideas de Soló rzano (§ 27) concuerdan en lo esencial los ilus -
trados. No puede hablarse de continuidad , pues estos ú ltimos parten de pos-
tulados ideológicos diferentes, pero coinciden en la aplicació n . Entre ellos
figuran altas jerarqu ías eclesi á sticas, con directa experiencia americana.
Es el caso de Francisco Antonio de Lorenzana Buitró n , Arzobispo de
M é jico, luego Primado de Espa ñ a, quien un ía al celo pastoral una vasta eru-
dició n . Con ocasió n de editar, 1769, los concilios mejicanos, expone el aspec-
to ling üístico de su programa diocesano. Para percibir su radicalidad , basta
este pasaje97:

97. F. de Solano, Documentos ..., 287. Juzgo minusvalorado el papel de su antecesor,


Rubio Salinas, quien , atropellando cuantas dificultades se me han puesto por delante -escribe al
Rey, 1755- creó 237 escuelas en que los ni ños aprendieran la doctrina en castellano, a fin de
desterrar las lenguas bárbaras. Apud E. Luque Alcaide, La educación en Nueva España en el siglo
XVIII. Sevilla, 1970, 236
356 F. GONZÁ LEZ OLLÉ A.L.H ., XII (19%
-97)
Los ministros eclesiásticos que no procuran adelantar y extender el idioma
llano, y cuidar que los indios sepan leer y escribir en él, dejándolos caste-
cerrados en su
nativo idioma , son , eu mi concepto, enemigos declarados del bien de los
[... ] ; intentan perturbar el mejor gobierno eclesiástico, que se impide naturales
con tantos y
tan distintos idiomas; fomentan l/is idolatrías, que se ven más en los
indios
ignoran el castellano; quitan el premio de los curatos a los profesores de los que
colegios
y universida des, que gastan en éstas sus caudales y se fatigan en el estudio [..
.] Por
falta del idioma de los indios, se ven precisados los Prelados a proponer
para un
curato a un sujeto menos docto [...], únicamente porque sabe el idioma
de aquel
pueblo. Creo que si los párrocos instaran por cincuenta años en que sus feligreses
aprendieran el castellano, se lograría y serla toda Nueva España térra lab i i
unius.
Su pastoral 98 de 6.X.1769, sobre datos histó ricos y jurídicos, reitera
ideas
como las reci é n expuestas ( poco antes elevadas al Rey, § 31 ) : Ignorar
la len -
gua de un pa ís facilita conjuras y motines; conocerla hermana a los ciudada
nos y asegura el gobierno y el comercio; las ind ígenas, bá -
rbaras, requieren
palabras castellanas para la catcquesis ; su pervivencia ( capricho de
" hombres
cuya fortuna y ciencia se reduce a hablarlas) dificulta o í r las quejas de los
indios, causando injusticias y deshonras. Estos perjuicios nacen de no hablar
los
indios el castellano. En resoluci ó n , manda desterrar todo lo que sirva de
dimento para la ilustración cristiana y policía [...] y procurar el mejor bien
impe -
espi-
ritual y temporal [...], que sin duda consiste en gran parte en que hablen una
misma lengua.
A los trece d ías, una pastoral 100 del Obispo de Puebla , extremadas afines
razones ( repetida alguna frase) y resolució n , parece traslucir conniven
cia con
Lorcnzana. A ñ os despu és , 1780 , el semejante testimonio del Obispo
de
Cuzco (§ 28) . Y, anticipá ndose, un pat é tico memorial 101 al Rey, 1728, de los
descendientes de nobles indios, pide la reapertura de colegios para lograr la
eficaz enseñ anza del espa ñ ol, cuya ignorancia es sumamente perjudicial no só
lo
al bienestar de sus individuos, sino también al espiritual aprovechamiento de sus
almas. Los naturales [ . ..] quedan sin doctrina, y asi envueltos en mil errores e ido
latr
í as.
-

98. Ib., 241 -6.


99. Lo había señ alado dos siglos antes Acosta, con la advertencia: No hay que
demasiado. preocuparse
-
100. Ib., 247 9.
101 . ApudXS . Garza Cuarón, « Pol íticas ...» , 696.
A.L.H., XII (1996-97) IA PRECARIA INSTALACIÓ N DE LA LENGUA... 357

LA IMPOSICI ó N DE LA LENGUA ESPA ñ OLA

31 . La intervención idiom á tica operada en Espa ña102 afectó a America.


Como documento m ás representativo, la larga R.C., 10.V.1770, respuesta a
una carta de Lorenzana, 25.VI . 1769 (§ 30). La cédula 103 reproduce casi en su
totalidad la solicitud , precisa exposició n de sus ideas. La pol í tica vigente no
pod ía sino extender a toda América cuanto Lorenzana había ordenado a su
clero y recomendado a las autoridades civiles. Prácticamente el ú nico pá rrafo
original es la resolució n:
Ordeno y mando a mis Virreyes del Perú, Nueva España y Nuevo Reino de
Granada, a los Presidentes, Audiencias, Gobernadores y demás ministros, jueces y
justicias [...], a los Muy Rdos. Arzobispos, Rdos. Obispos [...] y a otros cualesquier
jueces eclesiásticos [... ] que de tina vez se llegue a conseguir el que se extingan los
diferentes idiomas de que se usa en los mismos dominios, y sólo se hable el caste-
llano.
Numerosas normas impulsan la escolarizació n. R.C., 5.XI . 1782, pide104
convencer de sus ventajas a los padres por los medios más suaves y sin usar coac-
ción y que los curas persuadan a sus feligreses con la mayor dulzura y agrado la
conveniencia y utilidad de que los ni ños aprendan el castellano para su mejor ins-
trucción en la doctrina y trato civil, sin mengua 105, segú n R.C., 8.XI. 18 Ü 3, de
prohibirles usar de su lengua nativa.
Esta última pol í tica metropolitana sirvió de pauta, aunque no formal , para
los nuevos gobiernos (con unos tres millones de hispanohablantes) , como de
manera simbólica señalo a continuación .
En Argentina, sin apenas problema indigenista, con amagos cismá ticos
contra la unidad idiomá tica, vivo a ú n el encono hacia la antigua metr ó poli ,
Esteban Echeverr ía , 1846, admit ía: « El ú nico legado que los americanos pue-
den aceptar y aceptan de buen grado de Espa ñ a, porque es realmente precio-
so , es el ciel idioma» .

102. F. Gonzá lez Oll é, «Tradicionalistas y progresistas ante la diversidad idiomática de


Espa ñ a », en Lenguas de España, lenguas de Europa. Madrid , 1994 , 129- 59; 139-40, y « El largo
camino hacia la oficialidad del espa ñ ol en Espa ñ a » , en La lengua españ ola, hoy. Madrid , 1995,
37-74 ; 48-50.
. -
103. R. Konetzke, Colección ... III , 1 , 364 8. Poco conocida es la razonada solución bilin -
g üe de P. J . Parras, Gobierno de los regulares de la América. Madrid , 1783, II, 359: Imponer a los
indios « nuestro idioma », pero sin que «se olvide la lengua materna », para lograr nuevas conver -
siones.
104. R . Konetzke, Colección ..., III , 500- 1 .
105. Ib.,796-7.
358 F. GONZÁ LEZ OLEÉ . .
A L.H , XII (1996-97)

En M é jico, con una situaci ó n diametralmente opuesta , Francisco


Pimentcl , 1864 , para remedio de la « raza ind ígena» , junto a la moral católica ,
correcció n de supersticiones, igualdad civil (eco de viejas leyes y nuevas exi
gencias), propon ía la imposición del castellano. Los derechos del indio, pro-
-
clamará la Revoluci ó n mejicana, pasan por el derecho a la lengua espa ñola 106.
Comencé diciendo que la espa ñ olizaci ó n lingüística de Am é rica a ú n no
está consumada. En el actual espacio hispanoamericano, desde el Río Grande
hasta el estrecho de Magallanes, subsisten unos cuarenta millones de ind íge-
nas no integrados (sin censar, claro , quedan tribus primitivas) . En la II
Reunió n de Presidentes Iberoamericanos celebrada en Madrid , 1992, Bolivia
propuso arbitrar diversos tipos de ayuda para ese alto n ú mero de marginados
— —
la cifra procede de la citada reunió n , del cual se ignora qu é proporció n
conoce la lengua espa ñola.

CONCLUSI ó N
32. La pol ítica lingüística americana ( plasmada en multitud de leyes) está
en función de la tarea evangelizadora , imperativo legal de la conquista. Entre
lengua espa ñola o aborigen elige ad casum la que tenga por m ás apta para faci-
litarla. En un primer momento, de modo espontá neo, prevalece la espa ñola,
mediante intérpretes. La dificultad y variedad de las amerindias , el achaque de
su incapacidad para la correcta catcquesis y la educació n civil , el sentido impe-
rialista, etc., en continuidad temporal , siempre presente la fase previa, pro-
longan dicho apoyo, cuya ú ltima etapa culmina con Carlos III . A favor de

aqu éllas , el ser m ás asequible aprender uno el misionero la lengua de —
todos que el proceso inverso , y el respeto al indio. Así lo practica en particu -
lar Felipe II .
Pero la espa ñolizació n no es obra sólo ni siquiera principal de la pol í tica,
sino de los espa ñoles emigrados, que, obviamente, conservan su lengua y la
propagan con el trato (algunos aprenden así las nativas ), sin haberse plantea -
do, al parecer, ning ún problema hondo. Salvo un grupo caracterizado y de
intensa incidencia personal sobre los indios , los misioneros, para quienes
revestía radical importancia. Urgidos a predicar, enseguida perciben la inelu -
dible necesidad de ser ellos quienes cambien de lengua para lograrlo. La eje
cució n de este criterio provoca la pervivencia de las ind ígenas y el refrenado
-

106. Só lo bien entrado el siglo actual se reconoce el derecho a ense ñ ar en lenguas aut ócto -
nas, pese al fervor indigenista, impresiona la coincidencia de sus postulados con el memorial
examinado en § 30.
A.L.H., XII ( 1996 -97) LA PRECARIA INSTALACI Ó N DE IA LENGUA... 359

avance del espa ñ ol. Mientras que los misioneros act úan , la Corona sólo legis-
— —
la, con serios indicios repeticiones durante toda la época de ineficacia.
Las autoridades civiles, a una y otra orilla, casi siempre se muestran adictas
a la implantació n de la lengua espa ñola . Las eclesiásticas, en teor ía y ejercicio,
casi siempre adeptas a la vern ácula de cada regió n. El segundo casi huelga res-
pecto a las Ó rdenes religiosas, que, en el á mbito presente, equivale a decir, una
vez m ás, misioneros. Ellos son, como anticipé , no factor muy influyente, sino el
más infiuyente.cn el proceso estudiado. Bien que en las postrimer ías virreina-
les se intime el acatamiento del criterio pol ítico, al menos tolerante hasta
entonces.
FERNANDO GONZá LEZ OLLé
Universidad de Navarra

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