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Hablar de oligarquía para caracterizar el poder dominante de la sociedad peruana, es algo común durante
el siglo pasado. Este concepto ha sido utilizado tanto por políticos, periodistas, como por estudiosos y
científicos sociales de nuestro tiempo. Sin embargo el término “oligarquía” es impreciso e insuficiente, no
se lo puede entender al margen de un análisis del estado y del desarrollo capitalista en sociedades
dependientes, como la nuestra.
Se entiende a la dependencia como el factor condicionante, que encuadra y fija límites al desarrollo de las
economías subordinadas. De esta forma las clases dominantes de estas sociedades cumplen un rol
intermediario, indispensable para la burguesía imperialista: ésta no puede actuar sola ni directamente,
necesita aliados que compartan sus intereses, sin los cuales no es posible su control del Estado, de la
economía y de las mayorías nacionales.
En el Perú, el poder de las clases dominantes se basaba en una estructura productiva diversificada, que
tenía como polo hegemónico la producción para la exportación, implementada a partir de relaciones
capitalistas de producción (minería, azúcar, algodón, pesca, etc.), pero que se complementaba con la
presencia del latifundio precapitalista y del poder regional de los gamonales, principalmente ubicados en
la sierra, que controlaba a la mayoría campesina. En el transcurso del siglo XX, ha ido adquiriendo
progresiva importancia el sector urbano – industrial de la economía.
Esta diversificación en la estructura económica, hace que la composición del poder en la sociedad peruana
sea compleja desde su origen, por tanto se debe analizar cuidadosamente. Las clases dominantes en el Perú,
han sido tradicionalmente conocidas como “la oligarquía”. Pero antes de conceptuar este término se debe
introducir precisiones que nos lleven necesariamente al estudio del Estado y conceptos como el de “bloque
en el poder” y el de “hegemonía” que nos permitirán apreciar mejor los hechos, alianzas y pugnas al interior
de las clases dominantes.
Al analizar el Estado, en relación con las clases, se observa que las clases que lo define y controla no es un
bloque monolítico, ni lo es lo que conocemos como oligarquía del Perú. En el tipo de Estado capitalista se
comprueba una relación específica entre las clases o fracciones de clase a cuyos intereses políticos responde
el Estado. Tanto por el juego que permiten las instituciones del estado, como por la pluralidad de clases
dominantes en una formación social, donde coexisten varios modos de producción y aún en la misma
composición de la clase burguesa (industrial, comercial y financiera), está presente esta composición a la
vez plural y contradictoria, pero siempre con un terreno común en el interés por mantener un Estado que
impone un tipo de dominación que les interesa en conjunto.
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El concepto de bloque en el poder nos indica esa unidad contradictoria de las clases o fracciones de clase
dominantes, en una relación con una forma particular del Estado capitalista. En esta unidad contradictoria
y compleja se da la hegemonía de una clase o fracción de clase.
La lucha política busca esa hegemonía y se da dentro del marco global de la lucha de clases, a partir de la
existencia de intereses antagónicos en la sociedad y de intereses contradictorios dentro del bloque en el
poder. El desarrollo de las contradicciones dentro de este bloque se vincula con procesos estructurales más
amplios: evolución del sistema capitalista mundial, desarrollo de las fuerzas productivas y el impacto de las
luchas populares. La hegemonía supone la capacidad de una clase o fracción para imponer sus intereses
como propios de todo el bloque en el poder, arrastrando tras su política y su ideología a otros grupos.
Hechas estas precisiones, el concepto de oligarquía es útil para describir importantes rasgos de esas clases.
La oligarquía hace referencia al carácter cerrado de su composición, a la fuerte integración habida entre los
distintos planos del poder, a los rasgos aristocratizantes de su forma de dominación y a un conjunto de
relaciones y características sociales, económicas y políticas que configuran un capitalismo retardado con
fuertes rasgos pre – burgueses en su forma de dominación.
Hasta el siglo XX, todo el bloque en el poder tuvo esta característica. A partir de entonces aparecen grupos
industriales que participan en el poder, de manera subordinada, que no pueden ser caracterizados como
oligarquía. De esta forma, lo oligárquico hará referencia ya no a todo el bloque en el poder sino a una parte
del mismo. La hegemonía de la oligarquía dentro del bloque en el poder, hará sin embargo que el Estado
responda particularmente a sus intereses. Esto hace que califiquemos de Estado Oligárquico a la forma de
Estado que existe hasta la ruptura de esta hegemonía.
Se origina en el período colonial y tiene presencia en la escena política hasta 1968. Su base material es el
latifundio, ubicado principalmente en la sierra, el que lo trabaja utilizando relaciones precapitalistas de
producción. El gamonal es un señor feudal que controla el poder político regional en todas sus instancias.
El rol hegemónico de esta fracción se dio durante los primeros 20 años de República. La aparición del guano
y la generación de la fracción financiera primero y agroexportadora después, han de marginar gradualmente
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al gamonal de esa hegemonía en el bloque del poder, conservando un poder polítcio regional inalterado
hasta la reforma agraria de 1969; ya que siempre tuvieron autonomía y decisión para nombrar las
autoridades locales, es así como el gamonal hace crecer su autoridad sobre la región y fue efectivamente el
“dueño de vidas y haciendas”.
El gamonal participó del poder del estado, evitándole a éste controlar un territorio complejo e
incomunicado. Pero la forma de dominación que impone será cada vez más difícil de mantener y el
movimiento campesino hará que ya en el década de 1950, necesita de policía y ejército para enfrentar
invasiones y guerrillas. En el parlamento encontrará a la vez su canal principal de expresión y su último
recurso dentro de la escena política.
Esta fracción no logró nunca articulación significativa con el capital extranjero. Productora para el consumo
interno, no modernizó su explotación agrícola ni reinvirtió significativamente en ella, procurando
diversificar su inversión en otros sectores.
BURGUESIA FINANCIERA:
Con el auge del guano, a partir de 1840, y particularmente utilizando la llamada “consolidación de la deuda
interna”, implementada por el gobierno de Echenique, se consolida esta fracción comercial – financiera que
tiene su máxima expresión política en el civilismo, el primer partido político significativo de la historia
peruana.
Su base material es difusa. Se construye a partir del negocio de las consignaciones guaneras y se diversifica
en la formación de los primeros bancos, en la década de 1860. Incursiona luego en el comercio interno y
externo y en el siglo XX se diversifica hacia la industria, pero manteniendo siempre en la banca privada su
centro de poder. El llamado imperio Prado, a partir del Banco Popular, es quizás el grupo más conocido y
con poder económico y político significativo en este siglo. Esta fracción cumple un rol de “bisagra” en la
clase dominante, articulando a nivel económico y político los intereses de las otras fracciones. En el siglo
XIX lo hace a través del crédito hipotecario que permite la formación de la burguesía agroexportadora, al
financiar la modernización y concentración de tierras. En el siglo XX se diversifica hacia el sector industrial,
aunque con menos éxito que en el caso anterior.
Su hegemonía comienza a reducirse después de la Guerra con Chile al crecer el poder de los
agroexportadores, quienes establecen vínculos directos con el capital extranjero.
BURGUESIA AGROEXPORTADORA:
El guano fue un recurso que permitió modernizar la tecnología y organización de los fundos del norte, es así
como se construyeron los enormes complejos agroindustriales azucareros así como las haciendas
algodoneras. En efecto, desde fines del siglo XIX, la modernización del latifundio costeño y la demanda
internacional producen un nuevo campo de producción de exportación: azúcar y algodón; formándose la
burguesía agroexportadora, los llamados “barones del azúcar”, que desde el siglo XIX adquieren hegemonía
dentro del bloque en el poder, hasta la década de 1960 ininterrumpidamente.
Los agroexportadores establecen una vinculación directa con el capital extranjero, sin participación
intermediaria del Estado. En el devenir del siglo XX aumenta la participación extranjera en los complejos
agroindustriales, diversificando su producción con industrias que procesan sus derivados, como: producción
de papel y cartonería o de licores.
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El poder de los agroexportadores aparece omnímodo hasta la década de 1930, en que es cuestionado por
las fuerzas del APRA, que tienen su base en el proletariado agrícola del norte y los sectores medios
desplazados. Logra unificar a la oligarquía y aislar al APRA, enfrentándola al ejército. Mantiene así su
hegemonía volviendo a ser cuestionada a partir de la década de 1950.
La política económica del Estado oligárquico (1895 – 1956) se diseña y ajusta en función de sus intereses,
imponiendo, sin problemas, sus términos a las otras fracciones de la oligarquía. Las fricciones con los
sectores modernos parten de su impermeabilidad al cambio y de su contradicción de intereses en lo que a
su política de promoción industrial se refiere.
La llamada oligarquía tiene estas tres fracciones en el siglo XX, manteniendo el poder bajo la hegemonía de
los agroexportadores; pero a partir de la década de 1950 se empieza a formar un sector moderno no
oligárquico que pugnará con la oligarquía para alcanzar la hegemonía necesaria para su desarrollo como
clase.
A partir de la década de 1950, van a suceder tres procesos articulados e interdependientes que tienen
efectos en la escena política con el surgimiento de nuevas fuerzas sociales. Estos procesos son:
A. MODERNIZACION ECONOMICA:
Este proceso de modernización económica se acentúa por la importancia que desde 1940 van
adquiriendo la industria manufacturera, la construcción, las industrias derivadas de los complejos
azucareros y de los enclaves mineros. Esto junto con el crecimiento del comercio y servicios
significó la presencia de un sector moderno cuyos intereses son contrapuestos a los de la
oligarquía.
La industria manufacturera crece en textiles, alimentos, bebidas, en industrias derivadas del azúcar
y de la minería. La construcción se dinamiza con las obras públicas del gobierno de Odría, lo que
incentivó la industria del comercio. El sector exportador se diversificó con la producción de hierro,
cobre, pero principalmente con la aparición de un nuevo producto de gran demanda en el mercado
mundial: la harina y aceite de pescado, cuya producción y procesamiento en parte estuvo en manos
de empresarios nacionales.
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vida expulsan población excedente, la migración se produce por etapas tanto en las grandes
ciudades del interior del país como en Lima. Se forman las barriadas marginales, a partir de
invasiones que ocupan las zonas que rondan las grandes ciudades.
Lima pasa de una población de 533,645 habitantes en 1940, a una población de 2 245,067
habitantes en 1971. Otras ciudades del interior tienen también importante crecimiento. Hay casos
realmente explosivos como Chimbote, que de ser una caleta de pescadores que en 1940 tenía una
población de 9,723 habitantes, pasa a ser una ciudad de 167,234 habitantes en 1971, por efecto
del auge de la pesca.
La presencia de las barriadas hace pensar mucho a la oligarquía y principalmente a los sectores
medios. Pueden ver con sus propios ojos una miseria que contrasta con el lujo limeño tradicional
y que los amenaza por más acciones asistenciales que organicen. Para los sectores modernos serán
sin embargo mercados potenciales de servicios. Surgen múltiples proyectos de promoción y
desarrollo comunal.
Esta población presionará al Estado reclamando servicios de educación, salud, agua y desague, luz,
etc. Desde el gobierno de Odría se procurará con estos servicios captar sus simpatías y votos. Pero
el problema de empleo quedará latente e irresuelto. El comercio de ambulantes, el empleo
doméstico y otras formas de subempleo podrán apreciarse como ocupaciones refugio de esta
población.