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Devocional: 5.- De buscar agua a encontrar una fuente inagotable: La mujer samaritana.

(Juan
4: 1-26) La mujer samaritana provenía de una etnia no aceptable. Sin formación, sin mucha cultura y
de un pueblo no querido por los judíos. (v:9) Jesús, tomando la iniciativa, se acerca a ella. Cansado,
como hombre, Jesús le pide agua. Era un acercamiento normal pero, a su vez, fuera de lo común. La
mujer sabía que era un viajero y, por su largo viaje tenia sed; por tanto, era de lo más normal que
pidiera agua. Pero, por otro lado, era muy inusual que se acercara un judío, siendo samaritana. Ese
acercamiento rompía con todos los protocolos. Jesús se identifica con la samaritana; pues Él, siendo al
igual que esta mujer, un hombre no aceptado y juzgado, se identifica con ella… Jesús tuvo muchas
oportunidades de hablar a grandes multitudes, pero no desaprovechó las oportunidades de hablar a una
persona sola; a una mujer pobre, vulnerable y extranjera.

Un gran ejemplo para este tiempo. Ella, como Jesús, ambos migrantes y desplazados conocen el valor
del agua. Jesús se acerca, y le pide saciar su sed con agua del pozo. Lo cierto es que no se nos dice si
Jesús bebe o no; pero de lo que sí estamos seguros es que el agua es esencial para la vida. Es el
elemento vital para sobrevivir, y Jesús le ofrece “agua viva”. Agua que da vida. El agua la puedes ver,
tocar, sentir, pero si la bebes por ti mismo, jamás te podrá saciar. Beber agua es fundamental para el ser
humano. Quien desea buscar de Dios en este tiempo, de manera correcta, lo encontrará.
El agua viva, en hebrero es “agua corriente” (Jer.2:13) que significa agua de manantial que fluye
constantemente por el río, que no permanece estancada, y que, por tanto, mantiene su pureza
regenerada por el oxígeno. Este agua no es mágica, ni tiene una formula química diferente; no se centra
en la persona, ni en el líder carismático. Esta agua no procede de palabras sin la Palabra, no depende
del lugar que se encuentre -si es Occidente, Asía, América o África- No es agua bendita por nadie; es
el agua que fluye del mismo Jesús, del Espíritu Santo en este tiempo, que si bebes de ella, se creará una
fuente dentro de ti. Jesús le dice: «el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el
agua que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente de agua que salte para vida eterna» (v.
14).
Tenemos muchos samaritanos y samaritanas en el pozo esperando encontrarse con Jesús o encontrarse
con alguien que le pueda ofrecer del agua viva de la salvación. Tendríamos que oír la voz del Espíritu
Santo diciéndonos: ¿Quieres construir una vida de temor o quieres construir una vida de fe? ¿Te atreves
con ellos? El milagro comenzará ante nuestros ojos en el momento en en el abracemos al refugiado, al
musulmán, a la mujer vulnerable, a niños repartidos por Europa que no están acompañados. Jesús tomó
la iniciativa de acercarse a la mujer. Que, en este tiempo, tú puedas acercarte a aquellos que nunca han
podido escuchar el mensaje de la salvación y que Dios te use para crear en ellos una fuente de vida que
sacie su sed.
Rosa Barrachina
Acción de gracias:
-Demos gracias por el ejemplo que vemos en Jesús acercándose a todo tipo de personas.
-Gracias, Dios, por el día que llegaste a nuestras vidas y nos ofreciste el agua de vida eterna aliviando
nuestra sed.
-Gracias, Señor, ,pues tú nos haces acercarnos a las personas para hablarles de ti , derribando todo tipo
de prejuicios.
Confesión:
-Pedimos perdón, de corazón, por las veces que, sabiendo que somos cisternas de agua viva , no
compartimos el agua viva.
-Confesamos las veces que hacemos discriminación y no nos acercamos a ciertos tipos de personas.
Peticiones:
-Que seamos como ese árbol, descrito por el salmista, plantado junto arroyos de agua viva, llevando
fruto.
-Te pedimos que nos ayudes a no hacer acepción de personas . Y que proclamemos el evangelio a toda
lengua, tribu y nación.

6.- Del exilio a la tierra de los padres:

Jacob encuentra su verdadero hogar. (Génesis 32:22-32)

A primera vista, la historia de Jacob podría describirse como una vida insumisa, desconfiada y
desobediente a Dios; llena de engaños, rencillas, enemistades, venganzas y persecuciones. El empeño
de hacer las cosas a su manera le propina además dos huidas forzadas: en un primer lugar, de casa de
sus padres y, más adelante, de la de sus suegros. Todo esto no es más que el punto y seguido de un
patrón disfuncional que está ya impregnado en las generaciones anteriores.

Una mirada más detenida, nos revela que detrás de un Jacob necio está Dios. No es un Dios alejado,
desconocedor, ni siquiera entorpecedor de los acontecimientos que se entretejen en el hilo de esta
historia. Es, sobre todo, el Dios que promete bendición y que cumple Sus promesas (Gn. 28:13).

Jacob (así como sus familiares) planea en su propia sabiduría y responde con actitudes que distan de ser
conciliadoras o que reflejen el carácter de Dios. Sin embargo, Dios reconduce estas actitudes y
circunstancias para lograr Sus propósitos.

Jacob inicia su vida luchando ya dentro del vientre de su madre, pero más adelante su lucha es con Dios
para recibir Su bendición y así establecer su lealtad a Él. Jacob usurpa los derechos de su hermano
mayor, pero más adelante le compensa abundantemente con incontables regalos. Jacob se somete a
Dios con condiciones, pero más adelante su rendición es voluntaria y reconoce la inmensa bondad de
Dios sobre su vida. Jacob no encaja ni en la casa de sus padres, ni en la casa de sus suegros, pero más
adelante su regreso es triunfante porque ha experimentado el perdón, la reconciliación y la restauración.
En su viaje, ha descubierto que su verdadero hogar está en el corazón de su Padre celestial.
Si bien, el relato de Jacob nos puede dejar, en un primer momento, un amargo sabor de boca, vemos
que, aun siendo que los desajustes pasan factura, no determinan ni nuestra identidad ni nuestro futuro.
Tenemos esperanza ante lo nuevo, siendo que, cuando vemos a Dios cara a cara, encontramos nuestro
verdadero hogar.

Edith Vilamajó

Acción de gracias:

-Agradecemos Señor que dieras estabilidad a nuestra vida , en el momento que estábamos huyendo
descontrolados.

-Gracias por reconducir nuestras pisadas y poner en nuestro corazón la ubicación del hogar de nuestro
Padre Celestial.

-Gracias, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, por tu inmensa bondad a la hora de determinar nuestro
futuro esperanzador.

Confesión:

-Nos arrepentimos delante de ti, por los momentos en que luchamos contra ti y nuestro “yo” quiere
oponerse a tus planes.

-Reconocemos nuestra tendencia a lograr objetivos correctos, pero utilizando recursos que no son de ti.

Peticiones:

-Que nuestro peregrinaje sea ejemplar anhelando la tierra prometida por Dios a través de Jesús.
-Pedimos, Oh Dios, que las amarguras no tengan un hueco mayor en nuestro corazón, que la esperanza
que nos diste.

-Queremos descansar en tus propósitos y planes, Señor.

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