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Universidad de Panamá

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas


Escuela de Derecho

Introducción al Derecho-Der100A
Profesor Eddie Hernández

Estudiante: Año: Aula:


Roberto C. Robolt R. I A Matutino A-6
Céd. 4-713-1164

I. Análisis del siguiente pensamiento.

“Si no puedes ser


Abogado y Honrado,
sé Honrado aunque no
seas Abogado”.
A. Lincoln

En mi concepción moral, personal y profesional más profunda, considero ésta máxima


elaborada por aquel pensador y presidente norteamericano Abraham Lincoln, como un elemento
significativo, sustancial y preponderante para la conciencia formal, personal y cristiana de todo
litigante o profesional del derecho. Considero taxativamente, que no puede existir una vida o
una personalidad correcta y diáfana, sin una verdadera escala de valores que anteceda al marco
auténticamente profesional; los hombres somos auténticos forjadores y practicantes de una
verdadera educación y de pertinentes doctrinas que desde la más profunda hasta la más simple, lo
que buscan como elemento singular, es el respeto, la paz, la honestidad, la honradez, entre
muchas otras que de igual valor forjan y establecen verdaderos caracteres de inteligencia y
sencillez.

Ser abogado, para mi concepto, es ser al mismo tiempo humilde y sincero, profesional,
inteligente y responsable; ser abogado para mi, y lo explico con profundo sentimiento de
vocación, engendra un papel comprometido con lo justo y lo pertinente. Mi educación y mi
concepción de los principios básicos de sociedad, como la ética, la moral, los sentimientos ajenos
a la maldad o el respeto por así decirlo, la cooperación, etc, representan los síntomas de un
profundo análisis y de las más altas intenciones de ejercer una profesión que conlleva altos
grados de responsabilidad y también, de decoro.

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Es cierto, existen profesionales de muy bajo perfil profesional y ético, pero esa no es la
constante permanente ni pertinente del caso. Yo creo en la justicia, creo en la verdadera cátedra
y vocación del derecho, y el condimento más especial, fundamental, teórico, práctico y
responsable de nuestro ejercicio del derecho es la honestidad o como lo manifiesta el
pensamiento, la honradez. Que lindo es no solo pronunciar esa palabra, tan digna y transparente,
sino analizarla y darse cuenta que nuestro proceder a sido en marco a ella y que ella ha sido
como el elemento o la practica repetida y permanente de nuestro actuar. Eso si es vivificar un
sentimiento moral y concienzudo que nos permite representar dignamente actitudes firmes y de
altas convocatorias para el buen ejercicio de esta profesión.

Abogado – Honrado, esta es una vinculación de conceptos muy reprochada, recriminada,


es una aseveración criticada y condenada a la falsedad y al poco aprecio de los justos. Ese es un
sentimiento negativo, generalizado que proyecta la sociedad hacia una profesión desdeñada y de
profundos vínculos con la soberbia y la corrupción. Entonces, ¿ porque estudiar o profesionalizar
sentimientos y formación nobles hacia una carrera tan mal uniformada...?. Dentro de mi
percepción, considero que existen y siempre han existido, figuras del derecho que quieren y que
siempre han deseado lavar esa cara tan mal vista del derecho. Y más aún, conllevo un profundo
sentimiento de que las cosas cuando se quieren hacer rectas se hacen y cuando las cosas se
gestionan desde su génesis con norma y sentimiento personal profesional, también se pueden
practicar o hacer.

Yo no soy de creer en males perpetuos, más bien vislumbro los hechos con seguridad,
profesionalización, capacidad y sencillez. Sencillez que casualmente excluirá los males y
fantasmas de la soberbia en la buena ejecución de las normas y las políticas del buen ciudadano.
Las personas con profundos valores, con gigantescas barrera contra lo negativo, hacia lo turbio y
lo desleal, jamás tendrán necesidad ni problemas para enfrentar a los desleales y practicantes de
la maldad y la mentira.

El ser abogado, es una oportunidad para hacer el bien, para ayudar y comprender muchas
necesidades, para brindar un futuro jurídico estable tanto al país como a muchas personas y
ciudadanos que sí fundamentan su vida y su espacio en el respeto, el orden, la paz, la
reciprocidad de valores y la honradez.

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Ahora bien, analizando una vez más los conceptos que entrañan aquel noble pensamiento,
me parece que estamos ante un juicio condicional lógico, en donde se plantea como premisa
mayor, el ser o desarrollar dos actividades fundamentales de gestión y personalidad, y como
premisa menor establece la condición equitativa de realizar o una o la otra, o tratar de alcanzar a
o una o la otra. O sea, que hasta amparados por los juicios de la lógica, observamos una reflexión
contundente y de exacta peculiaridad, con fundamento, con notoriedad y con positivos aspectos
de acción y cometido. El énfasis y la construcción de su lógica, de su mensaje y de su profundo
sentimiento de norma y verdad, me ha llamado mucho la atención. Ese pensamiento, presenta
una doctrina que debería ser la norma personal y ética primaria de todo abogado, la honradez.

Pero porque caer en aquel bajo mundo de la incapacidad y la insensatez de principios,


porque jugar con la credibilidad de toda una institución del derecho y de toda una escuela de
buenos abogados o profesionales que sí ejecutan buenas ordenanzas y políticas practicas de
profesionalismo y solidez personal educacional. Esta es una batalla, mal batalla en donde pierde,
la institución, en donde se infringe contra la figura de personas que si se profesionalizaron con el
buen espíritu y la buena fe de ser honestos y de brindar orientaciones jurídicas practicas de
derecho y de buen orden lógico profesional. Creo que un punto fundamental para iniciar un
análisis al respecto es comenzar a observar a la sociedad que nos cobija, a el país que nos
representa y a las instituciones en donde se reorganiza y desarrolla todo aquel sistema de
derecho.

Una sociedad debe ser respetuosa de las leyes, debe provocar respeto y fundamentar su
actitud en un gruesa y profunda escala de valores éticos y morales, una sociedad es la cuna de
todo el desarrollo de aquel engranaje cultural, social, político, educacional, internacional,
económico, etc y si ella, que es donde vivimos, donde nos desarrollamos como personas; y que
es ella la que nos absorbe personal y profesionalmente, esta corrupta, esta vacía, esta al vaivén de
las presiones mal intencionadas, esta huérfana de principios y valores, que se espera de las
actitudes que en ella se den. Así mismo debemos analizar u observar, al país, país atropellado
por las incursiones de situaciones foráneas desafortunadas, país que se brinda para aptitudes
sospechosas y que muchas veces es burlado, coartado e ignorado, en donde las decisiones las
toman unos pocos y los costos son pagados por la gran mayoría, país en donde no prima el
derecho colectivo sino el derecho especial y privativo de unos pocos en nombre de sus
persistentes intereses mezquinos. Y donde se deja el aparato o engranaje institucional, que es el

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que administra los procesos y que da por establecido todo aquel conjunto de normas,
interpretadas todas en la siempre llamada Constitución. Que pasa si este último elemento
también esta amañado por la desigualdad de principios, también esta asfixiado por la burocracia,
la improvisación, la corrupción y el amiguismo, el juega vivo, la restricción de instrumentos e
insumos de trabajo y el abuso de otros para beneficios de algunos, los malos salarios, las
injusticias, etc. Todos estos elementos pueden atentar contra la escala creciente de valores. Nada
justifica la violación de los buenos principios y mucho menos el desconocimiento de la causa
inhibe la aplicación de la norma, pero sí es elemento nocivo y desvinculante, la existencia de
aspectos que fácilmente calan en la empobrecida aptitud y mentalidad de muchos profesionales,
si es que así se les puede llamar, que con pocas armas a su favor para poder subsistir en un
engranaje de esta índole, caen o sucumben ante el desespero y la inoperancia de bajos principios
que con posterioridad provocan altos costos de ineficacia e injusticia y que también son
absorbidos por la sociedad, el país y las caóticas instituciones de gobierno que nos ambientan.

Pero ante todo esto, la norma subsiste, la capacidad nunca termina y siempre deberán
triunfar los buenos principios, los pertinentes y profundos sentimientos de paz, educación,
respeto, sensatez, lo ético y lo moral. Eso debe ser siempre cultivado. Esa es la mejor arma, y
coadyuvará ser un buen profesional, ser un ente progresivo de enseñanza, orientación, justicia y
verdad.

Ser honesto es el fin de vida, es la ultima gota de lo justo y lo verdadero, es el fin máximo
no solo de todo profesional del derecho, sino de cualquier persona, de cualquier profesional,
sociedad o país que vislumbre mejores instituciones y futuros más justos, con más atención a la
educación y la necesidad de aplicar para nuevas generaciones principios y valores como
herramienta real de formación.

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