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Maquiavelo.
Índice
Hay dos tipos de príncipes para Maquiavelo: los que escuchan y los que no escuchan. Si
el príncipe es débil, debe recurrir a la astucia mejor que a la fuerza y no ser esclavo de su
palabra, sino de su conveniencia. Afirmó, pues, parafraseando al emperador Calígula, que
"es mucho más seguro ser temido que ser amado" (El príncipe, XVIII),2 y que "la fuerza es
justa cuando es necesaria" y "los hombres se deben mimar o extinguir, porque se vengan
por cualquier ofensa ligera y de las graves no pueden: así que la ofensa que se haga al
hombre debe ser tal que no se tema la venganza" (El príncipe, III).3
Los textos de Maquiavelo enfatizan una especie de juego con el poder, en el cual se
problematiza y soluciona los miedos de gobernantes, en relación a las decisiones
políticas. Como consecuencia, estas soluciones son vistas como justificación de acciones
inmorales. “El hecho de que Maquiavelo describa inmoralidades no lo convierte en
inmoral.” La polémica surge una vez que todo fin abstracto es justificado por los medios;
sin embargo, Maquiavelo no afirma que este fin específico justifica los medios, sino que
dice que éstos serán juzgados como honrosos por el vulgo (pueblo), al que desprecia por
no ver más allá de las apariencias.
Esto se complica aún más cuando los lectores observan que Maquiavelo describe a los
gobernantes que realizan acciones inmorales como virtuosos. La estructura y complejidad
del Príncipe genera distintos puntos de vista; pero queda claro que el objetivo al que
Maquiavelo quería llegar era “mostrar a otro cómo funcionan las relaciones reales de
poder en la modernidad, y cómo se logra la estabilidad para que éste pueda tomar el
mando y salvar a Italia.”4 La paradoja se encuentra en que en ningún lugar de El Príncipe
o los Discursos, se encuentran las palabras “el fin justifica los medios”, frase que se
atribuye a la principal enseñanza de la primera obra.