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Cuatro apuntes sobre César Vallejo

Por: Olgalucía Ruiz

Aquí sentada, trato de pensar de nuevo el poeta. De él tengo su música. Cuando lo leo no
me quedan palabras, sino música. Y en la cabeza las palabras mías se entremezclan con los
ritmos del poeta.

Vallejo, más exactamente sus Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, han
estado a mi lado, en el trabajo y en la vida cotidiana. Los he molido con los dientes y la
lengua hasta fijarlos y con el tiempo solo uno que otro verso navega en mi memoria. Pero
siempre está la música.

En ese trasegar descubrí insólito parentesco entre Vallejo y Kafka. Fue en el 92, con
Mutaciones, obra con Asimov y Bradbury convidados donde luego irrumpió Kafka por su
cuenta. Escribir el texto a las imágenes construidas en hermandad con esos escritores se
hizo tan complejo, que en muchas partes solo era admisible la poesía. Entonces fue Vallejo;
abría la obra en el despertar del protagonista en su alta torre:

Ya va a venir el día; da
cuerda a tu brazo, búscate debajo
del colchón, vuelve a pararte
en tu cabeza, para andar derecho.
Ya va a venir el día, ponte el saco.
(Los desgraciados, en Poemas humanos)1

Y luego bajaba, reptando de cabeza seis metros, hasta un hermosísimo mar de basura. A
primera vista parecerían lejanos Kafka y Vallejo, pero estos versos hablan del mundo
industrial que deshumaniza, de ese mundo que en Tiempos modernos convierte al hombre
en una pieza de la máquina. En el poema el ser humano es una especie de muñeco de
cuerda, alguien que no sabe dónde está, que no sabe cuál es su lugar, ni en qué orden
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Vallejo, César, Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, Las Américas Publishing Co, New york
1977
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disponer su cuerpo. Mientras escribo aparece también otro personaje conocido, Mockinpot,
de Peter Weiss y se hermana Vallejo con Chaplin, Kafka y Weiss.

II

Ahora entiendo en otra dimensión el radicalismo del poeta en la crónica Poesía nueva, 2
cuando afirma que incluir léxico nuevo en la poesía “no es poesía nueva ni antigua, ni
nada” 3. La poesía tiene el don de hacer nueva la palabra, hace que aparezca como una
revelación, como acabada de inventar y, a la vez, con su historia presente, disponible en las
múltiples facetas que le talla el poema; Vallejo ve que el problema no es aumentar el
diccionario, sino que las nuevas sensibilidades lo permeen: “Muchas veces un poema no
dice “cinema”, poseyendo, no obstante, la emoción cinemática, de manera oscura y tácita,
pero efectiva y humana. Tal es la verdadera poesía nueva” 4 . Y más adelante es aún más
radical: “La poesía nueva a base de palabras o de metáforas nuevas, se distingue por su
pedantería de novedad y, en consecuencia, por su compilación y barroquismo. La poesía
nueva a base de sensibilidad nueva es, al contrario, simple y humana y a primera vista se la
tomaría por antigua o no atrae la atención sobre si es o no moderna. Es muy importante
tomar nota de estas diferencias” 5. Precisamente esta postura es la que permite que Piedra
negra sobre una piedra blanca, siendo un soneto, una estructura tradicional de la poesía, le
dé dimensión múltiple al tiempo, lo subvierta:

Me moriré en París con aguacero,


un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso


estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

2
Vallejo, César, Crónicas de Poeta, Colección La expresión Americana, Ayacucho PDF
3
Ibid Pág. 44
4
Vallejo, César, Crónicas de Poeta, Colección La expresión Americana, Ayacucho PDF Pág 44
5
Ibid Pág. 45
3

César Vallejo ha muerto, le pegaban


todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos


los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos... 6

“Me moriré en París con aguacero,/ un día del cual tengo ya el recuerdo. Del futuro, (me
moriré) pasa al recuerdo (pasado); es curioso que sea un sustantivo y no un verbo el que
nos lleve por primera vez a esa muerte como suceso cumplido. Luego, sin abandonar del
todo el futuro se afirma en el presente: tal vez un jueves, como es hoy, de otoño./Jueves
será, porque hoy, jueves, que proso/ (…) jamás como hoy, me he vuelto,/ con todo mi
camino, a verme solo. El presente, el hoy, es en el poema imagen especular del día futuro
de la lluviosa muerte. Finalmente, en los tercetos cuenta su muerte en dos formas de
pasado, perfecto e imperfecto, conservando el presente y pasando de un modo de
conjugación a otro: César Vallejo ha muerto, le pegaban/ todos sin que él les haga nada/ le
daban duro con un palo y duro/también con una soga; son testigos/los días jueves y los
huesos húmeros/. La ruptura de la idea en los versos, y de un terceto a otro por
encabalgamiento, nos obliga a transitar una continuidad que se quiebra a cada paso y crea
un tiempo de relojes rotos. Son tiempos simultáneos que, sin embargo, no ocurren en el
mismo tiempo: el pasado sigue en el pasado, el presente es presente y el futuro, futuro.
Esto, que se expresa tan difícilmente aquí, lo funda magistralmente el poema. Hay un hecho
más a resaltar: la muerte verdadera del poeta sucedió en espejo exacto, de otoño a
primavera.7

6
Vallejo, César, Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, Las Américas Publishing Co, New york
1977
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Agazapada en este pie de página cedo a la tentación de desviarme un momento por vericuetos metafísicos a
propósito de la muerte retratada. Vallejo le daba importancia grandísima a la intuición, que perteneciendo más
al orden mágico, tenía efectos en la vida positiva. En su crónica Las pirámides de Egipto, habla de la
presencia de la intuición en la vida, aún en el desarrollo de la ciencias. La define como “deserciones absurdas
4

En la entrevista de Cesar González Ruano El poeta César Vallejo en Madrid 8( Madrid


1931), Vallejo manifiesta que antes de conocer las vanguardias europeas conoció a los
poetas clásicos castellanos. Considero que contó con esta influencia sin estorbo, hasta sus
últimos tiempos. Con ese mismo sentido de libertad respecto a la tradición más clásica,
sitúo Altura y pelos, que suena a salmo responsorial y a letanía:

ALTURA Y PELOS

¿Quién no tiene su vestido azul?


¿Quién no almuerza y no toma el tranvía,
con su cigarrillo contratado y su dolor de bolsillo?
¡Yo que tan sólo he nacido!
¡Yo que tan sólo he nacido!

¿Quién no escribe una carta?


¿Quién no habla de un asunto muy importante,
muriendo de costumbre y llorando de oído?
¡Yo que solamente he nacido!
¡Yo que solamente he nacido!

¿Quién no se llama Carlos o cualquier otra cosa?


¿Quién al gato no dice gato gato?
¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!
¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!9

La repuesta no es repetición, sino variaciones sobre el mismo tema, como en música: ¡Yo
que tan sólo he nacido!, ¡Yo que solamente he nacido!, ¡Ay, yo que sólo he nacido

entre la subconciencia y el dato de la realidad”. La intuición según Vallejo, abarca todas las épocas, todas las
culturas, todos los ámbitos humanos. (Pág.33 )
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Vallejo, César, Crónicas de Poeta, Colección La expresión Americana, Ayacucho PDF Pág 196
9
Vallejo, César, Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, Las Américas Publishing Co, New york
1977
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solamente! Insisto en la estructura musical, porque el último verso recoge las dos
variaciones anteriores en una nueva. Las preguntas son letanías modernas, enumeración
larga de la vida en las ciudades, pero más que tono deprecativo, tienen tono de rebeldía:
Todos viven muriendo de costumbre y llorando de oído, menos el poeta en su soledad.
Esta letanía no pide nada, manifiesta, revela esa vida moderna y nos pone ante la
encrucijada de llamarse Carlos o cualquier otra cosa, o anhelar la terrible soledad de la
conciencia. El lector es imbuido de soledad, no solamente de soledad urbana, sino de
ausencia de divinidades. Vuelve a ser claro que se trata de elaborar; aquí suenan ecos de
formas religiosas, transformadas de tajo contundente, con la exactitud de un poeta que se
dice obsesionado por la precisión, que aspira a “(…) la eliminación de toda palabra de
existencia accesoria, la expresión pura que hoy mejor que nunca habría que buscarla en los
sustantivos y en los verbos… ¡Ya que no se puede prescindir de las palabras!...” 10. Es una
expresión de humor vallejiano: el poeta anhela un poema sin palabras. ¿Por qué entonces en
Altura y pelos hay un verso donde se repite tres veces la palabra gato? Por reiteración se
llega a la vaciedad de la palabra, es oquedad por eco; extrañada, la palabra gato se despoja
de toda gatidad y, en otro eco, Carlos (y con él nosotros) pierde aún más su identidad, se
hace más anónimo si cabe y la soledad final es más sola todavía ¡Ay, yo que sólo he nacido
solamente!

III

Vallejo tiene en su poesía el pesimismo del indio, dice Mariátegui11. Es un pesimismo con
fondo de piedad humana, el pesimismo propio del melancólico en estadio de simpatía, que
tiene la plena capacidad para ponerse en el lugar del otro, de sufrir el sufrimiento ajeno y
comprenderlo. Es el melancólico maduro que no se vuelve él mismo el centro del mundo
con su personal sufrimiento, sino que registra el dolor ajeno, que lo entiende. Desde Los
heraldos negros, encontramos ese acompañamiento. En La araña, el poeta contempla con
los ojos bien abiertos la agonía:

10
Vallejo, César, Crónicas de Poeta, Colección La expresión Americana, Ayacucho PDF Pág 196
11
Mariátegui, José Carlos Literatura y estética, XIV César Vallejo, Págs. 209- 218 Biblioteca Ayacucho
6

Es una araña enorme que ya no anda;


una araña incolora, cuyo cuerpo,
una cabeza y un abdomen, sangra.

Hoy la he visto de cerca. Y con qué esfuerzo


hacia todos los flancos
sus pies innumerables alargaba.
Y he pensado en sus ojos invisibles,
los pilotos fatales de la araña.

Es una araña que temblaba fija


en un filo de piedra;
el abdomen a un lado,
y al otro la cabeza.

Con tantos pies la pobre, y aún no puede


resolverse. Y, al verla
atónita en tal trance,
hoy me ha dado qué pena esa viajera.

Es una araña enorme, a quien impide


el abdomen seguir a la cabeza.
Y he pensado en sus ojos
y en sus pies numerosos...
¡Y me ha dado qué pena esa viajera!12

El poeta abre los ojos, mira con detenimiento y plasma el dolor de la araña que sangra, que
hacia todos los flancos/ sus pies innumerables alargaba. Al designar las patas de la araña
como pies, humaniza el animal. El poema todo se hace metáfora del sufrimiento humano,

12
http://www.literatura.us/vallejo/completa.html
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del sufrimiento de aquellos cuyo abdomen impide seguir a la cabeza. Y nosotros, los
lectores nos convertimos en testigos oculares; si leemos el poema, vemos en detalle la
agonía, la paradoja, la ironía melancólica de tantas patas y no poder moverse. Esto hace en
mí eco de un poema posterior –Masa-, de España aparta de mí este cáliz, que dice:
«Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»/ Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Son rasgos del poeta en su obra. No podemos desconocer que el poeta impregna en su obra
las atmósferas de su humanidad. Por otra parte, poeta, poema y lector, conforman una
comunidad. El poema no brota de la nada, requiere laboriosidad humana, trabajo de poeta;
en sentido estricto, el poema solo se realiza cuando llega ese Otro que leyendo, lo actualiza,
le permite vivir. El poema por su parte retribuye con creces al lector que se hace poeta en el
poema, asiste al ágape.13

Me desvié un poco enredada en tanta melancolía juiciosa del poeta, que permite enmarcar
su militancia política también en ese sentimiento humano. En pleno Realismo Socialista, su
poesía política estuvo lejos de cualquier panfleto, fue capaz de ver la fragilidad de España,
que es la fragilidad de todas las revoluciones, porque la España del poema es España
poética y no geográfica:

¡Cuídate de los nuevos poderosos!


¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!

13
Las artes literarias, la pintura, el cine, tienen ventajas sobre artes efímeras como el teatro, que no pueden
esperar. Un poema puede dormir en un cajón ilusionado, a la espera de un lector extraviado que lo descubra y
lo saque de su sueño.
8

¡Cuídate del futuro!…14

Otra vez encontramos una letanía que no ruega; aquí advierte con clarividencia prodigiosa
de poeta, los peligros que acechan la República. Es la intuición mágica de la que habla
Vallejo en la crónica citada anteriormente.

IV

Leer a Vallejo es asistir al milagro poético. Por un momento me sentí impotente ante este
semidios poeta; me parecía que nada más que sus propias palabras decían su palabra (y así
es), pero logré indagar por qué me acompaña desde hace tanto tiempo.

Encuentro en el poeta gran dulzura en medio de tristezas, una risilla irónica en su


melancolía, una gran entereza, rigor consigo mismo, rayano en ascetismo, equilibrio entre
las polaridades racional e intuitiva en sus poemas, donde logra que las palabras se hagan
extracotidianas.

La melancolía Vallejiana ilumina otra humanidad que ve, no solo es necesaria, sino posible:

Le rodearon millones de individuos,


con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra


le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.

14
Vallejo, César, Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, Las Américas Publishing Co, New york
1977
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(Masa, de España aparta de mí este cáliz)

Como dice Mariátegui, el pesimismo de Vallejo, no es un concepto, sino un sentimiento


que se presenta lleno de ternura y caridad. Es un dolor por la humanidad encarnado en el
poeta.

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