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en la idolatría de los egipcios, de la cual acababan de ser liberados. si no le corona un obispo?

¿Q11e un rey, si es sacerdote, no pueda


y otra vez, cuando hubieron muerto Moisés, Aa:ón,]osuéy la ge- contraer matrimonio? ¿Q11e si un rey ha nacido o no de un matri-
neración que había visto las grandes obras de DIOSen Israel, sur- monio legítimo sea cosa a enjuiciar por la autoridad de Roma?
gió otra generación y adoró a Baal. De tal manera que fallando los ¿Q11e los súbditos puedan quedar desvinculados de su juramento
milagros fallaba también la fe. . de obediencia si el tribunal de Roma considera herético al rey?
Otra vez cuando los hijos de Samuel, nombrados Jueces por ¿Q11e un rey (como Chilperico de Francia) pueda ser depuesto sin
su padre en Bersabé, recibieron presen~es y juzga~on con injusticia, causa por un Papa (como el Papa Zacarías) y entregarse su reino a
el pueblo de Israel rehusó seguir temen do a DIOSpor su rey de uno de sus súbditos? ¿Q11e el clero y los sacerdotes regulares esta-
modo distinto a como era rey de otros pueblos; y, en consecuen- rán exentos en cualquier país de la jurisdicción real en asuntos cri-
cia exigió de Samuel que buscara un Dios según la manera de minales? ¿O acaso no ve cualquiera a quién benefician los precios
ot:as naciones. Con lo cual al fallar la justicia falló también la fe, de las misas privadas y los vales de purgatorio, junto con otros sig-
hasta el punto de deponer a su Dios del gobierno que tenía sobre nos de interés privado suficientes para mortificar la más viva fe si
ellos. (como he dicho) no los sostuvieran la magistratura civil y la cos-
y cuando al implantarse la religión cristiana cesaron los orácu- tumbre antes que la opinión sobre la santidad, la sabiduría o la
los en todos los rincones del Imperio romano, creciendo porten- probidad de sus maestros? Por lo mismo, puedo atribuir todos los
tosamente el número de cristianos cada día y en todo lugar por la cambios de la religión en el mundo a una sola causa: sacerdotes
predicación de los apóstoles'y e:vangelistas, gr.an parte d~ ese éxi- que no complacen. Y ello no sólo entre los católicos, sinQ inclu-
to puede razonablemente atnbUIrse al despre~IO que ha~Ian llega- so en aquella Iglesia que más ha presumido de reforma.
do a atraer sobre sí los sacerdotes de los genttles en esa epoca por
su falta de honestidad, su avaricia y sus tramposos pactos con ~os
príncipes. También la religión de la Iglesia de Roma fue abolt~a
parcialmente en Inglaterra, y en n:u~hos otros lu.gares de la cns-
tiandad; en parte, porque el hundImIento de la vIrtud en los pas-
tores provoca el hundimiento de la fe en el pueblo, y en parte por De la condición natural del género humano, en
traer la filosofía y la doctrina de Aristóteles a la religión, obra de los
escolásticos motivadora de tantas contradicciones y absurdos que
lo que concierne a su felicidad y miseria
el clero recibió una reputación de ignorancia tanto como de in-
tención fraudulenta; lo cual inclinó al pueblo a rebelarse co~tra él La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en sus facul- Los hombres
frente a la voluntad de sus propios príncipes, como sucedIó en tades corporales y mentales que, aunque pueda encontrarse a ve- iguales por
naturaleza
Francia y Holanda, o con su aquiescencia, como en .Inglaterra. ces un hombre manifiestamente más fuerte de cuerpo, o más rá-
Por último, entre los puntos declarados necesanos para la sal- pido de mente que otro, aun así, cuando todo se toma en cuenta
vación por la Iglesia de Roma existen tantos manifiestame?te he- en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es lo bas-
chos para ventaja del Papa y de sus súbditos espirituales, resIdentes tante considerable como para que uno de ellos pueda reclamar pa-
en los territorios de otros príncipes cristianos, que de no ser por la ra sí beneficio alguno que no pueda el otro pretender tanto como
mutua emulación esos príncipes hubieran podido excluir sin gue- él. Porque en lo que toca a la fuerza corporal, aun el más débil tie-
rra ni complicación toda autoridad exterior tan fácilmente como ne fuerza suficiente para matar al más fuerte, ya sea por maquina-
ha sido excluida en Inglaterra. Pues ¿será alguien incapaz de ver a ción secreta o por federación con otros que se encuentran en el
quién beneficia creer que un rey no recibe su autoridad de Cristo mismo peligro que él.
y en 10 que toca a las facultades mentales (dejando apart~ las no ver otro poder 10 bastante grande como para ponerle en peli-
artes fundadas sobre palabras, y especialmente aquella capaCI?ad gro. Y no es esto más que 10 que su propia conservación requiere,
de procedimiento por normas generales e infalibles lla~ado CIen- y 10 generalmente admitido. También porque habiendo algunos
cia, que muy pocos tienen, y para muy P?cas c~s.as,no SIendo una que complaciéndose en contemplar su propio poder en los actos
facultad natural, nacida con nosotros, 111 adqUlnda (como la pru- d,e c~nquista, los llevan más lejos de 10 que su seguridad requeri-
dencia cuando buscamos alguna otra cosa) encuentro mayor na, Sl otros, que de otra manera se contentarían con permanecer
iguald~d aún entre los hombr~s, ~ue en el ~aso d~ la fuerza. Pues tranquilos dentro de límites modestos, no incrementasen su po-
la prudencia no es sino expenenCIa, que a 19ual t1empo se acue:- ~er por medio de .la invasión, no serían capaces de subsistir largo
da igualmente a todos los hombres en aquella~ cosas a que s~ apl~- t1empo permaneCIendo sólo a la defensiva. Y, en consecuencia
can igualmente. Lo que quizá haga de una tal.lgual~ad ~lgo mcre1~ siendo tal aumento del dominio sobre hombres necesario para l~
ble no es más que una vanidosa fe en la propIa sablduna, que caS1 conservación de un hombre, debiera serie permitido.
todo hombre cree poseer en mayor grado que el vulgo; esto e~, que Por 10 demás, los hombres no derivan placer alguno (sino an-
todo otro hombre salvo él mismo, y unos pocos otros, a qUIenes, tes bien, considerable pesar) de estar juntos allí donde no hay po-
por causa de la fama, o por estar de acuerdo con ellos, aprueba. der capaz de imponer respeto a todos ellos. Pues cada hombre se
Pues la naturaleza de los hombres es tal que, aunque puedan rec?- cuida de que su compañero le valore a la altura que se coloca él
nacer que muchos otros son más vivos, o más elocuentes, o mas mismo. Y ante toda señal de desprecio o subvaloración es natural
instruidos, difícilmente creerán, sin embargo,. q.ue ~aya :nuchos que se esfuerce hasta donde se atreva (que, entre aquellos que no
más sabios que ellos mismos: pues ven su prop1a mtehgenCIa a ma- t1enen un poder común que los mantenga tranquilos, es 10 sufi-
no, y la de otros hombres a distancia .. Pero esto 'prueba que los ciente para hacerles destruirse mutuamente), en obtener de sus ri-
hombres son en ese punto iguales más b1en que des1guales. Pues ge- vales, por daño, una más alta valoración; y de los otros, por el
neralmente no hay mejor signo de la igual distribución de alguna ejemplo.
cosa que el que cada hombre s~ contente con ~o que le ha tocado. Así pues, encontramos tres causas principales de riña en la na-'
turaleza del hombre. Primero, competición; segundo, inseguri-
De la igual- De esta igualdad de capaCIdades surge la 19ualdad en la espe-
dad procede ranza de alcanzar nuestros fines. Y, por lo tanto, si dos hombres
dad; tercero, gloria.
, Lo primero hace que los hombres invadan por ganancia; 10
la ins~gu- cualesquiera desean la misma cosa, que, sin emb~rgo, n~ pueden
rzdad ambos gozar, devienen enemig.os; y en su. ~ammo haCIa :u fin
segundo, por seguridad; y 10 tercero, por reputación. Los prime-
(que es principalmente su propIa conservaCIon,.y a veces solo su ros usan de la violencia para hacerse dueños de las personas, espo-
delectación) se esfuerzan mutuamente e~ destrUIrse .0 subyugarse. sas, hijos y ganado de otros hombres; los segundos para defender-
Y viene así a ocurrir que, allí donde un mvasor n~ t1en~ otra cosa los; los terceros, por pequeñeces, como una palabra, una sonrisa,
que temer que el simple poder de otro hombre, SIalgUIen planta, una ~pinión distinta, y cualquier otro signo de subvaloración, ya
• siembra, construye, o posee asiento adecuado, pueda esperars~ de sea dIrectamente de su persona, o por reflejo en su prole, sus ami-
otros que vengan probablemente preparados con fuerzas. um?as gos, su nación, su profesión o su nombre.
para desposeerle y privarle no sólo del fruto de su trabaJO, smo Es por ello manifiesto que durante el tiempo en que los hom- Sin estado
también de su vida, o libertad. Y el invasor a su vez se encuentra bres viven sin un poder común que les obligue a todos al respeto, civil hay
están en aquella condición que se llama guerra; y una guerra co- siempre
en el mismo peligro frente a un tercero.
1110 de todo hombre contra todo hombre. Pues la GUERRA no con- gu~rra de
No hay para el hombre más f?r~a :~zonable de gua~darse de . '1 /ouos contra
De la inse- s~steso O en batallas, o en el acto de luchar; sino en un espacio de todos
guridad, esta inseguridad mutua que la antlC1paclOn; esto es, dommar, por
tIempo donde la voluntad de disputar en batalla es suficientemen-
guerra fuerza o astucia, a tantos hombres como pueda hasta el punto de
te conocida. Y, por tanto, la noción de tiempo debe considerarse prohíbe. Lo que no pueden saber hasta qué leyes. Ni puede hacer-
en la naturaleza de la guerra; como está en la naturaleza del tiem- se ley alguna ~asta que hayan acordado la persona que lo hará.
po atmosférico. Pues así como la naturaleza del mal tiempo no es- " Puede qUlzás pensarse que jamás hubo tal tiempo ni tal situa-
tá en un chaparrón o dos, sino en una inclinación hacia la lluvia Clan de guerra; y yo creo que nunca fue generalmente así, en to-
de muchos días en conjunto, así la naturaleza de la guerra no con- do el mundo. ~ero hay muchos lugares donde viven así hoy. Pues
siste en el hecho de la lucha, sino en la disposición conocida ha- las gent~s salvajes de m~chos l~~ares de América, con la excepción
cia ella, durante todo el tiempo en que no hay seguridad de lo del gobler.rlO.de pequenas faml1las, cuya concordia depende de la
contrario. Todo otro tiempo es PAZ. naturalluJuna, no tlenen gobierno alguno; y viven hoy en día de
Las incomo- Lo que puede en consecuencia atribuirse al tiempo de guerra, la br.utal ma~era que antes he dicho. De todas formas, qué forma
didades de en el que todo hombre es enemigo de todo hombre, puede igual-
1///11 fal
de vlda habna allí .d~nde no hubiera un poder común al que te-
mente atribuirse al tiempo en el que los hombres también viven mer puede ser perclbldo por la forma de vida en la que suelen de-
plerra
sin otra seguridad que la que les suministra su propia fuerza y su generar, en una guerra civil, hombres que anteriormente han vivi-
propia inventiva. En tal condición no hay lugar para la industria; do bajo un gobierno pacífico.
porque el fruto de la misma es inseguro. y, por consiguiente, tam- Pero aunque nunca hubiera habido un tiempo en el que hom-
poco cultivo de la tierra; ni navegación, ni uso de los bienes que bres particulares estuvieran en estado de guerra de unos contra
pueden ser importados por mar, ni construcción confortable; ni ~tros, sin embargo, en todo tiempo, los reyes y personas de auto-
instrumentos para mover y remover los objetos que necesitan mu- ndad soberana están, a causa de su independencia, en continuo
cha fuerza; ni conociemiento de la faz dé. la tierra; ni cómputo del celo, y en el e.stad~ y postura de gladiadores; con las armas apun-
tiempo; ni artes; ni letras; ni sociedad; sino, lo que es peor que to- tando, y_los OJosfiJOSen los demás; esto es, sus fuertes, guarnicio-
do, miedo continuo, y peligro de muerte violenta; y para el hom- nes'y canones sobre .las fronteras de sus reinos e ininterrumpidos
bre una vida solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta. esplas so~re sus veClDOS;lo que es una postura de guerra. Pero
Puede resultar extraño para un hombre que no haya sopesado pues, sost~en~n así la industria de sus súbditos, no se sigue de ell~
bien estas cosas que la naturaleza disocie de tal manera a los hom- aquella mlsena que acompaña a la libertad de los hombres parti-
bres y les haga capaces de invadirse y destruirse mutuamente. Yes culares.
posible que, en consecuencia, desee, no confiando en esta induc- " De esta guer~a de todo hombre contra todo hombre, es tam- Duma
ción derivada de las pasiones, confirmar la misma por experiencia. b~en consecuenCla que nada puede ser injusto. Las nociones de guerra, I

Medite entonces él, que se arma y trata de ir bien acompañado blen y mal, justicia e injusticia, no tienen allí lugar. Donde no es injusfl
cuando viaja, que atranca sus puertas cuando se va a dormir, que I~aypoder común, no hay ley. Donde no hay ley, no hay injus-
echa el cerrojo a sus arcones incluso en su casa, y esto sabiendo tl~la. La fuerza y el fraude son en la guerra las dos virtudes car-
que hay leyes y empleados públicos armados para vengar todo da- dmales. ~a justicia y la injusticia no son facultad alguna ni del
ño que se le haya hecho, qué opinión tiene de su prójimo cuan- cuerpo D1de la mente. Si lo fueran, podrían estar en un hombre
do cabalga armado, de sus conciudadanos cuando atranca sus 9ue estu:,iera solo ~n el mundo, como sus sentidos y pasiones.
puertas, y de sus hijos y servidores cuando echa el cerrojo a sus ar- Son cuahdades relatlvas a hombres en sociedad, no en soledad. Es
cones. ¿No acusa así a la humanidad con sus acciones como lo ha- c?nsecue~te ta~~ién .CO?!a ~isma condición que no haya pro-
go yo con mis palabras? Pero ninguno de nosotros acusa por ello pledad, D1dommlO, m dlstlDClón entre mío y tuyo; sino sólo aque-
a la naturaleza del hombre. Los deseos, y otras pasiones del hom- llo que todo hombre pueda tomar; y por tanto tiempo como pue-
bre, no son en sí mismos pecado. No lo son tampoco las acciones d.a,conservarlo. Y hasta aquí lo que se refiere a la penosa condi-
que proceden de esas pasiones, hasta que conocen una ley que las Clan en la que el hombre se encuentra de hecho por pura natura-
leza; aunque con una posibilidad de salir de eJla, consistente en los dos, con lo que la ley y el derecho difieren tanto como la (lbl i.. r/
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parte en las pasiones, en parte en su razón. . gación y la libertad, que en una y la misma materia son incompa- d"r,¡'" v /tI
tibles. /rv
l.as !,aúones
Las pasiones que inclinan a los hombres haCla la paz son.~l
temor a la muerte; e! deseo de aquellas cosas que son necesar~as y dado que la condición del hombre (como se ha declarado /br ",'/11
'lile inclinan
a los para una vida confortable; y la esperanza de obtenerlas por su m- en e! capítulo precedente) es condición de guerra de todos contra ralo"~ /od"
hombres dustria. y la razón sugiere adecuados artículos de paz sobre los todos, en la que cada cual es gobernado por su propia razón, sin bom/'rr /i(l/r
drmlJo 11 lod"
bacia la paz
cuales puede llevarse a los hombres al acuerdo. Estos artículos son que haya nada que pueda servirle de ayuda para preservar su vida
aquellos que en otro sentido se Jlaman leyes. de. la natura~eza, de contra sus enemigos, se sigue que en una tal condición todo hom-
las que hablaré' más en concreto en los dos slgUlentes capItulas. bre tiene derecho a todo, incluso al cuerpo de los demás. y, por
tanto, mientras persista este derecho natural de todo hombre a to-
da cosa no puede haber seguridad para hombre alguno (por muy
fuerte o sabio que sea) de vivir todo e! tiempo que la naturaleza
concede ordinariamente a los hombres para vivir. Y es por consi-
guiente un precepto, o regla general de la razón, que todo hombre de- La leyfim-
De las leyes naturales primera y segunda, biera egorzarse por la paz, en la medida en que espere obtenerla, y que damenlald •.
cuando no puede obtenerla, puede entonces buscar y usar toda la ayuda y nalura/eza
y de los contratos las ventajas de la guerra, de cuya regla la primera rama contiene la
primera y fundamental ley de naturaleza, que es buscar la paz, y se-
Qjlt' es el El DERECHO NATURAL, que los escritore~ llaman comúnmen~e /{uirla, la segunda, la suma de! derecho natural, que es diféndernos
derecho jus naturale, es la libertad que cada hombre tIene de usa.r su propIo por todos los medios que podamos.
na/llral poder, como él quiera, para la preservación. de. su propIa naturale- De esta ley fundamental de naturaleza, por la que se ordena a La segunda
za, es decir, de su propia vida y, por cons~gUlente, de hace.r to~a los hombres que se esfuercen por la paz, se deriva esta segunda ley de
cosa que en su propio juicio, y razón, conCIba como e! medIO mas ley: que un hombre esté dispuesto, cuando otros también lo están tanto al' naturaleza
mo el, a renunciar a su derecho a toda cosa en pro de la paz y difénsa pro-
apto para aquello. ., .,
Qué es la Por LIBERTAD se entiende, de acuerdo con la sIgmficaClon pia que considere necesaria. y se contente con tanta libertad contra otros
libertad apropiada de la palabra, la ausencia de impedimentos externos, hombres como consentiría a otros hombres contra él mismo. Pues, en tan;;
impedimentos que a menudo pueden arrebatar a un hombre. par- lo todo hombre mantenga su derecho a hacer toda cosa que quie-
te'de su poder para hacer lo que le plazca, pero no pueden zmpe- ra, todos los hombres estarán en condición de guerra. Pero si otros
dirle usar del poder que le queda, de acuerdo con lo que le dicten hombres no renunciaran a su derecho como él, no hay entonces
razón para que nadie se despoje de! suyo, pues esto sería exponer-
su juicio y razón.
Una LEY DE NATURALEZA (lex naturalis) es un precepto o regla se a ser una presa (a lo que no está obligado hombre alguno) an-
Qué es una
general encontrada por la razón, p~r la cual se l~ prohíbe al hom- tes que disponerse a la paz. Esto es aquella ley del Evangelio: to-
ley de na/u-
raleza bre hacer aquello que sea destructIvo para su VIda, o que le arre- rlo aquello que requerís otros os hagan, hacédselo a ellos, y aquella ley de
bate los medios de preservar la misma, y omitir aquello con lo que todo hombre, quod tibifieri non vis, alteri neJaceris.
cree puede mejor preservarla, pues aunque los que, hablan ~e este Renunciar al derecho de un hombre a toda cosa es despejarse a sí !ZIII rl
tema confunden a menudo jus y lex, derecho y ley, estos debIeran, mismo de la libertad de impedir a otro beneficiarse de su propio ti
1'(1/1111/1,11

sin embargo, distinguirse, porque e! derecho consiste en la libertad derecho a lo mismo, pues aquel que renuncia, o deja pasar su de- 1111 drlft¡'''
IJilrrmda de hacer o no hacer, mientras que la ley determina y ata a uno de recho, no da a otro hombre un derecho que no tuviera previamcll-

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