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La mano del
fuego A l b e rto Ruy Sánchez
Mi casa se estaba quemando y sólo podía salvar una cosa. Esta historia corrió por boca de todos como agua de lluvia
Decidí salvar el fuego. en las calles. Dicen que a aquel hombre sonámbulo le
No tengo dónde vivir pero el fuego vive en mí.
brillaba en la obscuridad la mano que le habían c o rt a d o
Y me defiende discretamente de todo lo impuro.
Mi futuro ya no es importante.
y con ella tocaba a las mujeres como nadie puede tocar a
Sólo cuenta la intensidad del instante. otra persona: a fondo, metiéndose en lo invisible,
Jean Cocteau moviendo y conmoviendo hasta sus ideas. Pero su hist o-
ria no puede ser contada de manera tradicional: el pro-
El fuego es lo ultravivo. tagonista es un flujo, una voz que corre y se mete en d i s-
Es íntimo y es universal.
tintos cuerpos y situaciones. Un hombre que se equivoca
Vive en nuestro corazón y en el cielo…
Brilla en el paraíso y quema en el infierno.
y duda y a veces acierta y goza. Está obsesionado en des-
Es calidez y tortura, cocina y apocalipsis… cifrar el deseo, conocer a fondo el corazón del fuego.
Es un dios tutelar, bueno y malo a la vez. Para ello usaba su mano como guía y mapa del mundo
Gaston Bachelard del deseo: cada dedo una estación de su viaje, de su expedi-
ción en busca de la más alta intensidad amorosa. El pulgar
De un reporte forense: Cuando preguntamos por el cuerpo le recordaba las paradojas de la pasión. El índice le indi-
del hombre asesinado se nos mostró este jarrón de barro. caba su camino hacia el fuego. El cordial, su corazón cam-
Nos dijeron: “Es un cuerpo tatuado por fuera y por den- biante y frágil, órgano sexual absoluto del alma y por ahí
tro”. Por fuera desciframos una cita del poeta del siglo del cuerpo. El anular, la fragilidad de las relaciones amo-
XI, Ibn Hazm, autor de un Kama Sutra árabe titulado rosas. Y con el meñique se destapaba el oído para escuchar
El collar de la paloma. Viene de su libro El carácter so- la música del deseo. Su historia fluye cambiante, encendi-
námbulo: da por la atención de quienes la escuchan y la hacen suya.
nes, sus búsquedas obsesivas y sus inevitables ridículos y Y entraba también por la huella roja que su mano dejó
equívocos. Siente que lo habitan varios cuerpos e historias sobre su puerta blanca. Pu e rta que se abre hacia lo invisi-
y todos piden salir. ble, hacia lo indecible del amor. La mano del fuego.
Teme ser tan fiel a esa multiplicidad de voces, tan en-
caminado hacia sus obsesiones, tan poco lineal en su re-
lato que su círculo de oyentes en la plaza, su “jalca”, no lo
siga ya plenamente. Sobre el portón de muchas casas de Mogador o sobre
Podría contarlo distinto. Ya lo ha hecho de una ma- un muro encalado, y especialmente en las callejuelas la-
nera más tradicional y fácil de seguir. Pero lo que nece- berínticas de la medina: la parte antigua de la ciudad, se
sita hacer ahora es otra cosa. Para ofrecer de verdad una puede ver la huella roja entintada de una mano. Los cinco
probada de ese soplo que es él, lleno de muchos otros dedos separados claramente. De alguno de ellos o de la
seres sonámbulos, tiene que desafiar la costumbre de palma entera escurre un poco de pintura. Es una huella
quienes cuentan historias en la misma plaza y alterar el poderosa: está ahí para ahuyentar a los malos espíritus,
orden de sus cuentos. al mal de ojo o a cualquier otro tipo de maldición. Es una
Se consuela pensando que la vida en realidad tiene mano que conjura, bendice, protege. También es mano
la lógica de los sueños. Que contar las cosas de manera abierta para recibir al que en su cuerpo trae una presen-
realista, como sucede en algunas novelas, y en la boca de cia buena.
otros contadores de historias, es una convención más, una
salida que se han dado algunos para no aceptar el delirio
que es la vida, el reto inmenso que es tratar de compre n-
der ese delirio. Es no aceptar que nos unen y nos separan, Se llama Mano de Fatma o Jamsa.
nos detienen y nos mueven poderosos malentendidos. En árabe Jamsa significa cinco.
Que nada es lo que parece y además va cambiando. Qu e Los cinco dedos de la mano de
la última realidad es el deseo, sus ilusiones, sus búsquedas. Fatma, la hija del profeta, pro t e c-
Que los cuerpos enamorados son dunas y sus historias tora simbólica de los fieles. Pero
las cuenta el viento mientras las mueve. también de los que dudan.
Ella no juzga. Protege sin
distinción. Jamsa es cifra
clave del Islam. Son cin-
Y entonces Zaydún comenzó así una labor de varios co las veces que el almue-
años que no llegaría a publicar vivo. Obstinada y apa- cín canta el llamado a la
rentemente dispersa, arrancaba como una imagen flui- oración desde su altísi-
da, distorsionada en un espejo. Una imagen de cinco ma torre esbelta, su mi-
afluentes como cinco dedos llenos de palabras: n a rete o alminar. Cinco
las claves del misterio que
Había una vez un contador de historias enamorado sólo Alá conoce (C o r á n
locamente de una jardinera. Era un río de palabras. Agua VI-59). Cinco los Pi l a res de
sonámbula. Era mi cuerpo antes, después, ahora. la Sabiduría. Cinco los motivos
Érase una vez un río que me llevaba hacia el corazón de ablución. Cinco los tipos de ayu-
de mi amada, entrando por sus ojos, entre sus piernas, por no, las dispensas posibles del vier-
su boca, por sus manos abiertas. nes, las fórmulas para decir que Dios
tiempo y que ha surgido, en parte, en las conversaciones das una pequeña obra de cerámica. Una de la que el
con su amado. a rtesano se pueda sentir muy orgulloso. Qu i e re que
Llega a la zona del mercado donde están los alfareros. Tarik invente una forma inútil, frágil y tal vez
Es una plaza interior, de forma excepcionalmente trian- bella. Que la haga desde ahora como anti-
gular, que hace muchos siglos fue hospital de la ciudad. cipo o boceto sólido de lo que realizará, él
Aquí aprendió y practicó la medicina Ibn Jaldún, antes o uno de sus discípulos, cuando ambos
de ser víctima de las intrigas de la corte. Aquí trató a un hayan muerto. No se trata de una urna
hombre que se decía reencarnación de Mashnún, el loco para sus cenizas sino de una obra hecha
por Laila. Antecedente árabe de lo que muchos siglos de sus cenizas.
después, en el norte del Mediterráneo, se llamó el amor Tarik le pregunta: “¿Las cenizas del
c o rtés. Justo en el taller del alfare ro que ella visita estuvo que muera primero esperarán al que
encerrado ese Mashnún y escribió en los muros la forma venga luego? Porque es muy proba-
enamorada de su tormento. Todavía se adivinan aquí y ble que no mueran al mismo tiempo”.
allá las formas caligráficas de sus versos. Por aquí, “tus “Tú no te preocupes por eso”, responde
entrañas de fuego me devoran”. Por allá, “Te vi, ¿era un Jassiba. “Tendrás en su momento todo lo que ne-
sueño?”. Citas del conocido poema clásico que cual- cesitas. Instrucciones y cenizas”. Lo que hace pensar al
quiera reconoce. alfarero en un extraño pacto de enamorados. ¿Planean
El poema legendario justifica su fragmentación, su un suicidio compartido?
rompimiento continuo, su falta de convenciones, por la Jassiba lo aclara sonriendo: “Ya lo había pensado.
locura del poeta. Pero al final se pregunta, ¿no todos los Harás primero una vasija de prueba, un boceto que
enamorados radicales viven delirios de esta naturaleza? nos mostrarás para que lo aprobemos. Luego la
¿De dónde sale que el amor, que vuela al aire del deseo, volverás hacer con las cenizas de quien muera
puede ser contado de otra manera? primero. Y después lo romperás, lo molerás y
El alfarero, Tarik, cuida esos viejos pedazos de verso volverás a hacer otro con las cenizas reunidas
dibujados en cal como uno de sus tesoros más preciados. de los dos. Es un encargo triple, estoy cons-
Jassiba entra en su taller cuando él mezcla tierras, pre- ciente. Y te lo pagaré por adelantado”.
para sus materiales. Sus ayudantes encienden el horno La petición extraña a Tarik tanto como
y, como siempre, tienen que comenzar por ahuyentar a lo anima el re t o. Las cenizas humanas
los insectos que vuelven hipnotizados por su fuego. In- podrían naturalmente servir para es-
sectos de todo tipo, muchos de ellos voladores. El fuego maltar, pero para formar parte del
los llama, es su gran enigma. cuerpo de barro necesitará mezc l a r l a s
Jassiba entra en el taller perturbando la concentración con materiales muy diversos. Ya comienza
que todos tenían en el arranque del horno. Su forma de en su cerebro a elaborar su pieza. Mientras
caminar, de estar de pie, sus ojos que miran fijo y con sua- tanto, la obra de prueba tendrá que ser,
vidad al mismo tiempo, su presencia, son sin duda llamas según Tarik le dice a Jassiba, “la mejor piez a
muy inquietantes. de la que soy capaz”.
Como ella distrae a los aprendices, los insectos de En cuanto ella abandona el taller él se
nuevo merodean masivamente el hogar del fuego. Ella pone obsesivamente a pensar en ese en-
se sorprende por la cantidad y comenta: cargo, en la pieza perfecta para compla-
—¡Con qué fuerza los atrae! cerla, la más trascendente de sus obras.
Tarik sonríe mientras piensa que con la misma fuerz a No quiere Jassiba urna, ni cenicero, ni flo-
él se siente atraído por ella. Siempre lo ha sentido. Pero re ro, ni jarra de agua, ni figura humana
no se atreve a mencionarlo. En cambio le dice, con aire o animal. Claramente le pidió “una belle-
de complicidad: za inútil”.
—Son cosas de enamorados. Todos anhelamos el Tarik re c o r re el estante que tiene arri-
fuego, hasta mis cosas de barro lo desean. No todos lo re- ba del torno donde guarda varias formas
sisten o saben vivir con las transformaciones que nos im- caprichosas que él llama sus “piezas tercas”.
pone. Porque el fuego es amante exigente. Y convierte Pequeñas esculturas de barro que esperan
en fuego lo que toca. el momento de ser deseadas por algún visi-
La tomó del brazo y la llevó a otra sección del taller tante que ame la extravagancia. “La muer-
donde el calor del horno no se sintiera tanto. te, piensa Tarik, es también una cosa terca,
Jassiba quiere hacerle un encargo. Ella desea que obstinada en sus formas, caprichosa en sus
en un futuro incierto, cuando ella y Za ydún hayan resultados. Qué mejor que casarla con
muerto, si Tarik aún vive, haga con sus cenizas reuni- una obra de barro no menos caprichosa”.