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n el sentido religioso-espiritual los indígenas son presentados como atrasados por parte de
diferentes comunidades de creyentes, quienes usan la imagen del indígena pagano, quien
debe ser llevado al buen camino una vez más, en este caso por el cristianismo (de nuevo a
la creencia propia, la de los blancos)6. Así son innumerables los ejemplos de Ramos, cada
problema o cada interés tiene al parecer su relación con el indígena, o por lo menos con su
imagen instrumentalizada según las necesidades, imagen que se ha mostrado en el discurso
público7.
A esto se suma que bajo el término “indio” se reúnen cientos de pueblos, que en parte
están separados unos de otros por miles de kilómetros, que viven bajo diferentes
condiciones ecoló-gicas, geográficas, sociales y políticas, y que tienen un concepto
propio de “demonios” y “espíritus”
https://fr.wikipedia.org/wiki/Ateliers_du_cin%C3%A9ma_europ%C3%A9en
shultes
Sibundoy se encuentra en el tramo más estrecho de los Andes, que marca la distancia más corta
entre la selva tropical del Amazonas y el océano Pacífico. El terreno relativamente accesible y el
cómodo valle habrían hecho de Sibundoy una ruta comercial natural de las culturas antiguas que
se sabe han participado en una compleja red comercial de este a oeste y también al sur en la
meseta Carchi del Ecuador.
Se cree que Sibundoy ha servido como un cruce de caminos y santuario de plantas: debido a que
antiguos viajeros llevaron variedades raras de plantas y semillas, las especies consideradas de
valor medicinal por las tribus de Sibundoy se guardaron y se propagaron. Como Schultes pronto
descubriría, estos factores naturales y humanos dieron a Sibundoy la mayor concentración de
plantas psicoactivas en América del Sur, y probablemente en el mundo.
Fany Kuiru, una mujer witoto, dijo recientemente a una investigadora de Survival: “Mientras la
humanidad siga sin reconocer sus culpas y errores, y siga sin respetar las diferencias entre las
personas, y mientras la avaricia siga siendo la regla para dominar a otros pueblos, estamos
condenados a repetir la historia”.
Y la historia se está repitiendo, de hecho, ya que el hambre insaciable de recursos naturales del
mundo industrializado no da signos de disminuir. A muy poca distancia del lugar donde Arana
estableció su cuartel general en el Putumayo, los indígenas matsés de Perú han prometido resistir
los intentos de una empresa canadiense de entrar en su territorio. Esta vez, el petróleo es la
tentación. Y también cerca, otras tribus, como los nantis, los nahuas o los matsigenkas, ven
oleoductos y pozos de exploración proliferar como setas, puesto que se encuentran en medio del
mayor proyecto gasístico de la Amazonia, en el río Camisea.
https://www.survival.es/articulos/3283-fiebre-del-caucho
“Tal vez el hombre vive en primer lugar en su propio cuerpo, pero solo
comienza a existir por la mirada del otro; sin existencia, la vida se apaga”. Un
holocausto como el ocurrido en la Amazonía hace apenas un siglo no se hubiera
dado si el país simplemente hubiera entendido la selva como parte de su
territorio y a sus habitantes, ya ni siquiera como compatriotas, sino como seres
humanos. Lo cierto es que se trata aún de un escándalo invisibilizado, que apenas
merece unas líneas –si acaso eso– en los libros escolares de historia.
https://redfilosoficadeluruguay.wordpress.com/2017/04/05/la-fiebre-del-caucho-
y-el-genocidio-indigena-del-putumayo-colombia/
En 1899, Arana observó que a lo largo del Putumayo, zona toda ella cauchera,
había una extensa población indígena; imaginó entonces las grandes ventajas que
le reportaría una mano de obra esclava a fin de competir hasta la destrucción de
sus rivales más inmediatos, los Casa Suárez, Fitzcarrald, Vaca Díez y demás
"siringueros" o extractores de caucho. Aprendió los procedimientos criminales
de la "Calderón", compañía cauchera del Putumayo que, a partir de 1900,
esclavizaba a los indígenas para colocarse en envidiable situación productiva.
Los infelices habitantes naturales de las riberas de los ríos Cara-paraná, al alto
Cahuinarí e Igara-paraná –es decir, los huitoto, andoque, bora y nonuya– fueron
utilizados para la extracción de goma, su carga y transporte y los oficios propios
de los campamentos. Sus tradiciones como el cultivo, la caza y otras actividades
propias de sus comunidades les fueron entonces prohibidas.
los torturaban con fuego, agua y la crucifixión con los pies para arriba. Los
empleados de la compañía cortaban a los indios en pedazos con machetes y
aplastaban los sesos de los niños pequeños al lanzarlos contra árboles y paredes. A
los viejos los mataban cuando ya no podían trabajar, y para divertirse, los
funcionarios de la compañía ejercitaban su pericia de tiradores utilizando a los
indios como blanco. En ocasiones especiales como el sábado de Pascua, sábado de
gloria los mataban en grupos o, con preferencia, los rociaban con queroseno y les
prendían fuego para disfrutar con su agonía".
Los gobiernos colombianos antes de 1930, nunca hicieron algo frente a las
atrocidades de la compañía de Arana, porque por un lado, poco o nada les
interesaba lo que les sucediera a los indígenas, y por otro, desde los orígenes de la
explotación del caucho en el Amazonas colombiano, tenían buenas relaciones con
Arana. Por ejemplo, en el gobierno del general Reyes (1905-1910) el cónsul en
Manaos era un cauchero peruano, y el mismo general en tiempos de juventud
había tenido negocios con Arana, ya que su familia y él tenían el negocio de la
explotación de la quina, y utilizaban las mismas rutas que el caucho. Por tanto,
alquilaban las embarcaciones de la Casa Arana.
https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_C%C3%A9sar_Arana_del_%C3%81guila#ci
te_note-1
https://www.roriente.org/2012/10/13/14200/
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/10/121012_colombia_genocidio_casa_
arana_caucho_amazonia_aw
Según cálculos del escritor Wade Davis, por cada tonelada de caucho producida,
asesinaban a diez indios y centenares quedaban marcados de por vida con los
latigazos, heridas y amputaciones que se hicieron famosos en el noreste amazónico
La Amazonia viviría otra vez el auge del caucho durante la Segunda Guerra Mundial, sin
embargo, no duró mucho tiempo. Debido a que las fuerzas japonesas lograron dominar
militarmente el Pacífico Sur durante los primeros meses de 1942 e invadieron Malasia, el control
de las zonas caucheras de Asia pasó a manos niponas, lo que dio como resultado la pérdida por
parte de los países aliados del 97% de la producción de caucho asiático.
La economía del saqueo nosotros venimos a visitarlos pero en realidad venimos a saquearlos
El abandono y falta de interés del Estado colombiano en la zona amazónica, permitió en gran medida los
nefastos hechos del Putumayo, pues demostraba el desconocimiento y desidia frente a aquellos
territorios de frontera y no permitía su reconocimiento como propiedades colectivas de los pueblos
indígenas que eran sus pobladores ancestrales. Sin embargo, la explotación cauchera abrió los ojos al
Estado y al pueblo colombiano sobre un territorio que en realidad ni se sabía que existía. Los sucesos del
Putumayo hicieron consciente a una nación entera de la existencia de la Amazonía, pero tal olvido tuvo
un costo demasiado alto para todos los pueblos indígenas de la zona.
"¿Con qué otra palabra más sonora podría nombrarse el río que guarda la última selva? Suena como es:
farragoso, coqueto, seductor, orgulloso, pendenciero...viajamos por el Apaporis sin brújula, sin otro
objeto que sentirlo; nos dejamos llevar por sus corrientes y sólo trajimos lo que su gente nos dio: una
pequeña colección de cuentos que se quedaron a vivir con nosotros".
https://www.youtube.com/watch?v=M4552zrgj_I
https://www.youtube.com/watch?v=eD1nsXHMfIo -
https://www.survival.es/articulos/3283-fiebre-del-caucho
https://www.youtube.com/watch?v=Om0qI8Qy8qE&t=132s
Entrevista al antropólogo Ignacio Prieto / Una visión más cercana al director Ciro Guerra y su filmografía.