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Entrega 12~ Bogotá, Diciembre de 1894.

AñoII

P U B L 'I C A C I O N'" :D.t.1:EN'"SUAL

- - - = = = = = =.

RECTIFICACION HISTORIeA,

En la Carta i!urojea que se publicó en la entrega l." del tomo


2! de la REVISTA GRlS, carta por cierto muy interesante, amena y
erudita, dirigida por D, Juan Fastenrath al Sr. Grillo, be encontrado
varios errores y contradicciones que me tomo el atrevimiento de se-
ilaJar en las siguientes líneas:
Dice D. Juan, en la página 3 de la REVISTA, que lajuTtdación
de Santafé se veriftcó en un sitio llamado Bogotá " y en la siguien-
te página asevera que" el poblado más importante (de los Chibchas)
era el de Pit1tza Ó Bogotá en donde vivía el Zipa, quien pasaba una
temporada en el risueño sitio en que después SI! jundó la ciudad dI
Santajé etc." Esto último es lo cierto, pues el paraje llamado Ba-
,'alá entre los aborígenes (y Bogotá en los tiempos coloniales), hoy
se denomina Funza, yes distinto del sitio (nombrado Teusaquillo)
en donde fue fundada la población de Santafé, en 1538.
He dicho que el sitio ó, más bien, población que, andando el
tiempo y ;:>or corrupción de lenguaje se llamó Bogotá, tenía en la
época de la invasión hispana el nombre de Bacatá ó Muequdá,' pero
aun admitiendo que se llamara Bogotá, no puede aseverarse que tu-
viera ese nombre en recuerdo de un cacique muerto, pues si el Sr.
Fastenrath alude con estas palabras (página id. ) á la víctima inmo~
lada en ei asalto de Facatativá, esa víctima no se llamaba Bogotá ni
Bacatá, sino TisqueStlsha. Además, es razonable suponer que la capi-
tal del Zipazgo tenía yá el nombre consahido antes del reinado de
aquel monarc:j..
No creo rigurosamente exacto qU\! Federmán fuera ei fundador
de Santafé, ;,t comjalifa de Belalcázar y de Jiménez de Quesada.
Esa población fue fundada por Quesada el 6 de Agosto de 1538,
época en que no habían llegado aún á la altiplanicie las expediciones

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REVISTA GRIS.

de Belalcázar y de Federm án; aunque sí es evidente que después


s,
de los arreglos celebrados entre los tres conquis tadores ¡;eferido
todos ellos revalidaron la erecóón de la nueva villa en el mes de
Abril de 1539.
Al Sr. Fastenr ath lt parece ( página id. ) que el individuo á quien
el
él llama "Caciq ue de Bogotá " (y que no puede ser otro que
Zipa), tenía carácter sacerdotal. Presum o que el sabio alemán con-
unde al Zipa con el Pontífice de !raca, y tal presunción mía se con-
os
firma al ver que dicho señor habla, á continuación, de unos tU/pI
n en la comarca bacaten se.
maravillosos que me parece que no existiero
En 1886 salió á luz, en Madrid, la Historia dd .ll/t(vo Rei1lo de
Granada por D. Juan de Castellanos, publica da por D. Antonio Paz;
y Melia en la Impren ta de Pérez Dubrull. De esa publicación dió
cuenta D. Marcos Jiménez de la Espada en un folleto titulado
Juan de Castdla1los y su I¡isforia del Nuevo Reino de G1allada, folleto
o,
que cita el Sr. Fastenr ath (página 7 de la REVIST A); Y sin embarg
es descono -
este mismo señor dice (página J r) que" ahora ( 1893)
cido" ese libro de Castellanos.
CAD .

LA TRAD IClON DE NIOPE . (1)

He aquí cómo satisfizo el tío Lucas la pregunt a que alguno de


nosotros se permitió hacerle respecto á cierta curiósa relación que
habíamo s oído siempre, aunque con harta deficiencia, d'! muchas
persona s veraces y hasta de nuestro mismo párroco.
-La cosa es bien interesa nte-com enzó el buen viejo.- Nada
más natural que nuestros indios fueran devotos de Santa Rosa, pa-
el
trona de América, como se observa en los pueblos del Ecuado r,
Perú, Bolivia y aWl en gran parte del nuéstro. S610 aquí en esta
Provincia se nota la costumb re de que la raz'l. indígen a celebre con
mayor esplend or la fiesta de la Virgen en su advocac ión de lá In-
maculad a, en vez de la de su patrona la Santa limeña .-y esto
110
deja de tener su explicación, como van ustedes

r 1) DI' la colección C1Im/os del tíD Lucas.


á verlo.

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S. PONCE AGUILERA.-LA TRADICIÓN DE NIOPE. 391

Allá por los años.... En fin, no recuerdo con exactitud la


fecha, aunque sí estoy seguro que fue á fines del siglo XVII, vino, no
sé por qué circunstancia, á poder de la familia H*u la imagen de
la Concepción que se venera en el vecino pueblo de Niope. Es de
suponer que la imagen fue cedida á la Iglesia por dicha familia,
cuando desde entonces vino trasmitiéndose entre los miembros de
ella-y así ha sucedido hasta la fecha-la piadosa obligación de
cuidar todo lo que se relaciona con el ornato y decencia del sagrado
culto. Fue eso una especie de privilegio indisputable en favor de los
que tuvieron la generosidad de hacer á la Iglesia presente tan
valioso.
El día que se llevó la efigie á la iglesia para bendecirla, hubo
una fiesta digna de la que desde entonces vino á ser proclamada
protectora del cristiano pueblo. Se color.ó sobre el altar mayor, cu-
bierta con un velo de raso. Cuando el sacerdote que decía la misa
se hizo al medio del altar y cantó el Gloria, se descorrió el velo y la
Virgen apareció radiante de majestad y de belleza. Hubo un murmu-
llo de general admiración en los asistentes á la misa. "i Madre mía!"
"Abogada nuéstra! "-fueron las palabras que brotaron espontá-
neamente de la concurrencia y que hicieron retemblar la bóveda
del pequeño templo.
El efecto, en verdad, no podía ser mejor para almas piadosas y
creyentes. Desde entonces no se hablé sino de la Pu~ísillla, nombre
con que se conoce á la Virgen en Niope y en los pueblos y aldeas
circunvecinos.
La Madre del Señor siempre ha sabido carresponder á la fe de
los que en ella esperan, y así fue que supo interceder por los suyos
cuando estuvieron á punto de perecer bajo el peso de una venganza
terrible.
Las depredaciones que algunos habitantes de Niúpe cometieron
con los indios que vivían la vida aún de salvajes en las regiones
montañosas de lo que hoyes nuestra Provincia, llevaron á tal grado
la indignación de estos, que el entonces pequeño poblado se vio al
canto de una ruina.completa. Los indios habían tolerado que se les
arrebatara el oro en cambio de baratijas de ninguna significación;
convenían en dar los ,víveres que les sobraban por cosas de tan
poco valor como un pañuelo de colores ó un collar de cuentas
relucientes; pero lo que sí no pudieron consentir impunemente fue

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el robo del primogénito del' cacique Chamey, llevado á la población


por medio del engaño primero, y de la fuerza después, de los que se-
iban haciendo ricos entre ellos por medios ilícitos.
Verdad es que los que trajeron al hijo del cacique amarrado
como un criminal no quisieron. hacerle ningún daño. Su intento fue
dar á los vecinos de Niope una muestra de arrojo, de valor sin me -
dida y hé ahí que no vieron medio más adecuado que robarse al
indio y traerlo para exhibirlo como una cosa rara. I.a broma con
todo, fue pesada, y á no ser quizás porque hubo en Niope algún
Lot en quien no debía caer la cólera del cielo, todo habría desapa-
recido con la salvaje invasión que estuvo á punto de exterminar á
los cristianos.
El grito de venganza dado por el cacique n:percutió hasta en el
fondo de los valles y grutas poblauos por las tribus que antes del
descubrimiento señoreaban este terrilorio. La cólera que produjo el
robo del cacique heredero fue inmensa y estall6 en un instante. Era
necesario vengar, una vez por todas, las afrentas y malos tratamien-
tos que habían sobrellevado por muchísimos años.
Dos días después de la desaparición del hijo de Chamey tenía
éste bajo sus banderas-lanzas muy largas de madera que llevaban
en la punta un cráneo humano-cerca de ocho mil súbditos dis-
puestos á perecer antes que dejar perdonada la vida á uno de los
" hijos de los blancos." Así llamaban y llaman todavía á la gente
civilizada.
Durante tres días seguidos se vio á los indios coronar las cum ·-
bres de los montes que rodean el valle de Niope. De noche no se
contemplaba otra cosa que las hogueras en los lugares donde acam-
paban . La cordillera aparecía majestuosamente iluminada por. los
reflejos siniestros de un vasto incendio.
Cuál sería la consternación del pueblo es cosa que apenas puede
imaginarse. Las casas se habían cerrado como si una epidemia Jo
hubiese devastado. Sólo la iglesia estaba constantemente llena de
una multitud atribulada que iba á llorar la.s faltas de los culpados
y á pedir á Dios misericordia y perdón para todos. Alguno pidi6 el
castigo de los que habían puesto la población en peligro, pero la
petición fue desechada, porque se creyó que todos eran reos de la
Justicia Divina y sólo de Dios debía e5perarse la suspensión del
castigo que amenazaba.

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· PONeE AGUILERA.-LA TRAOIC1ÓN DE NlOPE. 393

Nada más justo en situación semejante que invocar la mediación


de la Santísima Virgen, y todo el mundo fue á caer á sus plantas en
la confianza de que ella no desoiría tantas súplicas.
En aquella época tenía yá la Virgen de la Concepción el altar
donde se halla colocada. En él debía celebrarse la misa, porque el
pueblo estaba ansioso de ver otra vez á su santa Patrona. El camarín
estaba, lo mismo que ahora, guardado por la puertecilla de dos hojas
oval~das que giran hacia el interior; y como la imagen no se expo-
nía á la veneración de los fiell;!s sino cada mes, un sábado, cuando
se decía la misa en su altar, se creyó conveniente ponerle á la puerta
una cerradura, cuya llave guardaba un viejo devoto.
La limpieza y arreglo del altar estaban concluírlos. Sólo falta-
ban unos momentos para celebrarse la misa, cuando el gentío agru-
pado en la iglesia comenzó á dar muestras de inquieturl y sobresalto .
j Los indios! fue el primer grito de asombro que circuló en la mu-
chedumbre. Los indios llegaban en efecto. Habían rodeado al pue-
blo completamente y aguardaban sin fiuda la noche para entrar á
saco y destruírlo poniéndole fuego.
En ese momento la persona que tenía la llave del camarín y que
se preparaba á abrirlo, subía la escaleriJla de piedra que está del lado
del evangelio. Al notar la impaciencia de los concurrentes se volvió
.á ellos y les gritó de modo que todos pudiesen oírle: "No descon-
fiéis de Ella. Pedidle que salve á su pueblo y todo se hará."
., i Virgen Santísima, sálvanos !" clamó la multitud cayendo de
nuevo arrodillada.
La cerradura no cedía. La llave apenas dió media vuelta en su
interior. En va110 se llamó á otro hombre de má~ fuerza para que
abriera,. Nada pudo conseguirse. Se pensó en que el óxido podía ser
la causa de la resistencia y se puso aceite oí la cerradura y á la llave.
No fué posible abrir tampoco. La misa iba á principiar, y el pucblo
deseaba contemplar á su salvadora. Entonces se ocurrió oí un espe-
diente más fácil. Forzar la pu('rta aunque se rompiera. La barra de
hicrro á que se apel6 COlT.o instrumento no pudo separar las hojas
adheridas con fuerza insuperable.
La misa comenzó por fin. La gente lloraba con tristeza y ver-
dadera contrición. La Virgen los abandonaba. La Vi!gen no quería.
que la viesen ..... .
Esa noche fue de alarma continua. El pánico cerraba [os labios

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394 REVISTA GRIS.

y sólo un rumor de desconsuelo á veces, otras de confianza, se levan-


taba de la multitud que llenaba la pl:.tza. Nadie pensó en la defensa.
Las armas de fuego eran escasas y los que podían combatir, que eran
muy pocos, temían demasiado á las flechas envenenadas de los ene-
migos.
A las seis y media de la tarde el sacerdote, delante del pueblo
reunido en la plaza, comenzó á rezar el rosario, y seguido de la mul-
titud recorrió las calles principales de la población.
Eran las diez de la noche y los indios no habían entrado á
Niope. De repente un grito salvaje salido del campamento de ellos
dejó helados de espanto á los que estaban conden:1.dos i perecer.
Fue un grito que tuvo la intensidad de diez mil voces unidas, pero
un grito extraño que pudo ser de alegría ó de espanto. El indefen-
so pueblo creyó que había llegado la hora de la venganza, y los
que estaban sin más consuelo que el que podía bajar de lo Alto
cayeron resignados de rodillas para esperar la muerte como los anti-
guos mártires cristianos.
Los indios, sin embargo, no entraron. Pasó la noche. El sol
apareció de nuevo detrás de las montañas y en vez de escombros y
de muerte halló la población intacta, á la sombra de sus bosques
tiritando de temor y de frío.
i Dios nos salva! fue á decirle el sacerdote al pueblo reunido en
la iglesia. Los indios huyen en todas direcciones. Acabo de saberlo
por uno de los espías que estaba apostado en las afueras.
Aquello fue sublime. La gente lloraba de gratitud y con voz
conmovida daba gracias al cielo por servicio tan señalado como el
que acababa de hacer. Hasta los niños rezaban de rodillas y se gol-
peaban el pecho como sus madres.
La misa se dijo en el altar de la Virgen de la Concepción.
Cuando se procuró de nuevo abrir el camarín, la llave giró perfecta-
mente y se separaron las hojas de la puerta. El pueblo se levantó
para ver la imagen. Se alzó el velo azul que la ocultaba, y una ex-
clamación de sorpresa retumbó sordamente en la iglesia.
Allí estaba la Virgen, hermosa como nunca, y sin embargo, era
innegable que una mano sacrílega la había profanado. ¿ Quién po -
día ser el autor de impiedad semejante? Nadie pudo saberlo. La
cabellera se veía suelta y en desorden; el manto de terciopelo
blanco .., azul estaba roto y húmedo en algunas partes; sobre la

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JUSTO A. FACIO.-MÁRMOL GRIEGO. 395

peana pareda que habían arrojado puñados de arena menuda, y


hasta en los encajes de oro que guarnedan el manto se encontraban
adheridas ramas de zarza y de espino de monte. Ei hecho era cierta.
mente inexplicable.
Pasaron muchos años. Los indios, olvidada la injuria y la ven-
ganza, volvieron á la población acompañados del hijo de Chamey.
Entonces refirieron que la noche en que iban á tomarse la población
á. saco y en el momento en que el asalto se preparaba, sintieron sin
saber por qué un miedo descondcido. Hubo un desconcierto general
en todas las filas y su primer intento fue volverse para la montaña.
No obstante, se prepararon de nuevo para el ataque definitivo, teme-
rosos del castigo de sus jefes. Entonces vieron una luz semejante á
la del sol, que se levantaba de Niope, lo cual les llenó de estupor y
cobardía. Una mujer andaba sobre las nubes y blandía una espada
de fuego COll que los amenazaba. Al verla acercarse nadie pudo so-
breponerse al pánico y empezaron á correr en confu~a desbandada.
y esa mujer que les persiguió toda la noche hasta más allá de
los ríos y del monte-dedan temblando de un terror extraño - era
la Virgen, la Virgen que estaba en la iglesia y que ellos habían visto
una vez por las calles de Niope, en hombros de los blancos.
Esta es la historia que ustedes deseaban conocer-prosiguió el
tío Lucas después de un momento de silencio.- Quizás muchos du-
den de la veracidad de ella, y no faltará quien llegue á negarla en
absoluto. Psch!. _.. (y se encogió de hombros para dar á entender
que poco le importaba que otros creyeran lo contrario que él). El
pueblo la acepta como una de sus más hermosas tradiciones, y lai
ideas que viven en el pueblo no se echan en olvido fácilmente.

SALOMÓN PONCE AGUILERA.

MÁRMOL GRIEGO.

Brilla en su rostro de Hebe '


La juventud eterna de las diosas,
y matiza su carne como nieve
La sangre de las venas de las rosal,

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REVISTA GRrS.

Ajenos á la queja,
En sus labios de adelfas en capullo,
SU VOl. mundana solamente deja
Ternuras semejantes al arrullo.
Su imagen que fulgura
No inspira al alma tentador empeño ,
Pues recorre su cándida hermosura
La placidez radiosa del ensueño.

En sus dulces pupilas,


Asilo de las sombras encantadas,
Reposan inocentes y tranquilas,
Como negras palomas las miradas.

Es negra su corona,
y en relucientes ondas el cabello
Con oscuros anillos ¡¡prisiona,
Como serpiente de ébano, su cuello.

Su aliento adormecido
Rinde su seno en curvaturas suaves,
Como esponjan ocultas en el nido
El dorso blando voluptuosas aves.

El beso que convida


Con ardiente placer al alma loca,
En ignorada languidez anida,
Como inerte crisálida, en su boca.

Bajo puro destello


Su noble encanto de mujer encierra,
La fría pesadumbre de lo bello,
Que no fecunda el soplo de la tierra.

Mas, tiene delicada


El ímpetu de fuerza contenida,
Que, al conjuro tenaz de la mirada,
Hace en el mármol palpitar la ·vida.

Es para el alma ansiosa,


Al amor avezada y al desvelo,

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RICARDO FERNANDE~ GUARDIA.-sEVTLLA. 397

Hermosura que sueña y que reposa,


Con los sagrados éxtasis del cielo.

Así por modos raros


Llevar parece entre sencillas galas,
Sobre su torso helénico de Paros,
El estímulo incierto de las alas.

Pero, aun así perdida


Deja en las almas que sujeta el suelo,
Como una vaga sensaci6n de vida,
Con ternuras y ráfagas de anhelo.

JUSTO A. FACIO.

--~ ..
SEVILLA .

Quien no ha visto á Sevilla


No ha visto maravilla.

En este siglo de exasperante materialismo, de frío progreso, en


que nada hay digno de respeto para el pico del demoledor, ni cosa
alguna para cuya hechura no exista una horrible máquina de paten-
te, es empresa muy ardua dar con un pueblo virgen aún de la mo-
derna fiebre destructora. Allá en el coraz6n ele Andalucía vive uno
que se defiende her6icamente de las embestirlas del monstruo insulso
de lo nuevo: Sevilla.
Sevilla es la ciudad poética por excelencia. Llena de leyendas
y tradiciones, todo en ella es artístico, profundamente original. Sus
monumentos y sus casas, sus torcidas callejuelas, las mujeres, el sol,
el cielo, son allí distintos; el aire mismo parece que fuera otro, un
aire sevillano hecho adrede para los pulmones de sus habitantes. Al
rayar del alba. aún se ven deslizarse sobre las baldosas de sus calles,
las sombras conquistadoras de los Tenorios de los siglos que fueron;
y cuando la luna deja caer su luz pálida sobre las floridas azoteas de
sus casas blancas, acuden á ella presurosas las almas de todos los
poetas que han muerto, á contar deliciosas historias de amor, reuni-
das en fantástico aquelarre. Sevilla es el refugio de la poesía y del

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REVISTA GRIS.

arte, el recuerdo vivo de las edades muertas. Sevilla no se parece á


ninguna otra ciudad del mundo. Sevilla es Sevilla.
Algunos creen q ue-la ciudad fa vori ta del Islam está encantada,
y yo no lo dudo, porque la existencia del hechizo es evidente, pal-
pable. Su maravilloso influjo es tal, que á ninguno es dado librarse
de él. El extranjero que pisa la tierra sevill.ana siente al punto el
contagio: una ola de sangre calurosa se precipita por las venas de
su cuerpo, y sentimientos de un género desconocido hacen vibrar
dulcemente las cuerdas íntimas de su alma. El más frío y flemático
se trueca en un decir amén en colegial enamorado y dispuesto á en-
tregar su corazón sin vacilar, á la primer muchacha de ojos negros
que se encuentre á la vuelta de una esquina. Sevilla es la patria del
amor.
Esbelta y ligera como una saeta disparada al cielo, álzase en
medio de ella la Giralda, la torre sin rival, el alminar de Yacub ben
Yusuf: allí está el hechizo. La Giralda es la vara del nigromante
bajo cuyo poder vive la rein::. del Guadalquivir; en sus cimientos,
embutido en el capitel de una vieja columna romana, se oculta el
maravilloso talismán. Sevilla morirá cuando la Giralda se desplome;
pero la Giralda es imperecedera, como el arte, como la poesía.
Ochocientos años han pasado yá sobre ella, y lejos de envejecer cada
día está más nueva, más hermosa, como si ayer hubiera salido de
manos del artífice. Numerosas rampas de fácil ascenso conducen á
la plataforma altísima del gracioso alminar. Desde allí se goza del
fascinador encanto que se desprende de Sevilla y de una ojeada se
abarca el panorama de la ciudad y el paraíso que la rodea.
Hacia un lado el verde campo de Tablada, no muy lejos el
Guadalquivir famoso y la Torre del Oro, al Occidente el Ajarafe de
los sarracenos, el territorio más fértil y hermoso de la tierra, con sus
bosques de higueras y olivos y sus blancos caseríos; á lo lejos Cas-
tilleja, entre cuyos muro, expiró miserable el conquistador de uno
de los imperios más grandes del mundo, el bizarro Hernán Cortés.
Al pie de la torre yace grandiosa la inmensa mole gótica de la Ca-
tedral donde tantas generaciones han orado, y cuya magnificencia y
enormidad sobrepujan al soberbio deseo que manifestó uno de 1010
prebendados cuando se trataba de construirla: Ifaglllllos-dijo-
tma iglesia tall granú, qUt! los tjUt! la vitmm acabada l/OS tenga?) p(ff
¡(I(OS. Cuadros de Murillo y de Zurbarán, alhajas de riqueza fabu!Q-

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RICAR DO FERNÁ NDEZ GUARD IA.-SEV ILLA. 399
................ , ..... ~T

s
sa, esculturas admirables, altares y verjas que pasm::.n, sepulcro
acumul ar debajo de
magnífi cos; todo lo que el arte y el oro pueden
la
las bóvedas de un templo maravia oso, hállase con profusión en
Catedra l sevillana. La Bibliote ca Colombina, fundada por un hijo
del inmorta l descubr idor de América, también está en su recinto.
Cerca de la Catedra l está el Alcázar, un palacio de cuento, ri-
val de la Alhambra. Fríos y altos muros guardan celosos los tesoros
los
del interior, maravillas creadas por la imagina ción delirant e de
sarracen os. Muros cubierto s de arabesco s tan lindos que pa-
artistas
l.as
recen modelad os por las manos pequeñísimas y habilidosas de
hadas; azulejos inimitables, column as de mármol de impond erable
ra •.
esbeltez, bóvedas que deslumb ran, arcos de caprich osa extructu
tra-
tenues como finísimo encaje, y de curvas tan ligeras que diríanse
zadas por el vuelo de los pájaros, ricos techos de maderas exóticas
incrusta das de marfil, mármoles de cien colores ; en fin, un palacio
de
de ensueño donde se oye resonar todavía el eco de las pandere tas
las sultanas y la extraña modulac ión de sus cantos llenos de ardiente
poesía.
y así como no hay mujer linda sin luengos cabellos, no hay pa-
lacio sin jardines. Los del Alcázar son maravillosos; por todas par-
mil
tes flores, naranjo s y fuentes, alameda s de cuyo suelo brotan
chorrito s de agua al c.a pricho de una llave, oscuras enramad as que
refresca la brisa con soplo suavísimo, deliciosos rinconci tos que guar-
á
dan aún el susurro de los besos de las moras ardorosa s. Oculta
medias por frondoso s árboles, asoma la entrada de los baños regios
de
que vieron reflejarse las frescas y sonrosa das carnes de D~ María
que solían beber el rey D. Pedro y
Padilla en \as cristalinas aguas
bañarse en ellas la hermosa favorita ; en
sus cortesanos, después de
frente el precioso cenador de Carlos V, por allá el estanqu e elel jar-
los
dín de la Danza, y en cada sala elel palacio, en cada alameda de
jardines , evocand o un mundo de recuerdo s, mil leyenda s y tradicio-
nes, que hacen del i\ lcázar un sér animado que vive y respira, que
¡jente y ama.
Torcien do la vista á la derecha aparece con toda la fría majes-
In-
tad ele su severa arquitec tura la antigua Lonja, hoy Archivo de
nelo en magnífic os estantes de caoba y oculta en
dias. Allí, descansa
y polvorie ntos manuscr itos, está la historia de
las páginas de viejos
que han visto los siglos: la conquis ta de
la más granele epopeya

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América. Más allá el palacio de San Telmo con sus tupidos bosques
de naranjos. A orillas del Guadalquivir, el renombrado paseo de las
Delicias, lleno de efluvios primaverales y de árboles 'Iue dejan caer
sobre los transeúntes una lluvia de flores perfumadas y blancas.
y por todos lados, sin que haya tiempo de fijar en ellos la vis-
ta, aparecen palacios, iglesias, jardines y conventos, restos gloriosos
de la grandeza de otros tiempos en que no había progreso, ni había
yankis, y que por desgracia no volverán. La casa ele Pilatos, esplén-
dida mansión perteneciente á los duC!ues de Medinaceli, que á seme-
janza de la casa del pretor romano se propuso construír á su vuelta
de la Tierra Santa el adelantado Per Enríquez, )' que terminó el pri-
mer duque ele Alcalá D. Per Afán de Rivera. El Ayuntamiento con
sus tres fachaelas platerescas, de las cuales tina resulta un prodigio
con sus festones del Renacimiento. El Hospital de la Caridad, fun-
dado por D. Miguel de Mapara, el impío caballero de Calatrava,
que vio una noche desfilar su entierro á la luz ele las antorchas, el
D. Juan de carne y hueso que, arrepentido y contrito, fue después
piadoso y santo. La Plaza ele Toros, cuya línea curva se dibuja en
lontananza, el teatro donde se representa el espectáculo sangriento
favorito de los españoles, bárbaro si se quiere, pero que conmueve y
enardece, apoteosis del valor, ele la fuerza y la destreza, tres cosas
que cautivan á los pueblos varoniles. El Puente de Triana, tan ad-
mir.a do por los sevillanos, y por el cual desfila todas las tardes, á la
hora en que detrás de él se hunde el sol en el río, la cigarrera de
andar voluptuoso, mir~da provocante y flor en el moño, la que lleva
siempre fuego en el pecho yen los labios, pronto á dispararse como
un cohete el dicharacho agudo, mujer incomparable, mezcla de gra-
cia y desvergüenza.
y luégo, como un gran lienzo extendido, el blanco caserío, cor-
tado caprichosamente por callejas que serpentean; azoteas cuajadas
de tiestos multicolores, columnas y patios de már:nol, fllellte~ que
refrescan el aire y flores que lo embalsaman, paredes blancas, ajime-
ces y balcones por entre cuyas rejas asoman caras encantadoras y
ojos de mirar profundo, atrayentes como el abismo, plazas sombrea-
das por altas palmeras que recuerdan el Oriente; y dando vida y
calor á este cuadro hechicero, la indolente y abigarrada población
sevillana: la mujer de cháchara picante, bella y ardiente, que se en-
galana con la graciosa mantilla, el torero de aire conquistador y per-

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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA.-SEVILLA. 4°1

donavidas, el mendigo con pujos de hidalgo ofer.dido, la flamenca


de ancha bata de larga cola, mant6n chinesco terciado con la gracia
dI' Dios, tufos y moño retorcido, en medio del cual se ve plantado
un hermoso clavel, como nadie en el mundo lo sabe hacer; el airo-
so jinete, montado en soberbio potro jerezano, el aguador con su bo-
tijo y su cantinela de agua fresca. Y encima de todo un sol esplen-
doroso, el que da perfumes á las flores é inspiración á los poetas, el
que enciende ardientes pasiones en el pecho de las mujeres y dora.
las uvas de Jerez. .
Dichosa Sevilla, tierra de poesía que dormitas y sueñas tran-
quila en medio del bullicio y de la fiebre que á los modernos pue-
blos consume. ¿ Lograrás escapar del bárbaro progreso? Ay! 110 lo
creo. El terrible monstruo todo lo destruye, todo lo devora. Un día
llegará i terrible día! en que cuadrillas de salvajes, armados de as-
querosos instrumentos, destriparán sin piedad tus casitas blancas,
para trazar monótonas y rectas avenidas; hedionda y espesa huma-
recla empañará el azul purísimo de tu cielo; el Guadalquivir glorioso
arrastrará tristemente sus aguas amarillentas, villanamente aprisio-
nado entre muros de sillería; el viejo Alcázar caerá en manos de
cualquier Bárnum que lo convertirá en museo de figuras de cera, y
la Girald.t vendrá á ser chimenea de una fábrica de cerillas. Las
mozas de Triana y la Macarena, olvidadas del voluptuoso tango y
la seguidilla vivaracha, s6lo sabrán bailar el indecente cancán. Ha-
brá medings y socialistas, y hasta SI:: verá á un sevillano subido so-
bre una mesa, para otra cosa que no sea bailarse un jaleíto de lo
bueno. De las mantillas nadie se acordará y serán reemplazadas
por el gorrito chavacano de la costurera francesa; y cuando algún
erudito exclame al ver pasar una mujer linda: i Olé, salero, viva tu
madu! será conducido inmediatamente á la prevención por ultraje
á las bUl::llaS costumbres,
Cuando todo esto suceda, Sevilla será una ciudad altamente ci- .
vilizada, navegará viento en popa en aguas del progreso, según l~ '" 'i No"
entienden muchos ,que pa;'5an des~eñosos; sin detenerse fre~te r . ." I

una pintura de Velazquez o de Munllo, parandose luégo extaSIad ff.. °. .


·0
Y boquiabiertos ante una máquina de hacer chorizos procedente de": ~
Chicago. Progresistas estúpidos, gusanos roedores de todo lo que ' J 1 \ ,)
no es brutalmente material, asesinos del arte y de la poesía, burgue-
ses rellenos con tocino, que tienen pur coraz6n un estropajo.

©Biblioteca Nacional de Colombia


4°2 REVISTA GR1S.
"!......... .

Sevilla tiene conciencia de su gran felicidad y se defiende vale-


rosamente contra los que procuran arrebatársela. El hombre más
dichoso no es el que pretende volver al mundo del revés, sino el que
vive resignado y contento con su suerte; es el sevillano indolente,
para quien el mundo acaba en la última casa de la ciudad que le
vio nacer, el que sabe ahogar todas sus penas con dos cañas de pá-
lida manzanilla; y si lo que llaman progreso ha de arrebatarle esa
felicidad envidiable para lanzarlo en el torbellino horrible de la lu-
cha por la vida y de la reforma social, bien hace en mandar al tal
sujeto á la punta de un cuerno. Pero al fin sucumbirá Sevilla bajo
los golpes del fabricante de calcetines; y cuando se haya perpetrado
el crimen, cuando sólo quede yá la memoria de que en aquel sitio
vivió una ciudad maravillosa, toda amor y poesía, vendrán entonces
los púetas, si todavía los hay, á buscar un vago recuerdo de las
muertas canciones andaluzas y del tañido plañidero de las guitarras,
en el melancólico zumbido del viento por entre los naranjos del
Guadalquivir.
R1CARDO FERNÁNDEZ GUARDIA.
(Costarricense).

VíSPERAS.
La bóveda del templo de luto está vestida,
y oscuro velo flota delante del sagrario;
Opaca bajo el humo que arroja el incensario,
Alárgase en los cirios la lumbre amortecida.
Al coro van las monjas en marcha contenida,
Pasando entre los dedos las cuentas del rosario;
Retañe en el silencio la voz del campanario,
y timbra de los salmos la nota adolorida;
Sutil como la llama del ábside al abrigo,
Sofoca á las novicias el pérfido Enemigo
y bajo ele las tocas blanquísimas se adhiere;
Las vírgenes meditan inmóviles y graves,
y en medio de la densa penu.m bra de las na'llCS,
Retumba subterránea la voz del Miserere.

VíCTOR M. LONDOÑO.

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Jost FERNÁNDEZ BREMON.-EL ECLIPSE. 403
.J<: .. -_ .. · .. o . .....

EN EL DESIERTO.

Reverbera en vapores de oro y grana,


De la yerma llanura el linde vago,
y confusa refleja como un lago,
El tostado arenal, la caravana.

Del rendido camello el muslo mana


Enturbiado sudor; y al viento aciago,
La palmera triunfante del estrago,
Sus racimos de dátiles desgrana.

Ran llegado al oasis. En la alfombra,


De tejidos vellones, con sus prendas,
Los beduinos se duermen. . .. i Todo es sombra!
El camello impasible está despierto ___ _
y se ensancha la lona de las tiendas
A las cálidas brisas del desierto.

Bogotá, 1894. VícTOR M. LONDOÑO.

- - ......-
EL ECLIPSE.

El campamento estaba atrincherado para evitar una sorpresa,


yen el centro la tienda del Capitán Jorge Robledo, enviado en 1539
por el Marqués D . Francisco Pizarro, para fundar y poblar ciudades
en los llanos que' se extienden por delante de Cali. Los cahallos, bajo
un cobertizo improvisado, estaban mejor alojados que la gente, por
calcularse en aquellas expediciones de la India Occidental la utili-
dad de un caballo por la de cinco ó seis españoles, así como un es-
pañol valía por veinte 6 treinta indios. J~os oficiales formaban corro
junto i la tienda del Jefe, y los soldados, con trajes de la más pinto-
resca variedad, sentados 6 tendidos en el suelo, charlaban en grupos
mientras hervían en las marmitas los fríjoles cocidos con tocino, y se
tostaban en piedras calientes las tortas de maíz que habían de cenar.
Algunos, los menos, llevaban a.rmadura completa de labor italiana i

©Biblioteca Nacional de Colombia


REVISTA. GRIS.

otros cubrían su cabeza con a.ntiguo y enmohecido capacete y el pe-


cho con un peto de cuero, y no faltaba quien lucía en aquellas sole-
dades alto sombrero con plumas y capa corta de cenefa de colores y
una cota de malla por debajo; la irregularidad y diversidad de las
armas formaban juego con la falta de simetría de los trajes. Algunos
indIOS cuidaban y sazonaban los manjares, mientras los más de ellos,
fatigados con el trabajo de la jornada, dormían entre los fardos que
constituían su carga, arropados con sus mantas de algodón.
Un veterano de los más derrota rlos, decía en un grupo de
jóvenes.
-Sí; cada hombre tiene su destino y no hay forma de evitarle:
yo conocí á Hernán Cortés siendo un soldado tan pobre como lo
soy ahora, y poco después era famoso y se carteaba con el Empan-
dor: ¿ sabéis cuánta gente mandaba Francisco Pizarro, siendo yo
,alférez, la primera vez que le eligieron para hacer un reconocimien-
to? Pues sus ojos brillaron de alegría porque le dieron á mandar
cuatro hombres: hoyes Marqués, adelantado, el verdadero sucesor
de los Incas, y ¿ qué sé yo ? V aquí tenéis á uno de los conquistado-
res de Méjico, á uno de los que dieron la famosa carga de Otmnba,
sin un palmo de tierra, ni un indio que me cosa mis calzones rotos, y
sin más galas que este sayo agujereado por las flechas. Tengo sesen-
ta años y estoy empezando mi carrera.
-¿ Sabéis, Pedro López, que con esa relación nos quitáis áni-
mo? Si sois tan desdichado, ¿ qué esperanzas tendremos de que sal-
ga bien esta expedición? dijo un soldado lampiño y bien vestido.
-No seas simple, Juan; en todas las empresas hay desgracia-
dos y felices, y todos hacen falta: aquéllos para recibir las pedradas
. y flechazos; los otros para obtener los honores y ventajas.
-Otros han sido más infurtunados que tú, y ni aun pueden que-
jarse~exclamó acercándose al grupo otro soldado viejo que se en-
caró con Pedro López-tú, siquiera, tuviste buenos tiempos: que te
he visto lucir en Méjico un soberbio caballo y una hermosa armadu-
ra de Milán: y no hace muchos años te ví exponer quinientos pesos
á lma suerte de dados.
-¿ y qué significa eso? ¿ No jugamos todos á cada instante la
cabeza? Y si todo lo perdí en el juego, ¿ no debo quejarme de mi
suerte?
-Hay <luien pierde sin jugar.

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JOS~ FERNÁNDEZ BREMON.-E~ ECLIPSE. 4°5

-Vamos, Antón Arias, ¿ quieres contarnos tus desgracias? Em-


pieza cuando gustes.
_ N o necesita contar las suyas-dijo el joven lampiño-com-
párate! Pedro, con el descubridor del mar Pacífico, 'lúe murió dego-
llado por justicia.
-Ni aun quiero acudir á esos ejemplos-replicó Antón Arias,
atusándose la barua gris que cubría la mitad de su peto-porque
Vasco NÚliez de 13alboa siquiera murió con la seguridad de ser fa-
moso, y por lograr ese nombre muchos de los que hemos llegado
hasta aquí, nos arrojadamos al fuego. ¿ Quién de nosotros no ha pa-
sado el charco con la esperanza de acostarse soldado y despertarse
General? ¿ Qué necesitábamos para ello? Mucho, y nada. Que en-
tre Jos indios que sujetábamos por el copete y hacíamos andar enca-
denados delante de nuestro caballo, hubiera un Rey; ó que al re-
volver una loma descubriéramos, en vez de maizales y bohíos, una
rica ciudad que entrar á saco, para enviar el quinto al Emperador,
pidiéndole despacho de Capitanes generales. i Cuántas expediciones
como la nuéstra hemos visto salir los que yá somos viejos; los unos,
volvían deshechos y perdidos; otros, enviaban mensajeros anuncian-
do que habían conquistado una nación; otros no volvían, ni jamás
se supo oe ellos! Tú, Pedro LÓl)ez, volviste siempre con bagaje bien
provisto.
-¿ Luego soy afortunado?
-¿ Te acuerdas de J osef, el sevillano? Era un valiente.
_¿ Que si le recuerdo? - .. Los murmuradores decían que había
venido á las Indias huyendo de la Inquisición. ¿ Qué se hizo de él ?
-A eso venía á parar: quiero que compares tu desgracia con
la suya.
Los soldados, viendo que se trataba de una historia, apretaron
el corro, rlejando enmedio á Antón Arias, que dijo lo siguiente:
Il

Todos sabéis las noticias de tesoros, caciques opulentos y de


imperios que corrían en Tierra Firme hace unos veinte años, cuando
las disensiones de Vasco Núüez y Peclrarias. Yo pasaba entonces
por un buen ballestero, y estos hierros tan viejos que me cubren,
eran nuevos entonces; me propusieron entrar en una expedición á
través de la sierra, y acepté. Salimos cincuenta hombres escogidos

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REVISTA GRIS.

y reclutados sin permiso del Gobernador y guiados por tres indios;


se trataba de descubrir un cementerio donde los indios enterraban á
los suyos con todas sus alhajas. A los tres días de camino habían
desertado veinte ho:nbres con uno de los guías; se dijo, y se creyó,
que habían formado una partida suelta para repartir entre menos el
tesoro. El país era al principio hermoso y fértil; allí se daban el
cacao y el algodón y las maderas más preciosas; á detenernos á po-
blar aquel verjel, hubiéramos podido ser felices; pero el oro y la
aventura nos empujaban hacia los picos de la sierra. Al despertar-
nos una mañana habían desaparecido otros quince hombres y otro
guía. Aquellas treinta y cinco deserciones, en vez de desanimarnos,
nos causaron regocijo: primero, porque contábamos con ellas; don-
de hay algo en qué mandar entre nosotros los españoles, sale cada
día un jefe !1ueve; segundo, porque la presa, si la encontrábamos,
tendría menos dueños. Sólo nos molestaba el frío en las alturas que
íbamos venciendo con tenacidad, y viendo despeñarse por los de-
rrumbaderos algunos camaradas; las provisiones eran tan escasas,
que yo cedí una daga morisca que mi padre ganó en Granada, por
un pedazo de tocino; el país estaba habitado, pero á nuestra aproxi-
mación los indios hllí::tn cen sus ganat1o~ y cosechas; luégo se deja.
ban "er en las alturas, tlesile donde hacían rodar gruesos peñascos,
que arrastraban en su caída una lluvia de piedra~: dos ele los nués-
tras habían muerto de frío y de fatiga, y otros dos reventados por un
peñazo. Cuando llegamos á una meseta rodeada de montes ribetea-
dos por la nieve, no 11ecesitamos contarnos: éramos seis y el guía.
Reconocimos el terreno, y estaba mas enjaulaelos, hambrientos y sin
fuerzas. Sólo había una salida estrecha, dominada por un gran tropel
de indios que aullaban ele placer al vernos presos y nos amenaza-
ban con sus galgas y sus flechas. N o teníamos víveres, ni podíamos
rendirnos porque, según el indio dijo, eran caribes nuestros sitiadores.
-¿ y qué hicisteis ?-preguntó impaciente el soldado joven al
viejo narrador.
-Esperamos dos días aún; pero al tercero el hambre era irre-
sistible: nos comimos al guía.
Pero cuando le asábamos en una hoguera, todos cOl10cÍamos
que aquel festín de antropófagos no servirfa sino para prolongar
nuestro sufrimiento, é iba á ser nuestra última comida. Sólo Josef,
el sevillano, dijo con voz estentórea:

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AGRIPINA M. Db:L VALLE. -ETERNO AMOR. 407

-Yo no como.
-¿ Por qué, si no hay otro medio de vivir?
-Porque el olor de esa Carne me recuerda el de mi padre,
cuando le quemaron en Sevilla por judío.
- y tú, ¿ no eres cristiano? le dijimos .
-No lo soy, ni lo fui nunca. Yá no tengo necesidad de ocul-
tarlo, porque los que me escucháis no podréis nunca delatarme, y
esos 'picos que ven á Dios de cerca saben que no hay más ley que
la Antigua: dejadme confesar en altas voces la grandeza de ese Dios
que nos libr6 de Fara6n, y nos librará de todas las persecuciones
hasta el día del triunfo y de la gloria.
-Aquella invocaci6n debió abrirle el al etito; Josef concluyó
por comer como nosotros.
Cuatro días después nos hallábamos en el mismo caso y se ha-
bl6 de sortearnos para ver quién servía de alimento á los demás.
Como tengo en el juego mala sllerte, no qu ise exponerme, y dije á
mis compañeros, sujetando por la espalda á Josef el sevillano:
-Este ha ele ser la víctima y nadie más, para prolongar la vida
de cinco cristianos viejos : y tod? vía va ganancia: la Inquisición le
habría de quemar: nosotros nos contentaremos con asarle.
Compara Pedro tu desgracia con la suya: nos le comimos y
aún creímos que ~e le hacía algún favor.
-Pero ¿ cómo diablo os librasteis de aquel paso? dijo Pedro
L6pez convencido, pero deseando saber el final de la aventura.
-Un eclipse nos salv,í: al ver que el sol se oscurecía, los indios
huyeron aterrados, y pasamos la encrucijada royendo los huesos del
judío.
JO SÉ FEtWÁNDEZ BREMÓN.

ETERNO AMOR.

J " N o ha vuelto aún de los kjano~ mares


Quien fue su prometido:
No devuelve á los muertos el olvido,
y dicen que no matan los pesares."

Alba como los tules de ~\lS ['1 1;1s,


Como un arcángel de C()r\;\r! , ,,1:\s

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REVISTA GRIS.

Marchaba al sacrificio en algún día ....


Cuando oyó cerca al puerto
Un buque señalar por el vigía;
Cesó su pecho de latir .... El muerto
A reclamar su corazón volvía.

Ha tiempo la capilla está desierta ....


Ella tendida en su ataúd de flores,
Ataviada de novia, yace muerta ....
y un nimbo de fugaces resplandores
Trémulo envuelve su hermosura yerta.

Habla el silencio en la nocturna sombra,


y etrusco vaso de nevados lirios
Su inerte faz albea;
y rumorosa procesión de cirios
Sobre la negra alfombra,
Sus amarillas lágrimns gotea.

La luna melancólica fulgura,


y el vidrio de alhambrina calaelura
Los frágiles contornos esmerila,
y en las ojivas de la nave oscura
Remeda el centellar de una pupila.

La golondrina con quejosa ronda


Aletea velando en la rotonda;
Con hosco són la lámpara rutila;
y el níveo velo de costosa blonda
Susurra flébil, y en el aire oscila.

Detrás ele un capitel, una figura


Agita con demencia de amargura,
Del órgano los graves,
y su nombre murmura,
y el eco vibra en las desiertas naves.

Como á eterno mandato, de improviso,


Rompe la virgen su cendal de flores;

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LA REDACCrÓN.-MISCELÁNEA.

Sueña que en el umbral del paraíso


Desposa sus amores.

Visión de amor, de' vida y esperanza,


Un caballero el~t re la sombra avanza,
Se acerca á la doncella,
La estrecha delirante entre sus brazos,
Cual de sus nupcias los divinos lazos,
y hacia el surto bajel huye con ella.

ACRIPTNA MONTES DEL VALLE.


Bogotá, 1894.
-- .... -~

MISCELÁNEA.

AÑo 3~-SUPLlCAMOS Á LAS PERSONAS QUE HAN FAVORECIDO Á


LA REVISTA GRIS COMO SUSCRIPTORES EN EL AÑO QUE TERMINA, SE
SIRVAN ANUNCIARNOS EN EL CURSO DEL PRÓXIMO MES DE ENERO, SI
CONTTNUAMOS REMITIÉNDOLES LA PUBLICACIÓN EN EL AÑO 3~

Dos MUERTOS ILUSTRES: Lecomte de Lisle.-Esperando un ar-


tículo que nos había ofrecido un respetable crítico bogotano, en el
cual se trataría del eminente poeta Lecomte de Lisie, nos abstuvi-
mos de consagrar unas pocas frases á la memoria de éste al dar
cuenta de su muerte. N o siéndonos posible dedicar en la REVISTA
GRIS un trabajo digno del autor de los Poemas bárbaros, nos limita-
mos, en homenaje al gran artífice de la forma, á copiar la siguiente
estrofa de una de sus obras más elevadas, donde el poeta "se con-
vierte en profeta del nihilismo final y supremo."

Si la félicité de ce vain monde est breve,


Si le jour de l'angoisse est un siecle sans fin .
Quand notre pied trebuche a l'ablme divin,
L'allgoisse et le bonheur sont le reve d'un réve __ _

NoscJtros, menos pesimistas que el gran parnasiano, alimenta-


mos la convicción profunda de que el espíritu del poeta, en lugar de
anonanarse en el Nirvana, habrá entrado desligado del polvo y libre
en los domihios de ultratumba.

©Biblioteca Nacional de Colombia


4 IO REVISTA GRIS.

L~sse'ps. -Muchas veces se ha repetido que los grandes hombres


deben morir á tiempo: Colón á la vuelta de su primer viaje de des-
cubridor; Bolívar al otro día de Ayacucho; Napole6n en Water-
100 ____ y Lesseps en el ~omento en que la flota imperial rompía las
aguas del Canal de Suez. Dios no lo quiso; Lesseps ha muerto tar-
de, demasiado tarde, cuando y50 no tenía fuerzas para morir de pie,
como los grandes franceses; cuando la obra colosal que había soña-
do su imaginación entusiasta caía entre el lodo amontonado por los
que á trueque de enriquecerse con el dinero del pueblo, llevaron á
la Francia á una nueva Sedftn. El ilustre anciano fue un sublime vi-
sionario de esos á quienes llama la humanidad locos, mientras están
elaborando en su mente las concepciones inmensas, y gen\os cuan-
do, para bien de ella, las han realizado. Lesseps naci6 para señalar
rumbos nuevos al comercio universal, para concebir planes gigantes-
cos que cambiaran las ideas de la ciencia moderna; pero no había
nacido para administrador de intereses ajenos, y esto lo perdió. Las
aves de rapiña husmearon el festín; los adoradores del do/lar cono-
cieron que el depósito no estaba al cuidado de la suspicacia sino de
la ingenuidad sencilla, y lo asaltaron. Cuando Lesseps despertó, la
República, inexorable como la justicia, lo tenía sentado en el banco
de los acusados y la espada de la ley cayó sobre la cabeza del an-
ciano inocente de peculado y no obstante culpable y culpado. La
gloria del genio se eclips6, al parecer para siempre, pero se salvó el
honor de la República. La noticia del proceso recorrió los ámbitos
del mundo é hizo interesar á los corazones por la suerte de Lesseps.
En Colombia, país al que profesó profunda simpatía el ilustre ancia-
no, los espíritus se conmovieron con su desgracia, y ahora todo co-
lombiano llevaría con gusto flores á la tumba del gran francés, hoy
más grande, pues quiso el destino que los últimos días de su existen-
cia fueran de martirio, postrera prueba á que son sometidas las almas
superiores antes de recibir la apoteosis.

PLANO DE BOGOTÁ.- Lo que es el retrato para los individuos es


el plano para las ciudades. Y si el hombre gusta de retratarse, aun
cuando la nuev:J fotografía le señale arrugas 6 canas que no tenía
en anteriores efigies, cuánto np deben gozar los vecinos al ver el
nuevo plano de su metrópoli 6 aldea, que les revela su crecimiento
ó su progreso. Por eso para los bogotanos es motivo de placer la

©Biblioteca Nacional de Colombia


LA REDACCION.-MTscELÁNEA.

publicación del nuevo plano que levantó el Sr. D. Carlos Clayijo.


Allí se ve lo que ha crecido la capital ele Colombia, y cómo al morir
el siglo es yá una gran ciudad la aldea fundada por Quesada hace
poco más de tres centurias y media.
El primer plano que conocemos de Bogotá, es el levantado el r 5
de Abril ele 1797 por D . Carlos Francisco Cabrero Es aquello como el
retrato de la adolescencia. Es la Sanlafé española, que ha sustituídoal
Teusaquillo de los chibchas, que fue su nombre de la infancia. En
este plano la ciudad acaba en la quebrada de San Juanito por el Sur.
En la Calle de las Béjares por el N arte. En el Convento de Capuchi-
nos por el Occidente y abajo de Egipto por el Oriente. Hay allí
nombres hoy desaparecidos: Molino de Orejuela, Casa dI! Aguilar, Al-
macén dI! púlvora. El Palacio está donde hoy son los Portales. La casa
Episcopal en la primera Calle Real. Tenía entonces 18,000 habitantes.
Después, yá en este siglo, fueron levantados otros planos por el
Gral. Acosta y por el Coronel Codazzi. Poseemos uno tomado de
los de estos, corregido y aumentado en 186r por el Sr. Francisco
Grajales. N O sabemos si de él se hizo edición litográfica. En éste yá
aparece la capital de la Confederacion Granadina bastante crecida.
Por el Norte se ha extendido á San Diego, por el Sur á las Cruces,
por el Occidente á la Pila Chiquita, y por el Oriente yá aparece po-
blado el barrio de Egipto. Allí hay también muchos lugares y nom-
bres desaparecidos: el arco de la calle 16, que fue destruído ahora
años, el paréntesis de la entrada al Occidente de la ciudad, derribado
hace poco, el Humilladero, el Molino del Cubo, la Plazuela del Par-
que y la Fábrica de Tejidos. Los correos estaban en el atrio de la
Catedral y el Senado en San Agustín . Todavía nada de tranvías,
acueductos, luz eléctrica, ferrocarriles, ni parques, solamente una es-
tatua, la de Bolívar, cuatro imprentas y unos diez puentes.
En 1885 se levantó otro plano que sirvió para la numeración de
las calles y casas. Allí aparecen yá algunas de las mejoras hechas en
los últimos años. Pero es un plano pequeño y deficiente.
Hacía falta uno grande y completo con todos sus cambios y
progresos hechos en la última década. El Sr. Clavijo ha llenado este
vacío y lo ha llenado con mucho acierto. Su plano es el más com-
pleto de todos los que se han hecho de la ciudad y no dejaría que
desear si indicase la escala que sirvió para tomar las distancias.
Felicitamos á su autor por su trabajo, y opinamos Ciue es un

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4 12 REVIS'l:A GRIS.

deber de todo colombiano comprar un ejemplar del citarlo plano.


Ningún adorno para la pared más útil y más elegante.
GRADO s.-Los intelIgentes jóvenes Sres. Alejandro Rojas Wi-
lliams y Manuel A. Pombo, aprovecharlos alumnos de la Ulli7 l ersi-
dad RejJublicana y de la Escuela de Derecho, respectivamente, pre-
sentaron en los últimos días c,1e Noviembre sus exámenes para optar
el título de Doctores en Derecho. Les enviamos cordiales felicitacio-
nes por la lucidez con que coronaron sus estudios.

CULTIVO DEL CACAO. -El Sr. D. Cerbeleón Marnnez Rib6n ha


tenido que hacer la 3~ edición de su folleto El c¡tltivú del cacao bajo
bosques llaturales, lo que revela la halagadora acogida que ha obteni-
do su importante opúsculo.
CONTENlDo.-La Rev/te des Re7i1¿t:s du 1 cr N ovembre contient
entre autres:
La Cité des grands morts (les masques des grands hommes).-
Le Suicide par amour, par le professeur César Lombroso.-La Co-
rruption púlitique, par Louis Proal.-Le Japon excentrique: r. Le
Symbolisme japonais, par Mme Salwey; n. Les Bizarreries japonai-
ses.-Les Étudiantes en Amérique, par Th. Bentzon.-Le Bébé a
travers les ages, par le Dr. Louis Robinson.-Le Venin des serpents
et son antidote, par le Dr. Calmette.-La Vie au Saint-Sépulcre,
par le Rév. Godfrey Schilling.-Pierre Ivanovitch Dinkoff (nouve-
!le), par M. V. Krestovski.-Le Pere du Roman russe.-Physiologie
de la Musiq'ue. (Essai d'une anatomie du rythme), par k 'Professeur
Billroth.-Théátres d COflCt:rts, par Georges Letevre.-Rt:7JUCS fran-
faist:s d élrallgeres.-Rcvut: des Livl'es.-CARICATURES POJ.1TIQUES.
-Dt:rniel'es Illvmtions d Décoltvertes.
Les nouveaux abonnés pour 1895 bénéficient de l'c1I7'oigratllit des
deux numéros de Novembre ct des deux numéros de Décembre 1894.
(Valor de la sl/scripción por mio, 18 francos).

BIBLIOGRAFÍA.-Rafael Nlt11ez. Epicedio por Altredo Tomás


Ortega. Bogotá. 1894. 15 págs.
Regulación del sistema mOfletario. Colección de artículos publi-
cados por Miguel Samper)' artículos de L'Economiste Frau<;ais par
M. Paul Lcroy-Deaulieu. I892. Imp. de La iVaúÓll y de Lleras.
168 págs.

©Biblioteca Nacional de Colombia


INDICE DEL TOMO 11

Autores. Páginas. Autores. Páginas.

Alas Leopoldo. (Clarín). El Fernández Guardia Ricardo.


sustituto . . . . . . . . . . . . .. . 27 Sevilla ...... . . . . . . . . 397
Enrique Gómez Carrillo .. 37'1 Flórez Julio ¿ En qué pim-
Los Trofeos . ........... . 369 sas? ..... ........... .
Arciniegas Ismael E. Ron- Gota de afmJo . .. . ..... .
del de Rollinat . ... . .... . 36 Mis" F/ores negras." .. .
En el peliasco (traducción) 3 6 SUelto de oPio.. .... '" .. .
A zma pálida .......... . 3°9 Frueibk .... .. ......... .
Arias Argáez Daniel. SOllata 15 Gamboa Francisco A. Raza
Balart Federico. Recuerdo . . 113 degenerada . ........... .
Brettes José de. COlifermcia Garay N . Música colombiana.
195,225, 27 6 .......... . Gaviria Luis M. D ía lluvioso
CAD. Rectificación histórica . . (traducción) .... . ...... .
Casas Pablo 1. Nueva sin- G6mez Carrillo Enrique. No-
taxis latina .. .......... . 43 tas .............. .. ... .
Champeau Edmond. El pri- González Serrano U. Scho-
mer número de la "Revue pe1l1laUer ........ . 357
G/n/ral de Droit Interna- Gras Francisco. Amor de los
!tollal Public." .. . . .... . 128 amores ........ . 377
Facio Justo A. Flores de Grillo Maximiliano. Al toque
l/anto . ................ . 234 de Auge/us . ........... .
Mármol griego . ........ . 395 Leymdo 1111 illforllle..... .
Fallon Diego. El molino de Revista ....... ..... .. . .
viento (traducció1l) ..... . Calladl .......... ... . .
A Pallamá m la apertura Diego Fal/01l . ..... : ... .
del Ca1lal .......... . .. . Harold Fréderic. El Herma-
Fastenrath Juan. Carta e?t- 110 Ange/a71 (tradllcción dc
ropea ................. . 2 C. E. Cora,/ine) ........ . 5°
Fernández Rremón José. La Heredia J. ~1. Elolvido (tra-
cruz de cmta . .... .. . ... . ducción de R. P01llbo) . .. . 275
El eclipse .. .. .... .... . . HERMAN B. A. Rústica ... . 159
Fernández Enrique W. A Imendia Carlos A. E/mar·
Bolivar ..... ....... .' .. . co dell'etrato . .......... . II4

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íNDICE DEL 1'0"10 11.

Autores. Páginas. ! Autores. Páginas.

JORGE. A7Ilory dados ..... . 343 Restrepo An ton io José. Los


Ladrón ele Gllevara Teodo· OJ.~s de la mlljer (tradltc-
ro. lJfadrigal .......... . I40 CIOII) ................. 1I8
León G6mez Adolfo. El Pll//- P~isaje tórrido (traduc-
to céntrico . ............ . 98 ClOlI). . . . . . . . . . . . . . . . .. 201
La Redacción . N/le71o afio .. 1 Ribón Cristóbal. Cos) va il
Julián del Casa l . ....... . 35 mOlido . ............... . 99
Nueva sintaxis latilla . .. . 43 A 19o sobre mlÍsica rllsa . . . 16 7
Revlte de Relllles . .. . ... . 244 Rivas Frade Feelerico. Ron-
Dltelo para las letras .. .. . 317 /
del.... .............. . 20
Misceldnea, 10+. 140,174, '"'" '"' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2J
210, 246, 279, 3 1 5, 347, Ultima rosa de estío (tra-
382 , .................. . 409 I
dllcción). . . . . . . . . . .. . . .
Loneloño Víctor M. Soneto. 233 Rívas Groot José. El valse
91

La serpiente . .......... . 364 (trad/lcción) .. ' ........ .


Vísperas ...... .. ' ..... . 402 Rodríguez Alfonso. En el
En el desierto . ......... . 403 ¡merlo ...... ... . ...... .
Montes elel Villle :\gripilla.. Saint-Beuve C. A. IJi?fjillanll
El último Pijao .. ...... . 298 (trad/lcción de E. C. A:f. J..
Eterllo aJ/lor . .......... . 407 Sanín Cano B. De lo e:'>"ólit"o.
N úñez Rafael. La divina doc- Serrano Marco A. Qllerdlas.
tO/'a . ............. . .. . 317 Tirarlo M. Ricardo. Ca 11 i-
Tisbe (traducción) .... .. . 3 26 ciliar ...... ............ 21
Pardo Bar.án Emilia. Afra .. 216 Campal/alÍas.. . . . . 87
La paloJ/la 1tegra . ...... . 365 Tradllctores . . . . . . . . . . .. 220
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Pic6n Jacinto Octavío. Los Torres Carlos A. A los escri-
fa1 10res de f01 {¡ma .. ..... . tores col(l11lbia1l0s del jin del
Pombo Rafael. Mds profana- siglo...... .... ......... 83
ci01les .l . . ...••..•...•.• La madre tierra (Paráfra·
Ponce Agllilera Salomón. sis) .. ................ 166
Nerviosa. _............ . 100 La Esfillge ......... .. " 353
La voz de los muertos ... . r07 Triana Miguel. Siluetas cam-
Armando Palacio Valtlés .. . J43 pee/tallas. - . . . . . . . . . . . . . 177
Citestión de nombres .... .. . 21 3 Uribe Diego. Tltplegaria. .. 12
Desiderio ...... ....... . 3°0 Drama eterllo . .... ' . . ... 161
La tradició" de Niope . .. . 39° Vega Alejandro. Epílogo.
Posarla Eeluardo. E11 Taca- (traducción) ... ... _..... 161
ciones . ...... . .... . .... . Verg:lra Barros Francisco.
Los Ilijos drl.fo l . ....... . Oda XXII (traducción)... 43
El dorado . ............ . OcIa XXVIII (irl.).. . . .. 97
Quesaela R. ]'edro. Un P"ll- Oda III (id.) .. ..... 194
to cientlfico . ........... . 235 Oda I (id.) ...... 338
REC. Viaje ni Orimte de 1" Villegas Arango Alfonso. FII-
República ¡ 5, 9 2 . . . . . . . triti7'a. . . . . . . . . . . . ... . . .. 220
Restrepo AnlOl,io José. AIt-- Wilson Jorge. J 1II. Vergara
b,)'a . ........... . )' Vcrgara .. .............. 327

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tá el 1~ de Enero de 1895, á las 12 m., en presencia de la autoridad,
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distribuyen así:
Al Lazareto de Agua de Di03 .................. $ 900
Al Hospital de Zipaquirá.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450
Al id. de San Juan ele Dios de esta ciudad... 450

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2 premios mayores de $ 3,000 cada uno ....... $ 6,000
4 aproximaciones mayores de á $ IS0 cada una.. 600
40 id. menores ele á $ 15 " 600
90 id. id. ele á $ 8 " 720
900 id. id. de á $ 4 " ,; 3,600

Los premios se empezarán á pagar el día siguiente al del sorteo


á la 1 p. m. al portador y á la vista, en la Oficina Cen tral, según lista
que publicará la Empresa.
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Precio del billete........... . .......... . ... . $ 2


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