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A
Omar le gustaban las historias de superhéroes que el abuelo le contaba, en las que
salvaba a miles de personas de extrañas fuerzas del mal.
Omar sabía que todo era mentira, que solo eran historias de su abuelo para entretenerle.
Hasta que un día ocurrió algo inesperado.
Nada más levantarse, Omar se preparó para ir a ver a su abuelo, como todos los
sábados. Pero cuando llegó, el abuelo Pepe no estaba. Nadie sabía nada de él. Estaban a
punto de llamar a la policía cuando su abuelo apareció, entrando como si no hubiera
pasado nada.
- Ven, Omar, tenemos que hablar. Es alto secreto -dijo el abuelo Pepe a su nieto, muy
misterioso.
- ¿Dónde estabas abuelo? -le preguntó el niño.
- No importa -dijo. Algo terrible va a pasar. Tienes que hablar con tus padres y
convencerlos para iros pronto de aquí. No sé si podré detener la invasión alienígena esta
vez.
- ¿Otra vez con tus historias de invasiones extraterrestres, eh abuelo? -dijo el niño-.
Mira, cuéntame las historias que quieras, pero no me digas que tengo que abandonar la
ciudad. Eso no tiene gracia.
- ¿Crees que te miento? -preguntó el abuelo-. Lo he visto con mis propios ojos. Anoche
me despertaron. Han venido a por mí. Estáis todos en peligro.
- ¿Quiénes? -preguntó Omar, incrédulo-. ¿Los alienígenas que intentaron acabar con
todos los satélites de comunicación, o a los que impediste llevarse todo el agua potable
de medio mundo?
- No es ninguna broma -dijo el abuelo-. Han esperado a que me haga mayor para
vengarse.
Omar se estaba empezando a preocupar, así que decidió seguirle el hilo a su abuelo.
- Entonces, te ayudaré, abuelo -dijo el niño, decidido-. Llevo tus genes y todo el mundo
dice que me parezco mucho a ti. Veamos a ver si he heredado también tu talento para
ahuyentar amenazas extraterrestres.
El abuelo Pepe se sintió orgulloso de su nieto, y pensó que era una buena idea contar
con su ayuda.
A los pocos minutos, aparecieron por allí unos cuantos seres con formas parecidas a la
humana, pero con diferencias importantes. Unos tenían tres ojos, otros cuatro piernas,
otros cinco brazos, los había de color azul y de color verde, e incluso algunos tenían
púas y pinchos en su cuerpo. Lo único que tenían todos en común es que se les veía
muy viejos.
Los alienígenas agradecieron el buen corazón del abuelo Pepe, y prometieron no causar
problemas.
- ¿Por qué les ayudas, si fueron tan malvados? -preguntó Omar a su abuelo.
- Están arrepentidos, y no tienen a dónde ir -respondió el abuelo-. Todo el mundo
merece una segunda oportunidad. El rencor solo trae violencia, pero el perdón ayuda a
sembrar la paz.
- ¿Sabes abuelo? Realmente, eres un héroe.