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Dentro de este marco conceptual se pueden considerar tres ideas, a saber, la primera relativa
a la función de producción, la segunda a la tarea de transformación y la última al sistema de
decisiones que componen hoy en día la dirección de operaciones.
Dada la comprensión del término «función», es decir, el conjunto de actividades que permite la
producción de bienes y servicios, además del relativo a la «cadena de valor» (análisis de
actividades y argumento del margen), la dirección de operaciones se asocia al «análisis del
valor» o «ingeniería del valor».
o bien,
siendo:
La salida del proceso se concreta en el conjunto de bienes y servicios que se obtienen, siendo
estos almacenados, mantenidos y distribuidos de una manera óptima, teniendo así el
marketing una base de comercialización. Este enlace entre la producción y la comercialización
se conoce como logística externa, presentando un cierto solapamiento entre ambas funciones
del sistema técnico.
El valor del producto se puede mejorar incrementando su utilidad sin variación del coste o,
incluso, manteniendo dicha utilidad a un menor coste. Así, dentro de este planteamiento se
encuentran tres conceptos fundamentales: objetivo del producto, función básica del producto y
funciones secundarias. Por ejemplo, el tapón de la gasolina ostenta un objetivo de
estanqueidad del depósito, su función se centra en permitir el abastecimiento, aunque de
forma secundaria evite la suciedad, prevenga incidentes, robos, etc. En el global de estas
funciones se encuentra la mejora del valor.