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Coloquio internacional

Patrimonio cultural y territorio


actas en el Valle del Duero
Zamora, 28, 29 y 30 de marzo de 2007
La colección DOCUMENTOS PAHIS está integrada por las publicaciones promovidas
por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura y Turismo
en las que se recopila las líneas estratégicas, los programas y acciones desarrollados sobre
el patrimonio cultural de Castilla y León de acuerdo con las previsiones establecidas en
el Plan PAHIS 2004-2012.
La información, criterios, opiniones y propuestas que recogen las publicaciones han sur-
gido en trabajos y encargos gestionados y supervisados por diferentes servicios técnicos y
programados en el seno de la Dirección General de Patrimonio Cultural, y pretenden ser-
vir de difusión y de reflexión de las intervenciones, de las metodologías empleadas y de
las previsiones sobre los bienes culturales en sus diferentes aspectos y tipologías.
La redacción de los textos, las imágenes y documentación gráfica es responsabilidad de
cada uno de los autores, a quienes corresponde su propiedad intelectual.

© 2010, de esta edición


JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN
Consejería de Cultura y Turismo
© De textos e imágenes los autores

I.S.B.N.: 978-84-9718-557-8
D. L.: S.740-2010.
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Diseño y arte final: dDC, Diseño y Comunicación
Coordinación: Milagros Burón Álvarez y Miguel C. Areosa Rodrigues
Actas Coloquio Internacional
“Patrimonio Cultural y Territorio
en el Valle del Duero”

I. La distribución del poblamiento:


el medio urbano y el ámbito rural
Actas Coloquio Internacional “Patrimonio Cultural y Territorio en el Valle del Duero”, 2010. Págs. 125/136

EL POBLAMIENTO RURAL EN EL VALLE DEL DUERO


DURANTE EL BAJO IMPERIO

Carmen García Merino


Universidad de Valladolid

Durante el Bajo Imperio continuaban vigentes dos formas mayoría de los casos no está claro si son granjas, villas o
de ocupación del espacio rural: el poblamiento concentrado poblados, en parte por carecer de criterios generalizados
y disperso. En el primero los tipos son los núcleos secunda- para clasificar los yacimientos, salvo el de la extensión. Se
rios (vici) y las aldeas (pagi) y en el segundo las villae, forma puede decir que casi en cada pueblo actual hay un yaci-
típicamente romana de puesta en valor del espacio agrícola miento rural romano, en muchos de ellos más de uno. Pero
por ser “la estructura organizativa del espacio rural contro- la lamentable paradoja que el aumento de casos hace toda-
lado por la ciudad” (Ph. Leveau, 1983, 922), y también vía más patente, lo poco que realmente se sabe sobre el hábi-
pequeñas explotaciones asociadas a vivienda, clasificables tat rural. El tipo de establecimiento sobre el que la falta de
como granjas. Además, hay otro fenómeno digno de consi- conocimiento es mayor son los poblados o núcleos secunda-
deración y es la reocupación de algunos viejos castros en el rios. En algunos casos, sobre todo en el Duero medio, no
siglo IV y V, como Taniñe en Soria, o Yecla de Yeltes en Sala- hay datos para saber si eran o no urbanos en el sentido
manca, debido a su potencialidad defensiva. físico, ni ciudades en el sentido jurídico. En cuanto al
No es este lugar para tratar el tema de la relación campo hábitat disperso, las prospecciones desde la aparición de la
–ciudad, objeto de larga y vieja discusión que tuvo su mayor Arqueología espacial están poniendo de manifiesto, cada
intensidad entre los años setenta y noventa del siglo XX, vez con más claridad, que además de las villas hay otras
pero está claro que los poblados, en su mayoría viejos esta- realidades.
blecimientos de la Edad del Hierro, las villas y granjas esta- En la actualidad tras años de avances en la investigación
ban en el territorio de explotación de las ciudades y del hábitat y la evolución del paisaje agrario, está claro que
construyen elementos básicos de su funcionamiento econó-
los resultados de las prospecciones extensivas –la mayoría de
mico. Ya no se puede aceptar la interpretación del pobla-
las que se han hecho hasta ahora– son insuficientes para
miento bajoimperial repartido entre ciudades decadentes
abordar el poblamiento rural, aunque permitan una aproxi-
semidespobladas y territorios gestionados desde las villas
mación a él, especialmente al disperso si se complementan
con grandes propiedades autosuficientes en manos de una
con la fotografía aérea. Es necesario practicar una prospec-
minoría que las explota mediante mano de obra campesina
ción intensiva muy minuciosa, en malla finísima, para dar a
semiesclavizada. La realidad que se está desvelando es más
cada etapa su importancia en función de la cantidad de
compleja y bastante diferente.
muestras (Celuzza y Fentres, 1986, 116-119), hacer son-
deos estratigráficos y análisis medioambientales. Es necesa-
1. Las vías de información rio sobre todo, contar con resultados obtenidos a partir no
sólo de prospecciones intensivas, sino también realizadas
y su problemática con criterios claros y una metodología especificada que bus-
La herramienta básica para analizar el hábitat ha sido la que la solución de los problemas que se plantean en estos
prospección. Se ha localizado un elevado numero de yaci- casos, como puede ser la valoración cuantitativa del material
mientos rurales en los reconocimientos del terreno realiza- de superficie para realizar índices de ocupación. Un modelo
dos en los últimos treinta años en la región, pero en la de este tipo trabajo que tiene en cuenta también la evolución

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Carmen García Merino

Fig. 1. Villas destacables de la cuenca del Duero:1 El Soldán (Santa Colomba de Somoza, León ). 2 Navatejera(Villaquilambre, León). 3 Los Villares (Quintana del
Marco, León). 4 El Requejo (Santa Cristiana de la Polvorosa, Zamora). 5 La Olmeda (Pedrosa de la Vega (Palencia). 6 Las Lebaniegas (Campo de Villavidel, León).
7 San Julián de la Valmuza (Salamanca). 8 Pago de Tejada (Quintanilla de la Cueza, Palencia). 9 Becilla de Valderaduey (Valladolid. 10 Finca Polanco (Puente
Almuhey, León). 11 Villabermudo, Palencia. 12 Junta de la Cerca (Salinas de Rosío, Burgos). 13 Los Casarejos (San Martín de Losa; Burgos). 14 Cardeñagimeno,
Burgos. 15 El Oro (Astudillo, Palencia). 16 El Picón de Castrillo (Ampudia, Palencia). 17 Cercado de San Isidro (Dueñas, Palencia). 18 Granja de Santa Cruz
(Cabezón de Pisuerga, Valladolid). 19 Prado (Valladolid). 20 La Calzadilla (Almenara de Adaja, Valladolid). 21 Armuña (Segovia). 22 Santa Lucia (Aguilafuente,
Segovia). 23 Escarabajosa de Cabezas, Segovia. 24 El Guijar de Valdevacas, Segovia. 25. Santa Cruz (Baños de Valdearados, Burgos). 26. San Pedro (Valdanzo,
Soria). 27 Los Villares (Santervás del Burgo, Soria). 28 Pozo de Jaray (Ucero, Soria). 29 Los Quintanares (Rioseco, Soria). 30 La Dehesa (Cuevas de Soria).

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EL POBLAMIENTO RURAL EN EL VALLE DEL DUERO DURANTE EL BAJO IMPERIO

del paisaje es el realizado entre 1992 y 1995 por un equipo Respecto a las excavaciones, se han dirigido básicamente
de la Universidad de Salamanca en un proyecto sobre la sólo a una forma de hábitat disperso, la villa. Casi todas las
implantación romana en el territorio de esa provincia donde excavadas lo han sido en épocas en que los procedimientos de
han abordado también la problemática metodológica de las registro en la excavación aún eran rudimentarios (algunas ya
prospecciones (Ariño y Rodríguez, 1997, 226-229). en el siglo XIX, otras en los seis primeros decenios del XX) y
Como base para una aproximación a la evolución del la información publicada es muchas veces escasa o confusa.
hábitat rural podemos tomar los resultados de prospeccio- Además, las intervenciones se han hecho solamente en la zona
nes realizadas en los dos últimas décadas en dos zonas de la residencial por lo que carecemos de información sobre la otra
región que nos ocupa y con procedimientos distintos: Valla- parte de las villas, fundamental, la de la actividad económica.
dolid y Salamanca. En la provincia de Valladolid se realiza- Las excavaciones programadas en el marco de proyectos de
ron prospecciones extensivas durante varios años entre investigación son excepcionales, así como la recuperación
mediados de los ochenta y de los noventa, particularmente integral y puesta en valor de las mismas. En la bibliografía
en 1992-93, cuyo resultado (Centeno, 1994, 150-157), es disponible hay algunas obras de generales sobre las villas his-
ilustrativo de la evolución del poblamiento y de su comple- panas que recogen las publicaciones parciales o puntuales de
jidad. Constata la autora, reconociendo que no se documen- las de la meseta (Gorges, 1979; Fernández Castro, 1982),
tan de modo claro los materiales del siglo III por la falta de pero faltan puestas al día de conjunto y salvo en el caso de
definición de esos contextos en la bibliografía de la época, León (Regueras, 1996), estudios regionales.
la ocupación de las mejores tierras de labor en el Alto Impe-
rio y la colonización masiva del resto en el Bajo y el aban-
dono de algunos yacimientos del primer periodo. En 2. El poblamiento concentrado
definitiva, en el Bajo Imperio el número de núcleos grandes y los denominados núcleos secundarios
se reduce (Ibidem, 155), proliferan los pequeños asentamien-
tos, ya conocidos antes (1 ha) y aparecen nuevos yacimien- El poblamiento concentrado no se conoce apenas. Se sabe
tos que son de dimensiones intermedias (6-10 ha), que hay centros relativamente grandes en los que no consta
asociados a restos constructivos y decorativos susceptibles a través de restos arquitectónicos o epigráficos su condición
de ser atribuidos al mundo de las villas tardías (Ibidem, 156). urbana, por lo que se puede considerar en principio que son
núcleos secundarios, como por ejemplo, en Quintana
En la Provincia de Salamanca, en la Armuña, sobre una
Redonda y Villalba en Soria, y Alcazarén en Valladolid. Es
extensión en torno a 25 km se han localizado en prospec-
2

difícil interpretar su posición en la jerarquía habitacional y


ción intensiva, ayudada por fotografía aérea y en un trabajo
organizativa del territorio; tal vez solo fuesen núcleos con
ejemplar, 27 yacimientos de los que 17 (11 con cronología
papel de mercado o favorecidos por las comunicaciones.
segura y 6 con posible) son de mediados del siglo V a prin-
cipios del VIII (Ariño y Rodríguez, 1997, 244). Con conti- Por lo que se sabe, no hay aquí establecimientos con áreas
nuidad desde el siglo mediados del siglo I al VIII hay 7 (3 de monumentales como, en cambio, ocurre en las Galias (Petit y
cronología segura y 4 posible). De finales del siglo I a.C. al Mangin, 1994; Gros, P., 1998), si bien éstos han planteado
VIII d.C. (romano altoimperial 1-visigodo) hay solo 2 con también dificultades de interpretación (Leveau, Gros y Tré-
probabilidad en las fases extremas y seguridad en las inter- ment, 1999). El mayor problema que se presenta es cómo
medias (del siglo I a mediados del V). En cuanto a la fun- identificarlos y tipificarlos. El criterio utilizado como princi-
cionalidad de los establecimientos y su clasificación pal es la extensión y en segundo lugar la escasez o ausencia de
tipológica, se han identificado dos poblados, la Guadaña y material epigráfico y de restos monumentales. En Valladolid
las Canteras –el primero de cronología tardía (bajoimperial se han prospectado en los últimos 15 años algunos yacimien-
2 y visigodo) y el segundo, habitado desde finales del siglo tos de gran superficie, por ejemplo en Olmedo la Dehesa-
I a.C. hasta inicios del VIII d.C.– y una villa en ldealhama Doña María 62 ha y El Caño 57) (Centeno, 1993, 154) que
con evidencias de ocupación en las cinco primeras centurias no han proporcionado inscripciones ni evidencias de cons-
y posiblemente hasta inicios del siglo VIII. trucciones de tipo público. En principio, salvo por su gran

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Carmen García Merino

Fig. 2. Villas de la cuenca del Duero. Plantas: 1: Los Quintanares (Rioseco de Soria), según Ortego (1977). 2: La Calzadilla (Almenara de Adaja,
Valladolid), según García Merino y Sánchez Simón (2004). 3: Santa Lucía (Aguilafuente, Segovia), según Lucas y Viñas (1977). 4: La Olmeda
(Pedrosa de la Vega, Palencia), según Nozal y Abasolo (2000).

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EL POBLAMIENTO RURAL EN EL VALLE DEL DUERO DURANTE EL BAJO IMPERIO

Fig. 3. Villas de la Cuenca del Duero. Plantas 5: La Dehesa de Cuevas de Soria, según Fernández Castro (1982). 6: Los Villares (Santervás del
Burgo, Soria), según Ortego (1961). 7: Pago de Tejada (Quintanilla de la Cueza, Palencia), según García Guinea (2000). 8: Navatejera
(Villaquilambre, León), según Miguel y Benéitez (1996).

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Carmen García Merino

superficie, no parecen urbanos, pero no hay que descartar esa


condición teniendo en cuenta que aún no se han podido iden-
tificar algunos establecimientos vacceos citados en Plinio y
Ptolomeo y, sobre todo, que en el valle medio del Duero es
habitual la falta de monumentalidad indicadora de foros o
construcciones públicas de envergadura y la rareza o casi
ausencia de epigrafía. A pesar de ello, sabemos que allí hubo
ciudades, como la identificada Septimanca (Simancas), el
extenso yacimiento de Montealegre de Campos, el de la
Ermita en la Virgen en Tiedra, y el de las Quintanas en Padi-
lla de Duero, sean o no Intercatia, Amallobriga y el de Pintia res-
pectivamente.
También se han localizado en la región pequeños encla-
ves, vici, como el de Castrobol en Valladolid o Fuentesprea-
das en Zamora, ubicados en pequeñas elevaciones sin
responder a las carácterísticas de los castros y a los que
corresponden algunas de las necrópolis hispanorromanas
tardías, las denominadas durante los años 70 necrópolis del
Fig. 4. Almenara de Adaja (Valladolid): Emblema del mosaico de la exedra Duero. Es más, la mayor parte de los comentarios de este
octogonal: La fuente Hipocrene y Pegaso agasajado por las ninfas. horizonte cultural de los siglos IV al VI revelan de forma indi-
Foto de G. Gillani. recta la existencia de núcleos de población aún desconocidos.

3. El poblamiento disperso
Lo que caracteriza el paisaje rural es el poblamiento disperso,
cuyo tipo mas conocido es la villa, estructura de organización
del espacio rural de la ciudad romana. (Ph. Leveau, 1983,
922), aunque no es el único tipo de unidad de explotación del
campo ni la única forma de propiedad. En la investigación
actual se han que ha abierto nuevas vías interpretativas basa-
das en la información arqueológica y en el análisis de algunos
textos (Ariño y Díaz, 2001, 71-90).

LAS VILLAS
En la cuenca del Duero (fig. 1) parece que las villas (García
Merino, 2007), se generalizan a partir de comienzos del s.
II, seguramente por la lex marciana de tiempos de Adriano
que favorece la explotación de nuevas zonas agrícolas. Se
ocupan primero las zonas fértiles y con el tiempo práctica-
mente todas las tierras, hasta el pie de monte de la Cordi-
Fig. 5. Villa de Quintana del Marco (León). Mosaico de Hylas raptado por llera Cantábrica (villa de Finca Polanco en Puente Almuhey,
las ninfas. Museo de León. Fotografía Imagen M.A.S. León) y del Sistema Central.

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EL POBLAMIENTO RURAL EN EL VALLE DEL DUERO DURANTE EL BAJO IMPERIO

Las villas bajoimperiales, conocidas sólo en su pars urbana


y casi siempre parcialmente, corresponden a la fase final que
es la del esplendor, pero estuvieron precedidas por otras en
el mismo emplazamiento o en sus inmediaciones. La ubica-
ción suele seguir unos criterios fijos: suaves laderas, cerca de
un curso de agua, cerca de una vía y a una distancia de la ciu-
dad que no supera la que se puede recorrer en carruaje o a
caballo en un día.
En todas las villas excavadas se han hallado materiales de
los dos primeros siglos de la Era, generalmente sin asociar
con restos constructivos. Las pocas que han sido exhumadas
recientemente muestran potentes niveles del s. III y continui-
dad de ocupación hasta entrado el V y así como de los edi- Fig. 6. Villa de la Olmeda (Palencia). Oecus. Mosaico de la caza, detalle.
ficios del siglo III por otros más monumentales y lujosos ya Fotografía de J. Cortes.
en el IV. Lo que realmente diferencia la villa del siglo IV de
las anteriores es que se monumentaliza para convertirse en
la expresión del poder de su dueño (Ariño y Díaz, 2002,
53). La renovación o mejora y ampliación de las viejas resi-
dencias parece ser la respuesta a unas crecientes necesidades Se trata de amplias residencias señoriales donde es per-
de ostentación de riqueza y representación de estatus por ceptible el derroche de espacio y el afán de exhibir riqueza
parte de los potentiores. Se ha apuntado como posible causa de y poder. En estos edificios, generalmente con cimientos de
ese auge la importancia de las villas cerealistas del Duero en piedra u opus caementicium y alzados de adobe, el elemento
relación con la annona para los ejércitos del limes a partir de nuclear de la planta es el peristilo, a veces de grandes dimen-
Diocleciano, mas verosímil que la ya algo decadente teoría siones como en Santervás del Burgo. Tampoco debían ser
del gran peso social, político y económico de algunas fami- raros los casos de dos patios porticados, como en Almenara
lias hispanas en tiempos de Teodosio y sus descendientes y Rioseco (fig. 2). De las numerosas estancias destacan las
inmediatos. salas de audiencia, recepción y banquete con planos que
añaden al ya conocido cuadrangular absidado las plantas
Ejemplos de villae a destacar de entre las numerosas exis-
poliabsidadas (triconques o trilobuladas, cruciformes biab-
tentes (fig. 1) son en León las de Santa Colomba de
sidadas) y poligonales, que se sitúan en los extremos de los
Somoza, Navatejera (fig. 3, 8), Quintana del Marco y Villa-
videl, en Palencia las grandes villas de la Olmeda, Quintani- ejes principales del conjunto buscando la perspectiva con
lla de la Cueza (fig. 2, 4 y fig. 3, 7) y Dueñas, en Valladolid una clara finalidad escenográfica. A veces una de las salas de
las de Almenara( fig. 2, 2) y Prado, en Burgos San Martín aparato se sitúa elevada sobre el resto, precedida de antesala
de Losa, Cardeñagimeno y Baños de Valdearados, en Soria como en Almenara de Adaja, o por una galería de columnas,
las de Rioseco (fig. 2, 1), Santervás del Burgo (fig. 3, 6), como en Rioseco.
Cuevas de Soria (fig. 3, 5) y Valdanzo, en Ávila la recién des- La abundancia de este tipo de espacios con sus connota-
cubierta de San Pedro del Arroyo, en Segovia las de Aguila- ciones aúlicas es precisamente lo que caracteriza a las villas de
fuente, Guijar de Valdevacas y Armuña, en Salamanca las de la meseta superior dentro del conjunto de las hispanas. Ade-
San Julián de la Valmuza y Saelices el Chico, y en Zamora la más de oeci, aulae, exedrae de finalidad representativa o ceremo-
de Santa Cristina de la Polvorosa. Las villas de Almenara de nial, constan de agrupaciones de espacios intercomunicados a
Adaja y la Olmeda son las únicas cuya área residencial se ha modo de apartamentos. Es notable el hecho de que, fuera de
excavado por completo (de la segunda solo queda terminar los baños, la calefacción se limita a una o dos estancias, al
la exhumación del área termal). menos en aquellas domus excavadas del todo –la Olmeda y

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Fig. 7. Villa de Almenara de Adaja (Valladolid) Aspecto exterior del cerramiento de la villa y el Museo.

Almenara– y no precisamente las de recepción- lo que parece tema de la caza, sobre todo del jabalí (Olmeda (fig. 6) Car-
apuntar, dado el clima de la meseta, a una ocupación prefe- deñajimeno, Villavidel), los caballos (Almenara, Aguila-
rentemente estacional, tal vez en la época de la cosecha. fuente, Dueñas) y diversos animales (Baños de Valdearados,
El area balnear, a veces de considerable superficie, como Dueñas, Ucero, Almenara, Quintanilla).
en la Olmeda (fig. 2), se suele construir al oeste, en uno de La villa de la Olmeda en Pedrosa de la Vega, Palencia
los lados del peristilo, comunicada con él a través de un (fig. 2, 4) sobresale del resto por varios motivos además de
pasillo. Son los baños una parte de la vivienda especialmente por ser una de la primeras villas de la región en ser recupe-
apreciada y decorada en época tardía, donde se hacen refor- rada y abierta al público. Destaca por su tamaño, ya que es
mas en el siglo IV, incluso en el V, caso de Almenara, como un magnífico palacio de 0,5 ha de superficie, por la perfecta
también ocurre en Aquitania (Balmelle, 2001). simetría de su planta, la amplitud de sus baños y el esplén-
Las paredes se decoraban con pinturas al fresco con dido mosaico que pavimenta su salón principal. Dignas de
zócalos que simulan revestimientos marmóreos y los pavi- señalar son también las de Quintanilla de la Cueza porque
mentos son mayoritariamente de mosaico teselado de tema lo que se ha excavado, a pesar de su gran superficie, corres-
geométrico o combinado con elementos vegetales. Normal- ponde solamente a sus termas. Magníficas son también la de
mente hay una o dos salas de especial relevancia, a veces los Quintanares de Rioseco con sus dos peristilos y variedad
también algunas salas de los baños (Dueñas, Quintanilla de de plantas de ambientes ceremoniales y la de Santervás (fig.
la Cueza), con mosaicos figurados. Sus temas son variados, 3, 6) cuyo patio porticado es uno de los mayores de la
escenas mitológicas: Aquiles en Sciros (Olmeda), guerreros península. Y, aunque sin excavar y casi destruida, hay que
de la Iliada (Cabezón), cortejo báquico (Baños de Valdeara- mencionar los Villares de Quintana del Marco en León que
dos), Pegaso atendido por las ninfas (Almenara de Adaja debió ser espléndida por sus mosaicos, sus esculturas y los
(fig. 4) y San Julián de la Valmuza), Belerofonte matando a materiales que ha proporcionado (Regueras et alii, 1994).
la Quimera (Ucero), Diana (Prado y Villabermudo), Leda y Finalmente destaca la de Almenara de Adaja (Valladolid),
el cisne (Quintanilla de la Cueza), Hylas y las ninfas (Quin- donde entre 1997 y 2004 se ha desarrollado un proyecto de
tana del Marco (fig. 5), Oceanos y nereidas (Dueñas (fig. 6), excavaciones, estudio, consolidación y restauración de estruc-
Quintanilla de la Cueza), Abundancia (Rioseco y Santer- turas que ha tenido como fruto la recuperación del yacimiento
vás), las estaciones (Quintana del Marco), etc, También el y su musealización (fig. 8). Actualmente se conoce toda el área

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EL POBLAMIENTO RURAL EN EL VALLE DEL DUERO DURANTE EL BAJO IMPERIO

Fig. 8. Villa de Almenara de Adaja (Valladolid). Detalle del interior de la villa.

residencial y parte de las instalaciones rústicas (García Merino ción y banquete, cada uno con planta diferente. Las habitacio-
y Sánchez Simón, 2004; García Merino, 2007). nes están decoradas con pinturas murales al fresco imitando
El conjunto residencial de 2.500 m2, edificado en el siglo lastras marmóreas y ofrecen un notable grupo de dieciocho
IV, estuvo en uso durante casi cien años hasta que sus dueños mosaicos de gran belleza entre los que destaca el del salón
dejaron de vivir en él, aunque manteniéndose todavía ciertas octogonal donde se representa en sendos registros a la fuente
actividades agrícolas. El edificio se enmarca en un gran rec- Hipocrene y a Pegaso, atendido por dos ninfas (fig. 4).
tángulo orientado de norte a Sur. Su planta (fig. 2, 2) se En lo que respecta a la zona rústica, hasta ahora sola-
ordena en torno a dos peristilos, comunicados por una estan- mente se han excavado estructuras tal vez relacionables con
cia que se abre a ambos. Al oeste se encuentra la zona termal la elaboración de vino, al norte, y cimientos de las despen-
unida al peristilo del sur por un pasillo en zig-zag. Tiene sas (cellae) de la vivienda con vasijas de almacenamiento alo-
varias decenas de habitaciones (fig. 8) y seis salones de recep- jadas en el suelo de tierra, al sur del edificio residencial.

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Carmen García Merino

La villa estuvo precedida por otra del siglo III de la que se


han localizado al exterior del edificio del siglo IV las cámaras
de calor de las termas y algunas estructuras relacionadas con la
zona de trabajo, almacenes y la solera de un pequeño horno.

EL FIN DE LAS VILLAS


Desde mediados del siglo V se produce en lo que se Brogiolo
ha definido como una lenta agonía de las villas, el abandono
residencial y una serie de transformaciones que tienen lugar
desde entonces hasta finales del VII. El fenómeno se da en todo
el occidente y para algún investigador (Wickam, 2005) es la
mejor expresión del final del mundo romano.
Un hecho decisivo para comprender ese estadio final de
la evolución de la villas es, ya en el siglo V, la instalación de
los bárbaros con el consiguiente cambio de manos de fun-
dos que pasarían a esos nuevos señores, si es que ocurrió en
Hispania lo que sucedió en otras zonas a juzgar por algu-
nas referencias de autores como Hidacio, Orosio, Próspero
de Tiro y Procopio de Cesarea (Ripoll y Arce, 2002, 102-
113). Valga de ejemplo un pasaje de Próspero de Tiro a
propósito del N. de África donde cuenta la distribución
por el rey Genserico de las mejores tierras conquistadas
entre sus nobles y cómo las peores y cargadas de impuestos
quedaron en manos de los antiguos propietarios (BV I,
5,11, 17.8 y II, 6,9). Estos nuevos dueños posiblemente no
se instalarían en las villas, sino en las ciudades, pero segui-
rían explotándolas.
A través de las villas que se han excavado recientemente
se ha visto que, perdida su función de residencia representa-
tiva de los potentiores o inlustres, en algunas continúa la activi-
dad agrícola y hay ocupación parcial, pobre y esporádica de
algunas residencias. En otras se instalan monasterios o sus
ruinas sirven como cementerio asociado a un lugar de culto.
Posiblemente hubo absentismo unido a cambios de propie-
dad, como apuntan algunos textos de la época, y los nuevos
dueños no adoptarían la costumbre de habitar las villas
siquiera temporalmente. Así se daría lugar a una situación
que beneficiaba la distribución de las posesiones entre colo-
nos (Ripoll y Arce, 2000, 113).
Como testimonio arqueológico y epigráfico del cambio
de dueños y del evergetismo cristiano se puede mencionar la
estela de Vildé (Soria) donde hay una villa y monumento fune-
Fig. 9. Estela de Vildé ( Soria) Siglo VI. Museo Numantino. Fotografía C. G. M. rario turriforme. El epitafio (fig. 9) habla de la edificación de

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EL POBLAMIENTO RURAL EN EL VALLE DEL DUERO DURANTE EL BAJO IMPERIO

una iglesia por una noble (inlustre) dama de nombre godo, nes que suceden al abandono residencial de las villas desde
Anduires (García Merino, 2000, 185-190). finales del siglo V hasta el VII. En este sentido abunda el
hecho de que en las inmediaciones de la villa de la Olmeda
hay varias necrópolis –incluso una altomedieval– y que han
Consideraciones finales deparado mas enterramientos, cuanto mas avanzadas en el
tiempo (Abásolo et alii, 1997), así la del siglo IV, III y la del
El hábitat rural se nos revela, conforme avanza la investiga-
V, 526, lo que implica mucha gente viviendo en la explota-
ción, cada vez más complejo. No se trata solamente de las
ción. Para algunos eso significaría que las villas fueron polo
villas, hay también otras realidades de las cuales la menos
de atracción en su última fase para concentrar nuevamente
conocida es el poblamiento concentrado.
el poblamiento en el paso a la Alta Edad Media (Wickam,
En general se puede decir que se observa una mayor den- 2005, 469-470).
sidad de ocupación, desde el siglo IV y, sobre todo, a partir A partir del siglo VI las villas como organizadoras del
de mediados del V. La villa es, con todo, el fenómeno sobre hábitat rural cederían el puesto al poblado o aldea (Leveau,
el que disponemos de mayor información, a pesar de sus 1983, 936) que estructurará ya el espacio (Wickham,
limitaciones. En el siglo IV tuvo lugar su época dorada: las 2001, 567). Sería frecuente la pequeña o mediana propie-
residencias señoriales se enbellecieron y monumentalizaron dad que explotaría el campo, y cuyos dueños habitarían,
emulando los palacios campestres convirtiéndose en imagen bien en una casa aislada, bien en un pequeño núcleo con-
del poder y prestigio de sus propietarios. centrado (Ariño y Díaz, 2002, 93). Esa es la realidad que
Hace años (García Merino, 1975, 359-360) proponía- parecen revelar los numerosos pequeños yacimientos rura-
mos la interpretación de la villa como un tipo peculiar de les con escasos restos constructivos, especialmente tejas y
poblamiento rural, que se inicia como disperso y evoluciona cerámicas comunes, a veces incluso a mano, que prefiguran
a partir del Bajo Imperio como concentrado elemental, pre- la “densa malla de aldeas estables de dimensiones mas bien
cursor de las aldeas altomedievales. Desde entonces la inter- reducidas” que ha documentado E. Pastor (Idem, 1996,
pretación que diferentes investigadores derivan de los datos 323) del Arlanza al Duero en la etapa prefeudal. Tal tipo
arqueológicos obtenidos con posterioridad va en una direc- de poblamiento, contra lo que este autor dice debido a los
ción similar. El hecho mas importante es la constatación del escasos datos disponibles entonces, no rompe con la etapa
aumento de los pequeños establecimientos de hábitat rural romana y visigoda, sino que, por el contrario, sería su con-
desde el siglo V en relación con la fase de las transformacio- secuencia.

BIBLIOGRAFÍA
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