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UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS


"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad"
TEMA:

La Corte Internacional De Justicia De La Haya

CURSO:
Derecho Internacional Público
PROFESOR:

Martin Ocampos Mogollón

ALUMNOS:
Galecio Alburqueque Jhazmine Tadea
Sánchez Zarate Carlos Rafael
Herrera Peña Rita
Benites Zapata Lizzy
PIURA – PERÚ

2019

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INDICE

INTRODUCCION ........................................................................................... 3
LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA ................................... 3
1. GENERALIDADES.................................................................................... 4
2. CARACTERÍSTICAS DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA ............ 4
3. MIEMBROS DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA....................... 5
4. JURISDICCIÓN DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA .................. 7
5. FUNCIONAMIENTO DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA .......... 9
6. DICTÁMENES EMITIDOS POR LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA
10
7. LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA CONTROVERSIA
MARÍTIMA (PERÚ C. CHILE) ....................................................................... 11
7.1. CAMINO A LA HAYA ...................................................................... 13
7.2. LO RESUELTO POR LA CORTE ......................................................... 16
7.3. UN ANTECEDENTE JURISPRUDENCIAL........................................... 20
conclusiones ................................................................................................. 22

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INTRODUCCION
La Corte Internacional de Justicia fue creada en 1946, como sucesora de la
Corte Permanente de Justicia Internacional que funcionaba en el mismo lugar desde
1922.

Desde su fundación, la corte resuelve controversias entre Estados conforme


al Derecho Internacional, y emite dictámenes sobre asuntos jurídicos que planteen
órganos u organismos de la Organización de Naciones Unidas.

Originalmente la idea era que, para un Estado miembro, un fallo de la corte


fuera final y vinculante. Pero casos como cuando EEUU en 1984 no quiso aceptar
el fallo que lo exhortaba "a cesar y abstenerse del uso ilegal de la fuerza contra el
gobierno de Nicaragua" que incluía el pago de una compensación que nunca llegó
a Managua.

Otros casos que ha visto fueron el de 1979 y 1980, en el que la corte dictaminó
en contra de Irán por la ocupación de la embajada estadounidense en Teherán o la
recientemente resuelta disputa territorial y marítima entre Nicaragua y Colombia,
acerca de la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia.

Cada país en litigio puede nombrar Jueces Ad Hoc en caso de que no haya un
juez de su país en la corte. En este caso, Chile designó a Louise Arbour de Canadá,
en tanto Bolivia hizo lo mismo con Yves Daudet de Francia.

LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA

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1. GENERALIDADES
La Corte Internacional de Justicia, con sede en la Haya, ejerce la Función de
Tribunal Mundial. Decide conforme al Derecho Internacional, las controversias de
orden jurídico que le someten los Estados, y está a la disposición de cierto número
de instituciones y Organismos Internacionales para darles Opiniones Consultivas.

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) fue creada por la Organización de las


Naciones Unidas (ONU) y su Estatuto es un anexo de la Carta de la O NU, de tal
modo que todos los miembros de las Naciones Unidas son parte del Estatuto de la
CIJ. La CIJ tiene una considerable importancia tanto política como académica.
Constituye opinión generalizada que muchas de las sentencias de la Corte
aparentemente han resuelto casos muy importantes y aunque en algunos casos los
Estados no han cumplido con lo indicado en sus sentencias o no han reconocido su
jurisdicción, la CIJ se mantiene como un referente de las posibilidades de la
existencia de un sistema legal internacional.

Para sus defensores, la Corte tiene el rol principal en legitimar el sistema legal
internacional dad o que resuelve su s disputas de una manera principista. A su turno,
los críticos de la CIJ – principalmente políticos y diplomáticos de Estados que
recientemente han perdido sus casos – argumentan que las sentencias de la CIJ
son motivadas políticamente. La C IJ es un cuerpo “semi-legal”, “semi-jurídico”,
“semi-político” que las naciones algunas veces aceptan y otras no.

La CIJ es un cuerpo de magistrados independientes. Los jueces son elegidos por


los Estados Miembros de la ONU. Y otros Estados Partes al Estatuto. El número de
magistrados que la integran fue fijado en quince y la duración de su mandato en
nueve años, con posibilidad de reelección. Se renuevan por tercios cada tres años
y si un juez fallece o dimite durante su mandato se procede a una elección
complementaria para el período de tiempo restante.

2. CARACTERÍSTICAS DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA

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La CIJ tiene características especiales que la distinguen de otras instituciones
judiciales internacionales.
Por ejemplo, se observa que es el único cuerpo judicial internacional abierto a todos
los Estados y que tiene la posibilidad de convertirse en un tribunal general de la
comunidad internacional.
Las siguientes son las características de la Corte Internacional de Justicia:
a. La Corte Internacional de Justicia es un órgano de la Organización de las
Naciones Unidas. Esa es la diferencia que tiene con la Corte Permanente de
Justicia Internacional (CPJI). La CPJI era parte del sistema de la Sociedad de
Naciones, pero no era parte del Tratado de Versalles. En cambio, la CIJ es
uno de los seis órganos de las Naciones Unidas.
b. La Corte es un órgano principal de la ONU. Pero, asimismo, es su órgano
judicial, habría que remarcar que es su principal órgano judicial. No es un
órgano político sin o u n órgano que tiene por objeto principal solucionar -
mediante fallos obligatorios, aplicando normas jurídicas - conflictos entre
Estados.
c. Otra de sus características es que únicamente los Estados pueden ser parte
en los casos ante la CIJ. En tal sentido, la Corte sólo es competente para
conocer casos entre Estados.
d. La Corte puede dar opiniones consultivas que no son obligatorias. Así, además
de tener una función de so lución de controversias entre Estados puede dar
opiniones cuando así se le ha so licitado.
e. La jurisdicción de la Corte es voluntaria pues depende del mutuo
consentimiento de los Estados.
f. La Corte puede resolver los casos en sesión plenaria o también mediante la
constitución de salas que ven temas específicos.
g. La CIJ tiene un carácter universal. A sí, aplica para la resolución de su s casos
el Derecho Internacional, no un derecho interno específico. En tal sentido, no
es un tribunal interno, ni regional, pues tiene una vocación mundial.

3. MIEMBROS DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA

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La Corte está compuesta por 15 magistrados elegidos por la Asamblea
General y el Consejo de Seguridad, en votaciones independientes. Cada uno es
elegido por un período de 9 años, período que es renovable. La CIJ se renueva por
tercios cada tres años. Los magistrados no pueden tener la misma nacionalidad.
Los magistrados tienen grandes calificaciones y por lo general son abogados,
académicos, diplomáticos o magistrados nacionales. Los magistrados son
nominados por los Estados y elegidos por la Asamblea General y el Consejo de
Seguridad de la ONU.

Los magistrados pueden ser reelegidos. Si alguno de ellos fallece o renuncia a su


cargo durante su judicatura, se celebra lo antes posible una elección extraordinaria
para elegir a un magistrado que cubra su vacante durante el resto del mandato.

Por lo común, la Corte celebra sesiones plenarias, pero también puede constituir
unidades más pequeñas, denominadas "salas", cuando las partes lo soliciten. Las
sentencias dictadas por las salas se consideran dictadas por la Corte en pleno. La
Corte ha constituido además una Sala de Asuntos Ambientales.
Todos los Estados partes en el Estatuto de la Corte tienen derecho a proponer
candidatos. La propuesta no la formulan directamente los gobiernos de cada Estado
sino los miembros de los grupos nacionales de la Corte Permanente de Arbitraje.
En el caso de los países que no están representados en la Corte Permanente de
Arbitraje, los candidatos se designan por un grupo constituido de la misma forma.

Para garantizar la independencia, ningún miembro de la Corte podrá ser separado


de su cargo salvo que, a juicio unánime de los demás miembros, haya dejado de
satisfacer las condiciones requeridas. Esta situación nunca se ha dado. Ningún
miembro de la Corte puede comprometerse con cualquier otra ocupación
profesional durante su mandato. Se prohíbe a todos los miembros que ejerzan
funciones políticas o administrativas, así como que actúen como agentes, asesores
jurídicos o abogados en caso alguno. La propia Corte será la encargada de aclarar
cualquier duda que pueda surgir a este respecto.

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4. JURISDICCIÓN DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA
La jurisdicción de la Corte se extiende a todos los litigios que los Estados le
sometan y a todos los asuntos previstos en la Carta de las Naciones Unidas o en
tratados y convenciones vigentes. Los Estados pueden obligarse por anticipado a
aceptar la jurisdicción de la Corte en casos especiales, ya sea mediante la firma de
un tratado o convención en que se estipula que el caso sea sometido a la Corte o
mediante una declaración especial en ese sentido. Esas declaraciones de
aceptación obligatoria de la jurisdicción de la Corte pueden excluir ciertos tipos de
casos.

En un caso específico, la Corte tiene jurisdicción si las Partes han acordado que la
Corte resuelva sus controversias. Este consentimiento puede ser expresado a
través de declaraciones unilaterales.

De conformidad con el Artículo 38 de su Estatuto, la Corte, al decidir las


controversias que se le sometan, aplica:

a. Las convenciones internacionales que establecen reglas reconocidas por los


Estados litigantes.
b. La costumbre internacional como prueba de una práctica general aceptada
como ley.
c. Las decisiones judiciales y la doctrina de los autores más calificados de los
distintos países, como medio subsidiario para la determinación de las reglas
jurídicas.

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La Corte Internacional de Justicia puede examinar y decidir sobre un asunto
solo si los Estados implicados han aceptado su competencia. Esto puede
materializarse por tres vías:

1. Por un acuerdo especial entre los Estados para someter su controversia a la


Corte.
2. Por una cláusula jurisdiccional de un tratado o convención (hay más de 300)
que prevea aceptar la jurisdicción de la Corte en caso de que surja una
controversia sobre la interpretación o aplicación del tratado en cuestión.
3. Por el efecto recíproco de declaraciones (hay 73 en vigor) por las que, de
conformidad con el Estatuto de la CIJ, cada Estado acepta la jurisdicción
obligatoria de la Corte en caso de diferendo con otro Estado que también
asuma tal obligación. De todos modos, parte de ellas expresan reservas para
excluir ciertas categorías de controversias.

El procedimiento seguido por la Corte está definido en su Estatuto y en el posterior


Reglamento adoptado en 1978. Este ha sido modificado varias veces, y la última
entró en vigor el 29 de septiembre de 2005. Un tema que guarda directa relación
con la competencia de la Corte y que resulta válido plantearse, es si éste órgano,
tiene competencia para abocarse a materias relacionadas con los Derechos
Humanos o aspectos medioambientales. Pues bien, como en ninguno de los dos
Pactos Internacionales de Derechos Humanos, se dispone expresamente que
corresponda a la Corte, pronunciarse sobre cuestiones de Derechos Humanos, esta
se ha ocupado de muy pocos casos de esa naturaleza. No obstante, por medio de
cada una de las decisiones adoptadas en esos casos, la Corte ha establecido
principios fundamentales.

Por otro lado, de acuerdo a lo que señala el artículo 36, numeral 6 de su Estatuto,
la CIJ en caso de disputa respecto a su jurisdicción, resolverá ella misma. Es decir
que la Corte decidirá si es o no competente par a resolver un caso.

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5. FUNCIONAMIENTO DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA

El procedimiento ante la Corte consiste en una parte escrita y otra oral. Todas
las partes tienen igual oportunidad de presentar sus alegatos sobre la jurisdicción
de la Corte, así como también sobre la admisibilidad y mérito del caso en cuestión.
El procedimiento contempla una fase escrita, con intercambio de alegatos entre las
partes, y una fase oral, con audiencias en las que agentes y asesores presentan
sus apreciaciones. Todo lo escrito o dicho deberá estar disponible en los dos
idiomas oficiales de la CIJ, francés e inglés. Sobre el aspecto procesal el artículo 38
del Reglamento de la Corte señala que:
“1. Cuando el procedimiento sea incoado ante la Corte mediante
una solicitud dirigida de acuerdo con lo dispuesto en el párrafo 1
del Artículo 40 del Estatuto, la solicitud deberá indicar la par te que
la hace, el Estado contra quien se proponga la demanda y el objeto
de la controversia.
2. La solicitud indicará, en la medida de lo posible, los fundamentos
de derecho en que se basa el demandante p ara considerar
competente a la Corte; indicará, además, la naturaleza precisa de lo
demandado y contendrá una ex posición sucinta de los hechos y
fundamentos en que se basa la demanda.”

La fase escrita se inicia con la presentación de la demanda propiamente dicha. Esta


de manda, que es muy breve, da inicio al procedimiento.
A continuación, el Estado demandante debe presentar la memoria y a su turno la
parte demandada debe presentar la contra memoria. Asimismo, de acuerdo al
artículo 43 del Estatuto y al artículo 49 del Reglamento de la Corte, los Estados
tienen derecho a presentar la réplica y dúplica si así lo estiman pertinente. Todos
estos documentos deben ir acompañados de las pruebas documentales o de otro
tipo, correspondientes.

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La fase oral se inicia luego que precluyó la fase escrita. La fase oral incluye
la presencia de los testigos, peritos, consejeros y abogados para que presenten
pruebas o puedan precisar con su conocimiento algunos elementos relevantes para
la solución del caso. En principio, estas audiencias son públicas, pero pueden ser
privadas si así lo decide la Corte o lo solicitan las partes tal cual lo establece el
artículo 46 del Estatuto.

Concluida la fase oral, la Corte se reúne a puerta cerrada para deliberar, aunque su
decisión final debe pronunciarse en audiencia pública.
A menos que sean interrumpidos, los procedimientos son concluidos por una
sentencia de la Corte. Las sentencias de la Corte son vinculantes para las Partes,
finales y sin apelaciones.

Cada Parte debe cumplir con lo dictaminado. La Carta de las Naciones Unidas
estipula para el recurso ante el Consejo de Seguridad si una Parte no cumple con
un fallo.

Al ser el órgano judicial principal de las Naciones Unidas, los fallos de la Corte son
tomados muy seriamente. Por lo general, los Estados hacen todos los esfuerzos
para cumplirlos. La jurisprudencia de la Corte es muy citada no sólo por otras cortes
y tribunales internacionales, sino también por cortes nacionales. La Comisión de
Derecho Internacional deposita su confianza en el marco de su trabajo en relación
a la promoción del desarrollo progresivo del derecho internacional y su codificación.
Asesores legales y académicos del campo del derecho internacional también
recurren a ella en su trabajo diario. El reconocimiento así otorgado a la
jurisprudencia de la Corte provee un ímpetu positivo para la Corte para asegurar
que sus fallos son claros, bien pensados y consistentes.

6. DICTÁMENES EMITIDOS POR LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA

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El procedimiento consultivo de la CIJ está abierto solamente a las
organizaciones internacionales, y su solicitud queda reservada a cinco órganos y
dieciséis instituciones del sistema de Naciones Unidas.

La Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU pueden solicitar


opiniones consultivas de la Corte sobre cualquier cuestión jurídica. También, previa
autorización de la Asamblea, pueden pedirlas los demás órganos de Naciones
Unidas y sus agencias especializadas, aunque en este caso deben ceñirse a
cuestiones jurídicas de su ámbito de actividad.

Ante una petición de dictamen, la Corte decide qué Estados y organizaciones


pueden aportar información útil y admite sus observaciones escritas y orales. En
este procedimiento consultivo, las fuentes de derecho aplicables son las mismas
que en el procedimiento contencioso. Los dictámenes de la CIJ no se imponen como
tales a los organismos que las solicitan, aunque hay instrumentos o normas que
pueden llegar a dotarles de fuerza obligatoria.

La Corte ha emitido 27 dictámenes desde 1946, relativos a muy diversos temas: la


conformidad de la declaración unilateral de independencia de Kosovo, las
consecuencias jurídicas de la edificación de un muro en el territorio palestino
ocupado, la admisión de Estados en la ONU, la reparación de daños sufridos al
servicio de Naciones Unidas, el estatuto territorial del Sahara Occidental y de
Namibia, las sentencias dictadas por tribunales administrativos internacionales, los
gastos de ciertas operaciones de Naciones Unidas, el estatuto de los ponentes de
derechos humanos, y la licitud de la amenaza o del empleo de armas nucleares.

7. LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA CONTROVERSIA


MARÍTIMA (PERÚ C. CHILE)

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La disputa marítima (Perú c. Chile) fue resuelta el 27 de enero del 2014 por la
Corte Internacional de Justicia (CIJ). El proceso duró seis años. Comenzó con la
presentación de la solicitud por Perú el 2008, y continuó con la entrega de la
memoria del Estado demandante el 2009, la contramemoria de Chile el 2010, la
réplica peruana del mismo año, y la dúplica chilena del 2011, y con los alegatos que
se llevaron a cabo a fines del 2012. En todo momento de su tramitación, las partes
en litigio estuvieron pendientes de lo que sucedía en otra controversia llevada ante
el mismo tribunal internacional, unos años antes. La disputa territorial y marítima
(Nicaragua c. Colombia), fallada el 19 de noviembre del 2012, reunió muchas de las
características que después se presentaron en el diferendo entre Perú y Chile.

En ambos casos, un estado le solicitó a la CIJ que delimite la frontera con un


vecino, desconociendo los límites establecidos en tratados bilaterales vigentes entre
las partes contendientes, y reclamando un territorio ocupado por dicho Estado.
Tanto en la controversia del Mar Caribe como en el diferendo del Océano del
Pacífico, los demandantes pidieron una solución equitativa a la CIJ en virtud del
artículo XXXI del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas de 1948, más
conocido como Pacto de Bogotá.

Con nada que perder, y todo por ganar, Nicaragua y Perú iniciaron un proceso
destinado a modificar el trazado de la frontera marítima que, al menos en los
hechos, los separaba hasta ese momento de Colombia y Chile. En el peor de los
escenarios, la sentencia de la CIJ solo confirmaría una realidad ya existente. Algo
que a la larga, no sucedió.

En concreto, lo que la sentencia resolvió no solo respecto de la existencia de


un límite marítimo entre ambos Estados según las declaraciones unilaterales de
Chile y Perú de 1947, la Declaración de Santiago de 1952, el Convenio sobre Zona
Especial Fronteriza Marítima de 1954, y las marcas de enfilación de 1968 y 1969,
sino también sobre la naturaleza, extensión y punto de inicio de dicho límite. Este
comentario reseña, asimismo, las similitudes de la controversia internacional entre
Perú y Chile con el diferendo entre Nicaragua y Colombia, y las preguntas que
quedaron sin respuesta a partir de la dictación de ambas sentencias por la CIJ.

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7.1. CAMINO A LA HAYA
La actual frontera chileno-peruana fue establecida en los años posteriores al
término de la Guerra del Pacífico, o Guerra del Salitre, que enfrentó a Chile con
Bolivia y Perú entre los años 1879 y 1883.

Por el Tratado de Paz y Amistad de 1883, también llamado Tratado de Ancón,


Perú cedió a Chile "perpetua e incondicionalmente" la provincia de Tarapacá. Para
las provincias de Tacna y Arica, el Tratado de Ancón dispuso que estas seguirían
en poder de Chile por un plazo de diez años a contar de su ratificación, tras el cual
se realizaría un plebiscito para decidir si dichas provincias permanecerían bajo
soberanía chilena o peruana. Por diversos motivos, este plebiscito no se llevó a
cabo en los años siguientes, debiendo ambos Estados negociar un nuevo acuerdo
internacional. A través del Tratado de Lima de 1929, la provincia de Tacna volvió a
Perú y la de Arica permaneció en poder de Chile. Este tratado estableció una línea
divisoria que:

“Partirá de un punto de la costa que se denominará 'Concordia', distante diez


kilómetros al norte del puente del río Lluta, para seguir hacia el oriente
paralela a la vía de la sección chilena del ferrocarril de Arica a La Paz, y
distante diez kilómetros de ella.”

Ese mismo año, Chile y Perú celebraron un protocolo complementario al


Tratado de Lima que señaló:

“Los Gobiernos de Chile y del Perú, no podrán, sin previo acuerdo entre ellos,
ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que, en
conformidad al Tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus respectivas
soberanías.”

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En esta disposición se encontraría el origen remoto de la disputa marítima
(Perú c. Chile). El reciente conflicto entre peruanos y chilenos solo puede
entenderse a cabalidad desde la perspectiva del ya antiguo problema tripartito de la
mediterraneidad boliviana posterior a la Guerra del Pacífico. Por casi un siglo y
medio, los intereses de Bolivia, Chile y Perú han girado en torno a un mismo punto
geográfico: la ciudad de Arica, salida natural al Océano Pacífico para los bolivianos,
puerta de entrada al norte grande para los chilenos, y principal ciudad portuaria de
una provincia cautiva para no pocos peruanos. Este contexto explica el
planteamiento del ex almirante peruano Guillermo Faura, rescatado del olvido por
el escritor chileno José Rodríguez Elizondo. Con cargo a su peculio, Faura publicó
en 1977 un libro titulado "El mar peruano y sus límites", donde señaló que el empleo
del paralelo como límite marítimo era desfavorable a Perú de acuerdo a las normas
del entonces nuevo derecho del mar.

Ese mismo año habían fracasado las negociaciones entre Chile y Bolivia, por
medio de las cuales el primero proponía canjear un corredor territorial al norte de la
línea férrea Arica-La Paz en favor del segundo. Este acuerdo frustrado pasó a la
posteridad como abrazo de Charaña, por el ampliamente difundido gesto simbólico
de los presidentes Augusto Pinochet y Hugo Banzer que tuvo lugar en esa localidad
en 1975. Al momento de aparecer el libro de Faura, ya estaban vigentes la
Declaración sobre Zona Marítima de 1952 y el Convenio sobre Zona Especial
Fronteriza Marítima de 1954, ambos formulados y celebrados por Chile, Ecuador y
Perú. La Declaración de Santiago de 1952 dispuso:

“Los Gobiernos de Chile, Ecuador y Perú proclaman como norma de su


política internacional marítima, la soberanía y jurisdicción exclusivas que a
cada uno de ellos corresponde sobre el mar que baña las costas de sus
respectivos países, hasta una distancia mínima de 200 millas marinas desde
las referidas costas.”

Para el territorio insular de las partes, ubicado dentro de las mencionadas 200
millas marinas o náuticas, esta declaración señaló:

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Si una isla o grupo de islas pertenecientes a uno de los países declarantes
estuviere a menos de 200 millas marinas de la zona marítima general que
corresponde a otro de ellos, la zona marítima de esta isla o grupo de islas quedará
limitada por el paralelo del punto en que llega al mar la frontera terrestre de los
Estados respectivos.

El Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954 estableció un


área especial "a partir de las 12 millas marinas de la costa, de 10 millas marinas de
ancho a cada lado del paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos
países" , en la cual la presencia accidental de embarcaciones de cualquiera de los
Estados limítrofes "no será considerada como violación de las aguas de la zona
marítima, sin que esto signifique reconocimientos de derecho alguno para ejercer
faenas de pesca o caza con propósito preconcebido en dicha Zona Especial".

Según Faura, ni la Declaración sobre Zona Marítima de 1952 ni el Convenio


sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954 tendrían carácter limítrofe, por lo
que Chile y Perú deberían negociar un tratado específico de delimitación marítima
que establezca una línea media trazada de acuerdo al principio de equidistancia de
las costas. En caso de no llegarse a esta negociación, Faura recomendó solucionar
la controversia por medio del arbitraje que contempla la Carta de la ONU.

Es claro el vínculo existente entre la propuesta de Faura y la posterior


demanda de Perú contra Chile ante la CIJ. Rodríguez Elizondo lo resume de la
siguiente manera:

Tres largas décadas después, el equipo peruano en La Haya ejecutaría esta


tesis: ausencia de tratado fronterizo marítimo específico, reducción de los tratados
de 1952 y 1954 a 'convenios pesqueros', improcedencia del paralelo como definición
de frontera en el mar y 'línea media' como elemento de equidad. Solo que, en vez
de negociación o arbitraje, Perú produjo una demanda judicial. (Rodríguez, 2014,
pág. 24)

En virtud de lo dispuesto en el artículo XXXI del Pacto de Bogotá, el 16 de


enero del 2008 Perú presentó a la CIJ la solicitud que dio inicio a un proceso que

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terminó el 2014, con una sentencia que no dejó realmente conforme a ninguna de
las partes litigantes. Durante este proceso, Perú señaló que la frontera marítima con
Chile no estaba delimitada, por lo que solicitó a la CIJ que lo haga en virtud del
método equitativo del derecho internacional, a partir de un punto denominado
"Concordia" ubicado en la costa del Océano Pacífico donde empezaría la frontera
terrestre entre ambos estados.

Más allá del punto en el cual termina la frontera marítima común con Chile,
Perú agregó que tenía derechos exclusivos sobre un área marítima que se extiende
hasta una distancia de 200 millas náuticas contadas desde su costa. Según el
Estado demandante, la línea de delimitación propuesta por Chile sería inequitativa,
por cuanto le otorga al Estado demandado una extensión marítima que es más del
doble de la que queda para el Estado demandante.

Chile, por su parte, señaló que la frontera marítima estaba delimitada desde la
Declaración de Santiago de 1952 a través de una línea que se extiende a un mínimo
de 200 millas marinas y que pasa por el paralelo de latitud que comienza en un
punto de la frontera terrestre común con Perú, conocido como "Hito Nº 1".

El Estado demandado solicitó a la CIJ que confirme este límite marítimo


convencional, en virtud de los principios pacta sunt servanda y de estabilidad de las
fronteras.

7.2. LO RESUELTO POR LA CORTE


La sentencia del 27 de enero del 2014 comenzó por reconocer que el Tratado
de Lima de 1929 estableció la frontera terrestre entre Chile y Perú. Respecto a la
existencia de un límite marítimo, la CIJ analizó los siguientes antecedentes: las

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declaraciones unilaterales de Chile y Perú de 1947; la Declaración sobre Zona
Marítima de 1952; diversos acuerdos de 1954; y las marcas de enfilación de 1968 y
1969. Por medio de las declaraciones de 1947, los presidentes Gabriel González
Videla y José Luis Bustamante y Rivero proclamaron derechos marítimos para Chile
y Perú sobre una zona que se extiende hasta 200 millas náuticas desde sus costas.

El tribunal internacional observó que conforme lo señalado por ambas partes


en litigio, tales declaraciones no establecieron por sí mismas una frontera marítima.
Por esta razón, únicamente les asignó importancia probatoria en relación a un futuro
acuerdo de límites marítimos. Si bien la CIJ no tuvo problemas en reconocer la
Declaración sobre Zona Marítima de 1952 como un tratado, se preguntó si este
acuerdo estableció una frontera marítima.

Al respecto, el tribunal observó que la Declaración de Santiago de 1952 no se


refirió expresamente a dicha frontera, ni señaló coordenadas o acompañó material
cartográfico. Según la CIJ, ni su párrafo II ni III hicieron mención explícita de límites
paralelos para las proclamadas zonas de 200 millas marinas.

Por su parte, el párrafo IV se refirió exclusivamente al caso de la existencia de


una isla o grupo de islas de alguna de las partes ubicadas a menos de 200 millas
náuticas de la zona marítima general de cada Estado, en cuya situación se aplica el
paralelo geográfico como límite marítimo desde el punto donde comienza la frontera
terrestre correspondiente. En su momento, las únicas islas que se tuvieron en
cuenta para estos efectos fueron las Galápagos. Sin perjuicio de lo anterior, la
utilización del paralelo geográfico para las islas de una de las partes en la
Declaración sobre Zona Marítima de 1952 llevó a la CIJ a concluir que puede haber
existido una especie de entendimiento común sobre límites marítimos de carácter
general, aun cuando dicho acuerdo internacional no lo haya establecido
expresamente.

Dentro de los otros instrumentos jurídicos que analizó la sentencia, a fin de


determinar la existencia de un límite marítimo entre Chile y Perú, estuvieron el
Acuerdo Complementario de 1954 a la Declaración sobre Zona Marítima de 1952,

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el Acuerdo sobre Medidas de Supervisión y Control de las Zonas Marítimas de 1954,
y el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima del mismo año. Para la CIJ,
el principal objetivo que tuvo el Acuerdo Complementario de 1954 fue reiterar el
reclamo de soberanía y jurisdicción de las partes de la Declaración de Santiago de
1952 contra las principales potencias marítimas.

En opinión de la CIJ, si bien para 1954 se podían distinguir tres zonas


marítimas bajo la jurisdicción de las partes de la Declaración de Santiago y de su
Acuerdo Complementario, ni estos instrumentos ni el Acuerdo sobre Medidas de
Supervisión y Control de las Zonas Marítimas de ese mismo año reflejaron la
ubicación o naturaleza de los límites marítimos entre Chile y Perú.

A juicio del tribunal, la existencia de esta frontera o límite marítimo sí se


reconoció en el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, pero
sin indicación de cuándo y cómo fue acordado. En virtud de lo anterior, la CIJ
concluyó que ya existía un acuerdo tácito antes de este tratado, confirmando lo ya
adelantado en su sentencia respecto de las declaraciones unilaterales de 1947 y la
Declaración de Santiago de 1952.

Respecto de las marcas de enfilación de 1968 y 1969, el tribunal señaló que


su objetivo fue limitado y que se establecieron sobre la base de una frontera
marítima que se extiende sobre el paralelo geográfico más allá de las 12 millas
náuticas, como lo había indicado antes el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza
Marítima de 1954.

Una vez establecido que el límite marítimo entre las partes en litigio fue
acordado tácitamente con anterioridad a 1954, la sentencia procedió a determinar
su naturaleza y extensión. En virtud de las declaraciones unilaterales de Chile y
Perú de 1947 y la Declaración de Santiago de 1952, el tribunal resolvió que la
frontera marítima entre los Estados en litigio es un límite a todo propósito que
comprende el suelo, subsuelo y aguas subyacentes.

La CIJ consideró que el objetivo del Convenio sobre Zona Especial Fronteriza
Marítima de 1954 no era otro que establecer un área de tolerancia para la actividad

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pesquera de embarcaciones pequeñas de los Estados partes a lo largo del límite
marítimo paralelo, la cual se extendía a la distancia de 60 millas marinas en que
dicha actividad tenía lugar por esos años.

Esta circunstancia, sumada al desarrollo contemporáneo del derecho del mar


en la década de los 50, le bastó al tribunal para concluir que el límite marítimo
paralelo establecido no puede haber pasado de las 80 millas náuticas. Del examen
de la práctica legislativa; del Protocolo de Accesión de 1955 a la Declaración de
Santiago; de las actividades de ejecución del límite marítimo; de las actas de 1968
y 1969; de las negociaciones con Bolivia entre 1975 y 1976; de la posición de las
partes en la III Conferencia de la ONU sobre Derecho del Mar de 1982; del así
denominado "memorándum Bákula" de 1986; y de la práctica posterior a ese año,
la CIJ concluyó que el límite marítimo acordado tácitamente entre las partes, y que
se refleja en el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, no se
extiende más allá de las 80 millas náuticas del paralelo geográfico.

Habiendo resuelto que hay una frontera marítima, la CIJ procedió a identificar
su punto de inicio. Para esto, le asignó importancia al entendimiento existente en
1968 al momento de realizar las marcas de enfilación en torno al "Hito Nº 1",
considerado por los delegados de las partes que comenzaron los preparativos para
la instalación de faros a cada lado de la frontera terrestre entre Chile y Perú como
indicativo del límite marítimo paralelo.

Al respecto, el tribunal agregó que no había sido llamado a determinar la


posición del punto "Concordia", donde la frontera terrestre entre las partes empieza,
e indicó que es posible que este punto no coincida con el inicio del límite marítimo
ya definido, lo cual "sería una consecuencia de los acuerdos alcanzados entre las
partes".

Al no ser Perú parte de la Convemar e invocar sus disposiciones como


costumbre internacional, la CIJ consideró que dicho Estado se ha comprometido
formalmente a aplicar su llamado "dominio marítimo" sobre las 200 millas náuticas

19
que esta área comprende de una manera consistente con dicho tratado. De acuerdo
al tribunal, el curso de la frontera marítima a partir del así denominado "punto A"
(ubicado a 80 millas marinas contadas desde la intersección del paralelo de latitud
sur que pasa por el "Hito Nº 1" y la línea de baja marea) debe responder al principio
de equidistancia de los artículos 74 y 83 de la Convemar, que reflejan el derecho
internacional consuetudinario en la materia.

La CIJ empleó un método de solución equitativa dividido en las tres etapas


siguientes: primero, el tribunal traza una línea equidistante provisional si las costas
relevantes son adyacentes, o una línea media entre ambas si las costas son
opuestas, a menos que hayan razones de peso que impidan el trazado de esta línea;
en seguida, considera si hay circunstancias pertinentes que puedan motivar el
ajuste de esa línea, a fin de alcanzar un resultado equitativo; y finalmente, lleva a
cabo un examen de desproporcionalidad, a través del cual evalúa el efecto de la
línea ajustada en los estados litigantes, de tal manera que sus áreas respectivas se
conformen en general a la longitud de sus costas, evitando así una solución
inequitativa.

En este caso, el tribunal procedió a trazar una línea que va desde el "punto A"
a un "punto B" (coincidente con el cruce de la línea equidistante y la zona económica
exclusiva chilena), para luego bajar a un "punto C" (en la intersección de la nueva
zona marítima de Perú con las 200 millas náuticas bajo soberanía y jurisdicción de
Chile). La CIJ finalmente señaló que son las partes litigantes quienes deben acordar
las coordenadas precisas de este límite marítimo.

7.3. UN ANTECEDENTE JURISPRUDENCIAL


El 19 de noviembre del 2012, la CIJ dictó su sentencia en la disputa territorial
y marítima (Nicaragua c. Colombia). Hay más de una similitud entre este caso y el
que enfrentó a Perú con Chile. Para apreciarlas bien, es necesario revisar
brevemente en qué consistió esta controversia internacional. El 2001, Nicaragua
presentó una solicitud contra Colombia donde reclamaba la soberanía de la totalidad

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del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y le pedía a la CIJ
que delimite la frontera marítima entre ambos Estados en el Caribe occidental, a
través de una línea media a trazar entre las costas continentales de Nicaragua y
Colombia. A diferencia del camino que seguiría Chile unos años después, Colombia
presentó excepciones preliminares a la jurisdicción del tribunal el 2002,
suspendiendo así el procedimiento sobre el fondo del asunto. En su decisión sobre
dichas excepciones del 13 de diciembre del 2007, la CIJ concluyó que era
competente para conocer el caso en virtud del artículo XXXI del Pacto de Bogotá,
con exclusión de lo relacionado a la soberanía de las islas de San Andrés,
Providencia y Santa Catalina. Para el tribunal, estas islas son colombianas según lo
dispuesto en el Tratado sobre Cuestiones Territoriales entre Colombia y Nicaragua
de 1928, mejor conocido como Tratado Esguerra-Bárcenas por los apellidos de los
presidentes que lo firmaron.

La sentencia del 19 de noviembre del 2012 no solo confirmó que las islas de
San Andrés, Providencia y Santa Catalina son colombianas, sino que reconoció la
soberanía del Estado demandado sobre las otras formaciones que integran el
archipiélago del mismo nombre, respecto de la cuales el Tratado Esguerra-
Bárcenas no se había pronunciado: vale decir, los cayos Albuquerque, Bajo Nuevo,
del Este-Sudeste, Quitasueño, Roncador, Serrana y Serranilla. Sin embargo, y
contra lo argumentado por Colombia, la CIJ resolvió que su frontera marítima con
Nicaragua no estaba delimitada; por lo que procedió a establecer los contornos del
área relevante sobre la cual recaería su fallo, señalando que las costas pertinentes
de las partes en litigio eran las del continente –para Nicaragua– y las de las islas
del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina –para Colombia.

Empleando el mismo método de solución equitativa que utilizó más tarde en el


caso entre Perú y Chile, la CIJ estableció el curso del límite marítimo entre Colombia
y Nicaragua, trazando un área de navegación semirrectangular en torno a las islas
y cayos que se encuentran al suroeste del Archipiélago de San Andrés, Providencia
y Santa Catalina, y dejando a los cayos ubicados al norte del mismo –
i.e. Quitasueño y Serrana– enclavados junto a su mar territorial de 12 millas náuticas

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en una zona económica exclusiva que hoy corresponde a Nicaragua. Como bien
dijera Rafael Prieto, con su fallo la CIJ le entregó a Colombia la tierra y a Nicaragua
el mar.

CONCLUSIONES

 La Corte Internacional de Justicia es el principal órgano judicial de la Organización


de las Naciones Unidas. Tiene su sede en el Palacio de la Paz en la Haya (Países Bajos)

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y está encargada de decidir las controversias jurídicas entre Estados. También emite
opiniones consultivas sobre cuestiones que pueden someterle órganos o
instituciones especializadas de la ONU.

 Sus quince magistrados, elegidos por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad,


cumplen mandatos de nueve años.

 Los idiomas oficiales son el inglés y el francés.

 De los seis órganos principales de las Naciones Unidas (Asamblea General, Consejo
de Seguridad, Consejo Económico y Social, Consejo de Administración Fiduciaria y
Corte Internacional de Justicia) es el único que no se sitúa en Nueva York (Estados
Unidos).

 Su Estatuto forma parte integral de la Carta de las Naciones Unidas.

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