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TRABAJO PRÁCTICO
DE HISTORIA
Autores:
Joaquín Caballero Campos
Miguel Filizzola
Mariana Ugarte
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Trabajo Práctico Historia
ÍNDICE Pág.
Introducción…………………………….………………………………..……….……….. 3
I- Objetivos……………………………………………………………………….………… 4
Conclusiones.....………………………………………………….………………………… 11
Bibliografía………………………………………………………………………..………. 12
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INTRODUCCIÓN
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I- OBJETIVOS.
a- Generales.
Procurar un conocimiento racional y descriptivo sobre los aspectos más resaltantes
sobre los hechos de la Guerra de la Triple Alianza.
Proporcionar algunos elementos de análisis que permitan a los estudiantes comprender
los principales acontecimientos y procesos de cambio que generó dicha guerra.
b- Específicos.
Identificar a los principales protagonistas y el rol que les cupo en las contiendas.
Describir los acontecimientos de las principales batallas de la triple alianza.
Identificar los principales protagonistas de la guerra.
Explicar el rol e interés de cada país de la Triple Alianza en la guerra.
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II- LA URUGUAYANA (1865).
Ciudad uruguaya en el triángulo que une Argentina con el Brasil. Ahí fue el escenario de
la mayor catástrofe militar del Paraguay: perdida de alrededor de 10mil hombres y
jóvenes. El plan del Mariscal era el de unificar dos poderosas columnas: una de 10 mil
hombres, al mando del teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribeña y del mayor
Pedro Duarte, partiría de la villa de Encarnación para encontrarse en el referido lugar
con otra columna de aproximadamente 20 mil hombres.
La columna de Estigarribeña, partió de Encarnación, donde luego de un reñido combate
puso en fuga a las tropas brasileñas. Otro combate exitoso fue el de Mbutuy, en julio de
1865.
Una vez en las orillas del rio Uruguay, Estigarribia comete un error capital, disponiendo
la división de sus fuerzas (en contra de las órdenes que tenía), ordenando al mayor
Duarte cruzar el rio en su margen opuesta con unos escasos 2.500 hombres. De este
modo debilitó, quedando dividida, y por lo tanto vulnerable, el ejército paraguayo. Lo que
dio ánimo al enemigo a atacar a nuestros compatriotas.
El mayor Duarte, que iba por el rio navegando (marguen izquierda) con una fuerza
minúscula, se enteró que le General Flores se aproximaba con una fuerza importante de
más de cinco mil hombres. Ante esta perspectiva, Duarte hizo saber al Mariscal
Estigarribia del peligro que corría su columna, por lo que solicitaba refuerzos para resistir
a una embestida del enemigo. Pero Estigarriba, carente de tino militar, le dio por
respuesta que si tenía miedo de Flores, le comunique, para ser relevado del mando de
inmediato. Ante tal insinuación de su comandante, Duarte se dispuso a combatir sin
esperanzas.
Así el 17 de agosto de 1865, se libra la batalla de Yatay, Duarte, tras cinco horas de
combate desesperado, rodeado y sin artillería, se rinde tras haber perdido a la mayoría
de sus hombres (unos pocos sobrevivientes). Y todo eso sin que Estigarribia no atine
ninguna medida de auxilio con lo que sobraba de su columna. Allí también la tropa
enemiga, animado por la victoria reciente, atacó a Estigarriba, quien combatió con
gallardía pero al estar sin municiones ni provisiones, capitula, entregándose a los aliados
el 18 de septiembre de 1865.
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La posición fue artillada con 49 cañones más 13 piezas que fueron ubicadas sobre la
costa del río, y otras dos en el ángulo de la trinchera, en su flanco derecho. Curupayty
estaba defendida por las tres armas con un total de 5.000 hombres.
Los atacantes se preparaban con una fuerza de más de 20.000 hombres al mando del
General Mitre, comandante de las fuerzas aliadas. Pasadas las 7.00 horas del día
señalado, se movió el ejército brasilero con sus 22 barcos y 101 piezas de artillería,
iniciando su acción con un intenso bombardeo, desde una distancia que no era
alcanzada por nuestros cañones.
Poco después de haberse iniciado el bombardeo, la artillería terrestre aliada iniciaba un
intenso cañoneo sobre los puestos avanzados de nuestra trinchera que, después de
soportar el fuego de ambas artillerías durante 4 horas, se replegaron a la posición
principal. Después del mediodía, el Almirante Tamandaré informaba a las fuerzas
terrestres que la misión estaba cumplida, interrumpiéndose el fuego de la escuadra
hacia el frente de Curupayty, para concentrarlo sobre las baterías ubicadas sobre el río.
El esfuerzo principal del ataque llevaban las dos columnas del centro que sufrieron el
fuego de la artillería paraguaya desde que se pusieron en movimiento que además
debían soportar los inconvenientes ocasionados por el terreno cubierto de agua, y a
pesar de todo se dispusieron para lanzarse al asalto sobre las posiciones, consiguiendo
alcanzar la línea principal de resistencia, pereciendo todos los que hasta allí llegaban. La
batalla terminó a las 16 horas con rotundo éxito para las fuerzas paraguayas.
El ataque al campamento de Tuyutí, con el que López intentó ganar ventaja mediante un
golpe que le permitiera negociar la paz y la retirada de los aliados de Paraguay, desató
una de las batallas decisivas de la Guerra de la Triple Alianza. Luego de más de cuatro
horas que cubrieron el suelo de cadáveres, heridos, mutilados y restos sangrientos, los
aliados vencieron, y su victoria fue crucial para el rumbo ulterior de la contienda. Se dijo,
en ese momento, que había sido destruido lo mejor del ejército paraguayo; López, por
otra parte, nunca pudo volver a reunir un número tal de hombres. A ciento cincuenta
años de una de las batallas más sangrientas libradas en Suramérica, este artículo la
recuerda. La desazón que produjo en el Mariscal López la rendición de Uruguayana se
refleja en su Proclama al ejército a su mando:
«El lustre de vuestras armas, vuestra reputación, y el valor en el combate, vuestros
triunfos todos y, lo que es más, vuestro mismo honor militar, o desaparecen o quedan
empañadas ante la rendición de Uruguayana sin resistencia...»
La guerra, con el descalabro de Uruguayana, se volvió defensiva. Los aliados se
internaron en territorio pantanoso, carentes de mapas. Las posiciones de López
cambiarían fundamentalmente. Trasladó su campamento a Humaitá para estar más
cerca del centro de operaciones, e hizo pasar al otro lado del Paraná a las fuerzas
paraguayas que se encontraban en Corrientes.
José Eduvigis Díaz, al mando de cuatrocientos cincuenta soldados, repasó el Paraná y
atacó en Corrales a un ejército diez veces superior en número, emprendiendo luego la
retirada. Era una de las tácticas favoritas del Mariscal, la guerrilla fulminante, sin
presentar batalla convencional.
Al mando del mariscal brasileño Luis Osorio, los aliados habían desembarcado el 16 de
abril de 1866 en territorio paraguayo, dos kilómetros al norte de la confluencia de los ríos
Paraná y Paraguay, en un lugar llamado Tres Bocas.
López, que esperaba la invasión sobre el Paraná, se vio obligado a evacuar el Fuerte de
Itapirú, acampando al norte del Estero Bellaco. Aquí tuvo lugar, el 2 de mayo de 1866, el
ataque paraguayo, en el curso del cual José Eduvigis Díaz, con tres mil ochocientos
hombres a su mando, luego de apoderarse de la artillería y de varias banderas, se
replegó a sus posiciones ante la reacción del enemigo.
El Mariscal López intentó sorprender en Tuyutí a los aliados, y, cambiando de táctica, el
24 de mayo lanzó veinticuatro mil hombres, todos los que pudo reunir, contra cincuenta
mil soldados enemigos.
A pesar de que había muerto el general Sampaio, comandante de una división brasileña,
y de que había sido herido en combate el comandante en jefe del ejército imperial, el
general Osorio, y además, finalmente, de los ocho mil caídos de ambos bandos, entre
muertos y heridos, que cubrieron el campo de batalla, los aliados quedaron dueños del
campo de Tuyutí.
Las bajas paraguayas fueron de siete mil muertos y trescientos cincuenta prisioneros,
todos muy mal heridos.
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En Tuyutí fueron sacrificadas las mejores tropas en ataques frontales al descampado,
que facilitaban en mucho la defensa enemiga al darles ventaja para masacrar a los
atacantes.
Siempre se dijo, del lado de la Triple Alianza, que Paraguay, efectivamente, perdió a su
ejército el 24 de mayo de 1866. Había enviado a sus mejores tropas a presentar batalla
en un sitio poco recomendable para esa maniobra. El resultado fue oneroso en hombres,
precisamente el bien más escaso de los paraguayos en esta desigual contienda.
López posiblemente recordó la admonición paterna de usar más la pluma que la espada
con los poderosos vecinos cuando solicitó la entrevista de Yataity Corá con el
comandante aliado general Mitre, quien, en realidad, por el mismo Tratado de la Triple
Alianza, solo tenía bajo su mando las tropas argentinas, pues cada nación combatiente
mantenía su propia estructura militar, nada unificada, a pesar del ampuloso nombre
sugerido por el acuerdo secreto.
El Brasil de Pedro II no estaba dispuesto a acceder a una paz negociada que no
incluyera como condición la rendición total de los paraguayos. La entrevista de Yataity
Corá, que tuvo lugar el 12 de setiembre, no fue en realidad sino una estratagema de
López para terminar la preparación de las defensas de Curupayty, sitio de un seguro
ataque aliado destinado a dar por concluida la contienda.
La causa paraguaya se rodeó de un heroísmo defensivo inclaudicable, pues en
Curupayty fueron los aliados los que se lanzaron desguarnecidos a un ataque frontal
ante un ejército que creían diezmado.
Pocos han resumido tan bien esta batalla como el argentino Goycochea Menéndez:
«Tuyutí, Estero Bellaco, Curupayty, exclamaba el guerrero. Era la visión del pasado, del
ayer inmediato, de la defensa toda aun subsistente, sin que hubieran bastado, para
anular la soberbia expresión de su fiereza, ni los contrastes continuos, ni las fatalidades
todas cayendo sobre sus hombros con el desplome colosal de una montaña...»
Un aniversario es siempre propicio para revisar y en algunos casos actualizar los
episodios históricos. La Guerra Guasu, de la Triple Alianza o du Paraguay tiene un
sorprendente magnetismo para la realización de estudios verdaderamente trasversales.
Dicha guerra, la más sangrienta de la historia latinoamericana, se presta a análisis y
conclusiones novedosas sobre temas disímiles, como la formación de los estados
nacionales de los beligerantes, cada uno de los cuales emerge de la contienda con
características originales e inéditas. La guerra también sirve para analizar la evolución
cultural, antropológica, de género y política de las diversas sociedades. A partir de ella
surge, irrefrenable, el que tal vez sea el cambio más revolucionario de nuestra historia, la
educación universal como método de ascenso social y mecanismo generador de
oportunidades.
La democracia y sus contradicciones también se remontan a la misma época, y el
republicanismo terminó por imponerse, e incluso, en el último remanente imperial
europeo, que era la casa de los Braganza, precisamente por los oficiales jóvenes que
habían combatido en los humedales del sur del Paraguay.
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La fuerza paraguaya fue destruida casi en su totalidad: cayeron al juramento de “¡Antes
Morir!”.
Se salvaron algunos pocos soldados, entre ellos Emilio Aceval, que contaba con 15
años, junto con Bernardino Caballero, quien después de esta batalla fue ascendido a
general de división.
Esta batalla nos cuenta uno de los episodios más tristes sucedidos durante la Guerra
Grande.
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CONCLUSIONES
Al finalizar la guerra, Brasil obtuvo todos los territorios que deseaba y Paraguay quedó
transformado en un estado satélite del Brasil, hasta el punto de que el ministro
plenipotenciario brasileño, José María da Silva Paranhos Júnior, era llamado casi
oficialmente en Brasil «virrey del Paraguay» .La ocupación brasileña perduró hasta
1876, cuatro años después del Tratado Cotegipe-Lóizaga, por el cual Brasil ocupaba
nuevos territorios y obtenía «reparaciones» y diversas concesiones económicas.
La Guerra de la Triple Alianza fue una de esas empresas en que todos los socios
terminan en la ruina arrastrando consigo a la competencia. Ostensiblemente, sin
embargo sólo el Paraguay terminó derrotado en ella. Y es el episodio más traumático de
toda su historia. Los presuntos victoriosos de la contienda, Argentina y Brasil - el
Uruguay fue un socio siempre menor - hicieron descomunal sacrificio en la búsqueda de
un objetivo elusivo que se dibujaba progresivamente y que al final resultó nimio, pues de
la guerra no lograron algo inasequible por medios racionales.
El extraño que intente estudiar esta guerra memorable a pesar de todas las atrocidades
acumuladas a las puertas de López encontrara más difícil admirar la brillante táctica de
los aliados que la inmutable tenacidad de Solano López... En consideración a este
punto, que ahora con calma podemos examinar con imparcialidad, pero no con
indiferencia, una dificultad surge - aquella de dilucidar con precisión el objetivo de López
al invitar - una lucha que significo su propia destrucción y la de su país. Algunos
escritores políticos urgen persuadir que era apenas el resultado de la vanidad y la
ambición personal, pero parece luego de un análisis más íntimo del estado de las cosas
al romperse las hostilidades, que López fue menos la víctima de su concupiscencia de
conquista que de las circunstancias de entonces que él permitió lo llevaran a la vorágine
final".
Bibliografía
1- Cardozo, Efraim "Apuntes de Historia Cultural del Paraguay" Editorial / Litocolor, Asunción,
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