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LA ALQUIMIA

La alquimia comenzó a desarrollarse entorno del siglo III A.C. en la región de


Alejandría y se extinguió casi por completo en el siglo XVI. Su existencia se dio por
la mezcla de tres corrientes: filosofía griega, misticismo oriental y tecnología egipcia.
Su principal objetivo era obtener la piedra filosofal (capaz de transformar cualquier
metal en oro) y a pesar de no haber alcanzado este objetivo, su importancia fue muy
grande en la química gracias a los avances experimentales alcanzados en este
período, como el desarrollo de técnicas de destilación, preparación de ácidos como
el nítrico y agua regia (mezcla de ácido clorhídrico y nítrico capaz de disolver el oro)
fabricación de jabones blandos, avance de la metalurgia entre otros.
Por causa de sus orígenes, la alquimia siempre tuvo un carácter místico asociado a
su existencia y no era raro invocar dioses y demonios favorables a las operaciones
químicas deseadas.
Por este motivo, los alquimistas fueron acusados muchas veces de hacer pactos
con demonios, acusados y quemados vivos por la Inquisición de la Iglesia Católica.
Para los legos, cualquier operación química era considerada algo sobrenatural y
debido a estas persecuciones los alquimistas fueron separándose de la sociedad y
los rituales alquímicos mantenidos en secreto siendo que el propio compromiso solo
era posible a través de juramentos como el que sigue:
“Yo te hago jurar por los cielos, por la Tierra, por la luz y por las tinieblas; Yo te hago
jurar por el fuego, por el aire, por la Tierra y por el agua; Yo te hago jurar por el más
alto de los cielos, por las profundidades de la Tierra y por el abismo del Tártaro; Yo
te hago jurar por Mercurio y por Anubis, por el rugido del dragón KerKoruburus y por
el ladrido del Perro Cancerbero, guardián del Infierno; Yo ten conjuro por las tres
Parcas, por las tres furias y por la espada a no revelar a persona alguna nuestras
teorías y técnicas”.
Como se observa por el texto más arriba era realmente un “club selecto” cuya
entrada significaba mantener secreto por toda la vida del alquimista, motivo por el
cual se creía que muchos trabajos hechos fueron perdidos e inclusive destruidos
por ellos mismos.
Por otra parte, existían también en estos medios muchos charlatanes e impostores
que buscaban aprovecharse del ocultismo alquímico e inclusive de vender fórmulas
de fabricación de la piedra filosofal como la de Ortholain en 1358:
“Se hace durante 12 días digerir, dentro del estiércol de caballo, jugos mercuriales
de púrpura y de celidonia. Al fin de este tiempo se obtiene un jugo rojizo. Este jugo
obtenido es nuevamente colocado en estiércol de caballo; Tal operación debe ser
realizada con particular cuidado: se deja el estiércol nutrirse con el jugo rojizo hasta
que se vuelva corpulento y semejante a un tumor; Se coloca la mezcla en un frasco
tapado y se lleva al fuego, enseguida de haber matado al animal que produjo el
estiércol, hasta que todo el material quede reducido a un fino polvo; Este polvo debe
ser mezclado con aceite de vitriolo (ácido sulfúrico) hasta obtenerse una
consistencia pastosa. Como ensayo, se dispensa una parte de esta masa sobre
plomo fundido, si este se transforma en oro puro, entonces la experiencia está
perfecta”.
A finales del siglo XVI, los últimos alquimistas, desesperados y perseguidos por la
Inquisición y liderados por Rosen Kreutz, formaron una sociedad secreta en la
época que perdura hasta los días de hoy, denominada la orden de la Rosa Cruz.
A pesar de la codicia por el oro haber transformado muchos alquimistas y filósofos
en frenéticos especuladores, tanto que algunos llegaron a transformarse en
acuñadores de monedas falsas, la alquimia fue responsable por gran parte del
desarrollo de los equipamientos de laboratorios e importantísima para mejorar las
técnicas de producción de muchas sustancias químicas.

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