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Desde los estudios de Robert Favreau, pasando por la labor de los profesores
García Lobo y Martín López, se ha insistido en la vinculación entre la inscripción y la
comunicación, en tanto que el epígrafe es definido como un medio de comunicación 1.
Consiguientemente, es preciso tener en cuenta los dos momentos principales en ese tipo
de proceso, el de la expresión o producción y el de la interpretación o recepción.
Además, ambos momentos vienen determinados hasta cierto punto por el contexto.
Afirma Teun van Dijk que el contexto controla la producción y la recepción del discurso
y además define lo que ahora es relevante 2. Por otro lado, Barnett Pearce nos recuerda
que la mayor parte del tiempo nuestras acciones encajan con lo prefigurado, es decir,
reproducen el contexto3, con lo que en nuestro caso es preciso prestar atención no solo a
las inscripciones que se ajustan a lo esperado y constituyen la norma, sino también a
aquellas que rompen con su contexto y se erigen en elementos singulares dentro del
panorama general.
En nuestro análisis nos centramos en una serie de inscripciones funerarias
correspondientes a grupos «no privilegiados» de época bajomedieval y moderna
ubicadas en las provincias de Burgos y Valladolid. Se trata de epígrafes vinculados a ese
grupo social que a lo largo de los siglos ha recibido distintos nombres: laboratores,
pecheros, tercer estado… En concreto vamos a ocuparnos de las inscripciones funerarias
de parte de las familias Maluenda y Polanco en Burgos, y de Gómez de las Cuevas,
Antonio López, Gregorio Fernández y Juan Prieto en Valladolid y su provincia, las
cuales, de acuerdo con la tipología desarrollada por los profesores García Lobo y Martín
López corresponderían fundamentalmente a los llamados epitaphia sepulcralia (con
1
R. FAVREAU, Robert, «L’épigraphie médiévale», Cahiers de Civilisation Médiévale, 12 (1969), pp.
393-398; ÍD., Épigraphie médiévale, Turnhout, 1997, p. 31; V. GARCÍA LOBO y M.ª E. MARTÍN
LÓPEZ, De epigrafía medieval. Introducción y álbum, León 1995, p. 15; ÍD., «La escritura publicitaria en
la Edad Media. Su funcionalidad», Estudios Humanísticos, 18 (1996), pp. 125-145.
2
T. A. van DIJK, Discurso y contexto. Un enfoque sociocognitivo, Barcelona, 2012, pp. 171-202.
3
W. BARNETT PEARCE, «New Models and Metaphors for Communication: Shifts from Theory to
Praxis, from Objectivism to Social Constructivism, and from Representation to Reflexivity», disponible
en http://digitalarchives.fitchburgstate.edu/cdm/ref/collection/p15892coll12/id/1219/, consultado el 20 de
julio de 2018.
fórmulas como «aquí están sepultados…», hoc saxo conteguntur) y tituli proprietatis
sepulturae (con expresiones como «esta sepultura es de...», etc.)4.
Un estudio completo de este tema requeriría prestar atención al modo en el que
el contexto incide tanto en el momento de la producción de la inscripción como en el de
las sucesivas interpretaciones que se han hecho de ella, las cuales entran a formar parte
por así decirlo de una «tradición interpretativa». En ocasiones esta tradición tiene una
importancia trascendental, ya sea porque solo nos queda ella al haber desaparecido la
inscripción o porque ha provocado cambios sustanciales en los epígrafes. Sin embargo,
en este trabajo vamos a limitarnos al estudio del contexto en el momento de la
producción de los epígrafes funerarios que analizamos. Así, consideramos este como un
objeto escrito entre otros muchos vinculados al momento de la muerte, como un objeto
en relación con la producción epigráfica de un determinado momento y como un objeto
inscrito en un determinado marco espacial.
4
V. GARCÍA LOBO y M.ª E. MARTÍN LÓPEZ, «Las inscripciones diplomáticas (siglos VI a XII)»,
Mélanges de la Casa de Velázquez, 41 (2011), pp. 87-108.
5
I. GARCÍA RAMILA, «Testamento otorgado en la ciudad de Burgos y en el año 1546, por el
matrimonio integrado por Gregorio de Polanco, regidor y vecino de Burgos y su esposa doña María de
Salinas», Boletín de la Institución Fernán González, 47 (1969), p. 25, con fecha 7 de noviembre de 1552.
Asimismo, en el acuerdo entre Antonio López y la cofradía de las Angustias se
hace mención de la inscripción que va a colocarse para hacer memoria de su entierro:
Diese al dicho Antonio López licenzia para poner piedra con su letrero enzima de la
peana de la piedra del altar donde el sazerdote pone los pies para la misa con su nombre
para su entierro y de su mujer Isabel de Balcarze y de sus hixos y herederos 6.
Por otro lado, este contexto textual encuentra reflejo en el epígrafe, que remite a
documentos firmados ante notario, los cuales complementan y explican más
detalladamente la información condensada en la inscripción. De este modo, la
inscripción que el dicho Antonio López ordenó colocar en la iglesia de las Angustias
concluye diciendo que «pasó la escritura ante Manuel Álvarez de Urías, escribano del
número y rentas de esta ciudad, en 19 de marzo, año de 1689». Curiosamente, cuando se
acude al registro notarial de Manuel Álvarez de Urías correspondiente al año 1689, no
aparece consignada la dicha escritura. De hecho, en la documentación relativa a la
cofradía de San José de entalladores, hoy recogida en la sección de Obras Pías del
Archivo de la Diputación de Valladolid7, leemos que dicha fundación quedó notariada el
30 de enero de 1692 y, efectivamente, allí la encontramos en los registros notariales de
Álvarez de Urías8. ¿Por qué, pues, en la piedra encontramos la fecha de 19 de marzo de
1689? En realidad, solo podemos ofrecer algunas conjeturas, pero, teniendo en cuenta
que se trataba de la cofradía y el altar de San José, el 19 de marzo resultaba una fecha
significativa. Ahora bien, ¿a qué se debe la fecha de 1689? Sabemos que el permiso para
colocar el letrero fue otorgado en 16779, por lo que tal vez 1689 sea la fecha de
colocación del mismo. En 1688 se realizó al menos uno de los cuadros de San José que
adornan el lateral de la capilla, pues ,además del presunto donante, aparece una pequeña
cartela, como un papel caído en el suelo a los pies de la cama, en la que se dice: «Diego
Díez de / Ferreras faci/ebat / año 1688». Así pues, es posible que en torno a esas fechas
se acabase de rematar la capilla y colocar la inscripción.
6
VALLADOLID, Archivo Histórico Provincial [AHP], Protocolos, lib. 2333, f. 32v, de 10 de abril de 1677.
7
Son diversos los documentos conservados en el archivo acerca de Antonio López. Los más interesantes
para nuestros fines son las capitulaciones del 12 de marzo de 1692 entre la cofradía de San José y la de las
Angustias para que la primera use la capilla de San José de la iglesia de las Angustias, donde Antonio
López había fundado unas memorias, y la aceptación de la memoria tras la muerte del fundador, fechada
el 19 de febrero de 1696: VALLADOLID, Archivo de la Diputación, Obras pías, caja 128, exp. 970 y 977.
8
VALLADOLID, AHP, Protocolos, lib. 2333, ff. 20r-27v.
9
A raíz de las obras realizadas en el templo durante el año 2017 ha aparecido una nueva lápida,
fragmentada en su lado derecho, que dice: ESTA SEP[VL]/TVRA ES [DE]/ ANTONI[O] / LOPEZ
EN[TA]/LLADOR Y [DE Y]/SABEL DE BA[LCA]/ZAR Y DE GANC[EDO]/ SV MVGER [HI]/JOS Y HERE[DE]/ROS Y
SVCE[SO]/RES A[ÑO] / DE 167[.].
Por último, en lo concerniente al contexto textual es posible encontrar
referencias de unos epígrafes a otros. Por ejemplo, en la inscripción que ordenó colocar
Gregorio de Polanco leemos, hablando de unos antepasados suyos «que están enterrados
en este arco y en la sepultura junto·a él, como pareze por los letreros».
Por consiguiente, la producción de la inscripción está vinculada a la red de
textos que el autor genera –directa o indirectamente– a lo largo de su vida e incluso tras
su muerte, y que deben considerarse para entender mejor la inscripción.
10
La lista de sepulturas de ese periodo cronológico (fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI)
conservadas en la Catedral de Burgos que presentan epígrafes dispuestos de esta manera es extensa. Entre
ellas, podemos incluir las de Juan de Coca, Juan García de Medina de Pomar, Fernando Díaz de Fuente
Pelayo, Fernán Sánchez de Medina, Juan López del Hospital, Pedro Martínez Gadea, Juan Sánchez de
Sepúlveda, Pedro García de Lelo, Gonzalo de Burgos, Pedro Rodríguez de Grigera, etc.
11
El modelo de la tabula lo encontramos en las sepulturas de Gaspar de Illescas (1529), Pedro Saiz de
Ruiloba (1531) y Diego de Bilbao (post 1527). El epitafio de Pedro Fernández Velasco y Mencía de
Mendoza, en la capilla de los Condestables de la misma catedral también presenta un modelo similar,
vallisoletanos, tres de ellas corresponden al modelo de lápidas sepulcrales que se
colocaban en el suelo del lugar de enterramiento y también responden al patrón habitual
en la época, en un primer momento con una disposición perimetral y entrado el siglo
XVII con disposición en líneas. La lápida de pizarra que Antonio López coloca en la
iglesia de las Angustias, aunque tal vez se distancia algo de la praxis más común, se
entiende en el contexto de la iglesia, pues algunas décadas antes Antonia de la Cruz y su
hermana María de Figueroa habían colocado una lápida muy similar con la dotación que
habían realizado en la capilla frente a la suya.
Respecto a la grafía, las inscripciones de Burgos corresponden a un momento en
el que se está produciendo la transición entre la escritura gótica y la humanística, lo que
encuentra reflejo en la producción epigráfica de la época. De este modo, si
consideramos las aproximadamente treinta y seis inscripciones conservadas en la
catedral de Burgos desde mediados del siglo XV hasta mediados del siglo XVI, las
diecinueve de escritura gótica se concentran fundamentalmente en el siglo XV, con solo
cuatro ejemplares fechados en el siglo XVI, las de García Ruiz de la Mota (1507),
Gonzalo de Burgos (1509), Pedro Martínez de Gadea (1515) y Juan de Lerma (1547).
Por el contrario, de las dieciséis inscripciones en prehumanística y humanística, solo
hay dos con fechas en el siglo XV. Aunque el obispo Alonso de Cartagena murió en
1456, tal como recoge la inscripción gótica adosada a un pilar de su capilla, el epígrafe
en escritura prehumanística que corre por la cama de su monumento funerario
(«DILECTVS DEO ET HOMINIBVS CVIVS MEMORIA IM BENEDICTIONE EST») es probablemente
una obra de finales del siglo XV 12. También presenta problemas la sepultura de Garci
Ruiz de la Mota, donde la fecha no está completa (MCCCC[…]).
Por consiguiente, las inscripciones que consideramos en nuestro estudio en gran
medida se ajustan a las convenciones del contexto, pues encontramos textos en grafía
gótica minúscula en las sepulturas de los Maluenda (fechadas entre 1476 y 1505) y de
Gómez de las Cuevas (fechada en 1540), y en escritura humanística en el resto
colocado a los pies de los bultos funerarios de la pareja. Aunque las fechas que aparecen indicadas son
1492 y 1500, años de la muerte del condestable y su mujer respectivamente, sabemos que los bultos se
elaboraron a finales de la segunda década del siglo XVI, por cuanto en un libro de cuentas se anota que en
1528 «mandó dar el condestable, mi señor, a maestre Felipe tresçientos ducados, los quales les dio por mí,
Bernardino de Santa María, para en pago del coro y de la cama de la sepultura que hace para la capilla».
Al respecto, vid. C. G. VILLACAMPA, «La Capilla del Condestable de la Catedral de Burgos:
Documentos para su historia», Archivo español de arte y arqueología, 4 (1928), p. 39.
12
T. LÓPEZ MATA, «La capilla de la Visitación y el obispo don Alonso de Cartagena», Boletín de la
Institución Fernán González, 7 (1946-1947), pp. 632-643, habla del obispado de Luis de Acuña, su
sucesor (1457-1495); J. RÖLL, «Dilectus deo et hominibus. The tomb of bishop Don Alonso de
Cartagena», en Actas del Congreso Internacional sobre Gil Siloe y la Escultura de su época, Burgos,
2001, pp. 381-388, lo fecha en torno a 1480.
(fechadas en los siglos XVI y XVII), salvo en el caso de Gregorio de Maluenda. Nos
enfrentamos aquí a una inscripción que rompe en buena medida con lo que el contexto
nos lleva a esperar. No solo data de una fecha muy tardía en el siglo XVI (en torno a
1564), sino que, además, forma parte de un monumento que ya había empleado la
escritura humanística en inscripciones anteriores. Así, tanto el epitafio de Gonzalo
López de Polanco y Leonor de Miranda como el de Alfonso de Polanco y Constanza de
Maluenda presentan grafías humanísticas de un momento temprano 13. Aunque las fechas
de defunción oscilan entre 1491 y 1520, es probable que la fecha de realización de las
lápidas se aproxime más a esta última fecha. En este sentido, la inscripción que ordena
colocar Gregorio de Maluenda junto al monumento funerario de sus antepasados
constituye en cierto modo un claro retroceso gráfico que rompe con el contexto de la
producción gráfica del momento. ¿A qué se debe? No es posible dar una respuesta
definitiva, pues tal vez existiesen en aquella época algunos talleres que todavía
realizasen habitualmente inscripciones en ese tipo de escritura. Por ejemplo, como
hemos visto, la inscripción de Juan de Lerma en la catedral burgalesa está fechada en
1547, con lo que no resulta imposible que algunos artesanos continuasen empleando
esas grafías. Parece más probable, no obstante, que el retorno a la escritura gótica esté
relacionado con el interés que muestra la inscripción por conectar con el pasado,
remitiendo no solo a los padres, sino a los abuelos y bisabuelos que venían de la zona de
Cantabria y que tenían allí su sepultura (un recurso habitual en la época para probar la
pureza de la sangre).
El contexto de la producción epigráfica del momento también ha de tenerse en
cuenta a la hora de analizar los aspectos internos del epígrafe. En ese sentido, lo
primero a lo que debemos prestar atención es a la lengua en la que aparece redactada la
inscripción. Un repaso general a las inscripciones fechadas a finales del siglo XV y
comienzos del siglo XVI en Castilla nos muestra el predominio del castellano, seguido a
bastante distancia del latín14. Entre los epígrafes que estamos considerando, aparece
13
A pesar de que no se ajusta todavía al modelo más clásico de la humanística derivado del canon
romano, sus grafías no se corresponden tampoco a la escritura prehumanística que va a aparecer en
algunas inscripciones de los siglos XV y XVI. Al respecto, vid. M.ª E. MARTÍN LÓPEZ, «La escritura
prehumanística en las inscripciones castellanas. Aproximación a su estudio», en M. HERRERO DE LA
FUENTE et al. (eds.), Alma Littera. Estudios dedicados al profesor José Manuel Ruiz Asencio,
Valladolid, 2014, pp. 398-407
14
Hay además testimonios epigráficos en otras lenguas como el alemán o el francés en productos traídos
de aquellos países. Por ejemplo, aparecen inscripciones en alemán en los conocidos como «platos
limosneros» (VV.AA., El jardín de Melibea, Madrid, 2000, p. 308, il. 45) e inscripciones en francés en los
tapices de la guerra de Troya conservados en la Catedral de Zamora (M. GUTIÉRREZ ÁLVAREZ,
Corpus Inscriptionum Hispaniae Mediaevalium. Zamora I/1, Turnhout, 1997, n.os 132-135).
latín en una inscripción grabada junto al bulto funerario de Pedro de Maluenda, la cual –
pese a los daños que presenta– creemos que reproducía un fragmento del Te Deum
(«Fiat misericordia tua, Domine, super nos, quemadmodum speravimus in te»). La
combinación, a nivel tipológico, de un epitaphium sepulcrale y de otra inscripción de
carácter textual (habitualmente una invocatio) no es extraña. De hecho, la encontramos
en algunos sepulcros de la catedral de Burgos 15, de modo que, en ese sentido, la
inscripción latina de la tumba de Pedro de Maluenda coincide con la producción
epigráfica de la época.
Más llamativos son los epitafios en latín de Gonzalo López de Polanco y Leonor
de Miranda y de Alfonso de Polanco y Constanza de Maluenda. La aparición del latín en
epitafios es bastante escasa en estos momentos; tal como plantea Maurilio Pérez
González, «se consideraba que el uso del latín en ellas contribuía a aumentar la
solemnidad pretendida desde el momento mismo de su génesis»16.
Los epitafios en latín de estos momentos que hemos estudiado en Burgos
corresponden a miembros del clero: Alfonso de Cartagena, Alfonso Díez de Lerma, Juan
de Coca, Alfonso de Maluenda y Diego de Bilbao. Sin embargo, al analizarlos, se
advierte que el latín empleado en ellos tiende a limitarse a la descripción de los cargos
ocupados por los difuntos, salvo en el caso del epitafio de Diego de Bilbao, donde
encontramos un lenguaje algo más refinado. Culto –aunque a veces no lo logra 17–
pretende ser, sin duda, el latín de los epitafios de Gonzalo López de Polanco y su
hermano Alfonso, donde se refiere a la muerte con el término migravit18, se utiliza la
terminación en -ere para la tercera persona del plural del perfecto (faulsiere),
encontramos términos como conquiescunt en vez del más habitual requiescunt y remite
15
Al epitafio latino de Alfonso de Cartagena (como dijimos, fechado en el último cuarto del siglo XV), le
acompaña escrito en torno al bulto funerario la frase de Eclo 45, 1 dirigida a Moisés: Dilectus a Deo et
[h]ominibus cuius memoria i[n] benedictione est; el epitafio en castellano de Luis de Maluenda (1487)
viene acompañado de la fórmula Tu, misericordiarum fons, misericorditer mecum age, que se atribuye a
Petrarca (Oratio quotidiana), probablemente inspirada en San Agustín; al epitafio en castellano de Pedro
Rodríguez de Grijera (1493) le complementa una invocatio litúrgica (O Ihesu, redemptor mi, propicius
esto michi peccatori); junto al epitafio en castellano de Pedro Martínez Gadea (1515) encontramos un
texto de Cicerón (Pro Font. 49): uirtus socia vite fuit, gloria mortis comes; y finalmente al epitafio latino
de Diego de Bilbao le acompaña la frase Domine, quoniam in te speravi, in te confidit anima mea, que
combina fórmulas de Sal 24, 20 y Sal 56, 2.
16
M. GUTIÉRREZ ÁLVAREZ y M. PÉREZ GONZÁLEZ, Corpus Inscriptionum Hispaniae
Mediaevalium. Zamora I/2, Turnhout, 1999, p. 157.
17
Adviértase por ejemplo el proceso de pérdida de /k/ sin palatización de /t/ en la palabra autores.
18
Encontramos el término en la tumba de Ana de Cabrera, mujer de Fadrique Enríquez II, Almirante de
Castilla, donde junto a la expresión migravit ad etera aparece la curiosa indicación cronológica a partu
virginis. Vid. F. J. MOLINA DE LA TORRE, Epigrafía medieval y moderna en la provincia de Valladolid
(987-1556), n.º 114, disponible en http://uvadoc.uva.es/handle/10324/2961, consultado el 20 de julio de
2018.
a los fondos empleados para su construcción con la expresión honestis reditibus (en vez
de fórmulas más comunes como suis expensis). Como señalamos más arriba, algunas
tumbas de eclesiásticos burgaleses ya incluían textos de Cicerón o Petrarca, lo que
apunta a la entrada de las corrientes humanísticas en la zona (algo en lo que había
participado el mismo obispo Alonso de Cartagena con sus traducciones al castellano de
textos latinos clásicos). Además, en el caso de los Polanco, la conexión con el mundo
italiano es todavía más intensa, pues dos sobrinos de Gonzalo López de Polanco –Juan
de Salamanca y Gonzalo de Polanco– eran factores suyos en Florencia, por lo que es
posible conjeturar un cierto intercambio cultural con el mundo renacentista italiano19.
19
M. BASAS FERNÁNDEZ, «El factor de negocios entre los mercaderes de Burgos del siglo XVI»,
Boletín de la Institución Fernán González, 148 (1959), pp. 742-749.
20
A la luz de los testimonios recogidos en la provincia de Valladolid, la expresión «noble caballero» o
«noble señor» se encuentra en cuatro epígrafes y la fórmula «noble» aparece en otras tres inscripciones
datadas entre 1505 y 1554.
21
«Honrado» es la fórmula honorífica más habitual en las inscripciones vallisoletanas entre mediados del
siglo XV y mediados del siglo XVI, apareciendo en diecinueve ocasiones.
es curioso que también haya desaparecido este tipo de fórmulas honorarias en las
inscripciones añadidas por los sucesores de los primeros difuntos, tanto en el caso de
Gregorio de Polanco como en el de Lesmes de Maluenda Salamanca.
A continuación, las inscripciones dan una serie de datos biográficos de muy
diversa índole relativos a los dueños de la sepultura. A juzgar por lo reflejado en las
inscripciones, solo uno de los difuntos (Pedro de Maluenda, quien no corresponde a la
categoría que aquí analizamos) cursó estudios, llegando a ser «bachiller en teología».
Más datos se nos dan de los cargos que ejercieron los difuntos, pues tanto de Gregorio
de Polanco como de Lesmes de Maluenda Salamanca y Andrés de Maluenda se nos dice
que fueron regidores de Burgos, uno de los puestos destacados a los que podían acceder
quienes se dedicaban al mundo de los negocios y que en ocasiones les permitía enlazar
con miembros de clases aristocráticas. Por otro lado, del clérigo Pedro de Maluenda, el
epitafio recoge que fue maestrescuela en Alcalá y canónigo de Burgos. Asimismo,
encontramos recogido el oficio al que se dedicaban algunos difuntos: cordonero (Gómez
de las Cuevas), sculptor (Gregorio Fernández), ensamblador (Juan Prieto) y maestro
entallador (Antonio López). Este repaso resulta de interés no solo por lo que dicen los
epitafios, sino también por lo que callan. Llama la atención el hecho de que, en el caso
de los mercaderes, no haya ninguna referencia a la ocupación fundamental de las
familias. La única alusión velada a su vinculación con el mundo de los negocios y el
dinero es la expresión honestis reditibus al hablar de la dotación de la iglesia. Por el
contrario, en los testamentos es habitual que empleen el término «mercadero» para
referirse a ellos mismos. En este sentido, la naturaleza claramente pública de la
inscripción lleva a los promotores a ocultar en la medida de lo posible su oficio, visto
desde siempre con suspicacia y en ocasiones abiertamente criticado22.
Otra información de interés que aparece consignada en las inscripciones
funerarias es la relación de los difuntos con distintas obras arquitectónicas que fueron
construidas a sus expensas o dotaron generosamente. En este sentido, destaca el epitafio
latino de Gonzalo López de Polanco y Leonor de Miranda, el cual nos informa que
fueron huius sacri primarique altaris auctores y que ecclesiam hanc honestis reditibus
faulsiere. Cuando años después, su hijo Gregorio de Polanco recoge en su epitafio la
labor de sus antepasados nos habla de «un arco de sus antepasados en la capilla mayor
de la iglesia de San Elices» que pertenecía a Juan López de Polanco. En el caso de los
22
De acuerdo con Polanco Melero, el único epitafio en el que aparece el término mercader es el de Diego
del Campo en la iglesia de San Lesmes, fechado en 1504: C. POLANCO MELERO, Muerte y sociedad
en Burgos, Burgos, 2001, p. 317.
Maluenda, el epitafio de Lesmes de Maluenda Salamanca nos dice que él es el
propietario de este arco y sepultura, pero que además es patrón de la capilla de Santo
Domingo del monasterio de San Pablo, donde se ordenó enterrar su madre. Asimismo,
al hablar de sus parientes Francisco y Andrés de Maluenda nos dice que son los patrones
de la capilla de las Vírgenes del mismo monasterio de San Pablo, una capilla que antes
había pertenecido a los condestables de Castilla y que habían adquirido en 156323.
Muy importante es lo que los epitafios revelan sobre las relaciones familiares de
los difuntos. Lo más habitual es la mención a la esposa, que habitualmente es enterrada
junto al marido, para la que en castellano suele usarse la expresión «su muger» y en
latín encontramos consors y coniux. Cuando los descendientes intervienen en los
monumentos funerarios, tienden a establecer verdaderas genealogías, remitiendo al
padre, abuelo y bisabuelo, e incluso a otros parientes, descendientes de un mismo
antepasado común (como en el caso de Francisco, Andrés y Lesmes de Maluenda,
descendientes todos ellos de Martín Rodríguez). En este sentido, los epitafios nos
permiten acceder a las redes matrimoniales que se establecían entre las distintas
familias. Así, por ejemplo, descubrimos que Alfonso de Polanco se casó con Constanza
de Maluenda, creando así un vínculo entre estas dos familias de comerciantes
burgaleses. Leonor de Miranda e Inés de Miranda, mujeres del linaje de los Miranda, se
desposaron respectivamente con Gonzalo López de Polanco y con Alonso de Maluenda.
Asimismo, los Maluenda casaron con los Salamanca, otra notable familia de
negociantes burgaleses que tienen su sepulcro en la parroquia de San Lesmes, de
manera que el responsable de la inscripción más moderna en el sepulcro de los
Maluenda, incluyó de forma sistemática los dos apellidos en su nombre: Lesmes de
Maluenda Salamanca. Es decir, el epitafio es un reflejo de las redes establecidas en vida
por las distintas familias y que perdurarán tras la muerte24.
Finalmente, algunos epitafios mencionan la dotación que hicieron y las misas
que debían decir por el difunto. En la inscripción de la sepultura de Pedro de Maluenda
se dice que al difunto «le han de decir cuatro misas rezadas cada semana y una cantada
cada mes y otra cantada con sus vísperas el día de San Pedro» y el largo texto incluido
por Lesmes de Maluenda Salamanca indica que Alonso de Maluenda «dejó dos misas
23
J. A. CASILLAS GARCÍA, El Convento de San Pablo de Burgos: historia y arte, Salamanca, 2003, p.
239.
24
Para las complejas relaciones matrimoniales y familiares de esta época, vid. C. ESTEPA DÍAZ et al.,
Burgos en la Edad Media, Valladolid, 1984, p. 321; H. CASADO ALONSO, «Una familia de la
oligarquía burgalesa en el siglo XV: los Alonso de Burgos-Maluenda», en La ciudad de Burgos, León,
1985, pp. 143-162.
rezadas perpetuas cada semana». En este sentido, la más completa es la lápida que
ordenó colocar Antonio López junto al altar y retablo de San José que hizo construir en
la iglesia de las Angustias: «Fundaron en esta iglesia de Nuestra Señora de las Angustias
una capellanía para parientes suyos de cinco misas rezadas cada semana con responso,
que se han de decir en esta iglesia a las doce: los días de fiesta de guardar, los domingos
y demás fiestas en el altar mayor, los viernes en el del Santo Cristo, los sábados en el de
Nuestra Señora de los Cuchillos, los lunes y los jueves en la capilla de San José, y el
responso, acabada la misa, sobre su sepultura, y se ha de dar de limosna por cada misa
seis reales».
25
V. GARCÍA LOBO y M.ª E. MARTÍN LÓPEZ, De epigrafía medieval, p. 40.
26
G. C. SUSINI, Epigrafia romana, Roma, 1982, p. 53.
importante forma de dar a conocer al difunto o difuntos allí depositados. La mera
ubicación de la sepultura transmite una serie de aspectos que singularizan al fallecido.
La introducción de la tumba en la iglesia constituye una proclamación de la dignidad de
los difuntos. Atrás habían quedado las normas que encontramos en las Partidas
restringiendo quiénes podían ser enterrados en el interior de la iglesia, aunque todavía
había claras distinciones entre quiénes podían ser sepultados en unos templos y en otros;
así, por ejemplo, en el caso del Burgos bajomedieval los miembros de las clases «no
privilegiadas» apenas tenían cabida en la catedral, recurriendo las familias de los grupos
oligárquicos y los mercaderes a enterrarse en parroquias y monasterios del entorno. En
este caso, tanto los Polanco como los Maluenda optaron por hacerlo en la parroquia a la
que pertenecían, muy próxima a la catedral. Además, la situación de la sepultura dentro
del templo también marcaba una clara distinción social: el hecho de que la tumba de los
Polanco esté colocada en el espacio más sagrado del templo, junto al altar mayor, es
signo del poder y del prestigio del que la familia gozaba. Los Maluenda, por su parte,
aun ocupando una posición menos llamativa dentro del recinto, siguen teniendo una
ubicación privilegiada: en el muro del evangelio (preferible al de la epístola) y frente a
la puerta de acceso a la iglesia. También la sepultura de Antonio López y su mujer se
halla situada en el lado del Evangelio de la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias
de Valladolid, concretamente en la Capilla de San José.
La decoración que acompaña la tumba también constituye un manifiesto de la
piedad de los fallecidos27. Particularmente llamativo es el caso del retablo en el que se
inscriben las tumbas de los Polanco, dedicado a San Nicolás, pero en el que aparecen
muchas otras figuras de santos y santas a los que el mercader tenía particular devoción,
tal como aparece mencionado en las mandas de su testamento (por ejemplo, San Andrés,
Santa Clara, Santa Catalina, San Lorenzo…). Asimismo, las escenas vinculadas a la
vida de Cristo y María ponen de manifiesto la redención que esperan obtener en virtud
de los meritos de aquellos28. Igualmente, en el sepulcro de los Maluenda encontramos
representaciones que apuntan a la labor redentora de Cristo (la escena de la crucifixión
que ahora remata el gran arco conopial o que está grabada bajo la tumba de Martín
Rodríguez de Maluenda y Leonor Álvarez de Castro), así como otras esculturas
vinculadas a la devoción particular de los miembros de la familia por determinados
santos (San Pedro y San Pablo en el caso de Pedro de Maluenda o San Nicolás en el de
27
Vid. M.ª J. GÓMEZ BÁRCENA, Escultura gótica funeraria en Burgos, Madrid, 1988, pp. 149-154.
28
E. D. KELLEY, «Proclamations of Piety and Prosperity: The Funerary Altarpiece of the Merchant
Gonzalo López de Polanco», Hispanic Research Journal, 15 (2014), pp. 398-421.
Alonso de Maluenda). En ese sentido también el contexto espacial de la sepultura de
Antonio López y su mujer es una proclamación de la devoción de estos por San José.
Como dijimos, según la inscripción, martes y jueves se debía decir la misa en esa
capilla, para cuyo adorno invirtió 6500 reales en el retablo de la capilla y en el San José
de bulto, más otros 2000 reales para las pinturas del santo colocadas en las paredes
laterales (a ello habría que sumar otras estatuas de bulto, la reja, las lámparas...) 29. En
ocasiones, no obstante, la decoración que acompañaba a la tumba, mucho más sencilla,
era un mero recordatorio del carácter mortal del ser humano, una invitación a quien
contemplaba la tumba a considerar su propia mortalidad y actuar en consecuencia. Así,
la tumba del cordonero Gómez de las Cuevas cuenta con una calavera y dos tibias (una
por encima y otra por debajo de aquella).
La identidad de los finados, en tanto en cuanto miembros de un determinado
linaje, quedaba también reflejada en los escudos heráldicos que acompañaban la
sepultura, en muchos casos sostenidos por figuras angelicales (como sucede con los
escudos situados por encima del arco en la tumba de los Maluenda o los que aparecen
en la cama funeraria de los Polanco). La presencia de este elemento es un claro signo de
la diversidad existente dentro de ese gran grupo que no formaba parte del clero ni de la
nobleza, pues algunos se hallaban muy próximos a esta y acabaron enlazando con ella.
No es este el lugar para hacer un análisis detenido de la heráldica que aparece
reflejada junto a las inscripciones que estudiamos, pero sí queremos poner de relieve la
necesaria interacción que ha de darse entre los estudios epigráficos y los heráldicos.
Finalmente, como un último elemento de identificación, las sepulturas de los
mercaderes del siglo XV y del siglo XVI presentan efigies de los difuntos, las cuales
seguían en buena medida las convenciones del momento y es difícil considerarlas como
un verdadero retrato del fallecido, aun cuando presentan rasgos personalizados. Los
varones tienden a estar vestidos de acuerdo con su condición, portando incluso una
espada en el caso de Gonzalo López de Polanco para dejar constancia de su rango de
caballero. Por el contrario, las mujeres se representan con vestimentas monásticas,
posiblemente reflejo de aquellas con las que habían sido enterradas, un símbolo de su
piedad. También signo de piedad es el libro que sostienen a veces en las manos (Martín
Rodríguez de Maluenda, Alonso de Polaco, Leonor Álvarez de Castro...) o la mera
posición de las manos (Leonor de Miranda). Por otro lado, en el caso de los Polanco,
29
E. GARCÍA CHICO, Valladolid. Papeletas de Historia y Arte, Valladolid, 1958, p. 69.
como marca de su destacada posición social encontramos que a los pies de los difuntos
aparecen pajes o servidores de la casa.
Así pues, al tener en cuenta este contexto espacial en el que la inscripción se
halla enclavada, esta puede tener un valor muy marginal en el conjunto del monumento.
Tomemos como ejemplo las inscripciones funerarias de los Polanco dentro del retablo
del que forman parte; considerando únicamente las dimensiones del retablo y de los
epígrafes, es manifiesto que estos juegan un papel totalmente auxiliar en el conjunto. En
cierto modo, es posible reutilizar la noción de M. Wallis de «enclave semántico», si bien
él la usaba para hablar de la presencia de escritura en la pintura. Podemos considerar las
inscripciones como entidades autónomas que tienen una estructura semántica diferente y
hablan un «lenguaje» distinto dentro del conjunto del retablo, con lo que, pese a sus
reducidas dimensiones, constituyen un elemento muy singular que transmite un mensaje
claro y conciso sobre el difunto a quienes tienen la capacidad de descifrarlo.
1
1476, abril, 4. 1485, diciembre, 25.
Epitaphium sepulcrale de Martín Rodríguez de Maluenda y Leonor Álvarez de Castro.
BURGOS. Iglesia de San Nicolás de Bari. Placa de caliza a modo de rollo de 550 × 700 mm colocada en el primer
arco de la derecha del monumento funerario del muro norte.
Texto dispuesto en diez líneas horizontales en un campo de 550 × 610 mm. Escritura gótica minúscula de 32 mm.
Incisa en V y repintada de negro.
:
Aquí están sepultados los cuerpos de los honrados señores Martín Rodríguez de Maluenda, que falleció el
Domingo de Ramos del año del Señor de 1476 y de Leonor Álvarez de Castro, su mujer, que falleció el
primer día de Navidad, entrante el año del Nacimiento del Señor de 1486, cuyas almas Dios tenga en su
santa gloria.
2
1491.1520
Epitaphium sepulcrale de Alfonso de Polanco y Constanza de Maluenda.
BURGOS. Iglesia de San Nicolás de Bari. Placa de caliza de 590 × 560 mm a modo de rollo sostenido por ángeles y
colocado sobre las efigies de los difuntos en la parte inferior izquierda del retablo mayor de la iglesia.
Texto dispuesto en ocho líneas horizontales en un campo de 577 × 560 mm. Escritura humanística temprana de 45
mm. Incisa en V y repintada de negro.
El noble varón Alfonso Polanco, con su mujer Constanza Maluenda, liberados de humanas
preocupaciones, están custodiados bajo esta piedra. Partió él en el año de 1491; ella en 1520.
3
1494, octubre, 26.
Epitaphium sepulcrale de Alonso de Maluenda e Inés de Miranda
BURGOS. Iglesia de San Nicolás de Bari. Placa de caliza de 810 × 635 mm a modo de rollo sostenido por ángeles y
colocada en el primer arco de la izquierda del monumento funerario del muro norte.
Texto dispuesto en doce líneas horizontales en un campo de 730 × 570 mm. Escritura gótica minúscula de 35 mm.
Incisa en V y repintada de negro.
Aqui estan sepultados los cuerpos
del honrado ciudadano alonso de ma
luēda que fallescio a xxvi de otubre
de ill · e · ccccº · e · xc · iiii años · y de la vir
5 tuosa ynes · de · miranda · su mujer
· que · fallescio · a · (en blanco)
· año de · ill e d e (en blanco) : años e
· cuyas · animas dios aya amē·
Aquí están sepultados los cuerpos del honrado ciudadano Alonso de Maluenda, que falleció a 26 de
octubre de 1494, y de la virtuosa Inés de Miranda, su mujer, que falleció a (en blanco), año de 15(en
blanco), y cuyas almas Dios haya, amén.
4
1503.1505
Epitaphium sepulcrale de Gonzalo López de Polanco y Leonor Miranda.
BURGOS. Iglesia de San Nicolás de Bari. Placa de caliza de 560 × 640 mm a modo de rollo sostenido por ángeles y
colocado sobre las efigies de los difuntos en la parte inferior derecha del retablo mayor de la iglesia.
Texto dispuesto en diez líneas horizontales en un campo de 560 × 520 mm. Escritura humanística temprana de 43
mm. Incisa en V y repintada de negro.
En este túmulo descansan el noble varón Gonzalo López de Polanco y su mujer Leonor Miranda, autores
de este altar sagrado y principal, los cuales adornaron esta iglesia con rentas honestas. Murió él en el año
1505; ella, por su parte, en 1503.
5
1505, diciembre, 11.
Epitaphium sepulcrale de don Pedro de Maluenda, maestreescuela de Alcalá y canónigo de Burgos.
BURGOS. Iglesia de San Nicolás de Bari. Placa de caliza de 810 × 635 mm colocada en el primer arco de
la izquierda del monumento funerario del muro norte.
Texto dispuesto en 12 líneas horizontales en un campo de 730 × 570 mm. Escritura gótica minúscula de 35
mm. Incisa en V y repintada de negro.
Esta sepultura es de Gómez de las Cuevas, cordonero, y de su mujer y de sus herederos. Púsola año de
1540.
8
1503.1505
Epitaphium sepulcrale de Gregorio de Polanco, regidor de Burgos, y María de Salinas.
BURGOS. Iglesia de San Nicolás de Bari. Cartela de caliza a modo de cuero de 740 × 860 mm sostenida por dos
figuras infantiles y colocada en el pilar de la derecha junto al retablo mayor. En la parte superior aparece decorada
por una escultura de bulto de Santiago matamoros.
Texto dispuesto en dieciocho líneas horizontales en un campo de 540 × 680 mm. Escritura gótica minúscula de 23
mm. Incisa en V y repintada de negro.
debajo · de la
piedra · de jaspe qq es
en este · suelo · yacen · los cuer
pos · de gregorio · de polanco
5 rreguidor · de burgos · y de doña · mīa ·
de salinas · su mujer · fallecio · el · a · 8 de nob’e
1552 y ella · a 22 de mayo 1564 fue el dhō
gregorio · de Polanco · hijo · de goncalo
lopez · de polaco · fundador de este altar
10 maior y nieto · de goncalo · lopez · de Polanco qq
estan · enterrados en este arco · y en la sepultura · jun
to · a el · como pareze · por los letreros y bis
nieto de juan · lopez de polanco qq esta se
pultado · en el lugar de polanco q es en asturias
15 de santillana donde es su naturaleza en vn arco
de sus · antepasados · en la capilla · maior · de
la · yglesia · de · sant
elices
Debajo de la piedra de jaspe que es en este
suelo yacen los cuerpos de Gregorio de
Polanco, regidor de Burgos, y de doña María
de Salinas, su mujer. Falleció él a 8 de
noviembre de 1552 y ella a 22 de mayo de
1564. Fue el dicho Gregorio de Polanco, hijo
de Goncalo López de Polanco, fundador de
este altar mayor, y nieto de Gonzalo López
de Polanco, que están enterrados en este
arco y en la sepultura junto a él, como
parece por los letreros, y bisnieto de Juan
López de Polanco, que está sepultado en el
lugar de Polanco, que es en Asturias de
Santillana, donde es su naturaleza, en un
arco de sus antepasados en la capilla mayor
de la iglesia de San Felices.
8
Ca. 1555.
Titulus proprietatis sepulturae de Lesmes de Maluenda Salamanca, regidor de Burgos, Francisco de Maluenda y
Andrés de Maluenda, regidor de Burgos
BURGOS. Iglesia de San Nicolás de Bari. Placa de caliza de 155 × 107 cm colocada entre el arcosolio dela izquierda
y el centra, decorada por un reborde a modo de pergamino y rematada en su parte superior por un círculo en el que
aparecen las armas de los Maluenda.
Texto dispuesto en veintisiete líneas horizontales en un campo de 1040 × 870 mm. Escritura humanística mayúscula
de 25 mm. Incisa en V y repintada de negro.
9
1622.1721
Titulus proprietatis sepulturae de Gregorio Fernández, escultor, y su mujer María Pérez, reutilizado por Francisco
de Nogal y Teresa de las Dueñas
VALLADOLID. Museo de Valladolid, patio central (procedente del convento del Carmen Calzado). Lápida sepulcral
de caliza de 1840 × 655 mm, con un reborde que marca el campo epigráfico.
Textos dispuestos en diez y en siete líneas horizontales en un campo de 1830 × 640 mm. Escritura humanística
mayúscula de 55 mm. Incisa en V.
ESTA SEPVLTV
RA ES DE GRE◊
GORIO FERNĀ
DEZ SCVLPTOR
5 Y DE MARIA PE
REZ SV MVGER
Y DE SVS HERE
DEROS Y SVBCE
SORES, ANÕ DE
10 1622
Y AORA ES DE
D, FRANCO DE
NOGAL Y DE DA
THERESA DE LAS
5 DVEÑAS Y DE SVS
HEREDEROS
AÑO DE 1721
Esta sepultura es de Gregorio Fernández, escultor, y de María Pérez, su mujer, y de sus herederos y
sucesores. Año de 1622.
Y ahora es de don Francisco de Nogal y de doña Teresa de las Dueñas y de sus herederos. Año de 1721.
10
1646
Titulus proprietatis sepulturae de Juan Prieto, ensamblador, y Antonia García.
MEDINA DE RIOSECO (VA). Iglesia de Santa María de Mediavilla. Fragmento de lápida sepulcral de caliza de 590
× 610 mm reutilizada en el enlosado del templo.
Texto dispuesto siete líneas horizontales. Escritura humanística mayúscula de 55 mm. Incisa en acanaladura.
ESTA SEPVLTV
RA ES DE IVO PRIE
TO ENSAMBLAD
OR Y DE SV MVGE
5 R ANTONIA GA Y D
E SVS HEREDER
OS AÑO DE 1646
Esta sepultura es de Juan Prieto, ensamblador, y de su mujer, Antonia García, y de sus herederos. Año de
1646.
11
1689
Notitia fundationis de la capellanía fundada en la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias por Antonio López,
maestro entallador, e Isabel de Valcárcel, con listado de las misas que se han de decir.
VALLADOLID. Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias. Placa de caliza pintada de negro de 102 × 332 cm
colocada en el pilar derecho de la capilla de San José en el muro del evangelio de la iglesia.
Texto dispuesto en treinta y una líneas horizontales. Escritura humanística mayúscula de 55 mm. Incisa en V.