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Una semana más tarde Pedro acudió a mi consulta por segunda vez.

El dolor seguía
atormentándole. La

tristeza le impedía disfrutar de los placeres más simples y no le dejaba dormir. Me empezó a
contar un extraño

sueño que se le había repetido dos veces en la .última semana.

-Mientras soñaba, de repente se me apareció una mujer mayor -me explicó.

-¿ La reconociste? -le pregunté.

-No -contestó rápidamente-. Tenía entre sesenta y setenta años. Llevaba un traje blanco
precioso, pero no

parecía feliz. En su cara se reflejaba la angustia. Se acercó a mí y empezó a repetir lo mismo


una y otra vez.

-¿Qué te decía?

-«Dale la mano... dale la mano. Ya verás. Alcánzala. Dale la mano.» Esto es lo que decía- me
explicó Pedro.

-¿Que le dieras la mano a quién?

-No lo sé. Solamente decía: «Dale la mano.» -¿ Pasaba algo más en tu sueño?

-No. Pero recuerdo que llevaba una pluma blanca en la mano.

-¿Qué significa? -le pregunté.

-Tú eres el médico -me recordó.

Sí, pensé. Yo soy el médico. Sabía que los símbolos pueden representar casi cualquier cosa,
dependiendo de

las experiencias de la persona que sueña, de los arquetipos universales descritos por
Carl Jung o de los

famosos símbolos de Sigmund Freud. Sin embargo, este sueño no me parecía freudiano.

Debido a su comentario («Tú eres el médico») y a su implícita necesidad de respuesta


contesté con

sinceridad:

-No estoy seguro. Podría significar muchas cosas distintas. La pluma blanca puede
simbolizar la paz, un

estado espiritual y bastantes otras cosas. Tendremos que analizar el sueño -añadí, postergando
la interpretación

para el futuro.

-Volví a soñar lo mismo ayer por la noche- dijo Pedro.

-¿ y salía la misma mujer?


-La misma mujer, las mismas palabras y la misma pluma -me aclaró-. «Dale la mano...
dale la mano.

Alcánzala. Dale la mano.»

-Tal vez obtengamos una respuesta con las regresiones -le sugerí-. ¿ Estás preparado?

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