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FIDEL CASTRO RUS

IDEOLOGÍA, CONCIENCIA Y TRABAJO POLÍTICO/ 1959-


1986

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FIDEL CASTRO
IDEOLOGÍA, CONCIENCIA Y TRABAJO POLÍTICO / 1959-1986

EDITORA POLÍTICA / La Habana, 1987

En la compilación de esta obra han trabajado la Editora Política y el Equipo


Nacional de Estudios de Opinión del Pueblo. La edición ha sido realizada
conjuntamente por el Palacio de las Convenciones, La Editora Política y el
Equipo Nacional de Estudios de Opinión del Pueblo.

© Sobre la presente edición: Editora Política, 1987


1ra edición: 1986
1ra reimpresión: 1986
2da reimpresión: 1987

Belascoaín No. 864, Ciudad de La Habana, Cuba

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De la editora

En la actualidad crece por día el papel activo de la ideología y del factor


consciente en la transformación revolucionaria del mundo. Entre los factores
que condicionan este hecho se encuentran la agudización de la lucha
ideológica entre el capitalismo y el socialismo a escala internacional, la
complejidad de los objetivos y tareas de la construcción socialista en nuestro
país dentro del contexto de la crisis del capitalismo —cuyos efectos más
negativos recaen en los países subdesarrollados—, el empeño por perfeccionar
nuestro sistema socialista y erradicar deformaciones y errores.
De este modo, aumenta en grado sumo no solo la influencia formadora y
orientadora de la ideología sobre las masas, protagonistas del cambio social,
sino también la propia repercusión ideológica de sus actos.
La labor ideológica, que ha ocupado siempre un lugar primordial en la actividad
del Partido Comunista de Cuba, ha tenido como pilar fundamental el
pensamiento y la conducta del Comandante en Jefe Fidel Castro. Por su
constante vinculación con las masas, su espíritu crítico y autocrítico, su
maestría pedagógica y polémica, sus profundos análisis acerca de la realidad
nacional y los problemas más relevantes de la contemporaneidad -basados en
un consecuente interpretación de la teoría marxista-leninista—, la acción del
líder de la Revolución Cubana constituye el paradigma que estamos urgidos de
estudiar y aplicar a diario.
El presente volumen compila diversos pronunciamientos del compañero
Fidel Castro entre los años 1959 y 1986, sobre el amplio y significativo tema de
ideología y conciencia. Resulta obligado señalar la dificultad de realizar
semejante selección. En este sentido, lo que aquí' se muestra solo representa
un acercamiento preliminar a la tarea de recoger, en una obra mayor, todo el
enorme caudal teórico y práctico de su ideario político-ideológico. Futuros
trabajos habrán de continuar esta línea de investigación.
La división del texto en seis partes ha tomado como base las direcciones
principales del trabajo ideológico planteadas en el Programa del Partido

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Comunista de Cuba, aunque sin atenerse estrictamente a su formulación
literal. Si bien en la ordenación del material ha prevalecido el principio lógico,
se ha respetado, dentro de lo posible, la sucesión temporal para cada aspecto
temático. Al pie de cada fragmento aparecen las referencias que remiten,
primero, a la fuente —dispuesta cronológicamente al final—, y después, a la
paginación.

Contenido
I. La educación político-ideológica y el desarrollo de la conciencia de las
masas/
II. La educación económico-laboral y la elevación de la eficiencia productiva/
III. La educación moral y la lucha contra los comportamientos antisociales y las
actitudes inconsecuentes con la ideología socialista/
IV. La educación patriótica e internacionalista y la preparación para la defensa/
V. La lucha ideológica, la crítica al capitalismo y la demostración de la
superioridad del socialismo/
VI. La educación jurídica y el cumplimiento de la legalidad socialista/
Fuentes empleadas/

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La educación político-ideológica
y el desarrollo
de la conciencia de las masas

Ideología es ante todo conciencia; conciencia es actitud de lucha, dignidad,


principios y moral revolucionaria. Ideología es también el arma de lucha frente
a todo lo mal hecho, frente a las debilidades, los privilegios, las inmoralidades.
La lucha ideológica ocupa hoy para todos los revolucionarios, la primera línea
de combate, la primera trinchera revolucionaria.
(245, 126)

... Yo creo que por lo menos hemos hecho un aporte formidable, como es el
ejemplo. Nosotros creemos que la idea va delante de los acontecimientos
históricos, que la idea alcanza más valor que la fuerza y creemos que les
hemos dado un ejemplo formidable a los pueblos oprimidos...
(3,8)

Por tanto, las ideas y los fines de nuestra Revolución son bien claros. La
ideología de nuestra Revolución es bien clara: No solo le ofrecemos libertades
al hombre, sino que le ofrecemos también el pan. No solo le ofrecemos a los
hombres pan sino que les ofrecemos también libertades y esta es nuestra
posición ideológica, clara y terminante...
(6,2)
Y ya lo dije en cierta ocasión: nunca como ahora hemos tenido oportunidad de
ver las cosas bien claras. Y la hemos visto, precisamente, a causa de la
oportunidad de conocer lo que es un proceso revolucionario en el poder...
(5,5)

De ahí que sea importante crear esa conciencia de que el primer deber es
ayudar a su Revolución no de aspirar uno, ¿quién se puede presentar aquí con
aspiraciones ni ambiciones?
Es necesario que empecemos a transformarnos la mente para mediante un
esfuerzo de conciencia y de opinión ir marchando por el camino que tenemos
que marchar dándonos cuenta de que en el poder tiene la clase obrera su
representación, que es el poder de los campesinos, de los obreros, del pueblo,
señores, de los que nos necesitan...
(9,19)

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... los hechos enseñan más que las palabras, esta no es una Revolución de
muchas palabras, esta es una Revolución de muchos hechos, que se ven
claramente y que se hacen con la mejor voluntad del mundo...
(14,8)

... La Revolución, además, ha despertado las conciencias, ha enseñado a ver, y


sobre todo a ver las grandes injusticias y ver las grandes mentiras. La
Revolución ha sido como una luz que se enciende en medio de la noche, la
Revolución ha sido como un sol, cuyos rayos alumbran un amanecer para la
patria. La Revolución nos ha enseñado lo que no habíamos aprendido en
muchos años vividos; la Revolución nos ha enseñado a comprendernos unos a
otros, a querernos unos a otros.
(25, 11-12)
Así que lo que se explicaba al pueblo es el porqué de la forma de proceder del
Gobierno Revolucionario. Es decir, que nosotros le advertimos al pueblo, le
aclaramos al pueblo, le queremos despertar la conciencia al pueblo, sobre los
peligros que nos amenazan, sobre las tácticas que debemos de seguir, para
que el pueblo comprenda todo esto. A nosotros más que nada nos interesa la
conciencia del pueblo, porque es ahí en el grado en que nosotros lleguemos a
despertar esa. conciencia, en que la Revolución estará más segura o menos
segura. En la medida en que la Revolución se haga conciencia en la mente de
cada ciudadano, la Revolución será más fuerte y más invencible.
Nuestro deber es crear conciencia; mientras más conciencia creemos en
nuestros compatriotas, más fuerte será la Revolución y menos necesidad
tendremos de usar medidas drásticas, porque la intriga vale tanto cuanto sea
capaz de confundir, las campañas contrarrevolucionarias importan tanto
cuanto sean capaces de confundir y desorientar; y mientras mayor sea la
conciencia del pueblo, menos vale una mentira. ¿Qué importa las mentiras que
escriben si el pueblo no les presta atención, si el pueblo ni las lee siquiera?
¿Qué importa la tinta que desbarren, si al pueblo no llegan? Eso es desde luego
triste, que gasten tanta divisa en papel y que mucho más valdría que todo ese
papel se dedicara a imprimir millones de libros de las mejores obras de la
literatura y el pensamiento universal...
... nosotros nunca impondremos cosas que no surjan de la conciencia del
pueblo y por eso, todo lo que la Revolución haga, tiene que ser realidad
primero en la conciencia del pueblo; y este es nuestro principio, que todo lo
que la Revolución realice tiene que ser realidad primero en la conciencia del
pueblo, y eso es lo verdaderamente democrático, ya que esta es una
Revolución de mayorías...
(11,30)

... Y por eso, cuando hay un trabajador confundido, nuestro deber es orientarlo,
cuando hay un trabajador que no comprenda los problemas, cuando haya un
trabajador que no comprenda los problemas de la Revolución, nuestro deber es
explicárselos; cuando haya un trabajador que no tenga conciencia
revolucionaria, nuestro deber es hacerle conciencia revolucionaria.
Y a los trabajadores hay que enseñarlos a pensar como clase, hay que
enseñarlos a pensar como trabajadores y no como sector; a los trabajadores
hay que enseñarlos a pensar no solo en los obreros de su sector, sino en los
obreros de otros sectores...

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(16,6;7)

... Una revolución no es sino una gran batalla entre los intereses del pueblo y
los intereses contrarios al pueblo; una revolución es una gran lucha, en la cual
todos somos actores, una gran lucha en la cual todos estamos participando y
una gran lucha de la cual nadie puede pretender sustraerse, porque sus
consecuencias afectan por igual a los que luchan y a los que pretendieran ser
indiferentes a esa lucha. Y es lógico que cuando se es actor en una contienda,
como lo es el pueblo de Cuba hoy día, el pueblo aprenda y el pueblo
comprenda muchas cosas, que de otra forma no habría llegado a comprender
jamás.
Eso tenemos que ir agradeciéndoles a los acontecimientos que se van
sucediendo: que nos hayan enseñado mucho y el que nos hayan enseñado,
sobre todo, qué papel desempeña cada cual en esta lucha. Nos enseña cuál es
el verdadero concepto de patria, nos enseña cuál es el verdadero concepto de
la honra y de la dignidad...
En una revolución todos tienen que quitarse la careta, en una revolución los
altaritos se les desploman... a los que han tratado de vivir engañando a los
demás, los que han tratado de vivir posando de virtuosos o posando de
personas decentes o posando de patriotas, o posando de valientes. Eso nos
enseña la Revolución y nos enseña la entraña de los intereses que explotan a
los pueblos, nos enseña, no solo las mentiras nacionales, las grandes mentiras
nacionales, sino que nos enseña a descubrir también las grandes mentiras
internacionales...
(21, 3;4;7)

Aquí no solo se enseña al campesino a manejar un arma, sino que se le enseña


también a manejar una pluma y a leer un libro.
Antes era la impotencia y la ignorancia; antes eran las manos vacías, las
manos sin armas y la mente sin educación: ¡Hoy armamos los brazos y
armamos las mentes!
(27, 10)

... Los orientadores revolucionarios y los cuadros campesinos pueden


explicarles eso a todos los campesinos, siguiendo esos métodos de discusión,
de análisis, de asambleas que han seguido ustedes para organizar este
Congreso, llevando todos estos materiales a la base a discutir allá y a sembrar
conciencia. Porque hay que sembrar de todo; pero, además, hay que sembrar
conciencia, y mucha conciencia, y cultivarla bien además. Digamos, en térmi-
nos agrícolas: ¡hay que sembrar y fertilizar mucha conciencia)...
(160,20)

Hay personas que todavía no han ascendido y no han avanzado hacia una
conciencia revolucionaria. Y si nosotros creemos que Revolución es
simplemente decir Revolución, y que socialismo es simplemente decir
socialismo, y "somos socialistas pa'lante y pa'lante", y que no hay que hacer
más nada, y no ir al fondo y a la médula de las cuestiones, estamos
completamente equivocados...
(40, 133-134)

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... ahí está el arte de los revolucionarios, el arte que hay que desarrollar, el arte
que hay que aprender; ¡cómo llevar las masas a la lucha!. Porque son las
masas las que hacen la historia, pero para que hagan historia hay que llevarlas
a la lucha.
(66,11)

Las ideas no se pueden bloquear. No hay bloqueo para las ideas, las ideas
vuelan enormes distancias en brevísimo tiempo. Dicen que las ondas de la luz
son rápidas, que las ondas radiales son rápidas, mas las ideas llegan más lejos
que la luz misma.
(75, 20)

Las ideas pueden acelerar un proceso, como pueden retrasar


considerablemente un proceso.
Y nosotros entendemos que es necesario el cumplimiento de un requisito,
que es el triunfo de las ideas revolucionarias en las masas, no en todas las
masas, sino en una parte suficiente mente amplia.
Esto no quiere decir que la acción deba esperar el triunfo de las ideas. Este
es uno de los puntos esenciales de la cuestión: los que creen que es necesario,
primero, que las ideas triunfen en las masas antes de iniciar la acción, y los
que comprenden que precisamente la acción es uno de los más eficaces
instrumentos de hacer triunfar las ideas en las masas.
Si nosotros hubiésemos tenido esa concepción, jamás habríamos iniciado un
proceso revolucionario. Bastó que las ideas tuviesen fuerza en un número
suficiente de hombres para iniciar la acción revolucionaria; y, a través de la
acción, las masas fueron adquiriendo esas ideas, y las masas fueron
adquiriendo esa conciencia.
(120,103)
El Moneda nos enseñó a convertir los reveses en victorias. No fue la única
amarga prueba de la adversidad, pero ya nada pudo contener la lucha
victoriosa de nuestro pueblo. Trincheras de ideas fueron más poderosas que
trincheras de piedras. Nos mostró el valor de una doctrina, la fuerza de las
ideas, y nos dejó [a lección permanente de la perseverancia y el tesón en los
propósitos justos. Nuestros muertos heroicos no cayeron en vano. Ellos
señalaron el deber de seguir adelante, ellos encendieron en las almas el aliento
inextinguible, ellos nos acompañaron en las cárceles y en el destierro, ellos
combatieron junto a nosotros a lo largo de la guerra. Los vemos renacer en las
nuevas generaciones que crecen al calor fraternal y humano de la
Revolución.. .
(170,15-16)

... En el pueblo, en las masas, en los hechos toman cuerpo las ideas justas,
toma forma tangible la verdad y cuando una idea noble, una aspiración
legítima se hace carne de pueblo, ninguna tiranía sangrienta, ninguna filosofía
reaccionaria, ninguna vil calumnia impedirán su triunfo...
(174,18)

... ¡Qué importancia tiene divulgar las ideas! Porque nosotros veíamos muy
claro que si no podíamos divulgar las ideas y si las masas no se apoderaban de
aquellas ideas la lucha era imposible, el triunfo era imposible; siempre vimos

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que las masas eran el factor fundamental en la lucha revolucionaria, la gran
fuerza que hace la historia y que si aquellas ideas eran captadas por las masas,
nada podría impedir el triunfo.
(287, 3)

... Fueron realmente mis ideas, a las cuales yo llegué por conclusiones
determinadas, a una convicción por encima del medio social, del origen de
clase, de la educación recibida en la escuela, de todo lo que leía y veía en la
prensa, en el cine, en todas partes. Creo que eso tiene una importancia grande
en la motivación del hombre, porque llega a determinadas conclusiones, a
determinadas ideas que lo motivan a luchar, porque está realmente
convencido de lo que está haciendo.
Hay hombres que tienen razón fuera de tiempo o fuera de circunstancias
determinadas, a veces el azar puede hacer que parezca que alguien no tiene
razón; sin embargo, otros hombres, en otras circunstancias, otros tiempos y
hasta quizás con mayor suerte, demuestran que aquel que no tuvo éxito tenía,
sin embargo, la razón.
Eso precisamente me ha enseñado que el éxito no es la prueba de la justeza de
lo que se ha emprendido; no es el éxito alcanzado lo que me persuade de que
lo que hacíamos era lo que debía hacerse. Tengo muchas evidencias y pruebas
de que en sí mismas eran correctas esas ideas, aunque no hubiésemos
triunfado...
(268, 36; 39-40)

Por eso las ideas tienen que cambiar, por eso los conceptos tienen que
revolucionarse. Cuando se vive en un mundo inspirado en otras ideas, en otros
principios, en otros conceptos, por imperativos de orden moral, pero además
por imperativos de orden vital, por imperativos de orden histórico, por
imperativos de orden económico, todo tiene que cambiar y cambiará en
beneficio de todos. ¡Cambiará en beneficio aun de aquellos que se resisten a
comprender los tiempos nuevos que vivimos, aun de aquellos que se resisten a
abrir los ojos para mirar el mañana que nos puede esperar si trabajamos de
manera racional, de manera inteligente, de manera consciente, de manera
revolucionaria!
Ahora bien: nadie tiene la culpa de haber nacido obrero o de haber nacido
campesino. Nadie tiene responsabilidad histórica por su propia condición social.
En todo caso, tendremos responsabilidad histórica por nuestra condición social
del mañana. Y la tendremos sobre todo en la medida en que en nuestras
manos esté cambiar esas condiciones sociales del futuro, en la medida en que
vivimos un proceso revolucionario, en la medida en que tenemos el privilegio
de hacer un mundo nuevo.
No somos responsables del mundo del ayer, no somos responsables del
mundo viejo, ¡pero somos responsables del mundo de mañana! ¡Somos
responsables del futuro! ¡Lo somos los cubanos en este momento de nuestra
historia, en esta Revolución!
(160,8; 10-11)

... Hay una riqueza en Cuba todavía más extraordinaria, y lo digo con absoluta
honradez: mi convicción de que lo más rico y lo más extraordinario que tiene
Cuba es su pueblo...

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(2,5)

... Digo: esta masa rebelde, sana, modesta del pueblo, esa gran masa es la
fuerza que puede hacer la revolución, el factor decisivo en la revolución; hay
que llevar esa masa hacía la revolución y hay que llevarla por etapas. Porque
no se iba a formar con palabras, de un día para otro, esa conciencia. Y lo que vi
claro es que esa gran masa constituía el factor fundamental, aquella masa
todavía confundida, incluso, en muchos casos, con prejuicios sobre el
socialismo, sobre el comunismo, que no había podido alcanzar una verdadera
cultura política, y que era influida desde todas direcciones, a través de todos
los medios de divulgación masiva y todos los recursos: la radio, la televisión, el
cine, los libros, las revistas, la prensa diaria, y la prédica antisocialista y
reaccionaria en todas partes.
(269, 164)

... la fuerza del pueblo está en su unión, la fuerza del pueblo está en su
mayoría; esa mayoría que, como decía, decide hoy sus destinos y que decide
de acuerdo con sus propios intereses, siguiendo su propio camino.
(13,5)

La Revolución es sólida, firme, está consolidada. Ya no es solo hija del


entusiasmo, es hija de la conciencia, es hija del conocimiento, es hija de la
experiencia que todo el pueblo ha ido adquiriendo. La Revolución Cubana no
tiene marcha atrás posible, la Revolución Cubana es indestructible, porque
para destruirla habría que destruir a todo el pueblo, y un pueblo entero no se
puede destruir hoy impunemente.
(78, 32)

Al principio la Revolución era una emoción, algo emotivo; hoy la Revolución es


una conciencia de la gente, un sentido de la responsabilidad, del deber, un
saber lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace.. .
(102,13-14)

Ahora, ¡ese es el pueblo que nosotros queremos!. No el pueblo engañado como


un chiquillo. No el pueblo que le digan una mentira, que le mantengan una
ilusión de una manera inmoral Hay que tener muy bajo concepto del pueblo
para proceder de esa manera. Ese no es el pueblo que nosotros queremos.
Nosotros queremos un pueblo consciente, un pueblo que reaccione como
reaccionó el pueblo ayer, como reaccionó antes de ayer cuando reaccionó
frente a los problemas: con autodisciplina, con espíritu combativo.
(141,76)

Para comprender el apoyo del pueblo a la Revolución, la confianza, el afecto y


el respeto por sus dirigentes, es necesario tener presente la obra de la
Revolución, el conjunto de problemas sociales, políticos, materiales, de todas
clases, que han sido resueltos a una población que no era objeto de ninguna
consideración por los gobernantes, población que recuerda todavía el pasado...
... Es decir, no se entenderá el fenómeno de la Revolución Cubana si no se
entiende que la Revolución se mantiene por el apoyo del pueblo y no por la
fuerza. Si un día, repito, la Revolución no tuviera el apoyo absolutamente

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mayoritario del pueblo, no podría sostenerse. Esta Revolución no puede
sostenerse por la fuerza.
(268,61:65)

... ¿Cuál es la clave de la garantía de la Revolución? Que las ideas que nosotros
defendemos son hace ya tiempo las ideas de todo el pueblo,
Cuando una idea se convierte en idea de todo un pueblo, de las masas,
cuando la idea revolucionaria se convierte en conciencia de toda una nación,
entonces no hay ningún riesgo; cuando esos principios se convierten también
en conciencia de toda la nación, no hay nadie siquiera que pueda violarlos. Yo
esto lo he reflejado con una frase que dije una vez: "los hombres mueren, el
Partido es inmortal"; pudiéramos añadir: los hombres mueren, el pueblo es
inmortal; los hombres mueren, las ideas son inmortales, son perennes, incluso
se renuevan, se enriquecen, se desarrollan.
(271,23)

... las ideas no generan crisis; alguien que quisiera generar una crisis con una
idea está loco, son las crisis las que generan ideas, es esta crisis la que está
generando ideas, esta generando conciencia está generando unidad, está
generando programas de lucha para todos nosotros que ya tenemos más
conciencia...
Debemos invertir nuestras energías en formar conciencia, hacer conciencia
es en lo que debemos invertir nuestro tiempo, y es lo que vale- porque esto no
se va a resolver en un pequeño círculo
de personas que se reúnen y conversan y nadie se entera de lo que conversan
porque eso es endeble, eso es flojo, es riesgoso, creemos que vamos a resolver
los problemas en cenáculos, reuniones sería un gran error. La garantía más
segura es que estas ideas formen parte de la conciencia de nuestros pueblos...
(270,27)

... Yo creo que en la medida en que estas ideas salgan de las torres de marfil;
en la medida en que estas ideas se hagan ideas de las masas, de la opinión
pública, del pueblo; en la medida en que estas ideas se hagan las ideas de los
obreros, de los campesinos y de los estudiantes, de los intelectuales y de las
capas medias de América Latina, estas ideas, más tarde o más temprano,
triunfarán, entre ellas la idea de la integración económica.
Está claro que si en una etapa histórica a los que les corresponde la
responsabilidad de avanzar en una dirección no avanzan, las masas los
sobrepasan, avanzan, y llevan a cabo los objetivos históricos.
(274,37)

... Yo creo que de todas formas esta profunda crisis les va a traer una elevada
conciencia a nuestros pueblos, No creo que nos alejemos del socialismo, a
medida que las masas tengan conciencia, creo que nos acercamos de todas
formas a las perspectivas de una sociedad más justa; pero sería erróneo ahora
plantearse el objetivo del socialismo, esto es un problema urgente que hay que
resolver; creo que si hay una conciencia, si los trabajadores, los campesinos,
los estudiantes, los intelectuales, los empresarios tienen una conciencia clara
del problema, se puede aislar a los vendepatrias, a los que están al servicio del
imperialismo y ganar esta batalla.

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(274, 55)

Por eso es bueno que nuestro pueblo aprenda en la lucha, en el trabajo. Y


créanme que si nos dieran a escoger entre una revolución sin dificultades, en
que todo fuera fácil y sencillo, y una revolución con dificultades, escogería una
revolución con dificultades, porque las dificultades son las que enseñan y
engrandecen a los pueblos.
(59, 15)

... Y la revolución es eso con otras muchas cosas más. Es también una acción,
es también un trabajo práctico, es la necesidad de resolver los problemas
vitales de la sociedad y del pueblo. ¿Para qué queríamos el poder
revolucionario, si el poder revolucionario en manos del pueblo no significaba la
oportunidad, simplemente, de proclamar el triunfo de las ideas, sino también
de proclamar el triunfo de las realidades?...
(77, 38)

No es un camino fácil, ¡no! -ningún camino en la Historia del hombre hacia el


progreso ha sido fácil—, sino que es el único camino, el verdadero camino. En
ese camino (¡cuántas cosas tendremos que aprender, cuántas deficiencias
tendremos que superar, cuántas estupideces tendremos que abolir, cuántas
concepciones equivocadas, cuántos métodos erróneos! Ese camino es largo y
hay veces que nos desesperamos, hay veces que las idioteces nos hacen
perder el juicio. Pero debemos comprender, que el camino de progreso está
lleno de esas experiencias.
(80,13)

Y calculen ustedes lo que es una revolución en los primeros tiempos: una


colmena luchando, trabajando, pero de hombres que, llenos de buenas
intenciones, carecen de experiencia, caree de conocimientos, carecen de
preparación. Y de repente sobre los hombros de esos hombres cae la tarea de
hacer marchar al país hacia adelante, cae la tarea de impulsarlo todo, de
administrarlo todo.
Y desde luego que nuestra Revolución ha conocido distintos tipos de
hombres: hombres que son conscientes de sus limitaciones, y hombres que son
conscientes de su ignorancia y, en consecuencia, son cuidadosos, son
cautelosos con las cosas que hace; pero también hombres que no son
conscientes de sus limitaciones hombres que no son conscientes de su
ignorancia. Y lo más peligroso que puede haber en el campo social no es un
ignoran! sino un ignorante que ignora su ignorancia. Un ignorante consciente
de sus limitaciones no es peligroso; un ignorante inconsciente sí es peligroso.
(111,9-10)

... Las revoluciones suelen tener sus períodos de utopía en que sus
protagonistas, consagrados a la noble tarea de convertir en realidad sus
sueños y llevar a la práctica sus ideales, creen que las metas históricas están
mucho más próximas y que la voluntad, los deseos y las intenciones de los
hombres por encima de los hechos objetivos lo pueden todo. No es que los
revolucionarios deban carecer de sueños ni tampoco de férrea voluntad. Sin un
poco de sueño y de utopía no habría revolucionarios. A veces los hombres se

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detienen, porque consideran insuperables obstáculos que son superables.
Nuestra propia historia demuestra que dificultades al parecer invencibles
tenían solución. Pero el revolucionario tiene también el deber de ser realista,
adecuar su acción a leyes históricas y sociales, y a beber en el manantial
inagotable de la ciencia política y la experiencia universal los conocimientos
que son indispensables en la conducción de los procesos revolucionarios. Hay
que saber Aprender también de los hechos y de las realidades.
(191,81)

Y en la medida en que avancemos y que el pueblo vea el resultado del trabajo


como en muchos sitios, como lo hemos visto reaccionar en tantos y tantos
sitios ante las cosas reales, ante los esfuerzos reales que ven hacer, en la
misma medida se irá elevando la conciencia revolucionaria del pueblo, en la
misma medida será un pueblo cada vez más y más convencido. ¿Y qué cosa
hay que las masas no puedan comprender, qué verdad hay que las masas no
puedan comprender?
…Y, por eso, hay un deber de nuestra Revolución, hay un deber de todos
nosotros para con los fundadores del marxismo, hay un deber internacionalista
que ocupa el primer lugar. ¿Cuál? Luchar por el prestigio de sus ideas, luchar
por el triunfo de sus ideas.
(Nuestros errores fortalecen a los enemigos del socialismo, nuestros errores
arman a los enemigos del socialismo, nuestros errores brindan material para
los detractores y los calumniadores del socialismo; nuestros éxitos desarmarán
a los calumniadores, nuestros éxitos dejarán en la impotencia a nuestros
detractores)
(86, 22)

Sabemos que nada podrá aplastar la Revolución, pero sabemos también que
cada esfuerzo nuevo que hacemos nos hace más fuertes, hace a nuestra
Revolución más fuerte, hace a nuestra Revolución más segura y hace a nuestra
Revolución más libre; hace a nuestro pueblo más dueño de su destino, ¡hace a
nuestro pueblo más señor soberano de su ideología y de su conciencia
revolucionaria!
Y el derecho del pueblo libre, el derecho de pueblo revolucionario, no se
ganaba solo en los campos de batalla. Las batallas no se libraban por librar
batallas, no se libraban por derramar sangre; se libraban por un futuro, por un
porvenir mejor para el pueblo; se libraban para romper todas las ataduras y
todas las cadenas que nos impedían hacer esto.
(123,15)

Las ideas tienen mucha importancia, si los problemas no se entienden con


claridad, no tienen posibilidades de resolverse...
(268,19)

Una vez más se demuestra la dialéctica de la historia, una vez más se


demuestra en los hechos y en las realidades revolucionarias cómo cada acción
de nuestros enemigos ha contribuido a crear en nuestro pueblo una virtud, una
fuerza. Hay que decir que sin el implacable y criminal bloqueo desatado por los
imperialistas contra nosotros, no tendríamos hoy este espíritu revolucionario
que tenemos en el pueblo.

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Nos trataron de estrangular, idearon todos los medios habidos y por haber para
imponernos todo tipo de privaciones. Y eso conllevó la imperiosa necesidad de
desarrollar nuevas ideas, nuevos enfoques, nuevos planes, nuevos puntos de
vista, hasta alcanzar el enorme desarrollo que hoy ostenta nuestro pueblo,
puesto en plena evidencia con esta ofensiva revolucionaria. Y la necesidad de
defendernos de las amenazas, la necesidad de organizar y mantener sobre las
armas un numeroso ejército, a la vez nos permitió crear ese cúmulo de
disciplina, de niveles de técnica, de cuadros con que hoy puede contar el país
paré ganar la batalla del subdesarrollo. De modo que una vez más la acción
con que nuestros enemigos pretendieron arruinarnos, nos permitió acumular
recursos y acumular fuerzas con que actualmente cualquier tarea, por difícil
que sea, cualquier meta, es alcanzable.
(129,9)

Nosotros a veces habíamos de desarrollar la conciencia de nuestros obreros. Sí,


pero la conciencia de nuestros obreros se ha desarrollado mucho. Y a veces
tenemos que preguntarnos si el planteamiento, no sería incluso más correcto al
revés, tal como decir: ¡tenemos que ir a beber de esa conciencia revolucionaria
que se ha desarrollado en nuestros obreros!
Al principio la vanguardia era una minoría, los revolucionarios conscientes
eran una minoría. Pero producto de la Revolución, producto de esa llama que
se prendió en los corazones y en las inteligencias de nuestro pueblo, producto
de la lucha, ya no es una minoría; ya tenemos un pueblo en sí dónde han
calado profundamente los sentimientos y las ideas revolucionarias. Ya no hay
que ver siempre las cosas del modo en que una minoría va a inculcar
conciencia. ¡No! Hay que ver también las cosas del modo cómo una minoría,
que tiene determinadas tareas y funciones, va a buscar conciencia en ese
pueblo. Ya no se trata solo de desarrollar ideológicamente, se trata de
desarrollarnos ideológicamente también nosotros. Ya no se trata de ayudar al
pueblo a desarrollar su conciencia, sino que el pueblo nos ayude a desarrollar
nuestra propia conciencia.
Hay que ver las cosas así, porque así son.
No se trata ni mucho menos de negar las condiciones humanas, el espíritu de
sacrificio de miles de abnegados compañeros de la vanguardia política. ¡No!
Pero se trata, sí, de que esa vanguardia se supere a sí misma, se desarrolle
más, erradique sus fallas, erradique sus deficiencias y erradique sus
debilidades; cuide su actitud en todos los aspectos, ¡sea ejemplo en todos los
aspectos! ¡Ser ejemplo en todos los aspectos significa ejemplo sin excepción
de ninguna clase!
Nuestros militantes revolucionarios, nuestros cuadros, los compañeros que
tienen responsabilidades: ¡a más responsabilidad, más obligación; a más
responsabilidad, más deber; y a más responsabilidad, más sacrificio! ¡A más
responsabilidad —repito—, más deber! ¡A más responsabilidad, más sacrificio!
Nosotros hemos creado un profundo sentimiento de justicia, se ha ido
desarrollando a través del proceso. Queríamos inculcar esos sentimientos, y
esos sentimientos se han inculcado, se han superado, se han desarrollado.
Pero es incuestionable ante nuestras realidades que en nuestro pueblo ha
avanzado mucho la conciencia revolucionaria, el sentido de la igualdad; y es
incuestionable, además, que vivimos en un período de duros trabajos, en que
objetivamente tenemos que vencer obstáculos grandes, en que objetivamente

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tenemos que hacer sacrificios. Y en estas circunstancias no podemos andar con
disquisiciones teóricas; ser realistas, ser realistas. Y como principio moral,
como principio moral sobre todo de la vanguardia revolucionaria, como
principio moral de los que tienen responsabilidad, el que asuman la posición de
la disposición de si hay que hacer sacrificios estar en disposición de hacer más
sacrificios todavía de los que se le pida al propio pueblo.
Y nadie debe asombrarse de que cualquier manifestación de privilegio
provoque lógicamente la más profunda indignación en las masas.
Estas son cuestiones que atañen a la tarea y al deber de los revolucionarios y
de los hombres que tienen responsabilidades.
Es una cuestión esencial, es una cuestión fundamental.
Y en la medida en que interpretemos esto de manera cabal y de manera
correcta, estaremos creando las mejores y las más óptimas condiciones para
ganar las batallas que tenemos delante, para vencer los obstáculos que
tenemos delante...
(144, 16; 17)

... Debemos evitar confundir al hombre de conciencia subdesarrollada con los


problemas creados en otros por el subdesarrollo de la conciencia de los que
dirigen.
(145,13)

Eso habla muy alto de nuestro pueblo, porque tener una conciencia
revolucionaria es una cosa muy distinta a ser fanáticos. Otros procesos
políticos —reaccionarios, por supuesto— movilizaron las masas a través del
fanatismo, a través del chovinismo, a través del odio nacional. Nosotros no
somos ni fanáticos ni chovinistas; nosotros somos internacionalistas y somos
marxista-leninistas. Y somos fuertes porque hemos desarrollado en el seno de
nuestro pueblo una conciencia revolucionaria y una cultura política. Y esos son
valores verdaderamente sólidos y duraderos. Sembrar el fanatismo y el
chovinismo es fácil, y mucha gente el mundo no tiene otra doctrina que el
chovinismo y el fanatismo nacional, y a través de eso estimular las masas. Así
surgieron el fascismo, el nazismo, etcétera.

Pero de la misma forma que estamos dispuestos a combatir hasta el último


hombre y verter hasta nuestra última gota de sangre en defensa de nuestra
Revolución y de nuestros principios, estamos preparados también para vivir en
paz. Hay mucha gente que ha pensado si acaso la Revolución no necesitaba
-no gente de Cuba, sino de fuera de Cuba- y que era buena toda esta hostilidad
y toda esta agresión imperialista para crear aquí una conciencia revolucionaria.
Eso sería necesario si no tuviéramos una conciencia política, una doctrina.
Claro está que las agresiones nos hicieron más fuertes, claro está que las
agresiones aceleraron el proceso revolucionario en nuestro país; las agresiones
nos trajeron sacrificios, pero también fortalecieron nuestro espíritu. Pero es
falso pensar que para que el gobierno revolucionario pueda contar con el
apoyo del pueblo, que para que el pueblo este unido y para que el pueblo sea
revolucionario, necesita de agresiones. ¡Nosotros no necesitamos de ninguna
agresión para ser revolucionarios! ¡Nosotros somos revolucionarios con
agresiones y sin agresiones!
(212,159-160)

15
... Nosotros planteamos que hay una razón esencial: la gente nuestra tiene
ideas, tiene valores morales, el cemento que une al pueblo son las ideas, los
valores morales, no el odio contra nadie la hostilidad contra nadie; no es el
nacionalismo, el chovinismo el espíritu de hostilidad hacia otros pueblos,
hacia .otros país En realidad, eso es cosa de fascistas, de reaccionarios que
tienen otros valores, otras ideas, que acuden —digamos- a los peores
sentimientos del hombre, como la envidia, o el odio, idea de superioridad
racial, al extremismo nacionalista. Eso es propio de los procesos políticos que
no tienen ideas, que no tienen en qué basarse; pero nosotros nos sentimos
realmente satisfechos de que nuestra fuerza política consiste en las ideas, en
la conciencia de la gente, en la educación de la gente...
(265, 23)

A mí realmente no me preocupa eso, porque nuestro pueblo desarrolló una


conciencia que no es el chovinismo, no es el extremismo nacionalista, no es el
odio a otros pueblos ni al pueblo de Estados Unidos. No, no, yo creo que en
nuestra revolución el cemento que une a nuestro pueblo, que le da fuerza a
nuestra revolución son las ideas, los valores morales, los valores políticos que
la revolución ha sembrado en nuestro pueblo. Nosotros no somos un pueblo de
fanáticos en ningún sentido. El fascismo acudió al fanatismo, al nacionalismo, a
la idea de la superioridad racial, a la xenofobia; pero eso no forma parte de
nuestros recursos políticos en absoluto. Sí, hemos luchado, nos hemos
defendido, y creo que nos hemos defendido bien, me parece que eso no lo
podría negar nadie, y nos hemos defendido por nuestra cuenta bien, nuestro
trabajo político ha sido nuestro trabajo, el de nuestro pueblo, el de nuestro
partido, y ha mostrado su eficacia.
(266, 109-110)

A nuestro pueblo una orientación: que nuestra tarea es unir, dentro y fuera;
eliminar todo lo que nos divida, dentro y fuera; luchar por todo lo que nos una,
dentro y fuera. ¡La unidad dentro de los principios. Esa es nuestra línea!
(65, 15)

... Porque permítanme decirles algo: la revolución es el arte de unir fuerzas; la


revolución es el arte de aglutinar fuerzas para librar tas batallas decisivas
contra el imperialismo. Ninguna revolución, ningún proceso se puede dar el lujo
de excluir a ninguna fuerza, de menospreciar a ninguna fuerza; ninguna
revolución se puede dar el lujo de excluir la palabra sumar...
(157,268)

... Porque la unidad de nuestro pueblo no se basa en la idolatría a un individuo


o en el culto servil a un individuo, se basa en una conciencia política sólida y
profunda. Y las relaciones de la dirección de nuestra Revolución con el pueblo
se basan en la conciencia, se basan en principios, se basan en la lealtad,
probada durante más de 26 años, se basa, entre otras cosas, en el hecho de no
haberle dicho jamás una mentira al pueblo.
(273, 34)

16
Algunos ideólogos del imperialismo creen que nosotros necesitamos esta
pugna, porque con ella se une el pueblo, se mantiene levantado el espíritu de
la revolución. ¡Es ridículo, es absurdo! Lo que ha unido al pueblo y ha sido
fuente generadora de entusiasmo inagotable, es precisamente la revolución y
su obra, su tarea material, social, moral y cultural. No necesitamos de peligros
de guerra para estar unidos y para mantener nuestro entusiasmo, puesto que
la obra de la revolución es suficientemente hermosa y atractiva para merecer
hasta el último átomo de nuestras energías y de nuestro entusiasmo.
(261,50)

... el pueblo de Cuba ha aprendido tanto, que eso viene a demostrar algo que
es más importante, algo importantísimo, y es que los hombres pasan, los
hombres no son imprescindibles, y que los que duran siempre, los que tienen
que ser eternos, son los pueblos.
(23, 54)

En dos palabras, señores: hemos hecho una revolución más grande que
nosotros mismos, más importante que nosotros mismos, y tenemos que estar a
la altura de la revolución que hemos hecho. Y estas glorias pertenecen al
pueblo, todas, y los mártires pertenecen al pueblo. Y ese movimiento es mucho
más grande de lo que fue cualquiera de nosotros y juntos hemos hecho cosas
más grandes que las que hicimos en nuestras respectivas organizaciones de
donde procedemos.
(81, 38)

Yo creo en la dirección colectiva y, además, no creo que los individuos, las


personalidades, hagan la historia. Yo estoy muy consciente de cuál ha sido mi
papel, y ha sido un papel —estoy consciente-, en un momento determinado,
muy importante, porque cuando no hay nadie y empiezan unos pocos, la idea
de algunos o de una persona puede tener un gran valor. En la actualidad la
idea no es la idea de un individuo que piense de una manera, son millones de
personas y decenas de miles de cuadros que piensan de la misma manera.
(266,114)

Claro, yo puedo hacer una apreciación de mis ideas, desde que empecé a tener
ideas políticas, ideas revolucionarias, hasta hoy, son ideas que se han ido
desarrollando; los valores en que me inicié en esta lucha, creo que también se
han ido desarrollando; el comprometimiento con esas ideas, también se ha ido
desarrollando; el interés por esas ideas, también se ha ido desarrollando a lo
largo de los años. Creo que la lucha misma, en ¡as condiciones en que hemos
tenido que llevarla a cabo, ha sido también un estímulo, es algo en lo que uno
está enfrascado, y cada año que pasa uno se siente más convencido y más
comprometido. Yo creo que cada año que pasa el desinterés personal puede
ser mayor, el espíritu de sacrificio mayor; los elementos subjetivos van
teniendo ceda vez menos importancia, las cosas subjetivas, personales; ya uno
llega a identificarse de tal manera con lo que está haciendo, que la cuestión de
orgullo personal, vanidad, todas esas cosas que de alguna u otra forma existen
en todos los hombres, todos esos factores van quedando más atrás cada día
que pasa.

17
Si no es así, puede ocurrir lo contrario, que se tenga cada vez menos interés
en las cosas, influyan más los elementos subjetivos; puede surgir la
autosuficiencia, la idea de saber que uno tiene más conocimiento que los
demás, que uno sea imprescindible, insustituible, que alguien se enfatúe con lo
que es y con lo que hace. Todo eso que puede ocurrir, afortunadamente, en
especial esto último, a mí no me ha ocurrido, y pienso que en parte porque he
estado en guardia contra todos esos factores; tal vez he ido desarrollando una
filosofía, sobre la importancia relativa de los hombres, el valor relativo de los
individuos, la convicción de que no es el individuo el que hace la historia, sino
los pueblos, la idea de que nadie puede atribuirse los méritos de todo un
pueblo y de millones de gente que trabajan todos los días, que aportan su
esfuerzo todos los días, que producen, que defienden la Revolución; la
conciencia plena, las convicciones profundas con relación a todo eso, de la
vanidad que encierran los afanes de gloria personal pueden explicar de cierta
forma mi actitud. Hay un pensamiento, una idea, una frase de Martí que
produjo en mí profunda e inolvidable impresión. Me enseñó, me agradó y desde
entonces siempre la he tenido presente: "Toda la gloria del mundo cabe en un
grano de maíz."
Es realmente reconfortante sentir la impresión de que uno puede haberse
alejado de esos riesgos. ¿Hay algún método para alcanzar esa victoria sobre sí
mismo?
No creo que existan técnicas infalibles, el ser humano es muy complejo, a mí
personalmente me ha servido mucho estar siempre en guardia, ser crítico, ser
riguroso, ser exigente conmigo mismo, tratar de ser siempre honrado conmigo
mismo. Uno debe estar comprometido, consagrado a lo que hace,
entusiasmado con lo que hace, convencido del valor de lo que hace.
(268, 37-38)

Ha habido líderes religiosos, líderes políticos. Creo que la historia del hombre
está llena de líderes, dondequiera que ha habido una comunidad humana
siempre surgió un líder: ahora, depende de la época lo que se requiere de ellos,
las cualidades que se necesitan en una época y las que se necesitan en otra.
En la época de Napoleón parece que eran cualidades militares las que se
requerían del líder, las batallas, el prestigio, las glorias; la propia Revolución
Francesa está llena de notables líderes. En unas circunstancias, la habilidad
para la guerra; en otras circunstancias, la habilidad para pensar, razonar; en
otras, la capacidad para expresarse, para pronunciar discursos, persuadir a los
demás; en otras, la acción, la capacidad de acción; en otras es la capacidad de
organización. En fin, que no se puede hablar de condiciones prototípicas de un
líder.
Si me dice: las cualidades de un líder revolucionario, yo podría abundar un
poquito, hablar más de eso. Pienso que hace falta una gran dosis de
convicción, de pasión en lo que se está haciendo; yo creo que hace falta
también una gran confianza en el pueblo; me parece que hace falta tenacidad,
hace falta serenidad también, incluso, un sentido de la responsabilidad,
identificación con lo que está haciendo y con el pueblo. Yo creo que se necesita
igualmente un poco de preparación, de ideas claras. Bien, esos son algunos
elementos.
Me gustaría añadir algunas cosas más al concepto de líder revolucionario. Yo
creo que hay que tener un sentido de solidaridad humana grande, hay que

18
tener un gran respeto por el pueblo, no ver al pueblo como un instrumento,
sino al pueblo como un actor, verdaderamente como el protagonista, el
objetivo y el héroe de esa lucha. Vaya, no quiero decir que sean técnicamente
imprescindibles esas cualidades para ser líder en un proceso de cambios; es
decir, puede haber un líder que reúna todas las demás características y, sin
embargo, vea al pueblo como un instrumento, como el objetivo, mas no como
el protagonista principal, como el verdadero héroe. Eso puede ocurrir, ser una
realidad. Se trataría de una valoración más bien de tipo moral, que de las
características intrínsecas que necesita tener un líder.
(268, 47; 48-49)

A veces en una zona se ha hecho un gran esfuerzo de trabajo, de desarrollo


económico, pero no hay un buen aparato político, y la zona es débil.
Dondequiera vemos incesantemente que hace falta el revolucionario, que hace
falta la organización política. Donde hay una buena organización política todo
marcha.
Nosotros no podemos permitirnos ahora el lujo de no tener una buena
organización política en todos los rincones del país. El cuadro político está
siempre alerta, estudiando, analizando, explicando. ¿Que hay un problema que
no se puede resolver? Se explica, se le explica a la masa, porque el pueblo
entiende.
¿Qué le va a pedir el pueblo a los revolucionarios? ¿Qué hagan lo que no
pueden? ¡No! Les pedirá que hagan lo que sí pueden. Cuando al pueblo se le
explica una dificultad y se le razona, lo entiende.
El cuadro político debe estar inmediatamente para resolver lo que se pueda
resolver, para explicar lo que no se pueda resolver, para gestionar, para hablar,
para alertar. Si en un rincón del país hay una mala distribución, o una mala
producción, o cualquier problema, la dirección política no tiene que enterarse
por medio de un vecino de allí que lo diga. Para eso está el Partido. Ojo atento
a todos los problemas, trabajando con las masas, impulsando todo lo que
pueda impulsar, explicando, resolviendo, gestionando, advirtiendo a los
organismos superiores. Por eso la función del aparato político de la Revolución
es fundamental...
(67, 17)

... Buscar y crear hombres responsables entre los mejores valores de la clase
trabajadora, ir seleccionándolos, ir formándolos, ir desarrollándolos, ir
situándolos en el trabajo, y desde luego, nutrirse siempre de esa cantera
inagotable, de esa mina tan rica en valores que es el pueblo, la clase
trabajadora.
Hay una política consecuente en ese sentido: exigir responsabilidades, que es
una de las cosas que nosotros no hacemos consecuentemente. No sabemos
exigir responsabilidades consecuentemente. Un individuo comete un gran
error, y se queda tan tranquilo. En un frente de trabajo, en un frente de
producción, muchas veces ascendemos a la gente, cuando comete un error. Lo
cambiamos de lugar, lo pasamos a otro trabajo con el mismo sueldo, y a veces
con un sueldo mayor. Eso es un gran vicio, señores, que tenemos que
sacudirnos, entre otros muchos y exigirle la responsabilidad que corresponda a
todo el mundo en todos los niveles de trabajo. Al que no cumpla, al que no lo
haga, ¡ya está! ¿Hasta cuándo vamos a estar con paños tibios? No puede ser.

19
No quiere decir eso que hay que cerrarle las puertas a nadie ni ser implacables,
porque hay que recordar aquello de "ni tolerante ni implacables". Pero no se
puede ser tolerante por compañerismo, por amistad, por pena, por lo que sea.
... Y exigir responsabilidad en todos los niveles. Exigírsela a todo el mundo.
Esta es una cosa que no hemos sabido hacer de una manera consecuente.
Hemos atravesado distintas etapas, y muchas de estas cosas son producto del
mismo proceso. Pero estamos ya en una etapa en que tenemos posibilidad de
hacerlo y el deber de hacerlo. Pero que cada uno aquí sea responsable en el
lugar en que está. Si no hacemos eso, imaginen ustedes. Esto es fundamental.
En serio, tomar en serio; a nadie se le obliga. La Revolución no obliga a
nadie, absolutamente a nadie. Y entonces quien no pueda, si no puede, ni tiene
por qué. Además una revolución no es obra de un individuo ni de nadie. Es obra
de todo el pueblo. Es obra de miles, de millones de individuos.
Así es que los problemas propiamente personales se reducen a la nada al
lado de la tarea de millones de personas. Tenemos que saber exigir
responsabilidad. Ese es uno de nuestros puntos débiles.
(71,31)

Les decía que la actitud del hombre frente a los obstáculos, la actitud del
hombre frente a las dificultades, la actitud del hombre frente al esfuerzo, es
algo que sirve para medir el temple del revolucionario. A las ideas optimistas,
revolucionarias, que defendemos, no les faltarán críticos, calculadores, esa
gente que tienen una posición absolutamente metafísica ante la vida; suman,
restan, pero les falta una suma: es la suma de la voluntad, es la suma del
valor, es la suma de la decisión, es la suma de los factores morales con los
cuales los pueblos siempre han emprendido y han realizado las más grandes
tareas en la historia de la humanidad.

Quienes se resignan a un esfuerzo mínimo, quienes se conforman con el


mínimo, siempre se asustarán, siempre se amedrentarán. Cuando se habla de
grandes obras, de grandes proyectos, de grandes metas; cuando se habla de
darle algo al pueblo, esos hombres de corazón raquítico jamás podrán darle a
los pueblos más que raquíticas ventajas, raquíticos éxitos. Y se asustan,
sencillamente, porque no son capaces de creer, de comprender lo que un
pueblo puede hacer; sencillamente porque se asustan del gran esfuerzo de
organización, del gran impulso que hay que darle a la obra de la Revolución.
Esos tipos de hombres sietemesinos nos recuerdan a aquellos que, frente a la
lucha en el pasado, frente a aquella dificilísima meta de derrocar aquel sistema
de explotación, de tiranía, decían que aquello era imposible, decían que
aquello era cosa de aventureros y de locos.
Muchas veces frente a las grandes tareas hay los que vacilan, pero siempre
entre los vacilantes se encontrarán los primeros oportunistas.

... Si hay cansancio, claudicar, pero no se convierta en freno, no se convierta


en obstáculo, no se convierta en estorbo. Hay mucho que hacer y esta tarea es
de revolucionarios. No basta con haber sido revolucionario ayer, hay que saber
ser revolucionario hoy, hay que saber ser revolucionario mañana. Y hasta,
incluso, se puede ser revolucionario no estorbando, no estorbando.
Vengan nuevos cuadros, vengan nuevas generaciones de hombres;
promuévanse los más aptos; no se aferré nadie a los honores ni a los cargos;

20
que eso siempre ha costado muy caro a los pueblos. Vengan nuevas
generaciones mejores que nosotros, vengan nuevas generaciones más aptas
que nosotros, que gustosamente les iremos dando el puesto de vanguardia;
pero lo que no dejaremos de ser jamás, jamás dejaremos de ser
revolucionarios, jamás nos conformaremos con media Revolución, jamás nos
resignaremos al mínimo, sino al máximo, jamás nos detendremos en la mitad
del camino.
Creemos que tenemos el derecho a llamarnos revolucionarios, pero no lo
tendremos cuando renunciemos a marchar hacia adelante Los conformistas
podrán conformarse con el mínimo nosotros buscamos el máximo.
(112, 8; 20)

Surge una conciencia de responsabilidad. Se producen cambios cualitativos en


la mente de nuestro pueblo, de nuestros hombres, de nuestros cuadros.
Quienes se resistan a cumplir su deber, la tarea que les toca, serán aplastados
por la conciencia que ya despierta y que los apartará del camino de la
Revolución y del pueblo. Y eso tiene el filo de un machete que corta, y una
tremenda fuerza.
Esa conciencia tiene que irse haciendo en todos y cada uno de nosotros en la
batalla grande que tenemos por delante...
(73, 14)

Pero creemos que dondequiera que un hombre tiene una responsabilidad


ante el pueblo, dondequiera que un hombre ha recibido el honor de ser
responsabilizado con algo, dondequiera que un hombre ha sido designado
administrador o jefe de un frente cualquiera de trabajo, tenemos el deber y el
derecho inalienable de exigir que ese hombre cumpla el deber y lo cumpla en
el grado más alto posible, independientemente por completo de la
remuneración material que reciba.
Porque formar capitalistas no es difícil, no requiere prácticamente ningún
trabajo, formar cuadros comunistas requiere esfuerzos, requiere trabajo,
requiere selección ardua, y requiere de todos aquellos que de una forma o de
otra intervienen en la selección de los hombres. Y es necesario que en esa
selección intervengan cada vez más y más la masa trabajadora, como ha
intervenido en la selección de los ejemplares, de donde salen los hombres de
nuestro Partido Unido de la Revolución Socialista; es necesario que las
selecciones sean buenas y no se guíen nunca por criterios subjetivos, mucho
menos por amiguismo o por favoritismo, sino con criterios objetivos, para que
pongamos siempre, o aspiremos a que llegue el día en que cada hombre
situado en cada sitio sea el hombre idóneo, el ideal, el mejor entre aquellos
que podían ser escogidos para esa responsabilidad.
(105, 7)

Es muy saludable que la ciudadanía, la colectividad, tenga conciencia de sus


problemas, es muy necesario y es muy saludable. Porque en la medida en que
tengamos conciencia clara de nuestros problemas, trabajaremos todos, todos,
por la solución de estos problemas.
... Y debemos enseñar al pueblo, enseñar al pueblo, que solo tendrán derecho a
estar al frente de sus destinos quienes sean capaces de dar el máximo, de

21
hacer el máximo honestamente y sin demagogia, y sin engaño, y sin
politiquería.
El pueblo y los dirigentes revolucionarios deben educarse en ese concepto,
de hombres que tienen una tarea, un trabajo dentro de la sociedad, quizás el
más duro, quizás en muchas ocasiones el más amargo, quizás en muchas
ocasiones el más tenso. Y bajo el socialismo no existen esas contradicciones y
la solución de los problemas no es solo problema de gobernantes, es problema
de gobernantes y de pueblo, del gobierno y del pueblo, y del pueblo y del
gobierno.
(111,26)

De ahí la importancia de la lucha de ustedes por crear conciencia; esa palabra


que tanto se repite y cuánto hace falta, porque la diferencia entre tener
conciencia y no tener conciencia es la diferencia entre el éxito y el fracaso. Eso
es lo que significa Conciencia, la diferencia entre el triunfo y la derrota.
Y lo triste es que algunas cosas no requieren, ni siquiera más esfuerzo, sino un
poquito más de sentido de responsabilidad. Y qué falta hace, ¡qué falta hace la
conciencia en un revolucionario!
No puede haber socialismo sin conciencia revolucionaria; sin conciencia
revolucionaria no habrá desarrollo de la producción, no habrá base material, y
no habrá socialismo.
(47, 9)

... Ni métodos idealistas que conciban al total de los hombres guiados


disciplinadamente por los conceptos del deber, porque en la realidad de la vida
actual no podemos pensar en eso y podremos pensar más y más en la medida
en que se vayan formando las nuevas generaciones de nuestra patria, ni
tampoco aquellos caminos que busquen, por encima de todo, despertar en el
hombre el egoísmo o que, sin buscar precisamente eso, conduzcan a eso, de
manera que el hombre quiera actuar bien pensando en que actuar bien
equivale a una recompensa para él y no a un profundo deber moral.
Tan idealista sería querer construir el socialismo —como le he dicho a
algunos compañeros un poco humorísticamente— imaginando al dinero
corriendo como loco detrás del hombre, como absurdo, y puede decirse que
antimarxista sería concebir al hombre corriendo como loco detrás del dinero...
(105,5)
... ninguna revolución social podría conducir al socialismo sin una revolución
técnica, y que ninguna sociedad humana llegará al comunismo sin una
revolución técnica.
Y aunque comunismo no quiere decir que tenga por base solamente la
abundancia de bienes materiales, sino que el comunismo, o la sociedad
comunista, además de la abundancia de bienes materiales requiere
esencialmente también una formación, una educación comunista, ni se llegaría
solo al comunismo con la educación ni se llegaría solo al comunismo con la
abundancia. Se puede solo llegar por la educación y la abundancia. Y a la
abundancia no se llega sin la técnica, y a la técnica no se llega sin la
preparación masiva del pueblo para esa técnica.
(114, 19-20)

22
Muchas veces hay abundancia, y queda el egoísmo. Puede haber abundancia
sin comunismo; comunismo será abundancia sin egoísmo. Pero no se logra el
comunismo solo con la abundancia sino con la educación, sino con la
conciencia verdaderamente socialista, verdaderamente comunista. El egoísmo
es tan absurdo y tan ciego que muchas veces no quiere conformarse con lo que
realmente se necesita, sino que hasta pretende apropiarse de lo que no se
necesita. En el capitalismo el hombre se apropiaba de mucho más de lo que
necesitaba simplemente para explotar a los demás. El hombre del mañana en
nuestra sociedad vivirá muy distinto de aquella época en que se vivía en medio
del egoísmo, en que unos hombres se apropiaban de casi todo para explotar a
la inmensa mayoría del pueblo.
(118,28-29)

Y nuestro pueblo se propone llegar lejos en esta marcha, y llegará tan lejos
cuanto mejor estén preparadas, en todos los órdenes, las generaciones
venideras. En esa larga marcha, un trecho muy importante tendrán que
recorrer ustedes, un trecho muy importante tendrán que recorrer esos niños
que quedan bajo la responsabilidad de ustedes. Es el camino hacia una forma
de sociedad nueva, jamás conocida en la historia, en que los seres humanos
lleguen a ser verdaderamente hermanos.
Eso es lo que se llama comunismo y que es algo que está más allá del
socialismo. Y que no es solo un problema del desarrollo de las riquezas
materiales, sino también —y muy esencialmente— un problema de desarrollo
de la conciencia humana.
Con el trabajo crearemos riquezas materiales, con el trabajo de ustedes
crearemos conciencias humanas. Formaremos un ser desprovisto de egoísmos,
desprovisto de las viejas taras del pasado, con un sentido colectivo de su
esfuerzo, con un sentido colectivo de su fuerza. Porque realmente el hombre
aislado no es más que un ser infeliz; el hombre unido suma su fuerza a la de
sus semejantes y constituye la gran fuerza que es hoy, por ejemplo, la fuerza
de nuestro pueblo.
(124, 13)

Y estos hechos, más que ninguna palabra, demuestran la identificación, en lo


más profundo de sus conciencias, del trabajador con la obra revolucionaria, del
mismo trabajador que se moviliza en los momentos de peligro, que lucha en
Girón, que combate en el Escambray, que pierde su vida en cualquier sabotaje
criminal, dispuesto a defender con las armas la Revolución, en la lucha contra
los enemigos imperialistas y dispuesto a defenderla también en la lucha contra
la naturaleza y contra los contingentes, cualquier circunstancia accidental que
pueda presentarse en su trabajo. Y estas cosas enseñan, mucho más que
ningún manual y que ninguna palabra, lo que es una obra revolucionaria. Tal
vez muchos pensaron que al día siguiente del triunfo de las armas, entraríamos
en plena posesión de la abundancia, entraríamos en plena posesión de las
riquezas, cuando lo único cierto es que al otro día del triunfo de las armas,
entraríamos en el momento de empezar a construir el país y en el momento de
empezar a construir la riqueza del futuro.
(131,8)

23
Y en este concepto entre desarrollados y subdesarrollados existen
discrepancias terminológicas, porque se dice que a veces un país muy
desarrollado industrial y económicamente es a la vez país subdesarrollado
política y socialmente; y que un país subdesarrollado económicamente, esté
política y socialmente más
desarrollado.
Nosotros no nos ofendemos, ni mucho menos, si nos incluye! entre los países
subdesarrollados. Porque el desarrollo conciencia, nuestro desarrollo social y
nuestro desarrollo cultural general se van convirtiendo en un prerrequisito de
nuestro desarrollo económico e industrial. En este país, al igual que debe
ocurrir en cualquier otro país en condiciones similares a nosotros, el desarrollo
del pueblo en la política y en la conciencia se vuelve requisito sine qua non
para ganar la batalla del subdesarrollo económico.
(125,34)

Todavía ninguna sociedad humana ha llegado al comunismo. Los caminos para


llegar a una forma de sociedad superior son caminos muy difíciles. Una
sociedad comunista implica que el hombre haya alcanzado el más alto grado
de conciencia social que haya logrado jamás; una sociedad comunista significa
que el ser humano haya sido capaz de adquirir el nivel de comprensión y de
confraternidad y de hermandad que el hombre ha alcanzado en ocasiones en el
estrecho círculo de su familia. Vivir en una sociedad comunista es vivir en una
sociedad verdaderamente de hermanos; vivir en una sociedad comunista es
vivir sin egoísmo, vivir entre el pueblo y con el pueblo, como si realmente cada
uno de nuestros conciudadanos fuese nuestro hermano más querido. El hombre
viene del capitalismo lleno de egoísmo, el hombre es educado en el capitalismo
en medio del más feroz egoísmo, como enemigo de los demás hombres, como
lobo de los demás hombres.
El problema desde nuestro punto de vista para nosotros es que en la misma
medida en que las fuerzas productivas se desarrollen hay que ir desarrollando
también la conciencia comunista; que en la misma medida en que las fuerzas
productivas se desarrollen, cada paso de avance de las fuerzas productivas
tiene que ir acompañado de un avance en la conciencia de los revolucionarios,
en la conciencia del pueblo.
Si se admite que el hombre es incorregible, que el hombre solo es capaz de
marchar hacia adelante a través del egoísmo, a través de egoísmos
individuales, si se admite que el hombre es incapaz de aprender, si se admite
que el hombre es incapaz de desarrollar la conciencia, entonces los "sesudos"
economistas tendrán razón: la Revolución irá al fracaso, se enfrentará a las
leyes de la economía.
Pero el hecho real es que la historia de esta Revolución nos ha dado muchas
lecciones; ¡muchas lecciones, muchas veces repetidas, de que los que se han
equivocado eran los que no creían en el hombre, los que se han equivocado y
han fracasado eran los que no tenían confianza en los pueblos, los que no
tenían confianza en la capacidad del hombre de adquirir y desarrollar la
conciencia!...
Pero si estas luchas victoriosas llevadas adelante por nuestro pueblo fueron
duras difíciles, la lucha .que, lleva hoy adelante, la lucha por ganar la batalla
del subdesarrollo, esa lucha en medio del bloqueo es —si cabe— todavía más
dura y más difícil. La lucha por llegar a una forma superior de convivencia

24
social es una lucha de las más difíciles, uno de los caminos más difíciles que
pueda haber emprendido ningún pueblo,
Sin embargo, la seguridad que teníamos ayer -más seguridad hoy que nunca-
es la que sentimos al afirmar que este pueblo que, con su conciencia, con su
espíritu revolucionario, con su tesón y con su firmeza ha sido capaz de ganar
batallas tan difíciles, ganará también, como está ganando ya, la batalla de la
economía y ganará también la batalla para llegar a una forma de sociedad
superior.
... (Conciencia comunista significa que el día de mañana las riquezas que
hacemos entre todos, las disfrutemos por igual entre todos! ¡Eso es el
comunismo, esa es la conciencia comunista!
(133,9; 10; 14; 16,20)

Nosotros no debemos hacer nada jamás que vaya contra el desarrollo de esta
conciencia colectivista y esta conciencia comunista. Por el contrario: tenemos
que seguirla desarrollando siempre cada vez más. Tenemos que empeñarnos
en la búsqueda de un desarrollo de la conciencia que nos conduzca hacia el
comunismo. Pero el camino del comunismo no es solo un camino de
conciencia; es un camino de desarrollo de las fuerzas productivas y de la base
material.
Nosotros debemos utilizar la conciencia —como hemos dicho, otras veces—
como el arma fundamental en el desarrollo de las fuerzas productivas, que es
lo que se ha definido con la frase: "vamos a crear riquezas con la conciencia y
no conciencias con la riqueza”. Bien. Eso está claro, y eso está establecido, V
ha sido muy correcto que nuestra Revolución haya llevado esta línea, porque
además es la que nos hace fuertes.
¿Cómo podía nuestro país defenderse frente a esas armas del enemigo,
poderoso militarmente, con grandes influencias políticas en el mundo por su
poderío militar y económico, poderoso económicamente? Nosotros teníamos
que fortalecer nuestra conciencia. Y nos sentimos orgullosos de esa política,
porque efectivamente hemos logrado fortalecer extraordinariamente la
conciencia del pueblo
No quiere decir que esté totalmente desarrollada, no quiere decir que lo
comprendamos todo. Tiene que desarrollarse mucho más, tiene que
comprenderse mucho más.
A nuestra conciencia le falta mucho todavía en el camino del desarrollo, pero
se ha desarrollado lo suficiente como para oponer un valladar, una barrera
infranqueable al enemigo imperialista.
La Revolución ha sido y es fuerte en las masas, sobre todo en las masas de
los trabajadores. La Revolución es fuerte en el pueblo por su conciencia. Y la
Revolución es fuerte internacional-mente por su conciencia, por su línea. Es
decir que nosotros hemos seguido un camino correcto. El único camino,
traducido en esa frase: elevar la conciencia, y elevar la conciencia, y elevar la
conciencia.
No podemos caer en el idealismo de que porque queremos el comunismo y
porque luchamos por el comunismo y porque la conciencia es el factor
fundamental a desarrollar, creernos que ya tenemos la conciencia totalmente
desarrollada, que ya tenemos una base material, que ya estamos en la
sociedad comunista, que ya todos los hombres actúan exactamente igual por la

25
conciencia. Realmente no es así. Y todo eso es un proceso; y un proceso de
marcha ascendente.
Hay que procurar que la ideología no sufra derrotas, porque las derrotas de la
ideología se pagan con retrocesos en el camino de las revoluciones.
Marchemos tan lejos como podamos, tan rápido como podamos, pero no más
allá de lo que podamos, para preservar la ideología de derrotas.
... Nuestro pueblo libra un reto histórico con el país' económicamente más
desarrollado, con la sociedad de mas altos niveles de consumo del mundo. El
más elemental concepto de la táctica y de la estrategia nos dice que tenemos
que fortalecer la conciencia. Y ha sido ese fortalecimiento de la conciencia él
que ha hecho fuerte y ha hecho invencible a la Revolución, el que le ha
permitido resistir a pie firme al imperialismo. Es el que le ha permitido resistir a
pie firme, y sin una sola vacilación y sin una sola concesión a la ofensiva de
bloqueo en el campo de la economía, en el campo de la política y en todos los
campos del imperialismo yanqui.
Y eso se lo debemos al extraordinario fortalecimiento de nuestra conciencia,
camino que debemos seguir. Pero a la vez, estos criterios, estas ideas, no
deben oscurecernos, no deben privarnos de la comprensión de las medidas que
debemos tomar en cada uno de los casos para resolver con criterio realista,
¡con criterio realista!, nuestros problemas actuales.
(152, 38; 39; 40;42-43)

... La sociedad comunista es el objetivo final. El socialismo es una fase de


tránsito. Y se ha dicho que la fase socialista implica que cada hombre aporte
según su capacidad y reciba según su trabajo. Y en la fase final, la fase
comunista, de una sociedad superior, de un hombre realmente nuevo, cada
uno deberá aportar según su capacidad y recibir según sus necesidades.
Es imposible que ningún hombre sensible, ningún hombre consciente pueda
dejar de luchar por esa etapa del desarrollo humano que constituye un futuro
relativamente lejano todavía, Porque no está en dependencia solo de los
hombres: está en dependencia del desarrollo de su conciencia y del desarrollo
de las fuerzas productivas y del desarrollo de la técnica de producción de los
bienes materiales.
Eso implica que para el avance ulterior de su propio sistema social los
obreros y los campesinos no emplean entre sí la fuerza, no emplean la
coerción, no emplean la violencia. El avance ya es moral, es de conciencia, es
político. Los obreros y los campesinos expropian a las clases explotadoras, las
privan de todos sus mecanismos y de todos sus instrumentos de poder. Por
supuesto, de todos sus medios de divulgación masivos...
Hace algunos años, en nuestro país no se podía siquiera mencionar la palabra
comunismo. Y hoy es necesario explicar que el comunismo solo puede ser un
resultado final del proceso social revolucionario; y aunque nos agrade más el
principio comunista, si queremos llegar al comunismo es preciso empezar
aplicando el principio socialista.
... Porque las consecuencias de tratar de avanzar más de lo que se puede es
tener la necesidad de retroceder, ¡y aquí no se trata afortunadamente de
retroceder! ¡Se trata de rectificar! ¡Y de rectificar porque somos socialistas! ¡Y
porque queremos ser comunistas! ¡Y porque no renunciaremos jamás al
objetivo comunista de nuestra Revolución y al desarrollo de nuestra conciencia

26
revolucionaria! Y porque seguiremos siempre poniendo en primer lugar el
altruismo, el desinterés y el espíritu solidario de los hombres.
Pero el análisis de un sinnúmero de hechos demuestra claramente que todavía
nuestra sociedad, nuestro pueblo, no tiene una cultura para vivir en el
comunismo, aparte de no tener una economía suficientemente desarrollada
para vivir en el comunismo, y que nosotros realistamente, muy realistamente,
tenemos que aplicar las fórmulas que corresponden a esta fase de nuestra
Revolución, y aplicarlas en todos los sentidos; no solo en la distribución, no solo
en los salarios, sino también en la administración, todas las fórmulas que
corresponden a la fase socialista de la Revolución.
(173,6;11)

Por eso, creo que es muy importante definir cuáles van a ser los objetivos de la
sociedad comunista: un hombre plenamente desarrollado, un hombre
integralmente desarrollado, pero con concepciones muy diferentes a las de la
sociedad capitalista. Creo que ese es un punto fundamental. Y para crear esa
nueva cultura hace falta trabajar muy duro, y hace falta educar mucho. Y yo
creo que la educación es el instrumento fundamental de la sociedad, además
del desarrollo económico, para crear una conciencia comunista.
(219, 162)

Entonces, incurrimos en ingenuidades. Convertimos la espontaneidad en una


filosofía. Nos creemos que porque nuestro sistema sea justo, porque lucha por
la justicia, porque lucha contra la explotación del hombre por el hombre, ya
todo va a marchar a las mil maravillas.
... Yo creo que debemos sacar la conclusión, y profundizar y cuestionarnos
hasta qué punto realmente tenemos una conciencia política, una conciencia
revolucionaria, una conciencia social. La tenemos para algunas cosas
increíbles, admirables, maravillosas. Si un día se le dice a todo el mundo:
hagan tal sacrificio, lo hacen ese día concreto, específico. Si es una
movilización para el trabajo voluntario, también, si es una movilización para
cumplir una misión internacionalista difícil, también. Aparecen cientos de miles
queriendo ir a Etiopía, queriendo ir a Angola, queriendo ir a cualquier parte. Es
decir que se manifiesta nuestra conciencia política revolucionaria en algunas
cosas. Pero en otras, esa que se requiere todos los días, no se manifiesta.
(232, 8)

la Revolución, en la rectificación de sus errores de idealismo, abordó


valientemente y adoptó las medidas pertinentes; pero se producen
contradicciones. Y tenemos que evitar que las fórmulas socialistas
comprometan la conciencia comunista; tenemos que evitar que las fórmulas
socialistas comprometan nuestros más hermosos objetivos, nuestras
aspiraciones, nuestros sueños comunistas; tenemos que evitar que el descuido
ideológico y la no comprensión de estas verdades hipotequen la meta de
formar un hombre comunista. Si el hombre trabaja más porque gana más, es
una actitud positiva, en un sentido ayuda, produce más; pero no es una actitud
comunista. Si hace más porque va a recibir un estímulo material, puede ser útil
y puede aumentar la distribución, la riqueza y ayudar al desarrollo, pero no
forma una conciencia comunista.

27
La realidad impone a la sociedad sus reglas y sus fórmulas, el Partido y la
Unión de Jóvenes Comunistas tienen que llevar al hombre la conciencia. Y digo
que ser comunista no va a depender solo de riquezas ilimitadas para repartir,
para cuando haya tantas que sobren —y no sé qué cosa es lo que va a sobrar
en un mundo cuya población se multiplica como la de los curíeles y cuyos
recursos naturales son limitados-. No solo sobre la base de la abundancia de
riquezas se puede hablar de conciencia comunista, ni nadie puede esperar por
eso.
A mi juicio, el desarrollo de la sociedad comunista es algo en que el
crecimiento de las riquezas y de la base material tiene que ir aparejado con la
conciencia, porque puede ocurrir, incluso, que crezcan las riquezas y bajen las
conciencias. Es muy importante que los jóvenes mediten sobre esto, y estoy
seguro de que habrán meditado y estoy seguro de que se habrán preguntado,
porque yo mismo he meditado mucho sobre esto, y me lo he preguntado
muchas veces, y tengo la convicción de que no es solo la riqueza o el desarrollo
de la base material lo que va a crear una conciencia ni mucho menos. Hay
países con mucha más riqueza que nosotros, hay algunos. No quiero hacer
comparaciones de ninguna clase, no es correcto. Pero hay experiencias de
países revolucionarios donde la riqueza avanzó más que la conciencia, y
después vienen, incluso, problemas de contrarrevoluciones y cosas por el
estilo. Puede haber, quizás, sin mucha riqueza mucha conciencia.
Está mal que nosotros nos pongamos de ejemplo, pongamos de ejemplo a
nuestro país. Pero yo tengo la convicción de que dentro de la limitación de
nuestras riquezas, de nuestro relativo desarrollo material, en nuestro país se ha
desarrollado mucha conciencia, mucha conciencia, y un ejemplo de ello es el
espíritu internacionalista de nuestro pueblo. Eso es importante, es importante
comprender todas estas cosas, si no se comprenden, entonces somos más
débiles.
... Nosotros tenemos algo más poderoso que el dinero, y eso se llama
conciencia. Y el comunista es por eso más poderoso que el capitalista, porque
el comunista no se vende por ningún dinero, el comunista tiene conciencia y el
capitalista, dinero y nada más que dinero, no hay patria, donde más gane, esa
es su patria. El capitalismo por naturaleza es apátrida, va donde más gane; y el
comunista por esencia es internacionalista, pero además es patriota: cumple
el deber internacionalista donde sea y cumple su deber comunista con su
propio pueblo; ese es el hombre que tenemos que formar...
(252, 99-100; 110)

En el fondo ha habido gente que cree ciegamente en esos mecanismos, y que


cree que el socialismo se construye con mecanismos y que el trabajo político
hay que olvidarlo, y que el trabajo del hombre hay que olvidarlo. El socialismo
hay que construirlo con trabajo político, con organización, con planificación,
con eficiencia, porque lo único que se construye mediante mecanismos es el
capitalismo. Puede haber mecanismos que ayuden al socialismo, pero eso no
implica que ni por un segundo nos olvidemos de que el socialismo es obra del
hombre, y es por excelencia obra del hombre, de la racionalidad del hombre de
la capacidad del hombre de prever y planificar y de resolver problemas, y no
obra de leyes ciegas y de mecanismos ciegos.
(278,82-83)

28
Luego, no son ilusiones si digo que las mejores cosas las hemos alcanzado
trabajando con la vergüenza y el honor de los hombres, trabajando con !a
conciencia de los hombres, sembrando ideas. Y he mencionado solo algunas de
las esferas en que no cabe nada de esto de los mecanismos, que, por otro lado,
sostengo resultan necesarios en la esfera de la producción material...
Hay que hacer trabajo de conciencia, sí, y los demás mecanismos, los
factores económicos, son medios, instrumentos auxiliares del trabajo político y
revolucionario que requiere una verdadera revolución, y, sobre todo, que
requiere la construcción del socialismo y los caminos del comunismo.
Lo mismo puedo decir de los militantes del Partido y de los cuadros de
nuestras organizaciones de masas. Las cosas mejores que tenemos, lo digo de
verdad, las hemos logrado con trabajo político y revolucionarlo, las hemos
logrado a través del desarrollo de la conciencia de los hombres. No son
Ilusiones, estos ejemplos están a la vista de todos. Y digo con realismo, porque
debemos ser realistas, que en la esfera de la producción material tenemos que
usar esos mecanismos económicos, pero con esta concepción, como medios
auxiliares, como instrumentos auxiliares del trabajo político y revolucionario;
porque creer que esos mecanismos van a obrar el milagro de la eficiencia, van
a lograr el milagro del desarrollo económico y social, y van a obrar el milagro
de la construcción del socialismo, es una de las ilusiones más ridículas que
puedan haber existido jamás.
(287,6)

Nosotros no somos maestros de la historia, sino discípulos de la historia.


Nosotros aprendemos del proceso revolucionario, y el propio proceso
revolucionario tendrá que ser siempre, con su infinita variedad de cosas
nuevas, con sus infinitas posibilidades, el gran maestro del pueblo, el gran
maestro de todos los revolucionarios. El mejor libro, nuestro verdadero libro de
texto en cuestiones dé revolución, será el propio proceso revolucionario. Y por
eso, cuando elaboremos representaciones esquemáticas de lo que hayamos
creado, esas representaciones no serán producto de la imaginación, serán
producto de la realidad.
(121, 10-11)

... Desde luego que no puede concebirse una revolución sin educación.
Precisamente por ser la revolución un cambio completo, profundo, en la vida de
un país, en todos sus órdenes, el primer gran problema de la revolución es
cómo se combate y cómo se vence la influencia de las viejas ideas, de las
viejas tradiciones, de los viejos prejuicios, y cómo las ideas de la revolución van
ganando terreno y van convirtiéndose en cuestiones de conocimiento común y
de clara comprensión para todo el pueblo.
Empecemos por nosotros mismos, que en estos dos años hemos ¡do
adquiriendo experiencia, y al mismo tiempo que hemos ido aprendiendo hemos
ido tratando de enseñar. Al mismo tiempo que hemos ido razonando hemos
tratado de hacer que los demás razonen junto con nosotros, enriqueciendo la
experiencia del pueblo con la experiencia de cada uno de nosotros, y también
enriqueciendo la experiencia de cada uno de nosotros con la experiencia del
pueblo. Porque no es que nosotros hayamos enseñado al pueblo. Nosotros
hemos aprendido mucho más del pueblo que lo que le hemos enseñado al
pueblo, porque lo que nosotros sabemos lo extraemos del pueblo...

29
Esa fuente de información está, fundamentalmente, en el pueblo. Ese ha sido
uno de nuestros métodos de aprendizaje: ir a buscar en el pueblo la
información, ir a buscar en el pueblo la experiencia, ir a informarnos en el
pueblo de sus necesidades, e ir informándonos en el pueblo de sus
sentimientos, de sus aspiraciones, de sus deseos, de sus preocupaciones. Ir
recibiendo del pueblo, también, ideas, ya que el pueblo es una fuente
extraordinaria de ideas. Son millones de inteligencias pensando sobre la misma
cosa, millones de inteligencias ofreciendo fórmulas. Y, en fin, muchas veces la
tarea de los dirigentes de un país es ir recogiendo y elaborando muchas de
esas ideas.
Es decir que este ha sido para todos un proceso de educación. Los primeros
educados por la Revolución somos todos nosotros: gobierno y pueblo, que
vienen a ser exactamente la misma cosa.
(36, 10; 11; 12)

Hay una cuestión esencial, en lo que se refiere a los compañeros que tienen
responsabilidades de orientación revolucionaria: lo primero que es
imprescindible para orientar es estar orientados. Eso es lo primero y lo más
importante. No se puede orientar a los demás si el problema no se comprende
adecuadamente; si la persona que trata de orientar a los demás no está
perfectamente orientada. De ahí la necesidad de especializar a los compañeros
que tienen esas tareas. Es imprescindible que los compañeros
responsabilizados con las tareas de orientación revolucionaria estudien, es
necesario que estudien, No hay otra manera de superarse, de penetrar a fondo
en los problemas; no hay otra manera de orientarse que estudiando,
analizando y meditando.

Alguien dijo aquí que el orientador tenía que ser como una antena: sensible. Y
eso es verdad. Pero yo quiero utilizar la imagen en un sentido distinto. El quiso
decir para captar aquellas ideas y aquellas cuestiones que requieran una
explicación, que requieran su trabajo; y yo pensaba que el orientador debe ser
una antena también para ayudar a rectificar los errores, ayudar a superar
deficiencias, porque nadie mejor que el que tiene que enfrentarse al problema
y darle una explicación sabe de qué lado está cojeando un administrador, un
departamento del Estado, una empresa, una autoridad de cualquier índole;
nadie mejor que él, que tiene que dar la explicación, puede ser sensible a las
cosas que anden mal y luche por rectificar aquellas cuestiones y problemas
que le hacen muy difícil su trabajo de orientación revolucionaria.
Ustedes tienen que ir encontrándole a cada cosa la explicación real, lógica,
dialéctica, porque es que todo la tiene, porque es que por ningún concepto, ni
humano ni científico, puede superar el capitalismo al socialismo, y entonces
ustedes tienen que conocer todos esos problemas cabalmente, porque a
medida que el pueblo aprenda irá preguntando. Entonces, ustedes tienen que
sacar todo lo que tiene de negativo ese sistema en su educación, en su cine; el
derroche de energía humana, el derroche de material, en fin, todas las
circunstancias que constituyen el crimen del capitalismo y del imperialismo.
Es decir que ustedes tienen necesidad perentoria de estudiar, de orientarse,
porque, cada día tendrán que hacer análisis más profundos, más complejos,
tendrán que dar explicaciones más cabales.

30
... Hay una serie de detalles psicológicos -nosotros se los recomendamos
mucho a los instructores revolucionarios-. Mira: hay cierto momento que no le
debes endilgar un discurso a nadie, porque le cae pesado el discurso, el
discurseador, y todo lo demás. Hay que saber escoger el momento psicológico,
el momento propicio, para las reuniones, para las conferencias; hay que hablar
mucho en grupos pequeños. Es decir, no tiene que verse siempre el orientador
en pose de orador, encaramado en una silla, metiendo un discurso. No, Puede
estarles hablando a seis o siete, dándoles una explicación que resulte
interesante, y que se van sumando gente, dos o tres más, hasta que llega a
tener un grupo de quince. Y es más familiar, más ameno, menos formalista;
porque al irle a hablar, hay que buscar el lenguaje sencillo, claro...
... Hay que hablarle a la gente claro, de manera que lo entiendan, conversar
con la gente, lo mismo cuando están conversando con cinco, que cuando están
conversando con cincuenta; no hay que "estirarse" para hablarles, no hay que
adoptar los formalismos: conversar y, sobre todo, mucha conversación en
grupitos pequeños, discusiones, todas estas cosas.
Eso forma parte del trabajo, también, del orientador. Hay momentos que son
más psicológicos para hablarle al personal, que otros; a lo mejor en el
momento que tiene todo el mundo hambre, con ganas de irse para la casa, si
lo paran ahí, se paran a disgusto. Habrá muchos que porque no digan que no
quiere oír, se quedan. Si lo hacen en el medio del trabajo, interrumpen la
producción. Hay que saber escoger el momento. Puede haber reuniones por la
noche, para los que quieran oír, sobre todo, ir despertando el interés; si
algunos no van, invitarlos, preguntarle por qué no va, por qué no va un día a
las conversaciones, a las discusiones; usar mucho el método persuasivo. Y en
la cuestión de las charlas, también hay que tener en cuenta la calidad más que
la cantidad.
. No es cuestión de pararse en una esquina y pronunciar un discurso. Ese
problema psicológico, de la psicología del que tiene para realizar esas tareas,
es muy importante, para no caer pesado, porque no hay cosa peor que un
orientador que caiga pesado. Porque entonces, no va a convencer a nadie.
Un principio elemental de la Revolución debe ser la persuasión, si ustedes
quieren hacer un trabajo verdadero. Si no, mucha gente va a quedar
encubierta, pasando por revolucionario sin serlo.
(47,8; 9; 10)

La verdad es una entidad concreta y en función de un fin noble, porque la


verdad incluso está castigada en el Código Penal en determinada circunstancia
ciertas verdades, por resultar innecesarias y difamantes, están castigadas en el
Código Penal como acto de difamación. E incluso desde el momento en que
una verdad se emplee con mal fin ya no puede ser tal verdad. Yo concibo la
verdad en función de un fin justo y noble, y es entonces cuando la verdad es
realmente verdad. Si no sirve un fin justo, noble y positivo la verdad, como
ente abstracto, categoría filosófica, en mi opinión no existe...
(81,40)

No siempre desde el gobierno todo puede explicarse, porque no todas las


cuestiones y todas las tareas en las complejas actividades de un gobierno se
pueden discutir públicamente. Hay cosas que por sus características y su
naturaleza no es adecuado ese tratamiento. Hay, necesaria e inevitablemente,

31
determinadas actividades que requieren una discreción. ¡Ah, pero la discreción
es algo muy diferente a la mentira! La mentira no paga dividendos, los
dividendos que una mentira brinde a la larga los cobra a un precio mucho
mayor.
(104, 14)

... Y no saben que no hay mejor táctica, ni mejor estrategia que luchar con
armas limpias, y que luchar con la verdad, porque esas son las únicas armas
que inspiran confianza, son las únicas armas que inspiran fe, son las únicas
armas que inspiran seguridad, dignidad, moral. Y son con esas armas con las
que hemos ido venciendo y aplastando los revolucionarios a nuestros
enemigos. Mentira. ¿Quién ha escuchado nunca una mentira en boca de un
revolucionario? Porque son armas que no benefician a ningún revolucionario, y
ningún revolucionario serio tiene necesidad de acudir a una mentira nunca; su
arma es la razón, la moral, la verdad, la capacidad de defender una idea, un
propósito, una posición.
(108,14)
... Porque la educación más importante es la educación política del pueblo...
... Nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee! Nosotros no le
decimos: Esto es un dogma...
La reacción no le decía al pueblo lee sino cree. Por lo tanto, le suprimía la
oportunidad de tener libros. Un libro valía dos, y tres pesos, y cuatro, y más. No
hacía cartillas de alfabetización para enseñar a leer al campesino, al obrero, a
todas las personas que no sepan. Les decía: cree. No les brindaba acceso a la
cultura. En los periódicos todo era mentira.
Todos los medios de divulgación —cine, periódico, revista— estaban al
servicio de aquellos intereses de que hablábamos antes, para enaltecer el
vicio, lo fangoso de la gente, el espíritu jugador. Para defender los intereses
enemigos de la economía del pueblo. Eso era lo que al pueblo le brindaban. Y
la Revolución le dice al pueblo: aprende a leer y a escribir, estudia, infórmate,
medita, observa, piensa. ¿Por qué? Porque ese es el camino de la verdad: hacer
que el pueblo razone, que el pueblo analice...
.. . Por lo pronto toda revolución es un extraordinario proceso de educación. Por
eso, Revolución y educación son una sola cosa.
Ahora bien, Revolución e instrucción. Revolución y enseñanza. Revolución y
capacitación de técnicos, Revolución y formación de profesionales, son otras
tantas de las tareas de la Revolución. La Revolución ha trabajado en sentido
general en la educación del pueblo. La Revolución ha puesto todos los medios
de divulgación al alcance del pueblo, los libros al alcance del pueblo. Pero ha
habido otro trabajo de la Revolución en la educación.
... Es incuestionable: lo menos que debe saber un ser humano, lo menos, es
saber leer y escribir. Cuando una persona no sabe leer ni escribir está situada
realmente, en la escala más inferior en que pueda situarse un ser humano. En
primer lugar, sus conocimientos quedan limitados de manera extraordinaria. En
segundo lugar, hay una riqueza, una gran riqueza, de la cual toda la
humanidad es heredera. No se trata de un central azucarero, ni de una mina
de oro. No se trata de bienes materiales, pero que en realidad viene a ser la
riqueza más valiosa del hombre, porque es lo que el hombre ha creado con su
inteligencia y con su esfuerzo. Existe la riqueza cultural de la humanidad.
Todos los hombres de talento de la humanidad, todos los genios, han producido

32
algo: han escrito, han enseñado. Existe una gigantesca riqueza cultural,
producida por la humanidad, de la cual es heredera toda la humanidad. El
hombre más humilde, el hombre más pobre, el hombre que carezca de bienes,
tiene la riqueza de todas las obras, todos los libros y toda la enseñanza que le
han legado miles y miles de los hombres más prominentes del género humano.
Desde el momento en que un hombre no sabe leer ni escribir, es un hombre
que ha renunciado a esa herencia. Es un hombre desposeído por completo de
esa inmensa riqueza espiritual que la humanidad ha producido.
(36, 22; 24; 31)

Pero ninguna idea triunfa así, fácilmente. Para que una idea triunfe hay que
empezar a pensarla bien, hay que predicarla, hay que defenderla, hay que
persuadir a mucha gente, y entonces al final la idea triunfa...
(185,24)

. Nosotros nunca mandamos, nosotros nunca hemos ordenado, nosotros


siempre estamos persuadiendo a la gente, hasta en la guerra, cuando se iba a
hacer una operación militar no los mandábamos, sino los persuadíamos.
Nosotros no tenemos ni mandanismo ni usufructo del poder en ningún sentido,
sino trabajamos y tratamos de hacerlo lo mejor posible. Eso forma parte de
nuestra idiosincrasia y creo que vale algo a la hora de juzgar la conducta de los
hombres.
Pero es necesario, es imprescindible que el pueblo conozca qué es el
socialismo, en qué consiste el socialismo, y cómo se llega a esa sociedad, y
que a esa sociedad no se llega en veinticuatro horas, ni en un mes, ni en dos
años, que a esa sociedad más justa no se llega si no es sobre la base del
trabajo y sobre la base del desarrollo económico de la nación, y sobre la base
del desarrollo de nuestras riquezas, porque es imposible establecer esa
sociedad más justa sin un aumento extraordinario en la producción de bienes,
que permita a todos los ciudadanos de un país la satisfacción de todas sus
necesidades.
Con grandes sueños, con grandes ideas, y con grandes intenciones, y con
grandes deseos no llegamos a esa sociedad más justa. Hay que llegar a ella a
través de un proceso y a través de un gran esfuerzo. ¿Quiere decir esto que
hay que imponer el socialismo por la fuerza? No. ¿Ha impuesto el Gobierno
Revolucionario el socialismo por la fuerza, o es el socialismo una consecuencia
de la revolución de un pueblo que aspira a la justicia?
Es decir que es la consecuencia del convencimiento de un pueblo, es la
consecuencia de la persuasión del pueblo, es la consecuencia de la educación
del pueblo. Eso quiere decir que nosotros tampoco debemos imponerles a los
demás nuestras ideas por la fuerza, sino que nosotros debemos conquistar a
los que no comprendan nuestras ideas, conquistarlos por la persuasión y por la
razón. Eso quiere decir que en ese proceso nosotros debemos aspirar a que el
pueblo se eduque, y nosotros tenemos que aspirar a que todo hombre humilde,
todo hombre explotado, todo hombre honrado, comprenda nuestras ideas y
apoye nuestras ideas.
(39,20)

Y nosotros tenemos que responder a esa confianza que el pueblo ha puesto en


nosotros, porque la Revolución no tiene ningún problema, en tanto todos y

33
cada uno de sus hombres hagan el máximo esfuerzo y el pueblo lo sepa, y en
tanto el pueblo sepa también cuáles son nuestras dificultades, qué medidas
hemos tomado, qué cosas podemos hacer, qué cosas no está en nuestras
manos de inmediato hacer. De manera que todos, de manera que la nación
entera esté informada, conozca los problemas y haga su máximo esfuerzo; de
manera que la inmensa mayoría de la ciudadanía participe en ese esfuerzo
nacional.
(40, 9)

De manera que lo mismo a través del aparato sindical que a través del aparato
político, debe llegar a la dirección de la Revolución y del gobierno todo
problema que exista en cualquier sitio. Cuando hay un problema en cualquier
lugar y no llega a los organismos responsables es que algo anda mal; o anda
mal la organización obrera, o anda mal el núcleo revolucionario. Porque
tenemos que tener siempre la atención puesta en todos los problemas, y
tenemos que registrarlos por vía de la sensibilidad y los que no podamos
resolver, los que estén al alcance de nuestras posibilidades hacerlos llegar a
los organismos que deben resolver esas cuestiones.
Esos son los vehículos que tienen los trabajadores para actuar, para
participar, para resolver. No se concibe en poder revolucionario sino como un
poder que es representación -voz y brazo- de las masas trabajadoras. Y esa es
la concepción exacta que hay que tener. Hay que tener en cuenta que el poder
revolucionario es representación de esa masa, y que los sentimientos, las
ideas, los intereses de esa masa, las preocupaciones y las iniciativas de esa
masa debe llegar -a través de todos los canales posibles— a la dirección de la
Revolución.
Cuando hay un criterio equivocado en un sector determinado, entonces se
explica, se aclara, y a veces una opinión sobre cualquier cosa, puede ser
equivocada por falta de elementos de información, entonces llega la
información por vía del sindicato, o por vía del núcleo revolucionario.
Es muy importante que estos conceptos se aclaren porque nunca el poder
revolucionario puede ser un poder burocrático, jamás. Nunca el poder
revolucionario puede distanciarse de las masas. El poder revolucionario debe
estar siempre en contacto constante con las masas.
(44, 17-18)

Y un revolucionario tiene que ser, antes que nada, un hombre que sepa
analizar situaciones objetivamente, no subjetivamente. Aprender a pensar es
aprender a buscar soluciones adecuadas...
(49, 52)

¡¿Será posible, compañeros?! Vamos a hacer un análisis. ¿Seremos nosotros,


compañeros, seremos tan cobardes y tan mancos mentales que vengamos aquí
a leer el testamento de José Antonio Echeverría y tengamos la cobardía, la
miseria moral, de suprimir tres líneas? ¿Sencillamente porque esas líneas
hayan sido expresión, bien formal de un modismo, o bien de una convicción,
que a nosotros no nos toca analizar, del compañero José Antonio Echeverría?
¿Vamos a truncar lo que escribió? ¿Vamos a truncar lo que creyó? ¿Y vamos a
sentirnos aplastados por lo que pensó, por lo que haya creído en cuanto a
religión? ¿Qué clase de confianza es esa en las ideas propias? ¿Qué clase de

34
concepto es ese de la historia? Y ¿cómo concebir la historia de manera tan
miserable? ¿Cómo concebir la historia como una cosa muerta, como una cosa
putrefacta, como una piedra inmóvil? ¿Podrá llamarse "concepción dialéctica
de la historia" a semejante cobardía? ¿Podrá llamarse marxismo semejante
manera de pensar? ¿Podrá llamarse socialismo semejante fraude? ¿Podrá
llamarse comunismo semejante engaño? ¡No! Quien conciba la historia como
debe, quien conciba el marxismo como debe y lo comprenda y lo interprete y lo
aplique a la historia, no comete semejante estupidez. Porque con ese criterio
habría que comenzar por suprimir todos los escritos de Carlos Manuel de
Céspedes, que expresó el pensamiento de su tiempo, que expresó el
pensamiento de su clase, que expresó el pensamiento revolucionario qué
correspondía a un momento en que los criollos, los representantes de la
riqueza nacional, se rebelaron contra el yugo y la explotación de España. ¿Y
qué ideas influían en aquellos hombres? Las ideas de la Revolución Francesa.
Es decir: la de la Revolución burguesa. Y ¿qué ideas influyeron en los próceres
de América? ¿Qué ideas influyeron en Bolívar? ¡Aquellas mismas ideas! ¿Qué
ideas influyeron en Martí? ¿Qué ideas influyeron en Maceo? ¿Qué ideas
influyeron en Máximo Gómez y los demás hombres de aquella gloriosa estirpe?
¿Qué ideas influyeron en nuestros poetas de aquel tiempo, representantes de
la cultura cubana, raíz de nuestra historia, sino las ideas de aquel tiempo?
Entonces tendríamos que suprimir los libros de Martí porque Martí no fue
marxista-leninista, porque Martí respondió al pensamiento revolucionario que
cabía en nuestra patria en aquella era. Si el marxismo-leninismo es la ideología
de la clase obrera, cuando esa clase surge y toma conciencia de sí misma y se
lanza a la lucha por su redención, ¿cómo podemos pedir que ese fuera el
pensamiento, cuando la tarea que se le presentaba a un país, la tarea que se le
presentaba a la América Latina en la hora de su independencia, y la tarea que
se le presentaba a nuestra patria eran tareas nacionales, tareas de otra índole,
tareas de otro tipo, que correspondían al desarrollo de nuestra patria en aquel
momento dado?
Por ese camino habría que abolir el concepto de revolucionario desde
Espartaco hasta Martí. ¡Por esa concepción miope, sectaria, estúpida y manca,
negadora de la historia y negadora del marxismo, habría que caer en la
negación de todos los valores, en la negación de toda la historia, en la
negación de nuestras propias raíces! ¡Cuando todo ese acervo de progreso
humano, de esfuerzo humano, de sacrificio humano debemos recogerlo y
acumularlo en la historia hermosa de la patria y en la historia hermosa de una
humanidad que progresa, que ha venido progresando desde el principio, y que
sigue progresando, y que seguirá progresando cada vez más ¡
Por ese camino llegaremos a la situación de creernos nosotros
ultrarrevolucionarios y creer que hemos hecho toda la historia de la patria.
¡Olvidados de las decenas de miles de mambises que cayeron, olvidados de las
decenas de miles de héroes que murieron en el camino, todos los cuales, en un
grado o en otro, fueron jalonando ese camino, fueron haciendo la historia de la
patria y fueron creando las condiciones en virtud de las cuales nosotros,
generación afortunada, tuvimos la oportunidad de llegar a las metas más altas!
¡Y ver-cumplidos sueños que fueron sueños de generaciones de luchadores,
que unas tras otras se sacrificaron, se inmolaron preparando el camino!
¡El invocar sus sentimientos religiosos —si esta frase fue expresión de ese
sentimiento—, no le quita a José Antonio Echeverría nada de su heroísmo, nada

35
de su grandeza, nada de su gloria, porque él es expresión del espíritu rebelde
de la juventud universitaria, del espíritu generoso de aquella juventud, que por
boca de uno de sus más valerosos dirigentes escribió tan sereno y
desinteresado testamento! ¡Tan sereno y generoso testamento! ¡Como quien
tuviera casi la certeza de que iba a morir!
Con esos esfuerzos, con esos sacrificios, con el conjunto de toda esa sangre
generosa, de esa sangre rebelde, de esa sangre heroica, donde se mezcló el
afán de libertad de todos los jóvenes, desde Mella hasta José Antonio
Echeverría. ¡Con la sangre de Mella y con la sangre de José Antonio Echeverría
y con la sangre de muchos como ellos se fue haciendo la historia de la patria!
La grandeza de la Revolución es saber ir uniendo todo ese esfuerzo, toda esa
sangre para hacer la Revolución y para llevarla adelante. ¿Cómo podemos
nosotros pararnos ante nuestros enemigos con moral, si recurrimos a esos
trucos? Se sabe que los contrarrevolucionarios han usado esa frase para tratar
de presentar a José Antonio Echeverría corro instrumento de su pensamiento.
Es decir, del pensamiento de los contrarrevolucionarios que han tratado de
utilizar esa frase para Combatir a la Revolución, para combatir al marxismo.
Que los contrarrevolucionarios, con la hipocresía y la endeblez moral que los
caracteriza, actúen en esa forma, se explica. Por esa razón nosotros, los
revolucionarios, los marxistas, vayamos a suprimir esa frase, no se explica.
Se sabe que esa es la actitud de los contrarrevolucionarios y tratan de
arrastrar en esa actitud a gente creyente. Como no tienen ninguna bandera
justa, no tienen ninguna causa que atraiga a las masas, tratan de acudir a las
creencias religiosas, a las supersticiones, a lo que sea. Pero ¿qué culpa tiene de
eso un buen católico, un católico sincero que sea miliciano, que esté con la
Revolución, que esté contra el imperialismo, que esté contra el analfabetismo,
que esté contra la explotación del hombre por el hombre, que esté contra
todas las injusticias sociales? ¿Qué culpa tiene?
Ahora bien: nosotros hacemos un documento revolucionario, lo publicamos en
varios idiomas, lo apoya todo el pueblo, vota por él más de un millón de
ciudadanos que está allí; en la América Latina encuentra un extraordinario eco.
¿Qué decimos nosotros en él? Que en la lucha por la liberación nacional, en la
lucha contra el imperialismo, deben unirse todos los elementos progresistas,
todos los elementos patrióticos, y que en ese frente debe estar desde el
católico sincero, que no tenga nada que ver con el imperialismo ni con el
latifundismo hasta el viejo militante marxista. Declaramos eso a todo el mundo,
y venimos aquí —con una cobardía que no tiene nombre— a quitar del
testamento de un compañero la invocación que hizo del nombre de Dios.
Mientras por un lado les decimos que tienen que unirse, y que si son patriotas
y son revolucionarios, para luchar contra el imperialismo, y para luchar contra
el latifundismo, y para luchar contra la explotación no es obstáculo ser
creyente, ser cristiano, ser de cualquier religión, y que otro sea marxista, tenga
su fe en la filosofía marxista, que eso no es obstáculo. ¡Y venimos ahora aquí
con esa cobardía a suprimir una frase! No se puede pasar eso por alto, porque
eso ¿qué es? Un síntoma, una corriente miserable, cobarde, mutilada de quien
no tiene fe en el marxismo, de quien no tiene fe en la Revolución, de quien no
tiene fe en sus ideas.
Para que se acabe de apreciar con un ejemplo lo trágico de esta situación, es
el caso que el compañero que ha recibido la orden de tachar las palabras es
poeta, tiene este librito de versos, y entre sus versos está uno que dice:

36
"Plegaria para el Dios anónimo". Empezó expresándome su creencia, y después
me dijo que ahora tenía un complejo. Un compañero miliciano, un compañero
maestro de ceremonias, un compañero integrado a la Revolución, y por el
hecho de que un día escribió versos que hablaban de Dios tiene que vivir
acomplejado. ¿Cómo no va a acomplejarse si llega aquí y le dicen: quita esa
palabra? ¿En qué se convierte la Revolución? En una coyunda. Y eso no es
Revolución. ¿En qué se convierte la Revolución? En una escuela de
domesticados. Y eso no es Revolución.
Y ¿qué tiene que ser la Revolución? La Revolución tiene que ser una escuela
de revolucionarios, la Revolución tiene que ser una escuela de hombres
valientes, la Revolución tiene que ser una escuela de pensamiento libre, la
Revolución tiene que ser forja de caracteres y de hombres; la Revolución tiene
que ser, ante todo, fe en sus propias ideas, aplicación de sus ideas a la realidad
de la historia y a la realidad de la vida. La Revolución tiene que llevar a los
hombres al estudio, a pensar, a analizar para tener convicción profunda, tan
profunda que no haya menester de trucos. Si hablamos de esto es porque
creemos en nuestro pueblo, porque creemos en las ideas revolucionarias,
porque sabemos que nuestro pueblo es revolucionario y porque sabemos que
nuestro pueblo será cada día más revolucionario, porque creemos en el
marxismo-leninismo, porque creemos que el marxismo-leninismo es una
verdad incontrastable.
(53,10-12)

Se ha repetido con razón que nuestra labor política e ideológica no puede ser
abstracta y debe estar indisolublemente ligada a los problemas concretos,
económicos y sociales, nacionales e internacionales, que tenemos planteados
en cada momento. Al tiempo' que continuamos la preparación teórica de los
cuadros, los militantes y el pueblo entero, y que mantenemos la defensa
intransigente del marxismo-leninismo y la lucha contra sus tergiversadores,
estamos llamados a ocuparnos de manera especial de la educación económica
de los trabajadores, dentro de los principios y leyes del socialismo; de la
formación moral de niños y jóvenes, y del fortalecimiento de la conciencia
comunista e internacionalista de todos nuestros compatriotas...
(245, 123-124)

Para el Partido, lo fundamental en el trabajo ideológico es que la conciencia


política de nuestro pueblo sea portadora, ante todo, de una lealtad
indoblegable a los principios del socialismo y de una integridad moral
inquebrantable. La determinación de dejar de ser antes que dejar de ser
revolucionario, es el legado que, continuamente renovado, deberá pasar de
una a otra generación de cubanos. En la región del mundo donde la nación
cubana surgió a la historia, la menor vacilación en esto sería irreversible.
Nuestra confianza en el futuro se fundamenta en la probada capacidad del
socialismo para generar, a escala de la sociedad, cualidades y virtudes tales
como la pasión por el trabajo creador, el espíritu de solidaridad entre los seres
humanos, el patriotismo más puro y el internacionalismo más consecuente,
que constituyen los cimientos de la obra moral de la Revolución. El humanismo
de la sociedad cubana significa un sólido escudo frente al egoísmo despiadado
y brutal de la sociedad capitalista.

37
La tarea ideológica y política más importante que tenemos por delante es la
culminación de la construcción del socialismo y, al mismo tiempo, bregar
incansablemente por el perfeccionamiento de nuestra sociedad. No soslayamos
ni desconocemos nuestras imperfecciones y problemas. Hay que mantenerse
alertas y cerrarle el paso al asustadizo espíritu pequeñoburgués que halla
exageradas las normas de austeridad y extremado el rigor de la Disciplina;
someter a crítica el menor rasgo de prepotencia y darle una batida
dondequiera que aparezca a la más mínima señal de aburguesamiento y
corrupción.
... la trascendencia social del ejemplo personal de los comunistas y de los
cuadros, así como en el hecho de que la capacidad y la autoridad del Partido
para librar la lucha contra inconsecuencias ideológicas en el seno de nuestra
sociedad, dependen del predominio, en su vida interna, del ejercicio oportuno y
fraterno de la crítica y la autocrítica.
Desde luego, también en lo adelante, continuaremos librando una lucha
tenaz contra todo intento del enemigo por quebrar la moral combativa y
reblandecer el espíritu patriótico y la confianza del pueblo en la Revolución.
La educación económica, la disciplina laboral, la conciencia y la cultura de
productores, continuarán siendo en el futuro propósitos cardinales de la
educación ideológica, vinculados a la firme convicción de que el progreso y el
bienestar futuros dependen de nuestro talento, nuestro sacrificio y nuestro
sudor.
Nuestras aspiraciones de perfeccionar todo el trabajo de la Revolución,
alcanzan, por supuesto, al frente ideológico, donde es preciso avanzar hacia
formas superiores, liberándolo de formalismos y poniéndolo a salvo de
cualquier influencia burocrática.
(277, 100.-105-106)

... Es importante mejorar la labor de las organizaciones de base del Partido en


este terreno y trabajar para que cada núcleo y cada comunista sean activos
defensores y propagandistas de la política del Partido. Es necesario igualmente
hacer más integral todo el trabajo ideológico, y utilizar de manera coherente el
sistema de educación política, las formas y métodos de la propaganda y la
agitación, los medios de difusión masiva, las diferentes manifestaciones de la
cultura, el deporte, la recreación y otras vías para ese trabajo.
(245, 126)

Debe ponerse énfasis en que las exposiciones de la política del Partido en cada
esfera del desarrollo económico y social sean convincentes, en que la gestión
en todos los organismos sea creativa, concederle prioridad a la solución de los
problemas concretos de las masas y combinar el estudio de la teoría marxista-
leninista con la práctica concreta de la construcción del socialismo en nuestro
país.
En los años venideros, nuestro instrumento ideológico fundamental y guía
segura para la acción, será el Programa del Partido, en el que está contenido lo
esencial y los objetivos de trabajo que debemos emprender no solo en el
desarrollo económico y social del país, sino también en el desarrollo de
nuestras conciencias de comunistas.
(277, 106)

38
Hay gente que no entiende, hay gente que evidentemente ni lee el periódico, o
si lo lee no lo entiende, o no oye el radio, o no le han explicado los problemas,
porque la clave está en explicar los problemas y explicar las realidades. Si el
sol está ahí, usted no puede decir: "que el sol no existe".
Tenemos que hacer ese trabajo de información, de educación de nuestros
trabajadores y de nuestro pueblo. Yo estoy convencido de que lo lograremos, y
después de estas sesiones, de esta reunión, estoy más convencido todavía,
¡más que nunca!; y de que este programa de los comunistas y de nuestro
pueblo, lo cumpliremos; V no solo de que lo cumpliremos, sino también de que
lo sobrecumpliremos, como cumplimos y sobrecumplimos nuestras promesas
del Moneada, como cumplimos y sobrecumplimos nuestras promesas del
Granma, como cumplimos y sobrecumplimos nuestras promesas de la Sierra
Maestra.
No se trata hoy de lidiar con problemas de analfabetismo, de falta de
escuelas, con los problemas de la mendicidad, del hambre; no se trata de lidiar
con los problemas de aquellos hombres y mujeres que morían .sin hospitales,
sin médicos, sin asistencia de ninguna clase; no se trata de lidiar con los
problemas de una tiranía feroz que nos oprimía y nos ataba pies y manos, que
nos quitaba la libertad, que nos quitaba el pan, que nos vendía al extranjero;
no se trata de luchar casi sin armas, sin nada, con un enemigo fuerte y bien
armado, frente a tareas inmensas: se trata de resolver y enfrentar los nuevos
problemas, resultado de nuestros avances, de nuestro desarrollo y del gran
reto histórico de desarrollar el país, de construir el socialismo, de avanzar por
los caminos del comunismo, de desarrollar la teoría y la práctica
revolucionarias; de demostrar que el socialismo no solo es absolutamente
superior al capitalismo en la esfera de la educación, o de la salud, o el deporte,
u otras cosas en que ellos aceptan que hemos tenido progreso, sino hay que
demostrarles a los capitalistas que los socialistas, los comunistas, somos
capaces de ser, a través de la vergüenza, del honor, de los principios y de la
conciencia, no una vez, ni dos veces, ¡diez veces más capaces de resolver los
problemas del desarrollo de un país!, ¡que somos más capaces que ellos de ser
eficientes en la esfera de la producción material!, ¡y que una conciencia, un
espíritu comunista, una vocación y una voluntad revolucionarias, fueron, son y
serán siempre mil veces más poderosos que el dinero!
(287,8)

Y ciertamente que no puede haber pueblo más fecundo, más fértil, a la


comprensión; no puede haber inteligencia más abierta a los problemas y a los
modos de solucionar los problemas que nuestro pueblo, como no hay pueblo
más entusiasta, como no hay pueblo más sensible, como no hay pueblo más
rápido a cualquier llamado que se le haga en cualquier sentido...
(90,31)

... los pueblos pueden ser educados ce una forma o de otra, y este pueblo
nuestro tiene muy definidos perfiles mentales, muy definida idiosincrasia. No
hay pueblo con más sensibilidad para el ridículo que este. En este país un
ridículo no escapa sin que lo descubran rápido. No hay pueblo con más
agudeza y más malicia; es decir, más malicia para lo malo, para descubrir lo
malo, en el sentido positivo de tener la capacidad de sonreírse frente a
cualquier ridiculez, de descubrir cualquier maniobrita. Basta que un tipo sea

39
medio politiquero, y enseguida lo descubren; un farsante, y enseguida lo
descubren; un fariseo, y lo descubren; un ridículo, y lo descubren.
Honradamente, es una fortuna que en nuestro país y en nuestro pueblo se
hayan desarrollado ciertas características, cierto sentido del honor, -cierta
agudeza; que, de verdad, a este pueblo, su idiosincrasia, su sicología, hay que
conocerla. Quien no lo conozca se estrella, ¡se estrella! Pueblo alérgico a la
imposición, pueblo alérgico al abuso, pueblo alérgico al cliché , pueblo capaz
de pensar hasta lo infinito y no ser en nada fanático, pueblo al que no se le
puede andar con mentiras, pueblo al que no se le puede decir que fulano es un
dios, que no se le puede endiosar a nadie.
Esas son, afortunadamente, características de este pueblo.
Nuestro deber de dirigentes de una Revolución, en una etapa Inicial, es
desarrollar ese espíritu de nuestro pueblo, su sentido de la crítica, su capacidad
de análisis sereno y objetivo; esas virtudes í« nuestro pueblo, que es nuestro
deber señalar, que es nuestro deber acentuar, que es nuestro deber
desarrollar. Y a esas virtudes no debemos renunciar jamás.
(111,29)

Hoy todavía hay dos mentalidades diferentes, por su origen de clase, entre un
obrero y un campesino. La diferencia fundamental es que el obrero no estaba
habituado al concepto de propiedad; él nunca tuvo nada suyo, aquella
máquina, aquella fábrica, no era de él. El estaba más preparado para el
socialismo. El entendía perfectamente que aquella fuera la propiedad de todo
el pueblo, los medios de producción de todo el pueblo, al servicio de todo el
pueblo. El campesino está más habituado a la propiedad privada de un medio
de producción.
Esa es la diferencia hoy, no entre el hijo del campesino y del obrero, sino entre
la mentalidad del campesino y del obrero. Pero la alianza obrero-campesina
consiste precisamente en eso: en respetar esos derechos, en respetar ese
pensamiento, y en respetar la voluntad del campesino.
(178,31)

Alguien dijo que los campesinos tenían que aprender muchas cosas de los
obreros. Y es verdad. No hay duda de que el obrero es el ejemplo del
ciudadano abnegado; suele ser disciplinado, y lo da todo por su patria y por su
pueblo. Pero el obrero puede aprender también muchas cosas del trabajador
campesino, de su experiencia, de su sabiduría, de esa sabiduría campesina tan
necesaria y tan útil, de su sentido de responsabilidad.
(207, 48)

... lo fundamental que tiene que hacer una revolución es preparar hombres y
mujeres. Lo más fundamental que tiene que hacer una revolución es enseñar y
educar. La tarea más importante de una revolución, y sin la cual no hay
revolución, es la de hacer que el pueblo estudie.
(41,8)

... esto va a ser una siembra de cultura en todo el pueblo, de la misma manera
que en los campos se están sembrando millones de árboles, pues vamos a
sembrar en la inteligencia también millones de libros, que van a producir frutos
incalculables para el bienestar futuro de la nación.

40
(20,21)

... La pasión de saber hace que el hombre aprenda más rápidamente y aprenda
en menos tiempo; la pasión de saber, la conciencia de la necesidad de saber,
hace que los conocimientos se adquieran más rápidamente y, sobre todo, la
vida, el trabajo práctico, los problemas diarios, constantemente nos estarán
enseñando la necesidad de cada conocimiento.
(88,21)

Y es necesario desarrollar en todos los estudiantes el espíritu de observación,


la capacidad de analizar, de indagar, es decir, no aceptar las cosas
simplemente sin hacer un solo razonamiento porque aparece en un libro,
porque se lo dicen...
(93, 19)

Y aunque realmente nos interesan los técnicos -sí, mucho-, hay algo que hay
que decir aquí, y es que nos interesa todavía mucho más que tener técnicos
tener técnicos con los que pueda contar el pueblo, con los que pueda contar la
Revolución, con los que pueda contar la patria.
Y las universidades no tienen por misión fundamental formar técnicos, sino la
de formar técnicos revolucionarios, porque los estudios universitarios cuestan.
Algunos se quejan de que tienen que pagar caro algo —a lo mejor un filete
mignon en el "1830"—, porque se olvidan de que precisamente para hacer todo
esto, para crear el futuro, para preparar a nuestro pueblo, hay que gastar, hay
que invertir grandes sumas. Y la Revolución no ha escatimado en eso un
centavo, no ha escatimado un centavo para ayudar a obreros con dos y tres
hijos que están estudiando en estos planes, en sostener a su mujer y a sus
hijos para que ellos puedan volver a los campos convertidos en técnicos, para
hacer esto en beneficio de toda le sociedad. Porque quienes tienen una
concepción errónea, privilegiada de la sociedad, y los que tienen una
concepción privilegiada de sí mismos, se olvidan de cuánto cuesta, se olvidan
de todo lo que hay que hacer para permitir que los que jamás tuvieron
oportunidad casi ni de aprender a leer y escribir, se hagan técnicos y se hagan
ingenieros.
Pero no reacciona lo mismo, por eso, un obrero que estaba en segundo grado
o que era analfabeto en 1961 y en 1966 se matricula en la universidad, que
aquel que un poco desde demasiado temprano se acostumbró a tenerlo todo..
Y puesto que hemos hablado de esto es preciso que digamos que la
Revolución, en la misma medida en que da y brinda cada vez más facilidades a
los jóvenes, debe exigir más de los jóvenes; ten la misma medida en que crea
mejores condiciones! Si no queremos tener en el mañana neoburguesitos
ignorantes de todo, sin conciencia, será necesario que estos métodos aplicados
en estos planes y en otros planes, como en los planes de formación de
maestros, los apliquemos a la formación de todos los estudiantes; que
llevemos adelante, firmemente, el punto de vista de que es obligación de todo
joven estudiar, estudiar no solo hasta el sexto grado sino hasta la enseñanza
secundaria; que nadie tiene derecho a ser analfabeto, que nadie tiene derecho
a ser un incapaz, que nadie tiene derecho a ser un ignorante; y apliquemos
cada vez más, en todo el sistema educacional del país, los métodos que hemos
aplicado en este plan y en otros planes similares.

41
A veces, en nombre de un falso pedagogismo, en nombre de ciertos
perfeccionismos, hay mentes alérgicas al trabajo de los estudiantes alegando
que reduce sus niveles. A estos superpedagogistas —que de pedagogía
conocen bien poco, porque ignoran aquellas cosas esenciales que forman al
ciudadano— habría que recordarles que lo que nos interesa no es solo formar
técnicos, sino técnicos integrales, ciudadanos mejores. Y que sí tenemos
urgencia de técnicos, ¡siempre será más urgente formar hombres verdaderos,
formar patriotas, formar revolucionarios! Y si en la universidad, o donde sea,
hay que estudiar un año más, que se estudie un año más para sacar el título.
Pero que no formemos una juventud desconectada de las realidades,
desconectada del trabajo; que no formemos neoburgueses en medio de una
Revolución, gentes que no tengan la menor idea del esfuerzo del pueblo, del
trabajo del pueblo, gentes que no tengan la menor idea de lo que costó la
liberación del pueblo, de lo que costó el derecho de este pueblo a construir su
futuro, de lo que costó el derecho de este pueblo a liberar el trabajo de la
explotación, a liberar al hombre de la esclavitud. Y esta Revolución tendrá que
preocuparse por eso. Será deber de nuestras universidades, de los dirigentes
de nuestras universidades y de nuestros centros educado-males, la adopción
de los métodos que conlleven el propósito da : formar hombres conectados con
el pueblo, hombres conscientes, de formar técnicos con conciencia. Técnicos
sin conciencia no nos interesan...
(114,33-34)

Y uno de los problemas más serios de un país que se libera, es el .'problema


de la educación. Porque cuando se habla de países desarrollados y países
subdesarrollados económicamente, tal vez no se recalque suficientemente la
tragedia de un país subdesarrollado —subdesarrollo que es consecuencia de la
secular explotación colonialista e imperialista, que mantenía a los pueblos
sumidos en el atraso y en la ignorancia— si no se resalta suficientemente la
tragedia que implica la falta de personal calificado, la falta de técnicos
calificados, la falta de conocimiento en el pueblo...
(124, 11)

Es por eso que nosotros no podemos tener otra concepción del desarrollo de la
educación de un pueblo, si esa concepción no equivale, hasta sus últimas
consecuencias, al desarrollo de todas las facultades potenciales, de toda la
inteligencia potencial de ese pueblo.
(138, 7)

... ¿Qué es educar? Es preparar al hombre desde que empieza a tener


conciencia para cumplir sus más elementales deberes sociales, para producir
los bienes materiales y los bienes espirituales que la sociedad necesita y a
producirlos por igual, con la misma obligación todos.
(156, 126)

Nosotros pensamos que en la sociedad del futuro todos participen en la


creación de los bienes materiales, y todos sean capaces de participar en la
creación de los bienes espirituales y en los servicios. En la sociedad del futuro
la obra no será de individuos aislados, ni en política ni en ciencias ni en ningún
campo. Será de equipos de hombres.

42
(158,324)

Cada año, como es lógico, las exigencias se incrementan; cada año, como es
lógico, se pide más de nuestra juventud. Y estamos convencidos de que los
primeros en aceptar y apoyar esta exigencia de una superior calidad son
nuestros propios estudiantes. El estudiante en el socialismo tiene grandes
responsabilidades. Tiene todas las oportunidades de estudiar, de desarrollar su
talento en todos los terrenos; pero a su vez, con ello, adquiere
responsabilidades mayores con la sociedad y con la patria.
(187,94)

... No se puede concebir el socialismo sin este gigantesco esfuerzo


educacional. Pero esta realidad impone a los hombres responsables una
obligación muy grande, impone a todos los cuadros del Partido y del Estado
una obligación muy grande: la de desarrollar un creciente espíritu de
superación y un creciente espíritu de estudio. Porque para poder dirigir, para
poder asumir determinadas responsabilidades, hay que tener el nivel necesario
en fina sociedad que, en conjunto, eleva incesantemente sus conocimientos.
Ustedes deben pensar en la enorme masa que hoy se forma en las
universidades y en las escuelas del país, y que les impone por encima de sus
obligaciones cotidianas, el deber de estudiar incesantemente; porque ningún
hombre, ningún ser humano que tenga responsabilidad, que tenga sentido del
deber, que posea un conjunto de valores morales, se resigna por inercia a
quedarse atrás...
(199,30)

El desarrollo del espíritu científico y técnico en el seno de nuestro pueblo tiene


que ver con nuestro más importante recurso natural —como hemos dicho otras
veces.-, que es el hombre. Nuestro país no es rico en otros recursos naturales.
Nuestro país es pobre en recursos energéticos, por ejemplo, en recursos
petroleros, en carbón, en recursos hidráulicos, en bosques. Es pobre en
recursos naturales de fácil explotación, sobre los cuales se puede desarrollar
cómodamente una gran riqueza.
Lo que nuestro país tiene de más valioso es su propio pueblo. Su recurso más
importante es la inteligencia, la energía y la salud de su pueblo.
(181,36)
Porque el país no se compone solo de azúcar y de níquel; no hay que
desarrollar solo la producción mineral, la producción azucarera, tabacalera y de
otros renglones; hay que desarrollar la inteligencia. iNo se sabe lo que vale y
no se sabe lo que valdrá un pueblo que desarrolle al máximo sus aptitudes, su
talento, su inteligencia!
(221, 205-206)

... no es solo una necesidad moral del hombre incrementar sus conocimientos;
no es solo una hermosa consigna revolucionaria; no es solo una hermosa
conquista desde el punto de vista cultural: el nivel es una necesidad, una
necesidad esencial, sin él no podemos hacer una industria moderna, ni una
agricultura moderna, ¡ni pensarlo!. . .
(244,31)

43
La escuela ocupa el lugar principal dentro del conjunto de influencias que
actúan en la formación de los niños y jóvenes. En el seno de cada centro de
estudio, el trabajo educativo se desarrolla en el aula, en el laboratorio, en los
talleres, en el comedor, en los salones de estar, en los albergues y en las
actividades político-ideológicas, productivas, deportivas, recreativas y
culturales; es decir, la labor educativa dirige toda la vida del escolar. El corazón
del trabajo educativo es la labor de los profesores. Si esta funciona mal,
funcionará mal todo el sistema de trabajo.
(249, 17)
El educador no debe sentirse nunca satisfecho con sus conocimientos. Debe
ser un. autodidacta que perfeccione permanentemente su método de estudio,
de indagación, de investigación. Tiene que ser un entusiasta y dedicado
trabajador de la cultura.
La autopreparación es la base de la cultura del profesor. Es esencial la
disposición que cada compañero tenga para dedicar muchas horas al estudio
individual, su inquietud por saber, por mantenerse actualizado, por mejorar su
trabajo como educador.
Para llegar a ser un educador respetado por sus conocimientos, hay que
dedicar mucho tiempo a la lectura, al estudio e, incluso, sacrificar horas de
descanso, si fuere necesario. La autopreparación tendrá calidad si existe el
espíritu de superación; si se es exigente consigo mismo; si se está inconforme
con los conocimientos que poseen. La inquietud intelectual de un profesor es
cualidad inherente de su profesión. Cuando se tiene clara conciencia del papel
que se desempeña, el estudio se convierte en un placer, además de una gran
necesidad.
En la medida en que un educador esté mejor preparado, en la medida en que
demuestre su saber, su dominio de la materia, la solidez de sus conocimientos,
así será respetado por sus alumnos y despertará en ellos el interés por el
estudio, por la profundización en los conocimientos. Un maestro que imparta
clases buenas, siempre promoverá el interés por el estudio en sus alumnos.
Solo se puede despertar el interés de los alumnos por un aspecto del
conocimiento, demostrándoles su importancia, motivándolos legítimamente a
investigar. Hay que educar en todos los lugares en que nos encontremos. Y esa
vía de educación permanente tiene que ser el ejemplo. En la escuela, en el
lugar de residencia, en las actividades sociales, el maestro tiene que ser un
ciudadano ejemplar que todos respeten y admiren.
Ser maestro por eso significa ante todo, serlo en todos los órdenes de la
vida. En el ejercicio de la profesión está implícita su ejemplaridad, divisa del
educador comunista y condición indispensable para cumplir los altos objetivos
de la escuela socialista. La ejemplaridad se demuestra en la puntualidad,
disciplina, calidad de la clase, cumplimiento de las normas, asistencia al
trabajo productivo, en las relaciones con los alumnos y con los compañeros
maestros, en su higiene personal y en la exigencia para consigo mismo y para
con los demás.
Las verdaderas convicciones del hombre se manifiestan cuando sus puntos
de vista concuerdan con su modo de vida. En ello estamos en el deber de ser
muy cuidadosos. La vinculación de la palabra con la acción, de las convicciones
con la conducta, son la base del prestigio moral del educador.
El maestro está obligado, ante todo, a plantearse ante sí altos
requerimientos morales, ya que no se puede exigir a los demás lo que él

44
mismo no-práctica. Solo puede educar el que es ejemplo. Por ello, la
importancia social que el Partido y el Estado le confieren al trabajo del
educador.
La elevada formación ideológica, científica y pedagógica, la asistencia y
puntualidad, el cumplimiento de la misión docente-educativa, la participación
activa en las tareas revolucionarias y las relaciones que se establecen con los
alumnos sobre la base del respeto mutuo, son factores que posibilitan el
prestigio y la autoridad que deben caracterizar la labor diaria del maestro. El
colectivo de profesores de una escuela tiene que servir de modelo moral para
el colectivo de alumnos. La autosuficiencia, la pedantería y la vanidad son
manifestaciones de la ideología pequeñoburguesa, que nuestra juventud
rechaza. Nuestros educadores tienen que ser ejemplos de la moral del
socialismo y combatir resueltamente toda desviación que no esté acorde con
los nuevos valores creados por la Revolución.
El maestro debe ser un permanente estudioso del marxismo-leninismo; debe
estar actualizado sobre el acontecer nacional e internacional. El educador tiene
que ocupar los primeros lugares en la trinchera de la lucha ideológica
contemporánea.
Hay que continuar superándose también científicamente. Hay que aspirar a
que nuestros maestros y profesores estén preparados para realizar
investigaciones pedagógicas; preparados para experimentar, para plantearse
la solución de los problemas de la escuela por la vía de la ciencia pedagógica.
(249, 13-14)

Creo que nosotros debemos rehuir a todo facilismo«n lo que se refiere a los
exámenes, en lo que se refiere a los estudios, en lo que se refiere a las
exigencias. Y, realmente, preferimos la calidad a la cantidad. Nosotros, desde
luego, deseamos promociones altas, pero tiene que ser el resultado de un
trabajo riguroso y de un trabajo de mucha calidad; pero es más importante,
sobre todo, la calidad de la promoción. No debemos olvidarnos de este
principio: la calidad de la promoción.
(256, 9)

A todos los estudiantes, este esfuerzo y este sacrificio de sus padres, de su


pueblo, los tiene que estimular al esfuerzo y al estudio. La Revolución no les
ruega a los padres que se preocupen por el comportamiento y la educación de
sus hijos colaborando con la escuela y con los maestros; ¡la Revolución se lo
exige! La Revolución no les ruega a nuestros jóvenes, a nuestros adolescentes,
a nuestros niños que estudien, ¡ese es su deber!, ¡la Revolución se lo exige! Es
el deber de los padres y de los alumnos cooperar con el esfuerzo abnegado de
sus profesores y sus maestros y con el esfuerzo abnegado de su pueblo que,
con su sudor y sus sacrificios, hace posible esta hermosa oportunidad de
nuestros jóvenes.
(211,108)

... Se demuestra lo que se ha planteado tantas veces por la Revolución: que la


educación no es trabajo solo de las escuelas, de los maestros y de los
profesores, sino que la educación depende mucho del trabajo del hogar y de
los padres, si hay control o no hay control de los niños, si asisten o no asisten a
la escuela. Cuando se empieza por tolerar que el muchacho no vaya a la

45
escuela, menos puede influir la escuela en el muchacho. Siempre, desde el
principio, la Revolución captó la importancia de esto.
(267, 6)
Ustedes saben que no puede ser pionero el que se porte mal. El que se porte
mal en la casa, ni el que se porta mal en la escuela puede ser pionero. El que
no estudie, no puede ser pionero. El que no se porte bien con sus compañeros
no puede ser pionero. El que es egoísta y lo quiere todo para sí no puede ser
pionero. Luego, ¿quiénes pueden ser pioneros? Los que se portan bien, los que
no son egoístas, los que son buenos compañeros, los que estudian, los que
atienden en clase, los que son disciplinados...
Por eso, los niños tienen que ser buenos revolucionarlos. Ustedes recuerdan
aquello que dijimos cuando se entregaron los cuarteles, los grandes cuarteles,
para escuela: que el niño que no estudia no es buen revolucionario. El niño que
no se porta bien en la escuela o en la casa, no es buen revolucionario. El ni ño
que no es buen pionero, no es buen revolucionario...
(50, 13;15)

Y en esta juventud están puestas las esperanzas de la Revolución, en esta


juventud están puestas las más legítimas esperanzas de nuestro pueblo, y en
esta juventud están puestas también las más legítimas y las más humanas
esperanzas de nosotros los revolucionarios, de todos los revolucionarios. Y a
esta juventud hay que hablarle, a esta juventud hay que exhortarla, a esta
juventud hay que educarla, hay que orientarla, hay que forjarla. Hay que hacer
de esta juventud lo que todos soñamos para el porvenir. Hay que hacer de esta
juventud lo que todos soñamos que habrá de ser el pueblo del mañana, las
generaciones nuevas de la patria. Hay que hacer de esta juventud lo que todos
nosotros habríamos querido ser y lo que todos nosotros habríamos querido vivir
como ustedes. Hay que hacer de esta juventud el porvenir. ¿Y qué juventud
queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír
y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso,
que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No! ¡Una juventud que
aprenda por sí misma a ser revolucionaria.. ! Una juventud que se convenza a
sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento.
¿Y por qué creemos que se desarrollará esta juventud revolucionariamente?
Sencillamente, porque tiene todas las condiciones para lograrlo, tiene todas las
condiciones que le permitirán desarrollarse revolucionariamente, pensar y
actuar revolucionariamente. No decimos que el ejemplo no valga; el ejemplo
influye, el ejemplo vale. Pero más aún que la influencia, que el ejemplo, vale la
propia convicción, vale el pensamiento propio. Y sabemos Que esta juventud
será revolucionaria, sencillamente porque creemos en la Revolución, porque
tenemos fe en las ideas revolución se lo exige! Es el deber de los padres y de
los alumnos cooperar con el esfuerzo abnegado de sus profesores y sus
maestros y con el esfuerzo abnegado de su pueblo que, con su sudor y sus
sacrificios, hace posible esta hermosa oportunidad de nuestros jóvenes.
(211,108)

... Se demuestra lo que se ha planteado tantas veces por la Revoluci ón: que la
educación no es trabajo solo de las escuelas, de los maestros y de los
profesores, sino que la educación depende mucho del trabajo del hogar y de
los padres, si hay control o no hay control de los niños, si asisten o no asisten a

46
la escuela. Cuando se empieza por tolerar que el muchacho no vaya a la
escuela, menos puede influir la escuela en el muchacho. Siempre, desde el
principio, la Revolución captó la importancia de esto.
(267, 6)
Ustedes saben que no puede ser pionero el que se porte mal. El que se porte
mal en la casa, ni el que se porta mal en la escuela puede ser pionero. El que
no estudie, no puede ser pionero. El que no se porte bien con sus compañeros
no puede ser pionero. El que es egoísta y lo quiere todo para sí no puede ser
pionero. Luego, ¿quiénes pueden ser pioneros? Los que se portan bien, los que
no son egoístas, los que son buenos compañeros, los que estudian, los que
atienden en clase, los que son disciplinados...

Por eso, los niños tienen que ser buenos revolucionarlos. Ustedes recuerdan
aquello que dijimos cuando se entregaron los cuarteles, los grandes cuarteles,
para escuela: que el niño que no estudia no es buen revolucionario. El niño que
no se porta bien en la escuela o en la casa, no es buen revolucionario. El ni ño
que no es buen pionero, no es buen revolucionario...
(50, 13;15)

Y en esta juventud están puestas las esperanzas de la Revolución, en esta


juventud están puestas las más legítimas esperanzas de nuestro pueblo, y en
esta juventud están puestas también las más legítimas y las más humanas
esperanzas de nosotros los revolucionarios, de todos los revolucionarios. Y a
esta juventud hay que hablarle, a esta juventud hay que exhortarla, a esta
juventud hay que educarla, hay que orientarla, hay que forjarla. Hay que hacer
de esta juventud lo que todos soñamos para el porvenir. Hay que hacer de esta
juventud lo que todos soñamos que habrá de ser el pueblo del mañana, las
generaciones nuevas de la patria. Hay que hacer de esta juventud lo que todos
nosotros habríamos querido ser y lo que todos nosotros habríamos querido vivir
como ustedes. Hay que hacer de esta juventud el porvenir. ; ¿Y qué juventud
queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír
y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso,
que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No! ¡Una juventud que
aprenda por sí misma a ser revolucionaria. . .! Una juventud que se convenza a
sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento.
¿Y por qué creemos que se desarrollará esta juventud revolucionariamente?
Sencillamente, porque tiene todas las condiciones para lograrlo, tiene todas las
condiciones que le permitirán desarrollarse revolucionariamente, pensar y
actuar revolucionariamente. No decimos que el ejemplo no valga; el ejemplo
influye, el ejemplo vale. Pero más aún que la influencia, que el ejemplo, vale la
propia convicción, vale el pensamiento propio. Y sabemos Que esta juventud
será revolucionaria, sencillamente porque creemos en la Revolución, porque
tenemos fe en las ideas revolucionarias y porque sabemos que esas ideas se
ganarán el pensamiento y se ganarán el corazón de esta juventud.
... Y de forjar masivamente, crear masivamente cuadros revolucionarios, con el
verdadero espíritu revolucionario, con la profunda convicción del verdadero
revolucionario, que sabe pensar que sabe discutir, que tiene una convicción,
que tiene una disciplina, que tiene una conciencia nueva, una actitud nueva
ante la
vida.

47
Ese es el revolucionario que nosotros queremos. El revolucionario que
queremos en la organización política de la Revolución; ese tipo de hombre que
sea ejemplo; ese núcleo que tenga autoridad no simplemente porque sea
núcleo, sino porque sea ejemplo; que tenga autoridad no porque se la imponga
a nadie, sino porque todo el mundo la reconozca. Porque, quien quiera pasar
por revolucionario siendo un vago, no se ganará el respeto de nadie; quien
quiera pasar por revolucionario siendo un privilegiado, no se ganará el respeto
de nadie.
Por eso hay que ganar la autoridad que da el ejemplo, que da la conducta. Y
así tienen que ser los núcleos; y no descansaremos, compañeros, ni debemos
descansar en la incesante lucha porque en el aparato político de la Revolución,
en el Partido Unido de la Revolución, se junten los mejores hombres y mujeres
de la patria. Y que a la organización juvenil de la Revolución pertenezcan y en
ella militen los mejores jóvenes de la patria. Los más disciplinados, los más
cumplidores, los más estudiosos, los más abnegados, los más trabajadores. Lo
mejor de nuestra juventud y que siempre constituya un honor, un altísimo
honor, un honor siempre, una satisfacción siempre. Ese es el premio a que
deben aspirar los revolucionarios: la satisfacción de quien cumple con su deber
de hombre, de quien cumple con su deber para con la sociedad y para con la
patria. ¡Privilegios, jamás! ¡Guerra al privilegio! ¡Guerra a todo lo que sea
debilidad, a todo lo que sea acomodamiento!
(53,9;15)

... Creemos en los jóvenes, creemos en los jóvenes. Y lo repito porque creer en
los jóvenes es una actitud, creer en los jóvenes significa un pensamiento.
Creer en los jóvenes determina una conducta, y nuestra conducta de
dirigentes revolucionarios no sería la misma si no tuviésemos fe en los jóvenes.
Si no creyésemos en los jóvenes, nuestra conducta y nuestra actitud serían
distintas, nuestro trabajo con los jóvenes sería distinto y los resultados, de no
creer o de creer, serían también muy distintos.
Es necesario queseamos en los jóvenes. Creer en los jóvenes no es ver en los
jóvenes esa parte del pueblo simplemente entusiasta, no es ver en los jóvenes
a aquella parte del pueblo entusiasta pero irreflexiva, llena de energía pero
incapaz, sin experiencia. Creer en los jóvenes no es ver a los jóvenes
simplemente con ese desdén con que muchas veces las personas adultas
miran a la juventud.
Creer en los jóvenes es ver en ellos, además de entusiasmo, capacidad;
además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo,
carácter, voluntad, amor a la patria, fe en la patria! ¡Amor a la Revolución, fe
en la Revolución, confianza en sí mismos, convicción profunda de que la
juventud puede, de que la juventud es capaz, convicción profunda de que
sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas!
Creer en la juventud es ver en la juventud la mejor materia prima de la patria,
la mejor materia prima de la juventud, de la Revolución. Creer en la juventud
es mirar todo lo que nuestra juventud puede hacer, es ver. en esa juventud los
dignos continuadores de la obra revolucionaria, es ver en la juventud a los
mejores continuadores o constructores de la obra revolucionaria, mejores que
nosotros mismos.
Creer en la juventud es ver en ella la generación del mañana, una generación
mejor que nuestra propia generación, una generación con muchas más

48
virtudes y mucho menos defectos que las virtudes y los defectos de nuestra
propia generación.
Porque creemos en los jóvenes es por lo que tenemos una determinada
actitud ante los jóvenes. Pero es que los jóvenes de nuestro país se han ganado
esa fe, los jóvenes de nuestro país se han ganado ese derecho a nuestra
admiración.
La Revolución necesita que cada joven tenga en sí mismo una gran
confianza, la Revolución necesita que cada joven tenga ensimismo un alto
sentido de la responsabilidad, la Revolución necesita que cada joven tenga un
alto nivel de preparación política, que cada joven encierre un gran entusiasmo,
que cada joven trate de forjarse un carácter, que cada joven trate de hacer de
sí mismo un gran revolucionario. Con todas esas virtudes, con todas esas
características de nuestra juventud debemos trabajar.
... ser joven comunista no significará privilegio de ninguna clase, sino todo lo
contrario: ser joven comunista significará sacrificio, significará renunciamiento,
significará abnegación. Ser joven comunista significará que por su conducta,
dondequiera que se encuentre ese joven, podrá contar con el reconocimiento y
con la admiración de todos los demás jóvenes, con el reconocimiento
indiscutible y la admiración ilimitada, por su conducta, de todos los demás
jóvenes.
No será, de ninguna forma, que cuente con el reconocimiento porque alguien
lo haya señalado de dedo, porque alguien lo haya designado de dedo o porque
alguien lo haya situado en un cargo determinado. El principio, ahora y siempre,
tendrá que ser el principio de la calidad y del mérito. No será la autoridad que
la organización le dé a ese joven, sino que la autoridad de ese joven debe
provenir, esencialmente; de su comportamiento, de su conducta y de sus
méritos ante las masas. Y no será, como a veces ocurre, que la organización le
dé prestigio y le dé autoridad al joven, sino precisamente a la inversa: que el
prestigio y la autoridad que ese joven tenga ante las masas sea prestigio y
autoridad que ese joven transfiere a su organización.
Es decir que hay que tener temple para ser joven comunista, hay que tener
carácter para ser un joven comunista, hay que tener abnegación para ser un
joven comunista, hay que tener vocación para ser un joven comunista. Hay que
saber cumplir. Si se es estudiante, hay que ser inexorablemente buen
estudiante. Si se es trabajador de una fábrica, hay que ser obrero modelo en
esa fábrica. Hay que ser ejemplo de buen compañero, hay que ser ejemplo de
sacrificio, hay que ser ejemplo de voluntad. Han de ser los primeros en todo:
en el trabajo, en el estudio, en los deportes, en la vida de relación con los
demás compañeros.
El joven orgulloso no puede ser un joven comunista. El joven comunista ha
de ser, antes que nada, un compañero modesto, porque la modestia es una de
las primeras virtudes del revolucionarlo.
El que se crea superior a los demás, o que trate a los demás con espíritu de
superioridad, no puede ser un ¡oven comunista. Quien le restriegue a otro sus
presuntas virtudes, no puede ser un joven comunista. Quien le niegue a otro el
compañerismo, quien le niegue a otro la ayuda, quien le niegue a los demás el
brazo generoso para ayudarlo, quien quiera hundir a un joven, pisotearlo, fin
vez de ayudarlo, no puede ser un joven comunista.
El joven comunista tiene que ganarse a los demás jóvenes, conquistarlos
para su causa. Ganarlos con su ejemplo. Atraerlos a las filas dé la Revolución.

49
Ayudarles, enseñarles, dándoles oportunidad de aprender, dándoles
oportunidad de rectificar. Un joven comunista no puede albergar odios. El odio
del joven comunista es hacia los explotadores, hacia los enemigos de la
Revolución, hacia los explotadores de la humanidad, hacia los imperialistas,
hacia los guerreristas.
(55, 10; 11; 12-13)

Un día el gran escritor Polevoi nos pidió que dijéramos algunas palabras a los
jóvenes. Nos decía: "¿qué deben hacer los jóvenes, los jóvenes que tienen y
tendrán siempre inquietudes? Necesitarán siempre hacer algo y crear algo.
¿Qué harán cuando no haya revoluciones que realizar?"
Yo le decía que alguna vez me había planteado ese problema: "¿qué habría
sido de nosotros, jóvenes con inquietudes, en una sociedad sin clases, en una
sociedad justa, y, sin embargo, que hubiéramos nacido al mundo con esa
inquietud y esa vocación revolucionaria?"
Me decía: cuando se haya construido el comunismo habrá desaparecido la
etapa de las revoluciones sociales, pero entonces quedará una grande,
inmensa, infinita revolución que hacer, y es la revolución contra las fuerzas, la
revolución de la naturaleza. ¡Y la revolución de la naturaleza no terminará
nunca!
Esa es la tarea de la ciencia, y esa es la tarea de la juventud. Ahí tienen un
campo donde ser eternamente revolucionarios…
(70, 5)

A veces yo me pregunto, ¿qué me gustaría ser si no fuera revolucionario, y


aun siendo revolucionario?, ¿qué me gustaría ser?, me gustaría ser
investigador. ¿Por qué? Porque se puede ir revolucionando la naturaleza, y en
mínima parte creando una variedad nueva de plantas, de animales, cualquier
cosa en el terreno de la agricultura, pera también en el terreno de la física, de
la química. En todos los órdenes hay una eterna revolución que realizar y que
el hombre tendrá que ir realizando. Y hacia eso tendrá que ir la juventud
inquieta, concentrar su ímpetu, su impulso en el perenne afán de renovar y de
progresar que tiene la humanidad.
(71,30)

... Y así, cuando las épocas de las revoluciones sociales hayan pasado, cuando
los problemas de hoy hayan pasado, ustedes tendrán la revolución de la
naturaleza. Esa será la eterna revolución del hombre: revolucionar la
naturaleza. Ahí tienen una revolución que no se agotará nunca. Ahí tienen una
revolución que no tendrá fin. Y la inquietud, la energía de los jóvenes tendrá en
qué invertirse ...
(80, 24)

¿Acaso la Revolución le ha quitado a la masa estudiantil su campo de lucha?


No. Pero su campo de lucha ha cambiado radicalmente. Antes, el deber
inmediato del estudiante, su campo de lucha, era enfrentarse cotidiana y
diariamente a todo género de abusos y de injusticia, enfrentarse
cotidianamente a la violencia represiva, como ocurre con los estudiantes hoy
en la mayor parte de los países de América Latina. La Revolución, en cambio,
creó un campo de lucha mucho más amplio, mucho más universal, una tarea

50
gigantesca: la de hacer la Revolución, la de construir el socialismo, la de
practicar el internacionalismo. Ser estudiante, ser trabajador, ser soldado,
porque ya no existe contradicción entre el poder y el estudiantado, entre el
soldado y el estudiante, entre el policía y el estudiante, porque todo eso es hoy
el estudiante: estudiante, trabajador y soldado.
... Y si antes había que dejar el libro y el aula para salir a la calle a combatir, no
significa que el combate haya desaparecido para las nuevas generaciones; las
nuevas generaciones tienen un desafío aún mayor que el que tuvimos
nosotros, ¡aún mayor que el que tuvimos nosotros! Digo que la tarea
fundamental de ustedes ahora es el estudio, para poder responder al inmenso
desafío que tendrán después, para poder desempeñarse con éxito en las
enormes luchas y tareas de todo tipo que tendrán después.
Nadie piense que la hora de las revoluciones pasó. Nosotros tuvimos nuestra
hora de revolución, pero la hora de revolución de ustedes empieza ahora, está
comenzando. Y nadie tendrá que entristecerse pensando que el momento de
las grandes luchas pasó, que el momento de los grandes heroísmos pasó;
mayores luchas y mayores heroísmos todavía se requerirán de las nuevas
generaciones, si somos capaces de comprender las realidades de nuestro
mundo y las realidades de nuestro presente.
(231, 33; 39)

La Revolución no ha terminado, en el largo camino de la historia apenas


comienza. El desarrollo de la ciencia y la técnica, la conquista plena de la
naturaleza, el logro de una conciencia social y política superior, el
cumplimiento del deber internacionalista, concluir la construcción del
socialismo y avanzar hacia el comunismo, son los retos fundamentales que hoy
se plantean ante la nueva generación. Ella estará a la altura de su tiempo,
como los jóvenes cubanos de todas las épocas. Mejor preparada, en todos los
sentidos, será digna heredera de los revolucionarios de hoy y multiplicará las
glorias y victorias de nuestro pueblo.
(245,112)

Y quizás la Revolución no tenga ninguna otra cosa más importante que esa:
que preparar a las nuevas generaciones para una vida superior, para una vida
mejor, para una vida distinta. Esa es la tarea más sagrada de la Revolución, la
tarea más esencial, más importante, más decisiva de la Revolución: que la
gente joven se capacite para vivir mucho mejor, para que alcance el estándar
de vida cultural y de vida material y de vida social mucho más alto.
Y estas cosas debe comprenderlas más que nadie la juventud para que en e)
futuro estas cosas que se critican no existan; pero para que no existan será
necesaria la vigilancia, será necesaria siempre la conciencia, la convicción,
será necesario que se forme en ese espíritu la gente joven.
(91,13)

¡Y marchar a la vanguardia en la formación de los maestros es marchar a la


vanguardia en el campo de la Revolución, es marchar a la vanguardia en los
demás problemas sociales que un país debe plantearse! Porque no se puede
concebir una sociedad nueva sin un hombre nuevo, no se puede concebir una
sociedad nueva sino con una concepción nueva de todos los problemas
fundamentales de la vida. Y no se pueden concebir nuevas generaciones

51
capaces de vivir de manera nueva sin la educación de esas clones de
ciudadanos.
Y naturalmente que esa conciencia hay que crearla en el hombre no ya
desde el primer grado, hay que crearla en el hombre desde que empieza a
hablar, desde que empieza a decir papá y mamá. Y no se puede aspirar a
educar nuevas generaciones con esas ideas sin el maestro.
(110, 10-11)

Porque la revolución, la gran tarea de la revolución es esencial-mente la tarea


de formar al hombre nuevo de que aquí se habló, el hombre nuevo de que
habló, el Che, el hombre de conciencia verdaderamente revolucionaria, el
hombre de conciencia verdaderamente socialista, el hombre de conciencia
verdaderamente comunista.
(133,8)

Muchos se preguntaban qué sería de nuestros jóvenes; muchos se


preocupaban si acaso esa juventud que no había padecido los horrores del
pasado, si acaso esa juventud que no conoció los sacrificios del pasado, iba a
ser capaz de entender la Revolución, iba a ser capaz de ser revolucionaria, iba
a ser capaz del trabajo y del sacrificio. Y por nuestra experiencia cubana,
nosotros podemos decir con profunda satisfacción, que vemos cómo crece y se
desarrolla en nuestro país una juventud aun más revolucionaria todavía.
Y es que en un proceso genuinamente revolucionario en que junto con el
desarrollo económico se lleve a cabo la formación y el desarrollo de la
conciencia de todo el pueblo, en un proceso revolucionario donde se apliquen
los métodos correctos para educar a la juventud, no hay por qué esperar que
esa juventud sea menos revolucionaria.
Y nosotros creemos -y los hechos lo están demostrando- que es posible
formar en el proceso revolucionario esa nueva generación más revolucionaria.
(119,12)
... la Revolución ha despertado en los jóvenes algo: una fe, un entusiasmo, una
situación nueva, absolutamente nueva. Porque la Revolución ha hecho que el
joven sea algo, y algo sumamente importante, en la sociedad, algo
extraordinariamente apreciado en la sociedad. La Revolución ha hecho que los
niños y los jóvenes se conviertan casi en su razón de ser, ¡en su razón de ser!,
porque son el objetivo de la Revolución, los continuadores de la Revolución...
(161,20)

... Pero hay algo respecto a los jóvenes que de vez en cuando me preocupa,
algo que de vez en cuando me preocupa, y lo voy a decir, y es lo siguiente.
Que, a pesar de la influencia de la educación, la Revolución ha brindado tantas
y tantas oportunidades a los jóvenes, que en algunos casos puede decirse que
la vida para ellos ha sido demasiado fácil, que en algunas ocasiones la vida ha
sido demasiado fácil.
(88, 12)

Pero esa sociedad de clases cometió siempre dos grandes crímenes, dos
grandes injusticias, o dos grandes errores o dos grandes estupideces:
subestimó a los jóvenes y subestimó a los niños. Eso es característico de las
sociedades de clases: ese sentido superpaternalista, ese sentido de subestimar

52
a todo hombre joven, considerarlo incapaz de todo, y subestimar a los niños. Y
la realidad nos está enseñando cuáles son las posibilidades de los jóvenes y
niños, y estos resultados de las escuelas secundarias en el campo nos lo está
enseñando; como nos lo está enseñando lo que se está demostrando ya con las
primeras escuelas primarias que están combinando el estudio y el trabajo.
(166, 15)

Las generaciones anteriores tuvieron la oportunidad de la lucha, del heroísmo.


Las generaciones futuras tendrán quizás también la oportunidad de la lucha y
el heroísmo, pero sobre todo tienen también la oportunidad de educarse bajo
conceptos nuevos, bajo 'deas nuevas, bajo normas nuevas, que se traducirán
en un tipo de ser humano mucho más solidario, mucho más fraternal, mucho
m
ás humano; que tendrá necesariamente que traducirse en seres humanos
superiores. Y esa es nuestra más profunda aspiración.
(167, 10)

Nuestro gran sueño es avanzar hacia la sociedad comunista en que cada ser
humano, con una conciencia superior y un espíritu pleno de solidaridad, sea
capaz de aportar según su capacidad y recibir según sus necesidades. Pero ese
nivel de conciencia y las posibilidades materiales de distribuir la producción
social acorde con esa hermosa fórmula solo pueden ser fruto de la educación
comunista de las nuevas generaciones y del desarrollo de las fuerzas
productivas.

Quizás la tarea más difícil que se impone en un proceso de marcha hacia el


comunismo, sea la ciencia de saber conciliar dialécticamente las fórmulas que
nos exige el presente, con el objetivo final de nuestra causa.
En la educación está el instrumento fundamental de la sociedad para
desarrollar los individuos integrales capaces de vivir en el comunismo.
(170,20-21)

Ustedes pertenecen a una sociedad nueva en nuestra patria, en una época


nueva de la humanidad que se caracteriza por el tránsito del capitalismo hacia
el socialismo. Ustedes viven en una época de grandes adelantos científicos y
técnicos. Ustedes viven también en una época de grandes luchas ideológicas
entre la ideología de los trabajadores y la ideología de los burgueses
explotadores, entre la ideología del socialismo y la ideología del capitalismo; en
una época en que una parte considerable de la humanidad tiene que luchar
todavía por la victoria del socialismo; una época de grandes promesas, pero
también una época de grandes luchas y de grandes problemas. Para esta
época ustedes deben prepararse esmeradamente. Para estar a la altura de
esta época, ustedes, los pioneros, tienen que alcanzar un nivel de cultura
superior al de las generaciones anteriores.
Nuestro gran sueño es avanzar hacia la sociedad comunista en que cada ser
humano, con una conciencia superior y un espíritu pleno de solidaridad, sea
capaz de aportar según su capacidad y recibir según sus necesidades. Pero ese
nivel de conciencia y las posibilidades materiales de distribuir la producción
social acorde con esa hermosa fórmula solo pueden ser fruto de la educación
comunista de las nuevas generaciones y del desarrollo de las fuerzas
productivas.

53
Quizás la tarea más difícil que se impone en un proceso de marcha hacia el
comunismo, sea la ciencia de saber conciliar dialécticamente las fórmulas que
nos exige el presente, con el objetivo final de nuestra causa.
En la educación está el instrumento fundamental de la sociedad para
desarrollar los individuos integrales capaces de vivir en el comunismo.
(170,20-21)

Ustedes pertenecen a una sociedad nueva en nuestra patria, en una época


nueva de la humanidad que se caracteriza por el tránsito del capitalismo hacia
el socialismo. Ustedes viven en una época de grandes adelantos científicos y
técnicos. Ustedes viven también en una época de grandes luchas ideológicas
entre la ideología de los trabajadores y la ideología de los burgueses
explotadores, entre la ideología del socialismo y la ideología del capitalismo; en
una época en que una parte considerable de la humanidad tiene que luchar
todavía por la victoria del socialismo; una época de grandes promesas, pero
también una época de grandes luchas y de grandes problemas. Para esta
época ustedes deben prepararse esmeradamente. Para estar a la altura de
esta época, ustedes, los pioneros, tienen que alcanzar un nivel de cultura
superior al de las generaciones anteriores.
Por eso la Revolución presta tanta atención a la educación. No solo en su
deseo de trabajar por el bienestar y la felicidad de los niños, sino también -una
cuestión muy importante— de prepararlos para el futuro.
... A veces las personas mayores tienen el temor de que los niños no las
entienden, pero nosotros no pensamos así. Nosotros hemos creído siempre en
la gran capacidad intelectual de los niños, y en la gran capacidad de los niños
para entender los problemas...
(185, 27; 29)

Todas estas son importantes funciones sociales y revolucionarias en que


nuestra organización de pioneros desempeña un importante papel. Creo que
nos ayudan a comprender la importancia de esta organización.
Pero está también su trabajo educacional, su trabajo en la formación
ideológica, en la formación política, en la formación comunista de los niños, en
el desarrollo de sus sentimientos patrióticos y sus sentimientos
internacionalistas. Si se analizan las cifras, se verá cuántas decenas de miles
de actividades desarrollan ellos alrededor de los lugares históricos y de los
hechos históricos, de modo que aprenden no solo en un libro de texto la
historia de la patria, sino que la aprenden de una manera viva, y mantienen
encendida la llama del respeto a los que hicieron posible la patria de hoy y la
admiración hacia los grandes méritos de nuestro pueblo en los tiempos
pasados.
Sobre el trabajo de la organización de pioneros casi no es necesario resaltar
su importancia. Ella se expresa por sí misma. Porque es precisamente a esa
edad donde todo esfuerzo de educación y deformación es más fecundo. En la
medida en que sea exitoso el trabajo con los pioneros, será exitoso el trabajo
de la juventud y será exitoso el trabajo del Partido.
En la organización de pioneros se empieza a formar el hombre
revolucionario, se empieza a formar el hombre comunista. Toda la atención que
le presten el Partido y la juventud a la organización de pioneros nunca será
excesiva. La Revolución ha prestado, presta y prestará el máximo apoyo a la

54
educación y a la formación de nuestros niños, porque ellos son el futuro del
país...
(196, 8; 14)

... Lo más importante de todo es el esfuerzo que la Revolución realiza para


convertir a cada uno de los pioneros en hombres y mujeres integrales el día de
mañana. Y no habrá riqueza material comparable a la riqueza espiritual e
intelectual que la sociedad pueda ofrecerle a cada uno de ustedes. Y no solo la
preparación cultural, técnica y científica, sino por encima de todo la
preparación ideológica y política que la Revolución pueda darle a cada uno de
ustedes.
(208, 12)

... Y así, desde temprano, ustedes pueden tener la conciencia de la importancia


del trabajo y la importancia de educarse y de prepararse, para desarrollar
nuestro país y aumentar los recursos de nuestro país; porque con el trabajo se
hace todo y con el trabajo se pueden crear muchas maravillas. Y un buen
ejemplo es este campamento.
Hablamos de trabajo, pero para ustedes el trabajo lo llamamos estudio.
... Claro, el primer deber del pionero es estudiar. Tiene otros muchos deberes:
tiene el deber de ser disciplinado, de ser respetuoso con los padres, con los
maestros, de ser bien educado; no solo hay que aprender matemática y
español y geografía, historia, hay que saberse comportar en cada lugar de
manera perfecta. Ustedes no se pueden conformar hasta que no logren hacer
las cosas de manera perfecta en todo: en la escuela y en la casa. Y entre las
cosas que ustedes tienen que hacer de manera perfecta, está adquirir también
la educación formal, y ponerse de pie cuando tienen que ponerse de pie, y
saludar cuando tienen que saludar, y decir buenos días o buenas tardes. Si eso
no cuesta nada. Y saberse arreglar, y saberse vestir, y saber llevar los
atributos, y saber usar el uniforme.
También ustedes tienen que educarse en una conciencia comunista, tienen
que educarse en los sentimientos patrióticos y los sentimientos
internacionalistas. Y, además de eso, tienen que practicar deportes y tienen
que practicar actividades recreativas y culturales...
(225,11-12)

El joven se guía mucho por el ejemplo, y se guía más que nada por el ejemplo
que le imparten sus profesores, los dirigentes de las escuelas, los trabajadores
de las escuelas. Si se acostumbran a ver indisciplinas, se crean hábitos de
indisciplinas, desprecio a la disciplina, despreocupación por la disciplina. Si ve
que se roba, empieza a adquirir una indiferencia frente a esos problemas de
tipo moral. Si ve desorden, empieza a sentir desprecio por el orden.

Y yo creo, he creído siempre, y pienso que lógicamente ustedes también lo


creen, en que la educación es el arma más poderosa que tiene el hombre para
crear una ética, para crear una conciencia, para crear un sentido del deber, un
sentido de la organización, de la disciplina, de la responsabilidad.
Y pienso que en realidad si hay un lugar donde no debe haber cabida para
ninguna tolerancia, para ninguna blandenguería, es en la escuela...
(233,18)

55
... El éxito de nuestra Revolución, el porvenir de nuestra Revolución, dependerá
de la forma en que seamos capaces de formar a las nuevas generaciones...
(234,30)

Quizás algunos dudaron de cómo sería nuestra nueva generación: si sería


menos revolucionaria que la anterior, si tendría menos conciencia. ¿Y qué
apreciamos nosotros? Apreciamos, con íntimo regocijo, una generación nueva
que tiene más espíritu y más conciencia...
(251, 66)

Es decir que hay un creciente aporte de nuestra juventud y de los j óvenes


comunistas a la producción y a los servicios: esta es una cuestión vital,
fundamental, para el país.
¿Hay alguna tarea más importante que esta? Bueno, pudiéramos decir que
hay una, más importante que todas, y es la actividad de la organización en la
formación de una conciencia comunista en nuestros jóvenes. Y eso es vital,
vital, decisivo. Nadie puede hacer más que la Unión de Jóvenes Comunistas en
este terreno, porque prácticamente recibe a la nueva generación desde el
preescolar y la atiende hasta que ingresa en el Partido; el Partido recibirá, en
gran parte, lo que sea capaz de hacer la Unión de Jóvenes Comunistas. En la
actitud del joven ante el estudio, ante el deber, ante todas las obligaciones,
bien sea en la escuela, bien sea en la unidad militar, bien sea en una fábrica,
bien sea en un centro de servicios, en una escuela como maestro, o como
médico, o como enfermero o enfermera o técnico medio en un hospital, «h la
actitud de ese joven ante sus deberes, el papel de la organización es
fundamental, decisivo. Y es ahí, en esa práctica, en esa lucha diaria, donde se
forma una conciencia verdaderamente comunista...
(252, 96-97)

Debemos librar una batalla enérgica contra el conformismo, contra el finalismo,


contra el que se conforma con una nota mediocre; hacerle ver que esa no
puede ser la actitud del estudiante y del profesional que queremos preparar en
nuestro país...
(259,24)

¡El año 2000 es de ustedes, más que de nosotros! ¡El futuro es de ustedes!
Todo eso de lo que hablamos hace unos días, les incumbe a ustedes más que
a la actual generación. Ustedes tienen que ser abanderados de esas ideas,
¡firmes abanderados!, con la misma energía con que son abanderados de la
defensa, ser abanderados de la política de ahorro de energía y de una
estrategia económica sobre las bases planteadas...
... ¡No podemos andar con fantasías en la cabeza, ni dejarnos llevar por la
filosofía de la sociedad de consumo! Los jóvenes han de decirse a sí mismos:
Debemos tener lo que necesitamos: el alimento que necesitamos, la ropa que
necesitamos, el libro que necesitamos, los materiales que necesitamos, para
crecer, desarrollarnos física y mentalmente saludables y, sobre todo,
capacitarnos para el futuro. Esa es la tarea de la juventud para tener un futuro,
y ustedes tienen que ser abanderados de esas ideas, y conscientes, muy
conscientes de que hay que trabajar para el futuro e invertir para el futuro. No

56
dejarnos llevar por las manías, los hábitos consumistas de las sociedades
capitalistas desarrolladas que/ entre otras cosas, mantienen esos lujos a costa
del resto del mundo, del hambre y de la muerte de cientos de millones de
personas en el mundo.
Y nuestra juventud tiene que estar consciente de eso, ustedes. Es de suma
importancia que lo mismo que nuestros jóvenes ingresan en las Milicias de
Tropas Territoriales, se arman de fusiles y hacen trincheras, ¡hay que armarse
de ideas, de conceptos revoluciónanos claros sobre el porvenir; levantar
trincheras ideológicas, trincheras de conceptos!, sin olvidarnos de aquello que
decía Martí: "Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras".
Creo que nosotros necesitamos esas dos trincheras: trincheras de piedras y
trincheras de ideas. Estoy seguro de que si el Héroe de nuestra independencia
estuviera aquí, hoy estaría planteando esas dos trincheras, porque él
precisamente construyó trincheras de dos tipos: trincheras de ideas y
trincheras de piedras.
(263, 108; 111)

... La Revolución hará el máximo por crear todas las posibilidades; los maestros
y profesores harán cada vez el máximo por ser más eficientes, más útiles a su
país, por impartir una enseñanza más beneficiosa, trasmitiendo conocimientos
y, sobre todo, enseñando a pensar y enseñando a crear, ¡crear, aprender de la
Revolución, que ha creado tantas cosas! Y tenemos que hacer que en ese
aspecto cada niño, cada adolescente, cada joven sea un revolucionario no solo
políticamente, no solo porque sea buen marxista-leninista o porque sea buen
patriota, sino también porque sea un gran pensador y sea un gran creador, que
la suma de la inteligencia y de la capacidad creadora de todos puede hacer
grandes milagros, esos milagros que es capaz de hacer el hombre con su
esfuerzo, con su valentía, con su tenacidad, con sus sentimientos nobles y
solidarios.
(272,3)

Es bueno que nosotros tengamos muy presente, que el marxismo no significa


un catecismo; el marxismo no es un catecismo, el marxismo no es un
formulario que nos dé todos los días la receta de lo que tenemos que hacer.
Nadie piense que en la realidad de la vida, ante todos los problemas que se
presenten, va a encontrar una fórmula escrita. El marxismo es un conjunto de
principios, de normas, que nos enseñan a interpretar y a analizar
acertadamente los acontecimientos.
(47, 8)

El estudio del marxismo-leninismo elevará la conciencia revolucionaria de


nuestro pueblo a niveles insospechables. El marxismo-leninismo es la ideología
de la clase obrera y la única interpretación filosófica y revolucionaria verdadera
de la naturaleza, la sociedad y la historia.
Nuestra Revolución ha hecho suya la bandera del marxismo-leninismo. No
nos adoctrinó nadie, no nos la impusieron desde otro continente. Fue la propia
vida la que nos enseñó el camino y 10 hemos seguido sin vacilación, ni miedo.
Toda verdadera revolución tiene que marchar inexorablemente hacia el
marxismo-leninismo como la única y apasionante verdad revolucionaria, frente
a la esclavitud colonial, el vasallaje imperialista y la explotación del hombre por

57
el hombre. Cuba es una prueba irrefutable. Armados con esa verdad
venceremos.
(51,15)

Nuestro pueblo tiene hoy la fortuna de contar, no solo con una Revolución
triunfante, con un poder cimentado en las masas, tiene la fortuna de contar
con una ideología revolucionaria, incontrastable, invencible, superior mil veces,
superior infinitamente a la ideología de los reaccionarios, de los explotadores
¡una ideología enriquecida por un siglo de luchas, de sangre obrera, de sangre
proletaria, de sangre de héroes, derramada defendiendo la causa de la justicia,
defendiendo la causa de la igualdad entre los hombres, defendiendo la causa
de la hermandad entre los hombres! ¡Esa es nuestra causa, esa es nuestra
bandera! ¡Por ello debemos sentirnos orgullosos, orgullosos de ser marxista-
leninistas...!
(54,31-32)

Nuestra Revolución, por el hecho mismo de ser una revolución, ha desatado las
verdades de nuestra sociedad, ha enfrentado resueltamente al enemigo —y el
enemigo no es otro que el imperialismo—, ha enfrentado a los enemigos de los
pueblos —y los enemigos históricos de los pueblos no son otros que los
explotadores de los pueblos—, ha desatado la lucha de clases en toda su
dimensión, ha arribado a la única formulación ideológica que era admisible, ha
hecho nuestra la riquísima experiencia de más de un siglo, el caudal
extraordinario de conocimientos que el marxismo encierra, todo lo cual
significa para nosotros una ventaja extraordinaria en esta lucha.
Porque el marxismo no es solo la única ciencia política y revolucionaria
verdadera, sino que desde que el hombre tiene conciencia de sí mismo, es la
única interpretación verdadera del proceso de desarrollo de la historia humana.
Y nada menos que en este terreno y con ese caudal inmenso de experiencia y
de conocimientos nos hemos adentrado, con lo poco que teníamos para
desarrollar un movimiento de educación revolucionaría de gran magnitud, y no
obstante la modestia de los recursos con que contábamos hemos ido ganando
terreno, hemos avanzado y hemos establecido las bases para seguir adelante.

Sin embargo, tenemos que estar conscientes, muy conscientes, de que solo
estamos comenzando y de que nos queda por delante un trecho muy largo.
Nosotros no estudiamos marxismo por simple curiosidad filosófica o
histórica. No. Para nosotros es vital, es fundamental es decisivo estudiar
marxismo y enseñar marxismo. Para la revolución es vital y decisivo estudiar
marxismo enseñar marxismo.
(58,5)

Sin embargo, quizás una de las cosas más difíciles de comprender es que
ninguna de esas interpretaciones es interpretación mecánica, que ninguna de
esas interpretaciones tiene que ser interpretación de cliché, y que el marxismo
no es un conjunto de "formulitas" para tratar de aplicarlas a la fuerza en cada
problema concreto, sirio una visión dialéctica de los problemas, una aplicación
viva de esos principios, una guía, un método.
Por eso el revolucionario tiene que estar incesantemente pensando,
analizando. No creer que va a encontrar nada simple, nada sencillo, nada f ácil,

58
nada mecánico, sino que tiene necesariamente que analizar. Que los problemas
son múltiples, que los problemas implican infinidad de facetas y que, además,
se suceden unos a otros, y que superadas una serie de cuestiones, una serie de
problemas, inmediatamente hay una serie de problemas nuevos.
(68,6)

Pero seamos realistas como revolucionarios. No se puede tener una posición


teórica y otra posición práctica. No se puede tener una posición ante la teoría y
otra posición ante el trabajo. Esta posición ideológica de la Revolución nos
señala también nuestras obligaciones prácticas, nuestras obligaciones ante el
trabajo.
(94, 20)

Hemos de buscar nuestras instituciones revolucionarias, nuestras instituciones


nuevas, partiendo de nuestras condiciones, de nuestra idiosincrasia, de
nuestras costumbres, de nuestro carácter, de nuestro espíritu, de nuestro
pensamiento, de nuestra imaginación creadora. No copiaremos. Cuando
decimos no copiaremos, no lo decimos con menosprecio hacia nadie ni hacia
nada; cuando decimos no copiaremos, simplemente decimos que copiares un
mal hábito, que copiar enerva el espíritu creador y la inteligencia de los pue-
blos. Algunas veces hemos copiado, porque hay que decir que aquí ha habido
funcionarios incapaces de sacarse de la cabeza una idea, y que son capaces de
copiar una enciclopedia completa. Sí, han copiado, y a veces han copiado
cosas que son útiles en un lugar y son inútiles aquí.
Y por eso, nosotros tenemos que saber digerir, analizar, meditar las
experiencias de todos los demás países, y aplicarlas aquí, después de
analizadas, después de meditadas, solo cuando esas experiencias sean útiles y
no aplicarlas cuando no sean útiles. Y siempre aplicar estas experiencias con
espíritu creador.
... Malo es intentar imponerle a nadie un patrón de pensamiento, malo es tratar
de imponerles a los demás las soluciones que han demostrado ser buenas para
nosotros. Pero malo, muy malo, es ese espíritu de indigencia mental de quien
sea incapaz de crear. Y este pueblo que ha escrito su historia, que la ha escrito,
sí. Con ayuda generosa de los trabajadores de otros países del mundo, con la
solidaridad -que ha tenido un valor inapreciable para nosotros-, pero que la ha
escrito también con su iniciativa, y que la ha escrito también con su sangre,
que ha escrito también con su espíritu creador, este pueblo ha de saber pensar
con sus propias cabezas, y los dirigentes de este país han de saber pensar
siempre con sus propias cabezas.
(106, 20; 21)

Pero mucho cuidado con las consignas, mucho cuidado con las
interpretaciones torcidas. Desgraciadamente, la mayor desgracia que tienen
las ideas políticas es lo mal que se les interpreta. Y las teorías revolucionarias
han padecido de ese mal tan terrible que es la interpretación errónea. Porque
una consigna la interpretan los individuos de 25 maneras distintas, una idea la
interpretan de 25 maneras distintas y la aplican de 50 maneras diferentes.
Los problemas políticos no son fáciles. Por eso es necesario que las masas
tengan una gran conciencia política. Y nosotros queremos que la conciencia de
nuestras masas no sean conciencias de cliché...

59
(111,27)

Nosotros hemos dicho que somos marxista-leninistas. Y ser marxista-leninista


implica, en primer lugar, tomar del marxismo su esencia creadora, su esencia
dialéctica, sus principios fundamentales, y aplicarlos con un criterio
revolucionario, aplicarlos con un sentido dialéctico también a una realidad
concreta. Nosotros respetamos las interpretaciones que otros den a sus
realidades en cuanto a la forma y al modo de construir el socialismo y el
comunismo; en cuanto a la forma y el modo de aplicar las ideas marxistas.
Cuando nosotros decimos marxista-leninistas como revolucionarios, es que
adoptamos una posición profundamente revolucionaria y desarrollamos
nuestras vías, desarrollamos nuestros caminos, aplicamos las ideas a nuestras
situaciones.
(115,25)

Y nada más lejos del pensamiento y del estilo del fundador del marxismo que
la palabrería hueca, que la camisa de fuerza obligada para expresar ideas.
Porque Marx fue, sin duda, uno de los más grandes y brillantes prosistas de
todos los tiempos. Pero peor que las frases son las ideas que encierran muchas
veces las frases. Tan mala es la frase sin contenido, como el supuesto
contenido de determinadas frases.
(120, 105)

Es incuestionable que estamos ante hechos nuevos, ante fenómenos nuevos;


es incuestionable que los revolucionarios, los que nos consideramos
revolucionarios, y dentro de los que nos consideramos revolucionarios los que
nos consideramos marxista-leninistas, estamos en la obligación de analizar
estos fenómenos nuevos. Porque no puede haber nada más antimarxista que el
dogma, no puede haber nada más antimarxista que la petrificación de las
ideas...
(125,42)

En realidad, puede decirse que el proceso revolucionario de Cuba es la


confirmación de la fuerza extraordinaria de las ideas de Marx, de Engels y de
Lenin.
Deseo afirmar aquí que no se habría podido ni concebir siquiera la
Revolución Cubana -un acontecimiento que parecía muy difícil, un
acontecimiento que para muchos constituía un imposible-, no se habría podido
concebir ni aplicar si no es partiendo de las ideas esenciales y de los principios
del marxismo,
Es por ello interesante tomar en consideración que en el proceso
revolucionario de Cuba, al ponerse en práctica los principios fundamentales del
marxismo, no solo se fue desarrollando la lucha de clases, desarrollando el
combate, sino que a través de la lucha se fue creando la conciencia de las
masas y se llegó a la situación de hoy, en que en nuestro país existe una
profunda conciencia política, una profunda conciencia socialista, una clara
visión de los problemas fundamentales y una fuerte resistencia a la influencia
cultural, a la influencia ideológica, a la influencia política del imperialismo
yanqui, que no solo ha usado contra nosotros la subversión, las invasiones

60
mercenarias, las amenazas de agresión directa, sino que ha empleado sobre
todo contra nosotros las armas ideológicas.
Por eso nosotros hemos afirmado que la aplicación y el éxito de los preceptos
marxista-leninistas en un país como Cuba, donde las condiciones eran muy
difíciles, puesto que no se aplicaron en circunstancias ideales, sino en las
circunstancias más adversas, explican la tremenda fuerza de esos principios y
el porqué la convicción cada vez más fortalecida de su valor, no solo como
filosofía, no solo como guía, sino como instrumento de lucha revolucionaria.
(164,353, 354-355)

Hay algunos que se asustan de oír mencionar la palabra marxismo. También


aquí, al principio de la Revolución, mucha gente se asustaba, porque esa es la
cultura que el imperialismo les ha inculcado y los prejuicios que ha sembrado
en las masas latinoamericanas. Pero afortunadamente ya nadie se asusta de
oír hablar aquí de marxismo-leninismo. Ya nadie se asusta de oír hablar de
socialismo. Ya nadie se asusta de oír hablar de comunismo. Y marxismo-
leninismo, socialismo, quieren decir definición política; definición política bien
clara y precisa. Es tener una ciencia política a la disposición del pueblo, es
tener una guía, es tener un norte, es tener una brújula, es saber qué pasos hay
que dar por la senda revolucionaria.
(172,42-43)

Porque las ideas revolucionarias del proletariado, ¿quién podría decir que no
prosperan espléndidamente también en el trópico? ¿Quién podría decir que no
prosperan igual en la nieve del norte que en el calor del ecuador? No importa el
hielo, no importa el sol, no importa el clima: ¡En toda la tierra, en todos los
continentes, en todos los pueblos, marchan victoriosamente, con su moral, con
su fuerza, por su apoyo de pueblo y de masas, las ideas luminosas del
marxismo-leninismo!
Y por eso nos sentimos optimistas. Por eso confiamos en el porvenir de la
humanidad. ¡Por encima de todas las injusticias, por encima de todos los
reveses de la historia del hombre, por encima de todas las opresiones y los
crímenes que se han cometido en este mundo contra los pueblos!
(175, 29)

Un diluvio de mentiras, un diluvio de propaganda reaccionaria, pretendía


aplastar las ideas revolucionarias. Intentaban liquidar a los comunistas, y algo
más difícil todavía: liquidar las ideas comunistas. ¡Y con razón temían a las
ideas comunistas!
¿Quién les iba a decir a aquellos esbirros, a aquellos jueces, a aquellos
voceros de la reacción; quién les iba a decir a los que esgrimían el libro de
Lenin como una prueba de un delito, que algún día un pueblo entero haría
suyas las ideas de Marx y de Lenin; que esas ideas unirían al pueblo y que,
armados con esas ideas, nuestra Revolución y nuestro pueblo se harían
invencibles?
(187,78)

Todo tenía que cambiar en nuestra patria, y solo podría cambiar bajo las
banderas del marxismo-leninismo. ¡Y todo cambió en nuestra patria! Y cambió
en la medida en que el pueblo se fue apoderando de las ideas revolucionarias,

61
en la medida en que nuestro pueblo adquirió una profunda conciencia
revolucionaria.
(189, 100)

Pero hemos de tener presente que en la unidad ideológica, en la comunidad de


principios y de ideales, es donde radica y radicará siempre la garantía suprema
de la unión ejemplar que hoy agrupa como hermanos a todos los comunistas, y
enlaza indisolublemente al Partido con las masas en el seno del pueblo.
La ideología marxista-leninista, la invencible ciencia de la revolución y del
comunismo, es una de las más trascendentales conquistas históricas
alcanzadas por nuestro pueblo en su titánico y centenario batallar.
¿De dónde extrajo nuestro pueblo la fuerza tremenda, el heroísmo y la
decisión unánime de vencer o morir que lo convirtieron en un coloso capaz de
derrotar todas las agresiones y. la subversión imperialista, sino de su
comprensión de las justas
ideas de la doctrina revolucionaria del proletariado?
¿Qué factor acaso, sino la invulnerable conciencia revolucionaria que el
marxismo-leninismo ha dado a nuestro pueblo, nos ha permitido rechazar todos
los intentos del imperialismo por penetrar ideológicamente a la Revolución
Cubana?
Pero más aún, ¿qué fue sino la convicción y la extraordinaria fuerza que nos
daba el conocimiento de las leyes históricas, la seguridad de que la causa justa
del pueblo humilde se abriría paso inexorablemente, lo que levantó nuestro
espíritu ante cada uno de los reveses que sufrimos en la lucha, desde los días
amargos que siguieron al Moneada, y nos permitió sobreponernos a la
adversidad y continuar la batalla revolucionaria?
En la ideología de la clase obrera, en sus nobles ideas de redención y
solidaridad humanas, se han inspirado, comenzando por sus propios
fundadores, Carlos Marx y Federico Engels, los más emocionantes ejemplos de
abnegación y sacrificio. En esas convicciones se alimentó la audacia y la
confianza extraordinarias de Lenin y los combatientes de la Revolución de
Octubre. Ellas cimentaron él heroísmo insuperable del pueblo soviético y de los
comunistas de muchos otros países en las batallas contra el fascismo. Esa
certeza inconmovible en la causa del pueblo sostuvo durante décadas la
epopeya magnífica y victoriosa de los luchadores vietnamitas. Ella ha
impregnado de valor, de serenidad, de optimismo y de entereza indoblegable a
los combatientes revolucionarios que en todas las latitudes se han visto
enfrentados a las pruebas supremas de la tiranía, la prisión, la tortura y la
muerte. Es nuestra ideología la que nos hace fuertes e invencibles.
¡Cuidemos por encima de todo su pureza, desarrollémosla con nuestras
modestas experiencias, combatamos sin tregua y sin concesión alguna las
ideas reaccionarias del imperialismo y el capitalismo en todas sus
manifestaciones!
(191, 151-152)

La máxima escala del pensamiento político se alcanzó cuando algunos


hombres tomaron conciencia de que ningún pueblo y ningún hombre, tenían
derecho a explotar a otros, y que los frutos del esfuerzo y de la inteligencia de
cada ser humano debieran alcanzar a todos los demás; que .el hombre, en fin,
no tenía por qué ser lobo sino hermano del hombre. Esa es la-esencia básica de

62
los postulados del socialismo. Pero el socialismo, elevado a su más alta
expresión con las ideas de Marx, Engels y Lenin, nos enseñó también las leyes
que rigen el desarrollo de la sociedad humana y los caminos que conducen al
triunfo definitivo de nuestra especie, sobre todas las formas de esclavitud,
explotación, discriminación e injusticia entre los hombres.
Saludamos a todos los que han llegado a estas estimulantes convicciones y
saludamos también a aquellos que aunque no compartan estas ideas son
honestos demócratas y progresistas, porque la honestidad política practicada
consecuentemente es un camino que conduce la mente y la voluntad del
hombre al ideal socialista, pues si alguien dijo un día que todos los caminos
conducían a Roma, hoy se puede afirmar que todos los, caminos del
pensamiento progresista conducen al socialismo.

...

Mas, nuestra Revolución no es fruto exclusivo de nuestras ideas; nuestras


ideas mismas son en gran medida hijas del pensamiento revolucionario
mundial. Algunos en este hemisferio lanzan contra el socialismo la peregrina
acusación de ser una idea extranjerizante, como si el idioma que hablamos no
hubiera llegado alguna vez de fuera, como si las ideas liberales burguesas y
todos los principios del capitalismo no hubiesen nacido históricamente en
Europa, como si el cristianismo hubiese sido la religión primitiva de los
naturales de este continente, como si la cultura y la ciencia no fuesen
universales. A tal diatriba se reduce muchas veces la argumentación política de
gobernantes reaccionarios e ignorantes, frente a masas sometidas al
analfabetismo cultural y político y a la más brutal explotación económica.
El marxismo-leninismo es en definitiva profundamente internacionalista, y a la
vez, profundamente patriótico. La liberación, el progreso y la paz de la patria
están indisolublemente unidos en nuestra concepción a la liberación, el
progreso y la paz de toda la humanidad. La anarquía, las guerras, el desarrollo
desigual!, los fabulosos recursos invertidos en armas y los riesgos que hoy
acechan a la humanidad, son frutos naturales del capitalismo. Solo una
distribución justa de las fuerzas productivas, la técnica, la ciencia y los medios
de vida; solo una utilización cada vez más racional de los recursos naturales;
solo la coordinación más estrecha de los esfuerzos de todos los pueblos de la
tierra, es decir, solo el socialismo puede salvar a la humanidad de los peligros
espantosos que la amenazan: agotamientos de los recursos naturales que son
limitados, contaminación progresiva del medio ambiente, crecimiento
descontrolado de la población, hambres desoladoras y guerras catastróficas.
(201, 33; 35-36)

... El revolucionario es una síntesis de la sensibilidad humana, del sentimiento


natural de rechazo a la injusticia y a la opresión, con la filosofía científica del
marxismo-leninismo. Yo mismo, antes de ser marxista, era utópico. Me parecía
que aquella sociedad capitalista era un disparate completo, absurdo. Y cuando
siendo estudiante leí el Manifiesto Comunista, empecé a dejar de ser un
socialista utópico para ser un socialista marxista. No sé bien todavía cuánto me
queda de utopista y cuánto tengo de marxista-leninista, quizás sea incluso un
poco soñador. Pero veo claro, muy claro, que nuestro mundo no tiene solución
sin la revolución, sin el socialismo, sin el marxismo-leninismo. Mientras más

63
madura mi conciencia política, más admiro a Marx, porque él vio la solución
con el corazón, con la inteligencia, con la ciencia y con la conciencia...
(205, 10)

... En todos los tiempos, en cada país y en cada época, los revolu cionarios
lucharon y consagraron lo mejor de sus energías al noble propósito del
progreso humano sin que por ello los de hoy puedan considerarse mejores que
los de ayer. Lo que cualitativamente puede hacer diferente al revolucionario de
hoy es su superior conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la
sociedad humana, lo que pone en sus manos un instrumento extraordinario de
lucha y de cambios sociales.
A los teóricos del socialismo científico: Marx, Engels y Lenin deben los
revolucionarios modernos el inmenso tesoro de sus ideas. Nosotros podemos
asegurar con absoluta convicción que sin ellos nuestro pueblo no habría podido
realizar tan colosal salto en la historia de su desarrollo social y político. Pero
aun con ellos no habríamos sido capaces de realizarlo sin la semilla fructífera y
el heroísmo sin límites que sembraron en nuestro pueblo y en nuestros
espíritus: Martí, Maceo, Gómez, Agramonte, Céspedes y tantos gigantes de
nuestra historia patria.
Es así como se hizo la Revolución verdadera en Cuba, partiendo de sus
caracteres peculiares, sus propias tradiciones de lucha y la aplicación
consecuente de principios que son universales. Estos principios existen, no
pueden ser ignorados.
Algunos presumidos en el mundo han querido nacionalizar, chovinizar el
marxismo; los hubo incluso que pretendieron considerarse superiores a Marx,
Engels y Lenin sin tomar en cuenta el rigor de sus investigaciones, la
incomparable modestia que caracterizó a los creadores de nuestra doctrina
revolucionaria y que no son los hombres los que pueden erigirse a sí mismos
un monumento para la posteridad, sino los pueblos y los hechos objetivos los
que asignan a cada cual un papel en la historia.
(226, 22)

Cuando hay problemas en algún lugar, no es que el marxismo-leninismo


carezca de invencible fuerza, es que no se han aplicado correctamente los
principios del marxismo-leninismo.
Y nosotros mismos decíamos que no hemos sido perfectos revolucionarios, ni
hemos sido perfectos en la aplicación de estos principios, lo que sí podríamos
decir es que hemos sido honestos y hemos tratado de ser consecuentes. Pero
esta cosa de nuestro país al lado de Estados Unidos, un país tan rico, tan
poderoso, que tanto influyó —durante tanto tiempo— en nuestra patria y en
nuestro pueblo, que se encuentre hoy un escollo como Cuba, se encuentre hoy
una roca como Cuba, solo se puede comprender a la luz de los principios del
marxismo-leninismo. El papel del Partido, su vinculación con las masas, la
aplicación correcta de esos principios, la ausencia de favoritismo, la actuación
justa, la consideración al mérito, la dirección colectiva, el centralismo
democrático, la honestidad, la conciencia, la disciplina, además del
extraordinario contenido social y humano de la obra revolucionaria; esos son
los factores, no hay ningún misterio en eso, que le han dado estas fuerzas
enormes a nuestra Revolución.
(245, 174)

64
Creo en la aplicación consecuente de estos principios, que son principios
genuinamente marxista-leninistas, porque el marxismo-leninismo tiene que
continuar desarrollándose en la práctica de todos los días en un sentido
revolucionario, y veremos si hay revolución que retroceda si se aplican
correctamente los principios del marxismo-leninismo, y si se aplican
creadoramente y, sobre todo, si se aplica el principio de aplicar los principios.
Porque luego surgen los problemitas, cuando no se aplican correctamente los
principios que tanto explotan los enemigos del socialismo, que tanto explotan
los capitalistas para tratar de darle oxígeno a su sistema decrépito, inhumano y
prehistórico. Pero esa parte nos corresponde a nosotros, los revolucionarios.
Porque es fácil equivocarse, y muchas veces se comenten equivocaciones, y
las equivocaciones son el resultado de falta de análisis serio, profundo;
resultado de falta de análisis colectivo, que es uno de los principios
fundamentales también del marxismo-leninismo. La aplicación de los principios
verdaderamente democráticos y la lucha intransigente contra toda
manifestación de privilegio, corrupción, etcétera, etcétera, etcétera. Creo que
ese debe ser el deber número uno de nosotros los revolucionarios cubanos, y
muy especialmente de la juventud, en la cual tenemos, con razón, tantas
esperanzas; esperanzas que se fortalecen después que se tiene el privilegio de
presenciar un congreso como este.
(252, 86-87)

Antes de ser marxista, fui un gran admirador de la historia de nuestro país y de


Martí, fui martiano. Los dos nombres empiezan con M, y creo que los dos se
parecen mucho. Porque estoy absolutamente convencido de que si Martí
hubiera vivido en el medio en que vivió Marx, habría tenido las mismas ideas,
más o menos la misma actuación. Martí tenía gran respeto por Marx; de él dijo
una vez: "Como se puso del lado de los débiles, merece honor." Cuando murió
Marx, escribió cosas muy bellas sobre él. Yo digo que en el pensamiento
martiano hay cosas tan fabulosas y tan bellas, que uno pueda convertirle en
marxista partiendo del pensamiento martiano. Claro que Martí no explicaba la
división de la sociedad en clases, aunque era el hombre que siempre estuvo
del lado de los pobres, y fue un crítico permanente de los peores vicios de una
sociedad de explotadores.

Creo que mi contribución a la Revolución Cubana consiste en haber


realizado una síntesis de las ideas de Martí y del marxismo- leninismo, y
haberla aplicado consecuentemente en nuestra lucha.
(269, 159; 163-164)

Nadie puede imaginarse que ya todo está dicho, que ya desde el siglo pasado,
que ya desde hace 150 ó 160 años o más, desde la divulgación del Manifiesto
Comunista o el "Programa de Gotha", o los libros de Marx, de Engels, y más
adelante de Lenin, todos los problemas están resueltos. Sería antidialéctico
creer eso, sería antimarxista creer eso.
Sigue su curso la humanidad, sigue su curso la sociedad humana; siguen
surgiendo nuevos y nuevos problemas. Hay problemas de esta época que no
existían entonces. En aquella época, por ejemplo, parecía que los recursos
naturales eran ilimitados, infinitos, y que solo el régimen social imponía una

65
barrera al desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas y de la riqueza social,
sobre todo, de la riqueza material.
Hay, desde luego, un fondo de verdad en aquella fe enorme que tenían los
fundadores del socialismo científico en las posibilidades de la ciencia y en las
posibilidades del desarrollo de las fuerzas productivas, mediante la aplicación
de la ciencia. Ellos vieron aquello hace más de 150 años, que hoy,'en los
propios países socialistas, empiezan a ver con una enorme claridad, porque se
aprecia claramente que en los países socialistas se está reivindicando mucho la
cuestión relacionada con el desarrollo científico-técnico, un desarrollo
científico-técnico es condición sine qua non del desarrollo de las fuerzas
productivas.

Hay problemas nuevos, repito, problemas tremendos de esta época, que


corresponde a los partidos revolucionarios, y progresistas, a la teoría marxista-
leninista enfocar, esclarecer y resolver. Hay ideas que deberán ser
enriquecidas, interpretando de una manera correcta el marxismo-leninismo.
Todo esto está muy relacionado con la construcción del socialismo.
(287,4)

En primer lugar, deseo traer a colación aquí un pensamiento de Lenin, quien


dijo que la actitud —es decir—, la seriedad de un partido revolucionario se
mide, fundamentalmente, por la actitud ante sus propios errores. Y así también
nuestra seriedad de revolucionarios y de gobernantes se medirá por nuestra
actitud ante nuestros propios errores.
Claro que los enemigos siempre están atentos a conocer cuáles son esos
errores. Cuando esos errores se cometen y no se autocritican el enemigo los
aprovecha. Cuando esos errores se cometen y se autocritican el enemigo
puede aprovecharlos, pero de muy distinta forma, porque de una forma no se
superarían esos errores, y de otra forma sí te superan esos errores.
(54, 7)

Nosotros tenemos una gran fe y una gran seguridad y una gran confianza,
pero tenemos que luchar siempre contra lo que esté mal, y crear una
conciencia contra lo que esté mal. Nosotros, los revolucionarios. Los
contrarrevolucionarios no. Los contrarrevolucionarios no tienen derecho a
criticar, sencillamente porque no tiene derecho a criticar quien no participa de
una obra patriótica, de una obra revolucionaria.
Tienen derecho a criticar los revolucionarios para mejorar su obra. La crítica
positiva, que no es esa crítica a veces tonta que aparece por ahí, como algunas
"descargas" que vemos, porque de verdad que algunas "descargas" son
imbéciles. Y no se sabe quién es más imbécil: si el que las escribe, o el que las
recibe y las reproduce.

Ya que hablamos de esto, debemos también analizar cómo a veces,


sutilmente el enemigo confunde con eso. Hay críticas bien hechas y hay que
estar muy bien informado para saber deducir entre una crítica bien hecha y
una mal hecha. Cualquiera que tiene un poco de experiencia se da cuenta
cuando hay una crítica ridícula y tonta, que se le puede contestar mandándole
una carta al que la hace explicándole las cosas, y cuando hay una crítica que
tiene fuerza positiva, y que debe ser publicada. Porque si no el enemigo se

66
aprovecha también de las críticas, porque todo, todo en la vida hay que hacerlo
bien hasta la crítica. Todo lo que se haga mal es malo. Todas las cosas que se
hacen chapuceramente no dan buenos frutos. Debemos inculcarnos nosotros
estas cosas.
(76, 38)

Muchas veces se ha hablado de los éxitos. Y los éxitos, desde luego,


constituyen alientos. Ustedes se sienten •tentadas hoy de los éxitos de estos
diez anos. Pero en realidad nuestro pueblo ha madurado tanto que puede
hablar también, y sin ningún temor, de las deficiencias. Nuestro pueblo ha
madurado tanto que, incluso, para sentirse estimulado y motivado al esfuerzo,
no requiere del constante señalamiento de sus éxitos.
(144, 8)

... Hemos hecho análisis justos de nuestros errores, pero no hemos exagerado.
Si fuéramos a ser más exhaustivos, encontraríamos muchos más errores.
Hemos planteado sencillamente los esenciales. Y además, como principio
revolucionario, compañeros. Siempre será mil veces preferible la autocrítica a
la autocomplacencia. ¡Y siempre será preferible la auto humillación al auto
elogio! Y creemos realmente que los dirigentes revolucionarios tenemos que
estarnos constantemente analizando y auto criticándonos, si no en público, en
privado. Siempre debemos estar ajustando cuenta con nuestras conciencias. Y
nunca, jamás, podemos estar conformes con nosotros mismos, porque el
hombre que esté conforme consigo mismo no es revolucionario.
(192, 185)

El caudal de experiencia y de ideas revolucionarias que hemos heredado de la


historia de nuestro pueblo y de toda la humanidad, es nuestro tesoro más
preciado. Ese caudal debe ser enriquecido constantemente con la práctica y el
ejemplo. Es deber sagrado de todo revolucionario. Ello exige la crítica y la
autocrítica, más rigurosas y la honestidad más consecuente.
(245, 53)

No siempre —como decíamos en el congreso— fuimos sabios, no siempre


supimos adoptar las mejores decisiones. Pero sí siempre fuimos capaces, con
toda la honestidad del mundo, de saber reconocer, y saber ver a tiempo
cualquier error, cualquier decisión equivocada, y rectificarla para seguir
adelante; porque hasta cuando se marcha por las montañas con una brújula —
y nuestra brújula es el socialismo, nuestra brújula es el marxismo-leninismo—,
en un momento o en otro, pueden haber pequeñas.
Y no siempre supimos aprovechar todas las ventajas y todas las posibilidades
del socialismo. Podríamos decir que, tal vez, habrían sido mayores aún
nuestros logros, o más altos, o más completos, si hubiésemos sabido
aprovechar a lo largo de los 20 años todas las posibilidades y ventajas del
socialismo.
No siempre —como decíamos en el congreso— fuimos sabios, no siempre
supimos adoptar las mejores decisiones. Pero sí siempre fuimos capaces, con
toda la honestidad del mundo, de saber reconocer, y saber ver a tiempo
cualquier error, cualquier decisión B equivocada, y rectificarla para seguir
adelante; porque hasta cuando se marcha por las montañas con una brújula

67
—y nuestra brújula es el socialismo, nuestra brújula es el marxismo-leninismo
—, en un momento o en otro, pueden haber pequeñas desviaciones del
camino, también lo» barcos cuando navegan por al océano tienen a veces
pequeñas desviaciones, pero siempre se avanza en la dirección correcta.
(248,14)
.
… Creo que el primer deber y el más sagrado deber de todo revolucionario es
la capacidad de reconocer cualquier error que pueda haber cometido...
(253, 156)

... Aunque suelo ser muy cuidadoso, si hay algún compañero al que tengo que
hacer una crítica, lo primero que hago es tratar de protegerlo, evitar que la
crítica sea destructiva, que no lo desmoralice, que sirva de ejemplo a los
demás y a la vez comprometa y estimule al que se le hace; uno se queda
pensando si lo hizo con todo cuidado, si ha logrado cabalmente el objetivo.
(268,45)

Es frecuente todavía encontrar militantes, incluso con responsabilidades


como dirigentes, que entienden la crítica y la autocrítica en un plano
puramente teórico, totalmente desvinculadas de la práctica concreta, de su
actuación personal, ligadas con los defectos de los demás, pero no con los
propios. Hay que combatir tales actitudes, con toda energía y valentía, sobre
una base de principios, y siempre con un espíritu educativo y constructivo.
(277,93)

Yo creo que la Revolución siempre se ha caracterizado por la gran valentía


con que aborda los problemas, los dice, y entonces nosotros no tenemos por
qué abandonar esa tradición, y no es que se haya abandonado de una manera
consciente, deliberada (...). También que hemos sido un país sitiado,
bloqueado, amenazado, agredido, un país que tuvo que enfrentarse a la
contrarrevolución en muchas cosas y la amenaza del exterior, todo eso ha ido
creando una mentalidad de secreto ...
Ningún enemigo nos va a criticar mejor que lo que nos criticamos nosotros.
Porque nosotros sabemos mejor que nuestros enemigos dónde están nuestros
problemas. Ellos ni lo saben. Incluso al enemigo le quitamos las armas, lo
dejamos sin armas. La Revolución no se ha debilitado en estos días con motivo
de las fortísimas críticas que se han emitido, no se ha debilitado, al contrario,
yo creo que la Revolución se fortalece en procesos de esta índole en que
rectifica errores.
(283,161:162)

El miembro del núcleo revolucionario tiene que ser en el lugar donde trabaje,
sin discusión de ninguna clase, el ejemplo de todos los demás. Es necesario
evitar que se cree ningún tipo de privilegios y, por supuesto, los revolucionarios
debemos ponerle coto a todo lo que implique falta de disciplina, taita de
conciencia revolucionaria, falta de ejemplaridad.
¿Qué tiene que ser el núcleo revolucionario? ¿Una organización numerosa?
No. No tiene que ser una organización numerosa. El núcleo revolucionario tiene
que ser una integración selecta, donde estén los mejores elementos de la clase

68
obrera, los mejores elementos del pueblo, los mejores elementos de la
Revolución.
Hay que insistir una y mil veces en que no queremos una organización grande,
sino una organización buena. Que no interesa la cantidad, que lo que interesa
es la calidad. Y esto lo advertimos muy seriamente. Lo advertimos a todos los
compañeros revolucionarios: la necesidad de la vigilancia, para elevar la
conciencia revolucionaria y la calidad del núcleo revolucionario.
Ya está constituido un gran número de núcleos. Ahora hay que ver el
comportamiento de los núcleos, y el cumplimiento estricto del principio de que
en el núcleo tiene que estar lo mejor, lo más trabajador.
Pertenecer al núcleo no comporta privilegios de ninguna clase. Ser del núcleo
comporta sacrificios, comporta el deber de ser el ejemplo de los demás
trabajadores, los que más trabajen, los que más se esfuercen, los más
disciplinados, los que más luchen. Una y mil veces tenemos que insistir, por si
hay alguno que no entienda bien las cosas...
(52, 20)

¿Cuál es la función del Partido? Orientar. Orienta en todos los niveles, no


gobierna en todos los niveles. Crea la conciencia revolucionaria de las masas,
es el engranaje con las masas, educa a las masas en las ideas del socialismo y
en las ideas del comunismo! exhorta a las masas al trabajo, al esfuerzo, a
defenderla Revolución. Divulga las ideas de la Revolución, supervisa, controla,
vigila, informa, discute lo que tenga que discutir, pero no tiene las atribuciones
de quitar y poner administradores, de quitar y poner funcionarios.
¿Quién que presuma de marxista puede desconocer que en la masa se
encierran todos los valores, todas las energías, todas las inteligencias? Y,
¿creer que la inteligencia, la promoción de los valores tienen que depender del
núcleo revolucionario? No: el núcleo tiene que trabajar con toda la masa,
educar a toda la meca, pero cuando se va a designar un jefe de personal, a
cubrir un cargo importante no hay que ir al núcleo para que lo escojan. Hay
que extraerlo de la masa, promoverlo en la masa.
... ¿Con quién hay que ser más exigente? Con el miembro de la organización;
¿cómo vamos a ser menos exigente con el miembro de la organización que con
el que no lo es? ¡No, no¡ es doblemente culpable el marxista, el miembro de la
organización que comete una falta. Y hay que ser inflexible con esa falta, hay
que exigirle responsabilidad; de manera que la gente vea que venir a esta
organización no significa un privilegio, un placer, prebendas, mangonismo,
mercedes de ninguna clase, ¡no! Que todo el mundo esté consciente que venir
a esta organización puede significar un gran honor, pero significa sacrificio,
más sacrificio, más trabajo que los demás, más abnegación que los demás,
menos privilegios que los demás. Eso es lo que tiene que ser la organización
para que los buenos, para que los mejores vayan, para que los que no sirven
no estén ahí, para que no se filtre ningún elemento negativo, ningún
oportunista, ¡Qué va a ir el oportunista! El oportunista va allí donde hay
ventaja, allí donde hay privilegio, pero allí donde hay sacrificio, allí donde hay
trabajo, allí donde hay que hacer un esfuerzo de calidad, allí no va el
oportunista, el oportunista se va para su casa.
(64,16; 30)

69
... son las masas las que amamantan cualquier vanguardia revolucionarla, son
las masas las que alimentan, las que proveen de sangre y de energía a
cualquier organización revolucionaria, y desprenderse de la masa, despegarse
de la masa, equivale a cortar el cordón umbilical, de donde se tiene que
alimentar una organización revolucionaria, de donde tiene que buscar sangre,
energía, fuerzas, cuadros, pues todas las fuerzas y toda la energía provienen
de la masa. Porque un aparato revolucionario, existe no por y para el aparato
revolucionario; un aparato revolucionario existe por y para las masas
revolucionarias Esta es su razón de existir. La revolución se hace por las masas
y para las masas, con un partido de las masas y para las masas. Esa es la
razón de existir un partido; y todo su prestigio y toda su autoridad estará en
relación con la vinculación real que tenga con la masa. Ese partido no tendrá
autoridad ante la masa por ser partido, sino que será partido por la autoridad y
el prestigio que tenga ante las masas. Si no tiene conexión con las masas, ni
prestigio ni autoridad ante las masas, no es partido; se vuelve una organización
raquítica, pobre, y será cada vez menos partido, porque su razón de ser está
en su vinculación con la masa.
(56, 12)

Porque, señores, es un principio elemental que la Revolución, que el Partido, no


son instrumentos de beneficios personales. Esclarézcasele a cada estudiante, a
cada alumno de las escuelas, como el principio básico, que ser revolucionario
quiere decir abnegación, quiere decir sacrificio, quiere decir humildad, quiere
decir el primero en los trabajos más duros, el primero en el ejemplo, el primero
en el esfuerzo, el primero en el peligro.
El Partido no es prebenda. El Partido es sacrificio. Al Partido no se va a buscar
nada.
Ante todo enseñemos a cada revolucionario que en el Partido se entra para
darlo todo...
Trabajar como cuadro político, como cuadro de las organizaciones de masas
tiene que ser para cualquier revolucionario el más alto honor que pueda
conferirle la Revolución, y tanto más grande cuanto que posiblemente estará
mal pagado y sus ingresos serán modestos. En definitiva el revolucionario no
tiene que importarle eso y nosotros tenemos que hacer revolucionarios. Ser
revolucionario significa marchar a la vanguardia en todo, a la vanguardia en las
ideas. Ser revolucionario significa contemplar con realismo las condiciones
objetivas de cada momento histórico, pero al mismo tiempo comprender que
esas realidades objetivas no se ajustan a los supremos ideales que un
revolucionario lleva dentro de sí, las supremas aspiraciones. Como, ahora
mismo, las realidades objetivas nos dictan muchas desigualdades. Las
realidades objetivas nos dictan muchos privilegios todavía, y dentro de nuestra
sociedad a pesar de .todo lo que hemos avanzado y sin que podamos evitarlo,
subsisten todavía muchos privilegios, subsisten todavía muchas situaciones
privilegiadas.
El revolucionario contempla esa verdad con visión objetiva, con sentido real
de la historia, pero sabe que eso es transitorio. Sin embargo él, en su posición,
tiene que estar por encima de todos esos privilegios, su disposición tiene que
ser la de hacer dejación de cualquier privilegio en el momento en que sea
necesario.

70
Los revolucionarios son los que van delante, y la realidad impone inevitables
desigualdades que existen dentro de nuestra sociedad y existirán por muchos
años.
(58. 9; 10)

... Como el Partido Revolucionario Cubano de la independencia, hoy dirige


nuestro Partido la Revolución. Militar en él no es fuente de privilegios sino de
sacrificios y de consagración total a la causa revolucionaria. Por ello en él
ingresan los mejores hijos de la clase obrera y del pueblo, velando siempre por
la calidad y no por la cantidad. Sus raíces son las mejores tradiciones de la
historia de nuestro pueblo, su ideología es la de la clase obrera: el marxismo-
leninismo. El es depositario del poder político y garantía presente y futura de la
pureza, consolidación, continuidad y avance de la Revolución. Si en los tiempos
inciertos del 26 de Julio y en los primeros años de la Revolución los hombres
jugaron individualmente un rol decisivo, ese papel lo desempeña hoy el Partido.
Los hombres mueren, el Partido es inmortal.
Consolidarlo, elevar su autoridad, su disciplina, perfeccionar tus métodos de
dirección, su carácter democrático y elevar el nivel cultural y político de sus
cuadros y militantes, es deber ineludible de todos los revolucionarios.
(170,22)

El Partido es el más formidable instrumento de la Revolución: es lo que le da


dirección, solidez y continuidad histórica a la Revolución. Revolución que no es
de nadie en particular. Revolución que no depende de ningún hombre, ni de
hombres, sino Revolución que depende de pueblo.
Los hombres pasan —como dijimos en una ocasión— el Partido es inmortal.
El Partido es el alma revolucionaria del pueblo que con sus organizaciones de
masa abarcando a todo el pueblo, incluidos los niños, lleva adelante la
Revolución...
(186,40-41)

... Es necesario que el Partido sea primero que nada Partido preocupado por
todo. En el Partido hay la presencia saludable de cuadros administrativos,
puesto que nuestro Estado cuenta con muchos cuadros valiosos y nuestro
Partido ha enviado a muchos de sus militantes que hoy son cuadros
administrativos. Pero desde luego en el seno del Partido, quien tiene que
defender la economía es el Partido, quien tiene que ser objetivo es el Partido. Y
los cuadros administrativos, en el seno del Partido, tienen que pensar siempre,
primero que nada, como militantes del Partido. Hay el Estado y hay el Partido,
pero en el seno del Partido no puede haber Estado y Partido. En el seno del
Partido somos, primero que nada, Partido, y las preocupaciones deben ser
comunes, deben ser iguales. Y el Partido tiene que preocuparse por todos los
problemas económicos, los problemas de la administración en general, y los
cuadros que sean militantes del Partido tienen que preocuparse por los
problemas del Partido primero que nada.
La historia de los procesos revolucionarios demuestra que a veces se han
seguido rumbos torcidos, que a veces se han cometido errores; de ahí la
importancia de que el Partido sea de una calidad absoluta, y sea una garantía
contra el error, por su apego a los principios, por su capacidad, por su unidad,
por su espíritu fraternal. Y creo que para satisfacción de los cubanos, para la

71
satisfacción de los revolucionarios cubanos, estamos teniendo ese tipo de
Partido, que es una de las conquistas institucionales y revolucionarias más
grandes de nuestra historia, pues en nuestra historia siempre algo fallaba en el
orden subjetivo: fallaba el gobierno, fallaba el Estado, fallaban los partidos,
fallaban.. . Si tenemos un Partido de calidad, tendremos Revolución de calidad
por mucho tiempo, y si la calidad está en la raíz del Partido, tendremos por
mucho tiempo un Partido no solo bueno, sino cada vez mejor...
(190, 8; 16)

... Partido lo resume todo, En él se sintetizan los sueños de todos líos


revolucionarios a lo largo de nuestra historia; en él se concretan 'las ideas, los
principios y la fuerza de la Revolución; en él desaparecen nuestros
individualismos y aprendemos a pensar en términos de colectividad; él es
nuestro educador, nuestro maestro, nuestro guía y nuestra conciencia
vigilante, cuando nosotros mismos no somos capaces de ver nuestros errores,
nuestros defectos y nuestras limitaciones; en él nos sumamos todos y entre
todos hacemos de cada uno de nosotros un soldado espartano de la más justa
de las causas y de todos juntos un gigante invencible; en él las ideas, las
experiencias, el legado de los mártires, la continuidad de la obra, los intereses
del pueblo, el porvenir de la patria y los lazos indestructibles con los
constructores proletarios de un mundo nuevo en todos los rincones de la tierra
están garantizados.
El Partido es hoy el alma de la Revolución Cubana. Los principios de la
selección para el ingreso al Partido son elementos cardinales en la actividad de
toda organización marxista-leninista. En Cuba este principio tiene una singular
significación, porque responde -a las condiciones históricas concretas en que el
pueblo cubano lleva a cabo su lucha revolucionaria. Cuba construye el
socialismo a solo unos pasos del más agresivo y criminal país imperialista, cuyo
gobierno no ha cesado un minuto de agredir y amenazar a nuestra patria por
todos los medios.
Es lógico que en tales circunstancias nuestra Revolución ponga especial
cuidado en garantizar la ejemplaridad, la calidad política y moral, la autoridad y
el prestigio ante las masas de los hombres y mujeres que integran su
vanguardia dirigente.
(191, 144)

... Siempre he creído que los fundadores de un proceso revolucionario socialista


adquieren ante sus conciudadanos tal autoridad y ascendencia, tales y tan
poderosos medios de poder, que el uso irrestricto de esa autoridad, ese
prestigio y esos medios pueden llevar a graves errores e increíbles abusos de
poder. Pienso por ello y he pensado siempre, que cualesquiera que sean los
méritos individuales de cualquier hombre, toda manifestación de culto a la
personalidad debe ser radicalmente evitada; que cualquier hombre, no importa
qué aptitudes se le puedan atribuir, nunca será superior a la capacidad
colectiva, que la dirección colegiada, el respeto irrestricto a la práctica de la
crítica y la autocrítica, la legalidad socialista, la democracia y disciplina
partidista y estatal y la inviolabilidad de las normas y las ideas básicas del
marxismo-leninismo y el socialismo son los únicos valores sobre los cuales
puede sostenerse una verdadera dirección revolucionaria.
(201, 36-37)

72
Nuestro Estado es un Estado de trabajadores que ejercen el poder
revolucionariamente. El Partido y sus militantes no pueden apartarse jamás de
la más sólida, estrecha y profunda vinculación con las masas. No pueden
apartarse de la crítica y autocrítica más rigurosas. No pueden apartarse de la
dirección colectiva, la democracia interna, el centralismo democrático y la
disciplina más férrea. No pueden apartarse de la austeridad, el espíritu de
sacrificio, el desinterés, la modestia, la honestidad, la actitud solidaria y el
heroísmo que deben caracterizar a todo militante comunista.

El comunista debe ser un indoblegable luchador, convencido de la justicia


insuperable de su causa, estudioso, trabajador, exigente, profundo y
consagrado por entero a su pueblo. El Partido existe solo por el pueblo y para el
pueblo. Los métodos burocráticos y el espíritu pequeñoburgués son ajenos por
completo a sus principios. Entre los cuadros, los militantes y el pueblo deben
existir los lazos más estrechos e indisolubles, basados fundamentalmente en el
ejemplo y en la confianza de que el revolucionario vive y muere por su pueblo.
(245, 127)

... Tenemos el Partido, y el Partido es muy sano. Y el Partido en sus cuadros es


muy sano, no solo en su militancia. En general, es una elección de los mejores
militantes los cuadros del Partido, podremos haber seleccionado mejor o peor,
pero es una selección y nos ayuda tremendamente.
... Es un privilegio, realmente; es un verdadero privilegio tener un partido como
el que tenemos. Y un partido que, además, es revolucionario; y no son halagos
estos gratuitos a nadie. Lo decimos porque lo tenemos y porque sabemos que
lo tenemos. Y sabemos las condiciones de nuestros cuadros, de nuestros
militantes, a pesar de todas estas basuras de que hemos estado hablando:
desviaciones, confusiones de todas clases. Sabemos que tenemos un gran
partido, sus militantes, y un gran pueblo.
(283, 157; 174-175)

... Pero ese punto es muy importante, la ejemplaridad y la calidad, porque


cuando nosotros empezamos a hacer el Partido así —es verdad que entonces
no teníamos Partido- éramos muy reducidos, pero aquel proceso, mediante el
cual se formaba el Partido, con los mejores de cada uno de los centros, sin
duda es una de las mejores cosas que hemos hecho. ¿Qué habría sido si no lo
hubiéramos hecho así?
... Ustedes están tomando conciencia de que el Partido está enfrascado en una
batalla, y que esto es una batalla, una batalla larga, de duración indefinida.
Porque no podemos dejar este problema así, si lo dejamos a un lado, nos
olvidamos de eso, y dentro de par de años, a los tres años tenemos el
problema exactamente igual, reproducido.
... Creo que el Partido tiene que volcarse hacia esta realidad, como lo está
haciendo ahora, porque, ¿quién se va a encargar de esta tarea si no es el
Partido; quién puede librar esta batalla y quién puede ganar esta batalla si no
es el Partido? Y el Partido, desde luego, con las masas...
(286, 1ra sesión, 105; 124-125)

73
A raíz de las dificultades y de esta batalla que se está librando, me doy cuenta
de que es imprescindible que el Partido, no solo a nivel de provincia, sino a
nivel de municipio, tenga una gran autoridad. Es la única forma de arreglar esa
situación.
... Y la moral y la autoridad del Partido hay que velar por ellas como lo más
sagrado, lo más fundamental, lo más esencial que tenemos. Pueden pasar 20
cosas, lo que no puede pasar es que el Partido se nos desmoralice.
(286, 3ra sesión, 224-225; 264)

Yo lo que creo es que quizás no habíamos descubierto suficientemente todo lo


que teníamos que hacer, ni habíamos descubierto cómo hacerlo (...).
Afortunadamente tenemos un Partido sano. Menos mal que a tiempo
descubrimos cosas que podían empezar a afectar el Partido.
... la gente que integra la vanguardia política de nuestro país, los militantes, los
cuadros del Partido, sin duda, han sido escogidos entre los mejores ciudadanos
de este país.
Y a mí lo que más me preocupó cuando yo tomé conciencia plena de todas
estas tendencias, es que podían corrompernos el Partido, y también podían
corrompernos a la clase obrera; afortunadamente, la clase obrera está muy
lejos de haberse corrompido. Hay casos aislados, se pueden mencionar
numerosos ejemplos. Pero la respuesta todavía es muy buena.
Ahora, lo que si un problema de estos no se aborda a tiempo y no se rectifica a
tiempo, sí puede tener consecuencias funestas. Y nosotros tenemos que estar
constantemente atentos a todo lo que nos debilite.
(286, 4ta sesión, 163-164; 171-172)

... Puede haber un militante deshonesto, indigno de militar en nuestras filas,


mientras no lo sepamos; pero e! Partido, su masa y sus cuadros, son de gran
calidad moral y humana. Ahí está el trabajo del Partido; eso es lo que se vio
claro, eso es lo que se refleja en la síntesis de todos los plenos municipales y
provinciales que han tenido lugar, y en los análisis que han hecho los
compañeros. Es decir, tenemos un Partido fuerte, y, otra cuestión muy
importante, ese Partido se ha vertido hacia los problemas del país en un grado
mayor que lo haya hecho nunca, y hoy se ocupa de muchos problemas de los
cuales no se ocupó durante años. Hoy el Partido está en el centro y a la
vanguardia de esta batalla por la rectificación de errores, en esta lucha contra
las tendencias negativas. Eso se vio claro en estas sesiones del Congreso. Pero
en estas sesiones del Congreso se vio claro también que el Partido sabe lo que
quiere y está aprendiendo cómo hacerlo, y está empleando, además, un nuevo
estilo de trabajo.
Se ve claro, y en este Congreso se vio claro, que la solución de los problemas
de la eficiencia, del desarrollo y de la construcción del socialismo, es cuestión
del Partido, ¡está clarísimo! Y —como decía ayer— no administrando, no
intentando administrar, sencillamente formando a los hombres, orientándolos,
dirigiéndolos; saliéndoles al paso a todas las tendencias negativas, de
cualquier tipo, a los errores; siendo ejemplo, ese fue un problema del que se
habló bastante, de la ejemplaridad que debe tener el militante comunista. Sí,
sí, no hay otra forma, o no se puede ser militante comunista, no se puede
llevar ese honrosísimo título.

74
Ustedes saben perfectamente bien que ser comunista implica sacrificios;
ustedes lo saben mejor que nadie, siempre les están exigiendo, más que a
ninguno, esfuerzos, sacrificios. Y es lógico, en todas las circunstancias; así
tiene que ser, no puede ser de otra forma.
Hay ciudadanos, hay trabajadores con muy buenas cualidades como
trabajadores, que han tenido la honestidad de decir: "no, yo no quiero ingresar
al Partido", porque no quieren buscarse los compromisos que implica ser
militante del Partido. Eso es en lo primero que tenemos que educar al militante
comunista, que debe estar dispuesto a todo, que tiene que ser esforzado y
sacrificado, y que tiene que llevar una carga de deberes y de
responsabilidades, mayor que el resto de los ciudadanos. Por eso se le pide
ejemplaridad.
Pero, como principio, un militante no puede convertirse en un merolico; un
militante no puede andar haciendo cambalache, comercio privado, no puede
andar en esas posiciones de tipo egoísta, las que estamos criticando,
realmente, de la gente que tenía la patente famosa esa, que era una especie
de patente de corso porque no iba al trabajo, o rompía algo, buscaba de
cualquier forma que lo declararan interrupto para ir a obtener otro ingreso
trabajando allí, además del que le pagaba el Estado; o abandonaba una obra
importante para ir a ganar más dinero allá haciendo otra, y podía dejar un
hospital que se estuviera construyendo con premura para ir a ganar más dinero
trabajando por su cuenta, para citar ejemplo.
Ya se ve el trabajo del Partido en todo esto; y donde el Partido actúa, los
problemas subjetivos se resuelven y los problemas de organización se
resuelven.
Ahora, yo les confieso a ustedes que habiendo sido testigo, con, todos los
compañeros de la dirección del Partido y junto a ustedes, del desarrollo de
estas sesiones, tenemos razones fundadas para sentirnos estimulados y
sentirnos más bien optimistas, sin hacernos la ilusión de que por ello el camino
es fácil. El camino entraña dificultades, y necesitamos enfrentarlas con mucha
fortaleza política y mucha conciencia política y revolucionaria. El Partido tendrá
que desempeñar un papel decisivo en eso.
Nosotros queremos que el Partido siga por ese camino que ha emprendido, y
siga en el centro de esta batalla, y que continúe enriqueciendo las
experiencias, ya que todos los días aprendemos.
... No vamos a desesperarnos, ni vamos a sacrificar el futuro, ni el futuro
económico, ni el futuro social, aunque el énfasis fundamental esté,
lógicamente, en las inversiones económicas, no puede ser de otra manera.
El Partido tendrá que seguir con mucha atención todo, tiene que estar en el
centro de todo eso, y tenemos que enriquecer nuestras experiencias, las que
cada uno va adquiriendo y va creando en su enfrentamiento a los problemas, a
las dificultades. Todos los días y en todas partes tenemos posibilidad de
aprender algo nuevo y por lo que hemos visto este año, ¡cuántos problemas
están ya comenzando a superarse!
(287, 3; 6; 7)

Porque es más difícil engañar a las masas que engañar a los hombres,
conquistar a las masas que conquistar a los hombres, adularles a las masas
que adularles a los hombres...

75
Nosotros pensábamos: no puede haber casualidad, las masas no se equivocan
fácilmente. Tienen un alto espíritu de justicia. claro está que a algunos
compañeros seleccionados para ir a Helsinki no los seleccionaron las masas...
... Pero la inmensa mayoría, fueron escogidos por las masas según sus méritos.
¡Qué magnífico método! ¡Cómo eleva el mérito a los ojos de la sociedad, cómo
eleva el sacrificio, cómo eleva el concepto del trabajo, y sobre todo, cómo
eleva la opinión de las masas proletarias y trabajadoras! ¡Cómo va indicándole
a cada cual que aquí no podrá pasar "gato por liebre", porque hay cada vez
más una opinión desarrollada, una opinión vigilante, una opinión justa, que
sabe dónde hay mérito y sabe dónde hay falsedad!
¡Cuánto nos ayudará esto en nuestra gigantesca tarea histórica, cuánto nos
ayudará a hacer un pueblo mejor, cuánto nos ayudará a crear una conciencia
verdadera y real de la Revolución y del trabajo, cuánto nos ayudará!
(58,11)

Por mi experiencia revolucionaria, nunca he estado mejor informado que


cuando hablo con el pueblo, que cuando me reúno con trabajadores, con
estudiantes, con campesinos. He tenido en mi vida dos universidades: una
donde aprendí nada y otra donde lo aprendía todo. Y esa es el contacto con la
gente, con sus inquietudes, con sus preocupaciones, con sus problemas, con
aquellas cosas que les preocupan. No debe haber ningún hombre que se
considere cuadro político que no posea sensibilidad para sentir hondamente la
gente y los problemas de la gente.
Cualquier defecto puede ser perdonado, menos la insensibilidad. Por eso, el
cuadro político no se puede formar en una universidad, el cuadro político no se
puede formar en una escuela. En una escuela se puede desarrollar la cultura de
quien tenga condiciones innatas de cuadro político, de quien tenga vocación de
político. Ser político es una vocación, e incluso una función transitoria. Mientras
menos participaban las masas, más importantes eran los políticos; mientras
más participen las masas, menos importantes serán los políticos.
(111,27)

Democracia es esta democracia revolucionaria, democracia es esta


democracia obrera. Nosotros no decimos que existe democracia para todos;
¡existe democracia para los trabajadores!, ¡existen derechos, propiamente
políticos, para los trabajadores! Pero la diferencia entre esta democracia
socialista y la democracia burguesa, es que allá existen derechos políticos para
los explotadores y no para los explotados, es que allá están representados los
explotadores y no los explotados, y aquí no hay derecho para los
explotadores...
(106,9)

Nuestra Revolución ha demostrado sus calidades en muchos aspectos; hay


otros en que todavía no los ha demostrado. En nuestro proceso ideológico
hemos tenido grandes avances, pero podríamos decir que no hemos tenido un
avance parejo.
Nosotros tenemos que avanzar más en el desarrollo ideológico, en el campo
que se refiere a cómo hacemos que las masas sean cada vez más partícipes
del propio proceso, y cómo hacemos para que las masas participen cada vez
más en las decisiones.

76
... Cómo nosotros vamos creando los mecanismos que pongan en manos de las
masas el nivel de decisión acerca de muchos de esos problemas, y cómo
nosotros logramos de manera inteligente, de manera eficiente, llevarlas
consecuentemente adelante a este desarrollo, para hacer que no se trate
simplemente de un pueblo con confianza en sus organizaciones políticas, en
sus dirigentes, en la disposición de realizar tareas, sino que el proceso
revolucionario sea a la vez —como aspiraba Lenin - una formidable escuela
gobierno, donde millones de personas aprendan a asumir responsabilidades y a
resolver problemas de gobierno.
(144,18)

Nosotros llegaríamos muy lejos si con el trabajo de masa ganamos esta


batalla. Nosotros llegaríamos muy lejos si introducimos hasta su grado
máximo la democratización del proceso. No puede haber un Estado más
democrático que el socialista, no puede ni debe haberlo. Es más: si el Estado
socialista no es democrático, fracasa. Porque el Estado socialista es la sociedad
organizada para la solución de los problemas de las masas, y mediante
resortes que son la conciencia y no de vida o muerte como en el capitalismo.
Si nosotros usáramos los resortes capitalistas para resolver nuestras
dificultades, qué hombre comunista, qué hombre de mentalidad, de cultura,
de conciencia superior íbamos a crear por ese camino. ¡De ninguna manera! No
podemos ser socialistas con métodos capitalistas.
Luego, el socialismo si no es de masas fracasa, porque tiene que trabajar para
las masas y los problemas solo los puede resolver con las masas. Porque ya no
es el capitalista que está ganando dinero cuidando su "timbiriche", cuidando su
fábrica, cuidando lo que sea, todo el día metido allí y utilizando los resortes de
la economía capitalista; ya es la administración de la economía por todo
el pueblo, es el trabajo de todo el pueblo.
Y entonces sin las masas el socialismo pierde la batalla: se burocratiza, tiene
que usar métodos capitalistas, tiene que retroceder en la ideología. Así que no
puede haber sociedad más democrática que la socialista, sencillamente porque
sin las masas el socialismo no puede triunfar.
Ahora, si no hay contradicción dentro de la sociedad, si no hay partidos que
representen terratenientes, ni propietarios, ni burgueses, ni banqueros, ni
nada, si es un solo Partido, si es una sola ideología, si es una sola sociedad, a
medida que vamos eliminando todos los residuos que nos van quedando, ¿por
qué no establecer la máxima participación de esa sociedad en su lucha por su
vida si es — a mi juicio— lo más hermoso que puede tener la sociedad
socialista?
No se trata de que un grupo de hombres superinteligentes dirigieran a las
masas, que fueran pasivas hacia su bienestar. Eso no es una revolución.
Además, eso no podría existir en la realidad de la vida, porque nadie con
métodos administrativos —repito— podría resolver los problemas.
Las batallas solo se ganan, dentro de una sociedad colee vista con la más
amplia participación de las masas en la solución de sus problemas.
Recuérdese esto.
El socialismo solo puede ir adelante, los obstáculos inmensos que tiene
delante el socialismo, y muy en especial si se trata de una economía
subdesarrollada como la nuestra, solo los puede vencer con la más amplia
participación de las masas.

77
Para los trabajadores su aporte número uno, primero —me refiero a la fase
de democratización del proceso revolucionario—, es auto-democratizarse.
Constituir un fuerte y poderosísimo movimiento obrero, que para que sea
fuerte, sea poderosísimo y sea movimiento obrero, tiene que ser ciento por
ciento democrático. No se olviden de eso. Para que sea movimiento obrero,
fuerte, poderoso y eficiente, tiene que ser absolutamente democrático. Que las
batallas se den con ideas, con palabras, no con el dedo. Que al demagogo se le
combata con argumentos; que el revolucionario no ande con timideces. Incluso
que el revolucionario se entrene en el arte de discutir y de decir la verdad.
Aquí hemos visto compañeros que han discutido, unos, un argumento; otros,
otro; otros, otro. Hay que entrenar incluso a los dirigentes, a los cuadros, a los
militantes, en el arte de discutir, de defender su punto de vista, su posición, de
razonar, de ver todos esos problemas.
(145, 56; 59)

Cada proceso revolucionario ha tenido sus formas de organización, ha tenido


sus formas concretas de expresión. Y así también, de la da y de la experiencia
de nuestro propio proceso, van apareando las formas de expresión de nuestra
Revolución. De manera que existen las condiciones, existen las bases para ese
proceso, precisamente en las organizaciones de masas.
El propio proceso revolucionario ha ido demostrando los inconvenientes de
los métodos burocráticos y a la vez también de los métodos administrativistas.
En este proceso cada vez que se han cometido errores de método, cada vez
que se han cometido errores de concepción, inmediatamente han aparecido los
resultados negativos; cada vez que en el trabajo práctico nos hemos apartado
de esos conceptos y de esas líneas fundamentales muchas veces definidas
acerca del papel del Partido y de las organizaciones de masas, los resultados
inmediatamente se han visto.
Así, cuando Partido y administración en algún sector o en algún punto en
concreto han comenzado a identificarse, inmediatamente se ven las
consecuencias negativas; cuando una organización de masas comienza a
debilitarse, inmediatamente se ven las consecuencias negativas.
(146,4)

Claro que el principio sí lo comprendíamos, el principio básico, el principio


esencial: el principio de apoyarse en las masas, el principio de organizar esas
masas, el principio de apoyarse en el pueblo, de organizar al pueblo, como
elementos básicos de una lucha revolucionaria...
Apoyarse en las masas fue siempre un axioma de la estrategia
revolucionaria...
(212,142-143)

Yo creo que es una buena lección para todos, cuando nos creamos que
hemos encontrado buenas soluciones, que meditemos y volvamos a meditar y
tomar muy en cuenta el sentimiento y la sabiduría de las masas. Esa es la
verdadera democracia. Ese debe ser siempre el estilo de nuestro Partido y de
nuestro Estado, no imponer, sino persuadir o ser persuadido, porque su papel
no es tampoco el de estar persuadiendo siempre, su papel es también dejarse
persuadir por el pueblo cuantas veces sea necesario, porque la máxima
sabiduría ha estado, está y estará, siempre en el pueblo.

78
(253, 188-189)

II. La educación económico-labora


y la elevación de la
eficiencia productiva

... Muchos creyeron, el Primero de Enero de 1959, que habían entrado al


mundo de la riqueza. Y donde habían entrado era en la oportunidad de
empezar a crear —en medio del subdesarrollo, la pobreza, la ignorancia y la
miseria— la riqueza y el bienestar del futuro.
(137,18)

A los trabajadores hay que explicarles los problemas fundamentales de la


economía; a los trabajadores nadie les explicaba antes los problemas de la
economía, porque explicarle al obrero los problemas de la economía era
descubrir las grandes ganancias, era descubrir la explotación, y por eso al
trabajador no se le explicaba estos problemas y cuando leía en los periódicos
tradicionales alguna alusión a los problemas económicos eran explicaciones en
un lenguaje que no entendía nadie, y encaminadas solo a justifica) el estado de
explotación existente.
La Revolución tiene que explicarles a los trabajadores los problemas
económicos, para que ningún trabajador ignore las realidades económicas de la
nación, las realidades económicas de la producción, los medios correctos para
elevar el estándar de vida.
A cada trabajador hay que arrancarlo de la ignorancia, ya que la Revolución
no tiene nada que ocultarle a ningún trabajador, sino, por el contrario, la tarea
de la Revolución es enseñar al pueblo, enseñar a los trabajadores, que han
entrado en una nueva etapa, que han entrado en una nueva vida, en una
economía que hoy no está sometida a las decisiones anárquicas de intereses
particulares, sino en una economía cuya trayectoria la dirige el Gobierno
Revolucionario y el Gobierno Revolucionario está consciente de todas las
medidas que debe tomar, está consciente de todos los pasos que toma y que
debe tomar.
(16,8)

Hay un procedimiento muy fácil para simular que se es revolucionario; hay


hasta una manera que pudiera llamarse simpática, de parecer revolucionario,

79
cuando no se tiene una conciencia clara de lo que es un verdadero
revolucionario, y es aparecerse defendiendo un interés de los trabajadores, un
interés de tipo económico, cuando en realidad está cambiando ventajas
pasajeras por fracasos futuros; que a lo mejor está defendiendo algo que
parece bueno para tos obreros, y sin embargo es malo; que puede ser la ruina
de la institución, aunque signifique, o parezca significar, una ventaja
determinada. Ese más bien es el demagogo, ese no les habla claro a los
obreros, ese despierta el egoísmo, la idea egoísta de resolver los problemas
pasajeramente, o de un grupo, con olvido del interés general.
... Porque lo que vale en una revolución no es el interés de un día, sino el
interés futuro, el interés eterno de los trabajadores; lo que vale en una
revolución no es lo más cómodo, sino, muchas veces, lo más difícil.
(19,15-16)

Lo más importante en todo centro de trabajo es la participación consciente y


entusiasta de los trabajadores de ese centro en las tareas de producción.
Porque el problema de producir no es un problema de administradores, el
compromiso de producir no es un compromiso de administradores. La tarea y el
compromiso de producir lo que el país necesita, a nadie les interesa más que a
los propios trabajadores, porque son los propios trabajadores del país los
llamados a recibir directamente todos los beneficios que implica el aumento de
la producción de bienes de consumo. La tarea de producir en una revolución
donde los bienes pertenecen al país y pertenecen al pueblo, donde ha
desaparecido la explotación de los trabajadores por las minorías privilegiadas,
la tarea de producir en un país donde el pueblo es el que cuenta y donde el
pueblo es el llamado a disfrutar de las riquezas que se produzcan y se creen,
es tarea no de los administradores sino fundamental mente de los
trabajadores...
(46,16)

Hay compañeros administradores que por otra parte, confunden el lujo,


inadmisible en una revolución que debe invertir todos los recursos en beneficio
de las grandes masas y no de minorías, con la calidad de los productos, que no
depende sino de la destreza del trabajo y el uso adecuado de los recursos con
que cuenta. La calidad no está reñida de ningún modo con el socialismo. El
capitalismo muchas veces sacrificaba la calidad en aras de las ganancias. La
propaganda en que los capitalistas gastaban gruesas sumas se hacía a costa
de la calidad; para aumentar las ventas acudían a rifas y a los más sutiles
trucos psicológicos. El socialismo elimina los gastos innecesarios y los trucos
fraudulentos propios del antiguo régimen. Puede ahorrar todo lo que ellos
malbarataban. Puede, además, lograr grandes economías con la entusiasta
colaboración del pueblo trabajador. Pero todo director de empresa y trabajador
socialista está en el deber de luchar incesantemente por elevar la calidad de
sus productos, porque es el pueblo, son las propias familias del pueblo
trabajador las destinadas a consumir esos productos...
(51,13)

¿Qué necesita la Revolución socialista? ¿Qué necesita la administración


socialista? Buenos administradores, buenos administradores que no van a
trabajar para una sociedad privada por acciones, sino que van a trabajar para

80
un pueblo, que es el dueño de esas propiedades. Van a trabajar para la nación,
para toda la población de nuestro país, para la población trabajadora. Y la
población trabajadora necesita que los que administran sus propiedades, las
propiedades de la nación trabajadora, sean buenos administradores. Y un
administrador socialista no debe ser más malo que un administrador
capitalista, porque al fin y al cabo no es lo mismo trabajar para un grupo de
golosos y de parásitos que trabajar para su pueblo.
Al administrador capitalista lo paga la compañía privada por acciones, al
administrador socialista lo paga el pueblo trabajador, que es el dueño de esas
empresas. Luego, señores, hace falta el administrador socialista, y que el
administrador socialista sea mejor que el administrador capitalista. Claro que el
capitalista escogía su administrador: un tipo serio, que no se reía con nadie,
que maltrataba a todo el mundo. En eso no tiene que parecérsele el
administrador socialista, no. El administrador socialista debe confundirse con
sus obreros, tratarlos bien, recoger sus experiencias, ser afectuoso con ellos,
no creerse distinto ni superior. Pero, al mismo tiempo, debe exigir
responsabilidad, cumplirla él, dar el ejemplo, y, sobre todo, llevar las cuentas,
compañeros, llevar las cuentas da los costos.
Hace falta el administrador socialista, que daba ser superior al administrador
capitalista. Los capitalistas buscaban sus administradores, ¿no? Pues bien, los
trabajadores tienen que buscar sus administradores. La nación trabajadora
debe escoger, debe encontrar buenos administradores para sus bienes. Y no
olviden esto: que hacen falta administradores socialistas para administrar los
bienes de la nación trabajadora. Porque el mal administrador, si es de la United
Fruit, le hace un daño a la United Fruit: menos dividendo por acciones. El mal
administrador de la empresa nacionalizada le hace un daño a todo el pueblo. Y
estas cosas debemos comprenderlas. El secreto está en encontrar la persona
idónea para que dirija los trabajos, que tenga conciencia, que le cree al
trabajador esa conciencia.
(57, 19)

Para nosotros debe significar que los trabajadores que no nacieron con esa
predestinación —es decir: con la predestinación familiar, pero que sí nacieron a
la sociedad moderna con la predestinación histórica de ser un día los
administradores de las riquezas de la nación—, tienen que aprender, tienen
que saber y tienen que vencer las dificultades que entraña su inexperiencia, su
falta de hábito como organizadores. Y nadie duda, nadie duda de que los
predestinados históricos sabrán cumplir esa tarea mucho mejor que los
capataces de ayer, que los dueños de ayer.
(73, 6)

El trabajo no es un castigo, el trabajo es una función honrosa y digna para cada


hombre y para cada mujer. El trabajo creador, el trabajo que no es producto de
la explotación, el trabajo en beneficio del trabajador y para beneficio del
pueblo, es la función más honrosa que pueda tener el hombre.
El pan más agradable es el pan que se gana con el trabajo. La ropa y los
zapatos, y la casa que vivimos, ganados con nuestro trabajo es la que nos viste
mejor y es la que nos satisface más.
Por eso, el trabajo es lo que distingue al hombre de los animales, porque los
animales viven de lo que les da la naturaleza. El hombre vive de lo que

81
produce, transformando a la naturaleza, explotando a la naturaleza. Todo el
desarrollo del hombre fue impulsado por el trabajo.
¡El trabajo ha sido el gran maestro de la humanidad, el gran propulsor de la
humanidad! Por eso el hombre domina cada vez más la naturaleza. Gracias a la
experiencia que fue adquiriendo a través de miles de años.
El hombre llegaré a producir tanto cuanto necesite para vivir
decorosamente. Y nuestra Revolución ayudaré a nuestro pueblo a tener un día
satisfechas todas sus necesidades, cuando nuestro pueblo sea un pueblo de
trabajadores, cuando nuestro pueblo tenga las máquinas y las industrias
suficientes, cuando nuestro pueblo tenga la capacitación técnica necesaria.
No debe olvidarse esto nunca: ¡que solo el trabajo nos llevará a la
satisfacción de nuestras necesidades! Y, por eso, trabajadores y campesinos,
hay que tener una actitud digna ante el trabajo, una actitud revolucionaria ante
el trabajo. Es una obligación de todos.
Hay que luchar contra toda forma de pereza, de holgazanería, hay que
luchar contra toda forma de vagancia. Hay que trabajar. Hay que luchar contra
esos errores. Luchar contra el burocratismo. Investigar siempre las fallas de
organización. Y es deber de las masas luchar porque se trabaje y porque se
rinda, porque la única solución a nuestras necesidades, la única solución a
nuestras escaseces es nuestro trabajo.
Nuestro pueblo tendrá todo lo que sea capaz de producir. Lo que seamos
capaces de producir no nos lo quitará nadie. Lo que seamos capaces de
producir será lo que tengamos. Y no tendremos lo que en nuestra tierra rica, lo
que con nuestros recursos naturales no seamos capaces de producir.
(61,18)

El presente es de amargo trabajo, de sufrimiento, de paciencia, en que se


necesitan toda la entereza y la fe de los revolucionarios alentados por un
mañana que sí sabemos que será muy distinto, cuando esas masas de jóvenes
verdaderamente preparados se incorporen a la tarea, se incorporen al esfuerzo.
Mañana los problemas serán otros, los que correspondan a nuevas y nuevas
etapas de progreso. Todo lo que hoy falta, sobrará mañana. Y no es cuestión de
días, ni de semanas, ni de meses. Es cuestión de años.
Claro, que todos quisiéramos que fuera mañana. Quisiéramos que fuera
enseguida, pero nunca ocurre así en la vida, ni con la semilla que más pronto
germine. Siempre requiere años. Así como los padres miran a sus hijos, al niño
recién nacido y no se impacientan y lo cuidan. Saben que algún día tendrán un
hombre en la familia. Con esa misma fe tenemos que trabajar hoy, cuidar la
obra de la Revolución, sabiendo que mañana tendremos decenas de miles,
cientos de miles y millones de hombres nuevos en la familia cubana.
Muchas son las cosas en las que debemos pensar seriamente,
responsablemente. Muchos son todavía los males contra los que tenemos que
luchar, los defectos, los vicios, para merecer un futuro mejor, el cual solo se
puede ganar con sudor y con sacrificio. No lo ganaremos durmiendo a la
sombra. No lo ganaremos como vagos, como perezosos. La abundancia de todo
lo que queremos, de todo lo que necesitamos, solo podremos conquistarla con
sudor, con trabajo y con sacrificio.
Por eso, compañeros, hay que llevar la idea de la Revolución y de la verdad a
todos los trabajadores de nuestros campos. Hay que llevarles la conciencia del
deber y del trabajo, y explicarles que el trabajo no es un castigo, sino una

82
necesidad en la vida del hombre. Y que el trabajo hace hombre al hombre, lo
hace dueño y señor de la naturaleza.
Los vagos no progresan. Los vagos no nos ayudarán jamás a liberarnos de
las necesidades, ni de las miserias. Por eso hay que rendirle culto al trabajo.
Ver el trabajo como lo que es y no como un castigo, Fue en el pasado
Instrumento de explotación del hombre. Hoy es instrumento de la redención
del hombre, de la superación del hombre, del progreso del hombre.
(82, 37)

... Porque nada ennoblece más al hombre que el trabajo. El trabajo hizo al
hombre. No fue el hombre el que creó el trabajo. Fue el trabajo quien creó al
hombre.
Y es claro que para nuestra Revolución el trabajo ocupa el primer lugar, el
más digno puesto entre las actividades del hombre.
(79,5)

Hay quienes piensan que solo el látigo de la necesidad, solo el látigo del
hambre, hace que el ser humano trabaje, hace que el ser humano produzca.
Nosotros, sinceramente afiliados al grupo de los que creen en el hombre, al
grupo de los optimistas, pensamos que ese es un concepto muy pobre del ser
humano y que los que así piensan ignoran toda la inmensa capacidad de
desarrollo moral del hombre, que por algo es hombre, ¡que por algo es hombre
y no animal.
Y nosotros creemos que se irá variando el concepto del trabajo, y creemos
que el hombre será cada vez mejor. Y creemos que en la medida en que el
trabajo deja de ser una necesidad para que no se mueran de hambre los hijos,
la mujer; en la medida que el trabajo deje de ser para el hombre —como ya
dejó de serlo en nuestra patria— un medio de explotación; en la medida en que
el hombre vea el trabajo como esa maravilla que crea el bienestar, que crea las
riquezas, que crea la felicidad, tendrá un concepto superior trabajo y sentirá
por el trabajo un amor cada vez mayor.
(115,24)

Creer en la posibilidad de que un día la sociedad humana sea capaz de poseer


todos los bienes que necesita, es creer en el trabajo del hombre, es creer en la
inteligencia del hombre. ¡Ser comunista es creer en el trabajo del hombre y en
la inteligencia del hombre!
(88,27)

Y en el futuro la actividad, el trabajo del estudiante será no como una


profesión, sino como un medio de formación. Porque, además, ha de ser el
trabajo el gran pedagogo de la juventud. Y, sencillamente, es lo que desde el
primer instante puede capacitar al hombre para entender sus deberes, sus
obligaciones, las realidades de la vida...
(92,7)

¿Por qué pensar que el trabajo era una desgracia? La desgracia habría sido que
el hombre no hubiera conocido nunca el trabajo, porque fue el trabajo —y esto
fue lo que nunca nos enseñaron, lo que nunca nos enseñaban—, fue el trabajo

83
lo que hizo al hombre, fue el trabajo lo que desarrolló al hombre, fue el trabajo
lo que hizo al hombre hombre.
Pero, además, otra raíz es la ignorancia. El hombre no puede reducir
arbitrariamente el número de horas de trabajo si no es a costa de renunciar al
número de bienes que necesita como esenciales para la vida. Ninguna
sociedad puede arbitrariamente disminuir el número de horas de trabajo
independientemente de la productividad del trabajo. El trabajo solo puede ser
disminuido en intensidad o en extensión como un resultado del desarrollo de la
técnica, como un resultado del desarrollo de la productividad.
(114,27-28)

... Si un hombre va a vivir en una sociedad, es necesario saber primero para


qué sociedad se va a preparar a ese hombre. Y lógicamente en una sociedad
en que rija la ley del más fuerte, del más astuto, del más vivo; en una sociedad
donde prevaleciera el individualismo, el egoísmo y cada hombre abandonado a
su suerte, no se podía enseñar a nadie a vivir.
Se puede aspirar a establecer una educación para la vida en una sociedad
fundada en otras bases muy distintas, muy diferentes. No se podía predicar el
sentido de la confraternidad humana donde condición indispensable para vivir
era quitarles algo a los demás, ;fastidiar a los demás, reventar a los demás; se
puede desarrollar el sentido de la fraternidad humana, de la solidaridad
humana en su más vasto alcance, en una sociedad que tenga por base y solo
pueda tener por base la solidaridad y la fraternidad entre los seres humanos;
donde los seres humanos se ayudan unos a otros, donde los hombres juntan
sus fuerzas para crear la riqueza, donde los hombres juntan sus fuerzas para
explotar los recursos de la naturaleza...
… Pero, además, adquirirán el concepto más digno del trabajo; no el trabajo
como algo despreciable, no el trabajo como un sacrificio, sino el trabajo —
incluso— como un placer, el trabajo como algo agradable, lo más agradable, lo
más hermoso que el hombre puede y debe hacer; el concepto del trabajo ni
siquiera como un deber, sino como una necesidad moral, como una forma de
invertir el tiempo dignamente, útilmente.
Y por lo demás, el hombre irá —con la ayuda de las máquinas y de la técnica-
liberándose cada vez más del trabajo en su sentido de esfuerzo físico bruto...
(116, 8;10)

Muchas veces se ha hablado de los factores morales que impulsen al hombre,


de las motivaciones morales. Evidentemente se ha planteado solo casi como
un problema de conciencia. Y en realidad este problema moral tiene también
otra faceta. No es como si viésemos en el trabajo algo desagradable, que para
cumplirlo se necesite un esfuerzo moral, que para cumplirlo se necesite una
conciencia. Si hablamos de conciencia solo en ese sentido, si hablamos de
moral solo en ese sentido de motivación moral, sería un punto de vista
estrecho.
El deber no podemos enmarcarlo en el viejo concepto en que se veía el
deber como el sacrificio. Hay que enmarcarlo en un concepto nuevo, igual que
el trabajo. Y es ciertamente admirable la gran posibilidad que se vislumbra de
que los hombres puedan encontrar en el contenido del trabajo uno de sus
mayores incentivos.

84
Y si queremos que un día todos los hombres trabajen con ese espíritu, no
bastará el sentido del deber, no bastará el concepto moral: será necesario que
en el propio contenido del trabajo, presidido por la inteligencia del hombre, el
contenido maravilloso del trabajo sea una de las motivaciones fundamentales.
Y ello solo será posible en la medida en que toda la sociedad sea capaz de
asimilar ese contenido, de dominar ese contenido y de descubrir ese contenido.
(138, 11-12)

Con la Revolución se adquirió la conciencia, se adquirió el entusiasmo. Pero


entusiasmo solo no resuelve el problema, conciencia solo no resuelve el
problema, aunque es fundamental. Para crear hábitos de trabajo, hábitos de
organización, precisión incluso, se requiere una cultura, se requiere un nivel de
cultura que no lo tenía nuestro pueblo. Porque con un hombre que no sabía ni
firmar, con un hombre que no sabía ni sumar es difícil calcular nada, es difícil
organizar nada.
(140, 14)

... solo del trabajo pueden surgir los bienes materiales y espirituales capaces
de satisfacer las necesidades del hombre. Por eso nuestra Revolución rinde
tanto respeto al trabajador. Por eso nuestra sociedad es una sociedad de
trabajadores y nuestra Revolución es una revolución de trabajadores...
(185,23)

Desarrollar un país y construir el socialismo es mucho más difícil que ganar una
guerra revolucionaria. Esta puede ser tarea de años, la otra es una tarea de
largos decenios. Pero las victorias de la paz y el trabajo son mucho más
hermosas que las victorias de la guerra que se obtienen siempre a un precio de
sangre. Las glorias de la guerra aunque sean justas pueden ser olvidadas, y no
tienen para el revolucionario otro sentido que el de un amargo instrumento de
libertad. Las glorias del trabajo son eternas. Si la humanidad hubiese sido justa
habría erigido más monumentos al trabajo que a los hechos de armas. Pero el
trabajo tiene su propio e imperecedero monumento que es el progreso y la
creación humana, y sus héroes anónimos: las masas abnegadas del pueblo;
aunque combatir, vencer y morir por una causa justa es también la forma en
que a veces se tiene que expresar el hermoso trabajo de los revolucionarios,
con lo cual se escriben páginas de insuperable desinterés y nobleza, y se
construye igualmente el monumento imperecedero del progreso.
(230,11)

... Y creo, señores, que así como la vergüenza más grande de cualquier hombre
es que le llamen vago, la vergüenza más grande de cualquier pueblo es que lo
conviertan en un pueblo de vagos. Creo que el orgullo más grande de cualquier
hombre es que le digan: este es un trabajador y un buen trabajador. Millones
de personas no tienen otro bien en este mundo que ese, que le digan que es
un trabajador y que es un buen trabajador. Y creo que el orgullo más grande de
nuestra Revolución y de nuestro pueblo, sería que desarrolláramos, realmente,
un pueblo de trabajadores. Y no se concibe el socialismo sin esto...
(286, 2da sesión, 153)

85
... La Revolución ha liberado al hombre de infinidad de trabajos duros, ¡pero
duros!, luego, tiene derecho a exigirle que trabaje en las condiciones actuales y
que desarrolle la producción...
Yo creo que tenemos toda la moral y toda la autoridad para exigir que se
trabaje...
(286,3ra sesión, 294-295)

... la primera enseñanza que debiera inculcársele a un revolucionario y a un


comunista es que el trabajo es sagrado, y que solo el trabajo es la fuente de
toda riqueza.
(286, 4ta sesión, 165)

Es indispensable que nosotros creemos la conciencia del trabajo. Porque el


capitalismo creó la conciencia de la explotación del trabajo, no la conciencia de
la necesidad del trabajo para el bienestar de la sociedad. Y claro, el hombre es
el hombre. Y el hombre que no fue educado en una conciencia del trabajo, sino
en la explotación del trabajo, ocurre que algunos cuando tienen la oportunidad
de vivir en condiciones diferentes, cuando tienen asegurados la educación de
sus hijos, la asistencia médica y otros muchos servicios sociales, cuando dejan
en fin de ser explotados y esclavos, 'pueden olvidarse de su más elemental
deber que es el trabajo.
(154,5)

En el fondo de lo que se está planteando aquí hay algo que se nos ha


olvidado: y es que ya no existe el hombre esclavo. Y está por verse si el
hombre libre y racional es capaz de superar a una sociedad de esclavos. Ese es
el problema que se está planteando aquí en el fondo de todo esto. Que hoy, en
medio de las dificultades, a pesar de todo, yo creo que solo una conciencia
muy sólida puede ayudar a superar esa situación...
(145,17)

La sociedad capitalista no podía engendrar una concepción educacional con


relación al trabajo, una educación para la vida, una educación para el trabajo.
La sociedad capitalista incluso lo idealizaba todo: creaba esa mentalidad
mística, esa esperanza de vivir del trabajo de los demás, esa enajenación del
hombre y los bienes, que creaba el hombre. La sociedad capitalista, además,
engañaba a la juventud, no la preparaba para la vida. Educar es preparar para
la vida, comprenderla en sus esencias fundamentales, de manera que la vida
sea algo que para el hombre tenga siempre un sentido, sea un incesante
motivo de esfuerzo, de lucha, de entusiasmo. Muchos de los jóvenes educados
en aquellas concepciones, vivían a lo largo de la vida en una perenne
frustración, en una perenne decepción.
¿Qué es un hombre educado para la vida? ¿Cuál podemos señalar como un
ejemplo? Un hombre que tal vez nadie lo educó, o tal vez alguien le inculcó
esos sentimientos, o tal vez ciertas especiales condiciones naturales los
hicieron brotar en él: lo vimos en la noche de hoy aquí, cuando entregábamos
los carnés de los cederistas distinguidos, lo vimos en Dioscórides del Pino. Y lo
comprendimos en unas palabras que nos dijo: "Tengo 83 años. He trabajado
más de 400 horas voluntarias en arreglos del Estadio de Camagüey". Pero dijo
algo que sinceramente nos produjo un profundo efecto. Recordó una frase de

86
un discurso en que dijimos que teníamos que demostrar que podíamos ser
capaces de trabajar más como hombres libres que como hombres esclavizados.
Y él quería demostrar eso: que un hombre de manera espontánea y libre, a
los 83 años, podía hacer eso. ¿Y para quién trabaja con ese fervor y ese
entusiasmo? Para el pueblo, para las nuevas generaciones. ¿Y no es acaso
admirable, no ya el esfuerzo físico a los 83 años, sino la motivación, el estado
de ánimo, ese entusiasmo extraordinario a los 83 años? Es un hombre
realmente educado o autoeducado para la vida. No es un hombre derrotista, ni
derrotado. No hay sombra de egoísmo: todo es generosidad. Encuentra un
aliciente extraordinario en eso, en eso que hace, como abnegado y heroico
trabajador de todos los días.
(155, 18-19)

Los esclavos, que antes tenían que trabajar con el látigo, ahora son los dueños
de las plantaciones, ahora trabajan por su propia voluntad, y ahora trabajan
por su propia conciencia. Y el hombre tiene que trabajar más cuando trabaja
por su propia voluntad, que cuando tiene un amo dándole latigazos, y dándole
órdenes, y matándolo de hambre.
(217, 120)

... La varita mágica del trabajo del hombre, de ahí salieron todas las maravillas,
por eso no tenía ningún sentido moral que los obreros construyeran las fábricas
y las viviendas, para que esas fábricas y esas viviendas fueran de los
burgueses, que no ponían ni un ladrillo, que no montaban ni un tornillo; pero
ellos eran los dueños y los obreros nada.
¡Ah!, qué sentido mora!, tan agradable, tan estimulante tiene el trabajo hoy,
cuando se construyen las termoeléctricas. ¿Para quién?, para los obreros, para
el pueblo. Cuando se construye la fábrica de cemento, no para la compañía tal
y más cual; sino para los obreros, para el pueblo. Cuando nuestra agricultura,
nuestra industria, existe y funciona, para el pueblo.
Por eso, en nuestra sociedad, en nuestro proceso revolucionario, cada nueva
fábrica es una nueva bandera, es un nuevo estímulo, es un nuevo avance.
Porque son centros donde ningún burgués estará explotando a ningún
trabajador; son centros cuyos productos se vierten inmediatamente por todas
las vías en beneficio del pueblo.
(223, 40)

En días recientes hablábamos de que se daban muchas clases de política, de


filosofía política y de historia política, y no hemos sido capaces de recalcar y de
inculcar que el primer deber del revolucionario es el trabajo; algunos han
confundido la Revolución con la abolición del trabajo, como si el hombre
pudiera librarse del trabajo.
Hemos tenido recursos, no los hemos utilizado de manera óptima; por eso
nosotros diríamos que hay que ir alcanzando ciertas metas y estableciendo
ciertos principios, y uno de los principios es que la jornada laboral es sagrada.
Es necesario recalcar esto, porque todo el mundo inventa cosas en la hora de
la jornada laboral: gestiones, diligencias, reuniones, de todo. ¡Creo que no se
debe dar una sola reunión en la jornada laboral, debe ser siempre que ella
termine! ¡Y establecer en la práctica el principio de que la jornada laboral es
sagrada!...

87
Tenemos que hacernos el propósito firme de superar todas esas tendencias
negativas y hacer un esfuerzo, dar un salto de calidad en la revolución,
entonces verán cuántas más cosas hacemos y podemos hacer, y mejor hechas;
es, además, una necesidad, no solo moral, es también una necesidad
económica más que nunca.
(284, 128; 129)

Hemos enseñado mucho marxismo, le hemos dado a mucha gente


materialismo dialéctico, materialismo histórico, montones de cosas; creo que
en este país no ha faltado ni libro, ni artículo, ni escrito, ni charla, ni
conferencia sobre marxismo; pero no le hemos enseñado a la gente que el
deber número uno del revolucionario y el del socialismo y el deber número uno
del ciudadano es trabajar y producir con seriedad, con responsabilidad, con
disciplina. Cuando uno lee las cosas que pasan por ahí, tiene que sacar la
conclusión de que aquí se ha perdido la noción de la responsabilidad, del
deber, del trabajo. Así, y creo sinceramente que ese es nuestro problema
número uno, el mal contra el que tenemos que luchar.
(283. 153;

Indiscutiblemente que si hay problemas con el cumplimiento de la jornada


laboral en el campo, si se ha inventado la llamada jornada corrida, si se trabaja
de cuatro a cinco horas en el campo, así no se puede construir el socialismo; si
aprovechamos en la industria, en todas partes, el 80%, el 75%, el 70% de la
jornada laboral, así no se puede construir el socialismo en un país que todavía
depende en un grado tan alto de la agricultura, y que para liberarse de esa
dependencia de la agricultura tiene que desarrollarse industrialmente, y para
desarrollarse industrialmente hay que trabajar con mucha seriedad y mucha
eficiencia, y hay que producir artículos de calidad. Si desaprovechamos la
jornada laboral en la agricultura cañera, en la agricultura en general, en la
construcción, en las fábricas, en veinte lugares, ¡así no se puede construir el
socialismo!
Eso debemos saberlo, es lo primero que debemos saber, y es lo que estamos
aprendiendo con mucha claridad, porque nunca habíamos reflexionado como
se ha reflexionado ahora sobre este tipo de problema, nunca se había
interiorizado —como se dice ahora- el problema en grado tan alto. El Partido
está consciente de eso, y se está volcando hacia eso, porque esas tendencias
negativas hay que erradicarlas, hay que lograr que se trabaje.
No está dicho en ningún programa, ni está dicho nunca en ninguna parte, ni
nadie lo dijo nunca en ninguna parte, que se pudiera desarrollar a un país,
hacer avanzar a un país y enriquecer a un país sin el trabajo. Y debemos saber
tener un concepto digno del trabajo. Todo nuestro honor y toda nuestra
vergüenza deben sumarse para levantar el valor del trabajo, la importancia del
trabajo, para tomar una conciencia de la importancia del trabajo. Y trabajar,
consagrarse al trabajo; trabajar lo que establecen las leyes, lo que está
establecido; aprovechar la jornada y erradicar todas esas tonterías de toda
clase que han conducido a esas indisciplinas, erradicar todas esas tonterías y
todos esos disparates que hemos estado analizando y criticando duramente. Y
solo hay una manera de conseguirlo: el trabajo político y revolucionario,
dirigido por el Partido, porque la respuesta que han dado los obreros en todas
partes es excelente, según ustedes han reflejado en todas las reuniones que

88
han tenido lugar y en las que tanto se dijo sobre comprensión y apoyo, que con
muy pocas excepciones se encontró en todas partes.
(287, 7-8)

Ahora, ¿dónde debemos dar la batalla, ya una batalla más larga, más difícil,
pero que solo se puede dar y solo se puede ganar con los obreros, con los
obreros? En la batalla de la productividad, la batalla del aprovechamiento de la
jornada de trabajo, la batalla por el uso correcto de los recursos humanos. No
basta con que incorporemos a todos al trabajo. No haríamos nada si los
incorporamos y no aprovechamos sus energías, no haríamos nada si los
incorporamos y no aprovechamos la jornada, no haríamos nada sí los
incorporamos y bajamos la productividad, no haríamos nada incluso si los
incorporamos al mismo nivel de productividad por hombre que teníamos antes.
(152, 15)

No seríamos revolucionarios si no aspiráramos al día en que todos los


ciudadanos de este país, y lógicamente los ciudadanos del país futuro, sobre
todo con las nuevas generaciones, lleguemos a tener un pueblo en que todos
sean capaces de realizar tanto labores intelectuales como labores manuales,
materiales.
¿Qué es lo que en la sociedad de clases y de privilegios estableció una
especie de categoría especial con el técnico? La circunstancia de que, en
medio de un pueblo ignorante, la circunstancia de que, en medio de un pueblo
donde determinados tipos de técnicos se podían contar con los dedos de la
mano —eran unos poquísimos-, aquellos señores se veían en la necesidad —
como incluso en un alto grado todavía existe— de ser los únicos que podían
resolver ciertos problemas mentales, ciertos problemas intelectuales. Y
lógicamente, en medio de un pueblo de ignorantes, eran los únicos, los
exclusivos y, por lo tanto, tenían que estar realizando esas funciones.
Cuando sea al revés, cuando no sean unos pocos que se cuenten con los
dedos de la mano, sino cuando la inmensa mayoría —y un día todos— en las
distintas ramas de las actividades humanas sean capaces de poseer esos
conocimientos, es decir, cuando se vuelva el dominio de la técnica patrimonio
común de toda la sociedad, entonces no tendrán que existir esos seres
exclusivos, dotados de conocimientos que se vuelven una categoría dentro de
la sociedad.
Y aparentemente algunos, todavía con las viejas reminiscencias de la idea de
lo que era un técnico, en el instante en que concibieron que iban a ser un
técnico, ya se imaginaron a sí mismos liberados de otro tipo de actividad, que
en ningún sentido resulta deshonrosa, que en ningún sentido afecta la
inteligencia o afecta la salud del hombre. Porque si algo creemos que puede
afectar la salud del hombre, es estar haciendo siempre una tarea de tipo
intelectual y nunca realizar una tarea de tipo manual.
(130,8-9)

Uno de los ideales de la sociedad comunista es la desaparición de esa


diferencia entre el trabajo manual y el intelectual. De manera que se supone
que en las sociedades comunistas avanzadas, todos los hombres, poseedores
de una preparación cultural amplia, poseedores de conocimientos productivos,

89
toda la sociedad, permitirá que los hombres compartan ambas actividades: las
actividades intelectuales y las actividades manuales.
De forma tal, que no se puede concebir la educación en el comunismo sin
este concepto de la combinación del trabajo y del estudio.
(150,35)

La experiencia revolucionaria, que es una gran escuela —lo que la vida nos
dice y nos indica-, incesantemente señala la necesidad de revolucionar hasta
los cimientos los conceptos de la educación.
El problema, a nuestro juicio, es una cuestión de concepción de la educación
y una cuestión de cultura, de niveles de cultura, y la cuestión de la influencia
de las viejas ideas, de los prejuicios; la influencia todavía que recibimos de
otras sociedades, las tendencias a las idealizaciones, la tendencia a rehuir
ciertas realidades.
Al que crea la propiedad socialista, nadie tendrá que decirle que la cuide.
Ahí tenemos a los obreros construyendo sus casas: no habrá que decirles que
las cuiden. Ya no es el obrero que antes la alquilaba, era de un dueño, otro la
produjo, y no le importó qué pasó con ella. A lo mejor se pasó 30 años
construyendo casas y nunca consiguió una casa. Era la casa en que vivía
propiedad de otro, el que la alquiló, y no la cuidó ni le importó cuidarla. Ahora
que los obreros participan en la creación de esos bienes y saben lo que cuesta
hacer una casa, no habrá que educarlos en la idea de que cuiden la casa.
Algo anda mal cuando tenemos que educar a la juventud en el cuidado de la
propiedad socialista. Y es que sencillamente se trata de un joven enajenado,
que no tiene idea de lo que es la propiedad socialista, que no es creador de
propiedades socialistas.
Destruyen los que no crean. Destruyen los que no tienen la menor sensación
de lo que es crear. Destruye un vago, que no trabaja. Destruye un lumpen,
destruye un delincuente.
Luego, es incuestionable que el principio de la combinación del estudio y del
trabajo es la única fórmula de educación comunista. No hay otra. Nadie
aprenderá a nadar sobre la tierra, y nadie caminará sobre el mar.
Al hombre lo hace su medio ambiente, al hombre lo hace su propia vida, su
propia actividad. Y aprenderemos a respetar lo que crea el trabajo, creando.
Enseñaremos a respetar esos bienes, enseñándolo a crear esos bienes. Y no
hay otro camino.
(161, 21; 23; 24)

... De modo que la aplicación del principio del estudio universal solo puede
existir en la realidad en la medida en que se universalice también el trabajo. La
aspiración de la educación universal solo es posible con la universalización del
trabajo.

No es que no queramos una sociedad de intelectuales; queremos una


sociedad de intelectuales, pero a la vez una sociedad de trabajadores: hombres
y mujeres que sepan trabajar con la mente y con los brazos.
(209,21)

Esta idea no era nueva. En el siglo pasado Martí habló mucho de la


combinación del estudio y el trabajo, y Carlos Marx habló mucho también de la

90
necesidad de combinar el estudio y el trabajo, pero en realidad en ningún país
del mundo se había llevado a la práctica sistemáticamente esta concepción...
(217, 106)

Nosotros tenemos la concepción de que nuestra sociedad debe trabajar por el


enriquecimiento cultural, intelectual y técnico del pueblo, sin límites. De modo
que si cada cual quiere tener el honor -y hablo del honor, porque sería
imposible otra cosa generalizada—, el honor de tener un título universitario,
tenga la posibilidad de tenerlo, sin que, desde luego, entrañe que si todo el
mundo tiene un título universitario, cada cual va a tener un empleo acorde con
ese título. Pero la cuestión hay que resolverla creando facilidades para el
estudio y, desde luego, sabiendo que no por tener un título se va a recibir un
empleo acorde con ese título., Quiero decir que un operador de combinada
puede, si lo desea, ser ingeniero mecánico, pero alguien tiene que operar las
combinadas; si es un ingeniero mecánico, mejor, estoy seguro de que la
productividad y el mantenimiento serán incomparablemente superiores.
Hablo de esto porque es importante que comprendamos que mientras había
una enorme escasez de graduados universitarios, cada graduado universitario
podía tener, inmediatamente que recibiera el título, un empleo profesional
como tal graduado; pero el día en que en nuestra sociedad sean decenas de
miles y cientos de miles y tal vez millones los que ostenten esos títulos, no
habrá que mirar el estudio universitario simplemente como un medio de vida o
como una profesión. Pero debemos resolver esta contradicción y en lugar de
decirles a una parte de los trabajadores: "¿Quieren estudiar? No pueden";
decirles: "¿Quieres estudiar? Sí, te vamos a brindar las facilidades para
estudiar", sin que ello implique —repito- que e! H''a (aunque) en que las
graduaciones sean muy masivas todos los empleos sean acordes con esos
títulos.
(228, 25)

Y la cuestión de la productividad del trabajo debe ocupar, de ahora en


adelante, el primer lugar entre los objetivos del movimiento obrero, el primer
lugar entre los objetivos de la educación política y económica de los obreros, el
primer lugar en cuanto al problema del desarrollo de la conciencia de nuestros
trabajadores...
(152,16)

Engañaríamos a nuestro pueblo si le inculcáramos la idea de que, dueños de


nuestro propio destino en lo económico y social, libres ya de la tutela
imperialista, el acceso a la riqueza y la abundancia de nuestra sociedad no
conoce límites.
El primer limitante lo establecen los propios recursos naturales del medio
físico donde radica nuestro pueblo, a lo que se añade la base agrícola de donde
partimos, el desarrollo cultural y tecnológico alcanzado, y las dificultades
objetivas y subjetivas del mundo en que vivimos.
Pero hay también un limitante que es de orden moral: aunque ello fuera
posible, un pueblo no puede pensar solo en su bienestar material con olvido de
los problemas y dificultades de otros pueblos del mundo.
En la formación de nuestra conciencia comunista, la elevación del nivel de
vida material es, y debe ser, un objetivo noble y justo de nuestro pueblo a

91
alcanzar con su trabajo abnegado, en el medio natural donde vivimos. Pero, a
la vez, hemos de estar conscientes de que ese medio es limitado, que cada
gramo de riqueza hay que arrancarlo a la naturaleza a base de esfuerzo; que
los bienes materiales se crean para satisfacer necesidades reales y razonables
del ser humano; que lo superfluo debe desecharse y que nuestra sociedad no
puede guiarse por los conceptos, hábitos y desviaciones absurdas con que ha
infestado al mundo el decadente sistema de producción capitalista.
Esto es tanto más razonable cuanto que nuestro país partió de una pobreza
grande en la que las masas carecían de lo más indispensable. No debemos por
eso caer jamás en ambiciones desmesuradas que no estén acordes con las
posibilidades reales y los principios morales de nuestra Revolución.
El socialismo no solo significa enriquecimiento material, sino también la
oportunidad de crear una extraordinaria riqueza cultural y espiritual en el
pueblo y forjar un hombre con profundos sentimientos de solidaridad humana,
ajeno a los egoísmos y mezquindades que envilecen y agobian a los individuos
en el capitalismo.
No debemos estimular jamás el espíritu de derroche, el egoísmo de poseer lo
que no necesitamos racionalmente, la vanidad del lujo y la insaciabilidad de las
apetencias. Jamás caer en la mentalidad vulgar y las estúpidas vanidades de
las sociedades capitalistas de consumo, que están arruinando al mundo.
Nuestro deber es concentrar nuestras energías y nuestros medios, que son
limitados, a la creación, con las debidas prioridades, de las riquezas y servicios
que aseguren el mejoramiento progresivo de la base material y cultural de
nuestro pueblo, y, que nos permitan también, a la vez, Pensar, actuar y cumplir
como ciudadanos de un mundo nuevo.
(191,76)

...¿Cómo se puede hablar de nivel de vida trabajando cuatro horas o cuatro


horas y media? ¿Cómo se puede hablar de niveles de vida con normas tan
suaves que puedan ser sobre cumplidas cuatro veces en cuatro horas?...
... que hablen así de niveles de vida como si esto estuviera divorciado de la
productividad, del desarrollo económico y social, como si eso estuviera
divorciado de las necesidades de desarrollo de un país del Tercer Mundo,
aunque sea socialista. Y también puede ser una lección en cuanto a la utilidad
que tienen algunas etiquetas y los clichés, y la idea de nivel de vida; y también
es una lección en cuanto a las malas consecuencias que puede tener en un
proceso revolucionario llenarle la cabeza a la gente de las aspiraciones y
ambiciones de bienes materiales, y olvidarse del deber, olvidarse de los
principios, olvidarse de la tarea histórica que constituye una revolución.
... Yo creo que toda mi vida he hecho siempre el máximo por elevar los niveles
de vida del pueblo en todos los sentidos: en la educación, en la salud, en la
agricultura, en todo, en programas de viviendas, en todas esas cosas.
Y es lo que deseamos más fervientemente todos nosotros, y nada nos
produce más alegría que una escuela nueva, un hospital nuevo, un reparto
residencial nuevo, cualquier cosa que se pueda...
Ahora, lo que nunca (...) se me ha ocurrido apelar a la idea del nivel de vida
como motivación para las masas, porque creo que eso no es lo que mueve a
los hombres, eso no es lo que mueve a los revolucionarios. (...) Siempre hay
que estar apelando a la conciencia del hombre, porque si no habláramos más
que de niveles de vida —y nunca he comulgado, incluso, ni con la palabra, ni

92
con la frase (...) tú puedes desatar un egoísmo nacional terrible y el marxismo-
leninismo es internacionalismo..,
Pero si nosotros, por ejemplo, nos ponemos nada más que a pensar en cosas
nuestras, no habría nunca nada para la práctica del internacionalismo.
Nosotros cumplimos deberes internacionalistas, tenemos muchos
estudiantes aquí, tenemos mucha gente en el exterior, decenas de miles de
gente, porque hemos creado una conciencia internacionalista, y si las masas se
educan solo en la ambición del nivel de vida, entonces jamás tendrán una
conciencia internacionalista, porque todo lo que tú utilices para darle a otro, te
lo están quitando a ti mismo.
Ahora, ¡imagínense que nosotros no fuéramos internacionalistas! Seríamos la
gente más ingrata del mundo. Sí, seríamos los más ingratos del mundo, porque
nadie ha recibido del internacionalismo más que nosotros, por eso yo dije una
vez que es saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Y es así.
Hay que educar a la gente en la solidaridad, en eso es en lo que hay que
educarla, en el espíritu de lucha, en el espíritu de sacrificio. El nivel de vida va
a venir como un subproducto de la Revolución misma, del desarrollo, de todo
eso.
A la gente hay que educarla, y no se le educa —lo digo de verdad— apelando
todos los días a !a idea material del nivel de vida; entonces, tú no tendrías
internacionalistas, tú no tendrías maestros que fueran allá a Nicaragua a estar
dos años, esa gente no estaría pensando más que en el dinero; tú no tendrías
decenas de miles de hombres en el exterior cumpliendo misiones militares y
civiles. Un hombre que no esté más que pensando en el nivel de vida es
incapaz de la solidaridad, es incapaz del internacionalismo, es incapaz del
sacrificio...
(286, 1ra sesión, 25-26; 112-114; 122)

Y lo que para mí siempre ha estado muy claro (...): que nosotros estamos al
lado de Estados Unidos, y que nosotros no podemos ^empezar a competir en
consumismo con Estados Unidos, porque, en definitiva, los que hicieron el
socialismo en Cuba fueron los que renunciaron a la idea de ir a ganar más
sueldo y más cosas allá a Estados Unidos, y a vivir de mercenarios allí, y a vivir
de parásitos, como vive una gran parte de los que viven allí en Estados Unidos.
Los que renunciaron a todo eso se quedaron aquí.
Imagínense que nosotros no les habláramos más que de niveles de vida y de
dinero a los trabajadores. Muchos podrían sacar la conclusión de que allá, en
definitiva, iban a tener más dinero que aquí. Si nosotros lo que le hacemos es
una mentalidad de dinero al pueblo cubano, a la gente ; a nuestro pueblo,
entonces nunca se podrá esperar que vaya a una misión internacionalista, que
haga un sacrificio por los demás, que haga un trabajo voluntario...
(286, 4ta sesión, 172-173)

... nosotros tenemos necesidad de poseer más una conciencia de exportadores


que de importadores, sobre todo en lo que se refiere al área de divisas
convertibles, porque siempre se estaba planteando: hace falta esto, lo otro, tal
materia prima, la otra. Nadie hablaba de qué se podía exportar y con qué se
iba a pagar cualquiera de esas importaciones...

93
Lo que planteamos en esencia es esto: con toda la fuerza, la experiencia y la
solidez que ha alcanzado nuestra Revolución, consagrarnos al desarrollo de la
economía, consolidar esa economía y cambiar su estructura.
(220, 175; 176)

Hay que explicarle a la gente cuándo un hotel no se puede usar para lunas de
miel o para pasear allí; educar a la gente, decir: "Bueno, sería una maravilla
que pudiéramos usar el hotel, pero “sencillamente, ese hotel tenemos que
usarlo para buscar divisa para el país"; educar a la población, que mucha gente
no tiene idea de estos problemas y estas dificultades, y, entonces, no entiende
eso...
(286, 3ra sesión, 285)

Cómo teníamos que pensar en el desarrollo más que en el consumo, cómo esa
era la tarea, la misión realmente. El deber más sagrado de esta generación de
trabajadores es consagrarse al desarrollo del país, fundamentalmente. No
quiere decir que no mejoremos, eso no quiere decir que se va a congelar el
estándar de vida. Indiscutiblemente que hemos ido teniendo mejoras
modestas, pero sostenidas, en muchos terrenos, en muchos campos, y
seguiremos teniéndolas. Pero lo importante es nuestra conciencia, nuestra
comprensión, nuestra actitud, de que el esfuerzo de esta generación tiene que
consagrarse al desarrollo.
(228,48)

También en la economía se hablaba de algunas ideas y algunos conceptos,


pero realmente no se veía —como yo decía— una conciencia colectiva, la
voluntad colectiva, una decisión total de poner en práctica esas ideas. Y digo
que esta situación nos ha llevado y creo que los resultados que ha tenido la
revolución de las concepciones en la defensa, los va a tener la revolución de
las concepciones en la economía, trabajando a largo plazo. Pero es necesario
que estas concepciones sean de todos, absolutamente de todos, ¡de todo el
pueblo! Aquella era la guerra de todo el pueblo, y esta tiene que ser la batalla
económica de todo el pueblo, la guerra económica de todo el pueblo.
Nuestro pueblo, creo que con lo que ha alcanzado, puede muy bien adoptar
esta decisión: Vamos a consagrarnos al desarrollo, a un desarrollo inteligente,
estratégico, como cosa fundamental.
Yo creo que nosotros también tenemos un deber y una responsabilidad muy
grande en este terreno económico, tenemos que profundizar nuestra
conciencia económica, no dejamos adormecer por las glorias y los laureles que
hemos alcanzado en muchas cosas y pensar que en la esfera económica, en
general nuestros cuadros, en general todos, hemos tenido un estilo, una idea
que debemos rectificar definitivamente...
(264, 132-133; 148; 149-150)

¿Cómo debemos nosotros enfrentar el problema energético en el futuro? Esa es


una pregunta que tenemos que hacernos todos, todo nuestro pueblo, todos los
trabajadores, todos nuestros jóvenes, nuestros estudiantes. Incluso, nuestros
pioneros tienen que tomar conciencia de la energía, de sus perspectivas
futuras, y preguntarse cómo vamos a producir electricidad, vapor y

94
transportaciones en el futuro. Esa pregunta tienen que hacérsela hasta los
niños en nuestro país, más que en cualquier otro país.
Yo creo que vale la pena prestarle toda la atención y el apoyo que requiera ese
programa. Hemos hablado de una rama que implica ahorro y además
desarrollo de nuevas fuentes de energía.
En el ahorro, tenemos nuestras mayores posibilidades inmediatas, el ahorro en
todas las ramas.

... Creo que ese camino hay que despejarlo y convertirnos en un país
verdaderamente ahorrador de energía, de los más ahorradores, por las razones
que expliqué; por la escasez de esos recursos nosotros tenemos más
obligaciones, que son obligaciones económicas, obligaciones morales y
obligaciones revolucionarias. Nos gusta considerarnos un pueblo
revolucionario, nos agrada, diríamos, incluso, que satisface nuestro orgullo
nacional. ¡Ah, pero mientras no seamos un pueblo realmente ahorrativo, que
sepamos emplear con sabiduría y con responsabilidad cada recurso, no nos
podremos llamar un pueblo enteramente revolucionario!
(262, 64; 72)

Si nosotros queremos aspirar a tener una economía próspera, una economía


desarrollada debemos resolver nuestros problemas. Eso no va a caer del cielo
como el maná. Tenemos que saber hacerlo nosotros, saber organizarlo y, sobre
todo, saber aprovechar correctamente la ayuda que estamos recibiendo.
Entonces, el problema es plantearlo pero plantearnos la necesidad de un
trabajo serio en el campo de la economía, no dilapidar ya los recursos. ¡Basta
ya, porque ya pasamos la etapa del aprendizaje! Y por lo menos deberíamos
estar ya en la enseñanza media de la Revolución, y empezar a comportarnos
de manera más lógica, más inteligente, y más revolucionaria, ¡porque esto es
Revolución! Precisamente eso es la Revolución. Lo demás puede ser una gran
agitación, una gran revuelta, y todas esas cosas, pero no Revolución. Sobre
todo cuando el país tiene que formar técnicos, tiene que gastar tanto en la
formación de cuadros técnicos, en las escuelas, en las universidades, cuando
tiene que gastar tanto en la defensa, para poder estar en condiciones de
resistir a los enemigos, y tiene que atender una serie de necesidades y tiene
que desarrollar su economía.
Entonces, vamos a la utilización racional de todos los recursos, para poder
planificar y desarrollar nuestra economía sobre bases reales.
(71,36)

Claro está que hay decenas de miles de personas que hacen trabajos
voluntarios, que se sacrifican, que son conscientes, pero hay que movilizar a
más: a cientos de miles. Hay que llevar esa convicción al ánimo de millones.
¡Claro está que contra la elevación del nivel moral del pueblo conspiran los
burgueses, porque esos son los "blandengues", los flojos, los que se quejan de
todo, los que andan sembrando la desmoralización! ¡Son iguales a los que en
una plaza sitiada, rodeada por un ejército enemigo, siembran el derrotismo.
¡Pues nuestra isla as una plaza sitiada por el imperialismo!
(59, 14)

95
... los trabajadores han comprendido perfectamente la Importancia educativa,
revolucionaria, comunista, del trabajo voluntarlo, y han especificado
perfectamente bien en sus resoluciones todos aquellos casos en que es justo,
es adecuado y es correcto aplicar las fórmulas del trabajo voluntarlo. Al
contrario: la preocupación de que el trabajo voluntario no se convierta en un
despilfarro, en un gasto Inútil de fuerza, de fuerza humana y de recursos
materiales; que el trabajo voluntario no se convierta en un medio para
disimular deficiencias administrativas, sino que el trabajo voluntarlo sirva para
los fines educativos y para los fines de beneficios sociales con los cuales tiene
plena justificación y plena razón de ser. Y nuestra clase obrera, al plantear, al
esclarecer, al mantener en alto la bandera y los principios del trabajo
voluntario, ha dado una prueba de alta conciencia, y ha rendido un tributo de
reconocimiento a quien fue un ejemplo de revolucionario socialista y
comunista, el Comandante Ernesto Guevara.
El trabajo voluntario se mantendrá. ¡Y se mantendrá limpio de ficciones, de
impurezas y despilfarros!
(173, 11-12)

Se ha ido ganando mucho en experiencia; se ha ido ganando mucho en


organización. Pero, además, algo a nuestro juicio esencial: se ha ganado en
conciencia, se ha ganado en espíritu revolucionario. Y una manifestación de
ese espíritu, que es el trabajo voluntario, se ha mantenido, se ha perfeccionado
y se ha enriquecido. Pocas cosas tan impresionantes como el espectáculo del
último Domingo Rojo, el 5 de noviembre, en honor de este Congreso.
(228, 26)

... Se puede apreciar así la importancia que tienen estos problemas de la


formación de la conciencia, la importancia que tiene el desarrollo del trabajo
voluntario en la juventud, aquel ejemplo, aquella conducta de la que nos dejó
tan inapreciable tesoro el Che. Y ese espíritu ha impregnado las jornadas de
trabajo voluntario que han hecho ustedes y, sobre todo, ha impregnado las
iniciativas económicas juveniles, Mantener eso muy en alto, les pedimos a los
jóvenes, como se lo pedimos a nuestros trabajadores; pero sobre todo a los
jóvenes trabajadores.
(252,106)

ES así, con la técnica, con la organización, con la conciencia, como una


sociedad puede llegar a límites insospechados de productividad y, por tanto, de
riqueza.
Nosotros tendremos en el curso de breves años que establecer muchas
industrias, y hace falta que el personal sea como este: joven, preparado para
estas actividades, capacitado, con una conciencia de verdaderos trabajadores
revolucionarios.
(132.20-21)

Y nosotros no debemos traducir el dinero o la riqueza en conciencia. Nosotros


debemos traducir la conciencia en riqueza. Estimular a un hombre para que
cumpla más con su deber es adquirir conciencia con dinero. Darle a un hombre
más riquezas colectivamente porque cumple su deber y produce más y crea
más para la sociedad, es convertir la conciencia en riqueza.

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El comunismo ciertamente no se puede establecer, como decíamos, si no se
crean las riquezas en abundancia. Pero el camino, a nuestro juicio, no es crear
conciencia con el dinero o con la riqueza, sino crear riqueza con la conciencia y
cada vez más riquezas colectivas con más conciencia colectiva.
(133,18-19)

... Junto al estímulo moral hay que usar también el estímulo material; sin
abusar de uno ni de otro, porque lo primero nos llevaría al idealismo y lo
segundo al desarrollo del egoísmo individual. Hemos de actuar de modo que
los incentivos económicos no se conviertan en la motivación exclusiva del
hombre, ni los incentivos morales en el pretexto para que unos vivan del
trabajo de los demás.
(170,21)

Cuando aprendemos a conocer profundamente ese principio, penetramos en


las profundidades del pensamiento político, penetramos en las profundidades
del pensamiento revolucionario y aprendemos a distinguirlo de otro principio, el
principio de la sociedad comunista, establecido' por Carlos Marx: "de cada cual,
según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades". Esto es lo que
distingue precisamente la fase socialista de la fase comunista del proceso
revolucionario.
Es muy posible que a todos nos agrade más el principio comunista, que a
todos nos parezca más bello el principio comunista, que a todos nos parezca
más humano el principio comunista. Pero el comunismo no se puede implantar
por decreto en la sociedad humana, es una meta que debe conquistarse en el
duro bregar de la lucha, y solo puede ser resultado de un proceso.
Hace algunos años, en nuestro país no se podía siquiera mencionar la
palabra comunismo. Y hoy es necesario explicar que el comunismo solo puede
ser un resultado final del proceso social revolucionario; y aunque nos agrade
más el principio comunista, si queremos llegar al comunismo es preciso
empezar aplicando el principio socialista.

...

Con el socialismo no sucede así. Aunque todavía el socialismo no sea el


comunismo y aunque todavía la distribución socialista no sea la distribución
comunista, en el socialismo desaparece el desempleo, en el socialismo
desaparece la inseguridad ante la vida, el miedo al desalojo de la casa, a la
enfermedad, a la vejez, al accidente; todo el mundo tiene asegurado el
empleo, todo el mundo tiene asegurada la asistencia médica en óptimas
condiciones, mucho mejor que la que tenían los capitalistas para ellos en el
capitalismo...
El socialismo brinda al pueblo todas estas seguridades, a los trabajadores y a
su familia.
Y el hombre en el capitalismo, cuando tiene una motivación, en lo primero
que piensa es en la supervivencia, en la salud, en los hijos; en el terror de
verse sin un centavo en el bolsillo cuando tiene un familiar, un ser querido
enfermo, en todos esos terrores de los cuales se alimenta la disciplina del
trabajo capitalista. Es decir, son las condiciones infrahumanas de vida y de
trabajo en el capitalismo lo que impele a la disciplina laboral.

97
En el socialismo no existen esos resortes, en el socialismo no existen esas
motivaciones, en el socialismo el dinero no se hace indispensable para todas
esas cosas. Las cosas importantes, cosas que les interesan desde luego a los
trabajadores, los problemas más vitales han desaparecido, están resueltos por
toda la sociedad.
Es por eso que el aporte de la conciencia de los trabajadores, la cultura
política de los trabajadores y la actitud de los trabajadores se convierte en un
elemento insustituible en el socialismo, puesto que ya las motivaciones del
trabajador son otras.
Desde luego, en el socialismo se produce la identificación total del hombre
con los medios de producción, la identificación total del hombre con las
riquezas del país, la identificación total del hombre con el destino de su país,
con el proceso político de su país, con los problemas políticos de su país. Es
decir, el trabajador pasa a ser el dueño de las riquezas y pasa a regir los
destinos de su patria.
Pero los factores morales, los factores de conciencia, los factores culturales,
son insustituibles en el socialismo. No debemos pensar ni por un minuto que
vamos a resolver con dinero los problemas que solo la conciencia puede
resolver. Debemos usar los estímulos materiales inteligentemente y
combinarlos con los estímulos morales, pero no creer por un instante que ya al
hombre de hoy, al hombre socialista, lo vamos a manejar en virtud de
estímulos exclusivamente materiales, porque los estímulos materiales ya no
tienen la vigencia que tienen en el capitalismo en que todo se resuelve, la vida
y la muerte, con el dinero que se tenga en el bolsillo.
(173, 5-6; 20)

Entonces, incurrimos en ingenuidades. Convertimos la espontaneidad en una


filosofía. Nos creemos que porque nuestro sistema sea justo, porque lucha por
la justicia, .porque lucha contra la explotación del hombre por el hombre, ya
todo va a marchar a las mil maravillas.
... Creemos mucho en la espontaneidad, o en los mecanismos automáticos
para resolver los problemas, y no nos damos cuenta de que tenemos que librar
una lucha diaria, incesante, y que la palabra número uno, fundamental de esa
lucha, es exigencia, ¡exigencia!
Yo creo que tenemos que empezar por exigirnos a nosotros mismos, y saber
exigirles a los demás.
(232, 8; 9)

Y nada puede sustituir la conciencia del hombre, ningún mecanismo de orden


material de ningún tipo. Y en el capitalismo, la disciplina se obtiene mediante
la presión más brutal, de todo tipo. En el socialismo, lo fundamental tiene que
ser la conciencia del hombre y eso es insustituible, cualesquiera que sean los
métodos,-mecanismos que pueda usar el socialismo.
(233, 18)
No lograremos la victoria y los éxitos solo con la aplicación de un sistema, con
la aplicación de una experiencia, con la aplicación de la ciencia en la
planificación y la gestión. Detrás de eso tiene que estar el hombre, detrás de
eso tiene que estar el pueblo. Uniremos la ciencia, la experiencia y la
conciencia. No abandonaremos el trabajo voluntarlo, porque, aunque estamos
en la etapa de la construcción del socialismo y es imprescindible aplicar el

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principio de la distribución según el trabajo, somos y queremos ser comunistas.
Otras generaciones vivirán en el comunismo, pero desde ahora hay que forjar
hombres y mujeres no solo socialistas, sino también comunistas.
(240,29)

En cierto período de este quinquenio se hizo evidente que en nuestro país


estábamos siendo infestados por algunos vicios. Tal vez algunos creyeron que
la institucionalización, la legalidad socialista, el establecimiento de los Poderes
Populares y la progresiva implantación del Sistema de Dirección y Planificación
de la Economía, obrarían milagros por sí mismos, y que automáticamente las
cosas debían marchar mucho mejor sin el esfuerzo imprescindible y
fundamental del hombre. Algo peor, empezaron a hacerse patentes signos de
debilitamiento progresivo del espíritu de austeridad, reblandecimiento, falta de
exigencia, privilegios, acomodamientos y otras manifestaciones por el estilo, a
la vez que decrecía la disciplina en el trabajo. El peor de nuestros enemigos no
podía hacernos más daño. ¿Estaba acaso nuestra Revolución cayendo en un
proceso degenerativo a las puertas mismas de nuestro enemigo imperialista?
¿Era esto una ley inexorable para cualquier revolución en el poder? No podía
ser bajo ningún concepto, ni podía permitirse. Ello demostró que la exigencia
no puede ser descuidada jamás en una revolución (...) hay que estar
permanentemente en guardia y levantar al máximo nuestro estado de alerta y
la exigencia más rigurosa contra todo espíritu pequeñoburgués,
acomodamiento, relajación de la disciplina revolucionaria y cualquier
manifestación de corrupción, por insignificante que pueda parecer. Esto debe
servirnos de advertencia y de ejemplo. El apoyo unánime del pueblo en la
lucha por la exigencia y contra toda manifestación de reblandecimiento y
acomodamiento demuestra cuan profundamente han calado en nuestras
masas los principios morales de la Revolución, y que nuestro proceso lejos de
debilitarse se fortalece constantemente. La eterna vigilancia no es solo el
precio de la libertad, como alguien dijo, es también el precio de la Revolución.
...

Prosperó en algunos lugares la actitud formalista, conformista y esencialmente


pequeñoburguesa de no buscarse problemas con nadie, como si la Revolución
no fuese un eterno buscarse problemas con todo lo injusto y todo lo mal hecho.
En la administración esta tendencia generó adicionalmente consecuencias
negativas para la disciplina laboral, el control y el uso adecuado de los
recursos.
(245, 119-120; 123)

Si el capitalismo es el imperio de las leyes ciegas, el socialismo es el imperio


del plan, de la racionalidad, del trabajo del hombre. El socialismo no se
construye en virtud de leyes ciegas, tiene sus leyes el socialismo, pero el factor
subjetivo, el papel del Partido, el papel del hombre es fundamental, tiene que
utilizar esas cosas como instrumento, como mecanismo, los conocimientos
científicos del proceso, pero no puede creer ni imaginarse por un minuto que
eso solo camina y que el socialismo puede construirse como el capitalismo a
partir de leyes que funcionan solas y leyes ciegas en virtud de mecanismos.
(283, 168-169)

99
... muchos trabajadores, en algunos lugares, han renunciado y lo han hecho
con mucha vergüenza, con mucho honor, expresándose como avergonzados de
tener que estar cobrando ese tipo de primas absurdas, que es una de las
formas inventadas para regalar dinero, por parte de quienes se olvidan que no
se puede regalar lo que no existe. Usted puede regalar papeles, pero no va a
regalar mercancías y productos, los cuales se pueden crear, únicamente
trabajando. No creo que exista ninguna otra forma de producir algo.
(286, 1ra sesión, 44)

... Han querido comprar a la gente, han querido resolverlo todo con dinero,
todo se ha vuelto un pretexto para dar dinero. Y yo digo que este es uno de los
problemas más serios que tenemos, realmente, porque es fácil dar dinero, es
fácil crear todos estos hábitos perversos que se han creado en la producción.
Lo difícil es rectificar, lo difícil es quitarlo. Tiene que haber mucho demagogo de
todo tipo por ahí regado, muchos oportunistas, o muchos irresponsables, o
muchos blandengues —como decía él— o muchos populistas, o muchos
paternales para haber creado este tremendo caos como han hecho con muchas
cosas. Porque se puede decir que cada uno de estos mecanismos ha
degenerado, las normas han degenerado, las primas han degenerado, todo ha
degenerado, ¿por qué, por qué esa tendencia? ¿Cómo se puede construir el
socialismo así? Yo creo que este es uno de los problemas más serios que tiene
el país, y de los problemas más serios que tiene el Partido, y una de las batallas
más difíciles...
... para qué vamos a estar engañando a la gente dándole dinero, que no está
en correspondencia con la producción...
Quizás cuando se hable de la ideología habrá que abordar también este tema,
porque esto es ideológico y mucha gente no entiende que el Estado socialista,
ningún Estado, ningún sistema puede dar lo que no tiene, y mucho menos va a
tener si no se produce; si se está dando dinero sin respaldo productivo. Y estoy
seguro de que las plantillas infladas, el exceso de dinero entregado a la gente,
los inventarios ociosos, los despilfarros, tiene que ver mucho con el gran
número de empresas irrentables que hay en el país y siguen siendo irrentables,
a pesar de que le hayan aumentado los precios.
(286, 2da sesión, 134-136)

... habíamos caído de un extremo a otro, de un desdén completo por los


estímulos materiales —que fue una enfermedad que padecimos en un
momento— a un fetichismo con el dinero, la creencia de que con el dinero se
podían resolver todos los problemas. Eso nos pasó a todos.
También pasó la creencia de que los mecanismos podían resolver los
problemas; otra creencia falsa. También pasó la creencia de que en el
socialismo los problemas se podían resolver mediante mecanismos, el olvido
del trabajo político. Por eso caímos en una serie de tendencias negativas...
... Nadie nos obligó a escoger el camino del socialismo, el camino del
socialismo lo escogió nuestro pueblo, y las ideas que inspiraron la Revolución
nadie nos las impuso a nosotros, fueron nuestras ideas, nuestras
interpretaciones de la sociedad, de acuerdo con los principios del marxismo-
leninismo; nadie nos dijo cómo teníamos que interpretarlos, sino (...) los
interpretamos nosotros. Y la historia demostró que la Revolución es capaz de
generar una fuerza tremenda.

100
Nosotros, además, tenemos deberes con la construcción del socialismo, porque
aquí no solo estamos defendiendo nuestro socialismo, estamos defendiendo el
prestigio del socialismo... Yo nunca he perdido, en lo más mínimo, la fe en el
socialismo; he creído, realmente, en unas posibilidades fabulosas, infinitas, y
las mismas cosas que ha hecho la Revolución es una demostración de eso. Y
los problemas no se resuelven haciendo concesiones, retrocediendo,
inventando mecanismos capitalistas. Hay algo de lo que estoy seguro: que el
socialismo no se construye con mecanismos capitalistas ni con ningún tipo de
mecanismo, que los mecanismos son elementos auxiliares de la construcción
del socialismo, que es, por encima de todo —y lo dije aquí recientemente en la
reunión de los periodistas—, un trabajo político y un trabajo revolucionario. Yo
veo a los mecanismos como auxiliares simplemente, de la construcción del
socialismo, porque el socialismo no se construye en virtud de ningún
mecanismo, ni de ninguna ley ciega como el capitalismo.
Entonces, nosotros debiéramos acabar de saber bien, con claridad, cuál es la
ideología del socialismo y cómo se construye el socialismo. Y me parece que,
los que piensen que con mecanismos económicos y cálculo económico
solamente van a construir el socialismo, es un error ideológico terrible, aunque
se supieran de memoria El capital, de Carlos Marx completico, los tres o cuatro
volúmenes completos...
Si nosotros ponemos demasiado el acento en los estímulos materiales, más
nunca vamos a formar un hombre comunista; Si nosotros no desarrollamos en
el hombre el espíritu de hermandad, de solidaridad, más nunca vamos a formar
un hombre comunista (... ) una de las características del socialismo, es repartir
con justicia, es atender a todos los niños independientemente de que el padre
trabaje más, trabaje menos, gane más o gane menos; atender a todos los
enfermos, independientemente de que el padre gane más o el padre gane
menos; que en el capitalismo depende, fundamentalmente, de todos esos
ingresos. Eso es socialismo, eso es comunismo.
... Estoy convencido de que el factor desarrollo de la conciencia, educación, el
trabajo político revolucionario es cada vez más y más importante en el mundo
de hoy, realmente, como base del desarrollo.
(286, 4ta sesión, 171, 174-175; 191-192; 193)

... Y de eso se trata, tenemos muchos problemas nuevos que resolver y


muchos obstáculos que vencer, porque es muy nueva esta experiencia y la
construcción del socialismo se ha hecho, en cierta forma, ensayando, probando
y rectificando; hay sin embargo cuestiones de concepto que son muy
importantes.
Creo que una de las peores cosas que nos ocurrió aquí —lo he dicho alguna
vez y tal vez lo vuelva a repetir más de una vez—, es que se empezó a incurrir
en una desviación, tal vez otros han incurrido en esas desviaciones,-pero yo he
visto el ejemplo de lo que a nosotros nos estaba ocurriendo: la creencia ciega,
o que empezaba a ser ciega, de que la construcción del socialismo es, en
esencia o fundamentalmente, un problema de mecanismos. Como lo expresaba
en la reunión con los periodistas pienso que la construcción del socialismo y del
comunismo es, esencialmente, una tarea política y una tarea revolucionaria,
tiene que ser fundamentalmente, fruto del desarrollo de la conciencia y de la
educación del hombre para el socialismo y para el comunismo.

101
Esto no niega la utilidad y el valor que puedan tener determinados
mecanismos, incluso mecanismos económicos, ¡sí, mecanismos económicos!
Pero, para mí está claro que los mecanismos económicos son un instrumento
del trabajo político y del trabajo revolucionario, un instrumento auxiliar; me
atrevo a decirlo así; los mecanismos económicos son medios auxiliares,
instrumentos auxiliares del trabajo político y revolucionario pero no la vía
fundamental de la construcción del socialismo y del comunismo. No tengo ni la
más remota duda de que la vía fundamental es el trabajo político y
revolucionario.
Hay esferas importantísimas de la vida social y de la tarea revolucionaria a
las que es imposible aplicarles ninguno de estos mecanismos y, entonces,
¿cómo resolvemos servicios tan fundamentales como son los servicios de salud
pública?...
¿Y ese médico de la familia? Bueno, ese médico de la familia, a mi juicio, es
ya el esbozo del hombre comunista, porque trabaja bien y trabaja bastante; y
los que están en las montañas son gente joven formada por la Revolución, no
están enviciados, ni están bajo un sistema enviciador ni corruptor; están allí
muy motivados por los vecinos, recibiendo la influencia de la población,
educándose en fórmulas de trabajo comunista.
A los hombres que están dispuestos a arriesgar su vida, y que en ocasiones
enfrentan circunstancias en que efectivamente arriesgan y pierden su vida,
¿con qué dinero les pagamos, qué prima les vamos a pagar? Y si trabajan
interminables horas por asegurar la defensa del país, ¿qué prima les pagamos?
Si se separan de su familia años enteros, ¿qué prima les pagamos, qué
estímulos materiales les entregamos?
Yo he visto a muchos compañeros militares llenos de condecoraciones. ¿Qué
tenemos?, comunistas. ¿Qué nos obligó a formar en nuestras Fuerzas Armadas
la Revolución y la construcción del socialismo a 90 millas de Estados Unidos?
Nos obligó a formar comunistas, ¡y hemos formado comunistas! ¿Habría alguna
otra fórmula de resolver el problema, algún otro mecanismo?
(287, 4; 5)

Pero es que la Revolución exige más a medida que avanza. A medida que es
más dura la lucha, según se ascienden nuevos escalones, la sociedad entera es
más exigente. Y el mismo ciudadano que hace cinco años no se asombraba de
que lo dejaran en una esquina o le dijeran cualquier palabrota, hoy se asombra,
se azora, se indigna, se rebela contra eso, porque la Revolución ha hecho a la
sociedad más exigente, y es correcto que sea así...
(60,7)

Y cuando se le sustituya no hay que mandarlo para un trabajito mejor y más


cómodo, no hay que ascenderlo. Cuando alguien sea sustituido en su trabajo
por incapaz, por irresponsable, no puede ser ascendido, no puede ser
trasladado a un trabajo mejor remunerado. Cada cual debe saber que sobre sí
pesa una responsabilidad, y que esa responsabilidad se le ha de exigir.
Pero, desde luego —repito—, cualesquiera que puedan ser las fallas de
organización el problema fundamental es que las masas desean satisfacer sus
necesidades y hoy las masas tienen recursos. Hay que producir para satisfacer
esas enormes necesidades de las masas. Ese es el problema fundamental, ¡Y

102
se resuelve trabajando, se resuelve organizándose, se resuelve impulsando la
economía!
(72, 10)

... La diferencia entre el exigente consciente y el exigente inconsciente es que,


por lo general, el inconsciente cree que las cosas son fáciles, cree que las
dificultades no existen, y le achaca a la incapacidad, o a la maldad, o a la mala
fe de los hombres si las cosas no marchan mejor; el exigente consciente sabe
que las dificultades existen, sabe que nada se logra sin mucho esfuerzo, sin
mucho aprendizaje, sin mucha experiencia; el hombre consciente no se
imagina que las cosas son fáciles, porque las cosas parecen tanto más fáciles
muchas veces cuanto menos revolucionario se es, las cosas parecen más
fáciles cuanto menos se ha visto el hombre muchas veces en la necesidad de
resolver los problemas. Y las cosas son como son y aparecen tal como son en la
medida en que los hombres se enfrentan a las dificultades y a los problemas y
tratan de resolverlos.
(107,5-6)

No se trata de venir aquí a ofrecer que mañana mismo vamos a resolver este
problema. Se trata de una toma de conciencia de todo el mundo, de una toma
de conciencia universal, de cada trabajador de este país, y de cada hombre
que tenga la más mínima responsabilidad. Una toma de conciencia universal y
profunda, para buscar la racionalización de nuestro esfuerzo y la optimización
de nuestro esfuerzo. Que nos rompamos la cabeza con cada una de las
dificultades globales o con el problema global y además con cada una de las
dificultades concretas; que nos rompamos la cabeza para ver cómo le damos el
aprovechamiento óptimo y máximo a cada máquina, a cada gramo de materia
prima, a cada minuto de trabajo de un hombre.
¡No se trata aquí de horas extras y más horas extras de manera mecánica!
¡No! Se ha planteado eso ya: el aprovechamiento óptimo de la jornada de
trabajo, y la excepción cuando imperiosas circunstancias lo justifiquen y lo
indiquen, la excepción. Y cuando sea claro y racional que allí se va a lograr un
objetivo, no por acumular una hora más, no por hacer una meta. Esas cosas
mecánicas no sirven, esas cosas mecánicas son una basura. Debemos
aprender de una vez que el mecanicismo no conduce a nada. Muchas veces
incurrimos en tonterías.
Nuestro problema es una toma de conciencia general de todo el pueblo, de
cómo nosotros optimizamos hasta la última máquina, el último gramo de
materia prima, el último átomo de energía de una manera correcta. Que les
metamos la cabeza a los problemas. Si cuando hablamos de los diez millones
era un problema de brazos, yo diría que en este momento tenemos nosotros un
problema de cerebro delante, un problema de inteligencia delante.
Y si los niveles en general de los hombres no son altos todavía, y este pueblo
de hoy no es como será el pueblo dentro de 20 ó 30 años en sus
conocimientos, este pueblo de hoy tiene que hacer del uso de la inteligencia,
de la preocupación, del sentido de la responsabilidad, una cuestión vital. Es un
problema del empleo exhaustivo de la inteligencia y también del sentido de la
responsabilidad de todos y cada uno de los trabajadores de este país.
El camino es difícil. Sí. Más difícil de lo que parecía. Sí, señores imperialistas:
es difícil la construcción del socialismo. Pero el propio Carlos Marx pensaba en

103
el socialismo como una consecuencia natural de la sociedad ya muy
desarrollada tecnológicamente. Sin embargo, en el mundo de hoy, frente a la
presencia de potencias imperialistas industrializadas, países como el nuestro
no tienen otra alternativa, no tenían otro camino —para ganar todo se atraso
cultural y técnico— que el socialismo. Pero, ¿qué es el socialismo? Es la
posibilidad de emplear de manera óptima los recursos humanos y los recursos
naturales en beneficio del pueblo. ¿Qué es el socialismo? Es la desaparición de
la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones
de producción.
(143,34)

... Nuestra gestión económica no ha sido todo lo eficiente que podía haber sido.
Los métodos de dirección de la economía que se han aplicado no han sido los
mejores posibles. Nuestros cuadros administrativos no tienen, por lo general, la
necesaria conciencia económica, la necesaria preocupación por las cuestiones
referidas a los costos y en general a la eficiencia de la producción. No es
posible medir cuánto nos ha costado y nos cuesta esa falta de conciencia
económica en horas excesivas de trabajo y en recursos materiales gastados en
exceso.
En la conducción de nuestra economía hemos adolecido indudablemente de
errores de idealismo y en ocasiones hemos desconocido la realidad de que
existen leyes económicas objetivas a cuales debemos atenernos.
Estos son mecanismos para tratar de mejorar la eficiencia, ciertos
mecanismos de estímulo que contribuyen a ese objetivo, pero no podemos ni
por un segundo pensar que esos mecanismos van a resolver todos los
problemas; de ninguna forma eso significa la reducción en lo más mínimo del
papel del Partido, del papel del Estado en la dirección de esas actividades, ni
mucho menos el papel de ¡a educación política y de la educación ideológica de
las masas.
Si nos hacemos por un segundo la idea de que por la simple aplicación de
este sistema de dirección económica las empresas van a funcionar
magníficamente bien y van a resolverse todos los problemas, y que, por lo
tanto, nosotros podemos prescindir del trabajo ideológico sobre las masas o
podemos prescindir de los estímulos morales, sería un gran error, porque es
imposible en absoluto que los mecanismos y estímulos económicos en el
socialismo tengan la eficiencia que tienen en el capitalismo, porque en el
capitalismo lo único que funciona es el estímulo y la presión económica a
plenitud absoluta: el hambre, el desempleo, etcétera. Aquí funcionan algunos
estímulos económicos bastante restringidos, que se usan como mecanismos
para mejorar la eficiencia de la economía, para premiar justamente a los
obreros y colectivos de obreros que más aporten a la sociedad con su trabajo y
con su esfuerzo, pero, sobre todo, el funcionamiento de este sistema va a
permitirles al Partido, al Estado y a los propios trabajadores el tener un
conocimiento mucho más cabal de la efectividad con que se están usando los
recursos productivos, va a permitir a todos los funcionarios y a todos los
cuadros del Partido y del Estado tener una mayor conciencia económica y
prepararse mejor para dirigir la economía, y va a representar una verdadera
escuela de economía.
(191, 82; 88-89)

104
Por eso —repito— necesitamos aprovechar hasta el último gramo de materia
prima de manera óptima, hasta el último centavo, hasta el más mínimo
esfuerzo, cada segundo, cada minuto del esfuerzo de nuestros trabajadores. Y
estamos empeñados en esa tarea. Hemos dado en el Congreso los pasos
pertinentes para lograr esa eficiencia. Y nuestro pueblo cada vez que se ha
propuesto algo en cualquier terreno lo ha logrado. Estudiemos los medios, los
caminos necesarios para lograr esa eficiencia a través de la aplicación del
Sistema de Dirección de la Economía. Eso es lo que buscamos: ¡la eficiencia!
Y creemos que ustedes comprenden eso perfectamente bien, y creemos que
nuestro pueblo entiende eso perfectamente bien. El pueblo observa, el pueblo
está atento a todo, y nuestro pueblo tiene hoy conciencia de esas necesidades.
Lo demuestra con su esfuerzo.
¿Y qué significa eso de los millones de horas de trabajo voluntario que aporta
nuestro pueblo, sino el esfuerzo por vencer las dificultades, el esfuerzo por
desarrollar a nuestro país? Nuestro pueblo tiene conciencia de la importancia
de la eficiencia económica.
Y si nuestro pueblo todas las demás batallas las ha ganado, y ha ganado la
más fundamental de todas las batallas: la Revolución frente al imperialismo,
que es vecino nuestro por desgracia, y que nos bloquea y que pos trata de
arruinar, ¿qué trabajo puede ser más revolucionario hoy que buscar la
eficiencia económica?
El bloqueo yanqui no se sabe todavía cuánto tiempo durará. Y puede durar
mucho si ellos persisten en el estúpido criterio de querer cobrar al precio de la
dignidad de nuestro país, o de la merma de nuestros principios, la supresión
del bloqueo.
A los imperialistas les interesa arruinarnos, los imperialistas quieren
arruinarnos. A los imperialistas les interesa que seamos ineficientes. Por tanto,
lo que más le interesa a la Revolución es que seamos eficientes.
(199,34-35)
... Este esfuerzo por la eficiencia económica tiene que ampliarse. Este esfuerzo
por el ahorro tiene que duplicarse, la cuestión del ahorro de todo: de materias
primas socialistas y de materias primas capitalistas —las dos— y, en especial,
ahorrar todo aquello que nos cuesta divisas convertibles.
(200. 77)

... Siempre serán recibidas con mucha mayor satisfacción las mejoras. Pero la
fuerza de un pueblo y de una revolución consiste precisamente en su
capacidad de comprender y enfrentar las dificultades. A pesar de todo
avanzaremos en numerosos campos y lucharemos denodadamente por elevar
la eficiencia de la economía, ahorrar recursos, reducir gastos no esenciales,
aumentar las exportaciones y crear en cada ciudadano una conciencia
económica. Antes dije que todos somos políticos, ahora añado que todos
debemos ser también economistas y, repito, economistas, no economicistas,
que no es lo mismo una mentalidad de ahorro y eficiencia que una mentalidad
de consumo.
(201,41)

Y es necesario que la administración se tome todas las molestias que sean


necesarias para controlar, y es necesario que los trabajadores y los sindicatos

105
se tomen todas las molestias que sean necesarias, para crear esta conciencia
profundamente y para exigir también, porque todos debemos exigirnos.
Nosotros debemos ser enérgicos y ser muy críticos con la demagogia, con la
irresponsabilidad, con la blandenguería, con la ineficiencia, ¡muy críticos! Y
debemos ser muy críticos con los cuadros blandos, muy críticos. No quiere
decir esto ni mucho menos que la exigencia, el cumplimiento del deber se
confunda con el despotismo, no, no, no, con la falta de fraternidad, de com-
pañerismo, ¡no, no!
Pero el capitalista era el dueño, andaba vigilándolo todo. Y tenía un
empleado allí, de confianza, que tenía que vigilarlo todo. Pues bien, los
administradores y los cuadros administrativos son los empleados de confianza
de la clase obrera, de los trabajadores y, por tanto, los dueños, los propietarios,
que son nuestros trabajadores, deben ser exigentes con esos cuadros que
administran sus riquezas.
Fácil es la demagogia —ustedes lo saben—, y no en balde ha aprendido tanto
nuestra clase obrera, nuestro movimiento sindical en estos años. Fácil es el
economicismo —ustedes lo saben—, y una de las armas del capitalismo para
impedir y retrasar la revolución es el economicismo precisamente.
Y el economicismo ha causado dolores de cabeza a más de un proceso
revolucionario, antes de que los trabajadores hayan podido adquirir una
conciencia de su papel en la sociedad y en la revolución, en su revolución.
Porque en tanto la revolución no sea su revolución no es revolución; y en tanto
la política no es su política, no es política para el trabajador. Y hace bien en
exigir todo lo que pueda exigir. Pero cuando la revolución es su revolución y
cuando la política es su política, hay un cambio total de la situación. Porque ya
él no puede entrar en contradicción con sus propios intereses. Son legítimas las
contradicciones entre los intereses del trabajador y los intereses de los
explotadores; pero serían absurdas, imposibles las contradicciones entre los
trabajadores y sus intereses como trabajadores en esa identificación que se
produce con el socialismo.
Por eso hay que ser exigente, hay que criticar la demagogia, la debilidad y
decirle al administrador: exígeme; decirle: exígeme, porque ese es tu deber. Y
si no me exiges no eres un buen administrador. Porque la clase obrera, el
trabajador, el obrero, no necesita compadres administrando; no los necesita.
Y ese es otro de los importantes papeles de contrapartida que tiene el
movimiento sindical
Los obreros, los trabajadores y el movimiento sindical tienen dos tareas, dos
tareas: primero, su primer deber, el primer deber de los trabajadores en la
Revolución es construir el socialismo, ¡ese es su primer deber!, y en pro de
todo lo que contribuya a la construcción del socialismo, porque es su
socialismo, su sociedad, su riqueza no es de nadie; es su riqueza, del país, del
trabajador.
Tiene —como muy bien se ha señalado aquí— el otro papel: el de velar por
los intereses de los trabajadores como trabajadores específicos de tal rama, de
tal centro, por sus derechos, por todas las prerrogativas que el Estado
socialista le concede de proteger los intereses de los trabajadores contra
cualquier incomprensión, arbitrariedad, injusticia; tiene que ser exponente de
los intereses de los trabajadores como tales trabajadores, todos sus problemas,
como han sido planteados aquí en este Congreso, como han sido planteados en
las tesis, todos los intereses legítimos, justos de los trabajadores en todos los

106
terrenos, en todos los sentidos. Deberes y derechos de los trabajadores:
esclarecerlos, exponerlos, exigirlos, defenderlos, pudiéramos hacer las cosas
mucho mejor y no las hacemos, que podemos ser mucho más eficientes y no lo
somos; que tenemos una colaboración para impulsar la economía, para
impulsar los trabajos, para impulsarlo todo, que jamás la tiene un capitalista, y
disponiendo de todas estas ventajas, aunque avanzamos -nadie va a negar que
avanzamos, y avanzamos mucho- podríamos hacerlo mejor.
Estamos absolutamente convencidos de que trabajamos en condiciones
óptimas desde el punto de vista humano y social, desde el punto de vista
subjetivo, desde el punto de vista del trabajador, que es el creador de las
riquezas. Podemos tener otros problemas de subdesarrollo, de bloqueo, de
escasez de materias primas, de muchas otras cosas, pero el aporte, el
esfuerzo, la colaboración que ofrece para todo el trabajador, ninguna sociedad
del mundo la ha tenido, ningún dirigente burgués del mundo la ha tenido,
ningún capitalista la ha tenido jamás. ¡Ah!, pero el capitalista es una fiera
defendiendo su fábrica, y defendiendo la materia prima, y defendiendo los
costos, defendiéndolo todo a base de una contradicción feroz con el obrero, y
defendiendo sus intereses de capitalista con ayuda de todo el mundo: del
ejército, la policía, los jueces, el parlamento, la prensa. Todo al servicio de esos
intereses. Pero él es una fiera. Y es eficiente. No podemos negar que el
capitalista administrando su fábrica suele ser eficiente.
¿Qué debemos pedirle al administrador socialista? Debemos pedirle que sea
más eficiente que el capitalista, ¡más eficiente, como regla! Y no porque sea un
propietario, porque él no es propietario de ninguna fábrica, sino porque está
administrando una fábrica de los trabajadores, está administrando una fábrica
del pueblo.
Claro está, también ¿de dónde salieron nuestros cuadros administrativos?
Por regla general no salieron de la burguesía; salieron fundamentalmente del
seno de los trabajadores, no tenían experiencia, no tenían muchos
conocimientos técnicos. Se han ido desarrollando cuadros. Hay que decir que
estas opiniones no pueden generalizarse, sino me refiero a una cierta actitud.
Estoy hablando, estoy meditando un poco sobre la actitud con que tiene que
trabajar cada cual, la actitud con que tienen que trabajar los obreros, los
trabajadores que están en la producción directamente, y la actitud con que
deben trabajar los trabajadores que están en la administración. Porque estoy
seguro de que si fuéramos más eficientes, aprovecharíamos óptimamente los
extraordinarios factores subjetivos que existen en un proceso socialista a favor
de la producción.
Y desde luego, a los dirigentes tenemos que pedirles y exigirles que exijan.
No puede, no debe haber dirigentes blandos, no debe haber dirigentes
evitando contradicciones, no debe haber dirigentes evitando problemas, no
debe haber dirigentes pensando en el Congreso, no debe haber dirigentes que
se preocupen; si han trabajado conscientemente, responsablemente,
seriamente, honestamente, no deben preocuparles los votos en contra.
Claro está, claro está que el criterio inmensamente mayoritario de nuestros
trabajadores es un criterio revolucionario justo, sobre todo justo, y evalúa. Y
nosotros esperamos de nuestros trabajadores que sean exigentes con los
dirigentes y que les exijan que exijan, y se valore el trabajo de cada cual.
Porque los hombres, como hombres, pueden equivocarse, desde luego, es
incluso algo común; pero lo importante es la rectitud, la pureza de principios, la

107
honestidad. Y claro está, el papel del dirigente no es solo dirigir o solo exigir,
sino también mucho comprender, ayudar, enseñar. Y debemos exigir del
dirigente, sobre todo, que sea honesto, que nunca ande con politiquería, ni con
demagogia de ninguna clase. Y, bueno, creo en realidad que en nuestro país
ese tipo de dirigente no puede existir, porque la masa lo rechaza así, lo repele,
puesto que nuestra masa es alérgica a la demagogia y a la deshonestidad.
(228, 29-33; 34)

... estos no son tanto, tiempos de recreación, realmente, como tiempos de


trabajo, de eficiencia y de sacrificio...
(282,116)

Seré muy crítico, pero sé ser también justo y no confundo unos problemas con
otros. Y los defectos que encontramos a veces, o muchas veces, en la calle o
en cualquier parte, la culpa la tenemos nosotros, La tenemos nosotros, no
vamos a culpar ahora al muchacho, no vamos a culpar ahora al joven. Como
cuando vemos vicios en las fábricas, la culpa la tenemos nosotros; no vamos a
culpar ahora a los trabajadores.
Sí, hacer el papel de Reyes Magos es fácil, cuando llega el momento de la
rectificación es difícil: ahí es donde se prueban los hombres. Ser demagogo es
fácil, ser exigente es difícil.
Por eso la misma política de rectificación de errores o de lucha contra las
tendencias negativas, tiene que crear cierta resistencia, hay que esperarla.
Porque también si unos cuantos miles se dedican a ganar decenas de miles por
año y de repente se les corta ese privilegio, no pueden estar felices; si hay
miles de merolicos engañando y vendiendo y robando materia prima, y se
acaba el negocio, lógicamente no pueden estar felices; si hay más policías;
lumpen, antisociales y delincuentes no pueden ser más felices. Esos que
chocan con la ley. El que no choca con la ley, el revolucionario no tiene ninguna
de esas preocupaciones, se siente feliz y exige más orden, exige más
disciplina, exige que no se tolere esto
o lo otro.
(285, 7)

... tenemos que ser más eficientes en las reparaciones y más eficientes
también en las inversiones, y que tengan después una respuesta productiva.
(286, 1ra sesión. 85)

Ahora, si esta situación la aprovechamos, la sabemos asociar a esta batalla por


la rectificación y nos convertimos, realmente, en un país eficiente, en un país
productivo y en un país trabajador, entonces yo diría que habría que bendecir
estas dificultades económicas que estamos pasando ahora.
... hacer los planes con verdadero espíritu de ahorro y sacando el máximo a
cada centavo, hacer una economía mucho más eficiente. Ese es un reto
histórico del Partido, un reto histórico de la Revolución...
(286, 3ra sesión, 271; 292)
Porque nosotros no podemos olvidar que todos hemos nacido bajo el
capitalismo, no podemos olvidar que estamos en una etapa de tránsito, y si
bien es verdad que hay obreros de mucha conciencia, con los cuales
precisamente estamos organizando la vanguardia política, con los cuales

108
estamos organizando precisamente el Partido, hay también mucha gente que
no tiene ni noción de lo que es conciencia social, ni noción de lo que es
conciencia política, ni noción de lo que es conciencia revolucionaria. No quiere
decir siquiera que tengan la culpa, sino que responden a las condiciones, la
falta de educación, la falta de escuela, la falta de disciplina, la falta de todo, al
nacer y desarrollarse bajo condiciones de vida capitalistas, que convierten a los
hombres en egoístas, en hombres que solo piensan en ver cómo pueden
resolver desesperadamente sus problemas inmediatos, y que no crean en el
hombre la conciencia. Ustedes saben que en cualquier centro de trabajo se
encuentra al héroe del trabajo y se encuentra también al vago.
Entonces, ¿qué resulta? Si nosotros no organizamos debidamente el trabajo,
si no nos organizamos correctamente, el héroe va a estar trabajando para el
vago. Si desaparece la explotación de clase, si desaparece la explotación del
trabajador por el capitalista, debe desaparecer la explotación del héroe del
trabajo por el vago, por el parásito, por el que no hace absolutamente nada.
Si nosotros creyéramos que todo el mundo tiene una extraordinaria
conciencia revolucionaria, y que todo el mundo se va a portar bien en virtud de
esa supuesta conciencia, y que todo va a marchar bien, ¿en qué incurriríamos?
En idealismo, en una apreciación incorrecta de las realidades. Incurriríamos,
sencillamente, en una equivocación. Y en muchas cosas se ha actuado
partiendo de ese punto de vista, y olvidando que la organización hay que
hacerla, y que al hombre hay que formarlo, y que en la etapa de tránsito del
capitalismo al socialismo y al comunismo, son indispensables determinados
medios de organización y determinados resortes en virtud de los cuales la
producción se mantenga, la producción se eleve, se vaya creando la
conciencia, se vaya creando la disciplina.
(74,21)

Otro de los hábitos verdaderamente perniciosos observados en estos tres


años, es la tendencia de algunos a olvidarse de las leyes de la economía,
administrar con espíritu filantrópico o ser ajenos a los métodos de producción,
subutilizando los recursos humanos y llevando una contabilidad pésima. Una
de las peores costumbres observadas en muchos administradores o jefes de
departamentos u organismos es el no pago de los productos o servicios que
adquieren de otros organismos, invirtiendo suplementariamente los fondos
destinados al pago de esas obligaciones, originando un verdadero caos en la
contabilidad de las empresas acreedoras, afectando las recaudaciones de la
hacienda y anulando los efectos de la planificación. Hay que desarraigar
radicalmente tales métodos.
(51, 13)

La Revolución no tiene por qué andar con paños tibios. ¡Ya está bueno de
pañitos tibios! Las cosas por su nombre: al pan, pan; al vino, vino. Vamos a
vivir disciplinadamente, ordenadamente, revolucionariamente, y a construir un
mundo justo. Ya lo estamos haciendo. Estamos construyendo un mundo justo, y
en nombre de ese mundo nos enfrentaremos con quien sea. En nombre de ese
mundo justo, sin que le quepa a nadie la menor duda de la razón que nos
asiste, tomaremos siempre las medidas que sean necesarias.
Porque ya tenemos un pueblo que comprende. Nuestro pueblo tiene cada día
un sentido más desarrollado de la justicia, de los deberes sociales, tiene una

109
comprensión cada vez mayor. Y esa comprensión impide que nadie pueda
ponerle freno, ni trabas, ni pueda desmoralizarlo.
(60, 15)

El método burocrático de trabajo es un mal contra el cual todos los


revolucionarios debemos estar alertas. Es un mal en el que puede caer
fácilmente, incluso, un buen revolucionario.
Debe ser para el revolucionario una cuestión de principios. Es decir que por
una cuestión de principios el revolucionario debe evitar caer en el método
burocrático de trabajo.
El método burocrático significa gobernar desde arriba. El método burocrático
significa decidir desde arriba. Significa la ausencia de contacto entre el que
administra —entre el que dirige, entre el que gobierna— y las masas. El
contacto con la base y con las masas hace que se reduzcan al mínimo las
equivocaciones que pueda cometer un gobernante o un funcionario
administrativo. Además, es lo que hace que cuando una medida sea necesaria,
imprescindible, esa medida, su necesidad, sea compartida exactamente igual"
por la masa. Por los que trabajan como por los que dirigen. Hay medidas que
son innecesarias, que si hubiera contacto con las masas no se realizan.
Cuando una medida es imprescindible y necesaria, exige más trabajo. Si las
masas están conscientes de esa necesidad, entonces, por difícil que sea, esa
necesidad se satisface, esa medida se lleva adelante.
Cualquier iniciativa, por modesta que sea, siempre debe ser llevada a la
masa. La Revolución nos ha enseñado a todos nosotros, que lo que se le
plantea al pueblo, y lo que surge del pueblo, inmediatamente cobra una fuerza
arrolladora, y, sin embargo, cualquier cosa que se haga de espaldas al pueblo,
cualquier medida —en un sindicato, en cualquier parte— que se tome de
espaldas a la base, cualquier sacrificio .que se le imponga a la base, crea
malestar y crea disgustos, en la misma medida en que estaría dispuesto a
hacer mucho más cuando se consulta con ella, y cuando se le convence de que
es necesario hacer un esfuerzo, o es necesario hacer un sacrificio. Ese es el
verdadero método revolucionario.
El método burocrático implica el riesgo, incluso, de sacrificar una serie de
principios que son fundamentales para la Revolución. Y, sobre todo, hacerle
perder —renunciar— a lo que es tan fundamental en la Revolución: la iniciativa,
el espíritu creador y el entusiasmo de las masas. Porque una revolución es,
sencillamente, una tarea de pueblo, no es una tarea de funcionarios
administrativos, no es una tarea de dirigentes revolucionarios. Una revolución
es una tarea de pueblo. Y el método burocrático está en contradicción absoluta
con el principio de la revolución socialista. El verdadero revolucionario no
acude al método burocrático, y tiene siempre muy presentes todos estos
problemas.
Cuando se aplica correctamente el método de relación y de consultas con la
masa, infinidad de problemas se obvian, y todo marcha perfectamente bien.

Muchas veces se sabe en la calle, o en el centro de trabajo, lo que no se


sabe desde un cargo de ministro, o desde un alto cargo del Estado. Cuando se
quiere saber sobre muchos temas, sobre muchas cuestiones, no hay un
método mejor que hablar con el pueblo, hablar con el centro de trabajo,
conocer las opiniones, conocer los problemas.

110
(44,7-8)

... anarquismo es lo que estábamos viendo por muchas partes, no socialismo. Y


cuando un obrero se descontenta con esto, se descontenta con razón; porque
no está de acuerdo con el relajo y el relajo no es socialismo. No está de
acuerdo con la arbitrariedad y la arbitrariedad no es socialismo. No está de
acuerdo con el desorden y la anarquía, y el desorden y la anarquía no es
socialismo. A lo que nadie tiene derecho es a querer pasar de contrabando el
relajo, el desorden, el anarquismo y el despotismo, como socialismo; porque
entonces las masas reaccionan contra eso ...
Hay que luchar implacable e incesantemente contra todas las debilidades en
el frente político, en el frente administrativo, en el frente del trabajo, en la
agricultura, en la industria, en dondequiera, en todas partes, tenemos que ser
gladiadores contra todos los defectos, todas las debilidades, luchar
incansablemente. No pensar desde luego que lo vamos a resolver todo
inmediatamente y fácilmente. No nos hagamos ilusiones para que luego no nos
desalentemos en el medio del camino. Partamos a trabajar con la conciencia de
que el trabajo es duro, es largo, es difícil, tiene que ser constante, tenaz, que
vamos a tener dificultades para superar todas nuestras deficiencias, pero
vayamos con el propósito firme de superarlas, para que dentro de un año
estemos mucho mejor que hoy, para que no tengamos que lamentar dentro de
20 años los errores de hoy.
(56, 23; 26-27)

El especulador se presentó allí a ofrecer precios muy superiores, creando así


dificultades al abastecimiento de toda la población, y lo que es peor,
corrompiendo al campesino. Porque lo peor de todas estas cosas es que
corrompen a la gente, le despiertan una ambición desmedida que no se puede
satisfacer sino a costa de sacrificios y sufrimientos del resto de los ciudadanos.
Y ningún individuo dentro de la sociedad puede prescindir de los demás. Nadie
puede prescindir de los demás.
Cuando alguien quiere vivir a costa de las necesidades y de los sufrimientos
de los demás tiene un modo de actuar antisocial, injusto. Se olvida de que él a
su vez, necesita de los demás, porque el que produzca en el campo y quiera
que le paguen diez veces más del precio justo que debe recibir no le gustaría
después que el cigarro que le llevan para fumar se lo cobraran diez veces más,
ni le gustaría que los zapatos y la ropa que le llevan se lo cobrasen diez veces
más, ni le gustaría que la luz brillante que le llevan, la medicina, el arroz, los
frijoles, la sal, el azúcar, los mil productos que él necesita para vivir, se lo
cobren diez veces más. Si nos olvidamos de esto nos habremos olvidado de
que en definitiva todos trabajamos para todos, todos tenemos necesidad de
trabajar para todos.
(62,31-32)

Nadie tiene derecho a matar el tiempo, porque el que mata el tiempo de algo
vive, y está viviendo del tiempo que trabajan los demás. Porque el que come,
calza y viste, y duerme bajo techo la producción, consume en tareas
innecesarias las mejores inteligencias, consume mucho de la energía del
pueblo...
(94, 22; 24)

111
... La Revolución no tiene, pues, por qué hacer ninguna concesión al espíritu
pequeñoburgués. El espíritu pequeñoburgués en la administración pública ha
sido responsable, no solo de que no se aproveche toda la energía creadora e
impulsora del pueblo, sino ha sido responsable de la entronización del
burocratismo en la administración pública. Porque en la mentalidad política de
un pequeñoburgués no cabe otro tipo de revolución que la revolución
burocrática, en la mentalidad de un pequeñoburgués puede prescindirse de las
masas. Y los pequeñoburgueses, ayudando a los pequeñoburgueses,
fomentaron el burocratismo en la administración pública. El pueblo sabe cómo
nuestro Partido está enfrentándose ahora al problema del burocratismo y está
combatiendo el burocratismo.
Es verdad que el burocratismo no es solo un mal nuestro; el burocratismo
existía bajo el capitalismo en sus mejores formas. El burocratismo es un vicio
que amenaza a las revoluciones socialistas, igual que a los capitalistas; pero
las revoluciones socialistas han de saber tomar las medidas para impedir que
ese mal se entronice y cause todo el daño de que es capaz.
(106,14-15)

... la única manera de dignificar el trabajo administrativo es liberando al trabajo


administrativo de la concepción burocrática y del lastre burocrático, de manera
que cada vez sean menos en proporción y cada vez más en eficacia. Esto exige
la superación incesante de los que tengan que dedicarse a actividades neta-
mente administrativas, porque muchas veces la burocracia es consecuencia de
la ineptitud. La ineptitud no es, desde luego, la única causa, pero es una de las
causas; aunque la causa principal es el espíritu pequeñoburgués, es la falta de
conciencia de lo que significan los recursos humanos de un país, la falta de
conciencia de lo que significan los recursos materiales de un país.
Crear burocracia es echar por el vertedero los recursos humanos, es
convertir un hombre o una mujer en un ciudadano inútil y parasitario; es echar
por la borda la energía y la inteligencia humanas, que deben emplearse en
cosas útiles a la sociedad, en cosas útiles a los seres humanos.
(117,14)

Y, sin embargo, nosotros hemos podido ver numerosos jóvenes de esta


generación realizando, con el mayor entusiasmo y con la mayor productividad
y con el mayor espíritu revolucionario, esas tareas. Y hemos visto
numerosísimos ejemplos de este tipo. Pero también al lado de estos ejemplos
vemos, en muchos pueblos, al vago que no produce nada, vemos en muchos
pueblos a hombres fuertes que se dedican a fabricar pirulíes; y, claro,
cualquiera que fabrique pirulíes aquí, cuando la gente tiene dinero, puede
ganar todo el dinero que quiera fabricando y vendiendo pirulíes. Resultado: que
mientras hay decenas de jóvenes bajo el sol abrasador del mediodía
trabajando en los cañaverales, o trabajando en las montañas, o trabajando en
el fango, o trabajando en condiciones durísimas, y que por su trabajo reciben
una modesta remuneración, tenemos aquellos que aspiran no a eso, no a
trabajar para la sociedad, sino a vivir del trabajo de la sociedad; aspiran a vivir
del trabajo de esos, del que está al mediodía en el cañaveral, o el que está en
los pantanos donde se produce el berro.

112
¿Y por qué? Porque vendiendo pirulíes o vendiendo refrescos, o vendiendo
frituras, va a ganar diez veces lo que está ganando aquel que está bajo el sol
abrasador. Pero es el del sol, el que trabaja al sol abrasador quien crea las
riquezas, quien crea los bienes de los cuales aquel recibe una parte súper
privilegiada.
Y lo que resulta es que muchas veces una actividad parasitaria surge donde
hay una deficiencia en la economía estatal, o donde un servicio no se presta
debidamente,
(119,13-14)

La lucha del proletariado con los grandes propietarios es una tarea


relativamente fácil, pero sería un grave error de la Revolución bajar la guardia,
descuidarse, y dar lugar a que surja dentro de la sociedad, innecesariamente,
una multitud de decenas de miles, de pequeños comerciantes: es decir,
integrar una masa más numerosa contra los cuales la lucha habría de ser más
dolorosa todavía. Porque la lucha, a nadie le quede duda, que siempre que se
le presente al pueblo, la Revolución tendrá que afrontarla. Y tendrá que llevarla
a cabo con inteligencia sí, pero sin vacilación de ninguna clase.
La Revolución de los trabajadores tiene que llegar hasta el final, la
Revolución de los trabajadores ha de estar vigilante para que no se desarrollen
problemas, no se desarrollen vicios, no se desarrollen males, que den lugar en
el futuro a dolorosas nuevas batallas en el seno de la sociedad.
Hacemos un llamado, precisamente a la conciencia, al espíritu de análisis del
pueblo, a su espíritu de vigilancia, a la necesidad de formar conciencia. Porque
muchas veces el ciudadano del pueblo comprende un mal, o dos, o tres, o
cuatro, o diez, pero pasa por el lado de dos, de cuatro, de diez, de otros males
sin tener una conciencia clara de que eso constituye un mal.
Es necesario pues que las masas participen, que las masas comprendan la
necesidad que tiene el proceso revolucionario de llevar adelante una lucha
consecuente, siempre alerta, siempre vigilante, siempre previsora. Que el mal
del burocratismo surge: salirle al paso y combatirlo, siempre alertas, siempre
vigilantes, siempre previsores. Que surge el mal de otro tipo como es la
proliferación del pequeño comercio: salirle al paso, siempre alertas, siempre
vigilantes, siempre previsores.
Y con eso nos evitaremos medidas traumáticas, con eso nos evitaremos en el
futuro medidas dolorosas. El mal que se puede prevenir a tiempo impide a
tiempo remedios drásticos, impide a tiempo terapéuticas radicales, es decir,
remedios quirúrgicos. Y no debe ser, en los años futuros, que la Revolución
tenga que hacer leyes como las que hizo en los primeros tiempos.
Creemos que los problemas de hoy, si los analizamos, si los meditamos, si
discutimos, se pueden todos ir resolviendo poco a poco sin crear ninguna
situación dolorosa, sin crear ninguna situación traumática, sin que nadie se
quede en la calle.
La Revolución tiene derecho a aspirar a desarrollar en el pueblo las
actividades productivas, la Revolución tiene el derecho y la obligación a pensar
en un futuro, o en una futura sociedad, donde todos los que puedan trabajar
trabajen, donde todos los que tengan juventud, salud y edad suficiente para
trabajar, trabajen.
Nuestra sociedad futura debe ser una sociedad de trabajadores todos, que
no quede ni un uno por ciento, que no quede ni un uno por mil, que no quede

113
ni un uno por millón de parásitos en esta sociedad futura. Porque si tenemos
uno por millón de parásitos en esta sociedad del futuro la obra de la Revolución
no se podrá considerar cumplida.
Y nosotros debemos luchar consecuentemente por crear esa futura
sociedad. Es cierto que hay que ser pacientes, hay que ser tenaces, hay que
ser constantes, para lograr a largo plazo estos «grandes objetivos históricos,
pero estoy seguro de que si nos lo (proponemos, como todo lo que se ha
propuesto hasta hoy nuestro pueblo, lo lograremos.
(121,24-25)

La burocracia es un mal de los dos sistemas, tanto del socialismo 'como del
capitalismo. Como podemos utilizar mejor los recursos humanos, creo que
vamos a ganar esta batalla. A mi entender, lo más irracional del capitalismo es
la existencia del desempleo. El capitalismo desarrolla la tecnología y subutiliza
los recursos humanos. Puede ser que el socialismo no utilice los recursos
humanos de manera óptima todavía; sin embargo, no somete al ser humano a
la humillación del desempleo, y vamos avanzando cada vez más en eficiencia y
productividad del trabajo.
(269,47)

Si de algo se puede reprochar a esta Revolución, no es ni mucho menos de


haber sido extremista, sino, en todo caso, de no haber sido lo suficientemente
radical. Y no debemos perder oportunidad ni dejar pasar la hora ni el momento
de radicalizar cada vez más a esta Revolución...
(126.47)

Y si el imperialismo hace lo indecible por crear obstáculos a la Revolución, y


nosotros los medios que tenemos no los aprovechamos de una manera
correcta, de una manera consciente, de una manera responsable, si no los
economizamos, si no los cuidamos, si no los empleamos de manera correcta, si
hacemos cualquier barbaridad con cualquier cosa, si no nos molestamos ni
siquiera por recuperar el aceite para mandarlo a la planta de recuperación de
aceite, si una goma no la mandamos a reparar, si otra se poncha y seguimos
con ella ponchada, y si a una goma de tractor se le hace un hoyo y no la
mandamos a vulcanizar y, sencillamente, la sacamos y buscamos otra y
colgamos la máquina; si hacemos todas esas cosas y otras similares, entonces
con ello lo que estamos es ayudando a los que quieren hundir la Revolución,
ayudando a los imperialistas, incrementando las dificultades.
Me acuerdo en los primeros tiempos de la Revolución ciertas tendencias de
minimizar las dificultades. ¿Que surgía una agresión imperialista? No, no hay
problema, eso se resuelve, porque tenemos la ayuda del campo socialista.
Bien: era cierto, teníamos la ayuda del campo socialista. En circunstancias de
la agresión económica, cuando nos quitaron la cuota, todos aquellos
problemas, cuando nos quitaron el petróleo, esa ayuda fue un hecho decisivo,
digno de resaltarse.
Pero al lado de eso, el riesgo de crear la mentalidad o de que se creara la
mentalidad de que no había problemas, de que no había dificultades y que
todas las dificultades podrían resolverse como por arte de magia. En lo que se
relacionaba con la defensa, también más de una vez nosotros hablamos contra
el uso y abuso que algunas personas hacían de la imaginación o de la

114
suposición de que tampoco había peligro, y de que en la defensa había que
confiarlo todo en la cosa de afuera, y que en la defensa todo era depender de
los cohetes, y cosas por el estilo.
Y a nosotros siempre nos parecía eso muy mal, porque lo que se consigue
con todo eso es debilitar el propio espíritu, desarmarse, minimizar los peligros,
y no prepararse adecuadamente para la lucha en todas las condiciones y aun
en las más difíciles.
Estos ejemplos que he señalado se semejan mucho a lo que decíamos
anteriormente de cómo si se pone el énfasis en lo fácil, o si se pone el énfasis
en las dificultades que no son culpa nuestra, el resultado es que olvidemos las
dificultades o la culpa nuestra en las dificultades, en la culpa que tenemos
todos en las dificultades, y en que minimicemos el esfuerzo que debemos
hacer por nuestra parte para la superación de esas dificultades,
independientemente de las dificultades objetivas.
De manera que nosotros muchas veces ayudamos al enemigo, ayudamos el
trabajo del enemigo, y no nos comportamos como debemos comportarnos en
esta lucha, i No nos comportamos como debemos comportarnos frente a los
obstáculos y a las dificultades, muy reales, a las realidades del mundo en que
vivimos, y a nuestras propias realidades!
Es decir que ese éxodo hacia muchas industrias, ese gran éxodo, una buena
parte del éxodo ha pasado hacia la improductividad, Y ese es, señores, el barril
sin fondo que se puede tragar todos los recursos humanos del país. Y lo que se
traga los recursos humanos del país, se traga la riqueza del país, se traga el
bienestar del país, se traga los bienes materiales que tan imperiosamente
necesitamos. Porque si bien es cierto que muchos, o una parte importante de
nuestros problemas no los resolvemos solamente con recursos humanos, hay
que decir que una gran parte de nuestros problemas hoy están en dependencia
de los recursos humanos y del uso adecuado y correcto de los recursos
humanos en renglones que son decisivos y que son prioritarios para la
economía.
(147,8-9, 31)

Por ejemplo, en las discusiones de los municipios, muchos planteaban que


hay exceso de plantilla, han descubierto exceso de plantilla. No, no, todavía
nadie ha descubierto exceso de plantilla. No, porque el día que descubran
exceso de plantilla, descubrirán que sobra el 70% en muchas oficinas, por las
razones que sean, porque también hemos inventado las estadísticas de un tipo
oficiales, las estadísticas de otro tipo, y así, se ha ido estudiando todo eso.
¡Pero ustedes no se imaginan cuánta gente sobra! Muchas veces he tratado de
desentrañar los misterios estos de los calificadores de cargo, y ese cargo
inventado exclusivamente para un hombre, que no puede darle contenido de
trabajo durante ocho horas. Debe haber un montón de factores incidiendo en
eso, sobre las estadísticas, los calificadores, los inventos que se han hecho
aquí, de todas clases; los vicios de todo tipo que se han introducido, y que,
desde luego, si no tomamos conciencia de ellos y no los erradicamos, no
podemos construir el socialismo.
Es la primera vez en la historia de la Revolución que el Partido descubre que
sobra gente, porque hasta ahora el Partido ignoraba que sobraba la gente en
muchos centros de trabajo, Los militantes del Partido ignoraban que sobraba la

115
gente. Esa es la verdad. Esa es una toma de conciencia nueva, como muchas
que estamos haciendo en este proceso.
Yo siempre lo he dicho: no hay nada más triste que subutilizar el recurso
humano, con tantas cosas como pueden hacerse; porque debe ser tarea de la
Revolución buscar nuevas fuentes de producción y de servicio para emplear el
personal, es un deber del Estado socialista. Pero la peor de todas las fórmulas
es la de inflar las plantillas, porque degenera a la gente, corrompe a la gente,
los enseña a no trabajar, los enseña a hacer entre tres lo que puede hacer un
hombre. ..
(286, 2da sesión, 142; 152-153)

El economicismo es un vicio sembrado en el seno de los trabajadores por los


burgueses y por los capitalistas. El economicismo sería indigno de una clase
obrera revolucionaria que piensa en hoy, pero que tiene el deber más sagrado
todavía de pensar en el mañana; que piensa en la generación presente, pero
que piensa más todavía en las generaciones futuras...
(173,1)

Estas cosas tienen que preocuparnos. Estas son manifestaciones capitalistas,


son burguesas, son antisocialistas, son anticomunistas, son
antinternacionalistas, y promueven la corrupción. Pero esa corrupción no se
promueve solo alrededor de esas cosas neocapitalistas, ¡no!, se promueven
también alrededor de actividades que son socialistas, alrededor de actividades
que son netamente socialistas, como resultado de descontroles, debilidades y
falta de exigencia.
Bueno, hoy no tenemos a los capitalistas, hoy es el pueblo el que tiene que
administrar sus bienes. Es grave para el pueblo toda manifestación de
corrupción de este tipo, no puede tolerarlo, no puede permitirlo. Creo que debe
ir sumándose la experiencia, los mayores controles que tenemos hoy; pero
tenemos que multiplicarlos, incrementarlos y librar una lucha implacable,
porque el socialismo no puede permitir que ese cáncer lo corroa, que ese
cáncer lo devore, porque son miles y miles de instalaciones, decenas de miles
las que hay que administrar. Y cuando se roba, se le está robando al pueblo, a
nadie más que al pueblo. Y roba gente de ese tipo, de mala calaña. ¿Se puede
contar con ese hombre para defender la patria, para tomar un fusil? Ese
lumpen es la base de la contrarrevolución y la traición a la patria.
(252,118:191)

Pero podríamos haber hecho un mejor uso de nuestros recursos y nuestros


esfuerzos; nuestro trabajo ha estado muy lejos de ser óptimo. Subsisten
evidentes deficiencias y fallas que debemos señalarlas por su nombre y
combatirlas con toda energía. ¡Solo así seremos dignos de llamarnos
comunistas!
¡Solo así podremos avanzar a pasos cada vez más rápidos y sólidos!
(277,31)
Algunas de las cosas que han originado estos problemas las hemos creado
nosotros mismos y debemos también saberlas rectificar oportunamente,
porque hay gente que confunde lamentablemente los ingresos del trabajo y los
de la especulación y el de chanchullos que lindan con el robo o constituyen
verdaderos robos.

116
Igual que hay algunos de nuestros directores de empresas que se nos han
convertido en unos empresarios de pacotilla, tipo capitalista. Porque lo primero
que tiene que preguntarse un cuadro
revolucionario, un cuadro socialista, un cuadro comunista, no es si su empresa
gana más, sino cómo gana más el país. Desde el momento en que tengamos
supuestos empresarios que se preocupen más de la empresa que de los
intereses del país, tenemos un capitalista de cuerpo entero. Para eso no se hizo
el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía, para empezar a jugar al
capitalismo; y algunos juegan bochornosamente al capitalismo, lo sabemos, lo
vemos. Esas cosas tienen que ser rectificadas.
Y, desde luego, esta es una lucha. Cuando hablamos del Programa del
Partido, cuando hablamos del congreso y de las medidas, significa no que
vamos a hacer una campaña hoy, y olvidarnos después, no. Nosotros no
queremos hacer una revolución cultural aquí, no queremos resolver los
problemas mediante métodos extremistas y lanzar las masas contra los
responsables de tales hechos irritantes. Estoy sin embargo convencido de que
las masas organizadas y disciplinadamente son las que pueden ayudar a ganar
esta batalla, y entre las masas, la masa de nuestro Partido y de nuestra
juventud comunista. Esto requiere también más vigilancia de los comités,
porque el comité sabe lo que pasa, si de repente un tipo empieza a hacer una
supercasa, y si después además la vende por cualquier cantidad de dinero.
No podemos adaptarnos a lo mal hecho. No podemos entrar en esas
confusiones. ¿Puede alguien aquí estar haciendo un chanchullo sin que lo vea
el pueblo, sin que lo vean las masas? No queremos lanzar a las masas, repito,
contra los responsables para que ellas por sí mismas pongan fin a estas
actividades, porque tenemos el Partido, tenemos la juventud, tenemos las
organizaciones; lo que debemos es llevar a cabo una lucha sistemática, seria y
tenaz, presionando de arriba hacia abajo, ¡y de abajo hacia arriba!, con mucha
fuerza.
Nuestro Partido tiene que estar alerta, ¡muy alerta! Tenemos medio millón de
militantes del Partido, entre militantes y aspirantes, una fuerza tremenda — ¡si
nosotros, cuando empezamos la lucha contra la tiranía, hubiéramos tenido una
organización de medio millón de militantes!—; más otro medio millón de
militantes de la juventud, qué fuerza increíble; las organizaciones de masas, los
millones de hombres y mujeres organizados en los sindicatos, los Comités de
Defensa, la federación, los pioneros, ¡una fuerza tremenda, increíble!, con ella
realmente bien utilizada podemos ir poniéndoles fin a todas esas cosas sin
extremismos; no tenemos que caer en ningún extremismo, ni en campañas de
unos meses, ¡no!, esta tiene que ser una lucha sostenida. Como les decía a los
pioneros, hay que seguir luchando contra la reminiscencia del viejo sistema,
contra la reminiscencia del capitalismo, de la ideología del capitalismo, contra
el parasitismo, contra los privilegios, contra esa tendencia a recibir bienes sin
proporción al trabajo que se aporta a la sociedad...
(278, 23; 25-26)

Creo que el mercado libre campesino va a pasar sin glorias y habiéndonos


dejado una gran lección y no pocos daños, no sé cuántos millonarios por ahí.
Rectificaremos lo que incuestionablemente fue una decisión equivocada; es de
sabio rectificar, y cuanto más pronto se rectifique mejor.

117
Nuestra lucha contra estos elementos neocapitalistas que han surgido no se
limita a esta reunión con los cooperativistas, no se limitará a la supresión del
mercado libre campesino, no; vamos a luchar en todos los frentes y en todas
partes contra todas estas tendencias y todas estas manifestaciones.
En general, creo que esta política más rigurosa contra todas las
deformaciones va a ir cercando a ese enemigo burgués que todavía queda, a
esos elementos con mentalidad mercantilista que quieren lucrar con el sudor
del pueblo revolucionario; los vamos a ir cercando rigurosamente.

...

Los obreros nos tienen que ayudar también, porque se pueden producir
distorsiones y se pueden producir prácticas que son también corruptivas de
nuestra clase obrera y costosas al país ...
Pero los obreros no tienen la culpa de eso, la culpa la tiene el personal
dirigente, la tiene el personal administrativo; la culpa la tienen los
administradores, que han caído en todas esas prácticas demagógicas. Porque
siempre es mucho más fácil acceder a las cosas, hacer el papel de bueno, a
tener que adoptar una actitud enérgica, una actitud seria, responsable,
revolucionaria, una actitud comunista, y decir: esto debe ser así y no de esta
forma. Ha faltado carácter, ha faltado voluntad y responsabilidad.
Creo que las empresas del Estado tienen mucha culpa en parte de los
problemas en las cooperativas que hemos estado analizando aquí, y tienen
también culpa en un cierto proceso de corrupción de nuestra clase obrera,
pagando salarios que no están en proporción con el trabajo. Hay algunos
centros —eso aparece en las asambleas de los análisis que hizo el Partido—
donde hay trabajadores cobrando cinco y seis normas. Que un trabajador, un
colectivo completo pueda hacer el doble y hasta el triple, eso es realmente
absurdo y demuestra la flojera, la falta de exigencia. ¡Contra todas esas cosas
estamos luchando y vamos a luchar en esta batallar que estamos librando y
que tenemos que ganar!
Realmente, algunas experiencias, algunas fórmulas han traído la idea de que
esto fuera un regreso al capitalismo, o a métodos capitalistas, o al estilo
capitalista. Por eso yo decía el día 19 de abril que algunos se comportaban
como capitalistas de pacotilla, porque no tenían ni siquiera la eficiencia de los
capitalistas y tenían los vicios y la anarquía de los capitalistas.
En el esfuerzo por buscar la eficiencia económica hemos creado el caldo de
cultivo de un montón de vicios y deformaciones, y lo que es peor,
¡corrupciones! Eso es lo que duele. Todo eso puede mellar el filo revolucionario
del pueblo, de nuestros trabajadores, de nuestros campesinos. Y eso sí es muy
malo, porque debilita a la Revolución no solo políticamente, incluso
militarmente la debilita; porque si nosotros tenemos una clase obrera que se
deja llevar nada más por el dinero, que empieza a ser envilecida por el dinero,
que no actúa más que por el dinero, entonces estamos mal, porque de ese tipo
de hombre no sale un defensor óptimo de la Revolución y de la patria.
Cosas nuevas se aprenden constantemente en el proceso revolucionario. Así,
la rectificación de determinados errores ha creado otros errores, la rectificación
de determinados vicios ha creado otros vicios. Pero —como decía— la
Revolución tiene ya suficiente experiencia para saber rectificar esos errores sin
caer en otros, para saber rectificar esos vicios sin caer en otros...

118
(279, 69; 71-72; 73)

... Errores de la Revolución han contribuido a estas cosas negativas que


tenemos que combatir, porque así no se construye el socialismo, corrompiendo
a la gente no se construye el socialismo, entregando dinero fácil a la gente no
se construye el socialismo, renunciando a la conciencia no se construye el
socialismo. No es que esté en contra de los estímulos materiales. Los estímulos
materiales son necesarios en determinada medida como un reconocimiento de
la sociedad a aquellos que hacen el mayor esfuerzo, que aportan más. Pero el
error está en creer que el hombre solo se mueve por estímulos materiales y
que las grandes obras de la historia solo se hacen con estímulos materiales, o
que el socialismo se puede construir con estímulos, y con estímulos materiales
solo y exclusivamente se construye el capitalismo.
Y puedo afirmar esto porque todo lo que recuerdo de la Revolución me
enseña que las mejores cosas que la Revolución ha hecho las hizo
precisamente a base de factores morales.
(280,84)

... Así que... si nosotros mismos nos hemos equivocado. ¿Qué podemos
esperar, que no se equivoquen los periodistas? ¿Qué podemos esperar, que no
se equivoque mucha gente? Si nosotros nos hemos equivocado, que tenemos
la responsabilidad de trazar las pautas de dirigir, si nosotros hemos hecho las
cosas mal hechas. No tenemos, realmente, no tenemos por qué asombrarnos
que las equivocaciones se cometan en cadena en muchas partes y que se
equivoquen los campesinos, se equivoquen los trabajadores, se equivoquen los
sindicatos. Porque parecía una campanada aquí en favor del economicismo, del
capitalismo, del liberalismo. Me imagino que mucha gente debe haber tenido
dudas; dirían, ¿esto es el socialismo?
Yo estoy seguro de que vamos a salir fortalecidos. Como todo, como cada
uno de los problemas que hemos tenido a lo largo de la Revolución nos han
fortalecido. Las amenazas de Reagan nos fortalecieron, a todas estas cosas
creo que les vamos a sacar provecho, es una gran lección que demuestra que
hay cosas con las que no se puede jugar, que hay cosas que son demasiado
serias, que hay cosas que son demasiado sagradas, que no se pueden cometer
descuidos con relación a ellas.
(283, 171; 176-177)

No debemos confundirnos, ¡no debemos confundirnos!, debemos saber dónde


están las causas subjetivas y debemos luchar sin tregua contra los factores
subjetivos que debilitan la calidad de un servicio, que producen ineficiencias,
que producen problemas; ser implacables, intransigentes, incansables, pero no
caer en el error de confundir factores subjetivos con factores objetivos, e
imaginarnos que un producto es caro porque alguien se está robando el dinero,
o porque alguien quiere hacer sufrir a los demás.
Por eso les decía que en estas batallas hay que tener muerto cuidado de no
dejarse confundir, ni permitir que nadie confunda a las masas, y que no
mezclen nuestras batallas por la rectificación y contra las tendencias
negativas, la batalla que estamos librando y que vamos a librar cada vez con
más fuerza, con las porquerías contrarrevolucionarias, o con las babeantes
filosofías de la contrarrevolución y el capitalismo; que no mezclen el trigo con

119
la cizaña, que son dos cosas muy diferentes, no debemos permitirlo, y ustedes
no lo permitirán, compañeros de los CDR.
La lucha contra las tendencias negativas y la lucha contra los errores
cometidos continuarán indefectiblemente, porque tenemos el deber sagrado de
perfeccionar todo lo que hacemos, perfeccionar la Revolución; tenemos el
deber sagrado de no estar satisfechos jamás, ni siquiera cuando creamos que
estamos haciendo las cosas bien hechas, mucho menos vamos a estar
satisfechos cuando sabemos que no están haciéndose todas las cosas lo bien
hechas que tienen que hacerse.
... hay que discutir, dialogar, persuadir, convencer. Y podemos hacerlo porque
tenemos todas las razones del mundo, todas las razones históricas: la moral, la
dignidad, la justicia, todos los principios más hermosos por los cuales puede
haber luchado el hombre: por el socialismo, por el comunismo. Tenemos la
doctrina más fuerte, la más completa, la más revolucionaria, ¡el marxismo-
leninismo!
No podrá venir nadie con sus viejas teorías, sus podridas teorías a
engañarnos, a confundirnos. Eso no podemos permitirlo. Y hay que estar
preparados, debemos estar preparados, y entre ellos los CDR, no solo el
Partido, cuyo Congreso se clausura el 2 de diciembre. Tenemos que estar
preparados para esa lucha de tipo ideológico, para que no se hagan ni la menor
ilusión los enemigos de la Revolución.
¿O es que acaso la Revolución no quiere que los obreros tengan cada vez
mejores condiciones de vida y no lucha por eso? Luchamos contra el engaño de
vivir en la luna, luchamos contra el engaño de creer que podemos nadar en
dinero sin respuesta material a todo ese dinero. El primer engañado es el
propio trabajador al que le dan dinero, casi lo compran con dinero y lo compran
a base de dinero, de papeles, convirtiendo el dinero en papel.
Claro, cuando hay que rectificar vienen entonces dificultades, porque es
doloroso si es un obrero, pues no se trata de un chanchullero, él está allí al pie
de una máquina y haciendo un esfuerzo, solo que la Revolución por aquel
esfuerzo hoy no puede darle tal contrapartida en dinero, porque no hay
contrapartida en bienes, y se crean todos estos problemas de que hemos
estado hablando, es doloroso. Por eso nosotros dijimos: que todos estos pasos
se den con cuidado, que se discutan políticamente, que se analicen todos los
problemas, que no nos precipitemos en este proceso de rectificación. Porque es
fácil hacer el papel de Rey Mago, de bondadoso, de repartidor de dinero; que
es como el que repartiera marihuana, sí, y le diga: mira, fúmate ese cigarro y
empieza a soñar que vives ya en el paraíso terrenal; que volvieron a la época
de Adán y Eva, al primer día aquel de que habla la Biblia: alargaban la mano,
agarraban manzanas, peras, uvas, y agarraron después otras cosas y vino el
pecado original.
Ahora, esos problemas se crearon y fue necesario rectificarlos, y eso puede
ocasionar descontento en ciertos sectores, lógicamente; algunos sin ninguna
justificación, como los especuladores; ahora, puede afectar a un trabajador, y
eso sí es doloroso, y son las consecuencias de irresponsabilidades, de falta de
exigencia, de demagogia, de politiquería; porque pararse delante de un grupo
a discutir: "esto no es correcto..." No, es más fácil levantar la bandera de la
reivindicación que la bandera de la rectificación: hace falta valor. Y por eso
decimos: todo lo que hagamos hay que hacerlo con cuidado, con prudencia, sin
bandazos, sin extremismos de ninguna clase.

120
Y es posible que se cometan errores en el proceso de rectificación y de lucha
contra las cosas mal hechas; pero si cometemos errores en el proceso de
rectificación, debemos tener la valentía de rectificar los errores que cometamos
en ese proceso también, ¡sí señor! Y estaremos atentos, estaremos atentos
siempre a cualquier error, rectificarlo y luchar por la rectificación de los errores.
Nosotros seguiremos en esa lucha. El dinero para nosotros es un medio de
distribución, de intercambio; pero tenemos los valores revolucionarios, que son
los que obran milagros, y toda la vida hemos visto los milagros de los valores,
de la escala de valores revolucionarios. Hemos visto a los hombres hacer
esfuerzos, sacrificios increíbles por determinadas ideas, por determinados
valores morales. Hay que acudir a esos valores...
La rectificación no es un deporte, la rectificación es apartarnos de un camino
erróneo, la rectificación es apartarnos de un montón de vicios y de tendencias
negativas, la rectificación es apartarnos del derroche, el despilfarro, la
prodigalidad con los recursos humanos, materiales, el dinero, todas esas cosas
y encontrar soluciones estratégicas al desarrollo de la Revolución. De lo
contrario, esto es un ejercicio espiritual lo que hemos hecho con un programa.
Ese programa exige desarrollo y el desarrollo no se logra trabajando cuatro
horas. Luego, nosotros vamos a tener que hacer una enorme cruzada en favor
del trabajo.
(286, 3ra sesión, 292-293)

No fue incorrecto lo que hicimos, rectificar los errores que habíamos cometido
en la primera etapa de la Revolución fue muy correcto. Pero nosotros todos
tenemos responsabilidad en muchas de estas medidas, ¿no? Algunas se
inventaron, las inventó la gente por su cuenta, en el camino; pero nosotros
tenemos responsabilidad, todos tenemos responsabilidades en esto, y ninguno
de nosotros se ha reblandecido ni se ha acomodado ni mucho menos. Y suerte
que tenemos el Partido.
(286, 4ta sesión, 194)

... ¡Qué clase de socialismo era el que íbamos a construir nosotros por esos
derroteros! ¿Qué ideología era esa? Yo quiero saberlo, ¿y si esos métodos no
conducían a un sistema peor que el del capitalismo, en vez de conducir
realmente al socialismo y al comunismo? Aquel relajo casi universal en que
cualquiera agarraba cualquier cosa, lo mismo una grúa que un camión. Se
estaban volviendo cosas habituales. Estaba generalizándose.
Si eso no se combate con toda la energía, conduce al escepticismo en las
masas, conduce al desaliento, conduce a la desmoralización, conduce al
descrédito de las ideas y de los objetivos de nuestro proceso revolucionario;
eso es grave, pero muy grave. De ese tema se habló, y es un tema del que se
puede hablar mucho en realidad, sobre algunos conceptos esenciales acerca de
qué es el socialismo y cómo se construye el socialismo.
... Nuestro Partido ha explicado con una gran franqueza y con una gran valentía
qué .errores ha cometido y cómo los ha cometido; cómo cometimos en
determinado momento ciertos errores, quizás de extremismo llamémosles,
digamos, de idealismo. Y después estábamos cometiendo errores peores,
realmente peores, más graves, de más consecuencias, porque los otros podían
ser errores reversibles; pero errores como estos que he estado mencionando, a
partir de un momento dado, se podían hacer irreversibles. A tiempo había que

121
rectificarlos, no solo en aras de nuestro propio proceso, sino en aras del
proceso revolucionario en general, porque la construcción de una sociedad
nueva, la construcción del socialismo, el camino del comunismo es nuevo
enteramente para el hombre, es una experiencia nueva, reciente, muy
reciente, que debe ser enriquecida en la teoría y en la práctica
constantemente.
Hemos vivido la experiencia, ya hemos vivido dos experiencias, la anterior y
esta, la dos; hemos visto las consecuencias negativas de las dos, y podríamos
ver incluso algunas cosas positivas, de las dos.
Aquí hemos incurrido en dos tipos de ilusiones. Cuando se promulgó la
Constitución, se llevó a cabo la división político-administrativa y se
desarrollaron los Poderes Populares, que fue un gran avance, sin duda, se
originó la creencia ingenua de que a partir de esas innovaciones y de esos
avances el Estado iba a funcionar de una manera perfecta, casi
automáticamente. Después se fue viendo que esto requería un trabajo político
muy importante, un trabajo inmenso del Partido.
Por otro lado, en la esfera de la producción material y de los servicios,
especialmente en la esfera de la producción material, se llegó a la creencia de
que todo marcharía a la perfección con el Sistema de Dirección y Planificación
de la Economía, con la vinculación del salario y el trabajo, la panacea que lo
resolvería todo y casi casi iba a construir el socialismo.
Eso explica también, en parte, la desorientación del Partido. Solo esa
creencia bastante ciega en los mecanismos,' esa falta de claridad en la idea de
que la construcción del socialismo y del comunismo es fundamentalmente una
tarea política y revolucionaria, explica —no lo explica todo, pero explica en
cierta forma, o explica en parte— que a la vista de muchos militantes y muchos
cuadros del Partido hayan pasado inadvertidos, como regla, estos fenómenos
que estamos abordando. Aunque estoy seguro también de que muchos
militantes, por la confianza, por el sentido de la disciplina, y puesto que las
decisiones fundamentales en la esfera económica se tomaron en un Congreso,
y puesto que estas decisiones emanaban de la Dirección del Partido, pues
seguramente creían que eso tenía que ser así y que era correcto, que eso
formaba parte de ese Sistema de Dirección de la Economía.
Pero aquí, en este país, ningún cuadro, ningún dirigente había pasado nunca
por ninguna de estas experiencias en la construcción del socialismo y los
conocimientos que tenían algunos eran, en todo caso, teóricos, simplemente
teóricos, y pudiéramos decir, incluso, que demasiado teóricos; nadie tenía una
experiencia práctica real en las condiciones de un país como el nuestro, con los
niveles de desarrollo nuestro, con nuestros problemas específicos. Nadie sabía,
ni estaba en condiciones de saber cómo iban a funcionar esos mecanismos, y
de ahí es que ahora hayamos sacado la lección.
... ¿Cómo íbamos a resolver nosotros los problemas de la producción material y
del desarrollo del país? Aparentemente, nos imaginábamos que disfrazando a
un individuo de capitalista íbamos a lograr una producción eficiente en la
fábrica, y empezamos a jugar al capitalismo, en cierta forma. Porque en el
socialismo únicamente se podría disfrazar a un administrador de capitalista, si
usted lo quiere hacer capitalista, tendría que hacerlo propietario de la fábrica y
más nada, volver al sistema capitalista, buscar a un merolico supereficiente allí
y hacerlo dueño.

122
En las condiciones del socialismo, únicamente es posible disfrazar a un
administrador de capitalista, lo único que puede hacerse es disfrazarlo, creer
entonces que va a ser por ello eficiente. Y los tipos disfrazados de capitalistas,
muchos compañeros nuestros disfrazados de capitalistas empezaron a actuar
como capitalistas, pero sin la eficiencia de los capitalistas. Porque los
capitalistas cuidan mucho mejor sus fábricas y cuidan mucho mejor su dinero,
andan en competencia con otros capitalistas; si producen una basurita, no hay
quien se la compre, y si son irrentables, se arruinan, los demandan y les quitan
las propiedades, pierden su condición de administradores y de propietarios.
Creían que disfrazando a un individuo de capitalista iban a lograr la eficiencia
en una fábrica; lo que lograron en muchos casos, con esas creencias absurdas,
realmente, fue que esos compañeros empezaran a actuar como capitalistas;
¡no reduciendo los costos de producción!, como hace el capitalista, ¡no
elaborando productos de más calidad!, como hace el capitalista, porque si no
se arruina en la competencia, no vende, no realiza la mercancía, ¡No
procurando una mejor organización del trabajo, una utilización plena de la
jornada laboral, la disciplina, la exigencia! Los capitalistas que sobreviven en la
competencia exigen y exigen mucho, o no sobreviven.
Nuestro hombre disfrazado de capitalista producía cualquier cosa, se olvidó
de la calidad: si hay que producir 1 000, 1 000; no resolvió la contradicción
entre cantidad y calidad, ni llevó control de calidad, ni le importaba, él iba a
cumplir su plan. Empezó a vender más caro, empezó a robar para ser rentable,
y a última hora poco le importaba que fuera rentable la empresa o la fábrica, si
el Estado venía a fin de año y se hacía cargo de todos sus déficit. ¿Qué
problemas tenía nuestro hombre disfrazado de capitalista? Podía pasarse toda
la vida haciendo el papel de capitalista, sin alcanzar ninguna eficiencia, o
haciendo cambalaches, o haciendo negocios y siendo paternalista, resolviendo
problemas por aquí y por allá.
No voy a decir que todos fueron así, porque sería injusto decir que todos
fueron así. Estoy señalando el problema, que estaba generalizándose bastante,
y se iba a generalizar más, porque no habíamos adaptado a estar delante de
esos problemas y no verlos.
Claro, el problema de la irrentabilidad se generalizó bastante se elevaron los
precios al por mayor de muchos productos, y, sin embargo, eso no hizo
rentable a muchas empresas; a pesar de que repito, se elevaron los precios al
por mayor, ¡ni eso las hacía rentables!, en general se hacían cada vez menos
rentables, eran cae vez menos rentables. Mientras más salario pagaban en ese
caos de normas y más normas, primas y más primas, estos administra dores
disfrazados de capitalistas podían empezar a competir incluso, por los
trabajadores entre sí; pagar más salario, exigir menos, jugar también el papel
de populistas, paternalistas y todo lo que se quiera, a no exigir nada en
absoluto, con todas las consecuencias que eso traía y traería, sobre todo.
Nuestro hombre disfrazado de capitalista no podía resolver esos problemas,
porque no es el capitalismo, ni los método capitalistas lo que en las
condiciones a el socialismo puede busca la eficiencia en una empresa. Y no
estamos renunciando a esa: categorías, ¡no!; no debemos renunciar a la
vinculación en la esfera de la producción material, ya que es imposible en otra
esferas —de eso hablé—, sería absurdo, no podemos renuncia a la vinculación,
ni a la norma, ni a la fórmula socialista del pago según la cantidad y la calidad
del trabajo, ¡cantidad y calidad No debemos renunciar a la idea de la

123
rentabilidad de la empresa ni a la idea del cálculo económico. No estoy en
contra de ninguno de esos mecanismos o categorías, siempre que entendamos
bien que es el trabajo político, el trabajo revolucionario, el sentido de la
responsabilidad de los cuadros, ¡el sentido de la responsabilidad de los
cuadros!, lo que puede hacer posible la eficiencia, y no el disfraz de capitalista
que les habíamos encasquetado a nuestros cuadros administrativos de la
esfera material.
Tenemos que reducir los costos, tenemos que buscar la calidad. Realmente,
no vamos a poner las empresas socialistas a competir unas con otras, porque
eso no tiene nada que ver con la idea y la concepción del socialismo, eso no
tiene nada que ver con el marxismo-leninismo; se puede emular, pero no es la
competencia que tienen los capitalistas entre sí, con sus dramáticas conse-
cuencias cuando no la toman en cuenta.
Si no hay la competencia, si es imposible la motivación que tiene el
propietario en la sociedad capitalista para defender sus intereses personales,
¿qué es lo que puede sustituir eso? Únicamente el sentido de la
responsabilidad del cuadro, de los hombres, no solo ya del colectivo, por el
papel que desempeñan los cuadros; ese hombre que está allí tiene que ser un
comunista. Señores, es ineludible que siendo miembro del Partido o no
siéndolo, ese hombre que está ahí tiene que ser un hombre responsable y tiene
que ser de verdad un comunista, ¡un comunista!, un revolucionario. Y no un
comunista jugando al capitalismo, un comunista disfrazado de capitalista y
actuando como capitalista, o, señores, un capitalista disfrazado de comunista.
Esa rectificación no podemos esperarla de nuestros cuadros administrativos
disfrazados de capitalistas, primero tenemos que quitarles el disfraz, tenemos
que saber seleccionarlos y tenemos que educarlos. No quiero decir que hay
que cambiar a todos los cuadros administrativos, ni mucho menos, hay muchos
buenos; muchos de ellos no tienen la culpa de que los hayan disfrazado y los
hayan puesto a trabajar, a actuar como vulgares capitalistas, y algunos se
tienen que haber deformado.
En este proceso tenemos que hacer que rectifique todo aquel que puede
rectificar, que sea susceptible a la rectificación y adoptar una conducta
realmente comunista.
Admitimos que tenemos que tener un cuadro administrativo y que van a usar
algunos mecanismos. Claro que esos mismos mecanismos hay' que analizarlos,
estudiarlos bien. Más que rechazo, hemos visto repudio entre los mismos
trabajadores, cuando han tomado conciencia de algunos tipos de primas que
les entregaban, han sentido repugnancia. Muchos han renunciado a primas de
ese tipo, porque no tenían ninguna justificación, eran primas locas,
ininteligibles, incomprensibles; un invento para sobornar a la gente, para hacer
el papel de bueno.
Los capitalistas no hacen eso, los capitalistas no sueltan una prima que no
tenga un resultado medidle, exacto y preciso, y un beneficio. Pero nuestros
cuadros disfrazados de capitalistas soltaban primas por todas partes; si en
definitiva no estaban soltando la prima de ellos, estaban soltando la prima del
Estado socialista, y el dinero del pueblo redistribuyéndolo a su antojo, creando
un caos con la remuneración salarial.
(287, 3-5; 6)

124
III. La educación moral y la lucha contra
los comportamientos antisociales
y las actitudes inconsecuentes con la ideología
socialista
... el problema de la conducta moral de un hombre debe ser ajeno al temor al
castigo y debe ser ajeno a la esperanza de un premio eterno. Esto, sin
considerar los demás subproductos de esa enseñanza, en que remitía para un
futuro todos los problemas de esta vida y todos los problemas terrenales, en un
mundo donde el infierno sí estaba teniendo lugar de verdad en medio del dolor
y el sufrimiento humanos, los abusos, las injusticias, la explotación, el crimen,
y todas las cosas que caracterizaban aquella sociedad. Y al hombre el espíritu,
en fin, del conformismo y la sumisión, y sufrir en este mundo los atropellos, los
abusos y la injusticia, era en definitiva una especie de acumulación de méritos
para ganar el cielo ...
(148,18)

Y así son esas reacciones absurdas como si los hombres de la Revolución no


tuviéramos filosofía más que suficiente para comprender esas cosas y darnos
cuenta dónde está la verdadera decencia, dónde está el verdadero
sentimiento, quiénes son realmente capaces de querer, quiénes son realmente
capaces de darse a sí mismos, quiénes son realmente capaces de la
generosidad y el sacrificio, con quiénes se puede contar en las grandes horas
de las naciones, quiénes son los que lo dan todo y están dispuestos a dar más
todavía, están dispuestos a dar su vida. Quiénes son los que experimentan
verdaderos entusiasmos, quiénes son los que en verdad pueden inspirarse en
el amor a una causa, quiénes son los que verdaderamente son capaces de
querer a su patria, quiénes son los que verdaderamente son capaces de
concebir la justicia y quiénes son los egoístas y los frívolos, los que llevan el
alma helada, porque no pueden albergar ese calor que se alberga en el corazón
de los humildes. Que se alberga en el corazón de los que trabajan. En el
corazón de los que saben lo que es el sacrificio. Los que saben qué es sudar.
Qué es esforzarse. Qué es carecer de muchas cosas que se desean. Quiénes
saben lo que es la vida y los trabajos que en la vida se pasan. Quiénes son los
que pueden comprender a los que sufren, porque han sufrido. A los que
trabajan, porque trabajan como ellos, quiénes son en el pueblo los que pueden
comprender a los demás, con profundo sentimiento humano, porque son los
que han vivido lo mismo que los demás, y que han experimentado los mismos
sentimientos que los demás.
... ¿Y quiénes son los que hoy arden de fe? ¿Quiénes son los que hoy arden de
entusiasmo? ¿Quiénes son los que pudiéramos llamar hoy los privilegiados, si
no de la riqueza, del sentimiento? Porque el sentimiento también es una gran
riqueza. El sentimiento es una riqueza mayor que las otras riquezas de orden
material. El sentimiento, quienes puedan tenerlo, quienes puedan
experimentarlo, sobre todo si son sentimientos como estos, de puro amor a
algo, de puro amor a nobles propósitos, de puro amor a su patria. Los que hoy
experimentan esos sentimientos, son los únicos con derecho a llamarse

125
privilegiados, porque tienen lo que otros no son capaces de tener. Y viven
horas de triunfo y de alegría. Horas de triunfo y de alegría, en medio de
sentimientos qué no cambiarían por todo el oro del mundo. Que no cambiarían
por todos los beneficios materiales del mundo.
(17, 10)

La Revolución ha despertado el sentido moral del pueblo, la Revolución ha


despertado la solidaridad humana en los hombres y mujeres de nuestro pueblo,
la Revolución ha abolido el egoísmo y ha convertido la generosidad en la virtud
principal de cada ciudadano, la Revolución ha recogido lo mejor de la nación, la
Revolución ha barrido, la Revolución ha purificado, la Revolución ha
adecentado, la Revolución ha redimido.
(34, 26)

¿Quién ha dicho que el marxismo es la renuncia a los sentimientos humanos, al


compañerismo, al amor al compañero, al respeto al compañero, a la
consideración al compañero? ¿Quién ha dicho que el marxismo es no tener
alma, no tener sentimiento? Si precisamente fue el amor al hombre lo que
engendró el marxismo, fue el amor al hombre, a la humanidad, el deseo de
combatir la desdicha del proletariado, el deseo de combatir la desdicha del
proletariado, el deseo de combatir la miseria, la injusticia, el calvario y toda la
explotación sufrida por el proletariado, lo que hace que de la mente de Carlos
Marx surja el marxismo, cuando precisamente podía surgir el marxismo,
cuando precisamente podía surgir una posibilidad real y más que una
posibilidad real, la necesidad histórica de la Revolución social de la cual fue
intérprete Carlos Marx. Pero, ¿qué lo hizo ser ese intérprete sino el caudal de
sentimientos humanos de hombres como él, como Engels, como Lenin?
Quienes pretendan hacer creer que ser comunista es no tener alma, es tener
del comunista la opinión que tiene un imperialista, un calumniador, un
detractor, porque un comunista tiene que ser antes que nada un hombre
humano y un hombre que sepa valorar a otro hombre y sepa respetar los
sentimientos de otros hombres y sepa respetar la dignidad de otros hombres.
(56, 19-20)

Comunismo es igual a bases objetivas materiales más educación. La


abundancia sola, por sí misma, no formaría un ser humano mejor. La
abundancia equitativamente repartida entre todos, sin explotación, más
educación, es lo que hace a un ser humano superior.
(70, 5)

Los reaccionarios desconfían del hombre, desconfían del ser humano; piensan
que el ser humano es todavía algo así como una bestia, que solo se mueve
azotado por el látigo; piensan que solo es capaz de hacer cosas nobles movido
por un interés exclusivamente egoísta. El revolucionario tiene un concepto
mucho más elevado del hombre, ve al hombre no como una bestia, considera
al hombre capaz de formas superiores de vida, de formas superiores de
conducta, formas superiores de estímulos; el revolucionario cree en el hombre,
cree en los seres humanos. Y si no se cree en el ser humano no se es
revolucionario.
(116,14)

126
Y eso nos, lleva de la mano a un tema, el famoso tema de los estímulos.
Durante mucho tiempo se discutieron teóricamente y parecía que era una
cuestión de metodología, pero a nuestro juicio es una cuestión mucho más
profunda. Y nosotros no creemos que se forma un hombre comunista incitando
la ambición del hombre, el individualismo del hombre, las apetencias
individuales del hombre. ¡Si vamos a fracasar porque creemos en la capacidad
del ser humano, en la capacidad de superarse el ser humano, fracasemos si es
necesario, pero no renunciamos jamás a nuestra fe en el ser humano!
(126, 54)

No habría sido propio de revolucionarios marxista-leninistas desconocer el valor


y la fuerza de estos factores morales de nuestro carácter nacional. Hemos sido,
somos y seremos siempre un pueblo rebelde e indoblegable; hemos sido,
somos y seremos siempre un pueblo luchador y combativo; hemos sido, somos
y seremos un pueblo patriótico. Hoy somos, además, y habremos de serlo
siempre, un pueblo internacionalista.
(230, 8-9)

Muchos se preguntan por qué ese entusiasmo de las masas; por qué esas
múltiples reacciones en los individuos en todas partes. Y hay algo que no se
puede contar, hay algo que no se puede calcular matemáticamente,
multiplicando y dividiendo, sumando y restando, y es los beneficios morales
que la Revolución ha significado para el pueblo; lo que para cada hombre y
mujer de este país, lo que para millones de hombres y mujeres en este país ha
significado por primera vez sentirse seres humanos, sentirse hombres, sentirse
mujeres en todo el cabal concepto de la palabra; lo que ha significado dejar de
ser la nada para ser algo. Porque en aquella vieja sociedad donde unos pocos !
o eran todo, millones de seres humanos no eran nada, millones de seres
humanos eran cero.
Y esto demuestra cómo los hombres son capaces de responder a la
conciencia, cómo los hombres son capaces de responder a los factores
morales. Porque el pueblo ha recibido muchos beneficios materiales, pero ha
recibido también grandes beneficios morales. Y estoy seguro de que si a
muchos hombres humildes de este país les preguntaran: "¿Qué le agradeces
más a la Revolución: que pagues o no pagues la casa, que tengas o no tengas
trabajo? ¿Qué le agradeces más a la Revolución: si los bienes materiales que
has recibido, o los bienes morales que has recibido?", yo estoy seguro de que
muchos, tal vez la inmensa mayoría, diría: "Lo que agradezco a la Revolución
más y por lo que más estoy dispuesto a morir por la Revolución, es porque me
he sentido ser humano con la Revolución, me he sentido un hombre con
dignidad, me he sentido que soy algo en mi pueblo, que soy alguien en mi
patria, me he sentido como no me sentí jamás en el pasado."
Y nosotros tenemos que estimular en el pueblo estos factores de conciencia,
tenemos que estimular en el pueblo estos factores morales, además del
esfuerzo por satisfacer sus necesidades materiales.
(112,10-11)

... ¿Qué otra cosa es deber de la Revolución sino fortalecer la conciencia, elevar
los valores morales del pueblo de toda índole?; sentimiento internacionalista de

127
solidaridad, sentimiento de justicia, de igualdad, de amor a la patria, de amor
al pueblo, el amor a la lucha; la satisfacción de tener delante una tarea grande,
una tarea histórica y cumplirla, enfrentarse a ella, vencer las dificultades. Ese
es el tipo de pueblo que nosotros tenemos que fomentar. Todo lo demás es
ridículo. Y los frutos de marchar demasiado lejos por ese camino se empiezan
ya a vislumbrar también en otras partes.
Seguiremos nuestro camino, construiremos nuestra Revolución y lo haremos
fundamentalmente con nuestro esfuerzo. (Grande es el esfuerzo que tenemos
que hacer! ¡Pueblo que no esté dispuesto a esforzarse, no tiene derecho ni
siquiera a mencionar la palabra independencia, ni siquiera la palabra
soberanía!...
(126, 56)
El ser humano no tiene que preocuparse por cuánto va a vivir, sino para qué
ha vivido y por qué ha luchado, qué objetivos nobles y elevados ha perseguido
a lo largo de su vida. Eso es verdaderamente lo que importa. Y cuando el ser
humano tiene ese sentido moral, sabe que lo que importa es realmente la
dedicación que ha dado a su vida y la obra a la que ha consagrado su vida.
(212, 162)

... Todos somos parte de algo mucho mayor que nosotros, que es la patria, el
pueblo; nuestras vidas son parte de la vida infinita e inmortal de la nación
cubana y de nuestro pueblo revolucionario.
(214,31)

El hombre ha demostrado que es capaz de crecerse y realizar proezas


extraordinarias. La Revolución con su inmensa carga de humanidad, igualdad,
fraternidad, moral y belleza es la más extraordinaria de las proezas del
hombre. Ella nos hace a todos elevarnos hasta llegar a ser superiores a
nosotros mismos. La vida es sin duda un privilegio fabuloso, pero vale la pena
verdaderamente la existencia y adquiere todo su sentido cuando se consagra a
una causa tan noble y justa. Al detenernos un minuto en el camino para mirar
hacia atrás, debemos tomar conciencia del enorme honor que significó para
nuestra generación haber vivido esta época y haber consagrado nuestras
energías a esta hermosa tarea. Como si volviéramos a empezar, miremos
adelante ahora que hemos aprendido tanto para ser mejores y hacer más.
(230, 17-18)

... Eso es lo que tiene el hombre dentro, porque una revolución no se puede
apreciar solo por los edificios, fábricas e instituciones que usted vea, bueno,
este edificio es muy bueno, esta sala de convención, u otros edificios más, o
fábricas o escuelas muy grandes: una revolución se puede apreciar por lo que
el hombre lleva dentro, lo que el hombre lleva dentro es la clave...
(270, 34)

Los imperialistas intentan ridículamente presentar a nuestro país como un


régimen de fuerza. Efectivamente hay fuerza, pero la fuerza no está en las
armas, ni en las leyes, ni en las instituciones del Estado; está en el pueblo, en
las masas, en las convicciones revolucionarias y en la cultura política de cada
ciudadano. La fuerza no está en la mentira ni en la demagogia, sino en la
sinceridad, la verdad y la conciencia. Las armas además las tiene el pueblo y

128
con ellas defiende la Revolución sin torturas, sin crímenes, sin batallones de la
muerte, sin desaparecidos, sin ilegalidades ni arbitrariedades, como ocurre a
diario en los países doblegados al imperialismo para mantener regímenes
reaccionarios de injusticia y opresión. Esto lo empiezan a reconocer hoy hasta
nuestros más enconados enemigos. Ello se debe a las semillas de principios y
ética revolucionaria que sembramos desde el mismo Moneada y que
fructificaron en la guerra de liberación y en el ulterior desarrollo de la
Revolución. Por encima de las montañas de calumnias imperialistas se yergue
firme e invencible la realidad histórica.
(226, 27)

Podríamos decir que la Revolución existe y subsiste, que la Revolución existirá


y sobrevivirá siempre, no por su poder económico, material o por su fuerza,
sino por su moral, por su capacidad de inspirar respeto al enemigo.
(278, 88)

Fueron los principios, fue la moral, fue el espíritu de sacrificio, el desinterés, el


altruismo, la materia prima que hizo de nuestro pueblo, que era virtualmente
una colonia yanqui, un país socialista, un país comunista.
(279, 92)

Tenemos un caudal moral enorme, que es lo que nos permitió fortalecernos en


la defensa, nos va a permitir enfrentar todas estas dificultades económicas,
cualesquiera que sean.
(281,175)

Al comunista hay que empezar a formarlo desde que es pionero, desde que
está en el círculo infantil, en dos palabras. Y el Estado socialista tiene todo:
círculos, educación, todos los niveles de la educación, hasta la universitaria, lo
tiene todo. ¿Puede o no puede hacerse? Si en la experiencia práctica se ve y yo
he visto muchos casos del resultado del trabajo político correcto. El trabajo
político no es recitarle un catecismo a la gente sobre Marx y Lenin todos los
días, sino ser capaz de despertar las motivaciones humanas y morales de los
hombres.
Para decirlo con una frase gráfica, compañeros: buscar la semilla escondida
que hay en cada hombre, apropiándome de la frase del documental sobre "La
semilla escondida", porque cada hombre la tiene. Y puede tener también una
mala semilla escondida, si empezamos a cultivar la mala semilla, podemos
crear monstruos.
No creo que nadie nació siendo o dejando de ser revolucionario, depende de
cómo cultiven las cualidades de aquel hombre, los aspectos positivos que todo
hombre tiene. Entre ellos, yo los he visto que son delincuentes, y les da una
gran vergüenza que los demás sepan que son delincuentes. La vergüenza es
una de las semillas escondidas en los seres humanos, casi sin excepción. Hay
que saber cultivar la vergüenza de los hombres, hay que saber cultivar el honor
de los hombres, la dignidad de los hombres, los mejores atributos que tiene el
hombre. Para mí es claro.
(287,5)

129
... la naturaleza humana no produce a todos los hombres exactamente iguales.
Hay solo una cosa que puede hacer a todos los hombres más o menos iguales,
hay solo un medio de hacer que todos los hombres se asemejen, y ese medio
es la educación.
(88, 9)

Por eso la importancia tremenda que tiene la escuela, la importancia tremenda


que tienen los educadores; por eso el esfuerzo extraordinario para formar
educadores y los recursos que la Revolución dedica a la educación. Porque
desde muy temprano todos esos sentimientos de solidaridad, de generosidad,
todos esos sentidos morales y de responsabilidad hay que inculcarlos, desde
que los seres humanos comienzan a tener uso de razón.
(105, 6)

... El trabajo voluntario debe continuar siendo atendido y promovido con


especial énfasis, ya que es un factor insustituible en la formación de la nueva
actitud ante el trabajo y la sociedad. En sentido general, la experiencia de este
último período refuerza nuestra convicción acerca del extraordinario lugar que
en nuestra Revolución deben seguir ocupando los factores de carácter moral,
que nos hacen invulnerables a la ideología burguesa, fortalecen nuestro
espíritu frente a las amenazas y agresiones del enemigo y convierten a todo el
pueblo en un ejército invencible, dispuesto a luchar por su causa hasta el
último aliento.
(245, 124)

Para nosotros, un pueblo revolucionario en un proceso revolucionario,


valoramos las creaciones culturales y artísticas en función de la utilidad para el
pueblo, en función de lo que aporten al hombre, en función de lo que aporten a
la reivindicación del hombre, a la liberación del hombre, a la felicidad del
hombre. Nuestra valoración es política. No puede haber valor estético sin
contenido humano. No puede haber valor estético contra el hombre. No puede
haber valor estético contra la justicia, contra el bienestar, contra la liberación,
contra la felicidad del hombre, ¡No puede haberlo!
(151,84)

Pero Vietnam no solo dejó al mundo un ejemplo imperecedero, no solo le dejó


una doctrina política, no solo enriqueció el pensamiento revolucionario.
Vietnam prestó otro extraordinario servicio a la humanidad: derrotó con su
lucha heroica al imperialismo yanqui.
El imperialismo llegó a Vietnam prepotente, soberbio, altanero,
considerándose superior a todo y a todos; y de allí salió vencido, de allí salió
desmoralizado, de allí salió con una lección que no podrá olvidar.
Por eso podemos decir que los vietnamitas no solo lucharon por ellos:
¡lucharon por todos los pueblos del mundo, lucharon por la causa de la
liberación de la humanidad, lucharon por la causa del socialismo y del
comunismo! Los hombres que allí murieron, murieron también por nosotros. ¡Y
la humanidad agradecerá eternamente esos servicios a Vietnam!
(177, 23)

130
Che era una de esas personas a quien todos le tomaban afecto
inmediatamente, por su sencillez, por su carácter, por su naturalidad, por su
compañerismo, por su personalidad, por su originalidad, aun cuando todavía no
se le conocían las demás singulares virtudes que lo caracterizaron.
Esa era una de sus características esenciales: la disposición inmediata,
instantánea, a ofrecerse para realizar la misión más peligrosa. Y aquello,
naturalmente, suscitaba la admiración, la doble admiración hacia aquel
compañero que luchaba junto a nosotros, que no había nacido en esta tierra,
que era un hombre de ideas profundas, que era un hombre en cuya mente
bullían sueños de lucha en otras partes del continente y, sin embargo, aquel
altruismo, aquel desinterés, aquella disposición a hacer siempre lo más difícil, a
arriesgar su vida constantemente.
Puede haber influido profundamente en su conducta la idea de que los
hombres tienen un valor relativo en la historia, la idea de que las causas no son
derrotadas cuando los hombres caen y la incontenible marcha de la historia no
se detiene ni se detendrá ante la caída de los jefes.
Y eso es cierto, eso no se puede poner en duda. Eso demuestra su fe en los
hombres, su fe en las ideas, su fe en el ejemplo...
Somos capaces de apreciar todo el valor de su ejemplo y tenemos la más
absoluta convicción de que ese ejemplo servirá de emulación y servirá para
que del seno de los pueblos surjan hombres parecidos a él.
No es fácil conjugar en una persona todas las virtudes que se conjugaban en
él. No es fácil que una persona de manera espontánea sea capaz de desarrollar
una personalidad como la suya. Diría que es de esos tipos de hombres difíciles
de igualar y prácticamente imposibles de superar. Pero diremos también que
hombres como él son capaces, con su ejemplo, de ayudar a que surjan
hombres como él.
Porque Che reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez
aparecen juntas. El descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no
solo era un hombre de acción insuperable: Che era un hombre de pensamiento
profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir
que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción.
Pero no es que reuniera esa doble característica de ser hombre de ideas, y
de ideas profundas, la de ser hombre de acción, sino que Che reunía como
revolucionario las virtudes que pueden definirse como la más cabal expresión
de las virtudes de un revolucionario: hombre íntegro a carta cabal, hombre de
honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y
espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le puede
encontrar una sola mancha. Constituyó, por sus virtudes, lo que puede
llamarse un verdadero modelo de revolucionario.
Suele, a la hora de la muerte de los hombres, hacerse discursos, suele
destacarse virtudes, pero pocas veces como en esta ocasión se puede decir
con más justicia, con más exactitud, de un hombre lo que decimos del Che:
¡que constituyó un verdadero ejemplo de virtudes revolucionarias!
Pero, además, añadía otra cualidad, que no es una cualidad del intelecto,
que no es una cualidad de la voluntad, que no es una cualidad derivada de la
experiencia, de la lucha, sino una cualidad del corazón, ¡porque era un hombre
extraordinariamente humano, extraordinariamente sensible!
Por eso decimos, cuando pensamos en su vida, cuando pensamos en su
conducta, que constituyó el caso singular de un hombre rarísimo en cuanto fue

131
capaz de conjugar en su personalidad no solo las características de hombre de
acción, sino también de hombre de pensamiento, de hombre de inmaculadas
virtudes revolucionarias y de extraordinaria sensibilidad humana, unidas a un
carácter de hierro, a una voluntad de acero, a una tenacidad indomable.
Y por eso les ha legado a las generaciones futuras no solo su experiencia, sus
conocimientos como soldado destacado, sino que a la vez las obras de su
inteligencia. Escribía con la virtuosidad de un clásico de la lengua. Sus
narraciones de la guerra son insuperables. La profundidad de su pensamiento
es impresionante. Nunca escribió sobre nada absolutamente que no lo hiciese
con extraordinaria seriedad, con extraordinaria profundidad; y algunos de sus
escritos no dudamos de que pasarán a la posteridad como documentos clásicos
del pensamiento revolucionario.
Y así, como fruto de esa inteligencia vigorosa y profunda, nos dejó infinidad
de recuerdos, infinidad de relatos que, sin su trabajo, sin su esfuerzo, habrían
podido tal vez olvidarse para siempre. Trabajador infatigable, en los años que
estuvo al servicio de nuestra patria no conoció un solo día de descanso. Fueron
muchas las responsabilidades que se le asignaron: como Presidente del Banco
Nacional, como Director de la Junta de Planificación, como Ministro de
Industrias, como Comandante de regiones militares, como Jefe de delegaciones
de tipo político, o de tipo económico, o de tipo fraternal.
Su inteligencia multifacética era capaz de emprender, con el máximo de
seguridad, cualquier tarea en cualquier orden, en cualquier sentido. Y así,
representó de manera brillante a nuestra patria en numerosas conferencias
internacionales, de la misma manera que dirigió brillantemente a los soldados
en el combate, de la misma manera que fue un modelo de trabajador al frente
de cualesquiera de las instituciones que se le asignaron, ¡y para él no hubo
días de descanso, para él no hubo horas de descanso! Y si mirábamos para las
ventanas de sus oficinas, permanecían las luces encendidas hasta altas horas
de la noche, estudiando, o mejor dicho, trabajando o estudiando. Porque era un
estudioso de todos los problemas, era un lector infatigable. Su sed de abarcar
conocimientos humanos era prácticamente insaciable, y las horas que le
arrebataba al sueño, las dedicaba al estudio.
Los días reglamentarios de descanso los dedicaba al trabajo voluntario. Fue
él el inspirador y el máximo impulsor de ese trabajo que hoy es actividad de
cientos de miles de personas en todo el país, el impulsor de esa actividad que
cada día cobra en las masas de nuestro pueblo mayor fuerza.
Y como revolucionario, como revolucionario comunista, verdaderamente
comunista, tenía una infinita fe en los valores morales, tenía una infinita fe en
la conciencia de los hombres. Y debemos decir que en su concepción vio con
absoluta claridad en los resortes morales la palanca fundamental de la
construcción del comunismo en la sociedad humana.
Muchas cosas pensó, desarrolló y escribió. Y hay algo que debe decirse un
día como hoy, y es que los escritos del Che, el pensamiento político y
revolucionario del Che tendrán un valor permanente en el proceso
revolucionario cubano y en el proceso revolucionario en América Latina. Y no
dudamos que el valor de sus ideas, de sus ideas tanto como hombre de acción,
como hombre de pensamiento, como hombre de acrisoladas virtudes morales,
como hombre de insuperable sensibilidad humana, como hombre de conducta
intachable, tienen y tendrán un valor universal.

132
Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes
revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de
trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo! ¡Y el ejemplo del Che debe ser
un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal
para nuestro pueblo!
S¡ queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes
revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin
vacilación de ninguna índole: ¡que sean como el Che! Si queremos expresar
cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos
decir: ¡que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se
eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡queremos que se
eduquen en el espíritu del Che! Si queremos un modelo de hombre, un modelo
de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que
pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en
su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su
actuación, ese modelo es el Che! Si queremos expresar cómo deseamos que
sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes
revolucionarios: ¡queremos que sean como el Che!
Che se ha convertido en un modelo de hombre no solo para nuestro pueblo,
sino para cualquier pueblo de América Latina. Che llevó a su más alta
expresión el estoicismo revolucionario, el espíritu de sacrificio revolucionario, la
combatividad del revolucionario, el espíritu de trabajo del revolucionario, y Che
llevó las ideas del marxismo-leninismo a su expresión más fresca, más pura,
más revolucionaria. ¡Ningún hombre como él en estos tiempos ha llevado a su
nivel más alto el espíritu internacionalista proletario!
Y cuando se hable de internacionalista proletario, y cuando se busque un
ejemplo de internacionalista proletario, ¡ese ejemplo, por encima de cualquier
otro ejemplo, es el ejemplo del Che! En su mente y en su corazón habían
desaparecido las banderas, los prejuicios, los chovinismos, los egoísmos, ¡y su
sangre generosa estaba dispuesto a verterla por la suerte de cualquier pueblo,
por la causa de cualquier pueblo, y dispuesto a verterla espontáneamente, y
dispuesto a verterla instantáneamente!
...
... ¡Y buscaremos siempre en el ejemplo del Che la inspiración, la inspiración en
la lucha, la inspiración en la tenacidad, la inspiración en la intransigencia frente
al enemigo y la inspiración en el sentimiento internacionalista!
(122, 37; 39; 40; 42-43; 45-46)

Será difícil encontrar un hombre igual que él; será difícil encontrar un
revolucionario más puro que él, más consecuente que él, más íntegro que él,
más ejemplar que él. Y cuando se nos quiera poner un ejemplo de lo que es y
lo que debe ser un revolucionario, ¿acaso puede haber un ejemplo mejor que el
suyo?
(125, 38)

El Che, que fue uno de los máximos defensores del estímulo moral, de los
méritos de los obreros, y además del trabajo voluntario, y además de las
conexiones entre los trabajadores, y además de los procedimientos
democráticos; él sentía todas esas cosas muy profundamente...

133
Y él sentía todos esos problemas y vivía todos esos problemas. Y estaba
siempre tratando de dar el ejemplo de cómo hay que actuar.
(145,60)

En cambio, el obrero premiado que viene aquí, el trabajador que viene en


virtud de un principio moral, de un principio de justicia, en virtud de su
esfuerzo, de sus servicios a la sociedad, tiene que experimentar
necesariamente una alegría mucho mayor. Esas aguas, esas arenas, este cielo
de este pedazo maravilloso de nuestra Cuba, tienen que ofrecerle mucho más
de lo que le ofrecían al explotador.
Pero es lógico que solo de los labios de los humildes se escuchen semejantes
palabras, que solo del corazón de los humildes surjan semejantes sentimientos,
como solo en el corazón de los humildes está la dignidad y está el valor con
que se defiende hoy la soberanía de la patria. Que en el corazón de los
humildes están las mejores virtudes de nuestro pueblo, que solo en el corazón
de los humildes se encierra el honor y la fuerza de la Revolución, como solo en
el brazo de los humildes está la producción del pan que consume nuestro
pueblo, de la ropa, de los zapatos que calza cada ciudadano, de la casa que
habita, de los bienes materiales que consume cada ciudadano, y que salen solo
del sudor de la frente de los que trabajan, del esfuerzo del brazo de los que
producen. De esas manos provienen todos los bienes y todas las riquezas de la
patria.
(59, 8)

... Dentro de cada instituto tecnológico o centro de enseñanza habrá también el


núcleo de los mejores.
Dentro de cada sindicato, de cada fábrica, de cada cooperativa, de cada
granja habrá también el núcleo de los Jóvenes Rebeldes, constituido por una
selección de los compañeros más revolucionarios. Es decir que se requieren
cualidades verdaderas de revolucionario como requisito para pertenecer a los
núcleos de los Jóvenes Rebeldes.
Ahora bien, ¿qué quiere decir eso? ¿Quiere decir que el compañero
seleccionado para pertenecer al núcleo de los Jóvenes Rebeldes en un instituto,
en una escuela, en un centro tecnológico, en una fábrica debe mirar con
desprecio a los demás jóvenes? ¿Quiere decir que tiene que sentirse como una
especie de ser superior
a los demás, y que tiene que estar haciéndoles insoportable la vida a los
demás, porque él es y el otro no es? ¿Sería esa la actitud correcta de un joven
revolucionario? No. Cada actitud de autosuficiencia, superioridad y desprecio a
los demás jóvenes se vuelve, sencillamente, una actitud contrarrevolucionaria.
Sería una actitud sectaria, que estaría contra los fines de la organización y
contra los intereses de la Revolución, porque en las filas de los jóvenes
aspirantes a revolucionarios, o aspirantes a ser revolucionarios o jóvenes
rebeldes, pueden encontrarse jóvenes que un día lleguen a ser superiores,
incluso, a los que en esos instantes son miembros del núcleo de jóvenes
rebeldes. Y, además, porque la misión de ese revolucionario no es mirar por
encima del hombro a los demás. No. La misión es ganarse a los demás, ser
ejemplo para los demás, ser estímulo para los demás, el mejor compañero, el
más modesto, el más sencillo. El mejor compañero, porque esa es la actitud
verdaderamente revolucionaria.

134
A veces un joven, porque tiene más cultura política que los demás, tiende a
convertirse en un ser insoportable. Entonces, ¿qué ocurre? Que los demás
jóvenes dicen: "¿Este es el revolucionario? ¡Yo no quiero ser revolucionario! Si
este 'pesado' es el revolucionario, yo no quiero ser revolucionario". De donde
resultará que lejos de convertirse en un ejemplo, en un estímulo para los
demás jóvenes, se convierte en un valladar, se convierte en un anticuerpo. Y
desde el momento en que se convierta en un anticuerpo que impide que el
espíritu revolucionario o e) virus revolucionario penetre a los demás estará,
sencillamente, haciendo un papel contrarrevolucionario.
Si se sabe más que los demás, si se tiene una cultura superior á los demás,
lo que hay que hacer es emplear ese conocimiento y esa cultura superior para
enseñar a los demás, para conquistar a los de más, para hacer revolucionarios
a los demás.
De ahí la importancia que tiene el núcleo revolucionario, y pertenecer a él
debe constituir un gran honor y una gran aspiración de cada joven pertenecer.
Y ese núcleo tiene que ser, antes que nada, el ejemplo y el modelo de todos los
demás.
¡Ah! Ser revolucionario no significa gritar todos los días "somos socialistas,
p'alante y p'alante, y al que no le guste que tome purgante". Ser revolucionario
es algo más que eso. Ser revolucionario es mucho más que eso. Y si en algún
momento es importante saber ser revolucionario es en esta hora,
precisamente, en que el oportunista suele también tratar de disfrazarse de
revolucionario. Hay que saber ser revolucionario, precisamente para que a
ningún revolucionario lo puedan confundir con un oportunista, y para que a los
oportunistas no les resulte fácil hacer el papel de revolucionarios.
¡Cuándo tiene más oportunidades el oportunismo! Cuando los
revolucionarios no saben actuar cabalmente, y enteramente y nítidamente
como revolucionarios, aunque lo sean. Es decir que cuando ser revolucionario
se vuelva una tarea dura, una tarea abnegada, una prueba por la que pasan los
espíritus más preparados para la Revolución, los corazones y los cerebros más
preparados para la Revolución, quienes no tienen esas cualidades no pueden
pasar fácilmente por revolucionarios, porque no tienen cualidades para llevar la
vida del revolucionario.
A veces nosotros tenemos noticias de individuos que realizan ciertos actos
de jacobinismo —de jacobinismo en el mal sentido de la palabra, porque ser
jacobino fue ser revolucionario en la época de la Revolución Francesa, pero ha
quedado la palabra para calificar ciertos actos de individuos, ciertos actos de
carácter extremista, de carácter sectario—, y cuando se ha ido a investigar
quién era el individuo que estaba haciendo esas cosas se ha descubierto que
sus antecedentes no eran nada revolucionarios. Es el individuo que quiere
vender más periódicos que nadie, hacer más cosas que nadie, exigir más que
nadie en el sitio donde está. Que incluso quiere obtener las cosas a la fuerza, y
no por la persuasión. Y es el que dice constantemente: "Aquí todo el mundo es
contrarrevolucionario". Pues cuando se investiga sobre ese individuo que
extrema la nota, que hace más alarde que nadie, que quiere pintar a todos los
demás como reaccionarios, cuando se va a averiguar es un individuo que no
tiene antecedentes muy claros, y extrema la nota precisamente para posar de
revolucionario.

135
El revolucionario actúa bien, modestamente, sencillamente,
conscientemente, pacientemente. Un revolucionario tiene que saber ser
paciente, entre otras cosas porque a nadie se hace revolucionario a la fuerza, y
la fuerza se emplea para combatir a la reacción cuando viene con la fuerza. La
fuerza se emplea para combatir la fuerza de la contrarrevolución, pero la fuerza
no se puede emplear jamás para hacer revolucionarios. Nadie logrará jamás
hacer revolucionarios por la fuerza. Puede hacerse revolucionarios únicamente
por la persuasión, por la razón y por el ejemplo. Por la fuerza nadie se hará
nunca revolucionario. Hay quien cree que puede hacer revolucionarios a la
fuerza, hay quienes quieren hacer revolucionarios a la fuerza. Son individuos
que resultan de antecedentes muy poco revolucionarios.
Hay veces que un revolucionario también puede caer en eso, en un error de
esa clase. Por eso es necesario que el revolucionario no haga cosas que
puedan abrirles el camino a los oportunistas y permitirles hacer el papel de
revolucionarios. Cualquiera hace eso, cualquiera hace un alarde, cualquiera da
cuatro gritos, cualquiera llama contrarrevolucionarios a todos los demás, pero
cualquiera no dice: "Yo me presento hoy a hacer esta tarea voluntaria de seis
horas de trabajo". Cualquiera puede querer coaccionar a un individuo para que
se suscriba a un periódico, "a la cañona". Eso puede hacerlo cualquiera. Lo que
cualquiera no hace es decir: "El domingo voy a dedicarlo a tal tarea de trabajo
productivo", "El domingo voy a dedicarlo a hacer esto, y voy a sacrificar mis
horas de descanso".'
He querido decir esto al lado de lo otro, al lado de que los núcleos
revolucionarios deben ser una verdadera selección, pero selección que no
quiere decir, de ninguna manera, privilegio. No. La selección no quiere decir, de
ninguna manera, prurito de superioridad sobre los demás. La selección no
quiere decir desprecio a los demás. La selección quiere decir verdadero mérito,
verdaderas cualidades, verdaderas virtudes. Una cosa es incuestionable: el
joven rebelde tiene que ser ejemplo en el lugar donde esté. Lo mismo en la
fábrica, que en la escuela, que en la unidad militar, que dondequiera que esté,
el joven rebelde tiene que ser el mejor, tiene que ser el modelo, tiene que ser
el ejemplo.
(45, 30)

El revolucionario es un hombre que tiene una conducta limpia, un espíritu de


sacrificio a todo tren, que entrega su vida, su esfuerzo, su energía, sus horas
de sueño, sus horas de descanso. . . Todo lo entrega para trabajar para los
demás. Y sacrifica su salud, sacrifica lo que tenga que sacrificar, y vive muy
feliz.
Yo les digo la verdad: me siento muy feliz cuanto más estoy trabajando y
cuanto más hago.
El revolucionario vive entregado a la obra de la Revolución y enamorado de
la obra de la Revolución. Con ese mismo ardor cada revolucionario defenderá la
obra que es su obra...
(36, 30)

... Porque el revolucionario pone algo por encima de todas las demás
cuestiones; el revolucionario pone algo por encima aun de su propio espíritu
creador: pone la Revolución por encima de todo lo demás y el artista más

136
revolucionario sería aquel que estuviera dispuesto a sacrificar hasta su propia
vocación artística por la Revolución.
... Ser revolucionario es también una actitud ante la vida, ser revolucionario es
también una actitud ante la realidad existente, y hay hombres que se resignan
a esa realidad, hay hombres que se adaptan a esa realidad y hay hombres que
no se pueden resignar ni adaptar a esa realidad y tratan de cambiarla, por eso
son revolucionarios. Pero puede haber hombres que se adapten a esa realidad
y ser hombres honestos, solo que su espíritu no es un espíritu revolucionario;
solo que su actitud ante la realidad no es una actitud revolucionaria...
... Si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa,
nosotros diremos: el pueblo y siempre diremos el pueblo. El pueblo en su
sentido real, es decir, esa mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en la
explotación y en el olvido más cruel. Nuestra preocupación fundamental
siempre serán las grandes mayorías del pueblo, es decir, las clases oprimidas y
explotadas del pueblo. El prisma a través del cual nosotros lo miramos todo, es
ese: para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellas; para nosotros será
noble, será bello y será útil, todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para
ellas. Si no se piensa así, si no se piensa por el pueblo y para el pueblo, es
decir, si no se piensa y no se actúa para esa gran masa explotada del pueblo,
para esa gran masa a la que se desea redimir, entonces, sencillamente, no se
tiene una actitud revolucionaria.
(38, 8; 9)

E! revolucionario no concibe cosas imposibles, el revolucionario concibe cosas


posibles. Pero la voluntad del revolucionario no se detiene jamás ante lo que
concibe posible, y es un problema de voluntad, es un problema de firmeza, es
un problema de convicción, es un problema de confianza. Y los hombres que
conciben posibles con la inteligencia las cosas, y no las conciben con la
voluntad, no pueden ser revolucionarios, no son revolucionarios.
Revolucionarios son aquellos que las conciben con la inteligencia y las realizan
con la voluntad. Y esa fuerza, el tesón, la voluntad del revolucionario es lo que
lo caracteriza, porque no es revolucionario el que se proclama a sí mismo como
revolucionario o quien comprende teóricamente un problema y solamente de
una manera teórica, sino quien es capaz de llevarlo a cabo de una manera
práctica, de una manera real.
(85, 29)

Porque algo en lo que debemos preocuparnos: que haya siempre luz verde para
el mérito, una luz verde para el mérito, porque cuando el mérito es sustituido
por otras formas, cuando el mérito es sustituido por otros factores, se anda
mal. Y andaríamos mal el día en que las avenidas estuvieran cerradas al
mérito. Porque el mérito debe ser el factor esencial, no solo por una simple
cuestión de justicia, no solo por una simple cuestión de principio moral y social,
sino también por un principio de alta conveniencia para la sociedad humana,
pues aquella sociedad que más facilite la selección de sus mejores hijos,
aquella sociedad, que más vías abra al mérito, llegará más lejos que ninguna
otra. Muchas veces el mérito permanece oculto e ignorado.
¿Puede ocurrir bajo el socialismo que el mérito tampoco tenga oportunidad?
Sí. También puede ocurrir. Puede ocurrir que por métodos equivocados de
trabajo se cierren también las vías al mérito. Y en el socialismo —como en toda

137
formación social humana--hay que hacer, hay que organizar, hay que construir.
Hay que construirlo limpio de vicios, limpio de métodos erróneos. ..
(79, 6-7)

Ser revolucionario, en nuestro concepto, implica desafiar la rutina, desechar los


caminos fáciles y, muchas veces, emprender caminos difíciles.. .
(229, 70)

Los verdaderos comunistas, desde los tiempos de la Comuna de París hasta


hoy, se han caracterizado por su heroísmo. Nadie los aventajó jamás a lo largo
de la historia en capacidad de sacrificio, espíritu de solidaridad, entrega,
renunciamiento y decisión de ofrendar su vida por su causa. Ninguna idea
política en el proceso de desarrollo de la sociedad humana encontró nunca tal
grado de adhesión y de compromiso desinteresado. Los mejores sentimientos
del ser humano, los más puros, se han manifestado a lo largo de los combates
por la liquidación de la milenaria explotación del hombre por el hombre...
... Pero solo hay en el mundo de hoy una forma superior de ser revolucionario:
ser comunista, porque el comunista encarna la idea de la independencia, la
idea de la libertad y la idea de la verdadera justicia e igualdad entre los
hombres. Encarna algo más, la idea del internacionalismo, es decir, la
hermandad, la solidaridad y la cooperación entre todos los hombres y pueblos
de! mundo. Y cuando se unen las ideas de la independencia, la libertad, la
igualdad, la justicia y la fraternidad entre los-hombres y los pueblos, estas
ideas son invencibles.
Eso queremos ser nosotros: ¡comunistas! Eso queremos seguir siendo:
¡comunistas! Esa es nuestra vanguardia, ¡una vanguardia de comunistas! Eso
es nuestro Congreso: el Congreso de los comunistas y un pueblo que lo apoya,
un pueblo de comunistas. No existió, ni existe, ni existirá fuerza en el mundo
capaz de impedirlo.
El comunista debe ser un indoblegable luchador, convencido de la justicia
insuperable de su causa, estudioso, trabajador, exigente, profundo y
consagrado por entero a su pueblo. El Partido existe solo por el pueblo y para el
pueblo. Los métodos burocráticos y el espíritu pequeñoburgués son ajenos por
completo a sus principios. Entre los cuadros, los militantes y el pueblo deben
existir los lazos más estrechos e indisolubles, basados fundamentalmente en el
ejemplo y en la confianza de que el revolucionario vive y muere por su pueblo.
El autoritarismo, la demagogia, la autosuficiencia, la vanidad, la
irresponsabilidad son inconcebibles en un comunista. El espíritu fraternal y
humano debe ser una de sus características fundamentales. Y, por encima de
todo, la conciencia internacionalista, que no excluye el más profundo
patriotismo, pero sabe tener presente que por encima del individuo está la
patria, y por encima de la patria está la humanidad.
(245, 54; 127)

De manera que son valores morales que se han ¡do desarrollando a lo largo de
nuestra historia, y que adquieren cada vez más un grado muy alto: serenidad
frente al enemigo; ausencia total de pánico o de miedo; valor, decisión, réplica
enérgica; batallar constante.
(149, 14)

138
... Como yo expliqué —aunque eso no salió en el periódico—, no tratábamos de
elaborar códigos de conducta moral, decía incluso que todavía al socialismo no
se le ha ocurrido establecer, así, un código moral. Creo que la Revolución va
generando valores nuevos, ideas nuevas, principios más humanos, más
solidarios, no sé si algún día alguien terminará codificándolos; creo que
debemos sacar de la sociedad y del hombre sus mejores valores, y esos son los
que tenemos que propagar y extender, sobre todo los valores de la solidaridad,
la lucha contra el egoísmo, la lucha contra las tendencias irracionales que
pueda tener el ser humano.
(267, 4)

... Y pienso que realmente, por primera vez en la historia del hombre, los
conceptos de libertad real, verdaderamente integral, de igualdad y de
fraternidad, solo pueden existir en el socialismo.

Ese precepto de amor al prójimo de que habla la Iglesia, creo que se aplica y se
instrumenta de manera muy concreta en la igualdad, en la fraternidad y en la
solidaridad humana que plantea el socialismo, y en el espíritu internacionalista.
Ahora, cuando hablamos de fraternidad, creo que nuestra sociedad es
realmente una sociedad fraternal. Cuando liberamos al hombre de la opresión,
de la explotación, de la esclavización en unas determinadas condiciones
sociales, le garantizamos no solo su libertad, sino le garantizamos su honor, su
dignidad, su moral, en dos palabras: su condición de hombre. No puede hablar
de libertad una sociedad de clases donde existan atroces desigualdades y
donde al hombre no se le garantice siquiera la condición de ser humano. ..
(269, 334-335; 336)

... ¿Qué son los valores humanos? ¿Qué hay de valores humanos o derechos
humanos donde el hombre es obligado a vivir en tales condiciones de
desigualdad e injusticias sociales y es educado en tales formas de egoísmo e
individualismo, que resulte difícil esperar un acto de solidaridad o, incluso, el
supremo acto de solidaridad que es dar la vida por otro pueblo, por otro país,
no ya solo por su propio pueblo? No quiero decir que no haya potencial enorme
entre nuestros pueblos hermanos de América Latina, hay un enorme potencial
moral y de solidaridad como el que tenemos nosotros, y si cabe aún más,
potencial que no se ha desarrollado porque los modelos impiden que la moral
se desarrolle, que los valores humanos se desarrollen; y no dudo, desde luego,
que haya millones entre nuestros pueblos hermanos de América Latina,
capaces de la solidaridad y el sacrificio...
(267, 9-10)

Hay gentes que les asusta esta libertad, hay gentes que les asusta esta
dignidad, hay gentes que les asusta este decoro de la patria, hay gentes que
les asusta este erguirse de nuestro pueblo, este valor de nuestro pueblo, esta
entereza de nuestro pueblo, esta firmeza de nuestro pueblo, ¡este heroísmo de
nuestro pueblo! Y entonces, de tal forma les asustan estas virtudes de nuestro
pueblo, que parecen decir: " ¡Me voy!" Parecen decir: " ¡Estas gentes son
demasiado bravas!" Parecen decir: " ¡Estas gentes son demasiado patriotas!”...
¡Y se van, porque este es demasiado pueblo para ellos y reaccionan como si
hubieran nacido en Cuba por equivocación!. . .

139
(21, 5)

... Entonces, cuando se pone la cosa difícil, entienden mucho más cómodo
venderse por dinero, venderse por un sueldo, y al mismo tiempo, quitarse de
problemas y quitarse de peligros.
¡Qué bonito! ¡Qué clase de hombres! ¿Cómo ha conceptuado siempre la
humanidad a esa clase de hombres? ¡Ah!, nos recuerdan aquella frase de los
tiempos antiguos, que decía "Roma paga los traidores, pero los desprecia".
Y eso es lo que merecen los traidores, el desprecio hasta de los que los
compran, porque, al fin y al cabo, con todo lo que digan de nosotros alguna
admiración han de sentir por nosotros los que saben que no pueden
comprarnos, y un gran desprecio han de sentir por los que se venden, porque
es el concepto que siempre han merecido los hombres débiles, los hombres
cobardes, los hombres traidores, los que abandonan a su patria, abandonan a
su pequeño país, con pretextos... Los pretextos nunca faltan.
(24,21)

Y la actitud de un pueblo revolucionario —como decíamos el 26 de Julio—


frente a las dificultades, no es el lagrimeo ni el llanto, sino el espíritu de
combate, el espíritu de trabajo, el espíritu de lucha; frente a las dificultades, ¡la
pelea!
Y eso es lo que nos ha enseñado la Revolución. Eso es lo que nos ha
enseñado la Revolución: ¡que no hay dificultad, que no hay obstáculo, no hay
problema que no pueda ser vencido y resuelto por el tesón y la voluntad del
pueblo; por el tesón, el valor y la voluntad de las masas!
(155,23)

... pero no hay revolución sin audacia; y aquel que no sea audaz, no será jamás
revolucionario. Sin audacia no se habría iniciado nunca nuestra .Guerra de
Independencia, el 10 de Octubre de 1868; sin audacia no habría desembarcado
Martí por Playitas, en un bote, junto a Máximo Gómez, sin ninguna tropa; sin
audacia no habría desembarcado Maceo por Baracoa; sin audacia no se habría
producido jamás la revolución de independencia; y sin audacia, por supuesto, a
90 millas de Estados Unidos, no se habría iniciado jamás una revolución
socialista en nuestro país.
(253, 150)

Y hay veces que el honor hay que arriesgarlo. Sí, el honor de revolucionarios
hay que arriesgarlo. Porque si no somos capaces de arriesgar el honor por la
Revolución, no somos revolucionarios. Y si arriesgamos el honor de
revolucionarios y apreciamos el honor de revolucionarios, no habrá esfuerzo
que deje de hacerse, no habrá nada humanamente posible que no se haga. Y
hay que trabajar así, y hay que comprometer no solo la vida, hay que
comprometer también ese honor, y hay que tener un sentido muy alto de ese
honor.
(87, 10)

No faltarán voces que se levanten apelando al egoísmo de los hombres. Pero


los que pretendamos considerarnos revolucionarios no cejaremos jamás de

140
combatir esas tendencias individualistas y llamar incesantemente a la
generosidad y a la solidaridad de los hombres y mujeres de este pueblo.
Los que crean que en cada cubano o cubana hay un "Sancho Panza" en
potencia, se olvidan de lo que la Revolución ha demostrado, y es que entre el
pueblo hay muchos más "Quijotes" que "Panzas". Se olvidan de lo que la
Revolución ha demostrado con relación al pueblo.
Y a quienes nunca creyeron en el pueblo, a quienes no creyeron ayer, ¿cómo
vamos a pedirles que crean hoy o que crean mañana? Quienes no crean en las
virtudes morales de los pueblos no podrán dirigir nunca a un pueblo, no podrán
nunca llevar hacia adelante a un pueblo. Porque no solo del estómago vive el
hombre.
Y si nos acordamos de algunos momentos difíciles, duros, arriesgados, que
hemos tenido; recordamos las actitudes del pueblo, y verán cómo en
determinados momentos, más de una vez, el pueblo ha estado dispuesto a
morir antes que ceder, la morir antes que ceder! Y morir antes que ceder
significa que el ser humano puede estar impulsado por algo más que meros
instintos biológicos; que el ser humano puede estar impulsado por algo más
que simples apetencias animales.
Y cuando nos preguntamos con qué ganamos la guerra, casi podemos decir
como dicen que dijo Ignacio Agramonte: ¡con la vergüenza, con el honor, con la
moral!
Y esos factores, movilizando hoy al pueblo a lo largo de todo el país,
trabajando a lo largo de todo el país, harán también que estas batallas de hoy
las ganemos, harán también que esas metas de mañana las alcancemos.
(112, 13-14)

Los cuadros tienen el deber de señalar a -cada trabajador cada vez que cometa
una falla, pedirle. Porque hay algo esencia! en el hombre, algo que puede
mucho más que cualquier otro resorte, algo que puede ser capaz de mucho
más de lo que podían en el pasado el hambre, la amenaza de desempleo y de
miseria. ¡Y ese factor es la propia vergüenza del hombre!
Y es precisamente con ese resorte que los hombres y los pueblos han sido
capaces de realizar hechos extraordinarios: la estimación que cada hombre
tiene de sí mismo, su sentido del honor, su sentido de la dignidad, el aprecio
que siente por el concepto que los demás puedan tener de él.
Y es muy difícil, casi anormal, encontrarse un hombre que realmente carezca
de pundonor, de honor, de dignidad, de vergüenza.
Y eso se ha visto muchas veces. Y precisamente ese sentimiento es el que
hace a los combatientes, a los buenos soldados en la guerra, a los buenos
guerrilleros en la lucha. Ese factor que hace que el hombre sepa apreciar
mucho más su honor que su propia vida.
Y nosotros podríamos decir que el deber fundamental de los hombres que
dirigen es saber apelar a esa condición del hombre, a ese sentido del honor y a
ese sentido de la dignidad del hombre. Porque es el único resorte, la única
fuerza, pero por fortuna el resorte decisivo, la fuerza fundamental de los
pueblos.
(139, 10)

Ahora, nosotros somos hombres de honor y de vergüenza, y nuestro pueblo


tiene un prestigio muy grande, un respeto muy grande y un cariño muy grande,

141
conquistado en la comunidad socialista. Nadie nos tiene que decir que un
deber esencial de nuestro país, un deber moral, fundamental, es que
cumplamos esas obligaciones. Pero no solo creo que es una conveniencia
moral, .pienso también que es una conveniencia económica: mientras más
rigurosos seamos en el: cumplimiento de nuestros compromisos, más
posibilidades tenemos nosotros de contar con la voluntad, con el deseo y el
entusiasmo de ayudarnos, eso lo explicaba recientemente. ..
(264. 124)

Hay calidad humana en nuestro pueblo para todos los frentes de trabajo; pero
si hay un frente donde se exige la calidad humana, la vocación, el espíritu de
sacrificio, es en este frente de la salud. El médico sin los enfermeros y los
técnicos no es nada. Y son precisamente las enfermeras y enfermeros, los que
están la mayor parte del tiempo con el enfermo; y de la forma en que cumplan,
de la forma en que trabajen, dependerá el resultado del esfuerzo. No se puede
nadie equivocar dando una medicina por otra; no se puede nadie descuidar,
con respecto a un enfermo que necesita la atención incesante. Pero el enfermo
la necesita no solo desde el punto de vista de la salud, no solo para preservar
su vida y recuperar su salud, sino que la necesita hasta para su estado
anímico.
Y se sabe que si en algo se exige, se requiere espíritu de sacrificio, vocación,
amor a los demás, solidaridad con los demás, es en esa actividad.
Ahora, para atender a todo el pueblo, en el socialismo lo que necesitamos
son hombres y mujeres capaces de hacer, por sus convicciones humanas, por
sus convicciones políticas, por sus principios, y en masa, los sacrificios que en
el pasado hacían contadas personas por motivaciones religiosas.
El comunista debe ser eso. Ser comunista es ser eso: es dedicarse
enteramente, con espíritu de sacrificio y solidaridad, a algo. Y si entre los
comunistas se pudieran establecer clasificaciones, y decir que unos son
mejores que otros, necesitamos que los que trabajen en la salud pública se
puedan conceptuar como el tipo del mejor comunista.
(227, 56)

...Y el comunista, el joven comunista tiene que privarse de cosas que la ley
permita simplemente para qué su conducta sea moral, sea revolucionaria y sea
comunista. Ni vivimos todavía en una sociedad comunista, ni todos nuestros
ciudadanos tienen una conducta comunista, no. Pero el comunista debe tener
una moral comunista y una conducta comunista.
(252,119)

Nosotros sí hemos pedido sacrificios y, en ocasiones, el martirio, el heroísmo, la


entrega de la vida. Y yo digo que tiene un mérito grande cuando un hombre
entrega su vida por una idea revolucionaria y lucha sabiendo que puede venir
la muerte, y aunque sepa que después de la muerte no venga más nada, tiene
en tan alta estima esa idea, ese valor moral, que lo defiende al precio de todo
lo que tiene, que es la vida, sin esperar un premio o sin esperar un castigo.
(269, 135)
Nadie tiene derecho a considerarse un "sabelotodo". Nadie tiene derecho a
considerar que sabe mucho. Él revolucionario que empiece por creer que sabe
mucho, y que sabe más que los demás, sencillamente no sabe nada, y sabe

142
menos que los demás. Porque esta es una verdad: todos, absolutamente todos,
sin excepción, todos los días aprendemos algo, todos los días tenemos algo
nuevo que aprender, y si aprovechamos las lecciones de la vida diaria, cada día
sabremos un poquito más que el día anterior.
(45, 27)

Y hay qué decir ciertamente que, dolorosamente, será necesario luchar


durante bastante tiempo para que la virtud más importante, la virtud más
esencial, la virtud primera de un técnico, de un científico, se imponga. Y esa
virtud debe ser la modestia, ¡la modestia! Y recuerden esto siempre: ¡la
modestia!
Cuántas relaciones de tipo humano se envenenan, cuántas cooperaciones se
hacen imposibles, cuántas habladurías, cuántas chismografías, cuántas
contradicciones derivadas de que el hombre todavía no haya sido
suficientemente capaz de dominar ese primitivismo que lleva en sí, ese espíritu
egoísta, ese individualismo, ese considerarse superior a los demás. Cuánto
habrá que luchar para dominar hasta las formas del lenguaje; inculcar en los
hombres ese sentido de que lo importante es-la obra, lo importante es lo que
se haga, lo importante es el contenido de lo que se haga, sin que importe si
nos reconocen o no el mérito, sin que importe que nos reconozcan o no la
paternidad de una idea, la paternidad de una investigación.
Y si todo el mundo llegará a poseer conocimientos, forzoso será aprender a
vivir de una manera modesta, aprender a pensar y a trabajar y a actuar de una
manera modesta, sin que nadie se sienta superior a los demás.
Siempre el hombre ha podido recoger la herencia de lo que todos los hombres
de pensamiento han creado a lo largo de la historia. El que más haga, el que
más aporte, es insignificante al lado de todos aquellos conocimientos e ideas
que recogió y que le sirvieron en un momento determinado de instrumento
para hacer eso que se llama un aporte.
A veces se envenenan las relaciones por celos profesionales, por
inmodestias, por esos vicios pequeñoburgueses que todavía subsisten
desgraciadamente.
(138,20-21)

El hombre puede hacer de sí mismo muchas cosas producto de su propio


esfuerzo físico y espiritual. Y el que se proponga cultivar la virtud, la cultiva; el
que se proponga alcanzar una moral más alta, la alcanza; el que se proponga
adquirir más conocimientos, los adquiere; el que se proponga ser mejor
estudiante, puede llegar a ser mejor estudiante; el que se proponga alcanzar
los más altos niveles del conocimiento, los alcanza.
Supongo que en general son ustedes muchachos inteligentes, pero como
responsable, en parte, de esta idea de las escuelas vocacionales, les digo que
lo que nos interesa de ustedes no es la inteligencia con que nacieron, lo que
nos interesa de ustedes son los méritos que realmente puedan adquirir. Lo que
nos interesa de ustedes son sus virtudes morales y espirituales; lo que nos
interesa de ustedes es el carácter, lo que nos interesa de ustedes es la
conciencia; lo que nos interesa de ustedes es lo que ustedes puedan crear por
ustedes mismos; y, sobre todo, lo que nos interesa de ustedes es la modestia.
... Pero en el mundo del mañana no habrá uno que pudo cultivarse, o dos, o
diez, o cien, sino que el mundo del mañana será una sociedad donde millones

143
pudieron cultivarse, donde millones pudieron estudiar. Entonces habrá millones
de inteligencias desarrolladas y cultivadas, donde uno que haya estudiado
mucho o sepa mucho no podrá aparecer como el sabio del pueblo, porque el
pueblo todo será un pueblo de sabios. No habrá un genio o dos genios, porque
habrá un pueblo de genios. No existirán esos supuestos superdotados, porque
habrá un pueblo superdotado.
... cuando un hombre se destaque, su primer deber no será el de humillar a
aquel que no pudo destacarse por las razones que fueran, sino sentirse
solidario con él, sentirse igual que él, no humillarlo con la presunción de la
superioridad.
Y para no caer en estos sentimientos hay que cuidarse de todo, y a veces de
todos. A veces hay que cuidarse de la abuela, de la tía, o de los propios padres,
porque a veces, desgraciadamente, los padres —nacidos en otra época y
provenientes de otra sociedad— son susceptibles a esa vanidad, y son
susceptibles a pensar que el hijo es inteligente, superinteligente, más
inteligente que todos los demás, o el sobrino o el nieto.
(222, 22; 23)

Nosotros nunca hemos afirmado, ni lo podemos afirmar porque sería falsedad,


falta de honradez, que hemos hecho las cosas a la perfección. En realidad, no
es así. Lo que sí podemos afirmar es que todo lo que los hombres de la
Revolución han estado haciendo lo han estado haciendo con una inmaculada
honradez, con un espíritu invariable y creciente de servir al. pueblo, con un
deseo de hacer todas las cosas lo mejor posible.
No siempre resulta así. Se cometen equivocaciones, se cometen errores; y,
además, pudiera sacarse también una conclusión de la experiencia
revolucionaria que hemos tenido, y es que en una revolución hay daños
inevitables, ay ciertos daños que son inevitables, hay ciertas medidas que
obligan a tomar otras medidas, aunque no se pretendieran en el primer
instante, y algunas de esas medidas ocasionan daño a la economía.
Nosotros no queremos posar de los revolucionarios más grandes del mundo
ni ganar fama de superrevolucionarios, porque el que se deje llevar por ese
prurito puede incurrir en ser el más grande chapucero del mundo, porque los
problemas son muy complejos, y nosotros entendemos que los verdaderos
revolucionarios son los que estudian las realidades, estudian los problemas tal
cual son, y no hipotecan el futuro sino que están pensando siempre en el fu-
turo, están siempre pensando en los avances futuros, y no sacrifican el avance
futuro por precipitaciones presentes. Nosotros no debemos incurrir en
precipitaciones presentes que sacrifiquen un desarrollo más rápido y más
seguro en el futuro. Esa debe ser la norma de los verdaderos revolucionarios, y
es la norma del Gobierno Revolucionario.
(30,6-7)

Sabemos bien que estamos lejos todavía de poderles hablar de perfecciones,


¡No importa cuan grande sea la obra de la Revolución, no tenemos ningún
derecho, ni nos sentiremos satisfechos de lo que hayamos hecho! La eterna
inconformidad tiene que ser una de nuestras divisas, porque cuando
alcanzamos algo, se sabe siempre que todavía puede alcanzarse mucho más. Y
si se han hecho bien las cosas, se sabe que todavía pueden hacerse mucho
mejor, y si se han hecho mal, con más razón hay que rectificar, perfeccionar,

144
hacerlas bien y hacerlas mejor. Pero estamos muy conscientes de que nos
encontramos enfrascados en la tarea de crear un mundo nuevo, que muchas
cosas y más cosas podrán hacerse y mejor hechas, tenemos esa convicción,
tenemos esa esperanza.
(260,21)

... Es lo que yo digo: siempre hay una inconformidad, y me parece que eso es
útil, es positivo; es como el atleta si hace algo mal, tiene que decirse: esto lo
hice mal, debo hacerlo mejor la próxima vez, yo creo que eso les pasa a
muchas personas. Hay grandes y famosos escritores a los que les ocurre eso,
jamás quedaron satisfechos. Balzac, según cuenta Stefan Zweig, corregía una y
mil veces las galeras de imprenta de sus novelas, hasta el último minuto, aun-
que se sabe que siempre tenía urgencia de cobrar sus libros. Aplique esa
inconformidad a todo lo que haga en su vida y tendrá la fórmula que, a mi
juicio, debieran seguir los políticos.
Por lo menos hay que estar prevenido contra la autocomplacencia, la
vanagloria. Desgraciadamente, hay personas que siempre están contentas,
que les parece perfecto lo que han hecho, y eso no ayuda, menos ayuda a los
hombres que tienen responsabilidades. La autosuficiencia, el engreimiento, la
intolerancia, la incomprensión, suelen crecer con los hombres cuando tienen
autoridad y tienen poder; incluso, yo lo he observado en algunos compañeros,
lo he visto: a veces alguien es investido de cierta autoridad y al poco tiempo
empieza a comportarse de forma distinta.
(268, 46)

Hagámonos el propósito de redoblar nuestros esfuerzos, y juré-monos ante


nosotros mismos que si un día nuestro trabajo nos pareciera bueno, debemos
luchar por hacerlo mejor; y si fuera mejor, debemos luchar por hacerlo
perfecto, conociendo de antemano que para un comunista nada será nunca
suficientemente bueno, y ninguna obra humana será jamás suficientemente
perfecta.
(277,134)

No decimos un hombre bueno, no, no se trata de que sean buenos; un hombre


decente, no; hace falta algo más que ser bueno y ser decente, hace falta ser
capaz y tener, además, una actitud revolucionaria ante los problemas,
dinamismo, espíritu resuelto para enfrentarse a las dificultades, espíritu de
colaboración con los demás organismos y sobre todo, de colaboración con el
Partido, dejarse ayudar por el Partido.
(106, 16)

...Pero también nuestra Revolución debe caracterizarse por ser inflexible y


aplicar el principio de que vale más siempre el pueblo, y los intereses del
pueblo están por encima de las consideraciones que pueda merecernos un
compañero. Las consideraciones hacia el pueblo han de estar siempre por
encima de las consideraciones individuales.
Muchas veces hay un compañero que es incompetente en un cargo, y no se
le haría ningún daño cambiándolo para otro. Desde luego, para otro que no
esté más alto. Porque hay los casos conocidos de los que se caen hacia arriba.
(79, 8)

145
Los que enseñan la verdad preparan a los pueblos para comprenderla; los que
enseñan la mentira condicionan a los pueblos para engañarlos. Los que
defienden la explotación, los privilegios y la injusticia tratan de mantener a los
pueblos en la oscuridad y la ignorancia más completa.
Las revoluciones, que predican la justicia, que se hacen para redimir a los
pueblos de la explotación, enseñan, educan, erradican la ignorancia.
(48, 5)

Creo que se fueron creando distintos valores éticos. Esos valores éticos tienen
que haber nacido de las enseñanzas, es decir, de la enseñanza de la escuela,
de los profesores. Yo diría que incluso desde la familia, desde la casa.
Después, la vida que te conté empieza también a crear la sensación de lo
que es hacer cosas malas, la violación de una ética, una injusticia, un abuso,
un engaño. Entonces, no solo has recibido una ética, sino has recibido una
experiencia de lo que es la violación de la ética y de la gente que no tiene
ética; empiezas a tener una idea de lo justo y de lo injusto; empiezas a tener
también un concepto de dignidad personal...
Creo que por ese camino llega a parecer inconcebible un abuso, una
injusticia, la simple humillación de otro hombre; esos valores se van formando
en la conciencia de un hombre, y lo van acompañando. Creo que un conjunto
de cosas me hicieron, primero, poseer ciertas normas éticas, y luego, la vida
me hizo imposible adquirir una cultura de clase, una conciencia de una clase
diferente y superior a la otra. Creo que esa fue la base con la cual después ya
yo desarrollo una conciencia política.
Si tú mezclas valores éticos, espíritu de rebeldía, rechazo a la injusticia, toda
una serie de cosas que tú empiezas a apreciar y a valorar altamente y que otra
gente puede no valorar, un sentido de la dignidad personal, del honor, del
deber, todo eso, a mi juicio, es la base elemental que puede hacer que un
hombre adquiera después una conciencia política. Cuando más, en mi caso, no
la adquiero porque proceda de una clase pobre, proletaria, campesina,
humilde, no la adquiero por mis condiciones sociales; mi conciencia la adquiero
a través del pensamiento, a través del razonamiento, y a través del desarrollo
de un sentimiento y de una convicción profunda.
Creo que lo que te decía de la fe, la capacidad de razonar, de pensar, de
analizar, de meditar y la capacidad de desarrollar un sentimiento, es lo que
hace posible que yo vaya adquiriendo ideas revolucionarias. Además, con una
circunstancia especial: las ideas políticas no me las inculcó nadie, no tuve el
privilegio de tener un preceptor. Casi todos los hombres en nuestra historia
tuvieron un maestro destacado, un profesor destacado, alguien que fuera su
preceptor. Yo tuve que ser, desgraciadamente, preceptor de mí mismo a lo
largo de mi vida. Y cuánto le hubiera agradecido a alguien que me hubiera
ayudado, desde que tenía 12, 14, 15 años; cuánto le hubiera agradecido que
me hubieran enseñado de política; cuánto habría agradecido que me hubieran
inculcado las ideas revolucionarias.

Las ideas políticas de nada valen si no hay un sentimiento noble y


desinteresado. A su vez, los sentimientos nobles de la gente de nada valen, si
no hay una idea correcta y justa en qué apoyarse. Estoy seguro de que sobre
los mismos pilares en que se pueda asentar hoy el sacrificio de un

146
revolucionario, se asentó ayer el sacrificio de un mártir por su fe religiosa. En
definitiva, la madera del mártir religioso, a mi juicio, estuvo hecha del hombre
desinteresado y altruista, de la misma que está hecho el héroe revolucionario.
Sin esas condiciones no existen, ni pueden existir, ni el héroe religioso ni el
héroe político.
He tenido que seguir mi camino, un largo camino para desarrollar mis ideas
revolucionarias. Tienen para mí el inmenso valor de las conclusiones a que uno
ha llegado por sí mismo.
(269,154; 155; 156; 157)

... Somos fuertes porque hay sentimientos de entrañable unión. Somos fuertes
porque nos hemos dado cuenta y hemos aprendido en qué consiste la
verdadera fuerza de los pueblos. Somos fuertes porque hay sentimientos.
¡Somos fuertes en el sentimiento y por eso podemos tener fe en el mañana!
... Nosotros estamos creando una fuerza del pueblo y estamos haciendo a cada
ciudadano beneficiario de la fuerza junta de todos los ciudadanos, porque
individualmente somos demasiado débiles, individualmente somos impotentes.
Cualquiera puede ser víctima de una enfermedad inesperada, de un accidente,
de una desgracia, y él solo, por sí mismo, sería demasiado débil para
afrontarla; cualquiera podía ser víctima antes de muchas injusticias, y él solo
era demasiado débil para afrontarlas. Nosotros estamos haciendo una gran
fuerza para que cada ciudadano sea acreedor de sus frutos, para que cada
ciudadano sea beneficiario de esa fuerza de todos los ciudadanos, para que la
libertad y el derecho de cada ciudadano esté garantizada por esa fuerza unida
de todos. Y el pueblo dividido de ayer, el pueblo al que por todos los medios se
le debilitaba, ese es el pueblo fuerte y unido de hoy y esa es la sensación de
seguridad que cada ciudadano tiene, la sensación de tranquilidad y la
esperanza que cada ciudadano tiene; esta es la razón de esa emoción, de la
emoción que cada ciudadano siente, cuando experimenta que ya no es él débil
y desamparado, sino que él tiene consigo la solidaridad y la ayuda de todos los
demás.
Y así estamos creando una conciencia nueva y un mundo nuevo, distinto del
mundo egoísta y miserable de ayer, porque lo de ayer era miserable y su
norma era miserable; la norma egoísta, la ley absurda de todos contra todos, la
ley absurda de lo de uno por encima de todos, por la ley justa de todo para
todos, que ya vislumbraba nuestro Apóstol, cuando hablaba de que "la patria
era de todos y para el bien de todos".
(17, 11,15)

La Revolución es, precisamente, eso, la Revolución es eso: es la gran unión


de todas las personas honradas, la gran unión de todas las personas útiles, de
todas las personas estudiosas, de todas las personas dignas, de todas las
personas que producen para el pueblo; bien produzcan bienes materiales, bien
sea el obrero que levanta un edificio para una fábrica, o para una escuela, o
para un hospital; bien sea un músico que entretiene al pueblo, que toca en una
fiesta, que divierte al pueblo, que emociona al pueblo; bien sea un maestro, o
un profesor, o un médico, de los médicos honestos — ¡que la Revolución tiene
muchos médicos honestos que están haciendo el trabajo de los que se fueron!-,
o un ingeniero, o un arquitecto, o un artista que realizan trabajos útiles para el

147
pueblo. Y la Revolución es eso: la gran congregación, la gran unión, la gran
hermandad de todas las personas útiles, honradas y dignas del pueblo.
¿Qué es la Revolución, sino la gran rebelión de los obreros y de los
campesinos, de los buenos, y los honrados, y los útiles, contra los parásitos, los
explotadores, los manganzones, los holgazanes, los vividores? ¿Y es que el
parasitismo ha sido totalmente erradicado en Cuba? No, sería un error creer
que el parasitismo ha sido erradicado totalmente en Cuba. Es más, ningún
pueblo puede sacarse con un solo purgante todos los parásitos. Sería el
vermífugo tan terrible que pondría en peligro la salud del cuerpo social. Así
como hay parásitos más difíciles que otros y que necesitan un tratamiento
largo, el parasitismo social es uno de los tipos de parasitismo que necesita más
cuidadoso tratamiento, y es uno de los tipos de parasitismo más difíciles de
erradicar.
(43. 10)

Pueblo: cuando un pueblo es dueño de su destino, cuando un pueblo tiene


conciencia de su historia ocurre eso: se vuelve ¡una sola fuerza, un solo brazo,
un solo pensamiento!
¡Atrás, atrás el espíritu egoísta, atrás el individualismo! Un hombre solo no
tiene fuerza. Solo la sociedad tiene fuerza. Solo el pueblo tiene fuerza.
Y el campesino lo sabe. Cuando tiene que cargar una viga grande y no
puede,-1 lama a varios campesinos para que lo ayuden a cargarla. Y así
también es la Revolución. Así también será el porvenir. Nadie solo puede nada.
Todos juntos podemos todo. Todos juntos podemos todo lo que queramos.
Todos juntos. .. todos juntos cargaremos la gran viga de la Revolución. Todos
juntos construiremos el porvenir, porque la fuerza de todos es la fuerza de
cada uno de nosotros multiplicada. Y con la fuerza de las masas, con la fuerza
del pueblo, sabiéndonos hermanos —blancos y negros, jóvenes y viejos,
hombres y mujeres, de la ciudad y del campo—, seguiremos adelante.
¡Juntos llevaremos esta causa hasta el final, nosotros, y después de nosotros,
los jóvenes, y detrás de los jóvenes, las generaciones venideras! ¡Con la fe en
el pueblo, con la fe en el futuro, con la fe que nos dio el 26 de Julio, con la fe
que nos dio el Granma, con la fe que nos dio la Sierra Maestra, con esa fe en el
pueblo, que nunca ha fallado, que nunca fallará!
(61, 24)

El marxismo lo hemos aprendido en los libros, pero sobre todo lo hemos


aprendido en la vida. Y por eso somos cada vez más socialistas, somos cada
vez más marxistas y lucharemos cada vez con más fervor por un mundo de
hombres buenos, de hombres generosos, por un pueblo que sea todo como una
gran familia, en que cada hombre y cada mujer no tenga un hermano, sino
millones de hermanos y hermanas, millones de hijos, millones de padres y de
madres, porque no somos como los capitalistas que creen que el hombre es
una fiera, no pensamos como los capitalistas que creen que el hombre es un
lobo, egoísta y bruta!; sino porque creemos en el hombre, en los sentimientos
del hombre, en la bondad que se puede encerrar en el corazón humano y
porque creemos que esos sentimientos son susceptibles de crecer ilimitada e
indefinidamente. Por eso podemos llamarnos luchadores por el comunismo,
luchadores por ese mundo mejor, y tener la seguridad de que lo alcanzaremos.
(106, 28)

148
Yo pienso que esta obligación no es sólo de las antiguas metrópolis, creo que
todos los países que de una u otra forma alcanzaron el privilegio del desarrollo
industrial, sin excepción, tienen un elemental deber de solidaridad hacia esta
enorme área de pobreza y subdesarrollo. Este es un principio humano y un
principio moral. Si una Vez se habló de la fraternidad entre los hombres y
quedó inscrita como una de las grandes consignas de la Revolución Francesa,
incluso de la revolución norteamericana, hay que plantear el principió de la
fraternidad y la solidaridad entre los pueblos. Creo incluso que ese principio
debe ser parte esencial del concepto del nuevo orden económico mundial. No
solo se trata de una reparación de la injusticia histórica de la cual seamos
responsables, sino también de un imperativo moral con la especie humana,
aunque no tengamos la menor culpa de su actual tragedia. Si se parte de esos
principios, que entrañan una idea de justicia y solidaridad entre los pueblos,
como existe dentro de cada nación en mayor o menor grado, entonces la
cooperación internacional debe constituir uno de los principios básicos de ese
nuevo orden.
(268, 205-206)

Hay que decir que el despertar de las virtudes, del entusiasmo, de las
perspectivas que una revolución produce en el seno del pueblo es increíble. Y
es increíble porque, a pesar de todas estas deficiencias y de todos estos
factores negativos, cualquiera se encuentra en cualquier escuela una materia
prima impresionante y una calidad extraordinaria. Porque puede decirse que la
Revolución ha despertado en los jóvenes algo: una fe, un entusiasmo, una
situación nueva, absolutamente nueva. Porque la Revolución ha hecho que el
joven sea algo, y algo sumamente importante en la sociedad, algo
extraordinariamente apreciado en la sociedad. La Revolución ha hecho que los
niños y los jóvenes se conviertan casi en su razón de ser, ¡en su razón de ser!,
porque son el objetivo de la Revolución, los continuadores de la Revolución, los
que tienen precisamente que llevar al país hacia las etapas que las primeras
generaciones revolucionarias no lo podrán llevar. ¡Hay una materia prima
extraordinaria! Si esa materia prima existe, entonces tiene que haber alguna
forma de encontrarles solución a estos problemas.
(161,20)

Es mentira que el tiempo debilite el entusiasmo, ¡o que ha demostrado nuestra


propia experiencia es que el tiempo multiplica el entusiasmo y le añade
además la conciencia.
(242, 75)

Nuestra Revolución prueba la falsedad del mito de que, con el decursar del
tiempo, los procesos revolucionarios pierden fuerza y entusiasmo. La fuerza y
el entusiasmo revolucionarios son hoy mayores que nunca, con la diferencia,
en relación con los primeros años, de que el proceso es ahora más sólido, más
consciente y más profundo.
(257, 29)

Por eso no tengo miedo de ser optimista, y la vida me ha enseñado que no hay
que tener miedo de ser optimista; no creo que sea simplemente optimista si

149
digo y expreso mi convicción de que esta conferencia se va a convertir en un
acontecimiento histórico para el futuro de nuestros pueblos, de lo que Martí
llamó Nuestra América y del Tercer Mundo, porque como les decía, este es el
continente, es la región del mundo que puede ser líder y abanderada de esta
lucha.
(273, 93)

... ¡Los revolucionarios no se desmoralizan jamás! Sacan fuerzas de sus


reveses, sacan fuerzas de sus dificultades, y siguen adelante. Y esto es lo que
nos enseña la historia de nuestro país desde las primeras luchas por la
independencia, desde la Guerra de los Diez Años — ¡diez años!-, que terminó
en la derrota total - ¡diez años!—, que terminó en el Zanjón. Y, sin embargo, se
volvieron a levantar v prosiguieron adelante y llegaron a lo que hemos llegado
hoy.
(141,25)

Todo cambia con el tiempo, y la humanidad progresa, y América progresa con


el tiempo. Y el tiempo es el viento que sopla a favor de nuestras velas
revolucionarias. IY la nave revolucionaria marchará adelante! El futuro nos
pertenece. El pasado era del coloniaje y del imperialismo; el futuro es de leí
humanidad, es de los pueblos, es de la Revolución. Y los hechos lo van
demostrando en este hemisferio y en todas partes.
Los revolucionarios no somos pesimistas ni somos escépticos. Escépticos
tienen que ser los reaccionarios y los imperialistas, porque ven que todo
cambia en contra; y los revolucionarios vemos que todo cambia en el mundo y
cambia a favor.
(193, 14; 15)

Porque si tenemos que caer, caeremos todos, pero luchando por el bien; si
tenemos que caer, caeremos todos, pero luchando por la libertad; si tenemos
que caer, caeremos todos luchando contra el abuso y contra el crimen; si
tenemos que caer, caeremos todos, pero luchando por nuestra patria, por
nuestra dignidad, y por la felicidad de nuestro pueblo. Y como nos pongan a
escoger entre la esclavitud o el sacrificio, ¡escogeremos siempre el sacrificio!;
como nos pongan a escoger entre la sumisión o el sacrificio, ¡escogeremos
siempre el sacrificio!; como nos pongan a escoger entre la indignidad y el
sacrificio, ¡escogeremos siempre el sacrificio!, porque hemos aprendido
demasiado bien, ¡que la vida no vale la pena vivirse, cuando se vive esclavo,
cuando se vive sin vergüenza, cuando se vive sin honor, cuando se vive sin
libertad!...
(28, 12)

Hoy, aunque estamos ciertamente satisfechos de nuestra obra y del aporte que
Cuba ha hecho a la práctica y a la teoría revolucionaria, tenemos una visión
más amplia y una valoración más profunda del inmenso aporte de otros
procesos revolucionarios.
Creo honestamente, y eso sí puede ser un motivo de legítimo orgullo, que
hace tiempo hemos dejado atrás tales elementos de autosuficiencia,
arrogancia, idealismo e incluso cualquier manifestación de chovinismo que
pudiera habernos acompañado en los primeros años de la Revolución.

150
Creo que ahora tenemos una mayor comprensión no solo de los procesos
históricos, sino también de los hombres y mujeres que en Cuba junto a
nosotros llevan a cabo la Revolución, más comprensión de sus virtudes y
también incluso de sus limitaciones y faltas.
Siento que creció cada día mi admiración por lo que es capaz el hombre, su
enorme potencialidad para el sacrificio, la solidaridad y la nobleza, y mayor
comprensión también de sus humanas limitaciones. Creo que largos años en el
ejercicio de una importante responsabilidad y autoridad, pueden corromper a
un hombre, pero creo también que pueden hacerlo mejor. He tratado de ser
cada vez menos celoso de esas atribuciones, de compartirlas cada vez más con
otros, de considerarme cada vez menos indispensable, de ver, cada año de mi
vida, con más claridad el valor relativo de los individuos y el mérito inmenso de
la legión de héroes anónimos que constituyen el pueblo .
(268, 43-44)

La experiencia de estos años nos ha enseñado a todos suficiente-mente cómo


reacciona el pueblo, qué gran capacidad de sacrificio, de lucha, qué espíritu
entusiasta el de nuestro pueblo, qué espíritu de lucha, qué espíritu
revolucionario, espíritu que ha ¡decreciendo todos los días. Y nosotros sabemos
como colabora en todo, en cualquier iniciativa. . .
Es decir que no hay una sola vez que al pueblo se le llame, que al pueblo se
le convoque o se le pida su colaboración, y que el pueblo no responda de
manera unánime casi y entusiasta, porque cuando nosotros hablamos de
movilizar cien mil jóvenes, no fue sobre una base estadística. Nosotros no
teníamos en ese momento los datos sobre si existían cien mil jóvenes
estudiantes de la secundaria. Sin embargo, nosotros sabíamos que un
llamamiento al pueblo iba a tener respuesta segura; un llamamiento a la
juventud iba a tener respuesta segura.
Se habló de una cifra en números redondos —cien mil— y se aparecieron
más de cien mil, y es porque el pueblo invariablemente responde a todo el
esfuerzo que se haga, y nosotros todavía podemos movilizar más al pueblo.
Nosotros debemos convertir a cada ciudadano en partícipe de la obra, en un
fiscalizador de la obra de la Revolución, de manera que en su puesto cada
trabajador, cada cooperativista, cada campesino, cada estudiante, cada
administrador, cada delegado obrero, esté consciente de los problemas, esté
consciente de las posibilidades, esté consciente de los métodos, y cada uno de
ellos se haga responsable de que en su centro de trabajo se cumplan todos
esos propósitos, esas posibilidades y esas metas.
(40,10-11)

... Más que en ventajas materiales que de inmediato se puedan lograr, hay
que pensar en lo que moral y socialmente significa la condición de proletario.
¡Honor y título que están por encima de ningún otro dentro de nuestra
sociedad!
Ayer el yanqui era el dueño del latifundio, el amo, y había que hacerle el
"rendez-vous" todos los días. Hoy el honor más alto, el amo de la patria, no es
el yanqui, no es el terrateniente explotador. ¡Es el proletario!
(62, 35)

151
El revolucionario debe tener paciencia y no caer en la desesperación del
pequeñoburgués. Muchas veces ustedes ven un extremista, más extremista
que nadie, y en el fondo, detrás de esa fachada de extremista no hay más que
un pequeñoburgués, desesperado, asustado. Ese no es el espíritu del
proletario. El espíritu del proletario es sereno, firme, confiado, paciente,
convencido de su fuerza.
(57, 13)

Aquí lo importante es, realmente, que nosotros no perdamos el espíritu juvenil


y que los jóvenes no pierdan el espíritu revolucionario. Creo que ese es el
punto donde debemos encontrarnos siempre, sin que importen las edades. Que
no se vuelva el recuerdo de las luchas de nuestro pueblo algo académico, que
no se vuelva algo así como una historia fría. Por otro lado, de ninguna forrma
ha cesado la continuidad de la lucha; por otra parte, estamos muy lejos de
poder decir que la lucha revolucionaria de nuestro pueblo ha cesado, estamos
muy lejos de poder decir que a nuestra juven-tud no le queden tareas y
esfuerzos grandes.
Es por eso que ese vínculo hondo, entrañable, entre las primeras oleadas
revolucionarias y las segundas oleadas revolucionarias y cada nueva oleada
revolucionaria no se pierde ...
(07,5)

La experiencia de estos años nos ha enseñado a todos suficientemente cómo


reacciona el pueblo, qué gran capacidad de sacrificio, de lucha, qué espíritu
entusiasta el de nuestro pueblo, qué espíritu de lucha, qué espíritu
revolucionario, espíritu que ha ido creciendo todos los días. Y nosotros
sabemos como colabora en todo, en cualquier iniciativa...
Es decir que no hay una sola vez que al pueblo se le llame, que al pueblo se
le convoque o se le pida su colaboración, y que el pueblo no responda de
manera unánime casi y entusiasta, porque cuando nosotros hablamos de
movilizar cien mil jóvenes, no fue sobre una base estadística. Nosotros no
teníamos en ese momento los datos sobre si existían cien mil jóvenes
estudiantes de la secundaria. Sin embargo, nosotros sabíamos que un
llamamiento al pueblo iba a tener respuesta segura; un llamamiento a la
juventud iba a tener respuesta segura.
Se habló de una cifra en números redondos —cien mil— y se aparecieron
más de cien mil, y es porque el pueblo invariablemente responde a todo el
esfuerzo que se haga, y nosotros todavía podemos movilizar más al pueblo.
Nosotros debemos convertir a cada ciudadano en partícipe de la obra, en un
fiscalizador de la obra de la Revolución, de manera que en su puesto cada
trabajador, cada cooperativista, cada campesino, cada estudiante, cada
administrador, cada delegado obrero, esté consciente de los problemas, esté
consciente de las posibilidades, esté consciente de los métodos, y cada uno de
ellos se haga responsable de que en su centro de trabajo se cumplan todos
esos propósitos, esas posibilidades y esas metas.
(40,10-11)

... Más que en ventajas materiales que de inmediato se puedan lograr, hay
que pensar en lo que moral y socialmente significa la condición de proletario,

152
¡ Honor y título que están por encima de ningún otro dentro de nuestra
sociedad!
Ayer el yanqui era el dueño del latifundio, el amo, y había que hacerle el
"rendez-vous" todos los días. Hoy el honor más alto, el amo de la patria, no es
el yanqui, no es el terrateniente explotador. ¡Es el proletario!
(62, 35)

El revolucionario debe tener paciencia y no caer en la desesperación del


pequeñoburgués. Muchas veces ustedes ven un extremista, más extremista
que nadie, y en el fondo, detrás de esa fachada de extremista no hay más que
un pequeñoburgués, desesperado, asustado. Ese no es el espíritu del
proletario. El espíritu del proletario es sereno, firme, confiado, paciente,
convencido de su fuerza.
(57, 13)

Aquí lo importante es, realmente, que nosotros no perdamos el espíritu juvenil


y que los jóvenes no pierdan el espíritu revolucionario. Creo que ese es el
punto donde debemos encontrarnos siempre, sin que importen las edades. Que
no se vuelva el recuerdo de las luchas de nuestro pueblo algo académico, que
no se vuelva algo así como una historia fría. Por otro lado, de ninguna forma ha
cesado la continuidad de la lucha; por otra parte, estamos muy lejos de poder
decir que la lucha revolucionaria de nuestro pueblo ha cesado, estamos muy
lejos de poder decir que a nuestra juventud no le queden tareas y esfuerzos
grandes.
Es por eso que ese vínculo hondo, entrañable, entre las primeras oleadas
revolucionarias y las segundas oleadas revolucionarias y cada nueva oleada
revolucionaria no se pierde ...
(97, 5)

Y haremos las cosas no siempre por los caminos, más fáciles; a veces, hasta
por los caminos más difíciles. Porque en aras del facilismo no sacrificaremos la
aspiración de llegar al comunismo. Constructores de una sociedad nueva,
sabemos que toda construcción es difícil, sobre todo cuando hay que hacerla
sobre los escombros de un pasado todavía reciente.
Sabemos que toda obra histórica, toda obra de creación histórica, es difícil.
Sabemos que es una cuesta empinada, que hacia arriba hay que marchar
ardorosamente. Y marcharemos por esa cuesta, por los caminos difíciles; no
siempre buscando lo fácil, porque a veces lo fácil conduce a la derrota.
(112,21-22)

Luego, subestimaron a nuestro pueblo, calcularon mal; y ellos, acostumbrados


a trabajar con cerebros electrónicos, con datos, con cifras, con computadores
de todo tipo, se equivocaron, porque hay algo que sus cerebros electrónicos no
podían medir, hay algo que sus computadores no podían calcular, y eso era: la
dignidad, la moral y el espíritu revolucionario de nuestro pueblo. Porque fue el
espíritu del pueblo lo que aplastó a los invasores.
(98, 4)

Pero aun así, todos tenemos el deber de impregnarnos de ese espíritu


proletario, no dejarnos ganar por las nuevas condiciones o el nuevo ambiente

153
de nuestro trabajo; por eso es tan bueno tener con frecuencia contactos con las
fábricas, porque se aprende mucho y sobre todo se recibe la inspiración del
obrero, y siempre se refresca esa admiración que sentimos por el hombre que
está luchando, trabajando, con el rigor y la disciplina de una fábrica; por eso es
también tan importante algo que se resalta en el informe de balance y es la
atención prestada, por ejemplo, al trabajo voluntario, a través de distintas
formas, porque eso no solo nos viabiliza la oportunidad de participar
físicamente en el trabajo, con sus rigores y su dureza, sino además porque
mantiene viva y desarrolla esa conciencia comunista de la cual debe estar
siempre impregnado nuestro Partido. Y para los cuadros es muy importante
eso, para que la vida no nos distancie de las raíces, para que no nos falte
nunca esa savia revolucionaria que nos ofrecen los obreros…
(190, 9)

... Es cierto que aunque la burguesía haya desaparecido, queda cierto espíritu
del pasado, y queda el espíritu pequeñoburgués en ciertas capas; pero a
nuestro pueblo lo caracteriza el espíritu proletario, ¡él espíritu proletario!, el
espíritu demostrado en esta obra por los constructores, los combatientes
internacionalistas, los maestros internacionalistas, el espíritu de nuestros
obreros, que hacen posibles las zafras en los centrales y en los cortes de caña,
el espíritu de nuestros obreros, que mantiene la producción en el país.
(235, 47)

Y haremos las cosas no siempre por los caminos, más fáciles; a veces, hasta
por los caminos más difíciles. Porque en aras del facilismo no sacrificaremos la
aspiración de llegar al comunismo. Constructores de una sociedad nueva,
sabemos que toda construcción es difícil, sobre todo cuando hay que hacerla
sobre los escombros de un pasado todavía reciente.
Sabemos que toda obra histórica, toda obra de creación histórica, es difícil.
Sabemos que es una cuesta empinada, que hacia arriba hay que marchar
ardorosamente. Y marcharemos por esa cuesta, por los caminos difíciles; no
siempre buscando lo fácil, porque a veces lo fácil conduce a la derrota.
(112,21-22)

Luego, subestimaron a nuestro pueblo, calcularon mal; y ellos, acostumbrados


a trabajar con cerebros electrónicos, con datos, con cifras, con computadores
de todo tipo, se equivocaron, porque hay algo que sus cerebros electrónicos no
podían medir, hay algo que sus computadores no podían calcular, y eso era: la
dignidad, la moral y el espíritu revolucionario de nuestro pueblo. Porque fue el
espíritu del pueblo lo que aplastó a los invasores.
(98, 4)

Pero aun así, todos tenemos el deber de impregnarnos de ese espíritu


proletario, no dejarnos ganar por las nuevas condiciones o el nuevo ambiente
de nuestro trabajo; por eso es tan bueno tener con frecuencia contactos con las
fábricas, porque se aprende mucho y sobre todo se recibe la inspiración del
obrero, y siempre se refresca esa admiración que sentimos por el hombre que
está luchando, trabajando, con el rigor y la disciplina de una fábrica; por eso es
también tan importante algo que se resalta en el informe de balance y es la
atención prestada, por ejemplo, al trabajo voluntario, a través de distintas

154
formas, porque eso no solo nos viabiliza la oportunidad de participar
físicamente en el trabajo, con sus rigores y su dureza, sino además porque
mantiene viva y desarrolla esa conciencia comunista de la cual debe estar
siempre impregnado nuestro Partido. Y para los cuadros es muy importante
eso, para que la vida no nos distancie de las raíces, para que no nos falte
nunca esa savia revolucionaria que nos ofrecen los obreros ...
(190, 9)

... Es cierto que aunque la burguesía haya desaparecido, queda cierto espíritu
del pasado, y queda el espíritu pequeñoburgués en ciertas capas; pero a
nuestro pueblo lo caracteriza el espíritu proletario, ¡él espíritu proletario!, el
espíritu demostrado en esta obra por los constructores, los combatientes
internacionalistas, los maestros internacionalistas, el espíritu de nuestros
obreros, que hacen posibles las zafras en los centrales y en los cortes de caña,
el espíritu de nuestros obreros, que mantiene la producción en el país.
(235, 47)

No se desarrolla ningún pensamiento revolucionario en forma rectilínea como


un rayo de luz, lo que ha de ser rectilíneo como
el rayo de luz es el espíritu revolucionario y la honestidad de los hombres. Pero
no siempre las ideas se presentan con toda precisión y con toda claridad...
(253, 153)

...No es que la Revolución cultive el odio; la Revolución cultiva dignidad en el


pueblo, cultiva la conciencia revolucionaria en pueblo, el sentido del deber,
mas no el odio; pero en el cumplimiento del deber hacemos lo que debemos
hacer, en el cumplimiento del deber adoptamos las medidas que sean
necesarias tomar, y en el cumplimiento del deber debemos ser firmes y
debemos ser inflexibles con nuestros enemigos. Pero principalmente nos guía
el sentido del deber, y no un sentimiento de odio.
(96,6)

La experiencia martiana demuestra cómo es posible predicar el espíritu de


lucha y la lucha por conquistar la independencia, sin predicar el odio a los que
llamaba sus padres españoles; y te aseguro que nuestra Revolución está muy
permeada por las ideas martianas. Nosotros, que somos revolucionarios, somos
socialistas, somos marxista-leninistas, no predicamos el odio, así como una
filosofía, la del odio.. .

... Y en mi interpretación, y pienso que en la interpretación de los


revolucionarios marxistas, no se trata de un odio a los individuos, sino de odio
a un sistema inicuo de explotación, no un odio a los hombres.
Entonces, realmente, lo que nosotros predicamos es la repulsa, el rechazo, el
odio al sistema, el odio a la injusticia; no estamos predicando el odio entre los
hombres, porque, en definitiva, los hombres son víctimas del sistema. Si hay
que combatirá! sistema, se combate al sistema; si hay que combatir a los
hombres que representan aquel sistema al que se odia, hay que combatir a los
hombres que representan al sistema que se odia.
(269,341/342)

155
Hay algo que poseemos, a lo cual sí que no renunciamos, y es nuestra moral.
Lo que un combatiente revolucionario tiene frente enemigo, por encima de
todo, es la moral; y frente a esa moral se estrella toda resistencia. Lo que un
combatiente tiene son sus principios, es su ideología. Y la experiencia de más
de quince años de lucha revolucionaria nos enseña que un gusano, que un
contrarrevolucionario, siempre se desmoraliza frente a la conducta y frente a la
moral de un combatiente revolucionario. Y por eso, sin ponerle un solo dedo
encima, sin golpear jamás a nadie, sin torturar a nadie, todas las batallas las
han ganado siempre los combatientes revolucionarios, porque el combatiente
revolucionario tiene algo que no conoce el contrarrevolucionario y son los
principios, es la verdad, es la moral.
(198, 44)

... Mucho prestigio ha ganado nuestro país en estos años, mas nosotros no
luchamos por prestigio; el prestigio de nuestra Revolución se deriva de nuestra
lealtad a los principios. Y más importante que ese prestigio es la confianza que
los revolucionarios de todo el mundo deben tener, de que Cuba ¡ jamás fallará
¡, de que la lealtad de la Revolución a los inmortales principios del marxisrno-
lenimsmo no es solo la línea de esta generación, sino que será también la línea
de la generación de los pioneros, cuya representación habló aquí en la tarde de
hoy, y la línea de las futuras generaciones revolucionarias.
Con los principios no se negocia. Hay en el mundo gente que Negocia con
los principios, ¡pero Cuba jamás negociará con los principios! ¡Y estamos
seguros de que ni esta ni las futuras genera-clones revolucionarias negociarán
jamás con los principios!
(245,158-159; 162)

Solo unos pocos sobrevivieron al Moneada y al Granma y en nuestras Fuerzas


Armadas se cuentan ya con los dedos de la mano los que participaron en
aquellos hechos, pero jóvenes obreros, campesinos y estudiantes llenaban el
vacío que la muerte abría en nuestras filas. Todo un pueblo se enroló en la
causa de la Revolución y nuestra fuerza se multiplicó desde entonces
infinitamente. Fue la idea, la convicción de defender una causa justa lo que
obró este milagro. Una hermosa tradición de heroísmo se fue creando en la
juventud cubana que nutrió de fuerza, de confianza en sí mismos y espíritu de
invencible decisión a los nuevos combatientes. Por eso Cuba ha podido resistir
altiva, invicta y heroica las embestidas del imperialismo yanqui.
(201,44)

Todavía los enemigos andan preguntándose qué pasó, todavía andan


elaborando teorías acerca de cuáles fueron las causas de su derrota. No podrán
comprenderlo jamás los técnicos del Pentágono, los negociantes de la muerte,
los agresores y los piratas sin moral y sin principio, autoengañados quizás por
su propia propaganda. No podrán comprender jamás que fue una cuestión de
moral, una cuestión de patriotismo, una cuestión de dignidad y de vergüenza,
una cuestión de justicia, una cuestión de razón, lo que decidió la batalla de
nuestra parte.
Ellos no podrán comprender jamás cómo es que sus aviones nuevos, bien
abastecidos, tripulados por dos docenas de pilotos traidores, aparte de cerca
de veinte pilotos yanquis, pudieron sufrir aquella afrentosa derrota.

156
Así se creó, con este incomparable ejemplo, el espíritu de lucha y la tradición
de heroísmo y de combate de nuestra fuerza aérea....
(69, 8)

Pero la historia de un país, las victorias de un país, los avances de un país se


escriben cada día, se escriben en el esfuerzo y en el trabajo diario, se escriben
no solo con el heroísmo de un día, tino con el heroísmo de todos los días; no
con el deber que u cumple un día de modo singular, tino con el deber que te
cumple todos los días.
(97, 5-6)

No se trata ya solo de una prueba de valor para afrontar un riesgo. Hace falta
otro tipo de valor: el valor de la constancia, el valor de la tenacidad, el valor de
la resistencia. Se trata de un problema moral importante. Es precisamente eso
lo que nos acerca al verdadero concepto de revolucionario, al concepto de
hombre. Y más que de hombre, de revolucionario, que —como decía el Che—
es el más honroso título, el más alto sitial a que puede aspirar un hombre: ¡ser
revolucionario!
(140, 18)

Creo que estos son actos de heroísmo verdaderamente singulares. Que no es


ese valor que un hombre un día demuestra frente a un peligro, sino ese valor,
esa abnegación, ese estoicismo de todos los días, esos héroes de todos los
días, trabajadores infatigables, callados, modestos.
(103, 8)

... Y cómo ahora no solo hay que pensar en el heroísmo de los que en las
luchas liberadoras dieron su vida, sino también en el heroísmo de los
trabajadores que en la construcción dan su sudor y en ocasiones dan también
su sangre...
(131,7)

... Pero hemos demostrado mucha más capacidad para enfrentarnos al


enemigo, estar dispuestos a morir, estar dispuestos a hacer cosas, incluso para
los grandes sacrificios, que nuestra capacidad para desarrollar y emplear frente
a las dificultades la tremenda energía e iniciativa de las masas.
(145, 55)

Y eso sí, hay algo que está demostrado: haga usted un llamado, toque un clarín
porque la Patria está en peligro, y no queda uno. Hay que decir que patriotismo
hay en este país, y de sobra; entusiasmo para determinadas formas de
heroísmo hay en este país, y de sobra. Pero virtudes para el trabajo sistemático
y cotidiano, las pequeñas muestras de heroísmo diario, la constancia en la
actitud, es lo que no pudiéramos decir que ha abundado todavía en nuestro
país.
(161, 19-20)

Y en ese trabajo, muchas veces callado, en ese trabajo abnegado de todos los
días, ahorrando, elevando la eficiencia, hay heroísmo. El heroísmo no se
materializa solo en el campo de batalla, se materializa en el trabajo diario, en

157
las horas de esfuerzos, en las horas de sueño que dedicamos a nuestras
obligaciones.
(199, 35)

Hace falta que cada generación haga su cuota de esfuerzo y tenga su cuota
de gloria. Y la gloria no se alcanza solo bajo la opresión imperialista luchando
contra ella, o luchando contra las agresiones imperialistas, o trabajando en el
país. No se gana solo la gloria en los campos de batalla, sino también se gana
una hermosa gloria prestando ese tipo de servicio a otros pueblos.
(210, 52)

... Si solo la ganancia fuera el estímulo de la conducta humana, habrían sido


mejores ministros lo que robaban o los que ganaban grandes sueldos; si fuese
cierto eso de que solo el interés egoísta pueda ser el móvil de la conducta
humana, no habría existido hoy Revolución, porque los hombres que cayeron
en los campos de batalla no cobraban sueldo, los hombres que dieron su vida
por esta Revolución, no lo hacían por el móvil de obtener una ganancia; y los
hombres que han llevado adelante la Revolución con toda honestidad, no se
habrían enfrentado nunca a los grandes señores del oro, como se han
enfrentado los hombres de la Revolución, y habría podido más el oro que el
ideal. ¡Pero la propia Revolución demuestra que el ideal puede mucho más que
el oro! Si el oro pudiera mucho más que el ideal, los grandes intereses
extranjeros nos habrían barrido del mapa; si el oro pudiera más que el ideal, la
patria estaría perdida, porque oro es lo que se le sobra a nuestros enemigos
para comprar conciencias, y, sin embargo, ¡todo el oro de nuestros enemigos
no alcanza para comprar la conciencia de un revolucionario!
(20)

Porque nadie vive solo en el país, porque no hay nadie que pueda vivir solo en
el país. Porque todo ciudadano necesita de los demás ciudadanos del país. Y
todo ciudadano se perjudica cuando algún otro ciudadano no cumple con su
deber.
Y nos preocupaba porque no es un hombre de la selva el que aspiramos a
desarrollar, no es el hombre de la selva quien puede aportar ningún beneficio a
la sociedad humana. No es esa mentalidad egoísta, selvática, la que puede
beneficiar en ningún sentido a la sociedad humana. Y mientras más la sociedad
humana luche contra esas actitudes egoístas, selváticas, antisociales, más se
acercará la sociedad humana al modo de vida ideal y bueno para todos.
(86,11)

Y ya no solo luchamos por erradicar los vicios y las instituciones que tienen una
relación negativa del hombre con los medios de producción, sino que tratamos
de llevar la conciencia del hombre a su grado más alto. Ya no solo la lucha
contra las instituciones que esclavizaban al hombre, sino contra los egoísmos
que esclavizan todavía a muchos hombres, contra los individualismos que
apartan a algunos hombres de la fuerza de la colectividad. Es decir, ya no solo
pretendemos librar al hombre de la tiranía que las cosas ejercían sobre el
hombre, sino de ideas seculares que todavía tiranizan al hombre.
(136, 28)

158
Quizás el idealismo mayor nuestro haya sido creer que en una sociedad que
apenas acaba de salir del cascarón en un mundo que durante miles de años ha
vivido bajo la ley del talión y de la ley del más fuerte, y la ley del egoísmo, y la
ley del engaño, y la ley de la explotación, se pudiera caer así, de un salto, en
una sociedad donde todo el mundo se comportara de una forma ética y
moral . . .
(145, 17-18)

Ahora que hemos abolido el capitalismo, ¿cuáles son los únicos explotadores
que nos quedan? ¿Quiénes nos pueden explotar hoy? Hoy nos pueden explotar
los que pretendan tener privilegios sobre los demás. El privilegio puede ser un
factor de explotación del pueblo trabajador. Contra toda manifestación de
privilegio tenemos que luchar siempre enérgicamente.
Es necesario que los hombres que dirigen sean ejemplo en el trabajo y en el
sacrificio. Y esto lo debemos lograr en toda la línea.
(145,46)

... Nuestra ética revolucionaria no admite el privilegio, el amiguismo bajo


ningún concepto. Y desde luego, toda manifestación de privilegio hay que
combatirla enérgicamente. Toda manifestación de amiguismo hay que
combatirla del mismo modo, porque eso lo exige la ética nueva de nuestro
pueblo .
(212, 153)

¿Por qué? Cómo se puede concebir esa mezquindad - ¡así, esa mezquindad!—
de un joven que lo tenga prácticamente todo y cometa la traición —y no lo
puedo llamar de otra forma que traición— de robarle al compañero algo: o un
reloj, o un lapicero, o cualquier cosa. Y cómo se puede concebir, cómo se
puede aceptar que en el seno de cualquier familia se permita que el muchacho
se aparezca con cualquier cosa hurtada.
Otra forma en que a veces la familia influye negativamente es que, por una
forma o por otra, de una forma o de otra, o porque hicieron un viaje al
extranjero, o porque algún compañero le trajo algún regalo, inmediatamente
adornan al niño con la cosita que vino de fuera. Bueno, si le traen un regalo,
déjelo en la casa, ¡déjelo en la casa! Si le pudo conseguir algo, que por lo
menos lo deje en la casa, y no le permita al joven que se aparezca en aquella
escuela con aquel regalo superespecial que los demás no tienen, o no lo
pueden tener.
Nos perece que estas son ideas, conceptos, realidades sobre las cuales
debemos estar muy alertas, porque esas cosas tienden a crear un poco de
vanidad, tienden a crear un poco de superioridad, o de falso espíritu de
superioridad. Tienden a deformar el carácter, y son influencias negativas. De
estas cosas, por lo general, no se habla; pero hay que hablar, porque todas
esas cosas tienen influencias negativas en el joven.
(222, 24)

... Hace falta la promoción con calidad, hace falta la promoción con exigencia
de parte de los maestros y profesores. No se trata de ocupar un buen lugar
nacionalmente descuidando el rigor de las pruebas. Es necesario que las
pruebas sean rigurosas, y es necesario, sobre todo, la lucha intransigente e

159
infatigable contra el fraude escolar. Y el fraude tiene distintas formas: hay el
fraude abierto y hay el fraude sutil; y hay muchas formas de fraudes sutiles,
desde establecer una prueba muy débil, muy fácil, hasta darles alguna
indicación a los alumnos de cuáles pueden ser las materias más importantes
para el examen.
Yo diría que aún más importante que la promoción o el número de los
alumnos promovidos, es la calidad de la promoción.
Y en cuanto al fraude, es una lucha de todos: del Partido, de la Juventud
Comunista, de las organizaciones de masas, de los maestros-y de los
familiares. Porque hay familiares que no entienden todavía que si el niño sacó
una buena nota mediante el fraude, eso es una cosa muy mala, y que en la
sociedad del futuro ese niño no va a engañar a nadie, porque no por sacar la
nota fraudulentamente en un examen se ha adquirido un conocimiento, y al
contrario, eso hace un efecto tremendamente dañino en cualquier niño y en
cualquier joven. ¿Y qué se puede escorar de un joven que copie en el examen o
que haga fraude?
Esa conciencia sobre la negatividad del fraude debe tenerla todo el pueblo, y
todos tenemos que luchar por eso. No estamos en el capitalismo, en el
capitalismo el fraude era la moda. Pero no puede dedicar un pueblo tantas
energías, tantos recursos y tantos esfuerzos a la educación con fines tan
nobles, para que nuestra sociedad socialista tolere el fraude académico.
Debe ser una lucha de todos los estudiantes y, desde luego, muy
especialmente, de la Unión de Jóvenes Comunistas. No se puede concebir un
joven comunista cometiendo fraude académico; pero no se puede concebir un
solo estudiante —aun cuando no sea de la Juventud Comunista— cometiendo
un fraude académico. Porque no todos los jóvenes pertenecen a nuestra
organización de vanguardia, pero partimos del concepto de que todos nuestros
jóvenes viven en una sociedad revolucionaria y deben ser revolucionarios.
Partimos del concepto de que toda nuestra juventud, de que nuestras masas
juveniles, nuestras masas estudiantiles son revolucionarias. Eso implica el
deber colectivo, y a la vez individual, de combatir el fraude. ¿Cómo nosotros
vamos a permitir que se introduzca en el seno de nuestra juventud el concepto
burgués de la complicidad o del silencio frente a algo mal hecho? Y así, cuando
en algún colectivo de estudiantes o entre algunos estudiantes persiste la idea
de que si un estudiante ve un fraude y no se queda callado, si un estudiante ve
un fraude lo combate y lo informa, ese estudiante es un traidor a sus
compañeros. Y es precisamente al revés, lo opuesto: aquel que ve cometer un
fraude y no lo combate enérgica y revolucionariamente, comete una traición a
sus compañeros, una verdadera traición a sus compañeros, a su escuela y a la
educación del país; comete una traición a sus principios. Porque no queremos
formar solo sabios, aparte de que nunca los fraudulentos serán sabios; no
queremos formar falsos sabios. Y, sobre todo, queremos formar hombres puros
y limpios, hombres leales y honestos, hombres de principios.
Educación formal y lucha contra el fraude deben acompañar indefinidamente
el desarrollo cualitativo de nuestra educación. Lo más limpio, lo más puro, lo
más honesto, debe ser el estudiante, porque ellos serán los trabajadores de
mañana; ellos son llamados a desarrollar, hasta su máxima perfección, la
sociedad socialista y avanzar resueltamente por los caminos del comunismo. Y
donde hay fraude, hay engaño; donde hay fraude, hay daño al país, hay daño
al pueblo, hay daño a la Revolución, hay daño a la patria.

160
(227, 51 -52; 53)

Ahora bien: si aquella vez hablábamos de la importancia de desarrollar un


espíritu de caballerosidad en el hombre, hoy debemos señalar al menos la
importancia de desarrollar un espíritu de urbanidad en todos los niños, varones
y hembras, hombres y mujeres. Nos referimos a la educación formal, algo tan
importante en la vida del hombre: el saber comportarse correctamente en cada
lugar.
... a nuestra Revolución no se juzgará solo por la cantidad de literatura, de
gramática, de matemática, de química y de biología que sepan nuestros niños;
la juzgarán también por esa educación formal que se les sepa dar a los niños.
Si la juventud se proponía educar a los jóvenes en ese sentimiento de
respeto a la mujer, también nuestra juventud y nuestra organización de
pioneros deben esmerarse en esa educación de respeto no solo a la mujer, sino
de respeto general de lo que nosotros estamos llamando esta noche educación
formal, que va desde el hábito de vestirse, el hábito de comer, el hábito de
sentarse, el hábito de ponerse de pie cuando corresponde ponerse de pie,
porque esos son sentimientos de respeto que el socialismo no debe abolir
jamás, y que no entraña ninguna jerarquía social, sino
un modo de convivir, un modo de tratar y respetar a los demás, un modo de
ser solidario con los demás. No es lo mismo ser grosero que ser amable. Y no
se siente nadie bien jamás de la misma forma cuando lo tratan con grosería o
cuando lo tratan con amabilidad, cuando lo tratan con desfachatez o cuando lo
tratan con respeto. Y son realmente tan hermosos los hábitos de solidaridad y
de respeto, que nuestra sociedad revolucionaria no debe jamás renunciara
ellos.
(196,15-16)

... Hemos adquirido algunas virtudes con la Revolución, no lo voy a negar, pero
somos tan mal educados, tenemos tan poca educación formal, que yo creo que
esto debe formar parte también de la ideología de la Revolución, la cuestión
del comportamiento, de la conducta social de los individuos.
(286, 4ta sesión, 364)
... Con los conformistas no se puede avanzar. Un pueblo que se conforma con
lo que ha hecho paraliza su progreso, y siempre el progreso se puede ir
obteniendo en todos los aspectos y desde los inicios de la humanidad hasta
hoy. Lo que se ha demostrado es que todas las cosas de la sociedad humana,
todas las cosas del género humano son susceptibles de grandes progresos.
(30,7-8)

Por eso los hechos están brindando una gran lección a todos nosotros, a todos
los revolucionarios.
Esos prejuicios naturalmente que todavía persisten en un grado considerable.
Si las mujeres creen que su situación dentro de la sociedad es una situación
óptima, si las mujeres creen que la función revolucionaria, su función'
Revolucionaria dentro de la sociedad se ha cumplido, estarían cometiendo un
error. A nosotros nos parece que las mujeres tienen .todavía que luchar mucho,
qué las mujeres tienen que esforzarse mucho para llegar a alcanzar el lugar
que realmente deben ocupar dentro de la sociedad.

161
Si las mujeres en nuestro país eran doblemente explotadas, eran doblemente
humilladas, eso significa Sencillamente que en una revolución social las
mujeres deben ser doblemente revolucionarias.
(113,5-6)

Pero la mujer tiene otras funciones también en la sociedad. La mujer es el taller


natural donde se forja la vida. Son por excelencia las creadoras del ser
humano. Y digo esto porque, lejos de ser objeto de la discriminación de la
desigualdad, la mujer merece especiales consideraciones de la sociedad.
Si en la sociedad humana ha de haber algún privilegio, si en la sociedad
humana ha de haber alguna desigualdad, deben ser algunos pequeños
privilegios y algunas pequeñas desigualdades en favor de la mujer.
Porque sería muy triste que con la Revolución no quedaran ni siquiera las
reminiscencias de lo que en las sociedades burguesas algunos hombres hacían
por razones de caballerosidad burguesa o feudal, ¡Y frente a la caballerosidad
burguesa y feudal, debe existir la caballerosidad proletaria, la cortesía
proletaria, la urbanidad proletaria y la consideración proletaria hacia la mujer!
(183, 19-20)

Pero el Partido y el gobierno no pueden abandonar —no pueden abandonar ni


un instante- la lucha por este propósito de la promoción de la mujer. Yo estoy
absolutamente con vencido, deque la sociedad ganará más en la medida en
que sea capaz de desarrollar y aprovechar las calidades, las capacidades
morales, humanas e intelectuales de la mujer. Estoy absolutamente
convencido. Y precisamente lo que diferencia una sociedad justa, una sociedad
socialista de la capitalista, es esto.
(236, 23)

Hay que buscar fórmulas socialistas a los problemas y no fórmulas capitalistas,


porque no nos damos cuenta y empiezan a corroernos, empiezan a
contaminarnos (. ..) de las cosas que nos contaminan y que contaminan
nuestras conciencias. Y la virtud hay que cultivarla. El vicio es espontáneo
como las malas hierbas y crece solo. Hay que tener presente eso. De lo
contrario, vamos a estar por un lado cultivando virtudes y por otro creando
caldos de cultivo al vicio.
(252, 109)

Nosotros tenemos que luchar por mejorarlo todo en todas partes, en todas las
escuelas, en todos los hospitales, en todas las fábricas, en todas las
construcciones, en todas las actividades. Tenemos un gran trabajo. Y no
transijan con el apático, o con el abúlico, o con el pesimista. El pesimista es la
negación del revolucionario, el pesimista es la negación de la confianza en el
hombre, de la fe en el hombre. Es verdad que alguien dijo que con buenas
intenciones se puede llegar al infierno, es posible; pero el pesimista llega
seguro al infierno, para él inevitablemente no existe otra cosa que el infierno,
quizás el otro se equivoque y tome otro camino, porque si alguien dijo que de
buenas intenciones estaban empedrados los caminos del infierno, ¡de buenas
intenciones está empedrado también el camino de las grandes cosas! Ningún
pesimista nunca hizo nada, el pesimista siempre frenó y estorbó la obra de los
hombres que tienen confianza en el hombre.

162
(285, 7)

Creo que los problemas hay que resolverlos también con moral, con .honor, con
principios, y es necesario apelar -y sería demagógico no hacerlo- al sentido del
deber de nuestros compatriotas y de nuestros trabajadores.
Creo que estas son debilidades —a las que me estoy refiriendo—, todas las
que he mencionado aquí. Ese es nuestro enemigo ahora, esos son los que
están haciendo el trabajo de los mercenarios, todos esos que buscan
privilegios, prebendas, desvían recursos, que quieren embolsillarse dinero que
no han ganado con el sudor de su frente, haciendo chanchullos y haciendo
especulaciones. De todo eso hay en la viña del Señor. No son mayoría, ni
mucho menos; pero tenemos el deber de combatirlos, porque esas minorías
pueden hacer esas cosas solo cuando la mayoría fuera pasiva, indolente y no
tuviera un espíritu crítico. Y conozco el espíritu crítico de nuestro pueblo,
conozco las cualidades de nuestro pueblo.
Esta lucha va a ser larga, y no va a ser de un quinquenio; toda la vida
tenemos que estar luchando contra esta tendencia, porque siempre hay dos
bandos, lo dijo Martí: los que construyen y los que destruyen. Hay un gran
bando numeroso que construye; pero están los del otro bando, donde se ubican
los inconscientes, los indolentes, los irresponsables. Y no tiene que ser un
contrarrevolucionario, ¡hay algunos que no se dan cuenta que esa es una
forma de hacer el papel de mercenarios!
Nosotros tenemos que apelar al honor y a la dignidad de nuestros
compatriotas, de lo cual han dado prueba tan elevada en la historia. Creo que
aquí también se hizo evidente que la Revolución ha tenido una posición
demasiado generosa con ciertos elementos y que la Revolución ha sido
demasiado tolerante con ciertos vicios y ciertas deformaciones en el campo; ya
dije cómo durante años aquí había gente que se le cortaba toda la caña, se le
hacía todo y se le entregaba el cheque en su casa.
Ya aquí quedó establecido con 'toda claridad el deseo de los cooperativistas
de que todos estos elementos que utilizan la tierra de una manera incorrecta y
llevan a cabo prácticas de aparcería y de arrendamiento de tierra para lucrarse
del trabajo de los demás, deben ser expropiados o confiscados.
(279, 65-66)

... (Qué bueno, que podemos lavar todos los trapos del diablo antes que los
trapos nos sepulten; antes de que la suciedad nos sepulte es mucho mejor
lavar los trapos al aire libre, todos estos trapos, qué bien, qué fuerza nos da,
qué moral, qué autoridad!
... Estoy convencido de que no nos debilita el que lavemos los trapos al aire
libre. Los trapos sucios que los lavemos; estoy convencido de que lo que nos
asfixia, nos infecta, nos ahoga, es no lavar nunca trapos sucios por el temor de
que el enemigo se entere allá en Miami, o allá, los imperialistas, y utilicen esto
para atacarnos. Estoy convencido, pero convencido como de pocas cosas, de
que airear todos estos problemas libremente dentro de una crítica socialista,
revolucionaria, que no está inspirada en todas las porquerías del capitalismo,
nos da una fuerza tremenda. Estoy convencido
(283, 158)

IV La educación

163
patriótica e internacionalista
y la preparación para la defensa

... que aquí no puede intervenir nadie, porque la soberanía no es una gracia
que nos conceda nadie, sino un derecho que nos corresponde como pueblo.. .
(2. 27)

Quiero que el concepto patria tenga mayor alcance, que al decir patria nos
estemos refiriendo a la Gran América que componen nuestras pequeñas
patrias.
(4, 88)

... Ese medio millón de machetes que se agitan y que hablan con las voces
características de su temple y de su filo, manejados por las manos vigorosas de
nuestros campesinos; ese medio millón de machetes levantados, es el
espectáculo más impresionante que hemos visto en nuestra vida, es el
espectáculo más imponente que se haya visto posiblemente en ningún lugar
del mundo... ese medio millón de machetes que se convierten desde hoy, el
machete, en el símbolo de nuestra Revolución
Al pensar en este momento de excepcional emoción, surgida del despertar
en la libertad, del despertar de la fe y la esperanza, al ver cómo se comporta
nuestro pueblo, lo que siento es deseo de exclamar que nunca, como en estos
instantes, nos hemos sentido tan orgullosos de ser cubanos; nunca nos hemos
sentido tan orgullosos de nuestro pueblo; y nunca nos hemos sentido tan
orgullosos de nuestra bandera, de nuestra bandera de-la estrella-solitaria, que
cuando la veíamos hoy desplegarse al viento, bañada por los rayos del sol al
atardecer, sentí ese júbilo infinito, ese júbilo que fue el sueño de tantos
hombres que lucharon, sin verlo cumplido: el júbilo de sentir en esta
generación toda la emoción y todos los sueños de varias generaciones. Y al
verla ondear, y al verla tan limpia y al verla tan hermosa, y al verla tan
honrada, la palabra patria, y el símbolo de la patria, y todo lo que se concreta
alrededor de ese sentimiento que hace a los hombres morir, cuando llega la
hora de morir para defenderla...
Al verla hoy, al ver el sitial tan alto en que hemos situado a nuestra bandera,
me sentí tan feliz que vi en ese minuto premiados todos los sacrificios que
hemos hecho y todos los sacrificios que tengamos que hacer en lo adelante.
(8, 6; 7)

... Es preciso resistir con privaciones, porque vale más pasar hambre en
libertad que vivir en la opulencia esclavizados. Que más vale ser pobre pero ser
libre y aunque nos cueste mucho y aunque fuese largo el camino del desarrollo
de nuestras riquezas algún día arribaremos a la meta.
Pero es preferible ser pobres, pero ser libres, que ser ricos pero esclavos. Y
mucho más si aquí éramos, además de esclavos, pobres.
... porque los cubanos hemos aprendido a mirar la muerte serenamente y sin
inmutarnos, porque los cubanos hemos aprendido a mirar la vida y
considerarla, ¿qué valor tiene la vida cuando no se vive con libertad; cuando no
se vive con decoro; cuando no se vive con justicia; cuando no (se vive por algo
querido como lo que estamos viviendo los cubanos en estos momentos?

164
Hoy he visto más gloriosa y más heroica que nunca nuestra patria, más
admirable a nuestro pueblo. Lo que importa no son los claros en las filas, lo que
importa es la presencia de ánimo de los que permanecen en pie. Y no una, sino
muchas veces hemos visto claros en las filas de nuestros combatientes; vimos
claros dolorosos, como hoy los vemos en las filas del pueblo. Pero no importa,
lo que importa es la entereza de nuestro pueblo.
Y así., al despedir a los caídos, no tengo otra idea que esta idea que
simboliza la unidad de nuestro pueblo.
(12,7)

¡Ah! Eso es lo que explica la admiración de nuestros visitantes, porque no


hay espectáculo más impresionante y más formidable que un pueblo cuando
tiene vida, que un pueblo cuando tiene conciencia, que un pueblo cuando tiene
alma, que un pueblo cuando tiene moral, cuando tiene razón, cuando tiene
espíritu de lucha, cuando es valiente, cuando es capaz de sentir un ideal y por
ese ideal sacrificar todos los intereses individuales. Porque cuando un pueblo
llega a ese grado de conciencia revolucionaria, los individuos se funden en el
alma del pueblo y entonces, individualmente, cada uno de nosotros no importa,
hay algo que no muere ni puede morir nunca: ¡ese es el pueblo!...
(29,32)

¿Cuál es el sueño de nuestro pueblo? ¿Cuál es el sueño de nosotros, los


revolucionarios? Pues el sueño de nosotros los revolucionarios es ver
culminados los ideales de la Revolución, las aspiraciones de la Revolución, que
son aspiraciones muy concretas. Y nosotros hemos demostrado que no somos
hombres soñadores. ¿Por qué? Porque los hechos han demostrado que lo que
ayer parecía sueño, muchas cosas que en un ayer no lejano parecían sueños,
hoy son realidades que se han cumplido tan al pie de la letra como pocas veces
se han cumplido, en la historia de la humanidad, los ideales de los
revolucionarios.
(33,8)

... Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí,
lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el
valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario
del pueblo de Cuba.
Eso es lo que no pueden perdonarnos: que estemos aquí, en sus narices, ¡y
que hayamos hecho una revolución socialista en las mismas narices de los
Estados Unidos!
Esa revolución socialista la defendemos con esos fusiles. Esa revolución
socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros
antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores.
(37,28)

Si frente al más elemental interés de la humanidad, los imperialistas forzaran


las cosas hasta el punto de desatar una guerra, dolorosísima para la
humanidad, también la responsabilidad histórica será suya. Y sobre sus
hombros —o mejor dicho, sobre sus cenizas-, tendrán que cargar la tremenda y
aplastante responsabilidad del daño que puedan ocasionarle al mundo.

165
Nuestra política es de respeto a los principios, de respeto a las normas
internacionales y de paz.
Podemos decirlo porque es así. Sin que tengamos ninguna segunda intención
podemos hablar de ese modo. Y podemos hablar así, porque tenemos la
convicción de la causa qué defendemos, de toda la justicia y de toda la razón
que nos acompaña, y porque sabemos que estos riesgos no los corre nuestro
pueblo por ser un pueblo corrompido, por ser un pueblo envilecido, por ser un
pueblo abyecto, por ser un pueblo que viva nadando en el lodazal de las
injusticias, de la explotación. Es un pueblo que ha enarbolado un ideal de
justicia, un pueblo que ha alejado vicios, depravación, explotación de las
miserias morales y materiales del pasado, y que se halla muy convencido de lo
que está haciendo. De ahí su fuerza. Muy convencido del rol histórico que está
desempeñando, muy convencido del prestigio que goza, de la fe que los dem ás
pueblos del mundo tienen puestos en él. Por eso, porque está convencido de
eso sabe mirar de frente y serenamente. Todos, hombres y mujeres, jóvenes y
viejos, ¡todos somos uno en esta hora de peligro! Y nuestra -de todos: de los
revolucionarios, de los patriotas-, será la misma suerte; ¡y de todos será la
victoria!
(63,23)

Y, sin embargo, vino la crisis, la amenaza. Fue necesaria la movilización, el


abandono de todos esos trabajos, de todas esas tareas, para asumir, en estas
circunstancias, la tarea más sagrada, que es la defensa de la patria.
Defendemos la patria, porque queremos una patria donde trabajar. No una
patria de parásitos, sino de trabajadores, de
creadores. Esa patria la queremos para trabajar, para crear. Y por eso tenemos
que defenderla primero que nada. Y el ardor con que el pueblo se dispuso a
combatir y a hacer lo que fuera necesario demuestra el amor que cada vez
más siente el pueblo por el trabajo creador.
Porque, ¿qué defiende en la trinchera? Lo que está haciendo en los campos,
lo que está haciendo en las fábricas, lo que está haciendo en las universidades,
lo que está haciendo en las escuelas. Eso es lo que nuestro pueblo va a
defender a las trincheras. Y mientras más conciencia tiene de lo que está
haciendo, mientras más quiere lo que está haciendo, es lógico que con más
amor y más valor vaya a las trincheras.
Un pueblo así, que de tal manera y tan serenamente, tan admirablemente
afronta situaciones tan difíciles, es un pueblo que tiene derecho a conquistar lo
que anhela, que es la paz, el respeto, la dignidad y el prestigio.
(64, 19-20; 22)

¿Es que acaso no nos importan los sacrificios, es que acaso no nos importa la
sangre del pueblo? Sí, sí nos importa la sangre del pueblo y nos importa
mucho; sí nos duele la sangre del pueblo y nos duele mucho, porque, en
definitiva, qué sentido tienen nuestras vidas, si todo lo que hemos hecho lo
hemos hecho por eso, lo hemos hecho por el pueblo. Lo que los
revolucionarios hacemos, lo hacemos por amor al pueblo, lo hacemos por el
bien del pueblo. Y los que cayeron combatiendo y dieron su vida lo hicieron por
amor al pueblo. Y las revoluciones se hacen para crear, no para destruir.
Los jóvenes estudian, los obreros estudian y el pueblo trabaja para crear,
para disfrutar de lo que ha hecho, disfrutarlo en paz, disfrutarlo con dignidad. Y

166
tienen derecho a disfrutar de esa paz con dignidad los pueblos que no
renuncian derechos, los pueblos que no transigen con derechos que son
sagrados.
El día en que todos los pueblos del mundo se reúnan y digan que
desaparezca la soberanía sobre el espacio aéreo, nosotros decimos: que
desaparezca la soberanía del espacio aéreo. Incluso, el día que todos los
pueblos del mundo se reunieran y dijeran: que desaparezcan las banderas,
nosotros diríamos con el mundo: desaparezcan las banderas. El día que los
pueblos del mundo tuvieran una ley para todo el mundo, nosotros acataríamos
esa ley.
Pero mientras el concepto de soberanía exista como prerrogativa de las
naciones y de los pueblos independientes, y como derecho de todos los
pueblos, nosotros no aceptaremos la exclusión de nuestro pueblo de ese
derecho. Mientras el mundo se rija por esos principios, mientras el mundo se
rija por esos conceptos y sean los conceptos que tengan validez universal,
porque son universalmente aceptados y consagrados por los pueblos, nosotros
no aceptamos que se nos prive de ninguno de esos derechos, nosotros no
renunciaremos a ninguno de esos derechos.
¡Y por lo tanto esa bandera, y ese cielo y esta tierra, la defenderemos al
precio que sea necesario...!
(83, 6)

Y antes que ser parias en nuestra patria, antes que vivir como vivíamos,
trabajando para ellos, preferimos mil veces sucumbir con lo nuestro; morir con
lo nuestro antes de que nos lo arrebaten, antes de dejárnoslo arrebatar. Porque
ahora la patria significa algo para nosotros, ahora esta tierra significa algo para
nosotros; es nuestra patria, es nuestra tierra. Pueblo y nación se identifican
plenamente, somos una sola cosa, nos hemos verdaderamente independizado,
somos verdaderamente dueños de nuestro presente y de nuestro futuro.
(119,26)

Cuando la patria era de unos cuantos privilegiados, la palabra patria no tenía


ningún sentido; cuando la tierra era de los especuladores o de los latifundistas,
el suelo en que vivíamos, no tenía ningún sentido; si acaso, era nuestro el aire
que podíamos respirar, y eso porque no lo podían inscribir en un registro de
propiedad ni lo podían encerrar en un almacén.
Pero desde luego hoy el concepto de la patria es diferente. Cuando el suelo
es de todos, cuando la riqueza es de todos, cuando la oportunidad es de todos,
cuando la patria de verdad está llamada
a ser de todos, solo los que no tienen la más elemental noción de la patria, solo
los privilegiados o aspirantes a privilegiados, hacen eso: abandonar su patria
para marcharse. Por eso nosotros no perdemos absolutamente nada cuándo
esos señores se van, por eso no hemos hecho nada para impedir que se vayan
allá a disfrutar de las limosnas del amo imperialista; que esta patria la
desarrollaremos, la haremos grande con el esfuerzo de los que de verdad
tienen hoy una patria y de verdad tienen hoy un sentido de patria.
(127,77)

167
Pero a pesar de la corrupción, a pesar de las intervenciones, es lo cierto que en
nuestro pueblo las mejores tradiciones revolucionarias del siglo anterior se
mantuvieron encendidas, se mantuvieron latentes.
Es decir que si los imperialistas no se apoderaron pura y simplemente de
este país y lo convirtieron en un Cayo Hueso más o en una prolongación de
Miami y de Cayo Hueso, ello se debió, sin duda de ninguna clase, a que en este
país había un pueblo que había luchado heroicamente durante treinta años por
la independencia, de tal modo que los imperialistas no se atrevieron a desafiar
abiertamente ese sentimiento, no se atrevieron a desafiar abiertamente a un
pueblo de ese temple, y sencillamente inventaron otras formas: la república
mediatizada, la Enmienda Platt, la corrupción, y todo ese bochornoso,
asqueroso, repugnante período de la historia de este país en que las
generaciones de gobernantes se sucedían unos a otros, saqueando, es decir,
en una verdadera emulación de ver quién robaba más y quién saqueaba más a
este país.
(128,11)

Cuando un país como el nuestro hace una revolución a 90 millas de Estados


Unidos, cuando un enemigo poderoso como el imperialismo yanqui le declara el
propósito de aplastarlo; cuando un país como el nuestro ha recibido tantas
lecciones acerca del carácter agresivo y criminal de ese imperialismo, tiene
que ser verdaderamente un pueblo de todos trabajadores, de todos soldados y
de todos estudiantes, hombres y mujeres.
Y al lograr esto podremos estar seguros de que habremos logrado lo que no
ha logrado ningún ejército del mundo, habremos logrado lo que no ha logrado
todavía ningún país en el mundo. Si la realidad de estar tan cerca de tan
poderoso y tan criminal vecino nos ha obligado a ser todos soldados, ¡seamos
todos soldados, igual que debemos ser todos trabajadores y todos estudiantes!
(129,17)
... porque esta lucha, que hoy se enlaza y se entronca con la lucha de los
demás pueblos del mundo contra el imperialismo, comenzó hace
prácticamente un siglo, comenzó con los primeros hombres que se levantaron
en armas contra el coloniaje y la explotación de nuestra patria. Y ha seguido
ese curso, ha seguido esa línea, y esa línea jamás la ha abandonado nuestro
pueblo, jamás la ha traicionado nuestro pueblo: ha seguido esa línea firme y
clara. Ese es su espíritu, esa es su tradición.
Por el camino se han juntado todos los hombres dignos de esta tierra, en la
larga lucha han muerto muchos hombres dignos de esta tierra. Los primeros;
no eran marxista-leninistas. Carlos Manuel de Céspedes no lo era, Martí no lo
era, porque en la época en que vivió y en las condiciones históricas en que se
desenvolvió su magnífica lucha no podía serlo, ¡Nosotros entonces habríamos
ido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros!, porque lo que determinó
en cada época fue él espíritu revolucionario de nuestro pueblo, la tarea en cada
momento de nuestro pueblo...
(99,11-12)

¿Qué significa para nuestro pueblo el 10 de octubre de 1868? ¿Qué significa


para los revolucionarios de nuestra patria esta gloriosa fecha? Significa
sencillamente el comienzo de cien años de lucha, el comienzo de la revolución
en Cuba, porque en Cuba solo ha habido una Revolución: la que comenzó

168
Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 y que nuestro pueblo
lleva adelante en estos instantes.
... Y nada nos enseñará mejor a comprender lo que es una revolución, nada nos
enseñará mejor a comprender el proceso que constituye una revolución, nada
nos enseñará mejor a entender qué quiere decir revolución, que el análisis de
la historia de nuestro país, que el estudio de la historia de nuestro pueblo y de
las raíces revolucionarias de nuestro pueblo.
Porque si el interés de los que se aliaron aquí con los imperialistas era ocultar
la historia de Cuba, deformar la historia de Cuba, eclipsar el heroísmo, el
mérito extraordinario, el pensamiento y el ejemplo de nuestros héroes, los que
realmente están llamados y tienen que ser los más interesados en divulgar esa
historia, en conocer esa historia, en conocer esas raíces, en divulgar esas
verdades, somos los revolucionarios.
De estos cien años, durante noventa años, la Revolución no había podido
abarcar todo el país, la Revolución no había podido tornar el poder, la
Revolución no había podido constituirse en gobierno, la Revolución no había
podido desatar las fuerzas formidables del pueblo, la Revolución no había
podido echar a andar el país. Y no es que no hubiese podido porque los
revolucionarios de entonces fuesen menos capaces que los de hoy — ¡no, de
ninguna forma!—, sino porque los revolucionarios de hoy tuvieron el privilegio
de recoger los frutos de las luchas duras y amargas de los revolucionarios de
ayer. Porque los revolucionarios de hoy encontramos un camino preparado, una
nación formada, un pueblo realmente con conciencia ya de su comunidad de
intereses; un pueblo mucho más homogéneo, un pueblo verdaderamente
cubano, un pueblo con una historia, la historia que ellos escribieron; un pueblo
con una tradición de lucha, de rebeldía, de heroísmo. Y a la actual generación
te correspondió el privilegio de haber llegado a la etapa en que el pueblo al fin,
al cabo de 90 años, se constituye en poder, establece su poder...
(136, 5; 7; 18; 23-24)

¡Cómo se había ido formando .el pensamiento revolucionario de nuestro


pueblo, demostrando que las ideas revolucionarias no vinieron al mundo
perfectas y puras, que las ideas revolucionarias las adquiere un pueblo a lo
largo de su camino y a lo largo de su experiencia!
(169,21)

No hay obra humana perfecta y tampoco lo son, por supuesto, las revoluciones,
que las hacen los hombres con sus limitaciones e imperfecciones. La marcha
de la humanidad hacia el futuro debe necesariamente conocer experiencias
dolorosas, pero ese futuro pertenece a los principios, a la solidaridad
revolucionaria entre los pueblos, al socialismo, al marxismo-leninismo y al
internacionalismo.
Esta alternativa entre el pasado y el futuro, la reacción o el progreso, la
traición o la lealtad a los principios, el capitalismo o el socialismo, el dominio
imperialista o la liberación, fue lo que se decidió en Girón aquel 19 de abril de
1961. Tres días antes, frente a las tumbas de los primeros mártires de la brutal
agresión,
el pueblo proclamó el carácter socialista de nuestra Revolución, y los hombres
y mujeres de nuestra patria se dispusieron a morir por ella. Nadie sabía el
número de mercenarios; nadie sabía cuántos infantes de marina y soldados

169
yanquis vendrían detrás de ellos, cuántos aviones, cuántos nuevos
bombardeos habría que soportar. Nunca, como en ese instante, la consigna de
"Patria o Muerte" se hizo más dramática, real y heroica. La decisión de morir o
vencer, encarnada en un pueblo entero, era superior a todos los riesgos,
sufrimientos y peligros. Esto hizo doblemente histórica aquella fecha, porque a
partir de Girón nació realmente nuestro Partido marxista-leninista; a partir de
aquella fecha se cuenta la militancia en nuestro Partido; a partir de aquella
fecha el socialismo quedó para siempre cimentado con la sangre de nuestros
obreros, campesinos y estudiantes; a partir de aquella fecha el destino de los
pueblos de este continente, en la libertad y dignidad que conquistaba uno de
ellos frente a la agresión del poderoso imperio que los avasallaba a todos, sería
diferente. Porque, dígase lo que se diga, a partir de Girón todos los pueblos de
América fueron un poco más libres.
El espectáculo de un pueblo valiente, heroico y victorioso, conmovió hasta
los cimientos y cambió la psicología política, los viejos esquemas y los hábitos
de pensar enceste continente...
(198,22-23)

La independencia no significa obtener de Inmediato el bienestar, la riqueza. La


independencia significa la oportunidad de empezar a trabajar para sí mismo,
porque los colonialistas solo dejaron ignorancia y pobreza. El triunfo de la
revolución significa la consolidación de la independencia. ¡Sin revolución no
hay verdadera independencia, y sin socialismo no hay revolución!
(203,34)

La teoría es una cosa y la práctica en la realidad de la vida es otra. Hay que


pensar que los pueblos y los hombres que hacen la historia no llevan un librito
en la mano, guiándose por el librito para hacer la historia. Hoy la política en
todos los sentidos es mucho más científica, gracias precisamente a Marx, a
Engels y a Lenin, que nos enseñaron muchas cosas y muchas verdades y
muchas leyes sociales por las cuales podemos guiarnos. Ya nuestra generación,
como hemos explicado otras veces, tuvo el privilegio de poder apoyarse en
esas leyes y en toda la experiencia, la enorme experiencia de la historia de
nuestra patria. Esto es importante. Cuando investiguemos la historia debemos
ser todo lo objetivo que sea necesario ser, todo lo honesto, todo lo sincero y
crítico que sea necesario ser; ser objetivos, no subjetivos, no analizar los
hombres de aquella época con la mentalidad de ahora y los principios de
ahora, y cuidarnos de los adjetivos. ..
Somos absolutamente partidarios de que se investigue, se analice, se hagan
estudios científicos de la historia de nuestro país, pero que no actuemos con el
espíritu de la emigración al juzgar a los hombres de aquella época. Que
seamos cuidadosos en analizar los factores objetivos y los factores subjetivos,
y no endilguemos juicios sobre ninguno de aquellos hombres a base de los
criterios de hoy y de los factores subjetivos de hoy.
Para nuestra generación, esta que está aquí, más joven, menos joven, más
madura, fue un gran privilegio, una gran suerte, una gran fortuna, que
hayamos podido contar con ejemplos como este que hoy conmemoramos.
Porque hay que decir que nuestra generación recibió la herencia, el espíritu de
todo lo que hicieron aquellas generaciones: la herencia de Céspedes y Yara; la
herencia de Agrámente, Calixto García, Máximo Gómez; la herencia de Maceo,

170
la herencia de este hecho singular y extraordinario que fue la Protesta de
Baraguá; la herencia de nuestras luchas por la independencia, la experiencia
de todas las generaciones anteriores. Porque en los combatientes
revolucionarios de nuestra época eso estaba muy presente, y la Protesta de
Baraguá estaba muy presente: la idea de no rendirse, la idea de no darse por
derrotado nunca..
(224,70-71)

La libertad no es un camino fácil, la verdadera libertad; la verdadera justicia no


es un camino fácil, y nuestra historia nos lo enseña, nos lo enseña nuestra
historia...
(238, 63)

... Nuestro Partido, nuestra Revolución se siente segura de su historia y de su


gloria, de sus victorias. Sabe que nada nos podrá doblegar, nada nos podrá
vencer, nada nos podrá dominar. Nos podrán desaparecer de la faz de la tierra;
pero tenemos conciencia de que si se defiende una causa justa, es glorioso
desaparecer heroicamente de la faz de la tierra.
No negociamos con los principios, ni albergamos temor; tenemos deberes,
tenemos responsabilidades, las tenemos con el movimiento revolucionario
internacional, con la paz mundial y con nuestro pueblo; soñamos también,
tenemos la esperanza de que nuestro pueblo pueda seguir adelante
avanzando, progresando, obteniendo nuevas conquistas. Soñamos con el otro
congreso y el otro del Partido y de la Unión de Jóvenes Comunistas, en un
amplio y prolongado futuro. No soñamos nosotros como individuos, soñamos
todos, sueña nuestro pueblo, sueña el alma colectiva, sueñan ustedes, porque
la Revolución ofrece trabajo duro, sacrificio; pero ofrece también satisfacciones,
alegría, sentido de vivirse una vida que vale la pena vivirse, de vivirse una
época que vale la pena vivirse; sentimos una gran dignificación en nuestra
tarea y en nuestra obra. Ahora, por ella estamos dispuestos a todo, estamos
dispuestos a morir todos, por nuestra independencia, por nuestros principios,
por nuestra Revolución.

Por eso decíamos nosotros que la paz se preservará, entre otras cosas, si el
imperialismo sabe que estamos dispuestos-a morir por ella, a luchar por ella
hasta el último aliento. Siempre tenemos esperanza de que la paz se preserve
y si podemos poner un granito de arena lo ponemos, con toda seriedad y con
toda responsabilidad.
(252,134-135)

... en este pueblo revolucionario no encontrarán jamás claudicación los


imperialistas. Podremos morir, sí, pero claudicar ¡jamás! i Podremos morir, sí,
pero moriríamos con libertad y con dignidad! ¡Podremos morir, no porque
despreciemos la vida, no porque despreciemos la obra creadora que nuestro
pueblo realiza, no porque no vemos el porvenir luminoso a que tenemos
derecho con nuestro trabajo, sino porque las vidas de todos nosotros, están
indisolublemente asociadas a esa idea y a ese porvenir, y sin patria no
queremos la vida, sin libertad no queremos la vida, sin dignidad no queremos
la vida, sin justicia no queremos la vida, sin pan para nuestros hijos no
queremos la vida, sin porvenir no queremos la vida! Por eso decimos ¡Patria o

171
Muerte! Por eso el himno de nuestros luchadores por la independencia
estableció bien claro: ¡que vivir en cadenas es vivir en oprobios y afrentas
sumidos y que morir por la patria es vivir!
... patriotismo e internacionalismo proletario son dos cosas comunes a la
revolución socialista.
(65, 12)
... un sueño que tengo en mi corazón y creo que lo tienen todos los hombres de
la América Latina, sería ver un día a la América Latina enteramente unida, que
sea una sola fuerza...
(3,14)

Seguiremos el esfuerzo en la lucha junto con el movimiento comunista


internacional. Están completamente locos los imperialistas si creen que van a
separarnos una pulgada. A nosotros no nos separan una pulgada del campo
socialista, ni en broma, ni en serio. Que no se hagan ilusiones siquiera. Si
quieren discutir con nosotros, olvídense de eso. Nosotros somos comunistas y
pertenecemos al campo socialista, y nuestra suerte será la suerte de todos los
comunistas, del movimiento comunista internacional, de la revolución
comunista. Es el futuro inevitable, absolutamente inevitable.
Hoy más que nunca existen razones, circunstancias que alimentan la fe y la
esperanza en el triunfo de las ideas marxista-leninistas. Se pueden apreciar, se
pueden palpar, se pueden tocar, se ven en números, en datos estadísticos, en
todo.
Hay que luchar por la mayor unidad, la mayor comprensión, la mayor
hermandad. Que se comprendan todos los problemas. Crear cada vez lazos
más fuertes, de mayor solidaridad entre los pueblos, de mayor sentimiento
internacionalista entre los pueblos. Sentido de generosidad, sobre todo hacia
los pueblos pequeños, los pueblos subdesarrollados. Ellos necesitan más de
esas manifestaciones.
Cuando hablamos así estamos hablando en interés de todos los comunistas,
pero también de todos los pueblos que están bajo las botas del colonialismo,
bajo las botas del imperialismo, que tienen la única esperanza de desarrollarse,
de liberarse, en la medida en que se desarrolla el campo socialista...
(71,46)

En dos palabras, creemos que en algún lugar hay que cortarles las manos a
los imperialistas, hay que partirles la "siquitrilla" a los imperialistas, en algún
lugar afrontando los riesgos y que el imperialismo sepa que estamos
dispuestos a afrontar los riesgos. Y estoy seguro, como que lo conocemos muy
bien, de que son chantajistas, que entonces se pondrán a pensar; mientras
tanto atacan sin pensar, bombardean sin pensar, matan y asesinan sin pensar.

Nadie quiere ni puede querer guerra; los pueblos desean la paz, vivir en paz,
trabajar en paz, crecer en paz, desarrollarse en paz; los pueblos desean
construir su felicidad, pero esa felicidad, ese derecho hay que conquistarlo
inteligentemente.
(100.17)

Nosotros no les pagaremos a los soviéticos la ayuda que ellos nos dan. La
cadena de la historia es larga y continua. Nosotros lo que hemos recibido de

172
ayuda técnica, se lo pagaremos a otros pueblos; la deuda de gratitud que
tenemos con la humanidad, nosotros la saldaremos también algún día en la
medida de nuestras posibilidades y nuestras fuerzas ayudando a otros. Y así,
los que hoy nos han ayudado, han ayudado también a otros pueblos. Es como
el que siembra una semilla, que fructifica, que nos ayuda hoy a nosotros y
ayudará mañana a otros, y otros ayudarán a otros, hasta que el último pueblo
de la tierra se haya liberado de la explotación del hombre por el hombre, y
hasta que en el último pueblo de la tierra se haya establecido el socialismo y
hayan triunfado las ideas marxista-leninistas.
(101,12)

Esta Revolución cuenta con el privilegio de llevar con ella y contar como parte
de ella al pueblo revolucionario, cuya conciencia se desarrolla y cuya unidad es
indestructible. Unido el pueblo revolucionario, armado de las concepciones más
revolucionarias, del patriotismo más profundo -que la conciencia y el concepto
internacionalista no excluye ni mucho menos el concepto del patriotismo-,
patriotismo revolucionario, perfectamente conciliable con el internacionalismo
revolucionario, armado con esos recursos y con esas circunstancias favorables,
será invencible.
(136,25)

Y por eso nosotros, a las futuras generaciones debemos enseñarlas con esa
conciencia, debemos desarrollarles lo más ampliamente ese sentimiento
internacionalista y, además, latinoamericanista; ese sentimiento que se
expresa en la sangre donada al pueblo peruano; ese sentimiento que se
expresa en nuestra voluntad de correr a luchar junto al hermano pueblo
chileno, sencillamente porque esos sentimientos están ya en nuestras mentes,
esos sentimientos están en nuestros corazones, esos sentimientos están en
nuestra sangre. Ha tenido nuestro país el privilegio de ser el primero, el
privilegio de poder profundizar en su conciencia política, en su conciencia
revolucionaria. Corresponde a nuestro país una gran responsabilidad,
.corresponde a las generaciones venideras seguir el camino trazado en
nuestras luchas por la independencia, seguir el camino trazado por Martí en
Dos Ríos, seguir el camino trazado por los combatientes y los héroes de Girón,
seguir el camino que nos trazan las realidades del mundo en que vivimos,
seguir el camino que nos trazan las leyes de la historia.
(149,26-27)

...en Vietnam se lucha no solo por Vietnam, se lucha por el resto del mundo!
¡En Vietnam se libra una batalla por la liberación de todos los pueblos! Los
vietnamitas han muerto también luchando por los cubanos, por los
latinoamericanos, por los africanos, por los argelinos. ¡Por eso nosotros
decimos que por Vietnam estamos dispuestos a dar hasta nuestra propia
sangre! Por Vietnam, los cubanos están dispuestos a hacer lo que sea
necesario; por Vietnam, los cubanos estamos dispuestos a combatir allí junto a
ellos. Y nosotros sabemos que ese es el sentimiento de todos los pueblos
revolucionarios.
Nosotros tenemos el concepto de que el internacionalismo es la esencia mejor
del socialismo. Sin internacionalismo, es decir, sin solidaridad entre los pueblos
no se puede predicar la solidaridad en el seno del pueblo, la solidaridad entre

173
los individuos. Cuando se quiere medir, desde un punto de vista revolucionario,
a un país, hay que analizar en primer término su espíritu internacionalista.
(162,92; 372)

Esos sentimientos nos honran, honran a nuestra clase obrera y llenan de


satisfacción y de aliento a nuestro Partido, porque sin espíritu internacionalista
no podría haber jamás conciencia comunista.
Aunque un país pequeño y pobre todavía, no debemos dolemos en lo más
mínimo de quitarnos algo de nuestros recursos para ayudar a otros pueblos
revolucionarios que son todavía más pobres que nosotros.
(173,34)

... El internacionalismo es una de nuestras banderas más sagradas, y


desarrollamos nuestra conciencia internacionalista en la práctica del
internacionalismo. Y sumándonos también modestamente, en la medida de
nuestras fuerzas, a la tarea de colaborar y luchar también por otros pueblos.
Ese espíritu internacionalista es la esencia de nuestros ideales
revolucionarios.
(184,44)

Generación tras generación, los revolucionarios cubanos han sabido cumplir su


deber. Su deber con la patria y su deber con el mundo, su deber de llevar
adelante la Revolución socialista, de transformar la sociedad cubana, y
expresar a la vez su solidaridad con todos los pueblos que luchan, y seguir
consecuentemente los principios internacionalistas que son la esencia misma
del marxismo-leninismo.
(187,81)

No olvidar que nuestros deberes no solo están relacionados con nosotros


mismos, sino que están relacionados también con el proceso revolucionario
internacional, y que en la medida en que nuestra Revolución se profundice, en
que nuestra Revolución avance, en que nuestra Revolución pueda considerarse
un ejemplo, estaremos influyendo más en el movimiento revolucionario
internacional, y estaremos ayudando en el camino de la liberación de otros
pueblos.
No olvidemos que nuestros deberes no están relacionados solo con los
trabajadores de nuestro país, sino con los trabajadores de todo el mundo. Que
hemos recibido la ayuda de ese movimiento internacional, y que hemos de
contribuir en la medida de nuestras fuerzas a su desarrollo. Que nuestra
consigna es esa bella y hermosa consigna de Marx y Engels en el primer
Manifiesto Comunista: " ¡Proletarios de todos los países, unios!"
Debemos cumplir y cumpliremos nuestros deberes con nosotros mismos y
con el resto del mundo revolucionario, en la teoría y en la práctica, porque el
internacionalismo se desarrolla en la práctica del internacionalismo.
(189, 104)

Nosotros solos, absolutamente solos, no habríamos podido vencer el bloqueo,


no habríamos podido derrotar las agresiones imperialistas, no habríamos
podido disfrutar este día victorioso de hoy. Y es que la causa de la
independencia nacional de Cuba, iniciada en 1868, solo pudo ser realidad

174
cuando se vinculó estrechamente con el movimiento revolucionario mundial. ¡Y
esta solidaridad ha hecho posible la Revolución Cubana, ha hecho posible la
independencia de nuestra patria, ha hecho posible el socialismo en Cuba, ha
hecho posible nuestra victoria!
(192,203)

Existe un campo revolucionario, existe un movimiento revolucionario y existe el


internacionalismo proletario. Y si los imperialistas quieren saber qué es el
internacionalismo proletario, Angola es un magnífico ejemplo.
Los cubanos hemos ayudado a nuestros hermanos angolanos, en primer
lugar, por un principio revolucionario, porque somos internacionalistas, y en
segundo lugar, porque nuestro pueblo es un pueblo latinoamericano y es un
pueblo latinoafricano. Millones de africanos fueron trasladados a Cuba como
esclavos por los colonialistas, una parte importante de la sangre cubana es
sangre africana. Y hoy nuestro pueblo es un pueblo revolucionario, un pueblo
libre y un pueblo internacionalista capaz de cumplir sus deberes
revolucionarios, y capaz de cumplir sus deberes con sus hermanos de Angola.
(194,36-37)

... ¡Y solo un pueblo que es capaz de luchar por los demás, es también capaz
de luchar por sí mismo! Y los imperialistas saben hoy muy bien cuál es el valor
de nuestros combatientes, porque no lo saben solo en Cuba, sino que lo saben
también fuera de Cuba.
... De Angola no nos llevaremos absolutamente nada, porque no somos
imperialistas, ¡somos revolucionarios, somos internacionalistas! Nuestra ayuda
fue cumpliendo un mandato de nuestros principios. Y lo que interesa a nuestro
pueblo, el único interés de nuestro pueblo, es el avance de la revolución en
Angola, el éxito de Angola, el avance de la revolución en África, la liberación
total en África. Y hemos cumplido cabalmente con estos principios.
Nuestra Revolución no solo triunfó, nuestra Revolución no solo fue capaz de
consolidarse, sino que fue también capaz de ayudar al triunfo y la
consolidación de la Revolución en otros pueblos. A esta noble y hermosa tarea
revolucionaria se ha consagrado una generación de cubanos.
(198,47)

... Para nosotros, los marxista-leninistas, todos los pueblos son hermanos, todos
los trabajadores- debemos unirnos para luchar contra la explotación del
hombre por el hombre, para luchar contra el imperialismo, para luchar contra
la injusticia, para luchar por la fraternidad de toda la humanidad. Y cada
revolución victoriosa es una victoria para todos los pueblos del mundo, cada
éxito de un pueblo es un éxito para los demás pueblos. Y solo unidos, solo
cooperando unos con otros llegaremos a vencer al imperialismo.
(204,55)

Y si las revoluciones tienen muchas flores hermosas, la flor de la solidaridad


humana, de la capacidad de sacrificarse por los demás -por los demás en su
patria y aun fuera de su patria-, es la más hermosa de todas.
(210,53)

175
Para nosotros el internacionalismo es un principio sagrado y no es solo un
deber sino también una necesidad. Cuando nuestro país estaba bloqueado y
sometido a todo tipo de agresiones, recibimos la solidaridad internacionalista
del campo socialista, y especialmente de la Unión Soviética. Si nosotros no
hubiéramos recibido la solidaridad internacional, nuestra Revolución no habría
podido sobrevivir y no tendríamos hoy el nivel de educación, de salud pública,
de desarrollo económico y social que tenemos. Por eso es muy importante el
principio internacionalista.
Los reaccionarios se unen los imperialistas se unen para oprimir a los
pueblos; los pueblos tenemos que unirnos para defender nuestra
independencia y para derrotar los planes imperialistas.
(215,77-78)

Sabernos hoy lo que nuestro pueblo es y lo que significa y los valores morales
de nuestro pueblo, porque una patria, una revolución, una conciencia
revolucionaria, el patriotismo socialista, el internacionalismo proletario, es un
valor moral, es una conciencia revolucionaria en el pueblo. No nació en un día.
Nació y se desarrolló en más de 100 años.
También hubo una forma de internacionalismo en nuestras guerras de
independencia, porque hubo muchos dominicanos y nacionales de otros países
que vinieron aquí a luchar junto a nosotros. Y hemos mencionado hoy a uno de
los más connotados, que fue Máximo Gómez. En nuestra guerra revolucionaria,
cuando los problemas eran simplemente nacionales todavía, cuando las
cuestiones del internacionalismo no se planteaban, tuvimos al Che, que fue
otro ilustre y destacadísimo combatiente internacionalista. Ahora tenemos ese
inmenso tesoro, esa extraordinaria herencia que permite a nuestro pueblo ser
lo que es hoy, y de lo cual, además, se siente justamente orgulloso.
No hablamos de los héroes del pasado como simples turistas por la historia u
observadores pasivos de las proezas de los demás. Este pueblo puede hablar
de esos héroes, porque tiene también muchos héroes presentes. Puede hablar
de sus bravos mambises, porque es un pueblo de mambises. Puede hablar de
sus héroes pasados, porque es un pueblo de héroes presentes, que cumple su
deber sin alardes.
¡No busca glorias nuestra Revolución, no busca prestigios; cumple,
sencillamente, sus postulados y sus principios internacionalistas!
Claro está que no podíamos hablar públicamente de nuestra ayuda
internacionalista a Etiopía, hasta que los etíopes no hablaran de eso. Mientras
los etíopes consideraran que lo correcto era mantener discreción, ¡discreción!
Cuando los etíopes públicamente lo expresaron, ya estábamos también
nosotros, nuestro Partido, en situación de poder expresarlo públicamente. No
iba a ser un secreto de millones de personas toda la vida. Ahora es un secreto
nacional e internacional.
(224, 73; 75)

... La colaboración soviética, que tan decisiva fue para la consolidación y


supervivencia de la Revolución Cubana en sus años más críticos, cuando los
imperialistas nos arrebataron los mercados azucareros y nos suprimieron los
suministros de alimentos, medicinas, combustible, piezas de repuesto y
materias primas esenciales, es vilmente calumniada. Junto al decisivo apoyo
económico recibido, no olvidaremos jamás tampoco los cubanos que las armas

176
con que nos defendimos en Girón contra los agresores imperialistas fueron
armas suministradas por los soviéticos. Y si Estados Unidos no pudo cometer
un genocidio contra Cuba, con una agresión directa, ello se debe en gran parte
a la solidaridad y al apoyo de la URSS. La historia no puede ser negada tan
groseramente. La palabra humana se ideó para fines más nobles.
El internacionalismo es la esencia más hermosa del marxismo-leninismo y sus
ideales de solidaridad y fraternidad entre los pueblos. Sin el internacionalismo
la Revolución Cubana ni siquiera existiría. Ser internacionalista es saldar
nuestra propia deuda con la humanidad.
Esta tradición internacionalista de los revolucionarios cubanos tiene sus
antecedentes aun antes del triunfo de la Revolución, cuando más de 1 000
voluntarios, combatientes comunistas muchos de ellos, partieron a España a
luchar contra el fascismo. La solidaridad internacional y el espíritu de sacrificio
y de lucha de los comunistas tienen profundas y hermosas raíces en el
movimiento revolucionario mundial desde los días gloriosos de la Comuna de
París.
No haremos ninguna concesión, no traicionaremos nuestros principios
internacionalistas, no nos doblegaremos jamás a las exigencias y el chantaje
imperialista. Nosotros no perseguimos intereses chovinistas. Nosotros no
comerciamos con nuestra política ínter-nacional. Nosotros estamos dispuestos
a resistir digna y abnegadamente los años que sean necesarios el bloqueo
imperialista. Si otros transigen, si otros se dejan sobornar, si otros traicionan.
Cuba sabrá mantenerse como ejemplo de una Revolución que no claudica, que
no se vende, que no se rinde, que no se pone de rodillas.
La lucha no nos intimida; desde que nos iniciamos en los caminos de la
Revolución jamás cundió el desaliento en nuestro ánimo. Ningún comunista
verdadero temió jamás las dificultades. Con acero de revolucionarios indómitos
fue forjada nuestra patria. En nuestras mentes bullen y en nuestros corazones
palpitan las ideas más puras de Marx, Engels y Lenin; por nuestras venas corre
la sangre de los héroes del 68, el 95 y el 53, de Céspedes, Martí, Maceo, Abel
Santamaría, Frank País, Camilo y el Che; de los héroes de Yara, de Baire, del
Moncada, del Granma, de la Sierra, de Girón, de la Crisis de Octubre; de los
héroes internacionalistas de la España antifascista, de Angola y de Etiopía.
Cuando en el seno de nuestro pueblo se solicitan voluntarios para cumplir
misiones internacionalistas no son miles ni decenas de miles, sino cientos de
miles los combatientes que reclaman el honor de que se les escoja. Igual
actitud demuestran los médicos, profesores, ingenieros, técnicos y
trabajadores cubanos cuantas veces se les pide su concurso para la
colaboración civil con África y otras partes del mundo. Eso refleja el espíritu de
nuestro pueblo, eso demuestra la cultura política, el triunfo pleno de las ideas
revolucionarias, la sangre solidaria y comunista que corre por las venas de los
hombres y mujeres de nuestra patria.
(226, 32-33; 37)

En realidad nuestro proceso revolucionario, en medio de condiciones difíciles,


se ha ahorrado muchos sacrificios, porque hemos tenido solidaridad
internacional, hemos tenido la cooperación del campo socialista y hemos
tenido, fundamentalmente, la cooperación de la Unión Soviética. En medio del
bloqueo económico, de las dificultades de la supresión de los mercados, cuánto
ha significado para nosotros las relaciones económicas con la URSS, el hecho

177
de que nos compren nuestra azúcar, todo el azúcar que le deseemos vender; el
hecho de que nos hayan suministrado el combustible; el hecho de que nos
paguen precios que están muy por encima de los precios del mercado mundial,
todo eso ha ayudado mucho a nuestro país, ha ayudado a nuestros planes de
desarrollo económico y social. Si no hubiéramos tenido eso, entonces sí que
podríamos hablar aquí de terribles sacrificios para poder hacer la Revolución,
para poder mantener nuestra independencia. Incluso, para defendernos,
cuánto nos habrían costado a nosotros esas armas, si hubiéramos tenido que
pagarlas por su precio, compradas en el mercado mundial, con lo caro que
resulta cada tanque, cada cañón, cada avión.
En la medida que nosotros hemos tenido la solidaridad internacional, buenas
relaciones con el campo socialista, óptimas relaciones económicas con la Unión
Soviética, en esa medida hemos recibido ayuda para poder hoy sentirnos
satisfechos de los avances; para poder decir, ya no hay analfabetos en este
país; para poder decir, ya estamos por alcanzar el sexto grado como mínimo y
después otro; para poder decir, tenemos decenas y decenas de miles de
trabajadores estudiando en las universidades; para poder decir, no hay
desempleo, prácticamente, no hay limosneros, no hay prostitución, no hay
ninguna de aquellas calamidades del pasado; para poder decir, tenemos el más
bajo índice de mortalidad infantil de toda la América Latina, ampliamente por
debajo; para poder decir, tenemos 1 040 000 estudiantes en el nivel medio;
para poder decir, estamos atravesando con éxito esta crisis de la economía
mundial, donde por todas partes no vemos más que calamidades, desempleo,
despidos, conflictos.
(228,49)

Una conciencia internacionalista implica la renuncia a los chovinismos; implica


combatir los egoísmos nacionales, porque el egoísmo nacional no tiene nada
de marxista, nada de leninista, nada de comunista.
En primer lugar, el Internacionalismo es también una cuestión de conciencia;
implica, sí, implica privarse de cosas para ayudar a otros que las necesitan
mucho más, que son mucho más pobres. Desde luego, tiene mérito el pobre
cuando da algo de lo suyo, y nosotros que somos un país subdesarrollado
damos algo de lo nuestro. Yo creo que eso es una manifestación de conciencia
internacionalista. Y creo que si en el mundo, incluso, no hay la conciencia de la
colaboración internacional, el futuro del mundo va a ser un gran desastre. ...
Pues bien, como el espíritu internacionalista hay que defenderlo como
principio, yo digo que sí, que para ser internacionalista hay que dar algo de lo
que uno tiene, y hay que estar dispuesto a darlo. Hay que estar dispuesto,
incluso, a privarse de algo para hacerlo...
Bien, digo que el principio internacionalista se defiende por sí mismo.
Ahora, la otra cara de la moneda: ¿qué habría sido de nuestra patria y de
nuestra Revolución sin el internacionalismo? ¿Qué es lo que hemos hecho
nosotros por los demás, comparado con lo que los demás han hecho por
nosotros en tantos terrenos? Por eso la consigna esa, precisamente, que es
saldar nuestra Apropia deuda con la humanidad. Desde el armamento con
que nosotros nos hemos defendido, ¿cuánto vale, cuánto vale todo eso? ¿La
cooperación económica que hemos recibido nosotros? Pero no me gusta usar
mucho este argumento, porque no es un argumento comunista, puede ser un
argumento lógico, dialéctico, pero no es comunista. Sirve, sin embargo, para

178
los no internacionalistas, para que entiendan mejor: no es un argumento para
internacionalistas. El argumento para los internacionalistas es: hay que ayudar
a los demás, aunque nadie nos ayudara. Es sencillamente un deber moral, un
deber revolucionario, un deber de principio, un deber de conciencia, un deber
ideológico incluso: hacer un aporte a la humanidad, aunque la humanidad no
hubiera hecho ningún aporte por nosotros. ¡Ese es el internacionalismo! Y
tenemos que desarrollar esa conciencia internacionalista, que se ha creado
mucho en nuestro país. Creo que hay muchos ejemplos de ello.
Yo hablaba de que precisamente no es la riqueza lo que hace una conciencia.
La conciencia tiene que desarrollarla el Partido, la Unión de Jóvenes
Comunistas, la tiene que desarrollar la Revolución. Y decía que nuestro
modesto país ha desarrollado bastante conciencia internacionalista. Somos
todavía egoístas, no hemos llegado al non plus ultra de la conciencia
internacionalista; pero hay mucho más egoísmo en el mundo que el que
nosotros ostentamos; creo que vamos desarrollando una creciente conciencia
internacionalista, y hay ejemplos...
¿Y cómo se formó este espíritu?, ¿de casualidad? No, fue la Revolución la que
creó esa conciencia, fue el Partido, fue la Unión de Jóvenes Comunistas. No la
crearon las riquezas, desde luego; la creó el trabajo político, el trabajo
ideológico, el trabajo revolucionario, el ejemplo. No hacía falta ser más ricos
que Estados Unidos para tener una conciencia internacionalista. Eso quiere
decir que te conciencia hay que formarla, la conciencia comunista y la
conciencia internacionalista que, como se dijo aquí (...), el internacionalismo es
el escalón más alto de la conciencia comunista. Che dijo el escalón más alto de
la especie humana (...). Solo se puede ser internacionalista si se es comunista.
Pero podríamos decir, incluso, que no es posible ser comunista sin ser
internacionalista...
(252, 100; 101; 103-104; 105-106)

Pero, bien, no solo sufrimos las consecuencias de esos problemas políticos


internacionales, de esas amenazas, que nos han obligado a hacer un enorme
esfuerzo, enorme, en todos los sentidos en el terreno de la defensa, esfuerzo
que supimos hacer con mucha dignidad, esfuerzo que supimos hacer dentro de
una política de principio y dentro de una política internacionalista, porque esas
amenazas del imperialismo no nos llevaron, como tal vez ellos esperaban, a
dejar de cumplir nuestros deberes internacionalistas; no nos obligaron, como
tal vez pretendían, a la retirada de nuestros combatientes internacionalistas.
Quizás cuando se escriba la historia de esta época, el mérito más grande en
medio de todos esos peligros, es que nosotros no retiramos un solo soldado de
Angola o de cualquier otra parte para elevar nuestras defensas; fuimos
capaces, con gran serenidad y sangre fría, de trabajar tesoneramente,
organizamos, prepararnos, y, a la vez, seguir cumpliendo nuestros deberes
internacionalistas. Y no solo eso, en determinados momentos, reforzar, incluso,
nuestras tropas en el exterior.
(285, 4)

La cooperación económica que la Unión Soviética presta a Cuba y ,SP>otros


muchos, países no salió del sudor y el sacrificio de los obreros explotados de
otros pueblos, sino del sudor y el esfuerzo de los trabajadores soviéticos.

179
... Otros lamentan que el primer Estado socialista de la historia humana haya
llegado a ser una potencia militar y económica. Nosotros los países
subdesarrollados y expoliados, no debemos lamentarlo. Cuba se regocija de
ello. Sin la Revolución de Octubre y sin la inmortal hazaña del pueblo soviético,
que resistió primero la intervención,,y el, bloqueo imperialista y derrotó más
tarde la agresión del fascismo y lo aplastó al precio de veinte millones de
muertos, que ha desarrollado su técnica y su economía a un costo increíble de
esfuerzos y heroísmo sin explotar el trabajo de un solo obrero de ningún país
de la tierra, no habrían sido en absoluto posibles el fin del colonialismo ni la
correlación de fuerzas mundial que propició la lucha heroica de tantos pueblos
por su liberación.
No puede ni por un segundo olvidarse que las armas con que Cuba aplastó a
los mercenarios de Girón y se defendió de Estados Unidos, las que en manos
de los pueblos árabes resisten la agresión imperialista, las que usan los
patriotas africanos contra e! colonialismo portugués, y lasque empuñaron los
vietnamitas en su heroica, extraordinaria y victoriosa lucha, llegaron de los
países socialistas, esencialmente de la Unión Soviética.
(171,4-5)

Hombres puede haber en el mundo que no sepan o no entiendan lo que la


solidaridad significó, cuando mortales peligros acechaban la vida de un pueblo
entero; cuando la lucha y los sacrificios de generaciones completas
amenazaban perderse; cuando sombrío porvenir de esclavitud y muerte eran
alternativa cierta a una esperanza legítima de libertad y paz. Otros puede
haber que ignoren, porque nunca lucharon o no conocen más que las formas
puramente librescas e idílicas de las revoluciones, lo que es un pueblo en el
fragor de crear un mundo nuevo y lo que es un sentimiento de gratitud, pero
los cubanos, que sí conocemos de esas realidades, no seremos jamás
desleales, ni ingratos.
(174,9)

Nuestro pueblo se siente orgulloso de sus relaciones con este gran país. Ellas
constituyen un modelo de práctica internacionalista, de comprensión, respeto y
confianza mutua. Jamás la Unión Soviética, que tan decisiva ayuda brindó a
nuestro pueblo, se ha acercado a nosotros para exigirnos algo, para poner una
condición, para decirnos lo que debemos hacer. Nunca en la historia de las
relaciones internacionales, que estuvieron regidas milenariamente por el
egoísmo y la fuerza, se conoció este tipo de lazos fraternales entre un país
poderoso y un país pequeño. Solo el socialismo puede hacer posible en el
mundo tales vínculos entre los pueblos.
(194,31-32)

Una de las más grandes satisfacciones de mi vida, que ha cumplido ya una


parte importante de su trayecto, es haber adquirido una conciencia
revolucionaria, un pensamiento comunista, y haber luchado bajo la inspiración
que significaron las ideas de Lenin y de la Revolución dé Octubre, para todos
los hombres de nuestra generación; y poder apreciar hoy los estrechos vínculos
revolucionarios, internacionalistas, fraternales y humanos que hoy existen
entre la Unión Soviética y Cuba.

180
Los méritos de nuestra Revolución no son méritos solo de nuestro pueblo,
como hemos dicho otras veces, son también méritos del pueblo soviético.
Repito una vez más, que sin la Revolución de Octubre habría sido imposible
nuestro triunfo; sin la solidaridad del pueblo soviético habría sido imposible la
supervivencia de la Revolución Cubana frente al imperialismo yanqui.
(200,39)

.... Y nuestros vínculos con la Unión Soviética no se romperán ¡jamás! Mientras


exista la Unión Soviética y mientras exista Cuba, existirán esos vínculos.
Porque somos un pueblo revolucionario, porque somos un pueblo consecuente,
porque somos un pueblo firme, un pueblo leal y un pueblo agradecido, ¡porque
despreciamos el oportunismo! Y si nos dieran un día a escoger entre la traición
y la muerte ¡preferiremos mil veces la muerte!
(245,162)

... porque cada obra justa que se hace, cada bien que se hace, cada creación
de la Revolución, es una razón más para defenderla, es un motivo más para
defenderla...
(13,6)
. . . Nosotros nunca agrediremos a nadie, pero quien nos agreda debe saber sin
temor a equivocarse, que los cubanos de esta generación, no porque seamos
mejores, sino porque hemos tenido la fortuna de recibir el ejemplo y la lección
de la historia, porqué hemos tenido la fortuna de recibir esa lección, con esta
generación hay que pelear. Con los fusiles que tengamos, con los que
compremos a quien nos convenga sencilla y llanamente y con las armas que
sabemos quitarle al enemigo cuando estemos peleando y recordando que un
día fuimos solo 12 hombres solamente, sin embargo, nosotros creíamos que
resistiríamos entonces, como resistiremos a cualquier agresión y que sabremos
vencer a cualquier agresión. Y que nuevamente no tendremos otra disyuntiva
que aquella de la libertad o la muerte, solo que ahora la libertad quiere decir
Patria y la disyuntiva nuestra sería, sería Patria o Muerte.
(12,7)

... Nosotros no somos guerreristas, nosotros no somos enemigos de la paz;


pero vamos a aclarar bien esto, vamos a aclarar conceptos: nosotros sabemos
lo que es la guerra, los sacrificios que la guerra impone, los dolores que la
guerra impone, el luto que la guerra impone. Nadie puede amar la guerra. La
guerra es algo odioso, aunque se sabe que hay dos tipos dé guerra? guerras
justas y guerras injustas. Si a nosotros se nos impone una guerra injusta, si se
hace contra Cuba una guerra injusta, ¡defendernos de la agresión y
defendernos de esa guerra es un acto justo, equivaldría a una guerra justa!
(83,15)

No creemos que haya nadie que desee que tengamos un país desarmado e
inepto para defenderse, porque un pueblo que no esté preparado para
defenderse no tiene derecho ni a existir: solo el derecho a ser esclavo; un
pueblo que no esté preparado para defenderse, no tiene derecho a ser libre, y
mucho menos un pueblo revolucionario; ni puede haber pueblo libre si no es
revolucionario, porque no se puede concebir la libertad en medio de la
injusticia, ni se puede ser revolucionario y, por tanto, verdaderamente libre, si

181
no se está preparado para saber defender ese derecho. Y por lo tanto solo un
enemigo, de los que cada vez irán quedando menos y cada vez más rezagados,
se opondría a que todo ciudadano aprenda a usar las armas.
En la sociedad de clases, en la sociedad de privilegios, es también un
privilegio el saber usar las armas. Porque lógicamente las minorías
explotadoras se oponen tenazmente a que las masas aprendan a usar las
armas, porque un pueblo armado implicaría la desaparición de los privilegios.
Cuando esos privilegios desaparecen, cuando las clases marchan hacia su
desaparición, entonces el disponer de las armas; saberlas emplear, saberlas
usar, debe ser un conocimiento común de todos los ciudadanos.
(130,10-11)

La necesidad de poseer una poderosa defensa no es un gusto o un capricho de


la Revolución, es una necesidad que nos impone el enemigo imperialista. Y el
enemigo imperialista es poderoso. Nosotros somos un país pequeño con un
enemigo poderoso. ¿Y cuánto tiempo será nuestro enemigo el imperialismo?
¡Mientras dure el imperialismo! Y nuestras relaciones con el gobierno
imperialista de los Estados Unidos no son nada buenas; pero incluso, si algún
día existieran relaciones económicas o incluso relaciones diplomáticas, no por
eso tendríamos derecho a debilitar nuestra defensa, ¡porque nuestra defensa
no podrá depender jamás de la buena fe de los imperialistas! (Nuestra defensa,
mientras exista el imperialismo, dependerá de nuestra fortaleza, de nuestra
capacidad combativa, de la capacidad combativa de todo el campo socialista y
de todos los pueblos revolucionarios!
Y nosotros no estamos solo al servicio de nuestra causa nacional, sino que
estamos también al servicio de la causa de nuestros hermanos pueblos
latinoamericanos en su lucha frente al imperialismo, ¡y estamos al lado de los
pueblos que se enfrentan al imperialismo en cualquier parte del mundo!
Luego, nuestra patria necesitará, por tiempo indefinido, una capacidad
defensiva cada vez mayor, una preparación cada vez mayor. Y esa capacidad
dependerá de la preparación de nuestro pueblo. En dos palabras: dependerá de
la cantidad de cuadros que tengan nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias y
de la cantidad de reservistas perfectamente preparados para el combate.
(182,11)

... No hay hombres cobardes ni hombres valientes, no hay pueblos cobardes o


pueblos valientes, no hay soldados cobardes o soldados valientes. El valor
depende de la motivación que el hombre tiene, que el soldado tiene. Cuando el
soldado defiende su patria, cuando defiende una causa justa, es muy valiente.
Cuando el soldado
se ve obligado a defender una mala causa, a cometer un crimen o un acto de
agresión, a la larga se desmoraliza, no es valiente...
(204,52)

... Pero no descantaremos hasta lograr que cada cubano dispuesto a defender
palmo a palmo y casa por casa su barrio, su municipio, su centro de trabajo,
cada metro cuadrado de la patria, pueda tener un fusil, una granada o una
mina, y esté bien preparado para cumplir el deber sagrado de defender la
patria hasta la última gota de sangre.
(245,92)

182
Las milicias son tan antiguas como las guerras de agresión; son el recurso por
excelencia a que recurren los pueblos para enfrentarlas; son una fuerza
especialmente apropiada para la defensa; son los trabajadores luchando por
sus fábricas, los vecinos defendiendo su barrio, los ciudadanos cuidando sus
bienes, los bienes del pueblo, y haciendo prevalecer sus convicciones y sus
ideales.
... la defensa del país no es un fenómeno exclusivamente militar, es, ante todo,
un conjunto de medidas de carácter político y económico, encaminadas a crear
las condiciones necesarias para enfrentar todos los peligros y obtener la
victoria. Entre estas medidas es de vital importancia la elevación de la
producción, con vistas a dotar al país de todo lo necesario y acumular reservas
de alimentos, combustible y materias primas. Producir y ahorrar nos hace más
fuertes y crea condiciones para una mayor seguridad. Producir más ahora nos
permitirá afrontar mejor, si llega el caso, las etapas en que la producción
inevitablemente se reduce como consecuencia de la agresión. Ello permite
responder a la consigna que, en caso de agresión, constituiría la tarea básica
de todas las instituciones del país y de todos los cubanos: producción para la
defensa y trabajo para la victoria.
(247, 29; 30)

... Porque bueno, en primer lugar y lo que nosotros debemos aprender y tener
como filosofía, no esperar que nadie nos defienda, sino, en primer lugar, estar
dispuestos a defendernos nosotros mismos. Qué clase de revolucionarios
seríamos nosotros, si sostenemos nuestros principios porque estamos
esperando que otros nos defiendan. Nosotros defendemos nuestros principios,
en primer lugar, sobre nuestro propio escudo, y respondemos de nuestros
principios y de nuestra actitud, en primer lugar, con nuestra propia piel. ...
(250,31)

... Si somos fuertes, si estamos decididos, si somos valientes, si estamos


dispuestos a combatir hasta la última gota de sangre -como hemos afirmado
una y mil veces-, el enemigo lo tiene que pensar más, y tiene que pensar en el
precio de una agresión a nuestra patria.
(252,132)
No han descuidado 'las fuerzas armadas el trabajo político con las tropas, la
motivación ideológica, la motivación patriótica de los combatientes, puesto que
nuestra fuerza principal no reside en nuestras armas, reside en nuestra moral,
en nuestro patriotismo y en nuestra conciencia revolucionaria; reside en los
hombres que portan esas armas.
... La defensa no solo se desarrolla para enfrentar una agresión, se desarrolla
también para evitar una agresión, y no se prueba solo en la guerra, sino en la
paz, y preservar la paz siempre será una victoria; pero se preservará la paz
frente a un enemigo agresivo y pérfido como el imperialismo yanqui en la
misma medida en que sepa que cualquier agresión le puede costar muy caro, y
realmente el imperialismo ni siquiera se imagina lo que le puede costar una
agresión a nuestro país: le puede costar muchas cosas...
(254, 71; 73)

183
¿Cuántos hombres necesitaría el imperialismo para ocupar a Cuba? Cinco
millones de soldados no serían suficientes para enfrentar a cientos de miles,
más aún, a millones de combatientes, decenas de miles de oficiales y cuadros
resueltos y bien preparados, luchando en su propio suelo bajo una sola bandera
contra una odiosa agresión exterior que pretendiera destruir nuestra
Revolución y nuestra patria. Aquí, mezclados sus soldados entre nosotros, de
nada valdrían las armas nucleares, las decenas de divisiones, los miles de
aviones y de 'tanques, y los cientos de barcos de guerra de que pudiera
disponer el imperialismo. Nuestro pueblo, su patriotismo, su espíritu de lucha y
su moral de combate, esa es nuestra invencible fuerza, superior a cualquier
arma o tecnología militar que pueda existir.
(257, 33)

Aun cuando surgiera —y es lo que deseamos— una situación de distensión, la


defensa no puede descuidarse, ¡no puede descuidarse!, esto es muy
importante, y lo que hemos avanzado no puede relegarse. Es una realidad que
nos impone nuestra ubicación geográfica. La diferencia de sistema político,
económico y social que tenemos con nuestro vecino más poderoso, nos impone
prestarle siempre una máxima atención a la defensa...
(263,98)

V. La lucha ideológica
la crítica al capitalismo
y la demostración de la superioridad
del socialismo

...Entonces, ante las verdades se asustan, aunque sean verdades históricas.


Nos casaron con la mentira y nos han obligado a vivir con ella en vergonzoso
contubernio; nos acostumbraron a la mentira, y nos asustamos de la verdad.
Nos parece como que el mundo se hunde cuando una verdad se dice, i como si
no valiera más la pena de que el mundo se hundiera, antes de que vivir en la
mentira!
(5.6-7)

Así que al finalizar este año de Revolución, no solamente tendremos esos


avances, sino tendremos también un largo aprendizaje, porque el pueblo ha
empezado a comprender muchas cosas que antes eran como secretos
sagrados de unos cuantos; que antes eran como misterios que el pueblo no
entendía, porque convenía que el pueblo no entendiera. Si no, ¿por qué no
explicaron lo que nosotros les hemos explicado en unos meses? ¿Por qué no les
hablaron de economía?, ¿por qué no les hablaron de las divisas? ¿Por qué no
les explicaron las verdades, que son como templos, y que es necesario que un
pueblo las comprenda, para que actúe de acuerdo con sus intereses? Y no se lo
explicaban porque al pueblo lo mantenían deliberadamente en la ignorancia. Y

184
lo mantenían en la ignorancia para poder defender intereses que iban
contratos intereses del pueblo. Y por eso no lo educaban...
(10,8)

Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad;


que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades; que la
Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la
preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu
creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene
razón de ser. ...los revolucionarios son la vanguardia del pueblo, pero los
revolucionarios deben aspirar a que marche junto a ellos todo el pueblo; la
Revolución no puede renunciar a que todos los hombres y mujeres honestos,
sean o no escritores o artistas, marchen junto a ella; la Revolución debe aspirar
a que todo el que tenga dudas se convierta en revolucionario. La Revolución
debe tratar de ganar para sus ideas la mayor parte del pueblo; la Revolución
nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo; a contar no solo con
los revolucionarios, sino con todos los ciudadanos honestos que aunque no
sean revolucionarios, es decir que aunque no tengan una actitud revolucionaria
ante la vida, estén con ella. La Revolución solo debe renunciar a aquellos que
sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente
contrarrevolucionarios.

...Esto significa que dentro-de la Revolución todo; contra la Revolución, nada.


Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos y
el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir y frente al derecho
de la Revolución de ser y de existir, nadie. Por cuanto la Revolución comprende
los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la
nación entera, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella.
(38, 7; 8; 11)

¿Por qué las verdades de la Revolución se abrieron paso? Se abrieron paso


porque esas verdades, esas ideas respondían a las grandes ansias de las
masas, respondían a las grandes necesidades de las masas, respondían a los
grandes intereses de las masas. Por eso fueron derrumbándose todas las
mentiras, fueron derrumbándose todos los dogmas de la burguesía, de la
reacción, de los terratenientes, del imperialismo. Todos sus convencionalismos,
todas sus mentiras fueron vencidos por el avance demoledor de las ideas
revolucionarias que representaban los intereses de las masas explotadas.
Pero eso marcó un proceso de lucha, un proceso duro de lucha. Las masas
iban convirtiéndose a las ideas revolucionarias. En esa pugna cada cual
adoptaba una posición. No todo el mundo iba convirtiéndose a esas ideas
revolucionarias. Unos adoptaban una posición frente a las ideas
revolucionarias, otros adoptaban la otra posición. Es decir: de acuerdo con las
ideas revolucionarias. Ese es un proceso en que las opiniones, e incluso los
sectores del país no se pueden cortar como se corta con una navaja, porque
era muy complejo. E incluso habría que entrar a analizar por qué cada cual
reaccionaba de una manera y por qué cada cual reaccionaba de otra.
En el fondo de todo estaban los intereses de las clases: el campesino, el
obrero, el ciudadano humilde, la familia pobre reaccionaban de acuerdo con
sus intereses de clase; los ricos, los latifundistas, los grandes almacenistas, los

185
banqueros, los educados en las ideas del imperialismo, ideas que además
respondían a sus intereses, tenían otra reacción.
Entre una y otra manera de opinar se cruzaban las líneas. Había muchas
veces gente humilde del pueblo tan confundida por la mentira, por la
superstición, que reaccionaba contra sus propios intereses de clase. Había
gente del pueblo que aun figurando, desde el punto de vista de clases, en un
plano que no se pudiera considerar de clase explotada, reaccionaba, en
cambio, a favor de la Revolución. Había infinidad de gente joven —no formada
políticamente todavía, pero con grandes condiciones, grandes cualidades, gran
espíritu de rebeldía, gran espíritu de justicia y de equidad, gran sentido de lo
nuevo, gran permeabilidad a las ideas revolucionarias— que, sin embargo, no
habían evolucionado suficientemente.
Todos estos hechos marcaron una gran pugna, marcaron una gran lucha de
ideas. ¿Qué ideas salieron vencedoras? Salieron vencedoras las ideas
revolucionarias. Salieron vencedoras las ideas de las masas. Salieron
vencedoras las verdades nuevas de la Revolución. Salieron derrotadas todas
las mentiras, todos los dogmas, todas las falsedades, todas las hipocresías.
¿Quiere decir que esa lucha ha terminado? No. Esa lucha no ha terminado. La
lucha asume muy distintas formas. Formas muy sutiles a veces. Es decir que en
las primeras grandes batallas entre las ideas nuevas y las viejas, las ideas
nuevas, las ideas revolucionarias, han salido victoriosas. Sin embargo, la lucha
prosigue, y la lucha proseguirá durante mucho tiempo, y proseguirá en escala
nacional, en escala internacional, en escala universal. La misma batalla de
ideas, la misma batalla de ideologías que se libra en nuestro país entre el
socialismo, el marxismo, el imperialismo, el capitalismo, entre la teoría
marxista y la teoría burguesa, la teoría liberal. Esa batalla se libra aquí, se libra
fuera de aquí, empleando cada uno sus argumentos.
Claro que nosotros podemos responder perfectamente a los argumentos de
los enemigos y demostrarlo, porque, sin duda de ninguna clase, nosotros
estamos asistidos por la verdad, estamos asistidos por la razón, estamos
asistidos por conceptos científicos que son completamente invulnerables a la
mentira, a la campaña de los enemigos. Pero es indiscutible que el enemigo
se aprovecha para tratar de confundir, se aprovecha de nuestros errores.
...Pero la Revolución continúa avanzando, la Revolución llegó a convertirse ya
en un poderoso movimiento ideológico, las ideas revolucionarias fueron
ganando a las masas, el pueblo de Cuba, masivamente, fue abrazándose a las
ideas revolucionarias, enarbolando las ideas revolucionarias. El ímpetu aquel,
la rebeldía aquella, el espíritu de la indignada protesta contra la tiranía, contra
los abusos, contra la injusticia fueron convirtiéndose en conciencia
revolucionaria firme de las masas de nuestro pueblo.
Las ideas revolucionarias se convirtieron en conciencia no de una minoría,
no de un grupo. Se convirtieron en conciencia de las grandes masas de nuestro
país. Bastará que quien lo dude recuerde simplemente la Declaración de La
Habana, la Segunda Declaración de La Habana, la presencia de un millón de
cubanos, el entusiasmo con que ese millón de cubanos apoyó las ideas
revolucionarias, las ideas radicales, las ideas verdaderamente avanzadas,
contenidas en aquella Segunda Declaración de La Habana, el entusiasmo con
que la apoyó, la sensibilidad política con que distinguía el valor de cada frase.
¿Qué demostraba eso? Que las masas se habían vuelto revolucionarias, que
las masas habían abrazado la ideología marxista, que las masas habían

186
abrazado el marxismo-leninismo. Ese era un hecho incuestionable: los campos
se habían definido, los enemigos habían acabado de definirse como enemigos,
las masas obreras, campesinas, estudiantiles, las masas humildes, las capas
menos .acomodadas de nuestro país, partes importantes de las capas medias,
sectores de la pequeña burguesía, trabajadores intelectuales, hicieron suyas
las ideas del marxismo-leninismo, hicieron suya la lucha contra el imperialismo,
hicieron suya la batalla por la Revolución socialista.
(54, 9; 10-11)

Es necesario recordar que los primeros años fueron los años de grandes
batallas políticas, de grandes batallas ideológicas entre el camino capitalista o
el camino socialista, entre el camino burgués o el camino proletario, y que el
trabajo de la pequeña vanguardia revolucionaria fue conquistar primero que
nada la conciencia de las masas.
En aquella época no se hablaba de producción —de la producción se
ocupaban los capitalistas—, ni de cifras, ni de estadísticas, ni de estructuras.
Eran las necesidades acumuladas por el desempleo, la explotación, el abuso, la
injusticia de todo tipo.
Se combatía en el campo de los hechos y se combatía en el campo de la
ideología contra los enemigos de la Revolución.
De manera que han ocurrido no solo cambios cuantitativos en las
necesidades, sino también cualitativos.
(143, 14)

...Y es que los imperialistas están con ojo atento, averiguando lo que pasa, que
si nosotros cerramos los ojos para no darnos cuenta de lo que pasa, el enemigo
no los cierra. El enemigo abre los ojos, para ver qué es lo que pasa, para ver
cuáles son nuestras debilidades y aprovecharlas...
(56, 20)

...Al valor —lo repito— no le faltará la inteligencia. Tenemos que actuar con
inteligencia, tenemos que actuar con mucha inteligencia, pero a la inteligencia
no le faltará el valor, y habrá valor de sobra, cuando las circunstancias lo
exijan, para apoyar nuestra determinación y nuestra conducta.
(82,15)

...Vamos a seguir llevando a cabo nuestra Revolución socialista aquí a 90 millas


y si no les gusta que se muden...
(95,14)

Esa es una buena prueba, eso nos ayuda a comprender un poco mejor ese
principio de nuestra Revolución que las fronteras de este país no están en esa
tenue línea que podría dibujarse en un mapa señalando el contorno con tres
millas y todo de las costas de nuestro país; nuestras fronteras no son fronteras
geográficas, ¡son fronteras de clase, son fronteras revolucionarias, son fronte-
ras ideológicas!
(109,10)

El enemigo imperialista, el enemigo reaccionario, el enemigo con-


trarrevolucionario, libra sus batallas en muchos campos y con muchas armas.

187
Y, entre otros, en el campo de la ideología -I no olvidarse nunca!-, creando
ilusiones, creando sobre todo la ilusión de que se puede tener la riqueza sin
trabajo, de que un pueblo puede tener algo sin luchar y trabajar muy duro. Y en
todos los campos, despertando todo tipo de ilusiones, van presentando sus
batallas. Por eso las conciencias han de estar alerta para sal irles al paso en
todas partes y en todas las vicisitudes.
(135,22)

Y decíamos que continuarían de una forma o de otra, más sutiles y menos


sutiles, las actividades del enemigo en todos los campos: en el campo de la
práctica y en el campo ideológico. Siempre estarán tratando de aprovechar el
menor error, el menor descuido, la menor falla de la Revolución para
convertirlos en arma contra la Revolución. Siempre estarán atentos, siempre
estarán alertas. Y en el campo ideológico, también. Esa trinchera ellos no la
han abandonado ni la abandonarán y usan todos los medios. En esta lucha
tanto nacional como internacional, el imperialismo usa todos los medios, todas
las armas en la batalla ideológica.
Y, desde luego, todos recordamos cómo al principio de la Revolución la
contrarrevolución adoptaba abiertamente las formas ideológicas burguesas:
sencillamente combatían al socialismo, combatían al comunismo desde
posiciones antisocialistas, desde posiciones anticomunistas, desde posiciones
liberales, desde posiciones burguesas. Pero las ideas liberales y burguesas han
quedado tan desprestigiadas que ya ningún contrarrevolucionario usa los
argumentos del liberalismo, de la burguesía para combatir ideológicamente a
la Revolución, sino que la modalidad es combatir a la Revolución desde
posiciones comunistas, desde posiciones socialistas, desde posiciones
marxistas, desde posiciones de izquierda. Ya no es el argumento liberal, ya no
es el argumento burgués. Eso está demasiado desacreditado, eso está
demasiado desprestigiado ante las masas, y por eso las modalidades que
adoptan incluso son esas.
(153,12)

Existe todavía el imperialismo, existe todavía con poderosos recursos


económicos, y aunque la correlación de fuerzas cambia y cambiará cada vez
más, todavía la lucha será larga, especialmente en el terreno de la ideología; y
en ese terreno tenemos que fortalecer nuestras líneas, tenemos que
profundizar, tenemos que darle la batalla y tenemos que derrotarlo.
(164,357)

Todo intento de enfrentar a los países no alineados con el campo socialista,


es profundamente contrarrevolucionario y beneficia única y exclusivamente a
los intereses imperialistas. Inventar un falso enemigo solo puede tener un
propósito: rehuir al enemigo verdadero.
El éxito y el porvenir del Movimiento No Alineado estará en no dejarse
penetrar, confundir ni engañar por la ideología imperialista. Solo la alianza más
estrecha entre todas las fuerzas progresistas del mundo nos dará la fuerza
necesaria para vencer las todavía poderosas fuerzas del imperialismo, el
colonialismo, el neocolonialismo y el racismo, y luchar exitosamente por las
aspiraciones de justicia y de paz de todos los pueblos del mundo.

188
Con las angustiosas y crecientes necesidades de recursos energéticos y de
materias primas que experimentan los países capitalistas desarrollados para
mantener las absurdas sociedades de consumo que han creado, si no existiera
la extraordinaria fuerza de contención que significa el campo socialista, el
imperialismo se repartiría el mundo en pedazos, nuevas guerras azotarían la
humanidad, y muchos de los países independientes que integran hoy este
movimiento ni siquiera existirían. Incluso actualmente en los círculos dirigentes
de los Estados Unidos hay partidarios decididos de intervenir militarmente en
el Oriente Medio si los requerimientos de combustible lo exigieran.
Enajenarnos la amistad del campo socialista es debilitarnos y quedar a
merced de las todavía poderosas fuerzas del imperialismo. Sería una estrategia
torpe y una colosal miopía política.
(171, 5-6)

La conciencia de clase se desarrolló en forma inusitada. Bien pronto los


obreros, los campesinos, los estudiantes, los intelectuales revolucionarios,
tuvieron que empuñar las armas para defender sus conquistas frente al
enemigo imperialista y sus cómplices reaccionarios; bien pronto tuvieron que
derramar su sangre generosa luchando contra la CÍA y los bandidos; bien
pronto tuvieron que ponerse todos en pie de guerra frente al peligro exterior;
bien pronto tuvieron que combatir en las costas de Girón y de Playa Larga
contra los invasores mercenarios.
¡Ah!, pero ya entonces las clases explotadas habían abierto los ojos a la
realidad, habían encontrado al fin su propia ideología que no era ya la de los
burgueses, terratenientes y demás explotadores, sino la ideología
revolucionaria del proletariado, el marxismo-leninismo. Y el capitalismo
desapareció en Cuba. Haber derramado la sangre del Moneada y de miles de
cubanos más para mantener el capitalismo, habría sido sencillamente un
crimen.
Así, el 16 de abril de 1961, nuestra clase obrera, cuando marchaba a enterrar
a sus muertos con los rifles en alto, vísperas de la invasión, proclamó el
carácter socialista de nuestra Revolución y en su nombre combatió y derramó
su sangre, y todo un pueblo estuvo dispuesto a morir. Un decisivo salto en la
conciencia política se había producido desde el 26 de Julio de 1953. Ninguna
victoria moral pudiera compararse a esta en el glorioso camino de nuestra
Revolución.
Porque ningún pueblo en América había sido sometido por el imperialismo a
un proceso tan intenso de adoctrinamiento reaccionario, de destrucción de la
nacionalidad y sus valores históricos; a ninguno se le deformó tanto durante
medio siglo. Y he aquí que ese pueblo se yergue como un gigante moral ante
sus opresores históricos y barre en unos pocos años toda aquella lacra
ideológica y toda la inmundicia del macartismo y el anticomunismo.
(170,14)

Cuba, un país con modestos recursos, que trabaja por su desarrollo frente a
limitantes objetivos adversos, que no aspira a lujos, sino a una vida sencilla,
plena y digna para todos sus hijos, tiene el arma más poderosa en la moral, la
firmeza ideológica y la solidez de la conciencia revolucionaria del pueblo.
Ello nos señala numerosos deberes tanto en el orden externo corno en el
interno. Combatir resueltamente todas las manifestaciones del anticomunismo

189
y, en particular, las venenosas campañas antisoviéticas; sal irles al paso a
cuantas maniobras pretendan dividir y enfrentar a los países subdesarrollados
con el campo socialista; desenmascarar a los apologistas del capitalismo
contemporáneo y sus trasnochadas elucubraciones que la realidad desmiente
día a día; poner al desnudo la verdadera esencia del revisionismo actual en
cualesquiera de sus variantes, y demostrar a quienes sirven en realidad con
sus posiciones; vincular estrechamente la lucha ideológica dentro de nuestro
país a las tareas concretas que se nos plantea acometer en los terrenos de la
economía, la política y el desarrollo cultural y social; trabajar tenaz y
ardorosamente por el avance de la actitud comunista de nuestras masas
trabajadoras, por el desarrollo del espíritu internacionalista, que tan
extraordinariamente nos fortalece, y por la eliminación de todos los rezagos y
prejuicios que aún pueden subsistir en nuestra sociedad, como los que se
manifiestan hacia la mujer, el subjetivismo, el liberalismo, el acomodamiento,
el burocratismo, la búsqueda de privilegios, la vanidad y la ambición personal.
La conciencia comunista no es un producto automático de las
transformaciones estructurales. Ella hay que forjarla día a día en la experiencia
viva de la lucha de clases, en la educación política y en la información nacional
e internacional.
(191,152-153)

Si un revolucionario fuera y se reuniera entre la masa de los fascistas a hablar,


posiblemente lo quieran degollar. Con un revolucionario no podrían discutir: no
hay argumentos. Por lo tanto, el odio y la desesperación conducen a los
reaccionarios al homicidio del revolucionario.
Pero aquí a la inversa: si alguien con criterios sociales opuestos, criterios de
derecha, viene a hablar, nosotros debemos reaccionar distinto y alegrarnos.
Entramos en la pugna de las ideas. Lo respetamos como persona y como
hombre, y debatimos todo lo que se quiera en el campo ideológico...
(159,445)
Claro, los comités están conscientes de que esta lucha -que antes era una
lucha armada, sabotajes, planes de agresión imperialista, guerra secreta de la
CÍA, etcétera, etcétera, etcétera- se va transformando en otro tipo de lucha. Y
dicen nuestros enemigos, "bueno esta gente no hay manera de destruirlos, son
más fuertes que el Morro"; entonces empieza otro tipo de lucha, de campaña,
de erosión de tipo ideológico, y los comités están muy conscientes de eso sin
bajar nunca la guardia en el otro terreno, porque esa consigna tiene que
mantenerse siempre: no bajar nunca la guardia. Pero tener conciencia al
mismo tiempo de que debemos estar cada vez más preparados, poseer cada
vez más nivel político y cada vez prepararnos mejor, para enfrentar al enemigo
imperialista, al enemigo contrarrevolucionario en el campo de la lucha
ideológica.
El país tiene que abrir cada vez más las puertas al mundo, las relaciones con
el mundo serán progresivamente mayores. Y tienen que serlo, porque el mundo
tiende cada vez más a la comunicación, al contacto...

Eso está claro, aquí pueden venir los visitantes que sean necesarios; pero la
muralla no hay que hacerla alrededor de la Isla, la defensa, la verdadera
defensa hay que hacerla en la conciencia y en la dignidad de cada cubano, de
cada ciudadano. De modo que se pueda decir que si alguien se vende aquí, ese

190
no pertenece a' la estirpe de nuestro pueblo, ese no es cubano. ...Y las virtudes
no se prueban en una urna de cristal, las virtudes se prueban en la vida y en el
contacto con las realidades. El ciudadano ascético, viviendo en una torre de
marfil y rodeado de cristal,

nunca tendremos la seguridad de que será un ciudadano virtuoso; la virtud se


prueba frente a la vida, del mismo modo que el valor se prueba en el combate.
(212, 146-147; 148-149)

Saben ustedes que los jóvenes están precisamente en la edad en que lo mismo
son susceptibles a influencias muy positivas, como pueden ser susceptibles a
influencias negativas. Saben ustedes, y deben saber, que no porque llevemos
20 años de Revolución la lucha ideológica ha concluido; no porque la
Revolución esté sólida la lucha ideológica ha desaparecido, sino todo lo
contrario, el imperialismo sabe que este país de hoy no es el país de hace 20
años, que este es un país más sólido, más fuerte, más experimentado, Sabe
que la influencia de la Revolución Cubana hoy es incomparablemente mayor
que hace 20 años. Y el imperialismo que al principio tal vez subestimó a
nuestro pueblo y a nuestra Revolución, hoy no la subestima. Y que mientras
exista el socialismo por un lado, el capitalismo y el imperialismo por otro, habrá
lucha ideológica, ¡dura!, y de las más sutiles formas.
(233, 19)

Es necesario comprender las circunstancias peculiares en que Cuba libra,


desde hace más de 20 años, su enfrentamiento al imperialismo en el terreno
de las ideas. La presencia, a pocas millas de nuestras costas, del país
capitalista más rico y agresivo del mundo, paraíso del individualismo, el juego,
la droga, la prostitución y demás lacras enajenantes, nos obliga a aceptar con
valentía un reto abierto y permanente.

Pero no cesa el imperialismo de luchar contrae! espíritu nacional cubano y


someterlo constantemente a prueba. ... Apela para ello a la grosera exhibición
de una riqueza que es fruto en gran parte del saqueo de los recursos y del
sudor de los pueblos subdesarrollados del mundo; apela constantemente al
soborno, instiga a la deserción y a la traición a los ciudadanos de nuestro país...

Entre el enemigo imperialista y la Revolución Cubana existe y existirá, por


tanto, durante mucho tiempo una feroz lucha ideológica, que se librará no solo
en el terreno de las ideas revolucionarias y políticas, sino también en el campo
de los sentimientos nacionales y patrióticos de nuestro pueblo...
Es cierto que nuestro país vive humildemente, sin lujo ni derroches, pero
tenemos una confianza inconmovible en la justicia de nuestras ideas, nuestra
dignidad, nuestra moral, y nos sentimos capaces de desafiar con ello toda la
podredumbre de la llamada sociedad de consumo imperialista...
El enemigo no ha dejado de combatir el socialismo por todos los medios. En
el terreno militar lo ha obligado a invertir enormes recursos para la defensa. En
el terreno político no ha cejado un solo día en el empeño de subvertir,
desestabilizar y desacreditar a los países socialistas.

191
Esta realidad no puede ser subestimada y nuestro país, tan próximo a
Estados Unidos, menos que nadie la podría subestimar. Solo la aplicación más
consecuente de los principios del marxismo-leninismo nos puede hacer fuertes,
invulnerables, invencibles.
(245, 120; 121; 122; 127)

...El enemigo imperialista piensa que es muy difícil lidiar con esta generación
revolucionaria, se refiere a la nuestra. Dice que esta generación es muy
radical, muy firme, muy dura, que es muy difícil de domesticar, que es muy
difícil de neutralizar, de intimidar, de corromper, y alberga la esperanza de que
la nueva generación sea diferente, que sea menos revolucionaria, menos firme,
menos dura, que sea más fácil de influir por la ideología imperialista, que sea
más fácil de reblandecer, que sea más fácil de debilitar y de corromper. Esas
son las ilusiones, esas son las esperanzas del enemigo imperialista. Pero creo
que la respuesta está clara, la respuesta está en los hechos, la respuesta está
a la vista; y creemos firmemente que ustedes, los estudiantes, ustedes,
nuestra juventud estudiantil, ustedes, que representan a los jóvenes de nuestro
país, porque todos los jóvenes de nuestro país estudian, les pueden responder
a los imperialistas: ¡Señores imperialistas, la nueva generación cubana es más
firme, más dura, más revolucionaria, más internacionalista y más inclaudicable
que la propia generación... Lo repito: ¡más firme, más dura, más revolucionaria
y más inclaudicable que la propia generación que nos inspiró y nos educó ¡
(251,69)

...Eso constituye una prueba de la fuerza de las ideas revolucionarias, de la


fuerza de las ideas justas, que nos permite decir hoy que no hubo una laguna,
que no hubo una mancha en la historia del apoyo del estudiantado a la
Revolución Cubana. El los estuvieron estrechamente unidos con nuestros
obreros y nuestros campesinos en estas luchas, y fueron la base y la razón por
la cual podemos afirmar hoy que tenemos también una intelectualidad
revolucionaria. Eso es muy importante, porque obreros, campesinos,
estudiantes, intelectuales, trabajadores manuales y trabajadores intelectuales
han de estar siempre estrechamente unidos. Ello explica cómo el imperialismo
no ha podido penetrar las filas de la Revolución, cómo hemos derrotado sus
agresiones y sus campañas, y cómo hemos derrotado, estamos derrotando y
seguiremos derrotando su diversionismo ideológico.
(255, 92)

¡Y muy importante, pero muy importante!: vivamos en conflicto o vivamos en


paz con nuestros vecinos del norte, ellos van a ser capitalistas largo tiempo;
'no se ve a corto plazo cómo el mercantilismo allí ceda paso al socialismo; no
se ve. Y nosotros tenemos que ser cada vez más socialistas y cada vez más
comunistas, ¡en cualquier circunstancia!, haya enfrentamiento violento o haya
paz...
(.252, 138)

...Contra la Revolución Cubana, en cambio, se han estrellado durante 25 años


la hostilidad, el odio, las mentiras, las amenazas y las agresiones de todo tipo
del imperialismo yanqui. Nos correspondió el papel histórico de enfrentarnos
aquí a 90 millas, menos aún, a 90 milímetros, si se considera el territorio

192
ocupado de la Base Naval de Guantánamo, al país imperialista más poderoso
de la tierra.
(258,11)

Los tiempos en que el imperio podía hacer y deshacer en nuestro país,


quedaron muy atrás. La perseverancia, tenacidad y firmeza con que hemos
resistido estos 27 años, la lealtad probada a nuestros principios, la resolución
con que nos hemos dado a la tarea de crear un mundo nuevo y una patria
justa, la confianza y seguridad con que estamos echando los cimientos del
porvenir, el heroísmo con que hemos defendido y seremos capaces de
defender nuestra obra revolucionaria, nos hace acreedores al derecho de que
nadie pueda ignorar ni subestimar a nuestro pueblo.
Los vínculos que, además, hemos establecido con los miles de millones de
seres humanos en el mundo que tienen intereses comunes con nosotros,
indican que no somos combatientes solitarios, sino que formamos parte de una
humanidad dispuesta a vencer en su lucha por la supervivencia, la paz, la
libertad y la justicia. Gústele o no, Estados Unidos tendrá que contar con una
Cuba revolucionaria, tendrá que resignarse a ella y a un mundo que cambia.
(277,132)

Bueno, ha habido muchos ruidos que han originado muchas respuestas, porque
aquellos ruidos a raíz de la supresión de la cuota azucarera ocasionaron, como
respuesta, la nacionalización; en la medida en que nos iban quitando cuotas,
les íbamos quitando industrias a las transnacionales yanquis. Del ruido de la
supresión de los suministros de petróleo, surgieron los suministros de petróleo
soviético, que un papel tan decisivo han jugado en la historia de nuestro país.
Al ruido del bloqueo, el ruido de nuestros vínculos con la comunidad socialista.
Al ruido del bombardeo del 15 de abril, la proclamación del carácter socialista
de nuestra Revolución. Al ruido de la invasión mercenaria de Girón, el ruido de
la primera derrota imperialista en América Latina. Al ruido de las amenazas en
otros tiempos, surgieron las milicias de obreros y campesinos. Realmente no ha
habido un solo ruido imperialista sin respuesta. Al ruido de la división, la unidad
de todo el pueblo y la consigna de la unión de todo el pueblo; y al ruido del
anticomunismo, la proclamación del carácter marxista-leninísta de la
Revolución.
Así, ciertamente, no ha habido acción imperialista sin respuesta. Esa ha sido
una filosofía de la Revolución, y pienso que nos ha ido muy bien: la respuesta
adecuada en el momento adecuado, y no la respuesta loca, sino la respuesta
lógica, inteligente, sabia; porque a veces hacen cosas provocadoras para ver
qué respuesta les damos, imaginando determinada réplica y se encuentran con
otra respuesta. A decir verdad, nunca acertaron, nunca aciertan, y nunca
acertarán.
(275.2)

...Y en un lugar especial, la lucha ideológica, porque se equivoca quien piense


que la batalla ideológica ha terminado en este mundo, donde se enfrentan dos
sistemas.0 Y si cesa el peligro de las armas, se incrementará la batalla
ideológica, seguro, en el exterior y aun dentro del país, porque esos
especuladores, esos que quieren hacerse ricos con el sudor de los demás y el
trabajo de los demás, esos que aspiran a recibir un aporte desproporcionado de

193
la riqueza social que no guarde ninguna relación con el trabajo, esos, pudié-
ramos decir que roban a los demás, de esos no podemos esperar que se
resignen tranquilamente a renunciar a sus sueños de riqueza fácil, de
privilegios y de vivir a costa del sudor de los demás. Tampoco el imperialismo,
mientras exista, renunciará jamás a su voracidad y sus ansias de dominación y
explotación de los recursos naturales y humanos del planeta.
Creo que se corresponde este esfuerzo importantísimo en el campo
ideológico, con otro principio del cual se habló en los debates, se repitió
mucho, y que debe ser una de las ideas fundamentales que nos llevemos de
este Congreso: ¡la combatividad! Se vio claro que vigilancia, lucha ideológica y
combatividad eran inseparables. De este Congreso salió un compromiso: elevar
la combatividad como en los primeros tiempos, elevar la combatividad más
que nunca. Creo que las circunstancias exigen elevar la combatividad más que
nunca, y esa fue siempre característica esencial de los CDR. Que eso no se
pierda jamás, la combatividad frente al enemigo contrarrevolucionario e
imperialista y la combatividad contra todo lo mal hecho, contra toda
manifestación de irresponsabilidad, en cualquier parte, que incluye la lucha y la
combatividad contra las actividades del lumpen y los elementos antisociales.
Creo que un cederista, un revolucionario, un miembro de nuestras
organizaciones de masas, o de nuestra juventud, o de nuestro Partido, no
puede transigir jamás con lo mal hecho en cualquier terreno. Si vemos que
alguien está desviando recursos, no podemos hacernos cómplices de ese
hombre tolerándolo; si vemos que alguien detracta a la Revolución podemos
discutir con él, persuadirlo, pero lo que no podemos permitir es que alguien
detracte impunemente a la Revolución sin salirle al paso. Intransigentes contra
las cosas mal hechas en el centro de trabajo, en todas partes; no hacernos
cómplices jamás de lo mal hecho.
Creo que eso tiene que ser un principio elemental de todo revolucionario. No
dejar que el enemigo nos tome la calle, el lumpen, el antisocial, o nos tome la
delantera política el contrarrevolucionario, el agazapado, el que aprovecha las
dificultades no con el sano propósito de vencerlas, sino de utilizarlas con
propósitos contrarrevolucionarios o de debilitar la Revolución, no permitirlo.
¡Que nunca se diga eso de un cederista! ¡Que nunca se diga que no somos
capaces de defender la obra por la que tantos compatriotas han dado su sudor,
han dado su sangre y han dado su vida!
(285,7)

Estamos librando la batalla para que no nos quiten la opinión pública. Los
intereses mezquinos utilizan sus armas: la mentira y la insidia; nosotros
utilizamos la nuestra: la verdad. Nosotros hemos triunfado sin que ningún
gobierno nos ayudara en lo absoluto, acompañándonos solo la simpatía de los
pueblos de América y solos en esta isla de Cuba, en sus montañas, rodeados
por aire, mar y tierra, hemos logrado derrotar un ejército. Hemos demostrado
que eran falsas una serie de historias acerca de que era imposible una
revolución contra un ejército moderno si no había una crisis económica total.
Pero nosotros, pero nosotros desgraciadamente no podemos disponer para
divulgar nuestras verdades de los medios de divulgación que informan al
mundo. Nosotros no podemos contar siquiera con la imparcialidad de esos
órganos de divulgación; nosotros somos víctimas de todos los escritos
interesados y amañados y de todas las informaciones de igual índole que se

194
hagan contra nuestra Revolución; nosotros no somos los dueños de esas
agencias que se encargan de divulgar todas las calumnias imaginables contra
Cuba; nosotros no podemos contar siquiera con la imparcialidad de esos
órganos que en el extranjero nos atacan; esos mismos órganos que han
atacado toda causa justa, esos mismos órganos que han atacado en esos
propios países a los gobernantes más honrados y más capaces que han tenido;
nosotros no podemos siquiera contar con la imparcialidad de esos órganos y
tenemos que ser víctimas de todas esas calumnias. Tenemos amigos, tenemos
escritores que hablan también a nuestro favor, pero el escritor espontáneo
ejerce un trabajo que no es sistemático, y en cambio, los órganos interesados,
los que responden a intereses mercenarios, esos órganos realizan un trabajo
sistemático e incansable contra nuestra Revolución, a pesar de que sea justa, a
pesar de que la mejor prueba de esa justicia, es la actitud de nuestro pueblo,
porque los pueblos jamás están con aquel que no sea noble, los pueblos jamás
están con aquel que no sea justo. A pesar de ser justísima nuestra Revolución
tenemos que ser víctimas de todas las calumnias que se hagan contra ella. Y
esas calumnias se realizan en todo el mundo; esas calumnias se realizan entre
nuestros pueblos hermanos de América 'Latina, porque desgraciadamente los
pueblos de América Latina han sido hasta hoy en parte pueblos de opiniones
controladas, pueblos de opiniones prefabricadas, porque esos pueblos no han
estado recibiendo otra información que informaciones interesadas, que
informaciones amañadas, que traen como consecuencia opiniones controladas,
porque cuando un pueblo no tiene oportunidad de percatarse de una verdad,
de recibir una información justa y correcta, y no recibe, y no lee y no ve ni oye
decir otras cosas que informaciones falsas, esas circunstancias hacen que los
pueblos sean pueblos de opiniones controladas...
Luego, nosotros somos enemigos de las opiniones controladas. No concibo
cómo se pueda hablar de democracia, aspirando a controlar, incluso, las
opiniones de otros pueblos, aspirando a que los pueblos piensen de acuerdo
con intereses determinados, intereses que generalmente son enemigos de esos
mismos pueblos, porque los han estado manteniendo en la miseria y la
pobreza, mediante la más brutal explotación.
(8,6)

... Tenemos más fe en la verdad que en todo el poder, en todo el poder de que
ya aquí hicieron gala los grandes privilegios sembrando la mentira y la
confusión en los pueblos, porque creemos sencillamente que en la vida pública
del país, la primera condición que hay que tener para que un día se siga a un
hombre y se le crea, es su moral por encima de todas las demás cosas.
... A los que tienen miedo, o a los que predican el miedo, hay que decirles:
ténganle miedo al miedo, porque el miedo sí es peligroso. Ténganle miedo al
miedo, porque el miedo debilita, el miedo divide; el miedo produce escisiones.
A los que hablan de miedo hay que decirles que la única manera de sentirse
todo el pueblo seguro es no teniendo nadie miedo, porque entre las tácticas de
los enemigos de la Revolución, está la de sembrar la escisión por miedo entre
los que tienen el valor de llevar adelante la medida revolucionaria y entre los
que creen que si se toman las medidas revolucionarias el mundo se acaba. Y
así una de las tácticas de la contrarrevolución es sembrar el miedo y la actitud
del pueblo debe ser miedo ¿para qué?, si estamos dispuestos a morir hasta el
último cubano de vergüenza defendiendo esta causa; si estamos dispuestos a

195
no atemorizarnos ante nada ni ante nadie y por eso debemos hacer conciencia
contra el miedo, porque lo malo no son las leyes revolucionarias, lo malo es
asustarse porque se dicten leyes revolucionarias, porque ese es el primer
sentimiento psicológico que la reacción explota para empezar a conquistar
gente por miedo, para que los miedosos frenen la Revolución, para que los
miedosos retranquen la Revolución, corno por un instinto de conservación,
cuando el instinto de conservación que debe prevalecer aquí es el instinto de
conservación, no por miedo sino por valor; el, Instinto de conservación que nos
dice que siendo todos valientes la Revolución será invencible y la Revolución
inatacable...
(10, 2; 8)

...Y la Revolución necesita que constantemente esté defendida, necesita que


constantemente le salgan al paso a los que la atacan, a los que la critican sin
razón. Incluso, cuando la critican con razón, ver si el que la critica es un
revolucionario o es un contrarrevolucionario, porque un revolucionario tiene
derecho a hacerle una crítica a la Revolución, pero un contrarrevolucionario no
tiene ningún derecho a hacerle crítica porque la quiere destruir.
... Ustedes tienen la tarea de mantener constantemente la lucha en la calle,
porque lo único que no se puede hacer en una Revolución, como en una
guerra, es dejar de contestar el fuego del enemigo. En la Revolución, como en
la guerra, cada ataque tiene que tener su riposta, cada agresión tiene que
tener su riposta.
(18,22)

Y si en un mundo como el nuestro, en un país pequeño, subdesarrollado, que


no solo vivió bajo sus botas, que no solo vivió bajo e! poder de sus dólares, que
no solo vivió bajo su propaganda; porque nosotros aquí no leíamos otra cosa
que revistas americanas, nosotros no veíamos otras películas, que películas
americanas; nosotros no oíamos otras consignas, que consignas americanas;
nosotros no veíamos otras costumbres, que costumbres americanas; nosotros
no teníamos otras noticias del mundo, que noticias americanas. En nuestra
escuela ¿que ¡se enseñaba? Lo que decía e! americano. En nuestros libros ¿qué
se enseñaba? Lo que quería el americano. ¿Cómo van a venir a decir que
doctrinas extrañas? Si doctrinas extrañas hubiésemos asimilado, habrían sido
sus doctrinas extrañas.
(26, 13)

...El imperio está bajo la histeria. Histeria fascistoide. Aquello de los caballos de
la policía sobre los cubanos. Aquella actitud me recordaba a la Gestapo de
Hitler. Todo ello lleva hacia el nazismo y el fascismo. La publicidad
norteamericana no tiene nada que envidiarles a los métodos de Goebbels. Allí
no hay quien disienta. Al que disienta lo arruinan y no le dan más publicidad.
(32, 2)

...los más poderosos medios del pensamiento que influyen sobre ¡as ideas de
los pueblos son utilizados sistemáticamente por esas minorías dominantes para
mantener a los pueblos en el engaño más criminal.
Mas, si queremos comprender las cosas tal como deben ocurrir debemos
recordar que ninguna revolución se libró de la calumnia, y hay circunstancias

196
que tan inexorablemente se repiten, que es virtualmente imposible que
nosotros aspiráramos a librarnos de ellas. La deformación de la verdad, las
peores calumnias, y las peores agresiones han sido las primeras cosechas de
todas las grandes revoluciones en la historia de la humanidad.
(34, 23)

Lo tremendo de la Revolución Cubana es que estaba demostrando, estaba


destruyendo toda una serie de mentiras sobre las cuales se ha edificado la
explotación de todos los pueblos hermanos de nuestro continente, de los
pueblos subdesarrollados de África y de Asia, de todos los pueblos
subdesarrollados del mundo.
(22,28)

Era lógico que este trabajo de orientación revolucionaria comenzara por la


reorganización de todos los medios de difusión con que cuenta nuestro país. En
realidad, en nuestro país había grandes recursos de comunicación y de
divulgación. Ya teníamos desarrollada la televisión, el radio, la prensa, en
algunos casos, demasiado desarrollados. Creo que el número de emisoras de
radio que había en el país era de 156; el número de periódicos era también
grande, y había varias estaciones de televisión, entre ellas dos cadenas
nacionales.
Naturalmente, que todos esos órganos de divulgación estaban casi
totalmente monopolizados por la clase dominante. Nosotros debemos tratar de
hacer un mejor uso, que el uso que ellos hacían de todos esos medios, porque
nosotros podemos hacer un uso planificado y racional de todos aquellos
medios, mientras la clase dominante usaba todos esos medios de una manera
anárquica, y en competencia unas empresas con otras. Desde luego, todas
estaban, por entero, dedicadas a defender el sistema social imperante. No está
tan lejos aquel tiempo en que aparecía por la mañana una serie de periódicos:
La Marina, El Mundo, El País, Información, Crisol. Los editoriales de aquellos
periódicos eran unánimes.
Cuando había una reunión de hacendados tomaban determinados acuerdos;
cuando se promovía el despido compensado, cuando se defendía la llamada
libre empresa, cuando se hablaba de dar garantías al capital de inversión como
fórmula mágica del progreso de la economía del país. ¡Qué cuentos aquellos,
los que le hacían al pueblo!
Es decir que la clase dominante utilizaba todos los recursos, todas las
imprentas, todas las estaciones de radio, de televisión, todos los medios para
desorientar al pueblo, para engañar al pueblo, para crear en el pueblo toda una
serie de frisos conceptos, y que constituían un aparato verdaderamente
impresionante frente a las ¡de nuevas y progresistas, frente a las ideas
revolucionarias.
(47, 6)

Hay realidades que no aparecen en los cables de la UPI ni de la AP, hay


realidades que no aparecen en la chismografía continental, hay realidades que
no aparecen en la prensa amarilla y en las plumas mercenarias al servicio de
los grandes intereses explotadores. Y esos que son los dueños de la inmensa
mayoría de los periódicos, de las estaciones de radio y de las estaciones de
televisión, no publican esas realidades, en el denodado empeño de mantener a

197
los pueblos en el engaño, de impedir que los pueblos abran los ojos, todas esas
fuerzas que se concitan para mantener la venda alrededor de los ojos de los
pueblos, como la mantenían alrededor de nuestros ojos, esa venda que la
Revolución quitó de los ojos del pueblo, y esa venda que solo las revoluciones
en muchas ocasiones y en muchas circunstancias pueden quitar de los ojos de
los pueblos, porque mientras los enemigos son los dueños de las escuelas, los
enemigos de los trabajadores y de los campesinos, mientras los explotadores
son los dueños de las escuelas, de las universidades, de los periódicos, de los
cines, de las estaciones de radio, de la televisión y de todos los medios de
divulgación, no es fácil arrebatar esa venda de los ojos de los pueblos.
(85, 24)

Los imperialistas realizan una campaña, pero no solo en Checoslovaquia, sino


en todos los países de Europa oriental, e incluso en la Unión Soviética tratan,
por todos los medios, de hacer campañas de publicidad en favor del modo de
vida de la sociedad industrial desarrollada, en favor de los gustos y del
consurno de has sociedades burguesas desarrolladas. Y lo realizan a través del
radio, a través de lo que llaman intercambios culturales, y muy sutilmente
tratan de despertar en las masas la admiración y la apetencia por esos gustos
y por esos hábitos de consumo, que ellos comprenden perfectamente que el
desarrollo de esos sentimientos marchará en razón inversa al sentimiento
revolucionario de las masas y al espíritu de sacrificio de las masas.
Los imperialistas usan mucho toda la fachada burguesa, todo el lujo de una
sociedad de clases que ha desarrollado grandemente el arte de los
refinamientos en el consumo y del lujo, que no pueden ser por ningún concepto
las aspiraciones de las sociedades socialistas o de los pueblos que buscan
marchar hacia el comunismo. Y explotan —lo hacen en todas partes— sus
equipos y utensilios de cocina, sus automóviles, sus refrigeradores, sus
encajes, sus lujos de todos los tipos; y es un arma que utilizan, sus revistas, sus
propagandas, las utilizan incesantemente.
(134,9)

¿Qué Estado ese que usaba todos sus medios de comunicación masivos para
vender mercancías, comerciar con todo: con los valores más apreciados del
hombre, con la dignidad del hombre, con el sexo, con todo? ¿Qué Estado es ese
—dedicado por entero los medios de comunicación masivos a defender los
intereses de una filosofía de la ganancia-, que no le pide permiso a nadie para
entrar en su casa, en su hogar, a tal hora del día o de la noche con su
propaganda mercantilista? Medios de comunicación masivos en manos de los
propios oligarcas, de los propios burgueses.
¿Qué libertades son esas que mientras ellos tienen la cultura, los medios, el
dinero, lo tienen todo, el modo de expresarse, el infeliz campesino no tiene la
cultura ni el medio de expresarse? ¿Que libertades son esas, las libertades de
ser propietario de los medios de divulgación de prensa, de los medios de
divulgación de masas, y ¡a libertad de usarlos en beneficio de sus intereses de
clase?
Hoy en nuestro país todos los medios de comunicación de masas pertenecen
al pueblo, y están al servicio del pueblo!
(159,448)

198
Hay en el mundo desgraciadamente todavía mucho residuo de la propaganda
reaccionaria e imperialista. Hay también los residuos de la confusión. No
podemos olvidarnos que durante más de 50 años la propaganda imperialista
estuvo enfilada contra el socialismo, contra el comunismo, contra el primer
Estado socialista. Y hay muchos en el mundo que se dedican a escribir libelos
contra la URSS. Ya no lo hacen directamente contra el socialismo, ni contra el
marxismo, ni contra el comunismo. Utilizando medios más sutiles se han
dedicado a divulgar la mentira y la calumnia contra las grandes realizaciones
del pueblo soviético.
Recordamos los titulares y los escritos de la prensa oligárquica y de la prensa
burguesa. Y tuvimos oportunidad de discutir públicamente con alguna de esa
gente. Pero lo cierto es, a nuestro juicio, que la historia, con su fuerza
abrumadora, se encargará de aplastar y de lanzar al basurero todo lo que han
escrito calumniosamente contra el movimiento revolucionario, contra el
socialismo, contra el comunismo y contra el primer Estado socialista.
(165,22-23)

Si no se está dispuesto a desafiar los riesgos de cualquier tipo, los riesgos de


agresión militar como los riesgos de su propaganda, no se puede dar respuesta
adecuada al enemigo; intimidarse frente a la propaganda es como intimidarse
frente a los fusiles enemigos. No hay que tener miedo a nada; eso lo hemos
aprendido perfectamente durante 21 años.
... la obra de una revolución y la construcción del socialismo es tarea de
hombres y mujeres absolutamente libres y absolutamente voluntarios. Quien
no tenga genes revolucionarios, quien no tenga sangre revolucionaria, quien no
tenga una mente que se adapte a la idea de una revolución, quien no tenga un
corazón que se adapte al esfuerzo y al heroísmo de una revolución, no lo
necesitamos en nuestro país...
(237,11)
... Ellos fabrican así, al estilo goebbeliano, al estilo hitleriano, al estilo fascista,
fabrican sus mentiras y se las hacen creer al pueblo de Estados Unidos, ¡se las
hacen creer!, en centenares de periódicos. Entonces, millones de personas leen
las noticias, lo que no leen es el desmentido, ¿comprenden? El desmentido lo
leen algunos gobiernos, algunos núcleos dirigentes, determinados lectores. Es
importante por eso desmentir, pero a ellos lo que les interesa es fabricar la
mentira.
(250,33)

Esto demuestra, además, realmente, que el pueblo de Estados Unidos es uno


de los pueblos peor informados del mundo, a pesar de los enormes recursos de
tipo técnico de que dispone y de sus medios masivos de divulgación; y lo voy a
decir con dolor, uno de 1os pueblos de menos educación política y peor
informados sobre las realidades del tercer Mundo, de Asia, de África y de
América Latina. Todo esto, realmente, está en la base de esos sentimientos
anti-Cuba, anti-Castro —lo de anti-Castro no me preocupa tanto, como lo de
anti-Cuba.
... El chovinismo, el orgullo nacional no es nada nuevo, y la posibilidad de
manipular y engañar a la opinión pública tampoco es nueva (...). A gente
ignorante se le puede confundir con esas cosas; a gente que tenga una cultura
política y una moral sólida no se le puede engañar tan fácilmente.

199
(268, 24; 121-122)

Entonces, ya empezaba la gran campaña anticomunista. Ese fue el primer


recurso al que acudieron, para explotar la ignorancia política de una gran parte
de las masas, la falta de una preparación y una cultura política del pueblo, para
aprovechar en su favor todos los prejuicios que habían sembrado durante
decenas de años.
Hicieron cosas infames. Entre las campañas, por ejemplo, para promover el
éxodo del país, un día inventaron un decreto, falso totalmente, diciendo que
alguien lo había tomado de un ministerio, y que era un proyecto de decreto
para privar a la familia de la patria potestad. Fíjate qué cosa absurda. Pero,
como se sabe, muchas de estas cosas absurdas infunden temor, miedo, porque
no constituyen una apelación a la razón, sino una apelación a instinto; una
persona que pensara no diría nunca que eso puede ser creíble, pero una madre
que ve a su niño, y que le dicen: oye, te van a quitar el niño... Y le decían que
lo iban a enviar para la Unión Soviética, cosas por el estilo.
Yo digo: bueno, ¿y estos inventos los habrán hecho contra nosotros? Después
cuando leí Sangre en el Don y toda una serie de obras de Shólojov, que
después recibió el Premio Nobel de Literatura, me encuentro que esto era tan
viejo como la Revolución Bolchevique. En aquella época habían inventado las
mismas cosas que utilizaron contra nosotros cuarenta y tantos años después;
eran viejas, no eran ni siquiera producto de una imaginación más fresca. Y
muchas de esas campañas se hicieron también contra Cuba.
El enemigo acudió al prejuicio, a la mentira, a las campañas, para
desorientar, para confundir, para herir. Todavía el pueblo no tenía sólida cultura
política, pero sí estaba con la Revolución, confiaba en la Revolución y sabía que
la Revolución significaba un gobierno que estaba al lado del pueblo.

... los manipuladores nunca han merecido el respeto de nadie en ninguna


parte, los manipuladores nunca han tenido éxito tampoco en ninguna parte, los
manipuladores son como barquichuelos que se mueven con el viento, con las
olas. Manipulación es sinónimo de oportunismo, la manipulación no tiene
sostén, no tiene raíces. Pienso que tú no tendrías ningún respeto por mí, si tú
percibes que yo soy un manipulador, y, del mismo modo, ningún revolucionario
tendría respeto por ti ni por otros que piensan como tú, si tuviéramos la
percepción de que se trata de personas que puedan ser manipuladas. Creo que
el respeto, la relación, el análisis serio, la comprensión, todo es posible entre
gente auténtica; si tú no fueras un creyente profundo, tus ideas no habrían
hecho ni tendrían ningún impacto en nosotros.
(269,240-241; 296)

El imperialismo trata de imponernos una cultura, de imponernos una ideología,


¡y de qué forma! El rey de España mandaba una carta de vez en cuando y la
publicaban en alguna gaceta; pero estas gentes tratan de hablar las 24 horas
por radio, por televisión, en el cine, nos venden miles de películas, de
programas y episodios enajenantes. ¡Es increíble la invasión que han hecho
hasta del alma del hombre, del cerebro del hombre! Ellos, que hablan de
adoctrinamiento, de lavado de cerebro, y en la historia jamás ha habido un
intento semejante de lavar e¡ cerebro de cientos de millones de personas,

200
como el intento que realizan los imperialistas por lavarles el cerebro a todos los
latinoamericanos.. .
(273, 28)

Estábamos viviendo una decadencia total, y no nos dábamos cuenta hasta qué
punto estábamos siendo sometidos, hasta qué punto estábamos siendo
colonizados culturalmente, hasta qué punto estábamos siendo penetrados
ideológicamente, hasta qué punto estábamos siendo desnaturalizados,
mixtificados, transformados en quién sabe qué,
Hay cosas en la vida que enseñan más que todos los libros, y que nos hacen
ver algunas ideas con más claridad que nunca. Este, desde luego, no es un
acto político, ni mucho menos; pero hay algunos conceptos que resultan
indispensable tocar. Cuando hablamos de dominio imperial, aquí en el cine lo
estamos viendo, lo están viendo nuestros pueblos todos los días. Me imagino
cuánto sufren nuestros escritores, nuestros cineastas, nuestros intelectuales,
nuestros pensadores cuando ven lo que ocurre en nuestros países, ese sistema
enajenante que se aplica todos los días, a toda hora del día, a través de las
pantallas.
¿Y dónde se produce la mayor parte de lo que nosotros vemos, lo que
nosotros presenciamos, lo que nosotros disfrutamos o tratamos de disfrutar?
No se produce precisamente en nuestros países, no se produce en América
Latina. No solo los aviones que debemos adquirir para viajar sobre los océanos,
o a largas distancias, no solo las computadoras, no solo infinidad de equipos,
de mercancías y productos industriales, que son muchas veces artículos
lujosos de esas sociedades de consumo, sino, ¡nuestro cine, nuestra
televisión, nuestra cultura, o nuestra falsa cultura, la estamos importando! Y
así resulta muy doloroso, cuando algunos sociólogos han hecho investigaciones
de lo que saben los jóvenes, o lo que saben los niños de América Latina, y se
encuentran con el hecho horripilante de que un 70 por ciento o un 80 por
ciento de los niños saben quién es Superman, o cualquier otro personaje de las
tiras esas que nos envían en masa, ¡y no saben quiénes fueron los héroes
que hicieron posible la independencia de sus patrias! Esas son las
consecuencias, ¿y cómo podemos hablar de libertad, cómo podemos hablar en
esas condiciones de liberación, cómo podemos hablar de independencia
económica, social, política, técnica, cultural?
¿Si los medios masivos están en manos de los que nos dominan, de los que
nos oprimen, de los que nos explotan, qué podemos esperar, si ellos trazan la
forma de pensar y hasta, incluso, la forma de vivir de nuestros pueblos?
... Estoy seguro de que cualquier político con un mínimo sentido de
responsabilidad tiene que preocuparse de esa enajenación incesante, de esa
incesante intoxicación y envenenamiento que están sufriendo las masas de sus
países; tiene que comprender que es anti educativo, que es deformante, que
es degenerante ese inmenso cúmulo de cultura enlatada que viene del imperio
a través de las transnacionales; tiene que darse cuenta, como si le estuvieran
introduciendo una bacteria, como si le estuvieran haciendo una guerra
biológica.
Esta guerra contra la mente es peor todavía que la que hicieran con virus y
bacterias reales, es más humillante, es más degradante, es más insoportable,
más difícil de erradicar.
(276,2)

201
Los que quieren y de verdad sienten la democracia; los que piensan
democráticamente nada tienen que objetar a nuestra Revolución; los que creen
que la democracia es una pura teoría, los que creen que es una mentira la
democracia, que es para engañar a los pueblos y se olvidan del dolor y miseria
de los pueblos, les decimos que no hay democracia sin justicia social, que no
puede haber democracia ni puede llamarse democracia ninguna doctrina que
se olvide de las necesidades del hombre.
(6,2)

... Por eso, aclaramos, y creo que todo el mundo está de acuerdo que sobre el
hambre no hay hombre libre, porque un hombre libre con hambre se vende, se
desespera; sobre la ignorancia tampoco, porque para el hombre que no sabe
leer ni escribir no hay democracia posible. Es una mentira, y los que digan que
una democracia es posible con esas ideas, son unos falsos, unos hipócritas y
mentirosos, que no dicen a los pueblos las verdades que hay que decir...
porque nos hemos acostumbrado a comulgar con ciertos convencionalismos,
con ciertas mentiras, con ciertas posturas.
(7,6)

... Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido,


fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus
riquezas. ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía
de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los
países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una
verdadera etapa de progreso!
Mientras ese paso no se da, mientras esa etapa no se alcanza, el mundo
tiene que vivir constantemente bajo la pesadilla de verse envuelto en cualquier
crisis, en una conflagración atómica. ¿Por qué? Porque hay quienes están
interesados en mantener el despojo, hay quienes están interesados en
mantener la explotación.
(31,30)

Los imperialistas yanquis solo pueden concebir el tipo de relación que emana
de su propio sistema de producción, basado en la explotación del hombre por
el hombre. El dominio de la burguesía imperialista sobre las clases trabajadoras
de sus propios países y sobre las masas hambrientas de los países
económicamente atrasados tiene su origen en la explotación del hombre por el
hombre. Sobre esa base se han erigido todas las formas de dominio conocidas
desde la antigüedad hasta ahora. Sobre esa base se han promovido todas las
guerras de agresión y de conquista; sobre esa base se erigieron los regímenes
esclavistas, feudales y capitalistas y el dominio de unas naciones sobre otras;
sobre esa base se erigió el Estado como instrumento de dominación de clases;
sobro esa base se erigió el imperialismo.
(51,4)

No creo que le prestemos un mal servicio al pueblo de Estados Unidos,


cuando insistimos que en América Latina se está gestando una situación
verdaderamente explosiva; y cuando eso ocurra -y sin duda que va a ocurrir si
no se resuelven urgentemente determinados problemas—, entonces Estados

202
Unidos se va a encontrar ante problemas serios que no podrá afrontarlos con la
concepción, las ideas y los métodos con que ha tratado históricamente a los
pueblos de América Latina.
Y le voy a poner un ejemplo: en Estados Unidos había un gran desprecio, un
menosprecio, una subestimación por el pueblo de Cuba. Esta era la colonia
más segura, más dócil, más adoctrinada de Estados Unidos; se consideraba al
pueblo cubano como un pueblo de gente sin espíritu de trabajo, sin espíritu
patriótico, perfectamente educado en el anticomunismo, en el antisocialismo,
perfectamente garantizado en su ideología y en su cultura contra una
revolución. Y yo creo que Estados Unidos no tendría hoy razones para
subestimar al pueblo de Cuba, creo que en estos 26 años Cuba ha demostrado
de lo que un pueblo latinoamericano es capaz; que esta mezcla de españoles,
de africanos y de indios, tiene más capacidad política, de organización y de
lucha de la que pueda haberse imaginado jamás Estados Unidos.
Nosotros no somos diferentes ni mejores que los centroamericanos, ni los
suramericanos, ni el resto de los latinoamericanos. No, yo creo que tienen las
mismas cualidades potenciales que teníamos nosotros; incluso, es posible que
más cualidades potenciales que las que contábamos nosotros. Un día nos
rebelamos y nos decidimos, a cualquier riesgo y a cualquier precio, a seguir
nuestro camino independiente y hacer los cambios sociales que hemos hecho,
esos problemas no se pueden resolver por la fuerza, ni por las armas.
Pienso, francamente, que Estados Unidos tendrá que adaptarse a esas
realidades, tendrá que cambiar la concepción, y no tiene necesariamente que
esperar a que haya cataclismos sociales y políticos para tratar con más respeto
y menos menosprecio a los países latinoamericanos. Cuando ese día llegue,
cuando se produzca ese cambio de concepción, empezarán a crearse las
condiciones para relaciones de comprensión y de respeto, incluso de amistad,
independientemente de la diferencia ideológica y del sistema social existente
entre Estados Unidos y Cuba.
(268,30-31)

Una de las características de la sociedad burguesa es el caos mental, la falta


de una explicación de los problemas, la falta de una interpretación de las
realidades, y donde existen mil explicaciones, porque, en definitiva, no existe
ninguna explicación. Es decir: no existe ninguna explicación verdadera porque
de lo que se intenta es tratar de justificar un sistema de explotación y de
presentar como eterno un modo de producción que es sencillamente un
producto de la historia, transitorio y condenado a desaparecer en un momento
determinado.
Caracteriza a la sociedad burguesa el caos. Repito: la falta de una
explicación clara de los fenómenos y de los hechos, Y se caracterizan el
socialismo científico y el régimen social inspirado en él, precisamente por todo
lo contrario: la posibilidad de tener explicaciones verdaderas, reales, de los
problemas, de su proceso, y del desarrollo de la sociedad.
(68,6)

El socialismo y el comunismo aspiran a que cada hombre, cada ser humano,


tenga lo que necesita, Y con el trabajo del hombre, con la productividad de
nuestro trabajo, con la técnica, la sociedad humana puede producir lo
suficiente para satisfacer todas las necesidades del ser humano.

203
Y no habrá sociedad más libre, no habrá sociedad superior, no habrá sociedad
más justa, no habrá sociedad más humana, no habré sociedad más feliz. Ese es
el camino que la Revolución traza, ese es el objetivo que la Revolución busca; y
lo busca con tesón, con fe, con esfuerzo, con trabajo, con sacrificio, sin
demagogia, sin falsas promesas. Porque aquellos que venían a prometer
posaban aquí como superhombres, como si de ellos dependiese que el pueblo
tuviera o no tuviera. No es en ese concepto que nosotros venimos aquí.
Nosotros venimos a decir lo que el pueblo puede tener si el pueblo quiere, si el
pueblo lo desea; a exhortar al pueblo a que marche por ese camino, a que
busque la felicidad con su esfuerzo, con su sacrificio, con su trabajo. Esas son
las verdades que venimos los revolucionarios a decirle al pueblo.
(109, 15-16)

Mas si en aquella época podía ser producto de un ideal, de una racionalización


del pensamiento, en esta época, aquellas aspiraciones constituyen una
cuestión vital de la existencia de todos y cada uno de nuestros pueblos.
¿Qué somos? ¿Y qué seremos? ¿Qué somos frente al poderoso imperialismo?
¿Qué somos frente a su imponente desarrollo tecnológico? ¿Cuál es nuestro
destino de hoy? ¿Y cuál sería nuestro destino en un futuro ni siquiera lejano?
¿Cuál sería el destino de nuestros pueblos pequeños, divididos y débiles?
Porque en este continente los yanquis no solo nos quitaron la soberanía, no
solo nos limitaron esa soberanía, no solo nos impusieron sus condiciones
mercantiles y económicas, no solo se apoderaron de nuestros recursos
minerales y de nuestros recursos naturales en general, no solo han explotado
millones y millones de trabajadores, no solo extraen miles de millones todos los
años del sudor de nuestros pueblos, no solo han prohijado el subdesarrollo, el
retraso técnico; no solo nos han robado incesantemente las inteligencias
técnicas, puede decirse que los yanquis nos robaron hasta el nombre, porque
se apoderaron hasta del nombre de América y se llaman los americanos.
Así, ese grupo de estados situados en el norte de América se ha apoderado
hasta del nombre de América. Nosotros aparente mente no somos ni
americanos. Todavía, con toda precisión, no tenemos siquiera un nombre,
todavía no tenemos un nombre; estamos prácticamente sin bautizar: que si
latinoamericanos, que si iberoamericanos, que si indo americanos. Para los
imperialistas no somos más que pueblos despreciados y despreciables. Al
menos lo éramos. Desde Girón empezaron a pensar un poco diferente.
Desprecio nacional, desprecio racial. Ser criollo, ser indio, ser mestizo, ser
negro, ser sencillamente latinoamericano es para ellos desprecio. Con su
exacerbado chovinismo de gran potencia, sus hábitos de coloniaje y de
dominio, sus hábitos imperiales, los yanquis —nos referimos a los imperialistas
yanquis— no sienten por nuestros pueblos sino desprecio.
(149,18)

Las sociedades industrializadas y ricas de los países capitalistas, que lograron


acumular grandes recursos técnicos y económicos, que en ocasiones han
llegado a producir muchos bienes de consumo, muchos automóviles, muchos
lujos —que alcanzan, desde luego, en primer lugar a una minoría privilegiada, y
que en ocasiones son utilizados también para corromper a amplias capas de la
población —; esas sociedades que hacen grandes alardes tecnológicos,
grandes alardes de sus productos suntuarios, no han podido ofrecerle al

204
hombre en el campo moral, en el campo espiritual, ningún incentivo. No han
podido ofrecerle a la juventud ningún camino.
Y por eso vemos, por ejemplo, en Estados Unidos, cómo el número de
crímenes aumenta por año, la delincuencia juvenil aumenta por año, el
consumo de drogas heroicas aumenta por año, los desequilibrados mentales
aumentan por año; los hábitos de vestir, de calzar, las indumentarias que usan,
son prácticamente irreconocibles. Y en muchos de esos casos no se puede
siquiera distinguir un muchacho de una muchacha.
Y los capitalistas no se preocupan ni tienen que preocuparse por esos
problemas de la juventud. Al contrario: utilizan esas mismas formas de
frustración y de corrupción para introducirlas, si es posible, en los países
revolucionarios y en el seno de la juventud revolucionaria. Y nuestros países,
con los medios de comunicación masivos, y especialmente un país como Cuba,
si no forma una juventud revolucionaria, si no forma una juventud en el trabajo,
corre el riesgo de que la influencia de la sociedad norteamericana, la influencia
de las sociedades capitalistas, que llega por todos los medios —la radio, el
cine, la televisión, los libros-, se introduzca en el seno de nuestra propia
juventud.
(163,140)
Hay que decir algo más: en el capitalismo el dinero es todo, el dinero es la vida
y la muerte de las personas.
Nosotros señalábamos nuestras debilidades y nuestras deficiencias. El
capitalista funciona, y el sistema capitalista funciona en virtud de
determinadas motivaciones muy poderosas. El capitalismo tiene, en primer
lugar, el ejército de la reserva laboral: los desempleados. Y no hay disciplina
más eficiente que el miedo a perder el trabajo, que equivale a morirse de
hambre en el capitalismo.
En la puerta de cada fábrica había virtualmente una cola de desocupados
esperando la oportunidad de encontrar un empleo. Ese mecanismo facilita la
disciplina capitalista.
En el capitalismo, además, el obrero que no tiene trabajo, o que no tiene
dinero, se muere de hambre y se mueren sus familiares de hambre; si se
enfermar los hijos, la familia o él, se mueren si no tiene trabajo o no tiene
dinero. Las posibilidades de vivir, las posibilidades de defender su salud, las
posibilidades de obtener una seguridad frente a la vejez, frente al accidente,
las posibilidades de educación de sus hijos: todo está en dependencia de su
trabajo y del dinero que tenga en el bolsillo.
(173, 19)

Antes la vida en nuestra patria era muy dolorosa. Había unos pocos niños
que tenían juguetes, y la inmensa mayoría de los niños no tenían juguetes.
Unos pocos niños que tenían zapatos, y la inmensa mayoría de los niños
andaban descalzos. Unos pocos niños que tenían ropa, y la mayoría de los
niños que no tenían ropa o tenían que vestirse con cualquier cosa. Unos pocos
niños que tenían alimentos, y la inmensa mayoría de los niños que estaban mal
alimentados o pasaban hambre. Unos pocos niños que podían ir a los
hospitales y la inmensa mayoría de los niños que cuando se enfermaban no
tenían médicos ni hospitales. Unos pocos niños que tenían dinero, y la inmensa
mayoría de los niños que eran pobres.

205
Para acabar con esas injusticias se hizo la Revolución. Para qu a todos los
niños tuvieran escuelas y tuvieran maestros y tuvieran libros; para que todos
los niños tuvieran zapatos y tuvieran ropa; para que todos los niños tuvieran
médicos y medicinas cuando se enfermaran; para que todos los niños pudieran
crecer saludablemente; para que todos los niños tuvieran juguetes. Para que
todos los niños tuvieran las mismas oportunidades. Para que no hubiera más
amos y esclavos, ricos y pobres, explotadores y explotados. Para que todos los
niños tuvieran la oportunidad de ir a una secundaria, a un preuniversitario, a
una universidad; para que todos los padres tuvieran trabajo. ¡Para que cada ser
humano pudiera alcanzar una vida digna!
(179,9-10)

... En las sociedades burguesas no hay organización de pioneros, en las


sociedades capitalistas no hay organización de pioneros, no hay ni puede haber
actividades de pioneros, no hay ni puede haber campamentos de pioneros. En
las sociedades capitalistas nadie prácticamente se ocupa de los niños. Y hay
muchos niños analfabetos, muchos niños sin escuelas, muchos niños
desamparados, muchos niños pidiendo limosnas en las calles.
Esa es la realidad terrible y dolorosa de la sociedad capitalista: (muchos
niños descalzos, muchos niños desnudos, muchos niños hambrientos! Hay
algunos que tienen mucho y otros que no tienen absolutamente nada. ¡Esa es
la sociedad capitalista!
Y yo les puedo asegurar que una de las cosas que más llama la atención de
los visitantes extranjeros cuando llegan a Cuba son los niños de Cuba. Saber
que el ciento por ciento de los niños tiene escuelas; saber que el ciento por
ciento de los niños tiene atención médica; saber que en Cuba no hay un solo
niño desamparado, un solo niño hambriento, un solo niño pidiendo limosna por
las calles. Y el espectáculo de una niñez alegre, culta, entusiasta, saludable y
feliz es una de las cosas que más impresionan a los visitantes de este país.
Pero debemos decir también que la Revolución Cubana se siente orgullosa de
sus niños. ¡Que la Revolución Cubana se siente satisfecha del esfuerzo que
realiza por los niños, y que la Revolución Cubana no dejará jamás de hacer por
los niños su mayor esfuerzo!
(185,26)

... Naturalmente que estos problemas son agravados por el desarrollo desigual
de las naciones, el despilfarro fabuloso y la dilapidación (de los recursos
naturales de las sociedades capitalistas de consumo. Estas han introducido en
la mente de grandes comunidades humanas patrones de vida material, hábitos
y costumbres inherentes al sistema social que representan —donde lo
superfluo predomina sobre lo esencial, el espíritu mercantilista y de explotación
lo rige todo y el hombre es brutalmente enajenado y moralmente arruinado—,
que son incompatibles con la solución racional y adecuada de los problemas
materiales y espirituales del ser humano. Tales hábitos chocan además con los
recursos relativamente limitados que la naturaleza y su medio brindan al hom-
bre, sobre todo cuando se piensa en términos de una distribución justa y
equitativa de los beneficios de la civilización y el progreso a toda la humanidad.
Miles de millones de seres humanos viven todavía en la mayor miseria, sin
electricidad, agua corriente, atención médica, ropas, zapatos, alimentos,
vivienda y educación adecuada, mientras un puñado de países capitalistas

206
desarrollados dilapidan más del 50 por ciento de los recursos del mundo. Por
eso, las sociedades capitalistas no pueden ser jamás el modelo material de
vida de una comunidad social avanzada. Tampoco habrá solución para estos
inquietantes problemas humanos, como no sea sobre la base del socialismo a
escala universal.
(191,75)

Nunca como hoy se ha manifestado con tanta fuerza el carácter antihistórico y


obsoleto del sistema capitalista. Una sociedad que ha logrado crear colosales
fuerzas productivas, ofrece, sin embargo, en la actualidad el espectáculo
desquiciado del bajo aprovechamiento de sus capacidades industriales, la crisis
ingobernable, la inflación sin límites, el desempleo, el hambre, la carrera
armamentista, el derroche criminal de recursos irremplazables, los problemas
energéticos y de materias primas, y la incapacidad para conservar y proteger
el medio ambiente de la especie humana. Si Carlos Marx viviese, si pudiera
abrir por un instante sus ojos a estas realidades, él mismo se admiraría de la
genialidad de sus previsiones científicas.
Si algún privilegio le ha correspondido a nuestro país, es el que le confiere la
historia de haber sido el primero que derrotó al capitalismo y al imperialismo
en esta parte del mundo, y el primero en que se comenzó a construir el
socialismo. No fue ningún milagro, sino la fuerza invencible de la ideología
marxista-leninista, fundida con nuestras tradiciones revolucionarias, y el
heroísmo masivo del pueblo, unido al apoyo formidable de la solidaridad
internacional, lo que hizo posible que las inmortales banderas de la Gran
Revolución de Octubre flamearan triunfantes sobre el primer Territorio Libre en
América.
Los imperialistas gustan de atribuir al socialismo propósitos expansionistas,
como si las ideas revolucionarias no fueran patrimonio universal y como si cada
pueblo no pudiera por sí mismo, en correspondencia a las leyes históricas,
avanzar hacia una sociedad superior.
Pero no es esto solo lo que nos indica que la superioridad del socialismo ha
dejado de ser un pronunciamiento teórico para convertirse en una realidad
palpable. Las victorias económicas del socialismo contrastan hoy más que
nunca con las dificultades crecientes que experimentan los países capitalistas,
ya se trate de potencias aisladas como Estados Unidos y Japón, o de
agrupamientos económicos como la Comunidad Europea. Los que creyeron
durante un breve tiempo que habían encontrado las técnicas para escapar a
las crisis del sistema y se burlaban del diagnóstico de Marx como algo
obsoleto, se encuentran hoy acosados por el espectro de una nueva gran
depresión como la de 1929.
Los capitalistas se debaten entre la inflación que surge por todos los poros
de su decrépito sistema, y el desempleo que golpea con sus limitaciones
económicas y su humillación social a cientos de millones de trabajadores.
(202, 8; 9; 11)

Nada hay más inhumano en la historia del mundo que el propio sistema
capitalista e imperialista, que nació, como dijo Marx, chorreando sangre y lodo
por todos sus poros. En nombre de ese sistema una gran parte de la
humanidad vivió siglos de colonización, y se instauró en la edad moderna la
esclavitud de los negros del África, los indios de América y los asiáticos; en

207
nombre de esos intereses se desataron incontables guerras y perecieron
cientos de millones de seres humanos, e incontables luchadores por el
progreso humano fueron encarcelados, torturados y asesinados; en su nombre
Hitler trató de dominar al mundo, y para impedirlo el pueblo soviético tuvo que
sacrificar a 20 .millones de sus mejores hijos.
El capitalismo discrimina a la mujer, discrimina al negro, explota al obrero,
condena a millones de trabajadores al desempleo, está indisolublemente
asociado al juego, las drogas heroicas, la prostitución y todas las formas de
vicios corruptores de la conciencia y la salud del hombre.
Al sistema capitalista no le importa la educación del niño, como no sea para
fines de explotación futura; ni la salud de sus ciudadanos, ni la suerte de los
individuos. La ganancia, el lucro, es el único fundamento de su filosofía.
Para defender ese sistema inmundo los imperialistas yanquis lanzaron sobre
Indochina más bombas que todas las que se usaron en la guerra mundial, y
mataron a millones de vietnamitas, camboyanos y laosianos.
Los que hemos conocido el África y hemos visto la secuela del colonialismo,
el capitalismo, el imperialismo y el racismo, sabemos qué derechos humanos
defienden los imperialistas.
Para hablar de derechos humanos, sencillamente, hay que dejar de ser
capitalista.
El prestigio del campo socialista, y muy especialmente el de la Unión
Soviética, crece incesantemente en todos los pueblos del llamado Tercer
Mundo, que ven en nuestra comunidad su más firme amigo en la lucha contra
el colonialismo, el neocolonialismo, el racismo y el imperialismo.
Si el imperialismo es el aliado natural de todos los regímenes reaccionarios,
represivos y explotadores del mundo, el campo socialista es el baluarte donde
se apoyan e inspiran la clase obrera y las fuerzas progresistas y revolucionarias
que transformarán la humanidad.
(206,17-19)

El gobierno de Estados Unidos enarbola ahora la consigna de los derechos


humanos. Nosotros, marxista-leninistas, que hemos hecho del hombre, su
bienestar material y espiritual, sus derechos económicos, sociales y políticos, la
razón de ser de nuestras vidas; que luchamos por la supresión de toda forma
de explotación del hombre por el hombre, estaremos siempre, por supuesto, en
favor de reales y verdaderos derechos humanos (...) por demostrar que un
régimen burgués, imperialista y guerrerista pueda prometer verdaderos
derechos humanos a alguien en el mundo, dentro y fuera de sus fronteras,
porque tal sistema existe solamente para servir, utilizando todos sus recursos y
medios en el interior y en el exterior, los derechos y los intereses del gran
capital.
¿Con qué moral pueden hablar de derechos humanos los gobernantes de una
nación donde conviven el millonario y el pordiosero, el indio es exterminado, el
negro es discriminado, la mujer es prostituida y grandes masas de chicanos,
puertorriqueños y latinoamericanos son despreciados, explotados y
humillados?
¿Cómo pueden hacerlo los jefes de un imperio donde se imponen la mafia, el
juego y la prostitución infantil; donde la CÍA organiza planes de subversión y
espionaje universal, y el Pentágono crea bombas de neutrones capaces de
preservar los bienes materiales y liquidar a los seres humanos; un imperio que
apoya a la reacción y la contrarrevolución en todo el mundo, que protege y

208
estimula la explotación por los monopolios de las riquezas y los recursos
humanos en todos los continentes, el intercambio desigual, una política
proteccionista, un despilfarro increíble de recursos naturales y un sistema de
hambre para el mundo?

¿Cómo pueden hacerlo los representantes de una sociedad capitalista e


imperialista cuya esencia es la explotación del hombre por el hombre y con ella
el egoísmo, el individualismo y la ausencia total de solidaridad humana?
¿Cómo pueden hablar de tales derechos los que mantienen estrechas
relaciones con los racistas de Sudáfrica, que oprimen, discriminan y explotan a
20 000 000 de africanos; los que suministran cuantiosas cantidades de
sofisticadas armas a los agresores sionistas que desalojaron al pueblo palestino
de sus tierras y se niegan a devolver a los países árabes los territorios
arrebatados por la fuerza?
¿Cómo pueden hablar de derechos humanos los dirigentes de un Estado
cuyas agencias de inteligencia organizaron atentados contra los líderes de
otros países, y cuyos ejércitos lanzaron en Vietnam cantidades de explosivos
cientos de veces equivalentes a las bombas nucleares hechas estallar sobre
Hiroshima y Nagasaki, y asesinaron millones de vietnamitas sin que-se hayan
dignado siquiera pedir excusas a unos e indemnizar a otros; de un Estado que
tradicionalmente intervino en los países de América Latina y somete a los
pueblos de este continente a su yugo explotador, y por cuya culpa mueren
cientos de miles de niños cada año de enfermedad y hambre?
¿Cómo puede hablar, en fin, de derechos humanos el gobierno imperialista
que mantiene una base militar por la fuerza en nuestro territorio, y somete a
nuestro pueblo a un criminal bloqueo económico?
Decíamos que el imperialismo apoyaba al fascismo en América Latina, el
apartheid en África, el neocolonialismo en todos los continentes. Pero la política
imperialista es también mucho más sutil: promueve la división entre los países
socialistas, alienta corrientes nacionalistas, estimula el chovinismo, busca
aliados en el movimiento progresista. El imperialismo, que antaño se opuso
tenazmente al nacionalismo como manifestación del espíritu de independencia
de los pueblos contra el sistema colonial y lo combatía y combate en cuanto
expresión de lucha antiimperialista y defensa de los intereses legítimos de
cada país, abriga la esperanza de que la exacerbación de ese mismo
sentimiento, es decir el chovinismo, chocará con los principios del socialismo y
el internacionalismo. Ellos consideran que, tanto en Asia como en África y en
América Latina, esa corriente será siempre más poderosa que el espíritu
revolucionario e internacionalista.
(226,30-31)

¿Qué han logrado los demás países latinoamericanos? ¿Qué ha podido


hacer el imperialismo? Vean qué situación desastrosa de salud y de
alimentación tienen estos países, incluso países riquísimos, que se toman el
lujo de despilfarrar millones, que muchas veces son producto del saqueo a los
países subdesarrollados no petroleros del Tercer Mundo. Y no lo logran, porque
la sociedad del egoísmo, la sociedad de la explotación de! hombre por el
hombre, la sociedad donde el ser humano es un cero a la izquierda no resuelve
esos problemas ni los podrá resolver jamás, porque ni siquiera se preocupa por
estos problemas. Y por ello, a pesar de los miles de millones que invierte el

209
imperialismo en tratar de desestabilizar a nuestro país, obstruccionar nuestros
planes, hacer campañas contra la Revolución, para engañar miserablemente a
los pueblos, estos datos son demasiado elocuentes para que pueda ripostarlos
nadie.
(238,59)

Por principio, la economía socialista no puede tener ningún interés en la


producción de armas, en la carrera armamentista. Es precisamente la falta de
identidad entre los intereses del sistema y los intereses de los pueblos, lo que
lleva al sistema capitalista por esos caminos, lo que lleva al sistema capitalista
a buscar la carrera armamentista.
(243,13)

En la práctica de la construcción del socialismo, hay todavía mucho por crear y


muchos problemas por resolver, pero nuestras concepciones han demostrado
ya ser muy superiores e infinitamente más humanas que las concepciones
capitalistas. El curso de la historia es irreversible. El capitalismo con su
egoísmo, sus crímenes y sus vicios pasará, como pasaron las sociedades
esclavistas y las feudales. Si parcialmente un país puede retroceder, la humani-
dad no retrocederá jamás.
(245,128)

... Porque cualesquiera que sean nuestras limitaciones y defectos, es tan


infinitamente superior nuestra sociedad, comparada con aquella que muchos
de ustedes, o los padres de ustedes conocieron y, por cierto, unos cuantos de
los que están aquí conocieron. Y cuando la comparan con la vida digna que han
tenido, las posibilidades que han tenido, la felicidad que han tenido, no solo por
los bienes materiales, porque los bienes materiales solos no hacen felicidad; la
felicidad la hace mucho también el sentido de la justicia, la dignidad, la
vergüenza del hombre, el respeto, el cariño de los demás, la fraternidad, está
la moral, el sentido de sentirse libres, iguales, respetados...
(253, 198-199)

Esa es la realidad del imperialismo: política agresiva, política explotadora,


política egoísta, cinismo, mentiras, respuestas sanguinarias a la lucha de los
pueblos y estrangulamiento económico de los países subdesarrollados. Ese es
el imperialismo por encima de su propaganda hueca, por encima de sus
falacias, por encima de sus mentiras, y esas realidades no podrán ocultarse al
mundo, y menos podrán ocultárselas a los pueblos de América Latina y mucho
menos podrán ocultárselas a nuestro pueblo.
(31)

... Sí, porque cuando quieran una definición del capitalismo pregunten qué
hace el capitalismo con el ser humano; qué hace con los niños; qué hace con
los enfermos; qué ocurre con las mujeres en el capitalismo; qué ocurre con los
trabajadores; qué ocurre con los campesinos. Es una realidad incuestionable,
expresada en los datos estadísticos y en la situación, las condiciones de vida,
verdaderamente espantosas, que afectan en un grado mayor o menor a los
pueblos hermanos de este hemisferio y a gran parte de los países del Tercer
Mundo.

210
Y no solo es la falta de riqueza, no solo es la pobreza, sino la desigual
distribución de las riquezas. No hay que ser ricos —y nosotros no somos ricos-,
no hay que ser un país desarrollado o superdesarrollado para poder resolver
muchos de los problemas del hombre. Nosotros hemos resuelto la inmensa
mayoría de esos problemas: la educación, la salud, la eliminación del
desempleo, la discriminación racial, la desigualdad —no solo social, sino,
además, la desigualdad con relación a la mujer—; hemos erradicado todas
aquellas lacras, los vicios, las drogas, la prostitución, la mendicidad, el juego, la
explotación a que eran sometidos nuestros trabajadores y nuestros
campesinos, ¡sin ser un país rico!, lo que demuestra que la sociedad humana
cuenta hoy con posibilidades, aun sin ser rica, para resolver una gran parte de
estos problemas que nosotros hemos resuelto.
(260, 13-14)

A veces se habla de democracia, el imperialismo habla de democracia en


América Latina. ¿Qué demonio de democracia es esa? La democracia de los
hambrientos, de los explotados, de los enfermos, de los ignorantes, de pueblos
donde las mujeres tienen que prostituirse para vivir, donde los niños tienen que
pedir limosnas, donde el juego y la droga se incrementan constantemente,
donde surge un llamado gobierno demócrata representativo, que es como una
estrella fugaz y no resuelve nada ni puede resolver ningún problema. Después
vienen las dictaduras militares de derecha: asesinan, torturan, matan,
desaparecen, y todo eso se lo enseñó el imperialismo, las técnicas de cómo
torturar bien, cómo desaparecer a la gente, cómo sembrar el terror. Hablan de
democracia, cuando lo que quieren decir es capitalismo puro, cuando lo que
quieren decir es dominio de los monopolios, explotación de los pueblos por los
monopolios, por las oligarquías, por los capitalistas. Eso es lo que ofrecen, a
eso es a lo que llaman democracia: sistema de hambre, de miseria, de
subdesarrollo; además, explotación a través de los préstamos, explotación a
través de las empresas transnacionales, explotación a través del intercambio
desigual. A eso es a lo que llaman democracia. ¿Y qué resuelven, qué han
resuelto?
(281/43)

Los imperialistas, los reaccionarios, hacen una creciente campaña contra el


socialismo: que si tiene problema, que si tiene crisis; los que tienen problemas
y tienen crisis de verdad son los capitalistas. Porque yo oigo hablar de los
planes capitalistas, y aquí, por ejemplo, nosotros podemos analizar ahora
cuántos médicos vamos 8 tener en el 90, en el 95, en el 2000; cuántos
maestros, cuántos licenciados en enseñanza primaria, cuántos profesores de
educación y deporte, cuántos en cultura; cuántos ingenieros y técnicos de nivel
superior y medio; cuántos obreros calificados; qué hará Cada uno, qué
producción material y niveles de servicios podemos alcanzar. Pero yo lo que
veo es que los capitalistas están planificando el desempleo que van a tener y si
en tal país habrá tantos en el 85, tantos en el 86, tantos en el 90, ¡y lo curioso,
lo asombroso es que crecen aun en el supuesto de que todo marche bien!
Tienen planificado al desempleo, pueden planificar también la deuda y los
problemas sociales; yo creo que los pueden planificar bien, se puede decir qué
problemas van a tener en el 2000, y cuáles van a tener el Tercer Mundo y
América Latina, porque son muy grandes y sin solución a la vista

211
(264,149)
Si algún día Estados Unidos cambia su política sobre Cuba y la opinión pública
puede tener oportunidad de conocer la verdad, tendrás que ser sobre la base
de su capacidad de apreciar que ni el pueblo de Cuba ni Castro son gente
oportunista, gente que cambia de bandera, gente que se puede comprar. Si
algún día son amigos nuestros, y saben apreciar la Revolución y los que han
luchado por hacerla posible, tendrá que ser sobre base de respeto y de un
concepto honorable de nuestro país porque, como les dije a los legisladores
que nos visitaron recientemente, nadie respeta a aquellos a quienes compra.
YO estoy convencido de la inevitable crisis de la política de Estados Unidos
con relación a la América Latina, la vieja idea de actuar como propietario de los
países de este hemisferio, con verdadero desprecio hacia sus pueblos,
desprecio que se observa a veces, incluso, en los discursos, en las cosas
sencidas, en las anécdotas, en las historias, en los brindis que se hacen, en los
contactos con los dirigentes latinoamericanos, y en la mera existencia de una
especie de catálogo de anécdotas, hechos históricos, de palabras que algunos
colaboradores, algunos ayudantes recogen, considerando despectivamente
que con unas palabras amables, halagadoras Para un líder, para un país, se
puede ignorar el cáncer de miseria, de pobreza, de subdesarrollo, de
necesidades sociales, económicas, médicas, de todo tipo, que se han ido
acumulando en este hemisferio, que no se resuelve con frases amables, ni con
un gran discurso abundante de rebuscados adjetivos: "el brillante estadista, el
valeroso y corajudo estadista" y palabritas amables, dedicadas a los problemas
de este hemisferio, a los líderes de este hemisferio, a las naciones de este
hemisferio. Me da la impresión de que cuando Colón, Cortés, Pizarro y los
conquistadores europeos llegaron a este continente, trataban a los indios
prácticamente con el mismo estilo y la misma filosofía, que no excluía la
filosofía de cambiarles espejos y otras baratijas por oro, me parece que esa es
la concepción.
(268, 26; 27; 28)

Yo diría que cruel es realmente un tipo de sociedad como el capitalismo, que no


solo es cruel, sino que obliga a los hombres a ser crueles. El socialismo es todo
lo contrario, expresa, por definición, la confianza, la fe en el hombre, en la
solidaridad entre los hombres, en la hermandad entre los hombres, y no en el
egoísmo, en la ambición, la competencia y la lucha, porque creo que del
egoísmo, de la ambición, de la desigualdad, de la injusticia, de la competencia
y la lucha entre los hombres es que nace la crueldad...
(268, 230)

El que necesita las armas es el imperialismo, porque está huérfano de ideas.


Para mantener este sistema oprobioso, para mantener todas estas situaciones
de las que se han hablado aquí, necesita las armas, tiene que mantenerlas
mediante la fuerza; pero si hay ideas, si existen ideas se pueden defender esas
ideas y se pueden hacer que triunfen las ideas; las ideas no necesitan ni de las
armas, en la medida en que sean capaces de conquistar a las grandes masas.
La contradicción entre socialismo y capitalismo nadie puede pensar en
resolverla por la fuerza, hay que estar loco para pensar en eso; y los que
piensan en eso son los imperialistas, por ello mantienen beses militares en

212
todas partes del mundo, amenazan a todo el mundo, intervienen en todas
partes.
(274, 33)

Ahora, siempre en la Sierra Maestra, en todas partes y en todas circunstancias,


los periodistas tanto cubanos como extranjeros han recibido la mayor atención
de nosotros, y la seguirán teniendo, y todas las facilidades, porque estamos
conscientes de lo que pueden los periodistas ayudarnos en la tarea
revolucionaria. Nos han ayudado en el triunfo; ahora tienen que ayudarnos en
la parte más difícil, que es en la paz; hacer lo que se debe hacer y que también
llevará tiempo y que tiene muchas dificultades. Es necesario que, teniendo en
cuenta las buenas intenciones de los revolucionarios nos ayuden. Nosotros
también los ayudaremos, primero defendiendo esa libertad con nuestra sangre,
con nuestras vidas, y luego, brindándoles todas las facilidades en todas las
circunstancias, para que informen al pueblo. No le haremos con ello un favor a
la prensa, le haremos un favor al pueblo que se interesa por todas las cosas y
que lo que quiere es estar orientado...
(1, 18; 19)

... La opinión pública es una fuerza formidable, y la Revolución cubana, el


Gobierno Revolucionario, cuenta con un respaldo de opinión extraordinario en
el mundo entero en este momento, principalmente en la América Latina, y la
quieren debilitar y le quieren empezar a quitar su fuerza. Pero esa opinión
pública mundial no debemos dejar nosotros que la confundan.
... Nuestra fuerza no está en las armas, nuestra fuerza está en la opinión
pública nacional e internacional. ¿Nos atacan? ¡Vamos a defendernos!
... Hay ciertos problemas que se necesita mayor información, y el pueblo debe
estar informado, para que tenga opinión. Si se deja al pueblo opinar, la mayoría
del pueblo siempre opina bien. No es que los pueblos no se equivoquen, los
pueblos se equivocan cuando le informan mal, y lo engañan. ¡Ah!, pero si al
pueblo le informan bien, no se equivoca, porque es inteligente, es increíble.
... somos fuertes, realmente fuertes, porque contamos con la opinión pública
del país, que es un arma más poderosa que ninguna otra...
... Por eso hay que defender la opinión pública, porque la batalla hay que darla
en el campo de la prensa, la batalla hay que darla en el campo de la razón, de
la moral y de la conducta. Actuemos rectamente y tendremos el respaldo del
pueblo, dentro y fuera, porque los pueblos de América estén viendo cómo lo
nacemos nosotros, y tienen deseos que triunfemos para ver si también ellos,
algún día, obtienen todas las cosas que esté obteniendo el pueblo cubano.
(2,20; 25; 36; 39)

Se quiere hacer ver que hay como cierta coerción. Bueno, si le opinión pública
es una coerción, entonces admito que hay alguna coerción. Es que el que
escribe no quiere ponerse contra la opinión pública; ni el comerciante se quiere
poner contra la opinión pública; ni el escritor se quiere poner contra la opinión
pública; ni el político se quiere poner contra la opinión pública; ni el
revolucionario se quiere poner contra la opinión pública. ¿Por qué?: porque la
opinión pública está con los que tienen le razón; puede confundirse
transitoriamente, pero la opinión pública está con los que tienen la razón.

213
¿Eso qué es?, ¿es el imperio de la fuerza?: no, ¡es el imperio de la opinión
pública! ¿Por qué se estuvo luchando aquí?: por el imperio de la opinión
pública. ¿En nombré de quién se habló?: en nombre de la opinión pública. Lo
que pasa es que cuando no se tiene razón, cuando no se tiene moral, cuando
no se tienen argumentos, no se le puede hablar a la opinión pública...
(5, 39)

... Pero la Revolución tiene que imponerse también otra tarea, la tarea de librar
la batalla en la opinión pública exterior, es decir, que tenemos un campo de
lucha duro, que es la lucha para mantener informados a los pueblos, en la cual
nos enfrentamos a los recursos de agencias cablegráficas que llevan muchos
años escribiendo los cintillos de la mayor parte de los periódicos y haciendo
mentalidades. Ese es un sistema cuya eficacia no habíamos podido
comprender hasta hoy, y en parte, nosotros mismos —el pueblo de Cuba—
éramos víctimas de ese sistema, un sistema de información monopolista que
divulgaba, de la manera que mejor conviniera a sus intereses, las noticias de lo
que ocurría en todo el mundo.
Y así, durante muchos años la mentalidad y la opinión era formada por esas
informaciones, además de otras cosas que sabemos aquí por experiencia,
corno nos formaban la mente cómo, se hacían aquí los estados de opinión y
quienes tenían en sus manos los medios de crear estados de opinión...
... ¡ El pueblo aprende tanto en una simple obra de teatro, y se le enseñan
tantas verdades al pueblo en una poesía o en un acto ameno y agradable como
el que fue representado aquí por el compañero mexicano. Y se dicen tantas
verdades y se aprenden tantas cosas, que nosotros tenemos que poner todos
esos medios y todos esos recursos para preparar al pueblo, para educar a!
pueblo, para mejorar al pueblo en el orden moral, en el orden cultural, en el
orden material!
Nosotros debemos librar una lucha incesante para hacer mejores a nuestros
niños, para hacer mejores a nuestros trabajadores, a nuestros campesinos, a
nuestro pueblo todo, para elevar la conciencia moral, la conciencia política, la
conciencia revolucionaria, la virtud de nuestro pueblo. Porque eso es lo que
nosotros tenemos para enfrentarnos al imperialismo: nuestra moral, nuestra
razón, nuestra conciencia, nuestra virtud, nuestro espíritu de sacrificio. Cuanto
mayores sean, mejor preparados estaremos para hacer morder el polvo de la
derrota a nuestros enemigos.
Por eso, el papel de la prensa es de extraordinaria importancia, y ningún
minuto más oportuno para recalcar esto que este acto. Hay que buscar todas
las inteligencias de nuestro país, y ponerlas a trabajar al servicio de ese
propósito...
La prensa tendrá cada vez un valor mayor en nuestro país ...
(35,36-37)

Ahora, los periódicos deben competir en calidad, una emulación en calidad.


¿Saben para qué?: para que no se vayan a aburrir los directores y los
redactores; tienen que estar en una emulación, porque si no, van muriéndose,
se van rutinando, y contra la rutina hay que luchar; la rutina en eso y la rutina
en todas las demás cosas. Contra la rutina, el dogmatismo, el cliché...
Los explotados no tenían periódicos, ni revistas, n¡ imprentas, ni plantas de
radio y televisión, ni agencias de noticias, ni magistrados, ni clérigos, ni
ejércitos; no podían denunciar el asesinato de un obrero, de un campesino, de

214
un estudiante o de un profesional. No podían denunciar los robos de los
gobernantes. Pero mucho menos podían escribir una palabra contra la libre
empresa, el imperialismo, las instituciones reaccionarias, las leyes antiobreras,
los privilegios, las ideas antisociales, el régimen capitalista; no tenían, en fin,
ninguna libertad para denunciar el orden social existente y demandar el cese
de la explotación. Los explotados sí carecían en absoluto de libertades. Hoy los
trabajadores tienen las imprentas, los periódicos, las plantas de radio y
televisión, las agencias de noticias, las revistas, tienen en sus manos el destino
de la república y lo que es más importante, tienen las armas para defenderse
de los explotadores. Ahora pueden denunciar al imperialismo, pueden escribir
mil editoriales contra la libre empresa, el privilegio,,la injusticia y el viejo orden
social, tienen, en fin, absoluta libertad para combatir la infame explotación del
hombre por el hombre y luchar por una vida mejor. Esas son las verdaderas
libertades que no tuvo jamás el pueblo, por esas libertades fueron asesinados a
lo largo de nuestra historia incontables luchadores del pueblo, por esas
libertades murieron miles de combatientes en la clandestinidad y en los
campos de batalla, por esas libertades lucharon y cayeron nuestros héroes en
Playa Girón.
(51,7-8)

La Revolución es obra de todo el pueblo. Si la Revolución tiene defectos, es


como el hijo que tiene defectos también. Nosotros queremos que la Revolución
sea perfecta, pero una cosa son las críticas que le hacemos los revolucionarios,
y otra son las que le hacen los enemigos. A los enemigos no se las aceptamos.
Las críticas tienen que ser de los revolucionarios para superar las deficiencias.
Los contrarrevolucionarios critican para destruir, y los revolucionarios critican
para superar, para resolver.
Pero, además, la crítica no solamente hay que hacerla en los centros de
trabajo, en las organizaciones, en el sindicato, sino que los periódicos
revolucionarios también deben criticar. Y ningún administrador debe ponerse
bravo porque lo critiquen. El tiene derecho a replicar, de aclarar cualquier cosa,
de explicar cualquier problema. Esas son las críticas que se hacen en los
órganos de la Revolución, que se hacen los revolucionarios entre sí. Los
contrarrevolucionarios no, porque ellos lo que quieren es destruir. Ellos no nos
quieren ayudar. Critican por destruir, por sembrar la desmoralización, el
pesimismo, el desaliento. Un revolucionario, un hombre de pueblo, un
trabajador, un campesino, nunca debe dejarse desmoralizar por un
contrarrevolucionario, por una mentira, por una intriga. Nunca debe quedarse
callado frente a un contrarrevolucionario. Porque esos son iguales que los que
en la guerra, cuando hay peligro, abandonan la posición, y huyen, tratando de
que huyan los demás.
(61,17)

Se manifiesta frecuentemente una interpretación errónea sobre el contenido de


la crítica a la gestión económica y administrativa, lo que da lugar a
señalamientos aislados y a una práctica que asume el ejercicio de la crítica
como si fuera uno más entre los géneros periodísticos. De tal manera, no pocas
veces los esfuerzos en este sentido resultan festinados y no forman parte de
un enfoque integral que incluya tanto los aciertos como las deficiencias.
Criticar no es una. meta, sino la aplicación desde posiciones de principios de un
método para interpretar la realidad en su conjunto, promover acciones

215
colectivas para transformarlas y superar las imperfecciones. Por otra parte, es
evidente la falta de especialización en los dominios de la economía que
predomina entre muchos de nuestros periodistas.
En un Estado de trabajadores como el nuestro, la crítica a una deficiencia o a
errores en la gestión económica o administrativa no se hace para destruir a
nadie, ni la confianza de las masas en la Revolución, sino para enfrentar a los
cuadros a su sentido del honor, educar al pueblo y .señalar el camino de la
rectificación. Cuando se trata de problemas determinados por factores
objetivos, el deber de nuestra prensa es documentar a la población y darle
todos los elementos para que comprenda las causas; emprenderla únicamente
contra las consecuencias no solo resulta contraproducente, sino que tiende a
desorientar y confundir.
(277, 102-103)

Mi concepto de la prensa libre es que los medios masivos de divulgación, la


prensa, la radio y la televisión deben ser propiedad del pueblo, y no propiedad
de individuos particulares. Ese es nuestro concepto.
Si un individuo es dueño de un periódico, publica lo que quiere, o no publica
lo que no quiere; nombra a un director de cualquier tipo, y sigue la línea que le
da la gana, pero muy bien puede ser la línea que no le interese al pueblo.
En nuestro concepto, los periódicos y los medios masivos de divulgación
pertenecen al pueblo. Y debe existir la más amplia libertad para que el pueblo
utilice esos medios en favor de los intereses de su causa, en la crítica dura de
todo lo que esté mal hecho. Creo que mientras más crítica y autocrítica exista
dentro del socialismo, eso es lo mejor...
(219,157)

... Yo creo que lo más importante es que tengamos conciencia de que debemos
usar la prensa en esta batalla, que es la batalla de la Revolución ahora y en el
futuro. Debemos estar conscientes de eso. Esto va a generar más presión, y yo
creo que hace falta más presión sobre los cuadros, sobre los organismos, sobre
los ministros, los cuadros políticos, sindicales, administrativos, todos. Porque
falta presión. Si existiera más presión yo creo que existirían menos errores. Se
supone que hay presión, que el sindicato se ocupa, que el Partido se ocupa,
que todo el mundo se ocupa, que el gobierno se ocupa de los problemas, pero
los problemas aparecen por ahí constantemente, muchas veces tardamos
hasta meses en enterarnos de que un problema ocurre. Todo esto va a generar
más presión, va a generar amargura, va a generar incluso injusticia, va a
generar incomprensiones, va a generar interpretaciones erróneas,
superficiales, de todo eso, porque yo no veo otra manera. Realmente, yo no
veo manera de que nosotros empecemos a emplear la prensa de un modo más
eficiente y que no se originen algunos de estos problemas, y que yo creo que
solo la práctica y solo el tiempo podrá irlo perfeccionando.
Y yo lo que digo es que lo que hagamos, tenemos que hacerlo. No como ha
ocurrido tantas veces. Se manda una circular, se desata una gran crítica de
cualquier tipo, se retrocede, porque empieza a producir efecto negativo y es
verdad que puede producir efecto negativo.
Los periodistas son un destacamento de la Revolución, y tratan de servir a la
Revolución de la forma en que ellos creen que la sirven mejor y en las
condiciones en que desenvuelven su trabajo, y nuestro problema consiste en
saber cómo utilizar ese destacamento de la Revolución. Ese es nuestro

216
problema, cómo utilizar de la manera más eficiente ese destacamento de la
Revolución, porque no lo estamos usando de la manera más eficiente.
Sí estoy convencido de que hay que utilizar la prensa de otra forma, y que hay
que hacer que la prensa participe en esta batalla contra todas las tendencias
negativas, que la prensa participe definitivamente en la batalla por el
perfeccionamiento de nuestro sistema, de nuestra Revolución, que la prensa
trabaje, participe de una manera más eficiente. No es que no participe, no le
voy a negar a nuestra prensa muchas de las cosas positivas que ha hecho en
muchos momentos y que hace, incluso, y muchas campañas y muchos trabajos
serios. Yo digo que la prensa participe de una manera mucho más eficiente en
el proceso de la construcción del socialismo en nuestro país y que nosotros
tracemos pautas de cómo se debe emplear la prensa en un proceso
revolucionario.
Si el sueño de un revolucionario era tener un periodiquito clandestino,
nosotros que tenemos un periódico que saca 1 000 000 de ejemplares por qué
no vamos a hacer un uso óptimo de ese instrumento. Si la batalla antes era
contra la explotación, contra la opresión, contra la tiranía; la batalla es ahora
por la construcción del socialismo, una motivación tremenda, hacerlo bien,
hacerlo perfecto, ¿cómo no vamos a aprender a usar esos medios que tenemos
de forma óptima? Y no quiero decir que esos medios no hayan sido útiles.
Los burgueses se dan golpes de pecho haciéndose pasar por los más
capaces de la libertad de prensa y yo creo que, en realidad, si de valor se trata
el revolucionario es mucho más valiente, si de moral se trata el revolucionario
tiene mucha más moral.
(283,159-160; 161; 164; 178)

El enemigo, como la otra vez en el Congreso cuando hice las críticas, está al
tanto de lo que decimos: si yo digo que aprovechamos mal la jornada laboral,
los problemas estos de distinto tipo, enseguida sacan eso para divulgar; su
interés es desprestigiar el socialismo, el nuestro es prestigiarlo. El de ellos es el
de echarle, basura y el de nosotros limpiarlo de todas las basuras. ¡Tenemos
que limpiarlo de todas las basuras, y para limpiarlo no debemos tener ni el
menor temor de señalarlas! Es bueno que lavemos los trapos sucios al aire
libre, se viene repitiendo, contando con la colaboración cada vez mejor de
nuestra prensa revolucionaria, a decir verdad, .que con gran responsabilidad,
con gran conciencia, con gran sentido de su papel y de su misión está
contribuyendo mucho en esta batalla.
Y hay basurita que se va aireando. Nos queda, nos queda, pero todos los días
vamos aireando basura.
Ellos se engañan, porque pueden estar pensando que vamos mal o que el
socialismo no avanza, pueden hacerse ilusiones de ese tipo; pero, si se las
hacen, no piensan con buena lógica, ya que lo que tiene de excelente esta
batalla es que estamos limpiando la basura, es que estamos creando las
condiciones para el desarrollo más acelerado de nuestro proceso
revolucionario; es que no se dan cuenta que estamos garantizando el porvenir
y de que estamos garantizando la victoria por el camino correcto, ¡por el
camino correcto! Más vale que duerman de ese lado y duerman bastante
tiempo, que echen una larga siesta, que van a ver resurgir la Revolución y el
Partido, imponentes, entre el polvo de la basura. Cuando se vaya disipando,
verán la Revolución en marcha, verán el Partido en marcha, y verán que hemos

217
creado condiciones para vencer obstáculos objetivos y subjetivos, a pesar de
las difíciles condiciones en que tenemos que hacer el socialismo, a las puertas
del imperialismo, y a partir de unas relaciones económicas infames como las
que practican los países capitalistas desarrollados con los países
subdesarrollados o los países del Tercer Mundo, a pesar de eso...
A pesar de eso, y gracias precisamente a nuestra condición de país socialista y
nuestras relaciones con los países del campo socialista, avanzamos, ¡Ya
calcularán ustedes la miseria, la pobreza que están pasando otros países que
no tienen ese privilegio que tenemos nosotros!
El enemigo lo comprenderá y verá, algún día se dará cuenta de lo que
estábamos haciendo ahora en este momento histórico, en el año 1986, ¡algún
día se dará cuenta de eso!
(287,7)

VI La educación jurídica
y el cumplimiento
de la legalidad socialista

Las leyes de la Revolución son, fundamentalmente, principios morales. Los


propósitos por los cuales se está luchando, esos propósitos son los que guían y
trazan el derrotero de la Revolución.
(2,3)

Ese es un principio de rectificación justo. ¿Por qué? Porque nosotros somos el


poder, el pueblo ostenta el poder revolucionario, el pueblo es fuerte. Y cuando
el poder revolucionario comete un error, cualquier persona que sea victima no
tiene que acudir más que al poder revolucionario, y por eso el poder
revolucionario debe ser justo, y cuando se cometa un error o una injusticia,
rectificarlo, puesto que es la fuente de donde el pueblo ha de esperar siempre
que se sea justo, y nosotros entendemos por justicia atender el interés de un
hombre modesto del pueblo.
(33, 34)
... Porque, efectivamente, una revolución consiste, en primer término, en
destruir las leyes injustas de la vieja sociedad; no hay duda que nuestra
Revolución ha sido destructora de leyes. Las leyes más justas, el nuevo
ordenamiento jurídico de la sociedad nueva, eso es lo que tratamos de crear
ahora.
(70,5)

Esa es una cosa tan sencilla y tan clara que en la misma medida en que vemos
cada vez más lejos los viejos conceptos del parasitismo y la explotación —
porque en la sociedad pasada ser explotador o ser parásito era casi un título de
orgullo, igual que en el siglo pasado resultaba lo más natural del mundo tener
un hombre encadenado obligándolo a trabajar como esclavo toda la vida, y el
hombre era propiedad del hombre, su mujer y sus hijos, y se vendían en el
mercado, cosas que hoy nos parecen a todos absurdas—, cada vez nos
parecerán más absurdas aquellas instituciones, aquellas leyes y aquel sistema

218
social en virtud del cual un hombre se apoderaba del trabajo de miles de
hombres, o de una parte del trabajo de miles de hombres; en que unos cuantos
cientos de hombres se apoderaban de una parte de la cosecha de decenas de
miles de campesinos; en que una minoría de la sociedad, sin producir
absolutamente nada, vivía del trabajo de los demás.
En nuestro camino revolucionario esas reminiscencias serán cada vez más
difíciles, y la posibilidad de subsistir en esas condiciones se hará imposible.
Hoy luchamos todavía contra algunas de esas reminiscencias, pero en el
futuro no habrá esas reminiscencias. Si todavía quedan algunos analfabetos,
en el futuro no deberá haber analfabetos; si quedan vagos, en el futuro no
deberá haber vagos.
Y el desarrollo de la Revolución consiste precisamente en eso: en ir
eliminando las causas que daban lugar a esas situaciones...
(129,13)

La batalla contra las actividades antisociales y delictivas debe igualmente ser


una batalla de todo el pueblo. Por eso es necesario poner el acento en esta
cuestión, es necesario tomar conciencia de este problema. Y por eso decíamos
que durante una fase la otra batalla ocupó el máximo de la atención de todos:
del poder revolucionario y del pueblo. Pero que es necesario que
comprendamos que esta otra batalla tiene que ocupar también la atención del
poder revolucionario y de todo el pueblo.
La batalla contra el delito es una batalla de la educación. Y, desde luego, la
batalla contra la delincuencia, a largo plazo tendrá que ser fundamentalmente
una batalla de los maestros, de los profesores, una batalla de las escuelas, una
batalla de las organizaciones de masas educando, una batalla del Partido
educando, una batalla del Ministerio de Educación educando.
Aquí se pone en claro que la nueva sociedad necesita un ordenamiento
inteligente, científico. Aquí se pone en claro el papel de los juristas como
creadores de leyes, como asesores de las leyes, como aplicadores de las leyes.
Y aquí se hace evidente también por parte de todo el pueblo, un conocimiento
amplio de las leyes. Antes las leyes no le interesaban a nadie prácticamente
(...) Y hoy día no ocurre lo mismo: que las leyes nos interesan a todos, nos
afectan a todos.
(153,18; 27)

Ustedes saben que estamos entrando en una fase intensa de legalidad. Las
revoluciones y los revolucionarios se caracterizan en una fase porque
destruyen todas las leyes, porque eran las leyes de los opresores, de los
explotadores, de los dominadores. Pero junto con el hábito de destruir las
leyes, muchas veces se desarrolla paralelamente el hábito de no respetar
ninguna ley. Y la revolución significa destruir todo viejo orden social y todas las
viejas leyes que rigen la vida de una sociedad, y sustituirlas por leyes nuevas.
Lo que equivale a decir que hay que sustituir el espíritu destructor de las leyes
viejas, por el espíritu de disciplina y de acatamiento a las leyes nuevas.
¡Enemigos de la vieja ley, y baluartes de la ley nueva! ¡Eso deben ser los
revolucionarios!
La legalidad socialista es imprescindible. Y mientras más nos organicemos y
más desarrollemos la Revolución, más será necesario crear en la mentalidad de
todo el pueblo el conocimiento de la ley y el hábito de acatamiento y de
respeto a las leyes.

219
De modo que esto nos permitirá ya en el proceso revolucionario, metas a
mediano plazo y muy claras.
(180,24)

Cada vez más esta lucha contra el delito común tendrá una gran importancia
en nuestro país. La delincuencia común, cuyas causas se originaban
fundamentalmente en la sociedad capitalista, ha disminuido
extraordinariamente en nuestra sociedad; pero, desde luego, no ha sido
erradicada. Y será una lucha muy larga, durante mucho tiempo, de toda la
sociedad la cuestión de la erradicación del delito común.
... Pero nuestra sociedad no exalta el crimen, nuestra sociedad no convierte en
héroes a los criminales, nuestra sociedad no crea ninguna caja de resonancia,
ninguna publicidad para los autores de hechos de sangre. Los investiga, los
juzga y los castiga ejemplarmente, pero los autores de hechos sangrientos no
reciben ninguna publicidad en nuestra sociedad.
Nuestra sociedad tiene que luchar todavía contra los residuos del pasado,
como son los delitos contra la propiedad. A pesar de que no existen en el
régimen socialista las condiciones que incentivan el delito contra la propiedad,
aún existen delitos contra la propiedad en nuestro país. Y ello constituirá una
de las tareas fundamentales de nuestro Ministerio del Interior en los años
futuros.
Se crea una mayor organización, se crea un mayor control, se crean los
mecanismos eficaces para descubrir cualquier violación contra la propiedad
social o la propiedad personal, y ello nos ayudará a abordar de la manera más
correcta y más eficiente estos problemas.
(198, 39-40)

...Luego, la supervivencia de algunas de estas manifestaciones delictivas son


incuestionablemente rezagos que nos quedan de la mentalidad, de la tradición
y de la cultura burguesa...
Ahora quedan otras manifestaciones que son más difíciles de combatir. Queda
un rezago burgués por excelencia: el delito contra la propiedad, pero no ya
contra la propiedad del burgués, ni del terrateniente, ni del explotador, sino
contra la propiedad del trabajador, la propiedad del pueblo, en medio de un
sistema socialista que establece la distribución conforme al trabajo, a la
cantidad y a la calidad del trabajo, y un sistema socialista, además, que brinda
el máximo apoyo a toda persona desvalida, con la educación gratuita, con los
servicios médicos gratuitos, con la atención al accidentado, al jubilado, en fin, a
todos los ciudadanos. Cualquier delito contra la propiedad es característico de
gente con reminiscencia burguesa; no quiere trabajar y quiere establecer una
distribución por su cuenta de los bienes personales del trabajador, de la familia
trabajadora y del pueblo trabajador, los bienes de todo el pueblo. Aquí el que
roba en una tienda le está robando a todo el pueblo, el que roba en un almacén
le está robando a todo el pueblo. Eso claramente está en absoluta
contradicción con los principios del socialismo y con la ética del socialismo.
... Claro, todos tenemos que luchar contra esa forma de delito, ¡todos!,
combatiendo el delito y también educando, forjando una nueva ética. Esa es
una lucha larga, no se puede pensar que esa es una lucha fácil, esa es una
lucha muy larga que solo se puede llevar adelante con la participación de
todos.

220
... ¿Pero es tan difícil enfrentarse a este tipo de delincuente? No es tan difícil, si
adaptamos nuestra mentalidad y nuestra conciencia a esa lucha; si nos damos
cuenta que no solo tenemos que luchar contra la delincuencia
contrarrevolucionaria, sino también contra esa delincuencia común antisocial,
si nos damos cuenta y luchamos.

... Cuando se castiga a alguien no se hace por vengarse de nadie, el castigo no


es la venganza contra ningún ciudadano; es la necesidad de defender a la
sociedad, es la necesidad de defender al pueblo, defender al trabajador, a su
familia, a sus hijos, a sus padres. Nadie siente placer al castigar a alguien. Hay
que castigar a los irresponsables, sencillamente no queda otro remedio, y hay
que castigar a los incorregibles, no queda otro remedio. Hay que castigar a los
que atentan contra los intereses, la tranquilidad y el bienestar del pueblo.
(212,148; 149; 150; 151; 153)

La cuestión de la lucha por la legalidad, por la disciplina y contra los que


delinquen contra la propiedad del Estado, tiene que ser muy firme y muy
consecuente. No hay que limitarse simplemente a hacer declaraciones públicas
o condenas morales del problema. Hay que hacer la condena moral, hay que
hacer que se produzca una repulsa de la conciencia de la comunidad contra
esos delitos.
... Sí, tenemos dificultades, pero no me digan que la única manera de promover
la virtud es siendo ricos, y decir: bueno, no somos virtuosos porque somos
pobres. Entonces, ¿para ser virtuosos tendríamos que llegar al comunismo y
ser superriscos? Todos esos son pretextos.
Claro, la sociedad creó una repulsa contra el delito contrarrevolucionario,
pero no creó la repulsa necesaria frente al delito común, no se ha enfatizado
suficientemente, no se ha hecho un trabajo de conciencia cabal en ese terreno.
Hay que combatir el delito común con la educación y con la represión, con
las dos cosas; con la ley y con la aplicación consecuente de la ley. Si no, resulta
que habremos derrotado al imperialismo, y los ladrones casi nos van a derrotar
a nosotros.
(213,19)

Tenemos un enorme terreno: luchar sin tregua contra todo negligente, contra
todo espíritu burocrático, contra toda indolencia, sin tregua, de la misma
manera que luchamos y estamos luchando contra la delincuencia. Sí, se han
ido tomando medidas, se van a seguir tomando medidas, y vamos a luchar sin
tregua contra la delincuencia, ¡vamos a luchar sin tregua!
Teníamos leyes revolucionarias y leyes rigurosas, pero jamás fue sancionado
un hombre en este país sin la actuación de un tribunal revolucionario y bajo las
prescripciones de las leyes revolucionarias. Ha seguido nuestra Revolución una
conducta verdaderamente intachable en sus métodos y en sus procedimientos.
(220,180; 191)

... Y yo creo que, incluso, hay que establecer penas más duras. Creo que
nuestras penas, nuestras sanciones con respecto a individuos que corrompen
con sus robos y sus chanchullos a decenas de trabajadores, debían ser mucho
más severas...
(286, 4ta sesión, 127)

221
FUENTES EMPLEADAS

1959
Entrevista por la CMO. Camagüey, 4 de enero. Versión Taquigráfica de las
Oficinas del Primer Ministro. 1959.

Discurso en el almuerzo del Club Rotario de La Habana, 15 de enero. Versión


Taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro, 1959.

Conferencia de prensa con periodistas extranjeros, La Habana. 22 de enero.


Versión Taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro, 1959.

4. Palabras pronunciadas en el restaurante del Pinar, Venezuela. 23 de enero.


Bohemia. La Habana, año 55, no. 5, 1ro de febrero de 1959.

5. Discurso en la sesión plenaria del Comité Conjunto de Instituciones Cívicas


Cubanas, La Habana. 16 de marzo. Versión Taquigráfica de las Oficinas del
Primer Ministro, 1959.

6. Discurso a su llegada del extranjero. La Habana, 8 de mayo. Revolución, La


Habana de mayo de 1959.

222
7. Conferencia en el programa Telemundo Pregunta del canal 2 de la TV, sobre
su recorrido por el extranjero. La Habana. 10 de mayo. Revolución, La Habana,
11 y 12 de mayo de 1959.

8. Discurso por el VI aniversario del asalto al cuartel Moneada, La Habana. 26


de julio. Revolución, La Habana, 28 de julio de 1959. Consejo Nacional de la
CTC, La Habana, 13 de septiembre. Revolución, La Habana, 15 de septiembre
de 1959.

9. Discurso en la clausura del XXIV Consejo Nacional de la CTC, La Habana, 13


de septiembre. Revolución, La Habana, 15 de septiembre de 1959.

10. Discurso con motivo del Día del Bancario, La Habana, 19 de octubre.
Revolución. La Habana, 21 de octubre de 1959.

11. Discurso en la velada por el 88 aniversario del fusilamiento de los


estudiantes de medicina, La Habana, 27 de noviembre. Revolución, La Habana,
30 de noviembre de 1959.

1960
12. Discurso en las honras fúnebres de las víctimas del vapor La Coubre, La
Habana, 5 de marzo. Hoy, La Habana, 6 de marzo de 1960.

13. Discurso por el III aniversario del asalto al Palacio Presidencial, La Habana,
13 de marzo. Hoy, La Habana, 15 de marzo de 1960.

14. Discurso en el acto celebrado en el Tribunal de Cuentas de la República por


la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros, La Habana. 27 de marzo.
Hoy, La Habana, 29 de marzo de 1960.

15. Conferencia en el programa Telemundo Pregunta, canal 2 de la TV, La


Habana, 13 de mayo. Obra Revolucionaria (1). La Habana. 1960.

16. Discurso en la clausura del Congreso de Trabajadores de la Construcción, La


Habana. 29 de mayo. Obra Revolucionaria (5).La Habana. 1960.

17. Discurso en el acto con los empleados del comercio, La Habana, 4 de junio.
Obra Revolucionaria (10). La Habana, 1960.

18. Discurso en la clausura del Primer Congreso Revolucionario de la


Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías. La Habana, 7
de junio Obra Revolucionaria (10) La Habana. 1960.

19. Discurso en el acto con los obreros gastronómicos. La Habana. 16 de junio.


Obra Revolucionaria (9). La Habana. 1960.

20. Comparecencia en el canal 2 de la TV. para hacer un resumen de la


trayectoria seguida por nuestra industria azucarera en sus relaciones con

223
Estados Unidos. La Habana. 24 de junio. Obra Revolucionaria (12). La Habana,
1960.

21. Discurso en la clausura del Congreso Metalúrgico, La Habana 6 de julio.


Obra Revolucionaria (13). La Habana, 1960.

22. Comparecencia ante las cámaras de TV-Revolución, La Habana. 8 de julio


Obra Revolucionaria (13). La Habana, 1960.

23. Entrevista realizada en su lecho de enfermo a través de las cámaras del


FIEL, La Habana, 10 de julio. Obra Revolucionaria (13). La Habana, 1960.

24. Entrevista especial ante las cámaras y micrófonos de FIEL por el canal 2 de -
la TV. La Habana, 18 de julio. Obra Revolucionaria (14). La Habana, 1960.

25. Discurso por el VII aniversario del asalto al cuartel Moneada, Oriente, 26 de
julio. Obra Revolucionaria (16). La Habana, 1960

26. Discurso en la clausura del Congreso Latinoamericano de Juventudes, La


Habana. 6 de agosto. Obra Revolucionaria (17). La Habana, 1960.

27. Discurso en el acto de graduación de milicias campesinas, Pinar del Río, 21


de agosto. Obra Revolucionaria (24). La Habana, 1960

28. Discurso en la clausura del acto de constitución de la FMC. La Habana, 23


de agosto. Obra Revolucionaria (25). La Habana, 1960.

29. Discurso ante la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, para dar a
conocer y aprobar la Primera Declaración de La Habana, 2 de septiembre.
Obra Revolucionaria (22). La Habana. 1960

30. Discurso en la clausura del Congreso de la Federación Nacional de Obreros


del Calzado. La Habana, 8 de septiembre. Obra Revolucionaria (24). La Habana,
1960

31 Discurso ante el XV período de sesiones de la Asamblea General de las


Naciones Unidas (ONU), Estados Unidos, 26 de septiembre. Obra
Revolucionaria (26). La Habana, 1960.

32. Mesa redonda en el programa Ante la Prensa, para ofrecer sus impresiones
sobre el viaje a la ONU, La Habana, 29 de septiembre. Revolución. La Habana,
30 de septiembre de 1960.

33. Comparecencia ante las cámaras del FIEL sobre la Ley de Reforma Urbana
y Nacionalización, La Habana, 15 de octubre, Obra Revolucionaria (27). La
Habana, 1960.

1961

224
34. Discurso por el II aniversario del triunfo de la Revolución, La Habana. 2 de
enero. Obra Revolucionaria (1). La Habana, 1961.

35. Discurso en homenaje al periódico Revolución, La Habana, 25 de marzo.


Obra Revolucionaria (11). La Habana, 1961.

36. Conferencia en el ciclo de la Universidad Popular Educación y


Revolución. La Habana, 9 de abril. Obra Revolucionaria (19). La Habana, 1961.

37. Discurso en el sepelio de las víctimas del bombardeo a distintos puntos de


La Habana por aviones norteamericanos, 16 de abril. Obra Revolucionaria (14).
La Habana, 1961.

38. Palabras a los intelectuales, La Habana, 30 de junio. Ediciones del Consejo


Nacional de Cultura, La Habana, 1961.

39. Discurso por el VIII aniversario del asalto al cuartel Moneada, La Habana,
26 de julio. Obra Revolucionaria (26). La Habana, 1961.

41. Intervenciones en la Primera Reunión Nacional de Producción, La Habana,


26 y 27 de agosto. Obra Revolucionaria (30). La Habana, 1961.

42. Discurso ante los compositores premiados en e! concurso de canciones


revolucionarias, La Habana, 19 de septiembre. Obra Revolucionaria (33). La
Habana, 1961.

43. Discurso en la graduación de jefes de pelotones en la Escuela Básica de


Guerra de Matanzas, 26 de septiembre Obra Revolucionaria (36). La Habana,
1961.

44. Discurso por el I aniversario de los CDR, La Habana 28 de septiembre. Obra


Revolucionaria (37). La Habana, 1961.

45. Discurso en la Asamblea General de los Bancarios, La Habana 2 de octubre.


Obra Revolucionaria (39). La Habana, 1961.

46. Discurso en la clausura de la Cuarta Plenaria Nacional de la Asociación


de Jóvenes Rebeldes, La Habana. 23 de octubre. Obra Revolucionaria (47). La
Habana, 1961.

47. Discurso en la inauguración de la Escuela Nacional de Instrucción


Revolucionaria Sierra Maestra, para obreros de las granjas del pueblo, La
Habana, 30 de octubre. Obra Revolucionaria (43) La Habana, 1961.

48. Discurso en la Primera Reunión Nacional de Responsables del Trabajo de


Orientación Revolucionaria, La Habana, 6 de noviembre. Revolución. La
Habana, 11 de noviembre de 1961.

225
49. Discurso en el acto al ser declarado el municipio Melena del Sur Territorio
Libre de Analfabetismo, 8 de noviembre. Revolución, La Habana, 9 de
noviembre de 1961.

50. Conferencia en el IX ciclo de la Universidad Popular Los órganos de la


Revolución, sobre el PURS, La Habana. 1ro de diciembre Obra Revolucionaria
(46). La Habana, 1961.

1962
50. Diálogo con los pioneros en la inauguración del Palacio de los Pioneros, La
Habana, 6 de enero. Obra Revolucionaria (2). La Habana, 1962.

51. Artículo "Tres años de Revolución", enero de 1962. Cuba Socialista, Año 2,
No. 5, La Habana, 1962.

52. Comparecencia por radio y TV para explicar los problemas de


abastecimiento y otros, La habana, 12 de marzo. Obra Revolucionaria (7). La
Habana, 1962.

53. Discurso por el V aniversario del asalto al Palacio Presidencial, La Habana,


13 de marzo. Obra Revolucionaria (9). La Habana 1962.

54. Comparecencia por radio y TV para explicar los métodos y el


funcionamiento de las ORÍ, La Habana, 26 de marzo Obra Revolucionaria (10).
La Habana, 1962.

55. Discurso en la clausura del I Congreso Nacional de la Asociación de. Jóvenes


Rebeldes, La Habana, 4 de abril. Obra Revolucionaria (12). La Habana, 1962.

56. Discurso en el Comité Provincial de Matanzas, para discutir sobre la


situación de las ORÍ, el sectarismo y los métodos de trabajo, 9 de mayo. Cuba
Socialista, año 2. No. 9, La Habana

57. Discurso en la clausura de la Segunda Plenaria Azucarera de Camagüey, 14


de mayo. Obra Revolucionaria (17). La Habana1962.

58. Conclusiones en la Séptima Reunión Nacional de Escuelas de Instrucción


Revolucionaria, La Habana, 27 de junio. Obra Revolucionaria (21). La Habana,
1962.

59. Discurso en la entrega de premios a triunfadores en la emulación de los


obreros azucareros, La Habana, 16 de julio. Obra Revolucionaria (22). La
Habana, 1962.

60. Diálogo con los obreros del transporte sobre deficiencias del servicio, La
Habana, 17 de julio. Obra Revolucionaria (23). La Habana, 1962.

61. Discurso por el IX aniversario del asalto al cuartel Moneada, Oriente, 26 de


julio. Obra Revolucionaría (24). La Habana, 1962.

226
62. Discurso en la clausura del Congreso Nacional de Cooperativas Cañeras, La
Habana, 18 de agosto. Obra Revolucionaria (25) La Habana, 1962.

63. Comparecencia por radio y TV sobre el bloqueo naval establecido por


Estados Unidos a Cuba, La Habana, 23 de octubre. Obra Revolucionaria (31). La
Habana, 1962.

64. Comparecencia por radio y TV para informar de las conversaciones con el


secretario general de la ONU, UThant, La Habana, 1ro de noviembre. Obra
Revolucionaria (32). La Habana, 1962.

1963
65. Discurso por el IV aniversario del triunfo de la Revolución, La Habana, 2 de
enero. Obra Revolucionarla (1). La Habana, 1963.

66. Discurso en la clausura del Congreso- de Mujeres de toda América, La


Habana, 15 de enero. Obra Revolucionarla (2). La Habana, 1963.

67. Discurso ante los miembros del PURSC en Pinar del Río, La Habana y
Matanzas, La Habana, 22 de febrero. Obra Revolucionarle (4). La Habana.
1963.

68. Discurso en la clausura del Primer Congreso Nacional de Maestros de


Vanguardia "Frank País" y en la graduación de las EBIR, La Habana, 10 de
abril. Obra Revolucionarla (9). La Habana, 1963.

69. Discurso por el II aniversario de la victoria de Playa Girón, La Habana, 19 de


abril. Obra Revolucionarla (10). La Habana, 1963.

70. Discurso al concedérsele el título Doctor Honoris Causa en la Universidad de


Lomonosov, URSS, 21 de mayo. Hoy, La Habana, 22 de mayo de 1963.

71. Comparecencia por radio y televisión para informar sobre su viaje a la URSS,
La Habana, 4 de junio. Obra Revolucionaria (15). La Habana, 1963.

72. Discurso por la botadura al agua de 17 nuevos barcos pesqueros.


Matanzas, 18 de junio. Obra Revolucionaria (17). La Habana. 1963.

73. Discurso en el chequeo final de la Tercera Zafra del Pueblo, La Habana. 27


de junio. Obra Revolucionaria (18). La Habana 1963.

74. Discurso en la asamblea de los militantes del Partido y trabajadores


ejemplares del sector de la construcción. La Habana. 30 de junio. Obra
Revolucionaria (18). La Habana. 1963.

75. Discurso por el X aniversario del asalto al cuartel Moneada, La Habana, 26


de julio. Obra Revolucionaria (20). La Habana, 1963.

227
76. Discurso por el I aniversario de la constitución del Instituto Nacional de
Recursos Hidráulicos. La Habana, 10 de agosto. Obra Revolucionaria (21). La
Habana. 1963.

77. Discurso por el aniversario del fusilamiento de los estudiantes de


medicina, La Habana, 27 de noviembre. Obra Revolucionaria (32). La
Habana, 1963.

1964
78. Discurso por el V aniversario del triunfo de la Revolución, La Habana, 2 de
enero. Obra Revolucionaria (1). La Habana, 1964.

79. Discurso en la clausura del Primer Encuentro Nacional de Emulación, La


Habana, 6 de marzo. Obra Revolucionaria (8). La Habana, 1964.

80. Discurso por el Vil aniversario del asalto al Palacio Presidencial, La Habana,
13 de marzo. Obra Revolucionaria (9). La Habana, 1964.

81. Comparecencia en el juicio contra el delator de los mártires de Humbolt 7,


La Habana, 26 de marzo. Obra Revolucionaria (11). La Habana, 1964

82. Discurso por el III aniversario de la victoria de Playa Girón, La Habana, 19


de abril. Obra Revolucionaria (12). La Habana, 1964.

83. Discurso por el Día Internacional de los Trabajadores, La Habana, 1ro de


mayo. Obra Revolucionaria (14). La Habana, 1964.

84. Discurso por el II aniversario del Instituto Cubano de Recursos Hidráulicos,


La Habana. 9 de agosto. Obra Revolucionaria (19). La Habana, 1964

85. Discurso en la graduación de 247 médicos, La Habana, 10 de septiembre.


Obra Revolucionaria (20). La Habana, 1964.

36. Discurso por el IV aniversario de los CDR, La Habana. 28 de septiembre.


Obra Revolucionaria (23). La Habana, 1964.

87. Discurso en la Plenaria Nacional Azucarera, La Habana, 10 de octubre. Obra


Revolucionaria (25). La Habana, 1964.

88. Discurso por el IV aniversario de la integración del movimiento juvenil


cubano. Las Villas, 21 de octubre. Obra' Revolucionarla (26). La Habana, 1964.

89. Discurso en la clausura del I Congreso de los Constructores, La Habana, 25


de octubre. Obra Revolucionaria (27). La Habana, 1964.

90. Discurso en la clausura de la Primera Plenaria Nacional de Trabajadores del


Transporte, La Habana, 31 de octubre. Obra Revolucionaria (28). La Habana,
1964.

228
91. Discurso en el acto de fin de curso del instituto tecnológico de la caña
"Alvaro Reynoso", Matanzas, 13 de noviembre. Obra Revolucionarla (29). La
Habana, 1964.

92. Discurso en la inauguración de la ciudad universitaria "José Antonio


Echeverría", La Habana, 2 de diciembre. Obra Revolucionaria (31). La Habana,
1964.

93. Discurso en la inauguración del ciclo de conferencia Influencia del suelo


sobre el animal a través de las plantas, La Habana, 8 de diciembre. Obra
Revolucionaria (32). La Habana, 1964.

1965
94. Discurso por el VI aniversario del triunfo de la Revolución, La Habana. 2 de
enero. Ediciones OR (1). La Habana, 1965.

95. Discurso en la reunión con los secretarios generales de los 25 sindicatos


nacionales, los presidentes de las comisiones provinciales de la zafra y las
direcciones del INRA y del MINAZ, La Habana, 21 de enero. Ediciones OR (2).
La Habana, 1965.

96. Discurso en la clausura de la III Plenaria Nacional de la FMC, Isla de Pinos,


19 de febrero. Ediciones OR (3). La Habana. 1965.

97. Discurso por el VIII aniversario del asalto al Palacio Presidencial, La


Habana, 13 de marzo. Ediciones OR (5). La Habana, 1965.

98. Discurso por el IV aniversario de la victoria de Playa Girón, La Habana. 19


de abril. Ediciones OR (7). La Habana. 1965

99. Discurso por el VIII aniversario del asalto al Palacio Presidencial, La Habana,
13 de marzo. Ediciones OR (5). La Habana, 1965.

100. Discurso por el Día Internacional de los Trabajadores, La Habana, 1ro de


mayo. Ediciones OR (8). La Habana, 1965.

101. Discurso en el acto de despedida a los komsomoles soviéticos que


trabajaron en Cuba, La Habana, 14 de mayo. Ediciones OR (9). La Habana,
1965.

102. Discurso por el VIII aniversario del combate de El Uvero, Oriente, 28 de


mayo. Ediciones OR (11). La Habana, 1965.

103- Discurso con motivo de haberse producido 6.000.000 de toneladas de


azúcar, Oriente, 7 de junio. Ediciones OR (12). La Habana, 1965.

104. Discurso por el IV aniversario de la fundación del MININT, La Habana, 16 de


junio. Ediciones OR (13). La Habana, 1965.

229
105. Discurso en el acto de entrega de diplomas y de premios a los 5000
trabajadores que más se distinguieron en la V Zafra del Pueblo, Las Villas, 24
de julio. Ediciones OR (16). La Habana,1965.

106. Discurso por el XII aniversario del asalto al cuartel Moneada. Las VilIas. 26
de julio. Ediciones OR (17). La Habana, 1965.

107. Discurso por el V aniversario de los CDR, La Habana, 28 de septiembre.


Ediciones OR (18). La Habana, 1965.

108. Discurso en la presentación del Comité Central del Partido Comunista de


Cuba, La Habana, 3 de octubre. Ediciones OR (19).La Habana, 1965.

109. Discurso en el acto de inauguración del hospital "Lenin", Oriente. 7 de


noviembre. Ediciones OR (21). La Habana. 1965.

1966
110. Discurso en el acto de la escuela para maestros primarios "Manuel Ascunce
Domenech", Las Villas, 18 de julio. Ediciones Ofí. La Habana, 1966.

111. Discurso en la clausura del XII Congreso de la CTC-Revolucionaria, La


Habana, 29 de agosto. Ediciones OR. La Habana. 1966.

112. Discurso por el VI aniversario de los CDR, La Habana, 28 de septiembre.


Ediciones OR (,1). La Habana, 1966.

113 Discurso en la clausura de la V Plenaria Nacional de la FMC, Las Villas, 9 de


diciembre. Ediciones OR (6). La Habana, 1966.

113. Discurso en el acto de graduación de los primeros 425 técnicos del Consejo
del Plan de Enseñanza Tecnológica de Suelos, Fertilizantes y Ganadería, La
Habana, 18 de diciembre. Ediciones OR (7). La Habana, 1966.

1967
115. Discurso por el VIII aniversario del triunfo de la Revolución, La Habana, 2
de enero. Ediciones OR (1). La Habana, 1967.

116. Discurso en la inauguración de las obras de San Andrés de


Caiguanabo, Pinar del Río, 28 de enero. Ediciones OR (3). La Habana, 1967.
117. Discurso en el instituto tecnológico "Rubén Martínez Villena", La Habana.
30 de enero. Ediciones OR (4). La Habana, 1967.

118. Discurso en la despedida a las becarias que han laborado en diversas


tareas del regional Guane Mantua y en la inauguración de distintas obras en
Guane, Pinar del Río, 29 de abril. Ediciones OR (9). La Habana, 1967.

230
119 Discurso por el XIV aniversario del asalto al cuartel Moneada, Oriente,
26 de julio. Ediciones Ofí (16). La Habana, 1967.

120. Discurso en la clausura de la Primera Conferencia de la Organización


Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), La Habana, 10 de agosto. Ediciones OR
(19). La Habana, 1967.

121. Discurso por el Vil aniversario de los CDR, La Habana, 28 de septiembre.


Ediciones Ofí (22). La Habana, 1967.

122. Discurso en la velada solemne en memoria del comandante Ernesto Che


Guevara, La Habana, 18 de octubre. Ediciones OR (26).La Habana, 1967.

123. Discurso para dar inicio a las actividades de la brigada invasora "Che
Guevara", Oriente, 30 de octubre. Ediciones OR (27). La Habana, 1967.

124. Discurso en el acto de fin de curso de la escuela campesina "Ana


Betancourt" y la graduación conjunta del instituto pedagógico "Makarenko",
el instituto pedagógico "Enrique José Varona" y la escuela superior de
educación física "Comandante Manuel Fajardo", La Habana, 9 de diciembre.
Ediciones OR (29). La Habana, 1967.

1968
125. Discurso en el acto de clausura del Congreso Cultural de La Habana, 12
de enero. Ediciones COR (4). La Habana, 1968.

126. Discurso por el XI aniversario del asalto al Palacio Presidencial, La Habana,


13 de marzo. Ediciones COR (5). La Habana, 1968.

127. Discurso en la inauguración del seminternado de primarla "Juan Manuel


Márquez", Matanzas, 15 de marzo. Ediciones COR (5). La Habana, 1968.

128. Discurso por. el X aniversario de la huelga del 9 de abril, Las Villas, 9 de


abril. Ediciones COR (6). La Habana, 1968.

129. Discurso por el Vil aniversario de la victoria de Playa Girón,


Matanzas. 19 de abril. Ediciones COR (7). La Habana, 1968.

130. Discurso en la graduación de alumnos del instituto tecnológico "Rubén


Martínez Villena" y de la escuela "llya Ivanov", La Habana, 10 de junio.
Ediciones COR (10). La Habana, 1968.

131. Discurso en la inauguración de la presa "Carlos Manuel de Céspedes",


Oriente, 5 de julio. Ediciones COR (12). La Habana, 1968.

132. Discurso en la inauguración de la fábrica de pastas alimenticias Vita


Nuova, La Habana,- 24 de julio. Ediciones COR (14). La Habana, 1968.

231
133. Discurso por el XV aniversario del asalto al cuartel Moneada, Las Villas,
26 de julio.. Ediciones COR (15). La Habana, 1968.

134. Discurso para analizar los acontecimientos de Checoslovaquia, La Habana,


23 de agosto. Ediciones COR (16). La Habana, 1968.

135. Discurso por el VIII aniversario de los CDR, La Habana, 28 de septiembre.


Ediciones COR (18). La Habana, 1968.

136. Discurso en la velada conmemorativa de los cien años de lucha, Oriente,


10 de octubre. Ediciones COR (21). La Habana, 1968.

137. Discurso en acto de graduación de 455 alumnos del curso 1967-1968 de


la Universidad de Oriente, 8 de diciembre. Ediciones COR (24). La Habana,
1968.

1969
138. Discurso por el XII aniversario del asalto al Palacio Presidencial, La Habana,
13 de marzo. Ediciones COR (5). La Habana, 1969.

139. Discurso en el acto para dar inicio a la etapa masiva de la zafra de los 10
millones de toneladas, La Habana, 27 de octubre. Ediciones COR (15). La
Habana, 1969.

140. Discurso a los soldados y oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias


que tomaron parte en la zafra de los 10 millones, La Habana, 4 de noviembre.
Ediciones COR (16). La Habana, 1969.

1970
141. Discurso en el acto de recibimiento a los 11 pescadores se -
cuestrados. La Habana, 19 de mayo. Ediciones COR (9). La Habana, 1970.

142. Comparecencia por radio y TV para informar sobre la zafra azucarera, La


Habana, 20 de mayo. Ediciones COR (9). La Habana,1970.

143. Discurso por el XVII aniversario del asalto al cuartel Moneada. La Habana,
26 de julio. Ediciones COR (11). La Habana, 1970.

144. Discurso por el X aniversario de la FMC, La Habana, 23 de agosto.


Ediciones COR (12). La Habana, 1970.

145 Discurso en la Plenaria Provincial de la CTC, La Habana, 2 y 3 de


septiembre. Ediciones COR (13). La Habana. 1970.

146 Discurso por el X aniversario de los CDR. La Habana. 28 de septiembre.


Ediciones COR (14). La Habana, 1970".

232
147. Discurso en la clausura de la Plenaria Nacional de la Industria Básica, La
Habana, 7 de diciembre. Ediciones COR (16). La Habana, 1970.

1971
148. Discurso en la inauguración de la secundaria básica Ceiba Uno, La Habana,
7 de enero. Ediciones COR (2). La Habana, 1971.

149. Discurso por el X aniversario de la victoria de Playa Girón, La Habana, 19


de abril. Ediciones COR (1). La Habana, 1971.

150. Discurso en la inauguración de la escuela secundaria básica en el campo,


Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, Matanzas, 25 de abril.
Ediciones COR (2). La Habana, 1971.

151. Discurso en la clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y


Cultura, La Habana, 30 de abril. Ediciones COR (2). La Habana, 1971

152. Discurso por el Día Internacional de los Trabajadores, La Habana, 1ro de


mayo. Ediciones COR (3). La Habana, 1971.

153. Discurso por el X aniversario del MININT, La Habana, 6 de junio. Ediciones


COR (5). La Habana, 1971.

154. Discurso en la visita que realizara a la escuela primaria de Meneses, Las


Villas, 15 de septiembre. Ediciones COR (12). La Habana. 1971.

155. Discurso por el XI aniversario de los CDR, La Habana, 28 de septiembre.


Ediciones COR (13). La Habana, 1971.

156. Conversación con estudiantes de la Universidad del Norte, de la


Universidad de Chile y de la Universidad Técnica del Estado, Chile, 12 de
noviembre. Cuba-Chile, Editado por la COR del CCdel PCC, La Habana, 1972.

157. Conversación con los estudiantes de la Universidad de Concepción, Chile,


18 de noviembre. Cuba-Chile. Editado por la COR del CC del PCC, La Habana,
1972.

158. Conversación con los estudiantes de la Universidad Técnica de Punta


Arenas, Chile, 22 de noviembre. Cuba-Chile. Editado por la COR del CC del PCC,
La Habana, 1972.

159. Diálogo con los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado de


Santiago de Chile, 29 de noviembre. Cuba-Chile. Editado por la COR del CC del
PCC, La Habana, 1972.
160. Discurso en la clausura del IV Congreso de la ANAP, La Habana, 31 de
diciembre. Ediciones COR (1). La Habana, 1972,

233
1972
161. Discurso en la clausura del II Congreso de la UJC, La Habana, 4 de abril.
Ediciones COR (3). La Habana, 1972.

162. Discurso en el acto de masas en I» explanada de África, Argel, 16 de


mayo. El futuro es el internacionalismo: Instituto Cubano del Libro, La Habana,
1972.

163. Discurso ante el XII Congreso de la juventud dimitroviana, Silgarla, 25 de


mayo. El futuro es el internacionalismo. Instituto Cubano del Libro, La
Habana, 1972.

164. Discurso en la Universidad Carolina, Checoslovaquia, 22 de junio. El futuro


es el internacionalismo. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972.

165. Discurso por el XIX aniversario del asalto al cuartel Moneada, La Habana,
26 de julio. Ediciones COR (6). La Habana, 1972.

166. Discurso en la graduación de 2095 estudiantes de la Universidad de La


Habana, 8 de diciembre. Ediciones COR (11). La Habana, 1972.

1973
167. Discurso en la inauguración de la escuela secundaria básica en el campo
XX'Aniversario, La Habana, 29 de marzo. Ediciones OR (2). La Habana, 1973.

168. Discurso por el Día Internacional de los Trabajadores, La Habana, 1ro de


mayo. Ediciones OR (4). La Habana, 1973.

169. Discurso en la velada solemne por el centenario de la calda del mayor


general Ignacio Agramonte, Camagüey, 11 de mayo. Ediciones OR (5). La
Habana, 1973.

170. Discurso por el XX aniversario del asalto al cuartel Moneada, Oriente, 26


de julio. Ediciones OR (7). La Habana, 1973.

171. Discurso en la IV Conferencia de Países No Alineados, Argel, 7 de


septiembre. Ediciones OR (9). La Habana, 1973.

172. Discurso por el XIII aniversario de los CDR, La Habana, 28 de septiembre.


Ediciones OR (11). La Habana, 1973.

173. Discurso en la clausura del XIII Congreso de la CTC, La Habana, 15 de


noviembre. Ediciones OR (13). La Habana, 1973.

1974

234
174. Discurso en el acto de masas con motivo de la visita del compañero Leonid
llich Brezhnev, La Habana, 29 de enero. Ediciones Ofí (2). La Habana. 1974.

175. Discurso en el acto de masas con motivo de la visita del compañero Erich
Honécker. Las Villas, 23 de febrero. Ediciones OR (3). La Habana, 1974.
176. Discurso en el acto con motivo de las honras fúnebres al compañero Lázaro
Peña, La Habana, 14 de marzo, ediciones Ofí (5). La Habana, 1974.

177. Discurso en el acto de masas con motivo de la visita del compañero Pham
Van Dong, La Habana, 26 de marzo. Ediciones OR (6). La Habana, 1974.

178. Discurso por el XIII aniversario de la ANAP, Sierra Maestra, 17 de mayo.


Ediciones OR (11). La Habana, 1974.

179. Discurso por el Día de los Niños, La. Habana, 6 de julio. Ediciones OR (13).
La Habana, 1974.

180. Discurso por el XXI aniversario del asalto al cuartel Moneada, Matanzas, 26
de julio. Ediciones OR (14). La Habana, 1974.

181. Discurso en la clausura de la III Conferencia Nacional de las Brigadas


Técnicas Juveniles, La Habana, 11 de septiembre. Ediciones OR (15). La
Habana, 1974.

182. Discurso en ocasión de la maniobra militar Ayacucho 150, Camagüey, 22


de noviembre. Ediciones OR (21). La Habana, 1974.

183. Discurso en la clausura del II Congreso de la FMC, La Habana, 29 de


noviembre. Ediciones OR (22). La Habana, 1974.

1975
184. Discurso en el acto de masas con motivo de la visita de Olof Palme,
Oriente, 29 de junio. Ediciones OR (abril-junio). La Habana, 1975.

185. Discurso en la inauguración del campamento de pioneros "José Martí", La


Habana, 20 de julio. Ediciones Ofí (julio-septiembre). La Habana, 1975.

186. Discurso por el XXII aniversario del asalto al cuartel Moneada, Las Villas,
26 de julio. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1975

187. Discurso en la velada solemne por el 50 aniversario de la fundación del


Primer Partido Marxista-Leninista en Cuba, La Habana, 22 de agosto Ediciones
OR (julio-septiembre). La Habana, 1975.

188. Discurso en la inauguración de la escuela formadora de maestros primarios


'Heñía la Guerrillera" e inicio del curso; escolar 1975-1976, Pina* del Río, 1ro de
septiembre. Ediciones ÓR (julio-septiembre). La Habana, 1975.

235
189. Discurso por el XV aniversario de los CDR, La Habana, 28 de septiembre.
Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1975.

190. Versión de las palabras pronunciadas en la clausura de la asamblea de


balance del trabajo, renovación y ratificación de mandatos del Comité
Provincial del Partido en La Habana, 20 y 21de octubre. Ediciones OR (octubre-
diciembre). La Habana, 1975.

191. Informe presentado al I Congreso del Partido Comunista de Cuba, La


Habana, 17 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1975.

192. Discurso en la clausura del I Congreso del Partido Comunista de Cuba,


La Habana, 22 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana,
1975.

1976
193. Discurso en el acto de masas con motivo de la visita del general Ornar
Torrijos, Santiago de Cuba, 12 de enero. Ediciones OR (enero-marzo). La
Habana, 1976.

194. Discurso en el XXV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética,


25 de febrero. Ediciones OR (enero-marzo). La Habana, 1976.

195. Discurso en Conakry, 15 de marzo. Ediciones OR (enero-marzo).La Habana,


1976.

196. Discurso por el XV aniversario de la UPC y XIV aniversario de la UJC, Ciudad


de La Habana, 3 de abril. Ediciones OR {abril-junio). La Habana, 1976.

197. Discurso por el XV aniversario de la victoria dé Playa Girón, Ciudad de La


Habana, 19 de abril. Ediciones OR (abril-junio). La Habana, 1976.

198. Discurso por el XV aniversario del MININT, ciudad de La Habana, 6 de


junio. Ediciones OR (abril-junio). La Habana, 1976.

199. Discurso en la clausura de dos cursos de la Escuela Nacional de Dirección


de la Economía, Ciudad de La Habana, 16 de julio. Ediciones OR (julio-
septiembre). La Habana, 1976.

200. Discurso por el XVI aniversario de los CDR, Ciudad de La Habana, 28 de


septiembre. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1976.

201. Discurso en la sesión solemne de constitución de la Asamblea Nacional del


Poder Popular, Ciudad de La Habana, 2 de diciembre. Ediciones OR (octubre-
diciembre). La Habana, 1976.

1977

236
202. Discurso en la apertura de la 79 Reunión del Comité Ejecutivo del CAME,
Ciudad de La Habana, 18 de enero. Ediciones OR (enero-marzo). La Habana,
1977.

203. Discurso durante su visita a Angola, Caxito, 24 de marzo. Ediciones OR


(enero-marzo). La Habana, 1977.

204. Discurso en la plaza Primero de Mayo, Luanda, Angola, 27 de marzo.


Ediciones OR (enero-marzo). La Habana, 1977.

205. Discurso en la sede del Consejo de Estado de la República Democrática


Alemana, Berlín, 2 de abril. Ediciones OR (abril-junio). La Habana, 1977.

206. Discurso en la comida ofrecida en su honor, Moscú, 5 de abril. Ediciones


OR (abril-junio). La Habana, 1977.

207. Discurso en la clausura del V Congreso de la ANAP, Ciudad de La Habana,


17 de mayo. Ediciones OR (abril-junio). La Habana,1977.

208. Discurso en el acto de inauguración del campamento internacional de


pioneros 26 de Julio, Matanzas, 17 de julio. Ediciones OR (julio-septiembre). La
Habana, 1977.

209. Discurso en el acto de graduación del primer contingente del


destacamento pedagógico "Manuel Ascunce Domenech", Ciudad de La Habana,
20 de julio. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1977.

210. Discurso por el XXIV aniversario del asalto al cuartel Moneada, Camagüey,
26 de julio. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1977.

211. Discurso en el acto de inauguración del curso escolar 1977-1978, Holguín,


1ro de septiembre. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1977.

212. Discurso en el acto de clausura del I Congreso de los CDR y en el XVII


aniversario de su fundación, Ciudad de La Habana, 28 de septiembre,
Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1977.

213. Versión de las palabras pronunciadas en la Asamblea del Partido en la


provincia Ciudad de La Habana, 2 de octubre. Ediciones OR (octubre-
diciembre). La Habana, 1977.

214. Discurso en la inauguración de la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar


(EIDE), Ciudad de La Habana, 6 de octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre).
La Habana, 1977.

215. Discurso en el acto de masas celebrado en la Plaza Samsharpe, Jamaica,


17 de octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1977.

216. Discurso en la planta de elementos prefabricados de Falmouth, Jamaica,


18 de octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1977.

237
217. Discurso en la escuela secundaria básica en el campo "José Martí",
Jamaica, 19 de octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1977.

218. Discurso en la cooperativa cañera de Barham Sugar Worker, Jamaica, 19 de


octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1977.

219. Conferencia de prensa ofrecida en el hotel Pegasus, Jamaica, 21 de


octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1977.

220.
221. Conclusiones en el segundo período de sesiones de la Asamblea Nacional
del Poder Popular, Ciudad de La Habana, 24 de diciembre. Ediciones OR
(octubre-diciembre). La Habana, 1977.

222. Discurso en la inauguración del tramo del ferrocarril rápido Habana-Santa


Clara, Villa Clara, 30 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La
Habana, 1977.
1978
222. Discurso en la inauguración de la escuela vocacional "Federico Engels",
Pinar del Río, 27 de enero. Ediciones OR (enero-marzo). La Habana, 1978.

223. Discurso en la inauguración del segundo bloque de 100 mega-watts de la


termoeléctrica "Máximo Gómez", Mariel, 15 de febrero. Ediciones OR (enero-
marzo). La Habana, 1978.

224. Discurso por el centenario de la Protesta de Baraguá, Santiago de Cuba,


15 de marzo. Ediciones OR (enero-marzo). La Habana, 1978.

225. Discurso por el Día de los Niños, Ciudad de La Habana, 16 de julio.


Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1978.

226. Discurso por el XXV aniversario del asalto al cuartel Moneada, Santiago de
Cuba,26 de julio. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1978.

227. Discurso por el inicio del curso escolar 1978-1979, Camagüey, 4 de


septiembre. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1978.

228. Discurso en la clausura del XIV Congreso de la CTC, Ciudad de La Habana,


2 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana. 1978.

229. Palabras al finalizar la segunda reunión con un grupo de personas


representativas de la comunidad cubana en el exterior, Ciudad de La Habana, 9
de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1978.

1979

238
230. Discurso por el XX aniversario del triunfo de la Revolución, La Habana, 1ro
de enero. Ediciones OR (enero-marzo). La Habana. 1979.

231. Discurso en el acto de clausura del I Congreso de la FEU, Ciudad de La


Habana, 13 de marzo. Ediciones OR (enero-marzo). La Habana, 1979.

232. Intervención en el primer período de sesiones de la Asamblea Nacional del


Poder Popular, Ciudad de La Habana, 5 de julio. Ediciones OR (julio-
septiembre). La Habana, 1979.

233. Discurso en el acto de graduación del destacamento pedagógico "Manuel


Ascunce Domenech", Ciudad de La Habana, 13 de julio. Ediciones OR (julio-
septiembre). La Habana, 1979.

234. Discurso en el acto de inauguración del palacio central de pioneros


"Ernesto Guevara", Ciudad de La Habana, 15 de julio. Ediciones OR (julio-
septiembre). La Habana, 1979.

235. Discurso en la inauguración del combinado textil de Santa Clara, Villa


Clara, 2 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1979.

1980
236. Discurso en la clausura del III Congreso de la FMC, Ciudad de La Habana, 8
de marzo. Ediciones OR (enero-marzo). La Habana, 1980.

237. Discurso por el DIA Internacional de los Trabajadores, Ciudad de La


Habana, 1ro de mayo, Ediciones OR (abril-junio), La Habana, 1980.

238. Discurso en la inauguración del complejo de la salud "Ernesto Che


Guevara", Las Tunas, 14 da Junio. Ediciones OR (abril-junio). La Habana, 1980.

239. Mensaje por el Día de los Niños, Ciudad de La Habana, 18 de julio.


Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1980.

240. Discurso por el XXVII aniversario del asalto al cuartel Moneada, Ciego de
Avila, 26 de julio. Ediciones Or (Julio-septiembre). La Habana, 1980.

241. Discurso en el acto de inicio del curso escolar 1980-1981, La Habana,


1ro de septiembre. Ediciones Or (julio-septiembre). La Habana, 1980.

242. Discurso por el XX aniversario de los CDR, Ciudad de La Habana, 27 de


septiembre. Ediciones OR (julio-septiembre) La Habana 1980.

243. Discurso en el acto por el primer vuelo conjunto soviético-cubano al


cosmos. Ciudad de La Habana, 15 de octubre. Ediciones OR (octubre-
diciembre). La Habana, 1980.

239
244. Discurso en el acto de clausura del XVI Congreso del Sindicato Azucarero,
Ciudad de La Habana, 30 de octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La
Habana, 1980.

245. Informe Central presentado al II Congreso del Partido Comunista de Cuba,


Ciudad de La Habana, 17 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La
Habana, 1980.

246. Discurso en el acto de clausura del II Congreso del Partido Comunista de


Cuba, Ciudad de La Habana, 20 de diciembre. Ediciones OR (octubre-
diciembre). La Habana, 1980.

1981
247. Discurso en el acto de constitución de las unidades de Milicias de' Tropas
Territoriales de la provincia Granma, 20 de enero. Ediciones OR (enero-marzo).
La Habana, 1981.

248. Discurso por el XX aniversario de la proclamación del carácter socialista de


la Revolución y el Día del Miliciano, Ciudad de La Habana, 16 de abril. Ediciones
OR (abril-junio). La Habana, 1981.

249. Discurso en el acto de graduación de 10658 egresados del destacamento


pedagógico universitario "Manuel Ascunce Domenech", Ciudad de La Habana, 7
de julio. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1981.

250. Discurso en el acto clausura del II Congreso de los CDR, Ciudad de La


Habana, 24 de octubre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1981.

250. Discurso en la clausura del V Congreso de la FEEM, Ciudad de La Habana, 6


de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana, 1981.

1982
252. Discurso en la clausura del IV congreso de la UJC y por el XX aniversario de
su fundación, Ciudad de La Habana, 4 de abril. Discurso en tres congresos.
Editora Política, La Habana, 1982.

253. Discurso en la clausura del VI Congreso de la ANAP, Ciudad de La Habana,


17 de mayo, Discurso en tres congresos. Editora Política, La Habana, 1982.

254. Discurso en la ceremonia militar por el XXVI aniversario del desembarco


del Granma, Ciudad de La Habana, 11 de diciembre. Ediciones OR (octubre-
diciembre). La Habana, 1982. Discurso en la clausura del II Congreso de la
FEU, Ciudad de La Habana, 20 de diciembre. Ediciones OR (octubre-
diciembre). La Habana, 1982.

1983

240
256. Discurso en la clausura del claustro nacional de ciencias médicas, Ciudad
de La Habana, 16 de abril. Ediciones OR (abril-junio). La Habana, 1983.

257. Discurso por XXX aniversario del asalto al cuartel Moneada, Santiago de
Cuba, 26 de julio. Ediciones OR (julio-septiembre).La Habana, 1983.

1984
258. Discurso por el XXV aniversario del triunfo de la Revolución y la entrega
del Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden "Antonio
Maceo" a la ciudad de Santiago de Cuba, Oriente, 1ro de enero. Ediciones OR
(enero-marzo). La Habana, 1984.

259. Conclusiones en el Encuentro Nacional de Estudiantes de Ciencias


Médicas, Ciudad de La Habana, 5 de mayo. Ediciones OR (abril-jumo). La
Habana, 1984.

260. Discurso por el Día de los Niños, Ciudad de La Habana, 15 de julio.


Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1984.

261. Discurso por el XXXI aniversario del asalto al cuartel Moneada,


Cienfuegos, 26 de julio. Ediciones OR (julio-septiembre). La Habana, 1984.

262. Discurso en el acto de clausura del I Fórum Nacional de Energía, Ciudad de


La Habana, 4 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana,
1984.
263. Discurso en el acto de clausura del VI Congreso de la FEEM, Ciudad de
La Habana, 8 de diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre). La Habana,
1984.

264. Discurso en las conclusiones del Vil período ordinario de sesiones de la


Asamblea Nacional del Poder Popular, Ciudad de La Habana, 28 de
diciembre. Ediciones OR (octubre-diciembre) La Habana, 1984

1985
265. Entrevista concedida al periódico The Washington Post, de Estados Unidos.
Ciudad de La Habana, 30 de enero. Editora Política, La Habana, 1985.

266. Entrevista concedida a Ricardo Utrilla y Marisol Marín, de la Agencia EFE,


Ciudad de La Habana, 13 de febrero. Sobre la deuda Impagable de América
Latina, sus consecuencias Imprevisibles y otros temas de Interés político e
histórico. Editora Política, La Habana, 1985.

267. Discurso en la clausura del IV Congreso de la FMC, Ciudad de La Habana, 8


de marzo. Suplemento Granma, Ciudad de La Habana, 11 de marzo de 1985.

241
268. Entrevista concedida a Jeffrey. Elliot y Mervin Dymally sobre múltiples
temas económicos, políticos, e históricos. Ciudad de La Habana, 27, 28 y 29 de
marzo. Nada podrá detener la marcha de la historia. Editora Política, La
Habana, 1985.

269. Conversaciones con Freí Betto, Ciudad de La Habana, 10 al 26 de mayo.


Fidel y la Religión. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana,
1985.

270. Discurso en la clausura del Encuentro sobre la Situación de la Mujer en


América Latina y el Caribe hoy. Ciudad de La Habana, 7 de junio. Encuentro
sobre la situación de la mujer en América Latina y el Caribe hoy. Editora
Política, La Habana, 1985.

271. Entrevista concedida al periódico El Día, de México, Ciudad de La Habana,


8 de junio. Nuestra lucha es la de América Latina y el Tercer Mundo. Oficina de
Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana. 1985.

272. Discurso en la graduación de más de 11 000 alumnos del Instituto Superior


Pedagógico y los primeros licenciados en enseñanza primaria, Ciudad de La
Habana, 4 de julio. Granma. Ciudad de La Habana, 6 de julio de 1985.

273. Diálogo sostenido con los delegados a- la Conferencia Sindical de los


Trabajadores de América Latina y el Caribe sobre la deuda externa, durante la
sesión de clausura del evento, Ciudad de La Habana, 18 -de julio. Pagar
tributo al imperio o pagar tributo a la patria. Editora Política, La Habana, 1985.

274. Discurso en la sesión de clausura del Encuentro sobre la Deuda Externa de


América Latina y el Caribe, Ciudad de La Habana, 3 de agosto. Encuentro sobre
la deuda externa de América Latina y el Caribe. Editora Política, La Habana,
1985.

275. Discurso por el XXIV aniversario de los CDR, Ciudad de La Habana, 28 de


septiembre. Granma, Ciudad de La Habana, 30 de septiembre de 1985.
276. Informe Central al Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba, Ciudad
de La Habana, 4 de febrero. Editora Política, La Habana, 1986.

277. Discurso en la clausura del Vil Festival Internacional del Nuevo Cine
Latinoamericano, Ciudad de La Habana, 15 de diciembre. Granma, Ciudad de
La Habana, 17 de diciembre de 1985.

1986
277. Discurso por el XXV aniversario de la victoria de Playa Girón y de la
proclamación del carácter socialista de la Revolución, Ciudad de La Habana, 19
de abril. Cuba Socialista 6 (5), septiembre-octubre, 1986.

278. En el II Encuentro Nacional de Cooperativas de Producción Agropecuaria.


Ciudad de La Habana, 18 de mayo. Cuba Socialista 6 (5), septiembre-octubre,
1986.

242
279. Discurso por el XXV aniversario de la fundación del Ministerio del Interior,
Ciudad de La Habana, 6 de junio. Cuba Socialista 6 (5), septiembre-octubre,
1986.

280. Intervenciones en la reunión de análisis sobre la gestión de las empresas


de Ciudad de La Habana y La Habana, 26 de junio. Cuba Socialista 6 (5),
septiembre-octubre, 1986.

281. Discurso en el X período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del


Poder Popular, Ciudad de La Habana, 3 de julio. Cuba Socialista 6 (5),
septiembre-octubre, 1986.

282. Intervenciones durante los debates y sus conclusiones en el II Pleno del


Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Ciudad de La Habana. 17-19 de
Julio. Cuba-Socialista 6 (5), septiembre-octubre, 1986.

283. Discurso por el XXXIII aniversario del asalto cuartel Moneada, Sancti
Spíritus, 26 de julio. Cuba Socialista 6 (5), septiembre-octubre 1986.

284. Discurso en la clausura del III Congreso de los Comités de Defensa de la


Revolución, Ciudad de La Habana, 28 de septiembre. Material de Estudio.
Editora Política, Ciudad de La Habana, 1986.

286.Intervenciones durante la sesión diferida del III Congreso del Partido


Comunista de Cuba, Ciudad de La Habana, 30 de noviembre y 1ro de diciembre
de 1986. Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado.

287.Discurso en la clausura de la sesión diferida del. III Congreso del Partido


Comunista de Cuba, Ciudad de La Habana, 2 de diciembre. Suplemento
Granma, Ciudad de La Habana, 5 de diciembre de 1986.

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