Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DEPARTAMENTO DE
CIENCIAS SOCIALES
Contenido
Artículos
Conocimiento
Conocimientos situados y biodiversidad: tensiones entre prácticas
de pequeños agricultores ecológicos del sur del Brasil y el régimen
internacional de propiedad intelectual
Guilherme Francisco Waterloo Radomsky 149
RESEÑAS
Patricia Quiñones
Castillo, Pedro et al. ¿Qué sabemos de las comunidades campesinas? 176
María Burneo
Diez Hurtado, Alejandro (ed.). Tensiones y transformaciones en
comunidades campesinas 181
Colaboradores 188
Normas formales para la colaboración en Anthropologica 193
Guía de evaluación para los árbitros 195
Comunidades campesinas: nuevos contextos,
nuevos procesos
Presentación
Alejandro Diez y Santiago Ortiz
1
Diario El Comercio, domingo 18 de octubre de 2007.
6
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
7
A. Diez y S. ortiz / Comunidades campesinas: nuevos contextos, nuevos procesos. Presentación
ejes: los procesos comunales, los nuevos recursos comunales y los retos políticos
contemporáneos.
El conjunto de trabajos mencionados muestra la diversidad de entradas, enfo-
ques y procesos por las cuales las comunidades tanto se adaptan y reinventan a
sí mismas, en el marco de relaciones cambiantes al interior de ellas, así como en
su relación con el Estado, empresas o procesos globales.
El conjunto de artículos reunidos en este número especial da precisa cuenta
de dichos procesos, así como de una serie de temas pendientes y nuevas proble-
máticas que afectan a las comunidades.
El trabajo de Ingrid Hall nos remite a los discursos y sentidos que las comu-
nidades construyen en sí mismas y para sí mismas, en funcion de afirmar su
cohesión y la propiedad de la tierra. Partiendo de constatar el proceso de gesta-
ción de la comunidad de Llanchu en el Cusco con la Reforma Agraria, muestra
cómo las políticas de la palabra y la etiqueta interna de la comunidad, signada
por las dinámicas del «respeto» debido dentro de la comunidad, son tributarias
de los procesos de construcción de un nosotros comunal construido sobre ten-
siones y grupos diversos en el marco de lucha por la tierra. Los grupos sobre
los que se construye la historia comunal no desaparecen sino que se redefinen,
mostrando la importancia de la historia y la reinvención de la comuna como
sustento de su legitimidad. Todo ello tiene consecuencias en los procesos y
proyectos desarrollados en la comunidad, en la que están siempre presentes sus
diferencias fundacionales al mismo tiempo que todos se esfuerzan por ser una
verdadera comunidad.
La misma necesidad de afirmación de lo comunal aparece en el trabajo de
Osorio sobre la comunidad de Cátac, en la sierra de Ancash. En este caso, la acción
colectiva se construye alrededor de la gestión y el manejo de una comunidad que
cuenta desde sus inicios con una «empresa comunal». A lo largo de las décadas
que transcurren desde su reconocimiento comunal y su constitución como tal a
partir de terrenos de hacienda, pasando por procesos de recuperación de tierras en
el contexto de Reforma Agraria, la comunidad y la empresa comunal se redefinen
continuamente. Los grupos de interés al interior de la comunidad se redefinen, así
como las tensiones y problemas que enfrenta la empresa comunal, que poco a poco
se diversifica para terminar cubriendo ámbitos tan amplios como la producción
ganadera, el comercio, los servicios, la minería y el turismo. Las diversas tensiones
generadas por la diversificación y diferenciación de los comuneros terminan por ser
resueltas por la acción colectiva institucionalizada en el marco de la construcción
y conservación de la unidad comunal.
8
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
9
A. Diez y S. ortiz / Comunidades campesinas: nuevos contextos, nuevos procesos. Presentación
de base que le dan sustento. Ortiz nos presenta a los indígenas defendiendo su
representación étnica, mientras reivindican demandas de acceso igualitario a los
programas y servicios públicos que ofrece el gobierno con sus políticas redistri-
butivas, negociando cuotas de poder local con el partido mayoritario Alianza País
de Rafael Correa. Esta combinación de reivindicaciones étnicas y ciudadanas se
debe a una experiencia de larga data de relación con el Estado, pero al mismo
tiempo a una visión indígena de «más Estado», de un Estado proteccionista,
que se contrapone a la perspectiva neoliberal de los gobiernos anteriores a la
«revolución ciudadana».
Hay una serie de dinámicas que atraviesan la sociedad rural y que ponen
en tensión la persistencia misma de las comunas, su capacidad de adaptación
o reinvención, mientras los territorios se modifican por la presencia de actores
empresariales imbricados con el propio Estado. Este número de Anthropologica se
pregunta sobre esos cambios en el ámbito local, tanto en lo territorial y económico
como en la organización, las relaciones políticas y las identidades,
Analizando diferentes casos de comunas en Perú y Ecuador, los artículos
aquí presentados examinan la relación del poder y el territorio. Por una parte se
revelan procesos de adaptación económica ante la presencia de actores empresa-
riales, pero también se incorporan nuevos significados que superan la «defensa»
de la tierra para incorporarla como mercancía, recurso de negociación con las
trasnacionales o espacio para la demanda de vivienda. En el terreno político se
advierte la adaptación de los indígenas comuneros del norte del Ecuador que
revindica sus autoridades étnicas en medio del avance arrasante de la corriente
igualitarista y homogeneizadora de la «revolución ciudadana», que no contempla
cambios estructurales en el campo. Todo ello en el marco de nuevas dinámicas
territoriales en el contexto con el avance de la minería, las empresas agroindus-
triales y el Estado que imprimen nuevas lógicas de ocupación territorial y formas
de presencia política.
El conjunto de trabajos presentados en este número dan luz sobre algunos de
los temas pendientes respecto de la problemática de las comunidades campesi-
nas: la importancia y preeminencia de la afirmación de la propiedad y el control
territorial, en la base de la institución comunal y muchas veces leit motiv de los
problemas y conflictos que padecen: los múltiples procesos de transformación
institucional, que enfrentan nuevas funciones, retos y procesos internos y externos
de revalorización en diversos planos y ámbitos de significado de los recursos
comunales que obligan a la institución comunal a transformarse; los reos de la
acción política y el autogobierno en contextos de movilidad y de transformación
10
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
REFERENCIAS
Arpasi, Paulina (ed.) (2005). Desarrollo comunal en la era global. Derecho indígena
en el siglo XXI. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
Barragán, Rossana, Gonzalo Colque y Miguel Urioste (2007). Los nietos de la
Reforma Agraria. Tierra y comunidad en el altiplano de Bolivia. La Paz:
Fundación Tierra-Cipca.
Barriga, Paola (2012). Fragmentación comunal, minería y titulación. El caso de la
comunidad de Tinyaclla en Huancavelica. En Alejandro Diez (ed.), Tensiones
y transformaciones en comunidades campesinas (pp. 73-96). Lima: Cisepa-
PUCP.
Barrio de Mendoza, Rafael (2012). La construcción del gobierno municipal en el
gobierno comunal: la transición territorial e institucional en la comunidad de
Chacán. En Alejandro Diez (ed.), Tensiones y transformaciones en comunida-
des campesinas (pp. 119-145). Lima: Cisepa-PUCP.
Blondet, Cecilia, Carlos Iván Degregori y Nicolás Lynch (1986). Conquistadores de
un nuevo mundo. De invasores a ciudadanos en San Martín de Porras. Lima:
IEP.
11
A. Diez y S. ortiz / Comunidades campesinas: nuevos contextos, nuevos procesos. Presentación
12
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
13
A. Diez y S. ortiz / Comunidades campesinas: nuevos contextos, nuevos procesos. Presentación
14
Elementos para volver a pensar lo comunal:
nuevas formas de acceso a la tierra y
presión sobre el recurso en las comunidades
campesinas de Colán y Catacaos1
María Luisa Burneo
Resumen
El presente artículo plantea que viene ocurriendo una transformación
de la relación entre la tierra, los comuneros y las comunidades que,
en el caso de la costa norte peruana, se vincula con una doble diná-
mica: (i) la creciente presión externa sobre el recurso por capitales
privados nacionales y trasnacionales, y (ii) el surgimiento de nuevas
formas y motivaciones de acceso a la tierra por los comuneros. En
este escenario, las comunidades buscan desarrollar mecanismos de
contención que, sin embargo, escapan a las lógicas de control propias
del ámbito comunal e implican, de manera paradójica, el riesgo de
un progresivo desmembramiento de porciones del territorio comunal.
Para sustentar lo anterior, el texto analiza los nuevos usos (y usos
potenciales) de la tierra que generan expectativas entre los comu-
neros, así como las nuevas estrategias de acceso al recurso que
se disputan diversos actores. Para ello, toma como referencia el
estudio de dos comunidades de la costa norte peruana: San Lucas
de Colán y San Juan Bautista de Catacaos. Retomar elementos de
su historia de conformación permitirá observar cómo varían las
formas de acceso a la tierra a lo largo del tiempo y qué nuevas
lógicas aparecen en las últimas décadas. Finalmente, a manera de
hipótesis, el artículo sugiere que estas nuevas lógicas cambian el
1
Este artículo ha sido elaborado con la ayuda de una subvención del Centro Internacional
de Investigaciones para el Desarrollo, Canadá, bajo la Iniciativa Think Tank.
Summary
This article argues that there is a transformation in the relationship
between land, peasant communities and its members or comuneros.
In the case of the communities of the Peruvian northern coast, this
transformation links with a double dynamic: (i) the increasing
external pressure on the resource from the private-national and
transnational capitals, and (ii) the emergence of new means and
motivations of access to land among the communal members. Under
these circumstances, the communities seek to develop mechanisms of
containment that, nevertheless, escape to their own logics of control
and imply the risk of a progressive division of shares of the communal
territory.
In order to demonstrate this, the article examines new uses (and
potential uses) of the land that generates more expectations among
the comuneros, and new strategies of access to the resource that
different actors compete for. Two peasant communities in the
north coast of Peru, San Lucas de Colán and San Juan Bautista
de Catacaos, are used as case studies. In orther to understand the
variation of acces to land trought time and to point out the new
logics in the last decades, this article will examine the history and
16
configuration process of land tenure in these communities. Finally,
the article suggests as a hipothesis that these new logics transform
the meanning of community and the relationship between the peasant
communities and ithe comuneros. The latter seek to gain access to
new lands without necesarily involving their permanency in the
communal territory nor having a productive use of their plots. Hence,
the north coast communities are facing the challenge of a possible
transformation in their functions like the control and defense of land.
Keywords: peasant communities, land tenure, land grabbing,
communal government, communal property.
1. Introducción
17
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
2
En el balance realizado por Raúl H. Asencio sobre dinámicas territoriales rurales para el
Sepia XIV, el autor da cuenta de este fenómeno, al que varios estudiosos se han referido
como el «giro territorial de las ciencias sociales». Con una colega escribimos hace un par
de años un artículo en esta revista que podría ubicarse dentro de esta línea; finalmente, en
el camino llegamos a darnos cuenta que en realidad estábamos hablando de los cambios
sobre los usos de la tierra y el control comunal sobre este recurso más que de territorio.
18
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
en la última década, y con ello, nuevos intentos de las dirigencias comunales por
la recuperación y el control de la tierra.
El artículo propone que, en este proceso, la valoración y el significado de
la tierra cambian, y con ello, la configuración del ámbito político comunal. No
solo por los nuevos roles y funciones que debe asumir el gobierno comunal, sino
también porque cambian los temas sobre los cuales se debe tomar decisiones, se
transforman los espacios de debate sobre el futuro de los recursos comunales y
los argumentos de este debate, y finalmente, cambia el sentido de la defensa del
territorio comunal.
Para desarrollar estos temas, iniciaremos el texto retomando algunos elemen-
tos de la historia de las tierras y el territorio comunal. En una segunda sección,
expondremos ejemplos de estrategias de acceso a la tierra y formas actuales de
despojo desplegadas tanto por comuneros como por capitales privados y por el
Estado peruano. Finalmente, a partir de ello, abordaremos la discusión final del
texto sobre los cambios en el gobierno comunal y su vínculo con los comuneros.
3
Conocí la comunidad de Colán en el año 2010, en un trabajo de campo exploratorio. Volví
durante el 2011 y el 2012 para hacer trabajo de campo; la data que usamos para este texto
es producto de este.
19
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
4
Este estudio fue financiado por una beca Clacso y puede ubicarse en http://biblioteca.
clacso.edu.ar/subida/clacso/becas/20110120071316/cruzado.pdf
5
En base a un trabajo de campo realizado a inicios de la década de 1980, en el 2006
el investigador holandés Van Der Ploeg, J. Publica «El futuro robado: tierra, agua y
lucha campesina». Desde la mirada de algunos dirigentes comunales, este libro narra
las luchas por la tierra en la comunidad campesina de Catacaos.
20
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
6
Aquí el término «propiedad» no se refiere a una noción jurídica sino a una forma de acceso
y tenencia de la tierra, originada por la herencia familiar y no por cesión de la comunidad ni
por adjudicación de la Reforma Agraria. Esta forma de tenencia implica que los comuneros
deciden sobre esas tierras de manera individual, con la excepción —hasta hace poco— de
la venta a terceros no comuneros.
7
En el caso de estas dos comunidades, la expansión de las haciendas abarca solo algunas
porciones del territorio comunal. Sin embargo, está muy presente en la memoria de los
comuneros la idea de «la recuperación de las tierras y la lucha con el hacendado» y forma
parte de una historia compartida por varios grupos de comuneros.
8
La comunidad de Catacaos logró el reconocimiento de un modelo alternativo a las CAP e
instaló las Cooperativas Comunales de Producción (CCP).
21
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
9
Esta historia ha sido reconstruida a partir de entrevistas a antiguos dirigentes y ex presidentes
de las dos comunidades, así como a dirigentes de las ex cooperativas, tanto en el año 1999
como 2008, 2010 y 2011. Tanto Diez (2012) como Revesz (1992), con distintos énfasis,
han analizado este proceso en los documentos citados anteriormente.
10
Eguren 2007 y Boletín del Observatorio por los derechos de la tierra. CEPES-ILC, 2013.
22
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Las comunidades campesinas San Lucas de Colán y San Juan Bautista de Cata-
caos (Colán y Catacaos en adelante) son dos de las cinco grandes comunidades
de la costa norte que los comuneros de la zona llaman las comunidades madre,
junto con Sechura, Paita y Olmos. Como dije anteriormente, estas comunidades
cuentan con resoluciones virreinales en función de las cuáles su testimonio fue
inscrito en el Archivo Regional de Piura en 1934:
Soy tenedor de instrumento político relativo a la formación de las comunida-
des de Olmos, Sechura, Catacaos, Payta y Colán, en el cual corren diversas
resoluciones del tiempo del virreinato de donde emanan los derechos de
las comunidades […]. El título que poseo tiene importancia para todas esas
comunidades, […] por lo que vengo a pedir a usted, de conformidad con
lo dispuesto […] se sirva ordenar que este documento se archive para que
11
Esta es una discusión que venimos desarrollando con el antropólogo Erik Pozo. La manera
en que utilizo el término despojo en este artículo, se desprende de ese trabajo conjunto que
plasmamos en la ponencia: «Haciendas globales y despojos locales: usos, valoraciones y
disputas por la tierra en una comunidad de la costa norte de Piura». Sepia XV. Chachapoyas,
agosto de 2013.
23
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
12
Este tema por demás largo e interesante ha sido abordado en diversos artículos especia-
lizados, en particular, los publicados por Laureano del Castillo y Pedro Castillo entre los
años 1996 y 2011 (ambos del Centro Peruano de Estudios Sociales-CEPES).
13
Para una revisión del proceso de titulación de tierras comunales en Catacaos, ver el
documento de Edgardo Cruzado (2001): http://biblioteca.clacso.edu.ar/subida/clacso/
becas/20110120071316/cruzado.pdf
14
En el mes de junio de 2013, la directiva (2013-2014) de la comunidad de Colán, logró
concretar la titulación comunal de 14 000 (catorce mil) hectáreas de eriazos, quedando aún
por titular más de la mitad de los eriazos comunales.
24
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Hace algunos años —diez en algunos casos, uno en los más recientes—, se empe-
zaron a formar en ambas comunidades las llamadas Asociaciones de comuneros
para solicitar a la comunidad nuevos repartos de tierra. Con ello, los comuneros
le reconocen a la comunidad una de sus funciones más importantes: la regulación
del acceso a las áreas comunales, que en el caso de la costa están conformadas
por los eriazos. Veamos el ejemplo de Catacaos.
15
Este es el caso, por ejemplo, de los socios del Predio San Miguel, del caserío de Santa Rosa
de Cura Mori, formado luego de parcelación de cooperativa Abraham Negri Ulloa. Debemos
señalar, sin embargo, que esta situación es variable tanto entre comunidades como entre
anexos de una misma comunidad. Así por ejemplo, en varias zonas de la comunidad de
Colán, un buen porcentaje de los comuneros sí recibieron sus títulos. La situación, como
se observa, es irregular y confusa para los propios comuneros.
16
Estas afirmaciones se desprenden de un trabajo de campo realizado en 1999, época del primer
empadronamiento del Programa Especial de Titulación de Tierras (PETT) en la comunidad
de Catacaos, en el que encuestamos a cien comuneros sobre el tema, y su contraste con
entrevistas realizadas en el 2010.
25
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
Como afirma Castillo (1991), en la década de 1980 las UCP fueron la base
política de la comunidad. Pero con el paso de los años, luego de 1990, las UCP se
parcelan debido a una combinación de factores: falta de crédito, baja del precio
del algodón, debilitamiento de la comunidad —que desde entonces cuenta con
mucho menos apoyo de la cooperación internacional y vive una seguidilla de
conflictos entre dirigencias—, problemas de gestión internos entre los socios,
entre otros18. A pesar de ello, durante la década de 1990 varias UCP continúan
trabajando como grupos de socios para gestionar préstamos o comercializar su
producción. En la última década, varios socios dejaron de sembrar sus parcelas
en las UCP y a la poca organización interna que permanecía le siguió una gestión
individualizada. La transformación de las UCP genera, además de un cambio en la
tenencia de la tierra, una alteración del vínculo de los comuneros socios de UCP
con la comunidad. Tanto Diez como Revesz coinciden en señalar que la década
17
La historia, objetivos y formas de organización de las UCP pueden encontrarse descritas
en el documento citado de Marlene Castillo (1991).
18
En el año 1999, entrevistamos a quince socios de dos UCP de la margen izquierda y dere-
cha del río Piura, y a sus presidentes en la época. Las razones que hallamos se repetían en
ambos casos.
26
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
19
El nombre de la Asociación ha sido cambiado para conservar el anonimato del entrevistado
a pedido suyo.
27
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
20
Hasta el año pasado existía en la comunidad de Catacaos un problema de duplicidad de
dirigencias que se acusaban entre ellas de ser ilegítimas. Nos referimos aquí a la dirigencia
de la lista blanca, que se encontraba en el local «tradicional» de la comunidad. En un local
improvisado, se encontraba la dirigencia de la lista verde (se trata de las dos listas enfren-
tadas desde la década de 1990; en aquella época, igualmente con directivas paralelas, la
lista blanca, asociada con el APRA y luego con el fujimorismo, es la que habría firmado
los permisos al PETT para la titulación individual dentro de la comunidad. Ambas listas
están hoy muy desprestigiadas entre los comuneros). Hemos entrevistado a las dos direc-
tivas sobre el tema y ambas afirman no contar con estadísticas sobre las Asociaciones. A
inicios de 2013 ganó una nueva lista, presidida por un antiguo dirigente y ex presidente de
la comunidad; la consigna de esta lista es recuperar a la comunidad del tráfico de tierras,
recuperar las tierras comunales sujeto de despojos y lograr la titulación global de la comu-
nidad.
21
El gobierno comunal no siempre está al tanto de estos procesos. Algunos de ellos se llevan
a cabo entre los comuneros y algunos directivos e incluso miembros del equipo de técnicos,
lo cual ha generado tensiones internas, divisionismo y cuestionamientos a las dirigencias.
La decisión de ceder miles de hectáreas comunales, muchas veces no es debatida en Asam-
blea comunal como establece la ley de comunidades campesinas y los propios estatutos de
la comunidad. El nuevo presidente de la comunidad de Catacaos (2013-2014) nos habló
de su preocupación por este proceso, pero también de la dificultad para estar al tanto de
todos estos movimientos y, por tanto, de la urgencia de levantar un nuevo diagnóstico de
la situación de la tenencia de la tierra en la comunidad. Ordenar este tema es, pues, uno de
los retos principales asumidos por la nueva directiva.
22
Por ejemplo, la comunidad ha perdido cientos de hectáreas de sus tierras eriazas por la
apropiación de las fuerzas armadas que las toman como zonas de entrenamiento, utilizando
la figura de tierras en abandono regulada por normas del sector agricultura.
28
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
tienen los comuneros y comuneras sobre esas tierras no siempre dialogan con el
objetivo de la comunidad: contener el avance de las empresas en su territorio.
Así, hemos recogido diversos testimonios de comuneros inscritos en el
padrón para el «reparto de las zonas altas» que reconocen haberse inscrito no
con la expectativa de trabajar esas tierras en un futuro, sino porque «ahora hay
empresas que arriendan tierras, que compran tierras y pagan bastante». El título
de propiedad entra a jugar nuevamente en esta historia: los comuneros buscan la
regularización de las actas de entrega comunales —al igual que las Asociacio-
nes— para gestionar con ellas sus títulos de propiedad. Frente a ello, la comunidad
se encuentra en una situación de debilidad pues no aparece como propietaria de
las tierras en Registros Públicos. Resulta paradójico que la comunidad tenga la
función —recocida como legítima por comuneros y en la Ley de Comunidades
Campesinas— de decidir sobre el acceso a esas tierras, y que al mismo tiempo,
al distribuirlas entre sus comuneros, se exponga a perderlas progresivamente por
no poder desplegar una estrategia en el ámbito formal.
De esta manera, las comunidades van perdiendo control de porciones de su
territorio que se desmiembran progresivamente. En ambos casos, ello ha gene-
rado que las directivas entrantes asuman la titulación a nivel comunal como uno
de los objetivos de su gestión. Luego de que el tema de la titulación quedara
parcialmente dejado de lado por casi una década, en el contexto de presión
sobre la tierra reaparece como una medida de defensa del territorio comunal,
pero también, como veremos más adelante, como un medio para la recuperación
de tierras que han sido sujeto de despojo y que están en manos de empresarios,
muchas veces piuranos. Aparece así, desde las dirigencias, un discurso centrado
en la recuperación de las tierras que busca colocar a la comunidad como actor
central de este proceso. Tanto en Colán como en Catacaos, sucede algo que no
sucedía desde los años anteriores a la Reforma Agraria, pero con una importante
diferencia: mientras en las décadas de 1970 y 1960 lo que movilizaba a los
comuneros era la recuperación de las tierras para que retornen a la comunidad
y/o a ellos mismos para trabajarlas, hoy en día se trata de un nuevo sentido de
recuperación. Actualmente, entre otras razones, la comunidad quiere recuperar
el control esas tierras, pues hoy adquieren nuevos usos potenciales que no son
necesariamente agrícolas.
Por otra parte, existen grupos de comuneros que buscan acceder a esas tie-
rras para eventualmente arrendarlas e incluso venderlas a empresas privadas.
Asimismo, mientras las viejas luchas se daban muchas veces en el terreno y
generaban una estrecha relación entre bases comuneras y dirigencias, hoy en
29
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
«Lo que vale la tierra hoy»: nuevos usos y presión sobre la tierra
Antes de pasar a la discusión final, expondré dos ejemplos de las dinámicas genera-
das por la presión sobre el recurso y las respuestas de la comunidad. Ello mostrará
que existen dos formas distintas de presión sobre el recurso relacionadas entre sí:
la presión generada por las demandas y estrategias de grupos de comuneros por
acceder a tierras —y, en algunos casos, desmembrarse del territorio comunal—,
y la presión del capital privado que busca acceder a tierras para desarrollar sus
inversiones. Tomemos como ejemplo el caso de Colán.
El primer proceso es el del ingreso de una industria extractiva a territorio
comunal. Colán, como otras comunidades de la zona, ha firmado un contrato con
la empresa de capital trasnacional Olympic-Sucursal Perú para la extracción de
gas y petróleo por treinta años. Ello implica otorgar el derecho de paso y uso
en todo el territorio comunal, así como la instalación de pozos23. Dos niveles
distintos de trato se desarrollan para las contraprestaciones de tierra: (i) con los
comuneros posesionarios de las parcelas donde se han instalado y se encuentran
operando pozos petroleros; y (ii) con la directiva de la comunidad, por los pozos
que se encuentran en tierras eriazas de propiedad comunal (que no es igual que
colectiva)24.
23
La empresa tiene un contrato con Perú Petro desde 1996 que le otorga licencia para explorar
y explotar hidrocarburos por treinta años a partir del inicio de la explotación comercial en
el lote XIII ubicado en el desierto de Sechura. Entre sus accionistas están USA OLYMPIC
OIL&GAS CORPORATION y otras firmas extranjeras.
24
Según Testart (2003 y 2004), existe una confusión alrededor de la noción de propiedad
colectiva. Traduciendo su argumento al caso peruano, diremos que la propiedad colectiva
implicaría que esas tierras fuesen de todos los comuneros y que estos se beneficien de su
uso por igual. En este caso, la propiedad comunal implica que son tierras de la comunidad,
y que ésta, a través de su órgano de gobierno, ejerce la función de control y distribución
y puede incluso cederlas —como ocurre en Colán con la estrategia de contención—, a un
número establecido de comuneros. La Asamblea comunal, actuaría en este sentido como
un seguro para este tipo de transacciones en tanto aprueba la distribución. Sin embargo,
30
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
La tierra, tanto en el valle como en las zonas eriazas, ha pasado de ser un bien
para ser usado (cultivado y vivido) a ser una cuadrícula para extraer petróleo. Esa
cuadrícula se convierte a su vez en capital financiero a través de las figuras de
contraprestaciones de tierra. Pero «la parcela», como se dice en la zona, no solo
es un instrumento de producción, es también un lugar; un lugar donde se pasa
el tiempo, que crea un vínculo con el territorio de la comunidad, que es el nexo
con una historia compartida, que es la herencia para los hijos. Como dice Juan
Changanaqué sobre su parcela: «¿Dónde paso el tiempo ahora que estoy viejo?
Acá vengo, acá estoy, es lo que me queda […] ¿Qué haría sin mi parcela?»25.
Así, las parcelas dejan de ser un lugar para los comuneros y se convierten
en medidas de tierra otorgadas por décadas a la petrolera a cambio de un pago
anual de U$1250 por hectárea. Estas parcelas no serán recuperadas en muchos
años y varios de sus actuales «propietarios» no estarán para ver su devolución.
Las contraprestaciones de tierra han generado numerosas quejas y descon-
tentos de comuneros que aceptaron el trato, tanto porque ahora consideran que la
suma «no es justa» como por una serie de incidentes, que van desde el incumpli-
miento de acuerdos laborales hasta derrames no compensados. Hoy es tarde para
deshacer esos acuerdos. Buscan entonces la intervención de la comunidad para
que los «defienda» de la empresa. ¿Es esto una paradoja? No necesariamente si
entendemos el contexto de presión y las estrategias utilizadas para acceder a estas
tierras; por ejemplo, cuando la decisión sobre estas se ve ligada a ofrecimientos
de puestos laborales para los hijos o los yernos26.
Lo que ocurre entonces es que la presión por acceder a porciones del territorio
para extraer recursos del subsuelo produce un cambio en los usos de la tierra tanto
de las zonas del valle (en posesión individual) como de los eriazos comunales. Y
este cambio, a su vez, genera tensiones entre los comuneros y la comunidad, ya
que esta muchas veces se ve en la imposibilidad de gestionar y resolver quejas
de los comuneros que sobrepasan las competencias del gobierno comunal, y que
requerirían, más bien, la intervención de entidades estatales de fiscalización.
31
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
27
Para este caso particular, se retoman elementos del texto preparado para la ponencia del
Sepia XV: «Haciendas globales y despojos locales: usos, valoraciones y disputas por la
tierra en una comunidad de la Costa Norte», en la que éste se desarrolla con mayor detalle.
28
Datos tomados del Testimonio de la «Escritura de compra y venta entre el proyecto Chira
Piura y la empresa Maple Etanol S.R.L., interviniendo el gobierno regional de Piura», en
marzo del 2008. En ninguna parte del contrato preparado por el Estado peruano se menciona
qué parte de estas tierras de superpone a territorio comunal.
32
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
29
La idea de distintos niveles de aceptación o no aceptación del cambio de capital natural
por capital financiero ha sido desarrollada por A. Bebbington en contextos de conflicto
minero. Ver por ejemplo: La sostenibilidad social de los recursos naturales a partir de los
conflictos mineros en Latinoamérica. (Bebbington, 2007).
33
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
30
Boletín Tierra y Derechos. Observatorio de los derechos sobre la tierra en el Perú, 3 (6).
Cepes, marzo 2013.
34
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
31
En ambas comunidades se encuentran planos del territorio comunal donde los equipos
técnicos han identificado múltiples «áreas de controversia» con diversos agentes privados
y estatales, por miles de hectáreas.
35
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
comuneros asentados en éstas no disponen del recurso, mientras que las empresas
obtienen permisos estatales de uso de agua que extraen de pozos para regar sus
sembríos, provocando contrastes y demandas (Van der Ploeg, 2006). Con todo lo
anterior, la comunidad deberá aprender a regular un territorio sobre el cual solo
tendrá acceso y control parciales, así como a negociar con diversos actores de
rubros distintos —extracción, agroexportación, producción de biocombustibles,
etcétera— que operan con estándares, criterios y estrategias diferenciados.
Lo anterior está estrechamente ligado a la manera como se constituye el
vínculo con la comunidad, ya que, si bien no es exclusivo, para muchos el ser
comunero pasa por el hecho de tener tierras en la comunidad. En efecto, como
vimos en el caso de Colán, más de seiscientos nuevos comuneros se han inscrito
en el padrón comunal desde que se inició el proceso de reparto de las zonas
altas32. La comunidad, por tanto, estaría cumpliendo un rol de mediación para
acceder a la tierra, pero en un contexto en el que esta tierra no necesariamente
es considerada como un recurso para producir, ni como un lugar que genera un
nexo con el territorio y con otros comuneros, ni como un elemento que otorga
un lugar en la estructura social de la comunidad.
A manera de hipótesis diremos que la comunidad empieza a ser vista por
algunos comuneros como una forma de acceso a la tierra de la cual uno puede
eventualmente desprenderse para entrar a una dinámica privada. Por su lado, la
comunidad, desde su órgano de gobierno, pugna por no perder el control de su
territorio con una serie de estrategias que pueden resultar incluso contraproducen-
tes: medidas de contingencia para el avance de las empresas entregando tierra a
comuneros («para que las trabajen cuando haya recursos»), intentos por culminar
el proceso de titulación comunal —lo cual abre la puerta a enfrentar un conjunto
de litigios intra e intercomunales—, o incluso pidiendo a sus comuneros que no
hagan valer los títulos del Estado que han recibido para realizar transacciones
de tierra. En este último caso, se apela incluso a que los comuneros «devuelvan
los títulos» y a «no traicionar a la comunidad»33.
32
Figurar como comunero inscrito en el padrón comunal es un requisito previo para poder
inscribirse en el padrón de solicitantes de tierras en las zonas altas.
33
Este llamado fue hecho por el presidente de la directiva 2011-2012 de la comunidad de
Colán en una Asamblea comunal donde se señaló que existen casos de ventas de tierras de
comuneros a empresarios sin dar aviso a la comunidad. También lo hemos oído del nuevo
presidente de Catacaos expresado en otros términos: «es necesario sensibilizar al comunero,
capacitar al comunero, para que entiendan la situación de las tierras de la comunidad».
36
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Lo anterior nos hace ver que hay incertidumbre y tensión sobre el futuro de
las tierras comunales, y que las dirigencias son conscientes de ello. Este es un
proceso reciente y, como hemos visto, cargado de ambigüedades y estrategias que
pueden aparecer como contradictorias. Es cierto que es necesario diferenciar las
posturas de los comuneros sobre cómo cambia el significado la tierra, según su
origen («histórico», ex cooperativista, ex socio de UCP, sin tierra, nuevo comu-
nero) y según generaciones; este es un trabajo pendiente. Sin embargo, pienso
que está operando un cambio en el vínculo entre comuneros y comunidad que
tiene como elemento central una nueva forma de relación con la tierra. Y que
este cambio, a su vez, se relaciona con una transformación progresiva de sus
significados y valoraciones. Creo que esta transformación se explica, en buena
parte, por la presión que existe sobre el recurso, la cual genera nuevas dinámicas
de usos y rompe con las lógicas de transacciones de tierras que se habían dado
en el ámbito comunal.
Las anteriores formas de regulación comunales pierden sentido y son despla-
zadas en un contexto en el que las nuevas negociaciones imponen otras reglas.
En el caso de las tierras de valle cultivadas por los «pequeños propietarios», por
ejemplo, las contraprestaciones de tierras imponen una manera de asignar el valor
de una parcela que se reduce a un cálculo monetario, se negocia por hectárea y
ya no por la condición de la parcela ni su ubicación. Por otro lado, los eriazos se
van perdiendo progresivamente, no solo por las estrategias de acceso y despojo de
grupos empresariales, sino también por intereses y decisión de algunos sectores de
comuneros, quienes recurren a la comunidad apelando a su función de distribución
de tierras. De esta forma, las comunidades se encuentran en una encrucijada: entre
la creación de nuevos vínculos con comuneros sin tierras, y el riesgo de que estos
se desmiembren de la comunidad vía la titulación y la venta. Por otra parte, deben
enfrentar el debilitamiento del vínculo con los comuneros «históricos», muchos
de los cuales han dejado de asistir a las asambleas comunales pues perciben que
las directivas se benefician de las negociaciones por tierras y desconfían de ellas.
Si pienso en las conversaciones que tuve con comuneros y dirigentes en Cata-
caos entre los años 1999 y 2003, podría afirmar que los comuneros, aun con sus
intereses particulares, seguían pensando en la comunidad como la «dueña de las
tierras» y no veían la posibilidad de que esta desapereciese. Si bien querían sus
títulos individuales, esta expectativa no implicaba desvincularse de la comunidad;
varios comuneros pensaban incluso que la comunidad era la entidad que debía
otorgar los títulos y que era posible conservar las boletas de la comunidad a pesar
de haber recibido títulos del Estado. Pero en la última década, la concentración
37
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
34
Estas afirmaciones se basan en entrevistas realizadas por tres alumnas del curso de prácticas
de campo a veinticinco jóvenes de los anexos de Cura Mori (2010) y Monte Castillo (2012)
en Catacaos y en Pueblo Nuevo de Colán (2011).
38
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
35
El caso del arriendo de tierras a la empresa Maple en Colán, aunque conflictivo y arriesgado,
es interesante como ejemplo una respuesta distinta de una directiva comunal en el contexto
de presión sobre la tierra.
36
Señalo que se trata de un intento por no perder el control total del territorio comunal, pues
estoy considerando que existen porciones de éste que ya han sido tituladas individualmente
por el PETT o que se encuentran bajo control de empresas (grandes o chicas). Además,
porque es la sensación que expresan varios de los dirigentes entrevistados en ambas
comunidades, cuando se refieren a la pérdida progresiva de capacidad para regular todo el
territorio comunal en el que, como hemos visto a lo largo del texto, interactúan (y chocan)
distintos agentes con sus propias reglas y lógicas de apropiación espacial.
39
María Luisa Burneo / Elementos para volver a pensar lo comunal
REFERENCIAS
Barthez, Alice y otros (1976). Remembrement et valeur de la terre. En D. Barthélémy,
J. P. Boinon, A. Barthez, P. Albert, J. M. Liaroutzos, Propriété foncière et réor-
ganisation paysanne. Recueil d’articles (59-93). Dijon: Institut National de la
Recherche Agronomique.
Burga, Manuel y Nelson Manrique (1990). Rasgos fundamentales de la historia agra-
ria peruana, ss. XVI-XX. En Alberto Chirif, Nelson Manrique y Benjamín
Quijandría (eds.), Sepia III. Lima: Sepia.
Burneo, María Luisa y Anahí Chaparro (2010). Poder, comunidades campesinas e
industria minera: el gobierno comunal y el acceso a los recursos en el caso de
Michiquillay. Anthropologica, XXVIII (28). Edición especial sobre industrias
extractivas y la sociedad rural. PUCP.
Burneo, Zulema (2010). El proceso de concentración de la tierra en el Perú. Cepes-
Land Coalition.
Castillo, Marlene (1991). Tierra y agua en las UCP: Catacaos. Diagnóstico agroeco-
lógico de la comunidad campesina San Juan Bautista de Catacaos, Bajo
Piura. Piura: Cipca.
Castillo, Pedro, Alejandro Diez, Zulema Burneo, Jaime Urrutia y Pablo del Valle
(2007). ¿Qué sabemos de las comunidades campesinas? Lima: Grupo Allpa.
Cepes (2009). La Revista Agraria (107). Especial «Concentración de la tierra». Mayo.
Cruzado, Edgardo (2001). La comunidad campesina San Juan Bautista de Cata-
caos y las repercusiones del proyecto de titulación patrocinado por el Estado
peruano. Buenos Aires: Clacso.
Del Castillo, Laureano (1995). La ley de tierras y los límites al derecho de propiedad.
Debate Agrario, 23, 13-35.
Del Castillo, Laureano, Marlene Castillo, Carlos Monge y Minda Bustamante, Ale-
jandro Laos (eds.) (2005). Las comunidades campesinas en el siglo XXI:
situación actual y cambios normativos. Lima: Grupo Allpa – Comunidades y
Desarrollo.
Del Pozo, Ethel (2004). De la hacienda a la mundialización. Sociedad, pastores y
cambios en el altiplano peruano. Lima: IEP.
Diez, Alejandro (2012). Gobierno comunal: entre la propiedad y el control territorial.
El caso de la comunidad de Catacaos. En Perú: el problema agrario en debate.
Sepia XIV. Lima.
40
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
41
Acción colectiva y conflicto de intereses:
el caso de la comunidad campesina de Catac
Serafín Osorio Bautista
Resumen
Este artículo se propone la comprensión de los cambios en la
comunidad de Catac como resultado de la acción colectiva ante
los desafíos del contexto que se configuran como oportunidades y
restricciones, y frente a las exigencias internas que se expresan como
demandas de los grupos de interés o facciones que conforman la
comunidad. En una comunidad heterogénea como Catac, la acción
colectiva no es algo que se da por supuesto sino una acción deli-
berada; sin embargo, tiende a ser frágil y generalmente se rompe
ante las presiones externas y las relaciones de poder definidas en
términos de facciones al interior de la comunidad.
Palabras clave: acción colectiva, conflicto de intereses, defensa del
territorio, empresa comunal, construcción de acuerdos.
Collective action and conflict of interests: the case of the peasant com-
munity of Catac
Abstract
This article proposes a comprehension of social changes in the
peasant community of Catac as results of collective action in a context
where challenges present themselves as political opportunities and
social contentions as well as internal demands of interest groups
or factions. In an heterogeneous community as Catac, collective
action is not something that is taken for granted but it is deliberately
44
Introducción
1
Durante el primer gobierno de Manuel Prado (1939-1945), el gobierno de Manuel Odría
(1948-1956) y el segundo gobierno de Manuel Prado (1956-1962).
2
Esta gran unidad productiva se forma durante la Reforma Agraria con la expropiación y
adjudicación de más de 100 000 hectáreas de tierras a las haciendas en la zona sur de la
provincia de Recuay a inicios de la década de 1970.
45
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
46
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
47
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
3
En el año 1977, de las 2716 comunidades campesinas, 275 tenían una empresa comunal.
La mayor parte de ellas se hallaba en los departamentos de Cusco, Puno, Junín y Ancash
(Cáceres, 1986, p. 43).
4
Sociedades Agrarias de Interés Social.
5
En el valle del Mantaro se forman varias empresas de producción lechera (Borjórquez,
1992, pp. 71-72).
6
Con la concesión de tierras a Centromín Perú, lo comunidad San Antonio de Rancas (Pasco)
forma una empresa comunal (1990) de prestación de servicios a la minera Volcan y a la
Sociedad Minera El Brocal (Chacón, 2009, pp. 140-145). Igualmente, la comunidad de San
Juan de Huayllay (Pasco) forma una empresa de servicios a la minería (Celi, 2012, p. 158). La
comunidad campesina Angoraju Carhuayoc (San Marcos, Huari) también crea una empresa
de transportes con la venta de tierras a la minera Antamina (Salas, 2008, p. 224).
7
Medianas compañías mineras que operan en el Callejón de Huaylas: Santa Luisa, Toma la Mano,
Magistral, Don Eliseo, Líncona, Bancuver, entre otras (Ministerio de Energía y Minas, 2010).
8
La emergencia de nuevas actividades económicas, de nuevos actores sociales y de entes
regulatorios en los espacios anteriormente dedicados casi exclusivamente a las actividades
agropecuarias es concebida como la «nueva ruralidad» (Valcárcel, 2009, p. 25).
48
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
9
En el año 1974, la comunidad contaba con 428 comuneros. En el año 1992, esta cifra se
incrementa a 604. Finalmente, en 2009, registra 700 asociados (Libros del padrón comunal).
Tomando como referencia a cinco miembros por hogar, la población comunera en el año
1974 representa el 66,95% de la población distrital; en el año 1992, el 74,51%, y en el año
2009, el 86,80%.
10
De las 197 familias, 88 residían en el pueblo de Catac -entonces caserío del distrito de
Ticapampa- y 109 en los anexos (INE, Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1940).
11
En el año 1961, de los 1 329 habitantes en el caserío de Catac y sus anexos, el 68,32% residía
en el pueblo de Catac y el resto en los anexos (INEI, Censos Nacionales de Población y
Vivienda, 1961).
12
El año 1951, la mayor parte de las familias ganaderas de Catac fue desalojada por la empresa
ganadera SAGUL, de las haciendas ubicadas en la zona sur de Recuay.
13
Dos sectores de comuneros forman dos cooperativas agropecuarias: la Cooperativa San
Simón de Pachacoto, de producción pecuaria (1964), y la Cooperativa 24 de Junio, de
producción agrícola (1972).
14
En el año 1974, la empresa comunal empieza operando con veinticinco trabajadores. La
mayor parte de ellos se ocupaba de la crianza de rebaños como pastores. En la década de
1980, la empresa tiene cuarenta trabajadores, aunque esta cifra varía.
15
En el año 2011, la comunidad cuenta con cincuenta trabajadores en sus unidades econó-
micas. Además, la planta procesadora de minerales que opera en el territorio comunal
provee treinta empleos para comuneros en forma rotativa cada seis meses (informes de la
administración, 2012).
49
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
16
La empresa comunal de Catac cuenta con una unidad de producción pecuaria conformada
por tres secciones (vacunos, ovinos y alpacas), la unidad de servicios con tres secciones
(un grifo comunal, un restaurante y dos talleres), la unidad de transporte de carga comercial
(ocho unidades) y una zona de forestación de más de 200 hectáreas de eucaliptos y pinos.
17
Según el libro de padrón comunal (2009-2010), los comuneros vinculados con la tierra
combinan la ganadería con la agricultura o viceversa (42,10%); del mismo modo, comple-
mentan la actividad agropecuaria con las nuevas actividades económicas (42,97%).
18
Según el libro del Padrón Comunal 2009-2010, el 23,69% (160) «comuneros activos»,
sujetos al cumplimiento de las obligaciones comunales, estaban situados en las nuevas
actividades económicas; de igual modo, el 6% (43) de los «comuneros exonerados», no
estaban sujetos al cumplimiento de las obligaciones comunales.
19
Según el libro del Padrón Comunal 2009-2010, la comunidad cuenta con 41 profesionales
(profesores, ingenieros y contadores) y 21 comuneros con formación técnica en diversos
rubros.
20
Según el libro del Padrón Comunal 2009-2010, sesenta comuneros se dedican al transporte
(choferes, mecánicos y propietarios).
21
Según el libro del Padrón Comunal 2009-2010, el número de obreros asciende a 113.
50
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
empresa comunal. Este sector se ha ido desvinculando cada vez más de la tierra
y sus demandas giran en torno a los nuevos recursos que genera la comunidad.
Las mujeres22 también se han incorporado cada vez más a la comunidad
debido a la formación de las unidades conyugales con foráneos, la prolongación
de la formación de la familia por el acceso a la educación superior o la constante
movilidad de los esposos fuera de Catac por motivos laborales.
Esta composición heterogénea influye en la formación de grupos o facciones
con intereses diferenciados -e incluso divergentes- que se expresan a través de
determinadas demandas. Hasta la década de 1970, las demandas giraban casi
exclusivamente en torno a la tierra. Con la incorporación en las nuevas activida-
des económicas, los grupos demandan recursos que genera la empresa (empleo23,
excedentes24, otros beneficios). Muchos «comuneros exonerados» también han
emprendido la transformación de tierras bajo riego en pastizales para la crianza de
vacunos25, motivados por el acceso al mercado y las dificultades que encuentran
en la actividad agrícola (cambios en el clima, disminución del caudal del agua e
incremento del número de usuarios26).
El crecimiento demográfico, la composición heterogénea y la diversificación
de las demandas incrementan la presión sobre los recursos. Como se ha señalado,
esta presión no gira tanto en torno a la tierra sino alrededor de los beneficios que
reporta la empresa comunal y las empresas que operan en el territorio comunal.
Por otro lado, se hace más difícil el gobierno comunal porque los procesos
señalados generan dinámicas de grupos de interés o facciones que restringen la
construcción de acuerdos al interior de la comunidad.
22
Según el libro del Padrón Comunal 2009-2010, el 44,59% de inscritos en el padrón comunal
está conformado por mujeres.
23
Los comuneros solicitan mayor empleo en la planta procesadora de minerales que opera
en el territorio comunal. En el año 2010, 135 comuneros presentan sus solicitudes para
el acceso al trabajo en esta planta, y en el año 2011, 127 (Libro de actas de la directiva
comunal, 2010 y 2011).
24
En el año 2010, cada comunero recibe S/.715 por concepto de «excedente» y en el año
2011, S/.700 (entrevista con Teófilo Benítez, presidente de la comunidad en el año 2010.
Catac, 10-07-2012).
25
Este proceso se lleva a cabo en los sectores denominados Catacpata, Jatupampa, Aquirma
y Shiqui; sectores bajo riego, cercanos a la carretera regional y al pueblo de Catac.
26
En el territorio comunal existen siete canales principales; sin embargo, en el canal de Ques-
hque se produce un mayor nivel de conflicto debido a la presión que ejercen los grupos de
usuarios: los regantes de pastos, los pobladores del pueblo de Catac, la planta Mesapata y
los piscigranjeros de Yanayacu (entrevista con Gilver Vergara, presidente del Comité de
Usuarios del Agua. Catac, 12-06-2012).
51
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
27
La mayor población urbana en el distrito de Catac se concentra en el pueblo de Catac. El
59,50% de la población distrital es urbana.
28
Los principales servicios públicos se concentran en este pueblo, como el centro de salud,
dos colegios de educación secundaria y dos centros de educación primaria, la municipalidad
distrital, la Policía Nacional y las autoridades locales (juez de paz y el gobernador distrital).
29
En el pueblo de Catac se organiza la principal actividad comercial de ganados, tanto fami-
liar como empresarial; el comercio de productos de consumo familiar; los restaurantes
para los viajeros que transitan por la vía regional y los hoteles para los trabajadores de las
medianas compañías mineras que operan en la provincia de Recuay. Otro eje económico
es el transporte público que se desplaza diariamente hacia la ciudad de Huaraz, el distrito
de San Marcos (Huari) y Conococha. Cuatro agencias de transporte interprovincial tienen
sucursales en este pueblo para los viajeros de los pueblos de la vertiente occidental de
Recuay y los trabajadores de las minas, que se desplazan hacia Lima y otros pueblos de la
costa.
30
Diariamente, más de treinta combis desarrollan servicios de transporte entre los pueblos
de Catac, Ticapampa, Recuay y Huaraz.
31
En el año 2007, el 15% (573) de la población del distrito estaba estudiando educación
superior, sea técnica o universitaria. El 29,18% de la población del distrito había concluido
la educación secundaria (INEI, Censo Nacional de Población y Vivienda, 2007).
52
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
53
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
32
Las familias de Catac dedicadas a la crianza de ovinos «chuscos» arriendan determinados
sectores de los fundos y haciendas a cambio de una suma de dinero o de ganados (seis
ovinos por cada cien al año).
33
Los «medianeros» trabajan la tierra del hacendado por el sistema de «medianía» o al partir.
El propietario entrega la parcela y las semillas, el medianero la trabaja. En la cosecha, el
producto de la tierra y del trabajo del medianero es repartido en partes iguales.
34
Los yanacones eran trabajadores de la hacienda que recibían pequeñas porciones de parcelas
para el consumo exclusivo familiar a cambio del trabajo gratuito especialmente durante las
siembras y cosechas de la hacienda.
35
A diferencia del arriendo de pastos por sectores, estos nuevos grupos toman en arriendo la
totalidad de los fundos y haciendas.
54
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
55
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
36
El Proyecto Perú-Cornell en Vicos (Carhuas) entre los años 1951-1956.
37
El primer intento de reforma agraria tuvo lugar durante el segundo gobierno de Prado
(1956-1962); el segundo, en el gobierno militar institucional (1962) y el tercer intento en
el primer gobierno de Belaunde (1963-1968).
56
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Los líderes de filiación aprista, conformados por los notables del pueblo
de Catac, persisten en el desarrollo de las formas establecidas de acción. Sin
embargo, los nuevos líderes que surgen en la comunidad, vinculados en torno
al partido de Acción Popular y más identificados con las propuestas de reforma
agraria de Belaunde y los cambios en la sociedad rural, organizan la movilización
por la recuperación de tierras a inicios de la década de 1960, una acción que fue
apoyada por un segmento influyente conformado por los profesores y los ex
licenciados del Ejército.
La movilización por la recuperación de tierras adquiere un carácter disruptivo,
porque rompe con las formas establecidas de acción colectiva, desafía abierta-
mente a los grupos de poder (hacendados) y se sitúa en las fronteras de lo legal
y lo ilegal. Las formas convencionales de reivindicación fueron más acciones
de dirigentes y líderes, que capitalizan para sí los vínculos con actores externos.
La movilización por tierras involucra a todos los segmentos que conforman al
entonces caserío de Catac y sus anexos e inaugura la movilización social moderna
en la zona rural de la región Ancash.
Este acontecimiento político funda propiamente la comunidad de Catac, por-
que cristaliza la unión de la asociación de familias con el territorio recuperado.
Este acontecimiento fundante provee de material para la construcción de una
identidad comunal; desde entonces, todos los segmentos del pueblo de Catac y
sus anexos fueron identificándose como comuneros más que como indígenas38.
Esta identificación como comunero tiene una base histórica más que étnica. Por
otro lado, el acontecimiento de recuperación de tierras proporciona material para
la construcción de una memoria propiamente histórica en la medida en que genera
un discurso sobre ese suceso y la conmemoración de dicho acontecimiento en
el tiempo.
La recuperación de tierras muestra otro aspecto. La comunidad confiere el
derecho de acceso a los recursos (pastos y parcelas) a quienes participan direc-
tamente en dicha gesta y establece reglas que regulan el uso de los recursos,
aunque no todos accedieran a la tierra, ni los que accedieron lo hicieran en forma
equitativa. El objetivo de la recuperación parece haber sido el control familiar de
recursos, el que originalmente los movilizó por el reconocimiento de la comu-
38
Sin embargo, en las gestiones del reconocimiento de la comunidad y en la defensa del
territorio en las décadas de 1950 y 1960, los dirigentes comunales se autodefinen como
«indígenas» porque el Estado los reconocía como tales. En el actual debate nacional sobre
los derechos de los pueblos indígenas, los comuneros de Catac siguen identificándose como
comuneros más no como indígenas o campesinos.
57
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
nidad. Este rasgo parece ser un elemento común a las comunidades campesinas
(Diez, 1999b, p. 274). Sin e de mbargo, los comuneros de Catac se consideran
en su conjunto propietarios de todo el territorio comunal. Esta propiedad corpo-
rativa confiere a la comunidad la capacidad de regulación sobre los recursos de
uso comunal.
La Reforma Agraria de Velasco, que redefine la propiedad y tenencia de la
tierra, amplía las oportunidades políticas para un segundo ciclo de recuperación
de tierras en Catac. Esta movilización emerge con el reconocimiento judicial
del dominio de posesión sobre las tierras recuperadas en la década de 1960 y se
desarrolla en una red de relaciones que la comunidad establece con los nuevos
actores con capacidad de mediación y presión, como las Ligas Agrarias y los
gremios campesinos nacionales (Confederación Nacional Agraria - CNA y Confe-
deración Campesina del Perú - CCP). El segundo ciclo de recuperación de tierras
se expresa a través de la organización de las familias, la ocupación progresiva
del territorio, el desalojo de las manadas y la regulación del uso de pastos en las
tierras adjudicadas a la SAIS39 Atusparia, en la provincia de Recuay.
En las décadas de 1980 y 1990, el reconocimiento del derecho de propiedad
comunal (titulación) sobre las tierras recuperadas centra la atención de los comu-
neros en un contexto en que el ordenamiento territorial y la titulación de tierras
adquieren importancia en la agenda política. El Estado reconoce este derecho a
la comunidad; sin embargo, este reconocimiento no versa sobre la totalidad del
territorio recuperado. La mayor extensión del territorio en posesión y sobre el
cual la comunidad reivindica el derecho de propiedad fue transferida al Parque
Nacional Huascarán en calidad de Áreas Naturales Protegidas. Esta medida
abre un nuevo campo de disputa con el Estado por la defensa de la integridad y
propiedad comunal del territorio.
Los comuneros de Catac organizan acciones colectivas bajo formas de movili-
zación por la recuperación de tierras como respuesta a las oportunidades políticas
que se abren. El campo de organización de la acción colectiva se expande en la
medida en que se amplían las oportunidades políticas en el país. Estas prácticas
se convierten en repertorios de acción, que confieren materiales y capacidades
para organizar nuevas acciones en el tiempo. Cuando el territorio y los recursos
comunales en el futuro se vean amenazados por los actores externos, los comu-
neros recrearán estos métodos de acción colectiva, porque ya forman parte del
repertorio de defensa del territorio.
39
Sociedad Agrícola de Interés Social.
58
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
59
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
40
En el año 1974, se conforma la empresa comunal en Catac con una unidad de producción
pecuaria de ovinos y una unidad de servicios (un grifo, un restaurante y talleres de asistencia
al transporte local).
60
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
41
En el año 1985, la Fundación Interamericana para el Desarrollo Agropecuario aprueba un
crédito de S/. 3 000 000, y más adelante, el Banco Agrario aporta I/. 1 574 000 (Balance
Económico, 1986).
42
Tres profesionales: un administrador de la empresa, un contador y un jefe de producción.
61
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
43
En el año 1986, la comunidad había realizado inversiones en los siguientes rubros:
infraestructura productiva (I/. 697 967), compra de ganados de reproducción (I/. 400 000),
construcción del centro comunal (I/. 789 062), unidades de transporte (I/. 100 000) y I/.1
149 511 en activos fijos (Balance General, 1986).
62
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
44
En el año 1995, la empresa obtiene por la venta de petróleo D-2, la suma de S/. 421 153
35; en el año 1997, se incrementa a S/. 913 617 11, y en el año 2000, bordea la suma de
S/. 1 281 497 43.
63
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
45
Estas nuevas unidades se organizan en empresas de transporte y constituyen grupos de
poder en la zona, con una fuerte capacidad de presión en el distrito de Catac.
46
Menor inversión en la unidad pecuaria (ovinos, vacunos y alpacas) y mayor inversión en el
abastecimiento del grifo; el cierre de tres unidades de transporte de pasajeros y conflictos
con los directivos de la ONG Prodei que financia la piscigranja por malversaciones en esta
unidad, entre otros.
47
Estas empresas adquieren lana en la comunidad desde los años ochenta y tenían represen-
tantes (acopiadores) en Recuay, Ticapampa y en el pueblo de Catac (ruta del comercio de
la lana y del ganado). Los grupos regionales también establecen relaciones comerciales con
la comunidad, como Nivardo Vega, Saúl Martínez, Antonio Oncoy, Negociación Oyola,
entre otros.
64
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
48
En la década de 1990 fueron destituidas dos directivas comunales (gestión 1991-1992)
y dos presidentes de la comunidad (gestión 1993-1994 y 1997-1998) cuestionados por
malversación de fondos.
49
Desde el año 2001, los comuneros adquieren unidades de carga comercial al servicio del
transporte de materiales de construcción. Actualmente, la comunidad posee ocho unidades de
transporte de carga comercial (tres se ocupan en la carga de minerales, tres en el transporte
de combustible y dos en el transporte de materiales de construcción).
65
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
50
En el año 2012 fue adquirida una nueva unidad para el transporte de minerales, sin la
aprobación de la asamblea.
51
Desde el año 2011, la comunidad está desarrollando un experimento en la reproducción de
ovinos de la raza Dohne, de lana fina, y East Friesian, de producción de leche. Este proyecto
se ejecuta en convenio de cooperación entre la comunidad, la municipalidad distrital y la
66
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
generan procesos productivos duales, uno con una alta tecnología y otro con
escasas inversiones.
Las inversiones en las unidades de servicios que han adquirido mayor rele-
vancia influyen en la dinámica de las relaciones comerciales. Las unidades de
servicios que se vinculan con la economía regional a través de la prestación de
servicios de transporte y el comercio de combustible, desarrollan dinámicas de
complementariedad al interior de la empresa comunal (combustible y transporte)
y de estas con la economía regional (mediana minería)52. Esta vinculación con
la economía de mercado plantea diversas exigencias, como la mayor formaliza-
ción de las actividades económicas, el desarrollo de habilidades comerciales, la
adquisición de más unidades de transporte, la afiliación al gremio de transportistas
de Recuay, entre otras. La disputa por la carga (minerales) con los transportistas
foráneos (Lima) ha exigido la formación de un gremio de transportistas en la
zona, del que es miembro activo la comunidad de Catac.
Los comuneros están exigidos a desarrollar nuevas estrategias en sus rela-
ciones comerciales, como la suscripción de contratos con los actores de mayor
confiabilidad. Negocian y establecen acuerdos con los agentes que controlan y
distribuyen recursos (cargas de minerales) y actúan según estos acuerdos. Proveen
servicios a las mineras en las mismas zonas de operación y adquieren unidades
de transporte para la prestación de servicios. La comunidad también desarrolla
ciertos mecanismos de control y protección de sus bienes. Este conjunto de
acciones tiene un carácter institucional, responde a determinados acuerdos y está
mediado por transacciones más formalizadas.
Las nuevas oportunidades económicas se configuran como campos de dis-
puta con actores que se ubican en diferentes niveles: grupos al interior de la
comunidad, actores económicos de la zona, los usuarios de servicios y las enti-
dades reguladoras del Estado. Las unidades más vinculadas con la economía de
mercado (transporte, comercio de combustible) están más exigidas a adecuarse
a las exigencias de los actores externos. Nuevos productos, como la leche y la
madera, han cobrado un valor comercial importante, influyendo en el cambio de
ONG CARE, con una inversión de S/. 1 370 262 financiado por el Fondo Minero Antamina
(2011) y el Fondo Empleo (entrevista con el ingeniero Marco Rebaza, jefe del proyecto
CARE en Catac. Catac, 17-07-2012).
52
Mineras La Caudalosa, Don Eliseo, Bancuver, Líncona (provincia de Recuay); Santa
Luisa, Toma la Mano, Magistral, entre otras (Ministerio de Energía y Minas, 2010). Estas
compañías demandan servicios de transporte de carga de minerales, y algunas de ellas,
combustible.
67
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
53
Una comunidad ganadera forma una empresa comunal (1990) proveedora de servicios de
maquinaria pesada a las compañías mineras que operan en la zona, como la Volcan y El
Brocal (Chacón, 2009, p. 141).
54
La empresa comunal de la comunidad San Juan de Huayllay se crea como una entidad
de prestación de servicios (2005) a la minera Volcan, que opera en Chungar (Celi, 2012,
p. 154).
55
La comunidad de Ongoraju Carhuayoc (San Marcos-Huari) organiza una empresa comunal
de transporte (1998) para proveer servicios a la compañía minera Antamina (Salas, 2008,
p. 221).
68
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
69
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
56
La comunidad cuenta con aproximadamente 200 hectáreas de zonas de forestación de
eucaliptos y pinos.
57
En el año 2002, el Programa Sierra Verde habilita 100 hectáreas de pastos a través del sis-
tema de filtración y Agro Rural desarrolla un proyecto de conservación de pastos naturales
en un área de 240 hectáreas en el año 2010.
70
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
58
Según el convenio renovado en el año 2012, esta planta provee empleo a cuarenta comu-
neros. Cada seis meses se renuevan los grupos de trabajadores.
59
En el año 2012, la empresa comunal tenía cincuenta trabajadores en sus diferentes unidades
económicas.
60
En los convenios que la empresa suscribe con las empresas privadas que ocasionalmente
operan en su territorio, la comunidad exige tres recursos: (i) rentas para la comunidad; (ii)
cuota de empleo para los comuneros, y (iii) provisión de servicios por la empresa comunal
(transporte y venta de combustible).
71
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
Las unidades que concitan mayor demanda laboral exigen una mayor cali-
ficación técnica y el desarrollo de habilidades en las relaciones comerciales, así
como perfiles de mayor confiabilidad, responsabilidad y eficiencia. Los dirigen-
tes valoran estas exigencias de la economía de mercado porque influyen en una
mayor generación de rentas y esta se revierte en una mejor gestión empresarial.
Los comuneros evalúan la gestión de los dirigentes según las rentas generadas,
que se traducen en el reparto anual de excedentes. Sin embargo, el desarrollo de
estas condiciones laborales en la comunidad tiene limitaciones debido al cam-
bio de los trabajadores en un período corto, los bajos salarios y los criterios de
preferencia que tienen vigencia en el acceso al trabajo.
c) Derechos comunales en la comunidad. Estos derechos surgen como res-
puesta a las demandas de los grupos que se desarrollan en situaciones específicas,
como aquellas que exigen sus derechos laborales, el incremento de los comuneros
en situaciones de riesgo, la compensación por el tiempo de servicios prestados a
la comunidad, el reparto de excedentes, entre otros.
Estas demandas fueron reconocidas como derechos comunales en contex-
tos de grandes debates en la década de 1980, promovidos por los comuneros
afiliados a los partidos de izquierda y el APRA. Algunos de ellos (derecho de
funerales, derecho de provisión social, derecho de compensación, el reparto de
excedentes) son de interés general y alcanzan acuerdos por unanimidad; otros
son exigidos por los grupos de interés (devolución de aportes, cuota de empleo)
y su reconocimiento exige de negociaciones y acuerdos con los grupos de poder
en la comunidad.
El reconocimiento de estos derechos es una forma de distribución de benefi-
cios que genera la empresa comunal, y los convenios que la comunidad suscribe
con las empresas que operan en su territorio. Estas demandas son reconocidas en
instancias comunales, alcanzan exclusivamente a los comuneros y a sus familias,
y se regulan con las normas comunales. Estos derechos son reconocidos en un
marco de relaciones de poder entre los distintos grupos al interior de la comunidad.
72
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
73
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
61
Con la nueva normatividad de las comunidades campesinas (1987), se establecen los
órganos de gobierno comunal (la Asamblea General, la Directiva Comunal y los Comités
Especializados) y en comunidades con un considerable movimiento económico se establece
un Comité Especializado Revisor de Cuentas (Castillo, 2007, p. 52).
74
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
75
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
en la definición del acceso a los recursos. Por otro lado, la asamblea misma se
construye como un espacio de poder, donde las facciones más influyentes se
apropian de la palabra, restringiendo la generación de acuerdos amplios que se
traduzcan en acciones colectivas.
Ciertas facciones muestran escaso interés en los cargos de gobierno comunal;
sin embargo, ejercen influencia en el ejercicio de gobierno y en la administración
de la empresa. Estas facciones están conformadas por los comuneros insertos en las
nuevas actividades económicas (transporte, servicio), comuneros profesionales,
ex dirigentes y comuneros vinculados con la municipalidad. Algunos exigen la
mediación de la comunidad en el acceso a los recursos que genera la economía
regional y la renovación de convenios con las empresas privadas; otros deman-
dan la creación de nuevas unidades de servicios o ejercen presión en el acceso a
recursos que genera la empresa (empleo).
Los comités especializados también se mueven en un marco de relaciones de
poder. En contextos en que los grupos de poder ejercen mayor presión —como,
por ejemplo, en las parcelas bajo riego o en el control del agua, los comités (y la
misma comunidad)— tienen escasa capacidad de regulación de los recursos comu-
nales. De igual modo, las facciones de comuneros vinculadas con la prestación de
servicios de la economía regional (minería) ejercen presión sobre los comités que
organizan movilizaciones en defensa del territorio o de los recursos comunales.
En una comunidad faccionalista como Catac, con intereses diferenciados,
las relaciones de poder se definen más en términos de una dinámica de grupos
de interés o facciones que restringe el desarrollo de la acción colectiva. Esta
dinámica se acentúa en las gestiones de la comunidad contemporánea de Catac,
aunque algunos dirigentes han realizado esfuerzos importantes en la generación
de acuerdos de cooperación.
Conclusiones
76
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
77
SERAFÍN OSORIO BAUTISTA / Comuneros y revolución ciudadana
REFERENCIAS
Borjórquez, Custodio (1992). El Ivita y la producción lechera en el valle del Mantaro.
Alma Mater, Revista de Investigación de la UNMSM, diciembre. Lima: Uni-
versidad Nacional Mayor de San Marcos.
Cáceres, Victoriano (1986). Comunidad campesina y empresa comunal. Lima: Desco.
Castillo, Pedro (2007). Las comunidades campesinas en el s. XXI: Balance Jurídico.
En ¿Qué sabemos de las comunidades campesinas? Lima: Allpa, Comunida-
des y Desarrollo.
Celi, María Fe (2012). Comunidad campesina y empresa comunal: las nuevas
relaciones en los espacios locales. En Alejandro Diez (ed.). Tensiones y trans-
formaciones en comunidades campesinas. Lima: Cisepa, PUCP.
Chacón, Raúl (2009). Dilema de las relaciones comunitarias en minería y el desarrollo
de las comunidades de Rancas. Sociología, Revista del Colegio de Sociólogos
del Perú, agosto, N (1): 129-149.
Chaquilla, Oscar (1990). Gestión y empresa comunal. Revista Ruraliter, 7. Lima:
CICDA.
Diez, Alejandro (1999a). Diversidades, alternativas y ambigüedades: instituciones,
comportamientos y mentalidades en la sociedad rural. En Manuel Glave, Víc-
tor Ágreda y Alejandro Diez (eds.) SEPIA VII: Perú, el problema agrario en
debate. Lima: Sepia.
Diez, Alejandro (1999b). Comunidades mestizas: tierras, elecciones y rituales en la
sierra de Pacaipampa (Piura). Lima: PUC - Cipca.
Fonseca, César (1967). Situación actual de las comunidades de Catac, Mita, Huata y
Tumpa en el Callejón de Huaylas, Vol. 1. Lima: Instituto Indigenista Peruano.
Gonzales de Olarte, Efraín (1994). En las fronteras del mercado. Lima: IEP.
INEI (1961). Censos Nacionales de Población y Vivienda. Lima: Instituto Nacional
de Estadística e Informática.
Matos, José (1980). La Reforma Agraria en el Perú. Lima: IEP.
Mayer, Enrique (2004). Casa, chacra y dinero. Economía doméstica y ecología en
los Andes. Lima: IEP.
Mayer, Enrique (2009). Cuentos feos de la Reforma Agraria. Lima: Cepes-IEP.
Mayer, Enrique y Marisol de la Cadena (1989). Cooperación y conflicto en la comu-
nidad andina. Zonas de producción y organización social. Lima: IEP.
Pérez, Eliseo (2008). Historia de la comunidad de Catac. Huaraz.
78
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
79
Comuneros y revolución ciudadana: los casos
de Otavalo y Cotacachi en Ecuador
Santiago Ortiz Crespo
Resumen
Desde el año 2006, se ha dividido el voto indígena entre el movi-
miento político étnico Pachakutik y el movimiento Alianza País
(AP), liderado por Rafael Correa, actual presidente del Ecuador.
Este artículo busca una explicación esta división del voto, exami-
nando el comportamiento político de los comuneros de Otavalo y
Cotacachi, municipios de la sierra norte de Ecuador, bastiones del
movimiento indígena. El escrito sostiene que el respaldo a Correa
puede explicarse por tres factores: primero, la antigua relación de
los indígenas con el Estado; segundo, un comportamiento electoral
que combina confianza en líderes étnicos y pragmatismo político, y
tercero, la expectativa de mayor presencia del Estado. Para realizar
este estudio se empleó observación participante en los dos cantones
para captar las prácticas de la población en el proceso político,
encuestas para captar sus percepciones y datos electorales oficiales
para ver los resultados.
Palabras clave: comunidades, Estado, comportamiento político,
Ecuador.
82
Introducción
Los indígenas andinos del Ecuador, cuya base organizativa estuvo en las comu-
nas, participaron en la disputa por el poder local desde 1996 hasta la actualidad y
accedieron mediante sus representantes étnicos a más de cien juntas parroquiales,
treinta municipios y cuatro consejos provinciales. Esto se dio en el marco de la
ofensiva política liderada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del
Ecuador (Conaie), que a su vez, formó el Movimiento de Unidad Plurinacional
Pachakutik para participar en las elecciones.
Esta participación se dio en el contexto de crisis del sistema político bajo el
régimen neoliberal entre 1996 y 2006. La crisis se acentuó por insurrecciones
civiles que provocaron el derrocamiento de tres presidentes y que, a la postre,
originaron el nacimiento del movimiento Alianza País (AP), una coalición de
actores sociales y políticos urbanos y rurales que ganó las elecciones en 2006
con el economista Rafael Correa. El día de su toma de posesión, este manifestó
su intención de convocar a una Asamblea Constituyente como, efectivamente, se
realizó poco después. Con la Constitución, en 2008, su gobierno se orientó a conso-
lidar el Estado como centro de la vida social, con un rol proactivo en el desarrollo
y la redistribución de la riqueza en función del «Buen Vivir» o Sumak Kausay.
A pesar de que hubo confluencia entre la corriente indígena y AP en el
plano electoral, al apoyar la candidatura de Rafael Correa en la segunda vuelta
presidencial el 2006 y respaldar la aprobación de la nueva Constitución el 2008,
hubo un creciente distanciamiento en torno a la legislación que operativiza a esta
última —Ley de Aguas, Ley de Tierras y Ley Minera—, pues según la Conaie y
el Pachakutik se estaba impulsando un modelo de desarrollo que enfatizaba los
rasgos primario-exportadores y extractivos de la economía.
Sin embargo, en ese distanciamiento un sector del movimiento indígena man-
tuvo su respaldo al gobierno de AP, lo que generó divergencias con la tendencia
83
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
84
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
y regulan la vida interna a través de autoridades propias; por otra parte, juegan
un rol hacia el exterior como instancia de mediación ante los actores externos
(Chiriboga, 1986; Zamosc, 1993; Albo y Ramón, 1994; Guerrero y Ospina, 2003).
En la literatura sobre comunidades en Ecuador hay cierto consenso en torno
a esos elementos generales, pero luego de estas aproximaciones, vienen las
diferencias entre un enfoque que enfatiza los elementos culturales y de identi-
dad (Santana, 1995) y el enfoque agrarista, que sostiene que se está dando una
desestructuración del modelo comunal por la crisis de la producción agraria
(Martínez, 2002, p. 130).
Hay un tercer enfoque que se aparta de estas visiones y que propone que las
comunas dependen del interjuego etnia-clase (Postero y Zamosc, 2005). Estas
dos dimensiones se retroalimentan, pues la base de clase se refuerza con los lazos
de cohesión étnica para enfrentar las luchas por la tierra y contra la opresión
(Korovkin, 2002).
El problema con las visiones agraristas es que no comprenden la dinámica
cultural del movimiento étnico. El límite de las visiones culturalistas es que no
explican las transformaciones estructurales que vivieron las comunas y los inte-
reses materiales que están detrás de la lucha política de dicho movimiento. Con
el tercer enfoque es posible entender a las comunas como organismos formados
por grupos campesinos e indígenas subalternos que enfrentan las relaciones de
dominio étnico, y comprenderlas no como entidades estáticas ni aisladas, sino
como instancias que se transforman en medio de relaciones de fuerza con las
élites mestizas y el Estado.
En este sentido, la comuna juega un rol como estructura de la movilización o
incubadora de acción colectiva: se abre para los momentos de acción y a su vez,
es la retaguardia para acoger a las fuerzas cuando la acción pasa (Tarrow, 1997,
pp. 51-52). En el caso de Ecuador, las comunas fueron protagonistas del largo
asedio al poder gamonal (Ortiz, 2012, pp. 182-183), y desde el levantamiento de
1990, jugaron un rol clave en la movilización política y en la identidad indígena
(Guerrero y Ospina, 2003, pp. 123-128).
Por otra parte, no hay un solo modelo de comunas. Para Galo Ramón hay una
configuración comunal diversa, según se asienten en zonas altas o bajas de los
Andes, en zonas rurales o periurbanas, o si mantienen o no la pequeña produc-
ción (Ortiz, 2012, p. 104). Esta diversidad responde a la historia de la relación
con la hacienda: Andrés Guerrero, en su estudio sobre la hacienda Quinchuquí
de Otavalo en 1980, examina los conflictos entre comunidades yanaperas —
es decir, comunidades «libres»—, ubicadas fuera de la hacienda, y comunas
85
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
86
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
87
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
en materiales y recursos, para lo cual los indígenas tomaron contacto con autoridades
locales —concejales, alcaldes y prefectos—, así como con técnicos y funcionarios.
Hay que señalar que a través del acceso a la escuela pública se formaron los
niños indígenas como ciudadanos de la nación. Muchos jóvenes indígenas se
hicieron maestros y jugaron un rol destacado en la dirigencia del movimiento
indígena; otros fueron contratados como promotores de desarrollo. Otro ámbito
de relacionamiento con el Estado se ha dado en el campo del derecho, donde
la frontera entre la justicia comunitaria y estatal ha sido porosa, permitiendo el
contacto de los indígenas con policías, jueces y fiscales.
En la mediación con los actores externos, las directivas comuneras —repre-
sentadas en los Cabildos— jugaron un rol importante, ya que, siendo autoridades
en el ámbito interno de las comunas, fueron representantes ante el municipio, los
ministerios y las agencias de cooperación.
Esto quiere decir que la creciente demanda de obras y servicios implicó
históricamente una progresiva relación entre las comunas y el Estado. Esto se
comprueba cuando cerca de la mitad de los indígenas responde en la segunda
encuesta que sus comunas presentaron solicitudes a los diversos niveles del
Estado: a los municipios (48%), a los consejos provinciales (18%) y al Estado
central (20%). Resalta el hecho de que los grupos indígenas y los de estratos
bajos tuvieron mayores solicitudes, reclamos o propuestas que los mestizos y de
estratos medios (Ortiz, 2009).
La encuesta señala también que la población indígena tuvo diversas formas
de relación con los gobiernos locales, tales como el pago de impuestos (32%),
asistencia a comités y asambleas de las instancias municipales (12%) e interven-
ción en el presupuesto participativo (15%) (Ortiz, 2009).
Los indígenas y los grupos más pobres tuvieron más relación con los muni-
cipios y el Estado que los mestizos y sectores medios. Coherente con lo anterior,
la mitad de la población rural se acercó a solicitar obras, frente al 31% de la
urbana (Ortiz, 2009).
Hay que advertir que estos datos se explican porque durante los últimos
quince años son los líderes indígenas quienes han conducido las alcaldías, lo cual
ha incidido en la penetración de los municipios en las comunidades. Paradójica-
mente, se trata de gobiernos locales con una historia mestiza y urbana, que en el
contexto de la descentralización que tuvo el país fueron liderados por alcaldes
indígenas que ganaron influencia en las comunidades. Las juntas parroquiales que
fueron elegidas en el año 2000 también empezaron a ocupar un lugar importante,
sustituyendo a varias organizaciones indígenas.
88
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
89
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
Campesina de Imbabura (FICI), quien fue su tenaz opositora a lo largo de sus tres
administraciones. Por las tensiones internas del movimiento, el alcalde Conejo
se separó de Pachakutik y constituyó su propia agrupación, Minga Intercultural,
grupo político local que apoyó a Rafael Correa en las presidenciales de 2009. Ese
año también Conejo fue reelegido como alcalde por las listas de AP, venciendo
a Pachakutik, opositor de Rafael Correa, que presentó a José Quimbo como
candidato a dicha dignidad en los comicios locales.
Mientras tanto, en Cotacachi, la relación entre Unorcac y el alcalde Auki
Tituaña no estuvo exenta de conflictos. Si bien los indígenas participaron en la
asamblea de la Unidad Cantonal, instancia de cogestión de la sociedad civil con el
municipio, pronto surgieron tensiones en temas referidos al control de la Reserva
Ecológica Cotacachi-Cayapas, al programa de alfabetización promovido por el
municipio y al acceso de los campesinos al nuevo mercado urbano construido
por Tituaña. Todo ello llevó a un alejamiento de la Unorcac de la administración
municipal y del Pachakutik. Esa organización, en los comicios de 2009, lanzó
la candidatura a la alcaldía de Alberto Anrango, líder fundador de dicha unión,
en las listas del partido AP de Rafael Correa. En resumen, los indígenas, tanto
del grupo Minga Intercultural como de las comunas de la Unorcac pasaron de
apoyar movimientos étnicos a negociar una cuota de representación con AP,
movimiento con predominio mestizo que ha ganado en todas las votaciones en
las que ha participado en la provincia.
Pese a ese cambio, hay que señalar que los comuneros han mantenido su leal-
tad a los candidatos indígenas para que sean elegidos como autoridades locales:
en los dos cantones cerca del 40% de las dignidades electas en cuatro comicios
electorales fue ganado por indígenas (alcaldes, prefectos, consejeros provinciales,
concejales municipales y vocales de juntas parroquiales). En 1996 ganaron 4 de
las 20 dignidades; en 2000, 35 de las 80; en 2004, 35 de las 80, y en 2009, 28 de
las 80 dignidades. En total, suman 102 indígenas de 260 dignidades electas, lo
cual demuestra que la población indígena local confiaba en los líderes indígenas
como autoridades.
Esto se explica por la influencia de las comunas. Si bien muchos candidatos
son escogidos por los partidos, otros tienen que pasar por el consenso comunal:
Alberto Anrango, por ejemplo, fue escogido para postular a la alcaldía de Cotaca-
chi en varias asambleas de la Unorcac y recibió el visto bueno de las comunidades.
Los comuneros tienen más confianza en candidatos de su grupo étnico, aunque
también evalúan la capacidad de gestión del candidato y sus méritos profesionales
para desempeñar su cargo.
90
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
200
Dignidades
Indigenas electos
150
Total dignidades
100
50
0
1996 2000 2004 2009 Total
Comicios
Fuente: CNE, TSE, 2009. Elecciones 1996, 2000, 2004 y 2009. Elaboración: autor.
Hay que señalar que en 2009 el buró de AP1 reconoció a los candidatos
seleccionados por las comunidades, pero luego les exigió pasar un nuevo filtro:
las primarias. Estas se realizaron en 35 de las 36 parroquias de Imbabura, en los
cantones y a escala provincial. La participación llegó a más de 10 mil personas
en los dos cantones examinados: 7873 en Otavalo y 2848 en Cotacachi (entre-
vista a RB, en Ortiz, 2009, p. 106), y fueron designados tanto Alberto Anrango
en Cotacachi como Mario Conejo en Otavalo.
En la campaña de 20092 las comunas intervinieron activamente utilizando los
«modos indígenas de hacer política» (Van Cott, 2003, p. 27): asambleas, relaciones
familiares, uso de símbolos y fiestas comunitarias, marchas y bailes alrededor de
las plazas, música y danzas andinas sobre las tarimas, con uso del kichwa. Estos
modos indígenas se combinaron con los medios mestizos como propaganda
gráfica, encuestas y caravanas de automóviles. Además, los candidatos utiliza-
ron los recursos del Estado y los gobiernos locales (oficinas, carros, personal).
Adicionalmente, se pudo observar el uso de los programas sociales, como bonos
de vivienda, titulación de tierra o desarrollo humano (Ortiz, 2012, pp. 210-214).
En las elecciones de 2009, los resultados favorecieron de una manera abru-
madora a AP. Del conjunto de dignidades, el prefecto, los seis alcaldes y 21 de
1
El buró político de AP fue el máximo organismo de decisión de este movimiento en su
primera etapa hasta 2009.
2
El autor hizo el seguimiento de la campaña electoral en 2009 mediante un proceso de
observación participativa.
91
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
3
Ver Resultados elecciones en parroquias de mayoría indígena (Ortiz, 2012, pp. 217-218).
92
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Correa/Alianza País/SI
Comicios OTAVALO COTACACHI
2006 Elecciones presidenciales (segunda vuelta)* 68 68
2007 Consulta (Sí)* 87 87
2007 Elecciones constituyentes* 78 78
2008 Referéndum (Sí) 1
76 78
2009 Elecciones presidenciales 68 74
2011 Consulta (Sí) 2
44 50
2013 Elecciones presidenciales 56 63
Fuente: CNE. Elaboración: autor. * Datos de la provincia de Imbabura
1
Resultados por el SÍ a la pregunta: ¿Aprueba usted el texto de la Nueva Constitución Política de la República
elaborado por la Asamblea Constituyente?
2
Resultados promedio de las diez preguntas consultadas.
*Alianza Unidad Plurinacional de las Izquierdas - Alberto Acosta
Hay que advertir que la parcelación de las fuerzas étnicas no es una nove-
dad en los dos cantones estudiados. Tal como se vio anteriormente, el conflicto
entre yanaperos y huasipungueros por el control de la hacienda de Quinchuquí,
la disputa entre candidatos en las elecciones de 2000 en Otavalo y las tensiones
de las organizaciones comuneras FICI de Otavalo y Unorcac de Cotacachi con
sus respectivos alcaldes revelan largas tensiones. Cuando el conflicto étnico se
acentúa, tienden a unificarse los grupos comuneros e intelectuales, urbanos y
rurales, pero cuando dicho conflicto se atenúa, las tensiones intraétnicas emer-
gen a la superficie. Es decir, AP entra a intervenir en un contexto de conflictos
preexistentes entre los indígenas, y es allí cuando surge como alternativa viable
para muchos de ellos.
Cuando el retorno del Estado se produce con la Revolución Ciudadana, los
indígenas optan por aliarse con el movimiento político gobernante y tener una
línea directa con el presidente. Es decir, los indígenas aprovechan las oportuni-
dades en cada etapa y, si antes disputaron por el municipio, ahora se juegan por
estrechar lazos con el Estado central y con la fuerza gobernante que lo representa,
mientras el municipio pasa a un segundo plano, como operador de políticas
resueltas desde la capital.
La participación política fue una estrategia que permitió a los indígenas
romper el monopolio mestizo en una institución de raíces coloniales, como es el
93
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
4. Más Estado
Cuadro 2. Percepción sobre la noción del Estado según etnia4 Otavalo y Cotacachi
2009 (porcentaje)
Es el Atiende los Representa Asegura Reprime las Organiza
Grupo edificio servicios a los un nivel de manifes- fiestas
público básicos partidos vida digno taciones patrias
Grupo Indígenas 31 15 5 35 2 3
étnico Mestizos 25 20 8 37 1 1
Promedio 28 17 6 36 2 2
Fuente: Ortiz, 2012, p. 287. Elaboración: autor.
4
En la encuesta realizada se siguieron los parámetros del Censo de Ecuador para la agrupa-
ción étnica: por autoidentificación étnica y si en la familia del encuestado hablan kichwa.
94
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Cuadro 3. Percepción sobre las funciones del Estado según etnia5 Otavalo y
Cotacachi 2009 (porcentaje)
Desarrollo
Atención Explo-
Carreteras económico y Entrega
Grupo de salud y tación del
y obras crédito a los de bonos
educación petróleo
productores
Indígenas 57 0 7 15 10
Grupo étnico
Mestizos 65 3 3 17 4
Promedio 61 2 5 15 7
Fuente: Ortiz, 2012, p. 289. Elaboración: autor
Otro ángulo que permite captar la visión de la población tiene que ver con
la visión del rol proactivo del Estado, que se diferencia de una visión liberal que
prefiere que este se abstenga de intervenir en la vida económica y social. Para ello,
se planteó la interrogante sobre la capacidad del Estado para resolver problemas,
con el fin de captar una gama de opiniones que van desde una expectativa pater-
nalista, pasando por una visión de corresponsabilidad, hasta una visión liberal
donde el individuo se basta a sí mismo y no requiere que aquel se entrometa en
sus asuntos. Para los indígenas, el Estado debe resolver solo algunos problemas
en un 58%, mientras que el 26% considera que el Estado debe resolver la mayoría
de los problemas. Si sumamos estos dos tipos de respuestas, se desprende una
posición mayoritaria entre los indígenas que buscan más Estado, es decir, que
hacen suyas las promesas de un Estado proactivo y ponen distancias de las pos-
turas liberales, y que apenas un 7% creen en un Estado que no resuelva ningún
problema. Aunque hay matices, no hay diferencias significativas entre los grupos
étnicos, lo que denota rasgos de una cultura política regional generalizada con
respecto a un Estado proactivo en Imbabura6.
5
Ver pie de página 11.
6
A diferencia de la visión del Estado central, para los encuestados el municipio tiene una
función de construcción de obras y dotación de servicios, respuesta que obtiene un 64%,
95
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
Percepción de las capacidades del Estado para resolver problemas según etnia y
estrato social. Otavalo y Cotacachi 2009 (porcentaje)
120
100
80 NS / NC
Ningún problema
60
Solo algunos problemas
40 Mayoría de los problemas
20
0
Indígenas
Mestizos
Bajo
Medio-
Medio-
Otavalo
Cotacachi
bajo
alto
Conclusiones
El propósito de este artículo fue buscar una explicación del fraccionamiento del elec-
torado indígena y comunero entre la tendencia que apoya al movimiento Pachakutik
y la que se orienta hacia AP. Se asume un enfoque dinámico de comunidad cuyo
papel y competencias se modifican en medio de las transformaciones estructura-
les que afectan al mundo indígena, así como también debido a los cambios en la
relación con las instituciones externas, en particular con el municipio y el Estado.
Se busca la explicación en tres planos: el de las demandas materiales, el
político y el cultural. Por una parte, los comuneros han desarrollado histórica-
mente una intensa relación con el Estado, con una visión pragmática que enfatiza
demandas de obras, ampliación de infraestructura y servicios, reclamos que hoy
se canalizan hacia un gobierno que tiene una propuesta de redistribución, que
7
Esta tendencia tiene una excepción en líderes indígenas urbanos que señalaron, en varias
entrevistas y grupos focales, que no creen que el Estado pueda aportar a la activación
productiva de Otavalo y creen que, más bien, es un estorbo (Grupos focales, 5-2009).
96
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
8
El pago de la deuda agraria y cambios de la matriz productiva consta en el plan de gobierno
de Alianza País para el período 2013-2017 (Alianza País, 2013). Varios críticos al gobierno
señalan que en el marco de un modelo extractivista como el que propone AP será difícil
realizar cambios estructurales en relación con la propiedad de la tierra y el monopolio del
agua Coordinadora de unidad plurinacional (2013, p. 2).
97
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
REFERENCIAS
Albó, Xavier & Galo Ramón (1994). Comunidades andinas desde dentro. Quito:
Abya-Yala, CECI.
Alianza País (2013). Programa de gobierno 2013-2017. Quito.
Agrónomos y Veterinarios sin Fronteras (2008). Informe territorial de FICI. AVSF,
no publicado.
Barrera, Augusto (2002). El movimiento indígena ecuatoriano: entre los actores
sociales y el sistema político. Nueva Sociedad, 182.
Barrera, Augusto, Ramírez, Franklin y Rodríguez, Lourdes 1999. Ecuador un modelo
para des-armar. Quito: Ciudad - Grupo Democracia y Desarrollo Local.
Chiriboga, Manuel (1986). Formas tradicionales de organización social y actividad
económica en el medio indígena. En Del indigenismo a las organizaciones
indígenas, Quito: Abya-Yala.
Chiriboga, Manuel & Freddy Rivera (1989). Elecciones de enero de 1988 y participa-
ción indígena. Ecuador Debate N.° 17: 181-221.
Coordinadora Plurinacional (2013). Programa de Gobierno de la Unidad Plurinacio-
nal, Quito.
Fundación Q’ellkaj - CEPAM (2003). Percepción poselectoral en el Ecuador. Secto-
res indígenas y de mujeres. Encuesta Otavalo, El Tambo, Tena. Informe final
de resultados. www.qellkaj.org/dwnloads/percep.pdf.
Guerrero, Andrés (2001). Determinaciones del pasado y mentalidades del presente: un
conflicto entre comuneros (Quinchuquí). En De la economía a las mentalidades.
Quito: El Conejo.
Guerrero, Fernando & Pablo Ospina (2003). El poder de la comunidad: movimiento
indígena y ajuste estructural en los Andes ecuatorianos. Quito, Buenos Aires:
IEE, CAMAREN, ASDI, Clacso.
Korovkin, Tanya (2002). Comunidades indígenas, economía de mercado y democra-
cia en los Andes ecuatorianos. Quito: Cedime, IFEA, Abya-Yala.
Kyle, David (2001). La diáspora del comercio otavaleño: capital social y empresa
transnacional en Ecuador. Ecuador Debate, 54, 85-110.
Laurent, Virginia (1999). Comunidades indígenas, espacios políticos y movilización
electoral en Colombia, 1990-1998. Bogotá: ICAN, IFEA.
León, Jorge (1994). El levantamiento indígena, de campesinos a ciudadanos diferen-
tes. Quito: Abya Yala, Cedime.
98
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
99
santiago ortiz crespo / Comuneros y revolución ciudadana
100
La reforma agraria, entre memoria y olvido
(Andes Sur peruanos)
Ingrid Hall
Resumen
La Reforma Agraria, promulgada en 1969, constituye en el Perú un
evento crucial para las comunidades campesinas. Algunas de ellas,
como Llanchu (provincia de Calca, departamento del Cusco), de
la cual nos ocuparemos en el presente artículo, incluso le deben su
origen. Sin embargo, y curiosamente, este acontecimiento difícil-
mente es evocado en esta comunidad. En la actualidad, referirse a
él aún es muy delicado.
La etnología andina ha subrayado la erosión de las referencias histó-
ricas en los relatos sobre el pasado, y con frecuencia ha privilegiado
el estudio de los mitos. Nosotros nos interrogamos, por el contrario,
acerca del tratamiento con el cual la Reforma Agraria en particular
es evocada en los relatos sobre el pasado. Hemos comprobado, en
efecto, que el actual orden social en Llanchu conserva la marca de
este acontecimiento. A través de un muy sutil trabajo de erosión y
de reformulación, la comunidad de Llanchu, aunque de formación
reciente, es sobrentendida social e históricamente como un grupo
social de larga data.
Analizaremos, pues, la manera como los relatos acerca de este
pasado no muy lejano son objeto de un permanente control social.
Mostraremos cómo algunos mecanismos de reformulación de aquel
fueron puestos en marcha, permitiendo, pese a todo, la persistencia
de viejos antagonismos. Al poner en funcionamiento este proceso,
propondremos un debate acerca de la importancia que tiene para la
comunidad que nos interesa mostrar una unidad social y territorial
102
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Introducción
103
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
acontecimiento. Desconocen que dentro de las tierras sobre las cuales se extiende
Llanchu se encontraban anteriormente haciendas, del mismo modo que no saben
que sus padres y abuelos debieron batallar para recuperar las tierras que hoy
forman parte de la comunidad. Por ejemplo, los nietos de un antiguo patrón —es
decir, el representante local del hacendado a quien este pagaba un arriendo—
ignoraban que su abuelo fue, antes de la reforma, el hombre fuerte del lugar.
Debido a esta omisión, el origen de la comunidad aparece como heredera de un
incuestionable pasado pretérito, lo que nos incita a interesarnos en el tratamiento
discursivo de la creación de esta unidad social y administrativa.
Interesarse en la comunidad de Llanchu implica, pues, revisar el enfoque
clásico sobre las comunidades andinas, debido a que su caso no presenta una
continuidad histórica. La formación de esta unidad social implica, asimismo, el
estudio de la Reforma Agraria, un evento poco atendido de una manera desapa-
sionada por la antropología5. Se debe subrayar el hecho de que recién ahora se
pueden estudiar sus efectos en el mediano plazo.
El carácter reciente de la Reforma Agraria permite analizar cómo los relatos
del pasado se forjan a partir de eventos históricos específicos6. La omisión del
pasado reciente y su reformulación tienen como efecto principal dejar aparecer la
comunidad de Llanchu como un grupo social de larga data, posiblemente porque
sus habitantes quieran hacer tabla rasa de su pasado. Sin embargo, nos parece que
los procesos de reformulación del pasado informan más sobre la importancia que
los comuneros otorgan a la comunidad campesina como marco institucional. Así
que el caso de Llanchu nos permite plantear cuestiones cruciales para el Perú de
hoy: ¿cómo definir una comunidad en la actualidad?
5
Entre los trabajos etnográficos sobre el proceso de la Reforma Agraria debemos mencionar
sobre todo los de David Guillet (1979), Harald Skar (1997) y Linda Seligman (1995), los
cuales abordan más precisamente el caso de las cooperativas. Más recientemente, Enrique
Mayer (2009) publicó una obra con testimonios sobre la Reforma Agraria, que incentiva
una reflexión sobre este momento controvertido de la historia peruana.
6
Quizás el enfoque sobre la dimensión mítica de los relatos del pasado se deba a la dificultad
de tener datos microhistóricos precisos.
104
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
7
Término utilizado hasta entonces. Con la Reforma Agraria se impuso el de campesino.
8
47% de las tierras útiles del país fueron expropiadas (Caballero, 1977, p. 147).
105
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
9
La hacienda Urco, situada en el valle sagrado de los incas en las inmediaciones de Calca,
fue bastión de la Iglesia evangélica peruana. Es sede de una «experiencia» realizada bajo
la égida de la RBMU (Regions Beyong Missionary Union), red de iglesias protestantes
instaladas desde 1906 en el Perú (Vílchez Blancas, 2003, p. 12).
106
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
10
Nosotros descubrimos el rastro de tales uniones de comienzos del siglo XX en los registros
de estado civil.
107
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
108
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
sociedad (Hall, 2009). Un hombre en edad madura debe inspirar respeto y hacer
reinar la armonía en el seno de la asamblea comunal. Este respeto es una «idea
valor» en el sentido de Dumont (1966) y ordena la jerarquía comunal.
Para obtener respeto y adquirir prestigio, un hombre debe necesariamente
aprender a manejar el lenguaje. Este aprendizaje forma parte del proceso de
madurez social, es la condición para que un joven (wayna) pueda llegar a ser
maduro (poqosa), como también lo muestran Rasnake (1989, p. 79) y Webster
(1974, p. 144). Esta terminología recoge tanto la idea de la maduración de una
planta (Lestage, 1999, pp. 34-35) como aquella de la fermentación. Por su parte, el
padre Jorge Lira, en su diccionario quechua de mediados del siglo XX, asocia una
palabra defectuosa a un alimento insuficientemente cocido (k’apka) (Lira, 1944).
De esta forma, el manejo logrado de la palabra conduce a la persona al piná-
culo de su maduración. El que se haga referencia a un proceso en curso tiene una
consecuencia importante: la maduración, como el aprendizaje, pueden interrum-
pirse. De esta manera, ciertos hombres no pasarán de ser simples oradores y no
llegaran nunca a ser «maduros». Un cierto número de hombres de Llanchu se
encuentra en esta situación. Por su parte Webster (1974, p. 144) contrapone los
buenos oradores —allim Rimaq: «buen hablador»— a los hombres cuya palabra
no vale gran cosa por no ser la adecuada: manam pampa rimaqchu. La madurez
social está concebida como un proceso de maduración de las cualidades orato-
rias. Los niños adquieren una identidad social con el lenguaje; luego, ellos deben
aprender a servirse de este. Será gracias a esta condición que se convertirán en
adultos y, eventualmente, en hombres de prestigio.
El hecho de saber hablar correctamente resulta inseparable de una segunda
cualidad: el saber escuchar. La palabra de calidad solo es posible si existe la
disposición de escuchar. Este punto adquiere una particular importancia en los
Andes, donde el interlocutor debe leer entre líneas debido a la frecuencia de
expresiones implícitas. Una proposición implícita es conocida con el término de
«indirecta» y una palabra permite calificar esta manera de decir las cosas. Las
críticas casi siempre se dicen de manera indirecta. Aunque implícitas desde un
punto de vista verbal, estas no son menos comprensibles. Un hombre que no sabe
escuchar y no sabe leer entre líneas no puede evolucionar socialmente, porque
no podría anticipar las reacciones de sus interlocutores y, por lo tanto, neutralizar
eventuales excesos. En efecto, la toma de palabras incontrolada e intempestiva
es defectuosa por excelencia. La ausencia de autocontrol está profundamente
estigmatizada y es un obstáculo para la vida en comunidad, así como para la
madurez social del individuo.
109
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
11
En esta situación se trata de un individuo, pero cuando se jubile formará parte de los ancianos
(kuraq), colectivo cuya presencia es simbólicamente importante.
110
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
12
A tal punto que un estudio efectuado por el Centro Bartolomé de las Casas muestra que el
85% de los campesinos desean mantener la institución comunitaria (Laats, 2000).
111
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
Como consuelo, el antiguo patrón vive en las mismas condiciones que sus anti-
guos empleados, púdicamente llamados «allegados». Esta miseria compartida a
menudo se considera como un castigo suficiente. Tratar de igual a igual (o casi)
a alguien que en otra época ha dominado con soberbia extrema hace las cosas
más fáciles. Se le observa envejecer recordando quién fue, y diciéndose a veces
y con amargura: «¿Todo para eso?».
Sin embargo, el pasado remonta siempre, sobre todo cuando las personas se
embriagan: los mecanismos de autocontrol pueden fallar y la violencia desenca-
denarse. Por eso, si bien algunos interlocutores convertidos a la Iglesia Evangélica
Peruana explican su conversión esencialmente por la voluntad de escapar de la
violencia doméstica, dejan entender que también lo hicieron por aquella ligada
a los conflictos surgidos de la Reforma Agraria. Dejar la bebida para ellos es un
medio de nunca más pensar en el pasado, de «borrarlo».
112
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
otro lado, allí se ubica la mayoría de las viviendas13. El primer sector comprendía
las tierras irrigadas del antiguo ayllu, mientras que el último correspondía a las
tierras de la antigua hacienda del mismo nombre (la más grande de las dos, pues
la segunda no tiene tierras irrigadas). Puesto que las personas obtenían derechos
de uso sobre las tierras que hasta entonces cultivaban, la oposición entre aylluruna
y haciendaruna fue inscrita territorialmente. Las familias de las haciendas no
pudieron instalarse en el sector de Llanchu, que quedó en manos de la gente
del antiguo ayllu. Así, las oposiciones entre los dos sectores y sus respectivas
poblaciones fueron conservadas.
El procedimiento mismo de «reivindicación» que tuvo lugar durante la
Reforma Agraria se encuentra marcado por esta oposición. En efecto, después de
haber obtenido las tierras de la hacienda de Huamanchoque, los Condori padre e
hijo lograron organizar a los campesinos de Machacancha para que iniciaran el
proceso de obtención de las tierras en las que trabajaban. Así, bajo las órdenes de
la gente del ayllu, llevaron a término los trámites necesarios para la reivindica-
ción de las tierras de «su» hacienda. Se conformaron dos comités para el proceso
administrativo, cada uno con su responsable respectivo: uno para Llanchu y otro
para Machacancha.
Esta organización dual persistió y la encontramos actualmente en el seno de
la junta comunal, donde dos personas —una para cada sector— se encargan de
hacer circular informaciones importantes. Igualmente, hasta ahora se mantiene
aquella jerarquía inicial: la gente del antiguo ayllu ejerce cierto dominio sobre
la gente de las haciendas. La existencia de dos sistemas diferentes de irrigación:
uno de piedra para el sector de Llanchu y el otro de cemento para el de Macha-
cancha14, reforzó la existencia de esos dos sectores y su institucionalización. En
efecto, se organizaba una fiesta para la puesta en agua del sistema de irrigación;
los canales se limpiaban al son de una pequeña orquesta y se danzaba. Para la
ocasión se constituían dos equipos; uno por cada canal. Las faenas organizadas
actualmente retoman este mismo principio.
Al mismo tiempo, otro mecanismo favorecía una segunda reformulación
de las antiguas categorías heredadas del pasado. Después de la década de 1980,
13
Las tierras correspondientes a la hacienda Huamanchoque no fueron consideradas para esta
repartición.
14
Construido en 1930 para la central eléctrica de la familia Lomellini, por entonces dueña de
las tierras, con el objeto de alimentar en energía la fábrica textil La Estrella, también de su
propiedad. Más interesados en la actividad industrial que en la agricultura, los Lomellini
dejaron de administrar directamente la hacienda.
113
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
15
A diferencia de otras comunidades colindantes, donde la Iglesia se implantó más reciente-
mente.
16
Se trata de un intercambio simétrico de trabajo que aparece, a veces con nombres distintos,
a lo largo de los Andes.
114
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
17
Los católicos elaboraban chicha amarilla fermentada y los protestantes se encargaban de
la chicha blanca no fermentada.
18
Sobre el tema, ver Ossio (1992) o Molinié, para quien el dualismo es una estructura cog-
nitiva fundamental que organiza la estructura social (1988, p. 154).
115
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
116
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
de la población identificaba sin problema la línea de fractura que separaba los dos
bloques, en realidad de contornos indefinidos observados en detalle. Esta tensión
llevó ulteriormente a considerarse que la realización de una red de irrigación por
aspersión para el sector de Machacancha era una prioridad. Al nuevo presidente
de la comunidad se le encargó en 2005, de manera explícita, la realización de
esta nueva red de riego. Era imperioso restablecer un equilibrio entre los dos
sectores, o sea los haciendaruna y los aylluruna. Este episodio es revelador de
la manera como las oposiciones sucesivas se amalgaman las unas a las otras. La
oposición es tan presente actualmente que puede fragilizar la unidad comunal.
117
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
19
Existe un padrón oficial donde figura el nombre de todos los miembros de la comunidad.
Este se pone al día cada dos años y sirve de referencia en el marco de proyectos sean de
parte del estado o de ONG. Sobre el proceso de actualización del padrón y su importancia,
ver Hall (2009).
20
Si las conversiones pueden ser interpretadas en el marco de un régimen de historicidad
particular, ellas se inscriben no obstante dentro de una lógica contemporánea. Así, aparte
del hecho de que, en ausencia de ebriedad, las evocaciones del pasado quedaban limitadas,
convertirse al protestantismo significaba —y significa todavía— tener acceso a una red
nacional (aquella de la Iglesia evangélica peruana) que abre nuevas perspectivas fuera de
118
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
reducen y son asimiladas, se puede tranquilamente hablar del pasado sin hacer
referencia directa a él. De este hecho, parte de la población parece sustentar su
legitimidad en su origen local. Pero al observarla más de cerca, la sustenta su
compromiso durante la Reforma Agraria: como muestra Lenclud sobre la tradi-
ción, el pasado es visto a partir del presente (1987).
El silencio del cual es objeto la reforma agraria en Llanchu contrasta con el
orgullo que sienten los campesinos del valle del Mantaro (Andes centrales del
Perú) por haber hecho respetar sus derechos (Carmen Salazar, comunicación per-
sonal). Tal vez esté ligado esto al particular contexto socioeconómico de cada una
de estas regiones. El valle del Mantaro conoce desde la década de 1970 un impulso
económico muy importante, pues aprovisiona a Lima de productos alimenticios.
El valle sagrado donde se encuentra Llanchu no conoce algo equivalente: es gra-
cias a la presencia de ONG y al desarrollo del turismo que los campesinos tienen
ingresos suplementarios. Para las ONG, el hecho de que una comunidad sea una
«verdadera comunidad» es muy importante. Por eso encontramos emblemático
que una de ellas, instalada poco después de la Reforma, haya decidido reforzar
las estructuras comunales en Llanchu. Según esta ONG, «no había más asambleas
comunales», y Llanchu era una comunidad en declive. Este discurso, recogido en
2005 gracias a una interlocutora que laboraba en dicha organización, es realmente
sorprendente, pues ella parecía conocer muy bien Llanchu y sus habitantes, de
quienes por otro lado me pedía noticias. A pesar de que la ONG permaneció en
Llanchu durante quince años, esta persona no se dio cuenta de que la comunidad
venía de constituirse cuando el proyecto inició su trabajo. Sin duda, esta creación
de reciente data no cuadra dentro de la visión que la ONG se hacía de las comu-
nidades rurales. Esta muy particular percepción es, sin embargo, significativa del
silencio que envuelve la Reforma Agraria en Llanchu.
Numerosas ONG intervienen en el medio rural peruano hoy en día, sobre todo
en la región del Cusco, donde es de buen tono obtener proyectos. A tal punto que
solo en el Valle Sagrado de los Incas, donde se encuentra Calca, una especie de
pacto permitió, al parecer, a diferentes ONG en competencia atribuirse distintos
sectores. El carácter indígena de las poblaciones locales es para estas un punto en
favor a la hora de conseguir financiamiento. Por ejemplo, la ONG World Vision
pone en escena en su página web a niños del lugar vistiendo trajes tradicionales.
Cierta idea de la cultura andina es puesta de relieve de ese modo.
119
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
Igual sucede con instancias municipales, para quienes conviene también que
los campesinos sean lo más «típicos» que sea posible. La municipalidad de Calca
organiza, por ejemplo, concursos de danza tradicional donde —se sobrentiende—
serán los campesinos de las comunidades quienes participen. La comunidad de
Llanchu, donde los conversos no danzan más, participa a pesar de ello. La partici-
pación en este tipo de eventos es vista por los campesinos, y más específicamente
las mujeres del Club de madres, como una contraparte a la ayuda recibida de las
instituciones organizadoras21. El grupo de danzantes galardonado se presenta en
uno de los eventos turísticos más importantes del año en Calca: Unu Urco (que
significa «el agua de Urco»). Para la ocasión se organiza un conjunto de presen-
taciones alrededor de un descubrimiento arqueológico en Urco, antigua hacienda
del mismo nombre. Se trata de una roca labrada probablemente por los incas y
relacionada con un mito muy conocido en la región: el de la princesa sin agua
(recogido en otras zonas de los Andes y documentado por Dumezil y Duviols
1974-1976). Durante una gran feria agrícola organizada en otro momento, se
invita a los campesinos a vestir poncho y chullo, pese a que ellos los desterraron
de sus hábitos cotidianos y prefieren las prendas de estilo occidental.
Los campesinos aceptan, sin embargo, lucir nuevamente los símbolos de la
indianidad. Esto resulta curioso si sabemos hasta qué punto estos mismos campesi-
nos luchan por integrarse en la sociedad nacional de la cual se sienten excluidos22.
Para ellos el termino quechua no sirve de identificación, sino solamente para
designar la lengua. Ciertos padres de familia de lengua materna quechua rechazan,
por ejemplo, que sus hijos la hablen, por miedo a que desarrollen un dejo al hablar
el español. Los jóvenes anhelan abandonar la comunidad, encontrar un trabajo,
comprarse una parcela o construir una casa en un terreno que les pertenezca. En
Llanchu no hay, pues, ningún rastro de reivindicación de indianidad, al contrario.
El término indio es empleado peyorativamente para hablar de los otros, aquellos
que solo hablan quechua y se visten a la usanza tradicional. También para enfatizar
la violencia que suele atribuírseles. El término indígena, raramente utilizado en
la comunidad, se encuentra reservado para los habitantes de la selva. Los pobla-
21
Se invita a las mujeres a participar del Club de Madres, del programa del Vaso de Leche.
Este programa garantiza un aporte en leche y otros complementos alimenticios para los
niños, mujeres en gestación y personas de la tercera edad. Aunque depende del gobierno,
la municipalidad se encarga de hacerla llegar a los clubes de su jurisdicción.
22
De hecho, el índice de extrema pobreza en sectores dedicados a agricultura, pesca o
minería alcanza una tasa de 82,3% en 2011 (http://www.inei.gob.pe/DocumentosPublicos/
Pobreza_ExposicionJefe.pdf, sitio consultado el 20 de mayo de 2013).
120
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
5. Conclusiones
23
Sobre el tema ver también Robin-Azavedo (2008) cuyos datos provienen en parte de una
comunidad vecina de Llanchu.
24
Con menos fuerza, sin embargo, que en Bolivia o Ecuador.
25
Inscripción en la Constitución Peruana de 1993.
26
Sobre la formación de la terminología en las instancias internacionales, ver el esclarecedor
texto de Verdeaux y Roussel (2006). Más específicamente, sobre Perú, el libro editado por
Robin Azevedo y Salazar-Soler (2009) muestra este fenómeno.
121
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
27
En este aspecto, nos aproximamos en parte a la propuesta de Molinié (1997), solo que en
este caso, contrariamente a lo que pasa en Yucay, la memoria no se ha hecho rito.
122
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
pesinos con la institución comunal, al reinventarla cada día y darle así un nuevo
aliento. El ejemplo de Llanchu, convertido en comunidad a fines de la década de
1980, muestra procesos similares en otras comunidades más recientes, sobre todo
aquellas que fueron creadas tras el fracaso de las cooperativas de producción. Es
cierto, las comunidades contemporáneas no guardan mucho en común con los ayllu
prehispánicos o sus herederos coloniales, pero esto no invalida su legitimidad. Ello
debería incitarnos a estudiar de mejor manera la idea que involucra a esta institución.
REFERENCIAS
Allen, Catherine J. (1984). Patterned time: the mythic history of a Peruvian commu-
nity. Journal of Latin American Lore, 10(2), 151-173.
Caballero, José María (1977). Sobre el carácter de la Reforma Agraria peruana. Latin
American Perspectives, 4(3), 146-159. Número especial: Peru, Bourgeois
Revolution and Class Struggle.
Dumezil, Georges & Pierre Duviols (1974-76). Sumaq T’ika. La princesse du village
sans eau. Journal de la société des américanistes, 63, 15-198.
Dumont, Louis (1966). Homo Hierarchicus. Le système des castes et ses implica-
tions. Paris: Gallimard.
Guillet, David (1979). Agrarian reform and peasant economy in southern Peru.
Columbia: University of Missouri Press.
Hall, Ingrid (2009). De la loi à l’esprit. Ethnogenèse récente d’une communauté
paysanne des Andes sud péruviennes. Thèse d’ethnologie. Université Paris
Ouest Nanterre La Défense.
Laats, Henkjan (2000). Propiedad y autonomía en comunidades campesinas en el
Perú, proyecciones desde la población. Taller regional realizado en 1997 en
la Casa Campesina «Comunidades campesinas y saneamiento legal en el con-
texto de la nueva Ley de Tierras» [en línea http://www.cepes.org.pe/apc-aa/
archivos-aa/1fd8b6ba349feba226226f85f5a32317/Propiedad_y_Autonom_a_
en_C_C_en_el_Per_.pdf. Consultado el 20 marzo 2011.
Lenclud, Gérard (1987). La tradition n’est plus ce qu’elle était... Sur les notions de
tradition et de société traditionnelle en ethnologie. Terrain, 9, 110-123.
Lestage, Françoise (1999). Naissance et petite enfance dans les Andes péruviennes.
Paris: Harmattan.
Lira, Jorge Arístides (1944). Diccionario kkechuwa-español. Tucumán: Universidad
Nacional de Tucumán.
123
INGRID HALL / La reforma agraria, entre memoria y olvido (Andes Sur peruanos)
Mayer, Enrique (2009). Ugly Stories of the Peruvian Agrarian Reform. Durham:
Duke University Press.
Molinié, Antoinette (1988). Sanglantes et fertiles, frontières. A propos des batailles
rituelles andines. Journal de la société des américanistes, 74, 49-70.
Molinié, Antoinette, (1997). Buscando una historicidad andina: una propuesta antro-
pológica y una memoria hecha rito. En Arqueología, antropología e historia
en los Andes: homenaje a María Rostworowski (pp. 691-708). Lima: Instituto
de Estudios Peruanos.
Ossio Acuña, Juan (1992). Parentesco, reciprocidad y jerarquía en los Andes. Lima:
Pontifica Universidad Católica del Perú.
Rappaport, Joanne (1998). The politics of memory. Native historical interpretation in
the Colombian Andes. Durham y Londres: Duke University Press.
Rasnake, Roger (1989). Autoridad y poder en los Andes. Los Kuraq de Yura. La Paz:
Hisbol.
Robin-Azevedo, Valérie (2008). Miroirs de l’autre vie. Pratiques rituelles et discours
sur les morts dans les Andes de Cuzco (Pérou). Paris: Société d’ethnologie.
Robin-Azevedo, Valérie & Carmen Salazar-Soler (eds.) (2009). El regreso de lo indí-
gena. Retos, problemas y perspectivas. Lima, Cusco: IFEA, CBC.
Salazar-Soler, Carmen (2009). Los tesoros del Inca y la Madre Naturaleza: etnoeco-
logía y lucha contra las compañías mineras en el norte del Perú. En V. Robin
y C. Salazar-Soler (eds.), El regreso de lo indígena. Retos, problemas y pers-
pectivas (pp. 187-216). Lima: IFEA, CBC, Embajada de Francia en Pérou,
Cooperación Regional.
Skar, Harald O. (1997). La gente del valle caliente: dualidad y Reforma Agraria entre
los runakuna (quechua hablantes) de la sierra peruana. Lima: Fondo Editorial
de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Seligman, Linda J. (1995). Between Reform and Revolution: Political Struggles in the
Peruvian Andes, 1969-1991. Stanford CA: Stanford University Press.
Taylor, Charles (1994). Multiculturalisme. Différence et démocratie. Mesnil-sur-
l’Estrée: Edition de l’Aubier.
Urton, Gary (1993). Constesting the past in the Peruvian Andes. En A. Molinié y A.
Monod-Becquelin, Mémoire de la tradition (pp. 107-144). Nanterre: Société
d’Ethnologie.
124
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
125
Los dilemas del Estado peruano en la
implementación y aplicación de la Ley
de Consulta Previa en los Andes peruanos
Rafael Barrio de Mendoza, Gerardo Damonte
Resumen
La promulgación de la Ley de Consulta Previa a los Pueblos Indí-
genas u Originarios como mecanismo estatal de participación e
inclusión social ha generado debates conceptuales sobre cómo
identificar a la población indígena andina. ¿Por qué esta ley tiene
dificultades para otorgar a la población andina derechos indígenas
a la consulta previa? El presente artículo intenta responder a esta
interrogante a partir de un recuento histórico de las formas de iden-
tidad andina y de un análisis del debate conceptual internacional
sobre la indigeneidad”. Argumentamos que el problema radica
en que la aplicación de la ley estructura un modelo de reconoci-
miento indígena especialmente restrictivo que no recoge de manera
adecuada el dinamismo y complejidad existentes en las formas de
adscripción identitaria en los Andes.
Palabras clave: Ley de Consulta Previa, indígenas, indio, campe-
sino, identidad, Perú, Andes.
128
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Introducción
129
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
1
Otro campo de investigación acerca de la conceptualización estatal sobre lo indígena viene
dado por la generación de estadísticas. Como instrumento de gobierno de poblaciones, los
130
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
131
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
3
La operación, desplegada desde el Estado, para redefinir los rasgos que determinaban al
sujeto subordinado, consistió en la producción y difusión de imágenes que revitalizaban la
herencia campesina, el énfasis en Túpac Amaru como «héroe campesino» y la articulación
de la movilización desde el régimen. Algunos efectos interesantes emergieron, como situar
al quechua como una lengua campesina preconizada por el régimen. Para explorar más esta
etapa y sus versiones locales, ver Mayer (2009).
132
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
en Puno (Damonte, 2011; Pozo, 2011), entre los cuales la identidad no se define
explícitamente en términos de «indigeneidad» sino de diferencia cultural. La
categoría de indígena se asentó en el resto de comunidades andinas como un
marcador ubicuo de discriminación y diferenciación social, en combinación con
otros referentes como el género, fenotipo, estilo de vida, educación, raza o lugar
(De la Cadena, 1992; Salas, 2007; Cánepa, 2007; Poole, 2000).
4
Para una visión crítica de esta postura ver De la Cadena (1990).
5
Damonte (2012) propone entender las aristas demográficas de la nueva ruralidad a partir
del proceso de diversificación de las actividades económicas de las familias campesinas, en
donde la gama de actividades productivas se amplía tanto espacial como profesionalmente,
en detrimento de la labor agrícola. La variedad de fuentes de ingreso sería el correlato de
una tendencia en las unidades domésticas a incursionar en actividades no agropecuarias
en el tejido de centros poblados inmediatos.
133
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
Una de las dimensiones que en este panorama de dispersión podría dar réditos de
un tipo de identificación política en los Andes radicaría, como ya se apuntó, en la
reificación de referentes territoriales locales. Procesos como la distritalización en
comunidades campesinas podrían estar dando pistas sobre cómo es que la búsqueda
de adscripción a la organización espacial del Estado apuntalaría formas de manejo
territorial que propician rangos de autonomía local (Barrio de Mendoza, 2012).
Desde un punto de vista más general, la territorialidad —esto es, los arreglos ins-
titucionales, las prácticas territoriales y los discursos que historizan la relación con
el territorio— que despliegan las comunidades campesinas podría ser posicionada
como fuente verificable de diferencia cultural. De esta manera, por ejemplo, territo-
rialidades aimaras o campesinas se plantearían como formas de relacionamiento con
espacios considerados vinculados con estos colectivos, empleando el argumento
de ancestralita, en donde se enfatizan los puntos de diferencia con otras formas
de relación con la tierra, como la propiedad privada, la concesión extractiva, etc.
(Damonte, 2011; Barrio de Mendoza y Cussianovich, 2012).
De esta manera, se tiene para el caso de la «indigenidad» en los Andes un
panorama que ha transitado desde el énfasis homogeneizador y subordinante de
la diferencia cultural, con el uso de los conceptos de indio e indígena durante la
Colonia, hasta el intento de asimilación jerarquizada a la comunidad nacional a
través de la ciudadanía durante la temprana república. Así, en la primera mitad
del siglo XX, los derechos ciudadanos fueron planteados desde un lenguaje
indigenista, re-elaborado en la década de 1970 con la puesta en circulación la iden-
tificación de campesino, que tuvo mayores efectos de reivindicación identitaria
al desprenderse de las connotaciones diferenciadores de la etiqueta de indígena.
En la actualidad, tenemos una dispersión de referentes desde las comunidades y
desde el Estado, alternando identidades locales, ambientales, urbanas y aquellas que
enfatizan la vulnerabilidad. Una posible fuente de identidad política, en ese sentido,
puede encontrarse a partir de los intentos de lograr mayor autonomía local desde
el posicionamiento de territorialidades planteadas como culturalmente diferentes.
134
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
6
Esta sección ha sido preparada a partir del documento Construcción de criterios territoriales
de identificación de pueblos indígenas en el marco de la Ley de Consulta Previa. CIES,
GRADE (2012).
135
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
y los rasgos y condiciones que lo componen se han ido plasmando, de esta manera,
en la serie de borradores, documentos de trabajo y declaraciones del Grupo de
Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de las Naciones Unidas, el Convenio 169 de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las planteamientos trabajados por
el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA por sus siglas
en inglés), y la normatividad y estándares promovidos por el Banco Mundial.
En el primer caso, el del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de
las Naciones Unidas, la definición empleada incide en la continuidad histórica de
los pueblos indígenas contemporáneos con sociedades pre-coloniales, el carácter
territorial del desarrollo de esta continuidad, su papel subordinado en las socie-
dades nacionales, la autoidentificación y la autodeterminación (Martínez Cobo,
1987, pp. 30-31). Por su parte, las ideas que plantea la definición contenida en el
Convenio 169 de la OIT no difieren mucho de aquellas empleadas por Martínez
Cobo, enfatizando la diferencia cultural y abriendo pistas de entendimiento más
flexible e históricamente pertinente, como la posibilidad de que esta continuidad
cultural sea parcial o que las instituciones indígenas hayan tenido acotaciones o
supervivencias parciales.
Un aspecto sobre el que llamar la atención es la invocación del texto en con-
ceder importancia a la autoidentificación de un colectivo como indígena como
criterio fundamental para determinar la adjudicación de los derechos diferenciados
(OIT, 2007, p. 18). Una conceptualización afín es planteada por IWGIA a partir
de las fuentes antes referidas, pero modera los alcances de la categoría al sostener
que «no existe una definición universal del concepto “pueblos indígenas”, pero
sí existe un número de criterios que sirven para identificarlos globalmente y
caracterizar individualmente a cada grupo» (IWGIA, s.f.).Por su lado, el Banco
Mundial propone una serie de criterios de identificación apoyándose en las defi-
niciones de la institucionalidad especializada —mencionada líneas arriba— y,
acorde a su mandato, ofrece una comprensión que liga la vulnerabilidad de los
grupos indígenas con políticas de desarrollo, afirmando que:
[…] han sido los habitantes más desfavorecidos, marginados y excluidos
en muchas partes del mundo. Sus identidades, culturas, tierras y recursos se
encuentran estrechamente entrelazados y son especialmente vulnerables a los
cambios que causan los programas de desarrollo (Banco Mundial, s.f.).
136
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
7
Como el caso descrito por Merlan en Australia, en donde la tensión entre la reivindica-
ción territorial propició el posicionamiento de una imagen de “indigeneidad”, desde las
poblaciones demandantes, que no tenía resonancias identitarias entre sus miembros, y que
competían y se retroalimentaban con las imágenes de «aborígenes» presentes en la sociedad
no indígena urbana.
137
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
138
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
139
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
8
Esta sección ha sido preparada a partir del documento «Construcción de criterios territo-
riales de identificación de pueblos indígenas en el marco de la Ley de Consulta Previa».
CIES, GRADE: Barrio de Mendoza y Cussianovich (2012).
140
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
4. Reflexiones finales
El Estado peruano fue parte del reducido grupo de países en ratificar el Convenio
169 de la OIT y por tanto comprometerse a establecer políticas especiales para
pueblos indígenas. Sin embargo, este compromiso no llevó al Estado a desarrollar
políticas de identificación ni mucho menos a impulsar modelos pluriétnicos de
9
En los últimos meses del año 2011 y los primeros de 2012, el Pacto de Unidad, conformado
por la Confederación Nacional Agraria (CNA), la Confederación Nacional de Comunida-
des afectadas por la Minería (CONACAMI), la Asociación Interétnica de Desarrollo de la
Selva Peruana (AIDESEP) y la Organización Nacional de Mujeres Indígenas y Amazónicas
del Perú (ONAMIAP), ha presentado una serie de reparos a la reglamentación de la ley,
argumentando, en materia de reconocimiento, la consideración de todos los descendientes
de pueblos precoloniales, no solo los directos, como indígenas (Pacto de Unidad, 2012).
Por otra parte, desde sectores empresariales con inversiones en actividades extractivas se
viene planteando que las comunidades campesinas de los Andes no son indígenas, debido
a su reciente formación como tales durante el proceso de Reforma Agraria.
141
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
142
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
REFERENCIAS
Alaperrine-Bouyer, Monique (2007). La educación de las élites indígenas en el Perú
colonial. Lima: IFEA.
Banco Mundial s.f. [En línea] Disponible en: http://www.bancomundial.org/temas/
resenas/indigenas.htm [último acceso: 21 de mayo de2012].
Barrio de Mendoza, Rafael y Alexandra Cussianovich (2012).Construcción de crite-
rios territoriales de identificación de pueblos indígenas en el marco de la Ley
de Consulta Previa. Lima: CIES (en línea).
Barrio de Mendoza, Rafael (2012).La construcción del gobierno municipal en el
espacio comunal: la transición territorial e institucional en la comunidad de
Chacán. En Alejandro Diez (ed.), Tensiones y transformaciones en comunida-
des campesinas. Lima: PUCP.
Bebbington, Anthony (2007).Minería, movimientos sociales y respuestas campesi-
nas: una ecología política de transformaciones territoriales. Lima: IEP, Cepes.
Brubaker, Rogers y Frederick Cooper (2000). Beyond «identity». Theory and Society,
29, 1-47.
Cánepa, Gisela (2007). Geopoética de identidad y lo cholo en el Perú: migración,
geografía y mestizaje. En Crónicas Urbanas.
CEACR (2009).Observaciones para Perú de la aplicación del Convenio 169 de la
OIT - 2009.s.l.: OIT.
CEACR (2010).Observaciones para Perú de la aplicación del Convenio 169 de la
OIT - 2010, s.l.: OIT.
Coates, Kenneth (2004).A global history of indigenous peoples. Struggle and surviv-
als. Nueva York: Palgrave McMillan.
Contreras, C. (2005). El impuesto de la contribución personal en el Perú del siglo
XIX.Histórica, 19(2). Lima: PUCP.
Damonte, Gerardo (2008).The constitution of political actors: peasant communities,
mining and mobilization in Bolivian and Peruvian Andes. Berlin: VDM Berlag
Dr. Muller.
Damonte, Gerardo (2011). Construyendo territorios: narrativas territoriales ayma-
ras contemporáneas. Lima: Clacso, Grade.
Damonte, Gerardo (2012). Dinámica rentista: transformaciones institucionales en
contextos de proyecto de gran minería. En Recursos naturales y desarrollo
rural. Lima: Grade.
143
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
144
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
145
RAFAEL BARRIO DE MENDOZA Y GERARDO DAMONTE / Los dilemas del Estado peruanol
146
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Scott, James C. (1999).Seeing like a State: how certain schemes to improve the human
condition have failed. New Haven: Yale University Press.
Spalding, Karen (1974).De indio a campesino: cambios en la estructura social del
Perú colonial. Lima: IEP.
Stern, Steve (ed.) (1990).Resistencia, rebelión y conciencia campesina en los Andes.
Siglos XVIII al XX. Lima: IEP.
Szablowski, David (2010). Re-empaquetando en CLPI: las conexiones globales y el
debate sobre el consentimiento indígena para la extracción industrial de recur-
sos. Anthropologica, 28(1). Lima: PUCP.
Taylor, Charles (1994).Multiculturalism: Examining the Politics of Recognition.
Princeton: Princeton University Press.
Valdivia, Néstor(2011).El uso de categorías étnico/raciales en censos y encuestas en
el Perú: balance y aportes para una discusión. Lima:Grade.
147
Conocimientos situados y biodiversidad:
tensiones entre prácticas de pequeños
agricultores ecológicos del sur del Brasil
y el régimen internacional de propiedad
intelectual
Guilherme Francisco Waterloo Radomsky
Resumen
Este artículo examina la relación entre los conocimientos y la pre-
servación de la agrobiodiversidad de agricultores ecológicos del
oeste de Santa Catarina, Brasil. Los derechos de propiedad inte-
lectual han tenido efectos directos sobre la producción de semillas.
Entre patentes y otras formas de controles, agricultores familiares
y actores conexos no aceptan tratar la vida como un «recurso».
Este trabajo tiene un doble objetivo: primero, analizar el panorama
internacional de la propiedad intelectual sobre la biodiversidad y
la producción de conocimientos, y segundo, examinar las acciones
de agricultores vinculados con Ecovida —red de agroecología com-
puesta por agricultores, consumidores y mediadores sociales en el
sur del Brasil— para inventar formas alternativas de gestión de los
saberes y de semillas «libres». El resultado es una acción paralela
de crítica al estrechamiento de la base genética y un esfuerzo por
la multiplicación de semillas y saberes por medio de redes y centros
de agrobiodiversidad.
Palabras clave: propiedad intelectual, agroecología, multiplicidad,
conflictos socioambientales, biodemocracia.
Abstract
The article approaches knowledges and biodiversity maintenance
among ecological farmers in the west of Santa Catarina state,
Brazil. The intellectual property rights have had direct effects on
seed production. Between patents and other systems of control,
family farmers deny treating life as a «resource». This paper has a
double aim: firstly, to analyze the intellectual property international
panorama over biodiversity and knowledge; secondly, to examine
practices of organic smallholders engaged to Rede Ecovida de
Agroecologia (an organic farming network born in the southern
Brazil) related to alternative forms of knowledge management and
production of patent-free seeds. The result is the action which paral-
lels the critique of the decrease on the availability of crop varieties
and the effort to multiply seeds and knowledges throughout networks
and agro-biodiversity centres.
Keywords: intellectual property, agro-ecology, multiplicity, envi-
ronmental and social conflicts, bio-democracy.
Resumo
O artigo analisa a relação entre os conhecimentos e a manuten-
ção da agrobiodiversidade entre agricultores ecológicos do oeste
de Santa Catarina, Brasil. Os direitos de propriedade intelectual
têm exercido efeitos diretos sobre a produção de sementes. Entre
patentes e outros sistemas de controle, agricultores familiares e
atores conexos rejeitam tratar a vida como «recursos». O trabalho
tem duplo objetivo: primeiro, analisar o panorama internacional
da propriedade intelectual sobre a biodiversidade e a produção de
conhecimentos; segundo, examinar as ações que agricultores ligados
à Rede Ecovida – rede de agroecologia composta por agricultores,
150
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
1. Introducción
151
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
derechos de propiedad (en forma de patente o control sui generis, como en este
caso), y los movimientos, las redes sociales o las comunidades locales en que el
ejercicio crítico de proposición y resistencia se constituye en formar alternativas
para la gestión de los saberes y de la biodiversidad en la agricultura.
Dicho esto, el objetivo de este artículo consiste, desde un punto de vista, en
examinar el panorama internacional y las correlaciones de fuerza entre los defen-
sores de los derechos de propiedad intelectual y las propuestas de patrimonio
común o la atribución de propiedad cultural colectiva a los grupos sociales sobre
las semillas y saberes, y desde otro, en analizar la dimensión territorializada de la
acción de los agricultores, técnicos y consumidores vinculados con la Red Ecovida
de Agroecología en el oeste de Santa Catarina (sur del Brasil), y específicamente
dos proyectos vinculados con la agrobiodiversidad y los conocimientos situados,
como la constitución de bancos de semillas abiertas y los espacios de intercambio.
La Red Ecovida surge en el ámbito de los movimientos ambientalistas rela-
cionados con la agricultura del sur del Brasil a finales de la década de 1990. En
sus veinticinco núcleos localizados en los tres estados del sur, se estima que la
Red se extienda a cerca de 170 municipalidades, aproximadamente doscientos
grupos de agricultores, veinte ONG, diez cooperativas de consumidores y más
de cien ferias libres ecológicas. En el oeste del estado de Santa Catarina, la Red
conserva un núcleo importante en Chapecó, una de las ciudades con mayor
población de la región, localizada aproximadamente a 150 km de la frontera
con Argentina, y congrega un conjunto razonable de sindicatos y movimientos
sociales vinculados con el campo.
Entre octubre de 2007 y junio de 2009, con algunas interrupciones, asistí a los
trabajos y las iniciativas de Ecovida en el oeste de Santa Catarina durante catorce
meses de investigación de carácter etnográfico. Durante ese período, en que
realicé entrevistas abiertas a personas y familias, así como varias observaciones
en diversas reuniones de la Red, uno de los procesos que más se promovieron
consistía en un conjunto de acciones que objetivaban la constitución y manteni-
miento de sistemas en red, cooperados y articulados, para la conservación de las
semillas. Además de ser una organización que promueve la agricultura ecológica
y la difusión de semillas, la Red se estructura con otras formas de agremiación
(sindicatos rurales y cooperativas) y opera en lo que en el Brasil se denomina
Sistema Participativo de Garantía, una forma de certificación ecológica realizada
por los propios agricultores, con apoyo de técnicos y consumidores (Radomsky,
2010). La certificación es, tal vez, su actividad más importante desde el punto
de vista político e institucional.
152
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Durante las décadas de 1980 y 1990 surgen con preponderancia los movimien-
tos relacionados con el medio ambiente y la agricultura en el Brasil. Al mismo
tiempo, es en ese mismo período cuando se fundan las ONG, preocupadas por
los efectos de la producción agrícola moderna sobre la naturaleza en el sur del
país. Eran iniciativas concretas para organizar el desarrollo de agriculturas alter-
nativas y cuestionaban el modelo que la «revolución verde» implantado en el
Brasil preconizaba.
A partir de mediados de la década de 1990, el debate sobre la producción de
orgánicos fue más efectivo y la posibilidad de creación de mercados especiales
para estos productos hizo que transcurriera un crecimiento de una agricultura
amparada en métodos de menor impacto ambiental. La Red Ecovida surge en
conjunto con el crecimiento de la agroecología y realiza la discusión acerca de
las formas participativas de certificación (Rede Ecovida, 2007).
Los núcleos de la Red son el principal espacio de organización donde inte-
ractúan los agricultores, dado que son ellos mismos quienes toman las acciones y
decisiones, como la organización de las reuniones y dos días de visita al campo, la
administración de la concesión de los sellos orgánicos, el establecimiento de prio-
ridad en visitas para la evaluación de cultivos y el registro de los p roductores en
entidades. Cada núcleo, que puede abarcar una o más municipalidades, conserva
153
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
1
El sitio de la Ecovida (http://www.ecovida.org.br/nucleos/) contiene informaciones sobre
dónde se localizan los núcleos y cuáles son las principales rutas de la Red en el Sur del Brasil.
Los agricultores que forman parte de la Red se encuentran en las categorías «certificados»
y «en transición», dado que forma parte del proyecto pedagógico realizar una progresiva
conversión de los participantes. Además, cada núcleo incluye mediadores (técnicos agrícolas
y agrónomos) y consumidores.
154
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
contar con una división de beneficios económicos, particularmente para los pue-
blos tradiciones que tienen conocimientos sobre los seres vivos y sus territorios.
A pesar de que haya representado un paso político importante, los benefi-
cios todavía son modestos y han generado disputas jurídicas importantes entre
empresas y grupos organizados (Calávia Sáez, 2008). Además, los últimos años
prueban los esfuerzos de las organizaciones multilaterales por difundir los bene-
ficios del TRIPS, dimensión que generó resistencias importantes, tales como la
Agenda de Desarrollo2
En el mercado de los bienes agrícolas se ha incrementado la producción de
semillas para ser compradas nuevamente a cada año por los agricultores. Para
tal propósito, la cuestión de autonomía y de la capacidad inventiva/adaptativa
de los campesinos se pone en riesgo, en paralelo al hecho de que las empresas
invierten en producir variedades poco diversas que sean estables y homogéneas.
De esa forma, el impase recae entre un abordaje que privilegia la privatiza-
ción de los de los recursos genéticos y su exploración en forma de monopolios,
que otorga subsidios a grandes corporaciones y empresas, y encuentra en el
Acuerdo TRIPS un punto de salvaguardia internacional; y, un pilar que sustenta
la repartición equitativa de la diversidad biológica con acuerdos de distribución
de beneficios y transferencia tecnológica entre países desiguales.
Se observa que la problemática acerca de la preservación de la biodiversidad
—en especial la agrobiodiversidad, en este caso— conduce a formas particula-
res de conocimiento sobre cultivos (Carneiro da Cunha, 2009). Al no existir la
forma de vida (la variedad vegetal, por ejemplo), se está a un paso de aniquilar
el saber para distintas aplicaciones y utilidades, conocimiento que se relaciona
acon aquella variedad y que es colectivamente compartido (para alimentación,
preparación de medicamentos, o elaboración de pesticidas naturales, entre muchas
otras finalidades).
2
Si las metas obtenidas en el TRIPS continúan alimentando los debates en el sistema de
relaciones internacionales, los llamados TRIPS-plus acompañan los acuerdos regionales
o bilaterales (Tratados de Libre Comercio) que imponen dispositivos más restrictivos. Por
tanto, la Agenda de Desarrollo puede ser considerada como una actitud desafiadora en
términos de propiedad intelectual que países «periféricos» consiguieron imponer contra
las naciones centrales y la fuerza de sus corporaciones. Presentada en 2007 por los países
afectados negativamente con la pauta de implantación del régimen de propiedad intelectual,
esta posee contenidos programáticos que tocan el tema del desarrollo. En el documento, la
propiedad intelectual es instigada a retornar a sus objetivos originales: la transferencia, la
innovación y la difusión tecnológica.
155
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
156
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
157
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
158
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
159
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
3
UNCTAD es la sigla para Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el
Desarrollo e ICTSD es el Centro Internacional para el Comercio y Desarrollo Sostenible.
160
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
161
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
A pesar de que haya surgido esa percepción entre los agricultores de Chapecó,
sentí esta perspectiva de manera muy expresiva en mis visitas a las áreas rurales de
Novo Horizonte, municipalidad de la región. Uno de mis interlocutores del lugar
comentaba sobre los encuentros, demostraciones de técnicas de cultivo o crianza
de animales conocidas como «días de campo», fiestas realizadas, y resaltaba
que era más relevante el evento para colocar las personas en interacción, que la
propia demostración o la palestra dadas por un especialista. En su explicación, el
encuentro funciona como una forma de los agricultores de ejecutar relaciones y
trueques, conocerse y discutir sus experiencias. Su relato comienza a ser provocador
cuando, hablando sobre él mismo, sostiene que su actuación como mediador tiene
más efectividad en la propia localidad, comparado al caso en que hipotéticamente
fuera a trabajar en otro lugar. En sus palabras, su acción se beneficia del hecho de
conocer a los agricultores y a los otros técnicos, tener mayor entendimiento de los
eventos naturales, de la formación histórica, conocer las propiedades rurales de la
municipalidad y estar a par del funcionamiento de la política del lugar. Enfatizó,
de ese modo, que el «saber local en la propia localidad» es más apropiado, mejor
utilizado donde es generado, una forma de conocimiento enraizado.
En realidad, mis datos de campo parecen mostrar más una preponderancia
en la localidad del conocimiento que una idea de tradición resguardada, a pesar
de que ella también exista. Sin embargo, la noción de «local» también es proble-
mática, dado que no todos los saberes circulantes en los lugares son producidos
en estos (Mudege, 2008).
De ese modo, más que conocimiento del local, prefiero la perspectiva en la
que este conocimiento se sitúa. Primero, porque rompe con el sentido común
de que hay una oposición en esencia entre ciencia y tradición y conocimiento
local. Segundo, esta mantiene la tensión entre conocimiento situado (resalta
su posicionalidad) y aquel que se pretende universal (la ciencia moderna). Sin
embargo, dado que es preciso tomar en serio los conceptos nativos (Viveiros de
Castro, 2002)4, mantengo la denominación local en algunos momentos del texto.
Si la dualidad entre las formas de conocer puede reforzar la colonización y
la simplificación del conocimiento local (para el asunto, consultar Oguamanan,
2008), esta también sitúa la diferencia irreductible entre formas de saber, una
vez que formas de conocimiento típicamente no-occidentales generalmente son
4
En un texto más reciente, Viveros de Castro (2011, p. 303) enfatiza la reflexividad de esta
idea, mencionando el ya conocido pasaje de Cocteau en que «los espejos deberían reflexionar
un poco más antes de devolver las imágenes». La fórmula a ser analizada se vuelve «tomar
en serio el acto de tomar en serio» el discurso del nativo.
162
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
5
Para un análisis detallado de los diferentes procesos de certificación (normas globales,
formatos principales y distintas aplicaciones), ver Radomsky (2010), Barham (2002) y
Mutersbaugh et al. (2005).
163
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
6
No investigo en este texto cuánto los conocimientos en agroecología son dinámicos y
dependen del sentido de experimentación de agricultores y técnicos. Lo mismo ocurre para
los agrónomos: existe un cierto consenso en que las técnicas y aplicaciones padronizadas
son menos eficientes, por esa razón los agricultores se ven en la posibilidad de apropiación
y producción de innovaciones (lo que también implica riesgos para las familias).
164
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
165
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
imprevisibles maneras, por tanto siempre hay interferencia entre las diferen-
tes realidades. Multiplicidad es inconsistente con singularidad, pero también
con pluralismo (Law, 2004, p. 162).
166
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Agradecimientos
REFERENCIAS
Almeida, Jalcione (1999). A construção social de uma nova agricultura. Porto Ale-
gre: Editora da Universidade (UFRGS).
Aragón, Lorraine (2010). O commons local como o meio-termo ausente nos debates
sobre conhecimento tradicional e a legislação de propriedade intelectual. En
O. F. Leal y R. Souza (eds.), Do regime de propriedade intelectual: estudos
antropológicos (pp. 243-261). Porto Alegre: Tomo Editorial.
Barham, Elisabeth (2002). Towards a theory of values-based labeling. Agriculture
and Human Values, 19, 349-360.
Calávia Sáez, Óscar (2008). Biopiratas e biocolonialistas: contos sobre a propriedade
privada da natureza, sobre os saberes indígenas e os poderes dos advogados.
Humboldt, 50(96), 44-46.
Carneiro da Cunha, Manuela (1999). Populações tradicionais e a Convenção da
Diversidade Biológica. Estudos Avançados, 13 (36), 147-163.
167
GUILHERME RADOMSKY / Conocimientos situados y biodiversidad.
Carneiro da Cunha, Manuela (2009). Cultura com aspas e outros ensaios. São Paulo:
Cosac Naify.
Castelli, Pierina y John Wilkinson (2002). Conhecimento tradicional, inovação e
direitos de proteção. Estudos Sociedade e Agricultura, 19, 1-14.
De la Cadena, Marisol (2010). Indigenous cosmopolitics in the Andes: conceptual
reflections beyond «politics». Cultural Anthropology, 25 (2), 334-370.
Escobar, Arturo (1999). Comunidades negras de Colombia: en defensa de biodiversi-
dad, territorio y cultura. Biodiversidad, 22, 15-20.
Escobar, Arturo (2008). Territories of difference: place, movements, life, redes.
Durham: Duke University Press.
Goldman, Marcio (2011). O fim da antropologia. Novos Estudos Cebrap, 89, 195-
211.
Haraway, Donna (1991). Situated knowledges: the science question in feminism and
the privilege of partial perspective. En Simians, cyborgs, and women: the rein-
vention of nature (pp. 183-201). Nueva York: Routledge.
Ingold, Tim (2000). The perception of the environment. Essays on livelihood, dwell-
ing and skill. Londres: Routledge.
Law, John (2004). After method: mess in social science research. Londres; Nueva
York: Routledge.
Li, Tania (2000). Locating indigenous environmental knowledge in Indonesia. En:
R. Ellen, P. Parkes y A. Bicker (eds.), Indigenous environmental knowledge
and its transformation: critical anthropological perspectives (pp. 121-149).
Amsterdam: Harwood Academic.
Martin, George y Saskia Vermeylen (2005). Intellectual property, indigenous knowl-
edge, and biodiversity. Capitalism, nature, socialism, 16 (3), 27-48.
Mignolo, Walter (1995). The darker side of the Renaissance: literacy, territoriality,
and colonization. Ann Arbor: University of Michigan Press.
Mudege, Netsayi (2008). An ethnography of knowledge: the production of knowledge
in Mupfurudiz resettlement scheme, Zimbabwe. Leiden: Brill.
Mutersbaugh, Terry , Daniel Klooster, Marie-Christine Renard y Peter Taylor (2005).
Editorial. Certifying rural spaces: quality-certified products and rural gover-
nance. Journal of Rural Studies, 21(4), 381-388.
Nazarea, Virginia (2006). Local knowledge and memory in biodiversity conservation.
Annual Review of Anthropology, 35, 317-335.
168
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
169
Reseñas
171
Reseñas
“atrasado y tan violento”, con “hombres que viven todavía como en los tiempos
prehistóricos”» (p. 9).
Quiero detenerme en el concepto de testimonio y lo que aporta este docu-
mento autobiográfico. Cuando leía el libro, varias veces me pregunté: ¿cómo leer
y situar el testimonio de Lurgio en un momento muy particular de violencia que
vivimos en Latinoamérica? Como tales, los testimonios contienen intencionalidad,
son memorias que circulan y se apropian con un fin, a diferencia de la historia
de vida o la biografía. Todo testimonio, en primera o tercera persona, al circular
públicamente, presupone una forma de verdad. Es relatar al mundo lo «sucedido»
para generar moralidades y afinidades, desprendiendo al autor de las palabras.
Como señala Lurgio: «es mejor que la obra se encargue de justificarme».
Ya han pasado los años de revuelo en los que los movimientos guerrilleros
abrieron un hueco muy hondo en la consciencia de la gente y cuyos resultados
han sido terriblemente contraproducentes a las utopías enarboladas. Ciertamente
todavía siguen languideciendo algunos movimientos como Sendero, pero las
condiciones han cambiado fuertemente a diferencia de hace cuarenta años, por
ejemplo. También han pasado los años en que el testimonio sirvió como un arma
para denunciar las violencias traumáticas de parte de los aparatos del Estado
(Beverley, 2010; Binford, 2008), testimonios que servían como medios propa-
gandísticos al mismo tiempo para atraer apoyos y formar opinión pública afín a
las causas revolucionarias.
Estamos ahora en el siglo XXI, en el que el paso de regímenes autoritarios
abrió camino a las llamadas democracias, sin embargo, prontamente, muchos
regímenes han experimentado regresiones autoritarias o nuevas formas de dominio
en las que la violencia se generaliza conforme se declaran estados de emergencia.
En este escenario, ¿cómo puede ser recibida la autobiografía de Lurgio en un
contexto de violencias confusas?
En primer lugar, me parece que uno de los aportes más interesantes del libro
es que su testimonio rompe con el canon tradicional del testimonio en forma de
heroísmo o tragedia (Beverley, 2010). No pretende ser una voz de los sin voz,
no hay mediación —como dice Yerko en el ensayo introductorio—, porque al
autor, aunque le interesa dejar constancia de las atrocidades de Sendero Luminoso
o del Ejército peruano y las rondas campesinas, toma un punto de vista cuasi
atmosférico en la narración. Es decir, no es una historia de violencia, como dice,
sino relatos de la vida cotidiana carentes de dramatismo y partidismo político.
En este sentido, la autobiografía se acerca más a un tipo de realismo literario en
forma etnográfica que a un testimonio revolucionario. En segundo lugar, con
172
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
173
Reseñas
174
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Bibliografía recomendada
Beverley, John (2010). Testimonio. Sobre la política de la verdad. Buenos Aires:
Bonilla Artigas.
Binford, Leigh (2008). Escribiendo Fabio Argueta: testimonio, etnografía y derechos
humanos en tiempos neoliberales. En Francisco Carpinteiro (ed.), Globaliza-
ción y etnografía. Experiencias en el Sur. México D.F.: Colegio de Michoacán.
Das, Veena (2008). Sujetos de dolor, agentes de dignidad. Bogotá: Pontificia Univer-
sidad Javeriana, Universidad Nacional de Colombia.
Van Dun, Mirella (2009). Cocaleros. Violence, Drugs and Social Movilization in the
Post-Conflict Upper Huallaga Valley. Ámsterdam: Dutch University Press.
175
Reseñas
176
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
El capítulo 1, elaborado por Pedro Castillo, tiene como fin analizar cuatro
grandes temas en la legislación peruana: el reconocimiento legal de las comu-
nidades, la representación comunal, la protección de sus tierras y el papel que
juegan en relación con la extracción de recursos naturales, específicamente mine-
rales. El desarrollo de cada uno de ellos muestra las idas y venidas en términos
de reconocimiento y derechos adquiridos, pero sobre todo hace evidente que el
reconocimiento formal y legal a menudo no implica que se logre un ejercicio
efectivo de derechos, muchas veces debido a los trámites burocráticos y a la falta
de voluntad política.
Por otro lado, este capítulo hace evidente el paso de una legislación de corte
proteccionista —la Constitución de 1920— hacia una de corte neoliberal —la
Constitución de 1993— que desprotege a las comunidades y sus territorios.
También muestra cómo todos los cambios normativos han ido moldeando la
organización comunal y perfilando sus características. Ejemplos de ello son la
desaparición de la figura del personero o los cambios en los procesos de elec-
ción de las autoridades. En general, estos detalles hacen notar los límites de la
autonomía política de las comunidades y la importancia de los marcos legales
para su funcionamiento.
Otro tema importante, que también es tocado por Zulema Burneo en el capítulo
3, es la evidencia de la reducción en los mecanismos de protección a las tierras
comunales. Tras la promulgación de la Constitución de 1933, diversos dispositi-
vos legales establecían la imprescriptibilidad, inalienabilidad, inembargabilidad,
y sobre todo, la integridad de estas tierras. No obstante, esta última disposición
desapareció en la Constitución de 1979 y nunca más sería retomada. La Consti-
tución de 1993 fue el mayor retroceso: solo se indica que las tierras comunales
son imprescriptibles. Además, se dan otras modificaciones orientadas a liberalizar
el mercado de tierras, iniciar el proceso de apropiación de las tierras eriazas y a
dejar sin precisar los límites a la propiedad agraria, llevando a situaciones extre-
mas como las que se atraviesan ahora, donde grupos empresariales concentran
grandes cantidades de tierra en la costa y selva, entre otros.
Este capítulo —y en realidad todos, en distintos grados— muestra cómo
el auge de las industrias extractivas ha generado presiones en el territorio e
impactos en las organizaciones comunales, que no son necesariamente las más
beneficiadas debido a la ausencia de un Estado veedor y regulador de procesos,
las asimetrías de información y las pocas capacidades de negociación que tienen.
Incluso el autor afirma que, luego de la revisión y análisis legal y del contexto
nacional, se puede sostener que no existen verdaderos mecanismos que protejan
177
Reseñas
178
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
179
Reseñas
la posición de la mujer en el espacio rural, pero también es cierto que aún las
desventajas y desigualdades son significativas.
Finalmente, el último capítulo, realizado por Pablo del Valle, muestra primero
los modos predominantes de abordar la identidad en los espacios rurales (del indio
al campesino) y resalta la escasa información que se tiene, en especial en lo que se
refiere a la identidad comunal. Señala, además, que esta se relaciona directamente
con macroprocesos como los mencionados, reconfigurándose constantemente.
También sugiere que la religión y manifestaciones culturales, como bailes y fiestas
patronales, juegan un rol clave para las dinámicas comunales, y que a través de
ellas se pueden observar los cambios en las identidades y mentalidades.
Para cerrar esta breve síntesis del libro se plantearán algunas reflexiones
generales. Por un lado, todos los capítulos nos muestran la heterogeneidad de
las comunidades y que no existe «una realidad unívoca de lo comunal»: si bien
pueden tener una naturaleza semejante, cada contexto plasma características
particulares. Asimismo, sugieren la capacidad de reconfiguración y reacomodo
de las comunidades a lo largo del tiempo, criticando la premisa de un sector que
plantea que estas vienen dejando y dejarán de ser importantes en el espacio rural,
y proponen que la realidad muestra que vienen cumpliendo rol político.
Finalmente, solo cabe indicar que muchos de los problemas señalados en el
libro, tales como la inseguridad de la tenencia y propiedad comunal, la presión de
actores extraterritoriales en los territorios comunale, o las asimetrías de informa-
ción y de acceso a vías efectivas para hacer valer sus derechos, han contribuido
al incremento de la conflictividad y han desencadenado crisis de gobernabilidad
en distintas regiones del país, dejando claro que la problemática rural y comunal
debe ser atendida.
Patricia Quiñones
180
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
181
Reseñas
182
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
1
Sobre el tema, la tesis doctoral de Serafín Osorio trata el caso de la comunidad de Cátac,
en Ancash, cuya empresa comunal es uno de los elementos centrales de la reconfiguración
de lo comunal.
183
Reseñas
184
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Como señalamos al inicio de esta reseña, el abanico de temas que abordan los
once estudios presentados es amplio y variado. No será posible hacer referencia
2
Ver por ejemplo, los documentos de la International Land Coalition (ILC) y el sitio web
del Observatorio de los Derechos Sobre la Tierra de ILC-CEPES.
185
Reseñas
precisa a todos en este espacio3, pero quisiera referirme a algunos más como
ejemplo de las temáticas tratadas.
Un contenido recurrente en el libro es el de las tensiones con empresas pri-
vadas en un contexto de presión por los recursos. Un buen ejemplo es el estudio
de Patricia Quiñones, que analiza los cambios en el gobierno comunal en una
comunidad campesina de la costa norte frente al ingreso de una empresa petrolera
mostrándolo como un nuevo campo de disputa por el poder y asumiendo nuevos
roles, pero al mismo tiempo expuesto a nuevas tensiones y conflictos. El estudio
de Susana Orellana sobre una antigua comunidad de la costa piurana se ubica en
el mismo contexto, pero se centra en la relación entre nuevos recursos, dinámicas
electorales y disputas políticas entre la comunidad y el gobierno local.
Otro ámbito geográfico y temático es el abordado por Ximena Málaga, quien
presenta un estudio sobre turismo y organización comunal en dos comunidades
campesinas de Cusco, analizando una doble relación: el impacto de la actividad
turística en las comunidades y las respuestas y estrategias de estas para vincularse
con dicha actividad. Analiza cómo las capacidades y respuestas diferenciadas se
vinculan con las formas previas de organización comunal. El tema del turismo
aparece también en el caso que estudia Adriana Asmat, en el que analiza las dis-
putas por el control del bosque de piedras de Huarón entre una comunidad de la
sierra de Pasco y la municipalidad del centro poblado menor de la zona.
Por su parte, el estudio de Rafael Barrio de Mendoza incluye una perspec-
tiva histórica para mostrar la relación entre la transformación del espacio y del
territorio de una comunidad cusqueña y las nuevas lógicas de gobierno local y
comunal, que generan nuevos arreglos institucionales, aportando una reflexión
interesante sobre lo que sucede con la comunidad en un proceso de urbanización
y «trasformación territorial».
Cercanos a este tema se pueden ubicar los estudios de Paola Barriga en Huan-
cavelica y de Claudia Chávez en el valle del Mantaro. El primero muestra un
proceso de fragmentación comunal que se entrelaza con las tensiones generadas
por la presencia de la industria minera y los debates comunales sobre propiedad y
titulación de tierras. El segundo describe un proceso de distritalización que genera
caminos distintos en las dos comunidades estudiadas: uno de debilitamiento y
otro de dinamismo comunal. En suma, estos estudios hablan de distintos procesos
de «comunalización», fragmentación y redefinición de la comunidad campesina
ligados a los cambios en la demarcación local del territorio.
3
Un breve resumen de cada caso se encuentra en la introducción del libro.
186
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
187
Colaboradores
Alejandro Diez
Doctor por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París (EHESS),
es profesor y consultor en temas sociales y rurales con especial énfasis en la
organización y las relaciones políticas y económicas de poblaciones costeñas y
andinas en Perú. Trabajó en el Centro de Investigación y Promoción del Cam-
pesinado (CIPCA) y desde 1996 en la Pontificia Universidad Católica del Perú
donde es coordinador de la Maestría y Doctorado en Antropología. Ha desa-
rrollado varias investigaciones y consultorías en las áreas de desarrollo rural,
organización y procesos sociales (economía, religión y política), la provisión de
servicios (educación y salud) y conflictos sociales en áreas rurales de diversas
188
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
189
Colaboradores
Hall, Ingrid
Profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal.
Ingeniera agrónoma de formación, se graduó en el Centro Nacional de Estudios
Agronómicos de Regiones Cálidas de Montpellier (1999), especialidad en gestión
social del agua. Curso luego estudios en ciencias sociales en el Departamento
de Etnología de la Universidad Paris Ouest - Nanterre La Défense donde obtuvo
su doctorado en antropología. Hasta el 2013 estuvo afiliada al Laboratorio de
Etnología y Sociología comparativa del CNRS - Universidad de Nanterre. Su tesis
doctoral, sustentada en 2009, aborda el estudio de la formación de una comunidad
campesina en la provincia cusqueña de Calca. Este proceso, desencadenado por la
Reforma Agraria de 1969, fue enfocado a partir de tres perspectivas complemen-
tarias. La primera histórica, que abarca la microhistoria local y la historicidad. La
segunda política, que analiza el funcionamiento político de la comunidad. Y la
tercera simbólica, que muestra de que manera la comunidad se concibe en analogía
con el cuerpo humano. Este interés por las dinámicas sociales contemporáneas
en las comunidades campesinas la condujo al estudio de la conservación de la
biodiversidad de la papa a través del trabajo realizado de forma conjunta por
campesinos del distrito de Pisac, una ONG y el Centro Internacional de la Papa.
Correo electrónico: ingridhallp@yahoo.fr
Gerardo Damonte
Doctor en Antropología por la Universidad de Cornell. Se desempeña como pro-
fesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica
del Perú (PUCP) siendo además investigador principal en el Área de Recursos
Naturales del Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE). Conduce proyectos
en tres áreas temáticas interrelacionadas: industrias extractivas y sociedad rural,
conocimiento local y cambio climático, y; territorios y movimientos sociales.
Su trabajo está geográficamente enfocado en Latinoamérica, en particular en
los Andes centrales. Entre sus publicaciones figura The Constitution of Political
Actors. Peasant Communities and Mobilization in Bolivian and Peruvian Andes
(2008) y Construyendo territorios: narrativas territoriales aymaras (2011), así
como varios artículos referidos a temas sociales en los Andes. Correo electrónico:
gdamonte@pucp.pe
190
ANTHROPOLOGICA/AÑO XXXI, N.° 31
Guilherme Radomsky
Doctor en Antropología Social por la UFRGS (2010), fue Research Scholar en
la University of North Carolina en Chapel Hill (EE.UU) entre 2009 e 2010. Es
profesor del Departamento de Sociología y de los Programas de Postgrado en
Sociología (PPGS) y en Desarrollo Rural (PGDR) de la Universidade Federal do
Rio Grande do Sul (UFRGS), y profesor colaborador de la Universidad Nacional
de Misiones, Argentina. Realiza investigaciones en las áreas temáticas: estudios
sobre el desarrollo; ruralidades y eco-labelling; conocimientos locales y propiedad
intelectual. Entre sus últimas publicaciones se cuentan «Desenvolvimento, pós-
estruturalismo e pós-desenvolvimento: a crítica da modernidade e a emergência
de “modernidades” alternativas» em Revista Brasileira de Ciências Sociais, v.
26, p. 149-162, 2011. Y «Problemas e tensões entre as noções de produção, pro-
priedade intelectual e cultura» em Horizontes Antropológicos, v. 18, p. 155-183,
2012. Correo electrónico: g.radomsky@gmail.com
191
Colaboradores
Patricia Quiñones
Licenciada en Antropología por la Pontificia Universidad Católica del Perú y
diplomada en Instituciones Políticas por la Escuela de Gobierno de la misma
universidad. Actualmente es coordinadora de proyecto en la Asociación Servicios
Educativos Rurales y trabaja en temas relacionados a industrias extractivas, polí-
tica y organización en espacios rurales. Ha publicado artículos e investigaciones
centrados en gobiernos locales, procesos de descentralización, comunidades
campesinas, conflictos socioambientales, entre ellos «Concesiones, participación
y conflicto en Puno. El caso del proyecto minero Santa Ana» en: Los límites
de la expansión minera en el Perú. Asociación SER, 2013. Y Municipalidades
distritales rurales del altiplano: Los nudos de la política local. Asociación SER,
2012. Correo electrónico: patriciaquinonesp@gmail.com
192
Normas formales para la colaboración en
Anthropologica
1. La revista Anthropologica considerará para su publicación trabajos inéditos pro-
ducto de investigaciones, ensayos en los que se proponen avances teóricos y reseñas
de libros recientemente publicados en el área de las ciencias sociales.
2. Se aceptan artículos en español y en portugués. Los artículos en portugués que fue-
ran aceptados para su publicación deberán ser traducidos al español por el/a autor/a
y reenviados a la revista.
3. Deben enviarse con un resumen en español y en inglés y con palabras clave en
ambos idiomas.
4. Los artículos serán sometidos al arbitraje anónimo de dos especialistas en el tema.
En caso de discrepancia, uno tercero dirimrá.
5. Incluirán una reseña biográfica indicando la afiliación profesional y académica, su
tema o intereses de investigación y las publicaciones más recientes del autor.
6. Los originales deben presentarse Times New Roman 12 a dos espacios, en hojas
tamaño A4 y con márgenes de 2,5 x 2,5 cm. La extensión no debe superar las 20
páginas. Se enviarán por correo electrónico a la siguiente dirección: <anthropo@
pucp.edu.pe>.
7. Los trabajos serán evaluados de acuerdo a los siguientes criterios: claridad y cohe-
rencia, adecuada organización interna, calidad de las referencias bibliográficas,
aportes al conocimiento del objeto, adecuada elaboración de los resúmenes y perti-
nencia del título.
8. Título: Evitar siglas y acrónimos. Debe ser explicativo y recoger la esencia del
trabajo. Debe ser escrito en español e inglés.
9. Resumen: En español e inglés y con una extensión máxima de 200 palabras. Debe
contener: breve introducción, objetivo o propósito, método, principales hallazgos y
conclusiones principales.
10. Palabras clave: En español e inglés: descripción del contenido del trabajo usando
5 palabras clave para su inclusión en los índices nacionales o internacionales. Se
presentará al final del resumen.
11. Citas:
• Las citas textuales que van dentro del texto deben estar entrecomilladas y en
redondas (letra normal).
• Las citas textuales que excedan las cuatro líneas deben ir fuera del texto en
párrafo aparte. Se deben componer a espacio simple, sin comillas y en redondas.
Deben ir con un margen adicional de 12 a 15 espacios a partir del comienzo de
las líneas normales. Irán en Times New Roman 11.
193
NORMAS FORMALES PARA LA COLABORACIÓN EN ANTHROPOLOGICA
194
Guía de evaluación para los árbitros
Artículo:
_____________________________________________________________________
3. Si las palabras clave reflejan el contenido principal del trabajo. En español o portu-
gués y, de preferencia, también en inglés.
6. Si en las notas solo se incluye aquellas que contribuyen a una mejor comprensión
del texto, evitándose el uso excesivo de las mismas.
195
GUÍA DE EVALUACIÓN PARA LOS ÁRBITROS
Originalidad Excelente............................
Muy bueno.........................
Bueno.................................
Regular...............................
Deficiente...........................
Consistencia teórica Excelente............................
Muy bueno.........................
Bueno.................................
Regular...............................
Deficiente...........................
Contribución al avance Excelente............................
de la disciplina Muy bueno..........................
Bueno..................................
Regular...............................
Deficiente...........................
Utilización de fuentes y/o Excelente............................
bibliografía Muy bueno.........................
Bueno.................................
Regular...............................
Deficiente...........................
Redacción (claridad, estilo) Excelente............................
Muy bueno.........................
Bueno.................................
Regular...............................
Deficiente...........................
Calificación personal
Considero que el artículo debería ser:
Publicado en su estado actual...........
Modificado.......................................
No publicado....................................
Modificaciones sugeridas
Comentario adicional
196