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Módulo III
Estrategias
de reproduccion
de las familias pobres
Instituto de Capacitación
y Estudios Profesionales
Autoridades del Colegio
de Trabajadores Sociales
de la provincia de Buenos Aires
CONSEJO SUPERIOR
Mesa Ejecutiva:
Presidente: MARIA JOSE CANO
Vicepresidente: MANUEL WALDEMAR MALLARDI Vocales Distrito Moreno - Gral. Rodriguez:
Secretario: MARCELA PATRICIA MOLEDDA Titular: MARCELO ANIBAL ECHAZARRETA
Tesorero: MARIA DOLORES APRAIZ Suplente: MARIANO EDUARDO COLOMBO
TRIBUNAL DE DISCIPLINA
Presentación
No es objeto del presente módulo problematizar en clave histórica dicha vinculación, que en-
tendemos está legitimada por las diversas perspectivas que procuran y han procurado explicar
la profesión. Más bien nos proponemos partir de la realidad desde un proceso de dilucidación de
lo que acontece para encontrar algunas respuestas, o al menos formularnos nuevas preguntas.
Quienes transitamos hace años el ejercicio profesional hemos experimentado que - nos desem-
peñemos en el espacio socio - ocupacional que nos desempeñemos (con sus lógicas y compleji-
dades diversas) - en todos ellos cuando emerge una problemática vinculada a las familias pobres,
desde el administrativo que la recibe hasta el mismísimo director del servicio nadie dudará en
que ello es tema “de los trabajadores sociales”.
Para ello la propuesta es generar una ruptura con lógicas que solo han intentado nombrar la
pobreza como sinónimo de carencia, que han explicado la vida de las personas pobres limitada
a lo “que no tienen”. Procuraremos, adhiriendo a la línea de lo desarrollado por Alicia Gutiérrez
(2007) comprender a las familias pobres a partir de sus propias posibilidades y construcciones,
desde “lo que tienen” que se expresa en una diversidad de recursos económicos, culturales y
simbólicos que son utilizados y reconvertidos en los diversos momentos socio – históricos en los
que reproducen su vida cotidiana.
Para ello introduciremos la relación de la reproducción con las necesidades entendiendo que
una no puede ser explicada sin la otra, lo cual nos conduce a una perspectiva superadora de la
fragmentación anteriormente planteada. Recuperando aportes de Lessa (1999) consideramos
que las necesidades aluden a procesos sociales complejos y que la construcción de medios o
instrumentos para su satisfacción (mediante el trabajo) es en definitiva lo que explica la historia
de la humanidad. El trabajo es, en esta lógica de base marxiana, categoría ontológica del ser
social, medio central para acceder a los satisfactores que permitirán resolver las necesidades1.
Aquí ya estamos introduciendo otra categoría que nos interesa recuperar que es la de satis-
factores, posibilitando una diferenciación de estos de las necesidades. En vinculación con la
categoría luckasiana de previa ideación2 - como anticipación, como definición de la finalidad de
la acción antes de realizarla, cualidad que singulariza a los seres humanos - se comprende que
la reproducción exige objetivación en tanto materialización de alternativas posibles. La objeti-
vación (como momento concreto donde se sintetizan la previa ideación y las cadenas causales
propias del proceso de trabajo) tampoco puede pensarse como un proceso individual puesto que
es inherente al mismo el atributo de pertenencia al género humano. Se consignan diferencias
propias de las condiciones subjetivas de los sujetos las cuales también se desarrollan en los
contextos de relaciones sociales.
Siempre en la línea de una perspectiva marxista, en la medida que se complejizan los instru-
mentos mediante los cuales los seres humanos se vinculan con la naturaleza mediante el trabajo
en el modo de producción capitalista, se complejizan las formas de organización social. La or-
ganización societal actual ha configurado una dinámica donde el sistema de necesidades y su
resolución poseen alternativas reducidas, siendo asalariarse3 como una de las únicas opciones
reconocidas como posibles para quienes dependen de la venta de la fuerza de trabajo para su
reproducción cotidiana.
1 Lukács (2004) recupera de Engels la consideración del trabajo en el centro de la hominización del hombre y afir-
ma que la categoría trabajo es la forma originaria del actual humano, una particular interacción del hombre con la
naturaleza, con la finalidad de transformarla para dar respuesta a sus necesidades, ello no implicaría que todos los
actos humanos sean reducibles al trabajo sino que a partir del mismo es que existen las diversas formas de actividad
humano –social.
2 El pensador húngaro (2004) plantea que el trabajo como tal podría pensarse que no es exclusivo del ser humano,
otras especies también constituyen interacciones similares. En este punto el autor recupera a Marx (2015) quien va a
consignar una diferencia esencial entre las otras especies y el hombre con respecto al trabajo: la posibilidad de anti-
ciparse a lo que desea lograr. Esta condición que se reconoce como exclusiva del modo de interacción entre el hombre
y el medio natural es denominada por Lukács teleología. La posición teleológica se plantea como condición fundante
del trabajo humano, que lo singulariza de otros modos de vincularse con la naturaleza. Teleología que, es proceso de
objetivación, “previa ideación”, capacidad del hombre de tener conciencia sobre la finalidad de sus acciones antes de
realizar las mismas.
3 La noción de asalariarse refiere a la condición propia de la clase trabajadora de venta de la fuerza de trabajo en el
mercado a cambio de un salario.
Sigamos pensando sobre ello. Situando el tema desde una perspectiva estructural, despejando
desde lo más general hasta lo más concreto que cada día transitamos.
Siempre sosteniendo el análisis desde una perspectiva histórico crítica, entendemos que en la
sociedad capitalista contemporánea, en un proceso que articula tanto la necesidad del capital
de garantizar su reproducción atenuando los efectos de la pobreza, así como los procesos de
organización de los trabajadores vinculados a la reivindicación de sus derechos no resueltos
mediante el salario, aparece con carácter subsidiario el rol del Estado mediante las políticas
sociales. Estas últimas se plantean reproduciendo una lógica fragmentada en la concepción de
la cuestión social así como en la consideración de los derechos como atributos individuales. En
las mismas aparecemos nosotros (los y las trabajadores sociales) considerando a las políticas so-
ciales como espacios prioritarios para nuestro desempeño desde el lugar que se nos es asignado
en la división socio – técnica del trabajo4.
4 Podemos afirmar cierta concordancia en esta concepción de la profesión referenciada por ejemplo en el Documento
3 (2007:1) de la Federación Argentina de Unidades Académicas de Trabajo Social (FAUATS) que afirma: “Partimos de
la concepción de la profesión como aquella que se inscribe en la división social y técnica del trabajo, situada en
el proceso de reproducción de relaciones sociales en la sociedad capitalista. Esto significa que el Trabajo Social no
puede ser comprendido al margen de las relaciones económicas, sociales, políticas y culturales que se articulan en la
sociedad capitalista (…)”
Se produce una inversión entre medios y fines, el objetivo de los satisfactores que es la repro-
ducción de la vida de las personas pasa a ser, en el orden del capital, un medio para un fin.
Trastoca la idea de utilidad por la idea de interés, el satisfactor deja de medirse por su capacidad
para resolver necesidades y es valorado por su posibilidad de acumular capital.
Laura Massa (2010) nos propone considerar las necesidades como construcciones sociales, que
son producto de luchas y contradicciones históricas y que en la actualidad se presentan como
alienadas considerando que se definen a partir de la relación desigual entre capital y trabajo.
Esta desagregación obedece solo a los fines explicativos y se vincula más a como se presentan
los satisfactores que a las necesidades en sí mismas.
Cuando parte de la reproducción no está contenida en el salario, los sujetos quedan por fuera
del dominio del capital, lo cual por una parte es favorable para el mismo capital puesto que le
permite reducir sus costos de producción y con ello aumentar sus ganancias, pero por otra parte
habilita a los sujetos a adquirir satisfactores en forma desmercantilizada5 con las posibilidades
5 Laura Massa (2010) recupera de Esping Andersen (1993) el concepto de desmercantilización compuesto por tres
Ambas opciones implican la generación de un marco de autonomía de los sujetos sociales con
respecto al mercado y en tal sentido asumen cualidades emancipatorias. Sin embargo para que
dicho proceso sea transformador deben ser constitutivos del mismo la lucha y la disputa de sen-
tidos destinados a lograr que las necesidades sean consideradas reivindicaciones.
Desde esta categoría resulta sumamente enriquecedor el develamiento que aporta Massa (2010)
de la multiplicidad de prácticas realizadas por los sectores populares, con un especial énfasis en
aquellas llevadas a cabo por las mujeres e incluso por los niños, para resolver la reproducción co-
tidiana de sus familias. Prácticas frecuentemente invisibilizadas, justamente porque no pueden
encuadrarse en la lógica del mercado, pero que son fundamentales en la posibilidad de sobrevi-
vencia de amplios sectores poblacionales. La “peregrinación” por los servicios sociales; la insis-
tencia en la demanda (muchas veces sostenida con largas horas de permanencia en los servicios);
la comunitarización del cuidado; la elaboración de alimentos caseros que luego son vendidos
por los niños pequeños; las ferias de ropa usada; el intercambio; la elaboración comunitaria
de alimentos; las fuentes de información sobre espacios que proveen recursos, la producción
familiar o barrial de alimentos; etc.; son habitualmente las actividades cotidianas que ocupan la
mayor cantidad del tiempo de las personas con las cuales los trabajadores sociales intervenimos
en nuestros espacios socio – ocupacionales. Y habitualmente las mismas no son reconocidas ni
mucho menos registradas para definir los objetivos de los procesos de intervención profesional.
Abonando a este análisis, Gutiérrez6 (2007:52) recupera de Pierre Bourdieu la noción de estra-
dimensiones inseparables y contradictorias: el acceso no mercantil a bienes y servicios, que dicho acceso sea consi-
derado en términos de derechos y que genere o propicie algún tipo de autonomía del sujeto en relación al mercado.
6 Resulta significante para la comprensión del tema la recuperación del proceso analítico realizado por Alicia Gutiérrez
(2007) que sintetiza más de diez años de intensa investigación de los habitantes de un barrio pobre de Córdoba, fun-
dado en la recuperación minuciosa de sus condiciones de vida así como de las estrategias que estas familias utilizan
para resolver sus necesidades. En el prólogo de su libro, Jean Claude Combessie (Gutiérrez 2007:9) afirma en relación
a la autora que la misma “elige en primer lugar invertir y luego superar la cuestión de las “carencias” para interrogarse
acerca de lo que “los pobres tienen”: de un análisis de la pobreza “objeto” se pasa al de los “recursos”, de las “movi-
lizaciones” y de las “estrategias” que se juegan en las interacciones entre “pobres” y “no pobres”.
Las estrategias de reproducción entonces, solo pueden ser reconstruidas considerando el te-
rritorio donde las personas transitan su vida cotidiana. Dicho espacio singulariza los modos de
apropiación de lo público y de resolución de las necesidades de los sujetos. La posibilidad de
acceso esta significativamente condicionada por el anclaje territorial. Ello no puede descono-
cerse desde sus implicancias en la reproducción social. Pensar, en la línea de lo desarrollado por
Topalov (2006)7 que el sentido de la ciudad es proveer al capital las condiciones para que sea
factible la reproducción ampliada de la fuerza de trabajo, se constituye un insumo necesario
para la comprensión del tema sin el riesgo de caer en explicaciones reduccionistas.
7 Se considera la relevancia para el conocimiento de las condiciones de vida así como de las estrategias de las familias
en situación de pobreza los aportes de Christian Topalov sobre las particularidades de la urbanización capitalista,
elaboradas a partir de la experiencia europea y principalmente francesa. Topalov conceptualiza la crisis de la ciudad
capitalista, desde el reconocimiento de sus expresiones en las luchas populares contra los efectos de dicha crisis
(subempleo, pobreza, carencia de viviendas y de equipamientos colectivos, opresión en todos los aspectos de la vida
cotidiana) y, también contra sus raíces. Introduce vinculaciones entre el rechazo a la explotación indirecta propia
de la ciudad capitalista con el rechazo a la explotación directa en la empresa y en el camino de esta convergencia
vislumbra el camino al cambio social.
Podemos afirmar que nuestros procesos de intervención como trabajadores sociales no pueden
ser abordados sin la consideración de insumos analíticos que problematicen el territorio como
espacio singular donde asumen particularidades las expresiones de la desigualdad así como de
las estrategias de reproducción de los diferentes grupos sociales que los habitan.
Pensar el Trabajo Social desde una perspectiva histórico crítica implica considerar que debe ser
inherente a los procesos de intervención estrategias profesionales que permitan la desnaturali-
zación de la vida del otro desde el otro, habilitando el develamiento de las determinaciones de
la vida cotidiana.
BIBLIOGRAFÍA