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Descripción Clínica de Las Fobias
Descripción Clínica de Las Fobias
De acuerdo con Taylor (1998) (citado de Chorot, Sandín y Valiente 2003) El miedo
puede consistir en una respuesta normal, razonable y apropiada ante un peligro
potencial. La fobia, en cambio, puede definirse como un miedo extremo, y por tanto
implica una consideración clínica del miedo (Sandín, 1999). Para que un miedo infantil
sea considerado como fóbico se requiere de dos condiciones: que resulte
desproporcionado a las demandas de la situación y que su elevada intensidad lo
convierta en un comportamiento desadaptativo. Bermejo, Méndez y Olivares (2001).
Aunque existe una intrínseca relación y gran similitud entre los términos anteriormente
descritos, efectivamente existen ciertas diferencias. Los miedos deben ser vistos como
entidades no clínicas, es decir, como condiciones que pueden ser consideradas como
relativamente normales, integradas en el desarrollo, y que desempeñan un valor
adaptativo y de supervivencia. Chorot, Sandín y Valiente (2003). De hecho, la
persistencia del miedo es fundamental para el diagnóstico de fobia específica en la
infancia.
La fobia específica hace parte (entre otras) de las manifestaciones clínicas de la
ansiedad. El DSM-V (American Psychiatric Association, 2013) la define como la
aparición de miedo o ansiedad intenso y persistente, prácticamente inmediata e
invariable respecto a un objeto o estímulo fóbico: Animal, situación específica, que se
evitan o Entorno natural, Sangre soportan a costa de intenso miedo- heridas-
inyecciones, etc. En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto,
rabietas, quedarse paralizados o aferrarse.
Para la valoración de las fobias, existen una amplia gama de instrumentos, métodos y
técnicas, tales como la observación entrevistas estructuradas, escalas clínicas de
evaluación, instrumentos autoadministrados y medidas recogidas a partir de los padres.
Todas estas técnicas han permitido a lo largo del tiempo, proceso evaluativo adecuado.
La ansiedad es una emoción normal que todas las personas experimentan, debido a
que forma parte de mecanismos básicos de supervivencia y es una respuesta a
situaciones del medio que nos resultan sorpresivas, nuevas o amenazantes. Es por
esta razón que al enfrentarse a situaciones que se perciben como peligrosas se tienen
reacciones como hormigueos en el estómago, tensión, taquicardia, sudoración, se
dilatan las pupilas entre otras, esto con el fin de poder enfrentarse a dicha situación. Sin
embargo estos procesos propios y naturales del ser humano en ocasiones se alteran
provocando una respuesta desadaptativa que produce disfunción en la vida cotidiana,
es decir un trastorno de ansiedad (Cárdenas, Feria, Palacios y De la peña, 2010).
2. Trastorno obsesivo compulsivo (TOC): Este tiene dos síntomas específicos las
obsesiones y compulsiones. La primera son pensamientos o imágenes involuntarias y
recurrentes que le ocasionan a la persona mucha ansiedad o malestar y las
compulsiones son comportamientos o actos repetitivos como rituales encaminados casi
siempre a disminuir la ansiedad provocada por las obsesiones, aunque pueden no estar
relacionadas. En la población general tienen una prevalencia de 1 a 3% (Cárdenas,
Feria, Palacios y De la peña, 2010).
Otros de los aspectos a tener en cuenta y que hacen parte del cuadro clínico de las
fobias tiene que ver con el tiempo de persistencia del trastorno en los menores de 18
años debe ser de al menos 6 meses para poder hacer el diagnostico. De igual forma
hay que tener en cuenta que este trastorno no puede confundirse con otro trastorno
especifico del Eje I.
Las fobias hacen que el sujeto experimente “un temor marcado, persistente y excesivo
o irracional” (González, 2005, 35) cuando se expone al estímulo fóbico o cuando
anticipa la aparición de este. Estas fobias también pueden provocar ciertas reacciones
fisiológicas más graves como perder el control, desmayarse, tener la sensación de
ahogamiento y angustiarse; sin embargo estos síntomas aparecen dependiendo el
grado de temor y de la exposición al estímulo fóbico.
Por otro lado Marks (1969, citado en Villanueva, 2009) refiere que la fobia tiene cuatro
componentes que la describen, entendiéndola como un tipo de miedo que es
despropocionado en comparación con la situación u objeto que la provoca; es irracional,
involuntario y evitativo. Sin embargo Pachelano et al (1984) añade a estas cuatro
características la de persistencia, debido a que se mantienen durante un periodo de
tiempo; también produce una respuesta desadaptativa y no corresponden a la edad o al
estado evolutivo del niño.
Además de las clasificaciones de las fobias otorgadas por manuales diagnósticos como
el DMS-V y el CIE-10, algunos autores arrojan una serie de clasificaciones alternativas
respecto a este trastorno.
De acuerdo con Canosa (2005) Las fobias se clasifican en distintas categorías según
su causa y mecansimo de evitación:
Crisis de angustia:
De acuerdo con este autor, la angustia se caracteriza por ser un estado en el que no
puede permanecerse sino por momentos dado su carácter “insoportable”. Este carácter
es justamente lo que posibilita motorizar un verdadero cambio en el ser que permita
mitigar este malestar. El problema surge cuando la angustia genera un efecto
paralizante.
Miedo al miedo
El paciente se autoobserva y detecta cambios mínimos producidos en su actividad
fisiológica, interpretándolos como algo peligroso (un infarto, locura, perder el control...),
iniciándose así el circulo del pánico.
Agorafobia:
Temor de estar en lugares públicos.
Síntomas asociados: miedo a salir solo o sola del hogar o alejarse demasiado; miedo a
lugares en donde escapar no sea posible o vergonzoso; miedo padecer ataques de
pánico en público y no poder huir o disponer de ayuda inmediata.
Fobia social:
Temor extremo hacia un objeto en particular o una situación específica. Por ejemplo:
volar, altura, ciertos animales, sangre,etc.
Subtipos:
Tipo animal: miedo a insectos o animales.
Tipo ambiental.
Tipo sangre-inyecciones.
Tipo situacional: el miedo alude a situaciones concretas como ser vehículos,
ascensores, aviones, etc.
Otros tipos: como atragantamiento, vómito o enfermarse.
En cuanto a las fobias específicas Kennedy (1965) (citado en Bermejo, Méndez y
Olivares (2001) distinguió dos tipos de fobia escolar basándose en las características
del problema y el ambiente familiar: La tipo I y la tipo II.
A) Fobia tipo I (Neurótica)
Bermejo, Méndez y Olivares (2001) a partir de sus estudios han realizado estudios
sobre miedos escolares y ha aislado cuatro factores en los niveles educativos por
debajo de la enseñanza universitaria:
La frecuencia de la fobia social en niños es un poco más elevada y oscila entre 2,3-
9,3% según diversos autores (Vilaltella, s.f.), por otro lado la fobia social en estudios
realizados con escalas como Florence Psychiatric Interview (FPI) se muestra una
prevalencia del 6,5% con edad media en los 28,8 años y la aparición de los primeros
síntomas a los 15,5 años, además se muestra una mayor prevalencia en mujeres que
en hombres. En otros estudios se describe una prevalencia que oscila entre el 7% y el
14% de la población con edad entre 15 y 54 años (Torres et al. 2012).
Explicar la etiología de las fobias, depende de la visión con las que se le mire. De este
modo según la vertiente desde la que se investigue, se encontrará que cada una de
ellas (conductismo, psicoanálisis, cognitivismo, etc.) ha desarrollado diferentes
perspectivas que explican el origen y desarrollo de las fobias. Así, para el psicoanálisis
las fobias se deben a un resultado de un problema en la fase de Edipo; para el
conductismo el desarrollo de las fobias se debe a un procesos de condicionamiento
clásico; la biología por su parte afirma que todo se trata de un proceso en el que la
amígdala cerebral no regula la cantidad de catecolaminas, neurotransmisores
asociados al miedo, lo que termina superando el umbral y se produce el miedo intenso
a una situación u objeto determinado (Canosa, 2005).
Freud (1905, citado en Morató, 2010) describió la fobia a través del caso de un niño de
5 años llamado Juanito. Él tuvo un sueño donde su mamá se iba. Luego de este
episodio, a los pocos días estando de paseo con su niñera, Juanito presentó una crisis
de angustia, diciendo que querían que lo llevaran a casa con su madre, mientras lloraba
insistentemente. La día siguiente volvió a salir pero esta vez con su madre, durante el
paseo estaba asustado y al volver a casa le dijo a la madre que tenía miedo que un
caballo lo mordiera.
Al analizar esta información, Freud consideró que la crisis y la fobia era producto del
amor exagerado que el niño sentía por su madre y por consiguiente el conflicto
reprimido con su padre. Es decir, que en estos cuadros fóbicos el Yo se protege a
través de diferentes mecanismos de defensa en los que se encuentra el rechazo, pues
las pulsiones eróticas y las de muerte se deforman; cuando la pulsión prohibida se
transforma su contrario, esta se convierte en temor y se da la transformación en lo
contrario; y el desplazamiento mediante el cual el fin que tenía la pulsión se sustituye
por otro. Otros mecanismos relacionados con las fobias son la negación, la
racionalización y el aislamiento afectivo (Vilaltella, s.f.).
Entonces, según Cerda (2012) podríamos definir la fobia desde el psicoanálisis “como
un trastorno emociona caracterizado por el desplazamiento de la ansiedad sobre los
llamado estímulos fóbicos, lo cuales producen al sujeto un terror intenso e invencible”
(p. 1).
El enfoque del conductismo estudia las fobias desde las diversas teorías del
aprendizaje según el modelo de condicionamiento clásico. Estas teorías fueron el
resultado de un experimento llevado a cabo con un bebe de once meses, conocido
como el pequeño Albert. Al principio del experimento el niño no tenía ningún miedo
particular, es más, le gustaba jugar con las ratas de laboratorio, sin embargo este
mostraba respuestas de miedo cuando escuchaba el sonido fuerte de una barra
metálica. Watson y Rayner (1920, citados en González, 2005) lo relatan así:
“Justo cuando la mano derecha tocaba la rata (EC), la barra volvía a golpear (EI-
sonido fuerte). De nuevo el niño saltaba bruscamente, se inclinaba hacia
adelante y empezaba a lloriquear (RI)” (p. 70).
Siguiendo otra línea, la del cognitivismo, la teoría del aprendizaje social o cognitivo
social de Bandura (1977) sugiere que la exposición indiscriminada de dos estímulos no
basta para explicar el desarrollo de un miedo irracional o una fobia, sino que más bien,
entran a mediar otros factores como aspectos motivacionales o cognitivos que puedan
mediar entre los estímulos para que afecte su respuesta.
De esta manera, la teoría plantea que existe lo que se denomina reciprocidad triádica,
en la cual entran a mediar los factores personales, la conducta y el medio ambiente o
entorno social. Según esta teoría el aprendizaje humano se da por dos procesos
básicos que son los cognitivos y el aprendizaje social por imitación y de la misma forma
se entiende por dos momentos: el de observación y de ejecución (Bandura, 1977;
Camacho, 2002).
Si bien todos estos enfoques, teorías y perspectivas buscan generar modelos que
expliquen de la mejor forma las fobias desde su propuesta de estudio, todos están de
acuerdo que los fóbicos, ya sean estos niños o adultos, tienen miedo a las personas por
la incomprensión a su problemática a la que se enfrenta por las otras personas, lo que
determina que acaben limitando su vida social de manera que esta acción se termina
extrapolando a las demás esferas de vida del sujeto, tales como la familiar, académico,
laboral y desembocar otros posibles síndromes o trastornos como la depresión
(Canosa, 2005).
Para la evaluación de las fobias, se cuenta con una amplia gama de métodos, técnicas
e instrumentos que permiten una valoración adecuada del trastorno. No obstante, para
este caso diversos autores recomiendan la utilización de varios tipos de instrumentos
(evaluación multimétodo).
En general, y al igual que con otros trastornos, con la entrevista clínica debe obtenerse
información sobre los siguientes aspectos: - Situaciones temidas y evitadas. -
Conductas problemáticas a nivel cognitivo (p.ej., expectativas de peligro), motor (p.ej.,
evitación, conductas defensivas), autónomo (p.ej., palpitaciones) y emocional (p.ej.,
miedo), incluyendo su intensidad, frecuencia y/o duración. - Condiciones que agravan o
reducen el problema (p.ej., movimientos bruscos del animal, tipo de avión).
CUESTIONARIOS Y AUTOINFORMES
Cuestionario de Miedo a los Accidentes Sus 10 primeros ítems, con un formato SÍ-
NO, exploran la experiencia del accidente (p.ej., si se perdió el conocimiento) y las
reacciones de ansiedad que han permanecido tras el mismo.
Autorregistros
Han sido poco empleados en el campo de las fobias específicas. Sin embargo, permiten
recoger información en el medio natural sobre las conductas de interés, sus
antecedentes y consecuentes. Un ejemplo para un niño con fobia a los perros Incluye
fecha y hora, lugar, personas presentes, evento precedente, conducta motora y
emocional, pensamientos y acciones/eventos posteriores. Podría añadirse duración de
la situación y nivel de ansiedad durante la misma. Craske y Tsao (1999) indican
también diversos aspectos que pueden registrarse. Algunos pacientes temen que el
autorregistro pueda aumentar sus miedos. Aunque esto puede ocurrir inicialmente, hay
que explicar al paciente que el efecto es temporal y que la ansiedad se reducirá si se
continúa con el autorregistro.
OBSERVACIÓN
Capafons, Sosa, Viña y Avero (1997) han presentado un método de evaluación del
miedo a volar que podría convertirse en un tipo de observación bajo situaciones
análogas. En su versión original, el paciente comienza contestando un cuestionario de
ansiedad situacional que evalúa mediante pares de adjetivos cuatro aspectos referidos
a la situación en la que uno se encuentra: dificultad, cooperación, ansiedad y
motivación. Después se obtienen medidas fisiológicas (ritmo cardíaco y temperatura
dermal) mientras el cliente ve un vídeo de 30 minutos en el que aparecen todas las
situaciones relevantes de un viaje en avión.
Evaluación de las fobias y ansiedades especificas en niños y adolescentes.
Escrutinio publico
Problema de la
fase de Edipo
TOC TEPT TP TAS Descripción clínica Psicoanálisis
Conductismo Condicionamiento
Enfoques clásico
Trastornos de ansiedad FOBIAS
Cognitivism
Aprendizaje
o social
Biología
Desequilibrio
amígdala cerebral
Referencias
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Craske, M.G. y Tsao, J.C.I. (1999). Self-monitoring with panic and anxiety disorders.
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Di Nardo, P.A., Brown, T.A. y Barlow, D.H. (1994). Anxiety Disorders Interview Schedule
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