Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
0.1 Los Últimos Días de Lorien PDF
0.1 Los Últimos Días de Lorien PDF
1
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
LEGADOS DE LORIEN
LOS ARCHIVOS PERDIDOS #5
LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LORIEN
PITTACUS LORE 2
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
SINOPSIS
Descubre qué pasó realmente en los últimos días del planeta condenado a través de
los ojos de Sandor, quien luego se convertiría en el cêpan reluctante de Número
Nueve.
Antes de que Número Cuatro y los otros llegaran a la Tierra, vivían en un planeta
llamado Lorien; un planeta poblado de otros que también poseían habilidades
extraordinarias. Un planeta pacífico… hasta el día en que atacaron los mogadorianos,
y casi aniquilaron a los lorienses. Solo un puñado de lorienses sobrevivió a la batalla.
CAPÍTULO 1
Traducido por Jackiejt
Este es Lorien. Es «perfecto», o al menos eso es lo que dicen; tal vez tengan razón. A
lo largo de los años, la Oficina de Lorien para la Exploración Interplanetaria ha
enviado misiones de reconocimiento a casi cada planeta habitable allí fuera, y todos
parecen terribles.
Tomen como ejemplo ese lugar llamado Tierra: está contaminado, sobrepoblado,
demasiado caliente y cada vez se calienta más. Por como lo describen los exploradores,
allí todos son miserables. Todos los terrícolas pasan gran parte de su tiempo
intentando matarse unos a otros por nada, y el resto de su tiempo lo pasan intentando
que no los maten.
Al revisar uno de sus libros de historia (tenemos un montón de esos libros a nuestra
disposición en el Gran Depósito de Información de Lorien) nos encontramos con una
guerra sin sentido tras otra. Dan ganas de decirles, ¡terrícolas idiotas, únanse!
La cosa es que además de Lorien, la Tierra es el mejor lugar que hay allí fuera. Ni
siquiera me voy a molestar en mencionar a Mogadore. Hablando de basureros.
4
Aquí en Lorien no hay guerra. Nunca. El clima siempre es perfecto, y hay gran
variedad de ecosistemas como para encontrar un lugar que encaje con tus propios
estándares de «clima perfecto».
La mayor parte del lugar son bosques vírgenes, playas perfectas y montañas con
vistas increíbles. Incluso en las pocas ciudades que tenemos, hay un montón de
espacio para moverse y no hay delito alguno.
La gente ni siquiera discute tanto.
¿Qué hay que discutir? El lugar es perfecto, así que por supuesto todo el mundo es
feliz. Siempre. Paseas por la calle en Ciudad Capital y ves a todos sonriendo como un
montón de zombis felices.
Pero en realidad, no existe lo perfecto, ¿cierto? E incluso si existe, entonces tengo
que decir: «perfecto» es bastante aburrido.
Odio lo aburrido. Siempre hago mi mejor esfuerzo para encontrar las
imperfecciones.
Ahí es donde suele estar la diversión.
Aunque, ahora que lo pienso, la mayoría de las personas piensa (mis padres entre
ellos) que yo soy la más grande imperfección de todas.
Definitivamente no loriense.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
cada cual hacía lo suyo. Incluso en un planeta como Lorien, hay personas que no
encajan completamente. Esa gente venía aquí.
A veces (no a menudo, solo a veces), incluso podías ver a alguien con el ceño
fruncido. No porque fueran infelices o algo, solo por diversión, solo para ver cómo se
sentía, supongo.
Teev me miraba con una expresión divertida, Paxton señaló la pulsera de identidad
en mi muñeca.
―¿No se supone que esas cosas son a prueba de tontos? ―preguntó con una
sonrisa―. Cada vez que te veo, has encontrado otra forma de entrar.
Las puertas del Chimæra escanean a todos los clientes a la entrada, sobre todo para
evitar que ingresen lorienses menores de edad como yo. En el pasado, a veces me
había colado por la entrada trasera o pasado inadvertido por las puertas con una gran
multitud. Sin embargo, esta noche había dado un paso más adelante: había modificado
el registro de edad de mi pulsera de identificación para que las máquinas pensaran
que era mayor de lo que soy. En realidad estaba muy orgulloso de mí mismo, pero no
estaba dispuesto a compartir todos mis secretos. Solo le di un encogimiento de
hombros como respuesta a Paxton.
―Ese soy yo: Sandor, Mago Tecnológico y hombre de Misterio. 6
―Paxton, olvídate del escáner de la puerta ―le dijo Teev―. ¿Qué pasa con el
registro de asistencia de su escuela? Todavía vas a la escuela, ¿no? Mejor te das prisa o
te van a arrestar. Se está haciendo tarde.
―Querrás decir que se está haciendo temprano ―le corregí. El sol iba a salir en
cualquier momento, pero ella tenía razón. O, la tendría.
Teev tenía un lunar sobre el labio y una marca de nacimiento de color escarlata en
lo alto de la mejilla, que desaparecía hacia la línea del cabello. Una delgada línea de
tatuaje rodeaba el lunar y luego se curvaba en una flecha, apuntando a la marca de
nacimiento. Era bajita y linda y tenía algo fuera de lo común. Era quien era y no lo iba
a ocultar. Le admiraba eso.
Estuve tentado de decirle cómo había solucionado el problema del registro de
asistencia. En realidad, había sido una solución más fácil que la del problema del
escáner en la puerta, o tal vez yo era así de bueno. Todo lo que había hecho había sido
tomar prestada la pulsera de identificación de mi amigo Rax, e insertarle una copia de
mi propia bio-firma digital. Ahora cada vez que no asistía a clase, en el registro
aparecía como «presente», siempre y cuando Rax estuviera ahí.
Ideé el truco hace unos meses, después de haberme metido en problemas y de que
me obligaran a trabajar unas horas en la oficina principal de la escuela. Allí, había
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
a unos pocos pasos: Teev y Paxton. Ellos me ayudarían; al menos, esperaba que lo
hicieran.
―¿Qué dirían… ―les dije, al volver junto a ellos con una sonrisa cómplice
estampada en la cara―… si les digo que el tipo de allí es un profesor mío?
La pareja miró a Endym y luego a mí.
―Supongo que diría que este lugar va cuesta abajo ―dijo Teev―. ¿Ahora dejan
entrar a maestros?
―Mala suerte, amigo ―se rió Paxton―. Todo ese trabajo para entrar aquí y ahora te
van a atrapar.
―Vamos, hombre. No te rías. ¿Por qué no me ayudan a salir de aquí? ―Cuando
simplemente se miraron con escepticismo, me encogí de hombros avergonzado―.
¿Por favor?
Teev sacudió el cabello y puso los ojos en blanco, amistosa.
―Está bien. Lo haremos, amiguito ―me dijo, acariciándome el rostro. Era un poco
humillante, pero ¿qué podía hacer?―. Vamos a cuidar de ti ―prometió―. Saca tu
trasero de aquí.
Observé por un momento mientras Teev y Paxton se acercaban a Endym y la mujer
que bailaba con él y se ubicaban entre la pareja. Teev comenzó a bailar con Endym, 8
mientras Paxton bailaba con la pareja de Endym.
Cuando estuve seguro de que distraían a Endym, aproveché la oportunidad y me
escabullí entre la multitud, con la cabeza baja para evitar que me vieran.
Ya estaba a punto de lograrlo, cuando alguien me gritó.
―¡Oye!
Miré hacia atrás sorprendido, y vi el rostro furioso de un chico que empujaba a la
gente para llegar hasta mí. Había tirado por accidente su trago al pasar junto a él, y el
tipo no estaba feliz.
Lo último que necesitaba era comenzar una pelea en la pista de baile. Avancé más
rápido y corrí hacia el borde del escenario, hacia un rincón oscuro y encontré una
puerta pequeña.
Por supuesto, estaba cerrada.
―¡Oye! ¡Tú! ―gritó el dueño de la bebida que había derramado; cada vez estaba
más cerca―. ¡Vas a comprarme otra!
Moví la manilla con furia. Cuando no cedió, dejé de intentar estar tranquilo y
empecé a lanzarme contra la puerta, con la esperanza de que con suficiente fuerza y un
poco de suerte, se abriera.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
El tipo estaba cada vez más cerca, y seguía gritando. ¡Qué tipo tan idiota! ¿Hacía
una escena así por una bebida derramada? Las cabezas comenzaron a girarse hacia mí
por todo el lugar. Me iban a atrapar en cualquier momento.
Un último intento. Me lancé contra la puerta con toda mi fuerza.
Esta vez, cedió.
9
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 2
Traducido por Lauraef
La fuerza de mi peso provocó que cayera a ciegas al cuarto al otro lado de la puerta.
Me tambaleé por el suelo, y choqué contra capas y capas de tela. Tropecé, caí y me
golpeé la cabeza contra el suelo.
Después escuché una voz. Una voz de chica.
―Vaya, eso fue divertido.
Mientras estaba allí tumbado, me di cuenta de que había chocado contra un estante
lleno de ropa, ropa de mujer, y que ahora estaba tumbado en una pila de esa ropa en el
suelo. Parecía que hubiera estado en una explosión de diamantes falsos y lentejuelas.
De pie frente a mí un chico con pantalones de un negro metálico y una camisa con
cuello estilo mao, se esforzaba por cerrar la puerta que acababa de destrozar.
―Sí, gracioso ―decía con sarcasmo―. Me encanta cuando menores de edad
psicópatas irrumpen en el vestidor.
Me levanté tímidamente en intenté recoger el montón de vestidos que había tirado.
La verdad no era así como me había imaginado que sería mi noche.
10
―Tan. Tan. Gracioso.
Me giré y vi a una chica de cabello blanco eléctrico, sentada en un taburete bajo en
la esquina de la habitación. Llevaba unos pantalones diminutos y estaba en cuclillas.
Con algún tipo de lápiz de maquillaje, se dibujaba en las pantorrillas desnudas un
elaborado diseño de remolinos y florituras.
―No ―dije.
Probablemente debería haberme disculpado, o al menos haber dado una
explicación. Pero no pude, estaba demasiado deslumbrado. Todo lo que podía decir
era no.
―Oh, sí ―dijo ella, todavía dibujándose en la pierna. Se inclinó hacia delante para
acercarse a las marcas serpenteantes, frunció los labios, y se sopló la pantorrilla para
secar la tinta.
No podía ser, pero sí era.
Era Devektra.
La mayoría de las personas en Lorien probablemente no tendría ni idea de quién
era, pero yo no era como la mayoría de las personas; había estado escuchando la
música de Devektra durante meses. Para la gente que la conocía, era la intérprete
garde más comentada en Lorien. Con su belleza sorprendente, sus letras sabias a pesar
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
de su edad (porque era prácticamente una niña, solo un poco mayor que yo), y su
inusual legado garde de crear deslumbrantes e hipnóticas exhibiciones de luz durante
sus actuaciones, era seguro que iba a ser una gran estrella dentro de poco. Ya estaba
bien encaminada.
―¿Qué? ¿Nunca antes has visto a una chica ponerse maquillaje en las piernas?
―preguntó con los ojos brillantes.
Intenté recomponerme.
―Debes de ser la artista secreta ―me las arreglé para decir, y prácticamente me
enredé con todas las palabras―. Soy, eh, un gran admirador. ―Me encogí al decirlo;
soné como un completo perdedor.
Devektra se evaluó las piernas, después se levantó y me miró como si no supiera si
estar furiosa o reírse. Al final, decidió no hacer ninguna de las dos cosas.
―Gracias ―dijo―. Pero sabes, cierran esas puertas por una razón: para mantener
afuera a los grandes admiradores.
Dio unos pasos hacia delante, me rodeó los hombros teatralmente con los brazos y
me dijo al oído:
―¿Vas a decirme lo que estás haciendo en mi vestidor? ―susurró―. No tengo que
llamar a seguridad, ¿verdad? 11
―Hm ―tartamudeé―. Bueno, mira, esto… ―Busqué una explicación en mi
cerebro, pero no pude pensar en ninguna. Supongo que soy mucho mejor hackeando
software que hablando con chicas, especialmente con las sexys y famosas.
Devektra se alejó y me miró de arriba abajo con un brillo malicioso en los ojos.
―¿Sabes lo que creo, Mirkl? ―preguntó.
―¿Qué? ―preguntó con voz aburrida el chico que casi había olvidado.
Honestamente, sonaba como si estuviera un poco harto de Devektra.
―Creo ―dijo ella lentamente― que este amiguito es demasiado joven para estar
aquí. Me parece que estaba a punto de echarlo por ser menor, y entró aquí para
esconderse. Tenemos a un delincuente en nuestras manos, y sabes lo que pienso de los
delincuentes…
Miré al suelo. Ahora me habían pillado definitivamente. No sería la primera vez que
me metía en problemas por algo así. O la segunda. Sin embargo, esta vez las
consecuencias serían más serias, sin duda.
Pero Devektra me sorprendió.
Una sonrisa se extendió por su rostro y soltó una risilla. Estaba empezando a pensar
que esta chica era algo loca.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
―¡Me encanta! ―exclamó. Abrió los ojos y movió un dedo hacia mí para
regañarme. Sus uñas brillaban con cada uno de los colores del arco iris―. Qué
pequeño cêpan más travieso.
Por segunda vez en tan solo unos cuantos segundos, me había cogido por sorpresa.
―¿Cómo sabes que soy cêpan? ―pregunté.
Como la mayoría de figuras públicas de Lorien (atletas, artistas, soldados),
Devektra era garde; yo era cêpan. Un selecto grupo de cêpan eran cêpan mentores,
mentores de los garde, pero la mayoría éramos burócratas, maestros, empresarios,
dependientes de tiendas, granjeros. No estaba seguro de en qué me convertiría
después de acabar el colegio, pero no creía que alguna mis opciones pareciera
demasiado buena. ¿Por qué no podía haber nacido como un garde y haber hecho algo
realmente divertido con mi tiempo?
Devektra me dio una sonrisa afectada.
―Mi tercer legado, el aburrido que no me gusta mencionar. Siempre puedo
diferenciar entre los garde y los cêpan.
Como todos los garde, Devektra tenía el poder de la telequinesis. También tenía la
habilidad de doblar y manipular las ondas de luz y sonido, habilidad que usaba en sus
actuaciones y que la había hecho la estrella en potencia que era. Ese ya era un poder 12
raro, pero el tercer legado que acababa de mencionar, ser capaz de sentir la diferencia
entre garde y cêpan, era uno del que nunca antes había escuchado hablar.
Por alguna razón, me sentí cohibido. No sabía realmente por qué, no había nada
malo en ser cêpan, y aunque a menudo había pensado que parecía ser más divertido ser
garde, nunca me había sentido inseguro de lo que era antes.
Por un lado, normalmente no era una persona insegura. Por el otro, esa
simplemente no era la forma en la que las cosas funcionan por aquí. Aunque los garde
eran venerados como colectivo, un «regalo preciado» para nuestro planeta, había una
convicción general, compartida por garde y cêpan, de que las increíbles habilidades de
los garde no les pertenecían a ellos, sino a todos nosotros.
Pero de pie allí, mientras miraba a la chica más bonita que había visto, una chica
que estaba a punto de subir al escenario y demostrar sus increíbles talentos a todo el
mundo en el Chimæra, me sentí tan común. Y ella podía verlo. Era Devektra, la
Devektra, y yo solo era un estúpido cêpan menor de edad sin nada a su favor. Ni
siquiera sabía por qué perdía el tiempo conmigo.
Me giré para irme. Esto era inútil. Pero Devektra me cogió del codo.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
―Oh, anímate ―dijo―. No me importa si eres cêpan. De todas maneras, solo estoy
bromeando, gracias a los Ancianos. Qué tercer legado más aburrido sería. Mi verdadero
tercer legado es mucho más emocionante.
―¿Qué es? ―pregunté desconfiado. Comenzaba a sentir que Devektra estaba
jugando con mi mente.
Los ojos le brillaron.
―¿No es obvio? Hago que los hombres se enamoren de mí.
Esa vez, sabía que se estaba quedando conmigo. Me sonrojé y me di cuenta de la
verdad de repente.
―Lees la mente ―dije.
Devektra sonrió, impresionada, mientras se inclinaba hacia atrás hacia Mirkl, quien
parecía menos que entretenido.
―Mirkl ―dijo―, creo que está empezando a pillarlo.
―Entonces ―dije esperanzado―. ¿Hay alguna posibilidad de que olvide que hoy
me vio aquí?
Endym me devolvió la sonrisa.
―Ninguna.
15
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 3
Traducido por AOMontero
―Debo decir que voy a lamentar perder a Sandor. ―Se volvió hacia mí―. Dejando
los problemas de asistencia a un lado, eres uno de nuestros mejores estudiantes. Tengo
que admitir que tu manipulación del sistema de seguridad, aunque ilegal y peligrosa,
muestra una cierta cantidad de… ―hizo una pausa― inventiva. Ahora, como yo lo
veo, hay dos opciones disponibles para él. Si es que elige permanecer en la capital…
―Sí ―interrumpí―. No voy a dejar la ciudad.
―Entonces podemos hacer arreglos para que lo ubiquen como aprendiz con los
munis.
El corazón me dio un vuelco. ¿Los munis? Los munis eran los cuerpos de custodia
de la fuerza de trabajo de la ciudad. Trabajos de mantenimiento. A la mayoría de los
ciudadanos de la capital los reclutaban para servicio de munis por medio de la lotería,
por periodos de un año, no más de dos veces en su vida. Realizar un servicio de munis
no era algo de lo que avergonzarse en la cultura loriense, pero estaba lejos de mi idea
de un buen rato. Y entrar a los munis como un aprendiz, era básicamente inscribirme
para acarrear la basura por el resto de mi vida. Para mí, eso era un destino peor que la
muerte.
Sentí que comenzaba a entrar en pánico.
―Debe haber algo más en la ciudad. ¿Puedo conseguir alguna clase de trabajo en el 17
Kora, o en el Chimæra? ―Sabía que era pasarme de la raya pedir trabajo en uno de los
lugares con los que acababa de meterme en problemas por entrar a escondidas, pero
estaba abierto a tomar cualquier trabajo en ese lugar, no importaba qué tan baja
categoría tuviera. Fregaría los suelos, si tenía que hacerlo.
―Sí, ¿de seguro debe haber mejores opciones? ―Mi madre tomó la palabra. Me
sorprendió escucharla salir en mi defensa.
Osaria sacudió la cabeza con pesar.
―Desafortunadamente, todas las asignaciones de trabajo distintas a las de aprendiz
están reservadas para adultos. Son los munis o una relocalización Kabarak.
Pensé que el corazón ya me había llegado al fondo del pecho, pero sentí que se
hundía aún más y me quedaba en la boca del estómago. ¿Un Kabarak? Trabajar fuera
de la ciudad en uno de los Kabaraks comunales era parte importante de la cultura
loriense, sin mencionar lo esencial que resultaba para mantener funcionando sin
problemas al planeta, pero definitivamente no era una experiencia muy atractiva:
minería de loralita, cría de chimæras, agricultura. Y todo eso a las afueras, en el
campo, a kilómetros de cualquier emoción. A menos que sacar maleza y cavar la tierra
todo el día sea tu idea de pasar un buen rato.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Me estremecí ante la idea de pasar mis últimos días moviendo papeles como un
burócrata en una oficina aburrida como las del Consejo de Defensa de Lorien, y de
desperdiciar mi vida intentando evitar una invasión, un ataque extra planetario que
todos sabían que nunca llegaría, mientras trataba de animarme fingiendo que
realmente hacía algo importante.
Era inútil. Por ahora, todo lo que podía hacer era tratar de no pensar en ello, y
seguir caminando.
La escuela desapareció a mi espalda, y las Torres de Elkin aparecieron al frente,
atrayéndome hacia el centro de la ciudad
Había considerado quedarme un rato y esperar el transporte; eso me daría la
oportunidad de despedirme de mis amigos cuando salieran de clases, pero el pensar
en ello me deprimió demasiado como para molestarme. No podía soportar la idea de
que se enteraran de cuánto había metido las patas.
De todos modos, Adar y Rax y unos cuantos otros chicos de la academia me
agradaban lo suficiente, pero no los consideraba mi verdadera gente.
Siempre había sido diferente, incluso para ellos. Todos los demás en Lorien
parecían estar contentos con lo que tenían. Estaban felices de vivir en el planetita más
perfecto de todo el maldito universo. ¿Por qué no podía ser más como ellos? 19
Continuaba revolcándome en mi piscina de autocompasión anti-loriense, cuando
escuché mi nombre.
―¿Sandor? ―Me detuve en seco, me di la vuelta y vi a un hombre desconocido,
unos cuantos años mayor que yo, que se encontraba junto a un aerodeslizador muni
estacionado a pocos pasos detrás de mí―. ¿Eres Sandor?
Vestía la túnica azul distintiva de un cêpan mentor, de los cêpan especiales que
trabajan para la ADL y están a cargo del entrenamiento de los garde y el seguimiento
de sus legados mientras se desarrollan. No tenía idea de cómo sabía mi nombre, y
realmente no lo quería averiguar. Había tenido suficientes problemas por el día, y por
lo que sabía, este tipo estaba a punto de decirme que había cometido alguna nueva
infracción sin siquiera darme cuenta.
―Sí ―contesté―, ése es mi nombre. ―Sin esperar una respuesta, me di la vuelta y
reanudé mi caminar.
Sin pedir permiso, comenzó a caminar a mi lado.
―Mis disculpas. Quise encontrarte en tu reunión con Osaria, pero llegué
demasiado tarde.
Continué en silencio.
―Soy Brandon. Soy un cêpan mentor en la Academia de Defensa de Lorien…
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
―Lo siento, amigo ―lo interrumpí―. No soy un garde, solo tú típico y aburrido
cêpan sin necesidad de un mentor. Y suspendí el examen de aptitudes de la ADL hace
años.
―Sí ―dijo Brandon―. Vi tus calificaciones. ―Movió las cejas sugestivamente,
como si supiera que había fallado el examen a propósito para evitar que me enviaran a
la prestigiosa academia.
Por supuesto que, comparado con un Kabarak, el entrenamiento para mentor
sonaba bastante bien a este punto. Si hubiera sabido lo que me esperaba, quizá hubiera
pensado dos veces antes de fracasar en ese examen todos esos años atrás.
―En la academia nos enteramos de tus pequeñas travesuras ―continuó Brandon.
Lo miré con sorpresa. ¿Cómo demonios habían oído las desventuras de un cêpan
menor de edad en el Chimæra? Pero Brandon hablaba como si fuese lo más normal del
mundo.
―Estamos impresionados ―dijo―. Esa clase de trabajo tecnológico es bastante
inusual para alguien de tu edad; especialmente alguien sin entrenamiento académico.
Si pusieras tus talentos a trabajar de una forma más seria, podrías hacer una diferencia
en los esfuerzos de seguridad de Lorien.
Me recordó por qué no me agradaban los tipos de la ADL: se tomaban muy en serio. 20
Lorien nunca había tenido guerra, nunca nos habían atacado. Y aun, así esta gente
actuaba como si viviéramos en constante conflicto. Era como si se lo dijeran a sí
mismos para poder sentirse importantes.
Me despedí de Brandon con la mano.
―Sí, bueno ―le dije―, me voy a un Kabarak. Esperemos que aprecien mis
habilidades allí.
―No lo harán ―respondió, encogiéndose de hombros―. Escucha, la ADL podría
necesitar sangre fresca y manos nuevas. Tenemos algunos ingenieros y técnicos
decentes, pero ni uno con tu don para resolver problemas.
Rodé los ojos. ¿Un ingeniero en la ADL? Eso era casi tan malo como unirse a los
munis.
―Lo siento, hombre. No estoy interesado. ―Continúe caminando.
―Nuestra reputación no es lo que solía ser, ya veo. ―Brandon me dio una sonrisa
irónica; era obvio que le divertía mi esnobismo―. Y es cierto que muchos lorienses
han puesto en tela de juicio la necesidad de tener una defensa permanente durante un
periodo de paz tan largo. Su error. Pero tenemos recursos, Sandor. Tendrías completo
acceso a nuestros laboratorios de ingeniería y de computación. Además, después de
seis meses tendrías privilegios de fin de semana. Y se me ha dado autoridad para que
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 4
Traducido por AOMontero
―¡Esa es mi ropa! ―No sé por qué me importaba; obviamente ahora tenía que usar
el uniforme de la ADL, así que no sé de qué me serviría mi ropa. Aun así, la idea de
que la confiscaran me deprimió. Mi ropa era parte de lo que me hacía ser yo. Ahora
solo me vería como todos los demás.
Brandon sacudió la cabeza ante mi estupidez.
―Puedes arreglar que te la envíen de vuelta donde tus padres. Estarán esperándote
cuando te gradúes. ―Con un gesto brusco, señaló hacia la oficina de procesamiento y
desapareció por un pasillo.
Me arrastré hasta el procesamiento sintiéndome peor que nunca, y un
administrador de la ADL me entregó tres túnicas verdes idénticas, envueltas en papel.
Después de entregármelas, permaneció ahí expectante, y me di cuenta de que esperaba
que me cambiara justo en frente de él para que así pudiera coger la ropa que llevaba
puesta, probablemente para poder llevarla a un armario de almacenamiento o un
incinerador al que el resto de mi ropa ya estaba destinada.
―¿Un poco de privacidad? ―pregunté.
Se dio la vuelta y aproveché la oportunidad para desvestirme y ponerme la túnica
rápidamente y así esconder mi camiseta Kalvaka preferida dentro de los pliegues de
mi áspera ropa nueva. Una sola prenda real era mejor que ninguna. 23
―Todo listo ―dije y empujé el resto de prendas en las manos del administrador;
esperaba que si se las pasaba montón, el tipo no notara que faltaba una.
Funcionó. Me dio la asignación de mi dormitorio y me dijo que fuera allí y esperara
instrucciones para el resto de mi orientación.
Después de haber sido despojado de casi todas mis posesiones mundanas, me
adentré más en el edificio, intentando hacerme una idea. Pasé por las salas de
seminario, las oficinas administrativas, gimnasios, laboratorios, incluso un
observatorio de chimæras con paredes de cristal donde unas cuantas de las
legendarias bestias de Lorien se perseguían en círculos, gruñendo y resoplando,
mientras cambiaban de una forma a otra tan fácilmente como si sus cuerpos fueran
líquidos.
Por lo menos a ellas se les permitía lucir de la forma que querían. Me detuve a mirar
unos minutos antes de continuar.
Finalmente, encontré el largo corredor de la sección de dormitorios y arribé al mío,
219. Ese era mi dormitorio.
No me habían dado ninguna llave, así que respire profundo, golpee y esperé.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
tenido ni una comunicación directa de ni una clase con otro planeta por cientos de
años. ¿De qué tienes miedo? ¿De una guerra civil? Los lorienses somos todos pacifistas,
desde las partes más inseguras del centro de la ciudad hasta las partes más atrasadas
de los territorios exteriores. Nada malo sucede. Quiero decir, a mí me consideran un
criminal por aquí, ¡y solo me atraparon en un show de Devektra! ―Rapp parecía
desilusionado, pero no me importaba―. ¿De verdad crees estar haciendo una
diferencia? ―espeté―. Por favor. Todas esas cosas sobre antiguas profecías y ataques
que probablemente nunca pasarán: son supersticiones.
Rapp no mordió el anzuelo; en vez de responder, caminó solemne hasta la puerta.
―Volveré en un rato para darte un paseo por los jardines. Pero tengo que decir que,
si esa es tu actitud en el primer día, vas a tener una estadía bastante miserable por
aquí.
Sí, pensé. Una mierda.
25
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 5
Traducido por Niyara
Habría sido estupendo si hubiera podido decir que mi primera semana en la ADL
pasó como un borrón. En realidad, se prolongó mucho más de lo que había previsto.
Resultó que Rapp aún estaba aprendiendo cosas en clase que yo había aprendido
por mi cuenta hacía años, así que ni siquiera podía contar con mi trabajo escolar me
mantuviera interesado. Claro que podría haberle dicho a la profesora Orkun que sabía
todo eso, pero me lo callé. En cambio, mantuve la cabeza baja en las clases de tres
personas, mientras asentía y trataba de fingir que todo eso era nuevo para mí.
Sabía que me comportaba como estúpido, después de todo, si tenía que estar aquí,
tal vez debería intentar aprender algo. Pero, de un modo extraño, creía que sería como
dejarles ganar. Si perdía mi tiempo, aún iba a salirme con la mía con algo, ¿no?
Las cosas no eran mucho más interesantes en la cafetería de lo que lo eran en clase.
Me encerré en mí mismo, igual que hacían los demás estudiantes en la academia. En
cuanto a los cêpan mentores que tenían un garde asignado al que entrenar, eran
bastante escasos por el campus, y los que comían en la cafetería normalmente tenían
26
las manos demasiado ocupadas con sus propios garde como para mezclarse con
alumnos de ingeniería como Rapp y yo.
Las únicas personas de la academia que me interesaba eran los niños garde, que
estaban descubriendo sus poderes y daban a la escuela el poco sentido que tenía la
vida. En Lorien, los abuelos crían a los niños garde hasta los once años, cuando se les
envía a un lugar como la ADL para entrenar con su cêpan mentor asignado. Había
academias de entrenamiento por todo Lorien, pero la ADL era considerada unas de las
mejores; los garde que terminan aquí son de los que se espera se vuelvan muy
poderosos.
Algunos de esos niños que corrían por los pasillos del ADL solo estaban
empezando a manifestar los inicios de sus dones, mientras que otros iban ya por su
segundo y tercer legado, pero casi todos estaban encendidos, cargados por la emoción
de alcanzar sus poderes, sin contar con vivir fuera de casa por primera vez. Tenían
todo un futuro por delante.
Prácticamente lo único interesante que pasó en mi primera semana fue que uno de
los garde más jóvenes, uno de pelo oscuro, un chico travieso llamado Samil, casi
destruyó toda la escuela. Fue bastante divertido; supongo que Samil estaba mostrando
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
ignífuga como las paredes de la escuela, aún ardía, pero Vatan ni siquiera lo soltó
cuando la tela azul de su túnica se chamuscó.
Yo también me sentí aliviado, o sea, por supuesto que me sentí aliviado. No quería
que nadie muriera, mucho menos un crío de once años. Pero al menos el fuego había
sido algo. Una vez que todo terminó, volvimos a la normalidad, y a esas alturas, ya
había tenido suficiente normalidad para el resto de mi vida.
Las noches en la ADL no eran demasiado diferentes de los días. Al menos tenía a
Rapp para hacerme compañía. Sí, él se lo tomaba demasiado en serio, pero era alguien
con quien hablar, y no era tan aburrido como había pensado en un principio, aunque
no tenía ni idea de quién era Devektra, pero desde que le había contado mi historia
sobre cómo la conocí, había querido escucharlo todo. No solo sobre Devektra, sino
también del Chimæra y cómo había logrado entrar a hurtadillas, y si de verdad era un
cliente habitual allí.
Además, me dejaba copiar su tarea, lo que estaba bien porque, a pesar de que la
mayoría era fácil, nos daban un montón. Tal vez si hubiera pensado que hacer la tarea
tenía utilidad, habría estado más interesado. En casa, había aprendido yo solo a
reparar mecanismos y aparatos electrónicos como un medio para un fin. Era una
manera de salir de clase y llegar a lugares como el Chimæra, de ser quien quería ser. 28
Era una forma de engañar al sistema.
La academia era el sistema, y era un sistema en el que no tenía fe.
Según la leyenda (o la historia, según de quién lo hayas escuchado) los nueve
ancianos originales habían creado la Gran Edad Loriense, hacía eones, cuando
descubrieron las Piedras Fénix. Fue ese antiguo acontecimiento el que, supuestamente,
había despertado los legados de los garde y había llamado a las chimæras cambia
formas para que salieran de su escondite, haciendo de Lorien un lugar de prosperidad
y paz sin precedentes en todo el universo conocido.
A partir de entonces, el ecosistema de Lorien floreció. Una vez los alimentos y los
recursos habían escaseado; ahora eran más que suficientes para todos. Lo que el
planeta no ofrecía en exceso fácilmente, los poderes variados, extraños, sorprendentes
e interminables de los garde lo podían proporcionar. En otros planetas, la gente
luchaba con uñas y dientes por cosas como éstas. No aquí. Aquí en Lorien, nosotros
solo podíamos vivir.
Pero los ancianos también habían anunciado una profecía: un día, cuando
estuviéramos menos preparados, llegaría una amenaza para ponernos a prueba… y
destruirnos. No sabíamos cuándo se avecinaría esa amenaza, pero podría llegar, y
cuando lo hiciera, tendríamos que estar preparados para ello.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Esa era la razón por la que existía la ADL. Por eso estaba aprendiendo a crear y
mantener sistemas de defensa cada vez más complejos contra enemigos de los que
estaba seguro, eran una fantasía, por si mañana fuera el día en que despertáramos y
nos encontráramos bajo ataque.
En casa, todo el mundo sabía del asunto, pero nadie le prestaba demasiada
atención. El descubrimiento de las Piedras Fénix solo era una historia, algo que había
sucedido hacía tanto tiempo que apenas parecía real. Y la profecía de los ancianos…
bien, incluso si se cumplía algún día, no parecía que fuera a suceder a corto plazo. A
pesar de que la mayoría de los buenos lorienses comentaba sobre el buen trabajo que
realizaba la gente en lugares como la ADL asegurando que Lorien «se mantuviera a
salvo durante generaciones», la mayoría de los lorienses en ese grupo no se lo tomaba
demasiado en serio.
Las cosas eran perfectas, después de todo. ¿Por qué preocuparse por lo que podría
suceder algún día?
Aquí en la academia era un cuento totalmente diferente. Todo el mundo se paseaba
como si la profecía fuera a ocurrir en cinco minutos, como si fueran a atacarnos en
unos minutos. Cuando le había dicho a Rapp que la verdad no creía que importara
demasiado si la red (el vasto sistema de defensa que escaneaba la línea aérea de 29
Ciudad Capital en busca de posibles intrusos), estaba siempre en perfecto estado de
mantenimiento, fue como si lo hubiera insultado.
―A algunos de verdad nos importa lo que hacemos aquí ―dijo. Habló despacio y
con cuidado, pero le temblaba la voz. Podría decir que realmente le afectó―. Mientras
todos los demás en Lorien viven en su pequeña utopía, dándose palmaditas en la
espalda por lo perfecto que es el lugar, es la gente como yo es la que se revienta el culo
porque así sea. Sin la red, seríamos un blanco fácil, y la gente solo se ríe de nosotros.
―Cálmate ―le dije, sorprendido por lo enojado que estaba―. Actúas como si
hubiera dicho que Pittacus Lore es un idiota, o algo parecido.
Él frunció el ceño.
―Sí, bueno ―dijo―. Probablemente pienses eso también, ¿no?
Hice una pausa.
―No ―contesté―. Quiero decir, no exactamente.
En realidad, no tenía ni idea de cómo era el famoso Pittacus Lore. Nunca lo había
visto; ni siquiera la estatua de Pittacus fuera del colegio era la del Pittacus actual, sino
de uno de los antiguos, probablemente de hacía mil años o algo así.
Los ancianos actuales tenían los mismos nombres que los nueve originales que
supuestamente habían descubierto las Piedras Fénix hacía todos esos años, pero por lo
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
demás muchas veces los quitaban de aquellos ancianos de leyenda. Los nombres de
los ancianos se traspasaban como títulos, junto con las habilidades especiales, a
sucesores especialmente escogidos, que asumían el papel de sus antepasados de velar
por Lorien, salvaguardar nuestro medio ambiente y proteger nuestras tradiciones y
forma de vida. Sabía que hacían viajes ocasiones a la ADL para consultar a los cêpan
mentores y a los instructores, pero nunca los había visto.
Aparte de estas breves interacciones con el mundo, los ancianos se habían alejado
hacía mucho tiempo de las actividades del día a día en Lorien. Incluso su paradero era
desconocido: algunos lorienses decían que vivían en las montañas de Feldsmore,
mientras que otros decían que vivían en una fortaleza gigante de cristal en lo más
profundo del interior del Océano Terrax. Esas eran algunas de las teorías más
plausibles.
Lo único que sabía era que no parecía que los ancianos hicieran demasiado, y la
mayoría de las personas de la ADL, junto con el resto de la operación de defensa de
Lorien, se contaban historias sobre profecías que nunca se cumplirían.
30
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 6
Traducido por Niyara
los soles no podían hacer nada para disminuir la densidad de borde sólido y casi
tangible de la luz. Era asombroso.
―El Cuarto de Luna es en tres días ―dijo Rapp, sin apenas mirar la luz.
De acuerdo con nuestra leyenda, el día que los primeros ancianos encontraron las
Piedras Fénix había un cuarto de luna en el cielo y, a lo largo de los años, se había
desarrollado una festividad ante la aparición del cuarto de luna en el cielo. En la
ciudad, en los asentamientos a las afueras y en los Kabaraks, la gente festejaba hasta la
madrugada, bailaba, se reunía en torno a fogatas y encendía fuegos artificiales,
celebrando el milagro de la regeneración de nuestro planeta. El gobierno de la ciudad
o el Consejo de Ancianos a menudo disponían monumentos temporales y exhibiciones
de luz, llamadas Heraldos, para conmemorar nuestra historia y para celebrar el
advenimiento del Cuarto de Luna.
Este era el Heraldo más grande y más elaborado que jamás había visto, tan alto y
majestuoso que probablemente se veía desde muy lejos en la ciudad… si es
resplandecía desde la ciudad. Era un poco raro, pero le quité importancia. Si había
algo en que los lorienses (sin mencionar a nuestros ancianos) éramos buenos, era en
pensar nuevas formas de celebrar lo grandiosos que somos.
Personalmente, me parecía que los ancianos debían ocupar su tiempo y sus poderes 33
en cosas mejores, pero, ¿quién era yo para cuestionar su sabiduría ancestral?
Cuando el huevo finalmente se detuvo en una esquina de los límites del Parque
Eilon, sentí una punzada de sorpresa.
―Espera un minuto ―dije, girándome lentamente hacia Rapp―. ¿Aquí es donde
haremos el mantenimiento de la red?
Rapp me miró como si estuviera loco.
―Sí, claro ―respondió―. Te dije que íbamos al centro de la ciudad. ¿Por qué?
―Porque ―dije―, ahí está Kora. ―Señalé hacia una puerta mediocre en el lateral
de un edificio grande―. Ésa es la entrada trasera.
―¿Ése es el club del que has estado hablando todo este tiempo? ―Rapp abrió la
puerta y se bajó del huevo―. Tengo que decirlo, amigo, me había imaginado algo
como, no sé, más elegante o lo que sea. Eso parece un almacén grande y sucio.
Fruncí el ceño mientras le seguía.
―Es la puerta trasera ―le dije―. De todos modos, se supone que no tiene que
parecer especial desde el exterior, eso hace que sea único cuando ves el interior.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Por un segundo, pensé que de verdad estaba molesto, pero luego comenzó a reír y
me lanzó la llave del huevo.
―El kit de repuesto están detrás del asiento del pasajero. El equipo es
comprensible, pero si te confundes puedes presionar el botón de ayuda para que te lo
explique. ―Volvió a su trabajo―. Confía en mí, no es tan difícil. Si pudiste engañar al
escáner de la puerta del Chimæra, lo entenderás todo en poco tiempo.
Subí la colina Eilon con el kit a la espalda y el dispositivo de información en la
mano, que era un pequeño dispositivo cuadrado que podía determinar mi localización
exacta en la ciudad y también me permitía comunicarme con Rapp, o incluso con
algún otro cêpan de la academia, si fuera necesario.
Aunque conocía esta zona como la palma de mi mano, nunca me había preocupado
por aprender las coordenadas oficiales de la ciudad. Al cruzar la colina y entrar al
distrito comercial del Parque Eilon, el dispositivo de información me indicó que había
llegado al Sector 302, al que la mayoría de la gente llamaba la Medialuna, debido a la
forma curva que tenía la calle principal.
Miré el dispositivo con una extraña fascinación, mientas todos los barrios que solía
frecuentar (el Pozo, Arcadia), se convertían en números munis en mi pantalla: 282, 309,
299. 35
Por fin llegué al 297. Al levantar la vista del localizador, me di cuenta con un
sobresalto de que estaba fuera del Chimæra. Suspiré y traté de no pensar demasiado
en ello. No importaba fuera de qué edificio estuviera, no estaba aquí para entrar; no
podía entrar.
Estaba aquí para subir a un poste.
Así que me puse el arnés y comencé a subir. Cuando llegué arriba, miré hacia el
horizonte. Desde aquí la columna de luz que Rapp y yo habíamos visto parecía aún
más impresionante. Bien, tal vez impresionante no era la palabra más adecuada. En
realidad, era espeluznante. Vibraba y pulsaba de una forma que no parecía de este
mundo. Y era difícil decir de dónde provenía; podría ser desde el bloque de al lado o a
cien kilómetros. No era como nada que hubiera visto antes en la celebración del
Cuarto de Luna.
No era asunto mío, estaba aquí para trabajar en la red, así que abrí la parte frontal
del panel de control y encontré un teclado escondido dentro de un denso nido de
cables de colores superpuestos.
Suspiré de nuevo, un suspiro mucho más largo que el anterior.
Esto iba a llevarme tiempo.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Estaba terminando la mañana, probablemente la única vez del día en que el club no
estaba lleno a reventar. La entrada al Chimæra todavía estaba tranquila, pero sabía
que en unas horas habría una multitud.
Me pregunté por un segundo qué pensarían mis viejos amigos si se tropezaran
conmigo, y entonces me di cuenta de que probablemente ni siquiera me reconocerían.
Para ellos, ahora, era solo un chico vestido con una túnica verde.
El trabajo era sorprendentemente absorbente. Comencé a ejecutar diagnósticos
automatizados en cables individuales para comprobar si debía reemplazarlos. El único
problema era averiguar cuál cable era cuál. Todos estaban numerados y los cables
dañados tenían que ser retirados y reemplazados dentro de una secuencia correcta
para no dañar la pieza entera de la red; pero como había dicho Rapp, el sistema de
ayuda que venía con el kit me proporcionaba instrucciones muy útiles cuando estaba
confundido o cuando tenía problemas para identificar con la vista los cables dañados.
Había pasado semanas desde que había jugueteado con la tecnología de mi pulsera
de identificación, y había olvidado lo mucho que extrañaba este tipo de arreglos, y
también había olvidado lo bueno que era en esto, en mi breve estadía en la ADL. Me
gustaba que se pudiera dar un paso a la vez, que todas las piezas encajaran como un
rompecabezas, que incluso aunque no tuvieras ni idea de qué estabas haciendo, 36
pudieras entenderlo, siempre y cuando te las arreglaras con los principios básicos.
En poco tiempo, dejé de utilizar el sistema de ayuda; identificaba las conexiones de
los cables sin ningún problema y los ajustaba fácilmente, más que nada por instinto.
Nunca le había dado demasiada importancia a la red o a la función vital que daba a
la ciudad. Además de usar sensores sofisticados para monitorear y registrar las ideas y
venidas de Ciudad Capital, recopilar información para los munis sobre el flujo de
personas y productos (para que todo funcionara sin problemas, perfectamente), la
función menos conocida de la red era la de proteger. Los postes simples, tan
omnipresentes que ahora apenas los notaba, en realidad extendían un entramado
invisible de escudos defensivos y de sistemas de contraataque por sobre la línea del
horizonte. La razón de la instalación de la red cientos de años atrás, fue que la ciudad
tenía la mayor densidad de población de nuestro planeta y era el hogar de la mayor
parte de los miembros importantes de Lorien, además de ser el eje central de la
información valiosa y los sistemas de comunicación. Cualquier enemigo que planeara
atacar Lorien, probablemente haría de la ciudad su primer objetivo.
Seguía sin creer que eso fuera a ocurrir, pero también tenía que admitir a
regañadientes que la red era bastante genial. Qué lástima que fuera básicamente inútil.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Mientras trabajaba con una facilidad casi inconsciente, contemplé la red con interés
renovado. Uno de cada cuatro cables necesitaba reemplazo, lo cual me pareció extraño.
Revisé mi kit para comprobar la fecha de mantenimiento anterior de este poste y me
sorprendió descubrir que había sido solo hacía un par de semanas. Estos cables se
estaban gastando a un ritmo acelerado.
De todos los cables que estaba utilizando había muy pocos repuestos (cada cable
servía para una única función) y una gran parte de ellos estaba en mal estado, lo que
significaba que este poste probablemente estaba averiado. Si entendía bien la
naturaleza del escudo defensivo de la red, eso significaba que toda la zona de los
alrededores era vulnerable a los ataques. Pero ¿por qué, si acababan de repararla? Me
pregunté si el panel de control tenía un problema técnico especial que les provocaba
cortocircuito a los cables a mayor rapidez.
Avivado por la curiosidad, me apresuré con el trabajo, deseoso de volver junto a
Rapp y preguntarle si había visto algo similar en los postes que había reparado. Quería
saber si esto era una casualidad o si el problema era mayor.
No es que me importara.
―¿Qué es eso? ¿Un hombre con vestido?
Estaba tan absorto en mi trabajo, que la voz inesperada hizo que el corazón se me 37
saliera por la boca. Sabía exactamente quién era sin necesidad de mirar hacia abajo.
Miré hacia abajo de todos modos.
Había reemplazado la peluca de blanco eléctrico por una morena estilo pageboy y
llevaba un sencillo vestido rojo, de falda corta y acampanada. El vestido y el cabello
los tenía cubiertos de lunares blancos e irregulares.
No sabía cómo era posible ponerse lunares blancos en el pelo. ¿Era otro de los
legados de Devektra? Honestamente, con ella nada podía sorprenderme.
―Hola ―la saludé. La palabra salió de mi boca como un graznido.
Ella me miró con una sonrisa de labios fruncidos, mientras se protegía los ojos del
sol.
―Nunca se me ocurrió que fueras del tipo de aprendiz de munis.
―ADL, en realidad ―aclaré, decidido a ocultar mi vergüenza―. Aprendiz de
ingeniería. ―Entonces, al darme cuenta de lo idiota que sonaba, añadí―: Solo entré
por la túnica.
Ella soltó una genuina risa cantarina.
―En realidad, no te ves demasiado mal ―admitió―. Simplemente no entiendo por
qué los chicos usan esos pantalones de pijama debajo. ¿Para qué usan vestido si no van
a mostrar las piernas?
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
―No dirías eso si hubieras visto mis piernas ―dije y regresé al trabajo. Hoy no
estaba de humor para que la chica más sexy del mundo se burlara de mí.
Sin embargo, para mi sorpresa, Devektra no se fue.
―¿Qué estás haciendo ahí arriba, exactamente? ―preguntó―. Siempre me he
preguntado para qué son los postes.
―Es la red. ―No quería seguirle la corriente a su actitud boba. Todos sabían lo que
era la red, aunque a la mayoría no le importara.
―La red ―repitió―. Así que ¿supongo que eres de los que creen en todo eso?
―¿Qué quieres decir con «todo eso»?
―La profecía de los grandes ancianos, la amenaza a Lorien, la eterna vigilancia, bla,
bla, bla. ¡Los alienígenas van a visitarnos mañana y nos llevarán a todos a su planeta
para limpiar sus baños a menos que arregles esa caja en este mismo instante!
Lo pensé por un segundo. No, no era de esas personas. Obviamente. A pesar de que
era lo que le había estado diciendo a Rapp toda la semana, me sorprendí al oponerme
a su interpretación. En lugar de reírme con ella, me mordí la lengua, reemplacé el
último cable defectuoso y cerré el panel de control antes de prepararme para el
descenso hacia el suelo.
Devektra no hizo ademán de marcharse. 38
―¿No tienes ningún espectáculo para el que prepararte? ―pregunté.
―No ―contestó ella; se apoyó contra la puerta y me miró con una sonrisa tenaz y
misteriosa―. Vine aquí para una prueba. No voy a volver a tocar hasta el Cuarto de
Luna.
―Ah ―dije, lanzándome el kit al hombro.
―Deberías venir.
Levanté la vista, sorprendido por la oferta y preguntándome si estaba tomándome el
pelo. Se había estado burlando de mi todo este tiempo, ¿no?
Su sonrisa se ensanchó. Era como si supiera el efecto que me provocaba. «Por
supuesto que sabe ―recordé, dándome patadas mentales―. Me puede leer la mente».
Ella me guiñó un ojo, se volvió y se alejó sin decir palabra, y yo me quedé colgado
torpemente de mi poste.
Incluso si Devektra hablaba en serio, cosa de la que no estaba seguro (leer las
mentes debe tener sus ventajas), no había manera de que pudiera aceptar su
invitación. Por una parte, porque no se me permitía salir del campus de la ADL por la
noche, y también porque no sería capaz de entrar al Chimæra después del desastre de
la última vez.
Por supuesto, Devektra sabía todas esas cosas. Casi creí que hablaba en serio.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Capítulo 7
Traducido por Ximena30
Corregido por Pamee
Lo dejé y subí al huevo. Ya lo había conducido por el campus de la ADL, pero esta
era la primera vez que lo manejaba en realidad, y sentí una curiosa oleada de emoción.
Quiero decir, pilotearlo no es la gran cosa, dado que hace casi todo el trabajo por su
cuenta, pero de todas formas es emocionante. Es un gran huevo volador, por supuesto
que es divertido.
Las puertas se cerraron con un silbido. Solo cuando estuve sentado me di cuenta de
la actitud extraña de Daxin; se veía desesperado e inquieto, y estoy bastante seguro de
que tenía la frente perlada de sudor.
―¿A dónde? ―le pregunté.
―Vamos al oeste del Kabarak malkano ―contestó―. Le puedes indicar al huevo
que se detenga allí, luego caminaremos.
Le dije nuestras coordenadas al receptor y el huevo despegó. Aceleró una vez que
llegó a los límites de la ciudad.
Desconcertado por la forma en Daxin se golpeaba la pierna y miraba de reojo a su
alrededor con nerviosismo, me quedé mirando fijamente el paisaje que pasaba
zumbando, sin hablar. Las polvorientas llanuras que circundaban la ciudad dieron
paso a la vegetación cada vez más exuberante del resto de Lorien. Había pasado tan
poco tiempo fuera de la ciudad que fue un shock recordar lo verde que era la gran 40
mayoría de nuestro planeta. La columna de luz violeta se seguía viendo sobre las
copas de los árboles.
―Los ancianos lo dieron todo este año ―comenté, tratando inútilmente de hacer
conversación con Daxin. Él no respondió―. ¿El Heraldo? ―pregunté, señalando por la
ventana―. Prepararlo debió haberles tomado por lo menos un mes.
Daxin se removió inquieto en su asiento, evitando mi mirada.
―Sí ―contestó.
―¿Qué? ―le pregunté. No me gustaba la vibra que transmitía, y ni siquiera lo
conocía, pero Rapp sabía quién era, así que no tenía ninguna razón para no confiar en
este tipo.
―Nada ―respondió―. Simplemente no sabemos si es un Heraldo.
Misterioso y ominoso. Genial.
―¿Qué dices? ―presioné.
―Los ancianos han estado fuera del planeta por un tiempo, y no se han
comunicado en los últimos días.
No entendía qué quería decir.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
―Sí, pero eso no es nada, ¿verdad? Creía que estaban fuera del planeta mucho
tiempo. ¿Acaso no pasan mucho tiempo haciendo cosas de ancianos que nosotros
nunca podríamos entender?
―Seguro ―replicó, pero parecía escéptico. Entonces se me ocurrió algo.
―¿Esto tiene algo que ver con que hoy cancelaran mi clase de ingeniería?
Daxin me miró de nuevo. Había adivinado bien.
―Orkun y unos pocos miembros del consejo viajaron a la columna ―admitió―.
Para investigar. Probablemente no sea nada.
―¿Por qué estás tan preocupado? Si la luz no es un Heraldo, ¿qué crees que sea?
―Mira, no te preocupes por eso, ¿de acuerdo? Es solo que ha sido un largo día.
Me hundí de nuevo en el asiento, un poco molesto. Hacía apenas unos días no me
habían importado las idas y venidas de los miembros del consejo, de los cêpan
mentores y de las otras figuras de la ADL, pero ahora que realmente mostraba algo de
curiosidad me decían que me ocupara de mis asuntos. Era frustrante.
El huevo despejó un terreno particularmente denso de bosque, y se detuvo al borde
del Kabarak malkano. Daxin bajó inmediatamente y se alejó de la cerca perimetral y
del asentamiento.
Troté para mantener el ritmo. 41
―¿Por qué caminamos? ¿Por qué no introdujimos las coordenadas desde un
principio, si sabías a dónde íbamos?
Daxin respondió sin detenerse.
―Estoy aquí para conocer a un garde. Mi garde.
Ah. Si a Daxin lo acababan de ascender a cêpan mentor, entonces tal vez su
comportamiento se podía interpretar como meros nervios. La primera reunión de un
cêpan mentor con su garde es importante. El vínculo entre el cêpan mentor y su
aprendiz garde se considera casi sagrado, casi tan fuerte como la unión entre un padre
y su hijo. Y ese vínculo dura toda la vida, incluso después de que el garde haya
crecido y ya no esté bajo el cuidado directo de su cêpan. Sin duda podía volver casi
loco a una persona conocer a alguien con quien vas a tener ese tipo de relación.
Daxin siguió hablando mientras caminábamos por un sendero.
―Al garde lo crio su abuelo y el abuelo vive tan lejos de la ciudad por una razón.
Odia la tecnología, las naves con súper velocidades. Ya sabes, todavía le gusta hacer
las cosas a la antigua. No quería tomarlo desprevenido con el sonido del motor.
Poco a poco, apareció pequeña choza más adelante, seguida de una forma que se
aproximaba corriendo rápidamente hacia nosotros.
Una chimæra.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Antes de que supiera lo que estaba pasando, la chimæra saltó sobre mí y me hizo
caer de espaldas.
La chimæra había tomado la forma de una especie de perro sonriente, bastante
grande. Sacó su enorme y áspera lengua de perro y me lamió todo el rostro. En
cuestión de segundos, estaba empapado.
Las chimæras son bastante comunes en Lorien, pero la mayoría se encuentran fuera
de la ciudad. Una de esas criaturas no me había lengüeteado desde que era pequeño, y
no lo había disfrutado ni siquiera entonces.
―¡Byscoe! ¡Byscoe! ¡Abajo! ―El animal respondió inmediatamente al sonido de la
voz de su dueño, se bajó obedientemente y luego corrió por el camino, hacia donde
venía la voz.
Daxin me dirigió una mirada irónica mientras me ponía de pie y me sacudía la
ropa. Un momento después, Byscoe volvió a nosotros con su amo, un niñito muy
sonriente, vestido con el característico traje ajustado de los garde.
El niño tenía la piel y el cabello sucios, cubiertos de polvo rojo, por lo que el blanco
de sus ojos y dientes resplandecían contra la máscara sucia de su cara. Agarró un
mechón de las greñas de Byscoe y se subió sobre la chimæra, sin mostrar temor
alguno. Un montón de gente en el campo era así con los animales, al haberse criado 42
con ellos, pero yo seguía pensando que era raro. Incluso cuando asumían formas
lindas y adorables, era difícil olvidar exactamente lo poderosos que eran en realidad.
―Hola ―saludó el chico.
―Hola ―contestó Daxin con torpeza. Me di cuenta de que no sabía qué hacer.
En ese momento, un hombre fornido salió de la cabaña y se dirigió hacia nosotros,
sin ninguna prisa. No estaba tan sucio como el muchacho, llevaba pantalones sueltos
de tela, y algunos collares ceremoniales. Tenía la piel curtida, seca y agrietada por el
viento.
―Hola ―nos gritó a unos pocos pasos de distancia―. ¿Puedo ayudarlos en algo?
Daxin habló.
―Sí. Somos del Consejo de Defensa de Lorien. He sido seleccionado como mentor
de su nieto.
El hombre ladeó la cabeza.
―Un poco precipitado. El chico tiene unos pocos años para el servicio en la ADL.
―¿Abuelo? ―preguntó el muchacho, aún sobre la chimæra. El abuelo mantuvo los
ojos en Daxin e ignoró al niño.
Daxin parecía nervioso mientras buscaba a tientas algo dentro de los pliegues de su
túnica.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Esa noche me tumbé en mi litera antes de la cena para procesar los eventos del día.
No podía negar que el lugar empezaba a meterse bajo mi piel. Un mes antes, no me
hubiera importado que la red estuviera en mal estado. Ya que estamos, hace un mes a
duras penas sabía lo que era la red.
Pero esta mañana, cuando Devektra me llamó una de «esas personas», yo no la
había corregido. De hecho, me había sentido casi insultado. Supongo que este lugar
me estaba contagiando.
No puedo decir que me gustara. Se suponía que era el tipo de persona que hacía 44
mis cosas y tenía mis opiniones, no era de los que me unía al montón. No se suponía
que las cosas tuvieran que contagiarme.
―Buen trabajo hoy ―me felicitó Rapp al aparecer por la habitación para tomar un
par de libros de su escritorio antes de la cena.
―Estuve lento ―le dije―. La próxima vez lo haré mejor.
Rapp sacudió la cabeza como si no pudiera creerme.
―Oh, como sea ―exclamó―. Actúas como si no te importara, y luego vas y te
pones todo competitivo. ¿Cómo fueron las cosas con Daxin?
―Bien ―contesté. Una parte de mí quería descargarse con Rapp, contarle lo extraña
que había sido la tarde, pero algo hizo que me contuviera―. ¿Cómo estuvo el resto de
mantenimiento?
―Uno de cada tres parcelas en las que trabajé, estaba dañada. Nunca antes la había
visto tan mal.
Eso me hizo reaccionar. Él también notado el evidente porcentaje de averías.
―¿Vas a hacer algo al respecto? ―le pregunté, tratando de sonar más neutral de lo
que me sentía.
―¿Cómo qué? Lo puse en mi informe de trabajo. La academia lo sabe, el consejo lo
sabe. Es el resto del planeta el que está decidido a no hacer nada. Los kabarakianos no
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
ven el valor en un sistema de defensa que solo cubre la ciudad y deja a los demás
expuestos, y la mitad de la ciudad piensa que todos estamos haciendo esto para
divertirnos. Me parece recordar que tú eres una de esas personas, ¿cierto?
Le resté importancia.
―Si vamos a hacerlo, podríamos hacerlo bien, ¿verdad? De lo contrario, todo esto
de verdad es un desperdicio.
Rapp salió de la habitación para cenar, pero yo me quedé pensando en el concierto
del Cuarto de Luna, en el Chimæra, y en la pulsera de identificación de Daxin junto a
su cama, lista para que cualquiera la tomara.
Pensé en Devektra, y supe lo que necesitaba para ordenar mis ideas: una fiesta.
45
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 8
Traducido por Ann Dawn
Mientras que el campus de la ADL era silencioso a esa hora (como en cualquier otra
hora, en realidad) el Kabarak estaba en pleno apogeo de las festividades del Cuarto de
Luna al pasar por ahí. Habían soltado a las chimæras de los corrales y retozaban en
libertad, mientras los kabarakianos, reunidos entorno a las fogatas en medio de la
oscuridad, bailaban, reían y lanzaban fuegos artificiales y bengalas.
Sabía que a mis espaldas, desde Alwon a Tarakas, desde Deloon a los territorios
exteriores, la gente estaría celebrando hasta el amanecer. Pero las imágenes y los
sonidos de las celebraciones disminuyeron cuando crucé la frontera de la ciudad,
donde la festividad del Cuarto de Luna se observaba con menos entusiasmo.
Con una mano en el volante, me quité la túnica y la dejé en el asiento del copiloto,
revelando mi camiseta de contrabando de Kalvaka que llevaba de bajo. Seguía usando
lo que Devektra había llamado pantalones de pijama, pero sin la túnica no estaban tan
mal. El bulto en mi muñeca de la pulsera de identificación de Daxin era un notable
contrapunto a mi conjunto.
Con todo y todo, me veía bastante bien. No es que importara realmente cómo me
viera, lo que importaba era que había salido. Mi escape había salido tan bien que casi
me sentía culpable. Había engañado a todos los de la ADL, ninguno tenía ni una sola
razón para sospechar que mi cambio de actitud se debía en gran parte a la 48
planificación y ejecución de este gran truco. Pero antes de que pudiera sucumbir a la
culpa o a los remordimientos, me distraje con las Torres de Elkin en el horizonte, que
estaban iluminados de rosa por la misteriosa columna de luz que tenían detrás. Esta
vez no les presté mucha atención, ya casi llegaba.
grande, pero no sabía qué tan grande hasta ahora. Y la conocía, casi podía decir que
éramos amigos.
―Vaya, vaya, vaya. ―Giré y vi a Paxton y Teev; sostenían tragos a medio terminar
y me miraban fijamente con sonrisas divertidas.
―Miren quién no se rinde ―dijo Teev, rodeándome con un brazo como saludo―.
Después de que te atraparon la última vez, pensamos que era la última vez que te
veíamos.
Me encogí de hombros y esbocé mi sonrisa más reservada, y por primera vez, ellos
me miraron como si en realidad estuvieran algo impresionados.
Estaba a darme unas palmaditas en la espalda, cuando oí una voz familiar.
―Alguien me dijo que podrías haber encontrado una forma de entrar.
Me di la vuelta y a mi espalda, con un trago en cada mano estaba Mirkl, la mano
derecha perpetuamente irritada de Devektra. Me miró de arriba abajo con unos ojos
previsiblemente molestos.
―Hola Mirkl ―saludé en el tono más casual que pude pronunciar. Mi corazón me
brincaba en el pecho, sabiendo que si Mirkl me estaba hablando, solo estaba a un paso
de ver a Devektra de nuevo, pero me mantuve calmado por Paxton y Teev. Quería que
pensaran que para mí no era gran cosa dirigirme por el nombre de pila a un miembro 49
principal del séquito de la artista. Los vi de reojo y vi que me miraban atónitos. Misión
cumplida.
―Devektra quiere verte ―dijo.
A pesar de lo bien que habían salido las cosas esta noche, no esperaba que fuera así
de fácil. ¿Cómo había sabido Devektra que estaba aquí siquiera?
Mirkl debió de haber visto la sorpresa en mi rostro.
―Telepatía, ¿recuerdas? Un truco bastante útil. Creo que sabes dónde está el
vestidor. Toma, dáselos a ella ―dijo, me pasó los tragos y comenzó a alejarse.
―¿No vienes? ―le pregunte, de repente nervioso de entrar en el vestidor de
Devektra sin un acompañante. Parecía demasiado bueno para ser verdad, con
Devektra nunca sabías en qué te estabas metiendo.
Mirkl se giró, me miró por encima del hombro y se despidió.
―Estoy en un descanso, esos tragos eran mi último encargo hasta la hora de show.
―Sonrió con ironía―. Es toda tuya.
Y luego desapareció entre la multitud.
había visto. Su blusa caía en ondulantes cascadas que resaltaban las curvas de su
cuerpo mientras ella de pie y se masajeaba las sienes con los dedos. No reconoció mi
presencia, pero sabía que estaba ahí.
La última vez que había estado en este cuarto había tenido que irrumpir con toda
mi fuerza; esta vez ni siquiera había tenido que golpear la puerta, porque se abrió al
acercarme con los tragos que Mirkl me había dado. De repente, se me ocurrió que tal
vez Devektra había usado su telequinesis para ayudarme a entrar o abrir la puerta la
vez pasada.
Era irónico que me hubiera sentido más cómodo al haber entrado a la fuerza y
estrellarme con un estante de ropa, que ahora que entraba por las buenas. Me quede
ahí a unos pasos de Devektra sintiéndome muy torpe, mientras ella se miraba al espejo
y se masajeaba la frente.
―¿Los trajiste? ―me pregunto sin voltear.
―Sí ―contesté y me acerqué para entregarle una de las bebidas; ella la tomó y la
vació de un trago, extendió la mano por la segunda y la vació de la misma forma.
Seguía sin mirarme.
Cuando arrojó la segunda copa al suelo, entendí cuál era su problema y tuve que
contener la risa. Por una vez, era yo el que sabía lo que ella estaba pensando y no al 50
revés. O por lo menos sabía lo que sentía, no necesitaba ser un telépata para saberlo.
―Vaya, de verdad estás nerviosa ―dije.
―¿Y? ―Por fin desvió su atención del espejo y fijó su mirada en la mía. Me dio una
mirada dura, pero bajo el acero pude ver una pizca de miedo, de vulnerabilidad―.
¿Quién no lo estaría?
―No estabas nerviosa la vez pasada ―señalé―. No sabía que te pusieras nerviosa;
pensaba que era tu especialidad, o algo así.
―La otra vez fue diferente.
―¿Por qué?
―Simplemente lo fue ―contestó―. Era menos gente, no era Cuarto de Luna, solo
fue diferente. Además, hay algo sobre esta noche. No sé. Tengo un mal
presentimiento, creo, eso es todo.
―Solo son los nervios.
―Lo sé, estaré bien.
Entonces fue como si ya no estuviera ahí. Devektra volvió a concentrar en sí misma
mientras se pasaba los dedos por el cabello y con cuidado lo comenzaba a amontonar
de un rizo a la vez en lo alto de la cabeza. Arregló cada uno para que se quedaran
perfectamente en su lugar. Se veía más asustada que nunca.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
No sabía que decir, así que decidí no decir nada, al menos en voz alta.
¿Cómo funciona? ―Pensé―. ¿Puedes oír todo lo que pienso? Qué pasa con la gente de
afuera, ¿puedes oírlos? ¿Puedes oír a todo el planeta?
Los labios de Devektra no se movieron, pero me contestó de todas formas con una
voz que oí en mi cabeza que al mismo tiempo era suya y no lo era.
―Es como estar de pie en medio de un río caudaloso e intentar atrapar miles de
hojas diminutas mientras pasan a gran velocidad junto a ti; puedes atrapar algunas,
pero no la mayoría.
Me invitaste aquí esta noche y me llamaste a este cuarto pero, ¿por qué yo? ―Quise
saber―. ¿Quién soy yo para ti? Tú eres Devektra, yo soy un don nadie con una túnica verde.
―No, eres como yo, eres diferente. Ninguno de los dos encaja en este mundo. Lo
supe tan pronto te conocí; antes de conocerte lo supe. Te sentí la primera noche en la
multitud. Todos los pensamientos de las personas pasaban zumbando junto a mí,
menos los tuyos; tus pensamientos brotaban y yo distinguirlos todos, como si cada
miedo y esperanza fueran para mí. Era como si estuvieras cantando.
Pero ¿qué sobre esta noche? ―Tenía que saber―. ¿Por qué estoy aquí ahora?
―Sabía que me harías sentir menos sola, especialmente esta noche. Siento que va a
suceder algo terrible. 51
Levanté la mirada y vi que Devektra me miraba fijamente a través del espejo. Tenía
una mirada muy extraña: al mismo tiempo se mostraba sorprendida y tranquila. Algo
me decía que nunca había hecho esto antes, que nunca había usado su legado para
hablar con alguien sin necesidad de palabra alguna como ahora.
Supe entonces, sin entender por qué, que ésta podría ser la única oportunidad que
tendría jamás, así que me incline, cerré los ojos y la besé. Sus labios eran suaves y olía
a algo que reconocía, pero que no podía describir, ni siquiera para mí mismo. Sus
labios sabían a algo que hubiera probado en un sueño, en uno de esos sueños que se
olvidan al despertar. Cuando abrí los ojos, ella ya no estaba.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 9
Traducido por Talylak
―Deloon en esta época del año es horrible ―comentó el chico―. No iría ni aunque
me pagaran todo el dinero del mundo.
―No te lo discutiré, hermano ―repliqué, aunque nunca había estado en Deloon;
de verdad no quería discutir.
Estaba en el balcón frente al escenario con Mirkl y el resto de los acompañantes de
Devektra, esperando a que comenzara la presentación. Se había retrasado, pero la
mayor parte del público estaba borracho y no parecían estar impacientes, mucho
menos yo. En lugar de eso, me sentía extraño. Estaba mareado y eufórico. No sabía a
dónde se había ido Devektra después de que me dejara, pero aún después de su
advertencia («va a suceder algo terrible»), no estaba preocupado por ella. Mi cerebro
seguía zumbando, dando brincos y volteretas.
Nuestro beso había sido increíble, pero seguía conmocionado por el entendimiento
telepático que. Al hablar solo con nuestras mentes, nos habíamos comunicado a un
nivel más puro, más real, de lo que hubiera experimentado antes. Ningún beso se
52
podría comparar con eso.
Las luces se apagaron finalmente en el club, y al mismo tiempo, apareció una luz en
el escenario que fue tomando forma hasta formar un óvalo de luz cegadora. Cada
persona en el lugar miraba la luz, conteniendo la respiración en anticipación a lo que
pasaría en unos instantes. Luego se produjo un sonido, un sonido finísimo y
desgarradoramente frágil. Parecía venir del centro de la luz. Mientras el sonido crecía
en intensidad y volumen, sin perder su hermosa fragilidad, el disco de luz empezó a
doblarse y girar, como si se quisiera romperse.
¿Dónde estaba Devektra? Sonaba como si estuviera dentro del orbe de luz.
La luz seguía alzándose sobre el escenario, y la voz que estaba en el interior empezó
a elevarse. El orbe detuvo y quedó flotando en el centro exacto del club, a unos metros
de distancia de donde yo estaba al borde del balcón. Era tan brillante que dolía al
mirarlo, pero no podía dejar de hacerlo. El volumen siguió subiendo y subiendo.
Algunas personas de entre el público se taparon los oídos con las manos para cubrirse
de la perforación sónica de Devektra. Pero aun así, nadie se atrevió a alejar la vista del
disco de luz.
Y entonces explotó.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
De repente había luz en todos lados, no había una sola sombra en el club por lo
general sombrío. La gente se dio vuelta, aturdida, y miró a sus compañeros de
concierto con nuevos ojos, cada poro de cada rostro quedó al descubierto, iluminado.
El sonido de la voz de Devektra también explotó, se rompió en cascadas sonidos
tintineantes que se escucharon a igual volumen en cualquier punto del club.
―Ahí está ―dijo una voz en la multitud.
Devektra estaba por encima del público, su público. No en el escenario, si no sobre
la barra cercana a la entrada. Los sonidos tintineantes desaparecieron como el humo.
Había estado dirigiendo la voz para formar ese orbe de luz todo el tiempo, nadie se
había dado cuenta de que estaba en otro lugar.
Era increíble, y apenas estaba comenzando.
Devektra empezó a alejarse de la barra y atravesó la multitud de camino al
escenario. En circunstancias normales, las personas habrían estado gritando, dando
codazos y corriendo para acercársele, pero dieron un paso atrás para dejarla pasar,
aún estupefactos por lo que acababa de suceder.
Comenzó a cantar, sin micrófono, sin amplificador y sin la manipulación de su
legado; simplemente cantó. Nadie en la audiencia se atrevió a emitir sonido
alguno. Su voz era tan clara como una campana. No era uno de sus espectáculos 53
usuales de baile. Era una canción simple, triste. Apenas podía entender sus palabras,
pero sabía que era una canción de amor y pérdida. Devektra llegó al escenario y subió
sin dejar de cantar y sin desafinar. Cuando se giró hacia la audiencia, en sus ojos
brillaban las lágrimas.
Yo estaba absorto. Me preguntaba sobre qué estaba cantando, no pude evitar
preguntarme si cantaba sobre mí.
En realidad, no tenía que preguntármelo: lo sabía. Era sobre mí, pero tampoco lo
era. Cantaba para mí. La tristeza de la canción era más grande que uno o dos lorienses,
era tan grande como el planeta. Era una canción para Lorien.
Estaba tan inmerso, que di un salto cuando algo comenzó a vibrarme en la muñeca.
Miré hacia abajo sorprendido, pues había olvidado que llevaba la pulsera de
identificación de Daxin, que sonaba y vibraba con urgencia. La silencié y regresé la
atención al escenario.
Devektra seguía cantando, con los ojos cerrados.
La pulsera comenzó a vibrar de nuevo, así que me la quité para inspeccionar por
qué sonaba con tanta insistencia. Mientras sostenía la pulsera entre las dos manos, que
vibraba contra los huesos de mis dedos, inspeccioné la interfaz digital. La pequeña
pantalla rectangular parpadeaba, mostrando una sola palabra: «ALERTA».
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
54
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 10
Traducido por Lauraef
Todavía estaba intentando decidirme cuando vi que sus brillantes pantalones rojos
subían por la pared y escapaban por la salida. Después de todo, no se lo había pensado
dos veces cuando tuvo la oportunidad de ponerse a salvo. ¿Se le había ocurrido
buscarme siquiera?
Ya no había nada que me retuviera aquí, así que corrí hacia la multitud en la base
de la pared. Intenté resistirme a echar un vistazo al humeante club en ruinas lleno de
sangre. No mires atrás.
Pero miré atrás y mis ojos fueron directos a él.
Era Paxton. Estaba vivo, pero estaba agazapado en el suelo, desesperado,
meciéndose adelante y atrás.
Sabía que estaba siendo un idiota, pero no me importaba: sin pensármelo dos veces,
dejé mi sitio al final de la cola y me apresuré a ayudarle. Al acercarme, entendí por qué
se había rendido. A sus pies, aplastada por el hormigón, estaba Teev.
Lo cogí de la mano e intenté de llevarlo hacia la salida, pero no se movía.
Sus ojos encontraron los míos.
―Está atrapada ―dijo―. Teev. Tenemos que sacarla.
No tenía que mirar para saber que Teev estaba muerta. Sin embargo, Paxton no lo
entendía. 57
―Lo siento ―dije―, pero no hay tiempo. Tenemos que irnos ahora.
Lentamente, comenzó a alejarse del cadáver de la chica que una vez me había
gustado y a la que él había amado. Lo empujé hacia adelante a través de los escombros
del balcón, intentando no imaginarme todos los cuerpo lorienses mutilados y
ensangrentados bajo las piedras.
Fuimos los últimos en subir la pared. Mientras empujaba a Paxton para que saliera,
vislumbré la pulsera de Daxin entre los escombros, a unos metros de distancia. Debí
haberla dejado caer cuando el tejado se derrumbó y se cayó el balcón. El humo era
apabullante, y las llamas casi habían alcanzado la salida, pero tomé un último riesgo
de todas maneras.
Fui a buscarla.
Me volvía a poner la pulsera en la muñeca, subí la pared y salí a la noche.
En la calle, una mujer ensangrentada con ropa hecha jirones deambulaba entre los
supervivientes.
―¡Devektra intentó matarnos! ―gritaba―. ¡Devektra lo hizo!
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
60
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Capítulo 11
Traducido por Shiiro
una cêpan con una pierna herida, sin legados y sin tan siquiera un arma. Me puse de
pie de todas formas, giré para enfrentar a quienquiera que fuera y me preparé para
luchar.
Los pasos que se me aproximaban eran pesados y decididos, y a medida que
cobraban intensidad, la melodía de la canción final de Devektra volvió a mí. Comencé
a tararear, pero antes de poder ver a mi enemigo, colapsé.
63
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 12
Traducido por Shiiro
―Muy bien, pues ―dije, con sarcasmo lastimero. Le dije adiós a Brandon con la
mano―. ¡Supongo que veré por ahí!
CAPÍTULO 13
Traducido por CairAndross
El vehículo retumbaba y anadeaba sobre la tierra sin pavimentar, con el curso fijado
hacia el Kabarak malkano. Con la cosa en piloto automático, estaba libre para excavar
en la parte trasera en busca de armas. No tenía idea de si la segunda avanzada de los
mogadorianos sería otra ronda de misiles o una invasión terrestre, pero pensé que no
estaría de más armarme. Desafortunadamente, lo único que logré encontrar fue un
cuchillo largo y afilado. No era especialmente poderoso, pero era algo. También agarré
un dispositivo de información de repuesto, esperando que, de alguna forma, me diera
noticias de otro ataque.
Lo puse en funcionamiento sin esperar demasiado, pero aún captaba transmisiones
dispersas, irregulares. Las que llegaban, estaban principalmente dedicadas a las
comunicaciones munis sobre los efectivos de rescate en la ciudad.
Nos habían tomado por sorpresa, como predijeron los ancianos. Incluso ahora, la
gente no parecía entenderlo. Ni una sola de las transmisiones que fui capaz de captar,
había hecho referencia alguna al hecho que nos habían atacado… o al hecho de que el
68
ataque aún no había terminado.
Tal vez, el resto de Lorien estaba aún ajeno. Sin embargo, yo sabía la verdad. Sabía
lo que tenía que hacer.
Iba a salvar al niño o a morir en el intento.
El vehículo se detuvo en el borde del Malka y me abrí camino por el sendero de
tierra, en la oscuridad. No podía ver mucho, pero dejé que mi memoria me guiara
hacia la cabaña que el muchacho compartía con su abuelo. Cuanto más me acercaba,
más vibraba la pulsera localizadora, señal de que iba en la dirección correcta.
En la distancia, podía oír el murmullo de la fiesta malkana del Cuarto de Luna. Aún
no lo sabían. Por un breve instante, consideré correr hacia el Kabarak y advertirles de
la próxima invasión, decirles que se armasen, pero no tenía tiempo para ello y, de
todos modos, no haría ninguna diferencia. Tenía que mantener mi enfoque, esto era
sobre la supervivencia de toda nuestra raza. Brandon había dicho que tenían que ser
nueve.
Cuando llegué a la cabaña, el niño, su abuelo y la chimæra juguetona no se veían
por ninguna parte, pero la pulsera continuaba vibrando en mi mano. Al moverme en
un par de direcciones diferentes y medir la frecuencia de las vibraciones, fui capaz de
obtener la señal: estaba más lejos, por el camino.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Rodeé una elevación que daba a un campo estrecho entre otras colinas. Una gran
hoguera ardía cerca y, mientras me acercaba, vi al abuelo del niño acuclillado junto a
ésta; levantó la mirada hacia mí.
El niño y su chimæra no estaban a la vista.
El hombre hizo un gesto hacia el asiento junto a él. Nervioso, avancé y ocupé mi
lugar junto a la hoguera del campamento. Lo que fuera que estaba cocinando, olía
delicioso. Casi amanecía y no había comido desde el postre de la noche anterior.
Espoleado por el aroma, se me hizo agua la boca.
El hombre hizo un gesto hacia la olla.
―Come ―ordenó.
Hice lo que me dijo; utilicé la cuchara de piedra que sobresalía del recipiente para
llenar un pequeño cuenco de arcilla con el sabroso estofado.
―Está delicioso ―dije, asintiendo con gratitud.
―Viniste por mi muchacho ―dijo el abuelo.
―Sí ―afirmé, al darme cuenta de que él supo todo el tiempo por qué estaba allí.
―Es todo lo que tengo ―dijo―. Cualquiera puede ver que tiene algo especial. Mi
don me permite vislumbrar raros destellos de los hilos del destino, y siempre supe que
este día llegaría. El día en que te conocí, me di cuenta de que no faltaba mucho tiempo. 69
La pulsera de identificación de Daxin no había dejado de vibrar como loca, desde
que me había sentado, y ahora el dispositivo estaba enloqueciendo. Aquí, en una
fogata, con este hombre fuerte y simple observándome, me sentí como si fuera un
idiota cegado por la tecnología.
―Un segundo ―le dije, sintiéndome como un completo imbécil―. Disculpe.
Me puse de pie, saqué el dispositivo de mi bolsillo, lo miré y leí la última
actualización: APROXIMACIÓN DE LA SEGUNDA OLA CONFIRMADA. ATAQUE DE MISILES,
SEGUIDO POR FUERZAS TERRESTRES. Algún guerrero superviviente de las FDL 1, o tal vez
algún empleado munis, se las había arreglado para llegar a la red de comunicación y
hacer sonar la alarma real.
Aún me estaba preguntando qué significaba todo eso, cuando sentí que las piernas
ya no soportaban mi peso. El dispositivo salió volando de mis manos y aterrizó en el
suelo con un ruido sordo. Pero solo era el niño, que se había abalanzado sobre mis
piernas y me había derribado al suelo. Era más fuerte de lo que parecía y él lo sabía. Se
dejó caer de espalda sobre la hierba y rió con orgullo salvaje; la pulsera metálica en su
muñeca brillaba bajo la luz del fuego.
CAPÍTULO 14
Traducido por CairAndross
El suelo del camino era irregular mientras corría sendero abajo; las ramas y las
zarzas me arañaban mi rostro en la oscuridad. Maldecía en voz baja y tropezaba cada
tres pasos. El niño en mis brazos había comenzado a llorar tan pronto como su abuelo
desapareció de la vista, pero lo hacía en silencio.
―Está bien ―le dije, frotándole la espalda―. Está bien, pequeño.
No estaba bien, pero quizás las cosas serían mejores algún día para el niño en mis
brazos, si no para mí. Sin embargo, primero tenía que llevarlo al sitio de evacuación, y
lograr que no nos mataran a ambos por el camino. Eso iba a ser más fácil decirlo que
hacerlo.
Jadeé cuando surgí de entre los árboles, en el claro cerca de la cabaña, y vi el cielo.
Estaba tan brillante como si fuera de día, de un azul brillante salpicado de ráfagas de
color rosa pastel y púrpura, por encima y por debajo del horizonte. Era como si todo el
mundo estuviera en llamas. Quizá lo estaba. Las explosiones se producían más rápido
de lo que podía contarlas. No podía detenerme a pensar en ello. El pánico no me haría
71
ningún bien y, más tarde habría tiempo de sobra para el luto. Brandon y la nave de
evacuación partirían pronto, si ya no se habían ido. Tenía que haber nueve garde.
Brandon lo había dicho y, de alguna manera, yo lo sabía en mi interior. Tenía que
llevarlo a la nave antes del despegue.
El vehículo estaba justo allí. Un paso a la vez.
Cuando aseguré el niño a mi lado y puse en marcha el piloto automático, la pantalla
de la consola se iluminó con un mar de rojo. El sistema aún estaba enlazado a un
satélite de las FDL que leía las condiciones por todo el planeta, y la devastación que ya
se extendía sobre la superficie de Lorien (traducida en manchas rojas parpadeantes en
la pantalla), ya ocupaba la mayoría de las rutas de regreso a la pista de evacuación,
tornándolas riesgosas en el mejor de los casos. La ruta que había seguido para llegar
aquí estaba completamente obstruida.
Como ésa ya no era una opción, parecía que mi mejor baza era pasar a través de
Malka y, luego, reincorporarme a la ruta original en algún punto intermedio. Encendí
el piloto automático, lo puse a la velocidad más alta posible e inspiré hondo.
Funcionaría o no. El motor comenzó a zumbar y luego partimos a toda velocidad hacia
la noche ardiente.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Solo entonces me volví hacia el niño, que seguía llorando. No tenía ninguna
experiencia con niños, ni siquiera era un aprendiz de cêpan mentor. Una vez que lo
depositara en la pista, partiría al gran destino fuera, y dejaría de ser mi problema.
Pero odiaba oírlo llorar. Lo miré a los ojos y él sorbió un poco, mientras sus sollozos
se hacían más débiles. Era como si no quisiera que yo lo viera así, como si estuviera
intentando ser valiente.
―Escucha, niño ―le dije. Cuando hablé, sus sollozos se hicieron aún menos
audibles―. Las cosas van a ponerse un poquito riesgosas. Tienes que ser valiente. Eres
un garde, ¿sabes? Algún día, vas a tener un montón de poder. Serás capaz de ser quien
quieras ser. Pero primero, necesitas mantener la cabeza en alto. Después de todo, eres
el futuro de toda la maldita raza de Lorien, ¿no?
El niño me miraba fijo ahora, y ya no lloraba. Estaba pendiente de cada una de mis
palabras, con los ojos abiertos y su pequeña boca formando una pequeña o.
―¿Lo captas, compañero? ―pregunté―. Te necesitamos.
Él me dirigió una mirada seria y agitó su puño frente a mi rostro.
―Tiendo, tiendo ―dijo.
―Sí ―dije sonriendo―. Tiendo, tiendo es correcto.
WONNNNKKK. WONNNNK. 72
Instintivamente, alcé las manos para cubrirme los oídos. El niño chilló. Era el sonido
de una especie de cuerno, profundo y resonante. Retumbó por las ruedas de la van
hasta mis huesos.
Tenía la sensación de saber qué era: el sonido de una nave mogadoriana. No podía
ser nada más. Esto no era bueno. Revisé la consola. Estábamos por llegar, pero aún nos
quedaba camino por recorrer.
El camino por delante de nosotros estaba cubierto de escombros, árboles caídos y
cadáveres aquí y allá. Traté de no mirarlos. A la derecha había un vacío en el cielo,
donde una vez estuvieron las Torres de Elkin. En la distancia, las ruinas humeantes de
Ciudad Capital se estaban acercando.
Acabábamos de llegar a Parque Eilon, en las afueras de la ciudad, cuando nos
golpeó.
No estoy seguro de qué nos golpeó. No era un misil o, de lo contrario, estaríamos
muertos. Podrían ser los restos voladores de una bomba, podría ser otra cosa. En
realidad, no importaba. Fuera lo que fuese, algo enorme chocó contra la van y nos
envió volando. Todo quedó a oscuras.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Ni siquiera lo pensé, sabía lo que tenía que hacer. Me puse de pie, aferré la espada
y, con deslumbrantes luces blancas intermitentes a mi alrededor, la agité con toda la
fuerza que tenía. Un géiser de sangre brotó en el aire cuando su cabeza salió volando.
Nunca la vi. No sé cómo nos encontró, o por qué no se reveló, probablemente no
era el momento. Pero era ella. Devektra me había salvado. Más importante aún, había
salvado al niño.
Él se levantó, me miró con curiosidad, aparentemente imperturbable por lo que
acababa de suceder, y señaló algo que yacía en la hierba, a pocos metros de distancia.
―¿Motocicleta? ―preguntó.
74
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 15
Traducido por CairAndross
77
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
CAPÍTULO 16
Traducido por CairAndross
Los primeros días en el espacio habían sido los peores. Los cêpan mentores nos
habíamos agrupado en la cantina, con nuestros traumatizados pupilos en el regazo,
esperando noticias del piloto de la nave sobre el destino de Lorien. Brandon había
explicado que la gran mayoría del consejo, la academia y las FDL habían sido
exterminados en la primera ola, pero tendrían que quedar supervivientes, héroes como
Devektra, quienes lucharían contra las fuerzas invasoras sin importar las
probabilidades en contra. Se había decidido por votación que una vez que
alcanzáramos una distancia relativamente segura, la nave se detendría a observar y
esperar. Si había alguna señal que la derrota de Lorien no era completa, de que se
hubiera formado algún movimiento de resistencia que aún sostuviera la mínima
posibilidad de supervivencia, regresaríamos y ayudaríamos en lo que fuera posible.
Pero después de muchos días y noches sin dormir, el piloto salió a la cantina desde
la parte frontal de la nave y negó con la cabeza.
―A partir de los escáneres de la nave… ―dijo, luchando contra las lágrimas―. No
hay nada. No queda nada.
De todos los horrores que había sufrido, ése fue el peor, el más devastador.
Las cosas fueron mejorando, lento, pero seguro. Y aún con mis pensamientos más
oscuros, era difícil deprimirse con cuando teníamos nueve niños enérgicos e 80
incontrolables a nuestro alrededor, cada segundo del día.
―Está enferma ―anunció Hessu. Casi di un respingo: Hessu nunca hablaba si no le
hablaban primero.
Me tomó un segundo darme cuenta que estaba hablando de su garde, la niña a la
que llamábamos «Uno».
―Me desperté en mitad de la noche con un mal presentimiento, así que fui a la
habitación de los niños para comprobarla y claro, cuando le toqué la frente, la tenía
caliente. Una fiebre fuerte. ―La aversión de Hessu al contacto visual era solo una
parte de su personalidad, pero la intensidad con la que evitó mi mirada me hizo temer
lo peor.
―¿Dónde está? ―pregunté―. ¿Se encuentra bien?
―Está en el Autodoc. ―Debido a que nadie a bordo tenía conocimientos médicos,
la nave había sido equipada con una pequeña área de clima controlado, llamada
Autodoc. Ésta supervisaba los signos vitales del paciente y administraba la medicina
necesaria a través de las rejillas de ventilación―. La máquina dice que estará bien.
―Pues bien ―dije, aliviado―. Eso es bueno.
Hessu simplemente se encogió de hombros. Tenía la boca fruncida y parecía
amargada, como si hubiera estado chupando algo ácido.
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
Su bendición solo era un enlace a los demás, ella no era invulnerable. Cuando
muriera, Dos sería vulnerable. Cuando Dos muriera, Tres sería vulnerable. Una y otra
vez en la cadena de sus preciosos jóvenes garde.
Puesto en esos términos, ya no se sentía como una bendición, para nada. Parecía
una maldición y me hizo sentir enfermo solo el pensar en ello.
Hice una pausa ante la puerta de la barraca y miré por la ventana de la nave. Lo
único que veía eran estrellas. Aún quedaban muchas galaxias por recorrer, antes de
llegar a nuestro destino. Nos dirigíamos a la Tierra, un planeta que estaba lejos de ser
perfecto. No se parecía en nada a lo que había sido Lorien.
Pero, aún con todas las terribles historias que había oído sobre la miseria de la
Tierra (las guerras, la hambruna, la contaminación), lo esperaba con ansias, al menos
un poco. Aún recordaba que la transmisión que había visto la noche del Cuarto de
Luna, antes de tomar la fatídica decisión de coger la pulsera de Daxin y dejar la
academia, y supe que la Tierra no podía ser tan mala.
Entré a la barraca y encontré a Nueve esperando sobre el suelo, de espalda a la
puerta virtual. Adel, la cêpan mentora de Siete, estaba sentada en una silla en la
esquina, cumpliendo su deber como supervisora asignada de ese día.
―Hola, Adel ―la saludé, dándole una sonrisa y un breve saludo. Ella me los 82
regresó.
Ante el sonido de mi voz, Nueve se levantó de un salto, se dio la vuelta y corrió
hacia mí, aferrándose a mis rodillas. Levantó la vista, con los ojos brillantes.
―¿Sandor? ―preguntó, alargando mi nombre y moviendo la cabeza de atrás hacia
delante―. ¿Vamos a jugar hoy?
Bajé la mirada hacia él y sonreí.
―Seguro, compañero ―contesté―. Vamos a jugar.
fin
PITTACUS LORE DARK GUARDIANS
AGRADECIMIENTOS
Moderadora a Cargo
• Pamee
Traductores
• Jackiejt
• Lauraef
• AOMontero
• Niyara
• Ximena30
• Ann Dawn
• Talylak
• Shiiro
• CairAndross