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7 Laconfusién en torno a la compasion © | mismo tiempo que todo el mundo admira la compasi6n, existe na gran confusién respecto a ella. Ademas de aprender qué es la compasién, también es conveniente saber qué no es. Tener compasién no significa convertirnos en personas déciles. La motivacién de las personas déciles es la autoproteccién; no es un verdadero interés por la otra persona sino un deseo de que la gente piense bien de nosotros 0 nos trate bien. Esta motivacién se centra en la proteccién de nuestro ego y no en beneficiar a otras personas. La compasién no consiste en interferir en la vida de otras personas y solucionar sus problemas. Convertirnos en el sefior 0 la sefiora arregla-todo vuelve a poner el foco de atencién sobre nosotros mis- mos. Pensamos, “No puedo soportar ver sufrir a nadie. Tengo que hacer algo al respecto”. Con este pensamiento corremos el riesgo de inmiscuirnos mas de lo que la otra persona quiere. Nos llena tanto de energia el pensamiento de “voy a solucionar su problema” que po- demos, inadvertidamente, hacer que la otra persona se sienta inuitil o desvalida. Nadie quiere que otra persona controle su vida debido a un sentido equivocado de la compasién. En algunas ocasiones, lo mas compasivo que podemos hacer es ensefiar a otros cémo resolver sus propios problemas y entonces, echarnos a un lado para darles a ellos la oportunidad de hacerlo. Cuando lo consigan, su confianza en si mismos aumentard. Si no es asf, con suerte aprenderdn de sus errores. Si nos piden sugerencias sobre cémo abordar la situacién, podemos hacerlo al tiempo que respetamos su autonomia. La compasién no implica convertirnos en un felpudo que los demés pisotean ni en permitir que otros se aprovechen de nosotros. 56 VIVIR CON EL CORAZON La compasién no supone un perd6n mal entendido, como en el caso de la violencia doméstica: “Vale carifio. Me diste una paliza ayer a la noche y otra la noche anterior. Tengo compasién hacia ti y te per- dono. Puedes darme otra paliza si quieres.” Eso no es compasi6n; es estupidez, y no ayuda ni a los demas ni a nosotros mismos. Cuando nuestros hijos o nosotras estamos en peligro, deberiamos abandonar el lugar inmediatamente y no regresar hasta que la otra persona haya recibido la ayuda que necesita, de forma que la violencia haya cesado y la situacién sea segura. A pesar de que mantenemos la compasién por aquellos que est4n sobrepasados por las emociones perturbado- ras, no les permitimos que nos hagan dafio. No es solo por nuestra propia seguridad sino también para su beneficio, ya que de otro modo tendrdn que enfrentarse a problemas muy serios derivados de su comportamiento violento. De hecho, la compasién puede implicar actuar de una manera que a la otra persona no le guste en absoluto. Con una compasion verdadera, podemos incluso tener que interrumpir una relacién con alguien que nos importa para beneficiar a esa persona. Un hombre me conté en una ocasién, que cuando era un adolescente habia te- nido muchos problemas con la ley. En cada ocasién, su madre iba al juzgado y le sacaba de alli y seguidamente, él robaba, bebfa y vendia drogas de nuevo. Pero una vez su madre miré al juez y le dijo, “mi hijo es un caso perdido. ;{Quédeselo!”, y se fue del juzgado. El se que- dé conmocionado y permanecié en la carcel durante un tiempo. Al principio, se sintié bastante contrariado, pero esto le hizo reflexionar sobre su comportamiento y dejé de dar por sentada la bondad de su madre. Como consecuencia, empezé a sentar cabeza. La compasién también nos da seguridad para decir “no” cuando nos encontramos ante el comportamiento manipulador de alguien. Sucumbir a sus planes y ruegos no ayuda a la larga ni a esa persona ni a nosotros. Aunque esa persona pueda enfadarse, no tenemos du- das sobre nuestra decisién porque sabemos que es la opcién correcta basada en una motivacién compasiva. La compasién es un regalo que ofrecemos gratuitamente a los de~ mas. Esperar algo a cambio, hasta un simple gracias, puede conducir ala decepcién. Incluso si alguien nos da las gracias, es la persona que LA COMPASION: POR QUE MERECE LA PE NA GULTIVARSE? 97 agradece, no la que recibe el agradecimiento, la que mas se benefi- cia, La persona que da las gracias experimenta felicidad porque est mostrando su aprecio por —y su disponibilidad para devolver~ la bondad. Cuando alguien no nos da las gracias, no denen por qué disminuir nuestra alegrfa o nuestra compasién. En otras palabras, nuestro placer se deriva del acto de dar, no del hecho de que alguien nos muestre su agradecimiento. Nos sentimos satisfechos porque hemos actuado en consonancia con nuestros valores. Podemos encontrar muchas situaciones diferentes a lo largo de nuestra vida en las que, de manera natural, surjan en nosotros senti- mientos de compasién. Conmovidos por el sufrimiento que obser- vamos, nos sentimos motivados a actuar para mejorar las cosas. En estas ocasiones, es importante valorar honestamente lo que somos capaces de hacer y lo que no. A continuacién, podemos actuar con eficacia contribuyendo en la medida en la que podamos, sin preten- der poner sobre nuestros hombros cargas que no somos capaces de soportar 0 que no nos corresponde cargar. Por ejemplo, si vemos que un compajiero de trabajo tiene dificultades con la tarea que le ha sido asignada, podemos sentirnos tentados a hacerla por él, in- cluso cuando sabemos que es su responsabilidad y que ya tenemos suficiente con nuestro propio trabajo. Puede que lo mejor sea sim- plemente, ofrecer una escucha amable y empatica y quiz4 algunas palabras de aliento. Si nos forzamos a nosotros mismos debido a un sentimiento de culpabilidad 0 de obligacién de hacer mds, surgira un resentimiento que anularé la alegria de dar. La culpabilidad y la compasién no van juntas. La compasién ofrecida sin esperar nada a cambio es lo mejor para nosotros y para los demds. A veces, nuestros sentimientos de compasién son mayores que lo que nosotros —o cualquier otra persona— podemos ofrecer como res- puesta. Por ejemplo, tras el terremoto de 2010 en Haiti, puede que sintiéramos una fuerte compasién por las personas que quedaron sin casa o heridas. Sin embargo, a nivel individual, somos incapaces de remediar la tragedia en su totalidad. En su lugar, debemos hacer lo que somos capaces de hacer, por ejemplo, efectuar una donacién para una organizacién de ayuda humanitaria. Para mantener un estado compasivo, incluso cuando no podemos prestar una ayuda ene 58 VIVIR CON EL CORAZON practica, siempre podemos hacer la meditacién de “Tomar y Dar”, que se presenta en el capitulo 30. Reflexidn: Eliminar la confusién en torno a la compasién Acuérdate de una ocasién en la que tuviste una concepcién equivocada de la compasién; por ejemplo, pensabas que ser compasivo significaba complacer a otras personas 0 ayudar a alguien por un cierto sentido de obligacién o de culpabilidad. Cémo podrfas haber cambiado tu actitud por una de verdadera compasién? Imaginate haciéndolo. A continuacién, imaginate actuando de ahora en adelante con una compasién verdadera.

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