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Alejarse de los seres queridos puede ser una de las decisiones más difíciles.
Pero cuando las heridas y el irrespeto alcanzan niveles que hieren su
dignidad es hora de repensar su camino.
Inicialmente usted puede luchar para lograr lo que tanto ansía, y en ocasiones
con una toma de conciencia y un trabajo interior contundente lo consigue. Sin
embargo, no puede desconocer los condicionantes ocultos y la manera como
cada uno interpreta cada vivencia. Cada miembro de su familia tiene un
observador interno el cual condiciona a cada uno de los participantes de cada
relación. El trabajo más complejo es aceptar que todos están en evolución
permanente y que no depende de usted la transformación del otro.
Una vez haya establecido estas reglas con usted mismo y después con ese
miembro de su familia con quien desea llegar a una relación armónica, es
necesario iniciar un diálogo pausado y amoroso. Primero exprese lo que
usted piensa, después ese pensamiento bájelo a su corazón, para decirle lo
que usted siente y por último exprese claramente lo que usted necesita.
Recuerde que no es una exigencia, es una petición, esto denota un asertivo
lenguaje no violento.
Ahora bien, esta no es la única razón por la que una familia, que viva bajo el
mismo techo o no, genere vínculos tóxicos. En otros casos, los parientes
forman ‘alianzas’ en contra de otro miembro y “se presenta falta de
respeto contra otros miembros, agresiones, desvalorización y exclusión
de decisiones familiares”, dice López.
Aunque suene raro, hay que saber también controlar las esperanzas. Como
explica el psicólogo Rodríguez, “a veces quienes quieren arreglarlo todo y
que siempre piensan en perspectivas como grupo familiar son los que siguen
siendo más desfavorecidos y afectados (porque reciben más maltrato)”.
Podemos decidir no volver a ver a una pareja, quizá porque el daño que
ha hecho a nuestro corazón es demasiado grande.
¿Se lo debemos todo a las personas que nos han dado la vida?
“Yo a veces no me hablo con mis padres por periodos que pueden ir de varias
semanas a años. A veces es porque me han pegado, insultado, echado
de mi casa o porque me tratan mal por mucho que lo intenten.”
Esta relación cíclica con sus padres se debe principalmente a que ellos no le
entienden, a que juzgan su manera de vida quizá porque se sienten
insatisfechos con la suya.
“Cada minuto sin ellos soy feliz. Cuando hablo con ellos, los quiero y me
alegro, pero de algún modo estoy apostando contra mí mismo, porque
jamás me van a permitir ser libre o feliz o respetarme. Y tardo meses en
recuperarme de ello. Es una resaca de larga duración.”
Adiós, mamá
Desde ese momento Lucy hizo lo que tanto miedo le daba, pero también lo
que de pronto le provocó una liberación infinita. Con el tiempo, Lucy
recuperó la relación con su madre. Y aunque ahora son más distantes, han
conseguido respetarse la una a la otra, y sobrevivir.
Aunque a pesar de este final agridulce, ella tiene las cosas más que
claras: “si te duele, estás en tu derecho de cortar la relación, de poner
tus límites. Sea quien sea la otra persona, lo primero es cuidarse.”
Dentro de unos meses Julia va a ser abuela. Ronda los 50 años y está
emocionada por lo que está por llegar. Julia, que ha tenido etapas de su vida
absolutamente tristes, desastrosas y depresivas, mira al futuro con
confianza, porque tomó la decisión de ser la dueña de sus emociones.
La familia que Julia ha decidido tener es muy pequeña. Minúscula. Las
personas que le importan son su marido, su hijo, su nuera y el bebé en
camino. No le importa nada más y ha decidido cuidar a los que más quiere,
entenderlos y sobre todo respetarlos.
En adelante, casi todos los problemas de Julia con sus padres y sus
hermanos estaban relacionados con el dinero. Para ella, lo más importante
era ahorrar con tal de, algún día, poder ayudar a su hijo en todo lo que
necesitara.
Después de cinco años sin hablar con sus padres ni con sus hermanos, una
antigua amiga de su ciudad natal la llamó para avisar de que su madre
estaba muriendo. Julia quiso saber qué pasaba, pero sus hermanos lo
impidieron.
Durante meses reflexionó acerca de si debía presentarse en el funeral una
vez llegado el momento. Cuando ocurrió, tomó la decisión de pasarse
unos minutos por el tanatorio, para despedirse a su manera.
Hay relaciones que son como un objeto roto, a veces es mejor deshacerse
de él que intentar arregarlo rápido y mal con un poco de pegamento
“Cuando vi a mi madre muerta sentí mucha pena. Era la primera vez que
la veía en todo el tiempo que habíamos estado sin hablar. Sentí pena y rabia,
porque pensé en todo el tiempo que había perdido. En todas las horas
en las que podría haber disfrutado de su nieto. En qué nos había llevado
a esa situación.”
Julia va a ser abuela y no oculta su alegría, como tampoco oculta la angustia
que le causa saber que su hijo ha crecido sin unos abuelos que le
cuidaran, que le quisieran, que le apoyaran.
“Yo no quiero hacer daño a mi hijo”, susurra. Porque, según ella, lo más
seguro es que nadie en su sano juicio quiera llegar a una situación similar,
pero a veces, cuando el dolor se presenta, hay que ser rápido y frío en la
manera de actuar.
Respuesta: Creo que es una buena señal el hecho de que hayas dejado de
ver ese menosprecio como algo normal. Probablemente indicaba que tu
autoestima era baja por entonces y te sentías merecedora de ese
menosprecio, algo que parece haber cambiado, lo cual supone el primer
paso; es decir, reconocer el daño y la injusticia. La siguiente fase lógica es
esta en la que te encuentras ahora: sentir resentimiento y dolor por lo
sucedido. Sí se puede considerar normal a pesar del paso del tiempo si
tenemos en cuenta que ha sido un tema no resuelto. Cuando nos sucede algo
que nos causa dolor y no asimilamos lo sucedido, ese dolor puede
permanecer durante años.
La siguiente fase tiene que ver con la superación de todo aquello. Como tú
misma dices, ahora tienes tu propia vida y te sientes bien contigo misma. Ya
no los necesitas a ellos y ellos no pueden hacerte daño si tú no los dejas. Es
decir, tú tienes más control sobre tus sentimientos del que te puede parecer
en un primer momento.
Si alguien te menosprecia, por ejemplo, diciendo algo desagradable acerca
de ti, es bastante lógico que te moleste (probablemente le molestaría a
cualquiera), pero sentirte molesta no es lo mismo que sentirte deprimida,
hundida, furiosa, etc. Y ahí es donde puedes elegir.
Tú puedes decidir si te vas a sentir sólo molesta (que es un sentimiento leve
y fácil de sobrellevar) o si te vas a sentir deprimida o furiosa, ya que esos
sentimientos dependen de lo que pienses, de las cosas que te digas a t
misma. Por ejemplo, si alguien te insulta y tú piensas: "Tienen razón, no valgo
para nada, si ellos me desprecian es porque soy una inútil a la que nadie va
a querer nunca", entonces, sin duda te vas a deprimir, pero si,
inmediatamente después, te dices a ti misma: "Eh, ¿qué estoy pensando?
Eso no es cierto, lo que ellos digan de mí no me convierte en una inútil; es
sólo su opinión, y las opiniones no son hechos", entonces te vas a sentir de
un modo muy diferente.
Por eso es por lo que te decía antes que nadie puede hacerte daño si tú no
les dejas porque eres tú quien controla tu pensamiento. En cuanto a lo
sucedido en el pasado, no es necesario ni perdonar, ni olvidar, ni cambiar las
cosas. Más bien son opciones que puedes elegir si así lo deseas. Lo
fundamental es que aceptes que lo sucedido ha sucedido; no puede
cambiarse.
Por eso no sirve de nada pensar que no debería haber pasado, que es injusto,
que las cosas deberían haber sido de otro modo porque esos pensamientos
no harán que cambie el pasado y sí que te llevarán a sentirte mal. Es mejor
pensar que preferirías que las cosas hubieran sido distintas, pero así es como
han sido y eso no lo puedes cambiar.
Eso no significa que no puedas hacer nada. Tienes varias opciones y puedes
elegir la que más desees: tratar de hablar con ellos y arreglar las cosas (si
ellos quieres); aceptar que ellos son así, que tal vez no van a cambiar nunca
y centrarte en las relaciones de tu vida actual que sí son satisfactorias, etc.
Ten en cuenta que puedes ser feliz igual si no tienes una relación de cariño
con ellos, no los necesitas, puedes ser feliz con tus otras relaciones, con los
otros aspectos de tu vida. Pocas personas tiene la suerte de tener una vida
perfecta a todos los niveles, pero pueden ser felices centrándose en aquello
que sí tienen mientras tratan de lograr lo que no tienen (aceptando que no
siempre logramos todo lo que queremos).