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UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA

FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS

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MATERIA:

• Biología y Educación Ambiental

DOCENTE:

• Carlos Cubas Zúñiga

TEMA:

• Huella ecológica

• Las 3R

• La ley que prohíbe el plástico en el Perú

RESPONSABLES:

• Carmona Valdivia Carlos Guillermo

• Facundo Saavedra Josué Abraham

• Mulatillo Piñin Melisa Lisbet

• Purizaca Rumiche Mayra Liset

• Sánchez Alvarado Tito Felipe Isaac

PIURA – PERÚ

2019
ÍNDICE:

CAPÍTULO I: HUELLA ECOLÓGICA .................................................. 3

CAPÍTULO II: LAS "3R" DE LA ECOLOGÍA: REDUCIR,

REUTILIZAR Y RECICLAR ................................................................... 5

1. REDUCE: ........................................................................................... 5

2. REUTILIZA: ...................................................................................... 6

3. RECICLAJE: ..................................................................................... 7

CAPÍTULO III: LA LEY QUE PROHÍBE EL USO DE PLÁSTICOS

EN EL PERÚ ............................................................................................. 10
CAPÍTULO I: HUELLA ECOLÓGICA

La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda

humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta,

relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos.

Representa el área de tierra o agua ecológicamente productivos (cultivos, pastos, bosques

o ecosistemas acuáticos) e idealmente también el volumen de aire necesarios para generar

recursos y además para asimilar los residuos producidos por cada población determinada

de acuerdo a su modo de vida. Estas medidas se pueden efectuar realizándose a diferentes

escalas: individuo (la huella ecológica de una persona), poblaciones (la huella ecológica

de una ciudad, de una región, de un país), comunidades (la huella ecológica de las

sociedades agrícolas, de las sociedades industrializadas, etc.).

El objetivo fundamental de calcularlas consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de

un determinado modo o forma de vida y compararlo con la biocapacidad del planeta. Se

trata, pues, de un indicador clave para la sostenibilidad.

La ventaja de medir la huella ecológica para entender la apropiación humana está en

aprovechar la habilidad para hacer comparaciones. Es posible comparar, por ejemplo, las

emisiones producidas al transportar un bien en particular con la energía requerida para el

producto sobre la misma escala (hectáreas).

El cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposibles, lo que

constituye su principal limitación como indicador; en cualquier caso, existen diversos

métodos de estimación a partir del análisis de los recursos que una persona consume y de

los residuos que produce. La cantidad de hectáreas utilizadas para urbanizar, generar

infraestructuras y centros de trabajo.

• Hectáreas necesarias para proporcionar el alimento vegetal necesario.


• Superficie necesaria para pastos que alimenten al ganado.

• Superficie marina necesaria para producir peces.

• Hectáreas de bosque necesarias para asumir el CO2 que provoca nuestro consumo

energético. En este sentido no solo incidiría el grado de eficiencia energética alcanzado

sino también las fuentes empleadas para su obtención: a mayor uso de energías

renovables, menor huella ecológica.

El análisis de la Huella ecológica ha sido aplicado a varios niveles, desde la escala global,

hasta el nivel hogareño. En este estudio, el componente huella ecológica de Guernsey ha

sido calculado y luego usado como una herramienta para explorar la toma de decisiones.

Esto ha sido hecho considerando la huella ecológica de pasajeros de viaje, observando

datos sobre series de tiempo y el desarrollo de escenarios.

Al calcular la huella ecológica es posible conocer la magnitud con que las actividades

humanas contribuyen al tamaño total. Es importante recordar que la huella ecológica se

refiere, en parte, a la superficie necesaria para absorber los residuos generados, es por ello

que la quema de combustibles fósiles figura como la actividad más significativa, tal y

como se muestra a continuación:

• 47.5% Quema de Combustibles Fósiles

• 22.0% Agricultura

• 7.6% Madera, Pulpa y Papel.

• 6.7% Pesca

• 6.3% Ganadería

• 3.6% Energía Nuclear


• 3.6% Asentamientos Urbanos o ciudades

• 2.7% Obtención de Leña

CAPÍTULO II: LAS "3R" DE LA ECOLOGÍA: REDUCIR, REUTILIZAR Y


RECICLAR

Las “3R” dan nombre a una propuesta fomentada inicialmente por la organización no

gubernamental Greenpeace que promueve 3 pasos básicos para disminuir la producción

de residuos y contribuir con ello a la protección y conservación del medio ambiente.

El concepto de la regla de las 3R del medio ambiente pretende cambiar nuestros hábitos

de consumo, haciéndolos responsables y sostenibles. Para ello, se centra en la reducción

de residuos, con el fin de solventar uno de los grandes problemas ecológicos de la

sociedad actual.

En definitiva, Reducir, Reutilizar y Reciclar son 3R y tres acciones sencillas, tan fáciles

como necesarias. Los hábitos de vida sostenibles y su práctica generalizada no son solo

nuestra responsabilidad como habitantes del planeta, o nuestra aportación para paliar los

daños que le ocasionamos; también, y, sobre todo, son el único modo que tenemos para

preservar, y por lo tanto disfrutar de nuestro entorno.

Por ello, quizás es el momento de dar el siguiente paso en el cambio de mentalidad y

aprender a ver que cuando llevamos a cabo las “3R” no somos nosotros quienes damos,

lo que hacemos es recibir.

1. REDUCE:

Recoge quizás la parte más obvia de la teoría, si reducimos nuestro consumo, tanto

energético como de bienes materiales, estamos reduciendo también el problema. De este

modo, la finalidad es disminuir el gasto de materias primas, agua y bienes de consumo,


así como el aporte de CO2 a la atmósfera y el consumo de energía (tanto la destinada a la

creación de un producto como a su transporte y distribución).

A nivel práctico, los consejos son sencillos:

• Comprar menos y aplicar ciertos criterios a la hora de elegir lo que compramos.

• Comprobar el lugar de procedencia y dar prioridad a los productos que han sido

elaborados más cerca de nosotros

• Escoger productos cuyo proceso de embalaje o envoltorio no sea excesivo o esté

fabricado con materiales que puedan ser reciclados con mayor facilidad

• Sustituir las bolsas de plástico de la compra por bolsas de materiales reutilizables

que se puedan emplear en futuras ocasiones

• Finalmente, descartar o disminuir en lo posible el uso de plásticos.

2. REUTILIZA:

Reutilizar nos anima a tratar de alargar la vida útil de un producto, esto es, antes de tirarlo

y sustituirlo por uno nuevo, debemos buscar el modo de repararlo o, de no ser posible,

darle otro uso antes del final de su vida.

Afortunadamente, la red está repleta de ideas, algunas muy creativas, orientadas a cambiar

la mentalidad del “usar y tirar”, ideas que, además, no ayudan solo al medio ambiente,

sino también a nuestro bolsillo. La reutilización no atañe simplemente a productos

manufacturados, ya que puede, y debe, aplicarse también a los recursos naturales. Por

ejemplo, el agua que utilizamos para lavar verduras y frutas o el agua que nos sobra

después de beber, se puede destinar para regar las plantas o incluso fregar el suelo.
Del mismo modo, dando un paso más y poniendo más medios, las aguas procedentes de

los desagües de lavadoras, bañeras o fregaderos, serían, tras la aplicación de un simple

tratamiento, perfectas para el riego de zonas verdes o el uso en cisternas, así como para

limpieza de exteriores.

3. RECICLAJE:

Se entiende por reciclar la acción de convertir materiales de desecho en materia prima o

en otros productos, de modo de extender su vida útil y combatir la acumulación de

desechos en el mundo. El reciclaje reinserta el material de descarte de numerosas

actividades industriales, empresariales o del consumo cotidiano, en la cadena productiva,

permitiendo que sea reutilizado y disminuyendo la necesidad de adquirir o elaborar

materiales nuevos.

No todos los materiales existentes son reciclables, pero un buen número de ellos sí, como

el cartón, el vidrio, el aluminio, el papel y ciertos tipos de plásticos, que pueden ser

sometidos a diversos procesos de reaprovechamiento y recomenzar su ciclo de utilidad.

En otros casos, en cambio, no puede dárseles el mismo uso, pero sí puede dárseles uno

distinto en procesos de construcción, de decoración, de obtención de energía, etc.

Así ocurre con los desechos orgánicos (restos de comida, basura líquida, etc.), que no son

reciclables, pero por suerte existen procesos de biodegradación que llevan a cabo una

actividad natural equivalente, pudiendo ser utilizados para la fabricación de abono.

El reciclaje es una actividad minoritaria de cara a las enormes capacidades de fabricación

de materiales nuevos que en nuestro mundo post industrial se ponen en marcha a diario.

A menudo es mucho más económico producir algo nuevo que reciclar algo viejo, lo cual

hace poco rentable esta actividad tan necesaria en términos ecológicos.


Reciclar es una forma de combatir la contaminación de los suelos y mares, ya que la

presencia prolongada de basura en ellos acarrea cambios impredecibles en sus procesos

bióticos y ecológicos. De cara a la construcción de un modelo de vida industrial sostenible

en el tiempo, es decir, que no conduzca de cabeza a la enfermedad, la extinción y el

cambio climático, el reciclaje se impone como una necesidad humana.

Por otro lado, reciclar ciertos elementos puede constituir una actividad medianamente

lucrativa, una vez que se logre implantar como parte de la cultura cotidiana. Los

elementos reciclados son comprados por las empresas que los aprovechan para disminuir

su adquisición de materia prima, de modo que se trata de un panorama ganar-ganar.

Una vez segregados los desechos, diferentes entidades locales y nacionales trabajan en

conjunto a través de plantas de transferencia, clasificación y valoración de residuos para

optimizar el consumo de energía y preservar los recursos naturales.

El reciclaje funciona en cadena y por ello, el simple hecho de tirar nuestra basura en un

contenedor u otro es básico para poder disfrutar de los beneficios energéticos obtenidos

en el proceso de reciclaje de vidrio e incluso hacernos sonreír al saber que la reutilización

de una tonelada de papel salva la vida de 17 árboles.

• Color azul reciclaje (papel y cartón):

En este contenedor se deben depositar todo tipo de papeles y cartones, que podremos

encontrar en envases de cartón como cajas o envases de alimentos. Periódicos, revistas,

papeles de envolver o folletos publicitarios entre otros.

• Color amarillo reciclaje (plásticos y latas):

Se deben depositar todo tipo de envases y productos fabricados con plásticos como

botellas, envases de alimentación o bolsas. Las latas de conservas y de refrescos también

tienen que depositarse.


• Color verde reciclaje (vidrio):

En este contenedor se depositan envases de vidrio, como las botellas de bebidas

alcohólicas. Importante no utilizar estos contenedores verdes para cerámica o cristal. En

la medida de lo posible, deberemos eliminar cualquier tipo de material como tapones de

corcho, metales o papel que puedan contener las botellas o envases. En los envases de

vidrio deberemos retirar la tapa ya que esta deberá reciclarse por norma general en el

contenedor amarillo.

• Color rojo reciclaje (desechos peligrosos):

Aunque poco habituales, son muy útiles y uno de los que evitan una mayor contaminación

ambiental. Podemos considerarlos para almacenar desechos peligrosos como baterías,

pilas, insecticidas, aceites, aerosoles, o productos tecnológicos.

• Color gris reciclaje (resto de residuos):

En los contenedores de color gris, se depositan los residuos que no hemos visto hasta

ahora, aunque principalmente se deposita en ellos materia biodegradable. Son los más

numerosos en la gran mayoría de núcleos urbanos, aunque con el tiempo y una mayor

concienciación ecológica deberían ser un tipo de contenedor más.

• Color naranja reciclaje (orgánico):

Aunque es difícil encontrar un contenedor de color naranja, estos se utilizan

exclusivamente para material orgánico.


CAPÍTULO III: LA LEY QUE PROHÍBE EL USO DE PLÁSTICOS EN EL
PERÚ

Es una normativa que regula el plástico de un solo uso, otros plásticos no reutilizables y

los recipientes o envases descartables de Tecnopor para alimentos y bebidas de consumo

humano en el territorio nacional. La Ley busca reducir el impacto que tienen estos

materiales en el medio ambiente y desalentar progresivamente su utilización.

El objeto de la ley es establecer el marco regulatorio sobre el plástico de un solo uso, otros

plásticos no reutilizables y los recipientes o envases descartables de poliestireno

expandido (Tecnopor) para alimentos y bebidas de consumo humano en el territorio

nacional.

La finalidad de la ley es contribuir en la concreción del derecho que tiene toda persona a

gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida, reduciendo para

ello el impacto adverso del plástico de un solo uso, de la basura marina plástica, fluvial y

lacustre y de otros contaminantes similares, en la salud humana y del ambiente.

El Ministerio de Educación (Minedu), Ministerio de la Producción (Produce), los

gobiernos regionales y las empresas, deben desarrollar estrategias de sensibilización

sobre el tema. En esto podemos ayudar todos. Imaginen que en todas las entradas de los

supermercados o estacionamientos haya mensajes alusivos a usar bolsas reutilizables.

Estos mensajes también se pueden masificar a través de pantallas digitales que hay en la

ciudad, arte urbano, espacios en buses, televisiones de los bancos y hospitales, etc. Ojalá

los publicistas y empresas en este verano se pulan y ayuden en este tema.

Con la Ley N° 30884 se busca reducir el impacto negativo que tienen los plásticos y bolas

de polietileno para nuestro medio ambiente.


Desde el jueves 1 de agosto, distintos establecimientos empezarán a cobrar por las bolsas

que entreguen a sus consumidores. Esta medida se da en el marco del cumplimiento de la

Ley N° 30884, conocida como Ley de plásticos.

En caso de que el usuario adquiera bolsas en el establecimiento, deberá asumir el costo

del impuesto, que aumentará progresivamente cada año hasta el 2023, generando un

recargo adicional al monto final de pago.

La Ley considera las siguientes prohibiciones de manera progresiva:

Desde el 20 de abril de 2019: El uso y comercialización de bolsas plásticas, sorbetes y

recipientes no degradables en playas del litoral y de la Amazonía, patrimonios culturales

o naturales, áreas naturales protegidas y museos de nuestro país. También, que estas no

sean entregadas junto a recibos, publicidades impresas, diarios, revistas y toda

información dirigida a los consumidores, usuarios o ciudadanos en general.

Desde el 20 de diciembre de 2019: La fabricación de bolsas no biodegradables y bolsas

cuya medida sea menor a 30 cm x 30 cm y con un espesor no superior a 50 micras.

Además, sorbetes de base polimérica y otras similares.

Desde el 20 de diciembre de 2021: La fabricación envases y vasos de Tecnopor, bajillas

cuya degradación genere contaminación y bolsas plásticas que no sean reutilizables.

Además, estipula la creación del impuesto al consumo de bolsas de plástico a partir del 1

de agosto de 2019.

La publicación de esta norma se oficializó en el diario El Peruano el 19 de diciembre del

2018. Desde esa fecha, el Ministerio del Ambiente tuvo 180 días para elaborar su

reglamento. Según estimó la ministra del Ambiente, Lucía Ruiz, este sería publicado

antes de la quincena de agosto de este año.


La norma no establece un precio fijo para cada bolsa que entreguen los establecimientos,

pero sí que este sea proporcional al precio del mercado e informado de forma explícita al

consumidor.

Sí establece el monto del impuesto que se deberá pagar por cada bolsa de plástico que sea

utilizada para cargar o llevar bienes. Esta cuantía incrementará de acuerdo al siguiente

cronograma: S/0.10 en el 2019, S/0.20 en el 2020, S/0.30 en el 2021, S/0.40 en el 2022 y

S/0.50 en el 2023 y años subsiguientes.

Bajo esa situación, a partir del 1 de agosto cuando una persona solicite bolsas en algún

establecimiento, al costo de lo que está comprando deberá sumarle el precio que dispuso

el local por cada una de ellas y 10 céntimos de impuesto por cada bolsa que adquirió.

Las bolsas que se compren, así como el impuesto que se deberá asumir por cada una de

ellas, será pagado ante la persona natural y/o jurídica sujeta al IGV que transfiera las

bolsas de plástico y tendrá que ser consignado en el comprobante de pago respectivo, sea

boleta o factura.

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