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A Los Decrecentistas y Ecologistas Ni Decrecimiento Ni Ecologismo El Capitalismo Es El Que Es El Capitalismo Realmente Existente
A Los Decrecentistas y Ecologistas Ni Decrecimiento Ni Ecologismo El Capitalismo Es El Que Es El Capitalismo Realmente Existente
Desde hace doscientos años, el capitalismo evita su fin corriendo siempre un poco
más rápido que su tendencia a derrumbarse, gracias a un aumento continuo de la
producción. Pero si el valor no aumenta, e incluso disminuye, lo que si aumenta, por el
contrario, es el consumo de recursos, la contaminación y la destrucción. El capitalismo
es como un brujo que se viera forzado a arrojar todo el mundo concreto al caldero de la
mercantilización para evitar que todo se pare. La crisis ecológica no puede encontrar su
solución en el marco del sistema capitalista, que tiene necesidad de crecer
permanentemente, de consumir cada vez más materiales, solo para compensar la
disminución de su masa de valor. Por eso las proposiciones de un “desarrollo
sostenible” o de un “capitalismo verde” no pueden conseguir resultado alguno, pues
presuponen que la bestia capitalista puede ser domesticada; es decir, que el capitalismo
tiene la opción de detener su crecimiento y permanecer estable, limitando así los daños
que provoca. Pero esta esperanza es vana: mientras continúe la sustitución de la fuerza
de trabajo por tecnologías, en tanto el valor de un producto resida en el trabajo que
representa, seguirá existiendo la necesidad de desarrollar la producción en términos
materiales y, en consecuencia, de utilizar más recursos y de contaminar a mayor
escala. Se puede querer otra forma de sociedad, pero no un tipo de capitalismo
diferente del “capitalismo realmente existente”.
Son las categorías básicas del capitalismo –el trabajo abstracto, el valor, la mercancía, el
dinero, que no pertenecen en absoluto a todo modo de producción, sino únicamente al
capitalismo- las que engendran su ciego dinamismo. Más allá del límite externo,
constituido por el agotamiento de los recursos, el sistema capitalista tiene desde su
inicio un límite interno: la obligación de reducir –a causa de la competencia- el trabajo
vivo que constituye al mismo tiempo la única fuente del valor. Desde hace unos
decenios, este límite parece haberse alcanzado y la producción del valor “real” ha sido
en gran parte sustituida por su simulación en la esfera financiera. Además, los límites
externo e interno empezaban a aparecer a plena luz en el mismo momento: alrededor de
1970. Si el capitalismo solamente puede existir como huida hacia delante y como
crecimiento material perpetuo para compensar la disminución del valor, un verdadero
decrecimiento solo será posible a costa de una ruptura total con la producción de
mercancías y dinero.