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El análisis de las tentaciones al Señor Jesús

a. La primera tentación corresponde al dominio del apetito


“Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas
piedras se conviertan en pan.”
Se trata de tentarle a que use los poderes sobrenaturales para satisfacer su propio apetito.
Jesús no había comido durante cuarenta días y estaba hambriento; pero no emplearía su
poder para satisfacer su apetito, y le contestó con las palabras del Antiguo Testamento:

“No sólo de pan vivirá el hombre” (Deut. 8:3).

«El teólogo alemán Joachim Gnilka dice que Satanás aparece aquí como un teólogo
erudito. Conoce las Escrituras y con las Escritura quiere hacer caer al Hijo de Dios.
Después de 40 días de ayuno en el desierto, Jesús tiene hambre. Qué momento oportuno
para hablarle de pan. Pero hay algo más: Las dos primeras tentaciones empiezan con las
palabras: “Si eres Hijo de Dios”. Más tarde repiten esas palabras los que están al pie de
la cruz de Jesús, burlándose de él: “Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”. Es un desafío:
Si sos el que decís ser, si querés que te creamos, tenés que demostrarlo.
[…] En la primera tentación se trata de convertir piedras en pan. Para el Hijo de Dios una
pavada. Y además algo tan necesario y urgente. ¿Hay algo más trágico, algo que
contradiga más a la fe en un Dios bueno que el hambre de la humanidad? ¿No debería
ser precisamente el hecho de dar pan a todos y acabar con el hambre de todos, la primera
urgencia del buen salvador? Y –pregunto- ¿no se convierte en una terrible prueba para
nuestra fe el hecho de que Jesús rechazó la propuesta? Sabiendo lo que es el hambre,
¿cómo puede negarse? ¿Qué hay de malo en la propuesta de Satanás? ¡Pero miren qué
humano es Satanás que se preocupa por el hambre en el mundo! Y Jesús se niega a hacer
el milagro: “No sólo de pan vive el hombre…”

Pero a Satanás no le interesa el hambre ni amor al prójimo, sino lo que le interesa es que
Jesús renuncie a la obediencia hacia el Padre. Que abandone su misión. Porque su misión
es peligrosa para Satanás. Es nada menos que destruir las obras de Satanás.

La Biblia nombra a Satanás el mentiroso y engañador desde el principio. El que


tergiversa las cosas. Pero ¡qué sutil engaño, qué terrible trampa! Jesús no le responde
entrando en una discusión. Yo le habría dicho: El hambre en el mundo es precisamente
obra de Satanás, no voluntad de Dios. No falta alimento en el mundo, sino que está mal
distribuido. Eso es consecuencia directa del pecado del hombre.»(1)

El portal de la fe católica paxtv, realiza un comentario interesante sobre la tentación de


Jesús:

« Jesucristo, hombre y Dios verdadero, experimenta en el desierto la tentación del


demonio a no seguir la voluntad del Padre y a ceder a las propuestas de un mesianismo
distinto del que el Padre le indicaba. Sin duda esta página del evangelio es una de las más
altas, porque demuestra la plena humanidad de Cristo que sufre la tentación. “El ser
tentado es parte de su ser hombre, de su descender en la comunión con nosotros, en el
abismo de nuestra miseria”. Al mismo tiempo demuestra la derrota del enemigo. “El
pasaje de la tentaciones resume en síntesis toda la lucha de Jesús: aquí se pone a prueba
la esencia de su misión, pero al mismo tiempo se pone a prueba el justo orden de la vida
humana, el camino del ser humano, el camino de la historia. Se trata en última instancia
de destacar aquello que tiene importancia en la vida, que es el “primado de Dios”. El
corazón de toda tentación es dejar de lado a Dios que, junto a todas las cosas que urgen
en nuestra vida, aparece como algo secundario (Card. Joseph Ratzinger L´Osservatore
Romano 7 de marzo de 1997 p.6). » (2)

Monasterio griego-ortodoxo del Quarantal, en la montaña del desierto de Judea, frente


a Jericó.

El Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia comenta que la intención del diablo es que
«Jesús, hambriento y siendo el Hijo de Dios, transforme milagrosamente algunas piedras
en pan. La negativa subraya que Jesús, como hombre, depende de la dirección del Padre
para alimentarse» (3)

«Llegó el momento de la verdad: Allí está Jesús y al frente Satanás con sus piedras en las
manos y sus preguntas a flor de labios. La noche del día 40 desfallece, muere atrapada
por los brazos del nuevo día. Hay un silencio profundo en el desierto, todo es silencio,
apenas el sol deja caer algunos rayos en la madrugada. La brisa se detiene, las nubes que
cubren el desierto se detienen. El escenario es desolador, la vida parece escapar, los pocos
animales se detienen, todo se detiene por un instante. El sol se detiene curioso, ¡qué
importa perder unos segundo! Las ventanillas y las ventanas del palacio de Dios en el
Tercer Cielo se abren. Millones de rostros hermosos lanzan sus miradas hacia el desierto.

Los demonios se comen las pezuñas, están nerviosos, no confían en


las palabras de su líder, saben que será imposible vencer a Jesús,
ellos saben que es el Hijo del Altísimos, saben que su jefe se preparó
bien, lo habían visto leer las escrituras, especialmente el salmo 91,
lo habían visto repasar su guía de preguntas, lo habían visto
ensayar con uno de sus ángeles más brillante, pero aun temblaban,
no se atrevían mencionar el nombre de Jesús.
Entonces se rompió el silencio, entonces todo fue expectación,
entonces el Padre miró desde lo cielos a su Hijo y le hizo una señal
de victoria: ¡You can, my son! ¡Tú puedes Hijo mío!…
“Y vino el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas
piedras se conviertan en pan.” (Mat. 4:3)
Vemos que Satanás comienza con su primera oferta. Sabe que el Señor tiene mucha
hambre. Satanás es astuto, muy persuasivo, no lleva un pedazo de pan o un pescado, sino
que lleva varias piedras. No lleva una piedra, sino varias. Esto lo hace para despertar la
curiosidad en Jesús, para que vea que son varias las piedras y que dichas piedras él las
puede convertir en varias tortas de trigo. Busca con esto engañar a Jesús a través de la
vista.

Hizo lo mismo que hizo con la mujer. Hizo que Eva pusiera su mirada en el fruto. Y Eva
cayó en la trampa. Pero Jesús conocía a su adversario y no dejó que aquellas piedras lo
sacarán de comunión.

Satanás inició su tentación con el mismo estilo que utilizó con Eva:
“¿Con qué Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”
(Gén 3:1)
Satanás sabía lo que Dios le había dicho a la pareja. Pero distorsionó la verdad, pues Dios
le había dicho que podían comer de todos los árboles menos del árbol de la ciencia del
bien y del mal. Hizo una pregunta retórica, pues ya él sabía la respuesta y sólo deseaba
sembrar la duda en Eva y en Adán.

Así comienza el proceso de la tentación de Jesús. Satanás sabe que Jesús era el Hijo de
Dios, pero deseaba recordarle a Cristo que como Hijo de Dios, tenía poder para que
aquellas piedras se convirtieran en pan. Satanás esperaba una reacción de Jesús
inmediata. Esperaba que respondiera como Hijo de Dios y no como hombre. Espera que
Jesús actuara con soberbia y dijera: Sí, soy el Hijo de Dios y para que vea que soy el Hijo
de Dios voy a convertir esas piedras en pan.

Pero Jesús sabía por dónde iba Satanás, ni miró sus piedras ni entró a especular con él y
tampoco a responder a su planteamiento inicial.

“El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre


sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mat. 4:4)
Jesús es categórico al responder: “Escrito está”. Jesús le cita parte del versículo 3 del
capítulo 8 del libro de Deuteronomio.

“…para hacer saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de


todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. “ (Deut 8:3)
Con esa respuesta Jesús inicia su victoria y Satanás pierde el control, pierde la
tranquilidad, hay gozo y alegría en el Tercer Cielo, mientras que los demonios y los
ángeles caídos cambian de semblante. » (4)

«En la primera tentación se trata de convertir piedras en pan. Para el Hijo de Dios una
pavada. Y además algo tan necesario y urgente. ¿Hay algo más trágico, algo que
contradiga más a la fe en un Dios bueno que el hambre de la humanidad? ¿No debería
ser precisamente el hecho de dar pan a todos y acabar con el hambre de todos, la primera
urgencia del buen salvador? Y –pregunto- ¿no se convierte en una terrible prueba para
nuestra fe el hecho de que Jesús rechazó la propuesta? Sabiendo lo que es el hambre,
¿cómo puede negarse? ¿Qué hay de malo en la propuesta de Satanás? ¡Pero miren qué
humano es Satanás que se preocupa por el hambre en el mundo! Y Jesús se niega a hacer
el milagro: “No sólo de pan vive el hombre…”

Pero a Satanás no le interesa el hambre ni amor al prójimo, sino lo que le interesa es que
Jesús renuncie a la obediencia hacia el Padre. Que abandone su misión. Porque su misión
es peligrosa para Satanás. Es nada menos que destruir las obras de Satanás.

La Biblia nombra a Satanás el mentiroso y engañador desde el principio. El que


tergiversa las cosas. Pero ¡qué sutil engaño, qué terrible trampa! Jesús no le responde
entrando en una discusión. Yo le habría dicho: El hambre en el mundo es precisamente
obra de Satanás, no voluntad de Dios. No falta alimento en el mundo, sino que está mal
distribuido. Eso es consecuencia directa del pecado del hombre.

Pero para entender el tema del pan debemos recordar el relato que escuchamos como
lectura bíblica: la multiplicación de los panes (Jn. 6:3-13). Varios miles de personas
estaban siguiendo a Jesús en el desierto. En ese momento Jesús hace lo que antes había
negado como tentación. ¿Por qué? La gente había acudido para oír la palabra de Dios, y
por eso se habían olvidado de todo lo demás. Así, como personas que abrieron su corazón
a Dios y unos a otros, pueden recibir el pan de un modo justo. Primero, buscan a Dios,
su palabra, la manera correcta de enfocar toda su vida. Segundo, es a Dios a quien se pide
el pan. Y tercero, están dispuestos a compartir. Así en ese momento escuchan a Dios y
eso se convierte en vida con Dios – y esa fe les lleva al amor, el descubrimiento del otro.
Jesús no es indiferente ante el hambre de los hombres, ante sus necesidades materiales,
pero les da el orden correcto.

Otro relato de pan lo encontramos en la última cena. Jesús mismo se convierte en grano
de trigo que cae en la tierra y da mucho fruto. Él mismo se hace pan para nosotros y esa
multiplicación de los panes dura ininterrumpidamente hasta el final de los tiempos. Así
ahora comprendemos las palabras de Jesús, que toma del Antiguo Testamento:

“No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios”.
Decía el sacerdote alemán Alfred Delp, ajusticiado por los nazis: “El pan es importante; la
libertad es más importante; pero lo más importante de todo es la adoración”. Esa es la
jerarquía de valores.

Donde Dios es nada más que una grandeza secundaria o terciaria en nuestro orden de
prioridades todo se deforma y pervierte. No es verdad que dejando a Dios en segundo
plano aunque fuera por algo tan urgente como dar el pan a la humanidad, eso después se
arregla. Quiero dejar en claro que esto no se refiere a un orden cronológico. Qué es lo que
hay que hacer primero: dar de comer o proclamar la palabra. Sabemos que no podemos
predicarle a alguien que tiene la panza vacía. Pero es la pregunta sobre qué fundamento
descansa nuestra vida. Donde Dios no es lo primero y lo principal, a la larga el hombre
se convierte en lobo para con el hombre. No existe la justicia, no se sale al encuentro del
otro que sufre, la naturaleza es destruida. Debemos reconocer nuevamente el primado
de Dios y de su palabra. Solo donde se vive la obediencia hacia Dios se desarrollan los
principios morales que puedan dar también pan para todos.

Jesús sabe lo que es el hambre, está presente en los hambrientos de este mundo y en su
juicio final tomará parte por ellos. Pero también un mundo satisfecho estaría perdido y
sin salvación si permaneciera en su lejanía y negación de Dios. Sin duda, si se hubiese
corrido la voz de que hay alguien que convierte en pan las piedras del desierto, la gente
vendría en masa. Pero ¿encontraría así el camino de regreso a Dios? ¿Sanaría su ceguera
y su rebelión contra Dios? Por eso aquí no se trata de unas pruebas personales que tiene
que absolver Jesús, sino está en peligro toda su misión.» (5)

Manuel de Tuya, O. P, comenta que «Cristo ayunó cuarenta días y sintió hambre. “Si eres
Hijo de Dios,” le dice el tentador, con cuya respuesta esperaba saber si era el Mesías o
no, que transforme estas piedras en pan. Sugerencia bajo capa de piedad: que no sufra
un privilegiado hijo de Dios. “Hijo de Dios” está sin artículo; pero se refiere, como en
otros casos (Mat. 8:29; 27:40.43; Mar 1:1), al Mesías, máxime después de su vinculación
literaria con el bautismo, en que se le proclamó “su” Hijo (cf. Mat. 9:25) 5. Se esperaba
entonces que el Mesías, al modo de Moisés, haría descender otra vez del cielo una lluvia
de “maná”, del que se comería en aquellos años. Acaso pueda con Mateo haber evocación.

Cristo le contesta con un argumento de la Escritura: “Está escrito.” La palabra de Dios


cierra toda discusión. “El hombre no vive sólo de pan, sino de toda palabra que sale de
boca de Dios” (Deut 8:3). Cristo alude aquí al sentido espiritual de confianza en la
omnipotencia de Dios, en función de otra vida superior, a la que hay que atender con
preferencia. Que es lo que Jesús recordará más tarde junto al pozo de Siquem: “Mi
alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió” (Jn 4:34). Por eso dijo a sus
discípulos: “Yo tengo una comida que vosotros no sabéis” (Jn 4:32).

Cristo pudo hacer el milagro. Pero éste no debe hacerse inútilmente. El abandono al
Espíritu y a la Providencia fue el medio para rechazar la tentación. La Escritura, con
todos los procedimientos y sentidos rabínicos, cerraba toda discusión. Como aquí con un
procedimiento de “analogía.” (6)

El Dr. Ed. Murphy, en su libro Manual de Guerra Espiritual comenta acerca de La


primera tentación que:

«Incita a Jesús a satisfacer sus desesperadas necesidades físicas fuera de la voluntad de


Dios. Tanto Mateo como Lucas relacionan esta tentación con el hambre terrible del Señor
(Mateo 4.2b–3; Lucas 4.2b–3). Y ambos cuentan que el diablo asaltó a Jesús con esta
tentación particular como prueba de su condición de Hijo de Dios Padre:

“Si eres Hijo de Dios […]” (Mat. 4.3 y Luc 4.3).


No debemos ver en ese «si» condicional una duda de parte de Satanás en cuanto a la
verdadera naturaleza del Señor. La duda se halla en otro terreno. El diablo sabía bien
quién era Jesús. Broadus dice que Satanás invita al Señor:

[ … ] a afirmar ese hecho con un milagro y para sugerirle que ciertamente tiene
derecho a satisfacer su hambre. Por su posición en el griego, «Hijo» es enfático.
Las criaturas ordinarias de Dios pueden sufrir, no tienen más remedio, pero si tú
eres su Hijo, es indigno de ti que sufras, y también innecesario, «di que estas
piedras se conviertan en pan». No se desprende de esta interpretación que
Satanás comprendiera del todo lo que significaba que Jesús fuese el Hijo de Dios;
y esa ignorancia sería la responsable de un intento de otro modo no sólo audaz,
sino también absurdo.

Jesús tenía necesidades físicas legítimas, las cuales, si no se satisfacían, podían


conducirle finalmente a la muerte. Satanás le está diciendo al Señor que puede y debe
proveerse de alimento utilizando sus poderes divinos. Es imposible exagerar lo
atolondrado de esta sugerencia. Jesús es el Hijo de Dios convertido en el Hijo del
Hombre, y como tal debe actuar como hombre, no como Dios ni como un semidiós. No
puede ser hombre una parte del tiempo y Dios en otras ocasiones.

En el momento que Jesús comience a conducirse como Dios, no será más el postrer Adán.
Dejará de identificarse con nosotros en nuestras tentaciones y sufrimientos. Aunque es
siempre Dios, no actuará nunca según sus atributos divinos mientras viva entre los
hombres (Fil. 2.5–11). Por lo tanto, aquí Satanás no sólo revela su maldad, sino también
su ignorancia de las verdaderas implicaciones de la encarnación.

De igual manera, aunque a Jesús le estuviese, por así decirlo, permitido utilizar sus
atributos creadores para transformar en pan las piedras del desierto, no lo haría. ¿Por
qué? Porque era Dios Espíritu Santo el que le había «llevado», «impulsado» al desierto
(Marcos 1.12), no el diablo. La palabra traducida por «impulsar» es ekbállo en griego,
que, según Wuest, significa “literalmente, lanzar hacia delante, sugiriendo fuerza (ek,
“fuera”; bállo, “lanzar”); por lo tanto expulsar o impeler”. Wuest dice que la palabra
utilizada por Marcos es “más fuerte que la de Mateo, anágo, “llevado”, y que la de Lucas,
ágo, “guiado””. Es la misma que se emplea para designar la expulsión de demonios por
el Señor en Marcos 1.34 y 39.

Jesús estaba en el desierto porque Dios el Espíritu Santo lo había mandado allí. No es
que fuera reacio a ir «a un lugar tan salvaje», como dice A. B. Bruce. Pero el Espíritu llenó
su mente con aquella visión de los profetas de estar a solas con Dios, encontrarse con su
adversario de frente y alcanzar a los pecadores y cargados hombres con el mensaje del
reino de Dios. Ya que Dios le constreñía a ir allá, fue voluntariamente; puesto que el
Espíritu había impresionado su mente con la necesidad de ayunar durante los cuarenta
días y las cuarenta noches de tentación, así lo hizo. También estaba seguro de que su
Padre le sostendría.

A. B. Bruce dice: “Esas pocas pinceladas de Marcos sugieren un vívido cuadro de crisis
espiritual: preocupación intensa, retirada instintiva a una soledad severa conveniente,
tentación, lucha feroz y prolongada que desemboca en debilidad, clamor por ayuda
preternatural”

Para la primera tentación de Satanás, Jesús tiene sólo una respuesta:

«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra


que sale de la boca de Dios» (Mat. 4.4).
Las citas tan directas de la Escritura son rhema, porciones de la Palabra de Dios traídas
a la mente por el Espíritu Santo, que mora en el interior de la persona, y que se convierten
en la respuesta de Dios para la línea de tentación de Satanás en ese momento. Más tarde
ese tipo de palabra llegaría a ser la renombrada «espada del Espíritu, que es la palabra
de Dios», en las enseñanzas de Pablo sobre la guerra espiritual en Ef. 6.17.

El propio Satanás intentará blandir esa misma espada del Espíritu en su segunda
tentación (v. 6). Pero, como siempre, el diablo aplicará mal la verdad divina y se verá
severamente reprendido por Jesús a causa de ello. El Señor volverá entonces a citar la
Palabra de Dios con objeto de silenciar al adversario por su uso erróneo de esa palabra
(v. 7).

Aunque Satanás falló con Jesús en esta primera tentación, él sabe que ese enfoque resulta
eficaz en el caso de los creyentes. El diablo todavía inicia sus ataques contra nuestras
mentes en el terreno natural y físico: “Si eres un hijo de Dios, tus necesidades físicas
deben ser satisfechas. Y aquí está la manera lógica de suplir esas necesidades: Hazlo”. Y
nosotros lo hacemos. Nos convertimos en egoístas y mundanos que viven para las
comodidades físicas. Adoptamos un estilo de vida orientada hacia el éxito que se mide
primordialmente por el poder, la posición, el placer y las posesiones. Incluso elaboramos
una teología basada en esas cosas para respaldar nuestros intentos de convertir piedras
en pan con motivos egoístas. Somos una de las generaciones de cristianos más
buscadoras de pan que jamás haya habido sobre esta tierra.

Broadus sugiere que durante aquellos cuarenta días en el desierto Jesús había meditado
sobre los cuarenta años que Israel pasó en igual sitio. Deuteronomio registra el repaso
que hace Moisés de la experiencia de Israel en el desierto justo antes de que el pueblo
cruzara el Jordán para entrar en la Tierra Prometida. Como hombre representativo,
Jesús es asimismo el representante de los judíos. Y en sus cuarenta días en el desierto
también está siendo probado por Dios mediante Satanás como lo fue Israel en su
peregrinación. Mientras que el pueblo escogido falló continuamente, negándose a creer
la Palabra de Dios, Jesús elige creer y obedecer. La espada que utiliza contra los ataques
del diablo son pepitas de oro escogidas de la Palabra de Dios en Deuteronomio 4.4, 7,
10.» (7)

b. La segunda prueba fue también engañosa y sutil.

Tomando a Jesús le llevó hasta la ciudad santa y le puso sobre el pináculo del templo y le
dijo:

“Si eres Hijo de Dios, échate abajo.”

«Hay una respuesta que Jesús dio a Satanás una vez que es muy instructiva respecto a
este punto. La ocasión tenía que ver con la tentación de Jesús por el diablo en el desierto.
Cuando Satanás citó las Escrituras para persuadir al Señor a echarse del pináculo del
templo, el Señor respondió diciendo,
“Escrito está también (Mat. 4:6-7).

Fijémonos en aquella palabra, también. Con ella el Señor obligaba a Satanás, y a todos
nosotros, a siempre juntar todo lo que Dios ha hablado sobre cierto tema, y reconciliar
estos pasajes. Bien se pueda citar un versículo de la Biblia que parece apoyar una idea,
pero si se puede también citar un pasaje que contradice la idea, entonces tenemos que
abandonar la idea.» (8)

« Satanás se transforma en un ángel de luz. Aquí Satanás cita un texto del Antiguo
Testamento (Sal. 91:11-12). Satanás conoce la palabra de Dios. Aquí vemos la astucia y el
engaño de Satanás. Lleva a Jesús a un lugar sagrado, y habla la palabra de Dios. También
a nosotros nos envía tentaciones disfrazadas. (ver 2 Cor. 11:14.)

Cuando nosotros estamos frente a una tentación, muchas veces nos preguntamos, “¿Qué
tiene de malo?” Satanás es muy sutil. Esta tentación no parece encerrar algo moralmente
malo. Pero Jesús define el problema con su respuesta,

“Escrito está, No tentarás al Señor tu Dios”.

Este versículo se encuentra en Deut. 6:16

“No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Massa”.

¿Cómo tentaron los israelitas en Massa? El relato lo encontramos en Éx. 17:7.

“Y llamó el nombre de aquel lugar Massah o Meribah, por la


rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová,
diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, ¿no?”
Los israelitas querían ver una manifestación visible de la presencia de Dios entre ellos.
Satanás deseaba que Jesús también buscara esta clase de manifestación para comprobar
la presencia de Dios y la realidad de su promesa. No es que Jesús dudara que Dios
cumpliría, sino que no le hacía falta una comprobación. Además, Satanás está intentando
nuevamente que Jesús haga algo independiente del Padre. Quiere tentar a Jesús a
proclamar que él era el Mesías en esta forma espectacular y visible, en lugar de seguir el
camino que el Padre había trazado» (9)

En última instancia el mundo no pertenece al demonio; sus promesas no son confiables


e inclinarse a ellas es incompatible con el servicio exclusivo a Dios

El portal mscperu.org, comenta del Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super


Matthaeum, hom. 5, que dice «No habiendo podido conocer nada cierto el diablo en la
respuesta de Jesucristo, acerca de si era Dios o si era hombre, lo tentó otra vez, diciendo
entre sí: “Este, que no ha sido vencido por el hambre, aunque no sea Hijo de Dios, debe
ser un Santo”. Pueden los hombres santos resistir el hambre, pero cuando han vencido
todas las necesidades de la carne, caen por medio de la vanagloria. Por ello empezó a
tentarle con la vanidad, por lo que prosigue: “Entonces lo llevó el diablo a la ciudad
Santa”» (10)
«Pero Satanás fue con un plan de tres alternativas, había fallado en la fase A, pero todavía
le quedaban los pasos de la fase B y el de la fase C. Así que vuelve a la carga.

“Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y lo puso sobre el


pináculo del templo. Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo,
porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti. Y, en sus
manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.
(Mat. 4:5-6)
Ahora el diablo con astucia recurre al estilo de Jesús. También utiliza la palabra para dar
validez a lo que dice. Satanás cita lo que le conviene del Salmo 91.

Y vuelve con la pregunta retórica: “Si eres el Hijo de Dios”. En otras palabras
demuéstrame quién eres. No digas que eres el Hijo de Dios, pruébame que lo eres. Además
no te digo algo que no está en la palabra de tu Padre.

Monte de las Tentaciones

Aquí volvemos a ver la intención que tiene Satanás de provocar una reacción de parte de
Jesús como Dios y no como hombre. Satanás espera que Jesús se llene de vanidad, de
soberbia, de imprudencia y actúe como dice.

Jesús no se impresionó porque el diablo utilizara la Biblia, tampoco nosotros debemos


impresionarnos cuando un ateo o un no creyente nos cita la Biblia para tratar de que hay
contradicciones o de que los extraterrestres existen y muchas otras sandeces.
El hecho de citar la Biblia no garantiza nada. Por eso Jesús no le hizo caso a Satanás,
Jesús sabía lo que decía el Salmo 91.

“Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor, tu Dios”.


(Mat. 4:7)
Jesús le cita a Deuteronomio 6:16

“No tentarás a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah”.


(Deut. 6:16)
Una vez más Satanás falla en su intento de tentar a Jesús. La batalla se ponía interesante,
ya los demonios casi no tenían más uñas que masticar, en el Tercer Cielo todo era gozo,
alegría. Satanás empezaba a perder el control de sí, sudaba como un viejo caballo bajo el
sol candente del día, su boca estaba reseca, sentía su lengua pesada, estaba desesperado,
sólo le quedaba una carta que jugar, la más importante, una oferta que nadie hubiera
rechazado.

[…] Aquí podemos descubrir el estilo de Satanás para tentarnos, su estilo de hacer
preguntas, de velar la oportunidad para atacarnos, para lanzar sus dardos venosos.
Satanás no es un demonio tonto, Satanás es un Querubín dotado de sabiduría,
inteligencia y hermosura. Tiene la capacidad como querubín de asumir distintas formas
para presentarse, lo mismo asume la forma de un animal como lo hizo en el huerto, o de
ángel de luz como lo hizo en el desierto, puede aparecerse como un ángel portador de un
mensaje como hizo con Mahoma y con todos los fundadores de sectas falsas que dicen
que un ángel les entregó un nuevo mensaje.

El mayor error que puede cometer un creyente es subestimar la capacidad que esta
criatura tiene para engañar. Satanás puede inducir a cualquier cristiano, no importa su
grado de santidad, a pecar, a apartarse del camino correcto, lo puede corromper,
inducirlo a fornicar, a adulterar o a pervertir su ministerio. Satanás no es un ignorante,
conoce mejor que muchos creyentes las Sagradas Escrituras y las utiliza para engañar,
para corromper el evangelio, para introducir falsas doctrinas.

Jesús mismo no lo subestimó. Jesús sabía que tarde o temprano el diablo trataría de
tentarlo y esperó el mejor momento para hacerlo. Jesús se preparó físicamente y
espiritualmente. Jesús estudió el Antiguo Testamento, estudió el libro de Deuteronomio,
las tres respuestas que Jesús le citó estaban en este libro.

Aquí vemos como nuestro Señor validó el contenido del Antiguo Testamento. Es triste
que hoy muchos predicadores, pastores, teólogo quieran quitarle validez a las enseñanzas
de estos libros. A veces sólo utilizan textos relacionados con los diezmos, las ofrendas o
pasajes relacionados con el tema de la prosperidad material.
Hoy han borrado el versículo 22:5 de este mismo libro. Y han permitido que Satanás haya
introducido en las iglesias el espíritu de Jezabel. La excusa es que aquello era para aquel
tiempo y que vivimos tiempos modernos. Si Jesús hubiera pensado de esta manera no
hubiera utilizado los versículo del libro de Deuteronomio, no hubiera hecho caso a la
escritura y hubiera hecho lo que Satanás le decía que hiciera. Hubiera convertido las
piedras en un banquete, le había probado a Satanás que el era Hijo de Dios lanzándose
del templo y le hubiera aceptado todo cuanto le ofreció finalmente.

Jesús validó el libro de Deuteronomio haciendo uso de él para responder a Satanás. Si


esos versículos tenían vigencia, también lo tiene el versículo del capítulo 22. (22:5).

Si analizamos esta tentación podremos aprender el método para librarnos de las


tentaciones del diablo. Cristo estaba preparado. Había sido bautizado en el Jordán por
Juan el Bautista, fue ungido por su Padre y se dedicó a orar y a ayunar. Esa es la receta
para vencer y para obtener los dones espirituales.

Nadie crea que puede enfrentarse al diablo sin estar preparado, sin orar, sin ayunar, sin
estudiar la palabra de Dios, sin tener el Espíritu Santo. Los discípulos no pudieron echar
fuera el demonio del joven lunático, el padre lo llevó varias veces a ellos y nunca pudieron
echar el demonio fuera y no lo pudieron hacer porque no estaban en ayuno ni en oración.

[…] Ahora tenemos a Jesús: ¡Dos a cero! Hay gozo en el tercer Cielo, ya preparan el
banquete que le llevarán a Cristo al desierto una vez termine la tentación. Los ángeles se
preparan, preparan la comida para su Rey. Pero falta la última carta. Falta la tentación
mayor, una tentación en la cual la mayoría cae sin pensarlo mucho.

Satanás sabe que está vencido y está dispuesto a jugarse su última ficha. Los demonios ya
no tienen uñas que comer, así que están inquietos y se golpean entre ellos, saben que su
futuro sobre esta tierra depende de esa última movida de su jefe. Pero Satanás está
angustiado, siente el peso de la derrota. » (11)

En el portal Selah, Karin Schnell de la Iglesia Reformada en Buenos Aires, comenta que
«con la segunda tentación, la del espectáculo, del show. Arrojarse al abismo y aterrizar
sin hacerse daño. ¡Qué masa! ¡Qué ídolo! Un Jesús divertido, entretenido, un
showmaster, entrevistas todos los días, cada día un espectáculo nuevo. Pero también:
pasar a ser propiedad del público, obedecer a la demanda de los espectadores, que
seguirían siempre siendo eso: espectadores. Estar a merced de los aplausos, quedar bien,
hasta que aparece otro, más divertido, más entretenido.

Arrojarse al abismo, sería además la prueba irrefutable de que Dios está de su lado. Pero
no, el reconocer a Dios no es cosa de pruebas sino de fe. Es cosa del corazón y de la
conciencia y no de los milagros y espectáculos. Jesús tiene otra misión: va a conquistar
los corazones con amor, ofrecer el perdón, motivar el arrepentimiento y – ocultar su
condición de ser Dios mismo y arriesgar que la fe lo descubra. Tal vez esta es la tentación
que mejor entendemos. Querer quedar bien, recibir reconocimiento de otros. Una
mentirita aquí, una pequeña deshonestidad allí, querer figurar, ser protagonista,
renunciar a nuestra convicción o callarla porque no conviene expresarla. Todo empieza
con pequeñeces y luego ya nos parece normal…
Cristo no se arrojó desde lo más alto del templo. No se lanzó al abismo. No puso a prueba
a Dios, pero bajó al abismo de la muerte, en la noche del abandono, en la soledad de los
indefensos. Se atrevió a dar ese salto como un acto de amor de Dios a los seres humanos.
Y por eso sabía que en ese salto final sólo podía caer en las amorosas manos del Padre.
Esa confianza es algo totalmente diferente a la peligrosa provocación de Dios, que
quisiera poner a Dios a nuestro servicio.» (12)
«La segunda es de tipo espiritual. Aunque las expresiones “el diablo condujo a Cristo,”
de Lucas, o “toma a Cristo,” de Mateo, se prestan a una interpretación materialista,
quieren decir que sucedería en una representación imaginativa; por tanto, “tomar”
(παραλαμβάνω), como el arameo debar, puede indicar sólo que la persona sujeto tiene
la iniciativa, sin exigir una acción física (Mat 17:1; 20, 17) El verbo “llevar” (άγω), de
Lucas, puede también indicar incitar a algo o “llevar,” pero en representación
imaginativa lo mismo que el verbo “poner,” “colocar” (έστησεν), del v.5 (Mat 18:2; Hch.
t 1:23; 6:13).

Desde allí, el diablo interviene para que Cristo esté en la “Ciudad Santa,” Jerusalén, y sea
“puesto” sobre el “pináculo” (πτερύγων) del Templo, probablemente era la techumbre de
uno de los pórticos dentados 10 del recinto general del Templo (ιερόν), donde se lograría
mejor la espectacularidad de la propuesta.

Según Josefo, la vista del Cedrón desde el “pórtico real” causaba vértigo: más de 180
metros Desde el “pináculo” despeñaron a Santiago el Menor el año 62 13, y éste debe de
ser un punto de la muralla oriental

En una de las concepciones rabínicas se contaba precisamente que el Mesías se revelaría


estando de pie, sobre el techo del Templo, para anunciar a Israel que su redención había
llegado 15. En aquel ambiente, y a la hora de los sacrificios, hubiese sido un prodigio tal
que acusaría ser él el Mesías.

De nuevo Cristo rechaza la tentación con la Escritura: “No tentarás al Señor tu Dios,” que
se refiere al Deut 6:16, y se alude con él al pasaje del Éxodo cuando, faltos de agua en el
desierto, exigían los israelitas a Moisés un milagro. “¿Por qué tentáis a Yahvé?” les dijo
Moisés (Ex 17:2). Nuevamente Cristo, confiando en la providencia de Dios, rechazó la
tentación. No era “confiar” en Dios arrojarse temerariamente, exponiendo su vida, y
esperar que Dios milagrosamente lo salvase. Los ángeles protegen al “justo” (Sal 91:11ss),
pero no al temerario suicida. Y esto suponiendo que no le propusiese tirarse, por lo
descabellado, desde 180 metros”pináculo” al Cedrón.» (13)

Esquema del Templo de Herodes


El Dr. Ed Murphy, en su libro “Manual de Guerra Espiritual”, comenta acerca de la
segunda tentación que: «Mucho se ha escrito acerca de si Jesús fue llevado físicamente
por Satanás desde el desierto otra vez a la ciudad de Jerusalén y colocado «sobre el
pináculo del templo. ¿Ocurrió aquello en el espacio y en el tiempo o sólo en la mente del
Señor? Existen ambas opiniones: que sucedió literalmente en el terreno físico y que la
experiencia no fue sino mental.

A. B. Bruce compara esta última opinión con lo que experimentó Ezequiel cuando fue
llevado por el Espíritu “por las guedejas de mi cabeza” desde Babilonia hasta Jerusalén.
Ezequiel nos dice que aquello sucedió en visión (Ezequiel 8.3). Tal vez lo mismo ocurriera
aquí.

Sin embargo, lo que cuenta es el significado de la tentación y no los detalles sobre cómo
ocurrió. Aun así, buscando las principales enseñanzas de la tentación del diablo nos
topamos con problemas. Muchos comentaristas ven aquí una tentación doble: por una
parte, Jesús fue incitado a demostrar su confianza en Dios mediante un acto irracional;
y por otra, a que lo hiciera en público para ganarse la lealtad de las multitudes. Otros
consideran únicamente que Jesús es tentado a poner a prueba la promesa de protección
de Dios exponiéndose a un peligro de muerte. Aunque la primera interpretación presenta
posibilidades interesantes, creo que la contestación de nuestro Señor en el versículo 7
nos proporciona la respuesta:

«No pondrás a prueba al Señor tu Dios».

Jesús vio en ello una tentación. En contraste con la primera tentación, que apelaba a las
necesidades físicas de Jesús, la segunda era una incitación al fanatismo religioso. Como
lo expresa Calvino, Satanás:

[ … ] le exhorta (a Jesús) a que se entregue a una necia y vana confianza, descuide


los medios con que cuenta, se lance innecesariamente a un peligro manifiesto y,
podríamos decir, exceda todos los límites[ … ] para inducir a Cristo a que pruebe
su divinidad y se levante, con una temeridad estúpida y perversa, contra Dios.

Jesús debe dejar de lado su sentido común y actuar como si fuese un ser completamente
espiritual, en vez de alguien espiritual encarnado que vive en un mundo regido por leyes
naturales creadas por Dios, las cuales deben ser cuidadosamente respetadas durante el
transcurso de la vida de la persona. Tiene que renunciar a todos los instintos dados por
Dios para prevenir el peligro y arrojarse a un mundo totalmente religioso. Esperar la
intervención divina directa siempre que la desee y según su opinión en cuanto a cómo
debería Dios actuar a su favor. Se trataría, pues, de un estilo de vida de milagros a la
carta.

Jesús discernió aquel engaño conducente al fanatismo; vio que suponía poner a prueba
a Dios para descubrir si estaba realmente con Él. Pero el Señor no cayó en ese extremismo
ni en la búsqueda de milagros a la carta para comprobar la presencia de Dios en su vida.
Aunque Dios confirma cosas mediante milagros, sólo lo hace según sus propios términos.
En ocasiones realiza hechos milagrosos, pero la mayor parte de las veces no. En ambos
casos obedecemos y Dios se lleva toda la gloria, no nosotros. Esta es una lección muy
necesaria en nuestros tiempos de cristianismo espectacular.»(14)

c. La tercera tentación ofrecía a Jesús la manera fácil y rápida de ser el rey del mundo.

“Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos


los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré,
si postrado me adoraras”
Satán pensaba que Jesús quería ser rey y le mostró un camino corto. Hubiese sido tan
fácil comprometerse y adorar a Satán a cambio de lo que le ofrecía. Por este medio no
hubiera tenido que sufrir privaciones, ser rechazado y luego crucificado. Jesús no aceptó
la propuesta satánica y respondió con la Palabra de Dios:

“Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Deut. 6:13).

Prefirió ganar el reinado y tomar el camino más largo y difícil que acaba »

El diablo le ofreció al Señor los reinos de este mundo, pero con la condición que le
adorara. El Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento
Exhaustivo explica que «Adorar (shajah , «adorar, postrarse, bajarse, inclinarse»). Esta
palabra se encuentra en el hebreo moderno con el sentido de «inclinarse o agacharse»,
pero no en el sentido general de «adorar». El hecho de encontrarse más de 170 veces en
el Antiguo Testamento demuestra un poco de su significado cultural. Lo encontramos
por primera vez en Gen 18.2 en donde Abraham «se postró en tierra» delante de los tres
mensajeros que le anunciaron que Sara tendría un hijo.

El acto de inclinarse en homenaje o reconocimiento de autoridad y sumisión se hace


generalmente delante de un superior o un gobernante. Por eso David se «inclinó» ante
Saúl (1 S 24.8). A veces alguien se inclina ante uno que es social o económicamente
superior, como cuando Rut se «inclinó» delante de Booz (Rt 2.10).

José vio en un sueño que las gavillas de sus hermanos se «inclinaban» ante su gavilla
(Gen 37.7–10). Shajahes el término que comúnmente se usa para llegar ante Dios en
adoración (como en 1 S 15.25 y Jer 7.2). A veces se usa otro verbo que significa inclinarse
físicamente, seguido por «adorar», como en Éz. 34.8: «Y entonces Moisés,
apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró». Otros dioses e ídolos también son
objetos de adoración, postrándose delante de ellos (Is 2.20; 44.15, 17).» (15)

Y el Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia define adoración como «culto o reverencia


que se rinde a Dios por sus obras (Sal 92.1–5) y por ser quien es (Sal 100.1–4). Se expresa
mediante Oración (Gen 12.8; Neh 9),Sacrificio (Gen 8.20), Ofrenda (Gen 4.3, 4; 1 S 1.3;
Deut 26.10; I Cro 16.29); Alabanza (II Cro 7.3; Sal 29.1, 2; 86.9; 138.1, 2), Canto (Sal
66.4), ritos (Éx 12.26, 27), meditación (Sal 63.5, 6), temor (Sal 96.9), Ayuno (Neh 9.1–3;
Luc 2.37), Fiesta y Acción de gracias (II Cro 30.21, 22), y sobre todo inclinación (Sal 95.6;
1 Cro 29.20) y servicio (Deut 11.13; Jos 22.27). Estos dos últimos conceptos se expresan
en hebreo y en griego con palabras que también significan «adoración» (Deut 6.13; 10.12,
13; 2 R 5.18; cf. Mat 4.10; Ro 12.1), de modo que no se distingue entre «servir» y “adorar”
ni entre “inclinarse” y “adorar”.

La adoración externa y cultual debe nacer de una actitud interna (Is 29.13), que a su vez
se expresa en obediencia y una vida dedicada por entero al servicio de Dios (1 S 15.22,
23; Miq 6.6–8; cf. Stgo 1.27). El adorador debe ser bueno y justo (Sal 15; Am 5.21–26)
para que su adoración sea aceptada (Sal 50.7–23; Is 1.11–20; cf. Mat 5.23, 24 y Jn 4.23),
además de sincero (Sal 51.16–19).

En la adoración, los patriarcas invocaban el nombre de Jehová (Gen 13.4), celebraban el


pacto (Gen 15.7–21) y la sustitución (Gen 22; cf. Lev 17.11), y practicaban los lavamientos
y las purificaciones (Gen 35.2; cf. Éx 19.10), todo lo cual precede al culto más formal y
complejo que se verá después en el Tabernáculo y el Templo (1 R 6–8; 2 Cro 20–31). A
pesar de este desarrollo posterior, no se pierde el aspecto personal de la adoración (2 S
17.18–29; Sal 23; Is 55.6–9).

En el Nuevo Testamento, el culto de la Sinagoga (Luc 4.16–21) se adapta a las


necesidades de la Iglesia. Incluye alabanzas, salmos, cánticos (Ef. 5.19, 20), lectura
bíblica, enseñanza, exhortación (Col 3.16; 4.16; 1 Ti 4.13), oración, ayuno, santa cena
(Hch 2.46; 13.1–3; I Cor 11.18–34), profecía (I Cor 14), doctrina, mensajes en lenguas e
interpretación (I Cor 14.26).

En ambos testamentos el pueblo de Dios lo adora públicamente (Hch 20.7), en privado


(Gen 24.26, 27; Dan 6.10; Mat 6.5, 6) y en familia (Gen 35.1–3; Hch 16.30–34).

Se prohíbe terminantemente la adoración de seres humanos (Hch 10.25, 26; 14.11–15; cf.
Est 3.2, 5), ángeles (Col 2.18; Ap 19.10; 22.8, 9) u otra criatura (Mat 4.10; cf. Deut 6.13;
Ap 14.9–11). La adoración de dioses falsos es una ofensa que trae las más terribles
consecuencias en todo el Antiguo Testamento (Éx 20.3–6; 32.1–11, 30, 35; Deut 4.15–
18; 8.19; etc.; cf. Ro 1.25). En el Nuevo Testamento la adoración se dirige a Jesucristo
(Mat 14.33; Jn 5.22, 23; Heb 1.6; Ap 5.8–14), y se destaca que el culto ofrecido a Jehová
en el Antiguo Testamento explícitamente pertenece a Jesús (Fil. 2.10, 11 // Is 45.23). La
adoración a Dios y al Cordero es la esencia misma de la vida celestial (Ap 4.6–11; 15.3, 4;
19.1–8).» (16)

«Finalmente el demonio, derrotado por la Escritura trató de citarla para su propio


provecho. Sugirió que el Sal 91:11-12 justificaba que Jesús saltara desde la alta columnata
del templo al valle del Quedrón que corría abajo. El demonio hizo de ello una
demostración de la confianza de Jesús como Hijo de su Padre De hecho hubiera sido un
acto de incredulidad, la gente no pone a prueba a aquellos en quienes tiene una confianza
competa especialmente cuando esa persona es Dios (Deut. 6:16). Haber cedido a esa
sugerencia hubiera sido de hecho dudar de que él fuera realmente el Hijo de Dios y que
su padre era digno de confianza. Todas las tentaciones fueron dirigidas contra Jesús
como Hijo de Dios» (17)

En un sermón del Padre Castellani para tiempos de Cuaresma titulado Ayuno y


Tentaciones de Cristo, que el sacerdote predicó en el año 2006, planteó alguitas
dificultades: «Por ej.: ¿agarró el Diablo a Cristo que estaba en el desierto y lo llevó
volando al pináculo del Templo? “¡Qué julepe tendría el Maldito!” -dice Santa Teresa.
Probablemente se apareció en figura de peregrino y le pidió lo acompañara al Templo: el
texto griego dice “paralambánein” que no significa “agarrar” ni “transportar” sino
“conducir consigo”. ¿Y luego lo llevó volando a un monte alto desde donde se vieran
“todos los Reinos del Mundo -a la montaña de Djebel Karantal, a 30 km. de Jerusalén,
como dice la leyenda? También aquí dice “paralambánein”. Probablemente produjo una
gran visión imaginaria en torno a Cristo, donde se viese además de Jerusalén muchas
suntuosas ciudades, ríos, valles y mares -todo el mundo en abreviatura.»(18)

“Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que


son tentados” (Heb.2:18)
“Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse
de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la
misma manera que nosotros, aunque sin pecado.” (Heb. 4:15)
“Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al
género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean
tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando
llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que
puedan resistir.” (I Cor. 10:13)
“Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la prueba a los
que viven como Dios quiere.” (II Pe. 2:9)
“más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades.” (Prov.
16:32)
«En verdad que este diablo se las trae. No respeta que aquel quien está a su lado es el
Hijo de Dios. Pedirle a Jesús que lo adore como a un dios es lo más bajo en lo que ha
caído este demonio.

Satanás está dispuesto a darle todos sus reinos, sus riquezas, su poder, su gloria con tal
que Cristo lo adore.

Las iglesias del mundo deben aprender la lección. La última tentación de Jesús es la
misma tentación en la cual Satanás ha sumido a muchas congregaciones.

Les ofrece riquezas, comercio, lujos, comodidades. Satanás está enviando a sus
empresarios a las iglesias con su mensaje de prosperidad, hacer dinero para pagar sus
programas de radio y televisión, para que la iglesia se involucre en ventas y en negocios.
Es un atractivo.

Satanás le ofreció a Cristo riquezas, poder, reinos, fama. Eso es lo mismo que hoy le
ofrece a muchas congregaciones. Su astucia es tanta que desgraciadamente está logrando
sus objetivos, el problema de estos mensajes es que tarde o temprano Satanás introduce
herejías y falsas doctrinas, y peor aun hace cae a ministros de la gracia de Dios.

Detrás de las riquezas caminan cogidos de mano la avaricia, la vanidad, la fornicación, el


adulterio, el espíritu de Jezabel.

Satanás sabía que ese ofrecimiento era agradable, sabía que con ese ofrecimiento Jesús
podría ser tentado, pero no logró su cometido con Jesús, y hoy anda por el mundo
ofreciendo lo que no tiene a miles y miles de creyentes logrando engatusarlos.

Ahí, en la cumbre del monte está el tentador. Enseñándole la majestuosidad del mundo,
enseñándole sus tesoros, sus riquezas, sus reinos. Allí estaba el tentador que ya sentía la
derrota en carne y hueso, que ya sentía que todo estaba acabado, pero que hacía su último
intento desesperado por convencer a Jesús.

[…] Satanás se jugó la última carta. Lanzó su última bola al canasto pero falló. Su plan
había fracasado, los demonios que observaban, sabiendo que la causa estaba perdida
salieron como “almas que llevan al diablo” y en el Tercer cielo hubo gritos y aplausos y
las trompetas sonaron y los ángeles cantaron.

El sol lanzó un latigazo de fuego que fue a parar en las costillas del diablo que se relamía
del dolor. El silencio se hizo más profundo, sólo se esperaba el golpe mortal, sólo se
esperaba la respuesta del Señor. Satanás no encontraba dónde meter su cara, su
semblante estaba decaído, sentía una rabia que lo devoraba por dentro al ver a sus
demonios salir corriendo, lo habían dejado solo en medio del desierto.
Entonces Jesús victorioso lo miró y le dijo:

“Vete Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a


él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron
ángeles y le servían.” (Mat. 4:10:11)
La respuesta de Jesús fue contundente, respuesta que dejó al diablo sin aliento, sus ojos
le dieron vueltas, sintió desfallecer y salió como un relámpago del lugar.

Jesús volvió a citarle el libro de Deuteronomio.

“A Jehová tu Dios temerás, y a él sólo servirás, y por su nombre


jurarás” (Deut 6:13)
Jesús se mantuvo consistente, se mantuvo en la palabra, hizo del libro de Deuteronomio
su espada de dos fila, su espada para librarse del tentador, Satanás se le olvidaron los
textos de la Biblia y no pudo resistir la firmeza de Jesús. (49)

El Dr. Ed Murphy, en su libro “Manual de Guerra Espiritual” comenta que en la tercera


tentación «el diablo interviene para que Cristo vea los reinos del mundo y su atracción.
Se trata de un hecho análogo al que se lee en Ez 40:2; 41:1-5ss, y que se realizó “en visión”:
“Mar condujeron y me pusieron sobre un monte muy alto.” Es una visión imaginativa y
fantasmagórica, ya que naturalmente es imposible; aparte que Lc lo insinúa al decir que
fue “en un instante” (εν στηίμγ] χρόνου). “Todo el poder y la gloria de estos reinos te daré
si me adoras,” le dijo el tentador 16. Los judíos contemporáneos de Cristo esperaban un
Mesías político y nacional, que aparecería con pompa dominación y prodigios. Así se
presentaron una serie de pseudomesías, como se ve en los evangelios (Mar 10:35ss; Luc
24:21; Jn 6:15), Josefo 17, y los apócrifos 18. No es que el diablo tenga dominio sobre el
mundo. Únicamente en el sentido de que influye en sembrar el mal, Cristo le llamó
“príncipe de este mundo” (Jn 12:31), y San Pablo le llega a llamar “dios de este mundo”
(2 Cor 4:4). Por eso Cristo, citando de nuevo la Escritura (Deut 6:13), desenmascara la
falta de sus poderes y le ordena que se aparte: “Teme a Yahvé, tu Dios y sírvele a El.” Sólo
a Dios se puede adorar y temer como fuente y dador de todo poder. Mat modifica
homogéneamente la cita explicitándola a su propósito.

Y el diablo se retiró, como dice Lucas, “temporalmente.” No directamente, pero sí


indirectamente, tentó luego a Cristo a través de los fariseos y saduceos, queriendo
intimidarle en el desarrollo de su mesianismo; de las turbas, que querían hacerle rey
temporal; de los que intervinieron en la pasión. Todos colaboraron a aquel momento, del
que Cristo dijo: “Viene el príncipe de este mundo contra mí” (Jn 12:31). Entonces el
Padre, por el abandono de Cristo en su providencia, hizo lo que antes El no quiso realizar:
“vinieron los ángeles y le servían,” es decir, le trajeron alimento: διαχονέω (Mat 8:13;
25:44, etc.) tiene aquí este sentido.
En la tercera tentación, Satanás deja a un lado el planteamiento sutil que ha utilizado las
otras dos veces y, desesperado, tira por la borda cualquier tipo de precaución. Está
perdiendo terreno, y en un frenesí por conseguir el éxito, va al fondo de la cuestión.
Quiere que Jesús le rinda homenaje, tributo, honra y servicio, aunque sólo sea por un
momento (Mateo 4.9). A cambio le ofrece lo que en justicia debería poseer: “Todos los
reinos del mundo y la gloria de ellos”. Satanás promete que Jesús puede regirlos, aunque,
naturalmente, codo a codo con él, que es quien en realidad los posee (vv. 8, 9, juntamente
con Luc. 4.6).

Primero,

«le llevó el diablo a un monte muy alto» (v. 8).

Debemos resistir las preocupaciones periféricas, de las cuales tratan muchos


comentaristas, sobre si Satanás trasladó corporalmente a Jesús a través del espacio o
acerca de qué monte se habla. Tales preocupaciones complacen sólo a nuestra
humanidad. Para ver todos los reinos del mundo a uno se le representa generalmente
mirando desde la cumbre de un monte alto. Dichos comentaristas también están
divididos en cuanto a cómo considerar la jactancia de Satanás cuando dice que se le han
entregado “todos los reinos del mundo y la gloria de ellos” y que, según sus palabras, “a
quien quiero la doy” (Luc. 4.6). Jesús no refutó esa pretensión del diablo, pero el no
hacerlo no es prueba de que la aceptara. La tentación no se centraba en dicha pretensión,
sino en la respuesta del Señor.

Otros afirman que, por naturaleza, el diablo es un mentiroso (Jn. 8.44) ya que nunca
puede dar lo que promete. Nos prometerá “el mundo” entero si con ello logra conseguir
algún control sobre nuestra vida. Pero aunque eso sea cierto, también lo es que en las
mentiras de Satanás hay a menudo algo de verdad, lo cual las hace mucho más sutiles y
peligrosas.

En tres ocasiones Jesús mismo describió al diablo como «el príncipe de este mundo» (Jn.
12.31; 14.30; 16.11). Satanás es en la actualidad quien gobierna los reinos de este mundo
y no Dios. Aunque Dios sea siempre Dios y, como tal, domine en última instancia sobre
todo, permite que el diablo y los hombres perversos gobiernen hasta el día en que su
Reino venga; entonces la autoridad de éstos será abolida y la voluntad divina quedará
establecida para siempre. Como dice Broadus:

La pretensión de Satanás aquí en cuanto a que él tiene el control de los reinos del
mundo y de su gloria no es del todo infundada[ … ] Las Escrituras hablan de él
como del príncipe o el dios de este mundo (Jn. 12.31; 14.30; 16.11; 2 Cor. 4.4).
Sobre la naturaleza exacta y las limitaciones de este poder no estamos
informados; pero es cierto que se le ha encomendado el mismo (Lucas 4.6) y el
Apocalipsis de Juan enseña que un día dicho poder le será retirado.

La mayoría de los comentaristas críticos están de acuerdo con Broadus. A. B. Bruce llega
a decir que la adición de Lucas de «a mí me ha sido entregada» fue hecha «como
salvaguardia contra la idea de que se trata de un Dios rival con posesiones y poder
independientes».

En cuanto a quién entregó esos reinos a Satanás existen también dos opiniones: una de
ellas es que fue Adán quien lo hizo cuando pecó, al transferir su lealtad de Dios al diablo,
el control que el Señor había dado al hombre sobre la tierra pasó a Satanás; la otra, que
Dios mismo dio a Satanás el gobierno del mundo como resultado de la Caída. ¿Cuál de
ellas es verdad? En cierto sentido, ambas lo son. No obstante se trata de algo insustancial
para el tema del relato: ¿Responderá Jesús a la oferta del diablo y tomará un atajo sin
dolor para la dominación mundial? ¿O escogerá la senda trazada por el Padre; a saber, el
camino del Calvario?

Broadus resume bien el atractivo de la frase: «Si postrado me adorares» (Mat. 4.9). La
prosternación es «la postura normal en Oriente, bien para adorar bien para rendir
homenaje». Si de lo que se trata es de rendir homenaje a Satanás, eso significa
automáticamente adoración.

El tentador propone a Jesús que reconozca el poder mundano que se le ha


permitido ejercer y que ajuste su reino mesiánico a las condiciones existentes,
admitiendo la soberanía de Satanás. Jesús iba en realidad a reinar sobre este
mundo; pero no como sucesor o subordinado del diablo, sino destruyendo por
completo su dominio.

¿Y qué hizo Jesús? Venció aquella tentación con dos palabras finales: primero, una de
reprensión grave (v. 10a), y luego otra de entrega absoluta (v. 10b). Pronunció la
reprensión enérgicamente, y es probable que de forma oral, contra el mismo diablo,
diciendo: « ¡Vete, Satanás!»

James Morrison pone en boca de Jeremy Taylor que se trata de «una palabra de
indignación, castigo y expulsión […] El Cordero de Dios estaba airado cual provocado
león, y le ordena que se vaya cuando sus demandas se hacen imprudentes y blasfemas».
Y luego comenta: «La victoria se había conseguido. El segundo Adán no había caído, ni
caería después. Porque “escrito está”. Nuestro Señor esgrime su arma predilecta: la
espada de su boca, que es también la espada del Espíritu».

Jesús concluye su expulsión de Satanás y pronuncia su palabra de compromiso total con


Dios, la adoración a Él, su homenaje y servicio:
«Porque escrito está: al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás»
(v. 10).
Más tarde, al preguntársele cuál era el mandamiento más importante, Jesús contestaría:

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma,


y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento»
(Mat. 22.37–38).
Aquí Jesús se convierte en el ejemplo supremo de ese amor que todo lo consume.

Mateo refiere a continuación:

«El diablo entonces le dejó […]» (v. 11).

Y Lucas añade su propio final inimitable al relato de la tentación de Jesús:

«Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de Él


por un tiempo» (Luc. 4.13).
A. B. Bruce dice que esta frase implica que en la experiencia de Jesús se repitieron
tentaciones como aquellas. Geldenhuys concuerda con él.

Atacó al Salvador de todas las maneras que pudo imaginar, pero sin éxito. De
modo que al ser vencido se fue, pero no para siempre. En las ocasiones propicias
renovaría una y otra vez sus ataques contra Jesús (cf. 11.13 y Mar. 8.32–33),
incluso por medio de Pedro.

Geldenhuys apunta entonces a Getsemaní y a la cruz como las tentaciones definitivas.

Pero Satanás le atacó especialmente cuando el Señor, en la víspera de su


crucifixión, luchaba en Getsemaní […] con todo el poder y la ferocidad del
infierno, en un intento desesperado por derrotarlo antes de que triunfase
finalmente con su muerte en la cruz sobre todas las potestades de las tinieblas y
confirmara su victoria por medio de la resurrección y la ascensión.»(20)

«El poder de Dios en el mundo es discreto, no busca ostentación. Pero es verdadero y


duradero. Los reinos del mundo que Satanás podía mostrar al Señor, se han ido
derrumbando todos. Pero la gloria de Cristo, la gloria de su amor, humilde y dispuesta a
sufrir, no se ha derrumbado. Y al final, después de su pasión y resurrección, en otro
monte, Él dice: “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra.”

Jesús salió victorioso de las tentaciones. De estas y de muchas otras más. No porque haya
sido fuerte sino porque se refugió en la voluntad de Dios. Su obediencia al Padre venció
a Satanás. Y lo tenemos a nuestro lado en nuestras tentaciones. Así ganará Dios también
en nuestras vidas.
No somos Jesús. Una y otra vez vamos a caer en la tentación. Pero allí él nos recuerda
que el mayor pecado no consiste en caer, sino en quedar postrado.» (21)

«El tercer y último asalto de esta lucha de tú a tú es quizá el más oscuro.

“Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra


todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: “Todo esto te daré
si postrándote me adoras”. Dísele entonces Jesús: “Apártate,
Satanás, porque está escrito: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él
darás culto”
Sobre aquel altísimo monte, añade Lucas, la visión de todos los reinos de la historia se
produce “en un instante”, “en un abrir y cerrar de ojos”, que diríamos hoy. César, Nerón,
Atila, Carlomagno. ¿A quién habrá visto Jesús en esa visión diabólica, en esa visión
artificiosa urdida por Satanás, que se materializa en una fracción de tiempo? ¿A Stalin?
¿A Hitler? En este caso la tentación diabólica tiene que ver aún más directamente con la
misión del Mesías Jesús y la gloria del poder terrenal.

Leemos también en Lucas:


“Y le dijo el diablo: “Te daré todo el poder y la gloria de estos
reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien
quiero”
Si acaso, la inquietud de la que somos presa nosotros, pobres lectores, es la estrecha
relación (¿Hasta cuándo habrá que soportar tanto embuste de Satanás?) entre la
mentira, el mal, en resumen, entre las tinieblas y los déspotas de la Tierra y de la historia.
Desde luego este tercer diálogo, que contiene la infame propuesta del “pacto con el
diablo”, tendrá una gran repercusión en la imaginación y la fantasía de los hombres
durante siglos. Desde el Fausto, de Goethe, hasta El Maestro y Margarita, de Bulgakov,
pasando por las leyendas medievales y los cuentos populares. Pero nunca como en la
última e incluso expeditiva respuesta de Jesús (“Apártate, Satanás”), a la que luego el
diablo obedece, se percibe la fuerza y la tranquilidad del Misterio que da la existencia a
todo, a todas las cosas, “la vida y la muerte, el presente y el futuro”, como diría san
Pablo.» (22)

«En lo tocante a la vida de Jesús, a su historia terrena, es siempre el evangelista Lucas,


el médico griego de Antioquia, alumno fidelísimo de san Pablo, el único de los cuatro en
señalar que el diablo, después de la tercera tentación, habiendo dejado a Jesús
reconfortado por los ángeles, «se alejó de Él hasta un tiempo oportuno». ¿Cuál es este
tiempo oportuno? ¿A qué terrible cita se refiere? El diablo se va a manifestar en los
Evangelios por todas partes: en los endemoniados, en la astucia de los escribas, incluso
en el pobre Pedro. Pero en lo que está pensando Lucas es sobre todo en la Pasión de
Jesucristo, cuando el mismo Maestro será quien grite: «Esta es vuestra hora y el poder
de las tinieblas». Es entonces cuando Jesús pide a sus discípulos que oren precisamente
para no ceder a la tentación. Muchos caerán vencidos por el sueño en el huerto de
Getsemaní. En ese momento de turbación, María (y el discípulo predilecto, el
jovencísimo Juan) representará la única posición humana capaz de vencer a la mentira:
no dejar de seguirlo. Como escribe san Agustín: “Él es el camino. Así pues, caminemos,
no tengamos miedo, no nos perdamos”.» (23)

Negación del evento histórico de la tentación como un hecho real


En un sermón del Padre Castellani para tiempos de Cuaresma titulado Ayuno y
Tentaciones de Cristo, El sacerdote predicó en el año 2006 que «”Hoy hay sacerdotes
que niegan las Tentaciones”. Luego él sigue en su sermón comentando: “Tengo el
resumen de un artículo publicado con toda clase de aprobaciones en la”Revista
Eclesiástica” de Lima, que me mandó mi amigo el Padre jesuita Florentino Alcañiz: niega
la realidad de las Tentaciones de Cristo y afirma que son una “dramatización” para
expresar la eterna lucha del bien y del mal. Niega también que haya endemoniados y
afirma que todos los “endemoniados” del Evangelio fueron enfermos y nada más. ¿Y
cómo Cristo los dio por endemoniados, e incluso habló con los demonios? Ah, ésa es otra
“dramatización”, para significar la existencia del mal en el mundo. Después, como si esto
fuese poco, se mete con la Santísima Madre de Jesucristo (cosa que Jesucristo no suele
tolerar) y dice que la aparición del Ángel Gabriel es un cuento ridículo… y que eso es otra
dramatización del “monólogo interior” de María Santísima… o sea, que la Virgen se
preguntó ella misma y se respondió ella misma: -¿Quieres ser Madre de Dios? -Sí quiero,
cómo no. Entonces, según Su Sapientísima Reverencia, los milagros de Cristo podrían
ser todos “dramatizaciones” -Perfectamente, cómo no -Entonces, Reverendo, ¿en qué se
funda su fe? -Se funda en la razón -Hace mucho tiempo que no tienes ni pizca de fe -ni
pizca de razón- diría tu Padre San Ignacio de Loyola.

Me hace acordar lo que le sucedió a un paisano mío de Reconquista, que se le paró al lado
un turista en auto y dijo: -Oiga amigo ¿éste es el camino que va a Reconquista? –Sí señor.
El otro puso en marcha el auto y el paisano le gritó: -¡Epa, párese! -¿Qué hay? -Este es el
camino de Reconquista… pero si quiere llegar a Reconquista, pegue media vuelta y agarre
pal otro lao, dirección contraria. Así este Profesor de Escritura, anda por la Sagrada
Escritura, pero en dirección contraria: cree que anda entrando y anda saliendo.”

Luego continúa su sermón diciendo que


“Las Tentaciones de Cristo son reales y verdaderas. No diré que sean fáciles: son la mar
de raras. Algunos intérpretes (Durand, y también en cierto modo San Jerónimo y San
Juan Crisóstomo) dicen que es natural, Cristo siendo Dios no podía ser tentado como
nosotros los hombres. Pero Cristo no fue tentado como Dios, es imposible… y su natura
de hombre es esencialmente la misma que la mía.

Mejor dijo el gran místico alemán del siglo XIII Maestro Eckhart: que las tentaciones de
Cristo fueron las mismas que las nuestras. ¿Cómo se entiende eso?
La materia de nuestras tentaciones es diferente… en realidad es diferente en cada
hombre… pero el fondo (o sea lo que llaman los tomistas “la forma”, que no significa
figura sino la estructura esencial de cada cosa, el “alma” como si dijéramos) ésa es la
misma. El esquema general es el mismo.»(24)

En otro portal católico también se niega la veracidad del relato:

«La historicidad de un episodio concreto en la vida de Jesús, en el cual habría sido


tentado por Satanás durante una estancia en el desierto, es muy poco probable.

Los relatos evangélicos de las tentaciones son un eco de las numerosas veces en que la fe
de Jesús fue puesta a prueba.

Su función en las narraciones evangélicas corresponde a la necesidad cultural de


entender el comienzo de la misión de Jesús como un rito de paso.

Presuponen una forma de conceptualizar la experiencia humana del mal muy distinta a
la nuestra.

[…] Parece evidente que los relatos de las tentaciones no reproducen un acontecimiento
histórico. Sin embargo, podrían reflejar una experiencia histórica relativamente
frecuente en la vida de Jesús. En diversos momentos de su vida Jesús fue puesto a prueba
por sus adversarios (Mar 8:11; 10:2; 12:15 par.) y hasta sus mismos discípulos se
convirtieron para él en una encarnación de Satanás (Mar 8:33 par.). Podemos afirmar
que la tentación fue una constante en la vida de Jesús, y que la tradición posterior
relacionó esta experiencia con su filiación, pues lo que estas tentaciones ponían a prueba,
en última instancia, era su condición de hijo.

[…]El contexto cultural en el que se escribieron los relatos de las tentaciones se


manifiesta a dos niveles distintos. Por una parte, lo vemos reflejado en la función que
dicho relato tiene dentro de la biografía de Jesús narrada por los evangelistas. Por otra,
se concreta en las representaciones utilizadas para hacer concebible los efectos del mal
en el mundo y en las personas.

La posición que el relato de las tentaciones tiene en los evangelios, después de la teofanía
del bautismo, en la que Jesús es declarado hijo de Dios, y justo antes de que el narrador
señale el comienzo de su misión, es un indicio de que tiene, dentro de la biografía de
Jesús, misma la función antropológica que los ritos de paso.

Los ritos de paso existen en todas las culturas y con ellos se pretende facilitar, propiciar,
ratificar y señalar los cambios más relevantes en el itinerario vital de los individuos. En
casi todos los pueblos existen ritos de paso asociados con la incorporación de un recién
nacido a la familia o a la comunidad (imposición del nombre, bautismo etc.), con el paso
de la adolescencia a la edad adulta, con la formación de una nueva unidad familiar, con
la muerte. Pero también se dan ritos de pasos especiales, casi siempre menos
estructurados que los anteriores, para personas con vocaciones o misiones especiales.

Son muy conocidas las vocaciones de los profetas veterotestamentarios o la búsqueda de


experiencias espirituales en la soledad o mediante la ascesis, típicas, sobre todo, de la
espiritualidad oriental. En estos procesos rituales el individuo se separa temporalmente
de la sociedad, se desconecta de los asuntos de la vida cotidiana centrando toda su
atención en el cambio que se opera en su persona, cambio que le dispondrá para
reincorporarse en la sociedad con un nuevo papel o una nueva misión.

En los ritos o experiencias de paso el individuo tiene casi siempre que enfrentarse con
distintos peligros o pruebas, que deberá superar con el fin de mostrarse a sí mismo y a
los demás que está preparado para su nueva función. Si el paso tiene carácter religioso o
espiritual, suele recibir ayuda de la divinidad en forma de poderes extraordinarios o de
enseñanza.

En las tentaciones de Jesús encontramos todos los ingredientes de este tipo de


experiencia – el retiro en el desierto, la guía del Espíritu, la puesta a prueba por Satanás
y la victoria que le acredita para salir al mundo y dar comienzo a su misión.

Que la prueba de Jesús consista precisamente en un combate con Satanás o el diablo


indica que estamos ante testimonios de una cultura en la que el mal es frecuentemente
concebido en formas personificadas, y anticipa, también, la importancia que la lucha
contra esas formas de mal va ha tener en el ministerio de Jesús. Como veremos en un
tema posterior, una de las actividades más características de dicho ministerio serán los
exorcismos, es decir, la recuperación de personas poseídas por espíritus impuros y su
reintegración en la sociedad o en el grupo.

Esta actividad corresponde a una visión del mundo, compartida por Jesús y la gente que
le rodeaba, según la cual el mal ha invadido la creación e intenta dominarla a través de
seres intermedios de carácter demoníaco capaces de poseer a las personas, enfermarlas,
tentarlas o enloquecerlas. Jesús entiende que Dios está ahora recuperando su poder
sobre el mundo y que en sus propios exorcismos se manifiesta de forma concreta la
venida de su Reinado (Lc 11, 20: si yo expulso los demonios con el poder de Dios es que
el reinado de Dios ha llegado a vosotros).

Encontramos, en el evangelio de Lucas, un testimonio muy primitivo y muy directo de


toda esta constelación de ideas relacionadas con la experiencia humana del mal. Cuando
sus discípulos vuelven llenos de alegría debido al éxito que han tenido sus exorcismos,
Jesús dice: “He visto a Satanás cayendo del cielo como un rayo” (Luc 10, 19).
Si leemos el relato de las tentaciones sobre este trasfondo de ideas, entenderemos por
qué parecía necesario a una mentalidad de la época que en su proceso de preparación
para la misión – en su experiencia o rito de paso – Jesús se hubiera enfrentado ya con
Satanás y hubiera aprendido a salir victorioso de sus ataques. » (25)

Al final de su sermón, el padre Castellani dice algo que es verdad, aunque suena algo
gracioso « ”El Diablo da bien de comer y da mal de cenar, dice el español”. Luego el
sacerdote católico continúa diciendo “Al final del Padre Nuestro pedimos a Dios nos libre
del Mal -o nos libre del Diablo- como traducen los ingleses (“the Evil One”) y los
alemanes; y los brasileros. No podemos saber qué palabra aramea dijo Cristo, pues no
nos ha quedado el Evangelio arameo de San Mateo -si es que existió. En griego y en latín,
la última palabra del Padre Nuestro puede traducirse “de todo mal” o “del Malo”; porque
ese ablativo que hay allí: “a malo” y “Apò poneeroû” puede venir de un nominativo
masculino o bien neutro. Es lo mismo de todos modos: que nos libre del pecado o del
Diablo que es el que induce y se aprovecha del pecado.»(26)

« Debemos aprender algo de esta tentación de Jesús. Nadie se escapa del tentador, todos
podemos ser tentados por esta criatura. Satanás es muy astuto, a veces usa la Biblia para
sus engaños. Satanás siempre tiene un plan de acción para atacarnos. Nadie por sí solo
puede enfrentarse a él.

Hemos visto que Jesús estaba blindado con la palabra. Simplemente Jesús se mantuvo
en la palabra, no cuestionó, no respondió a los ofrecimientos del diablo, no expuso sus
puntos de vistas, sólo utilizó lo que ya estaba escrito, utilizó las palabras que su Padre le
dio a Moisés unos 1500 años atrás.

Jesús validó el contenido del Antiguo Testamento, nada había cambiado, la palabra que
fue buena para Moisés era buena para combatir al diablo.

Hoy debemos tener cuidado con lo que predicamos. “No todo lo que brilla es oro”, no
todo lo que se predica proviene de Dios. Hoy hay muchos que ignoran el Antiguo
Testamento, que ignoran las enseñanzas que Dios le dio al pueblo e Israel y que Jesús las
hizo buena para los gentiles. Satanás es astuto, tiene muchos recursos para persuadir,
para engañar. Es capaz de hacer que la mentira se vea como la verdad y la verdad se vea
como mentira.

Nadie duda que Dios bendice a sus siervos, Dios mismo nos dice que el conoce nuestras
necesidades. Jamás nos faltará algo si tenemos fe en su palabra, si vivimos de acuerdo
con su palabra, si hacemos su voluntad, si somos obedientes.
Satanás anda suelto como león rugiente, salió herido de esa batalla que perdió ante el
Hijo de Dios, está furioso, le queda poco tiempo. En Ezequiel Dios prometió que lo
destruiría para siempre y Juan vio su destrucción en el libro de Apocalipsis.

Pero Satanás y sus demonios siguen con nosotros, siguen trayendo desgracias a la
humanidad. La única fuerza que lo detiene el la Iglesia de Jesucristo y la presencia del
Espíritu Santo. La Biblia afirma: “Resistid al diablo y huirá de vosotros”.

Eso fue lo que hizo en el desierto, salió huyendo, derrotado. Entonces Jesús levantó su
rostro y vio a miles de ángeles que le servían, que le adoraban. Satanás fue al desierto
con la idea de que Cristo lo adorara, pero Jesús le dijo:”Tú eres el que tiene que adorar y
servir a tu Dios. Esas palabras quemaron la mente del diablo, quien tuvo que salir
huyendo al ver que su plan había fracasado. Nosotros nada tenemos que probarle al
mundo, no tenemos que hacer un esfuerzo mental para probar que Dios existe, pues
nuestra comunión con Dios está sostenida por la fe. No hay una fuerza más grande en
este planeta que la fe, Sin fe es imposible agradar a Dios. Dios creó a la familia como un
símbolo de lo que sería su iglesia. Así que debemos hacer de nuestros hogares en un lugar
que agrade a Dios. Debemos dejar un espacio especial para nuestro Creador, cuando lo
hacemos podemos sentir su presencia, su paz, su amor.

[…] Jesús venció al diablo en el desierto. Fue una derrota aplastante. Fue una historia
que me fascina. […] Vemos en el desierto a un Satanás soberbio, altivo, engreído.
Vemos a un Satanás confiado en su habilidad de atrapar a las personas con sus
preguntas. Y vemos a un Jesús que se preparó muy bien para el encuentro.

Jesús fue consistente en el uso del libro de Deuteronomio. Jesús no hizo uso de
razonamiento lógico, no debatió con Satanás sobre los planteamientos, no reaccionó a
sus ofrecimientos. Jesús se limitó a responder: ¡Escrito está! Jesús se dedicó a darle una
respuesta que ya estaba en las Escrituras.

A veces nosotros queremos convencer a alguien de que Dios existe, de que Jesús era lo
que él decía que era, hasta discutimos tratando de imponer una respuesta. No nos damos
cuenta que esa persona que hace esos planteamientos es un instrumento del diablo que
lo utiliza para sembrar la duda y debilitar nuestra fe.

Jesús no tenía que probarle a Satanás que él era el Hijo de Dios, Jesús no tenía que poner
a prueba lo que decía el Salmo 91. Jesús no tenía que probarle a Satanás nada. Así que
Cristo no perdió el tiempo en darle una respuesta.

Nosotros no tenemos que probar nada. Nosotros vivimos por fe y no importa cuántos
argumento podamos expresar el necio seguirá siendo necio. A mí si alguien me dice que
no cree en Dios, yo no le digo nada, simplemente le digo lo que dijo el salmista David:
“Dijo el necio en su corazón, no hay Dios”. Eso no lo digo yo, sino que, ¡escrito está!
Satanás volverá a utilizar ese estilo de tentación, volverá a utilizar su estilo de preguntar,
pero ahora él no irá personalmente, sino que utilizará a uno de los ladrones que estaban
con Jesús en la cruz.
Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba diciendo: Si tú eres el Cristo,
sálvate a ti mismo y a nosotros. (Luc 23:39)

El diablo no se respetaba a sí mismo y trató de hacer lo que hizo en el desierto. Allá en el


desierto Jesús le respondió. Pero aquí Jesús ni caso le hizo. Dios uso al otro ladrón para
que le respondiera al diablo.

Jesús había ganado una batalla en el desierto, pero le faltaba ganar la guerra. Muy
pronto, al finalizar sus tres años y medio del ministerio, entonces el Hijo de Dios ganaría
la gran batalla.

Jesús murió en la cruz, luego resucitó al tercer día y posteriormente ascendió al Tercer
Cielo en donde se encuentra esperando el gran día en que toda la humanidad podrá
comprender que él era el que decía que era: El Hijo de Dios.

Y le veremos venir con gloria y poder. Y le veremos como lo que siempre ha sido: El
Soberano de las naciones. El Rey de reyes y el Señor de señores.» (27)

Análisis de la Tentación de Cristo de acuerdo a la Cristología de Justino Mártir (28)

«El diablo escuchó la voz del Padre en el Jordán: tú eres mi Hijo, yo te he engendrado
hoy (Sal 2:7); y, de resultas, se acercó a tentar a Jesús’. Es el misterio que ahora
abordamos: un análisis de la escena (2:1) precederá a su colocación en el conjunto de la
vida del Salvador (2.2).

1. Análisis del relato de las tentaciones

Justino comenta las tentaciones en dos momentos del Diálogo (D 103, 5-6 y D 125, 3 –
5). Se da una curiosa circunstancia que pone estos lugares en relación, aunque por el sitio
donde se enclavan parecen independientes entre si, Resulta que ambos se introducen
para explicar la etimología de un nombre, Satanás en un caso, Israel en otro. Significa el
primero “serpiente apóstata”; el segundo, “hombre que vence a la fuerza”. Y la etimología
no es meramente anecdótica: a ella se subordina la narración de la escena. En efecto, en
el primer caso D 103, 5ss), en que las tentaciones ilustran el nombre de Satanás, el relato
insiste sobre todo en la acción del diablo, sin contar prácticamente su derrota a manos
de Jesús. Por su parte la otra escena (D 125, 3ss), que presenta el nombre de Israel, insiste
no tanto en la acción del diablo cuanto en la victoria de Cristo sobre el tentador,
Tenemos así que los dos relatos se completan: lo que uno apenas trata. lo detalla el otro.
Se centra el primero en el diablo tentador; el segundo en Cristo que le vence. De ahí que
permitan escribir la historia de las tentaciones como exposición contigua de dos
nombres: Satanás Israel. Este paralelismo, ¿es sólo casualidad o responde a una
intención de Justino?” Dejemos de momento abierto este interesante, y empecemos a
analizar la historia. Comenzaremos con la tentación que formula el diablo, vendrá
después La respuesta de Jesús; se abordará, por último, la consiguiente derrota sufrida
por Satanás.

La escena se condensa en torno a una sola tentación.

Vayamos a las palabras con que el diablo se dirige a Jesús Enseguida notamos que
Justino simplifica la escena evangélica de la tres tentaciones de Lucas y Mateo nos
conserva solo una: el diablo pide a Jesús adoración: acercándosele y tentándole hasta
llegar a decirle: adórame (D 103. 6).

La escena se condensa en torno a una sola tentación. Nótese: no es que se hayan olvidado
las demás. Justino supone un proceso de tentación in crescendo del que narra el punto
álgido: le tentaba hasta el punto de pedir adoración. Como si el descaro del diablo
desembocase en este último imperativo, La tentación concentrada, esencia y objetivo de
su argucia.

¿Qué intención hay detrás de estas líneas? Justino mismo relaciona las tentaciones con
el engaño de la serpiente en el Paraíso. Este trasfondo explica bien la narración del
mártir. Pide el diablo a Jesús lo mismo que requirió de Adán para apartarlo de Dios: La
adoración. Ambas escenas la de Jesús en el desierto, la del primer hombre en el Edén se
aclaran mutuamente. El diablo se presentó ante Adán corno dios ofreciéndole la
inmortalidad, invitándole a desobedecer al Creador y a asemejarse a él. Así provocó la
desobediencia, que remediaría Cristo con su obediencia al Padre’’.

En consecuencia: el paralelismo Eva-María que Justino habla planteado poco antes, se


completa ahora con este otro: Adán-Cristo, El Salvador viene a deshacer, por el mismo
camino, la obra de la serpiente.

La respuesta de Jesús:

Pasemos ahora a la réplica del Salvador. Sigue, con alguna variante

“Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás,


y sólo a él darás culto” (Mat. 4:11)
Nótese cómo esta frase se parece a otra respuesta evangélica. La dará Jesús al escriba
que pregunta por el mandamiento principal de la Ley. Loa tres sinópticos traen la escena
(Mat.22: 37-39; Mar 12:30-31: Luc 10:27), de que también Justino se hace eco en dos
ocasiones (l 16.6 y D 93,2). En el Diálogo (D 93,2) sigue a los evangelistas: Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu fuerza y al prójimo como a ti mismo. Es
curioso, sin embargo, que el texto de la Apología contenga precisamente las palabras de
Jesús al tentador
Y sobre que a solo Dios hay que adorar, nos lo persuadió diciendo así: “El más grande
mandamiento es este: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás de todo tu corazón y
de toda tu fuerza, al Señor Dios que te ha creado” (Mat. 22:38 + Mat. 4:10) Y una vez que
se le acercó uno y le dijo: “Maestro bueno”, Él respondió diciendo: Nadie es bueno sino
solo Dios, que lo hizo todo” (Mat. 19:16 + Mar 10:17-18, cf. Luc 18:18-19)) (I 16.6-7).

Monte de las Tentaciones

En los dos textos evangélicos de esta última cita introduce Justino de su mano sendas
alusiones a la creación

“al Señor Dios que te ha creado”

“Nadie es bueno sino sólo Dios, que lo hizo todo”

Las añadiduras delatan una preocupación antimarcionita o antignóstica. El rechazo del


Creador, de que hacen gala los herejes, es el máximo exponente de La apostasía diabólica
que Satanás intenta. La referencia a la creación acerca de nuevo nuestra escena a la del
Paraíso, donde la serpiente engañó a Adán, como seduce ahora a los herejes, siempre con
la intención de blasfemar contra el Hacedor.

En esta misma línea va otro elemento de la respuesta de Jesús. En efecto, al Salvador le


basta la Escntura para vencer al diablo (cf. D 125.4). Se muestra así la continuidad de la
historia de salvación El mismo Creador del mundo actué en el Testamento Antiguo.
Justino explica que el Tentador quena ser adorado como Dios, en contra de lo enseñado
por la Escritura (cf. D 125,4). En conclusión: la respuesta de Jesús al diablo pone de
relieve la conexión entre Jesús y Adán, y la continuidad de la historia de la Salvación.

Huida del diablo derrotado


Con su respuesta vence Jesús al diablo. Episodio culminante de una larga historia de
enemistad, interesa observar más en detalle el combate, descrito sobre todo en D 125,
3ss:

Así, pues, el nombre de Israel significa “el hombre que vence a la fuerza”. Porque “Israel
quiere decir “hombre que vence” y “el”, “fuerza”. Lo cual fue profetizado que haría Cristo,
hecho hombre, por el misterio de aquella lucha que Jacob sostuvo con el que se le
apareció por cumplir el designio del Padre, pero que era Dios, por ser el Hijo primogénito
anterior a todas las criaturas. Y fue así que cuando se hizo hombre, como antes dije, se
Le acercó el diablo, es decir, aquella fuerza que se Llama serpiente y Satanás, para
tentarle, pugnando por derribarle, pues le exigió que le adorara. Pero fue El quien le
destruyó y derribó, arguyéndole de perverso, pues exigía contra las Escrituras ser
adorado corno Dios, convertido en apóstata de la voluntad divina. Respóndele Jesús,
efectivamente: “Escrito está: Al Señor Dios tuyo adorarás y a Él solo servirás”. Y vencido
y confundido se retira por entonces el diablo… (D 125, 3-4).

Todo se pone bajo el signo de una lucha que termina en victoria de Cristo. De él se acaba
de decir, en el párrafo anterior (D 125, 2), que es fuerte y poderoso Se refuerza una idea
que apuntábamos al hablar de los magos: el posible trasfondo de la parábola del hombre
fuerte que es vencido por el más fuerte, quien viene a recobrar su posesión
Detengámonos en los verbos que muestran la derrota del diablo.

Tentando a Jesús, Satanás quiere derribarle Pero será él quien caiga al suelo por obra del
Salvador. En D 124,4 ya se habló de cómo el diablo hizo caer a Eva. Con esta caída de los
primeros hombres cayó también él. Ahora le ocurre lo mismo, pero esta vez se despeña
en solitario’’.

Precisemos ahora la acción de Jesús, además de derribar al diablo, lo destruye El término


se halla casi siempre en el mismo contexto: el destino del diablo derrotado por Dios. En
un pasaje importante, el que trae la comparación Eva-Maria. el sustantivo indica el fin
de la serpiente para que por el mismo camino que tuvo principio la desobediencia de la
serpiente, por ese también fuera destruida (D 100,6).

En ese mismo contexto se dice que, a través de Cristo, Dios cumple la promesa de)
protoevangelio destruyendo al diablo (D 100, 6: cf. D 94, 2, a través de la cruz). Lo mismo
se dice de la destrucción final de los demonios en la segunda parusía empleando idéntico
verbo’’.

[…] En los demás casos en que se habla de la destrucción del diablo: se trataría de lo
mismo, de deshacer o desanudar su obra. Pienso que podría estar aquí la base para la
comparación que desarrollará Ireneo: el lazo del pecado ha de ser desatado en el mismo
sentido en que se anudó. Justino mismo habla de destruir a la serpiente “por el mismo
camino”.

‘Cf. la misma idea en Ireneo. Epid. 16 (FP 2, 93): “El ángel lo sedujo […] Y al persuadirle
la desobediencia al mandato divino, provoco su propia ruina al mismo tiempo que hacia
al hombre pecador”. (29)

Y todos los datos que estamos analizando apuntan a esta contraposición entre el diablo
y Jesús en el contexto de la recapitulación.

Conclusión:
Tras este análisis, una conclusión se impone. Hay un dato constante tanto en el
ofrecimiento diabólico como en la respuesta de Jesús y en la consiguiente derrota del
enemigo. Todo se orienta a presentar las tentaciones como contrapuestas al engaño del
Paraíso. Se engloban así claramente en la perspectiva de la recapitulación. Por el camino
por el que el diablo engañó al primer hombre, por ese mismo camino vence Jesús hecho
hombre.

Así, el episodio se presenta, por un lado, en el marco amplio de otros misterios, en


continuidad con el conjunto de la obra redentora. Ya sabemos que cuando niño arrancó
Jesús a los magos del poder satánico.

Notemos que, en D 103, 4-9, la escena de las tentaciones se encuadra en el comentario


al S 21, referido todo él a la Pasión. El contexto próximo es un comentario al salmo 21,
12: el león que ruge contra Cristo en la Pasión es el diablo. Así se da a entender una
conexión entre ambos momentos. En efecto. Justino volverá sobre ello, en el otro relato
sobre las tentaciones, y será entonces más explicito (cf. D 125, 5).

Y más adelante combatirá desde la cruz y expandirá por el mundo su dominio sobre el
diablo, hasta su destrucción total y definitiva al término de la historia. Por otro lado, se
trata de un momento singular. Justino le otorga un lugar destacado: en él se dice que el
diablo fue destruido y su obra deshecha derrotado y convicto, desenmascarada su
maldad.

“Justino describe cómo el diablo se aleja de Jesús. Por el vocabulario está enmarcando
la escena en el amplio contexto de la redención. Satanás se marcha “derrotado” y
“convicto”. El mismo verbo “derrotar” sirve para indicar la calda de Amalec en lucha con
Israel. Amalec es símbolo del diablo (cf. D 49, 8) y la victoria de Israel por la fuerza de la
cruz y el nombre de Jesús es el paradigma de la victoria del Crucificado sobre los
demonios. La otra palabra, “convicto”, está de acuerdo con la acción de Jesús. Jesús
desenmascara al diablo, haciendo inútil el engaño que éste buscaba. Acudiendo a la
Escritura muestra a Satanás contrario a ella, apóstata por tanto del Dios que la dio. Si
Adán, ante quien Dios puso el bien y el mal (D 62,3; Gen 3: 22a), fue engañado para que
escogiera el mal ahora Jesús pone a la luz la maldad y apostasía del tentador. La misma
palabra se usa para indicar cómo Jesús recrimina en su predicación la doctrina de
escribas y fariseos (cf. D 102.5; D 103. 9). No es de extrañar, pues éstos se presentan
como hijos del diablo (cf. infra, cap. VI, apdo. 1.2, p. 339)(30)

Es importante que antes de enfocarnos en el estudio de este importante pasaje, podamos


primeramente hacer un análisis de la palabra tentación y podamos comprender su significado y
su uso bíblico.
?

En el Antiguo Testamento, la palabra tentación significaba prueba (heb. nissah) Es en este


sentido que la Biblia en muchas partes usa este témino. (Exodo 20:20). En el griego la palabra
tentación es peirasmón (Santiago 1:12; 1Corintios 10:13; Apocalipsis 2:10) La tentación no es
sinónimo de pecado sin embargo Julian Charley explica su importancia: "De veras, el hombre
sería moral y espiritualmente débil e inmaduro sin tales pruebas, pero él es bianventurado si las
soporta. (Santiago 1:13). Cada ocasión de prueba provee la oportunidad de dar un paso, ya sea
hacia adelante o hacia atrás. Mientras que Dios desea lo primero y por lo tanto permite que la
prueba tenga lugar, el diablo, al contrario busca inducir a retroceder un paso lejos de la voluntad
de Dios." (50 palabras clave de la Biblia, Casa Bautista de publicaciones, pag. 106,107)

Contenido: La tentación de Jesús abarcó 3 partes importantes las cuales analizaremos así:

1. Primera Parte: Jesús, tentado a satisfacer sus deseos físicos. (v. 1-4)

1. Primera Parte: Jesús, tentado a satisfacer sus deseos físicos. (v. 1-4)

1.1. Bajo el cuestionamiento de la deidad de Jesús ("si eres Hijo de Dios"v.3) el diablo quiso que
Jesús rindiera sus necesidades fisiológicas a su perversa voluntad. Como dice Buswell: "Si Jesús
hubiera convertido las piedras en pan para satisfacer su propia hambre, la exactitud literal de su
encarnación carecería de un característico significado especial"
(Cristo, su Persona y su Obra, Editorial Unilit, pag. 78)

1.2. El diablo aprovecha los momentos de nuestra debilidad física y espiritual para que
satisfagamos un deseo pasajero. Tal es el caso de personajes como: Esaú en el aspecto
fisiológico (Génesis 25:29-34), Sansón en el aspecto sexual (Jueces 16:1, 4) Judas en el aspecto
material. (Mateo 26:14-16)

1.3. Jesús dándonos el mejor ejemplo de triunfo en medio de la tentación, hizo uso de la Palabra
de Dios ("Escrito está..."), aplicando la función espiritual de ésta en la vida del hombre.

1.4. Jesús, como segundo Adán estaba representando al hombre, si cedía a la tentación,
frustraba los planes de redención para la raza humana.

1.5. Jesús al declarar esta Palabra nos enseña 2 cosas, primero que el ser humano no solo es
materia, sino que también posee un componente espiritual que es inherente a su naturaleza
creada (alma-espíritu). Segundo, que existe una necesidad primordial en el hombre de satisfacer
su espíritu con un alimento que sea espiritual. es decir la Palabra de Dios.

1.6. Jesús usa el verbo "vivirá" (gr. zésetai) para indicar que ese es el efecto que produce en el
hombre ese alimento espiritual, es decir, proporcionar vida abundante.

2. Segunda Parte: Jesús, tentado a "forzar la mano del Padre": (v. 5-7)

2.1. Por segunda vez el diablo quiere cuestionar la deidad de Jesús, bajo la consigna de que
cometa un suicidio, "forzando" asi la mano del Padre. El propósito del diablo era sacar a Cristo
de la voluntad del Padre e impedir que dependiera de El.

2.2. Haciendo un mal uso de las Escrituras, el diablo pretende infundir una falsa seguridad en el
creyente usando una promesa de Dios en el Salmo 91:11, 12. que sacada de su
propio contexto se convierte en una peligrosa herramienta de doble efecto, primero, hace
responsable a Dios de mantenernos bajo sus cuidados y provisión aún cuando estamos en
desobediencia y fuera de su voluntad, segundo, automáticamente estaríamos desobedeciendo
el mandamiento de Dios en Deuteronomio 6:16.que nos habla acerca de no tentar a Dios.

2.3. Dios prohíbe terminantemente en su Palabra ser tentado por el hombre. Uno de los ejemplos
más explícitos que tenemos en la Bibliasobre este particular está en el pueblo de Israel en su
peregrinaje por el desierto durante 40 años quienes enojaron a Dios tentándolo reiteradas veces
(Números 14:22, 23). Julian Charley nos explica porqué no debemos tentar a Dios: "Está
prohibido tratar de probar a Dios porque es totalmente injustificable (Ex. 17:7) pues él ha dado
amplio testimonio de su fidelidad." (50 palabras clave de la Biblia, Casa Bautista depublicaciones.
pag.108.

2.4. Jesús, entendiendo las intensiones del diablo, quien tenía la finalidad de impedir que Cristo
muriera en la cruz, para redimir al hombre de sus pecados, rehusó poner en peligro su integridad
física e hizo uso de la Palabra de Dios correctamente.

3. Tercera Parte: Jesús, tentado al placer temporal. (v. 8-11)

3.1. El diablo en esta parte, revela su verdadero carácter, es decir, busca ser adorado por Jesús.
Fue por esto que terminó siendo expulsado del cielo y desposeído de su gloria y
hermosura.(Isaías 14:13, 14; Ezequiel 28:14-16).

3.2. A diferencia del diablo que ofreció un reino temporal, Jesucristo habló del reino de Dios
cuando predicaba (Marcos 1:15)la característica de este reino es totalmente espiritual y no está
limitado por el tiempo (porque es eterno) tampoco por el espacio (no se limita a un determinado
territorio).

3.3. Los creyentes en Cristo Jesús muchas veces nos encontramos ante la disyuntiva de escoger
entre lo espiritual y eterno o lo material y perecedero. Muchos cristianos buscan lo segundo y
forman sus propios "reinos" de fama y dinero.
3.4. Cuando Satanás ofrece a Cristo los reinos de este mundo, le muestra todos los imperios del
sistema mundial de aquel entonces y la gloria de ellos, es decir, sus extensiones, su poderío, sus
riquezas, con el propósito de deslumbrar los ojos del Señor Jesucristo y tentarlo a disfrutar de
una gloria temporal sacándolo así de la voluntad del Padre.

3.5. El evangelio de Lucas en cap. 4:6 registra un dato interesante sobre este punto, el diablo
afirmando ser el amo de los reinos del mundo, le dice a Jesús: "...porque a mi me ha sido
entregada y a quien quiero la doy." Aquí surge una pregunta importante. ¿Será cierto que
Satanás es el dueño de los reinos del mundo y de la gloria de ellos y que a él le fueron dadas
aquellas cosas? a todo esto respondemos así:

A. La Biblia enseña que originalmente fue al hombre a quien se le otorgó el señorío de todo lo
creado, por disposición de Dios (véase Génesis 1:28-30) sin embargo cuando el hombre pecó,
perdió la comunión con Dios y el dominio sobre todas las cosas, de tal manera que Satanás
ejerció su posterior dominio.

B. No es el diablo, dueño legítimo sino que se convirtió en un temporal usurpador del dominio
que el hombre perdió en su pecado, desde entonces en sus manos tuvo el imperio de la muerte,
hasta que Cristo lo venció en la cruz y su dominio quedó aplastado y sin efecto (véase Hebreos
2:14).

C. Algunos alegan diciendo que el diablo no tenía ningún dominio, sin embargo, ¿Cómo podría
llegar a ser una tentación para Cristo si eso no fuese verdad?. Jesucristo lo llamó "el príncipe de
este mundo" (véase Juan 14:30)

Conclusión:

1. Pese a que su reino quedó sin efecto, por la victoria de Jesucristo, el diablo siempre busca
tener ventaja sobre los siervos de Dios por eso no debemos ignorar sus maquinaciones. (2
Corintios 2:11).

2. Jesús nos enseñó a usar la Palabra de poder en medio de las tentaciones con resultados
poderosos así resistimos al diablo quien terminará huyendo. (Santiago 4:7).

3. Hay recompensa gloriosa para los que resisten las tentaciones en su diario caminar con Cristo.
(Santiago 1:12)

4. Demos la gloria a Dios que no nos deja, ni tampoco nos dejará solos, sino que en medio de la
tentación nos asegura que siempre él tiene el control y nos provee una vía de escape. (1 Corintios
10:13).

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La meta de Satanás La meta de corto alcance de Satanás en el proceso de la tentación es
conseguir que nosotros satisfagamos las necesidades y deseos dados por Dios en formas que
están fuera de los límites que Dios nos ha fijado.

Todos nuestros deseos básicos vienen de Dios. La mayor parte de ellos reflejan la imagen de
Dios en nosotros. Por ejemplo, el deseo de amor, aceptación, respeto y deseos que reflejan
éxito, los encontramos en Dios a través de toda las Escrituras. Sólo cuando éstos se
distorsionan se convierten en características negativas. Y así Satanás se dispone a tomar
nuestros deseos de ser amados en codicia, nuestro deseo de ser aceptado y respetado en
orgullo, y nuestro deseo de éxito en ambición. Dios nos dio otros deseos y necesidades para
demostrar nuestra dependencia de él y para mejorar nuestra relación los unos con los otros.
Nuestra necesidad de alimentos y el deseo del sexo son dos ejemplos. No hay nada malo en
comer (obviamente). Pero de nuevo, Satanás toma esta necesidad natural dada por Dios y la
distorsiona. Como resultado, alguna gente destruye su cuerpo por comer demasiado o por
comer las cosas que no debe; otros pasan hambre por temor a la gordura. De todos los dones
que Dios dio a la humanidad probablemente el sexo es el que Satanás más distorsiona y abusa:
El sexo fue dado a la humanidad para hacer posible una relación única entre un hombre y una
mujer. El deseo viene de Dios. La filosofía concerniente al sexo hoy en día viene de Satanás.
Dios dice: "Un hombre para una mujer para toda la vida." Satanás dice: "Cualquier hombre
para cualquier mujer hasta que esté listo para alguien más." Dios dice: "El sexo es para ser
parte de la relación matrimonial." Satanás dice: "Elsexo es la relación." Dios no está en contra
del sexo como tampoco está en contra del alimento amor o , . , exíto, Pero él está en contra
del cumplimiento de ese deseo o de cualquier deseo, fuera de los límites que con amor y
sabiduría ha

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