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SALVADORA MEDINA ONRUBIA,

LA "DESCENTRADA"
Periodista, dramaturga, feminista y militante anarquista, una mujer que dejó
su marca en el mundo político y cultural de la primera mitad del siglo XX

Salvadora Medina Onrubia es una de esas mujeres que


merecen justicia por los cuestionamientos que se hicieron
sobre su vida, sobre su militancia política anarquista,
destacadísima, y por sus obras, que cuestionaron las
tradiciones y las buenas costumbres de la sociedad de
principios del siglo pasado
“A pesar de ser mujer, me permito el lujo de tener ideas ¿sabe?
Yo tengo ideas boxeadoras. Ideas que se dan directos y crosses y
swings con la vida”

interpela al mundo uno de los personajes de “Las


Descentradas” (1929). Su discurso quiso ser apagado por
sus salvajes tapados de piel y el universo burgués en el que
la sumergió su marido, el poderoso Natalio Botana.

EL ANARQUISMO COMO ESTADO NATURAL

"La Venus Roja", como la apodaron sus compañer@s en paralelo con la también
anarquista y poeta cabecilla de la Comuna de París Louise Michel (La Virgen Roja)
nació en la ciudad de La Plata en 1894, hija de una maestra rural que fue artista de
circo, Teresa Onrubia, y de Idelfonso Medina, quien murió joven. Al quedar viuda,
Teresa fue recomendada como directora de la escuela granja de Carbó por el coronel
Ramón Falcón. Salvadora odiará a ese amigo de su madre.

Tras vivir en Entre Ríos fue a Buenos Aires donde fue testigo del
proceso a Simón Radowitzky, militante anarquista nacido en
Rusia condenado a cadena perpetua por matar al Jefe de la
Policía, Ramón Falcón, en venganza por la brutal represión de
la Semana Roja de Buenos Aires (1909). Así conoció el
anarquismo, que para ella era un "estado natural" más que una
doctrina. Su discurso por la liberación de Radowitzky frente al
colegio Otto Krause del 1 de febrero de 1914 es posible que
haya sido uno de los primeros de una mujer en un acto político
multitudinario de Argentina.

“Yo daré el ejemplo y levantaré los corazones en la lucha, para


lo cual reclamo el derecho de ir con mis compañeros, delante de
todos, empuñando la bandera roja que es como el fuego de
nuestros corazones.”

Salvadora Medina Onrubia hablando en un acto anarquista, a principio de siglo XX

Al otro día se publica en La Protesta y ella es invitada a integrar la redacción del


periódico anarquista. Tenía 20 años y era maestra.
Con Simón Radowitzky mantuvo correspondencia y ayudó en varios intentos de fuga.
Tras 20 años finalmente Salvadora contribuyó a su indulto (1930) llegando a un
acuerdo con el presidente Hipólito Irigoyen:

“Don Hipólito, le cambio el escándalo de Rosario por la libertad de Radowitzy, pero


usted no me lo deja en Buenos Aires, porque la Liga Patriótica le puede hacer algo.
Lo indulta y me lo manda a Montevideo”.

EL DIARIO ‘CRÍTICA’ Y NATALIO BOTANA

Escribía en el diario ácrata La Protesta cuando decidió visitar


la redacción del recién nacido Crítica con una de sus obras de
teatro y en busca de financiación. Así conoció a Natalio
Botana, fundador del diario, del que escribió “primero hubo
insultos, después amistad. Salimos a pasear por Palermo y ya
no nos separamos más". El diario se convirtió en un imperio y
Botana en uno de los hombres más poderosos del país. Tras su
muerte por accidente automovilístico (1941) ella pasará a estar
al frente del negocio convirtiéndose en la primera mujer en
dirigir un periódico. Desde que se funda en 1913 hasta antes de
1930 Crítica siempre reflejó las ideas del vibrante anarquismo
de la época, posicionándose contra el gobierno de Irigoyen.
Fue desde Crítica que Salvadora planifica dos fugas para
Radowitzky con la colaboración de trabajadores del diario. Su
defensa de l@s pres@s y sus ideas hizo que fuera detenida y
encarcelada en la recién llegada dictadura militar del general
Jose Félix Uriburu (quien también fusila a Severino Di Giovanni). Escritores
como Jorge Luis Borges y Roberto Arlt enviaron una carta al presidente pidiendo por
su libertad, algo que ella rechazó:

Carta al general Uriburu, cárcel del Buen Pastor, 5 de julio de 1931

Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional


pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y
humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento
de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de
Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido… Magnanimidad implica perdón
de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades.

Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y


desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y
más presidente. Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo,
hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me
hace ver el momento por el que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero
necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en
ello. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las
que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la
mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello
como ennoblecida y dignificada.

Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina


misma, y los pueblos no piden magnanimidad.

En este innoble rincón donde su fantasía conspiradora me ha encerrado, me siento


más grande y más fuerte que Ud., que desde la silla donde los grandes hombres
gestaron la Nación, dedica sus heroicas energías de militar argentino a asolar hogares
respetables y a denigrar e infamar una mujer ante los ojos de sus hijos … y eso que
tengo la vaga sospecha de que Ud. debió salir de algún hogar y debió también tener
una madre. Pero yo sé bien que ante los verdaderos hombres y ante todos los seres
dignos de mi país y del mundo, en este inverosímil asunto de los dos, el degradado y
envilecido es Ud. y que usted, por enceguecido que esté, debe saber eso tan bien
como yo.

General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde
este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio.

LA PROLE

Botana adoptó a Carlos, el hijo que conscientemente tuvo como


madre soltera a los 16 años, y Salvadora tuvo con él otros tres
más. Su nieto, el artista Raúl Damonte Botana (Copi) dijo
sobre su abuela que no sólo fue su primera lectora sino la
primera argentina en atreverse a escribir sobre pecadoras,
lesbianas y adúlteras.
Salvadora Medina Onrubia junto a Natalio Botana y uno de sus hijos

LA OBRA, ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

Los cuentos, poesías, la novela y las obras de teatro de Medina


Onrubia la colocan como una precursora de ese subgénero. Toda
su obra está atravesada por sus experiencias de vida. Intensas,
apasionadas y, sobre todo, humanas. Reflejan sin rodeos sus
ideas políticas, no en grandes declaraciones de principios, sino en
los episodios perdidos, en los personajes ocultos, en las charlas y
discusiones que ocurren en el fondo de una librería. Su obra fue
puesta en valor varias veces gracias a “Las descentradas”,
estrenada en el Teatro Ideal en 1929, que se convirtió en un éxito
de crítica. Allí, Salvadora parece hablar de su propia
contradicción a través de mujeres que cuestionan las estructuras
monogámicas, el matrimonio y la familia tradicional.

“Nosotras no queremos los derechos de los hombres, que se los guarden. Saber ser
mujer es admirable, y nosotras solo queremos ser mujeres en toda nuestra
espléndida femeneidad. Las descentradas somos las que no pensamos, las que no
sentimos, las que no vivimos como las demás. Las que entre gente burguesa somos
ovejas negras y entre ovejas negras somos inmaculadas. Todas somos raras.”

OBRAS:

 Alma fuerte. Teatro, 1913


 La Solución. Teatro, 1921.
 Akasha. Novela, 1924.
 El librio humilde y doliente. Cuentos, 1926.
 El vaso intacto. Cuentos, 1926.
 La rueda milagrosa. Poesía, 1929.
 El misal de mi yoga. Poesía, 1929.
 Lo que estaba escrito. Teatro, 1929.
 Las descentradas. Teatro, 1929
 El hombre y su vida. Teatro, 1934.
 Crítica y su verdad. Ensayo, 1958.

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