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1. UN POCO DE HISTORIA
1. Introducción
Desde que en los años 50 Richard Feynman pronunciara su célebre frase “there’s plenty
of room at the bottom”, la nanociencia y la nanotecnología se han convertido en dos de
los pilares fundamentales de la ciencia moderna. La nanotecnología, gracias a su
naturaleza interdisciplinar, se ha extendido y se extiende rápidamente en multitud de
disciplinas como pueden ser la ingeniería, la física, la química y las ciencias de la vida.
Aunque hay una cierta tendencia general a pensar que la palabra “nano” se restringe al
campo de la investigación más teórica, hay una gran variedad de productos de la vida
cotidiana que se benefician de esta aproximación revolucionaria a la ciencia y la
tecnología. La microelectrónica es quizá el campo que se ha beneficiado de manera más
inmediata, ya que todos conocemos las mejoras introducidas en los microprocesadores y
otros componentes electrónicos, cada vez más pequeños y potentes.
Sin embargo, las ciencias de la vida, la medicina y la cosmética, por citar solamente
unos casos, están introduciendo de manera exitosa nanopartículas en productos tan
comunes como protectores solares o tratamientos antiedad (1). En este sentido, es
importante destacar que este tipo de productos se han convertido en foco de atención del
ojo público debido a que no han sido testados de manera intensiva sobre seres humanos
y, por tanto, sus efectos a largo plazo permanecen desconocidos (1).
El diámetro nanométrico de las partículas utilizadas les permite penetrar la piel y entrar
en el flujo sanguíneo, hecho que las vuelve proclives a generar ciertos tipos de cáncer.
En esta situación tan incierta, las industrias relacionadas con la nanotecnología esgrimen
sus argumentos para publicitar los beneficios de sus productos y para introducirlos en
los mercados globales, hecho que cambiará el mundo de los artículos de consumo de
una manera definitiva. El estudio de la naturaleza en el rango nanométrico experimentó
un auge muy relevante desde la invención y desarrollo de las Microscopías de Sonda
Próxima (SPMs).
Ahora ya era posible obtener imágenes con una mínima preparación de muestra, tanto
en aire como en vacío o en una gran variedad de medios líquidos, principalmente
acuosos. Hoy en día, mediante el desarrollo de accesorios específicos, es incluso posible
realizar medidas topográficas en un rango de temperaturas que van desde los 4K (en
condiciones de ultra-alto vacío, UHV) hasta 250oC. Sin embargo, el AFM es mucho
más que una manera de obtener imágenes de la superficie de todo tipo de muestras;
debe ser considerado como una plataforma instrumental desde la que podemos acceder
al nanomundo con una resolución nunca vista hasta ahora.
En el campo de la ciencia de materiales, por citar un ejemplo, el AFM puede ser usado
como un indentador clásico con la particularidad de permitir controlar la fuerza vertical
ejercida sobre la muestra (Fv) con una resolución en el rango de los picoNewtons. Estas
nuevas posibilidades son extremadamente importantes, por ejemplo, para caracterizar
las propiedades mecánicas de capas delgadas y de los recubrimientos tecnológicos
avanzados usados en el diseño y producción de los llamados Sistemas Micro- y
NanoElectroMecánicos (MEMs y NEMs).
Sin duda, este control de fuerza tan preciso representa una auténtica revolución en el
campo de la biofísica, ya que ahora son accesibles las propiedades mecánicas de células
individuales, proteínas y membranas celulares de manera experimental (4). El AFM
también es capaz de modificar la superficie de las muestras realizando rascados y
oxidaciones locales, permite caracterizar eléctrica (5) o incluso magnéticamente las
muestras y aplicar nano-gotas de disoluciones moleculares sobre superficies de manera
selectiva para crear patrones funcionalizados sobre todo tipo de sustratos.
Debido a todas estas razones, el AFM debe ser considerado como una plataforma para
explorar el nanomundo, como el núcleo de un sistema que constantemente es
actualizado con nuevos modos de trabajo, la implementación de los cuales está
demoliendo de manera paulatina e inexorable las barreras que todavía separan la
química, la física la biología y la ingeniería.
3. MODOS TOPOGRÁFICOS
Modo de contacto
En este modo topográfico, la sonda del AFM se encuentra en contacto íntimo con la
superficie de la muestra, manteniendo una deflexión de palanca constante, esto es,
aplicando una fuerza vertical constante sobre la muestra. A partir de este momento
inicial de contacto, el sistema de retroalimentación mantiene esta deflexión invariable
mientras la sonda escanea la superficie de la muestra en el plano XY mediante el
movimiento del piezoeléctrico en el eje Z. De hecho, esta respuesta del eje Z del
piezoeléctrico corresponde a la topografía de la muestra.
Este modo de trabajo permite obtener las imágenes de AFM con la máxima resolución
pero, debido a este contacto tan directo entre ambas interficies, puede resultar
demasiado agresivo y deformar la superficie de la muestra, creando desperfectos
superficiales o artefactos topográficos de todo tipo. Además, el radio de la punta crece
rápidamente debido a las fuerzas de fricción establecidas durante el escaneado. Todo
esto conlleva una degradación paulatina de la calidad de las imágenes obtenidas. Por
estas circunstancias, el modo de contacto está indicado solamente para la obtención
imágenes en las que la resolución vertical es absolutamente fundamental,
principalmente en casos en los que las medidas se realicen sobre materiales duros
(polímeros, metales, óxidos) (6) o bien ciertas muestras biológicas muy determinadas
que presenten una gran ordenación superficial (cristales de proteínas en dos
dimensiones o canales iónicos en membranas celulares, por citar un par de ejemplos).
Espectroscopia de Fuerzas
La sonda de AFM puede ser usada como un nanoindentador para testear la respuesta
mecánica de todo tipo de muestras (11,12,13). Su principal ventaja es que las medidas
pueden realizarse con una resolución espacial en los ejes XY en el rango nanométrico y
que la fuerza vertical aplicada sobre la muestra puede ser tan pequeña como unas
decenas denanoNewtons. Consideremos un caso práctico en el que tengamos una matriz
polimérica con nanopartículas embebidas en la misma; un indentador clásico sería capaz
de obtener el módulo de Young (E) de una región superficial en el rango milimétrico,
mientras que el AFM es capaz de realizar nanoindentaciones locales de manera
independiente en la matriz y en las nanopartículas. Además, la profundidad de muestra
testeada puede mantenerse también en el rango nanométrico, mientras que en el caso del
indentador clásico no es posible separar las propiedades superficiales de las del material
en bulk. Este hecho es realmente interesante en el campo de la biología, donde las
muestras usualmente tienen grosores en el rango de las micras y donde es
extremadamente difícil obtener información nanomecánica cuantitativa mediante otras
técnicas (Fig. 4). En los CCiTUB (Centros Científicos y Tecnológicos de la Universidad
de Barcelona), se han medido valores de E de agregados de proteínas depositados sobre
mica de manera cuantitativa (14), aunque nuestro principal sector de actuación ha sido
la caracterización de membranas de fosfolípidos y nanomateriales. En este campo, se ha
caracterizado de manera cuantitativa la fuerza vertical necesaria para indentar
membranas celulares en una gran variedad de medios líquidos y condiciones salinas
(15), diferentes valores de pH (16) y diferentes composiciones fosfolipídicas
(17,18,19,20). En lo que concierne a monocapas, se han realizado experimentos en los
que se ha demostrado que los ácidos grasos y los tioles se deforman de una manera
cuantizada y progresiva bajo la presión ejercida por la sonda de AFM, aportando valiosa
información acerca del empaquetamiento bidimensional de estas estructuras (21,22). En
lo que refiere a los materiales duros, la exploración y comparación de los valores de E
obtenidos por métodos clásicos y mediante AFM están llevando a la comprensión de las
diferentes propiedades mecánicas mostradas por los materiales en función del volumen
de interacción entre indentador y muestra (profundidad de la huella) (11,12,13). Otros
parámetros que pueden extraerse de estos experimentos nanomecánicos, también
llamados curvas de fuerza, son la fuerza de adhesión entre sonda y muestra, la fuerza
vertical necesaria para deformar de manera permanente la superficie de estudio y la
fuerza necesaria para desencadenar una transición elastoplástica.
Figura 4. Medidas nanomecánicas realizadas mediante AFM. a) Cuando una muestra es
comprimida mediante una sonda de AFM, se obtiene una curva de fuerza. En el caso de
materiales mono/muticapas, es posible cuantificar de manera muy precisa la fuerza
vertical necesaria para indentar la muestra (esta rotura se muestra como una
discontinuidad en la curva de aproximación (roja) mostrada en la figura 4a. b) Imágenes
de proteínas globulares obtenidas mediante AFM en la superficie de las cuales se han
realizado curvas de fuerza. Un mapa del valor de E se ha añadido a las imágenes
topográficas. c) La nanomecánica de las membranas fosfolipídicas puede ser
caracterizada, al igual que la fuerza de rotura de las membranas en función de la
longitud de las cadenas hidrocarbonadas de los fosfolípidos depositados sobre un
sustrato (en este caso, su longitud varía entre 14 y 20 carbonos).
Para poder operar en este modo de trabajo, es necesario utilizar una sonda de AFM
recubierta con un film ferromagnético. Mientras se desarrolla el escaneo de la muestra
en modo contacto intermitente de la manera usual, la interacción magnética establecida
entre la sonda y la superficie de la muestra induce pequeñas variaciones en la fase de la
vibración de la palanca, señal que se considera como proporcional a las variaciones del
campo magnético superficial de la muestra. Esta técnica se utiliza para examinar
materiales que presentan magnetismo de manera natural pero también estructuras en las
que se ha escrito información magnética de manera deliberada (Fig. 7a y 7b).
Glosario
E. Young’s modulus
I. Current Intensity
V. Potential