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Resumen por capítulos

Capitulo 1

El relato se inicia con la llegada de Roberto, hermano mayor del narrador, quien trae regalos
para la familia. A su padre le obsequia un gallo carmelo, que será conocido como el
«Caballero Carmelo» y llegará a ser el preferido de todos.

Capitulo II.-

Empieza describiendo el amanecer en Pisco, la partida del padre hacía su trabajo, la llegada
del panadero. Los niños se encargan de alimentar a los animales del corral, cuya descripción
detallada se hace. Entre estos destaca un gallo llamado el «Pelado», quien, pendenciero y
escandaloso, se escapa y se mete en el comedor causando destrozos. Enterado el padre,
sentencia que el «Pelado» sería sacrificado para el almuerzo del domingo. El dueño del gallo,
Anfiloquio (uno de los hermanos de Abraham), protesta por esta decisión y trata de argüir
razones para salvarlo. Pero la decisión ya estaba tomada. El muchacho entonces llora
impotente, ante lo cual interviene la madre, quien le promete que no matarían a su gallo.

Capitulo III.-

El narrador hace una descripción de Pisco, frente al mar, con sus tres plazuelas y su puerto.
Mas al sur, yendo por el camino de la costa, se llegaba a la aldea de San Andrés de los
Pescadores, poblada de gentes sencillas, dedicadas a la pesca y el comercio, descendientes
de las poblaciones nativas o «hijos del sol». De estos aldeanos el narrador hace una
descripción idílica (en algunas versiones del cuento, sobre toda en aquellas destinadas a los
escolares, se mutila inexplicablemente esta sección).

Capitulo IV.-

Comienza con la descripción del gallo Carmelo, a quien el narrador pinta con trazos de
caballero medieval. Habían pasado ya tres años de que llegara el gallo a casa y había
envejecido, luego de ser ganador en varios duelos con otros gallos de la región. Pero
entonces la familia recibe una noticia aterradora: el padre, molesto porque alguien había
dicho que su gallo no era de raza, lo volvería a hacer pelear, esta vez con otro gallo más
joven, el Ajiseco. El duelo se pacta para el día 28 de julio, día de la patria, en la aldea de San
Andrés. Un hombre viene seis días consecutivos para entrenar al Carmelo. Finalmente llega el
día esperado y se llevan al Carmelo, ante las protestas de la madre y el llanto de las niñas.
Una de ellas, Jesús, ruega a Abraham que lo siga y lo cuide.

Capitulo V.-

El pueblo de San Andrés se halla engalanado para la fiesta. La pelea de los gallos se realiza
en una pequeña cancha, a la que asiste mucha gente, entre apostadores y espectadores. Al
frente se halla el juez, es decir, el dirimente de la pelea. Luego de una pelea preliminar,
empieza el duelo entre el Carmelo y el Ajiseco. El favorito de los apostadores era este último,
y todos creían que sería el ganador. Pero luego de una reñida pelea, el Carmelo se alza con el
triunfo, aunque queda gravemente herido. Todos felicitan al padre de Abraham por la victoria
de su gallo de pelea. Abraham carga al Carmelo y se lo lleva a casa.

Capitulo VI.-

Dos días estuvo el Carmelo sometido a toda clase de cuidados. Pero todo es en vano y expira,
luego de dar su último canto, ante la consternación de toda la familia

Argumento
Contado en primera persona con un lenguaje tierno, conmovedor y ambientado en un
entorno provinciano y rural, este cuento nos narra la historia de un viejo gallo de pelea
llamado el Caballero Carmelo, que debe enfrentar a otro más joven, el Ajiseco. El Carmelo,
sacando fuerzas de flaqueza, gana, pero queda gravemente herido y poco después muere,
ante la consternación de sus dueños. Este es el tema central.

Como temas secundarios podemos mencionar la vida familiar en el hogar del protagonista-
narrador (incluida las peripecias del gallo «Pelado») y la vida de los pescadores de la aldea
San Andrés, cercana a Pisco.

Mensajes
Desde un punto de vista ideológico, la pelea del Carmelo y el Ajiseco puede interpretarse
como un símbolo de la lucha entre dos prototipos de personalidades: el Carmelo representa
la nobleza (es de buena estirpe), la caballerosidad (no usa malas tretas y se limita a atacar
con sus patas armadas) y la autenticidad (no presume lo que no es), mientras que el Ajiseco
representa la villanía (no parecía ser de alcurnia), la vileza (trata de imponerse a aletazos y
picotazos) y la vanidad (era presuntuoso). El Carmelo triunfa y con él todas sus cualidades
buenas y ejemplares, pero a costa de su propia vida. Pero su recuerdo perdura
imborrablemente y sin duda allí es donde radica su mayor victoria.

Algunos intentan «dilucidar» en el cuento un mensaje contrario a las peleas de gallos; sin
embargo no es esa la intención del escritor. Lo que entristece al niño Abraham y a sus
hermanos es que se haga pelear a un animal ya viejo, con el grave riesgo de que sucumba
frente a un rival más joven. De acuerdo al contexto cultural de entonces (y aun de ahora) se
considera que el gallo de pelea nace y vive para pelear (lo mismo se diría de un toro de lidia),
al menos hasta donde las fuerzas lo permitan; no hay ninguna objeción al respecto, incluso el
autor idealiza la lucha gallística y la compara con los duelos de caballeros medievales.

Biografía

Nació en Ica, como el sexto hijo de Anfiloquio Valdelomar y de María Pinto. A temprana edad
se trasladó con su familia al puerto de Pisco, donde cursó parte de su educación primaria
(1892-1898), culminándola en Chincha (1899). Se trasladó a Lima para cursar su educación
secundaria en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe (1900-1904). Luego ingresó a la
Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Interrumpió sus estudios
para incursionar en el periodismo, así como en la política, como partidario de Guillermo
Billinghurst. Fue nombrado director del diario oficial El Peruano y pasó a Italia como
secretario de la legación peruana (1913). Tras la caída de Billinghurst retornó al Perú (1914).
Se consagró al periodismo y pronto se hizo conocido por su calidad de literato, lo que se
vislumbraba en sus primeros relatos y poesías publicados en diarios y revistas. Fundó la
revista literaria Colónida (1916) y publicó su libro de cuentos El caballero Carmelo (1918),
que marcó el inicio de la modernidad en la narrativa peruana. Viajó a diversas ciudades del
Perú e incursionó una vez más en la política, siendo elegido diputado al Congreso Regional
del Centro (1919). Estando en Ayacucho, sufrió una caída accidental que le provocó la
fractura de la columna vertebral, a consecuencia de lo cual falleció, cuando apenas contaba
con 31 años de edad.

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