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Sinopsis
A
hora que Nikki ha rescatado a Jack, lo único que quiere es estar
con él y graduarse en el instituto. Pero Cole engañó a Nikki al
alimentarse de él, y ella ha comenzado el proceso de convertirse
en un Sempiterno… lo que significa que debe alimentarse de un
Desposeído pronto, o morir.
―Hermann Hesse
El Sempiterno
L
Traducido por Jessy
Corregido por Nanis
La Superficie. Mi habitación.
―Vuelve a la cama. Todo está bien. Los Túneles no vendrán por ninguno de
nosotros. Se acabó.
Acabado. Nunca se acabaría. Ya no. Miré la ventana abierta, por la cual Cole
había saltado después de que me había robado el corazón. Jack siguió mi mirada,
vio que la ventana estaba abierta, y me miró con el ceño fruncido como si
finalmente sintiera que algo estaba muy mal.
―Shhh. Está bien. Despacio. ¿Estás diciendo que Cole robó una brújula?
―¿Tu corazón?
Asentí y tomé una respiración profunda, entonces hice la única cosa que
había tenido miedo de hacer. Tomé la mano de Jack y la coloqué sobre mi pecho
donde mi corazón debería haber estado, al igual que Cole había tomado mi mano y
hecho lo mismo solo unos minutos antes.
―Estabas tan cansado. Y no pensaba que hubiera nada de lo que temer. Era
Cole. Él… él me ayudo a rescatarte. Él fue… ―Mi amigo. Apreté los ojos y me
reprendí a mí misma. Mi amigo. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? ¿Tan
ciega?―. Me engañó. Solo fue al Everneath para que me alimentara de él. Nunca
quiso salvarte. Incluso estaba sorprendido de que estuvieras aquí. Debería haberlo
visto venir.
Sentí que se me doblaban las rodillas, pero antes de que me hundiera, Jack
me sostuvo con más fuerza.
―Cole obviamente lo quiere por alguna ventaja. Tal vez así puede tener
siempre la amenaza de romperlo.
Sacudí la cabeza.
―Entonces es por eso que lo quiere. Romper ese corazón es el primer paso
para hacerte mortal otra vez. No te puedes convertir en humana si él tiene tu
corazón de la Superficie. ―Hizo una mueca―. Todavía no puedo creer que
estemos hablando así. ¿Cómo hizo…? ―Su voz se desvaneció mientras negaba―.
Ese bastardo.
―Es mi culpa.
―Es verdad. Confié en él. Le rogué que viniera conmigo. Me envolví como
regalo para él, con un gigante moño rojo.
Me aparté.
Cole una vez me había dicho que algunos castigos eran perpetuos: Sísifo
rodando la roca arriba por la montaña solo para tener que bajarla rodando otra
vez; Prometeo, cuyo hígado era comido todos los días por una águila solo para que
le volviera a crecer al día siguiente y ser comido otra vez. Mi odio por él, era igual
de atemporal. Del mismo modo que no moría.
Él se encogió de hombros.
Jack suspiró.
―Adelante.
Puse los ojos en blanco y eché un vistazo por la ventana. Ya habíamos hecho
eso también. Habíamos ido hacia el profesor Spears. Había podido ayudarnos una
vez, cuando había descifrado un brazalete antiguo y nos dijo que el corazón de
Cole era un objeto.
―El profesor Spears no puede ser la única persona que sabe acerca de estas
cosas ―dijo Jack.
―No es el único, pero las personas que saben sobre ello, las Hijas de
Perséfone, o los propios Sempiternos, no son precisamente muy habladores.
―Desde la ventana, pude ver la calle hacia el parque de la ciudad. Una madre y un
padre tomando turnos para empujar a su niño en el columpio, un hombre
lanzando un Frisbee a su golden retriever, un montón de chicas jugando algún tipo
de juego que involucraba el tocar y congelar, disfrutando del cielo azul del verano
venidero. Pero mi enfoque estaba en la madre y el padre. ¿Jack y yo algún día
envejeceríamos juntos? ¿Siquiera envejecería en absoluto?
Sonreí.
―Porque saliste de los Túneles más grande. Y más alto. ¿Y quién se vuelve
más alto a los dieciocho años?
―Sí, pero había ese chico en Indiana que murió por demasiadas abdominales.
―No vamos a preocuparnos de los tal vez ahora mismo. No sé por qué me
volví más grande, pero al menos tengo todos mis órganos vitales. ―Extendió la
mano por la mesa otra vez, solo que esta vez la colocó directamente bajo mi
clavícula―. Llámame egoísta, y realmente, soy completamente egoísta cuando se
trata de ti, pero te quiero. A toda tú. Tu corazón incluido.
―Tienes mi corazón.
―Solo metafóricamente.
―Si quieres dejar las metáforas, puedes tener mis manos ―dije.
Jack sonrió, y luego envolvió sus dedos alrededor de mis muñecas y atrajo
mis manos a sus labios. Besó cada dedo.
Con una sonrisa, se puso de pie y me empujó a una equina cercana detrás de
una pared de libros. Me guió gentilmente hasta que mi espalda estuvo contra la
pared. Sus manos se movieron hacia arriba y sobre mis codos hacia mi cuello. Miré
más allá de él para asegurarme de que nadie pudiera vernos; pero cuando hizo a
un lado el cuello de mi camisa y puso sus labios en mi hombro, dejé de
preocuparme si estábamos a la vista de alguien. Temblé.
―Um, nunca discutimos los hombros ―dije, con mi voz ridículamente sin
aliento.
Mi cabeza se inclinó para que sus labios pudieran tener mejor acceso a la base
de mi cuello.
―Eso significa que tenemos planes está noche. ―Agarró mis brazos y me
miró a los ojos―. Cole nunca dejaría tu corazón en otra ciudad. No lo arriesgaría
estando tan lejos de él. Y no creo que lo haya llevado a un concierto. Apuesto que
está en el apartamento ahora. Lo que significa que vamos a encontrar tu corazón.
Cap tulo 2
Traducido por Jessy.
Corregido por Debs.
La Superficie. Casa.
M
e apresuré a través de la cena de pizza y ensalada, con mi papá y
Tommy. Me recordé que, si mi vida alguna vez volvía a la
normalidad, iba a hacer algunos cambios en la variedad nutricional
por aquí. Metí el último pepperoni en mi boca y puse mi servilleta en mi plato.
―No. Solo me estoy preparando para salir con Jack ―dije, empujándome
para levantarme de la mesa―. ¿Puedo ser excusada?
―Eso está bien. Pero no llegues muy tarde. La escuela de verano comienza
mañana, ¿cierto?
Al menos suponía que no había luces encendidas. No podía ver todos los
ángulos, desde donde estaba sentada, en el asiento del pasajero del auto de Jack.
Jack abrió la bolsa de papel marrón a sus pies y sacó un pasamontañas negro.
Lo tiró en mi regazo, y mis pies literalmente se congelaron.
Asentí.
―¿Entonces estas diciendo que los Dead Elvises fingieron un concierto esta
noche en la ciudad, vendieron tickets falsos, y aparentaron reservar el lugar, todo
para que pudieran apagar las luces en su apartamento y esperar, muy callados,
agazapados detrás de los muebles, por la remota posibilidad de que estuviéramos
planeando irrumpir?
Asentí otra vez.
Negó.
―Cole te necesita viva. Es por eso que podemos sentirnos seguros haciendo
esto. ―Ante mi expresión de preocupación, añadió―: Mira, Jules está en el
concierto. Le enviaré un mensaje para preguntarle si la banda está realmente ahí o
si son solo hologramas.
―No desde hace un par de semanas ―dije, recordando la última vez que
estuve en el apartamento de Cole.
Antes de que hubiéramos ido a Everneath a salvar a Jack. Antes de que Cole
me hubiera traicionado. Fue hace una vida.
―Y sabemos que Cole tiene una caja fuerte en la pared ―dijo Jack.
Si podíamos encontrarlo y romperlo, quizás eso me curaría. Si no, aun así era
un gran paso hacia hacerme humana otra vez.
―Está en la caja fuerte. Tiene que estarlo. Y una vez que nos metamos a la
caja fuerte, sabrás que esto valió la pena.
Me le quedé mirando.
―Los ladrones de cajas fuertes siempre usan taladros ―dijo Jack, exasperado,
como si me hubiera dicho esto cientos de veces.
―¿Cómo Xanadu? ¿Con las musas griegas de patinaje? ―Xanadu había sido
una de las películas oscuras favoritas de mi mamá.
―Sí ―dijo Jack, forzando una cara seria―. Todos tienen una musa de
patinaje griega. Y tú, Becks, estás buscando excusas.
Asentí.
Dejamos el auto y nos arrastramos por las escaleras hacia el balcón donde la
puerta principal estaba ubicada. Había movimiento en la ventana frontal del
apartamento adyacente al de Cole, y comencé a reconsiderar el pasamontañas.
―Mierda ―dije.
―Vámonos.
―Ya estamos aquí. No perderemos está oportunidad. Solo hay una cosa que
hacer.
―¿Saltar del balcón? ―sugerí esperanzadoramente.
―¿En serio? ―susurré, grité―. ¿Esa era la única cosa por hacer?
Corrimos hacia adelante. Jack tiró el taladro sobre la cama de Cole. Desde
aquí podía ver que el panel de yeso alrededor de la caja fuerte parecía estar
cubierto de pintura fresca, como si acabara de ser instalado. No tuve la
oportunidad de comentarlo porque Jack extendió un brazo hacia atrás abrió un
agujero en la pared al lado derecho de la caja fuerte.
―¡Jack! ―dije.
―Está bien. ―Extendió el brazo dentro del agujero que acababa de hacer,
más allá de su codo, sujetó la parte de atrás de la caja fuerte, y arrancó toda la cosa
de la pared.
Mi boca se quedó abierta por un largo momento. Movimientos como ese solo
sucedían en películas de superhéroes. No sabía que él era así de fuerte.
Trajo la caja fuerte hacia un escritorio en la esquina de la habitación, luego
recogió el taladro otra vez. Pero antes de que lo encendiera, capté un destello de
algo grabado en la superficie del metal de la parte delantera de la caja de
seguridad. No la vimos antes a causa de la oscuridad.
Debajo de las palabras había una larga flecha apuntando al costado de la caja,
donde una pequeña manivela sobresalía de un agujero en el metal.
―Más importante ―dijo Jack―, ¿por qué tiene una nota? ―Después de un
momento de vacilación estiró el brazo y apretó el extremo de la manivela.
―¡Espera! ―dije.
Él se congeló.
Me miró.
―¿Cómo qué?
Me encogí de hombros.
―¡Como una cabeza! ―solté―. Una cabeza cortada. ―Puse las manos en la
caja de seguridad, midiendo la longitud, peso y anchura―. Esto es del tamaño de
una cabeza.
Podía decir que Jack estaba levantando una ceja incluso bajo su
pasamontañas. Extendí la mano y le quité la máscara. Síp, estaba levantando una
ceja.
Inclinó la cabeza.
Él giró la manivela una rotación completa. Nada sucedió. La giró otra vez, y
otra vez, y una melodía lenta comenzó a sonar.
―¿Eso es…?
Jack giró la manivela más rápido y más rápido; y cuando llegó a la parte del
“pop” de la melodía, la parte superior de la caja fuerte se abrió con una explosión,
y la cabeza de un payaso saltó. Salté al menos treinta centímetros del suelo, a pesar
de que podía ver que era una inofensiva pieza de plástico en un resorte de espiral.
Jack me sostuvo por unos segundos hasta que su teléfono vibró. Lo sacó de su
bolsillo.
―Dice: “Vamos a ver lo que Hulk tiene que decir al respecto”. Solo puedo
asumir que por Hulk se refiere a mí.
―No es su elección si vivo o muero ―dije en voz alta hacia el techo. Luego
me volví hacia Jack y susurré―: No es tu elección.
Puse mi mano sobre mi boca, molesta conmigo misma por darle voz a la
brecha entre Jack y yo, la única cosa sobre la que siempre discreparemos. Preferiría
morir que gobernar Everneath.
Jack preferiría que viviera, sin importar el costo. Era verdad, pero le daba a
Cole demasiada información. Cuando se trataba de mí, él tenía un historial de
explotar cualquiera y todas las debilidades que podía encontrar.
Y ahora estaba escuchando cada palabra que estábamos diciendo. Max y
Gavin probablemente comenzaron el dúo de guitarra y percusión cuando Cole
descubrió que estábamos en su lugar. Jack articuló las palabras: Vamos.
Asentí. No quería dejar que Cole oyera nada más. Jack tomó mi mano, y lo
seguí hacia la puerta principal y por el balcón. Empujó la puerta para que se
cerrara a pesar de la cerradura destrozada, y habíamos comenzado a bajar por el
balcón cuando noté una figura oscura bloqueando la escalera. Jack la vio también y
se detuvo abruptamente.
―Trata de actuar normal ―dijo Jack. Era un poco tarde para “normal”,
considerando que acabábamos de salir a trompicones del apartamento, empujamos
la puerta rota para cerrarla, y luego nos congelamos ante la vista del hombre.
Tiré de su brazo.
―No lo sé, pero tiene que haber un camino de regreso. Si no, haremos uno.
Jack asintió.
Cuando llegamos ahí, me abalancé hacia el lado del pasajero. Estaba a punto
de abrir la puerta cuando mis rodillas se aflojaron bajo mis pies. Tomé el lado de la
puerta justo antes de caer al suelo.
Parte de mí, la parte ingenua de mí, esperaba que la debilidad se fuera antes
de que alguien más lo notara.
Pero otra parte de mí sabía que tenía todo que ver con ello.
Cap tulo 3
Traducido por Apolineah17
Corregido por veroonoel
―¿Q
uién era ese tipo? ―dijo Jack, conduciendo demasiado
rápido por las curvas de las montañas―. O tal vez debería
preguntar, ¿qué era ese tipo?
Me encogí de hombros.
―No lo sé. Nunca había visto nada igual. Tal vez no lo vimos lo
suficientemente bien. Solo tuvimos un vistazo. Quizás estaba vestido para
alguna… fiesta de disfraces.
Miré por el espejo lateral varias veces por los siguientes minutos, a pesar de
que no podía pensar una razón por la que el hombre en la gabardina nos habría
estado siguiendo.
Asentí.
Mi mano voló hasta mi rostro. Debió ser más notorio de lo que pensé.
―¿Estás enferma?
―No. Estoy segura de que solo estoy cansada por el allanamiento de morada.
Nada más.
Jack presionó sus labios juntos como si estuviera renuente a dejar pasar el
tema, pero lo atraje a la cama y envolví mis brazos alrededor de él.
Jack sonrió.
Giro en una brusca esquina y choco con una alta y regia mujer con el cabello de color
rojo fuego.
―No ―trato de decir, pero ningún sonido sale de mi boca. Me muevo hacia atrás y
tropiezo con algo a mis pies.
―¡No quiero el trono! ―trato de gritar, pero sale en un susurro―. ¡No lo quiero!
Me tomó varios parpadeos largos alejar las telarañas de mis ojos, y aun así el
mundo parecía neblinoso, como si hubiera tomado una pastilla para dormir la
noche anterior.
Jack no estaba en la cama, así que me puse de pie y fui a la cocina a buscarlo.
Un movimiento desde la ventana llamó mi atención. Allí estaba él, de pie delante
del árbol de castaña, con los pies separados en una postura atlética, hombros
encorvados, sus puños frente a su pecho, listos para lanzar un golpe. Arqueó su
brazo hacia atrás y luego golpeó el tronco del árbol una y otra vez, sus nudillos
sangrando y desgarrándose. Fragmentos de madera estallaban del árbol cada vez
que su puño hacía contacto.
―¡Jack!
―No sabía que odiabas tanto los árboles. ―Fruncí el ceño―. ¿Qué estás
haciendo?
Bajó la mirada hacia sus manos, sus nudillos ensangrentados. Estiró los dedos
y los apretó de nuevo.
Asintió, casi sin aliento como si acabara de correr una cuadra. Yo había
ejercido más esfuerzo saliendo de la cama. No había gestos de dolor o tensión en
sus ojos. No había señales de que hubiera sentido algún dolor en absoluto, incluso
mientras una pequeña gota de sangre bajaba por su mano y su dedo. La limpió en
sus vaqueros.
―Tu nota.
No tuvo que especificar qué nota. Sabía cuál. El año pasado, después del baile
de Navidad, él había dejado una nota en mi bolsillo con dos palabras escritas en
ella.
Siempre Tuyo.
Cuando había ido a Everneath a salvarlo de los Túneles, había llevado la nota
y la había dejado en su mano. Literalmente la había utilizado para encontrar su
camino de regreso hacia mí. Ahora nunca la dejaría fuera de su posesión.
Se acercó y puso sus brazos alrededor de mí, tirando más cerca de mí.
―¿Sobre qué?
―Todo el mundo sabe dónde paso las noches ―dijo, presionando el botón de
ignorar y metiendo el teléfono de nuevo en su bolsillo.
―No está a punto de hacer nada que podría empujarme a “huir” de nuevo.
Así que supongo que mi tiempo en los Túneles resultó ser algo bueno. ―Me senté
y su mano bajó por mi hombro y mi espalda. Me estremecí en él―. ¿Por qué?
―dijo―. ¿Qué piensa tu papá?
―Que siempre voy a tener doce años. Continúa en los once. No lo sabe.
―Lo sabe ―dijo Jack, siempre leyendo mi mente―. Solo se niega a verlo.
Me encogí de hombros.
Bajó la cabeza hacia mi cuello; pero antes de que sus labios pudieran hacer
contacto, la puerta que comunicaba la cocina con el garaje se abrió y mi papá entró
deprisa. Otra de sus visitas “sorpresa” que funcionaba tan bien como un cinturón
de castidad.
¿Sr. alcalde? Puse los ojos en blanco. ¿Podría ser más formal?
―Genial. Todos podemos salir juntos. ―Mi papá miró su reloj―. Tengo que
ir a la oficina.
Sonreí y besé la mejilla de papá, agradecida una vez más de que mi papá no
se hubiera dado cuenta de que no usaba joyas.
―No ―dije―. No. No sé lo que es, pero no duele. ―Tendí la mano delante
de su rostro, torciendo la muñeca hacia atrás y hacia adelante―. No es nada.
Jack cerró los ojos y asintió.
―Está bien. ―En el momento en que encendió el auto, mi teléfono sonó con
un mensaje de texto.
Revisé la pantalla.
―¿Qué dijo?
Me encogí de hombros.
J
ack tomaba las curvas cerradas. Rápido. Como si se hubiera decidido
por la velocidad en lugar de dar giros lentos.
Jack lanzó el auto al estacionamiento y luego se giró para decirme algo, pero
lo que fuera que quería decirme se quedó atrapado en su boca una vez que vio mi
rostro. Sus ojos se abrieron como platos.
―¿Qué? ―dije.
―Estás tan pálida. Y los círculos debajo de tus ojos están aún más oscuros
que antes. Te ves… ―Su voz se desvaneció mientras parecía frenarse de decir algo
más.
Frunció el ceño.
Sin dudarlo, Jack se inclinó hacia adelante y me besó. Sin embargo, no hubo…
nada. Ningún intercambio de energía. Nuestro beso fue solo un beso.
―Yo tampoco. ―Suspiré―. Así que tal vez esta debilidad es una cosa
humana y no una cosa del Everneath.
»Y diría: “Espera un segundo. ¿Me escuchaste? ¡No hay latido del corazón!”.
Y nosotros diríamos: “Sí, sí, te escuchamos. Pero además de que me falta un
órgano importante, ¿qué está mal conmigo?”. Y entonces él continuaría con eso y
seguiría sin cesar con toda la cosa del no-latido-del-corazón, y entonces intentaría
distraerlo haciendo ese baile que hago, ya sabes, el que parece como si el hombre
corriera… Pero antes de que terminara toda mi rutina, el doctor le enviaría un
mensaje a la CIA para decirles de mi falta de corazón, y todas las series de pruebas
involuntarias del gobierno comenzarían. Y entonces…
Jack se inclinó hacia adelante y cortó mis palabras cubriendo mis labios con
los suyos. Pasaron unos cuantos minutos antes de que nos detuviéramos, y para
ese momento había olvidado todo, excepto la sensación de los labios de Jack
presionados duramente contra los míos.
―No es la CIA.
―No es la CIA quien llevaría a cabo las pruebas del gobierno. Eso es una
tontería.
Entrecerré un ojo.
―Bueno, la cosa del baile fue un poco tonta. ―La sonrisa de Jack se
desvaneció poco a poco en un ceño fruncido mientras tocaba los círculos debajo de
mis ojos―. Solo espero que tengas razón. Espero que se trate de una cosa humana.
Jack bajó del auto y me abrió la puerta. Salí y me quedé de pie con la espalda
recta, y fue entonces cuando todo se volvió negro.
Asentí y me senté.
―Tómatelo con calma ―dijo Jack.
―Estoy bien ―dije, tratando de hablar―. De verdad. Eso fue todo. No comí
mucho esta mañana; todo lo que tomé fue café. Estoy bien.
―¿Estás segura?
Lo dejé allí de pie. Traté de avanzar con pasos firmes y decididos; pero todo
el tiempo, supe que esto era un síntoma de mi falta de corazón, y nada en la
Superficie lo arreglaría.
Entré por las puertas de cristal, como una persona completamente diferente
de la que había sido hace un año, aunque no lo creerías al mirarme.
Y eso es lo que las pocas personas en los pasillos estaban haciendo ahora
mismo. Mirarme.
Todavía estaba delgada. Más delgada de lo que había estado cuando regresé
a la escuela el año pasado. Pero en aquel entonces mi alma estaba débil. Ahora era
fuerte. No lo parecía, pero sabía lo que era capaz de hacer. Había traspasado los
tres anillos elementales del laberinto para llegar al corazón de Everneath y salvar a
Jack. El viaje casi me había matado.
―Becks ―dijo con esa voz jadeante que usaba cuando estaba insegura sobre
algo. Probablemente estaba insegura por un montón de cosas cuando me vio,
empezando por el hecho que ambas sabíamos que le estaba escondiendo secretos.
Secretos como dónde había estado cuando había desaparecido el año pasado.
Dónde había estado Jack cuando había desaparecido en la primavera.
Asintió.
Captaba tal vez tres palabras de lo que decía, pero sonreí como si supiera lo
que estaba pasando. ¿Dónde estaba Cole?
El resto de la clase se instaló. Mis sospechas habían sido correctas: todos los
estudiantes allí eran los principales competidores para ser el graduado con las
mejores calificaciones.
―Bienvenidos a la escuela de verano ―dijo con esa voz que sonaba como si
estuviera en una obra de Shakespeare. Como un trabajo aparte, ella daba clases
privadas para aspirantes de actores por las noches, así que siempre enunciaba las
palabras claramente―. Esta es Escritura Creativa, y solo porque se trata de una
clase de verano, no significa que no tendrán tarea esta noche. Así que si no están de
humor para trabajar…
No llegó a la parte de la amenaza porque en ese momento la puerta se abrió
de golpe.
Pero, ¿por qué lo necesitaría hoy? No había visto a Neal desde antes de que
los Túneles vinieran por mí, cuando Cole se había inscrito como un estudiante en
la preparatoria Park City solo para estar más cerca de mí.
Sabía que él estaría aquí. Pensé que estaría preparada para ello. Pero ahora
que estaba frente a mí, no estaba pensando en los corazones perdidos o en los
misteriosos eslabones en la muñeca o en el hecho de que acababa de desmayarme
unos minutos antes.
M
i mano se congeló con el lápiz a mitad de camino, como si estuviera
sujetando un dardo, para arrojar al objetivo. La punta del lápiz
apuntaba a Cole.
Pero luego noté que no me miraba a mí, sino al asiento a mi lado, del lado
opuesto del de Jules. Con pánico noté que era el único lugar vacío en el aula. Y
considerando mi incontrolable reacción hacia Cole, dudaba poder sobrevivir estar
sentada a su lado toda la clase.
Me aferré a mi escritorio, como si estuviera por levantarme y moverlo. Como
una loca. Cole se acercó y notó la forma en que lo sujetaba. Alzó una ceja.
―Creo que cuando la señora Stone dijo que tomáramos asiento, no quiso
decir que literalmente los tomáramos.
Solté el escritorio.
Sonrió.
―¿Puedo continuar?
Mierda. Me volví hacia Jules, pero Tara Bolton giró sobre su asiento como si
hubiera oído un disparo o algo. Jules miró de mí a Tara y me dio un encogimiento
de hombros a modo de disculpa.
Arrojé mi mano contra su escritorio, pero no pude hacer más que ralentizarlo.
No lo quería ni cerca de mí.
De nuevo me ignoró.
―Quiero mi corazón.
La señora Stone nos miró, así que saqué un cuaderno y comencé a escribir
como si estuviéramos trabajando.
Levanté la cabeza.
―¿Te estás debilitando, no es cierto? ―No era una pregunta, era una
afirmación―. Y rápidamente.
―Sí, te está pasando. Y eso quiere decir que iniciaste la transición. Tu cuerpo
aún no sabe metabolizar energía externa.
Abrí la boca para explicar que aún no se nos había ocurrido nada, pero Cole
habló primero.
―Estamos hablando de limpiar establos ―dijo Cole con una alegre sonrisa.
Dejé los libros y seguí a Cole afuera. Le tomé el brazo y comencé a arrastrarlo
al jardín. No habría nadie allí. Podíamos hablar sin que nos miraran todos.
―Cállate.
―Habla ―ordené.
―¿Sobre qué?
Como si no lo supiera.
―Ah, eso. ―Se reclinó y levantó los pies para apoyarlos en otra silla―. Nik,
estás pasando el cambio de humana a Sempiterno. ―La forma en que dijo “el
cambio” me hizo pensar en un padre dándole “la charla” a su hijo. Suspiró―. El
eslabón simboliza que has iniciado la transición. Como yo lo dije. Eso significa que
ya no puedes generar tu propia energía. Tienes que obtenerla de otra parte.
―No funciona así con nuevos bebés Sempiternos. Tan pronto como la
nutrición de tu ave madre deje de funcionar, normalmente unas pocas semanas
después de que pierdes tu corazón, tienes que traer un Desposeído para el Vínculo
Centenario.
Todo a mi alrededor se volvió borroso. ¿Unas pocas semanas? Creí que tenía
noventa y nueve años. Tenía que estar equivocado.
El Sempiterno que tiene mi corazón. Cole robó mi corazón de mi cuarto hace dos
semanas. Dijo que el Sempiterno que lo tuviera tendría privilegios especiales.
¿Cole era mi ave madre? Cerré los ojos.
―¿Eso qué significa?
Alzó una ceja, me guiñó malvadamente un ojo, luego me tomó de los brazos
y me besó.
Cap tulo 6
Traducido por Selene1987
Corregido por Nanis
I
ntenté alejarme, pero luego sentí el aumento inconfundible de poder de
los labios de Cole a los míos, y con ese bocado de energía, mis muslos,
que anteriormente parecían fideos, de repente estaban llenos de
vitalidad.
No me había dado cuenta de lo débil que me había puesto hasta que sentí
cuánta vida estaba siendo restaurada.
Le miré.
Él asintió.
―¿Cada noche?
―Sí. No puedes faltar ni una noche si quieres, ya sabes, seguir con vida.
―Sonrió―. Lo que entiendo que nunca parece ser tu prioridad.
Estaba diciendo que tenía vida. Y a su discreción, podía darme vida o podía
quitármela. Tenía todo el poder sobre mí. Y yo había dejado que pasara. Había
pedido que pasara, primero cuando le rogué que me llevara al Vínculo y luego
cuando voluntariamente me había alimentado de él tres veces en Everneath. La
primera vez sólo fue un beso para mostrarle que era la verdadera yo y no la Sirena
a punto de ponerle una trampa para atraparle. No había sabido que me estaba
alimentando de él. Las siguientes dos veces, sabía que necesitaba la energía, pero
había estado tan cerca de salvar a Jack que no estaba dispuesta a regresar a la
Superficie. Era impaciente. Me había alimentado de Cole para quedarme en el
Everneath.
Apreté los puños y le golpeé en el pecho. Seguro que parecía una pluma
golpeando una pared de ladrillos, pero no pude evitarlo. Le golpeé lo más que
pude, intentando pulverizar el pasado. Destruir las decisiones que había tomado,
como confiar en Cole en primer lugar. Derrotar a la chica débil que había ido con
Cole al Everneath.
Cole dejó que le golpeara. ¿Y por qué no? Claro, me había dado esa dosis de
energía, pero aún me sentía tan poderosa como una esponja.
El hecho de que no le estaba haciendo daño hizo que le golpeara aún más
fuerte. Cole miró mis intentos fútiles de hacerle daño, y luego en un movimiento
suave, me acercó y me apretó contra él para que mis manos estuvieran apretadas
contra su pecho.
―Lo sé ―dijo―. Sé que es una elección que jamás habrías hecho por ti
misma. Jamás te habrías entregado a una vida de Sempiterno. Así que yo elegí esa
vida para ti, porque sé algo que te niegas a reconocer.
Me tensé contra él. ¿De verdad Cole pensaba que, en el fondo, yo quería esto?
Mis ojos escocían, seguro que unas lágrimas estaban de camino.
―Soy el chico delirante que va a hacer que sigas viva. ―Hubo un fuego tras
sus ojos.
Endurecí mi mandíbula.
Me di la vuelta y salí del patio con energía renovada en mis venas. Un fuego
que Cole me había dado, desde sus labios a los míos. Para sobrevivir, dependía de
la persona que más odiaba. Una persona que tan sólo hace dos semanas tenía un
lugar en mi corazón. Había estado segura durante nuestro viaje al Everneath que
Cole era mi amigo. Podría haber sido el chico bueno. Podría haber sido mi héroe.
―Shh. No pasa nada ―susurró con sus labios cerca de mi oído―. Todo
saldrá bien.
―Te estás sintiendo mejor. ―Me abrazó nuevamente, pero esta vez presionó
sus labios contra los míos y me besó como si fuera agua en el desierto.
―¿Qué ha pasado?
Cuando nos sentamos en el interior, podía ver que su cara no tenía color.
―No pasa nada ―dije―. Todo está bien. ―Me di cuenta de lo a menudo que
nos decíamos esas palabras. Me pregunté si ya habrían perdido su significado.
―Dímelo sin más, Becks. La anticipación es peor que el saberlo. ¿Estaba allí
Cole? ¿Hizo algo?
Cerré los ojos. Ésta era una de esas veces que la anticipación era mejor que
saberlo.
―¿Jack?
Por fin, le vi subir y bajar el pecho. Cerró los ojos y lentamente liberó el
agarre del volante. Grandes marcas aparecieron donde habían estado sus dedos,
impresiones en el plástico duro.
Meneé mi cabeza.
Asentí.
―¡Jack, no! ―No sabía si decía en serio lo de matar a Cole o no, pero sus ojos
estaban en llamas.
No se detuvo. Salió del auto y cerró la puerta fuertemente tras él. Salí lo más
rápido que pude y me lancé frente a él, con mis manos en su pecho.
―Regresa al auto.
No se movió.
―Vamos. ―Pedí, tomando su gran mano con la mía. Dejó que le llevara de
vuelta al auto. Una vez dentro, dejó caer su cabeza en el volante.
Me quedé mirando las marcas de sus dedos en el volante. Enfadar era una
sutileza.
Me miró.
―Está bien, Becks. Ahora estoy bien. Cuéntamelo todo. ―Frunció el ceño―.
¿Cole te alimentó?
Parecía que las palabras habían sido difíciles de salir de su boca. Sus manos
empezaron a temblar.
―Um… quizás deberíamos ir a otro sitio, donde las cosas no sean tan fáciles
de romper…
Respiré profundamente.
Era o esto o entrar en el colegio y destrozar a Cole. Conmigo, sabía que tenía
que controlarse.
―Así que los noventa y nueve años que pensamos que teníamos… ¿ahora
solamente son semanas? ¿Quizás?
Asentí.
M
e quedé en sus brazos durante no sé cuánto tiempo, con mi oreja
contra su pecho, escuchando el rítmico subir y bajar de su
respiración. Cuando exhalaba su aliento, su pecho se estremecía.
―Date prisa.
―Lo haré.
Me encogí.
―Esta noche.
Dejé a Jack sentado en su auto, escuchando su iPod. A esta hora los
estudiantes salían corriendo de la clase de la señora Stone, así que corrí adentro y
encontré una nota colocada encima de mi libro. Tenía la letra de Cole en ella.
La miré con lo que estoy segura era una expresión en blanco. Ella inclinó la
cabeza.
―Sí, ése era Neal. Lo siento, Daphne, mi cerebro está… ―Hice un gesto con
la mano cerca de mi cabeza, mi mejor imitación de un cerebro hecho de
macarrones.
¿En serio? ¿Me estaba pidiendo que la emparejara con un inmortal del
Inframundo que succionaba la vida de los humanos sólo por diversión?
―¿Quién?
―Um, una chica. Nancy. ―¿Aún le ponían Nancy a las niñas?―. Vive en…
Canadá.
Parecía que estaba tratando de levantar una ceja, pero no tenía esa habilidad.
―Me alegro de que estableciéramos dónde está Canadá ―dije en voz baja.
Supongo que si no sabías nada sobre Cole, podía ser atractivo. Incluso en su forma
de Neal, que no era tan deslumbrante como su forma natural, todavía era más
atrayente que cualquier otro chico en la escuela.
―Respira ―dije.
―No, lo hago.
―No estoy diciendo eso. Pero Cole está buscando el control. Siempre lo ha
estado, y ahora cree que lo tiene. Cree que tiene acceso a tu dormitorio. No le dejes
tenerlo.
―No estoy diciendo que nunca te alimentes de él. Pero no lo dejes entrar. Lo
haremos en nuestros términos. En su casa. Quiere esta oportunidad para intimar
contigo.
Me sonrojé.
―No me refiero de esa manera, aunque estoy seguro de que quiere intimar
contigo así también. ―Su voz era suave―. Quiero decir que quiere ser la persona
más cercana a ti. Necesita que seas dependiente de él, como él depende de ti.
Vamos a asegurarnos de que eso no ocurre. Quiere acceso a tu dormitorio, pero no
se lo daremos. Te quiere sola. No vamos a dejar que eso suceda. Nosotros iremos
hasta él, y vamos a dejar claro que donde quiera que vayas, yo voy.
―¿Puedes manejarlo?
Suspiró.
Así que me alimentaría de Cole hasta que encontrara una manera de ser
humana de nuevo, o hasta que muriera. Lo que sucediera primero.
Jack asintió, sus labios formando una línea fina y apretada. Puso el auto en
marcha y giró en dirección contraria a su casa.
―¿A dónde vamos? ―dije.
―Jules quería quedar con nosotros para tomar un café. Le dije que lo
haríamos. Será bueno para distraernos esta noche.
Hice una mueca. Estaba bastante segura de que haría falta más que café para
distraernos.
Jules nos tuvo inmersos en los últimos chismes de verano, pero ya que lo
único que podía pensar era en alimentarme de Cole esta noche, no presté mucha
atención hasta que mencionó a los Dead Elvises.
―He oído que Ariel Hughes se está viendo con el baterista de los Dead
Elvises ―dijo ella.
Jules asintió.
―Pero pensé que Ariel aún estaba con Luke Davis ―dije―. Han sido uña y
carne desde octavo grado. No podías caminar por el pasillo sin verlos atascados
contra alguna taquilla besándose. Han sido pareja por años.
Eché un vistazo a Jack, cuyos ojos estaban entrecerrados. Los Dead Elvises no
tenían citas. Sólo de vez en cuando buscaban por sus próximos Desposeídos.
Cualquiera otra cosa se dejaba para una relación de una sola noche sin propósitos.
¿Qué significaba que Gavin estuviera de repente en una relación? ¿Con una chica
que se suponía que iba a ser tomada?
―Luke nunca engañaría a Ariel. Nunca. Tiene que haber algo más que eso.
Jules le dio a Jack una mirada confusa, luego puso su mano sobre la mía.
Suspiré.
―Los Deads son peligrosos, Jules. Becks estaría preocupada por cualquiera
que saliera con ellos.
―¿Por qué? ―preguntó Jules.
―Nos tomó todo lo que teníamos liberar a Becks de su mundo. Casi nos mató
a los dos.
No estaba segura de que Jules me hubiera creído sólo a mí, pero tener a Jack
para corroborar la historia era suficiente para ella.
―Oh no ―dijo.
―¿Qué? ―dije.
―Tara.
―Esta mañana hablaba sin parar sobre cómo tenía una cita esta noche. Con
Maxwell Bones.
Maxwell Bones. El segundo guitarrista de los Dead Elvises. Otro Dead Elvis
en otra “cita”. ¿Qué estaba pasando?
Él dijo las palabras que pasaban por mi mente. Obviamente sentía la misma
urgencia que yo. Jules asintió y sacó su teléfono. Le escribió un mensaje a Tara, y
luego todos esperamos.
―¿Sabes cuánto tiempo he esperado para oír algo de alguno de los dos?
¿Algo que no sea una mentira?
Ella asintió.
―Sé que no es toda la historia, pero sabía que lo que te pasó tenía que ser
algo realmente malo.
Jack y yo nos pusimos de pie, y Jules arrojó uno de diez sobre el mostrador.
Jack condujo rápidamente hacia Grounds & Ink, una cafetería en la ciudad
que era parte sala de billar, parte cafetería. Cuando estuvimos dentro, escaneamos
la multitud.
―¿Nik? ―Se percató de las dos caras detrás de mí: la de Jack y la de Jules―.
Cole no está aquí ―dijo.
―No me preocupa Cole ―dije―. ¿Qué estás haciendo aquí con Tara?
―¿Por qué? ―dije―. Ella no es una Hija. No han pasado noventa y nueve
años.
―¿Qué quiere decir con que no soy una hija? Por supuesto que sí.
Puse los ojos en blanco. No iba a llegar a ninguna parte con Tara escuchando
cada palabra.
―¿Puedes por favor venir afuera y hablar conmigo? ―le dije a Max.
Max negó. Jack y sus bíceps dieron un paso más cerca de Max.
―Porfa ―dijo en una voz profunda y ronca que infundió más amenaza a esa
palabra de lo que nunca antes había tenido.
Max se puso de pie y comenzó a seguirnos afuera. Tara levantó las manos.
Jules se sentó en el asiento que Max estaba ocupando antes, puso su brazo
alrededor de Tara, y nos hizo un gesto para que nos fuéramos.
Nos guié fuera de Grounds & Ink, seguida de cerca por Max y luego por Jack
detrás de él. Cuando llegamos fuera, Max levantó las manos.
Jack se quedó allí, cruzó los brazos sobre el pecho, y asintió hacia mí.
―El problema es, los Dead Elvises no tienen citas casualmente ―dije―. Así
que, ¿qué estás haciendo con Tara Bolton? ¿Y por qué Gavin está enredándose con
Ariel?
―Cole dejó claro que los Sempiternos nunca cambian ―dije―. Puede que yo
sólo tenga semanas hasta que tenga que alimentarme, pero para ti la próxima no es
hasta dentro de noventa y nueve años. Y aun así, debes tener Hijas de Perséfone de
sobra haciendo fila por el privilegio de convertirse en tu Desposeído. Así que, ¿por
qué quieres acabar metido en “relaciones”?
Max perdió su sonrisa, miró a Jack y luego a mí.
Se dio la vuelta, pero puse mi mano sobre su pecho y me puse delante de él.
―Sí, tienes.
Una pareja que acababa de salir de Grounds & Ink se quedó mirándonos,
pero no se detuvo. Max sonrió.
―No sin nuestra ayuda ―dijo Max―. Tú eres la razón por la que estamos
haciendo esto. Tú eres el motivo por el que estamos buscando Desposeídos.
―¿Por qué?
Max suspiró.
Él asintió.
―¿Por qué no tomar más Hijas de Perséfone? ¿Por qué buscar chicas
inocentes?
―Es un Vínculo Acelerado, fuera de las reglas. Las Hijas no se mezclan con
eso. Aunque hay otros grupos de Desposeídos que estarían dispuestos a hacerlo.
Pero queremos encontrar los más fuertes.
Max asintió
―Si una de ellas sobrevive, ¿entonces por qué no usas para tomar el trono?
Max levantó las manos. Comenzó a caminar de nuevo hacia Grounds & Ink,
pero Jack se puso delante de él.
―No tiene que ser un novio. La unión entre una madre y una hija
probablemente podría salvar a un Desposeído igual de fácil. ―Apreté los labios y
negué―. Personas inocentes van a morir, todo para hacerme reina.
Él puso sus manos sobre mis hombros y se inclinó hacia mí, para que así
estuviéramos frente a frente y tuviera que mirarlo.
―No podemos hacerlo todo. Tal vez podamos salvar a Tara y luego a Ariel,
pero, ¿qué detiene a los Deads de ir a otro lugar y encontrar a más chicas?
Sorbí.
―¿Qué?
Jack agarró mis hombros otra vez, lo suficientemente fuerte como para
hacerme hacer una mueca de dolor.
Poco a poco levanté las manos y las puse a cada lado de su cara.
―Pero no puedo vivir con sangre en mis manos. No puedo vivir sabiendo
que soy la razón por la que chicas como Tara y Ariel se convertirán en objetivos
para los inmortales. No puedo. Salvarme no significará nada si mueren más
personas. La única manera de salvarme… salvarme realmente… es destruir
Everneath.
Cerró los ojos y luego, soltó el agarre de mis brazos con vacilación.
J
ack y yo dejamos a Tara en su casa. Tara no dijo nada en el camino,
pero Jules se sentó a su lado y le dijo que todo estaría bien. No estaba
segura de si nos creía o si pensaba que estábamos locos, pero
independientemente, Tara estaba a salvo por ahora. Jules se iba a
quedar con ella.
Una vez que estuvimos solos, Jack se estacionó a un lado del camino. Lanzó el
automóvil en el parque. No estaba segura de lo que estaba haciendo.
―Lo sé.
―Te conozco ―dijo Jack―. Así que este es el trato. Consigues hacer esto. Te
Vinculas con Cole. Los dos llegamos al otro lado de todo esto. ¿Bien?
Asiento, sabiendo que esta era una promesa que no podía garantizar, pero
dándome cuenta que, en este momento, era una promesa que necesitaba hacerle a
Jack.
Esa noche mi padre trajo a casa comida china para llevar para la cena. Tomé
el arroz frito con jamón, preocupada por a dónde iba esta noche. Por suerte,
Tommy estaba entusiasmado con un proyecto de verano de extra-crédito para la
escuela por la que tuvo que hacer un pastel en forma de Utah y decorar la
geografía utilizando azúcar marrón para los desiertos y chocolates Kisses para las
regiones montañosas.
Era una distracción suficiente para que mi padre no se diera cuenta de que
estaba preocupada con algo más, a saber, el hecho de que a la medianoche, Jack y
yo íbamos al apartamento de Cole para que Cole se Vinculara conmigo. Y mañana
iba a empezar mi misión de hacer estallar el Inframundo.
Pero por ahora tenía que enfocarme en sobrevivir una noche con Jack viendo
cómo Cole se Vinculaba conmigo. De repente esta hazaña parecía la más difícil de
las dos.
La Superficie. Mi cuarto.
Salí por mi ventana y corrí por la calle hasta donde el auto de Jack estaba
estacionado. Jack estaba apoyado en la puerta del lado del conductor,
esperándome. Cuando me vio, abrió la puerta de par en par.
Sonreí. Solía decir eso todo el tiempo, que él me ha amado desde que me
conoció, y hasta que nos unimos sólo había estado esperando. Luego yo haría una
broma acerca de cómo pasó su espera saliendo con cada cosa que tuviera falda.
Si pudiera Vincularme con Cole uno a cada extremo de la sala…. aún mejor.
―¿Vas a estar bien esta noche? Quiero decir, mis labios tienen que estar muy
cerca de los de él.
―Maldita sea, eres enorme ―dijo―. Quiero decir, sabía que iba a suceder,
pero…
―Él salió de los Túneles. La energía que tomó hacerlo fue enorme. Cada
centímetro hubiera sido el equivalente de, no sé, dicen que un centenar de sesiones
de levantamiento de pesas. Así que alguien que era fornido antes se convertiría…
en extra fornido. ―De pronto pareció aburrido con la explicación―. Así que, Nik
―dijo―. Hablando de cosas más emocionantes que los bíceps de Jack, ¿dónde
quieres… consumar…?
Jack se puso entre los dos, efectivamente interrumpiendo a Cole.
―Di “consumar” una vez más. Por favor. ―Apretó los puños, sus nudillos
poniéndose blancos.
―Donde sea ―dije. Alcancé una de las manos de Jack y la abrí, luego
entrelacé mis dedos con los de él.
Seguimos a Cole a la sala, y allí fue cuando vi que no estábamos solos. Gavin
estaba allí, en una de las sillas; y sentado al lado de él, pasándole sus dedos por el
cabello, estaba Ariel Hughes. Jules tenía razón.
Ayer estaba enloquecida por Luke, pero esta noche estaba manoseándose con
un inmortal del Inframundo. No tenía ni idea de en lo que se estaba metiendo.
―Me voy de aquí ―dijo Ariel. Tomó su bolso y pasó al lado de Jack y mío y
salió por la puerta delantera.
El último lugar al que quería ir era al cuarto de Cole, pero ninguna cosa haría
lo que iba a suceder menos incomodo. Jack y yo seguimos a Cole por el pasillo.
Mientras llegábamos, me di cuenta que todavía estaba el gigantesco agujero en la
pared que Jack y yo habíamos hecho.
Jack se volteó hacia mí, sorprendido. No se había dado cuenta que me estaba
cayendo. Puso su brazo alrededor de mi cintura y me levantó, y sin embargo, no
hizo nada para ayudarme a llegar hasta Cole. Traté de reunir mis pensamientos
deshilachados lo suficiente para dar a Jack mi discurso acerca de cómo esta era la
única manera de mantenerme con vida, pero no pude conseguir las letras para
formar las palabras.
―Sólo duerme, Becks ―dijo Jack, pasando sus dedos sobre mis párpados
cerrados y por mis mejillas―. Duerme. Voy a estar aquí todo el tiempo.
Un pestañeo. Eso fue todo lo que necesité, y de repente ya estaba en otro lado.
Un lugar que reconocí. Era el interior cavernoso del gimnasio de escalada Rock
Garden. Los pisos de cemento se correspondían con el techo de cemento y las
paredes de escalada se situaban en diferentes ángulos para todos los niveles de
escaladores.
Había estado aquí una vez antes, durante un viaje de campo de segundo año.
Lo recordaba vívidamente porque me habían horrorizado. Siempre había tenido
un ligero miedo a las alturas, pero la nueva pérdida de mi madre había aumentado
de alguna manera el terror para mí.
Vio a la Nikki del recuerdo mirar la cima de la pared. El arnés estaba atado a
su cintura, la cuerda ensartada a través de la polea. Nate Pinnock, un estudiante,
sostenía el otro extremo de la cuerda, listo para amarrarla. Vio a la chica congelada
en la parte superior del top verde y rodó los ojos con impaciencia.
De pronto, Jack apareció detrás de la Nikki del recuerdo. Cole dio unos pasos
hacia ellos para poder oír lo que decían.
Ella respiró hondo, incapaz de apartar los ojos de la plataforma más alta.
―Sólo un paso.
Dio un paso más cerca de la pared y colocó las manos en las dos rocas más
cercanas; pero cuando fue a levantar el pie, las manos de Jack en su cintura se
pusieron en su camino.
―¿Sí?
―Podía haber un lugar para ti ―estaba diciendo Cole―. Una vez que sea
reina, te haremos un Sempiterno en la Corte Superior. Ustedes dos podrían estar
juntos para siempre.
Jack tosió.
Abrí mis ojos brevemente para verlo mover las manos como una manera de
terminar la oración. No estaba lo suficientemente despierta para terminarla.
―No puedo creer que esté teniendo esta conversación. No tiene ningún
sentido ―dijo Jack―. Primero que nada, nunca me convertiré en un Sempiterno.
Pero lo más importante, al final, Nikki nunca alimentará a otro humano. Tú
podrás tener tu banda, y a quien quieras reclutar a tu lado, y tal vez ellos se
alimenten de chicas inocentes hasta el máximo para la batalla. Es posible que
tengas todas las otras piezas en su lugar, pero Nikki nunca hará el Vínculo
Centenario.
―Aquí ―dijo Jack, alcanzándome un vaso de agua―. Cole dijo que tendrías
como una resaca de energía.
Él tenía razón. Podía estar un poco mareada, pero sentía como si pudiera
derribar unos pocos árboles.
―¿Qué?
Negó.
Cole aplaudió.
―Lo siento ―dijo Cole, obviamente sin sentirlo―. Simplemente pensé que
esta ocasión monumental, cuando Jack y yo acordamos algo por tu futuro, debería
ser marcado con alguna especie de aplauso.
―No estoy de acuerdo contigo ―gruñó Jack―. Solo quiero mantenerla viva.
―Lo sé. Lo sé. ―Quitó mi mano de su pecho y me atrajo hacia él―. Estoy
contigo. Nunca serás reina. Destruiremos el Everneath.
―Pero… ―mi labio inferior tembló contra su camisa―, pero lo que dijiste…
―Te refieres a…
Se encogió de hombros.
―Diría que Cole se siente bastante seguro ahora. Piensa que al fin y al cabo,
haré mi mejor esfuerzo para forzarte a que te conviertas en reina en vez de verte
morir. Si vamos a destruir el Inframundo, necesitamos hacerle creer que él tiene la
carta más alta. ¿No lo crees?
Dejé salir un gran suspiro y volví a reposar mi cabeza, dejando que el sol de
la mañana brillara en mi cara.
―¿Qué?
―He estado mandándole correos todos los días, tratando de convencerlo que
todo esto no era una gran broma. No quería decirte para que no mantuvieras muy
altas tus esperanzas. Pero esta mañana temprano dijo que había encontrado algo
que quizás podría ayudarnos. Le pedí vernos, y acaba de decir que sí.
―Recuerdo ese día ―dijo Jack―. Pero no puedo creer que Cole estuviera allí.
Pensarías que nos habríamos dado cuenta que el cantante de Dead Elvis estaba
pasando el rato en la esquina del gimnasio.
Me encogí de hombros.
―La pregunta es, ¿por qué estaba allí en primer lugar? ¿Te siguió hasta allí?
Me encogí de hombros.
Miré por la ventana. Teniendo en cuenta cómo se había sentido Cole durante
ese recuerdo, me di cuenta de que Jack probablemente tenía razón.
Estuvimos en silencio durante la mayoría del resto del viaje al campus
universitario. Papá me iba a dar un sermón si se enteraba de que ya me estaba
perdiendo mi clase de Escritura Creativa, pero no podía evitarlo. Una vez que
llegamos a su oficina, el profesor Spears nos hizo entrar.
Me volví hacia Jack, mis cejas levantadas. Metió la mano en su mochila, sacó
una carpeta de manila, y la colocó sobre el escritorio del profesor. El profesor la
abrió. Dentro estaba la página de aspecto más antiguo de la colección de
documentos de la Sra. Jenkins, la página que nunca pudimos traducir. No sabía
que la había tenido con él. Se encogió de hombros.
―Quería animarlo a darse prisa, así que escaneé la página y se la envié por
correo electrónico. Le dije que podía ver la original si nos ayudaba.
Recordé que “fantasma Akh” era el término que el profesor había usado antes
para referirse a un Sempiterno.
―Frank dice que esta es la biblia del universo Akh. Yo pasé por eso. Todo
eso. Decidí que sería un entretenido ejercicio en casos hipotéticos. Así que, chicos,
me trajeron el texto antiguo. ¿En qué puedo ayudarlos?
Miré a Jack. Su boca se abrió por un momento. Luego la cerró. Luego volvió a
abrirla.
―¿Destruir qué?
Me ignoró.
―¿Por qué?
El profesor asintió.
El profesor me miró.
―Voy a dejar de decir la palabra “hipotético”, para hacer las cosas más
fáciles. Nikki está a medio camino de convertirse en un fantasma Akh. Queremos
salvarla a ella en primer lugar. ―Miré de reojo, pero Jack no me hizo caso―.
Después queremos destruir el Everneath. Así que, por favor, profesor Spears;
díganos qué sabe del Inframundo.
―¿En serio?
―Lo sé, lo sé. ―El profesor se acercó a la pizarra de la pared y uso la manga
de su chaqueta de tweed para limpiarla. Sacó la tapa de un marcador de borrado
en seco y se puso a escribir.
Mi cara debió haber parecido aún más blanca, porque una vez que había visto
mi expresión, hizo un gesto con la mano como si estuviera limpiando una pizarra
imaginaria frente a él.
Asentí.
Frunció el ceño.
Dejó que eso se hundiera por un momento. Eché un vistazo a Jack, quien
estaba mirando la pizarra.
―Están conectadas. Cada Sombra está conectada a otra Sombra, creando una
red de… poder. Así que imaginen nuestro globo, y luego imaginen una capa
fibrosa similar a una red dentro del látex, básicamente allí para hacerlo más fuerte.
Casi como una cota de malla debajo de la armadura de un caballero.
Suspiré.
―¿Un globo de cota de malla? Tal vez deberíamos haber venido con una
analogía diferente a la de un globo. El globo parecía tan… estallable.
El profesor asintió.
Jack y yo asentimos.
―Una vez más, todos esos corazones están conectados. Para destruir el
Everneath, cada corazón tendría que ser destruido.
Miré a Jack.
―Creo que recuerdo que Cole me dijo que los corazones en el Everneath son
mantenidos ocultos en la Corte Superior.
―Eso puede ser cierto ―dijo el profesor―. Pero de acuerdo a esto ―acarició
el diario―, el problema serían los otros corazones. Los corazones de la Superficie.
Los que cada Sempiterno tiene con él o ella todo el tiempo.
Jack se reclinó en su silla mientras se hundía en él lo que dijo el profesor.
―No podemos ―dije. Cerré mis ojos y puse mi cabeza en mis manos―. No
podemos. Básicamente nos está diciendo que es imposible.
Levanté mi cabeza.
―Cole me dijo una vez que romper sus dos corazones lo mataría. Pero solo
quería decir que lo haría mortal otra vez. Porque la mujer que convirtió a Cole,
Gynna, lo transformó para poder usar su corazón para intercambiarlo por el suyo
propio, así podía romper sus dos corazones. Y volver a ser humana. Romper los
dos corazones debería significar que volvería a ser humana.
―Tan pronto como sea posible. Becks solo tiene hasta que aparezca el otro
eslabón en su otra muñeca. Entonces tendrá que formar un Vínculo Centenario o
morirá. Tiene desde unos pocos días hasta una semana.
―¿Tienen un par de días a una semana, tal vez, para debilitar la membrana,
deshacer la red de Sombras, y encontrar y destruir todos los corazones
Sempiternos?
Jack asintió.
―Ese es el plan.
―Creo que deberíamos enfrentar las cosas más difíciles primero ―dije. No
podía creer que me estaba refiriendo a la tarea de averiguar la red que mantenía a
las Sombras juntas y luego destruirlo como la “cosa más fácil”, pero sabía que no
sería nada comparado a reunir miles y miles de corazones.
―Lo sé, lo sé. Mi punto es, creo que cualquier información real acerca del
Everneath se encontrará en el Everneath. Y ahora que soy medio Sempiterno, no
estaría filtrando energía por todas partes como la última vez, lo que significa que
podría pasar desapercibida.
―Diablos, no. Lloverá fuego antes de dejarte hacer eso. El sol saldrá por el
oeste antes de que eso suceda.
―¡Está bien! Fue solo una sugerencia. Lo haremos juntos. Y tal vez pueda
absorber cualquier exceso de energía que tengas, como Cole hizo por mí.
―Tal vez no tenga ningún exceso de energía luego de mis meses en los
Túneles.
Pensé en ello. Lo drenaron tanto… ¿En qué estaba pensando? Él estaba tan
lleno de emociones ahora. Pero quizás podría absorber su energía extra. Incluso si
no podía alimentarme de él en la Superficie, quizás podía hacerlo en el Everneath.
―Tenemos que conseguir uno de los cabellos de Cole ―dije. Jack levantó una
ceja―. No tengo mi corazón en la Superficie. No me puedo mover entre los dos
mundos sin eso.
Jack suspiró.
1
NFL: National Football League. Liga de fútbol Americana.
―En clase.
―¿Tan pronto?
―¿Cómo te sientes?
―Bien, ahora. ―Aunque según Cole, esta noche estaría débil de nuevo.
Tal vez esto sería fácil. A todo el mundo se le cae algún cabello en la escuela,
¿cierto? Tal vez habría un pequeño cabello rubio allí sentado en el escritorio de
Cole, esperando a alguien para llegar y tomarlo, solo que sería un cabello oscuro
ya que estaría disfrazado de Neal. ¿Llegaría ese disfraz hasta los cabellos que caían
de su cabeza? ¿Se convertirían en rubios mientras caían al suelo? No podía pensar
en una razón por la que no funcionarían de la misma forma con el cabello rubio de
Cole, pero nunca tuve la oportunidad de averiguarlo. Cuando llegué a la clase de
la Sra. Stone, el asiento donde Cole se había sentado el día anterior estaba vacío.
Jack asintió.
―Lo sé. Pero parece como si fuera a aprovechar cada oportunidad para estar
contigo, especialmente sin mí.
No sería la primera vez que había robado un cabello de Cole, y dado que
siempre estaba un paso por delante de nosotros, me preocupaba que lo viera venir.
Así que después de la cena, cuando Jack y yo estábamos en mi habitación, hice una
sugerencia.
―Estoy pensando que cada paso del camino, no podemos descartar cualquier
oportunidad de hacerlo bien. Puede que no consigamos otra. Y quiero que
aumenten nuestras probabilidades de cualquier manera que podamos. Creo que
sería mejor que luciéramos como si necesitáramos un poco de espacio entre
nosotros. Por una noche. Prefiero pensar demasiado que poco.
Frunció el ceño.
―Claro que no te gusta esto. Voy a pasar la noche con Cole. A nadie le gusta
eso. Bueno, excepto a Cole. Pero cuando me despierte con nueva energía mañana,
quiero ser capaz de tomar un cabello y correr sin luchar. Tomarlo por sorpresa. No
lo quiero al borde porque tú estés allí. Quiero que se sienta lo suficientemente
seguro como para cerrar sus ojos. Lo quiero cómodo y flexible.
Asintió.
―Viste como fue la noche pasada. Dormí durante toda la cosa. Demasiado
fácil. Solo conduciré hasta allí, entraré, me alimentaré, tomaré un cabello, y saldré.
Nos encontraremos en la mañana.
Jack sonrió.
―Está bien. Pero vas a estar en mis brazos hasta el momento en que te vayas.
Por las próximas horas, dormité en el hombro de Jack. A las once y treinta,
besé su mejilla.
Jack sonrió.
―¿Estás bien?
Tomé las llaves de mi auto, y los dos saltamos por la ventana. Jack me
acompañó hasta el auto, besándome como si nunca me viese de nuevo.
―Perdón, yo… ―Mi voz se cortó cuando vi su cara. Ojos negros. Labios
agrietados sonriendo alrededor de un agujero negro de una boca.
No podía respirar con su mano sobre mi boca. Arañé el brazo que tenía sobre
mi pecho, pero me ganaba por al menos cincuenta kilos.
Levanté mis brazos sobre mi cabeza y traté de arañar su cara, teniendo como
objetivo el lugar donde deberían estar sus ojos; pero todo a mi alrededor se estaba
poniendo oscuro, y cualquier energía con la que había llegado allí ahora se había
ido.
M
is pies golpeaban contra cada escalón mientras él me arrastraba por
las escaleras. Di un empujón débil contra el cemento, con la
esperanza de hacerle perder el equilibrio, pero mi fuerza se había
ido. Ni siquiera estaba segura de si moví mis pies. Cuando llegamos a la parte
inferior, abrió de una patada la puerta metálica y dio un par de pasos fuera, y
luego oí el sonido de cristales rotos.
Otro sonido, esta vez como un puño haciendo contacto contra una cara.
―¡Becks! ¿Puedes oírme? ―Abrí los ojos para ver el rostro de Jack, pero sólo
fue por una fracción de segundo.
El hombre de los ojos negros lo agarró por detrás, obligándolo a dejarme ir.
Me hundí en el suelo otra vez. El hombre era casi tan alto como Jack, e igual
de fuerte. No podía creer que él todavía estuviera en pie, teniendo en cuenta que
Jack había roto algo sobre su cabeza.
―Detrás de ti ―susurré.
La luz solar intensa instó a mis párpados a abrirse. Demasiado intensa para la
mañana. Parpadeé alejando la neblina, y cuando mis ojos se enfocaron, vi el rostro
de Jack.
Estaba sentado en el borde de mi cama, y estaba tan pálido que parecía que
no hubiera dormido en una semana.
―Becks ―dijo, con la voz quebrada―. Volviste a mí.
―No fui a ninguna parte ―dije. Entonces pensé en la luz del sol―. ¿Qué
hora es?
―Las cuatro en punto. Has estado fuera por más de quince horas.
Traté de sentarme pero perdí toda la fuerza del brazo a medio camino del
movimiento. Jack me ayudó el resto del camino.
―Lo intenté. Cada hora. Incluso te salpiqué la cara con agua fría. ―Hizo un
gesto hacia mi mesita de noche, donde había un recipiente casi vacío y pequeños
charcos de agua por todas partes―. No funcionó.
Jack cerró los ojos durante unos largos minutos y los volvió a abrir.
Mi respiración se aceleró.
―Lo sé.
―No lo sé.
Jack me tocó la parte interna del brazo, justo por debajo del codo, y la piel
reaccionó como un papel empapado de agua, como si estuviera a punto de
desmoronarse.
La visión de eso hizo que la bilis trepara hasta mi garganta. Me veía como si
estuviera usando la piel de otra persona.
―Lo sé. Ahora que estás despierta, iremos. Juntos. ―Apretó mi abrazo―.
¿Crees que alguna vez voy a dejarte fuera de mi vista otra vez?
Con esas palabras, suspiré y me fundí en su pecho por un momento.
Frenético.
Pero todo se movía más lento para mí. Empecé a decirle a Jack que no
necesitaba ir tan rápido, pero a mi cerebro le llevó al menos unos segundos enviar
el mensaje hasta mi boca. Jack daba saltos por la habitación como en una película
en avance rápido.
―¿Lista? ―preguntó.
Traté de sonreír, pero por cómo iban las cosas, no se mostraría hasta la
próxima semana.
Sus dedos agarraron el volante con tanta fuerza que me preocupaba que lo
arrancase por completo.
―No rompas… ―dije, más rápido de lo que pensé que podía, pero sin ser
capaz terminar la frase todavía.
―Intento no hacerlo.
Por supuesto mis palabras eran más profundas que la mera preocupación por
el volante. En este momento, estábamos haciendo todo lo que podíamos para no
fragmentar nuestras almas. Una vez más.
Era fuerte. Quiero decir, yo lo había sabido todo el tiempo; pero sentir su
fuerza mientras subía corriendo por los escalones conmigo en sus brazos, era
sobrenatural. Mi tamaño no era nada para él. Saltó con gracia los tres escalones
superiores, saltando con fluidez al pasillo y alrededor de la primera esquina.
Sólo se detuvo por un momento para asomarse por la esquina y asegurarse
de que no había más locos de ojos negros. Cuando pareció seguro de que no había
moros en la costa, nos llevó a la puerta.
¿Y si estaba todavía aquí? ¿Y si no estaba solo? Jack se hizo cargo de él, pero
él había tomado una buena paliza y todavía se encontraba tras nosotros. Si hubiera
tenido un amigo anoche…
Negué con la cabeza violentamente, pero quedó como una inclinación leve.
Jack todavía sabía lo que quería decir. Sus labios se curvaron hacia arriba.
Jack no debería haberme dejado afuera sola. En ese momento creía que
cualquier peligro aquí, ya no estaba en el apartamento de Cole. Estaba afuera.
Con una última mirada hacia las sombras más oscuras en la esquina noreste
del patio, me metí dentro del apartamento después de Jack. Cuando vi la sala de
estar, me quedé sin aliento. Trozos de lo que había sido el sofá de Cole yacían por
todo el suelo. Alguien había roto la mesa de café en cinco o seis piezas.
Quienquiera que fue había saqueado el lugar, buscando algo. Pero, ¿qué podían
estar buscando que fuera lo suficientemente pequeño como para caber en la pata
de una mesa de café?
Ningún trozo más grande de treinta cm. fue dejado intacto. Quienquiera que
hubiera estado aquí no dejó objeto sin tocar.
―La banda no está aquí. Y el que destrozó este lugar no se contuvo. ―Jack
me agarró la mano y caminamos a través de los destrozos de la sala de estar y
salimos por la puerta.
―¿Qué estaban ellos…? ―No pude terminar la pregunta, pero Jack lo hizo.
Todo fue destruido. Incluso el reloj de la mesita de noche. Fue hecho añicos.
Suspiró.
―El que estuvo aquí hizo un gran trabajo, y probablemente tiene lo que
vinieron a buscar. No había ni tres centímetros cuadrados intactos.
Me dejó por unos largos minutos, que podrían haber durado segundos u
horas, y luego volvió.
―¿Qué hacen? ¿Echar el lugar abajo cada vez que salen? ―Suspiró él―. No
encontré ningún cabello perdido. Vamos a salir de aquí.
Algo valioso. Algo pequeño. Los Sempiternos no dan mucho valor a las cosas
superficiales, como el dinero o los diamantes; pero las cosas superficiales no eran
las únicas cosas pequeñas de valor.
Había visto a Cole proteger una cosa pequeña en su vida. Así como Jack. Sus
ojos se estrecharon, y se quedó tan quieto como una estatua.
―Corazones.
Asentí.
―Pero, ¿por qué iba alguien a ir detrás de sus corazones? Quiero decir, ¿por
qué ahora?
Jack tenía razón. La única vez que había oído hablar de conflictos o
enfrentamientos entre los Sempiternos estaba en manos de la reina. O cuando
alguien estaba tratando de apoderarse del trono.
Cerré los ojos. ¿De eso se trataba? ¿Alguien averiguó lo que Cole había
planeado? ¿Alguien había averiguado que sobreviví al Vínculo?
―Jack.
―¿Qué?
Recogí la energía para hablar. Energía que no tenía. Pero las palabras seguían
viniendo.
―No te preocupes ―le dije―. Cole dijo que ellos mantuvieron mi identidad
en secreto. Se aseguró de que no había ninguna conexión en el Everneath entre él y
yo.
―Pero la gente en la Superficie saben que estás conectada con los “Dead
Elvises" ―dijo, amargura entrelazada en su voz.
―Está bien ―dije en voz baja―. Tienes razón. Por supuesto que tienes razón.
Alguien ha encontrado a Cole.
Y con esas palabras, puse voz a aquello de lo que estábamos más asustados.
Cole se había ido. Mi salvación, mi línea de vida, había desaparecido; y si no lo
encontramos para esta noche, o antes, probablemente moriría.
Jack agarró mi mano y llevó mis dedos a sus labios.
Jack no respondió de inmediato. Volví su mano y acaricié las líneas, los callos,
los nudillos… piel con piel. Había estado a punto de morir antes, y siempre me
sorprendió la forma en que hubo un momento de realización cuando todas las
cosas extrañas se desvanecían y mi conciencia se centraba solo en las cosas simples.
Los detalles de la piel de Jack. El sonido de su respiración. La forma en que los
labios de Jack se movían alrededor de sus palabras.
Estas eran las cosas que trascendían a la muerte. Estas eran las cosas de las
que estaba segura serían mi realidad después de la vida.
No, yo estaba lista para luchar por la vida. Mi propia, y las innumerables
futuras que sucumbirían a los Túneles si no destruimos el lugar.
J
ack condujo por todo Park City mientras intentábamos recordar todos
los lugares en los que habíamos visto anteriormente a Cole. Se detuvo en
casa de Harry O´s y se dirigió a las escaleras, pero regresó al auto
meneando su cabeza. Fuimos a Dead Goat Saloon, pero nadie allí sabía
nada sobre el paradero de la banda. Lo intentamos con los blogs habituales que
siempre parecían saber todo de los Deads, pero no había noticias.
―Dame tu teléfono ―dijo Jack una vez que regresó al auto―. Le llamaremos
de nuevo.
―Escríbele a Jules ―dijo―. Sólo para asegurarnos que Cole no fue a clase
hoy.
―Nunca está cerrado ―dije―. Abre las veinticuatro horas del día.
―¿Cómo?
Por lo visto no estaba bromeando, porque salió del auto. Le seguí. Con dos
empujones de sus hombros, forzó la puerta.
―Inténtalo tú primero.
―No quiero intentarlo ―dije. Cerré los ojos y me imaginé a los dos
hundiéndonos en el suelo.
Ahora no había empuje. No había nada excepto nuestros pies en los azulejos
del suelo.
Hice lo que me había dicho, imaginándome esa gran pared gris que rodeaba
La Comunidad de Ouros, recordando la loca carrera que hicimos por los pasillos
cuando Cole, Ashe, Max y yo intentábamos llegar al laberinto.
Cole había dicho que no podía perderme un día sin alimentarme de él. Estaba
empezando a sentir la verdad de esas palabras. Lo sentía desde mis músculos de
espagueti hasta mis huesos frágiles.
―Sabes que no pueden ayudar. ―No quería pasar mis últimos momentos, si
eran mis últimos momentos, con una bata de hospital y con médicos haciendo
pruebas inútiles y buscando corazones extraviados.
Miré a Jack y meneé mi cabeza. Fue entonces cuando vibró mi teléfono. Jack
lo sacó de mi bolsa, con los ojos abiertos de esperanza.
―No. Es Jules. Quiere saber si te sientes mejor. Le dije que no fuiste a clase
porque estabas enferma.
Meneé la cabeza.
―Lo sé. Va a funcionar. Pero si pasa algo, no intentes destruir nada. Sólo
quédate lejos. A salvo.
Los labios de Jack se relajaron y frunció el ceño, arrugando las cejas, con su
pecho subiendo y bajando con el dolor de un corazón que se estaba rompiendo. Me
tomó la mano y la presionó contra su pecho.
Parpadeé y asentí.
―Este corazón es tuyo. Te pertenece a ti. Late sólo por ti. Y en algún lugar
hay un corazón sin un hogar, y late por mí, y no nos daremos por vencidos hasta
que lo encontremos.
Cuando llegamos allí, Jack miró hacia más allá del limpiaparabrisas a… nada.
Puso el auto en el estacionamiento y lo dejó encendido, una reacción automática.
No hizo ningún movimiento para apagar el motor.
Decidí que no había prisa por entrar. Lo llevaríamos a nuestro paso. Mi padre
y Tommy probablemente estarían cenando, y yo no tenía prisa por una última
cena.
No. Trataría esta noche como cualquier otra. Era la única manera de tener
esperanza. Además, había aprendido tiempo atrás que las despedidas no tienen
sentido. El tiempo se deslizaría demasiado rápido con muchas cosas sin decir y
muchas oportunidades para que las palabras equivocadas escaparan de mis labios.
Intenté llegar a mi casa usando mis propias piernas, pero sólo di un par de
pasos antes de que Jack tuviera que levantarme de nuevo.
―Y así eran.
Nunca quise dejar de mirar su cara, pero antes de saberlo, mis ojos se
cerraron involuntariamente.
―No lo haré ―respondió. Pero pude imaginar que había algo que los dos no
podíamos controlar, y justo después de decirlo, me había ido.
Mi habitación.
Sueño…
Entro en una gran sala, las paredes están alineadas con estanterías y más estanterías
de baratijas: figuras en miniatura y dedales y juguetes de hojalata como si los hubieran
hecho en un siglo diferente. No pude mirar más de cerca, porque una mujer con un largo
cabello rojo y floreado sale de detrás de una de las estanterías.
La reina. Adonia.
Me echo hacia atrás y luego me giro para salir de la habitación, pero la puerta ha
desaparecido. Me giro para enfrentarme a ella.
―Te veo ―dice la reina. Dijo las mismas palabras la primera vez que soñé con ella.
―No, no me ves.
Da un paso adelante y baja su cabeza hasta que se pone al mismo nivel que la mía.
Intento moverme, pero mis músculos no obedecen mi cerebro. Eleva una larga y roja uña
hacia mi mejilla, justo debajo de mi ojo, y va hacia abajo. Parece un cuchillo contra mi piel,
tallando mientras baja. Intento gritar, pero no sale ningún sonido.
Sus labios rojos forman las siguientes palabras como si se estuviera inventando el
lenguaje al hablarlo.
Abro los ojos y encuentro la cara de Jack a unos centímetros de la mía. Una
vez que vio que mis ojos se habían abierto, suspiró y besó brevemente mis labios.
Luego se echó hacia atrás y me miró la cara.
―¿Qué dice?
V
einte minutos más tarde, estábamos estacionados en el comedor
de beneficencia, que estaba al lado del refugio para
desamparados. Eran casi las diez ahora. Cole había estado
desaparecido durante casi dos días.
Incluso con hollín por toda la cara y el cabello revuelto, sabía quién era.
Cole no esperó para que nosotros camináramos hacia él. Con una intensa
mirada, salió disparado de su asiento y corrió a toda velocidad a través de la
habitación, dejando a Dan espantado detrás de él.
―Nikki ―dijo, con una larga expulsión de aire, como si hubiera estado
conteniendo su respiración durante años. Los siguientes sonidos que salieron de su
boca no se parecían a palabras en absoluto, y me tomó un momento recordar que
Christopher dijo que el extraño hombre no hablaba inglés. Lo que sea que las
palabras significaban, sonaban frenéticas.
Usando la energía que Cole me acababa de dar, corrí hacia Jack y tiré fuerte
de su brazo. Me devolvió la mirada con los ojos en blanco que lentamente
volvieron a enfocarse, y cuando lo hicieron, inclinó su cabeza.
Se inclinó hacia adelante y le tendió una mano a Cole, que estaba frotando su
mandíbula y mirando con recelo a la mano recientemente ofrecida.
Después de varios minutos, cuando podía sentir los ojos de Jack taladrar
agujeros en nuestras cabezas, retrocedí. Fue increíble lo rápido que me sentí
rejuvenecida. Cole, por otra parte, se veía como el infierno. Lo que sea que le había
estado pasando en los últimos dos días, no fue bueno.
Y sin embargo, mientras miraba mi cara, sonrió y habló otra vez en un idioma
que no entendía.
―Inlgésk
Cole asintió.
Miré hacia Jack, quién se encogió de hombros hacia mí en una especie de no-
tengo-idea.
Jack asintió.
Jack sonrió, el alivio de que yo estaba viva ―al menos por ahora― evidente
en sus ojos.
Podía decir que él me entendió, pero no se movió. Tendría que reconciliar mis
sentimientos hacia él más tarde. Por ahora, solo necesitábamos sacarlo de aquí.
―Está bien. Vamos. ―Saludé a Jack, indicando que tomaría a Cole. Desde el
momento en que encontré a Christopher hasta que llegamos al auto, Cole no se
alejó más de dos metros de mí. Incluso en el auto, se sentó en el asiento de atrás
pero se inclinó hacia delante así su cabeza descansaba en el lado de mi respaldo.
Se encogió de hombros.
Miré a Jack para ver si tenía alguna idea de lo que significaba, pero Jack negó.
―De acuerdo, Cole, Voy a hacerte preguntas, y solo asiente para sí y niega
para no.
Asintió.
Cerró sus ojos por un prolongado parpadeo, entonces los abrió y negó. Él
parecía tan triste, pero yo sabía todas las maneras en las que me había traicionado
antes de que sus miradas pudieran ser engañosas.
Me dije que no dejaría que ocurriera de nuevo. Llegaría al fondo de esto, pero
no sería atrapada.
―Está bien, Cole. Estás bien ahora. Entiendes inglés. Ahora solo necesitamos
que consigas hablarlo. Repite después de mí. Mi nombre es Cole Stockton.
―Mi nombre es Cole Stockton ―dijo con un marcado acento, pero al menos
lo dijo.
2
No sé lo que pasó. (Noruego)
Para el momento en que habíamos llegado a mi casa, estaba hablando
oraciones completas. Le tomó unos cuantos intentos y la imitación de mis propias
palabras para que algo dentro de su cabeza hiciera click; e incluso cuando hablaba
inglés, todavía lo hacía con acento. El acento sonaba como escandinavo, y recordé
que Cole había nacido en Noruega. ¿Estaba hablando noruego?
Se encogió de hombros.
Jack y yo le miramos.
Jack negó con la cabeza hacia mí, obviamente notando las extrañas palabras
como alojarse y hospedarse.
―Averiguaremos por qué sir Cole está hablando como un caballero más
tarde. En este momento, vamos a encontrar un hotel.
Entrecerré mis ojos hacia Jack. Quizás Cole estaba fingiendo su pérdida de
memoria así podría espiarnos.
―Nada ―dije.
Mientras Jack nos registraba, envié un mensaje de texto a Jules para ver si
podía cubrirme así podía decirle a mi padre que estaba durmiendo en su casa. Ella
contestó y dijo que lo haría y luego preguntó si estaba bien. Le dije que sí y le
agradecí, luego le envié un mensaje de texto a mi padre para que no se preocupara
por mí.
Jack entrecerró los ojos con escepticismo y se apoyó contra la puerta cerrada.
Me senté junto a Cole y aparté un mechón de cabello sucio de sus ojos. Sus
mechones rubios estaban a escasos centímetros por debajo de lo que parecía barro.
Sus ojos lucían tan blancos, como si fueran ventanas a una habitación vacía.
Frunció el ceño.
―Eres Nikki.
Inclinó la cabeza hacia los lados como si estuviera tratando de recordar lo que
había pasado solo veinte minutos atrás. Su labio inferior empezó a temblar.
―Solo sé que tenía que encontrarte. Se supone que debo estar contigo.
―¿Quién?
―¿Qué banda?
Suspiré.
―The Dead Elvises. Tu banda. Tú, Max, Oliver y Gavin ―dije los nombres
lentamente.
Miré a Jack.
―¿Quién dice que el hombre de ojos negros no trabaja para Cole? ―dije.
Sabía que estaba siendo completamente irracional con esa acusación, pero no
podía evitarlo. Era el producto de mi reciente espiral de odio por él.
Jack miró a Cole, asegurándose de que estaba dormido, y entonces puso sus
labios en mi oído.
Miré en los ojos marrón chocolate y dejé que la tranquila naturaleza de Jack
se arrastrase sobre mí. ¿Cuál era el peligro? Teníamos a Cole de regreso. Estaba a
salvo ahora. Teníamos un plan para acabar con el Everneath. No sabía si era mi
renovada energía o el hecho de que ninguno de nosotros había sido capaz de
relajarse en lo que parecía un largo tiempo. O quizás era el hecho de que Cole
estaba más que dormido, estaba desmayado en la otra cama.
―No te preocupes ―dije con una sonrisa―. Está fuera de combate. Además,
tengo una camiseta debajo. Y otra de tirantes debajo de eso.
Oí la inhalación de Jack.
La sangre corrió a mis mejillas. Busqué algo para lanzárselo, pero entonces
capturé la mirada en su cara. Era pura e inocente alegría.
―Déjalo ir ―dije.
La anterior paciencia de Jack con Cole había sido destruida. Las líneas
alrededor de sus labios y ojos estrechas, y apretó el puño.
Jack levantó una ceja ―sabía que sólo utilizábamos las papas a la francesa en
extremas emergencias― y luego asintió y se sentó en el escritorio.
―¿Qué? ―dije.
Él sonrió expectante.
Jack trató de darme una mirada acusatoria, pero las apretadas líneas
alrededor de su boca temblaron.
Levanté mis manos, con las palmas hacia fuera, en mi mejor gesto inocente.
Mordió su labio.
―Creo que tengo una manera en la que podemos averiguar si Cole miente o
no, pero necesitaríamos al profesor.
―Esa es la excelente cosa. Cole no lo sabe. ―Serví una taza de café para Jack
y luego una para mí. Me sentía tan emocionada, finalmente un paso por delante de
Cole, para estar manipulándolo a él en lugar de él manipulándome a mí―. En este
momento, Cole es una página en blanco. Y podemos llenar esa página con
cualquier historia de fondo que queramos.
La Superficie. El hotel.
J
ack inclinó la cabeza.
―El tipo que convence a Cole que quiere lo mismo que nosotros. ―Le
pasé el café a Jack―. El tipo donde él quiere destruir el Everneath tanto como
nosotros. Tal vez aún más.
Jack levantó las cejas mientras se llevaba la taza a la boca. Sopló sobre el
humeante café y luego tomó un sorbo y tragó.
―Nunca seguiría con la trampa si piensa que nos está ayudando a destruir el
Everneath.
Asentí.
Veinte minutos más tarde, Cole estaba sentado en una cama, Jack y yo en la
otra. Le habíamos dicho cómo él era un Sempiterno, pero también añadimos una
historia de ficción de fondo, esperando que lo hiciera querer ayudarnos. Me
miraba con el ceño fruncido en su rostro.
Asentí.
―¿Cómo? Hazlo.
Su rostro estaba serio. Aquí estaba Cole, pensando que yo era la fuente de luz
justo después de que le dijera la mentira más grande. Ante sus palabras, la culpa
superó mi odio por un momento. Mi resolución flaqueó, y Jack se metió.
―Así que ahora, Cole, tenemos que ir a ver a un hombre llamado profesor
Spears. Esperemos que, a pesar de que no puedes recordar nada, algo venga a ti.
Dos horas más tarde, estábamos sentados en el despacho del profesor Spears,
esperando a que regresara de una clase.
Los tres nos sentamos frente al escritorio del profesor, un busto de mármol de
Poseidón mirando hacia nosotros.
La puerta se abrió, y el profesor Spears entró.
―Ah. Bueno. ¿Por qué un fantasma Akh querría acabar con el Everneath?
―Por lo tanto, profesor, Cole está aquí de nuestro lado. Pero tiene algún tipo
de amnesia. Él y sus amigos Sempiternos desaparecieron hace dos noches. Un gran
tipo con ojos negros podría haber estado involucrado. Cuando Cole regresó, tenía
amnesia. Y sus amigos aún no han aparecido. Por lo que sabemos, podrían haber
comenzado su Vinculación Acelerada pronto. Pero Cole aquí no puede recordar.
¿Tiene usted alguna idea de lo que podría haberle ocurrido?
El profesor frunció el ceño y dio un par de pasos más cerca de Cole. Puso su
dedo en la clavícula de Cole, señalando un rasguño profundo que no había notado
antes. El rasguño se hacía más grande, mientras desaparecía debajo del cuello de
su camisa.
―No me atrevería a decir lo que pasó, pero esto parece… tortura. Y parece
fresco. Tal vez no en el último día, pero sin duda ocurrió dentro de la semana
pasada.
El rostro de Jack se había vuelto ceniciento. Él miró hacia otro lado, casi como
si quisiera darnos a Cole y a mí algo de privacidad. Lo amaba por eso en ese
momento.
Una vez que el profesor había terminado de hablar, los cuatro nos sentamos
en silencio por un momento. Ahora que sabía que Cole había sido torturado… no
sé. No cambió nuestro curso de acción necesariamente. Pero, ¿quién le torturaría?
Sólo podía pensar en una persona. La reina. O alguien que actúe bajo sus
órdenes.
Él se encogió de hombros.
Las caras de Jack y Cole estaban sombrías, y yo sólo podía asumir que
reflejaban mi propia expresión.
Me moví en mi asiento para poder verlo. Consideré mentirle y dar con otra
historia grandiosa acerca de cómo cientos o miles de personas también morirían si
falláramos, pero en este momento, la verdad parecía ser el mejor curso de acción.
―¿Cómo?
―Porque tú… porque alguien me robó el corazón. Lo que significa que estoy
a medio camino de convertirme en un Sempiterno. Y estoy cada vez más débil.
Puedo sobrevivir alimentándome de ti, pero eso es sólo una solución temporal.
―Miré involuntariamente al eslabón en una de mis muñecas y luego miré a la otra.
¿Vi la débil sombra de una línea? Cerré los ojos y continué―: Y con el tiempo voy a
tener que tomar un sacrificio humano para el Everneath y alimentarme de él… o
ella… por un siglo. Pero la cosa es, que el sacrificio, que el Desposeído, luego sería
condenado a los Túneles, donde él o ella moriría lentamente. Y nunca le haría eso a
alguien.
―Pero si te hace salvarte… ―Cole hizo una pausa y pareció pensar en ello
por un momento―. Jack haría eso por ti. ¿No lo harías, Jack? ―dijo Cole como si le
estuviera diciendo a Jack que me prestara un dólar.
Me reí incrédulamente.
―Lo siento. No recuerdo todos los detalles, pero por alguna razón… no sé.
Siento como que la muerte no es tan importante como todos pensamos que es.
Jack resopló.
―Viniendo de alguien que hizo todo lo que pudo para mantenerse con vida
para siempre.
Cole negó como si estuviera inseguro de qué lado quería tomar en este
debate.
―No sé lo que hice antes. Tal vez es porque tengo cientos de años, como
dices. Tal vez mi subconsciente sabe que tengo que estar muerto. Tal vez es por eso
que la muerte se siente tan natural. Tan inevitable.
Durante mucho tiempo, el silencio cayó sobre nosotros sólo roto cuando Jack
puso la intermitente para nuestra salida de la Intersección Kimball.
La pregunta más difícil era: ¿Qué haces con alguien que no recuerda todas las
cosas malas que ha hecho? ¿Cómo lo consideras responsable cuando ni siquiera
recuerda quién es?
Si todo fuera un acto, creo que habría jugado su mano por ahora. Dicho esto,
sé que ninguno de nosotros confiaba en él. No le debo el perdón a Cole, pero, ¿se lo
debo a este amnésico en el asiento trasero?
¿Qué íbamos a hacer? Miré por la ventana por un momento. Habíamos hecho
todo lo que habíamos podido para asegurarnos que Cole no estaba mintiendo, así
que sólo había una cosa por hacer.
Jack asintió.
―Eso tiene sentido. Pero más que nada de esto tenga sentido. ¿Qué es lo que
tienes en mente?
―Hay alguien que puede ser capaz de ayudarnos con las Sombras.
Ambos, Jack y Cole estaban escuchando con atención. Seguí esperando para
que Cole se involucrara, o al menos sacara la conclusión de que estaba tratando de
orientarlo, pero él parecía como si nunca antes hubiera escuchado esta historia.
―Tú le ayudaste a encontrar algo una vez. Algo que había perdido. ―Negué.
Cole una vez había usado la misma frase genérica conmigo para explicarme la
lealtad de Ashe.
Cole se fijó en cada palabra como si no tuviera idea de a dónde iba con esto
pero no podía esperar a descubrirlo.
―Pero, ¿por qué nos ayudaría Ashe? ¿Por qué iba a traicionar la red de las
Sombras si sabe que queremos destruirla?
―Podemos hacer eso. La pregunta, sin embargo es: ¿Cómo vamos a llegar a
este… Everneath?
Asentí.
Técnicamente, Cole podría llevarnos al Everneath desde cualquier lugar, pero
en el estado en que estaba y la forma en que había olvidado todo, no quería hacerlo
más difícil de lo que sería.
―Mierda ―dije.
―¿Por qué?
Cole tomó una mía, Jack tomó la otra, y después, a regañadientes, Jack tomó
la mano de Cole. Formamos un círculo. Pensé brevemente acerca de todas las
maneras en que esto podía ir mal. Podíamos aterrizar en medio de la plaza de la
ciudad de Ouros. En el peor de los casos, apareceríamos durante uno de los
Festines de la reina. Podíamos caer en medio de una convención de las Sombras o
algo. Al menos no podíamos aterrizar en ningún lugar del laberinto. La tele
trasportación directa dentro de los tres anillos era imposible sin un Sempiterno ya
ahí para agarrar tu mano.
Él negó.
Abrí un ojo y vi a Cole. Sus ojos estaban cerrados, y tenía una mirada
tranquila en su cara. Abrí ambos ojos y atrapé al nuevo empleado dándonos a los
tres una mirada extraña.
―No lo sé. ¿No puedes… pensar ir hacia abajo? ―Había estado tan
recientemente en su posición que me di cuenta de la inutilidad que sentía.
Él apretó sus labios y luego empezó a hundirse más bajo. Pero sólo estaba
flexionando sus rodillas.
―¿Qué?
C
uando la agitación finalmente se detuvo, abrí los ojos y me quedé
mirando un cielo que era demasiado azul, como si hubiera
conseguido confundirse con el mar. Instintivamente, levanté una
mano para protegerme los ojos del sol, pero por supuesto no había sol, porque se
trataba de un falso cielo. Un cielo que había esperado nunca volver a ver.
Volví la cabeza. Jack estaba tendido de espaldas a un lado de mí. Cole estaba
en el otro lado, sentado, con las rodillas contra el pecho y los codos apoyados en
ellas como si estuviera sentado en algún lugar en una playa. Estaba mirando hacia
el frente, con el ceño fruncido.
―¿Estás bien?
Me di cuenta de que era su primera vez de volver al Everneath desde ese día
que había arañado su salida de los Túneles.
―No estoy seguro. ―Los abrió de nuevo y miró a su alrededor―. ¿Qué pasa
con el aire aquí?
―Lo hiciste, Cole. Creo que estamos en el interior de Ouros. Creo que
estamos bien.
Cole miró el cartel con una sonrisa de “ni idea” en su rostro. Jack tiró de la
sudadera con capucha de Cole arriba y hacia adelante, cubriendo tanto como pudo.
Miré hacia abajo a los varios pasajes que se ramificaban desde donde
estábamos y, con una sensación de hundimiento, me di cuenta de que nada me
resultaba familiar.
―No lo sé. Todas las calles tienen el mismo aspecto. Ni siquiera sé si estamos
empezando en el mismo lugar que lo hicimos antes.
Miró hacia Cole para asegurarse de que no estaba mirando y luego me dio
una pequeña inclinación de cabeza.
Jack sonrió.
―¿Sabes lo que pasó con el chico que gritó lobo demasiadas veces…?
―¿Qué pasó?
Cuando vi a Ashe, mi boca se abrió. Él había cambiado. Lucía raro antes, con
su color gris y textura de humo. Pero incluso en el relativamente poco tiempo
desde que lo había visto por última vez, su coloración se había vuelto de un tono
negro profundo. Cabello negro yacía plano contra la piel negra a juego en su
cabeza y cara. Ya no podía discernir cualquier blanco en sus ojos. Cada parte de su
cuerpo estaba negro. Era como si ahora estuviera hecho de aceite. Sabía que el
Everneath corría en un marco de tiempo diferente, pero la magnitud del cambio
era impactante.
Él debía estar ahora más cerca de una Sombra que nunca. La visión envió
escalofríos por mi cuello y espalda. Se parecía tanto a las Sombras que me habían
atacado en la plaza de Ouros la primera vez que había venido por mi cuenta. De
repente, no estaba segura de que era una buena idea. Pero al menos Ashe todavía
tenía la forma de un hombre y no la forma fluida de las Sombras completas.
Pasamos, uno por uno; y al pasar, Ashe finalmente pareció darse cuenta de
quién era yo.
―¿Cómo escapaste?
―¿Escapar de qué?
―Amnesia ―dijo Ashe. Miró a Cole de nuevo, esta vez un poco crítico―.
Tienes suerte.
―Mantenlo cerca ―dijo Ashe―. Puedes cambiar de opinión una vez que
escuches lo que tengo que decir.
Ni Jack ni yo tocamos nuestros vasos, pero Cole, quien más necesitaba una
cabeza clara, tomó un trago gigante y bajó el vaso vacío con un ruido sordo.
Ashe sorbió su propia agua y luego lo dejó abajo. Se volvió hacia Cole.
―Ha habido una recompensa por tu cabeza desde tu encuentro con la reina.
Cuando estuviste aquí con Nikki. Al final del laberinto.
Ashe mi miró.
Ashe asintió.
Asentí.
Ashe miró a Jack y luego a mí.
―Es mejor que tengas la esperanza de que esos recuerdos no vuelvan nunca
más.
―¿Qué hay sobre la banda? ―preguntó Cole―. ¿La reina aún los tiene?
―No lo sé. Si los tiene, lo está manteniendo en secreto. Las Sombras tampoco
lo saben, porque no he oído o visto ninguna información sólida. Había algunos
rumores procedentes del elemento criminal aquí, rumores de que la banda escapó
y estaban arreglando un Vínculo Acelerado ilegal; pero no he sido capaz de
confirmar nada. Ya que soy parte Sombra, nadie parecer querer hablar conmigo
sobre las actividades criminales.
―Pero si eso es verdad, ¿la banda podría estar aumentando para una batalla?
Red de Sombras. Las primeras palabras que sonaron como si pudieran tener
algo que ver con la red entre Sombras.
Miré a Cole con cautela, esperando que dijera que sí y recordar no divulgar la
verdadera razón por la que habíamos venido.
―Tengo un millón.
Ashe asintió.
La Superficie. Sudáfrica.
Ashe miró hacia el río desde más de doscientos metros sobre él. Estaba de pie
en el centro del puente de Bloukrans; uno de los puentes más altos del mundo, o al
menos en Sudáfrica; y se inclinó sobre la cornisa.
Excepto que el aburrimiento para un inmortal se sentía más que eterno, y más
restrictivo, que para sus contrapartes humanas.
Ashe parpadeó y luego asintió, sus dedos de los pies aventurándose más allá
del borde.
―¿Hola?
―¿Funcionó? ―pregunto la voz del otro lado del teléfono. Ashe conocía esa
voz. Era Cole―. ¿La olvidaste?
―Y lo hice ―dijo Ashe―. Estuve con Sheree hasta que murió de cáncer.
Cuando me abandonó, me quedé en el Everneath por un largo tiempo. No dejé mi
casa. Es por eso que me perdí el último Vínculo. Perder el Vínculo es lo que
comenzó mi transición para convertirme en una Sombra.
Estaba observando a Ashe, pero en todo lo que podía pensar era el hecho de
que un Sempiterno había admitido que había estado enamorado de un humano. Y
Cole apoyaba ese amor. Siempre me había dicho que era imposible que los
Sempiternos amaran. Para él específicamente. ¿Y ahora oír su parte en lo que fue
esencialmente una historia de amor? ¿Saber que en un punto de su vida, había
recomendado que su amigo eligiera el amor?
Estas historias no parecían encajar en el Cole que conocía, pero eran reales.
¿Por qué había estado tan determinado en esconder esta parte de sí mismo? ¿Lo
asustaba ser vulnerables a las emociones humanas?
―No ―dijo Cole, sorbiendo de nuevo―. Pero esa historia es tan hermosa.
Apreté mis labios. No sabía qué hacer con esta versión de Cole, y la
incertidumbre de cómo debería tratarlo era insoportable. ¿Se suponía que estas
historias me harían sentir lástima por él?
Elegí la ira.
―El viejo tú odiaba el amor. Lo odiaba. Los que tomaban decisiones basadas
en el amor eran débiles. Los que querían una vida rodeada de sus seres queridos
eran ignorantes. Para ti, no era para nada hermoso. ¡Nunca fue hermoso!
―Si eso es verdad ―dijo Cole―, entonces por qué, luego de que me he
olvidado de todo… todo… ¿por qué sé que aún te amo?
Capítulo 15
Traducido por Apolineah17
Corregido por Nanis
E
l aire salió de mis pulmones.
―¿Qué?
Miré a Jack, quien estaba frunciendo el ceño, pero con piedad, no con ira. Me
giré hacia Cole.
Cole frunció el ceño con todo su cuerpo; entonces una mirada extraña y
salvaje apareció en sus ojos y de repente me preocupó lo que iba a decir a
continuación. Tomó una profunda respiración.
―La verdad es, Ashe, la única razón por la que estamos aquí es porque
queremos acabar con el Everneath.
―No. Es hora. ¿No lo crees? ¿Cuántos siglos más has estado vivo? ¿No
quieres ver lo que hay en el otro lado?
―No ―dijo Cole. Hizo un gesto con la mano para que Jack volviera a
sentarse. Jack lo hizo, pero su expresión parecía asesina―. Mira la vida que estás
viviendo ahora mismo, si puedes llamarla una vida. No tienes a nadie. Y,
literalmente, no tienes un cuerpo. Has perdido al amor de tu vida. A ambos. ¿Qué
tienes para vivir ahora? ¿Quieres ser una Sombra? ¿Quieres que tu única razón de
existir sea trabajar para la supervivencia del Everneath?
Cole me dio una mirada como diciendo: Confía en mí. Pero, ¿cómo podría
confiar en alguien que ni siquiera sabía su propio nombre? ¿Alguien que ni
siquiera sabía lo que significaba ser un Sempiterno? Y ahora estaba hablando como
si todos estarían de acuerdo con él. Sería como yo yendo con mi vecino y siendo
toda: ¡Oye, vamos a destruir el mundo! Hemos vivido el tiempo suficiente. ¿Estás dentro?
―Por la inmortalidad ―dijo Ashe―. Es por eso por lo que todos vivimos.
Elegimos esta vida porque la inmortalidad es lo único importante. Lo es todo.
Ashe se quedó inmóvil por un momento, sus ojos puestos sobre el rostro de
Cole. Tal vez estaba esperando ver si él empezaría a reírse. Tal vez estaba
esperando que algún equipo de Cámara Indiscreta entrara. Lo que fuera que
estuviera esperando, no sucedió. Nadie hizo nada.
―¡Sí! ―asintió Cole―. Sí, todo el que está vivo tiene que tener una respuesta
para esa pregunta. ¿Para qué estás viviendo?
No lo sabía. Pero eso nunca funcionaría en Ashe. Por lo menos, asumía que
no lo haría. Pero entonces Cole dijo:
―¿Qué pasa si pudieras tener a Sheree de regreso? ¿Qué pasa si ella te está
esperando en el otro lado para que la sigas?
―¿Y si no lo está?
Una gigante y aceitosa lágrima negra escapó de una de las cuencas de los ojos
de Ashe. ¿Estaba funcionando? No podía creerlo.
―Creo que hay otro lugar para nosotros y otra manera. ―Cole levantó la
mirada hacia el techo por un momento, como si estuviera simplemente calculando
algo―. Y la única manera en que podemos llegar a él es a través de una muerte
mortal.
Cole se estiró para tomarlo del brazo, pero no pudo agarrar nada; Ashe
estaba cerca de ser una Sombra completa.
Cuando nos quedamos solos, todo lo que podía hacer era mirar a Cole.
Pero Cole nos ignoró a ambos. En el segundo en que la puerta se cerró detrás
de Ashe, se puso de pie y fue hacia la ventana.
Jack cruzó a habitación y se paró frente a Cole. Apretó las manos en puños.
―¿Quieren seguirlo para ver cómo se comunica con el resto de las Sombras?
―preguntó Cole―. ¿O quieren quedarse aquí sentados gritándome?
Cole asintió.
En un abrir y cerrar de ojos, Jack estaba dos pasos por delante de nosotros,
abriendo la puerta y saliendo a la calle.
Capítulo 16
Traducido por MaEx
Corregido por Nanis
N
os quedamos escondidos tan bien como podíamos mientras
seguíamos a Ashe. Recordé de nuevo el día del apagón en el
Everneath, justo antes de que Cole y yo hubiéramos entrado en el
laberinto. Habíamos tenido que escondernos en el sótano.
Esa noche, me había dormido contra Cole. Había pensado que era mi amigo.
―Si no lo hacemos, puede que nunca tengamos otra oportunidad ―dijo Cole.
Antes de que la entrada pudiera desaparecer otra vez, los tres saltamos
dentro.
―¡Ow!
Cole me dio una mirada en blanco, pero Jack empezó a temblar a mi lado.
Podía sentirlo. Puse mi mano en su brazo, pero lo alejó inmediatamente. Sabía que
solo era un movimiento reflejo.
―No te voy a dejar sola con él ―dijo. Ahora que estaba angustiado, no pudo
ocultar su desconfianza hacia Cole.
―No tenemos ni idea de hasta dónde llega este túnel ―dije―. No puedes
hacer esto. Aparte del hecho de que apenas puedes respirar… no. No te dejaré.
Incluso con las más ligera y tenue luz, la cara de Jack se veía pálida y
cenicienta. Sería inútil para nosotros en esa condición, pero no iba a decirle eso.
―No es muy fuerte para empezar. Ahora es apenas visible. Estarás bien
siempre y cuando te quedes en las sombras.
Jack asintió. Por suerte, estaba de acuerdo con nosotros, porque no había
manera en la que sobreviviría en un lugar tan pequeño. De hecho, solo verlo me
hizo preguntarme si alguno de nosotros sobreviviría. Pero Cole y yo estábamos
más delgados que Jack, y no habíamos sido traumatizados tanto como él.
Jack llegó hasta donde había estado la entrada. Por un segundo me pregunté
si realmente se abriría de nuevo o si todos estábamos atrapados aquí, pero se abrió
bajo la presión de su mano.
Entonces, Jack saltó fuera del agujero y cerró la puerta detrás de él, y Cole y
yo estábamos solos.
―¿Qué? ―dije.
Negó.
―Años. Pero se siente como una eternidad. ―Usé mis manos para
ahuyentarlo hacia delante―. ¿Por qué?
Aparté la vista.
―Continuemos.
Cien palabras para explicar cómo había muerto mi madre, cómo su asesino se
había librado por un tecnicismo, y luego, cómo pensé que Jack me había engañado.
Y Cole estaba allí para mí.
―Hice una serie de malas decisiones. Pensé que nada podría ser peor que
sentir tanto dolor. Pero estaba equivocada.
―Y venir conmigo terminó siendo peor que el peor dolor que pudieras
soportar.
Asentí lentamente.
―Lo siento ―dijo otra vez. Puso su mano sobre su corazón como si
necesitara evitar que se desparramase. Pero él no tenía corazón.
Cole asintió como si no hubiera nada en el mundo que quisiera más en este
momento que escaparse de la conversación actual.
Pensé en ello. Si iba la última, todo lo que estaría pensando es que si alguien
estaba persiguiéndonos me atraparían primero. Quizás lo mismo ocurriría si estaba
al frente, pero al menos, en frente sabía que estaba enfrentando el peligro.
―Primera ―dije.
L
a única iluminación provenía de forma intermitente desde el
encendedor de Cole detrás de mí. E incluso cuando lo encendió, yo
estaba bloqueando la mayor parte.
Cole lo pago. Pude ver, lejos en la distancia, un punto de luz que se movía
arriba y abajo. Pero cuanto más me concentré en ello, más me di cuenta de que no
era luz en movimiento. Era la ola del túnel moviéndose hacia arriba y hacia abajo.
―Así, que, tu plan era, A, conseguir que Ashe mordiera el cebo, ¿y luego no
hubo B?
―Básicamente.
―Cuando lleguemos allí ―dijo Cole―, no hagas nada. Sólo vamos a echar
un vistazo a donde se encuentra su sede y ver si podemos ver algo que te ayudará.
No tomes ningún riesgo.
Cuando nos acercamos a la apertura, pude ver que la luz no venía de fuera.
En lugar de ello, venía de una pelota brillante gigante con forma de huevo. Las
Sombras bailaban de un lado a otro frente a ella. Sombras. Reunidas alrededor de
la pelota como los humanos reunidos alrededor de una fogata.
―¿Qué?
Me concentre en describir la escena.
―Es tan grande como las cavernas de Vinculación. Las Sombras se reúnen
alrededor de la pelota, tocándola. Y cuando la tocan, la luz de la bola se condensa
contra sus dedos. Es como si estuvieran obteniendo poder de la pelota
De repente, una figura más densa se acercó a la pelota y le puso una mano
más definida en su superficie. En vez de dibujar la luz hacia su lado, el contacto
empujó la luz más lejos.
―Es Ashe ―le dije―. Tocó la pelota. Pero la luz se va lejos de su toque.
―Ondas de luz emanaron desde el punto de contacto, y de pronto, por encima de
la bola, una imagen apareció. Tridimensional, como un holograma.
Era la cara de Cole. Luego mi cara. Luego el rostro de Jack. Existiendo para
que todas las Sombras las vieran.
Comencé a gatear hacia atrás, mis pies chocando contra la cara de Cole.
―¡Cuidado, Nik!
―¡Muévete, muévete!
Nos arrastramos hacia atrás hasta que llegamos a un lugar que era lo
suficientemente grande para que nos volteáramos. Tal vez fue porque yo era
mucho más pequeña, pero me movía más rápido de lo que Cole podía. Empujé
contra sus pies, tratando de darle una palanca adicional como un trampolín.
―¡Sigue corriendo!
Las señales por las calles cambiaban para mostrar tanto la cara de Cole y la
mía, y debajo de la imagen, estaban las palabras Traidores a la nación.
Cole me agarró la mano y cerró los ojos, y me tomó una fracción de segundo
cuando mis pies estaban levantados del suelo para darme cuenta de lo que estaba
haciendo.
3
Traviesa: En vías férreas, las traviesas o durmientes, son los elementos transversales al eje de la
vía que sirven para mantener unidos y a la vez a una distancia fija a los dos carriles (rieles) que
conforman la vía.
―¡No! ―Tiré mi mano―. No estamos dejando a Jack.
Parecía como si fuera a tratar de agarrar mi mano de nuevo, pero luego cerró
los ojos y asintió con la cabeza rápidamente.
Bajamos por la calle. Un par de Sempiternos nos vieron venir y saltaron fuera
del camino. Tomé la primera a la derecha y luego a la izquierda y luego otra
derecha, tratando de hacer que nuestros movimientos fueran tan al azar como
fuera posible. ¿Por qué no habíamos discutido otro punto de encuentro?
Una barra pequeña apareció a mis pies, exactamente igual que la cuerda que
me había llevado a Jack cuando él estaba atrapado en los Túneles.
Nos guié alrededor de las esquinas, yendo hacia cualquier lugar que la
cuerda señalaba. Pasando a los últimos Sempiternos, la mayoría de ellos nos dio
miradas extrañas. Obviamente, el cambio en los carteles no había impactado,
porque nadie nos abordó.
―Sigan por el pasillo, y luego giren a la derecha ―dijo―. Pueden ir más allá
de las Sombras de esa manera.
Me quedé mirándolo, sospechoso.
―Si quisiera entregarte ahora mismo, lo haría. Y hay algo más ―dijo Ashe―.
Cuando compartí tus intenciones con la red, eso fue antes de que pensara en algo
que podría ayudarte. Si consigues poner tus manos ahí… ―Su voz se cortó, y se
quedó paralizado a mitad de la frase. Tenía la boca abierta, como si le doliera. Casi
miré detrás de él para asegurarse de que alguien o algo no lo había apuñalado.
―Encuentra… ―Una vez más se detuvo. Cerró los ojos―. No puedo decirlo.
―¡No tenemos tiempo! ―Me llevó al interior del edificio. Seguimos las
instrucciones de Ashe y tropezamos a una calle vacía, al final de la cual estaba Jack,
derribando uno de los miles de carteles de la cara de Cole.
Nos vio corriendo hacia él, y me tendió las manos. Cole agarró una y me
agarró la otra, y nos congelamos, esperando para salir del suelo.
Y no pasó nada.
―Cole ―le dije, mirando el camino por el que habíamos venido―. Haz algo.
―Lo sé ―dijo Cole―. Estoy tratando de concentrarme. Estoy pensando en
alzar.
Se incorporó de puntillas.
Tentáculos de aceite negro aparecieron alrededor del borde del edificio que se
encontraba en la esquina de la que acabábamos de venir.
―¡Ya están aquí! ―le dije. Jack trató de soltar mi mano, y yo sabía que iba a
encargarse de ellos―. ¡No! ―le dije, agarrándolo con más fuerza―. No vas a ser
capaz de tocarlos. Quédate quieto.
Las Sombras se movían como una nube, o más bien como un tornado,
viniendo por el camino.
Los ojos de Cole se cerraron. Era una mina cerrada, pero yo no podía dejar de
mirar las Sombras viniendo por nosotros. Estábamos a pocos minutos de ser
tragados.
―Sabes cómo hacer esto ―le dije―. Sólo tienes que recordar.
―Los amo chicos ―le dije. Tuve sólo un instante para darme cuenta, con
sorpresa, que en verdad los amaba, a mi manera.
―Lo siento ―dijo. Quitó el brazo, y la luz del día, luz de día verdadero, me
cegó. Por encima de mí estaba el claro cielo azul. Me esforcé en ponerme en una
posición sentada y miré alrededor. Estábamos en un camino de tierra rodeado de
kilómetros y kilómetros de campos verdes. La tierra era plana, el horizonte
claramente evidente en todos los lados. El lugar no parecía del todo familiar.
Cole estaba sentado a mi lado. Él negó con la cabeza como si tuviera dolor de
cabeza.
―No lo sé.
―No veo nada, además, ¿qué son esos, tallos de maíz? Ningún pueblo. No
hay estructuras. ―Miró a Cole y entrecerró los ojos―. ¿Dónde diablos estamos?
―Oye, yo no tenía que traerte aquí. Podría haber simplemente tomado a Nik
y alejarme, dejándote lidiar con las Sombras.
―Sí, todos vimos lo bien que te alejas.
―Está bien, muchachos, cálmense. Pero no todo fue en vano. Vimos la red de
Sombras, y Ashe nos ayudó al final, que nos dio nuestro próximo paso.
―Él dijo que había algo que nos podría ayudar. ―Miré a Cole para su
confirmación―. Tántalo Cronos.
Cole asintió
―Vamos a trabajar con eso más tarde ―le dije―. Estamos a salvo, por ahora.
Sólo tenemos que averiguar dónde estamos.
Cole asintió.
Jack suspiró.
―Empezamos a caminar.
Me tomó sólo un segundo para darme cuenta ―o recordar― que todo lo loco
giraba a mi alrededor.
―Respira, Becks.
Respiré.
―Pero son grandes, y se taclean entre ellos, y se golpean sus bajos, y dicen
cosas como “pigskin4” y “blitz5”.
―Yo sí ―dijo Jack―. Creo que tus instintos naturales son cada vez más
fuertes.
Cole se detuvo.
―Me encantaría.
Asentí otra vez. Recuerdos. Tantos recuerdos, muchos de los que me hubiera
gustado olvidar para siempre, como el despertar después de un siglo de Cole
alimentándose de mí.
―Si lo supiera, no tendría este problema. ¿Tienes algún recuerdo que hable…
de mí?
No estaba segura de poder decir objetivamente una historia acerca de mi
historia con Cole. Cada recuerdo estaba contaminado con todas las cosas que sabía
de él ahora, pero no las sabía entonces. No hacia las cosas más fáciles el hecho de
que Jack estaba escuchando, y muchos de los recuerdos más positivos que tenía de
Cole se llevaron a cabo durante el tiempo en que Jack estaba en un campamento de
fútbol y terminó conmigo siguiendo a Cole al Inframundo. No creía que ninguna
de esas historias fueran seguras.
Un hombre joven con el cabello rubio alzó una pala de hierro por encima de
su cabeza y la empujó hacia abajo en un hoyo. El sol del verano brillaba detrás de
él, dando a su cabello un aspecto de halo. Durante estos meses, el sol no se
ocultaría hasta tarde en la noche, haciendo largas las horas de trabajo.
El hombre era joven para trabajar en el campo por su cuenta, y los hombros le
dolían por el nuevo peso de la responsabilidad puesta sobre ellos después de que
su padre había sucumbido a la fiebre. Como el hombre más viejo, el joven tomó su
lugar en el campo, su hermano menor, Edgar, asumió la posición de aprendiz de
granja que el joven dejó vacante.
―Ya vienen.
―Gunnar.
―No, no lo haré.
―¡Madre! ―gritó. Una hermosa mujer de largo, trenzado cabello rubio salió
de la cocina―. Madre, nos vamos.
6
Skora a hólm: El reto oficial a un duelo.
―¿Qué? ¿Por qué? ―le preguntó su madre.
―¿Qué pasa con el honor de la familia? El honor exige quedarse y luchar. Sin
ella, vamos a ser rechazados en todas partes a donde vayamos
―No hay vida sin honor. No voy a abandonar nuestra tierra. Y si no vas a
pelear, entonces yo lo haré
Coleson se volvió hacia su madre, que avanzaba poco a poco hacia Edgar.
Coleson le tendió la mano.
―Me voy ―dijo Coleson―. Y los dos son bienvenidos a venir conmigo. O
pueden quedarse aquí y morir, con su honor.
Dos días más tarde, la noticia de una terrible tragedia llegó a la posada donde
se alojaba Coleson. Toda la familia Stockflet fue asesinada durante un Holmgang. El
cuerpo del hermano mayor nunca fue encontrado.
Cuando Coleson se enteró de la noticia, salió de la ciudad y cambió su
nombre. Usó el dinero de los objetos de valor que había recogido para comprar un
aprendizaje. Nunca volvió a hablar de la familia que había abandonado.
Oh, mierda.
Por un momento me sentí un poco culpable por la historia de fondo falso que
le había dado por mis propias razones egoístas. Se estaba volviendo más difícil de
recordar todas las razones por las que odiaba a Cole, sobre todo ahora que había
conseguido esta visión de su trágico pasado.
Jack estaba tan tranquilo a mi otro lado. Me pregunté si se sentía mal por Cole
o si la historia lo hizo odiar aún más a Cole.
Me aclaré la garganta.
―Solías decir que no había tal cosa como el bien o el mal. Sólo había vida y la
ausencia de vida
A la luz de esta memoria de Cole, pensé que tal vez entendía un poco más
acerca de sus motivos. Podía entender el anhelo de olvidar. La necesidad de
centrarse en algo tan simple como la vida y la muerte, y no en el bien o el mal.
―Olvida el pasado ―dijo Jack en voz baja detrás de mí―. La pregunta es, ¿el
recuerdo despertó cualquier tipo de reconocimiento en ti?
Cole cerró los ojos, como si estuviera buscando en su cerebro algo. Negó.
Los ojos de Cole eran salvajes, como los ojos de un niño en una tienda de
dulces.
Estábamos en Nebraska.
El tractor se detuvo frente a una pequeña tienda de comestibles situada detrás
de la desolada calle principal.
―Sí. Estamos en… Nebraska. Es una larga historia. Pero necesito tu ayuda.
―Todo está bien ―le dije―. Te lo explicaré todo más tarde. ¿Pero Jules?
―¿Sí?
―Gracias. Gracias.
―Ella se encargará de esto ―dije―. Aunque creo que es seguro decir que
cuando todo esto termine, voy a tener que ir a rehabilitación por tiempo
indefinido.
U
na vez que encontramos un aeropuerto, pudimos regresar a casa,
pero para llegar al aeropuerto tuvimos una caminata, otro paseo
en tractor, y un viaje en bus y en taxi.
―Aquí no ―dije.
―Todos lo estamos.
Jack se volvió hacia mí.
No sabía por qué me sentía tan incómoda al respecto. ¿Era por escuchar todas
las historias de su pasado? ¿Escuchar cómo se sentía sobre el amor?
Cerré los ojos y sentí a Cole moverse hacia mí, su aliento en mi cara, sus
labios tocando los míos. Era tan consciente de la forma en que Jack estaba
observando que me tomó unos minutos darme cuenta de que Cole estaba
compartiendo involuntariamente un recuerdo de nuevo. Un recuerdo oscuro. El
primer recuerdo desde su amnesia que tenía distintas formas y una línea
argumental definida.
Cole asintió.
―Sí.
―Tráelo. ―El hombre le tendió una mano huesuda, extendiendo sus dedos
largos y pálidos. Los dedos más largos que jamás había visto.
―Es cierto.
Se puso de pie, y fue entonces cuando me fijé en su cabeza. Era enorme, como
si alojara un cerebro de tres veces el tamaño normal. Hacía que su cara pareciera
aplastada. Yo hubiera retrocedido de un brinco ante esa vista, pero Cole no se
movió.
El hombre sacó una caja de madera. Debía haber estado sosteniéndola todo el
tiempo. Abrió la caja y sacó un cuadrado negro de tela que se agitaba en el aire
como una telaraña, y luego hizo una pelota con él en sus manos y lo lanzó contra la
pared. Silenciosamente se rompió en millones de diminutos píxeles que se
reordenaban por sí solos en una imagen contra la pintura blanca.
La imagen mostraba a dos mujeres frente a frente, una alta y majestuosa, con
el cabello largo y negro; otra pequeña y de cabello rubio. Reconocí inmediatamente
a esta última.
Adonia.
Adonia agarró los barrotes y los sacudió, con los ojos desorbitados por el
terror que viene de estar atrapado. La mujer movió rápidamente su muñeca, y una
daga apareció en su mano. La lanzó a la jaula. Se deslizó en el aire entre dos
barrotes, corriendo a toda velocidad hacia el rostro de Adonia. Adonia cerró los
ojos y levantó una mano para bloquearla. Me preocupaba que la daga cortara
directamente a través de su mano, pero justo al llegar a ella, un escudo de madera
apareció en la mano que había estado levantando.
La mujer de cabello oscuro conjuró otra daga, pero Adonia, con los ojos
fuertemente cerrados, levantó las manos por encima de su cabeza y comenzó a
dibujar círculos en el aire con los dedos. El aire alrededor de su jaula comenzó a
moverse, volviéndose ventoso. Tocó un colgante en su cuello, e inmediatamente la
tormenta cobró intensidad. Ligeras motas de nieve cristalina aparecieron,
arremolinándose en torno al exterior de la jaula, una tormenta de nieve cegadora
localizada en un radio de tres metros.
Ése debe haber sido el motivo de la tormenta de nieve. De esa manera las
barras de hierro se congelarían, y sería capaz de romperlas.
Adonia juntó sus manos; y como si estuvieran reflejando sus manos, las
paredes se estrellaron al unísono, colapsando sobre la otra mujer.
―Ahí tienes. El recuerdo que me hiciste revelar. Ahora, ¿dónde está el Casco
de Hermes?
―Invisibilidad. Con esto me las arreglaré hasta que mi exilio sea revocado.
―Te dejaré a solas con tu premio ―dijo Cole. Empezó a caminar hacia la
puerta.
―Por supuesto.
―¡Lo pagarás!
Cole corrió.
La Superficie. Nebraska.
Me aparté de Cole, liberándome del recuerdo. Cole inclinó la cabeza hacia
atrás en el banco.
―Creo que sé cómo Adonia derrotó a la reina anterior. Y cómo Cole quiere
que yo derrote a Adonia.
Capítulo 19
Traducido por Silvia Gzz.
Corregido por Nanis
La Superficie. Nebraska.
L
e dije a Jack todo acerca de la memoria, acerca de cómo Cole había
ido a un hombre extraño con una enorme cabeza y le había
prometido un colgante llamado el Casco de Hermes a cambio de la
memoria de alguien de Adonia matando a la reina anterior.
―Sé que fue un recuerdo de Cole. Puede ser que todavía esté enterrado
profundamente en su subconsciente, y esto podría solamente salir en un sueño.
―Reflexioné acerca de la línea del tiempo―. Esto obviamente sucedió antes de que
Cole fuera capturado. ¿Y si el chico con la enorme cabeza lo traicionó? ¿Y si,
cuando Cole no tenía el… ―sacudí mi cabeza―… Casco de Hermes, lo entregó…?
―Me hundí en la banca y coloqué mi cabeza en mis manos. No podía detener la
obsesión sobre el hecho que esto podría haber sido el por qué llego Cole a tener
tantos problemas.
―Shh. Ya terminó, Becks. Está en el pasado. No hay nada que puedas hacer
al respecto ahora.
―Puede ser que Cole estaba planeando enseñarte como hacer más. Dijo que
tenía un largo camino por recorrer.
―Justo antes que la ventisca se hiciera fuerte, Adonia tocó el colgante. Pienso
que este era su corazón. Puede ser que consiguió aún más fuerza de él.
Inclinó su cabeza.
Miré a Jack.
Cole suspiró.
―Oh, bien. ¿Vamos a destruir el Everneath ahora?
Cole asintió.
―Mi tarjeta de crédito esta casi llegando al límite ―dijo Jack encendiendo su
auto. Había utilizado su dinero de emergencia para comprar nuestros boletos de
avión también―. Con suerte tendremos suficiente para conseguirnos un hotel.
―¿Por qué iba…? ―Cole se detuvo e inclinó su cabeza―. Oh, sí. Lo robé.
Cerré mis ojos y coloqué mi cara en mis manos por un momento. Cole golpeó
ligeramente mi hombro.
―Ya sabes, si compartí una memoria contigo, entonces tal vez mi memoria
esté volviendo. ¿No podemos ir a mi apartamento y ver si puedo, no lo sé, ver si
puedo sentir dónde lo escondí?
Jack gimió.
―Solamente pienso que esto podría ser una búsqueda inútil ―dijo Jack.
―¿Qué? ―dije.
Asentí.
―Vamos a hablar con Will y ponerlo a investigar cualquier cosa y todo lo que
pueda acerca de Cronos. Para el momento terminamos la búsqueda en el
apartamento de Cole, con suerte él tendrá algo para nosotros.
Pero a pesar de que no podía ver si estaba cada vez más oscuro, sabía que lo
estaba.
Jack giró el auto en dirección a su propia casa, y llamó a Will para pedirle
ayuda pero nadie contesto.
―Wha. ―Will se sobresaltó hasta una posición sentada. Miró de Jack, a mí,
luego a Cole. Al momento que vio la cara de Cole, sus parpados se entrecerraron
hasta ser unas pequeñas rendijas―. Tú ―dijo acusándolo―. Tú… ―Se levantó del
sofá, pero obviamente había estado bebiendo, porque se tambaleó hacia un lado a
pocos pasos y luego cayó.
Me miró.
Will se veía como si pudiera utilizar un poco más de bebida para procesar
todo lo que Jack estaba diciendo. Eran momentos como estos que me hizo darme
cuenta cuán totalmente ridícula sonaba todo el asunto.
Dejamos a Will con una fresca taza de café y una laptop abierta, y nos
dirigimos al apartamento de Cole.
Cap tulo 20
Traducido por magdys83
Corregido por Nanis
M
inutos más tarde, Jack se detuvo en el estacionamiento debajo
del apartamento de Cole. Todos salimos del auto y empezamos a
correr hacia las escaleras que nos conducían a la terraza de Cole
y la puerta principal.
Jack dirigía el camino. Pero cuando giró en la última curva, se detuvo tan
rápidamente, que tuve que enterrar mis dedos en el suelo para no chocar con él.
Puso su mano atrás, agarrándome por la cintura y empujándome directamente
detrás de él.
―¿Qué estás haciendo? ¡Los chicos malos podrían estar todavía ahí! ¡Otra
vez!
―Entonces yo también.
―¿Jack? ―susurré.
No hubo respuesta.
―En la parte de atrás ―dijo Jack―. No hay nadie aquí. ―Seguimos su voz
hacia el dormitorio más lejano. El dormitorio de Cole.
Estaba en peor condición que la sala de estar. Cole entró y enderezó una
lámpara que había sido volcada.
Pero las Sombras podían detectar a los humanos tan fácilmente. No tenía idea
si podía tener la esperanza de alguna vez contener la respiración el tiempo
suficiente.
Cole no había llegado debajo de la cama con nosotros. Vi sus botas negras por
una fracción de segundo antes de que la Sombra se precipitara adentro. Entonces
las botas de Cole desaparecieron del suelo. Un momento después, aterrizó con un
thwump de espaldas en el piso de madera.
Todo lo que podía hacer era ver los pies de Cole. Finalmente quedaron
inmóviles.
―¡Cole! ―Me lancé hacia él y toqué su cara. Sus mejillas enfriaron las yemas
de mis dedos.
Bajé mi cara hasta que colgó unos centímetros por encima de la suya así
podía alimentarse. Pero en unos pocos segundos, su cabeza cambió de pálida a un
blanco horrible y después a un casi gris. Tirando la cabeza hacia atrás, me di
cuenta de mi error. Todavía estaba alimentándolo automáticamente. Sólo lo haría
peor.
Lo miré implorándole.
El registró mi expresión.
No dije nada más. ¿Cómo podría? Le estaba pidiendo que renunciara a una
parte de su alma para salvar al tipo que había destruido nuestro futuro.
Vi cuando los pies de Jack golpeaban contra la alfombra. Marchó con tanta
firmeza que estaba sorprendida que no triturara la alfombra a su paso.
Sacudí mi cabeza.
―No, no tienes.
Se volteó.
Con una llama de determinación en sus ojos, se agachó junto a Cole y llevó su
cara a un par de centímetros de la boca de Cole y exhaló. Una vez que había
expulsado todo el aire dentro de sus pulmones, levantó la cabeza, tomó otra
profunda inhalación, bajó la cabeza, y exhaló otra vez.
El cambio fue inmediato, primero en las mejillas de Cole. El más ligero tono
rosa regresó. Su cara perdió la palidez gris enfermiza. Y entonces, después del
quinto aliento, los párpados de Cole revolotearon abiertos.
―¿Qué fue eso? Una Sombra te atacó. La mataste con un atizador. ¿Cómo
sabías que tenías que hacer eso?
―Ni siquiera estaba pensando. Sólo hice lo que parecía lógico. Ni siquiera
recuerdo pensar en el atizador. Sólo dejé que mi mano hiciera lo que quería.
Jack miró a otro lado, sacudiendo la cabeza. Creo que estaba más enfadado
porque tuvo que recurrir a alimentar a Cole.
Cole giró el atizador sobre sus manos. Él se estiró hacia el atril en la esquina
de la habitación y agarró algo pequeño y negro de ahí. Lo retuvo contra el atizador.
Estaba atascado.
―¿Y? ―dije.
Me miró.
―No lo sé. Sólo… se siente como si debería significar algo. Creo que el hierro
lastima a las Sombras en su forma de Sombra. Es por eso que prefieren la forma
diez Sombras caza recompensas.
Cole se levantó.
―Voy a buscar tu corazón, pero pienso que tendría mejor suerte si ustedes
dos no están observando sobre mi hombro.
―Tu papá se ha ido. Le dije que me llamarías de Los Ángeles. Le dije que
pensaba que estabas en un problema y que te quedabas en un refugio. Hay
bastantes de ellos aquí, así que la búsqueda debería tomar al menos unos pocos
días.
―Gracias. ―Colgamos.
―¿A dónde vamos a ir ahora? Nos hemos quedado sin dinero. ¿Qué vamos a
hacer? ¿Acampar?
―¡Encontré algo!
Nos levantamos de golpe y salimos corriendo de la habitación y en la cocina,
sólo para encontrar a Cole con un puñado de tarjetas de plástico en su mano.
Incluso antes de que llegáramos al escritorio del recepcionista, Cole sacó dos
de las tarjetas y las sostuvo frente a él. Era como si nunca hubiera pagado algo con
ellas antes. Como un niño de seis años actuaría si las acabara de encontrar en el
piso.
―No podemos dejar solo a Cole ―dije―. Quién sabe a dónde viajará en
medio de la noche.
El empleado le entregó la llave a Cole. Sexto piso. Dos camas dobles, por
ahora, estábamos a salvo.
Una vez dentro de la habitación. Jack cerró la puerta detrás de nosotros, y por
primera vez en mucho tiempo, todos dejamos salir un suspiro de alivio. Cole se
dejó caer en diagonal sobre la cama más lejana a la puerta como si estuviera en una
pijamada y no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
Todo el cuerpo de Jack se tensó, tan poderosamente que esperaba una ola de
energía explotando a través de la habitación.
Cole no pareció notar los hinchados bíceps de Jack. Puso sus manos detrás de
su cabeza y movió sus cejas.
―Es hora de alimentarse. Y es la manera más eficiente. Eso es obvio, ¿no?
―Como si a propósito exagerara la situación, palmeó el colchón a su lado―. Entre
más pronto, mejor ―dijo.
―Jack, recuerda que esto es para mantenerme con vida. Y no significa nada.
Cerré mis ojos. Una cama tamaño extra grande. Para los tres. Tal vez algún
autor de romance adulto en alguna parte estaba escribiendo el comienzo de una
escena similar, y tal vez esa escena se suponía que fuera caliente, pero para mí se
sentía como el infierno.
Cap tulo 22
Traducido por Helen1
Corregido por veroonoel
W
ill se reunió con nosotros un rato más tarde con su laptop. Echó
un vistazo a la cama extra grande.
―Pervertido ―dijo.
―En primer lugar, no encontré nada sobre el “Cronos y Tántalo” juntos. Pero
separando las dos palabras, encontré un montón. Cronos. ―Señaló a su pantalla―.
Cronos era un titán, descendiente de Urano, Cielo, y Gaia, Tierra. Estaba celoso del
poder de su padre. Su madre también odiaba a Urano porque cuando ella dio a luz
a este chico que tenía como un billón de manos, u ojos, o algo, Urano escondió al
niño para que no volviera a ver la luz del día. Para vengarse de Urano, Gaia
convenció a su hijo, Cronos, de castrar a su propio padre. Le dio una hoz, y él
ejecutó la acción.
―No es mi culpa que sea una historia horrible ―dijo Will―. Los mitos. Son
todas historias horribles.
―No es eso ―le dije―. Es solo que las palabras “Cronos de Tántalo” era todo
lo que teníamos para seguir adelante, y no puedo encontrar la manera de que la
historia nos ayude.
Se encogió de hombros.
Miré a Cole.
―¿Crees que eso es a lo que Ashe quería llegar? ¿Decirnos sobre la única cosa
en el mundo que sería lo suficientemente fuerte como para destruir la red?
Asintió.
―Es la mejor teoría que tenemos ―dijo Jack―. Pero, ¿sabemos dónde está?
―Tántalo es un lago ―dijo Cole. Cerró sus ojos―. Es un lugar sobre el que
no mucha gente sabe, pero Ashe y yo lo sabemos. Ni siquiera puedo recordar por
qué lo hacemos, pero lo hacemos. Pensé que el nombre sonaba familiar, pero no
hice la conexión hasta que mencionaste el agua.
―Así que Tántalo ―dije―. ¿Crees que la hoz podría estar oculta allí?
Cole sonrió.
―Esa es la cosa acerca de Tántalo. Lo que más deseas en el mundo estará
oculto allí, pero solo puedes atravesar el lago una vez en tu vida. No queríamos
malgastarla hasta que hubiera algo que realmente necesitáramos.
Will quería venir con nosotros, pero Jack lo convenció para quedarse y enviar
un correo electrónico al profesor Spears, para enterarlo de todo lo que estábamos
haciendo.
―Lo que significa que deberíamos ser capaces de aterrizar directamente allí
ya que no es en el laberinto ―le dije.
Me levanté para ponerme de pie y caminé hasta el borde del agua. Respiré
profundamente, esperando el olor a pino; pero no había olor, aunque sentía las
agujas crujiendo bajo mis pies.
―No toques el agua ―dijo Cole―. Ya sabes cómo funciona el agua aquí. Te
hace olvidar las cosas.
Di un paso hacia atrás. Jack se acercó a mí, puso su brazo alrededor de mis
hombros, y se quedó mirando hacia el lago.
―En el centro.
―¿Del lago? ―dije.
Cole se rió.
―No. Incluso si pudieras nadar hasta la mitad sin ahogarte, y sin ingerirla, u
olvidar por qué estás allí en primer lugar, está lejos bajo el agua. Entonces… te
ahogarías.
―No lo sé. Siempre pensé que cuando quisiera algo lo suficientemente para
desearlo aquí, entonces lo averiguaría.
Agarré el puño de Jack con mis dos manos antes de que explotara, pero él ni
siquiera estaba prestando atención a Cole ya. Estaba mirando por encima del agua.
―Ese árbol.
―Sí ―dijo Jack, girando y lanzándome una sonrisa―. Tal vez será así de
fácil.
Llegamos hasta el árbol. Buscamos en el suelo alrededor del tronco del árbol.
Miramos hacia arriba en las ramas. Tratamos de encontrar algo que pareciera una
hoz. O una guadaña. O una daga. O una espada.
No había nada.
―No, está bien ―le dije―. Cualquier cosa que puedas recordar… es una cosa
buena. ―Traté de sonar convincente, pero no lo conseguí.
E
l agua se retiró al principio, revelando una porción mayor de
arena. Luego vimos una ola gigante formarse en el centro del
lago, creciendo como si el mismo lago estuviera succionando
toda el agua del perímetro.
Una vez que el agua se había retirado dentro del lago por al menos la
longitud de una cancha de fútbol, la ola gigante del centro se quedó inmóvil por un
segundo.
―¡Mira! ―dije.
El nivel del agua se hundió lo suficiente para que una pequeña plataforma
apareciera en el centro del lago. Bueno, pequeña desde donde nos encontrábamos
sentados en el árbol.
―Así es como vamos a llegar allí ―dije―. Una vez que toda el agua se vaya,
uno de nosotros puede salir.
―Bien, esto es lo que sabemos hasta ahora. Sabemos que tenemos que
mantener la rama pulsada mientras recuperamos la hoz, la cual esperamos esté en
la cima de la plataforma. Y sabemos que tú y Cole son quienes tienen que
mantenerla presionada, porque cuando Cole se bajó, mi peso no fue suficiente para
mantenerla abajo. Lo que significa…
―No me gusta esto, Becks ―dijo Jack, mirando con recelo al lago.
Jack sonrió.
―Sí.
scarabajos? ―repetí.
―Sí ―dijo Cole, entrecerrando sus ojos―. Del tamaño de la mitad de tu pie.
―No. Pero puedo ver muy bien desde aquí. Los veo.
―No tienes que preocuparte por la parte superior. Solo tienes que
preocuparte por el primer paso.
Asentí.
―Eso es lo que voy a hacer. Y con suerte, mientras estoy dando el paso,
pisaré algunos escarabajos a lo largo del camino.
―Y no puedo tomar el primer paso a menos que me dejes ir. ―Le sonreí.
Jack cerró sus ojos, suspiró profundamente, y rápidamente dejó caer los
brazos. Me apresuré y salté de la rama antes de que pudiera cambiar de opinión.
Se quedó abajo con el peso combinado de Jack y Cole. Me acerqué a la antigua
orilla del lago.
―Buena teoría.
―Pero te podrían picar hasta la muerte ―dijo Cole.
―¿Sí?
―Yo correría.
―Yo también.
Estaba jadeando.
Una vez que lo lográramos, solo quedaría la tarea de reunir todos los
corazones Sempiternos y destruirlos.
La hoz.
―Mierda ―susurré.
Cap tulo 25
Traducido por Jenn Cassie Grey
Corregido por Nanis
P
use la hoz en mi espalda en la cinturilla de mis jeans y me aferré al
borde, buscando por asideros mientras los escarabajos de la cima de la
plataforma comenzaron a caer del borde, cayendo sobre mi cabeza,
mis hombros, mis ojos. Muchos se enredaron en mi cabello, arañando contra mi
cuero cabelludo y mi frente y mejillas.
Fue entonces cuando grité. Usé cada pizca de fuerza para agarrar un saliente
en la roca, y finalmente detener la caída.
―¡Becks! ―La voz de Jack vino desde algún lugar por encima del agua―.
¡Mueve tus brazos! ¡Patalea!
―Becks. Habla.
Asentí.
―Nikki Beckett.
La Superficie. El hotel.
W
ill se reunió con nosotros en la Superficie en nuestra habitación
del hotel. Al verme, jadeó.
―Larga historia ―dijo Jack―. Pero Becks fue increíble. Y consiguió la hoz de
Cronos. ¿Alguna novedad del profesor?
―Sí ―dijo Will―. Dijo que la red de Sombras, esa bola en forma de huevo
que describiste, es una piedra sagrada llamada baetylus. Y dijo que necesitas una
cosa más, además de la hoz, para destruirla. Es decir, si quieres escapar con vida.
Saber que teníamos que hacer una cosa más fue demasiado para mí en ese
momento. Me desplomé en la cama.
Asentí.
―Bien. Dime.
―El profesor piensa que la red de Sombras tiene una alarma a prueba de
fallas unida a ella, que si la destruimos, se prenderá y básicamente nos atrapara en
el Inframundo. Como un cerrojo. Para darnos tiempo para escapar, piensa que
necesitamos localizar el Casco de Hermes. ¿Te suena familiar?
―¿El colgante que Cole se suponía daría al chico de la gran cabeza a cambio
de su memoria?
Jack asintió.
Miré a Cole.
―Le dijiste al chico que conseguirías el colgante. ¿Lo tienes? ¿Sabes dónde
está?
―No tienes que hacerlo. Los papeles de la señora Jenkins contenían una hoja
de registro que muestra la lista de custodia del colgante. El último nombre en la
lista es una mujer llamada Mildred Dorrity. Vive en Roy. Seguimos la pista de su
número telefónico. Estamos a punto de llamarla.
Asentí.
Otra pausa.
Ahora este fue su turno de hacer una pausa mientras esperábamos una
respuesta.
―Así que conoces este sentimiento. ―Jack estaba siendo tan tierno, tan
sincero. No sé como la Sra. Dorrity no se dejaba llevar―. La entera razón de que
estamos llamando es por amor. Por favor. ¿Tiene el colgante?
―No ―dijo―. Lo pasé a mi nieta, pero fue robado por los Delphinians.
―Los Delphinians quieren todos los artefactos sagrados para ellos mismos
―continuó―. Devon lo robó de vuelta para nosotros, pero luego desapareció.
Volví al teléfono.
―Está muerta.
Miré hacia abajo. La tenue línea había comenzado a oscurecerse. Casi tan
oscura como el otro eslabón. Bajé mi manga.
No me miró a los ojos cuando habló. Las emociones que había sentido que
venían de él durante la llamada telefónica con Mildred, parecía indicar que esto era
algo más que solamente un sentimiento.
―Sí.
Inclinó su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos. Algo me decía que él estaba
mintiendo. Yo estaba caminando sobre una línea fina. Por un lado, quería que
recordara cosas que podían posiblemente ayudarnos a destruir el Everneath. Por
otro lado, ¿qué si recordó su verdadero deseo? ¿Su anhelo por el trono?
La Superficie. El hotel.
E
l sol se estaba ocultando y una vez más me estaba sintiendo
cansada. No había pasado mucho tiempo desde que Cole me
había alimentado, ¿o sí? Me pregunté si la aparición del segundo
eslabón significaba que necesitaría alimentaciones más frecuentes.
―Déjame ducharme primero ―dije. Habían pasado dos días―. Creo que eso
me animará un poco.
―Está bien.
No me miró.
Resoplé.
Me acerqué a la ventana para cerrar las cortinas, pero una figura abajo junto
al cruce frente al hotel llamó mi atención. Entrecerré mis ojos para ver mejor.
―Jack ―dije.
Me di cuenta.
Nos mantuvimos a una distancia segura detrás del taxi y lo seguimos por seis
u ocho kilómetros al oeste de la ciudad hacia una parte más industrial del valle.
Giró en una calle lateral junto a almacenes.
El taxi se detuvo afuera de una puerta metálica, la cual se abría a una zona de
estacionamiento asfaltada rodeada por unidades de almacenamiento.
Jack suspiró, pero no había tiempo para discutir. Cruzamos la calle corriendo
y nos dirigimos a la entrada. Cole ya estaba dando la vuelta a una de las filas del
extremo de la unidad. Jack empujó la puerta y la sostuvo abierta para mí, y
entonces lo seguimos.
Cole se detuvo frente a la unidad 677, dudó un momento con el dedo sobre el
teclado y luego golpeó un montón de números. Algo metálico hizo clic, y Cole
abrió la puerta de la unidad de almacenamiento.
―¡Bastardo! ―dije.
Cole pegó un salto y se dio la vuelta. Una amplia sonrisa se extendió por su
cara. Pareció genuinamente emocionado de vernos.
―Tonterías ―dijo Jack, arremetiendo hacia él, con los puños apretados a sus
costados.
―Es verdad ―dijo Cole―. Iba a sacar mi teléfono para llamarlos. Vayamos
dentro. Veamos lo que hay.
―Sigo creyendo que hay algo aquí. Algo que ver con ese chico Devon que
Mildred mencionó. Tenías razón, Nik. Algo regresó. Sólo no quería darles
esperanzas sin saberlo con seguridad.
―Lo sé; suena loco. Y quizás el colgante verdadero no esté aquí, sino algo
que pudiera llevarnos a Devon. De cualquier manera, tenemos que mirar.
―No rompas los laúdes ―le dijo Cole a Jack―. ¡Oye! Sé lo que es un laúd.
―Sonó tan triunfante, que tuve que contener una sonrisa.
―Quizá no están más tras tu corazón ―dijo Cole―. Quizás están tras de mí.
―¡De prisa! ―dijo Jack. Fue a ponerse de pie junto a la puerta mientras Cole
y yo volvíamos nuestra búsqueda en una maniática―. Es una camioneta grande de
color negro. La puerta se abre con lentitud.
Por las fotos que Jack había encontrado en internet, el colgante era grande,
pero no más grande que la palma de mi mano, así que evité cualquier paquete que
pareciera muy grande. Pero en verdad, tendríamos que confiar en los instintos de
Cole. De lo contrario, estaríamos aquí una eternidad. Subimos y bajamos las pilas
de cajas e instrumentos. Mientras yo estaba acercándome a otra batería,
accidentalmente puse el pie en un bongo de aspecto antiguo.
―Con cuidado ―dijo Cole, todavía mostrando su afinidad por todos los
instrumentos musicales, incluso en su estado amnésico.
―¡Continúa! ―ordené.
―¡Sí!
―De nada ―le dije a Jack cuando agarró mi mano y me llevó hasta el lado
del pasajero de la camioneta. Cole se lanzó detrás de nosotros y subió a la cajuela
de la camioneta a la vez que Jack salía del estacionamiento.
Los caza recompensas, uno con cojera extrema, siguieron detrás de nosotros;
y aunque no tenían ninguna esperanza de atraparnos dado que habíamos robado
su modo de transporte, seguían viniendo.
A
bandonamos la camioneta a lado del auto de Jack y cambiamos
de nuevo a su sedan. No quería arriesgarse a que la camionera
fuera reportada como robada por su dueño original.
Sin dudar, me agarró y me besó, y algo dentro de mi cabeza encajó como una
llave girando una cerradura. Vi un recuerdo rápidamente enfocándose, como si
alguien estuviera girando el lente de una cámara, pero no tuve tiempo de
interpretarlo antes de que se alejara. Sonrió.
―Lo tengo ―dijo―. Cumplí condena con este chico una vez, dentro de una
prisión Delphiniana.
Cole asintió.
Alejó la mirada.
―No estoy seguro. Pero se siente como hace mucho, mucho tiempo.
―Estoy cansado.
―Creo que está diciendo la verdad sobre la amnesia. Pero digamos que estoy
equivocada, y ha estado jugando con nosotros todo este tiempo. Si está mintiendo
o no, hay ciertas cosas que sabemos a ciencia cierta. Una es que lo necesito para
sobrevivir. La otra es que nos trajo el Casco de Hermes. Así que si está mintiendo o
no, nos ha dado lo que necesitamos.
Jack apretó sus labios y suspiró. Podía decir que mis palabras tenían sentido
para él.
―No solo eso, sino que no puedo, ni por mi vida, hacerme una idea de lo que
le beneficia mentirnos. Sí, me ha mentido en el pasado. Pero justo ahora, no pudo
encontrar a alguien para alimentarme. Soy dependiente de él. ¿Qué más podría él
querer?
―El objetivo del viejo Cole era el trono. El nuevo quiere ayudarnos. ¿Qué
tanto del viejo Cole está de vuelta? No lo sé. ―Tomé una respiración profunda―.
Pero ahora mismo, todo lo que tengo que saber es que tenemos la hoz, nuestro
primer paso para destruir el Everneath, y él sostiene mi vida en sus manos. ―No
era una buena posición para estar, pero mis oportunidades nunca fueron buenas
en primer lugar.
Jack lo miró.
Pasamos la noche con energía renovada por nuestra misión. Jack estuvo
despierto la mitad de la noche en la computadora. Quería ayudarlo con lo que sea
que estuviera investigando, pero necesitaba alimentarme.
Las imágenes me asustaron, y tenía que seguir alejándome del rostro de Cole.
Me encogí de hombros.
―Incluso si lo hace… las oportunidades de que destruyamos la red y
escapemos antes del bloqueo, son las de aproximadamente una bola de nuevo en el
Anillo de Fuego; e incluso si funciona, ¿qué hacemos? ―Mi labio inferior tembló―.
Todavía tendríamos que destruir la bóveda de los corazones. Y de alguna manera
tendríamos que destruir el corazón de cada Sempiterno. Y el Everneath sería
bloqueado.
―¿Fe? ―La palabra salió antes de que pudiera pensarlo―. ¿Fe en qué? ¿Un
poder superior? ¿Los dioses? ¿El universo?
Mi voz se quebró al final, y me di cuenta lo que toda esta cosa le había hecho
a mi fe, si hubiera tenido alguna para empezar. Me di cuenta de que el
pensamiento de un ser superior a cargo de todos nosotros me hizo enojar.
―Justo ahora, las otras opciones son que me tomes para Vincularte, o te
conviertas en reina.
―¿Qué?
―Estoy diciendo que si se nos acaba el tiempo y las únicas opciones son que
mueras o me tomes para alimentarte, me tomes para Vincularte.
Luego miré a Cole. El viejo Cole hubiera hecho cualquier cosa para forzarme
a que me convirtiera en un Sempiterno en toda forma.
Sin mí, el viejo Cole no se estaría esforzando tan duro por el trono. Al menos,
solo estaría tratando en el sentido de que estaría buscando por el siguiente
Desposeído.
Sin mí, nadie estaría arriesgando su vida. De hecho, toda esta cosa había
comenzado porque había tratado de alejarme de mi propio dolor. Había
comenzado porque había pensado solo en mí misma.
Jack lo ignoró.
―No ―dijo él―. Nunca estaría bien. Nunca más. Y si corres, te atraparé. Y si
no puedo, trataré de derribar el Everneath sin ayuda de nadie.
―Y yo le ayudaré ―dijo.
Jack miró a Cole, y a pesar de que no sonrío, el ceño fruncido que le dio a
Cole no era tan profundo como era usualmente.
¿Y si ya no seguía viva?
Asentí.
Asintió lentamente.
―Le dije nuestro plan al profesor. Su primera reacción fue: “Espera, ¿solo
estás llevando tres gentes para destruir la red? Necesitarás un ejército”. Así que
pensé que necesitamos al menos una persona más. Y tengo a alguien en mente.
Cap tulo 29
Traducido por Apolineah17
Corregido por Nanis
La Superficie. El hotel.
—D
e ninguna manera ―dije―. Nadie más va a perder su vida por
mí.
―La tengo ―insistí―. Sólo tengo que sopesar mi actitud con la realidad.
―Eso se llama tener una mala actitud.
―O pesimista.
―Cállate.
Jack sonrió.
Recordaba que habían asistido miles de Sombras, así que eso tenía que
significar que habría menos Sombras con las cuales lidiar alrededor del baetylus.
―Él tiene razón ―dijo Jack―. Tenemos que estar preparados para todo.
―¿Y?
―Por lo tanto, tengo algunos viejos amigos en Fort Douglas. Ellos podrían
ayudarme a inventar algo parecido a un dispositivo incendiario.
―Ya sabes, algo que haría que las cosas volaran en pedazos.
―Las cosas electrónicas no funcionan. Pero algo que es una simple y sencilla
reacción química…
Jack sonrió.
Jack asintió.
Cole se burló.
Lo miré.
Mis mejillas se tiñeron de rosa por lo difícil que había sido controlar mi
proyección.
Sólo podíamos esperar a que la respuesta apareciera por sí sola antes de que
fuera demasiado tarde.
Llamé a la casa de mi tía Grace y hablé con Tommy por un largo tiempo.
Estaba disfrutando pasando el tiempo con nuestros primos y se había emocionado
cuando mi papá lo había llevado allí.
Le dije que lo amaba. Deseé poder llamar a mi papá.
La abrí.
Fue un sueño inquieto esa noche para nosotros. Jack, Cole y yo dormimos en
la enorme cama como lo habíamos estado haciendo todo el tiempo. Will durmió en
el suelo. Dijo que en su tiempo en el ejército solía dormir en suelos duros, así que
estar en la alfombra era cómodo.
Pero yo estuve despierta la mayor parte de la noche y podría jurar que nunca
escuché la respiración regular de ninguno de los chicos mientras dormían.
Yo no.
Pero me sentía protectora hacia Cole. Ya no podía negarlo. Había estado tan
preocupada liberando mi ira y mi odio, pero mi error fue pensar que en realidad
era mi elección. Tenía casi tanta elección en el asunto como una escultura de hielo
en un día soleado. Gota a gota, sin mi permiso, mi ira y mi odio se habían
desvanecido. Tal vez conseguiría arruinarlo debido a eso. Pero ya no tenía elección.
―No creo que vaya a ser doloroso para la banda. Ya que romper la red de
Sombras, simplemente podría terminar con su Alimentación Acelerada. Y entonces
tendrían tiempo para salir antes de que destruyamos los corazones. Porque no
sabemos cómo vamos a hacer eso. Así que habrá tiempo.
Cole asintió.
Sonreí.
Cuando nos levantamos, hicimos nuestras maletas en silencio. Tal vez todos
estábamos concentrándonos en nuestros fragmentos de esperanza. Arrastramos las
maletas al carro y condujimos hacia el desfiladero de Parley.
A las diez y media nos dirigimos a la parte trasera de la Tienda de Paso. Nos
tomamos de las manos y formamos un pequeño círculo, con Jack a mi derecha,
Cole a mi izquierda y Will directamente frente a mí.
Había llegado a querer a cada uno de ellos a mi manera, pero era el chico
sosteniendo mi mano derecha, el que casi me había decapitado con una pelota de
béisbol cuando teníamos doce años, quien tendría mi corazón por el resto de mi
vida.
Pero no llegamos muy lejos antes de ver los carteles. Una sola palabra
impresa en medio de ellos.
Jack, Will y yo nos detuvimos bruscamente. Me giré hacia Cole, quien parecía
confundido. Él observó mi rostro, el cual seguramente tenía una expresión de
horror, miró el cartel y de nuevo a mí.
El Everneath. Ouros.
H
abíamos estado equivocados. Nuestras conjeturas de que Max,
Oliver y Gavin habían tomado a sus Desposeídos para un Vínculo
Acelerado estaban completamente equivocadas. Entonces me di
cuenta de cuán alucinados habíamos estado. Tal vez ninguno de nosotros había
querido creer que si Cole había sido sacado de su casa y torturado, habría pasado
lo mismo con la banda.
Él negó.
―¿Cuándo se suponía que iba a empezar el Festín? ―dije de nuevo.
―Estamos bajo un plazo aquí. Esta podría ser nuestra única oportunidad de
destruir el baetylus. Incluso si vamos a la plaza antes del Festín, nunca seríamos
capaces de rescatarlos.
―Oye, mírame.
Él obedeció.
―Siento como que necesito ir a casa. Pero no tengo una casa―. Se veía como
un cachorro perdido.
Tal vez eso nos daría algo de tiempo. Jack podría crear una distracción.
Derribar un edificio o algo para distraer a todos en la plaza, y entonces Cole, Will y
yo correríamos al escenario y tratar de liberar a la banda.
Los edificios que bordean las calles eran de más de cuatro pisos, y sabía que
teníamos que estar cerca. Podía escuchar a la multitud celebrando.
Y ahí estaban. Max, Oliver y Gavin. En el centro del escenario. Detrás una
línea de otros sacrificios Sempiternos.
―¡No! ―grité.
Algunos Sempiternos confundidos se voltearon hacia mí al oír el ruido, pero
en todo caso, mi grito parecía perderse como un vitoreo en un estadio de fútbol.
Excepto que Max miro hacia arriba desde donde estaba parado. Él registró a la
multitud como si buscara a la persona que había gritado. Finalmente, sus ojos
aterrizaron en los míos. Por una fracción de segundo pensé que vi un rayo de
esperanza en ellos.
En lo que parecía como en cámara lenta, me volví hacia Cole. Jack me liberó,
y subí la media pared y envolví mis brazos alrededor de Cole, tratando de
interrumpir su campo visual del escenario. Lo sujeté firmemente en lo que sonaba
como explosión sorda que alcanzó mis oídos. Una niebla rosa apareció en el aire.
El resto de los sacrificios comenzó a subir al escenario, uno por uno. Jack se
agachó por Cole, agarró un brazo y una pierna, y lo levantó sobre su hombro.
Asentí, incapaz de formar palabras. Tal vez era bueno que tuviéramos un
destino y un objetivo, porque si no lo tuviéramos, no estaba segura de cómo
reaccionaría.
De hecho, no sabía qué sentir acerca de la banda muriendo. Ellos no habrían
dudado en obligarme a asumir el trono, pero, ¿eso significaba que merecían volar
en pedazos? No sólo en pedazos, ¿sino en pequeñas gotas? Estaba teniendo un
momento difícil para procesar mis sentimientos, lo que estaba bien, porque no
había tiempo.
La banda. Masacrados ante nuestros ojos. Los conocía desde hace tiempo,
pero para Cole… ellos eran como hermanos. Puse mi mano en la mejilla de Cole.
―¿Recuerdas a la banda?
―Pero hay un agujero justo aquí. ―Apretó sus ojos―. Estoy perdiendo algo.
Lo he perdido. Pero no sé lo que he perdido.
Cerré mis ojos, y por un largo momento sólo estuvimos sentados ahí.
Jack se movió junto a mí, y abrí los ojos. Estaba de pie enfrente de nosotros.
Asentí.
―Sí.
Jack abrió la puerta del túnel del vientre de serpiente. Puse mis manos en las
mejillas de Cole.
―Mírame, Cole. Vamos a estar bien. Tenemos que destruir la red, y tenemos
que hacerlo ahora. ¿Estás conmigo?
Todos asentimos.
Jack abrió la puerta y nos introdujo a todos. Entró al final, cerrando la puerta
detrás de él.
―El reloj está corriendo ―dijo Jack. Esta vez no estaba temblando, no había
sangre drenándose de su cara. Él era el primero en la boca del tubo―. Yo primero.
Después Becks. ¿Tienes la hoz?
―Bien. ―Jack agarró a Cole por los hombros―. Cole, tú vienes después de
Becks. Ella te necesita. Asegúrate de que nada llegue a ella. Will, tú estás al final.
Will levantó sus cejas.
Todos asentimos.
El viaje a través del tubo parecía más largo que antes, probablemente porque
nuestra ventana de oportunidad era limitada y finita. Cuanto más lejos estábamos,
más esperaba que viéramos una luz tenue viniendo del final del tubo donde debía
estar la red de Sombras, pero no había luz.
―¿Qué significa que no haya luz? ―le dije a Cole detrás de mí.
―No lo sé ―dijo.
Seguimos en marcha, pero con cada metro nos sumergíamos más en pura
oscuridad.
―¿No deberíamos estar ahí? ―preguntó Cole. Su voz era demasiado fuerte
para el tubo, y me di cuenta de que básicamente todos estábamos conteniendo el
aliento.
―Shhh ―dije.
Cuando me había enderezado, Jack estaba todavía parado, sus pies separados
en una postura atlética, como si estuviera a punto de ser golpeado.
No tenía ningún exceso de energía para atraer a las Sombras, y Jack tenía el
colgante en su cuello, ocultándolo. Cole era un Sempiterno. Will era el único de
nosotros quien tenía algo que podría atraer su atención.
Al igual que una ola, una por una, las cabezas de las Sombras se voltearon
hacia Will.
Antes de que pudiéramos detenerlo, ondeó sus brazos hacia arriba y abajo.
Yo casi me reí, porque no eran sus movimientos los que atraían a las Sombras, pero
eso no importaba. Will tenía toda su atención.
―Mierda ―dijo.
―Lo que sea que vas a hacer, hazlo rápido. Vi algo al final. ¡Hay algo que
viene!
Tomé la hoz y la dejé caer de nuevo, pero era como apuñalar una piedra de
granito con un pollo de goma.
―¡Jack! ―dije.
Vino corriendo.
Se veía como si pensara que no podía funcionar, pero tomó la hoz de mis
manos. La levantó por encima de su cabeza, y de repente destelló una fotografía
que había visto en mi libro de mitología: Hércules sosteniendo un cuchillo sobre
algo. Tal vez ésta era la razón por la que se había vuelto más grande. Tal vez su
propio viaje a los Túneles le había llevado a este momento. Esta única oportunidad
para destruir algo que nadie más podía.
Él asintió.
Sonrió.
―Fe.
Cole nos hizo señas hacia una de las fisuras, y Jack fue primero, seguido por
mí. Empezamos gateando tan rápido como podíamos. Me volví para asegurarme
de que Cole estaba ahí, pero no lo estaba.
―¿Dónde está?
―No lo sé. ¡Cole! ―Había una luz en la red al final del túnel, y de repente la
oscuridad superó a la luz. No podía decir si era una forma humana o una Sombra.
Mi sangre corrió fría con el pensamiento de que las Sombras se habían llevado a
Cole.
Clavé mis uñas a medida que avanzaba, arañando mi camino hacia adelante.
Se sentía como que trabajaba contra una corriente fuerte. Jack extendió una mano
atrás y la agarré. Con su ayuda, finalmente terminamos en un montón afuera de la
entrada.
Le di un puñetazo en el brazo.
―¡Corran! ―dije.
Estábamos tan cerca ahora. Empecé a creer que podríamos lograrlo. Todo lo
que necesitábamos era que Will hubiera eludido a las Sombras, y cuando doblamos
la última esquina y vi a Will esperando en la Fuente de Leteo, sabía que estábamos
fuera de peligro. Agarré la mano de Cole y la de Jack; pero sólo cuando Jack estiró
el brazo para agarrar a Will, algo extraño sucedió, casi en cámara lenta. El cielo por
encima de nosotros se volvió de azul claro a un azul más oscuro, y luego hizo la
transición a un rojo intenso. El aire alrededor de nosotros pareció teñirse con un
rojo intenso también, como si cada molécula de aire reflejara la nueva tonalidad en
el cielo.
Jack agarró la mano de Will.
Cerré mis ojos, esperando por esa sensación familiar de ser mezclado en una
lavadora.
L
os Sempiternos salieron de los edificios. Algunos señalaron el
cielo. Otros se quedaron ahí de pie con sus rodillas dobladas y los
ojos cerrados, como si trataran de impulsarse a la Superficie. Pero
permanecieron donde estaban. Algunos dejaron escapar gritos de
pánico, buscando por seres amados perdidos. Lo bueno fue que con todo mundo
preocupándose por estar encerrados, nadie nos notaba. Me pregunté cuántas veces
había estado bloqueado el Everneath antes, porque los Sempiternos parecían
genuinamente aterrorizados.
Cole asintió.
Cerré mis ojos una vez más con la vana esperanza de que esta vez funcionara.
Pero nada sucedió.
Jack soltó nuestras manos y salió por el lado opuesto de la casa. Pasó sus
dedos a través de su cabello, jalando unas cuantas hebras mientras lo hacía.
Will fue el único que respondió. Vació sus bolsillos. Tres monedas, una ficha
de póker y una bola de pelusa.
Jack lo miró y se paseó incluso más rápido. Puse mis manos en mis bolsillos.
Un celular que no funcionaba en el Everneath. Y nada más.
El colgante.
Jack lo tiró contra la pared tan duro que el borde del colgante se incrustó en el
yeso un buen centímetro. Definitivamente estaba enojada, pero pensaba que la
cabeza de Jack estaba a punto de explotar.
Por primera vez, no tenía deseo de detenerlo. Cole nos había traicionado. De
nuevo. Quería que Jack destrozara a Cole.
―A ver, cálmense ―dijo Cole, sus manos fuera, palmas abajo. Caminó
alrededor de la mesa en la habitación para mantenerla entre él y Jack.
Jack fue alrededor de la mesa, y Cole se movió para posicionarse lo más lejos
que pudiera de Jack.
―¿Qué?
Jack asintió.
Miré al contenido sobre la mesa. Ahí estaba mi teléfono, tres monedas, una
bola de pelusa… ¿pero cuál era el punto de Will? ¿Qué nos estábamos perdiendo?
―Él nunca va a ninguna parte sin ella, ¿cierto? ―dijo Will. Habíamos
aprendido esa lección cuando tratamos de romper el corazón de Cole.
―Eso significa que tal vez todos los corazones están en un solo lugar
―dije―. Eso significa que la cosa que pensamos que era imposible…
Miró a Jack, quien tenía las orejas rojas, como si todavía quisiera estar
enojado con Cole y estuviera decepcionado de que no tuviera la oportunidad de
darle una paliza de nuevo.
Cole asintió.
Justo entonces la puerta se abrió de golpe, y Ashe entró. Nos vio alrededor de
la mesa y miró la puerta de nuevo como si fuera a correr.
Cole asintió.
―Mierda. ―Ashe miró las ventanas, las cuales estaban cubiertas con
persianas, y cerró una un poco más para que nadie pudiera ver dentro.
―Han destruido el orbe. Lo que significa que destruyeron la única cosa que
nos une a todos. Lo que significa que han liberado las Sombras. Sin el orbe, no
estoy bajo ninguna obligación de hacer lo que quiere el Everneath.
Si eso era cierto, si Ashe ya no estaba atado al Everneath, tal vez podría
ayudarnos a localizar dónde mantenía la reina los corazones de la Superficie. Jack
me miró y elevó sus cejas interrogativamente. Debió haberse preguntado lo mismo.
Asentí.
―Sé dónde los tienen. Todas las Sombras saben. Ahora que han destruido el
orbe, puedo decirles.
―No se hagan ilusiones. Si pensaron que llegar a los Túneles fue difícil… la
habitación del trono es un Fuerte Knox. Sí, no habrá tantas Sombras alrededor con
todo este caos, pero si esto es todo lo que tienen ―señaló hacía nuestros
cachivaches sobre la mesa―, nunca lo destruirán.
―Pero qué pasa si nos llevas a la sala del trono, y encontramos nuestros
propios corazones. Cada Sempiterno tiene una afinidad por su propio corazón,
hombre o mujer. Una vez cuando deje caer mi corazón, todo lo que tuve que hacer
fue pensar sobre él y regresó corriendo hacia mí. Siempre y cuando estemos lo
suficientemente cerca del corazón real…
Estudié su rostro.
―Entonces vamos a la sala del trono ―dijo Jack―. El corazón de Cole hará
ese acto de imán, y luego en el segundo en el que lo toque, podemos correr a la
Superficie y planear nuestro próximo movimiento. Tal vez podemos buscar algún
tipo de munición Everneath que podamos usar para destruir la sala del trono.
―No hay mejor momento que ahora ―dijo Ashe―. Las Sombras están recién
liberadas. Estarán por todas partes, incluso yendo la Superficie para llenarse. No
están limitadas por corazones como los Sempiternos. Antes, la existencia de la red
las mantenía en su lugar. Pero ahora están desorganizadas. Los corazones son lo
que menos protegido estará.
―¿Por qué?
El Everneath, Ouros.
S
eguimos a Ashe a través del caos de las calles de Ouros. Sempiternos
se precipitaban en todas las direcciones, probablemente buscando por
un lugar para salir a la Superficie. Aparentemente los inmortales eran
un puñado de tranquilos hasta que les quitaban su libertad. Ahora muchos
reaccionaban como lo haría cualquier recién animal enjaulado.
Titubeé.
Tal como Ashe lo había prometido, llegamos hasta una puerta de vidrio
manchada de rojo. La madera alrededor de la puerta parecía pesada y fuerte. Un
intrincado diseño de hierro creaba un patrón en el vidrio. Jack tomó la manija, pero
esta no cedió.
Dio un paso hacia atrás e inclinó sus rodillas, listo para saltar.
Alcé mi mano.
Trató de girar la rueda. No sucedió nada. Jack tomó dos de las manijas
exteriores. Pero parecía como si el eje de la rueda estuviera soldado a la puerta, y
fuera imposible moverlo.
Jack miró, su cabeza parecía un globo de aire caliente siendo inflado más allá
de su tamaño normal. Las venas saltaron en su frente.
Eso fue todo. Jack perdió el control. Se estiró para agarrar a Cole, y mientras
lo hacía, rompí el beso y dije:
―Dame un minuto ―dijo. Me sentí mal por haber hecho eso, pero era
necesario. ¿O no?
No estaba segura que fuera siquiera justo meterse con las emociones de
alguien de esa manera, como me acababa de meter con las de Jack, aunque una
parte de mí creía que el fin justifica los medios. Probablemente había estado
debatiendo ese movimiento por un largo tiempo.
―No estoy seguro de que tu corazón esté aquí. ―dijo―. Por alguna razón
creo que el corazón de las personas transitorias, como tú, son inmunes al encierro.
―¿Por qué?
Fruncí el entrecejo.
―¡Tal vez esto es algo que podrías haber recordado antes de venir aquí!
―¡Cole! ¡Tú púa! ―La tomé del aire y comencé a correr por el lugar en el que
pensé que Cole se fue. No tenía tiempo de ponerme a pensar por qué había venido
a mí en lugar de a él.
—¡C
ole! ―No pude evitar decirlo. No se movía.
Cole se agitó detrás de ella. Y junto a él, en uno de los corredores, Will se
deslizó acercándose. Calladamente, así la reina no lo notaría.
―¿Él me dijo que esto te pertenece? ―¿Cómo era que tenía mi brújula, y por
qué el corazón de Cole vino a mí y no a él?
Pensé rápido. ¿En que había estado pensando cuando la púa de Cole vino
hacia mí? Estaba pensando literalmente en el corazón de Cole.
―Así que dime, chica que sobrevivió a la Vinculación… chica que conjuró a
una persona de la nada… chica que quiere mi trono… ¿Por qué no debería romper
tu corazón en dos en este momento?
Cole se las había arreglado para sentarse. Le dio una mirada a su corazón en
mi mano. Jack apareció junto a Will. Parecía como si hubiera estado corriendo.
Obviamente su barricada en la puerta había cedido.
Me alejé de la reina.
―¡Ahora! ―grité.
Los tres chicos corrieron hacia mí, tacleándome todos al mismo tiempo, y en
una fracción de segundo estábamos en el aire, y la cara enojada de la reina se iba
alejando.
Aterrizamos en la Superficie, en el asfalto de un estacionamiento cerca de la
Tienda de Paso. Besé el suelo.
Lo que decía que teníamos que regresar al Everneath antes del anochecer o
mi energía habría desaparecido. Estaba segura que los otros ya se habían dado
cuenta de eso también, pero ninguno estaba hablando.
―Díganlo ―dije.
Jack quitó una mano del volante y colocó su brazo alrededor de mí.
―Jack y Will, ustedes chicos, tengan los explosivos listos y luego busquen
toda la información que puedan sobre la reina. Nikki y yo vamos a regresar al
Everneath.
―Porque tengo que entrenar a Nikki para conjurar una energía que haga
explotar la bomba.
Después de que Cole empacó una mochila ―fue bastante reservado sobre su
contenido― me llevó a la Tienda de Paso y fuimos abajo.
―No estoy seguro. En mi cabeza pensé en algo bastante alejado de los cinco
Comunidades. Probablemente estamos en algún lugar alrededor del Anillo de
Tierra. La tierra de nadie.
Cole reunió un montón de objetos: palos, piedras, ramas… Los puso en una
pila al final del claro.
Se encogió de hombros.
Giró y me lanzó una roca. Mi primer instinto fue agacharme, así que lo hice, y
la roca pasó volando sobre mi cabeza.
Cole dio un paso más cerca, echó su brazo hacia atrás, y me lanzó otra roca.
Sacudí mi cerebro para conjurar algo que pudiera ayudarme, pero el único objeto
que me vino a la mente fue la última cosa que vi en la Superficie. Una fuente de
sodas en la Tienda de Paso. Y la única cosa que apareció en mi cabeza de esa
imagen fue un popote.
El débil contorno del popote apareció frente a mi cara, pero la roca lo atravesó
como si hubiera sido humo. De nuevo, me salí del camino.
Cole suspiró.
Dejó caer la mochila que había estado colgando de su hombro y abrió el largo
cierre. Sacó un rollo largo de cuerda. No era grueso, pero se veía fuerte.
―No tuerzas tus bragas ― dijo Cole―. No tengo esa clase de cosas en mente.
―Wow ―dije.
―¿Qué?
Sostuvo mi mirada.
Sacudí mi cabeza.
―No ―dije enfáticamente―. No hay forma en que te deje atar mis manos.
―Me dejaste atar tus pies ¿Pero trazas una línea con tus manos?
―Ese es el punto.
―Sé que no confías en mí por el chico que era antes. Pero no soy él.
―Memoria o no, no soy él. Si quisiera lastimarte, podría haberlo hecho ya.
Cerré mis ojos, asintiendo, y puse mis manos juntas detrás de mí. Escuché sus
pasos mientras caminaba detrás de mí y gentilmente tomó mis manos con las
suyas. Y entonces amarró la cuerda alrededor de ellas fuertemente.
Dio unos pasos hacia atrás, pero no demasiado lejos de su posición original.
Me asustó, porque ahora que estaba más cerca, no tendría mucho tiempo para
reaccionar.
―Ay ―dije
―Espera ―dije, mi voz salió mucho más débil de lo que pretendía. Cole
actuó como si no me hubiera escuchado.
―¡Espera! ―grité
Justo cuando iba a soltar la piedra, apreté mis ojos cerrados, y cuando los
abrí, un pequeño, blanco, y delgado objeto se disparó a través del aire de mí hacia
él. Lo golpeo en la cabeza.
―¡Cole! ―dije. Salté hacia él, tratando de liberar mis manos mientras lo
hacía―. ¿Estás bien?
―Ooh. Parece que eso duele. ―Tomé un poco de triunfo por el pequeño
daño que había causado.
Se frotó su mejilla.
Me encogí de hombros.
―¿Cómo?
―Está bien, tal vez no puedo matar con un popote, pero puedo mutilar.
―Toqué su mejilla, limpiando una mancha de sangre fresca con mi pulgar. Él cerró
sus ojos ante el contacto, e inmediatamente apartó mi mano.
Asentí.
Trabajamos por lo que se sintieron horas, pero estaba tranquila sabiendo que
eran solamente horas del Everneath.
Ahora todo lo que podíamos hacer era esperar que Will ya hubiera
construido aparatos que pudieran ser encendidos con una bengala y que Jack
hubiera encontrado algo en su investigación que pudiera hacer a Adonia débil.
Cap tulo 34
Traducido por flochi
Corregido por Nanis
C
ole envió a Ashe a la Superficie en busca de Jack y Will, y luego
todos nos reunimos en la casa de Ashe.
―Su imagen oscila entre una rubia pequeña y una alta pelirroja. Usa un
colgante alrededor del cuello.
―Es una corona con dos espadas cruzándolo. Como la medalla que su
soldado usaba. ―Abrí los ojos y me encogí de hombros―. Eso es todo lo que
tengo.
―No es suficiente.
Jack miró de mí a Cola para volver a mí, como queriendo decir algo.
―Nuestra mejor esperanza son las bombas. Tienen que funcionar ―dije―.
Tenemos que esperar que la explosión sea suficiente, porque en este momento, si
enfrento a la reina, perderé.
Asentí.
Me dio una débil sonrisa, luego me acercó y besó de una manera larga, dura y
fin-del-mundo.
Ashe interrumpió.
―Vamos.
Jack tomó mi mano mientras Ashe nos llevaba a través de las calles hacia la
cámara secreta que actuaba como plataforma de lanzamiento de las Sombras a la
Corte Superior, la evidencia de los efectos del bloqueo mostrándose en todo el
camino. Si fallábamos en destruir el Everneath, el lugar todavía tendría que
atravesar un largo camino para alcanzar su antigua gloria.
A medida que nos acercábamos, noté espinas saliendo de las ramas. Afiladas
y dentadas, y más grandes que cualquier espina normal.
―La reina debe haber agregado esta capa de protección dado que muchas
Sombras la están abandonando ―dijo Ashe. Sacó su espada y empezó a agitarla.
―Los retendré tanto como pueda ―dijo Ashe, y empezó a mover los puños.
Ahora éramos Jack, Cole, Will y yo. Jack tenía la espada de Ashe. La agitó con
violencia nuevamente, y estuvimos a mitad de camino de la habitación. Pude ver la
puerta de la bóveda con el timón a través de la espesura de las ramas.
Pero al ritmo que íbamos, Ashe no sería capaz de defenderse de las Sombras
antes de llegar allí.
Jack agitó la espada contra las ramas, pero eran muy fuertes, y la espada se
rompió. Habíamos llegado tan lejos como podríamos.
Sangre corría por su brazo, cayendo en grandes gotas por su codo y goteando
en las ramas debajo de él. Y aun así él permaneció, colocando el dispositivo tal y
como Will le había enseñado en la Superficie. Tanto daño había sido hecho
mientras insertaba su brazo, y las espinas estaban de frente a él. Eran como miles
de anzuelos. ¿Cómo podría sacarlo otra vez?
Una gota de sudor corrió por su frente, bajando por su mejilla. El dolor debía
ser insoportable.
Abrí mis ojos y vi que todo lo que había creado era un par de centímetros
extra para el brazo de Jack.
―Nunca.
Sonrió.
―No puedo.
―Tira de mí.
Agarré su mano y, apoyándome en mis pies contra algunas de las ramas del
suelo, salté en la dirección opuesta.
Gruñó fuertemente cuando su brazo se liberó. La sangre se vertió de los tajos.
―¡Corre! ―gritó.
―Lo hicimos ―dijo. Al menos creo que eso fue lo que dijo. No podía
escucharlo.
Nos pusimos de pie. Mis oídos sonando con un agudo tono. Incliné la cabeza
y la sacudí, sintiéndome frustrada por la extraña sensación de ser incapaz de
escuchar.
Pero entonces me di cuenta de lo que era más malo que yo no siendo capaz
de escuchar. El Everneath seguía allí. No había desaparecido.
―¿Qué? ―dije.
M
e di la vuelta y allí estaba ella en toda su gloria pelirroja. Pero ese
disfraz duró sólo unos momentos antes de que se convirtiera en
Adonia con el cabello rubio de nuevo. Tal vez ya que sabíamos
quién era, no sentía la necesidad de ocultarse.
―¿Qué cosa?
Negué.
Ella sonrió. Una amplia y aguda sonrisa que parecía más una mueca de
desprecio.
―¿No sabes lo que pasa, no es así? ¿Cuándo los Sempiternos pierden sus dos
corazones?
―Pierden su inmortalidad.
Ella cerró los ojos, y sus párpados se agitaron. No podía sentir nada, así que
pensé que este sería el momento perfecto para atacar; pero cuando fui a pensar en
algún tipo de arma, de repente no tenía control sobre mis pensamientos.
―¿Sabías que tu madre no murió del golpe del carro que la golpeó? ―dijo la
reina―. Al menos no directamente. Se ahogó.
―Mamá ―susurré.
La reina se rió.
Abrí los ojos y los entrecerré hacia ella. La reina estaba mintiendo. Ella no
podía saber lo que había sucedido.
―Mi mamá no se ahogó ―dije, sin respiración―. ¿Por qué dirías eso?
―Estoy tan feliz de que me creas ahora ―dijo la reina―. Porque tengo algo
especial por la chica que me hizo pensar que Nathanial todavía estaba vivo.
Cerró sus ojos, y en ese momento un vidrio apareció a cada lado mío. Ella
había conjurado una gran caja de vidrio. Sentí líquido frío en mis pies y miré abajo
para encontrar que agua estaba llenando la caja. Aporreé las puertas y el techo, tan
duro que mis nudillos se partieron y sangraron manchando el vidrio. Pero no se
rompió. Puse mis manos en una pared y mis pies en la opuesta y traté de usar la
fuerza para romperla. Pero no funcionó. El agua había llegado a mi pecho y estaba
subiendo rápidamente.
A medida que el agua se deslizó hasta mi cara, tragué una última bocanada
de aire. Mi último aliento de vida. Vislumbres de personas pasaron por mi mente.
Tommy. Mi papá. Jules. Jack. Les había fallado.
Esto fue todo. Me iba a morir de la peor manera posible, con Jack a la vista
pero fuera de su alcance.
Pude ver a Jack en la jaula. Había dejado de golpear, y ahora sólo tenía su
mano levantada, con la palma hacia afuera, hacia mí. Puse mi mano en mis labios y
luego la puse plana contra el cristal.
Cerré los ojos y pensé en mi madre. Tal vez sabría exactamente lo que se
siente al ser privada de aire, tal como ella lo había hecho. Tal vez la vería pronto.
Estaba quedándome sin tiempo y sin aire. Cerré mis ojos y me imaginé el
corazón de la reina.
La reina se abalanzó sobre mí, pero ya era demasiado tarde. Ya había roto su
corazón de la Superficie. Se detuvo a medio paso, y luego cayó al suelo de un
golpe. Su piel translúcida se convirtió en arrugada ante mis ojos; su cabello se
volvió de rubio brillante a gris y luego a blanco.
Y entonces ella se convirtió en polvo y salió volando en una brisa suave que
ni siquiera me di cuenta que estaba allí.
Todo lo que ella había conjurado, la caja de vidrio, la jaula, todo había
desaparecido. Y Jack, Cole y yo nos quedamos respirando con dificultad a través
de partículas de polvo que solían ser la reina.
Cap tulo 36
Traducido por Silvia Gzz
Corregido por Nanis
El Everneath. La bóveda.
E
l suelo bajo mis pies retumbó, haciéndome perder el equilibrio.
Caí a la tierra mientras el estruendo se convertía en balanceo.
Jack me levantó.
―¡Corre!
―¡Vamos al lago! ―grité. El lago era donde los Túneles estaban ocultos, tal
vez los Túneles serían el único lugar donde podríamos encontrar refugio. Corrimos
a lo largo de la pared hasta que encontramos un agujero lo suficientemente grande
para atravesarlo. Podía ver el lago más adelante.
Olvidé que él no tenía idea de por qué estábamos cerca de saltar dentro del
lago.
―¡El lago es la entrada a los Túneles! ―dije.
Me detuve por una fracción de segundo, recordando la última vez que salté
en este mismo lago. Había sostenido la mano de Cole. Habíamos contado bajo y
saltado juntos.
―Gracias.
Al menos lo que se suponía era la Corte Superior. Pero todo fue diezmado.
Las llamas del anillo interior del laberinto habían sido rociadas, dejando un círculo
de tierra con cicatrices detrás. Tan lejos como podía ver, todo había sido aplastado.
No había quedado el laberinto.
En el centro de lo que solía ser la Corte Superior había un poste con una sola
bandera balanceándose en el viento. Una bandera verde.
―Es el mismo verde de tus ojos ―me dijo Jack. Alzó su mano para tocar mi
mejilla, pero justo antes de hacer contacto, su mano se hizo borrosa alrededor de
los bordes. Parpadeé, tratando de limpiar la película de mis ojos, pero esto no era
una película. Su mano se volvió tan borrosa, que podía ver a través de ella. Miré a
su cara.
―Está bien ―dijo Cole―. Esperaba esto. No hay energía aquí para mantener
a los humanos. Estará esperándote de vuelta en la Superficie.
―¿Por qué todavía hay algo? ¿No debería haberse ido todo?
―¿Dónde la en…?
―Mi memoria empezó a regresar justo después del Festín. Después que vi a
la banda ser asesinada ante mis ojos. No recibí mi memoria completa de regreso,
sin embargo, hasta que entramos en la bóveda de corazones. Cuando la reina
apareció, agarré la brújula más cercana que pude encontrar. Había literalmente
como veinte brújulas para escoger. ―Miró hacia abajo―. También recordé el ser
torturado por la reina. Recuerdo cuando se inclinó sobre mí con su atizador
caliente; el colgante alrededor de su cuello cayó fuera de su vestido. Vi lo que
parecía su corazón.
Cole asintió.
―Sí. ―Suspiré―. Ya sabes, si hubiera sabido cómo iba terminar todo esto…
Él frunció el ceño y cerró sus ojos por largos segundos. Cuando los abrió de
nuevo, podía jurar que estaban húmedos. Parpadeó y alejó las lágrimas.
Tomó su púa, listo para aplastarla entre su dedo índice y pulgar. Sostuve mi
brújula. Tenía una tapa, como un reloj de bolsillo. La incliné hacia atrás en las
bisagras.
―¿Listo? ―pregunté.
―Espera ―dijo Cole. Me miró a los ojos―. Siempre supe que cambiarías mi
vida. ―Miró lejos, brevemente, y sacudió su cabeza a algún desconocido
recuerdo―. Sabes, una psíquica una vez me dijo que no tendría ninguna otra
pérdida después de ti. Que serías la última. A la vez, me permití creer que esto era
el destino, que podríamos terminar juntos, gobernando el mundo. Y si esto era el
destino, ¿por qué luchar contra esto? Me dio licencia para hacer cualquier cosa que
necesitara hacer para conservarte. Pero incluso entonces sabía. En el fondo sabía
que serías mi principio y mi fin. Mi consciencia moral empezó a tomar forma al
momento que te conocí. De esa manera, comenzó mi propia alma. Y entonces
cuando me enamoré de ti, mi corazón.
No había pensado en eso… que esta podría ser la última vez que lo viera.
Estaba segura él formaría una nueva banda en la Superficie, pero realmente, no
habría razón para vernos el uno al otro.
―Aun así, solo sígueme la corriente. Si tienes algo que quieras decir, dilo
ahora.
Si tuviera algo que quiera decir. ¿Qué es lo que quiero decirle? Me había
llevado al Everneath. Alimentado de mí por cientos de años.
―No sé lo que quiero decirte ―dije―. Tal vez, después de algún tiempo, lo
sabré. Pero no ahora.
―¿Listo?
Cerró sus ojos. Los apretó. ¿Por qué estaba tan asustado? No era como si
romper nuestros corazones pudiera literalmente lastimarnos. Él debería saber esto.
Romper nuestros corazones nos haría mortales. ¿No es así?
―Cole ―dije.
Pero antes de que muriera, dijo que yo no sabía qué pasaba realmente con los
corazones de Sempiternos cuando se rompían. Cole tenía miedo de romper su púa,
pero no se veía tan preocupado acerca de mí rompiendo el mío. Si él pensaba que
esto sería doloroso, podría estar reconfortándome ahora mismo. Sabía suficiente
acerca de su amor por mí para saber esto.
Pero no estaba preocupado por mí. ¿Cómo romper mi corazón era diferente
del suyo? ¿Y cómo éramos nosotros distintos?
Además del hecho que era cerca del mil años más viejo que yo.
Aspiré una bocanada de aire y traté de quitarle la púa de su mano, pero una
vez empecé a luchar con él, cerró sus dedos alrededor firmemente.
―No, no lo sabes.
Empecé a estremecerme.
―No. No podemos hacer esto. ―Traté de abrir sus dedos, pero el estúpido
Sempiterno era fuerte. Clavé las uñas en su piel. Hizo una mueca de dolor, pero no
se movió―. Dame tu corazón.
―Nik, sabes que tenemos que terminar lo que empezamos. Y eso sólo
ocurrirá cuando cada corazón sea destruido. Cada. Corazón.
―Por favor. Tiene que haber otra manera. Nuestros corazones son los únicos
que quedan. Somos los únicos Sempiternos que quedan. Podemos solo seguir
adelante. Puedo romper mi propio corazón. Pero tú…
Mis manos temblaron. Cole las agarró. Todavía las sostenía. Me miró a los
ojos.
―Llevemos esto hasta el final. No podemos parar hasta que esto termine.
―Ya lo tienes.
―¿Cole?
Sostuvo mi mirada por largos segundos antes de que sus rodillas cedieran, y
empezara a hundirse en el suelo. Fui con él, soportando su peso mientras nos
hundíamos. Coloqué mis brazos a su alrededor y lo sostuve fuertemente, y luego
en frente de su cara, rompí mi brújula hacia atrás, rompiendo las bisagras.
Momentos más tarde era polvo. Mis manos estaban vacías. Y estaba sola.
Cap tulo 37
Traducido por Selene1987
Corregido por Nanis
El Everneath
E
n el momento en el que los dos últimos corazones del Everneath
se rompieron, el Inframundo (lo que quedaba de él) empezó a
dar vueltas a mi alrededor. La oscuridad de los bordes empezó a
traspasar la tierra. Pieza a pieza, acre por acre, el Everneath estaba siendo
engullido por la gran nada que lo rodeaba.
―¿Cole? ―dijo.
Había creído que no existía la redención. Ahora sabía que estaba equivocada.
Cole me lo había demostrado. La redención no llega de grandes gestos de elegante
valentía. No llega por cumplir con éxito doce tareas imposibles. En lugar de eso, la
redención se transpira en pequeños lugares: en la palma de su mano, en los dedos
que habían tocado una guitarra.
Mi padre regresó a casa de su búsqueda inútil en Los Ángeles. El nivel de
enfado se había excedido sólo por el alivio de que aún estaba viva. Tommy regresó
a casa desde la de mi tía, y nuestra reunión familiar sólo estuvo dañada por el
hecho de que pasaría los próximos seis meses en rehabilitación, a petición de mi
padre.
Seis meses. Podría hacer cualquier cosa en seis meses. Mientras supiera que
una larga, saludable y vida mortal me esperaba al otro lado.
Jack vino para ayudarme a hacer las maletas para rehabilitación. Mientras
bajaba la tapa de mi maleta y la cerraba, me sonrió.
―Creo que por fin estoy preparada para cumplir el castigo. ―Sonreí―.
Quizás algún día pruebe de verdad los vicios de los que supuestamente me estoy
recuperando.
―Después de todo lo que hemos pasado, no creo que alguna vez sienta
deseos de estropear artificialmente mis emociones de nuevo.
Suspiró.
Tiempo.
―Te quiero ―dije.
Me besó la cabeza.
Por dos padres que eran geeks de los mitos griegos, crecí pensando en que las
últimas tendencias en moda eran inspiradas por Afrodita, y mi apertura para una
buena conversación era: “Así que, ¿qué personaje mitológico consideras más
parecido a ti?”.
Vivo en Utah con nuestros dos hijos pequeños, quienes todavía no tienen idea
de por qué estoy en la computadora todo el tiempo.
Jessy
Apolineah17
Staff de Traducción
Jessy ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ Brendy Eris
Apolineah17 veroonoel silvia gzz
Gigi D Helen1 Fanny
Selene1987 MaEx Flochi
Rivery magdys83 Jenn Cassie Grey
Staff de Corrección
Debs aniiuus
veronooel Sttefanye
Nanis
Recopilación y Revisión
Nanis
Diseño
ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ