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La Historia o La Lectura Del Tiempo
La Historia o La Lectura Del Tiempo
Roger Chartier nos plantea en su texto “La historia o la lectura del tiempo” un análisis de la
evolución de las formas de concebir esta disciplina, es decir, un análisis de la historiografía
para poder entender las problemáticas que le son propias. Se parte de la llamada “crisis de la
Historia”, que es precísamente el punto en donde surge el confrontamiento entre aceptar la
Historia como una verdad objetiva, y las dudas que casi de forma natural surgen de tal
afirmación. Esta revisión del concepto que se tiene sobre la Historia es fundamental para
acercarse de forma crítica a su construcción, pero también lleva a un desencanto peligroso, un
relativismo que no permita establecer un entendimiento del devenir de la humanidad, y ambas
perspectivas, una aceptación acrítica o un escepticismo radical nos pone en un problema difícil
de enfrentar.
Si bien esta crisis de la Historia se plantea en el texto como un hecho surgido en una época
específica, es importante resaltar que ha tenido sus ecos hasta la actualidad, especialmente en
movimientos sociales y anti hegemónicos que reclaman otras visiones no incluídas en los
relatos oficiales, de donde surge la duda ante esa Historia oficial. Con razón estos sectores
sociales denuncian una parcialidad en el dictamen de versiones que se declaran imparciales,
ya que no se ven reflejados en dichos relatos. De allí que surjan otras formas de hacer historia,
tales como las microhistorias referenciadas por Chartier, pero también importantes ejercicios de
memoria que están en constante movimiento y tejido en las bases populares. También existe
una tendencia a dejar de creer en una Historia total, generando una duda ante todo gran relato,
tras el cual siempre existe una sospecha de poder hegemónico.
Ahora bien, aún en tiempos digitales es claro que aunque el historiador intente hacer bien su
trabajo, en general la construcción de historia está mediada no sólo por su subjetividad, sino
por un marco temporal que le define de alguna manera los temas a tratar, y la manera en que
lo hacen. Es decir, en determinados tiempos ciertos temas tienen relevancia o son permitidos, y
esto está dado por unas estructuras sociales y de poder dadas, que complejizan el quehacer
histórico, y reviven la duda sobre la historia. Esto sin contar que el método científico mismo
puede ser puesto en duda, aún en las ciencias duras, puesto que también está enmarcado en
unas posibilidades o imposibilidades de entender el mundo, y que desde propuestas como las
epistemologías del sur, ha sido cuestionado como única forma válida de acceder al
conocimiento.
¿Es imposible entonces construir una Historia que dé cuenta de nuestra humanidad, y que nos
permita construir proyectos de futuro? Quizás las claves se encuentren precisamente en los
relatos que se salen de esa Historia totalizadora, y que vienen en su auxilio. Una de las cosas
sobre las cuáles llama la atención Chartier, es la relación que existe entre las micro historias y
la macro historia. De alguna manera, la una no se puede entender sin la otra, y existe una
permanente tensión, similar aunque no igual a la tensión Historia-memoria. Es allí que radica el
punto clave para poder, si no totalizar una Historia, por lo menos no quedar en el vacío de una
no historia que nos impida proyectarnos como humanidad. La memoria, como las
microhistorias, dialogan, discuten, complementan, nutren, contradicen a la historia totalizante
con historias particulares; y esta última les da sentido, las anexa, las niega, las reordena, las
estructura en un relato que permite una visión general.
REFERENCIAS
CHARTIER, Roger (2012). La historia o la lectura del tiempo. Gedisa, Madrid.
JELYN, Elizabeth (2001). Los trabajos de la memoria. Siglo Veintiuno Editores, Madrid.