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1.1.1 El origen de la ciudad.

La ciudad surgió en el momento en que el hombre abandona su estado de cazador- recolector y descubre la agricultura.
Esta actividad favoreció la existencia de unos excedentes que permitieron la sedentarización. Asimismo, el control de la
producción de la tierra sentó las bases de la jerarquía social de los primeros establecimientos fijos. La paulatina
concentración de pequeñas aldeas dio origen a las primeras ciudades, que aparecieron en los valles de los ríos de la media
luna fértil de Asia Menor.

Las ciudades tienen su origen, según data de estudios arqueológicos, unos 10.000 años antes de la era cristiana, siendo
las ciudades más antiguas, hasta la fecha, Catal Huyuk, en Turquía (9.000 A.E.C.) y Jericó, en Palestina (7.000 A.E.C).

Conclusiones recientes de la Arqueología, permiten calcular que alrededor del año 4.300 A.E.C., empezaron a configurarse
asentamientos de mayor tamaño, con unas estructuras de adobe en forma de rampas y terrazas, llamadas zigurat, que
reunían las funciones de fortaleza y templo.

Al igual que los túmulos, las tumbas, los megalitos y las pirámides repartidas por todo el mundo, los zigurats atestiguan la
presencia de jefaturas avanzadas capaces de organizar un sistema social con una sólida estructura religiosa y unos modos
y relaciones de producción, en un territorio perfectamente delimitado y modificado por la acción del hombre.

Para efectos de la delimitación temática del presente documento, es preciso considerar que en el caso de las ciudades
griegas y romanas, su fundación se originó cuando "varias familias formaron la fratría, varias fratrías, la tribu; varias tribus,
la ciudad. Familia, fratría, tribu y hogar son además sociedades exactamente semejantes entre sí, que han nacido unas de
otras por una serie de federaciones".(*)

Ciudad y urbe (cité y ville) no eran palabras sinónimas entre los antiguos griegos y romanos. La ciudad era la asociación
religiosa y política de las familias y de las tribus. La urbe era el lugar de reunión, el domicilio y, sobre todo, el santuario de
esa asociación. En su concepción del habitar urbano, la urbe no se formaba a la larga, por la lenta incorporación de hombres
y de construcciones. Por el contrario se fundaba de un solo impulso, entera, en un día. Pero era preciso que antes estuviera
constituida la ciudad, que era la obra más difícil y ordinariamente la más larga.

* FUSTEL DE COULANGES, Numa- Denis. La ciudad antigua. Panamericana. Santa fé de Bogotá, 1997. p. 35.
En el capítulo undécimo, La Ciudad de los Promotores, Hall nos explica el impacto que tuvo la
crisis económica de los años 70 sobre el urbanismo. La crisis provocó un cambio de orientación, el
urbanismo dejó de preocuparse por el control y planificación del crecimiento, para fomentar el
crecimiento fuese como fuese. El terrible estancamieno del crecimiento hizo desaparecer las
subvenciones para crear nuevas ciudades, todo el dinero se destinó a sacar del ahujero de la crisis
a las ciudades ya existentes. En los 70, las ciudades estaban en reconversión, se tuvieron que
adaptar a la desaparición de la base industrial de la economía urbana; todos los esfuerzos se
orientaron a dar un nuevo papel a la urbe como centro de servicios. El principal objetivo fue
atraer a las entidades financieras, el turismo y el dinero de los yuppies. "La idea que predominaba
era que la ciudad era una máquina de crear riqueza y que la función del urbanismo era engrasar la
maquinaría". La deserción de la industria dotaba a las ciudades con nuevos espacios a los que se
debía encontrar nuevos usos. Fue el periodo de las grandes operaciones de renovación urbana (de
los Dolls londinenses). El centro de la ciudad se convirtió en una boutique para el consumo de los
yuppis y en un señuelo para atraer a los turistas. Para las políticas de vivienda social no corrieron
buenos tiempos durante el periodo de las administraciones Reagan y Thatcher.

En el capítulo duodécimo, La Ciudad de la Eterna Pobreza, Hall inicia el retorno de nuestro viaje
hacia "los eternos barrios bajos". Este capítulo está dedicado a la historia de los estudios sobre la
pobreza y la marginalidad urbana en EEUU. Estudios que se remontan a los años 20, época en que
los sociólogos de la Escuela de Chicago (Park, Burgess y compañía) localizaron la pobreza urbana
en los ghettos que acogían a los inmigrantes. Para los de Chicago la ciudad robaba al recien
llegado la protección y autodefensa que le brindaban las comunidades tradicionales, la ciudad
tentaba al indefenso hijo del inmigrante hacia la marginación. La marginación llegó a ser
considerada como un problema transitorio, pues en los años cuarenta los ghettos blancos habían
desaparecido, sólo quedaban ghettos negros en las ciudades americanas, ghettos que se hacían
cada vez más profundos. ¿Que diferenciaba a los negros? Los estudios de Frazier substituyeron las
xplicaciones racistas por los hechos, en esencia tres diferencias: partían de una pobreza más
extrema, la familia negra estaba descentralizada y habían llegado más tarde a la ciudad, cuando
los trabajos no cualificados habían comenzado a desaparecer o estigmatizaban, y por si esto fuera
poco aún se debía sumar el racismo blanco. Finalmente, a partir de los 60 la extensión de la
pobreza a los blancos (aunque siempre en menor medida) arrabató la razón a los sociólogos de
Chicago, no se trataba de un problema transitorio. Hall no facilita ninguna solución ante la
persistencia de la pobreza en las ciudades, sólo una pregunta ¿dónde ha estado el urbanismo?
¿qué ha hecho? La respuesta no puede satisfacernos. Es cierto que el porcentaje de pobres es
menor que en 1880, pero también es cierto que son muchos los pobres de nuestras ciudades a los
que no se les ha querido ofrecer una vivienda digna.

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