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LA TEORÍA DE LAS ELITES EN PARETO, MOSCA Y MICHELS.

Rosendo Bolívar Meza


Ensayo: “El enfoque de poder en la sociedad actual”
Por: Valeria Henao García.

“…De esta exposición de las ideas centrales de Pareto, Mosca y Michels,


podemos concluir que los tres consideran que, en todas las sociedades,
desarrolladas o no, aparecen dos grupos de personas: la elite que gobierna y las
masas que son gobernadas. El primero, siempre el menos extenso, desempeña
todas las funciones políticas, monopoliza el poder y goza de las ventajas que éste
conlleva, mientras que el segundo, el más numeroso, es directamente controlado
por el primero.” Lo anterior da paso a el enfoque de este ensayo, en donde se
evidencia que en la sociedad actual solo los que me merezcan el poder, podrán
ejercerlo sobre el resto de individuos que carecen de capacidades y méritos para
gobernar. Un estado de derecho centralizado por los principios de la democracia y
las libertades del ser humano, puede enfocar sus ideales en la búsqueda del bien
común, por encima de una sociedad que ha estado enmarcada por la corrupción y
en donde solo se benefician unos cuantos, por el hecho de ser o pertenecer a las
familias de los poderosos o en términos más coloquiales por pertenecer a “la rosca”.

Los cambios actuales han requerido a lo largo de la historia de la humanidad,


la participación de los grandes actores en medio de los procesos políticos y
económicos de los países, estos que han inculcado las bases para gobernar y dirigir
de la manera más eficiente que como planteaban los exponentes de la teoría de las
elites, solo los más poderosos podrían ejercer su control y dominio sobre el resto de
los miembros de la sociedad que por desconocimiento, falta de oportunidades e
interés no son propicios para desenvolverse en los escenarios de poder de las
naciones, sino dejar pasar y dejar hacer lo que los gobernantes quieran efectuar
con sus intereses.

Cuando las democracias han conquistado ciertas etapas de desarrollo


experimentan una transformación gradual, adaptándose al espíritu aristocrático, y
en muchos casos también a formas aristocráticas contra las cuales lucharon al
principio con tanto fervor. Aparecen entonces nuevos acusadores denunciando a
los traidores; después de una era de combates gloriosos y de poder sin gloria,
terminan por fundirse con la vieja clase dominante, tras lo cual soportan, una vez
más, el ataque de nuevos adversarios que apelan al nombre de la democracia. Es
probable que este juego cruel continúe indefinidamente (Michels, 1991b: 195-196).
Sacando este extracto de la lectura de la teoría de las elites, vemos como en ese
entonces Michels, con un enfoque muy cercano a las teorías de Marx, daba el valor
correspondiente a el surgimiento de nuevos gobernantes aristócratas, que surgían
para desmeritar y acusas de traidores a los antiguos con la finalidad de desprestigiar
las bases de la democracia y hasta evidenciando la necesidad de que estas elites
se perpetuaran en el poder, al ser los más aptos para esta labor. Pero en esta lucha
de poder y ascenso de nuevos gobernantes se mezclan los intereses de todas las
clases sociales, que en su ímpetu por cambiar y transformar se enmarcan en las
revoluciones sociales para destruir a sus líderes, pero estos no se destruyen por
parte de las masas, sino por el mismo poder que estos han tenido que al final
terminan destruyéndose entre ellos mismos con ayuda de las masas.

El poder surge desde las mismas familias o mejor aún desde que el mismo
hombre cuando nace libre y la misma sociedad se encarga de corromperlo como lo
planteaba Rousseau; pero este daño se puede enmarcar en la obsesión por el
poder, que desde los primeros años de vida, hace que la persona anhele el poder
para obtener sus caprichos, deseos, beneficios y hasta el cumplimiento de sus
sueños, y es que en la misma educación que el individuo va recibiendo, se va
forjando un líder o el futuro dictador de la historia.

Los gobiernos se han empeñado en maquillar sus intereses desde una


perspectiva maquiavélica donde justifican sus acciones por la búsqueda de los fines
que, en su idealismo, procurará mejorar las condiciones de la sociedad en general.
Y esto es simplemente una parte de la utopía de la equidad social, o el bien común
para todos, cuando en la realidad no es así, porque las mismas personas que se
encaminan por carreras políticas en lo primero que piensan es en los viajes que
realizarán, en los bienes materiales, en cómo va a cambiar su vida económica ahora
que empezarán a ser parte de los poderosos de una nación y en los sueños que
han tenido que ahora por fin gracias al poder político y económico que van a ostentar
lograrán cumplir con tantas ansias. Quizás Marx no estaba tan desubicado con sus
teorías, y es que en parte la búsqueda del bien común es bueno para todos,
lamentablemente, no es buen negocio darle poder a las clases menos favorecidas,
que vienen con un imaginario de poder delimitado por carencias, venganzas,
resentimientos y hasta deseos de anarquía en contra de las leyes de la sociedad.

Es así como es importante que el poder se reparta, a los dirigentes que


tengan las capacidades adecuadas para velar por el bienestar del pueblo, no solo
por el bien de ellos, porque eso ha llevado a que las sociedades se vuelvan cada
vez más corruptas, porque ahora nadie hace nada por ideales, por una lucha social,
por un beneficio para todos, sino que los mismos gobernantes enceguecidos por el
poder hacen, pero si les toca una buena tajada, brindan, si pueden arrebatar algo
para ellos, sea en estatus, beneficios políticos, económicos, y hasta en la
permanencia de estos mismos en el poder o de sus descendientes para perpetuarse
en sus puestos políticos.

Una sociedad ideal no será posible, si el poder que se les da a los


gobernantes es condicionado por las mismas elites o mejor dicho la misma rosca
que se encarga de ponerlos allá en sus puestos, o en lavarle el cerebro a los
simpatizantes de sus partidos políticos, porque estos hacen lo que les dicen,
llevados por falsa ilusiones, sueños perdidos y en poner a unos cuantos a que los
dirijan y llenen sus arcas a costa de los sueños de los menos favorecidos, que
idealizan a su “dotor o dotora” como el caudillo que quitará las penas y el sufrimiento
al que están acostumbrados o que simplemente por “20 luquitas” o un mercado
justificarán los años de gobierno en el que ellos mismos saben que sus gobernantes
buscarán la forma de arrebatarles lo que les pertenece, mientras este gobernante
disfrutando de su poder encerrado en su oficina y faltando a sus deberes políticos
se olvidará de lo que en realidad es el poder en medio de la democracia.

“Las elites emplean a las clases inferiores rindiendo un homenaje puramente


verbal a sus sentimientos, recurriendo a la demagogia con el fin de conservar o
tomar el poder” Así lo exponía Pareto, y en parte tiene razón porque juegan con las
emociones de los menos favorecidos, de esas clases que no saben ni conocen lo
que les conviene, y que solo depositan su confianza en unos cuantos para que los
gobiernen, esos mismos que controlan todo el poder sobre esas clases inferiores y
que no solo le rinden pleitesía a los mismos integrantes de la elite, sino que se
encargan que entre ellos mismos se reparta el poder y la participación en los
escenarios políticos, económicos, religiosos y sociales de las naciones.

El mundo le ha dado demasiada importancia a la lucha de clases, pero no ha


visto que, en la circulación de las elites, han sido los mismos gobernando a los
mismos, y estos poco a poco se han ido perpetuando en el poder, donde los ricos
cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres. Y esto es triste porque
las personas se dejan llevar por lo que digan los gobernantes, porque no se
interesan por leer, por aprender por prepararse para ocupar los altos cargos en el
poder y ejercer eficientemente puestos que velen por los derechos y el cumplimiento
de los deberes de todas las clases sociales.

Los poderosos en las naciones han sido las familias que se han perpetuado
en el poder. Cabe resaltar que ejercen tanta presión que pueden ser denominados
los líderes del nuevo orden mundial, y esto lo han heredado de generación en
generación. Los políticos ven la opción de hacer sus carreras en medio del poder
mediante la simpatía, el carisma y los mecanismos de persuasión que usen para
conmover las masas; porque a fin de cuentas son estos quienes colocan a esos
dirigentes, y lo paradójico del asunto es que pueden ser los peores gobernantes,
pero se hacen las víctimas y asumen un rol de humildad ficticia y logran conmover
a las masas para que los lleven al poder. No es por ir en contra del sistema, pero
estos teóricos que también se enfocaban en el poder político podrían ser los mismos
que fundamentaban las bases para las familias sicilianas o esas familias poderosas
en Italia, que con el alto poder en la mafia, lograban poner y quitar gobernantes,
influenciando hasta en el normal desarrollo de la sociedad en ese entonces.

Ahora bien, el poder hoy por hoy estará concentrado en los mismos y para
los mismos, porque ha sido lo triste de la política y la lucha de clases, que hasta ha
ido fortaleciendo la circulación de las elites en la sociedad. Y es más preciso decir
que en el momento que un representante del pueblo llegue a ser parte del poder,
podrá dañarse y corromperse por el delirio del poder, hasta convertirse en títere de
las mismas elites, porque hoy con una sociedad tan corrompida y desangrada por
la corrupción y el beneficio propio, hasta la esperanza se ha perdido en encontrar
gobernantes de bien que usen el poder no solo para vestir bien, oler bien, y tener
todo lo que antes habían querido tener, sino para luchar por un mundo mejor, una
sociedad integrada, autónoma, y enfocada al cambio. Pero mientras tanto hagamos
como que no hemos visto nada y dejemos que los mismos con los mismos sean los
que manejen el poder en esta sociedad deshumanizada.

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