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Por qué los girasoles buscan el sol?

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Leonardo da Vinci, gran científico y artista italiano del Renacimiento, fue el primero en
registrar con sus observaciones, realizadas, en el siglo XV, que algunas plantas
aparentemente seguían la trayectoria del sol, y no sería el último en hacerlo.

Sin embargo, ni él ni los científicos posteriores lograron explicar en términos científicos


cómo consiguen girar las plantas ni por qué ocurre.
Ahora, un equipo de investigadores europeos ha realizado descubrimientos que nos
acercan a solucionar este enigma. Según ellos, esta respuesta radica en la auxina, una
clase de hormona vegetal. Los descubrimientos de su estudio se han publicado en la
revista Nature.

El interrogante de por qué algunas plantas se inclinan hacia la luz o crecen hacia arriba y
no hacia abajo puede parecer sencillo, pero la respuesta dista de serlo.

Hace mucho que diversos investigadores habían formulado la teoría de que la responsable
de este fenómeno debía ser la auxina, que suscitó el interés incluso de Charles Darwin en
el siglo XIX. No obstante, hasta ahora no se había logrado comprender al detalle su
funcionamiento.

Una investigación realizada por científicos del Departamento de Biología de Sistemas


Vegetales del Instituto de Biotecnología de Flandes (VIB) y de la Universidad de
Gante (ambos en Bélgica) ha sacado a relucir una conexión nueva e importante entre esta
cuestión y el transporte de la auxina por la planta. Según sus indagaciones, la auxina se
almacena en sitios específicos.

El equipo, dirigido por Elke Barbez y supervisado por Jürgen Kleine-Vehn del VIB y Jiri
Friml, también del VIB y de la Universidad de Gante, determinó que el transporte de la
auxina por la planta desempeña una función compleja pero vital.

Mejora de la productividad

La auxina se produce en las secciones en crecimiento de la planta y posteriormente se


envía a otras partes de la misma donde es necesaria, incluido el tallo.

Para que la planta pueda absorber de forma óptima y eficaz los rayos solares, es preciso
que el tallo se enderece lo antes posible. Por esta razón se suministra más auxina a la
sección inferior del tallo que a la superior, gracias a lo cual la primera crece más rápido y el
tallo crece recto.

Al regular el destino de la auxina transportada, las plantas logran aprovechar del mejor
modo posible las condiciones cambiantes de su entorno.

Según los autores, sus hallazgos tendrán consecuencias de gran calado y podrían resultar
beneficiosos para ingenieros agrónomos y agricultores.

Es previsible que un conocimiento más preciso sobre la auxina proporcione nuevas


herramientas para conseguir que los cultivos crezcan de un modo más eficiente. Así
aducen, por ejemplo, que incrementando la concentración de auxina en el momento y el
lugar adecuado se podría promover un crecimiento más positivo y una mayor
productividad.

Además de contar con el apoyo de la VIB y de la Universidad de Gante, esta investigación


recibió financiación del Fondo de Viena para la Ciencia y la Tecnología (WWTF, Austria), la
Agencia para la Innovación mediante Ciencia y Tecnología (IWT, Bélgica), el programa
Odysseus de la Fundación para la Investigación de Flandes (Bélgica), los Fondos
Nacionales Suizos, y el Ministerio de Educación, Juventud y Deporte de la República
Checa.

Científicos en Estados Unidos y Alemania investigaron con modelos matemáticos la


forma más eficiente de orientar paneles solares. Y la respuesta, para sorpresa de los
expertos, ya había sido hallada por la naturaleza hace millones de años.

Alexander Mitsos y Corey Noone, del Instituto Tecnológico de Massachussets, MIT


por sus siglas en inglés, comenzaron estudiando la distribución de los paneles
solares en la planta de concentración solar conocida como PS10, cerca de Sevilla,
en el sur de España.

Más de 600 espejos, cada uno del tamaño de la mitad de una cancha de tenis,
siguen al sol concentrando sus rayos en una torre central, donde el calor es
transformado en electricidad para 6.000 hogares.

Las plantas de concentración solar (CSP por sus siglas en inglés) utilizan grandes
conjuntos de espejos o helióstatos para concentrar los rayos del sol en un área
pequeña. La luz concentrada es convertida en calor, que a su vez genera
electricidad.

En la distribución tradicional, los espejos son dispuestos en filas de semicírculos


concéntricos similares a un teatro, pero este patrón no es totalmente eficiente. Si
bien hay brazos robóticas que mueven los espejos para seguir el movimiento del
Sol, hay momentos del día en que unos espejos hacen sombra sobre otros.

La forma más eficiente de distribución, según los expertos del MIT, es colocar
cada panel a un ángulo constante de 137 grados respecto al que le antecede, un
patrón conocido en matemática como la espiral de Fermat, en alusión al
matemático francés del siglo XVII.

Y ésa es exactamente la manera en que están dispuestas las florecillas en el


interior de un girasol.

"Ángulo dorado"

Los investigadores del MIT comenzaron haciendo una representación digital de la


planta PS10 y dividiendo cada espejo en cerca de 100 segmentos. Posteriormente
utilizaron modelos matemáticos para calcular la pérdida de energía en cada
segmento cuando los espejos bloquean parcialmente la luz. Por último,
reconfiguraron los segmentos para un aprovechamiento ideal de la radiación solar.

Mitsos y Noone también buscaron combinar esa distribución con otro objetivo
clave, ahorrar espacio, y mostraron el patrón resultante a otro de los
investigadores, Manuel Torrilhon, de la Universidad Aachen en Alemania.

Torrilhon reconoció la presencia de un patrón en espiral, similar al hallado en la


naturaleza, por lo que los investigadores buscaron inspiración para su patrón
óptimo específicamente en los girasoles.

Las minúsculas florecillas que conforman el interior de un girasol están dispuestas


en el patrón conocido como espiral de Fermat, que puede verse en distintos
objetos en la naturaleza y ha fascinado a los matemáticos durante siglos.

Los griegos incluso aplicaron el patrón a la arquitectura. En un girasol, cada


florecilla está inclinada respecto a su vecina en una proporción de 137 grados, lo
que se conoce como el "ángulo dorado".
Menos superficie

Derechos de autor de la imagenAPImage


captionLas plantas de concentración solar requieren grandes extensiones de tierra.

La nueva distribución mejora la eficiencia de los paneles y permite colocarlos en


un espacio 16% menor.

Mitsos asegura que utilizar este patrón en plantas de concentración solar en el


futuro permitiría reducir significativamente la cantidad de tierra utilizada,
disminuyendo costos.

"Las plantas de energía termal solar concentrada requieren enormes extensiones


de superficie. Si queremos lograr en el futuro que al menos un 10% de la energía
provenga de fuentes renovables, necesitaremos grandes áreas, por lo que la
eficiencia es fundamental", señaló el investigador del MIT.
El estudio, publicado en la revista Solar Energy, muestra la importancia de la
biomimesis o biomimética, un campo de investigación que busca inspiración en la
naturaleza para la solución de problemas tecnológicos y sociales.

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