Está en la página 1de 16

Visiones y Herramientas – 2005 – p.

125-134

Culturas adolescentes y valores cristianos


Ana R. Somoza

Acabo de visitar una iglesia en la que encontré un hermoso y variado grupo de adolescentes y jóvenes.
Se habían sentado al fondo del salón, separados de los adultos que estaban adelante, pero participaban de la
reunión con interés. Algunos lucían crestas de colores en sus cabelleras, otros el cabello largo y otros, corto.
Abundaban los cinturones y las pulseras metálicas, las zapatillas y las remeras negras. En fin, se podía observar
una variada colección de moda adolescente. Inclusive estaban aquellos chicos y chicas que lucían remeras y
pantalones que usted o yo nos animaríamos a usar. Se notaba que eran amigos entre sí pues al terminar la
reunión conversaban muy entusiasmados. Era evidente que se sentían cómodos en esa iglesia, de lo contrario
no hubieran estado allí.

¿Cómo habían llegado a esa iglesia? ¿Por qué estaban cómodos allí? ¿Qué es lo que lleva a los
adolescentes a “huir despavoridos” de algunas iglesias y a integrarse a otras? ¿Cómo era posible que
adolescentes que manifestaban tanta diversidad, conformaran un grupo? ¿A qué culturas adolescentes
pertenecían? ¿Eran adolescentes cristianos y cristianos dispuestos a vivir de acuerdo con los valores del Reino
de Dios? Al finalizar el culto me acerqué para entrevistarlos pues sé que los adolescentes cambian tanto que los
libros que hablan sobre ellos pronto quedan desactualizados y es imprescindible dialogar con ellos para
entenderlos y aprender de ellos. Les dije que quería conocer sobre sus culturas. Una sonrisa les iluminó el
rostro y comenzaron a hablar de sus vidas, de sus dolores, de sus proyectos y del camino recorrido hasta llegar
a encontrarse con Cristo y congregarse en esa iglesia. Esos chicos y chicas “la tenían clara”. Vivían un
cristianismo sin molde, fresco, auténtico y contagioso. Tan contagioso que cada vez había más adolescentes en
ese grupo.

En ese grupo había chicos y chicas que en la calle no hubieran conversado entre sí, pues pertenecían a
tribus enemigas. Más aún, un muchacho punk estaba de novio con una chica heavy metal. Según me dijeron,
habían estado “en la pesada” hasta que tuvieron un encuentro con Cristo y comenzaron a cambiar
profundamente. Mientras conversaba con esta pareja, se acercó un adolescente vestido según la moda
general y me dijeron que era new metal y que los heavy metal y los new metal no se llevan bien, pero que ellos
eran amigos. Contabilicé en esa iglesia adolescentes que pertenecían a 5 tribus urbanas distintas y
adolescentes que no pertenecían a ninguna tribu. Mi asombro aumentaba cada vez más, pero antes de
relatarles cómo terminó la entrevista, me parece necesario aclarar algunos conceptos importantes. ¿Por qué
hablamos de culturas adolescentes? ¿Qué son las tribus urbanas?

Las culturas adolescentes

Los adolescentes no son todos iguales pese a que con frecuencia hablamos de la adolescencia como si
hubiera una única y universal manera de ser adolescente. La adolescencia comienza con los cambios biológicos
que determinan la maduración física y sexual, sin embargo cómo se desarrolla, cuándo termina y qué
significado adquiere esta etapa de vida, depende en gran medida del contexto sociocultural en que se vive.

Los adolescentes representan, producen y comunican distintas “culturas adolescentes”. La cultura es el


conjunto de conocimientos, valores, prácticas, creencias, artefactos que se adquieren por vivir en determinado
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

contexto social, que configura una trama de significados compartidos desde la cual nos comunicamos. Las
culturas adolescentes son las distintas maneras en que ellos expresan colectivamente sus experiencias sociales
construyendo estilos de vida distintivos que se manifiestan en especial en el tiempo libre o en espacios
específicos que generan en distintas instituciones o lugares (Feixa, 991).

Según los sectores sociales de los que provengan, que dependen de la familia de origen, del barrio, de las
escuelas, las iglesias, los clubes, las amistades y otras instituciones o redes sociales, los adolescentes adquieren
distintos valores, expectativas y normas de conducta con los que construyen estilos de vida propios. Otro
aspecto importante en la construcción de las culturas adolescentes es la generación, pues quienes han nacido
en determinado momento histórico comparten sucesos, costumbres, modas y valores comunes.

Las culturas adolescentes se construyen entonces, con elementos provenientes de las identidades
generacionales, de clase, de género, etnia y territorio. Incorporan elementos provenientes de la moda, la
música, el lenguaje, las prácticas culturales y las actividades que realizan. Las fronteras entre las distintas
culturas adolescentes no son estáticas ni infranqueables. Por el contrario, los adolescentes no se identifican
siempre con el mismo estilo sino que reciben influencias de varios estilos y a menudo construyen su propio
estilo, que depende de sus gustos estéticos, musicales, sus valores, y de los grupos primarios con los que
interactúan.

Los adolescentes se relacionan de distinto modo con la cultura dominante de la sociedad, según la
cultura adolescente a la que pertenezcan. Algunos se relacionan conflictivamente, son los adolescentes que los
adultos vivencian como “rebeldes”; otros se integran por lo menos en forma parcial, son los “buenos
estudiantes y laboriosos”.

Las condiciones socioculturales imperantes en la actualidad favorecen el surgimiento de distintas


culturas adolescentes, las atraviesan con sus valores o “antivalores”. No es casual que en la cultura
posmoderna que promueve la falta de certezas, el escepticismo, la falta de proyección de futuro, el
consumismo, la búsqueda de placer, el individualismo, en una sociedad que tiende a la fragmentación y la
desigualdad, hayan surgido tantas culturas adolescentes. Analicemos a continuación un interesante fenómeno
relacionado con estas culturas que se ha denominado tribus urbanas.

Las tribus urbanas

Las tribus urbanas son agrupaciones de jóvenes que aparecen en las grandes ciudades, que comparten
los mismos gustos musicales, realizan las mismas actividades, eligen vestirse de modo similar, poseen hábitos y
valores comunes. Los adolescentes pueden identificarse con otros adolescentes que viven lejos
geográficamente pero que comparten los mismos gustos y costumbres por pertenecer a la misma tribu
(Moreno, del Barrio, 20002). Entre las tribus urbanas podemos mencionar a los góticos, los punks, los skinhead,
los sharps, los heavies, los hardcores, los rockers y las barras bravas. La mayoría de los adolescentes que
forman parte de las tribus urbanas provienen de sectores urbano-populares que viven en la marginalidad,

1
Feixa, Carlos. De jóvenes, bandas y tribus. 2° Ed. Barcelona, Ariel, 1999.
2
Moreno, A. y Barrio, C. del. La experiencia adolescente: A la búsqueda de un lugar en el mundo. Bs. As. Aique. 2000.
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

cuyas necesidades básicas no están siendo satisfechas, no tienen acceso a una buena educación ni esperanza
de conseguir en el futuro un empleo, cuyas vidas giran en torno a la inactividad.

En las tribus urbanas pueden confluir distintas bandas, conformadas por adolescentes que se parecen y
se reúnen voluntariamente por el placer de estar juntos. Las bandas son una forma de microcultura emergente
en sectores urbano-populares. Utilizan el espacio urbano para construir su identidad social. Cada banda puede
caracterizarse por un estilo determinado o por una mezcla de estilos. Cuando la banda se hace durable se
transforma en un grupo primario, pero entonces cambia sus características: afianza los valores comunes,
distingue roles, fija objetivos más allá de la reunión por el placer de estar juntos que es propio de la banda.

En una cultura globalizada dominada por las comunicaciones que le quitan sentido a los espacios pues se
anulan los límites y las fronteras, en una sociedad que les cierra las puertas y les niega espacios, los
adolescentes crean sus propios espacios, se apropian de lugares en las calles en los que se reúnen a conversar y
a beber cerveza. Allí se acentúa lo que tienen en común y disminuye lo que los separa. El adolescente ahí se
siente alguien pues es un miembro de una banda o de una tribu. Encuentra un conjunto de normas específicas
que respeta para construir su imagen, una serie de actitudes, comportamientos y valores a los que adherir, ahí
puede luchar contra la sociedad adulta, puede usar la violencia sin necesidad de ocultarla.

La búsqueda de pertenencia e identidad es lo que está en la base de estos fenómenos. Durante la


adolescencia se modifican las relaciones que los adolescentes tienen con sus familias y cobran vital importancia
las relaciones que establecen con otros adolescentes. De ahí la relevancia que adquieren los grupos, bandas,
pandillas y tribus urbanas en la vida de los adolescentes. Muchos de ellos establecen una dependencia excesiva
de las normas, pautas culturales y valores de sus grupos, por la seguridad que les otorga el pertenecer a ellos.
Algunos adolescentes de sectores populares, en lugar de integrarse a bandas o tribus urbanas, se integran al
mundo del hampa y es interesante destacar que otros se están incorporando a iglesias evangélicas.

Adolescentes, iglesias y valores cristianos

Todos los adolescentes necesitan un grupo de pertenencia con el cual identificarse y no solo los que
pertenecen a tribus urbanas o bandas. Como ya vimos, ellos transfieren al grupo la dependencia que antes
tenían de sus padres. Muchos adolescentes se acercan a las iglesias en búsqueda de un grupo de pertenencia,
de lazos profundos y amistades. Cuando los encuentran, se quedan, de lo contrario se van. Otros han
concurrido de pequeños a la iglesia con sus padres y al llegar a la etapa de la adolescencia se replantean
profundamente su fe; si no encuentran en la iglesia un grupo de adolescentes con los cuales identificarse y una
comunidad que los acepte, contenga y acompañe en este proceso, es muy probable que se alejen de ella. Este
era el caso de algunos de los adolescentes que entrevisté. Al cumplir 11 ó 12 años se alejaron de la iglesia y del
Señor, cayeron en la droga, el alcohol, la vida desenfrenada, pero felizmente, entre los 15 y 17 años, habían
vuelto al Señor, aunque ninguno volvió a la iglesia de su niñez.

No es fácil ser adolescente hoy, y más difícil aún es ser adolescente cristiano. Muchos de los valores y
prácticas de las distintas culturas adolescentes entran en contradicción con los valores cristianos. La vida
cristiana comienza con el nuevo nacimiento, pero luego implica un desarrollo que debería llevar a la adopción
de un estilo de vida distintivo, con nuevos valores y formas de conducta. Como afirma la Biblia, si alguno está
en Cristo, es una nueva persona. Por eso ya no piensa de nadie según los criterios de este mundo. Por eso ya
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

no vive para sí mismo sino para Cristo (2° Co. 5:15-17). El mandato de no conformarnos a este mundo es
también para los adolescentes cristianos. ¿Cómo ayudarlos a que sean cristianos sin dejar de ser adolescentes?
¿Cómo ayudarlos a ser adolescentes cristianos? ¿Cómo lograr que se integren a la iglesia y que en ella
encuentren una comunidad en la que puedan comenzar su vida cristiana si no lo han hecho antes y
desarrollarse en forma integral? ¿Cómo ayudarlos a conformar su identidad en torno a Cristo? ¿Cómo
enseñarles los valores cristianos y a adoptar el estilo de vida que Cristo desea en este difícil momento actual?

El aprendizaje de valores es muy importante ya que estos son las cualidades atribuidas a los objetos,
personas o fenómenos, y llegan a orientar y aun a determinar el estilo de vida de una persona. El mensaje del
reino de Dios desafía los valores de la cultura imperante y de las distintas culturas adolescentes, y frente a la
diferenciación social, al individualismo, a la competitividad, a la falta de esperanzas y de proyección de futuro,
a la violencia, opone un mensaje inclusivo, para todos y todas, sin distinción de clase, raza o género o edad. La
perspectiva de futuro y la esperanza se recuperan en el mensaje evangélico. Cristo vino a darnos vida en
abundancia, a abrirnos la posibilidad de un presente y un futuro mejor a todos. Analicemos algunos principios
importantes para enseñar a los adolescentes los valores cristianos.

- Transformar la iglesia en un espacio de encuentro, aceptación y participación. Los adolescentes se


integran a las iglesias en las que se sienten aceptados y no cuestionados por sus culturas. En muchas iglesias
encuentran incomprensión, críticas y rechazo a su forma de vestirse, su música y otros aspectos de su cultura.
Es importante fomentar en la iglesia un clima de comunicación, diálogo, escucha, aceptación y amor, para
saber qué sienten, qué anhelan, qué problemas e inquietudes tienen y poder apoyarlos. Pero también es
necesario darles oportunidades para expresarse, opinar y participar activamente en la comunidad eclesial. Nos
vamos a sorprender de la frescura, autenticidad y creatividad con la que muchos adolescentes viven la vida
cristiana. Podremos aprender de su sinceridad y entusiasmarnos al ver sus capacidades y sus dones en acción. Y
así todos juntos podremos crecer en la adopción de un estilo de vida acorde con los valores del reino de Dios.

- Fomentar la formación de grupos de adolescentes en las iglesias. Cuando los adolescentes encuentran
en la iglesia un grupo al cual pertenecer, pueden tener un espacio y un tiempo para examinar sus ideas y
valores comparándolos con los de los otros, discutir con sus iguales y analizar distintas perspectivas. Pueden
identificarse con otros adolescentes que vivan de acuerdo con los valores y principios cristianos, y ser modelos
los unos para los otros. Pueden encontrar apoyo emocional que les dé fuerzas para enfrentar las presiones de
otros adolescentes cuyos valores y estilo de vida difieren de los cristianos.
En el grupo se pueden desarrollar actividades que les permitan conocerse mejor a sí mismos y como
grupo, actividades para desarrollar su autonomía y responsabilidad y para mejorar su autoestima. Todo esto los
fortalecerá para atreverse a adherir y mantenerse viviendo según los valores cristianos.

- Acompañarlos en el proceso de cambio de identidad que viven los adolescentes. ¿Quién es y quién
quiere ser en la vida? Son preguntas cruciales para todo adolescente. La identidad adolescente sufre profundos
cambios. En la tarea de construcción de la identidad adolescente, las áreas ideológica y espiritual son muy
importantes. El adolescente vive un proceso por el cual su adhesión a normas, valores y creencias ya no es
impuesto como en las primeras etapas de la vida sino que llega a ser autónomo. Es necesario acompañarlos en
ese proceso de construcción de una moral autónoma, mediante la explicación y el diálogo cuando se
establecen normas, mediante la discusión y clarificación de los propios valores, de los de otros y de la sociedad,
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

y ayudarlos a desarrollar criterios para tomar decisiones, para saber decir no y hacer frente a las presiones del
grupo cuando sus valores entran en contradicción con un estilo de vida cristiano.
Para esto es muy importante fortalecer su autoestima y su capacidad para tomar y mantener sus
decisiones, pues atreverse a ser diferente en una etapa en la que el grupo de pares tiene tanta relevancia,
requiere una gran fortaleza emocional y espiritual, así como un pensamiento claro y consciente de las metas y
de las consecuencias de cada decisión.

- Buscar líderes apropiados para los grupos de adolescentes. Los líderes apropiados son aquellos que
aman a los adolescentes, están abiertos a aprender de ellos, comprenden sus culturas, se sienten cómodos
liderando ese grupo, son accesibles, saben escucharlos, disponen de tiempo, tienen buen humor y saben
contenerlos cuando lo necesitan. Es importante que haya líderes de ambos sexos que vivan un cristianismo
auténtico y transparente regido por los valores del Reino de Dios, para poder ser buenos modelos para los
adolescentes. Una de las mejores formas de enseñar a los adolescentes los valores cristianos es que ellos los
vean en nuestras vidas. Cuando eso ocurre, si hemos establecido con ellos vínculos afectivos y una buena
comunicación, se podrá producir un proceso de identificación que los llevará a querer ser como nosotros, y si
nosotros estamos siendo como Cristo, los estaremos ayudando a parecerse también a Él.

Estrategias que se pueden emplear

El aprendizaje de determinados valores y actitudes, y la adopción de un estilo de vida coherente con


ellos es un proceso que implica procesos cognitivos, afectivo-emocionales, conductuales y espirituales. Las
estrategias de enseñanza deben apuntar a lograr cambios en todas las áreas de vida de la persona. Es posible
estar de acuerdo con determinados valores y no vivir en consonancia con ellos. Es decir, que si desarrollamos
una enseñanza que apunte solamente al pensamiento de los adolescentes no se lograrán necesariamente
cambios profundos en sus vidas. De ahí la necesidad de implementar estrategias variadas, que tengan en
cuenta a la persona total, que sirvan para educar las emociones, que los ayuden a concretar cambios de valores
y actitudes. Analicemos algunas de las estrategias que se pueden implementar.

Estudios bíblicos participativos: la enseñanza y el aprendizaje de la Biblia pueden ser una dinámica e
interesante experiencia si se promueve la participación de los adolescentes por medio de preguntas, debates,
discusiones, dramatizaciones, entre otras estrategias. Guiarlos a interrogar a la Biblia a partir de sus problemas
e inquietudes y a estudiar la vida de hombres y mujeres que, si bien vivieron en contextos distintos de los
actuales, tuvieron problemas y crisis existenciales semejantes a los que viven los adolescentes en los aspectos
esenciales. Esto les permitirá identificarse con sus emociones, aprender de sus éxitos y fracasos, y encontrar
valores y principios de vida acordes con la voluntad de Dios. Uno de los aspectos más importantes para el
aprendizaje de valores cristianos es la elaboración de principios de vida por parte de los adolescentes y la
contextualización de los mismos a sus propias vidas y situaciones particulares por medio de las siguientes
estrategias.

Dilemas morales: son elecciones que implican competencia u obligaciones con conflicto moral. Por
ejemplo: ¿qué es más importante, nuestros principios o la amistad? ¿Los valores de las tribus adolescentes o
los valores cristianos? También es necesario tomar conciencia acerca de la responsabilidad que encierran las
decisiones propias. El pensamiento crítico en la resolución de dilemas morales implica la adopción de una
postura crítica respecto de las posibles alternativas. Plantear dilemas morales a los adolescentes los ayuda a
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

mejorar sus procesos de pensamiento y a comprender cuáles son las opciones más adecuadas. Veamos un
ejemplo de dilema moral:

Los adolescentes del grupo de la iglesia quieren conseguir un equipo de audio más potente. Un amigo de
la escuela le ofrece conseguir uno al tercio del precio que se paga en el mercado. El chico se entusiasma y lo
comenta en el grupo de la iglesia. El líder propone discutir qué decisión tomar al respecto. Se analizan los
siguientes aspectos: a-Ventajas de comprarlo. b-Objeciones a su compra. c-Valores en juego. d- Principios
bíblicos que pueden ayudar a tomar una decisión adecuada.

Debates y discusiones: La discusión crítica implica comunicación, es esencial para resolver conflictos
interpersonales. Es una discusión que examina y cuestiona críticamente elecciones individuales o grupales y
procede a validarlas desde un punto de vista normativo, justificándolas. A veces cuesta ser crítico respecto de
las propias decisiones y es fácil serlo respecto de las decisiones de los demás, por lo que es bueno someter a
discusión crítica nuestras decisiones.

Narraciones, historias, cuentos: apelan a las emociones de las personas. Sirven de inspiración y estímulo
al cambio de actitudes.

Dramatizaciones: es una de las estrategias más importantes para la modificación de actitudes pues se
produce un proceso de identificación por el cual se aprenden e internalizan valores y actitudes.

Convivencias: el compartir momentos de vida favorece el aprendizaje por medio del modelado y la
resolución de problemas reales que surgen, como conflictos entre grupos, discriminaciones, resistencias a
colaborar en actividades necesarias para la vida con otros como servir la comida, entre otros, que permiten el
análisis y la adopción de los valores cristianos.

Proyectos: a partir de un problema o una necesidad se pueden organizar grandes actividades que
permitan la práctica de los valores cristianos, como por ejemplo, organizar una fiesta para festejar los
cumpleaños de las niñas y los niños en un barrio carenciado, grabar un CD con canciones compuestas por ellos
en el que expresen lo que sienten y lo que aprendieron en el grupo.

Análisis de canciones, poesías, cartas y artículos periodísticos: es muy útil armar un archivo de estos
elementos culturales de actualidad pues son buenos disparadores para la discusión de los valores, los
problemas, las emociones que se comunican con ejemplos reales. A modo de ejemplo, un artículo periodístico
que guardé para trabajar con adolescentes: “Un alumno de una escuela baleó a un compañero. Los dos chicos
tenían 13 años. El agresor estaba cansado de las cargadas del otro muchacho...” A partir de la lectura del
artículo se puede hacer una interesante discusión acerca de la violencia, de las bromas que lastiman
emocionalmente a otros, de las formas de resolver conflictos de acuerdo con los principios y valores del reino
de Dios.

Análisis de casos: se trata de situaciones reales o ficticias relacionadas con la vida de adolescentes que
permitan analizar los problemas y las decisiones que se tomaron o se pueden tomar teniendo en cuenta los
valores y principios bíblicos que se están trabajando. Un ejemplo de un caso: un adolescente cristiano es
instado a participar de una competencia que consiste en ver quién puede beber más alcohol. ¿Qué tendría que
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

hacer? También podría plantearse en forma negativa: Un adolescente cristiano participó de un “juego” que
consistió en ver quién bebía más alcohol. Al día siguiente cuando se despertó de la borrachera se sentía muy
mal. ¿Qué puede hacer? ¿Qué tendría que hacer en el futuro para evitar esta situación? ¿Cómo podría resistir
la presión de sus amigos? Es importante enseñarles a buscar alternativas y distintas maneras de decir no.

Películas: se pueden ver películas enteras o partes de ellas para analizarlas luego y debatir acerca de los
valores observados. También puede discutirse acerca de películas que ellos hayan visto en la televisión, el cine
o en videos.

Diarios personales: los adolescentes pueden escribir en diarios personales los problemas que tuvieron,
sus emociones y sentimientos, las decisiones que tomaron y las dificultades que tuvieron para adoptar y
mantener los valores cristianos. Pueden escribirlos para sí mismos y, si lo desean, compartirlo en el grupo de
adolescentes.

Es importante tener en cuenta que como estamos hablando de estrategias, han de emplearse de modo
flexible según las finalidades que se persigan, el tiempo disponible, los contextos y los adolescentes que
lideremos. Y ahora les cuento cómo terminó mi entrevista a los adolescentes de la iglesia que visité.

Adolescentes buscan iglesia

Como les dije, en esa iglesia había adolescentes que no pertenecían a ninguna tribu y otros que
pertenecían a algunas de estas tribus: punks, heavy metal, new metal, alternativos y un hippie. ¿Por qué
estaban en esa iglesia? Dijeron que habían encontrado aceptación, no se sentían discriminados. En otras
iglesias se alejaban de ellos y ellas, dejaban un banco de separación. En otras, los saludaban en la iglesia, pero
si se encontraban en la calle y ellos los saludaban, miraban para otro lado. Los adolescentes dijeron que ellos
también estaban aprendiendo a no discriminar. “Por medio de Cristo nos unimos todos. En la calle ni siquiera
nos hablaríamos, discutiríamos o nos pelearíamos”, dijo un muchacho punk. Esos adolescentes tenían una
experiencia profunda con Cristo y querían ayudar a otros adolescentes a encontrarlo también, para lo que
habían armado un conjunto de rock cristiano y publicaron un folleto para compartir su fe con otros
adolescentes.

Una chica comentó que hace solo 4 meses que está concurriendo a esa iglesia. Ella escuchaba música
heavy metal y le gustaban canciones de grupos cristianos aunque no lo sabía. Conversando con un vecino que
escuchaba a esos mismos grupos le dijo que eran cristianos y la invitó a la iglesia. “Ahora estoy dejando de
escuchar las otras canciones porque no me gusta lo que dicen, hablan de drogas y de otras cosas que no están
de acuerdo con mi fe cristiana”, comentó.

- Nos costó conseguir iglesia, dijo una chica perteneciente a la tribu heavy metal. En algunas iglesias nos
querían cambiar. Querían que nos vistiéramos de otra forma, pero yo no voy a cambiar. Esta es mi cultura,
enfatizó.

- No tenés por qué cambiar, mientras tu cultura no entre en contradicción con los valores cristianos, le
contesté.
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

Me miró sorprendida y se quedó pensando. Yo también me quedé pensando en lo que ella había dicho:
“Nos costó conseguir iglesia...”

Ana R. Somoza es Profesora en Ciencias de la Educación (UBA), Especialista en Didáctica (UBA) y Bachiller
en Teología (IBBA). Se dedica a la formación y capacitación docente en distintas instituciones educativas,
organizaciones e iglesias cristianas. Es directora del área de educación de Familias Cristianas. Junto con su
esposo, Néstor Guiriani, pastorea la Iglesia de la Familia en Máximo Paz. Bs. As. Correo electrónico:
familiascristianas@fullzero.com.ar
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

Culturas adolescentes y valores cristianos

Lic. Ana R. Somoza

Acabo de visitar una iglesia en la que encontré un hermoso y variado grupo de adolescentes y jóvenes.
Se habían sentado al fondo del salón, separados de los adultos que estaban adelante, pero participaban de la
reunión con interés. Algunos lucían crestas de colores en sus cabelleras, otros el cabello largo y otros corto.
Abundaban los cinturones y las pulseras metálicas, las zapatillas y las remeras negras. En fin, se podía observar
una variada colección de moda adolescente. Inclusive estaban aquellos chicos y chicas que lucían remeras y
pantalones que usted o yo nos animaríamos a usar. Se notaba que eran amig os entre sí pues al terminar la
reunión conversaban muy entusiasmados. Era evidente que se sentían cómodos en esa iglesia, de lo contrario
no hubieran estado allí.

¿Cómo habían llegado a esa iglesia? ¿Por qué estaban cómodos allí? ¿Qué es lo que lleva a los
adolescentes a “huir despavoridos” de algunas iglesias y a integrarse a otras? ¿Cómo era posible que
adolescentes que manifestaban tanta diversidad, conformaran un grupo? ¿A qué culturas adolescentes
pertenecían? ¿Eran adolescentes cristianos y cristianas dispuestos a vivir de acuerdo con los valores del reino
de Dios? Al finalizar el culto me acerqué para entrevistarlos pues sé que los adolescentes cambian tanto, que
los libros que hablan sobre ellos pronto quedan desactualizados y es imprescindible dialogar con ellos para
entenderlos y aprender de ellos. Les dije que quería conocer sobre sus culturas. Una sonrisa les iluminó el
rostro y comenzaron a hablar de sus vidas, de sus dolores, de sus proyectos y del camino recorrido hasta llegar
a encontrarse con Cristo y congregarse en esa iglesia,. Esos chicos y chicas “la tenían clara”. Vivían un
cristianismo sin molde, fresco, auténtico y contagioso. Tan contagioso que cada vez había más adolescentes en
ese grupo.

En ese grupo había chicos y chicas que en la calle no hubieran conversado entre sí, pues pertenecían a
tribus enemigas. Más aún, un muchacho punk estaba de novio con una chica heavy metal. Según me dijeron,
habían estado “en la pesada” hasta que tuvieron un encuentro con Cristo y comenzaron a cambiar
profundamente. Mientras conversaba con esta pareja, se acercó un adolescente vestido según la moda
general y me dijeron que era new metal y que los heavy metal y los new metal no se llevan bien, pero que ellos
eran amigos. Contabilicé en esa iglesia adolescentes que pertenecían a 5 tribus urbanas distintas y
adolescentes que no pertenecían a ninguna tribu. Mi asombro aumentaba cada vez más, pero antes de
relatarles cómo terminó la entrevista, me parece necesario aclarar algunos conceptos importantes. ¿Por qué
hablamos de culturas adolescentes? ¿Qué son las tribus urbanas?

Las culturas adolescentes

Los adolescentes no son todos iguales pese a que con frecuencia hablamos de la adolescencia como si
hubiera una única y universal manera de ser adolescente. La adolescencia comienza con los cambios biológicos
que determinan la maduración física y sexual, sin embargo cómo se desarrolla, cuándo termina y qué
significado adquiere esta etapa de vida, depende en gran medida del contexto sociocultural en que se vive.
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

Los adolescentes representan, producen y comunican distintas “culturas adolescentes”. La cultura es el


conjunto de conocimientos, valores, prácticas, creencias, artefactos que se adquieren por vivir en determinado
contexto social, que configura una trama de significados compartidos desde la cual nos comunicamos. Las
culturas adolescentes son las distintas maneras en que ellos expresan colectivamente sus experiencias sociales
construyendo estilos de vida distintivos que se manifiestan en especial en el tiempo libre o en espacios
específicos que generan en distintas instituciones o lugares(Feixa, 99 3).
Según los sectores sociales de los que provengan, que dependen de la familia de origen, del barrio, de las
escuelas, las iglesias, los clubes, las amistades y otras instituciones o redes sociales, los adolescentes adquieren
distintos valores, expectativas y normas de conducta con los que construyen estilos de vida propios. Otro
aspecto importante en la construcción de las culturas adolescentes es la generación, pues quienes han nacido
en determinado momento histórico comparten sucesos, costumbres, modas y valores comunes.

Las culturas adolescentes se construyen entonces, con elementos provenientes de las identidades
generacionales, de clase, de género, etnia y territorio. Incorporan elementos provenientes de la moda, la
música, el lenguaje, las prácticas culturales y las actividades que realizan. Las fronteras entre las distintas
culturas adolescentes no son estáticas ni infranqueables. Por el contrario, los adolescentes no se identifican
siempre con el mismo estilo sino que reciben influencias de varios estilos y a menudo construyen su propio
estilo, que depende de sus gustos estéticos, musicales, sus valores, y de los grupos primarios con los que
interactúan.

Los adolescentes se relacionan de distinto modo con la cultura dominante de la sociedad, según la
cultura adolescente a la que pertenezcan. Algunos se relacionan conflictivamente, son los adolescentes que los
adultos vivencian como “rebeldes”; otros se integran por lo menos en forma parcial, son los “buenos
estudiantes y laboriosos”.

Las condiciones socioculturales imperantes en la actualidad favorecen el surgimiento de distintas


culturas adolescentes, las atraviesan con sus valores o “antivalores”. No es casual que en la cultura
posmoderna que promueve la falta de certezas, el escepticismo, la falta de proyección de futuro, el
consumismo, la búsqueda de placer, el individualismo, en una sociedad que tiende a la fragmentación y la
desigualdad, hayan surgido tantas culturas adolescentes. Analicemos a continuación un interesante fenómeno
relacionado con estas culturas que se ha denominado tribus urbanas.

Las tribus urbanas

Las tribus urbanas son agrupaciones de jóvenes que aparecen en las grandes ciudades, que comparten
los mismos gustos musicales, realizan las mismas actividades, eligen vestirse de modo similar, poseen hábitos y
valores comunes. Los adolescentes pueden identificarse con otros adolescentes que viven lejos
geográficamente pero que comparten los mismos gustos y costumbres por pertenecer a la misma tribu
(Moreno, del Barrio, 20004). Entre las tribus urbanas podemos mencionar a los góticos, los punks, los skinhead,
los sharps, los heavies, los hardcores, los rockers y las barras bravas. La mayoría de los adolescentes que
forman parte de las tribus urbanas provienen de sectores urbanopopulares que viven en la marginalidad, cuyas

3
Feixa, Carlos. De jóvenes, bandas y tribus. 2° Ed. Barcelona, Ariel, 1999.
4
Moreno, A. y Barrio, C. del. La experiencia adolescente: A la búsqueda de un lugar en el mundo. Bs. As. Aique. 2000.
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

necesidades básicas no están siendo satisfechas, no tienen acceso a una buena educación ni esperanza de
conseguir en el futuro un empleo, cuyas vidas giran en torno a la inactividad.

En las tribus urbanas pueden confluir distintas bandas, conformadas por adolescentes que se parecen y
se reúnen voluntariamente por el placer de estar juntos. Las bandas son una forma de microcultura emergente
en sectores urbanopopulares. Utilizan el espacio urbano para construir su identidad social. Cada banda puede
caracterizarse por un estilo determinado o por una mezcla de estilos. Cuando la banda se hace durable se
transforma en un grupo primario, pero entonces cambia sus características: afianza los valores comunes,
distingue roles, fija objetivos más allá de la reunión por el placer de estar juntos que es propio de la banda.

En una cultura globalizada dominada por las comunicaciones que le quitan sentido a los espacios pues se
anulan los límites y las fronteras, en una sociedad que les cierra las puertas y les niega espacios, los
adolescentes crean sus propios espacios, se apropian de lugares en las calles en los que se reúnen a conversar y
a beber cerveza. Allí se acentúa lo que tienen en común y disminuye lo que los separa. El adolescente ahí se
siente alguien pues es un miembro de una banda o de una tribu. Encuentra un conjunto de normas específicas
que respeta para construir su imagen, una serie de actitudes, comportamientos y valores a los que adherir, ahí
puede luchar contra la sociedad adulta, puede usar la violencia sin necesidad de ocultarla.

La búsqueda de pertenencia e identidad es lo que está en la base de estos fenómenos. Durante la


adolescencia se modifican las relaciones que los adolescentes tienen con sus familias y cobran vital importancia
las relaciones que establecen con otros adolescentes. De ahí la relevancia que adquieren los grupos, bandas,
pandillas y tribus urbanas en la vida de los adolescentes. Muchos de ellos establecen una dependencia excesiva
de las normas, pautas culturales y valores de sus grupos, por la seguridad que les otorga el pertenecer a ellos.
Algunos adolescentes de sectores populares, en lugar de integrarse a bandas o tribus urbanas, se integran al
mundo del hampa y es interesante destacar que otros se están incorporando a iglesias evangélicas.

Adolescentes, iglesias y valores cristianos

Todos los adolescentes necesitan un grupo de pertenencia con el cual identificarse y no sólo los que
pertenecen a tribus urbanas o bandas. Como ya vimos, ellos transfieren al grupo la dependencia que antes
tenían de sus padres. Muchos adolescentes se acercan a las iglesias en búsqueda de un grupo de pertenencia,
de lazos profundos y amistades. Cuando los encuentran, se quedan, de lo contrario se van. Otros han
concurrido de pequeños a la iglesia con sus padres y al llegar a la etapa de la adolescencia se replantean
profundamente su fe; si no encuentran en la iglesia un grupo de adolescentes con los cuales identificarse y una
comunidad que los acepte, contenga y acompañe en este proceso, es muy probable que se alejen de ella. Éste
era el caso de algunos de los adolescentes que entrevisté. Al cumplir 11 ó 12 años se alejaron de la iglesia y del
Señor, cayeron en la droga, el alcohol, la vida desenfrenada, pero felizmente, entre los 15 y 17 años, habían
vuelto al Señor, aunque ninguno volvió a la iglesia de su niñez.

No es fácil ser adolescente hoy, y más difícil aún es ser adolescente cristiano. Muchos de los valores y
prácticas de las distintas culturas adolescentes entran en contradicción con los valores cristianos. La vida
cristiana comienza con el nuevo nacimiento pero luego implica un desarrollo que debería llevar a la adopción
de un estilo de vida distintivo, con nuevos valores y formas de conducta. Como afirma la Biblia, si alguno está
en Cristo, es una nueva persona. Por eso ya no piensa de nadie según los criterios de este mundo. Por eso ya
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

no vive para sí mismo sino para Cristo (2° Co. 5:15-17). El mandato de no conformarnos a este mundo es
también para los adolescentes cristianos. ¿Cómo ayudarlos a que sean cristianos sin dejar de ser adolescentes?
¿Cómo ayudarlos a ser adolescentes cristianos? ¿Cómo lograr que se integren a la iglesia y que en ella
encuentren una comunidad en la que puedan comenzar su vida cristiana si no lo han hecho antes y
desarrollarse en forma integral? ¿Cómo ayudarlos a conformar su identidad en torno a Cristo? ¿Cómo
enseñarles los valores cristianos y a adoptar el estilo de vida que Cristo desea en este difícil momento actual?

El aprendizaje de valores es muy importante ya que éstos son las cualidades atribuidas a los objetos,
personas o fenómenos, y llegan a orientar y aún a determinar el estilo de vida de una persona. El mensaje del
reino de Dios desafía los valores de la cultura imperante y de las distintas culturas adolescentes, y frente a la
diferenciación social, al individualismo, a la competitividad, a la falta de esperanzas y de proyección de futuro,
a la violencia, opone un mensaje inclusivo, para todos y todas, sin distinción de clase, raza o género o edad. La
perspectiva de futuro y la esperanza se recuperan en el mensaje evangélico. Cristo vino a darnos vida en
abundancia, a abrirnos la posibilidad de un presente y un futuro mejor a todos. Analicemos algunos principios
importantes para enseñar a los adolescentes los valores cristianos.

-Transformar la iglesia en un espacio de encuentro, aceptación y participación. Los adolescentes se


integran a las iglesias en las que se sienten aceptados y no cuestionados por sus culturas. En muchas iglesias
encuentran incomprensión, críticas y rechazo a su forma de vestirse, su música y otros aspectos de su cultura.
Es importante fomentar en la iglesia un clima de comunicación, diálogo, escucha, aceptación y amor, para
saber qué sienten, qué anhelan, qué problemas e inquietudes tienen y poder apoyarlos. Pero también es
necesario darles oportunidades para expresarse, opinar y participar activamente en la comunidad eclesial. Nos
vamos a sorprender de la frescura, autenticidad y creatividad con la que muchos adolescentes viven la vida
cristiana. Podremos aprender de su sinceridad y entusiasmarnos al ver sus capacidades y sus dones en acción. Y
así todos juntos podremos crecer en la adopción de un estilo de vida acorde con los valores del reino de Dios.

-Fomentar la formación de grupos de adolescentes en las iglesias. Cuando los adolescentes encuentran
en la iglesia un grupo al cual pertenecer pueden tener un espacio y un tiempo para examinar sus ideas y
valores comparándolos con los de los otros, discutir con sus iguales y analizar distintas perspectivas. Pueden
identificarse con otros adolescentes que vivan de acuerdo con los valores y principios cristianos, y ser modelos
los unos para los otros. Pueden encontrar apoyo emocional que les dé fuerzas para enfrentar las presiones de
otros adolescentes cuyos valores y estilo de vida difieren de los cristianos.
En el grupo se pueden desarrollar actividades que les permitan conocerse mejor a sí mismos y como
grupo, actividades para desarrollar su autonomía y responsabilidad y para mejorar su autoestima. Todo esto los
fortalecerá para atreverse a adherir y mantenerse viviendo según los valores cristianos.

-Acompañarlos en el proceso de cambio de identidad que viven los adolescentes. ¿Quién es y quién
quiere ser en la vida? Son preguntas cruciales para todo adolescente. La identidad adolescente sufre profundos
cambios. En la tarea de construcción de la identidad adolescente, las áreas ideológica y espiritual son muy
importantes. El adolescente vive un proceso por el cual su adhesión a normas, valores y creencias ya no es
impuesto como en las primeras etapas de la vida sino que llega a ser autónomo. Es necesario acompañarlos en
ese proceso de construcción de una moral autónoma, mediante la explicación y el diálogo cuando se
establecen normas, mediante la discusión y clarificación de los propios valores, de los de otros y de la sociedad,
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

y ayudarlos a desarrollar criterios para tomar decisiones, para saber decir no y hacer frente a las presiones del
grupo cuando sus valores entran en contradicción con un estilo de vida cristiano.
Para esto es muy importante fortalecer su autoestima y su capacidad para tomar y mantener sus
decisiones, pues atreverse a ser diferente en una etapa en la que el grupo de pares tiene tanta relevancia,
requiere una gran fortaleza emocional y espiritual, así como un pensamiento claro y consciente de las metas y
de las consecuencias de cada decisión.

-Buscar líderes apropiados para los grupos de adolescentes. Los líderes


apropiados son aquellos que aman a los adolescentes, están abiertos a aprender de ellos, comprenden
sus culturas, se sienten cómodos liderando ese grupo, son accesibles, saben escucharlos, disponen de tiempo,
tienen buen humor y saben contenerlos cuando lo necesitan. Es importante que haya líderes de ambos sexos
que vivan un cristianismo auténtico y transparente regido por los valores del reino de Dios, para poder ser
buenos modelos para los adolescentes. Una de las mejores formas de enseñar a los adolescentes los valores
cristianos es que ellos los vean en nuestras vidas. Cuando eso ocurre, si hemos establecido con ellos vínculos
afectivos y una buena comunicación, se podrá producir un proceso de identificación que los llevará a querer ser
como nosotros, y si nosotros estamos siendo como Cristo, los estaremos ayudando a parecerse también a Él.

Estrategias que se pueden emplear

El aprendizaje de determinados valores y actitudes, y la adopción de un estilo de vida coherente con


ellos es un proceso que implica procesos cognitivos, afectivoemocionales, conductuales y espirituales. Las
estrategias de enseñanza deben apuntar a lograr cambios en todas las áreas de vida de la persona. Es posible
estar de acuerdo con determinados valores y no vivir en consonancia con ellos. Es decir, que si desarrollamos
una enseñanza que apunte solamente al pensamiento de los adolescentes no se lograrán necesariamente
cambios profundos en sus vidas. De ahí la necesidad de implementar estrategias variadas, que tengan en
cuenta a la persona total, que sirvan para educar las emociones, que los ayuden a concretar cambios de valores
y actitudes. Analicemos algunas de las estrategias que se pueden implementar.
Estudios bíblicos participativos: la enseñanza y el aprendizaje de la Biblia pueden ser una dinámica e
interesante experiencia si se promueve la participación de los adolescentes por medio de preguntas, debates,
discusiones, dramatizaciones, entre otras estrategias. Guiarlos a interrogar a la Biblia a partir de sus problemas
e inquietudes y a estudiar la vida de hombres y mujeres que si bien vivieron en contextos distintos de los
actuales, tuvieron problemas y crisis existenciales semejantes a los que viven los adolescentes en los aspectos
esenciales, les permitirá identificarse con sus emociones, aprender de sus éxitos y fracasos, y encontrar valores
y principios de vida acordes con la voluntad de Dios. Uno de los aspectos más importantes para el aprendizaje
de valores cristianos es la elaboración de principios de vida por parte de los adolescentes y la contextualización
de los mismos a sus propias vidas y situaciones particulares por medio de las siguientes estrategias.
Dilemas morales: son elecciones que implican competencia u obligaciones con conflicto moral. Por
ejemplo: ¿qué es más importante, nuestros principios o la amistad? ¿los valores de las tribus adolescentes o los
valores cristianos? También es necesario tomar conciencia acerca de la responsabilidad que encierran las
decisiones propias. El pensamiento crítico en la resolución de dilemas morales implica la adopción de una
postura crítica respecto de las posibles alternativas. Plantear dilemas morales a los adolescentes los ayuda a
mejorar sus procesos de pensamiento y a comprender cuáles son las opciones más adecuadas. Veamos un
ejemplo de dilema moral:
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

Los adolescentes del grupo de la iglesia quieren conseguir un equipo de audio más potente. Un amigo de
la escuela le ofrece conseguir uno al tercio del precio que se paga en el mercado. El chico se entusiasma y lo
comenta en el grupo de la iglesia. El líder propone discutir qué decisión tomar al respecto. Se analizan los
siguientes aspectos: a-Ventajas de comprarlo. b-Objeciones a su compra. c-Valores en juego. d- Principios
bíblicos que pueden ayudar a tomar una decisión adecuada.
Debates y discusiones: La discusión crítica implica comunicación, es esencial para resolver conflictos
interpersonales. Es una discusión que examina y cuestiona críticamente elecciones individuales o grupales y
procede a validarlas desde un punto de vista normativo, justificándolas. A veces cuesta ser crítico respecto de
las propias decisiones y es fácil serlo respecto de las decisiones de los demás, por lo que es bueno someter a
discusión crítica nuestras decisiones.
Narraciones, historias, cuentos: apelan a las emociones de las personas. Sirven de inspiración y estímulo
al cambio de actitudes.
Dramatizaciones: es una de las estrategias más importantes para la modificación de actitudes pues se
produce un proceso de identificación por el cual se aprenden e internalizan valores y actitudes.
Convivencias: el compartir momentos de vida favorece el aprendizaje por medio del modelado y la
resolución de problemas reales que surgen, como conflictos entre grupos, discriminaciones, resistencias a
colaborar en actividades necesarias para la vida con otros como servir la comida, entre otros, que permiten el
análisis y la adopción de los valores cristianos.
Proyectos: a partir de un problema o una necesidad se pueden organizar grandes actividades que
permitan la práctica de los valores cristianos, como por ejemplo, organizar una fiesta para festejar los
cumpleaños de las niñas y los niños en un barrio carenciado, grabar un CD con canciones compuestas por ellos
en el que expresen lo que sienten y lo que aprendieron en el grupo.
Análisis de canciones, poesías, cartas y artículos periodísticos: es muy útil armar un archivo de estos
elementos culturales de actualidad pues son buenos disparadores para la discusión de los valores, los
problemas, las emociones que se comunican con ejemplos reales. A modo de ejemplo, un artículo periodístico
que guardé para trabajar con adolescentes: “Un alumno de una escuela baleó a un compañero. Los dos chicos
tenían 13 años. El agresor estaba cansado de las cargadas del otro muchacho...” A partir de la lectura del
artículo se puede hacer una interesante discusión acerca de la violencia, de las bromas que lastiman
emocionalmente a otros, de las formas de resolver conflictos de acuerdo con los principios y valores del reino
de Dios.
Análisis de casos: se trata de situaciones reales o ficticias relacionadas con la vida de adolescentes que
permitan analizar los problemas y las decisiones que se tomaron o se pueden tomar teniendo en cuenta los
valores y principios bíblicos que se están trabajando. Un ejemplo de un caso: un adolescente cristiano es
instado a participar de una competencia que consiste en ver quién puede beber más alcohol. ¿Qué tendría que
hacer?. También podría plantearse en forma negativa: Un adolescente cristiano participó de un “juego” que
consistió en ver quién bebía más alcohol. Al día siguiente cuando se despertó de la borrachera se sentía muy
mal. ¿Qué puede hacer? ¿Qué tendría que hacer en el futuro para evitar esta situación? ¿Cómo podría resistir
la presión de sus amigos? Es importante enseñarles a buscar alternativas y distintas maneras de decir no.
-Películas: se pueden ver películas enteras o partes de ellas para analizarlas luego y debatir acerca de los
valores observados. También puede discutirse acerca de películas que ellos hayan visto en la televisión, el cine
o en videos.
-Diarios personales: los adolescentes pueden escribir en diarios personales los problemas que tuvieron,
sus emociones y sentimientos, las decisiones que tomaron y las dificultades que tuvieron para adoptar y
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

mantener los valores cristianos. Pueden escribirlos para sí mismos y si lo desean compartirlo en el grupo de
adolescentes.
Es importante tener en cuenta que como estamos hablando de estrategias, han de emplearse de modo
flexible según las finalidades que se persigan, el tiempo disponible, los contextos y los adolescentes que
lideremos. Y ahora les cuento cómo terminó mi entrevista a los adolescentes de la iglesia que visité.

Adolescentes buscan iglesia

Como les dije, en esa iglesia había adolescentes que no pertenecían a ninguna tribu y otros que
pertenecían a algunas de estas tribus: punks, heavy metal, new metal, alternativos y un hippie. ¿Por qué
estaban en esa iglesia? Dijeron que habían encontrado aceptación, no se sentían discriminados. En otras
iglesias se alejaban de ellos y ellas, dejaban un banco de separación. En otras, los saludaban en la iglesia pero si
se encontraban en la calle y ellos los saludaban, miraban para otro lado. Los adolescentes dijeron que ellos
también estaban aprendiendo a no discriminar. “Por medio de Cristo nos unimos todos. En la calle ni siquiera
nos hablaríamos, discutiríamos o nos pelearíamos”, dijo un muchacho punk. Esos adolescentes tenían una
experiencia profunda con Cristo y querían ayudar a otros adolescentes a encontrarlo también, para lo que
habían armado un conjunto de rock cristiano y publicaron un folleto para compartir su fe con otros
adolescentes.

Una chica comentó que hace sólo 4 meses que está concurriendo a esa iglesia. Ella escuchaba música
heavy metal y le gustaban canciones de grupos cristianos aunque no lo sabía. Conversando con un vecino que
escuchaba a esos mismos grupos le dijo que eran cristianos y la invitó a la iglesia. “Ahora estoy dejando de
escuchar las otras canciones porque no me gusta lo que dicen, hablan de drogas y de otras cosas que no están
de acuerdo con mi fe cristiana”, comentó.

-Nos costó conseguir iglesia, dijo una chica perteneciente a la tribu heavy metal. En algunas iglesias nos
querían cambiar. Querían que nos vistiéramos de otra forma, pero yo no voy a cambiar. Ésta es mi cultura,
enfatizó.
-No tenés por qué cambiar, mientras tu cultura no entre en contradicción con los valores cristianos, le
contesté.
Me miró sorprendida y se quedó pensando. Yo también me quedé pensando en lo que ella había dicho:
“Nos costó conseguir iglesia...”

Palabras clave: Adolescencia y juventud – Ministerio docente – Asesoramiento pastoral- Misión y


Ministerio.
Visiones y Herramientas – 2005 – p. 125-134

También podría gustarte