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Alumno: Leandro González González

6. Danos hoy nuestro pan de cada día


La utopía bíblica: pan y compartir

Una utopía se distingue por ofrecer un futuro lleno de felicidad, donde todo coexista en un sano
equilibrio entre los miembros de una sociedad. Al respecto, los libros sagrados del judaísmo
representan un gran depósito de la utopía humana.

La utopía consiste en negar la negación del presente, pero no al modo pesimista, estableciendo
una superación mediante la imagen de un mundo real y verdadero. Existen dos tipos de utopía, la
moderna y la bíblica. Aunque ambas tienen el mismo fin, se distinguen en su manera de proceder. El
primero depende del espacio temporal y se proyecta al futuro. El segundo depende del cumplimiento
de la voluntad de Dios (alianza) y se coloca en el pasado. Para el judío la promesa de la felicidad, no
viene del futuro, sino, que ya ha venido, está en los orígenes.

Ya en los tiempos de Jesús, la utopía podía ser pensada solamente en términos de curaciones.
Se trata ahora de un hombre (Jesús) que cura los cuerpos enfermos, devolviéndoles la salud. Es utopía
porque se trasciende un simple dato. Pues, el que ha sido curado vive “agradecido” y experimenta el
acontecimiento de su sanación como un regalo. Al que ha sido curado se le devuelve la dignidad de
su vida física y moral. También la utopía es pesada en términos de la creación.

La petición del “pan de cada día” tiene diversas proyecciones. De un modo, expresa la pobreza
y finitud del hombre, se trata de un ser necesitado que para poder alcanzar la plenitud necesita de los
demás. No puede alcanzar el pan por sí solo, sino recibiendo lo que se le da y a la vez volviéndolo a
dar. Es la dinámica de la comunidad. En una dimensión de relación con Dios, “el pan de cada día”
consiste en reconocer y agradecer lo que se nos da en lo ordinario, que no es ni demasiado, ni poco.
Es una cantidad justa que satisface la necesidad de todos.

También la Sagrada Escritura representa al mundo utópico como camino de la cruz, y el mismo
Jesús nos lo enseña. Se trata además de la propia negación al poder, de formarse en un corazón
dispuesto a cargar con los errores y los males sin ser presa de la violencia como reacción, ni hundirse
en el fango de la depresión. Es más bien una carga o sufrimiento creador, generador vida.
Finalmente se puede decir que el pan, el hombre bueno y la cruz son tres aspectos diferentes
pero relacionados mutuamente con la utopía bíblica, la utopía de los cuerpos y el pan compartido,
todos dirigidos a la responsabilidad por el otro.

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