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Th. Adorno escribe una carta planteando lo siguiente: "Acaba de darse a conocer la noticia de la muerte de Hitler.

Ojalá sea cierto- también es parte del horror de este mundo que la verdad suene siempre como mentira y la
mentira como verdad, y los big shots fascistas son hasta tal punto meras funciones de su propia maquinaria
propagandística que incluso su vida o muerte no se puede considerar en sí sino en relación con la política de
publicity (...)Yo al menos no puedo sacarme de encima la sensación de demasiado tarde: en verdad, los alemanes
han arrastrado a la civilización en su caída y lo que estamos viviendo es justamente la caída que podría haber
evitado la derrota de Alemania hace diez años. Es como si el ansia se hubiera devorado a sí misma y ahora que se
la ha satisfecho le faltara la capacidad de alegrarse. Sobre todo porque hay motivos de más para suponer que el
principio defendido por los nazis los sobrevivirá, sobre una base económica más amplia, y por eso tanto más atroz.
En vista de la tendencia histórica no puedo esperar mucho más que respiros y guaridas". En concordancia con lo
anterior Alberto Savinio Es la razón de aquella “crisis de la civilización” denunciada primero por Spengler y luego
por Huizinga. Y como puede haber equilibrio, como puede haber civilización – lo que significa homogeneidad en
la polis- si algunos hombres piensan en la curvatura del espacio y el sexo de los metales, y otro
contemporáneamente piensan en la arquitectura ptolemaica del universo? Y por otra parte no hay esperanza que
las ideas puedan reunirse y fundirse, conviene resignarse a una crisis perpetua y siempre grave para la civilización.
Por lo tanto renunciamos a un retorno de la homogeneidad de las ideas, o sea a un pasado de la civilización, y
trabajamos para hacer que las ideas más disparatadas (disparate) convivan de manera menos cruel, incluyendo las
ideas más desesperadas (disperate).

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