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PROGRAMA No.

1275

APOCALIPSIS

Capítulo 2:1 - 4

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro de Apocalipsis, y llegamos al
capítulo 2. Aquí comienza la segunda división principal de este libro, donde se habla de las
cosas que son, cosas relacionadas con la iglesia. Y vamos a ver qué dice cada uno de estos
mensajes, que comienza aquí con esta carta a la iglesia en Éfeso, y la encontramos en los
primeros siete versículos, una carta que el Señor Jesús envía a esta iglesia. Probablemente no
estamos muy familiarizados con la realidad de que en el primero y el segundo siglos, el escribir
cartas era una cosa muy común en el imperio romano. Había una comunicación abundante a
través del imperio romano en aquel período, así es que, estas siete cartas del Apocalipsis son muy
destacadas por otras razones, y la más importante es que es una carta directa del Señor Jesucristo
a estas iglesias. Por tanto, aquí en el Nuevo Testamento tenemos dos cartas a los Efesios, la
epístola que escribió el Apóstol Pablo, y ahora la que escribe Juan. El Señor Jesucristo es quien
la está enviando por medio de Juan.

Fue el erudito Dr. Adolfo Dirssmann, quien hace ya muchos años entre las cartas y las
epístolas; que en realidad, se ha probado como algo artificial y completamente falso. Ahora,
estas siete cartas tenían un alcance bastante amplio, y llegaban a multitudes de personas. Usted
se da cuenta que estaban dirigidas a un área, y queremos decir algo en cuanto a estas siete iglesias
en general. Estas iglesias eran muy destacadas en aquel día. Y esta área del imperio romano era
probablemente la parte más importante de todo el imperio romano en los primeros dos siglos y
quizá en el tercero. La razón es que aquí es donde se unía el oriente con el occidente. Alrededor
del año 2.000 A.C., hubo una civilización a lo largo de la costa de Asia Menor como la
conocemos hoy, la costa occidental de Turquía, una zona muy hermosa, por cierto. Allí se puede
contemplar paisajes muy hermosos, también tierras muy fértiles. Ese era, pues, el corazón
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mismo de la gran nación hetea de épocas antiguas. Para el año 2.000 A.C. ya había ciudades que
estaban habitadas allí. Éfeso ya había sido habitada para el año 2.000 A.C., y también lo era
Esmirna, la cual es la moderna Izmir; Pérgamo, fue fundada obviamente un poco más tarde.
Luego, Tiatira y Sardis vinieron más adelante, y llegaron a ser grandes ciudades en la época de
Alejandro Magno. La civilización de Anatolia se unió a la civilización griega en ese lugar. Y
uno siempre puede darse cuenta de la diferencia. Los dioses de la gente de Anatolia, que eran
gente más primitiva, esos dioses eran animales, mientras que los dioses de los romanos eran seres
humanos. Por supuesto que eran proyectados y hechos de un tamaño mucho más grande. Así es
que, lo que tenemos aquí son cartas que viajaron a través de esa zona, y el impacto que tuvieron
fue tremendo en esa ocasión. Por ejemplo, cuando uno llega a la ciudad de Éfeso, era una ciudad
de unos 2.000 habitantes; era una gran ciudad, y allí había un gran teatro, un teatro al aire libre,
un teatro con capacidad para unas 20.000 personas. Era una ciudad hecha de mármol blanco, un
lugar muy hermoso. Pablo habló de eso. Ahora, nosotros podríamos pensar que el evangelio no
tenía un impacto muy grande en esas ciudades en particular, pero si pensamos eso, estamos
completamente equivocados. En realidad, la ciudad de Éfeso hizo tal impacto que a la entrada
del puerto había cuatro grandes columnas, y allí tenían la cruz. Sólo una de esas columnas se
mantiene en el presente y tiene la cruz sobre ella. Una de esas columnas era en honor a Mateo; la
otra, en honor a Marcos; la otra, en honor a Lucas; y la otra, en honor a Juan. Como usted puede
ver, después de Pablo y Juan, hubo allí una gran población cristiana en esa zona. Hasta el doctor
Lucas escribe en cuanto a esa zona que en toda Asia, tanto judíos como gentiles habían
escuchado el evangelio, y podría haber habido en esa zona unos 25 millones de personas. Este es
el lugar donde pasaba sus vacaciones el emperador romano. Era un buen lugar de vacaciones, y
este es el lugar del cual hemos dicho que el oriente es oriente, y el occidente es occidente, y
donde ambos se juntaron y formaron una gran civilización. Y creemos que este es el lugar donde
el Apóstol Pablo tuvo su ministerio principal dentro de la ciudad de Éfeso, y de allí salió a todas
partes de Asia, según nos dice el Dr. Lucas. Así es que, todos oyeron, tanto judíos como griegos;
no todos se volvieron a Cristo, pero todos lo oyeron. Este fue probablemente el movimiento más
grande, podríamos llamarlo de avivamiento que haya tenido lugar en la historia de la iglesia, y
tuvo lugar en esa zona en particular.

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Ahora, la primera iglesia mencionada aquí en Apocalipsis es Éfeso, porque era la más
prominente, y representa a la iglesia apostólica, la iglesia en su situación óptima. Dijimos en
nuestro programa anterior, que íbamos a destacar el formato bien definido y profundo que el
Señor Jesucristo utiliza en estas cartas a las siete iglesias. En primer lugar, vimos que se
destacaba a Cristo glorificado. Eso lo consideramos ya en el capítulo 1. Eso fue destacado de la
visión en ese capítulo, y fue enfatizado al dirigirse a cada iglesia. Y fue enfatizada una cosa en
particular para cada iglesia en particular, por supuesto.

Ahora, la segunda cosa que se nota mucho es que la carta es dirigida al ángel de cada iglesia.
Y como ya hemos indicado, creemos que el ángel era sencillamente un mensajero humano, y nos
gustaría decir que era el pastor de cada iglesia. Vamos a mantener esto porque nos gusta mucho
que el pastor de la iglesia sea llamado un ángel, ya que se le ha llamado muchas otras cosas.
Ahora, la tercera cosa que queremos destacar es que comienza diciendo a cada una: Conozco tus
obras. Y debemos decir aquí que ha habido ciertas cuestiones, es decir, se ha cuestionado un par
de estas cartas.

Luego, la cuarta cosa, es que al principio él da una palabra de encomio, y luego una palabra
de condenación. Ese es Su método. Pensamos que debemos notar algunas excepciones. No hay
palabra de condenación, por ejemplo, para las iglesias de Esmirna y Filadelfia. Esmirna era la
iglesia mártir. Él no va a condenar a esa iglesia. Y Filadelfia era la iglesia misionera. Era la
iglesia que estaba esparciendo la Palabra de Dios. Y Él no la condenó. No hay palabra de
encomio para la iglesia de Laodicea. Esa es la iglesia apóstata.

Ahora, la quinta cosa que deseamos destacar, es que cada carta concluye con una advertencia:
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Eso hace que éstas sean cartas
tremendas, que haya aquí un mensaje tremendo.

Queremos entrar ahora en el mensaje de esta carta que él escribe a Éfeso. Pero antes,
debemos decir unas palabras en cuanto a la ciudad de Éfeso, que por cierto, era una ciudad muy
hermosa. Cuando el Apóstol Pablo llegó al puerto, había allí una gran avenida de mármol
blanco, y aún existe en el presente; a cada lado había hermosos edificios, templos, y muchos

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negocios donde se podía hacer compras, negocios que hoy las damas utilizan para comprar
recuerdos. Hacia la derecha había un gran mercado, y luego más adelante, del lado de la
montaña, había un anfiteatro, y quizá no deberíamos llamarlo anfiteatro, sino un gran teatro
donde se podían sentar unas 20.000 personas. Más lejos, hacia la izquierda, había sí un gran
anfiteatro donde podían sentarse unas 100.000 personas. Había ocasiones en las cuales
probablemente se podían reunir de uno a dos millones de personas, en esa ciudad de Éfeso. Y
aquí es donde el Apóstol Pablo estuvo con su ministerio principal, y donde más tarde Juan llegó a
ser pastor.

Ahora, los de Anatolia establecieron primero la ciudad alrededor del templo de Diana. Ellos
estaban adorando a Diana de los Efesios. Al principio este templo era hecho de madera. Fue
construido en primera instancia en un lugar muy bajo, al lado del océano, y el puerto llevaba
hasta allí. Con el tiempo, el río Cayster y el río Meandro, un río serpenteante pequeño cuyas
aguas bajaban cargadas de lodo y arena, lo cual hace de ese río algo así como una sopa, no agua
sencillamente sino sopa porque lleva tanto sedimento, con el tiempo, pues, esos ríos hicieron
que pronto se llenara la zona alrededor del templo, para la época en que llegó allí Alejandro
Magno. Y de paso digamos que la noche en que nació Alejandro Magno, se quemó ese templo, y
luego, cuando él llego a la ciudad, él sencillamente se la entregó a uno de sus generales llamado
Lisímaco. Ahora, Lisímaco trató de evacuar la gente de ese lugar, porque el puerto ya se estaba
llenando de arena, y él hizo entonces que la gente fuera a un lugar más alto. Y allí es donde uno
puede apreciar las ruinas de la ciudad en el presente, la ciudad que existía allí cuando llegó allí el
Apóstol Pablo.

Luego, sobre las ruinas donde había estado el antiguo templo, la gente colocó carbón y pieles,
ya que era un lugar muy bajo, y allí construyeron el templo de Diana, y este llegó a ser una de las
siete maravillas del mundo antiguo; y allí estaba edificado sobre un cimiento artificial de piel y
carbón. Eso lo hacía a prueba de terremotos, y fue edificado en esa zona pantanosa. Sus puertas
fueron talladas en madera de ciprés. Su escalinata fue tallada también de madera de ciprés. Este
lugar era como una galería de arte, con obras maestras de Praxíteles, Fidias, Escopas, Policleto, y
el famoso cuadro de Alejandro Magno por Apeles estaba allí. Pero detrás de una cortina púrpura
se encontraba el ídolo terrible, el ídolo más sagrado del paganismo, Diana, la de muchos pechos.
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Ese lugar llegó a ser un banco donde se depositaba el dinero de Asia; era el templo griego más
grande que se haya construido. Tenía unos 127 metros de largo por 60 de ancho. Había más de
100 columnas exteriores, y existe cierta diferencia de opinión en cuanto al tamaño exacto del
templo, pero era cuatro veces más grande que el Partenón de Atenas. Y fue finalmente destruido
por los godos allá por el año 256 D. C. Así es que, allí estaba este gran templo, el templo que
estaba allí en la época del Apóstol Pablo, donde se practicaba la inmoralidad más crasa que uno
pueda imaginarse, porque cuando uno avanza más adentro, todo eso se convertía en orgías
sexuales, y su nombre era cambiado de Diana a Cibeles. Ahora, eso le da a usted una idea de ese
lugar. Si usted quiere tener una idea de lo grandioso que era ese templo, en lo que a belleza
física se refiere, si usted llega a visitar la ciudad de Estambul, puede ir a ver el templo de Santa
Sofía, y allí puede apreciar unas hermosas columnas verdes que fueron tomadas del templo de
Diana. Eso lo hizo Justiniano cuando él construyó Santa Sofía. El templo de Diana era en
realidad una cosa muy hermosa. Ella era la diosa oriental de la fertilidad, la de muchos pechos.
Ella tenía un tridente en una mano y un mazo en la otra. Y era una imagen muy tosca la que
estaba en el templo. Y era adorada probablemente por la mayor cantidad de personas que
cualquier otra forma de idolatría. Los adoradores se entregaban a los ritos religiosos más bajos
de sensualidad, orgías, bacanales y todo eso tenía lugar allí, practicadas en exceso, y con gran
vicio. Lo que allí tenía lugar, amigo oyente, hacía que la nueva moralidad del presente pareciera
un paseo de una escuela dominical.

Usted recordará que el Apóstol Pablo llegó allí en su tercer viaje misionero, allí comenzó su
ministerio y por 2 años él estuvo en la escuela de Tirano. Allí predicaba la Palabra. Pero estaré
en Éfeso – decía – hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos
son los adversarios. Juan, el Apóstol del amor, el hijo del trueno, llegó a ser un pastor. Él fue
exiliado, y luego de haber pasado 10 años en el exilio y en la prisión, él regresa a Éfeso y es
sepultado allí, y está sepultado en la basílica de San Juan, que es el punto más elevado en ese
lugar.

El Señor Jesucristo, pues, habla a esta iglesia en medio de un materialismo craso; un


animalismo que degrada; un paganismo despreciable, ruin. Escuche usted ahora lo que él dice

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cuando le habla a esta iglesia, porque creemos francamente que este es uno de los más
importantes de todos. Demos inicio a este capítulo 2, leyendo el versículo 1 que dice:

1
Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el
que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: (Ap. 2:1)

Usted puede notar que Él sostiene la iglesia con Su mano. Está bajo Su control. No lo tiene
ahora, pero lo tenía entonces. Y Él anda de un lugar a otro. Creemos que Él todavía está
andando de un lugar a otro y todavía está juzgando a la iglesia. Ahora, Él tiene siete palabras de
encomio que dice a esta iglesia. Leamos el versículo 2:

2
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los
malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado
mentirosos; (Ap. 2:2)

Es necesario que comprendamos que está hablando a los creyentes. Dios no le pide al mundo
perdido que haga obras. El Apóstol Pablo, escribiendo en su epístola a Tito, dice en el capítulo
3, versículo 5: Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. Eso
es lo importante. El Apóstol Pablo dice también en su epístola a los Romanos, capítulo 4,
versículo 5: Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia.

Cristo está hablando aquí a los Suyos, después que han sido salvos. Él, entonces, quiere
hablar con ellos en cuanto a buenas obras. Y tiene mucho que decir en cuanto a esto. Se nos
dice a nosotros: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas. (Ef. 2:8-10).

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Y el mismo Apóstol Pablo podía escribirle a Tito y decirle: Profesan conocer a Dios, pero
con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena
obra. (Tito 1:16).

Esto es importante de notar de nuestra parte, amigo oyente. Alguien ha dicho que el creyente
debería ser como un buen reloj, todo de oro, con el rostro abierto, que marche regularmente, en el
que se pueda confiar y lleno de buenas obras. Así es que, Él le está diciendo aquí a esta iglesia,
como lo dijo el Apóstol Pablo: Sed llenos del Espíritu Santo. (Ef. 5:18). Y Él les dijo lo que uno
puede hacer con creyentes llenos del Espíritu Santo; y ahora el Señor encomia o elogia a estos
creyentes por sus buenas obras.

Y luego dice: Y su arduo trabajo. ¿Cuál es la diferencia entre obra y trabajo? Bueno, la
palabra “trabajo” tiene significado de cansancio. Hay referencia de que el Señor Jesús se cansaba
en algunas de sus jornadas o caminatas que tuvo. Los discípulos se cansaron trabajando con el
Señor. Se cansaron por el trabajo. Ahora, la tercera cosa que él menciona aquí es que los elogia
por su paciencia. Y ese es el fruto del Espíritu Santo. La cuarta cosa es y que no puedes
soportar a los malos. No podían soportar a los hombres malos.

Luego, tenemos la quinta mención aquí: Y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no
lo son, y los has hallado mentirosos. Ellos probaban a cualquiera que venía, y decía que era un
Apóstol. Y si descubrían que no era un Apóstol, entonces le decían que se apartara de ellos.
Ellos le preguntaban si había visto a Cristo resucitado. Y rápidamente sabían si era o no era un
Apóstol. Y si no lo era, entonces le decían que se apartara de ellos, que saliera de la ciudad, y
por lo general así ocurría. Es decir, que ellos siempre probaban a los que venían, algo que es
muy cierto y necesario en la época presente más de lo que era entonces. Ahora, veamos el
versículo 3 de este capítulo 2 de Apocalipsis:

3
y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi
nombre, y no has desmayado. (Ap. 2:3)

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Notemos esto. Has trabajado arduamente por amor de mi nombre. Ellos habían sufrido,
ellos estaban llevando la cruz porque habían creído en Cristo, habían creído en el nacimiento
virginal, habían creído en Su deidad, en Su muerte de sacrificio. Y tenían que pagar un precio
por eso.

La séptima cosa que vemos aquí es que ellos; no habían desmayado. En realidad, debería
decirse que no se habían cansado. ¿Qué es lo que Él quiere decir aquí? Antes, Él había dicho
que se habían cansado, y ahora dice que no se han cansado. Bueno, esta es una de las grandes
paradojas de la fe cristiana, y podemos ilustrarlo con lo que dijo el Dr. Moody en cierta ocasión,
cuando llegó a su hogar después de una campaña que le había dejado agotado. Su familia le
rogaba que no fuera a la siguiente reunión, y él les dijo: “Me canso en el trabajo, pero no del
trabajo”. Y hay mucha diferencia, amigo oyente. Uno puede cansarse en la obra de Cristo, pero
es algo trágico si usted se cansa de la obra de Cristo.

Esas son las palabras de encomio que Él tenía que decirle a la iglesia apostólica. Siete
palabras de encomio. Tenemos ahora una palabra de condenación y la encontramos aquí en el
versículo 4 de este capítulo 2 de Apocalipsis:

4
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. (Ap. 2:4)

Y permítanos cambiar un poquito esto que dice aquí para que comprendamos mejor el
significado: Pero tengo contra ti, que has dejado tu mejor amor.

Ahora, hay algunos de nosotros que pensamos que el Señor Jesucristo está buscando
pecadillos. Algo que nos parece frívolo, insignificante. Cuando Él dice aquí que ellos están
dejando su mejor amor, quizá nos parezca así a nosotros, pero esto era algo importante entonces,
y es muy importante también en el presente. Vamos a ver, Dios mediante, en nuestro próximo
programa, por qué es tan importante. Allí es donde se apartó del camino la iglesia por primera
vez, no en la doctrina, sino en su relación personal con el Señor Jesucristo. Veremos esto, pues,
Dios mediante, en nuestro próximo programa y confiamos que usted nos volverá a sintonizar.

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Mientras tanto, le sugerimos que lea el resto de este capítulo 2 de Apocalipsis, para que esté
mejor preparado para la continuación de este estudio en nuestro próximo programa

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