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Estudio De Caso “Ayotzinapa”

Se cumplen cinco años del aciago del 26 de septiembre del 2014, cuando un
grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de
Ayotzinapa se trasladaron a la ciudad de Iguala, estado de Guerrero para realizar
una recolecta y participar en una marcha universitaria en la capital mexicana.
En Iguala los estudiantes fueron atacados por funcionarios de la policía municipal
de la ciudad. En el ataque resultaron 10 normalistas heridos, tres muertos y 43
desaparecidos. Desde esa noche no se sabe de su paradero.
Desde hace cinco años el Estado mexicano guarda silencio y no ha dado
respuestas a los familiares de cada uno de los estudiantes desaparecidos. El
caso revela el terrorismo aplicado por el Estado desde el periodo conocido como
la guerra sucia y reimpulsado durante el mandato de Felipe Calderón en su
supuesta lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Los familiares de los estudiantes continúan exigiendo que se esclarezca lo que
ocurrió y a mediados de este año tuvieron un atisbo de esperanza gracias al
poder judicial mexicano.
Varios de los sospechosos detenidos, cuya tortura para declarar ha sido
documentada por la ONU y por la Comisión Nacional de Derechos Humanos,
presentaron amparos en contra de su arresto. El caso terminó frente al Primer
Tribunal Colegiado del Decimonoveno Circuito de México, que en julio falló que
toda la investigación había estado viciada y la única manera de remediarlo era
empezarla de nuevo con un mecanismo inédito: una Comisión de Investigación
en la que participaran tanto la PGR y la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH) como los representantes de las familias. Aunque hubo un
freno inicial a ese fallo, otro tribunal dijo esta semana que debe proceder la
creación de la comisión.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos que envió al GIEI a México
hace tres años mantiene la vista sobre las investigaciones por medio de un
mecanismo de seguimiento en colaboración con la oficina de la ONU en México
y la CNDH. Y hay expectativas de que el GIEI pueda regresar, quizá con una
composición distinta, cuando asuma el cargo el presidente electo de México,
Andrés Manuel López Obrador. El equipo de López Obrador ya habría expresado
su visto bueno a que regresen los expertos, según Mario Patrón, presidente del
Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh), que
representa a los padres.
Los padres, los estudiantes que sobrevivieron, los que ahora asisten a la Normal
y miles de mexicanos mantienen la esperanza de que pueda esclarecerse lo
sucedido con esos 43 jóvenes y con otros miles de desaparecidos en México.

“No podemos olvidar que no solo se trata de los 43 de Ayotzinapa”, dijo al Times
Santiago Aguirre, abogado del Centro Prodh, “sino de más de 30.000 casos de
desapariciones en total”.
Conclusiones
Para comprender por qué la desaparición forzada de los estudiantes de
Ayotzinapa ha generado una respuesta inesperada en la sociedad mexicana, he
propuesto analizar la respuesta a estos acontecimientos como un trauma cultural
colectivo. El proceso de construcción del trauma cultural, como ya se ha
explicado, se caracteriza no solamente por la tragedia misma del evento, sino
por los significados que la sociedad ha atribuido a este evento y la interpretación
de las emociones vinculadas.
En el caso del movimiento de solidaridad con Ayotzinapa, el trauma cultural
colectivo ha sido construido a través de una serie de procesos de resignificación
tanto de las víctimas como de quien ha experimentado el trauma. Por un lado,
las emociones vinculadas a este han conformado el sentido compartido
colectivamente de una comunidad (bajo amenaza); y por el otro, las emociones
de la resistencia han determinado la identificación de los responsables y han
hecho emerger las demandas sobre justicia y verdad de lo sucedido.
en otras palabras, la nueva narrativa social que emerge desde el proceso
analizado anteriormente se construye a través del análisis de cuatro dimensiones
simbólicas de la desaparición forzada vinculadas entre ellas, aunque sucedan en
tiempos cronológicos distintos.
Para finalizar, interpretar el evento traumático de la desaparición forzada de los
43 estudiantes de Ayotzinapa como un trauma cultural, permite comprender por
qué centenares de miles de mexicanos han roto la inacción social y han
empezado a solicitar un cambio social. Como hemos podido ver, en México, los
eventos de Ayotzinapa han creado una nueva narrativa social que guía, por un
lado, la construcción simbólica y social de la realidad presente y de las
expectativas futuras, caracterizadas por una búsqueda de seguridad a través de
la solidaridad y el sentido de comunidad; y por otro, el rediseño de las relaciones
con las instituciones, caracterizadas por un sentido de desconfianza e injusticia.
La nueva narrativa que emerge desde el evento traumático de Ayotzinapa resulta
importante para la sociedad mexicana, pues ha permitido crear un puente entre
eventos olvidados (la represión estudiantil de 1968), eventos violentos que han
pasado desapercibidos (los miles de desaparecidos que hay actualmente en
todo el país) y la necesidad de crear un futuro mejor.

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