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Universidad Tecnológica de Pereira

Facultad de Bellas Artes y Humanidades


Programa de Filosofía
trabajo final Filosofía Política
Presentado a: Carlos Alberto Carvajal
Presentado por: María Alejandra Martínez.
Jueves, 05 de Diciembre de 2019.

DE HOBBES A ROUSSEAU

Nos proponemos abrir una panorámica sobre el pensamiento entre los autores Thomas

Hobbes y Jean Jacques Rousseau teniendo en cuenta la base central de sus pensamientos,

así como también sus discrepancias. Ambos son filósofos políticos en la medida que

abordan un profundo interés en cómo debe ser el estado, su composición y la finalidad del

mismo. Expondremos la base central del pensamiento hobbesiano para posteriormente

debatirlo en base al pensamiento roussoniano y finalmente expondremos la alteridad como

una posible solución a la crisis moderna.

Palabras Clave: Hobbes, Rousseau, política, estado, soberano, seguridad, súbditos,

alteridad.

Empezaremos por abordar la teoría política de T, Hobbes, (1588-1679) un pensador político

que se podría decir muy tenido en cuenta hasta los presentes días dado el impacto de su

pensamiento al ser contrastado con la realidad política actual. Para él la política era

producto de hombres racionales “capaces de calcular que ningún precio es demasiado

cuando se trata de asegurar la vida frente a los riesgos de una muerte violenta y prematura”.

(Luis Salazar, "Raíces político-institucionales del autoritarismo", México, Universidad


Nacional Autónoma de México, 1995, p. 32) Sin cabida para la virtud platónica ni para la

excelencia aristotélica, la política fue entendida como una negociación afortunada que

acabase con la guerra. Está claro que en la sociedad hablar de seguridad tiene un fuerte

impacto, siendo uno de los componentes principales del Estado, uno que en gran medida

justifica su razón de ser. La seguridad está intrínsecamente relacionada con la dominación

(tema imprescindible en Hobbes) y la hegemonía, lo que hace esencial el estudio del autor

al momento de entender la rueda que ha hecho girar lo que conocemos por Estado y su

evolución. Para la investigación nos basaremos en una de sus principales obras: El Leviatán

(1651) en donde criticará el poder político de la iglesia y así mismo el derecho de cada

individuo a acogerse a un soberano que le brinde protección, de allí nacerá El Leviatán (el

Estado o Soberano), el garante de la paz, el orden social y la seguridad de todos los

individuos, componentes de la sociedad.

El origen del estado en Hobbes radica en el pacto social, este es realizado por todos los

individuos debido al miedo que se tienen entre ellos. Veamos pues que: el pacto no se

realizará porque nuestra naturaleza humana sea buena, al contrario: El hombre es un lobo

para el hombre, lo que claramente nos posiciona como naturalmente malos o en necesidad

de guerra. Es allí donde entra este ente regulador, como garante de que en nuestra

naturaleza de guerra no la propiciemos; sino al contrario, por temor al castigo se dé una

transición a la paz. Para Hobbes todo este poder debe estar congregado en un monarca, este

no se debe disgregar ya que causaría un caos. Este monarca va a estar respaldado en ciertos

poderes que le ayudarán al buen gobierno ya que su principal tarea es garantizar la paz y el

orden mediante la anterior nombrada seguridad. Sin embargo si el monarca no es garante

de estos puntos, los súbditos no están en condición de respetarlo u obedecer sus normas:
cuando el Estado no es capaz de satisfacer el requisito mínimo que se le pide o deja de

existir, los súbditos quedan relevados de la obligación de obedecer. En caso de conflictos

internos o externos graves en que la seguridad se debilite "cada hombre queda en libertad

de protegerse a sí mismo por los expedientes que su propia discreción le sugiera". Hay que

tener en cuenta que Hobbes en su obra recalca que lo que nos diferencia de los animales es

la razón, naturalmente somos salvajes e instintivos pero hay una lumbrera que nos permite

discernir entre las situaciones, lumbrera que no acompaña en este caso a los animales.

El fin por el cual un hombre renuncia y entrega a otro el derecho de protegerse y defenderse

por sus propios medios, es la seguridad que espera de protección y defensa por parte de

aquellos a quienes la ha confiado. Un hombre puede entonces considerarse seguro, cuando

puede prever que no ejercerán violencia contra él, pues el autor puede ser disuadido por el

poder soberano, al que cada uno de ellos se ha sometido; y sin esa seguridad no existe razón

para que un hombre se prive a sí mismo de sus propias ventajas, convirtiéndose en presa

para los demás. Por tanto, cuando se ha establecido tal poder soberano que pueda garantizar

esta seguridad, debe entenderse que cada hombre sigue reteniendo el derecho a hacer lo

que cree bueno a sus propios ojos. Por el contrario, cuando cualquier súbdito tiene derecho

a usar su propio juicio y discreción podría emplear la fuerza, los demás hombres tienen un

derecho similar y, en consecuencia, no existe república en absoluto. Por lo tanto, en la

medida en que se trata de crear una comunidad tiene que darse desde el principio la

seguridad, para que un hombre someta su voluntad al poder de otros. Por lo que en

cualquier caso en que es necesario que se transmita por convenio, para conseguir seguridad
debe transmitirse lo preciso, en caso contrario, cada hombre conserva su libertad natural

para defenderse a sí mismo.

En Rousseau encontraremos una fuerte crítica a la idea postulada por Hobbes del Estado,

podemos partir desde un punto muy básico, para Rousseau el hombre nace bueno, es la

sociedad quien lo corrompe, caso contrario pasa en Hobbes, el hombre es naturalmente

instintivo y tal instinto produce el deseo de guerra. Para familiarizarnos con dicha idea

expondremos brevemente la concepción de Rousseau: se entenderá la civilización como un

proceso degenerativo en el que la humanidad encontró su corrupción y no su

perfeccionamiento. “Reconociendo, con un tono de nostalgia que el estado de naturaleza

(incorrupto) ya no existe, y que probablemente no existirá jamás” (cfr. J.J. Rousseau,

Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, Madrid,

Tecnos, 1995, p. 111) Éste es considerado por Rousseau como un referente indispensable

para tener nociones ajustadas y para juzgar adecuadamente nuestro presente .Postulando,

por otra parte, que la tarea esencial del Estado es la educación de los hombres, asignando a

ésta la misión de transformar al individuo liberándolo de las perversiones ( J. J. Rousseau,

Emilio o de la Educación, México, Editores Mexicanos Unidos, 1984) en tal caso cuando el

Estado no se interesa por brindar educación, la sociedad carecerá de medios para evadir

tales costumbres nocivas, así mismo tenderíamos a pensar que tal conducta hablaría del

soberano, pues si no hace a sus hombres aptos, sino al contrario ignorantes se podría

esperar la corrupción; ilegitimidad total y aún más deshumanización.

La dignidad humana es otro de los conceptos que nos introduce Rousseau, si bien para él el

Estado no hace felices a los hombres, tampoco podrá haber un retorno al estado de

naturaleza, por lo que hay que hacer más llevadero nuestro paso entre las cadenas del
Estado. En el autor para llegar hasta el modelo que actualmente conocemos fue necesario

un avance sucesivo de edad en edad, no pudo haberse producido de golpe. Entre avance y

avance, el hombre fue probando diferentes sentimientos hasta el punto que “el amor del

bienestar es el único móvil de las acciones humanas” (J,J, Rousseau, ibíd. 164) Cómo

diferirá Rousseau con el punto de vista Hobbesiano en el que se dice que los hombres son

naturalmente malos, si bien Rousseau habla de una individualización al momento de buscar

la realización propia, esto será producto precisamente de dejar el estado natural, porque, en

tal estado el hombre fue naturalmente dulce y bondadoso. Veamos:

Por lo que muchos se han apresurado a concluir que el hombre es naturalmente cruel y que tiene

necesidad de policía para calmarlo. En realidad, nada es tan dulce como él en estado de

naturaleza, colocado por la naturaleza a distancia igual de la estupidez de los brutos y de las

luces funestas del hombre civil y limitado igualmente por el instinto y la razón para guardarse

del mal que le amenaza, está retenido por la piedad natural para no hacer daño a nadie por

ninguna razón e incluso habiéndolo sufrido él. Pues, según el axioma del sabio Locke, no podrá

haber injuria donde no hay propiedad. (J.J. Rousseau, Discurso sobre el origen y los

fundamentos de la desigualdad entre los hombres, Madrid, Tecnos, 1995, p. 170).

Como mencionábamos anteriormente para Rousseau era de suma importancia la

legitimidad en un Estado, era algo que él no sentía que había en la época, la coacción era

entonces lo que movía la multitud, pues: “Siempre habrá una gran diferencia entre someter

a una multitud y regir una sociedad” (J.J. Rousseau, El Contrato Social., p. 13) al no haber

justicia ni libertad la situación obligaría al autor a emprender un nuevo contrato, un nuevo

garante; a diferencia de Hobbes en cuanto al poder, no habrá libertad en el pueblo para

alzarse, argumento sumamente reprochado por Rousseau. La tiranía genera daños en el

pueblo, genera un alejamiento de la democracia como bien se le concebía en Grecia:


δημοκρατία: “sovereignty of the people” (la soberanía del pueblo) por lo que Rousseau

considera necesario volver a contar con la opinión del pueblo, con su voz para construir los

poderes del pueblo:” un cuerpo intermediario establecido entre los súbditos y el soberano

para su mutua correspondencia encargado de la ejecución de las leyes y del mantenimiento

de la libertad.” (J.J. Rousseau, El Contrato Social, pág. 56). El pacto, no se daría entre

individuos que convenían en ceder sus derechos a un tercero que estaría por encima de las

partes. El mecanismo sería diferente: 1) el contrato debía suceder entre individuos que, en

cuanto miembros del cuerpo soberano, eran ciudadanos y sólo observaban leyes creadas por

ellos para expresar la voluntad general; y 2) el individuo roussoniano, a diferencia por

ejemplo del hobbesiano que no hacía más que obedecer al poder centralizado, debía

también participar en la vida política pues la República exigía que cada individuo se

transformara en parte activa del todo, cuestión que suponía un cambio en la naturaleza de

cada uno. Con esta fortuna, en una fórmula liberadora donde la constitución del soberano

era legítima en tanto la enajenación del pueblo fuese operada en beneficio de todos, el

contrato roussoniano, no se agotaba en la institución del Estado sino que implicaba,

además, el cambio positivo del individuo.

CONCLUSIÓNES.

Sin duda alguna la política desde Rousseau hasta nuestros días sigue cambiando, el mundo

se sigue moviendo en torno a diferentes objetivos, cada vez nos individualizamos más para

el alcance de metas propias lo que nos hace olvidarnos en gran medida del otro. La

inconsciencia viene en masa, incluso me atrevería a decir que es un monstruo que nos va

arrastrando con él, es más, si Rousseau contara con vida ya no hablaría de una decrepitud

en la especie sino más bien de una pérdida total de la especie. Lo natural antiguamente
refiriéndome a Sócrates (470 AC-399 AC) “es mejor padecer una injusticia que cometerla”

ya no es tan natural, al contrario, es el pan de cada día.

Quizá para muchas personas la visión de Rousseau puede tornarse utópica, pero, ¿la de

Hobbes no puede tornarse cruel y hasta despiadada?, la historia nos sigue mostrando que

la política es de unos y no de todos, como debería ser. Ideas modernas como la alteridad

que posteriormente aclaremos nos parecen aburridas e innecesarias. Me atrevería a decir

que Rousseau encontraría en tal concepto o forma de vida la solución a muchas de nuestras

crisis humanitarias, -responsabilidades del Estado- veamos:

Aristóteles explicitó que la alteridad es algo más que la diversidad, pues adquiere un carácter

más allá de lo numérico. Es decir, no se trata de la distinción de un género en distintas especies,

sino de la diferencia aún dentro de su misma especie (Abbagnano, 2007). Estos autores

postularon las bases desde donde se discurrirían las futuras construcciones teóricas a lo largo de

la historia. De allí que en la modernidad, Descartes (1983) de un giro al desarrollo del

metaconstructo alteridad al postular la concepción del hombre basada del pensamiento. Es decir,

el hombre es un ser quien piensa y existe gracias a su autoconciencia. Dentro de este marco

histórico, Kant (citado por Laín, 1961) hace del otro un eje para concepción moral de alteridad.

En otras palabras, remite al sujeto más allá de sí mismo. Finalmente, un autor quien acerca el

término a una comprensión metódica fue Hegel (1966). Este filósofo plantea concebir la

alteridad como parte del proceso de la dialéctica. Puesto en otros términos, el movimiento

dialéctico parte de un sujeto para volver a él. (González Silva, Freddy. (2009) Alteridad y su

itinerario desde las perspectivas multidisciplinares)

¿Cómo cambiaría el mundo si tan sólo pensáramos en el otro? Esta idea viene en escala, desde el

niño que le quita su refrigerio al otro hasta el alcalde que roba dinero público. Es así como pasan y

pasan los días y solo hay en enfoque en nosotros mismos, deberíamos crear nuestro propio contrato
en el que exista una equidad y un respeto entre todos. No es utopía, es el sueño de un mundo mejor

en el que se haga un ejercicio libre y autónomo de la política.

El yo en cuanto yo se topa con su vaciedad o falta de contenido cuando está de cara frente al

otro. Esta simple aseveración conduce a indagar grandes realidades. Dentro de este marco,

Levinas (2000: 57) presenta la alteridad como una concepción necesaria. Es el retorno mismo, la

ansiedad del yo por el sí mismo, forma originaria de la identificación que hemos llamado

egoísmo. Es asimilación del mundo en vista de la coincidencia consigo mismo o la felicidad. De

allí que la humanidad es la correlación constante entre “yo – es” que manifiesta a través de lo

expresado externamente. Dentro de este orden de ideas, la alteridad dota al ser humano de

identidad, en otros términos, cuanto procede de fuera produce el yo. Ésta es explicación de la

radical heteronomía (voluntad determinada por el otro) aludida por Levinas (1999). Así, pues,

las guerras y la violencia son fruto de las dañadas relaciones entre humanos. Una alteridad

alterada e inexplorada, aún delata la insuficiencia de su énfasis en la ausencia de paz. Por lo

demás, la tolerancia en la contemporaneidad es entendida como parte de la alteridad. (González

Silva, Freddy. (2009) Alteridad y su itinerario desde las perspectivas

multidisciplinares.)

Referencia Bibliográfica.

- Salazar, L (1995) Raíces político-institucionales del autoritarismo, México,

Universidad Nacional Autónoma de México.

- Hobbes, T. (2015) Leviatán, Madrid, Editorial Gredos.


- Rousseau, J, J. (1995) Discurso sobre el origen y los fundamentos de la

desigualdad entre los hombres, Tecnos, Madrid.

- Rousseau, J, J (1993) El Contrato Social, Barcelona, Altaza.

- Rousseau, J, J (1984). Emilio o de la educación, México , Editores Mexicanos

Unidos

- Rousseau, J, J (1983) Las Confesiones, Madrid, Austral.

- González Silva, Freddy. (2009) Alteridad y su itinerario desde las perspectivas

multidisciplinares. Universidad de Costa Rica. Recuperado de:

https://www.redalyc.org/pdf/729/72912559009.pdf ,

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