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ALCOHOL Y TABACO, DROGAS DE INICIO

Por sus efectos en los órganos y sistemas del cuerpo, el alcohol y el tabaco
tienen serias implicaciones en la salud, tanto a corto como a largo plazo.
Actualmente, estas dos drogas son responsables de una gran cantidad de
enfermedades y muertes en el mundo, y están ampliamente disponibles por su
carácter legal.

Además de los daños que producen directamente sobre el organismo, hay


evidencia sólida de que su consumo a edades tempranas incrementa el riesgo de
experimentar con otras drogas.

Desde 1975, la investigadora Denise Kandel comunicó sobre este fenómeno en


sus observaciones y con ello desarrolló el modelo explicativo del consumo de
drogas al que se conoce como Modelo Evolutivo o Modelo de “la Escalada”. Al
paso del tiempo, estos conceptos han recibido muchas críticas, aludiendo a que
existen muchos otros factores que desarrollan la adicción.
A pesar de las críticas, las investigaciones recientes han respaldado esta teoría.
El 22 de marzo de 2011, la Academia de Finlandia publicó los resultados de una
investigación que siguió a una cohorte desde 1994, en la cual se observó que los
jóvenes que comenzaron a fumar a los 12 años de edad o antes, tenían 26 veces
más riesgo de experimentar con otras drogas al cumplir 17 años, en comparación
con los que nunca habían fumado.

En la realidad actual de México, también podemos corroborar esto. De acuerdo


con la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2008, el consumo de alcohol y
tabaco durante la adolescencia incrementa la probabilidad de usar otras drogas
como la mariguana o la cocaína.

Del total de personas que comenzaron a fumar tabaco antes de los 18 años de
edad, 14.2% probaron experimentalmente la mariguana; en comparación, este
patrón de consumo de mariguana solamente se presentó en 5.4% de quienes
comenzaron a fumar tabaco entre los 18 y 25 años de edad.

En el caso de la cocaína, la proporción de usuarios experimentales fue de 7.6%


para los que empezaron a fumar tabaco antes de los 18 años, y de 3.8% para
los que tenían entre 18 y 25 años.

Para todas las otras drogas se presenta la misma tendencia: 17% del total de los
que empezaron a fumar antes de cumplir 18 años experimentaron con otras
drogas; comparativamente, esto solo ocurrió en 6.9% de quienes comenzaron a
fumar entre los 18 y 25 años, y todavía en una menor proporción en quienes
fumaron por primera vez después de los 26 años (1.2%).
En conclusión, entre más temprano se inicie el consumo de tabaco es más
probable experimentar con otras drogas.

Con respecto al alcohol, la ENA 2008 reporta que del total de quienes bebieron
alcohol antes de los 18 años, 15.8% experimentaron con otras drogas; de los
que comenzaron a beber entre los 18 y los 25 años, solamente 4.7%
experimentaron con otras drogas y de quienes empezaron a beber después de
los 26 años, sólo el 1.2%.

Estos resultados nos indican que el inicio temprano en el consumo de alcohol y


tabaco facilita que se prueben otras drogas, por lo que se debe continuar con la
aplicación de medidas preventivas dirigidas a niños y adolescentes para evitar el
consumo, o al menos retrasar la edad de inicio.

Los padres de familia que están interesados en prevenir las adicciones en sus
hijos, deben entender la importancia que tiene evitar que los adolescentes se
inicien en el consumo de alcohol y tabaco, ya que en muchas ocasiones la
sociedad mexicana tolera y hasta fomenta el consumo de estas drogas a edades
tempranas, por ejemplo en fiestas de graduación, cumpleaños, festejos de XV
años, así como en el momento que le piden a los hijos comprar cigarros o hasta
prendérselos.

Una relación familiar de cariño y respeto, que fomente estilos de vida saludables,
con reglas y límites claros es la mejor forma de proteger a los hijos de las drogas.

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