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001 R Acosta La Pastoral Familiar
001 R Acosta La Pastoral Familiar
MÁLAGA
2 a 8 d e a gos t o de 20 09
PR O F E SO R E S
ÍNDICE
I. LA TEOLOGÍA PASTORAL:
SUSTENTACIÓN TEOLÓGICA DE LA PASTORAL FAMILIAR
1. EL TÉRMINO “PASTORAL”
¿Qué añade el término “pastoral” a la teología como “ciencia del conocimiento de Dios”? Esta
expresión adquiere especial relevancia a partir del Vaticano II, llamado el “concilio pastoral”.
Sus detractores la han querido identificar con algo superficial, como opuesto a lo doctrinal “más
serio” o “de más peso” en la vida de la Iglesia.
Estaríamos así ante el peligro de una bipolaridad originada por la tensión entre la naturaleza
eterna de la verdad revelada y el carácter histórico y contingente del anuncio evangélico, de sus
mensajeros y sus destinatarios. No debemos caer en el juego de esta posible “dualismo”.
Ambas dimensiones, la doctrinal y la pastoral se necesitan y se complementan ya que ambas
tratan de lo mismo: “aprehender la única realidad del misterio de Dios en el doble registro de
su trascendencia y de su inmanencia histórica”1.
Ambas realidades no se contraponen, sino que más bien son como anverso y reverso de una
misma moneda. Lo pastoral en la Iglesia no es mero “accidente temporal”, sino que es parte de
su esencia. Hablamos por eso de la realidad pastoral-sacramental de la Iglesia.
2. LA REALIDAD PASTORAL-SACRAMENTAL
Existe un nivel específico del ser en la Iglesia que es pastoral. Ahora bien, éste no se reduce a la
descripción del arte con el que los pastores de la Iglesia guían a su rebaño, ni es la simple suma
de las acciones que ellos ejecutan y que deben ser simplemente aceptadas por los laicos (error en
el que podríamos incurrir al situar lo pastoral en el marco teológico).
Para comprender mejor esta realidad asumimos el punto de vista defendido por D. Bourgeois
cuando afirma que es necesario pensar la esencia de la teología pastoral a partir de la
sacramentalidad de la Iglesia, que “no es otra cosa que el conjunto de instancias de
significación en las cuales y por las cuales se realiza esta comunión entre Dios y su pueblo” 2.
De este modo, la tarea de la teología pastoral consiste en estudiar el ser de la Iglesia en cuanto
ésta es realidad significante, en cuanto significa comunión, y dar cuenta de la naturaleza de la
Iglesia como sacramento que significa el encuentro real entre Dios y el hombre. No podemos
caer en el error de interpretar la distinción entre “pastores y rebaño” sólo como funcional y no
sacramental, pues de lo contrario, el objeto de la ciencia pastoral, cuyo centro es la fidelidad a
una misión, se reduciría a una diversidad de funciones y de obligaciones.
La ciencia de la teología pastoral nos debe proporcionar los principios de síntesis que nos
conduzca a ese punto de encuentro entre el plan de Dios para el matrimonio y la familia, y el
modo de cómo concretarlo en la vida diaria.
Esta labor pastoral abarca necesariamente la atención a la familia ya que “la Iglesia considera
que servir a la familia constituye una de sus tareas esenciales”3. Este servicio se articula
específicamente a través de la pastoral familiar como un servicio “desde la vida para la vida en
abundancia”. Debe abarcar, entonces, todos los ámbitos y todas las etapas del desarrollo de la
vida familiar. Sobre esta labor específica de la pastoral versará, principalmente, el desarrollo de
estas clases.
¿Se ha abordado de igual modo el papel del matrimonio y la familia en la pastoral de la Iglesia a
lo largo de la historia? A continuación comprobaremos que no. En gran medida, la comprensión
de la pastoral matrimonial depende de la misma precomprensión que de la Iglesia se tenga. Y
esto es algo que ha variado con los años, teniendo su repercusión en los diferentes modelos
pastorales. Hemos de verlos con sus aportaciones y sus deficiencias y poder analizar el modo
como se conformaba una cierta idiosincrasia a partir de ellos4.
4 Cf. J. J. PÉREZ-SOBA, “Familia, iglesia doméstica; Iglesia, gran familia”, en El corazón de la familia, Publicaciones Facultad de Teología San
Dámaso. Presencia y Diálogo (10), Madrid 2006, 305-318
5 Tras el Concilio de Trento hasta el s. XIX la gran lucha pastoral que se emprende es la desaparición de los “matrimonios secretos” que se
6 Esta nueva concepción de la pastoral queda bien reflejada en el famoso Handbuch der Pastoral Theologie (1964), con la colaboración
sobresaliente de Karl Rahner.
7 Cf. J. RATZINGER, El nuevo Pueblo de Dios. Esquemas para una eclesiología, Herder, Barcelona 1972
8 Es el argumento puesto de relieve a menudo por: B. HÄRING, Fede,Storia, Morale, Borla, Roma 1989
9 Cf. FC, 34. Véase el libro de L. MELINA, Moral: entre la crisis y la renovación, EIUNSA, Barcelona 1989, 105-136
10 El capítulo 5 de la Lumen gentium.
11 Cf. GS, 48
Con todo ello, la preciosa indicación de la Lumen Gentium (n. 11) de la familia como “iglesia
doméstica” quedó, si no negada en la práctica, al menos ignorada. La familia quedaba olvidada
en las estructuras de evangelización y en la renovación de la predicación y la catequesis. En
realidad, la familia no era considerada como un núcleo de evangelización; no entraba en la
concepción de la nueva pastoral. Sólo podía ser un objeto de evangelización en cuanto se hacía
referencia a los problemas que la cultura y la sociedad actual hacían surgir en ella. Se había
dejado de verla como un auténtico plan de Dios.
La posible solución no viene, a nuestro parecer, del adecuado tratamiento de los problemas
actuales del matrimonio, sino de la misma vida del matrimonio como fundamento de la pastoral.
Por ello, estamos viviendo un resurgir de la pastoral familiar en nuestros ambientes eclesiales,
con un mayor espaldarazo tras los últimos Encuentros Mundiales de la Familia de Benedicto
XVI. Esta nueva pastoral familiar será analizada en el punto conclusivo de este capítulo,
partiendo de la comprensión de la Iglesia como “misterio de comunión”, en el que se recogen
los frutos de toda la exposición precedente. Es el momento de presentar cuál es y dónde radica la
esencia de la pastoral familiar.
Juan Pablo II, ya en los comienzos de su pontificado, en el discurso inaugural de Puebla nos
animaba a esta tarea: “Haced todos los esfuerzos para que haya una pastoral familiar. Atended a
campo tan prioritario con la certeza de que la evangelización en el futuro depende en gran parte
de la iglesia doméstica”. Del mismo modo, podemos destacar los textos que hacen referencia al
Año de la Familia (1994): “La familia debe ocupar el centro de los planes pastorales diocesanos
y nacionales” , una afirmación que ha dado lugar a malentendidos y suspicacias, ya que puede
mal interpretarse como si la pastoral familiar debiera absorber todas las demás pastorales, ya que
todas repercuten necesariamente en la familia. También hay quienes piensan que la pastoral
familiar es superflua porque la entienden como la suma de las pastorales sectoriales ya existentes.
Se hace necesario, por tanto, comenzar por una clara definición de lo que debe ser la pastoral
familiar12.
12 R. ACOSTA, La luz que guía toda la vida. La vocación al amor, hilo conductor de la pastoral familiar, Edice, Madrid 2007, 37-42
13 FSVMT, 226
14 También se usa el término “pastoral” para referirse a los equipos y estructuras en los que se apoya esta labor; a estos últimos nos
Mt, 28, 19-20). La evangelización se realiza bajo la orientación de los pastores, que actúan
con la ayuda de sus representantes y con la colaboración de los laicos, en este caso particular,
preferentemente, de familias evangelizadas, que deben asumir un especial protagonismo. Por lo
tanto, quien quiera participar en la labor pastoral de la Iglesia:
1) Debe actuar como miembro de la Iglesia y no a título personal.
2) Debe actuar en comunión con los pastores sucesores de los apóstoles.
3) Debe seguir las indicaciones doctrinales y pastorales del Magisterio.
4) Debe orientar su acción a la vida, buscando su conversión al Evangelio.
1. Real
No se ha de confundir el realismo con la sociología del matrimonio y la familia, sino que supone una
comprensión real del plan de Dios sobre la familia y que se realiza en las condiciones concretas de
la vida. Por eso, la pastoral familiar no se corresponde con una idea preconcebida de la familia, sino
que sirve para vitalizar los gérmenes de vida que hay en ellos18.
Tenemos que ser capaces de transmitirles que el modo en que vayan a construir una familia es
guiado internamente desde la comunión de personas y por medio de acciones que les lleven a tal
comunión. Con ello se evita entrar en lo que se han denominado “modelos familiares” y la, a veces
penosa, determinación de las características sociológicas a las que debe responder el matrimonio y la
familia en las circunstancias actuales. Hoy se habla “modelos familiares” mediante la afirmación de
la exigencia social de un pluralismo de concepciones. En realidad se plantea la subsistencia de la
familia sin creer en ella y, por ello, bajo la condición de que se vacíe de contenido. Esta referencia a
un pluralismo es un artificio dialéctico, en el que confluye el “politeísmo ético” y la manipulación del
lenguaje.19
A esto se añade algo que ocurre entre los propios cristianos, la separación entre la fe y la vida20.
Esto es debido a que en general el contenido del matrimonio se ha visto como algo humano sin una
referencia directa con la fe, que el hecho sacramental del matrimonio es como algo “añadido” para
santificarlo y no como una realidad santa por sí misma. La aceptación de esta separación conduce a
plantear una pastoral de “adaptación” a una idiosincrasia secular para luego añadir el “plus” de la fe.
Es un modo inadecuado de pastoral porque el anuncio cristiano tiene que ser propuesto sin miedo,
sólo desde la fe se ofrece una comprensión completa del matrimonio y la familia, de otro modo se
pierde su categoría de misterio que es parte integrante de su realidad. Igualmente una fe humana es
necesaria para acercarse a la realidad del matrimonio y la familia, porque sólo si se tiene fe en el
amor es posible emprender la aventura real de la entrega en la que consiste el matrimonio.
2. Existencial
No es sectorial. No debe reducirse a unos momentos privilegiados si quiere responder a la
dimensión propia de este plan de Dios. No puede dirigirse hacia un grupo específico de fieles en un
tiempo especial (CPM). Ha sido muy tentador caer en reducir pastoralmente la familia al matrimonio,
pues es fácil saber cuando se inicia y el tratamiento de sus problemas específicos.
Exige un cambio de coordenadas, tanto de concepción como de estructuras, que es imposible sin
una idea nueva de toda la acción pastoral.21 Requiere una nueva comprensión de la Iglesia en su
manifestarse viva y vivificante en el mundo.
Exige una coordinación de las distintas acciones pastorales desde una instancia que tenga presente
el plan de Dios y quiera fomentarlo en donde surge la vida. Es superar la figura del pastoralista que
organiza una serie de actividades con grupos, para pasar a la comprensión de las ayudas necesarias a
lo largo de los distintos momentos por los que pasa una familia. Consiste en cuidar los elementos
Madrid 2001
20 Cf. GS, 43; VS, 88; FSV, 14
21 Debe ser una convicción fundamental que “el trabajo pastoral con la familia no es un modo alguno una “pastoral sectorial”, sino una
familiares que están presentes en todos los sectores pastorales para que la familia llegue a ser
consciente de su propia identidad cristiana y su misión.
Por todo ello, la pastoral familiar no es una mera opción pastoral que hay que poner entre otras,
es una realidad que califica a la pastoral en cuanto tal. La situación marginal de la pastoral
familiar, en muchos casos, no es sino una consecuencia casi necesaria de haber partido de ser
una pastoral sectorial.
3. Integral
Debe abarcar todos los momentos del desarrollo familiar y desde una perspectiva familiar, es
decir, no para otros fines sino el de la madurez de la persona y el cumplimiento de su vocación. Sólo
la familia es la institución está siempre presente en toda la vida humana.
Acompaña al proceso mismo de la familia y de la formación del sujeto cristiano en la búsqueda de la
respuesta a su propia vocación. Esta vocación nunca va a ser algo externo a su amor humano, sino
que es este mismo amor el que revela al hombre la grandiosidad de su vocación. Por ello, ha de tratar
de hacer de los cristianos hombres de comunión, no consiste en realizar una multitud de actividades.
Saber construir una familia, que es al fin y al cabo el fin de toda pastoral familiar, exige saber
entregar la vida como un todo en el matrimonio y no reducirlo en una serie de funciones o un pacto
de buscar un proyecto común. La integralidad del don de sí es esencial para la realidad del mismo
matrimonio.
Todo esto es decisivo para la transmisión de la fe. Sólo en este ámbito, los contenidos de la fe se
engarzan en las experiencias fundamentales que están unidas a la vida. De este modo, la unión de fe
y vida encuentra en la familia su lugar primero.
4. Progresiva
Es la consecuencia de todas las características anteriores. Si la pastoral debe seguir los diversos
momentos del desarrollo del hombre y de la familia, no puede centrarse sólo en unos momentos
determinados y ha de considerar siempre la vida de las familias como la respuesta a una vocación
personal, es necesario que se adapte a las etapas distintas en las que se configura una familia22.
Está atenta a los pasos decisivos para la vida y la ayuda desde dentro.
Este acompañamiento significa, al mismo tiempo, observar el crecimiento de cada persona en cada
una de sus etapas, es la denominada ley de la gradualidad23. No podemos confundirla con la
“gradualidad de la ley”. Todos los esposos, según el plan de Dios, están llamados a la santidad en el
matrimonio, y esto no podemos cambiarlo según sea la persona o la situación.
Es progresiva también en intensidad, no puede ser nunca una pastoral de mínimos, de búsqueda de
los simples requisitos para recibir un sacramento y para una convivencia sana, sino de auténtica
“santidad”. Sólo en esta perspectiva los matrimonios y las familias son conscientes de su propia
identidad y misión.
5. Transversal y vertebradora
La pastoral familiar debe ser una pastoral “vertebradora”24: no debe ser considerada como un
ámbito o sector más o menos importante de la actividad pastoral, sino más bien como una dimensión
irrenunciable de la solicitud pastoral de toda la comunidad eclesial, dado que cualquier acción
pastoral tiene resonancias y posibles implicaciones familiares. En consecuencia, «los planes de
pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral
22 FC, 65: “La acción pastoral de la Iglesia debe ser progresiva, incluso en el sentido de que debe seguir a la familia, acompañándola paso a
paso en las diversas etapas de su formación y de su desarrollo.”
23 FC, 34
24 DPF, 24; DIÓCESIS DE MÁLAGA, La Preparación al Matrimonio. Los Agentes de Pastoral Familiar. “Un impulso decidido a la Pastoral
de la familia»25. Y cada diócesis, al igual que cada parroquia debe tomar una conciencia más viva de
la gracia y la responsabilidad que recibe del Señor en orden a la promoción de la pastoral familiar, de
modo que al elaborar su proyecto pastoral, no deje de prestar esmerada atención al matrimonio y la
familia.
La misma relación de la pastoral familiar con el resto de la actividad pastoral de la Iglesia la
posiciona como “transversal”. De ello se derivan sus implicaciones y necesidades de coordinación,
que van atravesando a modo de hilo que sostiene las cuentas, con el resto de las labores pastorales.
Esto le confiere su importancia estratégica y, al mismo tiempo, existencial.
A estas características básicas se han de ceñir todas las actividades dirigidas a la pastoral
familiar para que no se conviertan en una superestructura superpuesta a la vida de las familias26.
25 FC, 70
26 DPF, 23
reconstrucción del sujeto cristiano. Por ello, el primer apostolado del laico cristiano, por
encima de cualquier otra actividad, es su propia familia30.
El sujeto de la pastoral familiar es, en primer lugar, el matrimonio
El matrimonio es no sólo el fundamento de la familia, sino el responsable primero de su
desarrollo para que responda al plan de Dios sobre ella. La pastoral, entendida como el
desarrollo de la propia vocación en el interior de la Iglesia, lleva a considerar el matrimonio con
una vocación familiar básica que es la que le confiere el horizonte propio de la pastoral familiar.
La familia deja de ser así una simple realidad de hecho para entenderse como una tarea
vocacional y de sentido. La pastoral no consiste sólo en recordar un plan de Dios sobre la
familia, sino el fomentarlo en cada familia enseñándoles que esa es su responsabilidad
fundamental ante Dios. La familia no es algo exterior a lo que haya que adaptar la propia vida,
sino la verdad de la vida que hay que llevar a plenitud. No consiste sólo en un orden, sino en el
hacerse de las personas en la vida familiar.
El modo de ser “sujeto familiar” el matrimonio
La vitalidad de la misma Iglesia está en gran medida vinculada a la vida auténticamente cristiana
de los matrimonios. De ningún modo se les puede considerar una parte poco significativa de la
vida eclesial. El matrimonio como vocación eclesial es todavía una realidad no suficientemente
valorada en nuestras comunidades y no pasa muchas veces de ser una afirmación nominal. La
pastoral familiar debe comenzar por la revitalización de esta conciencia eclesial de los
matrimonios cristianos, para que sean, no sólo miembros activos de propio derecho dentro de la
Iglesia, sino también con una misión específica de la que son los responsables y para la que han
de contar con la ayuda y los medios necesarios para llevarla a plenitud31.
El considerar el matrimonio y la familia como “sujeto social” indica la realidad fundamental de
ser los lugares privilegiados de “personalización” con una importancia decisiva en la
maduración de las personas como sujetos responsables. Por este motivo se pude hablar con
propiedad de que el hombre es un “sujeto familiar” en la medida en que la relación familiar es
constitutiva de sí, esto es, la relación paterno filial, el hecho de haber recibido la vida de otro
forma parte de su mismo ser. Además, el matrimonio y la familia son “sujetos” en la medida en
que son principio de actuaciones. Existen acciones específicamente matrimoniales y familiares,
con ello nos referimos a aquéllas que tienen como finalidad la construcción de la familia.
Al tener el matrimonio la responsabilidad primera en la construcción de la familia se les ha de
considerar a ellos como los “sujetos primeros” de la pastoral familiar. Con ello, no se ignora las
carencias que puedan ofrecer en esta tarea, simplemente se destaca a quién hay que incidir para
que la respuesta a Dios que llama esté ordenada.
30 Cf. ChL, 40
31 DPF, 56
32 K. WOJTYLA, El don del amor. Escritos sobre la familia, Palabra, Madrid 2000, 271-299
33 Cf. FC, 71
vocación bautismal que han recibido, y se conforma con la vocación matrimonial y familiar que
contiene una verdad originaria de la que son sujetos y agentes.
De ello se deriva que la familia ponga al servicio de otras familias su propia experiencia
humana, así como los dones de la fe y de la gracia. Los mismos esposos se convierten en guía de
otros esposos, dando así testimonio propio y cotidiano de cómo viven su vocación. Esta ayuda,
que pasa de familia a familia, se muestra hoy especialmente necesaria para poder regenerar las
relaciones familiares, en ocasiones tan debilitadas34. A esta tarea del apostolado están llamadas
todas las familias, contribuyendo con ello a la llamada “autorrealización de la Iglesia”35.
Hemos visto en los apartados anteriores que lo importante no está en las acciones sino en las
personas, en la misma vida de las familias para, así, poder iluminar a más familias. Veamos a
continuación cómo se ha ido desbrozando lo que, durante siglos, ha sido motivo de pugnas
académicas y de distintos enfoques que han dificultado enormemente el entender la perspectiva
vocacional en los diseños pastorales.
38 DPF, 65
39 VS, 88. No hace sino recoger una de las preocupaciones del Concilio: GS, 43: “La ruptura entre la fe que profesan y la vida ordinaria de
muchos debe ser contada como uno de los más graves errores de nuestro tiempo.
40 Cf. RMi, 61
41 Cf. S. PINCKAERS, “Las fuentes de la moral cristiana”, EUNSA, Pamplona 2000, 332-334; J. J. PÉREZ-SOBA, “Sentimientos y vida moral”, en J.
CHOZA (ed.), Sentimientos y comportamiento, Universidad Católica San Antonio, Murcia 2003, 321-345
imprescindibles para seguir el buen camino de la búsqueda que éste emprendió. Precisamente la
gracia y la felicidad quedan unidas por la libertad, por tener su fundamento en la primera y su
finalización en la segunda. Separar la libertad del impulso de búsqueda de la felicidad es dejarla
sin referencia a su principio, sin finalidad intrínseca y separada de una relación intrínseca con la
libertad de Dios42.
Si, desde una nueva pastoral familiar, se pretende manifestar la unidad entre moral y
espiritualidad de forma clara hemos de presentar la verdad última de la persona en el don de sí y
en la acogida del otro. Esta relación interpersonal que va configurando la historia de cada
persona tiene un valor moral en la tensión a la realización de la propia vocación.
42 Cf. H. U. VON BALTHASAR, Teodramática, II: Las personas del drama: el hombre en Dios, Encuentro, Madrid 1992
43 D. BOURGEOIS. La pastoral de la Iglesia. EDICEP, Valencia 2000, 254. “La relación entre teología moral y la teología pastoral sería
comparable a la relación que existe entre las matemáticas como ciencia pura y la física como aplicación al ámbito de los fenómenos: se
trataría de adaptar unas normas morales elaboradas de la manera más precisa posible, en función de datos sociológicos, psicológicos y
culturales. Semejante enfoque de la cuestión parece marcada por un cierto dualismo, que opone las normas morales y los datos culturales
como dos niveles de realidad heterogéneos y la “habilidad” (“savoir-faire”) pastoral estaría ahí para abogar a favor de la misericordia y de las
concesiones necesarias. Semejante actitud se vale también del hecho de que la Buena Nueva depende ella misma de un contexto
sociocultural en el que las normas morales estaban ligadas a la expresión religiosa, y de que, en lo sucesivo, el esfuerzo pastoral consistirá
simplemente en una transposición cultural de estas normas o en una reevaluación de las mismas en función, por ejemplo, de una
universalización o de una secularización de la cultura”
44 Ibíd., 31
45 Ibíd., 253
46 K. WOJTYLA, “Reflexiones pastorales sobre la familia (1975)”. En ID., El don del amor. Escritos sobre la familia. Palabra, Madrid 2000, 271-
299
47 Me remito a R. ACOSTA, “La luz que guía toda una vida, o. c.
48 Recurriendo a un juego de palabras, tendríamos que “diferenciar la nueva pastoral familiar de la ya tradicional de la “BBC”: Bodas,
Bautizos y Comuniones
49 NMI, 43-45
La pastoral familiar se divide según los tiempos propios de la familia en la medida en que se
corresponden con los del desarrollo personal. Todos están de acuerdo en aceptar y proponer la
división de la pastoral familiar que aparece en la Familiaris consortio: Preparación (n. 66),
Celebración (nn. 67-68) y Postmatrimonial (n. 69).50
De este modo se percibe la centralidad del matrimonio en todo el planteamiento familiar. Pero
es importante no perder de vista la relación interna de los tres “tiempos”. Se habla de “tiempos”,
y no sólo de “momentos”, porque se comprenden en su continuidad por su misma dinámica de
crecimiento que tiene también sus propias transformaciones y no sólo unos momentos en los que
se requiera una actuación. Así se puede comprender que no son “momentos de intervención”
como una estrategia de actuación ajena a la vida familiar y proyectada desde fuera, sino sus
propios tiempos de crecimiento que deben ser fortalecidos y ayudados.
Si el hilo conductor de toda pastoral familiar es la vocación al amor, la comprensión interna de
los tiempos de tal pastoral debe centrarse en los puntos clave en los que se manifiesta tal
vocación. Desde esta perspectiva podemos señalar la correlación entre los tres “tiempos” de la
pastoral y los tres elementos de identidad que se destacan en la vocación al amor. Nos referimos
a reconocerse como hijos, para convertirse en esposos y así llegar a ser padres: filiación,
esponsalidad y paternidad.
o “Ser hijos”, en él se vive la recepción del amor originario que nos identifica y constituye
como hombre y por el que encontramos un camino de identificación progresiva en un
ámbito familiar. Aquí se experimenta con fuerza la realidad de un amor fiel como
necesario para la madurez personal y la disposición que engendra de dominio de sí para
una entrega. “La relación de paternidad y filiación es la primera relación indestructible
que el hombre experimenta y que ha de saber integrar en su vida.” 51
o “Ser esposos”. Ese amor ahora quiere ser entregado, con el don de sí, a otra persona.
Será la expresión máxima de libertad.
o “Ser padres”: no se ve como algo meramente electivo del hecho de “ser esposo”, sino
que son dimensiones de una misma vocación.
El eje de la pastoral familiar ya no serán los problemas familiares, sino la ayuda a la respuesta a
la propia vocación. Con ello se evita una consideración meramente funcional de las relaciones
familiares para integrarlas en una visión vocacional fundamental.
50 FSV, 173: “Pero la verdadera pastoral familiar comienza una vez que la familia se ha constituido.”
51 FSV, 76
PLAN DE DIOS....
LA VIDA DE LAS FAMILIAS..... (desarrollo personal...)
El Concilio Vaticano II ya nos había alertado sobre la necesidad de dedicar una especial
atención pastoral a la formación para la vida familiar: "Hay que formar a los jóvenes a tiempo y
convenientemente, sobre la dignidad, función y ejercicios del amor conyugal, y esto
preferiblemente en el seno de la misma familia. Así, educados en el culto de la castidad, la
podrán pasar a la edad conveniente, de un honesto noviazgo al matrimonio"52. Y al enumerar
algunas de las tareas más importantes del apostolado familiar el Concilio señalaba la de "...
ayudar a los novios a prepararse mejor en el matrimonio"53.
La primera pregunta que se nos plantea hoy es: quien contrae matrimonio, ¿está realmente
preparado? La cuestión de la preparación al sacramento del matrimonio54 y a la vida
subsiguiente emerge como gran necesidad pastoral sobre todo para el bien de los esposos, la
comunidad cristiana y la sociedad55. Nos recuerda el nuevo Directorio de Pastoral Familiar de la
Iglesia de España (DPF) que, incluso en personas que viven en el ámbito eclesial, se observa una
preparación para el matrimonio inadecuada.
Es un grave error, y por desgracia bastante frecuente, reducir esta preparación a los cursillos
prematrimoniales, lo cual trae como consecuencia una sensación de insuficiencia y un aumento
de los problemas y las lagunas. Estos cursillos sólo alcanzan su dimensión pastoral auténtica en
la medida en que se enmarcan en el conjunto de toda la pastoral de preparación.
52 GS, 49
53 AA, 11
54 La preparación para el matrimonio viene regulada, fundamentalmente, por la exhortación apostólica Familiaris Consortio (FC, 65-76), el
Código de Derecho Canónico actualmente vigente (CIC, cc.1063-1072; CCEO, cc.783-789), y el documento del Consejo Pontificio para la
Familia, amén de abundantes normas, instrucciones, orientaciones, etc., publicadas sobre el tema por las Conferencias Episcopales y los
Obispos Diocesanos. Del mismo modo viene recogida en el Directorio de Pastoral Familiar.
55 PSM, 1
56 DPF, 73-75
57 Cf. FSV, 16
58 Cf. LG, 41
2. PREPARACIÓN REMOTA61
Comienza con la infancia y llega hasta la adolescencia, encontrando su lugar propio e imprescindible en
la familia. La propia historia de amor comienza como una respuesta a un amor ofrecido. Este amor
paterno primero es esencial en todo el proceso y es el fundamento de toda ayuda pastoral.
En este periodo se produce el “despertar al amor” que debe cuidarse en su doble aspecto del
amor a Dios y el amor sexual. Estos dos amores que “despiertan” en momentos y situaciones
diferentes deben ser adecuadamente apreciados para que, poco a poco, se unan en el sentido
vocacional de la vocación al amor.
Por ello, los distintos momentos de la madurez de la persona humanos y catequéticos, como son
la preadolescencia y la adolescencia y el paso a la juventud, han de estar acompañados de una
adecuada educación al amor que incluya una formación afectivo-sexual adecuada a la edad y
condición de las personas y que cuente siempre con la colaboración de las familias.
59 DPF, 76. Desde esta perspectiva la pastoral de preparación al matrimonio habrá de realizarse de manera que se pueda calificar como: * de
anuncio, capaz de mostrar la excelencia de la vocación matrimonial. El matrimonio es una vocación (Cf. 1 Cor 7,7.17); * de ayuda y
acogida, que ofrezca un camino de seguimiento para una auténtica formación en la madurez de la persona; * diferenciada, acomodada a la
diversa condición y formación de las personas; * progresiva, según el plano de superación y exigencia que comporta siempre la fidelidad al
designio divino sobre las personas; y * práctica, que tenga en cuenta todas las posibilidades de actuación en este ámbito y la coordinación
de las mismas.
60 FC, 66
61 PSM, 22-31; DPF, 78-94. PSM, 22: "La preparación remota abarca la infancia, la niñez, y la adolescencia, y tiene lugar sobre todo en la
familia y también en la escuela y grupos de formación, valiosas ayudas de aquélla. Es el período en el que se transmite y como se graba la
estima de todo valor humano auténtico, tanto en las relaciones interpersonales como en las sociales, con cuanto comporta para la formación
del carácter, el dominio propio y la estima de sí mismo, el uso recto de las inclinaciones y el respeto a las personas también del otro sexo. Se
requiere, además, sobre todo para el cristiano, una sólida formación espiritual y catequética (Cf. FC, 66)"; cf. FSV, 168
62 J. VALENTÍN-GAMAZO, “Identidad y misión de la familia cristiana”, en: AA. VV., Preparación al matrimonio cristiano, Edice, Madrid 2000, 189
Así pues, esta constatación interpela a toda la pastoral en general (Iniciación Cristiana,
Juventud, etc.) para que se preste una mayor atención a la realidad de la familia en todos los
procesos catequéticos y en la actividad global de la pastoral diocesana. Veamos a continuación
los elementos de esta etapa.
ESCUELA DE PADRES
El nombre indica, ante todo, la ayuda que hay que prestar a los padres en los elementos de la
educación de los hijos que son específicos de la familia. Es una de las ayudas más solicitadas
por ellos mismos, que se sienten muchas veces superados por las dificultades inherentes a la
educación, las cuales han aumentado mucho en estos últimos años. Los padres no siempre saben
a quien acudir y parece que no les basta con la mera resolución de un problema puntual, sino
que quieren comprender mejor la situación en cuanto tal y hacerlo de modo compartido.
Se trata de una serie de reuniones, a modo de curso, que abordan los temas principales de esa
educación. Se ha de seguir una pedagogía activa en la que los padres participen de hecho, no
como meros receptores de una información, sino que se asimile a la solución de los distintos
problemas que se les pueden presentar.
Estas “escuelas de padres” no se han de reducir al ámbito escolar, aunque es un lugar muy
propicio para llevarlas a cabo. Igualmente pueden tener cabida en donde la familia encuentre un
ámbito de referencia, ya sea la parroquia o el lugar del trabajo, sobre todo si éste ofrece
guardería. Resulta muy conveniente que, en todo centro educativo, exista alguna persona
especialista en familia, y que potencie este campo importantísimo de ayuda a los padres.
CATEQUESIS FAMILIAR63
Es un elemento ligado a la realización de la catequesis. Se trata de buscar que la catequesis la
hagan los mismos padres a sus hijos y a un pequeño grupo de amigos. Entonces, el catequista
transmitiría la catequesis a los padres, para que éstos la transmitan a sus hijos. Corresponde a los
padres realizar el despertar religioso y la enseñanza básica de los contenidos de la fe: el símbolo,
los sacramentos, la vida moral y la oración. Con ello se recuerda el modo como siempre se ha
transmitido los contenidos esenciales del cristianismo a los hijos en un ambiente familiar. Tiene
la gran ventaja de que los contenidos de la catequesis se van a relacionar con el conjunto de las
realidades familiares, que le darán una significación profunda y entrañable.
De esa manera, aunque se deban buscar espacios y tiempos concretos especialmente dedicados a
esa formación, la entera vida del hogar será una catequesis familiar. Es una práctica esencial en
lo que se denomina “despertar religioso”, es decir, la iluminación natural de las primeras
experiencias religiosas del niño, la oración, el agradecimiento, el ofrecimiento de sus cosas, el
silencio, etc. Serán realidades que se acostumbra a valorar y a vivir con intensidad.
CELEBRACIONES FAMILIARES
Hemos de dar un contenido religioso explícito, con un sentido cristiano de fiesta, a los
acontecimientos familiares más destacados. Se trata tanto de diversos aniversarios más
significativos (bodas de oro, bodas de plata), como de acontecimientos más determinados como
son la enfermedad, la muerte de un ser querido, una alegría especial64.
Es un modo muy eficaz de transmitir la presencia de Dios en la vida familiar, que debe ser
reconocida y agradecida. Se valora así esta vida como un tesoro y se evita una concepción
individualista e intimista de la religiosidad. El hecho de hacer públicas estas celebraciones en un
63 DPF, 256
64 Cf. DPF, 273
marco mayor que la familia es un modo muy bueno de irlas extendiendo, ya que se las da a
conocer. Es una base importante para que los mismos sacramentos se reciban de un modo
familiar y se comprenda su unión intrínseca con la vida familiar.
3. PREPARACIÓN PRÓXIMA66
Esta segunda etapa, que tiene lugar en el tiempo del noviazgo, debe vivirse a la luz de la fe
como un discernimiento vocacional. Puesto que coincide con la época de la juventud, debe
realizarse en estrecha coordinación con la pastoral de la juventud, pues la dimensión del amor
esponsal es fundamental en todo el proceso y marca un fin fundamental de toda la pastoral
juvenil. Por ello, el marco común debe ser la belleza de la vocación matrimonial como una
vocación al amor que requiere el don sincero de sí sin condiciones y la integridad de los
significados personales de la sexualidad.
La reflexión teológica muestra el tiempo de noviazgo, no simplemente como un tiempo que
transcurre (chronos), como un intervalo entre la confirmación y el matrimonio, sino como
tiempo de gracia, tiempo favorable (kairos), en el cual Dios está ya presente y disponible para
bendecir, ayudar, acompañar a los futuros esposos. Es el tiempo de gracia en el que la persona
descubre su vocación específica del matrimonio y se orienta hacia ella. La Iglesia y la sociedad
se juegan mucho en este período, sin olvidar que aquellos que más se juegan son los mismos
65 DPF, 70, 89-93. En este punto destacaré los Cursos de Educación Afectivo-Sexual “TeenSTAR” (Dr. Enrique Aranda y Dª. Concha Valera:
www.teenstar.es) y “Aprendamos a amar” (Dra. Nieves González Rico y Dra. Teresa Martín Navarro: www.desarrolloypersona.es), formados
en nuestro Instituto.
66 PSM, 32-49; DPF, 95-111.
novios, ya que se trata de un período que podría definirse como “el laboratorio de la futura
felicidad y realización personal”67.
Es un tiempo oportuno para verificar la madurez de los valores humanos y para profundizar la
vida de fe, en especial en lo referente al conocimiento de la sacramentalidad de la Iglesia. Por
todo ello es una importante etapa de evangelización68, cuyos objetivos principales son
capacitarlos para el matrimonio mediante una educación integral, humana y espiritual69. De este
modo, les ayudaremos a no separar fe y vida, a que tengan una comprensión abierta del
matrimonio y la familia, así como a descubrir los valores y las exigencias vinculadas a la
relación interpersonal hombre-mujer en el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia. Entre
esos valores podemos destacar:
el sentido del matrimonio como llamada a la santidad (LG, 41);
la dignidad, misión y ejercicio del amor conyugal (GS, 49);
el significado y alcance de la paternidad y maternidad responsable, con los conocimientos
médico-biológicos y morales que están en relación con ella (FC, 66; HV);
el conocimiento de los elementos necesarios para una ordenada conducción de la familia en lo que
respecta a la educación de los hijos, sabia administración del hogar, etc. (FC, 66);
la grandeza de la misión de la familia como “santuario de la vida” (EV, 92-94).
67 M. MARTÍNEZ-PEQUE, “Fidanzamento tempo di grazia, spazio di educazione alla fede e dell’iniziazione al sacramento del matrimonio”.
Servizio Nazionale di Pastorale Giovanille della C.E.I. Notiziario nº 12
68 Cf. PSM, 32
69 DPF, 96-99
70 DPF,108-111. En este punto me remito a las tesinas de la Especialidad Universitaria en Pastoral Familiar del Instituto Juan Pablo II
elaboradas por M. DE LOS REYES, “El misterio Nupcial: Itinerario de fe en los novios”, Madrid 2003; O. Álvarez y E. López, “Hacia la plenitud de
nuestro amor. Pastoral Próxima de novios”, Granada 2006
71 M. MARTÍNEZ-PEQUE, “Hacia un "status " eclesial del noviazgo”. Revista Española de Teología, 56 (1996), 435-494
72 Cf. OcM, 468-486
a vivir su preparación al matrimonio como un camino de fe, al mismo tiempo sirve también para
hacer ver que esa etapa de sus vidas tiene relevancia para la vida y comunidad eclesial73.
A partir de ese momento tiene lugar la preparación inmediata. Como fruto de esa preparación,
los novios han de ser conscientes de la altísima dignidad del camino que están llamados a vivir:
cooperar con Dios en la revelación y comunicación del amor y de la vida.
73 Sobre el sentido de esta bendición, el tiempo y modo de realizarse cfr. OcM, 471, en donde recuerda que nunca deber realizarse dentro de
la Misa para evitar toda confusión con la bendición nupcial.
74 PSM, 50-59; DPF, 112-127
75 R. ACOSTA, R. BEJARANO. “Noviazgo y preparación al matrimonio”. Máster en Ciencias del Matrimonio y la Familia. Especialidad universitaria
Málaga 2002, 37 Se puede ver una aproximación a esta realidad en su Anexo 1: Análisis sociológico de la realidad en torno al noviazgo, 97-
107).
77 J. M. GRANADOS TEMES, “La verdad esencial del matrimonio: Antropología, ética y teología de la alianza conyugal”. En: Preparación al
matrimonio cristiano, o.c., 45. Nos comenta el resultado del trabajo de J. Elzo sobre los valores de la juventud española posmoderna: “lo
fragmentario, lo relativo, la diversidad, el pequeño relato, lo particular la ciudad y la región, lo subjetivo, el placer, lo light, el presente, la
emoción estética, la duda, la responsabilidad diferida, espiritualidad versus religión, la noche, la fiesta, la quimera, la deconstrucción, la
familia versus la pareja, lo femenino, lo visto” (FUNDACIÓN SANTAMARÍA, Jóvenes españoles 99, Editorial SM, Madrid, p. 407)
78 Cf. CVII, Ad gentes, 6. 13-15; cf. DPF, 113
Los objetivos
“Los objetivos fundamentales de estos cursos están en continuidad con los de la preparación
próxima: el conocimiento del matrimonio cristiano como un camino de santidad y la
adquisición de las disposiciones subjetivas para la recepción válida y fructuosa del
sacramento”79. Es muy importante hacer conscientes a los novios de lo que se pretende. Hemos
de presentarles esta nueva evangelización que les crea un camino de esperanza, sacarlos de las
rigideces normativistas y presentarles lo que la Iglesia quiere para ellos. Les debe quedar muy
claro. Comentemos algunos puntos:
El objetivo básico de todo CPM debe ser la nueva evangelización de los novios. Debe ayudarles a
profundizar en la fe, de manera que descubran la luz nueva que aporta Jesucristo sobre la vida del
hombre y del matrimonio y lleguen a integrar los valores evangélicos que nacen de la
sacramentalidad del matrimonio en su vida familiar.
Integrar los valores humanos y cristianos en un camino unitario y progresivo de formación a la
luz de la revelación. Ello les posibilitará el don de sí mismos enteramente libre y gozoso por la
entrega y la acogida mutua. Los novios experimentan la necesidad de construirse a sí mismos
primeramente y a la vez ayudar a la persona amada a construirse a sí misma80.
TFavorecer un nuevo encuentro de los novios con la Iglesia y su inserción en la experiencia de la
fe, de la oración, de la verdad y del compromiso de la comunidad cristiana. Ayudarles a superar
prejuicios o experiencias parciales negativas que paralizan y pasar a la esperanza.
TAyudar a los novios a conocerse, a que descubran lo que quieren para sí. Ayudarles en su
discernimiento, a que personalicen su vocación: “no me imagino un mundo sin ti”. Ofrecerles la
oportunidad para una rica comunicación, fruto de encuentros profundos y de forma positiva.
Presentarles el matrimonio como una realidad positiva para vivirla, resaltando la riqueza de la
gracia del sacramento.
Darles la oportunidad de experimentar en el grupo de novios un ambiente de fe, apertura y
entusiasmo, que les impulse a seguir formándose y viviendo su fe en grupo y lleguen a una
"inserción activa en grupos, asociaciones, movimientos e iniciativas que tienen como finalidad el
bien humano y cristiano de la familia"81.
En síntesis la finalidad de estos cursillos podría ser:
SABER: aspecto cognoscitivo y profundización en diversos aspectos de los contenidos relativos al
matrimonio y la familia;
SABER SER: conocimiento de sí y del propio modo de ser como persona madura, auténtica y
cristiana.
SABER SER PAREJA: desarrollo y mejoramiento de los encuentros personales y comunicación
con la pareja, para llegar mediante una vida de pareja cristiana a la construcción de un
matrimonio/familia.
SABER SER PAREJA EN CRISTO: va a tener a lo largo de nuestra vida esta doble presencia: con
nosotros y en nosotros. Es “amar a Cristo en ti y que tú le ames en mí”82.
79 DPF, 117
80 J. NORIEGA, “Preparación próxima al matrimonio: acompañamiento a los novios en su itinerario de fe y de maduración vocacional”. En:
Preparación al matrimonio cristiano, o. c., 251
81 FC, 66
82 M.A. PARDO, “El matrimonio es una vocación. Claves de la espiritualidad matrimonial”. en: Preparación al matrimonio cristiano, o. c., 232
El quicio de la pastoral familiar está en la celebración del sacramento del Matrimonio. El nexo
entre el antes y el después del sacramento consiste en entender el matrimonio como un don y
una vocación a la santidad por medio del amor conyugal. Este hecho es lo que se resalta en el
matrimonio como celebración; así es manifestación de una vida que va a ser signo y realización
del amor de Cristo. Como pastoral propiamente matrimonial se ha de entender todo el cuidado
debido a la misma celebración con los requisitos jurídicos y pastorales que requiere para que sea
vivida por los novios como una gracia.
La importancia de este momento depende mucho de la relación que exista con los otros dos
tiempos de la pastoral familiar. Si se ha hecho el itinerario señalado, la celebración del
matrimonio no será un momento ni un paréntesis en la vida de los esposos. La boda será algo
más que una ceremonia, será la celebración de un sacramento que ha de vivirse a lo largo de
toda la vida. Podríamos expresarle con este lema84:
La boda es cosa de un día, el sacramento es para toda la vida.
El matrimonio es un sacramento permanente.
83 DPF, 128-149
84 I. GARCÍA DE ANDRÉS, “Pedagogía, núcleos temáticos y tiempos de la preparación al matrimonio”. En: Preparación al matrimonio cristiano, o.
c., 289
Sin embargo, la celebración del matrimonio no es el fin, sino la puerta por la que empieza una
nueva etapa de la pastoral familiar. La necesidad y urgencia de la preparación al matrimonio no
puede hacer olvidar que es en la tarea de la construcción de un hogar cuando surgen más
dificultades, y cuando más necesitados están los esposos de una ayuda por parte de la Iglesia
que debe mostrar que es Madre86. La Iglesia no sólo tiene la obligación de preparar a los novios
a celebrar su boda, sino que debe acompañar, ayudar y formar a los esposos, de manera especial
a los matrimonios jóvenes para puedan constituir una verdadera comunidad de amor87.
Esta pastoral no se puede centrar solo en la atención de los casos patológicos, sino que debe
insertarse en una auténtica “pastoral de santidad”. Solo así, los auténticos protagonistas de la
pastoral serán los matrimonios, en la medida en que son conscientes de la grandeza de su
vocación y se les facilita los medios para llevarla a cabo.
En este “tiempo”, la pastoral debe diversificarse en las realidades que afectan más directamente
a la familia para que permitan a la familia “ser lo que es”88, aun más, que le permitan ser lo que
está llamada a ser, en su concreto obrar89. Los campos de la política, la educación, el derecho, la
medicina, la psicología, los medios de comunicación, son del todo fundamentales por su
inmediata repercusión en la familia. La colaboración de personas “expertas” en esas realidades
será fundamental para el realismo de la pastoral familiar.
JORNADAS FAMILIARES90
El objetivo trata de configurarla como una celebración familiar en la parroquia o en la diócesis.
Ha de servir no sólo para recordar la importancia del matrimonio y la familia en la iglesia, sino
para abrir la conciencia de que la familia por sí misma es apostólica y deben vivir con intensidad
esta dimensión. Al aspecto celebrativo se une la convivencia entre los matrimonios y las familias
para que aprendan a conocerse y valoren la riqueza que supone ese trato mutuo.
Añadiremos los elementos dirigidos propiamente a resolver problemas familiares en sus
distintas vertientes.
85 DPF, 150-201
86 DPF, 150
87 FC, 69: "Para que la familia sea cada vez más una verdadera comunidad de amor, es necesario que sus miembros sean ayudados y
formados en su responsabilidad frente a los nuevos problemas que se presentan, en el servicio recíproco, en la comparticipación activa a la
vida de familia. Esto vale sobre todo para las familias jóvenes, las cuales, encontrándose en un contexto de nuevos valores y de nuevas
responsabilidades, están más expuestas, especialmente en los primeros años de matrimonio, a eventuales dificultades, como las creadas por
la adaptación a la vida en común o por el nacimiento de hijos”.
88 FC, 17
89 F. ROMERO GÓMEZ, “La familia, vida de sociedad.” Teología y catequesis, 79 (2001), 88
90 DPF, 257.
91 EV, 88; GrS, 7; FSV, 174; DPF, 276-280; ya lo recomendó la CEE en “Matrimonio y familia hoy“(6.VII.1979), n. 130
Es un servicio muy importante de atención integral a los problemas familiares en todas sus
dimensiones, por lo que se recomienda muy especialmente su existencia. Debe constar de una
serie de profesionales de los distintos ámbitos que afectan al matrimonio:
psicológico, con el método de terapia familiar, para los problemas de comunicación y de
rechazo;
pedagógico, de atención a los problemas de educación;
sexológico, por las dificultades sexuales que pueden darse en el matrimonio o de identidad
sexual en la educación de los hijos y de enseñanza en los métodos naturales de conocimiento
de la fertilidad;
médico, ya sea psiquiátrico o de familia;
jurídico, como asesoramiento en problemas de derecho familiar;
moral y espiritual, para lo que debe contar con un asesor moral.
En cada uno de estos campos ejercerá un trabajo de asesoramiento, consulta, terapia y
prevención, con una adecuada distinción de los casos referentes al matrimonio, a la educación de
los niños o adolescentes, o de familia extendida, como son los ancianos.
Lo problemas se afrontarán desde una visión global e integradora de la persona, el matrimonio
y la familia, entendidos como un todo interrelacionado y en constante proceso de crecimiento.
Personas católicas con experiencia seria de fe, actuando en equipo y especializadas en las
distintas facetas del matrimonio y la familia podrán atender los problemas para encontrar cauces
de solución. Es necesario, pues, cuidar la formación permanente doctrinal, moral y espiritual
de los profesionales y colaboradores de los COF en orden a su plena comunión con el
Magisterio de la Iglesia.
Para poder denominarse católico debe inspirarse y ejercer su actividad desde la antropología
cristiana y la fidelidad al Magisterio y ser reconocido así por la Delegación Diocesana de
Familia. Un COF es diocesano cuando la diócesis se responsabiliza de su organización; en este
caso el asesor moral es nombrado por el Obispo. No obstante, pueden existir otros COF de
inspiración cristiana procedentes de iniciativa de movimientos o de fieles y es muy
recomendable su existencia.
Se ha de crear la conciencia de que se puede ayudar a resolver los problemas matrimoniales y
familiares. El gran problema en este campo es el individualismo intimista de muchos esposos
que sólo hablan de sus problemas cuando ya son o les parecen insolubles. Es necesario que se
conozca y haga efectiva la presencia de la Iglesia allí donde acaba de surgir un problema, con
una coordinación entre las parroquias y los COF de la Diócesis. El objetivo es que, del mismo
modo que acuden a la Iglesia a pedir el matrimonio, acudan a ella al surgir la primera dificultad
seria para pedir ayuda. Es el modo realista de afrontar la verdad de la fidelidad en el matrimonio,
enseñándola a vivir en las dificultades.
Lo importante de este elemento pastoral, que se caracteriza por acceder a la familia en ocasión
de un hecho concreto, es su unión con el resto de elementos de pastoral familiar. El encuentro
con la familia debe conducir no sólo a la resolución de un problema determinado, sino a la
apertura de un horizonte. No puede quedarse en una acción profesionalizada, debe ser al mismo
tiempo un momento de anuncio.
Iglesia para hacer presente allí el Evangelio del matrimonio y la familia, siempre que se
aseguren de la posibilidad de objeción de conciencia ante determinados requerimientos
inmorales a los que no deberán acceder92.
92 Cf. EV, 89
CENTROS DE ACOGIDA93
La comunidad cristiana debe prestar su colaboración a la familia mediante estructuras y
servicios dirigidos directamente a la acogida, defensa, promoción y cuidado de la vida humana.
En particular es necesario que existan Centros de ayuda a la vida y Casas o Centros de acogida
a la vida94. Nacidos directamente de la comunidad cristiana o de otras iniciativas, han de reunir
las condiciones para ayudar a las jóvenes y a las parejas en dificultad, ofreciendo razones y
convicciones y, sobre todo, una asistencia y apoyo concreto y efectivo para superar las
dificultades de la acogida de una vida naciente o recién nacida.
También debe estar presente en el servicio ante las dificultades específicas de enfermedad y
marginación como: comunidades de recuperación de drogodependientes, comunidades de
acogida para menores, cooperativas de solidaridad, centros de cuidado y acogida para enfermos
de SIDA, etc.95 Todas ellas son realidades en las que el protagonismo social de las familias
puede ponerse en práctica, pues han de realizar sus acciones en profunda colaboración con ellas.
Son así una gran aportación a la pastoral familiar.Resulta fundamental su relación con los COF y
consultorios familiares.
Junto a estos elementos que son fundamentalmente operativos hay otros que están en cambio
más dirigidas al conocimiento. La formación de los agentes en todas las actividades de la
pastoral familiar es uno de los puntos principales para su efectividad, se debe superar la idea de
que vale con sólo la buena voluntad o un simple testimonio sin más respuestas a los grandes
problemas culturales. No obstante, no podremos olvidar que los agentes de pastoral han de ser
testigos con su propia vida, más que maestros que repiten una lección.
93 DPF, 282-283
94 Cf. EV, 26. 58. 88; CEE, Instrucción pastoral “La verdad os hará libres”, 20.XI.1990, n. 20; Cf. FSV, 174.
95 Cf. EV, 88
96 FSV, 170; DPF, 120, 171, 172, 269, 275, 277, 281
97 CCE, 2370
personal sanitario- que, con mucha frecuencia, la ignoran o que tienen una idea deformada y
tendenciosa de estos métodos.
MOVIMIENTOS FAMILIARES99
Ha sido hasta ahora el gran elemento de la pastoral familiar que ha permitido sostener a los
demás. De ellos han provenido las personas más dispuestas y preparadas para llevar a cabo las
distintas acciones necesarias en la pastoral familiar, y son unos buenos elementos
dinamizadores de la pastoral familiar. Ayudan a la propagación de una espiritualidad familiar y
son testimonio del carácter de familia de la misma Iglesia.
La formación es siempre uno de los elementos propios de estos movimientos familiares. Es
importante que se cuide la formación de los que van a llevar la formación de los demás. Hay que
cuidar mucho la coordinación de sus acciones en una pastoral de comunión, para que se
evidencie la misión eclesial de los mismos.
“Sin salir del ámbito de la Iglesia, sujeto responsable de la pastoral familiar, hay que recordar las
diversas agrupaciones de fieles, en las que se manifiesta y se vive de algún modo el misterio de
la Iglesia de Cristo. Por consiguiente, se han de reconocer y valorar —cada una según las
características, finalidades, incidencias y métodos propios— las varias comunidades eclesiales,
grupos y movimientos comprometidos de distintas maneras, por títulos y a niveles diversos, en
la pastoral familiar”100.
Los movimientos y asociaciones familiares pueden hacer un gran servicio en la nueva
evangelización, por lo que deben cuidar y cultivar su relación con la parroquia: En particular,
98 FSV, 176; DPF, 284-286. Quiero destacar la labor del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia en la
organización de su Especialidad Universitaria de Pastoral Familiar. Un método formativo que se realiza en familia como unidad (DPF, 286),
en los que razón – fe – vida comparten un mismo espacio y tiempo. Para aquellos que quieran profundizar más en estos temas también está
disponible un Master en Ciencias del Matrimonio y Familia, Master en Bioética, etc.
99 FSV, 175; DPF, 274
100 FC, 72
deberán trajabar por enriquecer a la comunidad parroquial con el propio carisma, tener en cuenta
y estimar a las demás realidades eclesiales y tener espíritu de servicio, apoyando con gusto las
iniciativas del obispo y del párroco, según las características del propio carisma.
REUNIONES FAMILIARES
Es el modo empleado para que se encuentren las familias, empezando por los matrimonios, ya
sea para una convivencia como para un tema de actualidad o de formación. Es importante saber
coordinar ambos campos, pues son los que conforman la vida familiar y se evita la impresión de
reunirse por reunirse.
GRUPOS DE MATRIMONIOS101
Es el fin al que ha de conducir la pastoral familiar parroquial, pues es el modo más adecuado
dentro de la parroquia. Desde el grupo de matrimonios, como realidad básica, se pueden
fundamentar posteriormente una gran cantidad de actividades.
Deben facilitar el diálogo y la comunicación de experiencias, con sus propios medios de
formación continuada, y desempeñar la misión de acogida y acompañamiento a los matrimonios
que se acercan a la parroquia por algún motivo familiar.
Todo ello tendrá como fin específico el que las familias consideren natural el acercarse a la
comunidad parroquial, no sólo para las acciones sagradas, sino para los acontecimientos
humanos y los problemas que les pueden superar. Todavía es una tarea por hacer, para que
nuestras comunidades sean más familiares. Es por ello, que nos atreveremos a navegar por estos
mares.
102 L. VIVES, R. ACOSTA, E. ARANDA, La pastoral familiar en la parroquia, Edice, Madrid 2008. Se puede profundizar en este aspecto en la tesina
de F. García-Cano Lizcano, “La programación de la pastoral familiar y sus posibilidades a nivel parroquial” del Pontificio Instituto Juan Pablo
II.
103 NMI, 43
104 ChL, 26
105 JUAN PABLO II, Discurso a al Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos, 25-XI-2004
106 FC, 70
107 DPF, 266
sacramentos y de los acontecimientos familiares en los que se hace presente de modo peculiar la
Iglesia en la familia108. De este modo, es la estructura base que reúne las condiciones de vida y
los medios posibles para desarrollar una pastoral familiar coherente109. Para que esta posición
privilegiada dé lugar a una pastoral eficaz para la familia, el párroco (y los demás sacerdotes que
colaboran con él), debe procurarse la ayuda de matrimonios y acoger con solicitud a los que se
prestan a ello, como veremos a continuación.
LOS OBJETIVOS
* Que las familias vean natural el acercarse a la parroquia
Uno de los fines específicos que se deben buscar es que las familias consideren natural el
acercarse a la comunidad parroquial, no sólo para las acciones sagradas, sino para los
acontecimientos humanos y los problemas que les pueden superar. Todavía es una tarea en gran
medida por hacer, para que nuestras comunidades sean más familiares. Se ha dicho que un pobre
sabe perfectamente que puede acudir a Cáritas, pero ¿sabe la familia donde puede acudir a
formarse, a prevenir, a compartir experiencias, a que le den vías de solución? Ya sería un gran
éxito que las familias tengan este referente en su parroquia, desde donde pueden acudir a otras
instancias para que puedan seguir construyendo familia. La gran familia, que es la Iglesia, acoge
y acompaña a la pequeña Iglesia doméstica.111
* Conseguir que la misma familia sea lugar de acogida, encuentro, servicio…
Se ha de conseguir que la vida familiar sea “acogida cordial, encuentro y diálogo, disponibilidad
desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda”112. Constituida por el amor de entrega
de dos personas es ya, en sí misma, el “lugar” de la libertad, porque nace de esa libertad unida
al amor y se dirige a la construcción de una comunión113. Allí donde la persona es querida por sí
misma, nace la libertad verdadera114. Allí se aprende de modo natural la necesaria contribución
de todos, fundada en la recepción del don de un amor primero, para construir el bien común que
es de todos. Por eso, allí se aprende la responsabilidad compartida según las propias
110 DPF, 271-273. Existen varios artículos que nos presentan las claves para entender el nuevo directorio, entre ellos destacaré: J. M.
GRANADOS, “El reciente Directorio de Pastoral Familiar de la Iglesia en España”, e-aquinas 2 (2004), 16-33; J. A. REIG, “El directorio de
pastoral familiar de la Conferencia Episcopal Española y la renovación de la preparación pastoral para el matrimonio”. Diálogos de Teología
VI. El matrimonio y la familia, claves de la nueva evangelización. Edicep, Valencia 2004, 63-81
111 Cf. J. J. PÉREZ-SOBA, “Familia, iglesia doméstica; Iglesia, gran familia”, en El corazón de la familia, o.c., 305-318
112 FC, 43
113 Cf. VS, 86
114 Cf. FSV, 74
capacidades y el valor del bien común y de la justicia. De esa manera “el hogar constituye el
medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades
comunitarias”115. Son bienes que se extienden a la familia amplia: abuelos, primos, sobrinos,
etc. Y, por medio de la amistad y del trato, a los vecinos, amigos, etc.116
I. INICIACIÓN
Es el momento de poner las bases de la pastoral familiar, en él se pueden distinguir dos fases en el
tiempo:
1. Fase de constitución: La constitución de un equipo de pastoral familiar, integrado por
un grupo de matrimonios y un sacerdote.
2. Fase de desarrollo: El equipo formado empieza su labor pastoral.
II. CONSOLIDACIÓN
La participación en un grupo de matrimonios tiene como fin ayudar a los matrimonios en su
vida. Se trata primeramente de que el grupo parroquial ayude a los matrimonios a crecer. La
ayuda que estos matrimonios puedan ofrecer a la parroquia es algo secundario y derivado de lo
anterior.
En la dinámica del grupo y para su crecimiento como matrimonio y familia, la formación ocupa
un lugar relevante. «Como anuncio del Evangelio y acción eclesial se ha de cuidar con gran
esmero la formación y coordinación de las personas que realicen esta tarea, para que en fidelidad
al Magisterio y con coherencia de vida, sean los que den testimonio veraz y gozoso de una vida
cristiana auténtica. Tan sólo de esa manera podrán acompañar adecuadamente a los futuros
esposos en el proceso de maduración en la vida de fe, el compromiso con el mensaje del
evangelio y las responsabilidades vinculadas al matrimonio»120.
Para ello es muy conveniente contar con un plan de formación integral. Esto implica formarse
en varios niveles:
Doctrinal, profundizando en lo que nos ofrece el rico Magisterio de la Iglesia.
Espiritual, cuidando que fe y vida no queden disociadas.
Humano, lo anterior no puede más que terminar por dar una mayor madurez a la persona.
Pastoral, desarrollando los elementos más necesarios para el crecimiento familiar en la
parroquia.
Los matrimonios que constituyen con el sacerdote el equipo de pastoral familiar deben recibir
una formación más intensa, pues la formación de los agentes de pastoral es una exigencia de la
evangelización. Sólo unos agentes bien formados podrán vivir y transmitir el evangelio en modo
adecuado. Por ello se procurará que puedan recibir una formación específica en matrimonio y
familia en centros especializados. No se ha de dudar en ayudar económicamente a las familias
para que puedan adquirir esta preparación121. Si se lleva adecuadamente es un gran aliciente para
el matrimonio en su propia vida familiar.
Como elemento de formación pastoral, y para la consolidación y crecimiento del propio equipo
parroquial de PF, comenzarán a trabajar en la organización y coordinación de actividades
específicas para la familia. Siempre que sea necesario (sobre todo al principio), desde otras
parroquias o estructuras diocesanas se les ofrecerá ayuda para organizar estas actividades:
Retiros o convivencias familiares, cursos de formación para familias, Semana de la familia…
III. EXTENSIÓN
Cuando el equipo parroquial de pastoral familiar se ha consolidado y madurado, comienza el
desarrollo pleno de su misión pastoral122. A este equipo de pastoral familiar corresponde
preparar y organizar un calendario de actividades dirigidas a las familias: acogida,
acompañamiento, atención a los niños pequeños durante las misas, grupos de matrimonios,
catequesis familiar, celebraciones familiares, jornadas o semanas de la familia, conferencias,
120 DPF, 99
121 DPF, 270
122 Cf. DPF, 272
coordinación con otras actividades pastorales de la parroquia, con el objeto de hacer presente
y apoyar todos aquellos aspectos relacionados con el matrimonio y la familia.
Recursos humanos y materiales: Es conveniente evaluar los recursos con los que se cuenta.
En general, suelen coincidir con la atención a la preparación inmediata al matrimonio y su
celebración los que tienen mayor protagonismo. El seguimiento y la acogida de los nuevos
matrimonios de la parroquia puede ser una buena fuente de futuras familias comprometidas
en la pastoral de la parroquia.
Agentes: Es fundamental contar con el compromiso de todos aquellos agentes que se sientan
implicados en esta “empresa”. Además del equipo de matrimonios encargados de la pastoral
familiar, debe haber un grupo de apoyo, sobre todo para aquellos temas más especializados.
También el papel de los sacerdotes es fundamental en este sentido. Resulta imprescindible
becar la formación de sacerdotes y matrimonios que quieran formarse en temas sobre el
matrimonio y la familia, sobre todo en aquellos casos en los que hay ciertas dificultades.
Formación: aquellos matrimonios implicados deben buscar la formación adecuada,
aprovechando todas aquellas oportunidades que ofrece la diócesis. Debe ir adaptada al papel
de cada agente, pero debe ser global, pues lo que nos importa no son áreas específicas, sino
la vida misma de las familias.
Hemos comentado que puede ser necesario un apoyo externo para poner en marcha de la
pastoral familiar en la parroquia. Es esencial la ayuda a las parroquias, que el sacerdote no se
sienta solo, que no entienda todo como una tarea que sólo debe realizar él.
En este capítulo vamos a presentar las estructuras pastorales que la diócesis puede poner al
servicio de las parroquias, y de qué modo pueden actuar en una adecuada sinergia.
EL ARCIPRESTAZGO
Para la renovación de las parroquias y para asegurar mejor su eficacia operativa, también se
deben favorecer formas institucionales de cooperación entre las diversas parroquias de un
mismo territorio. Entre ellas sobresale el Arciprestazgo, el cual quiere responder a una triple
exigencia:
Pastoral, en cuanto se sitúa como organismo intermedio entre la parroquia y la diócesis,
haciendo más fácil el estudio, la participación, la coordinación de las actividades pastorales
que podrían resultar indeterminadas en el ámbito diocesano y difícilmente realizables en el
ámbito de cada comunidad parroquial.
Sociológica, en cuanto el Arciprestazgo permite más fácil respuesta a las necesidades de
grupos homogéneos o de comunidades humanas particulares.
Eclesiológica, en cuanto puede ayudar a la superación de concepciones "cerradas" de
Iglesia. Hace sentir la pertenencia y participación en la vida de la diócesis, favorece la
unidad y adapta al hombre y a la historia en la acción pastoral.
El Arciprestazgo es el ámbito de promoción, coordinación y ejecución de acción pastoral
común; es el espacio para la fraternidad sacerdotal y para la formación permanente de los
1. MAYOR FORMACIÓN
Esta formación se centrará, no tanto en conseguir especialistas en aspectos puntuales, como en una
formación integral en todo aquello que afecte al matrimonio y la familia. Por ello, se profundizará en
estos temas en la formación permanente de la misma familia como del clero; la educación afectivo-
sexual de los jóvenes, la enseñanza de los métodos de reconocimiento de la fertilidad; la formación
adecuada de monitores para estos campos específicos (afectivo-sexual, fertilidad, preparación al
matrimonio, etc.). Citemos algunos ejemplos que ya han sido desarrollados en capítulos anteriores:
• Escuelas de Agentes de Pastoral Familiar.
• “Centros de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia y sobre Bioética”.
• “Centros de Enseñanza de los Métodos de Conocimiento de la Fertilidad”.
• “Cursos de Formación Afectivo-Sexual”.
• Formación de monitores para la preparación al matrimonio.
3. MAYOR COORDINACIÓN
La Delegación de Pastoral Familiar debe coordinar todos aquellos equipos itinerantes de
pastoral familiar, los grupos de matrimonios parroquiales, los movimientos y asociaciones
familiares que existan en la diócesis, para los esfuerzos se unan en la consecución de los
objetivos propuestos y se potencie y se apoye la creación de nuevos grupos.
Deberá coordinar a nivel diocesano los distintos centros de enseñanza sobre los métodos de
conocimiento de la fertilidad. Para ofrecer monitores de estos métodos en todo Centro de
Orientación Familiar de la Iglesia. Para informar sobre este servicio en los cursos
prematrimoniales, facilitando una información adecuada de los centros o monitores que
existan en la diócesis.
Dos campos de particular colaboración en esta etapa son la educación afectivo-sexual y los
itinerarios de fe para novios128, para ayudarles a vivir el noviazgo como un acontecimiento de
gracia.
c) DELEGACIÓN DE EDUCACIÓN
La familia tiene un protagonismo inalienable en la educación de los hijos. La colaboración con
esta delegación se realizará singularmente en la organización de escuelas de padres y educación
afectivo-sexual en el ámbito escolar.
Deberán colaborar en la formación de los monitores. También para revisar los materiales
utilizados en los cursos de educación afectivo-sexual que se den en los colegios, así como
ayudar, mediante expertos, a la adaptación pedagógica y la capacitación de los monitores que
enseñen estos temas129; para formar monitores de programas de educación afectivo-sexual, a
partir de métodos suficientemente comprobados y con la supervisión del Obispo130; y para
extender esta enseñanza a los centros públicos y a las asociaciones educativas que tengan niños
y jóvenes de estas edades131.
d) DELEGACIÓN DE PASTORAL SANITARIA
Para promover cursos de formación en métodos de observación de la fertilidad humana y su
valor antropológico para los profesionales de la salud -ginecólogos, médicos de familia,
pediatras, farmacéuticos, profesionales de enfermería y demás personal sanitario- a fin de
que puedan impartir una enseñanza científica e integral en esta área.
Para promover y formar a los profesionales de la salud en el cada vez más necesario
acompañamiento a la familia en las situaciones de enfermedad grave o muerte.
e) DELEGACIÓN DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Para crear un grupo de personas expertas en comunicación social que sean capaces de
presentar en los medios de forma atractiva e interesante a la par que clara la postura de la
Iglesia en las cuestiones debatidas sobre la familia.
Para elaborar conjuntamente planes de comunicación en los que se incluyan, entre otras
actuaciones, la recogida para su valoración y respuesta de una base de datos de las
informaciones que afecten a la familia aparecidas en los medios; así como contactos con
periodistas y líderes de opinión.
Para coordinar con los representantes de zona de las asociaciones o foros familiares.
f) DELEGACIÓN PASTORAL DE EMIGRACIONES132
Para evitar el desarraigo y conseguir la reagrupación familiar. Además, para responder a los
problemas graves de inserción en la sociedad y de educación.
Para que se haga realidad “el derecho de las familias de emigrantes a la misma protección
que se da a las demás familias”, como indica la Carta de los Derechos de la Familia de la
Santa Sede.
g) DELEGACIÓN DEL CLERO Y RELIGIOSOS
Para la adecuada formación permanente de los sacerdotes. Sería muy conveniente la
inclusión de un temario sobre matrimonio y familia en los distintos estudios eclesiásticos, de
modo que abarque los aspectos teológicos, morales y canónicos. Así, se conseguirá la unidad
de criterios en la doctrina y en la pastoral que tanto contribuye a la formación y a la paz de
las conciencias y a la eficacia evangelizadora133.
h) DELEGACIÓN DE LITURGIA
Para ayudar a los ministros de la Palabra en la preparación de su predicación se pueden
ofrecer unos subsidios litúrgicos a los presbíteros y diáconos, comentando las lecturas del
Año Litúrgico que traten directamente o indirectamente de los temas sobre matrimonio y
familia, no sólo desde una perspectiva general sino práctica134.
i) ASOCIACIONISMO Y FOROS FAMILIARES
Se deben favorecer las asociaciones de familias, no sólo para una ayuda mutua en orden al
desarrollo humano y espiritual, sino que tengan como fin específico promover iniciativas
sociales en los distintos campos de atención y defensa de la familia: educación, medios de
comunicación social, derechos de la familia, políticas familiares, familias numerosas, etc.
Se deben suscitar vocaciones de jóvenes laicos a la vida pública con el fin de que, desde los
partidos políticos, el asociacionismo juvenil, los medios de comunicación, el mundo de la
cultura, las manifestaciones públicas y cuántas iniciativas les permita su creatividad e
imaginación, reivindiquen y defiendan con valentía y sin complejos la institución natural de
la familia.
Para asesorar sobre la protección adecuada de sus derechos civiles, en especial a aquellas
familias más numerosas.
Para contactar con las personas encargadas de los servicios sociales de ayuntamientos, así
como con las autoridades públicas autonómicas y locales en sus actuaciones que afecten a la
familia.
La coordinación debe existir dentro de los planes pastorales de la diócesis, de las distintas
delegaciones diocesanas, y en el modo concreto de llevar a cabo las acciones que tengan que
ver con el matrimonio y la familia. Esta coordinación debe traducirse en indicaciones
prácticas a las parroquias y otras instancias pastorales para que la ayuda que se pueda prestar
a las familias sea eficaz.
Tiene la misión de velar y promover cuanto se relaciona con el anuncio del evangelio del
matrimonio, la familia y la vida. Su función consiste fundamentalmente en asesorar,
promover estudios y hacer propuestas sobre las cuestiones y problemas relativos al
matrimonio y la familia137.
La coordinación a nivel nacional de las distintas asociaciones y movimientos familiares, de
los COF y centros de educación afectivo-sexual, la preparación de expertos que aparezcan en
los medios de comunicación, y la realización de un programa de actuación en políticas
familiares en contacto con los foros que trabajen en este campo.
Formación permanente de los delegados de pastoral familiar, etc.
veces con tareas de suplencia, se correría el peligro de plantear una pastoral familiar separada de la vida real de nuestras diócesis y de las
personas que conocen la realidad de los problemas y sus soluciones”.
140 Cf. DPF, 99
141 Cf. DPF, 161
142 A. CATTANEO, “La relación entre la parroquia y los movimientos eclesiales”, Entrevista en Zenit, 22-XII-2004
Las parroquias deben acoger y promover la “escuela de la comunión” para evitar una
“mentalidad capillista”143.
Vivir los criterios de eclesialidad de los movimientos:
o Que el propio carisma se integre en la Iglesia local.
o Tener en cuenta la estima de otras realidades eclesiales (catolicidad).
o El espíritu de servicio, apoyando con gusto las iniciativas del obispo y del
párroco, según las características del propio carisma.
Por su parte, las parroquias deberán trabajar para acoger todos los carismas que enriquecen la
comunión eclesial e integrarlos en la unidad de acción evangelizadora.
No nos podemos conformar con señalar las indicaciones más importantes para esta tarea. Hemos
de mostrar también cómo toda la pastoral, y de modo particular la pastoral familiar, está
íntimamente unida a la imagen de la Iglesia y su modo de hacerse presente en medio del mundo.
No basta con enseñar a vivir a la familia como una iglesia doméstica, sino que es necesario
también mostrar mejor a la Iglesia como una gran familia.
Las mismas estructuras eclesiásticas que se usan en la pastoral familiar están a menudo alejadas
de las realidades familiares a las que quieren ayudar. La imagen que los fieles tienen de la
Iglesia es más la de Maestra que la de Madre. La maternidad eclesial está fuertemente unida a la
realidad familiar de la Iglesia, la “gran familia de los hijos de Dios”. El mismo Jesús indica las
nuevas relaciones familiares propias del Reino de Dios (Mc 3,31-35)144.
La pastoral familiar no es cosa de las familias únicamente. Es importante que éstas reconozcan
el vínculo a una familia más grande que es para ellas una Madre, en cuanto que las engendra a la
vida nueva de hijos de Dios.
La Iglesia recuperará más ampliamente su imagen de Madre sólo cuando la pastoral familiar sea
realmente un núcleo de la pastoral de la Iglesia. Nos hallamos ante un principio de gran
repercusión para la nueva evangelización, que ha de ser profundamente familiar. La Iglesia es
Maestra porque es Madre. De otro modo le faltaría a su enseñanza el lugar donde poder ser
vivida, así como el sentido de pertenencia necesario para aceptar cualquier autoridad. La Iglesia
como “morada” de la vida cristiana ilumina la realidad de la formación de la persona en un
ambiente comunional. Es éste el modo de enseñanza de la fe a través del testimonio145.
En las instituciones académicas es necesario encontrar caminos donde la relación de
pertenencia y de integralidad de la enseñanza sean vividas con intensidad, introduciéndose en
la forma de testimonio propio de la familia. Se trata de un modo específico de superar la
fragmentación racionalista de la teología y mostrar sin complejos que la enseñanza es un
modo excelente de pastoral.
El Cenáculo donde la Iglesia ha nacido es precisamente una habitación familiar. La Iglesia
estaba congregada en torno a una Madre para aprender aquello que está por encima de la unidad
de cualquier familia, pero que es el summum de toda comunión: ser cor unum et anima una
(Hech 4,32).
144 El punto de referencia de las parábolas es con frecuencia el ámbito familiar: C. H. DODD, “Las parábolas del Reino”, Ediciones Cristiandad,
Madrid 1974
145 Para el estudio de este concepto: L. MELINA- P. ZANOR (a cura di), “Quale dimora per l’agire? Dimensioni ecclesiologiche della morale”,
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
PROFESORES
R A M Ó N A C OS T A P E S O
Licenciado en Medicina y Cirugía. Especialista Universitario en Pastoral Familiar por el
P.I.J.P.II (Madrid). Master en Ciencias del Matrimonio y la Familia por el P.I. Juan Pablo II
(Madrid)
Publicaciones:
Acosta, R., La luz que guía toda la vida. La vocación al amor, hilo conductor de la pastoral familiar,
Edice, Madrid 2007
_____, “La vocación al amor, hilo conductor de la pastoral familiar” en L. Vives (ed), Organizar la
Pastoral Familiar, Edice, Madrid 2007, 35-64
Vives, L., Acosta, R., Aranda, E., “La pastoral familiar en la parroquia”, Edice, Madrid 2008
R O S A M A R Í A B E J A R AN O G A R C Í A
Licenciada en Medicina y Cirugía. Especialista Universitaria en Pastoral Familiar por el
P.I.J.P.II
Ambos son matrimonio y tienen tres hijas.