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El Trastorno como enfermedad mortal.

“El enfermo es un clarividente, para nadie es más clara la imagen del mundo…
En ese círculo de pensar alcanzamos lo que fuera jamás podríamos:
la conciencia de nosotros mismos y la conciencia de todo lo que existe…
la esencia de la enfermedad es tan oscura como la de la vida”.

-Novalis, citado en Amras, P.9.

Resumen: El siguiente ensayo pretende encontrar la identidad entre la enfermedad mortal en


Kierkegaard y la novela de Thomas Bernhard “Trastorno”, a través de la comparación de los
conceptos conciencia desesperada, angustia, lucidez y locura. Se intenta mostrar cómo en el
fondo, la lucidez y la angustia devienen en una enfermedad mortal para el hombre: la
desesperación, la locura de la cual parece imposible encontrar salida.

“El hombre es una síntesis entre alma y cuerpo, pero también es una síntesis de lo temporal y lo
eterno”, dice Kierkegaard en El concepto de la angustiai. En la primera síntesis el espíritu se
constituye como la bisagra entre el alma y el cuerpo. Es decir, sólo se puede hablar de síntesis
cuando el espíritu queda puesto. Sin embargo, se establece una segunda síntesis; la de lo
temporal y lo eterno. Es necesario clarificar ésta segunda premisa para poder dar cuenta del
hombre y atender su angustia, lucidez y locura.

Para ello, lo primero a preguntarse es ¿qué implica la síntesis?

La síntesis implica movimiento (xίνησiη)ii que deviene como situación en la transición, en el instante
del individuo.iii Ese instante se presenta como una dialéctica entre lo que es y no es; aquel
que se sitúa entre el movimiento y el reposo, y constantemente entra-sale para poner en reposo lo
que se mueve y en movimiento lo que reposa. El instante es entonces, la categoría del μεταβολή
(transitorio).

Si atendemos a ésta síntesis en tanto movimiento-instante, el hombre al ser síntesis de lo temporal


y lo eterno se angustia, pues “oscila entre lo que era y será, sintiendo que queda apresado en el
interior del ahora el instante”iv. Kierkegaard dice al respecto:

“Si en la sucesión infinita del tiempo se pudiera encontrar un punto de apoyo firme, un presente
que sirviera como fundamento divisorio, sería exacta la división. Sin embargo, no tenemos ningún
momento que sea el presente que se busca, pues cada momento es la suma de los momentos” v

Si se intenta mantener el idilio de un presente, se convierte al tiempo en objeto de representación y


no de pensamiento, pero incluso la representación es la infinita sucesión del tiempo de un presente
vacío (continuo desaparecer). La síntesis de lo temporal y lo eterno deja al hombre en un vaivén de
instantes que se van desvaneciendo en el camino y lejos de permitirle sentirse en tierra firme, lo
sumergen en la angustia y el naufragio. La eternidad es el presentevi y el hombre se encuentra en
el contacto ambiguo del presente que quiere alcanzar y el naufragio por el que anda, Siendo en la
angustia, el hombre se pregunta cómo se vive con ésta respuesta, con el constante
desvanecimiento, ¿dónde queda el hombre?, mejor dicho; ¿dónde se encuentra, qué quiere y
hacia dónde va?. Es el primer intento por clarificarse uno mismo, por encontrarse para ser la propia
balsa ante tanto caos. Sin embargo, veremos cómo la enfermedad mortal, la desesperaciónvii que
Kierkegaard trata, le corresponde a los hombres cuando buscan la lucidez. En este punto
Bernhard situará su obra “Trastorno”.
Thomas Bernhard (Heerlen, 9 de febrero de 1931 - Gmunden, 12 de febrero de 1989) novelista,
dramaturgo y poeta austriaco, escribió su novela “Trastorno” En 1967.
La novela conserva tintes fuertes del romanticismo al ser novela de viaje. En el romanticismo,
algunos escritores como Goethe o Stendhal viii posicionan al hombre, al personaje en un viaje que
pretende encontrarse a sí mismo, pero al darse cuenta que uno mismo es siempre el equipaje
indispensable que llevamos en cualquier viaje, los personajes terminan descubriendo que en la
construcción de un yo, se destruyeron. ix Es decir, lo que se encuentra es lo que se abandonó. En
estas novelas el hombre quiere ser lo que ya se es, pero no se ha visto todavía; “quiere ser sí
mismo y termina por no quererlo”.x
Sin embargo, Bernhard a diferencia de Goethe o Stendhal no termina la vida de sus personajes o
los ume en una cotidianidad asfixiante, sino que los posiciona en esa pérdida, en esa lucidez
radical del que se sabe perdido y no puede retornar, pero tampoco sabe cómo seguir adelante. El
hombre entonces enferme, desespera y enloquece.

En Trastorno, un médico y su hijo viajan por los distintos rincones de Austria, atendiendo
enfermos, dementes y asesinos. Es un viaje sin punto de llegada donde el hijo experimenta un
panorama de miseria y enfermedades, producto del comportamiento de los habitantes. Todos ellos,
ante la opresión de la naturaleza, se dejan llevar, arrastrados al vacío de su existencia. El
personaje en que gira la obra, el príncipe Saurauxi, representa la mente lúcida que contempla la
decadencia que le rodea, por lo que decide aislarse, transitando por los bordes de la locura
(dualidad tiempo-eternidad). Cuando el médico y el hijo deciden ir a visitarle, el príncipe los recibe
con un monólogo que expresa desesperación, vacío y una muerte que se carga en vida, sin
enfocarse en la razón de la visita de ambos hombres.

“Es un error negarse a aceptar que todo es enfermizo y triste (…) puedo imaginar incluso los ruidos
de mi cerebro (…) Desde ésta ventana en que todo se desvanece, los campos mueren, los
trabajadores se marchan, contemplo los días despejados y el mundo se me muestra en todas
direcciones (transparente como el aire, sereno). La naturaleza es bella y el dolor de los que
sobreviven a algún muerto es doble”.xii

Bernhard hace notar al príncipe Saurau con una lucidez tal de saberse atrapado entre las paredes
del castillo, con la única tarea de contemplar, que lo hunden en la locura. Es una existencia
circular, pues para el príncipe ya no importa el cómo se maneja su existencia para que se sepa de
antemano los resultados. El hijo del doctor piensa que quizás la voluntad puede hacer que el
príncipe salga de esas cuatro paredes. Si la voluntad es quien se autoconoce en y con nosotros
(Schopenhauer) a través del medio privilegiado que es el cuerpo, la locura se pone de manifiesto
como trastorno, al hacer de la lucidez el limite de la locura. El trastorno, dice Bernhard;

“Es el continuo pensar entre todas las posibilidades de una cabeza humana y sentir entre todas
las posibilidades de un cerebro humano y ser zarandeado de un lado a otro entre todas las
posibilidades de un carácter humano”.xiii

Dice Kierkegaard que la desesperación llega cuando nos sumimos en las posibilidades o en las
necesidades; cuando desesperadamente no queremos ser nosotros mismos. Sin embargo, el
hombre no puede deshacerse de sí mismo. En bernhard esto es representado por el viaje
interminable, el príncipe que sabe que no puede escapar de sí, de su apellido; de su propia
miseria, así que permanece en ese aprisionamiento, pues a donde vaya, cargará el mismo
equipaje, los mismos discursos.

En Bernhard la lucidez simboliza el trastorno, la locura. El Trastornado (Saurau) necesita exponer


su monólogo, comunicarlo. No habría objetivación del mismo sin autoconocimiento previo, y para
ello es necesaria la alteridad, el otro. Por eso la locura necesita un intermediario, y éste es
precisamente la Filosofíaxiv, en Kierkegaard será ésta locura expuesta la conciencia desesperada.

Mientras que en Bernhard el trastorno aparece como el elemento de la insuperable condena, en


Kierkegaard la desesperación aparece como la enfermedad que acompaña al hombre. “No
habiendo podido los hombres remediar su propia miseria, han imaginado, para ser felices, no
pensar en absoluto en ellas”xv

Dice Benjamín que el hombre puede ser capaz de vivir en la desesperación, si sabe cómo ha
llegado a ella, pues la vida desesperada consiste en irse a pique al fondo de las cosas. xvi

Bernhard hace incapié en la enfermedad como mortal, pero la muerte no le llega nunca a sus
personajes de Trastorno.
Para él, la ausencia de salida, cuando se sigue viviendo a pesar de todo (como el príncipe saurau
aún cuando no quiere seguir en ese lugar) lo que pone de manifiesto es la imposibilidad de toda
fundamentación en la decisión individual de seguir viviendo.

Cuando uno de sus personajes (de alguna visita del médico en el camino al castillo) se encuentra
en la “habitación de morir”, donde se almacenaban a los desahuciados que les quedaban pocas
horas de vida, el personaje decide que quiere vivir y relata: “Entre dos caminos posibles, me había
decidido esa noche, en el instante decisivo, por el camino de la vida. Es absurdo pensar si esta
decisión fue errónea o acertada.” (P.220)

En Kierkegaard la decisión, el posicionamiento que se hace cargo de la propia existencia, nos


permite andar por un camino más firme. ¿Será que el pathos se presenta como el camino a seguir
para resistir a la enfermedad mortal?

i
Kierkegaard, El concepto de la angustia, Ed. Alianza, Madrid 2007. Capitulo III, p.177-178.
ii
Aristóteles, citado por G. Rivero en El concepto de la angustia. P.174
iii
Instante en tanto no-ser enfocado a la luz, dentro de la categoría del tiempo.
iv
Ídem.
v
Ídem.
vi
Ídem. P.184
vii
En tanto despertar del sueño llamado angustia.
viii
Revisar Rojo y negro, Stendhal o Fausto, de Goethe.
ix
J. Luis Molinuevo, La magnífica miseria, Ed. CENDEAC. Salamanca, 2003. P.81-82.
x
Kierkegaard, La enfermedad mortal.Formas de la desesperación.
xi
Príncipe que vive en un castillo, aislado, que se desmorona, bajo el apellido de una dinastía que fracasó y
destinado a la contemplación de sus tierras en su irremediable olvido.
xii
Bernhard, Thomas. Trastorno, Ed. Alfaguara. P. 132
xiii
Bernhard: Relatos. Traducción de Miguel Sáenz. Alianza, Madrid, 1987 p.253.
xiv
Molinuevo, Estéticas del naufragio y la resistencia, Ed.Fundamentos. Salamanca, p.166.
xv
Idem.
xvi
Ídem. P.178 Se relaciona esta cita a la desesperación entre posibilidad y necesidad en el hombre. Cuando
sabe cómo encontrar el equilibrio entre ambas es cuando puede decidir y posicionarse, de lo contrario, se
pierde.

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