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En síntesis, el Convenio de Basilea, tratado vigente y ratificado por Chile,

dispone las siguientes reglas y principios:

i. En primer lugar, contiene un objetivo y finalidad manifiesta y precisa,


cual es la minimización del movimiento transfronterizo de desechos
peligrosos, tendiendo progresivamente a su completa prohibición
(artículo 4.2, letra d), Preámbulo, párrafos 1°, 7° y 18°);

ii. Luego, para efectos de autorizar el movimiento transfronterizo de


desechos peligrosos, el art. 4.9 letra a) del Convenio dispone como
condición esencial e ineludible que el Estado exportador no disponga
de capacidad técnica para eliminar los desechos, de manera
ambientalmente racional y eficiente;

iii. En consecuencia, en el caso de que un Estado disponga de la capacidad


técnica para la eliminación ambientalmente racional de los desechos,
se aplicará la regla general del Convenio, esto es, la prohibición de
exportar los desechos peligrosos a otros países.;

iv. La conclusión anterior, es la única que resulta coherente con el


compromiso asumido por cada Estado de ser responsable de sus
propios desechos (“los desechos peligrosos y otros desechos deben
eliminarse en el Estado en que se hayan generado”, párrafo 8° del
Preámbulo).

v. Además, dicha conclusión resulta armónica con el propósito declarado


del Convenio “de que se prohíban los movimientos transfronterizos”
(párrafo 1° del Preámbulo);

vi. Sin perjuicio de lo anterior, el Convenio contempla una estricta


excepción a la regla general antedicha, en las que podría autorizarse
excepcionalmente una exportación de residuos peligrosos, siempre que
concurran los requisitos de los art. 4.9 letras b) y c), que exigen:

a) una declaración formal ante el derecho internacional, expresa y por


escrito, por parte del Estado de destino de los desechos1,

1Así lo exige expresamente el artículo 4.1 letra c) del Convenio, que dispone que: “Las Partes
prohibirán o no permitirán la exportación de desechos peligrosos y otros desechos si el Estado de
b) que dicha declaración debe explicitar y justificar la “necesidad” de
contar con “determinados desechos”,
c) que dicha necesidad debe consistir en que los desechos han de servir
como “materia prima” para el reciclaje o recuperación de otros
desechos;

vii. Por tanto, la autorización de exportaciones de residuos peligrosos en


Estados que cuenta con capacidad técnica para su debido tratamiento,
es de naturaleza excepcional y calificada, conforme explicamos,
estando absolutamente vedada la alternativa de disponer, vía
reglamento, cualquier autorización genérica para la exportación de
dichos residuos;

viii. Finalmente, cualquier infracción a las reglas y principios antedichos


implicaría:

a) Incumplir lo dispuesto en el artículo 54 N°1, inciso quinto, de la


Constitución Política de la República, al modificar y alterar un
tratado internacional sin respetar sus propias reglas de
modificación; y
b) Alterar el sentido y alcance de las reglas del Convenio por vía
reglamentaria, lo que comprometería la responsabilidad
internacional del Estado de Chile, por infringir un tratado
ratificado y vigente sin someterse a sus propias disposiciones
convencionales sobre enmienda o denuncia (arts. 17°, 18° y 27° del
Convenio).

En conclusión, el Convenio de Basilea establece una prohibición general y


estricta de exportar desechos peligrosos, si el país exportador dispone de
capacidad técnica para eliminarlos; y cuya infracción −mediante autorizaciones
para exportar vía Reglamento− implica la modificación de un tratado
internacional omitiendo las reglas constitucionales fijadas para tal efecto,
detonando la responsabilidad internacional del Estado de Chile.

importación no da su consentimiento por escrito, a la importación de que se trate, siempre que


dicho Estado de importación no haya prohibido la importación de tales desechos”.

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