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EL MITO DE PROMETEO Y EL FALSO PROGRESO

Universidad Nacional Autónoma de México


Facultad de Estudios Superiores Acatlán
Antropología Filosófica
Profesor: Luis Fernando Martínez Madrid
Elabora: Leonardo Mondragón Rueda de León

INTRODUCCIÓN

¿Es acaso realmente el progreso científico la conquista y la total dominación de la


naturaleza? En la realidad hemos tomado como cierto este discurso y no solamente en
el sentido de que el avance científico es el progreso. Hemos creído que el avance
tecnológico nos llevará a una progresión en la moralidad. ¿Pero cómo es que subyugar
a la naturaleza nos hace más “humanos”? La retórica cientifista nos dicta que lo hace y
que es ésta la verdadera (e irónica) naturaleza humana: la puramente racional, la
puramente ética, pero no es más que una falsedad. ¿Es que el hombre no es un ser
volitivo y pasional? La Ilustración supone, y con seguridad, que el hombre nace libre, pero
toda su falsa retórica se desmorona al suponer de igual manera que toda pasión vital
humana puede ser acallada y controlada. ¿No será acaso el destino de Prometeo una
metáfora del fatídico y deplorable destino de la humanidad? La humanidad vive a la luz
del progreso. se encuentra encadenada a su propia razón y ha aceptado su fatídico
destino. Pero nuestro fatum no se limita a eso, sino que nos encontramos atados a
nuestra vana moralidad que resta toda vitalidad de nuestra existencia. La moral
contemporánea es producto de la razón. El regalo que nos ha otorgado Prometeo ha sido
nuestra propia gracia y desgracia. Nos ha conducido a la construcción de valores éticos
superfluamente estrictos, pues no pueden acallar el fuego vital de lo apolíneamente
humano.

En el presente trabajo mostraré cómo es que el mito de Prometeo está conectado


con la narrativa progresista humana. A través de algunas obras de Friedrich Nietzsche
plantearé cómo es que la excesiva racionalidad humana condena a la misma a su triste
y deplorable destino. La tesis que presento es que la alegoría del fuego obsequiado por
Prometeo, más que un obsequio ha sido una desgracia para la humanidad.
EL MITO DE PROMETEO

El mito prometeico nos narra la intervención titánica que da origen a la razón y da sentido
moral al hombre. Nos otorga una perspectiva en la que los dioses no sienten pena por le
hombre y éste no es más que materia que vaga en la tierra, temerosa y salvaje cual
bestia. Sin embargo, Prometeo decide entregar el fuego divino a los hombres y les
enseña a trabajar la tierra para que éstos puedan sobrevivir en el medio hostil que les
rodea. No sólo es un mito que nos retrata el origen de la parte racional del alma humana,
sino que también es una metáfora del deseo del hombre por la conquista de la naturaleza.
Esta idea es nacida en la Ilustración y es tomada como la premisa central de toda la
modernidad.

El mito lo podemos encontrar en el poema épico titulado Los Trabajos y los Días y
en la Teogonía, ambos del antiguo poeta griego Hesíodo, en el diálogo Protágoras de
Platón y en la tragedia Prometeo Encadenado del dramaturgo griego Esquilo. El mito,
como se podrá notar, tiene múltiples variantes y, por lo tanto, múltiples interpretaciones.
Sin embargo, la esencia del mito es la misma: Prometeo es un titán que se compadece
por los humanos. Éstos, al principio de la creación, vivían en cavernas, debajo de la tierra,
es decir, alejados de la luz. Prometeo, conmovido por la situación humana, decide robar
el fuego de Hefesto (dios griego de la herrería y del uso de las herramientas. Para
finalizar, él entrega el fuego a los humanos, sin embargo, Zeus se da cuenta de la falta
que Prometeo acaba de cometer y decide castigarlos a él y a los hombres.

El destino de la humanidad se ve retratado en Los Trabajos y Los Días, donde


Zeus envía a Pandora a liberar la desdicha y la discordia en la humanidad. Cito el texto
(Trabajos y Días: 50 - 55):

Y lleno de cólera díjole Zeus amontonador de nubes: ¡Japetónida conocedor de


todas las cosas! Te alegras de que me has robado el fuego y has conseguido
engañar mi inteligencia, enorme desgracia para ti en particular y para los hombres
futuros.
Es así que Prometeo causó la ira del señor del Olimpo y éste castigaría a la
humanidad con desgracias, tanto para el titán como para los hombres. Pues les
entregaría un mal que abrazarían con cariño, pero que sería su propia destrucción.
Vuelvo a citar al poeta griego:

Yo a cambio les daré un mal con el que todos se alegren de corazón acariciando
con cariño su propia desgracia. (Trabajos y Días: 55)

Aquí puedo construir una imagen alegórica en que ese fuego que entregó.
Prometeo a la humanidad sería la desgracia de la humanidad, algo así como la pesada
roca que levantaría Sísifo. Alegóricamente el fuego representa luz, iluminación, todo
aquello contrario a la oscuridad, que es el temor y la ignorancia. No es que esté mal
alejarnos de la oscuridad, sino que la visión extremista de la Ilustración en la que la razón
era algo de adoración casi divina. Pues también creían que ésta tenía su origen en la
figura de Dios y no sólo bastaba con eso porque tenían razón al creer que era un regalo
divino.

Zeus se burla de la “hazaña” de Prometeo y decide encargarle a Hefesto la


creación de un ser que Atenea enseñaría las artes del hogar y que Afrodita dotaría con
sensualidad y con atributos atractivos a la vista. Así Zeus castigaría al hombre
parcialmente, pues éste ser no bajaría a la tierra de los mortales sola; sino que acudiría
con una jarra en las manos, la cual destaparía y liberaría todos los males, excepto uno:
la Esperanza.

Tomaré el aforismo de Friedrich Nietzsche: “La Esperanza es el peor de los males,


pues prolonga el tormento de los hombres”. Nietzsche no negaba la vida, sino que negaba
que hubiera un más allá. ¿Entonces por qué esperar algo? La penuria que fue pagada
por Prometeo (tal y cómo se retrata en Prometeo Encadenado de Esquilo), es tan mala
como la humana. Pues fue atado en una montaña en Escitia. Y terminó abrazando su
destino con paciencia y de forma estoica. Al igual que los hombres, Prometeo acabó
adorando su propio mal. Se volvió fanático de su propia tragedia, la convirtió en su propia
comedia.
ANÁLISIS DE LAS IMÁGENES DE PROMETEO

Empezando por los hombres, éstos son seres que vagan por el mundo temerosos. No
conocen el uso de herramientas. Apenas y sobreviven viviendo bajo las cavernas,
agazapados pues no tienen conocimiento alguno sobre la manipulación de la naturaleza.
No saben ni siquiera arar la tierra. Ellos viven en plena oscuridad, en total ignorancia de
lo que ocurre a su alrededor y más allá de sus ojos.

¿Qué representa el fuego? Haciendo alusión a aquel fragmento de Heráclito de


Éfeso que dicta lo siguiente:

Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado ninguno de los dioses
ni de los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se
enciende con medida y se apaga con medida. (Fr. 30)

El fuego es el logos, la razón y la lengua metafóricamente. Pero también es


literalmente una herramienta que no solo ilumina, sino que permite la manipulación del
entorno. Permite la supervivencia del hombre, la transformación de elementos naturales
como lo pueden ser los metales, lo que, a su vez, nos lleva a la creación de herramientas
y a una insuperable ventaja sobre la naturaleza.

Pero tal y como el fuego quema, la razón nos lleva a nuestra propia desdicha al
abandonar toda pulsión vital que hay dentro de nosotros. La Ilustración nos llevó a
idealizar lo apolíneo. Me permito recordar estos pasajes de la Revolución Francesa
cuando los sans-culottes convirtieron los templos cristianos en templos de la razón. La
razón ya no provenía de lo divino, sino que ahora era lo divino. La razón era el máximo
objeto de culto, había sustituido a Dios. Es así que la razón es divina. Un atributo
exclusivo de los dioses y tal como en otros mitos (como el andrógino de Platón), los
hombres fueron castigados al intentar poseer la divinidad. Resumiendo las ideas
anteriores, el fuego como la razón es divino, nos permite manipular el entorno y la
abrazamos como nuestro bien último. A pesar de que esto podría dañarnos.

Finalmente surge la pregunta ¿por qué Zeus no le permitió a Pandora liberar la


Esperanza? Porque es un mal totalmente indeseable. Un mal que ni siquiera el poco
piadoso Zeus se atrevería a entregarnos para azotarnos con él. Pues es la esperanza un
mal que se disfraza de bien y no sólo eso, ya que dentro de ella se contiene el placer
mismo. Una falsa idea del futuro, una simple fantasía vacía. Es tal y como colocarnos una
venda en los ojos, caminando totalmente a ciegas y siendo guiados por algo que nos es
completamente desconocido. Es un salto de fe, pero una fe fetichista, una fe que
transformamos en un talismán al que esperamos frotar y que de ella se cumplan con bien
nuestras oníricas aventuras. La esperanza involucra un cambio positivo, a eso me quiero
referir con fetichismo, pues adoramos ese cambio cual ídolo mágico.

La esperanza nos permite conllevar nuestra triste e irónica existencia, no


conocemos nada más allá de nuestra efímera realidad y, sin embargo, elegimos creer
que existe algo. No sólo con eso nos es suficiente, sino que cuidamos aquello que
llamamos “alma”, porque tenemos esa imperiosa necesidad de protegerla en nombre de
ese más allá. Es curiosa la manera en que la cuidamos, pues nos apegamos a la tradición
moral que surge del nomos (lo cultural, lo que surge de la razón), las convenciones
sociales, y son éstas las que guían nuestras acciones, importando poco lo que nos sea
verdaderamente necesario.

Dice Nietzsche: “La hipocresía es propia de las épocas de fe fuerte en las que ni
siquiera la coacción de exhibir una fe distinta se abandonaba la fe que se tenía.” (CI, p.
18). Y es aquí dónde se nos demuestra de nuevo que el hombre es una bestia de carga
que no puede caminar por su propia cuenta, sino que necesita una guía 1. El sentido de
vida que le da el hombre a su existencia es tan vano que no lo contiene dentro de sí
mismo, sino que requiere que le sea brindado de forma externa y lejana a sí 2.

1 Cf. Así habló Zaratustra: Capítulo De las Tres Transformaciones.


2 Cf. El Existencialismo es un Humanismo
Para finalizar este apartado, quiero puntualizar el final de Prometeo. Termina
resignándose a su destino. Atado, adorando sus cadenas y con la certeza de que pronto
alguien vendrá a liberarlo. Justamente igual que el ser humano, ama sus ataduras, las
necesita al grado de que, si las pierde, perderá todo sentido su vida. Pero, no puede
evitar ver con nostalgia el futuro: dónde pronto será liberado de sus pasiones que le
causan tanto sufrimiento y de su prisión terrenal, que no permite volar a su “alma”.
CONCLUSIONES

Al utilizar el mito prometeico, ilustro cómo es que el obsequio otorgado por Prometeo ha
sido una maldición para el hombre, pues trae más desgracias que placeres para el
hombre. Nos permite manipular la naturaleza a nuestro gusto, pero el culto que tenemos
hacia la razón es lo que nos tiene en este estado tan deplorable.

Simplemente es que no podemos librarnos de todas las comodidades que hemos


creado y que, irónicamente, en lugar de hacernos conscientes de nuestra libertad de
existencia, nos atan más a nuestras cadenas. Nosotros mismos nos tenemos y
mantenemos alienados de nuestra propia existencia. Somos dueños de nuestra
existencia, pues el hombre existe y después tiene una esencia.3 Pero elegimos no tenerla.

Somos seres irrisorios para la amplia existencia del cosmos, nada nos obliga ni
nada nos detiene y, aun así, elegimos vivir subordinados a nuestra razón. Si la razón está
ahí afuera como un ente ajeno a nosotros, no somos capaces de contener la felicidad
dentro de nosotros mismos.

Lo que nosotros llamamos progreso es la total dominación de la razón sobre cada


una de nuestras acciones, cada obra se ve dirigida hacia un mismo destino y apuntan en
la misma dirección: hacer que nuestras cadenas sean más pesadas, aunque tal parece
que nuestras cadenas contemporáneas son totalmente ineludibles. Lo llamamos
comodidades para que no nos sea tan doloroso el reconocer que lejos del mundo
moderno no somos absolutamente nada. Hemos construido una burbuja de cristal
alrededor de nosotros y nos sentimos cómodos y conformes.

Como punto final quiero plantear qué pasaría si es que la razón no controlara
nuestras vidas ¿Pero es que acaso podemos racionalizar una vida distinta a ésta?

3 Cf. El Existencialismo es un humanismo (p. 21)


Bibliografía

Hesíodo. (2018). Trabajos y Días. En Obras y Fragmentos. Madrid: Editorial Gredos.


Kirk, G. S., Raven, J. E., & Schofield, M. (2015). The Presocratic Philosophers.
Cambridge: Cambridge University Press.
Nietzsche, F. (2018). Así habló Zaratustra. Madrid: Editorial Gredos.
Nietzsche, F. (2018). El Crepúsculo de los Ídolos. Madrid: Editorial Gredos.
Sartre, J. P. (2014). El Existencialismo es un humanismo. Ciudad de México: Editores
Mexicanos Unidos.

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