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¿La discusión sobre la distribución del ingreso en Colombia pasó de moda?

Todo lo contrario, estoy convencido de que hay mucho por hacer en este
campo. Pero es importante tener en cuenta que hay que respetar y estimular el
capital que produce desarrollo económico y desarrollo social. Hay que proteger
y alentar las inversiones en capital de riego, de largo plazo y solidarias con los
intereses sociales y nacionales. Al contrario, por ejemplo, hay que desalentar la
usura y las inversiones meramente especulativas; hay que redistribuir la tierra
improductiva y la adquirida a base de violencia organizada.

En Colombia se hace una reforma tributaria cada 13 o 14 meses y a renglón


seguido se habla de reglas claras para la inversión. ¿Cuál es su posición al
respecto?

En Colombia las llamadas "reformas tributarias" constituyen apenas simples


recursos arbitristas para enjugar parcialmente el déficit crónico del fisco
nacional, y una oportunidad para afianzar los mecanismos de inequidad y
evasión. Y, como si fuera poco, no está exento de corrupción y la mejor prueba
es que ya son varios los ex directores de impuestos y ex altos funcionarios que
se encuentran sub judice.

Se necesita una reforma de fondo para imprimirle al sistema tributario las


características que debe tener: carácter estructural, equidad, eficiencia,
honestidad y concebida como instrumento estratégico de apoyo al desarrollo
económico y social. El sistema tributario debe ser el eje del financiamiento del
Estado, el mecanismo generador de equidad ciudadana y el instrumento
estratégico estimulador del desarrollo nacional. Y el gasto público estará
orientado prioritariamente hacia la inversión en desarrollo económico y la
solución de los problemas más agobiantes de los colombianos.

¿Le introduciría cambios a la política de "seguridad democrática"?

Indudablemente que sí, por varias razones: En primer lugar, porque el presente
conflicto armado que agobia al país desde hace alrededor de 60 años no es un
fenómeno simplemente militar sino, fundamentalmente, político y social y, por
tanto, no se supera con más violencia militar e intervención extranjera, sino
resolviendo el conflicto que lo genera. Cada día más colombianos piensan que
este dilatado conflicto interno no tendrá solución mientras el país siga sumido
en la pobreza, el desempleo, la exclusión, la injusticia, la corrupción, la
delincuencia común, la impunidad, la frustración, la desesperanza, la fuga de
cerebros y de capitales y tantas otras desgracias juntas. Son varios los intentos
que los gobiernos han hecho para enfrentar militarmente el problema y todos
han fracasado, y en el presente el éxito de la "seguridad democrática" está
cada día más en duda, porque ella privilegia a los terratenientes y algunos
sectores turísticos, pero ha dejado desprotegidos y abandonados a su propia
suerte a numerosas regiones campesinas y a la casi totalidad de las ciudades.
Mientras tanto, el país paga un elevado y peligroso costo político, financiero, de
soberanía y de desvío de los limitados recursos económicos que requieren los
frentes básicos y estratégicos del desarrollo nacional. Este conflicto tiene que
ser resuelto mediante negociación y superación de las causas. Porque lo
importante y lo prioritario no es una paz impune, o una paz violenta y dictatorial,
a la manera de la paz romana, la "pinochetista" o la "fujimorista" o la de los
militares argentinos y uruguayos, o la que se pretende imponer en Irak, sino la
solución justa y democrática de las causas del conflicto. Y esta solución no
puede ser sólo militar.

Durante la campaña se estará en la última etapa de negociación del TLC con


E.U. ¿Cuáles serán los puntos clave sobre el tema en los que hará énfasis en
su campaña?

En primer lugar pensamos replantear el sentido de las negociaciones: Lo que


más debe preocuparnos a los colombianos no es solo lograr un mayor acceso
a los mercados norteamericanos o europeos para competir allí, porque
tenemos muy pocos productos competitivos y de muy bajo nivel de valor
agregado, porque carecemos del conocimiento científico y tecnológico, del
capital y las escalas de producción para lograr un adecuado desempeño. Lo
más preocupante es cómo defender la débil y precaria producción nacional de
la avalancha incontenible sobre nuestro mercado interno de productos de mejor
calidad, más baratos, más innovativos, con mejor marketing, con privilegios en
nuestros supermercados y hasta con crédito para adquirirlos. En este sentido el
gobierno y sus negociadores se han equivocado peligrosamente y esto lo
plantearemos a la opinión pública con toda energía.

Otro aspecto que plantearemos es el de una estrategia alternativa a los TLC


con los países industrializados y sus grandes imperios transnacionales.
Pensamos que en materia de libre comercio y competitividad internacional,
Colombia y los demás países latinoamericanos y del Caribe no tienen otra
salida que la integración equitativa y democrática y con propósitos de mutuo
beneficio, con países afines entre iguales, sin cláusulas discriminatorias, y sin
superpoderes económicos y políticos conspirando contra los intereses
nacionales. Ello permite disponer de mercados mayores, economías de escala
en la producción, trueques y triangulaciones compensatorios e intercambios
equitativos, alianzas estratégicas, un sistema de pagos interno sin tener que
someterse al dólar o el euro, un frente defensivo común contra las grandes
corporaciones transnacionales y muchas otras ventajas. Esto es lo que vienen
haciendo los países de la Unión Europea desde hace 35 años y es
precisamente esto lo que hoy los protege ante las embestidas de las grandes
economías no europeas. Y esto es también lo que están haciendo los países
suramericanos más importantes. Propondremos al país alianzas e integración
con el Mercosur y con las otras asociaciones subregionales en marcha.

Hay quienes dicen que la revaluación es un fenómeno internacional y que no


hay nada que hacer. ¿Se puede hacer algo?

Efectivamente, todo parece indicar que se trata de un fenómeno internacional,


ya que el propio FMI y las grandes corporaciones internacionales están
presionando a los países para la revaluación de sus monedas. Pero no hay
certeza de que no se trate de fenómeno coyuntural y hay quienes piensan que
en Colombia el lavado de dinero, el endeudamiento externo sistemático y
creciente y la afluencia de "ayudas" para la supuesta "guerra contra el
terrorismo" pueden estar presionando la situación. La revaluación del peso es
un fenómeno de doble filo, que es coyuntural y que debe ser manejado con
sentido de estrategia.

Pese a que hay una reducción de la tasa de desempleo no se nota un aumento


significativo en la ocupación. ¿Cuál es su propuesta?

Las estadísticas oficiales disfrazan la gravedad del problema de la


desocupación en el país, puesto que los sucesivos descensos de la tasa de
desempleo no significan generación neta de puestos de trabajo sino porcentaje
de desempleados que desisten cada trimestre de seguir buscando empleo,
porque han perdido toda esperanza en encontrarlo.

Consideramos el desempleo la mayor desgracia familiar, el mayor factor de


humillación y frustración y la mayor fuente de resentimiento para los
trabajadores colombianos de todos los estratos y todas las regiones. Por
eso daremos, junto con la solución del conflicto armado, prioridad a
nuestra política de búsqueda agresiva del pleno empleo. También
porque al generar empleo generamos poder de compra y éste genera
demanda efectiva y, con ello abrimos posibilidades a la dinamización de
la producción. Para generar masivamente empleo productivo tendremos
que replantear el mal llamado "modelo de desarrollo"; y en este empeño
proponemos una nueva estrategia de desarrollo equitativo y democrático
que en materia de empleo apela a los siguientes frentes principales: a)
La reindustrialización acelerada, estimulada y ampliada a la producción
de herramientas, equipos para la construcción y los servicios sociales,
electrodomésticos, metalmecánica, papel y cartón, equipos de oficina,
maquinaria agrícola y vehículos, y varios otros rubros complementarios;
b) La reagrarización y modernización del campo y su
agroindustrialización, con base paralelamente en la inversión privada
individual y la propiedad cooperativa, y la provisión de los servicios
básicos para la producción y el mercadeo; c) La construcción masiva de
infraestructura urbana y rural, en las áreas vial, eléctrica, de transporte,
vivienda y servicios comunitarios; d) La recuperación ambiental y
urbanística de los centros urbanos; e) Ampliación sustancial de las
coberturas de los servicios de salud, educación, seguridad, recreación y
demás servicios asistenciales; e) Reestructuración de la tenencia y
explotación de la tierra rural y urbana, mediante la distribución de la
tierra apropiada violentamente por el paramilitarismo y sus socios
encubiertos, así como de los latifundios legítimos improductivos, todo
ello con fines de reactivación de la producción y el empleo; f)
reforestación masiva con fines de generación de empleo, producción
industrial, combate a la erosión y contribución a la generación de
oxigeno y estabilidad climática planetaria; g) desarrollo acelerado de los
sectores minero y energético, aprovechando los cuantiosos recursos
carboneros, petroleros, gasíferos, saliníferos y otros. Para asegurar la
cooperación del capital privado e internacional en esta política de pleno
empleo se aplicarán adecuados y atractivos estímulos y se crearán los
mecanismos necesarios para su financiamiento.
¿Qué conservaría y quitaría del gobierno de Alvaro Uribe?

Conservaría el tesón, el compromiso con los propósitos, la constancia, el no


perder de vista un solo momento qué es lo que se quiere y poner todos los
medios al servicio de ese propósito. El empeño por la seguridad ciudadana
pero dentro de un esquema muy distinto como el que expuse.

Desecharía el propósito de su Gobierno porque es muy diferente al mío. El de


él es consolidar un statu quo muy inicuo que hay en Colombia ofreciéndole a la
gente que la va a librar de la violencia. Ha prometido la derrota militar de la
insurgencia y a pesar de que no se ha dado, la gente la sigue esperando y va a
resultar todavía más costosa para el país la guerra. Desecharía también su
tono autoritario. Pienso que un gobernante demócrata no puede tener no sólo
el tono sino la actitud autoritaria del presidente y muchas veces, incluso,
desdeñosa del derecho. Varias veces ha puesto sus propósitos por encima de
las normas jurídicas que rigen la actividad de un gobernante. En lo económico
desecharía fundamentalmente la filosofía que precede la política económica de
Uribe que es una economía de mercado desbordada. No me gusta mucho
utilizar el término pero me parece que toda su política económica está inspirada
de neoliberalismo, de privatizaciones y cuando se privatiza se está cambiando
la búsqueda del interés general por la búsqueda del lucro de las personas que
se incorporan a la prestación de los servicios públicos buscando no el bien de
la comunidad sino el enriquecimiento personal.

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