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Bertha von Suttner, la primera

pacifista reconocida con un Nobel


La vida de Bertha von Suttner se puede resumir en dos etapas: la primera
estuvo protagonizada por una educación casi militar en la que nada se
podía cuestionar y la segunda por la negación de todo lo anterior y por un
pacifismo totalmente militante.

Bertha, que nació en pleno Imperio Austrohúngaro, era condesa desde el


minuto uno, al ser hija póstuma del conde Franz Kinsky von Wchinitz und
Tettau, y nieta, por el lado materno, de un capitán de caballería. Fue
criada y educada por un tutor que era miembro de la corte austriaca, así
que dispuso de una infancia cómoda y entretenida por los viajes y actos
sociales, que compaginó con el aprendizaje de idiomas y de música.

Sin embargo, esa infancia acomodada y feliz se terminó cuando su


madre dilapidó la fortuna familiar y Bertha empezó una nueva etapa
como institutriz en la casa de un barón. Allí vivió penurias económicas, se
casó en secreto, viajó al Cáucaso, se convirtió en escritora y, sobre todo,
en una firme defensora de la paz y una activista del desarme y la
cooperación internacional para el desarrollo humano.

Durante una breve estancia en París trabajó para Alfred Nobel, con quien
estableció una profunda relación de amistad que duraría años y al que
propuso crear uno de los premios que llevan su nombre en favor de la
paz a través de su obra literaria más famosa, ¡Adiós a las armas!. La
primera mujer en iniciar la tradición de los Premios Nobel de la Paz, y la
segunda en recibir uno después de Marie Curie fue precisamente Bertha
von Suttner, que nació como condesa por su padre y murió como
baronesa por su marido.

Bertha Felicitas Sophie era su verdadero nombre y nació el 9 de junio de


1843 en Praga, que entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro.
Desde su nacimiento vivió rodeada del lujo de la corte y recibió exquisita
educación por parte de un tutor personal, con el que aprendió alemán,
francés, italiano e inglés. Además, estudió piano, ya una de las grandes
aspiraciones familiares era que hiciera carrera en la ópera.

Cuando su madre dilapidó la fortuna familiar debido a su afición por el


juego, Bertha tenía 30 años y no le quedó otra opción que buscarse la
vida fuera del círculo familiar. Consiguió un puesto en Viena como
institutriz y maestra de las cuatro hijas pequeñas de la casa del barón
Karl von Suttner. El trabajo solo le duró tres años, tiempo más que
suficiente para que se enamorara del hermano mayor de las chicas, el
conde Arthur Gundaccar von Suttner. Pero el problema fue que el barón
se opuso a la relación porque Bertha era siete años mayor que Arthur y
porque a pesar de pertenecer a la aristocracia, poco podía aportar a
aquel matrimonio aparte de su título.

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