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Contenido

Sinopsis
A
hora que Nikki ha rescatado a Jack, lo único que quiere es estar
con él y graduarse en el instituto. Pero Cole engañó a Nikki al
alimentarse de él, y ella ha comenzado el proceso de convertirse
en un Sempiterno… lo que significa que debe alimentarse de un
Desposeído pronto, o morir.

Aterrorizada por su supervivencia, Nikki y Jack comienzan un intento


desesperado para revertir el proceso utilizando cualquier medio posible. Incluso
Cole, quien espera que luche contra ellos en todo momento, se ha convertido en un
aliado poco probable… ¿pero cuánto tiempo puede durar? Nikki necesita
alimentarse de Cole para sobrevivir, Cole necesita a Nikki para obtener el trono en
el Everneath, Jack necesita a Nikki porque ella es todo para él, y juntos, deben
viajar de regreso al Inframundo para deshacer el destino de Nikki y hacerla mortal
otra vez. Pero Cole no es el único que tiene planes para Nikki: la reina no ha
olvidado la traición de Nikki, y quiere destruirla para siempre. ¿Será Nikki
obligada a pasar la eternidad en el Inframundo o tiene lo que se necesita para
derribar el Everneath de una vez por todas?

En esta asombrosa conclusión de la trilogía Everneath, Brodi Ashton evoca


la resistencia del espíritu humano y el poder invencible del verdadero amor.
Ep grafe
“Algunos pensamos que lo que nos hace más fuertes es
aguantar, pero otras veces es dejarlo ir”.

―Hermann Hesse
El Sempiterno

L
Traducido por Jessy
Corregido por Nanis

os entusiastas de la mitología los llaman fantasmas Akh, Akh


refiriéndose a la vida después de la muerte.

Otros los llaman las almas de la muerte, los habitantes del


Inframundo.

Pero yo sé que son realmente los Sempiternos. Viven en un Inframundo


conocido como Everneath, y cada cien años deben alimentarse—robar energía
emocional— de un sacrificio humano, llamado un Desposeído.

Una vez fui una Desposeída.

Ahora soy un Sempiterno.

Pero destruiré el Everneath antes de alimentarme de otro ser humano. Y


destruiré todo, o a todos, lo que se interpongan en mi camino.

Prologo
Traducido por Jessy
Corregido por Nanis

La Superficie. Mi habitación.

J ack se frotó los ojos y se sentó en mi cama.

―Espera. ¿Qué acabas de decir?

―El Everneath ―contesté―. Dije que quiero derribar todo. Explotémoslo.


Destruirlo con bombas nucleares o algo. ―Mis manos comenzaron a temblar.

Jack le echó un vistazo al reloj, luego extendió la mano hacia mí.

―Vuelve a la cama. Todo está bien. Los Túneles no vendrán por ninguno de
nosotros. Se acabó.

Acabado. Nunca se acabaría. Ya no. Miré la ventana abierta, por la cual Cole
había saltado después de que me había robado el corazón. Jack siguió mi mirada,
vio que la ventana estaba abierta, y me miró con el ceño fruncido como si
finalmente sintiera que algo estaba muy mal.

―¿Qué acaba de suceder, Becks?


―Cole estuvo aquí. ―Mi voz sonaba temblorosa―. Dijo que me alimenté de
él tres veces en el Everneath. Dijo que ahora he perdido mi corazón. Vio una
brújula en mi escritorio, y la tomó, y… y… ―Me quedé sin aliento.

Jack estuvo a mi lado en un instante, sus gruesos brazos a mi alrededor.

―Shhh. Está bien. Despacio. ¿Estás diciendo que Cole robó una brújula?

Apreté fuertemente los ojos.

―Estaba tirada allí en mi escritorio. Él dijo que era mi corazón.

Jack contuvo el aliento por un momento.

―¿Tu corazón?

Asentí y tomé una respiración profunda, entonces hice la única cosa que
había tenido miedo de hacer. Tomé la mano de Jack y la coloqué sobre mi pecho
donde mi corazón debería haber estado, al igual que Cole había tomado mi mano y
hecho lo mismo solo unos minutos antes.

No había nada. Sin latido.

Mi respiración se volvió frenética. Jack presionó su mano fuertemente sobre


mi piel, la mantuvo ahí por un largo momento. Su rostro se volvió pálido.

―¿Cómo…? ¿Por qué…?

Su voz cayó como si no estuviera seguro de qué pregunta hacer.

Recordé imágenes de la última semana, hasta el viaje que Cole y yo habíamos


tenido a través del laberinto hacia el centro de Everneath para rescatar a Jack. Las
siguientes palabras se escaparon.

―Cuando fuimos por el laberinto para encontrarte, hubo momentos en que


tuve que alimentarme de Cole para seguir adelante. ―Sacudí la cabeza―. Dijo que
ya que me alimenté de él tres veces, me voy a convertir en un Sempiterno. Luego
dijo que había ciertas ventajas para el Sempiterno que tenía mi corazón. Luego… se
fue con la brújula. ―Me quedé mirando a Jack―. Mi corazón.
Jack miró a la ventana abierta.

―¿Por qué no me despertaste?

―Estabas tan cansado. Y no pensaba que hubiera nada de lo que temer. Era
Cole. Él… él me ayudo a rescatarte. Él fue… ―Mi amigo. Apreté los ojos y me
reprendí a mí misma. Mi amigo. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? ¿Tan
ciega?―. Me engañó. Solo fue al Everneath para que me alimentara de él. Nunca
quiso salvarte. Incluso estaba sorprendido de que estuvieras aquí. Debería haberlo
visto venir.

Sentí que se me doblaban las rodillas, pero antes de que me hundiera, Jack
me sostuvo con más fuerza.

―Shhh. Va a salir bien, Becks.

―Tenemos que destruirlo ―dije―. Al Everneath. Tenemos que derrumbarlo.


―¿Cómo podía mi sangre latir tan rápido sin un corazón?

Jack asintió y me llevó hasta la cama, donde ambos nos sentamos.

―Pensemos en esto. Lo primero que tenemos que hacer es recuperar tu


corazón. ―Ante mi expresión maniática, extendió la mano, con la palma abajo―.
Primero, tu corazón ―repitió―. Luego, después de que lo recuperemos,
hablaremos de explotar cosas. Lo prometo.

―¿Por qué? ―Sorbí―. ¿Qué hará recuperar mi corazón?

―Cole obviamente lo quiere por alguna ventaja. Tal vez así puede tener
siempre la amenaza de romperlo.

Sacudí la cabeza.

―Esa es la cosa. Estábamos equivocados acerca de su corazón. Su púa de


guitarra. No lo habría matado si la hubiéramos roto esa noche. ―Deje salir una
bocanada de aire―. Me dijo que cada Sempiterno tiene dos corazones. Un corazón
en la Superficie y un corazón Sempiterno. Rómpelos a ambos, y te conviertes en
mortal otra vez. Así es como la mujer que lo convirtió en un Sempiterno recuperó
su mortalidad. ¿Pero romper solo el de la Superficie? ―Me devané los sesos,
intentando recordar qué significaría. Todo lo que sabía con certeza era que no lo
mataría.

―Entonces es por eso que lo quiere. Romper ese corazón es el primer paso
para hacerte mortal otra vez. No te puedes convertir en humana si él tiene tu
corazón de la Superficie. ―Hizo una mueca―. Todavía no puedo creer que
estemos hablando así. ¿Cómo hizo…? ―Su voz se desvaneció mientras negaba―.
Ese bastardo.

―Es mi culpa.

Me dio una mirada severa.

―No digas eso, Becks.

―Es verdad. Confié en él. Le rogué que viniera conmigo. Me envolví como
regalo para él, con un gigante moño rojo.

Presionó los labios en mi cabeza.

―Mi vida estaba en la línea. Yo hubiera hecho lo mismo.

Levanté la vista hacia él. Él bajo la cabeza y me besó, y en ese momento la


tranquilidad de su alma se hundió en mí como una manta caliente, calmando mis
miedos. No fue hace mucho que no podíamos besarnos sin que le robara energía,
pero este era un beso normal.

Espera. Era solo un beso normal.

Si fuera un verdadero Sempiterno, ¿no habría una transferencia de energía?


Siempre había un silbido de emociones moviéndose de una persona a otra cuando
los labios de Cole habían llegado cerca de los míos. ¿No sería lo mismo para mí
ahora?

Me aparté.

―¿Qué es? ―preguntó Jack.


―No siento nada. Nada. No tomé nada de ti. Si fuera un Sempiterno, habría
robado energía de ti.

Jack respiró por la nariz.

―¿Ves? No puedes ser un Sempiterno todavía. No puede ser demasiado


tarde. No lo es. Encontraremos tu corazón; lo romperemos. No es demasiado tarde.

Asentí y luego me apoyé en él y enterré mi cabeza en su pecho. Tal vez Jack


tenía razón. No sentía nada diferente, salvo por el hecho de que no tenía un
corazón; pero incluso sin él, tenía pulso. Había besado a Jack sin robar nada de
energía de él. Aliviada, levanté mi rostro hacia el suyo otra vez. Quizás no era
demasiado tarde.
Cap tulo 1
Traducido por Jessy.
Corregido por Debs.

La Superficie. La biblioteca. Noventa y nueve años hasta el


próximo Vínculo.

M i resentimiento hacia Cole había alcanzado niveles extremos.


Tenía que haber una palabra especial para cómo me sentía
acerca de él, pero no podía descubrirla. El odio no era
suficiente. No transmitía el aspecto intemporal de mis
sentimientos. No explicaba la enormidad exponencial de su crecimiento cada día.

Cole una vez me había dicho que algunos castigos eran perpetuos: Sísifo
rodando la roca arriba por la montaña solo para tener que bajarla rodando otra
vez; Prometeo, cuyo hígado era comido todos los días por una águila solo para que
le volviera a crecer al día siguiente y ser comido otra vez. Mi odio por él, era igual
de atemporal. Del mismo modo que no moría.

Escuché a Jack moverse en su silla.

―Estás haciendo esa espiral de odio de nuevo, ¿cierto? ―dijo Jack.

Abrí los ojos, y capté un vistazo de él mirándome desde debajo de la pantalla


de la lámpara en el escritorio en la equina de la biblioteca. Dejó un pedazo de papel
amarillento en una gran pila de páginas similares, todo parte de los documentos
que había tomado de la casa de la Sra. Jenkins después de que había sido
asesinada.
Sacudí la cabeza, intentando borrar el recuerdo de encontrar el cuerpo de la
Sra. Jenkins en su sillón, su vida, drenada. Cole me había dicho que Max y los otros
Dead Elvises la habían matado. Sabía demasiado sobre mí, y Cole no quería que
sus palabras regresaran a la reina, de que un Desposeído había sobrevivido al
Vínculo. No sabía cómo Cole planeaba apoderarse del trono, pero sabía que estaba
contando con el factor sorpresa.

Los documentos en frente de Jack eran lo único que quedaba de la Sra.


Jenkins. Y ya que Cole había tomado mi corazón hace dos semanas y luego dejó la
ciudad —como siempre parecía hacer cuando lo necesitábamos— estos
documentos eran todo lo que teníamos para enfocarnos.

―¿Cómo sabías que estaba haciendo lo de la espiral de odio? ―dije.

Jack frunció el ceño,

―Porque tus ojos estaban entrecerrados. Y tus manos estaban sobre tu


corazón. Y tenías esa mirada, que dice que quieres la cabeza de alguien en una
estaca.

Extendí el brazo en la mesa y rocé un mechón de cabello castaño de su


mejilla.

―Tú lo odias también.

Él se encogió de hombros.

―Eso es un absoluto. Pero estoy intentando enfocar mi odio en encontrar una


cura para tu… condición.

―¿Así es como lo llamaremos? ¿Una condición? Perdí un órgano vital. No


estoy segura si condición lo cubre.

―Todavía no sabemos si eres un Sempiterno. No has podido alimentarte de


mí.
Jack tenía razón. Desde esa primera noche, había intentado alimentarme de
él, pero nada había sucedido. ¿Podría ser posible que Cole hubiera robado mi
corazón pero que todavía fuera humana?

Si Cole estuviera aquí le preguntaría, pero había salido disparado con la


banda. Y muy probablemente con mi corazón. Jack y yo habíamos acampado en su
apartamento por tres días, antes de que comenzáramos a ver los comentarios sobre
un concierto de Dead Elvises en Milwaukee. Había estado desaparecido desde
entonces.

―¿Puedo ser sincera? ―pregunté.

―Quieres decir, puedes ser pesimista ―dijo Jack.

―Verdad. Pesimismo. Son casi uno y el mismo últimamente.

Jack suspiró.

―Adelante.

―Hemos repasado estos documentos. Unas mil veces. No hemos encontrado


nada.

Jack señaló uno de los papeles que había estado revisando.

―De hecho, este tiene instrucciones para convertirse en una Sombra.


Aparentemente si has sido un Sempiterno demasiado tiempo y luego te pierdes un
Vínculo, te conviertes en una Sombra.

Te pierdes un Vínculo. Solo había sabido de un Sempiterno que se había


perdido un Vínculo. Recordé mi viaje a través del laberinto.

―El amigo de Cole, Ashe, se perdió un Vínculo. Se veía como si estuviera


hecho de humo. Tal vez se estaba convirtiendo en una Sombra. ―Sacudí la
cabeza―. No importa. Las instrucciones de cómo convertirme en una Sombra no
me ayudan.

―Nunca sabes lo que ayudará. Seguiremos buscando. ―Hojeó un par de


páginas más, a continuación sostuvo una―. Aquí hay algo acerca de una roca
resplandeciente. Tal vez eso significa algo. Algo que podríamos llevarle al profesor
Spears.

Puse los ojos en blanco y eché un vistazo por la ventana. Ya habíamos hecho
eso también. Habíamos ido hacia el profesor Spears. Había podido ayudarnos una
vez, cuando había descifrado un brazalete antiguo y nos dijo que el corazón de
Cole era un objeto.

La semana pasada nos sentamos en su oficina y le dijimos la verdad sobre


Cole, y yo, de mi corazón perdido, y del hecho de que era un Sempiterno ahora.
Nos había acusado de jugarle una elaborada broma. Estuvo a punto de sacarnos
corriendo del edificio. Habíamos tenido el brazalete de Meredith con nosotros,
pero eso no era necesariamente la prueba de algo; y no creía que los documentos
de una roca resplandeciente hicieran alguna diferencia. Era frustrante que no
pudiéramos hacerlo entender.

―El profesor Spears no puede ser la única persona que sabe acerca de estas
cosas ―dijo Jack.

―No es el único, pero las personas que saben sobre ello, las Hijas de
Perséfone, o los propios Sempiternos, no son precisamente muy habladores.
―Desde la ventana, pude ver la calle hacia el parque de la ciudad. Una madre y un
padre tomando turnos para empujar a su niño en el columpio, un hombre
lanzando un Frisbee a su golden retriever, un montón de chicas jugando algún tipo
de juego que involucraba el tocar y congelar, disfrutando del cielo azul del verano
venidero. Pero mi enfoque estaba en la madre y el padre. ¿Jack y yo algún día
envejeceríamos juntos? ¿Siquiera envejecería en absoluto?

―Mírame, Beck ―dijo Jack.

Me volví de la ventana hacia Jack.

―Encontraremos una manera de salvarte.

Sonreí.

―Mírame. No necesito ser salvada. Nunca voy a envejecer. Y luego cuando el


siguiente Vínculo suceda, en noventa y nueve años, lo saltaré y moriré. No soy
antigua, así que saltarme un Vínculo no me hará una Sombra. Así que tenemos
noventa y nueve años.

Sin embargo, había una parte de mi diagnóstico que todavía no le había


dicho. El día después de que Cole había robado mi corazón, había comenzado a
sentirme débil. El sentimiento, solo se había vuelto progresivamente peor desde
entonces. Pero no quería asustar a Jack.

Jack se extendió sobre el amplio escritorio y puso su mano en mi mejilla.


Estaba sorprendida de que pudiera llegar tan lejos, pero una vez más, él había
salido de los Túneles mucho más grande y alto de lo que había sido antes. Afectó
su envergadura.

―Tal vez tú eres el que necesita ser salvado ―dije.

Jack levantó una ceja.

―¿Por qué es eso?

―Porque saliste de los Túneles más grande. Y más alto. ¿Y quién se vuelve
más alto a los dieciocho años?

Jack presionó los labios y dejo caer la cabeza.

―Nadie murió por volverse más alto. Y más grande.

―Sí, pero había ese chico en Indiana que murió por demasiadas abdominales.

Los labios de Jack se arquearon en una sonrisa.

―Vamos, solo estás inventando cosas.

―Nada es lo que parece en Everneath. El hecho de que te haya hecho más


grande…

―No vamos a preocuparnos de los tal vez ahora mismo. No sé por qué me
volví más grande, pero al menos tengo todos mis órganos vitales. ―Extendió la
mano por la mesa otra vez, solo que esta vez la colocó directamente bajo mi
clavícula―. Llámame egoísta, y realmente, soy completamente egoísta cuando se
trata de ti, pero te quiero. A toda tú. Tu corazón incluido.

―Tienes mi corazón.

―Solo metafóricamente.

―Si quieres dejar las metáforas, puedes tener mis manos ―dije.

Jack sonrió, y luego envolvió sus dedos alrededor de mis muñecas y atrajo
mis manos a sus labios. Besó cada dedo.

―¿Qué más puedo tener? ―preguntó.

―Hmmmmm ―dije, todavía enfocándome en la manera en que sus labios se


movían suavemente contra mi piel―. Mis codos. Puedo incluir esos por si acaso.

Liberó su agarre de mis muñecas y agarró mis codos.

―Si tengo los codos, podría necesitar el resto de tus brazos.

―Creo que podemos negociar esos ―dije.

Con una sonrisa, se puso de pie y me empujó a una equina cercana detrás de
una pared de libros. Me guió gentilmente hasta que mi espalda estuvo contra la
pared. Sus manos se movieron hacia arriba y sobre mis codos hacia mi cuello. Miré
más allá de él para asegurarme de que nadie pudiera vernos; pero cuando hizo a
un lado el cuello de mi camisa y puso sus labios en mi hombro, dejé de
preocuparme si estábamos a la vista de alguien. Temblé.

―Um, nunca discutimos los hombros ―dije, con mi voz ridículamente sin
aliento.

―Lo siento ―dijo―. Me dejo llevar hablando de los codos y cosas.

Mi cabeza se inclinó para que sus labios pudieran tener mejor acceso a la base
de mi cuello.

―Solo espera hasta que te cuente de mis rodillas.


Puso sus labios en los míos, y pasó un largo tiempo antes que pensara en
rodillas otra vez.

Un zumbido hizo que nos apartáramos y recuperáramos el aliento. Jack sacó


su teléfono y comprobó la pantalla.

―Jules acaba de enviar un mensaje. Ella y Tara Bolton quieren saber si


estamos para un concierto. Aparentemente los Deads están haciendo una
presentación sorpresa en Salt Lake.

Mis ojos se abrieron ampliamente.

―Cole está de vuelta en la ciudad. Eso significa…

―Eso significa que tenemos planes está noche. ―Agarró mis brazos y me
miró a los ojos―. Cole nunca dejaría tu corazón en otra ciudad. No lo arriesgaría
estando tan lejos de él. Y no creo que lo haya llevado a un concierto. Apuesto que
está en el apartamento ahora. Lo que significa que vamos a encontrar tu corazón.
Cap tulo 2
Traducido por Jessy.
Corregido por Debs.

La Superficie. Casa.

M
e apresuré a través de la cena de pizza y ensalada, con mi papá y
Tommy. Me recordé que, si mi vida alguna vez volvía a la
normalidad, iba a hacer algunos cambios en la variedad nutricional
por aquí. Metí el último pepperoni en mi boca y puse mi servilleta en mi plato.

Mi papá se quedó inmóvil con su pieza de pizza completa a medio camino de


su boca,

―¿Hay algún premio por comer a gran velocidad esta noche?

Tommy soltó una risita.

―No. Solo me estoy preparando para salir con Jack ―dije, empujándome
para levantarme de la mesa―. ¿Puedo ser excusada?

―Eso está bien. Pero no llegues muy tarde. La escuela de verano comienza
mañana, ¿cierto?

Suspiré. Como si él no lo supiera. Como si no hiciera arreglos especiales con


la Sra. Stone para permitirme en la clase a pesar de que mis notas no eran
exactamente estelares.
Mi papá todavía tenía esperanza para mi excelencia académica.

―Estaré ahí. ―Justo después de irrumpir en el apartamento de los Dead Elvises y


recuperar mi corazón perdido. Me levanté y revolví el cabello de Tommy cuando salí
de la cocina. Jack estaría esperando por mí en mi habitación para hacer nuestros
planes. Mi estómago estalló en mariposas. Allanamiento de morada.

Esta era una primera vez para mí.

Medianoche. El estacionamiento del apartamento de Cole.

No había luces encendidas dentro del sitio de Cole.

Al menos suponía que no había luces encendidas. No podía ver todos los
ángulos, desde donde estaba sentada, en el asiento del pasajero del auto de Jack.

Jack abrió la bolsa de papel marrón a sus pies y sacó un pasamontañas negro.
Lo tiró en mi regazo, y mis pies literalmente se congelaron.

―¿Qué pasa si es una trampa? ―dije.

Jack se congeló, un lado de sus labios se levantó en una media sonrisa.

―¿Te refieres a una emboscada?

Asentí.

Jack se volteó completamente hacia mí, apoyando un codo en el volante y


esbozándome una sonrisa tranquilizadora.

―¿Entonces estas diciendo que los Dead Elvises fingieron un concierto esta
noche en la ciudad, vendieron tickets falsos, y aparentaron reservar el lugar, todo
para que pudieran apagar las luces en su apartamento y esperar, muy callados,
agazapados detrás de los muebles, por la remota posibilidad de que estuviéramos
planeando irrumpir?
Asentí otra vez.

―Exactamente. Eso suena razonable. Deberíamos ir a casa.

Negó.

―No estaríamos haciendo esto si no tuviéramos que hacerlo. Si no significara


la mejor oportunidad de curarte.

―Lo sé ―dije―. Pero no puedo evitar preguntarme si es una trampa.

―Cole te necesita viva. Es por eso que podemos sentirnos seguros haciendo
esto. ―Ante mi expresión de preocupación, añadió―: Mira, Jules está en el
concierto. Le enviaré un mensaje para preguntarle si la banda está realmente ahí o
si son solo hologramas.

Sacó su celular y le dio un golpecito a la pantalla. Me quedé mirando el


apartamento a oscuras nuevamente y me mordí el labio.

―¿Hemos analizado detalladamente todo? ―dije.

Jack continuó tecleando mientras hablaba.

―Sabemos que no tienen un sistema de alarma.

―No desde hace un par de semanas ―dije, recordando la última vez que
estuve en el apartamento de Cole.

Antes de que hubiéramos ido a Everneath a salvar a Jack. Antes de que Cole
me hubiera traicionado. Fue hace una vida.

―Sabes el código de su puerta ―dijo Jack.

―Uno-cuatro-cero-siete ―dije. Lo había visto abrir la puerta suficientes veces


como para recordar.

―Y sabemos que Cole tiene una caja fuerte en la pared ―dijo Jack.

Asentí. Recordaba verla.


―Conocemos lo que estamos buscando ―dijo Jack.

Asentí y fruncí el ceño.

―Una brújula. Mi corazón.

Si podíamos encontrarlo y romperlo, quizás eso me curaría. Si no, aun así era
un gran paso hacia hacerme humana otra vez.

Jack se acercó y apretó mi mano.

―Está en la caja fuerte. Tiene que estarlo. Y una vez que nos metamos a la
caja fuerte, sabrás que esto valió la pena.

Tomó el taladro inalámbrico del bolso a su lado y lo sostuvo apuntando al


exterior, como un vaquero acorralado manejaría una pistola.

Me le quedé mirando.

―¿Explica el taladro otra vez?

―Los ladrones de cajas fuertes siempre usan taladros ―dijo Jack, exasperado,
como si me hubiera dicho esto cientos de veces.

―Los ladrones de cajas fuertes en las películas ―aclaré.

―Sí, y todas las películas tienen su origen en algo de verdad.

―¿Cómo Xanadu? ¿Con las musas griegas de patinaje? ―Xanadu había sido
una de las películas oscuras favoritas de mi mamá.

―Sí ―dijo Jack, forzando una cara seria―. Todos tienen una musa de
patinaje griega. Y tú, Becks, estás buscando excusas.

Asentí.

―Estoy a punto de cometer un crimen. Por supuesto que estoy buscando


excusas.

―No es un crimen. Es autodefensa.


Respiré profundamente y luego puse el pasamontañas sobre mi cabeza.

―Vamos a hacer esto.

El teléfono de Jack vibró con un texto y revisó la pantalla.

―Jules dice que está amando el concierto. ―Puso el teléfono en su bolsillo―.


No es una trampa. Vamos.

Dejamos el auto y nos arrastramos por las escaleras hacia el balcón donde la
puerta principal estaba ubicada. Había movimiento en la ventana frontal del
apartamento adyacente al de Cole, y comencé a reconsiderar el pasamontañas.

―Sabes, si alguien nos viera, el pasamontañas probablemente atraería más la


atención hacia nosotros, no menos.

―Demasiado tarde ―dijo Jack.

Llegamos a la puerta, e ingresé el código en el teclado. La luz encima de él se


puso roja y parpadeó varias veces antes de volverse negra otra vez.

Intenté con la manilla, pero no se movió.

―Hazlo otra vez ―dijo Jack.

Volví a ingresar el código, poniendo especial atención a los números, pero


otra vez parpadeó roja.

―Mierda ―dije.

Una luz con sensor de movimientos se activó en el extremo del balcón. Me


arranqué la máscara.

―Vámonos.

Jack sacudió la cabeza.

―Ya estamos aquí. No perderemos está oportunidad. Solo hay una cosa que
hacer.
―¿Saltar del balcón? ―sugerí esperanzadoramente.

Jack sonrió. Dio un paso adelante, levantó un pie, y se movió bruscamente


hacia la puerta. Esta se resquebrajó, destrozando la parte donde una vez había
estado la cerradura. Un perro ladró en la distancia.

―¿En serio? ―susurré, grité―. ¿Esa era la única cosa por hacer?

―Estamos adentro, ¿no? Además, si robamos de vuelta tu corazón, Cole


definitivamente sabrá que hemos estado aquí, así que no importa que la puerta
esté rota.

Entramos y cerramos la puerta tras nosotros. Jack encendió una linterna y la


empujó suavemente hacia mí, luego tomó el taladro. No habría estado sorprendida
si simplemente pudiera agarrar la caja fuerte en sus manos y rasgarla limpiamente
en dos.

Nos dirigimos rápidamente a la habitación de Cole. Hice brillar la luz hasta


que aterrizó en una caja de metal en la pared.

―Ahí está ―dije.

Corrimos hacia adelante. Jack tiró el taladro sobre la cama de Cole. Desde
aquí podía ver que el panel de yeso alrededor de la caja fuerte parecía estar
cubierto de pintura fresca, como si acabara de ser instalado. No tuve la
oportunidad de comentarlo porque Jack extendió un brazo hacia atrás abrió un
agujero en la pared al lado derecho de la caja fuerte.

―¡Jack! ―dije.

―Está bien. ―Extendió el brazo dentro del agujero que acababa de hacer,
más allá de su codo, sujetó la parte de atrás de la caja fuerte, y arrancó toda la cosa
de la pared.

Mi boca se quedó abierta por un largo momento. Movimientos como ese solo
sucedían en películas de superhéroes. No sabía que él era así de fuerte.
Trajo la caja fuerte hacia un escritorio en la esquina de la habitación, luego
recogió el taladro otra vez. Pero antes de que lo encendiera, capté un destello de
algo grabado en la superficie del metal de la parte delantera de la caja de
seguridad. No la vimos antes a causa de la oscuridad.

―Para ―dije. Señalé la nota.

Dame vuelta, decía.

Debajo de las palabras había una larga flecha apuntando al costado de la caja,
donde una pequeña manivela sobresalía de un agujero en el metal.

―¿Por qué tiene una manivela?

―Más importante ―dijo Jack―, ¿por qué tiene una nota? ―Después de un
momento de vacilación estiró el brazo y apretó el extremo de la manivela.

―¡Espera! ―dije.

Él se congeló.

―¿Qué pasa si es una broma? ―dije―. ¿Cómo una bomba?

Me miró.

―Eso no tiene sentido.

―Bueno, ¿y si hay algo terrible en el interior?

―¿Cómo qué?

Me encogí de hombros.

Jack comenzó a girar la manivela.

―¡Como una cabeza! ―solté―. Una cabeza cortada. ―Puse las manos en la
caja de seguridad, midiendo la longitud, peso y anchura―. Esto es del tamaño de
una cabeza.
Podía decir que Jack estaba levantando una ceja incluso bajo su
pasamontañas. Extendí la mano y le quité la máscara. Síp, estaba levantando una
ceja.

Inclinó la cabeza.

―Entonces, ¿Cole decapita a personas al azar, pone su cabeza en esta caja de


seguridad, le añade una manivela, y deja una nota para que cualquier persona que
fuerce la entrada se… repugne lo suficiente para irse sin tomar nada?

Asentí otra vez.

Él giró la manivela una rotación completa. Nada sucedió. La giró otra vez, y
otra vez, y una melodía lenta comenzó a sonar.

Jack levantó la mirada hacia mí.

―¿Eso es…?

―“Pop Goes the Weasel”. ―Asentí, mi corazón metafórico ya hundiéndose.


Nada bueno podía salir de “Pop Goes the Weasel”.

Jack giró la manivela más rápido y más rápido; y cuando llegó a la parte del
“pop” de la melodía, la parte superior de la caja fuerte se abrió con una explosión,
y la cabeza de un payaso saltó. Salté al menos treinta centímetros del suelo, a pesar
de que podía ver que era una inofensiva pieza de plástico en un resorte de espiral.

En la corbata de lazo del payaso colgaba otra nota.

Jack se inclinó hacia adelante para leerla.

―Dice, “Apuesto que estabas esperando un corazón, en forma de una


brújula…” ―Jack hizo una pausa y sacó la nota de la corbata de lazo―… y luego
esbozó una cara fruncida.

Tomé la nota de sus manos, la miré brevemente, la arrugué y la tiré en la


esquina de la habitación. Al mismo tiempo, se sintió como si hubiera arrugado
cualquier esperanza que persistía y la hubiera tirado a la basura.
―Odio a Cole ―dije. Miré a Jack, todo el peso de mi futuro inmortal
presionando pesadamente en mis hombros―. Dime que va a salir bien. Dime que
seré humana otra vez.

Jack asintió y puso su brazo a mi alrededor.

―Va a salir bien. Vas a ser humana otra vez.

Jack me sostuvo por unos segundos hasta que su teléfono vibró. Lo sacó de su
bolsillo.

Leyó la pantalla y frunció el ceño.

―¿De quién es? ―pregunté.

―Cole. Dice: “No, no lo será. Va a ser una reina”.

Mis ojos se precipitaron en torno a la habitación, en busca de cualquier


micrófono que estuviera transmitiendo nuestras palabras hacia Cole, pero no pude
ver nada fuera de lo normal. Cerré los ojos.

―Preferiría morir que ser tu reina ―dije.

Momentos después otro texto zumbó, y Jack lo leyó en voz alta

―Dice: “Vamos a ver lo que Hulk tiene que decir al respecto”. Solo puedo
asumir que por Hulk se refiere a mí.

―No es su elección si vivo o muero ―dije en voz alta hacia el techo. Luego
me volví hacia Jack y susurré―: No es tu elección.

―Lo sé ―susurró de vuelta Jack―. Lo sé, Becks.

Puse mi mano sobre mi boca, molesta conmigo misma por darle voz a la
brecha entre Jack y yo, la única cosa sobre la que siempre discreparemos. Preferiría
morir que gobernar Everneath.

Jack preferiría que viviera, sin importar el costo. Era verdad, pero le daba a
Cole demasiada información. Cuando se trataba de mí, él tenía un historial de
explotar cualquiera y todas las debilidades que podía encontrar.
Y ahora estaba escuchando cada palabra que estábamos diciendo. Max y
Gavin probablemente comenzaron el dúo de guitarra y percusión cuando Cole
descubrió que estábamos en su lugar. Jack articuló las palabras: Vamos.

Asentí. No quería dejar que Cole oyera nada más. Jack tomó mi mano, y lo
seguí hacia la puerta principal y por el balcón. Empujó la puerta para que se
cerrara a pesar de la cerradura destrozada, y habíamos comenzado a bajar por el
balcón cuando noté una figura oscura bloqueando la escalera. Jack la vio también y
se detuvo abruptamente.

No podía ver su rostro, porque estaba a contraluz en la escalera, pero su


silueta mostraba que usaba un sombrero de ala ancha ―¿tal vez un sombrero de
vaquero?― y un largo abrigo, como una gabardina. Quien quiera que fuera, solo
estaba parado ahí. No podía ver realmente si estaba mirándonos o no, pero por
alguna razón sentía sus ojos en mí.

―Trata de actuar normal ―dijo Jack. Era un poco tarde para “normal”,
considerando que acabábamos de salir a trompicones del apartamento, empujamos
la puerta rota para cerrarla, y luego nos congelamos ante la vista del hombre.

Sin embargo, empezamos a caminar hacia él.

No hizo ningún movimiento para hacerse a un lado. Jack encendió la linterna


y la hizo brillar momentáneamente en la cara del tipo, y al principio no noté nada
extraño hasta que tuve un vistazo de sus ojos. Eran negros como el carbón.

Un escalofrió recorrió mi espalda cuando el hombre sonrió, revelando dos


filas de dientes negros.

Nos detuvimos otra vez.

―Um, vamos a ir por el otro camino ―dije, con la voz quebrada.

―¿Qué otro camino? ―susurró Jack.

Tiré de su brazo.

―No lo sé, pero tiene que haber un camino de regreso. Si no, haremos uno.
Jack asintió.

―Creo que esa es una buena idea.

Corrimos en la dirección opuesta, siguiendo el balcón más allá de varios otros


apartamentos, hasta que vimos una señal de salida de emergencia. Jack salió
disparado por la puerta, y corrimos hacia el auto.

Cuando llegamos ahí, me abalancé hacia el lado del pasajero. Estaba a punto
de abrir la puerta cuando mis rodillas se aflojaron bajo mis pies. Tomé el lado de la
puerta justo antes de caer al suelo.

―¿Becks? ¿Estás bien?

―Sí ―grité, intentando enmascarar lo sin respiración que estaba. Aún no


sabía lo que esta nueva debilidad significaba, y hasta que lo hiciera, no quería
preocupar a Jack.

Parte de mí, la parte ingenua de mí, esperaba que la debilidad se fuera antes
de que alguien más lo notara.

Parte de mí esperaba que la debilidad no tuviera nada que ver con mi


corazón perdido.

Pero otra parte de mí sabía que tenía todo que ver con ello.
Cap tulo 3
Traducido por Apolineah17
Corregido por veroonoel

La Superficie. En las montañas.

―¿Q
uién era ese tipo? ―dijo Jack, conduciendo demasiado
rápido por las curvas de las montañas―. O tal vez debería
preguntar, ¿qué era ese tipo?

Me encogí de hombros.

―No lo sé. Nunca había visto nada igual. Tal vez no lo vimos lo
suficientemente bien. Solo tuvimos un vistazo. Quizás estaba vestido para
alguna… fiesta de disfraces.

―Cierto. Fiesta de disfraces. En junio. En un balcón. Solo.

Miré por el espejo lateral varias veces por los siguientes minutos, a pesar de
que no podía pensar una razón por la que el hombre en la gabardina nos habría
estado siguiendo.

Cuando estuve segura de que estábamos seguros, dije:

―El problema más grande es que Cole nos anticipó.

Jack suspiró y giró en la señal para dar vuelta en mi subdivisión.

―Entonces, ¿qué hacemos ahora?


―Trasladarnos a Tahití ―dije. Me quedé mirando por la ventana mientras
Jack se detenía frente a mi casa.

―Eso se vería sospechosamente como huir de nuestros problemas. ―Jack


agarró mi mano y la llevó a sus labios―. ¿Te veo en cinco? ―dijo.

Asentí.

―Voy a dejar la ventana abierta.

Me apresuré hacia el interior, pasando directamente el estudio de mi papá.


Mientras pasaba, él levantó la mirada de su laptop.

―Es un poco tarde. ¿Cómo estuvo tu cita? ―preguntó.

―Bien. ―Irrumpimos en el apartamento de un inmortal, buscando robar mi


corazón, el cual ahora es una brújula. Pero salimos con las manos vacías―. Um… las
cosas aburridas de siempre. Buenas noches ―grité por encima de mi hombro.

―La próxima vez te quiero en casa antes de medianoche ―gritó papá.

A medida que me preparaba para dormir, ya no pude mantener mi decepción


a raya. No teníamos mi corazón, así que no estábamos más cerca de convertirme de
nuevo en un humano. No solo eso, sino que esta noche demostró que Cole había
anticipado que buscaríamos en su apartamento. No solo estaba un paso por
delante de nosotros; sino varios.

Había predicho que iríamos por la caja fuerte.

Sacudí mi cabeza mientras ponía pasta de dientes en mi cepillo. Cole siempre


me había conocido demasiado bien. Así fue como me convenció de ir al Vínculo
con él en primer lugar. Así fue como había sido capaz de engañarme para
alimentarme de él tres veces en el Everneath.

Me lavé la cara y luego me miré en el espejo y bostecé. Había círculos oscuros


bajo mis ojos, de esos que solo habían aparecido cuando había pasado fuera toda la
noche, y mi rostro estaba más pálido que de costumbre.

Tal vez no estaba durmiendo bien.


Fui a mi habitación y abrí la ventana para Jack.

―¿Estás bien? ―preguntó.

Mi mano voló hasta mi rostro. Debió ser más notorio de lo que pensé.

―Sí. De repente me sentí realmente agotada.

Jack frunció el ceño.

―¿Estás enferma?

Negué con la cabeza.

―No. Estoy segura de que solo estoy cansada por el allanamiento de morada.
Nada más.

Jack presionó sus labios juntos como si estuviera renuente a dejar pasar el
tema, pero lo atraje a la cama y envolví mis brazos alrededor de él.

―Nunca vamos a encontrar mi corazón si Cole no quiere que lo hagamos


―dije, con los párpados caídos―. Ahora que está de regreso en la ciudad, digo que
mañana lo confrontemos.

Jack sonrió.

―Mañana tienes escuela de verano.

―Ugh ―dije―. Está bien, después de la escuela de verano. ―Pude escuchar


el cansancio en mi voz.

―Solo duerme por ahora, Becks. Lo averiguaremos.

Cuando ya no pude mantener los ojos abiertos, me quedé dormida enredada


en los brazos de Jack. No había ningún otro lugar en el que preferiría estar. Solo
tenía que encontrar una manera de permanecer allí.

Por la noche. Mi habitación.


Estoy corriendo por una serie de pasillos. Algo, o alguien, está detrás de mí. Las
paredes de los pasillos comienzan a cerrarse. Manos se extienden hacia afuera desde las
profundidades de las paredes, agarrando mi cabello, mis brazos, mis piernas.

Giro en una brusca esquina y choco con una alta y regia mujer con el cabello de color
rojo fuego.

La reina de Everneath. Adonia. Mi corazón se acelera al verla.

―Te veo ―dice.

―No ―trato de decir, pero ningún sonido sale de mi boca. Me muevo hacia atrás y
tropiezo con algo a mis pies.

Es un cuerpo. Está tendido sobre su estómago. Agarró el hombro y volteo el cuerpo, y


allí está mi propio rostro, mirándome. Sin vida. Intento gritar, todavía incapaz de emitir
algún sonido.

La reina se agacha junto a mí.

―Te veo. Lo intentarás. Perderás. Morirás.

―¡No quiero el trono! ―trato de gritar, pero sale en un susurro―. ¡No lo quiero!

Me despierto con un sobresalto, con mi mano presionada contra mi pecho.


Sabía que era un sueño. Solo un sueño. Pero los sueños tenían una forma divertida
de estar conectados con Everneath. Tenía miedo de que la reina realmente pudiera
verme: la chica que amenazaba el trono. Lo que era peor, estaba asustada de que la
reina me encontraría.

Me tomó varios parpadeos largos alejar las telarañas de mis ojos, y aun así el
mundo parecía neblinoso, como si hubiera tomado una pastilla para dormir la
noche anterior.

Jack no estaba en la cama, así que me puse de pie y fui a la cocina a buscarlo.
Un movimiento desde la ventana llamó mi atención. Allí estaba él, de pie delante
del árbol de castaña, con los pies separados en una postura atlética, hombros
encorvados, sus puños frente a su pecho, listos para lanzar un golpe. Arqueó su
brazo hacia atrás y luego golpeó el tronco del árbol una y otra vez, sus nudillos
sangrando y desgarrándose. Fragmentos de madera estallaban del árbol cada vez
que su puño hacía contacto.

Agarré el alféizar de la ventana para apoyarme. Nunca había visto nada


igual. Sí, había atravesado la pared de un puñetazo anoche, pero este árbol era
roble macizo.

No dejaría que nos centráramos en por qué había regresado de la forma en


que lo había hecho, porque dijo que teníamos cosas más urgentes, como mi
inmortalidad. Pero viéndolo ahora mismo, me pregunté si nos estábamos
enfocando en la cosa equivocada.

Me incline más cerca de la ventana.

―¡Jack!

No se dio la vuelta por un momento. Sus hombros se relajaron y perdieron la


mayor parte de la rigidez que habían tenido unos segundos antes. Pero no
importaba cómo tratara de recobrar la compostura, sabía que estaba molesto por
nuestro fallido intento de recuperar mi corazón. Y aún más molesto,
probablemente, porque le había dicho a Cole que preferiría morir en lugar de
convertirme en la reina de Everneath. Después de todo lo que habíamos pasado,
sabía que Jack prefería que permaneciera viva sin importar el costo. Era el único
punto en el que nunca habíamos estado de acuerdo. Nunca me convertiría en un
Sempiterno si eso significaba alimentarme de otras personas. Al mismo tiempo, él
preferiría convertirse en mi Desposeído que verme morir.

Había perdido la esperanza de que alguna vez estuviéramos de acuerdo.


Ahora solo podía esperar que nunca sucediera eso.

Finalmente se dio la vuelta y me lanzó una sonrisa deslumbrante.

―Hola, Becks ―dijo―. No sabía que estabas despierta.

―No sabía que odiabas tanto los árboles. ―Fruncí el ceño―. ¿Qué estás
haciendo?
Bajó la mirada hacia sus manos, sus nudillos ensangrentados. Estiró los dedos
y los apretó de nuevo.

―No sé. Estaba tratando de ver cuánto dolor podía soportar.

Dejé escapar el aliento que no me di cuenta estaba reteniendo.

―Mucho, al parecer. ¿Te sientes mejor ahora, sabiéndolo?

Asintió, casi sin aliento como si acabara de correr una cuadra. Yo había
ejercido más esfuerzo saliendo de la cama. No había gestos de dolor o tensión en
sus ojos. No había señales de que hubiera sentido algún dolor en absoluto, incluso
mientras una pequeña gota de sangre bajaba por su mano y su dedo. La limpió en
sus vaqueros.

Un pedazo de papel doblado a sus pies atrajo mi atención.

―¿Se te cayó algo?

Jack bajó la mirada y rápidamente recogió el papel, poniéndolo en su bolsillo.

―¿Qué era? ―pregunté

―Tu nota.

No tuvo que especificar qué nota. Sabía cuál. El año pasado, después del baile
de Navidad, él había dejado una nota en mi bolsillo con dos palabras escritas en
ella.

Siempre Tuyo.

Cuando había ido a Everneath a salvarlo de los Túneles, había llevado la nota
y la había dejado en su mano. Literalmente la había utilizado para encontrar su
camino de regreso hacia mí. Ahora nunca la dejaría fuera de su posesión.

―Ven adentro ―dije―. Nos prepararé un poco de café antes de la escuela.

Asintió de nuevo y se alejó en dirección a mi puerta principal, usando la


manga de su sudadera de capucha para limpiar el sudor de su frente. Golpear
árboles debe haber sido un buen entrenamiento.
Jack entró y encendí la cafetera. Se sentó y distraídamente alcanzó la pintura
de acuarela en la mesa de la cocina, un proyecto de arte de verano de Tommy.

Cuando finalmente levantó la mirada hacia mí, su boca se quedó un poco


boquiabierta.

―Becks, luces peor que anoche.

Llevé mi mano a mi mejilla. No había tenido la oportunidad de mirarme en


un espejo.

―Creo que no dormí muy bien. Tuve un mal sueño.

Se acercó y puso sus brazos alrededor de mí, tirando más cerca de mí.

―¿Sobre qué?

―La reina. Me había atrapado en un pasillo con miles de manos


sobresaliendo. Seguía diciendo que me veía. Que no podía esconderme. ―Dejé de
lado la parte sobre el cuerpo muerto a mis pies. No quería que Jack se preocupara
por mi estado mental―. No significa nada.

―Tienes razón ―dijo Jack―. No lo hace. No sabe que existes y lo bueno de


Cole es que guardará ese secreto hasta la tumba. Pero cuanto antes lo
confrontemos, mejor.

―Eso tendrá que esperar hasta después de la escuela.

El teléfono de Jack sonó con una llamada entrante. Mientras lo sacaba de su


bolsillo, eché un vistazo al identificador de llamadas.

―¿Tu mamá sabe dónde pasas las noches? ―pregunté.

―Todo el mundo sabe dónde paso las noches ―dijo, presionando el botón de
ignorar y metiendo el teléfono de nuevo en su bolsillo.

―Entonces, ¿por qué no hace nada al respecto?

―No está a punto de hacer nada que podría empujarme a “huir” de nuevo.
Así que supongo que mi tiempo en los Túneles resultó ser algo bueno. ―Me senté
y su mano bajó por mi hombro y mi espalda. Me estremecí en él―. ¿Por qué?
―dijo―. ¿Qué piensa tu papá?

―Que siempre voy a tener doce años. Continúa en los once. No lo sabe.

―Lo sabe ―dijo Jack, siempre leyendo mi mente―. Solo se niega a verlo.

Me encogí de hombros.

―Te mataría si lo supiera.

―Lo sabe, Becks. Simplemente está tratando de no perderte de nuevo.

Vaciamos nuestras tazas, enjuagué la primera y la puse en el fregadero; pero


mientras estaba limpiando la segunda, accidentalmente la dejé caer y se destrozó
en el fregadero. Jack se puso detrás de mí y envolvió sus brazos a mi alrededor.

―No estés nerviosa ―dijo.

Sacudí mi cabeza, confundida. Normalmente no era torpe. La taza de café ni


siquiera había estado resbaladiza.

―¿Sobre la escuela de verano? No lo estoy. Se me debe haber… deslizado o


algo así.

Bajó la cabeza hacia mi cuello; pero antes de que sus labios pudieran hacer
contacto, la puerta que comunicaba la cocina con el garaje se abrió y mi papá entró
deprisa. Otra de sus visitas “sorpresa” que funcionaba tan bien como un cinturón
de castidad.

Jack se apartó de mí como si le hubieran dado una descarga eléctrica.

―Olvidé mi taza de viaje ―dijo mi papá―. Espero no estar interrumpiendo


nada.

―No, Sr… alcalde ―dijo Jack, con la voz temblorosa.

¿Sr. alcalde? Puse los ojos en blanco. ¿Podría ser más formal?

―En realidad, papá, estábamos a punto de ir a la escuela ―dije.


Mi papá levantó una ceja.

―Genial. Todos podemos salir juntos. ―Mi papá miró su reloj―. Tengo que
ir a la oficina.

Asentí y saqué mi teléfono para revisar la hora.

Mi papá se quedó mirando la mano que sostenía el teléfono.

―¿Qué tienes en la muñeca? ―dijo―. ¿Te lastimaste?

Confundida, bajé la mirada. A lo largo de la línea de la muñeca había una


débil sombra de una banda oscura. Estaba envuelta alrededor de toda la
circunferencia de mi muñeca, como si una banda de reloj hubiera frotado algo de
su color en mi piel.

Pero a primera vista parecía un ligero moretón.

Tiré de mi manga hacia abajo, vislumbrando de repente los abiertos ojos de


Jack.

―No es nada. Creo que mi brazalete simplemente me dejó una marca.

Sonreí y besé la mejilla de papá, agradecida una vez más de que mi papá no
se hubiera dado cuenta de que no usaba joyas.

Agarré mi bolso y Jack me siguió fuera de la puerta, mirando fijamente su


teléfono mientras caminaba. Una vez que estuvimos en el auto, clavé mi codo en
sus costillas.

―Parecías cautivado con la pantalla en blanco de tu teléfono otra vez ―dije.

―¿Qué tienes en la muñeca? ―dijo. El esfuerzo que utilizó para forzar a su


voz a sonar calmada había tenido el efecto contrario. Sonaba devastado―. ¿Yo hice
eso? ¿Agarré tu muñeca anoche? ―Contuvo una profunda respiración―. ¿Te
lastimé?

―No ―dije―. No. No sé lo que es, pero no duele. ―Tendí la mano delante
de su rostro, torciendo la muñeca hacia atrás y hacia adelante―. No es nada.
Jack cerró los ojos y asintió.

―Está bien. ―En el momento en que encendió el auto, mi teléfono sonó con
un mensaje de texto.

Revisé la pantalla.

―De Cole ―dije.

―¿Qué dijo?

Tomé una profunda respiración mientras releía el mensaje en la pantalla.


Involuntariamente miré la marca en mi muñeca antes de leer el mensaje de texto en
voz alta.

―Está preguntando si mi eslabón no ha aparecido todavía.

Jack presionó los labios juntos y sus fosas nasales se dilataron.

―¿Está hablando de tu muñeca?

Me encogí de hombros.

―¿Cómo lo habría sabido?

―Probablemente es una coincidencia ―dije, pero la forma en que eso salió no


sonaba muy convincente.

―Envíale un mensaje. Dile que necesitamos verlo. Ahora.

Le envié un mensaje y conseguí una respuesta inmediata.

―Dice que me verá en la escuela.

Jack suspiró. Aceleró y soltó el pedal como si no pudiera decidir si quería


llevarme a la escuela rápidamente o nunca llevarme allí en absoluto.
Cap tulo 4
Traducido por Apolineah17
Corregido por veroonoel

La Superficie. Camino a la escuela de verano.

J
ack tomaba las curvas cerradas. Rápido. Como si se hubiera decidido
por la velocidad en lugar de dar giros lentos.

Estaba feliz de que estuviera prestando tanta atención a


conducir que no vería mi rostro, porque mi reacción ante el mensaje de texto de
Cole era un poco más que desconcertante.

Era agotamiento. Luché por mantener mis párpados abiertos. Mi cabeza


seguía inclinándose hacia un lado cuando empecé a quedarme dormida. Pensé que
tal vez un poco de aire fresco ayudaría, pero cuando levanté la mano para abrir la
ventana, no pasó nada. Mi mano no se movió de su posición sobre mi muslo.

Me quedé viendo fijamente la mano, dispuesta a levantarla, pero Jack se


estacionó frente a la escuela antes de que la mano realmente se moviera.

Era como si estuviera en un retardo de diez minutos.

Jack lanzó el auto al estacionamiento y luego se giró para decirme algo, pero
lo que fuera que quería decirme se quedó atrapado en su boca una vez que vio mi
rostro. Sus ojos se abrieron como platos.
―¿Qué? ―dije.

―Estás tan pálida. Y los círculos debajo de tus ojos están aún más oscuros
que antes. Te ves… ―Su voz se desvaneció mientras parecía frenarse de decir algo
más.

―¿Me veo cómo? Dilo.

Frunció el ceño.

―Te ves peor que la primera vez que regresaste de Everneath.

Sin dudarlo, Jack se inclinó hacia adelante y me besó. Sin embargo, no hubo…
nada. Ningún intercambio de energía. Nuestro beso fue solo un beso.

Se echó hacia atrás.

―Sigue sin funcionar. No sentí que ninguna energía me dejara.

―Yo tampoco. ―Suspiré―. Así que tal vez esta debilidad es una cosa
humana y no una cosa del Everneath.

Jack frunció el ceño de nuevo y me miró como si no me creyera.

―Tal vez deberíamos ir a ver a un médico.

―¡Ja! ―La exclamación fue involuntaria, como si no tuviera energía para


controlar mis reacciones inmediatas. Por un momento sentí un estallido de energía,
y se mostró a través de las palabras que salieron de mi boca―. Lo siento. Yo solo…
de repente pensé en cómo saldría esa visita. El médico sacando un estetoscopio,
sosteniéndolo en mi pecho, y pidiéndome que respire profundamente. Entonces
pone una confusa mirada en su rostro. Pone la cosita para escuchar en otro lugar. Y
luego otro. Quedará sin palabras. Y entonces tendríamos que actuar todos
sorprendidos y ser todos: “¿Qué? ¿No hay latido del corazón? Ja. Qué gracioso.
Cambiando de tema, ¿el problema más grande es por qué tengo ojeras?”.

»Y diría: “Espera un segundo. ¿Me escuchaste? ¡No hay latido del corazón!”.
Y nosotros diríamos: “Sí, sí, te escuchamos. Pero además de que me falta un
órgano importante, ¿qué está mal conmigo?”. Y entonces él continuaría con eso y
seguiría sin cesar con toda la cosa del no-latido-del-corazón, y entonces intentaría
distraerlo haciendo ese baile que hago, ya sabes, el que parece como si el hombre
corriera… Pero antes de que terminara toda mi rutina, el doctor le enviaría un
mensaje a la CIA para decirles de mi falta de corazón, y todas las series de pruebas
involuntarias del gobierno comenzarían. Y entonces…

Jack se inclinó hacia adelante y cortó mis palabras cubriendo mis labios con
los suyos. Pasaron unos cuantos minutos antes de que nos detuviéramos, y para
ese momento había olvidado todo, excepto la sensación de los labios de Jack
presionados duramente contra los míos.

Cuando se detuvo para respirar, dijo:

―No es la CIA.

―¿Qué? ―dije sin aliento.

―No es la CIA quien llevaría a cabo las pruebas del gobierno. Eso es una
tontería.

Entrecerré un ojo.

―¿Esa fue la parte más tonta de todo mi escenario de Nikki-en-el-médico?

―Bueno, la cosa del baile fue un poco tonta. ―La sonrisa de Jack se
desvaneció poco a poco en un ceño fruncido mientras tocaba los círculos debajo de
mis ojos―. Solo espero que tengas razón. Espero que se trate de una cosa humana.

―Lo es ―dije, el agotamiento asentándose de nuevo.

Jack bajó del auto y me abrió la puerta. Salí y me quedé de pie con la espalda
recta, y fue entonces cuando todo se volvió negro.

Volví un momento después, sobre el suelo mirando hacia el cielo. Y el rostro


de Jack.

―¡Becks! ¿Estás bien?

Asentí y me senté.
―Tómatelo con calma ―dijo Jack.

―Creo… que simplemente me paré demasiado rápido.

La frente de Jack se frunció.

―Estoy bien ―dije, tratando de hablar―. De verdad. Eso fue todo. No comí
mucho esta mañana; todo lo que tomé fue café. Estoy bien.

Agarré su mano y me ayudó a levantarme. No soltó mis dedos.

―Estoy bien ―insistí―. Voy a ir a clase. Te veré en un par de horas.

―¿Estás segura?

―Sí. Estoy segura. Tengo una barra de granola. Me la comeré en el camino.

Presionó sus labios juntos y suspiró.

―Está bien. Estaré aquí.

Lo dejé allí de pie. Traté de avanzar con pasos firmes y decididos; pero todo
el tiempo, supe que esto era un síntoma de mi falta de corazón, y nada en la
Superficie lo arreglaría.

Entré por las puertas de cristal, como una persona completamente diferente
de la que había sido hace un año, aunque no lo creerías al mirarme.

Y eso es lo que las pocas personas en los pasillos estaban haciendo ahora
mismo. Mirarme.

No podía entender por qué, después de la desaparición de Jack la primavera


pasada y mi rumoreada participación. Creo que la historia fue algo así: había
atraído a Jack a mi red de locura, y entonces solo cuando lo había tenido en mi
trampa, lo había echado fuera de la ciudad.

Sin embargo, no me preocupaba mucho sobre los rumores esta vez.

Todavía estaba delgada. Más delgada de lo que había estado cuando regresé
a la escuela el año pasado. Pero en aquel entonces mi alma estaba débil. Ahora era
fuerte. No lo parecía, pero sabía lo que era capaz de hacer. Había traspasado los
tres anillos elementales del laberinto para llegar al corazón de Everneath y salvar a
Jack. El viaje casi me había matado.

Los rumores no eran nada en comparación a eso.

Pero bajé la cabeza mientras recordaba lo me había costado el viaje. Cole me


había engañado, alimentándome de él tres veces en el Everneath. Así que en cierto
modo, tal vez el viaje sí me mató.

Empujé mi mochila más arriba sobre mi hombro y serpenteé mi camino por


los pasillos hacia la clase de verano de Escritura Creativa de la Sra. Stone. Giré en
una esquina y casi me choco con Jules.

―Becks ―dijo con esa voz jadeante que usaba cuando estaba insegura sobre
algo. Probablemente estaba insegura por un montón de cosas cuando me vio,
empezando por el hecho que ambas sabíamos que le estaba escondiendo secretos.
Secretos como dónde había estado cuando había desaparecido el año pasado.
Dónde había estado Jack cuando había desaparecido en la primavera.

Tenía tantas relaciones que reparar, y Jules estaba en la cima de mi lista.

―Hola, Jules ―dije―. Te ves muy bien.

Sonrió instantáneamente, y recordé la facilidad con la que Jules podía


perdonar, como si sintiera cuando alguien estaba dispuesto a reunirse con ella a
mitad del camino.

―Gracias. Tú te ves… ―Su voz se apagó cuando le echó un vistazo a mi


rostro―. ¿Estás bien?
Asentí y me di la vuelta para mirar por el pasillo, en parte para poder buscar
a Cole así no conseguía un claro vistazo de mi rostro.

―No dormí mucho. ¿Vas a tomar Escritura Creativa? ―dije.

Asintió.

―¿Quieres que nos sentemos juntas? ―pregunté.

―¡Genial! ―dijo. No podía decir si su entusiasmo era forzado o genuino.

Caminamos juntas en silencio el resto del camino. Las cosas no estaban de


ninguna forma cerca de ser normales, pero era un comienzo.

En el salón de la Sra. Stone, me senté en la segunda fila, ella se sentó en la


primera, y tomamos dos escritorios juntos. Tara Bolton entró momentos después, y
Jules la saludó con la mano, haciendo señas hacia el asiento delante de ella.
Cuando Tara se sentó, sonrió tímidamente hacia mí, luego se giró para hablar con
Jules.

Captaba tal vez tres palabras de lo que decía, pero sonreí como si supiera lo
que estaba pasando. ¿Dónde estaba Cole?

El resto de la clase se instaló. Mis sospechas habían sido correctas: todos los
estudiantes allí eran los principales competidores para ser el graduado con las
mejores calificaciones.

No hubo campanas ya que se trataba de una clase de verano, pero en el


momento en el que el reloj encima del escritorio marcaba las diez, la Sra. Stone se
dio la vuelta hacia el pizarrón y escribió las palabras Los doce trabajos de Hércules.

―Bienvenidos a la escuela de verano ―dijo con esa voz que sonaba como si
estuviera en una obra de Shakespeare. Como un trabajo aparte, ella daba clases
privadas para aspirantes de actores por las noches, así que siempre enunciaba las
palabras claramente―. Esta es Escritura Creativa, y solo porque se trata de una
clase de verano, no significa que no tendrán tarea esta noche. Así que si no están de
humor para trabajar…
No llegó a la parte de la amenaza porque en ese momento la puerta se abrió
de golpe.

Si hubiera tenido corazón, en ese momento habría explotado en mi pecho.


Cole acababa de entrar por la puerta, solo que no parecía él mismo. En cambio era
más alto, con el cabello oscuro. Su alter ego, Neal. Era solo un disfraz que utilizaba
cuando necesitaba hacerse pasar por un estudiante de secundaria. Le tomaba una
gran cantidad de energía cambiar su apariencia, así que utilizaba el disfraz cuando
realmente lo necesitaba.

Pero, ¿por qué lo necesitaría hoy? No había visto a Neal desde antes de que
los Túneles vinieran por mí, cuando Cole se había inscrito como un estudiante en
la preparatoria Park City solo para estar más cerca de mí.

No me sorprendió que apareciera como Neal. Fue mi reacción al verlo lo que


me impactó. Esa espiral de odio que había estado nutriendo de repente estalló en
mi pecho, corriendo por mis venas y alcanzando mis dedos y pies. Fue todo lo que
pude hacer para no correr hacia él, cabeza y hombro primero, como si fuera un
apoyador o algo, a pesar de que sabía que si lo intentaba, colapsaría como una pila
exhausta en el suelo antes de que siquiera lo hubiera alcanzado.

¿Cuál era mi problema?

Sabía que él estaría aquí. Pensé que estaría preparada para ello. Pero ahora
que estaba frente a mí, no estaba pensando en los corazones perdidos o en los
misteriosos eslabones en la muñeca o en el hecho de que acababa de desmayarme
unos minutos antes.

Todo en lo que podía concentrarme era en el odio.


Cap tulo 5
Traducido por Gigi D
Corregido por Nanis

La Superficie. Clase de la señora Stone.

M
i mano se congeló con el lápiz a mitad de camino, como si estuviera
sujetando un dardo, para arrojar al objetivo. La punta del lápiz
apuntaba a Cole.

Atrapó mi mirada y sonrió, luego se volvió hacia la señora Stone.

―Perdón por la tardanza. El tráfico.

La señora Stone entrecerró los ojos.

―No es un gran precedente para establecer el primer día de clases, señor…

―Black. Neal Black.

No podía moverme. La señora Stone asintió hacia mi dirección, y por un


momento me aterró que fuera a decir algo como: Conoces a Nikki, seguramente.

Pero luego noté que no me miraba a mí, sino al asiento a mi lado, del lado
opuesto del de Jules. Con pánico noté que era el único lugar vacío en el aula. Y
considerando mi incontrolable reacción hacia Cole, dudaba poder sobrevivir estar
sentada a su lado toda la clase.
Me aferré a mi escritorio, como si estuviera por levantarme y moverlo. Como
una loca. Cole se acercó y notó la forma en que lo sujetaba. Alzó una ceja.

―Creo que cuando la señora Stone dijo que tomáramos asiento, no quiso
decir que literalmente los tomáramos.

Solté el escritorio.

Se dejó caer en la silla y susurró:

―¿Qué pasa? Sabías que iba a venir.

Inspiré hondo varias veces.

―Lo sé. Pero te odio.

Sonrió.

―¿Acabas de descifrar eso?

Cerré los ojos y me incliné sobre el asiento.

―Es que, es doloroso. ―Formé una O con mi boca y expulsé aire


repetidamente, como había visto hacer a las mujeres en trabajo de parto en la
televisión.

Cole apoyó una mano en mi espalda.

―Respira. Sólo respira. Intenta no morir de odio.

La señora Stone golpeó su escritorio con una regla.

―¿Puedo continuar?

Cole se enderezó y asintió como diciéndole que siguiera.

―Como iba diciendo, primero vamos a cubrir la estructura Haiku, y para


hacerlo más interesante vamos a añadir un toque de mitología. Específicamente,
Hércules. Sí, el hombre fuerte suele ser percibido como un zoquete. Poca materia
gris, mucha masa muscular.
Cole se reclinó y dijo en voz baja:

―Todos conocemos a alguien así, ¿no es verdad?

No quité mis ojos de la señora Stone.

―Pero él fue víctima de una de las peores maldiciones en la mitología: no


poder distinguir el bien del mal. Por esto, cometió muchos actos violentos. Incluso
asesinatos. Más tarde en su vida la maldición fue levantada. ―Hizo una pausa
dramática―. ¿Se imaginan el dolor? ¿Tener que enfrentar las acciones que hiciste
en tu vida en un momento que no tenías moral? ¿En un momento que no podías
distinguir el bien del mal? De esta forma, levantar la maldición dejó otra mucho
más poderosa en Hércules. La maldición del arrepentimiento. ―Señaló lo que
había escrito en la pizarra, sobre los doce trabajos―. Los dividiré en parejas, y cada
una será asignada a uno de los doce trabajos de Hércules. A lo largo del curso,
mientras aprendemos sobre los diferentes tipos de escrituras, escribirán sobre ese
trabajo en particular en ese estilo en particular. Ahora, elijan su compañero.

Mierda. Me volví hacia Jules, pero Tara Bolton giró sobre su asiento como si
hubiera oído un disparo o algo. Jules miró de mí a Tara y me dio un encogimiento
de hombros a modo de disculpa.

Me giré hacia atrás, pero Lisa Papadakis estaba inclinándose a su derecha,


haciendo planes con Shalese Glenn. Desesperadamente miré alrededor justo
mientras Cole empujaba su escritorio junto al mío con un ruidoso chillido en el
piso.

Arrojé mi mano contra su escritorio, pero no pude hacer más que ralentizarlo.
No lo quería ni cerca de mí.

―No es necesario que acerquemos los escritorios ―dije, pero me ignoró.

―¿Todos están en parejas? ―dijo la señora Stone―. Bien. Le asignaré a cada


par un número, y recibirán la tarea de ese número correspondiente.

A Cole y a mí nos asignaron el número cinco. La tarea de limpiar los establos


de Augías en un solo día.
―Como dije, el primer estilo de escritura es el haiku. ―Pasó los siguientes
veinte minutos repasando el formato y la historia detrás de éste, y luego nos dio el
resto de la hora para comenzar nuestro propio haiku. El murmullo de fondo de
nuestros compañeros me dio la posibilidad de hablar sin tener que susurrar. Y ya
que ahora estábamos juntos…

―Quiero mi corazón ―dije, y me temblaba la voz.

De nuevo me ignoró.

―Limpiar establos en un haiku ―dijo, inclinándose más cerca de mí de lo


necesario―. Amo la secundaria.

―Quiero mi corazón.

―¿Quieres escribirlo o lo hago yo? ―dijo Cole en voz alta, ignorándome.

La señora Stone nos miró, así que saqué un cuaderno y comencé a escribir
como si estuviéramos trabajando.

―Quiero mi corazón. Te lo intercambio. Te daré lo que sea. O casi lo que sea.

Reclinó la cabeza desafiantemente.

―Te quiero a ti.

―Cualquier otra cosa.

Cole alzó una ceja.

―¿Crees que me importa cualquier otra cosa?

Bajé la mirada al suelo.

―¿Dónde está mi corazón? ―dije.

―Siempre haciendo las preguntas equivocadas.

Levanté la cabeza.

―¿Y cuál es la pregunta correcta?


Hizo una pausa dramática.

―¿Por qué ir a la escuela de verano si estás muriendo?

Me congelé con el lápiz sobre la hoja.

―No me estoy muriendo. Tú me hiciste inmortal.

Rápido como un destello, tomó mi muñeca y me levantó la manga. Estudió


mi muñeca un momento antes de que yo quitara la mano.

―El eslabón ―dijo―. Está ahí.

―¿Entonces? ―Me bajé la manga.

Frunció el ceño, y volvió a hablar con un tono suave.

―¿Te estás debilitando, no es cierto? ―No era una pregunta, era una
afirmación―. Y rápidamente.

―No ―dije. La voz me salió ahogada.

Cole pasó una mano por su cabello despeinado.

―Sí, te está pasando. Y eso quiere decir que iniciaste la transición. Tu cuerpo
aún no sabe metabolizar energía externa.

Me incliné más cerca.

―Eso es ridículo. Me alimenté de Jack dos veces el año pasado. ―Intenté no


pensar en todas las veces que había fracasado al intentarlo en las últimas dos
semanas.

―Pero en ese entonces eras humana.

―Aún soy humana.

―No, no lo eres. Ahora tu energía no es solamente energía. Es vida. Es


supervivencia. Y hasta que hagas la transición completa, hasta que hagas un
Vínculo Centenario con un humano, estarás en este estado de limbo, donde sólo
hay una fuente de nutrición.

Me congelé. ¿Una fuente de nutrición?

La señora Stone golpeó el escritorio con su regla.

―El tiempo se ha acabado. ¿Algún voluntario para leer su haiku?

La clase se hundió un poco más en su asiento como uno solo. Yo no podía


dejar de mirar a Cole.

―Señor Black. Usted y la señorita Beckett parecían inmersos en la tarea ―dijo


con una mirada de sospecha―. ¿Les gustaría compartir?

Abrí la boca para explicar que aún no se nos había ocurrido nada, pero Cole
habló primero.

“Para el quinto labor

Que mejor amenaza que tragar

Enormes piedras de estiércol”.

Se oyeron algunas risitas. Tara estaba boquiabierta. Stephanie Jarmon miró a


Cole como si hubiera escrito la Declaración de la Independencia en treinta
segundos. La señora Stone golpeó una vez más con su regla.

―Bien, Neal. Ciertamente has dominado el formato haiku, aunque tu


elección de palabras podría ser… refinada.

―Estamos hablando de limpiar establos ―dijo Cole con una alegre sonrisa.

Ella no pudo evitar sonreír en respuesta, luego revisó su reloj.


―Nos tomaremos un descanso de cinco minutos. Hagan lo que necesiten
hacer. Vuelvan para las once.

La clase rompió con un murmullo ruidoso. Oí trozos de charlas. Mayormente


sobre cómo “Neal” había hecho un haiku espontáneo.

Yo sólo podía pensar en cuál sería mi única fuente de nutrición.

Dejé los libros y seguí a Cole afuera. Le tomé el brazo y comencé a arrastrarlo
al jardín. No habría nadie allí. Podíamos hablar sin que nos miraran todos.

Cole me dejó llevarlo, diciendo en voz muy alta:

―Guía el camino, me gustan las mujeres que lo…

―Cállate.

Llegamos al patio y miré alrededor para asegurarme que estuviéramos solos,


luego cerré la puerta y me dirigí a una de las mesas.

―Habla ―ordené.

―¿Sobre qué?

Como si no lo supiera.

―¿Qué me está pasando?

―Ah, eso. ―Se reclinó y levantó los pies para apoyarlos en otra silla―. Nik,
estás pasando el cambio de humana a Sempiterno. ―La forma en que dijo “el
cambio” me hizo pensar en un padre dándole “la charla” a su hijo. Suspiró―. El
eslabón simboliza que has iniciado la transición. Como yo lo dije. Eso significa que
ya no puedes generar tu propia energía. Tienes que obtenerla de otra parte.

―¿Por qué no puedo alimentarme de Jack?

Frunció el ceño ante la mención de Jack.

―Porque tu cuerpo aún no sabe cómo convertir la energía de otras personas


en tu propia inmortalidad. Eres como un ave recién nacida. No tienes las
habilidades para alimentarte por ti misma, por lo que dependes de tu ave madre
para que te provea la sustancia hasta que hayas completado la transición.

―¿Y si no quiero hacer la transición?

Inspiró hondo, pareciendo dolido sólo un segundo antes de hablar.

―Tonta Nik. Siempre buscando maneras de morir. Así es la cosa. Hasta tu


primer Vínculo Centenario, sobrevives sólo comiendo lo que tu ave madre te trae.
Pero la comida de esta madre sólo te nutrirá por poco, así como un bebé puede
durar poco sólo con leche de fórmula. Cuando sea momento de que hagas tu
Vínculo Centenario, un segundo eslabón aparecerá en tu otra muñeca. El proceso
lleva distintos períodos de tiempo según la persona.

―Creí que no tendríamos que… hacer un Vínculo Centenario por otros


noventa años, como todos los otros Sempiternos.

Apretó los labios.

―No funciona así con nuevos bebés Sempiternos. Tan pronto como la
nutrición de tu ave madre deje de funcionar, normalmente unas pocas semanas
después de que pierdes tu corazón, tienes que traer un Desposeído para el Vínculo
Centenario.

Todo a mi alrededor se volvió borroso. ¿Unas pocas semanas? Creí que tenía
noventa y nueve años. Tenía que estar equivocado.

Entrecerré los ojos, para volver a enfocar mi visión.

―¿Y quién, exactamente, es el ave madre?

Palmeó sus manos y las frotó entre sí.

―Esa es la mejor parte. El ave madre es el Sempiterno que tiene tu corazón.

El Sempiterno que tiene mi corazón. Cole robó mi corazón de mi cuarto hace dos
semanas. Dijo que el Sempiterno que lo tuviera tendría privilegios especiales.
¿Cole era mi ave madre? Cerré los ojos.
―¿Eso qué significa?

―Significa que soy la única fuente con la que sobrevivirás. ―Sonrió


ampliamente―. Desearía que Gavin estuviera aquí. Haría que me tocara los
tambores.

―Deja de jugar. Dime.

Alzó una ceja, me guiñó malvadamente un ojo, luego me tomó de los brazos
y me besó.
Cap tulo 6
Traducido por Selene1987
Corregido por Nanis

La Superficie. El patio del colegio

I
ntenté alejarme, pero luego sentí el aumento inconfundible de poder de
los labios de Cole a los míos, y con ese bocado de energía, mis muslos,
que anteriormente parecían fideos, de repente estaban llenos de
vitalidad.

No me había dado cuenta de lo débil que me había puesto hasta que sentí
cuánta vida estaba siendo restaurada.

Y no era simplemente energía lo que me transfirió. Las imágenes empezaron


a fluir en mi cabeza. Un destello de un chico rubio, trabajando en el campo, en una
granja, quizás, en un lugar donde el cielo era insanamente azul y las montañas
invadían el pequeño valle. El chico rubio tenía que ser Cole, en algún lugar de
Noruega de un tiempo antes de que fuera inmortal. Sea cual fuera el recuerdo, se
quedó incrustado en mi cerebro.

Recordé recibir trozos y piezas de sus recuerdos cuando se alimentó de mí en


el Everneath. Pero ahora no quería centrarme en su memoria. Lo único que me
importaba era la fuerza que estaba consiguiendo.
Lo sentí correr por todo mi cuerpo, alcanzando los dedos de las manos, los
dedos de los pies, y por fin mi cara.

Cuando se apartó, era yo quien quería más.

―¿Ahora lo entiendes? ―dijo, su voz jadeante. Cerró los ojos y susurró―:


Nik, somos el alma del otro. Siempre lo seremos.

No podía hablar. La fuente de agua potable de la esquina del patio cobró


vida, y pude ver un poco de mi reflejo en el acero inoxidable. Incluso en esa visión
distorsionada, podía ver que mis mejillas tenían color y que los círculos debajo de
mis ojos habían desaparecido.

Y el cambio no sólo estaba en el exterior. Podía sentirlo bajo mi piel. Me


hicieron falta quizás diez segundos para entender las implicaciones de lo que
acababa de pasar. Había empezado a sentirme débil, y Cole me había hecho fuerte.

Le miré.

―¿Así que ahora estaré bien?

Él asintió.

―Mientras te alimentes de mí cada noche.

―¿Cada noche?

―Sí. No puedes faltar ni una noche si quieres, ya sabes, seguir con vida.
―Sonrió―. Lo que entiendo que nunca parece ser tu prioridad.

Estaba diciendo que tenía vida. Y a su discreción, podía darme vida o podía
quitármela. Tenía todo el poder sobre mí. Y yo había dejado que pasara. Había
pedido que pasara, primero cuando le rogué que me llevara al Vínculo y luego
cuando voluntariamente me había alimentado de él tres veces en Everneath. La
primera vez sólo fue un beso para mostrarle que era la verdadera yo y no la Sirena
a punto de ponerle una trampa para atraparle. No había sabido que me estaba
alimentando de él. Las siguientes dos veces, sabía que necesitaba la energía, pero
había estado tan cerca de salvar a Jack que no estaba dispuesta a regresar a la
Superficie. Era impaciente. Me había alimentado de Cole para quedarme en el
Everneath.

Él sabía que lo haría. Siempre tenía ese poder.

Apreté los puños y le golpeé en el pecho. Seguro que parecía una pluma
golpeando una pared de ladrillos, pero no pude evitarlo. Le golpeé lo más que
pude, intentando pulverizar el pasado. Destruir las decisiones que había tomado,
como confiar en Cole en primer lugar. Derrotar a la chica débil que había ido con
Cole al Everneath.

Chica estúpida. Niña tonta.

Cole dejó que le golpeara. ¿Y por qué no? Claro, me había dado esa dosis de
energía, pero aún me sentía tan poderosa como una esponja.

El hecho de que no le estaba haciendo daño hizo que le golpeara aún más
fuerte. Cole miró mis intentos fútiles de hacerle daño, y luego en un movimiento
suave, me acercó y me apretó contra él para que mis manos estuvieran apretadas
contra su pecho.

―Lo sé ―dijo―. Sé que es una elección que jamás habrías hecho por ti
misma. Jamás te habrías entregado a una vida de Sempiterno. Así que yo elegí esa
vida para ti, porque sé algo que te niegas a reconocer.

―¿Y qué es? ―dije, con mi voz amortiguada contra él.

Me echó hacia atrás lo suficiente para poder ver su cara, y su ceño


determinado.

―Estabas destinada a esta vida. Conmigo.

Me tensé contra él. ¿De verdad Cole pensaba que, en el fondo, yo quería esto?
Mis ojos escocían, seguro que unas lágrimas estaban de camino.

―Escúchame, Nik. ¿Recuerdas el momento cuando nos conocimos? ¿En el


concierto en casa de Harry O? Todo en tu vida, tus decisiones, tu alegría, tu dolor
al perder a tu madre, todo era el universo guiándote para cruzarte conmigo. Y todo
en mi vida, hasta ese momento, me dirigió justo hacia ti. Lo supe, pero no lo creí
hasta que sobreviviste al Vínculo.

Intenté separarme, pero me sostenía fuerte.

―Estás delirando ―dije.

―Soy el chico delirante que va a hacer que sigas viva. ―Hubo un fuego tras
sus ojos.

Endurecí mi mandíbula.

―Eres el chico delirante que me mató en primer lugar.

Me di la vuelta y salí del patio con energía renovada en mis venas. Un fuego
que Cole me había dado, desde sus labios a los míos. Para sobrevivir, dependía de
la persona que más odiaba. Una persona que tan sólo hace dos semanas tenía un
lugar en mi corazón. Había estado segura durante nuestro viaje al Everneath que
Cole era mi amigo. Podría haber sido el chico bueno. Podría haber sido mi héroe.

En lugar de eso, me había engañado.

Deteniéndome enfrente de la puerta del pasillo, me di cuenta de que no había


manera de que pudiera sentarme con el resto de la clase. Deambulé hacia la parte
delantera del colegio y me di cuenta de un sedán negro estacionado en la calle. El
auto de Jack. Suspiré mientras las bandas de tensión sobre mi pecho se aflojaban.
No me había dado cuenta de lo tensa que estaba en ese momento hasta que ver el
auto de Jack me liberó. Corrí hacia él. La puerta del conductor se abrió, y Jack,
dándose cuenta de mi estado maníaco, empezó a correr hacia mí, con los ojos
abiertos de preocupación. Nos encontramos, y me abrazó con sus fuertes brazos.

―Shh. No pasa nada ―susurró con sus labios cerca de mi oído―. Todo
saldrá bien.

Mi respiración se ralentizó mientras me apretaba fuerte. Su pulso calmado


calmó mi propio pulso.

―Estás temblando ―dijo.


Estudió mi cara. Ojos, labios, nariz. Mis mejillas rosas. Noté el cambio en su
expresión.

Una pequeña sonrisa salió de sus labios.

―Te estás sintiendo mejor. ―Me abrazó nuevamente, pero esta vez presionó
sus labios contra los míos y me besó como si fuera agua en el desierto.

Coloqué mis dedos entre su cabello, jalándolo, acercándole más.

Se separó. Sus ojos eran salvajes.

―Lo siento, yo…

―Ni te atrevas a disculparte ―gruñí.

Cerró un poco más los ojos, como si intentara frenarse a sí mismo.

―No ―dije, sabiendo que el beso había terminado pero negándome a


aceptarlo―. Deja de dejar de besarme.

Me mordí el labio al darme cuenta de lo ridículas que habían sonado mis


palabras. Los labios de Jack temblaron, y abrió los ojos. Meneó su cabeza casi
imperceptiblemente.

―¿Cómo lo hiciste? ―preguntó, efectivamente cambiando de tema de


nuestro beso hacia mis nuevas mejillas rosadas―. ¿Comiste… algo?

Miré de nuevo a su auto.

―Creo que deberías sentarte.

Su cara se puso blanca, y sus ojos se estrecharon.

―¿Qué ha pasado?

―Entremos en tu auto un momento. ―Le di la vuelta y le guié a que entrara


en el auto. Dejó que lo hiciera.

Cuando nos sentamos en el interior, podía ver que su cara no tenía color.
―No pasa nada ―dije―. Todo está bien. ―Me di cuenta de lo a menudo que
nos decíamos esas palabras. Me pregunté si ya habrían perdido su significado.

―Dímelo sin más, Becks. La anticipación es peor que el saberlo. ¿Estaba allí
Cole? ¿Hizo algo?

Cerré los ojos. Ésta era una de esas veces que la anticipación era mejor que
saberlo.

―Cole estaba allí. No estaba interesado en intercambiar nada por mi corazón.


Sabía que me estaba debilitando. Dice que me muero, pero que puede salvarme…
alimentándome.

Esperé. No había ruidos alrededor. Abrí un ojo.

Jack estaba mirando hacia adelante al parabrisas, apretando el volante. No


parecía respirar. Jamás le había visto tan quieto. Miré sus manos. Los nudillos de
sus dedos estaban blancos.

―¿Jack?

―Dame un minuto ―dijo.

Por fin, le vi subir y bajar el pecho. Cerró los ojos y lentamente liberó el
agarre del volante. Grandes marcas aparecieron donde habían estado sus dedos,
impresiones en el plástico duro.

―Si es cuestión de que necesites energía, yo te alimentaré ―dijo.

Meneé mi cabeza.

―No funciona así porque estoy en “transición”, como él lo llamó. Sabemos


que dice la verdad. Lo hemos intentado.

―¿Así que Cole tiene tu vida en sus manos?

Asentí.

Soltó un suspiro, y pensé que regresaba nuevamente a mí cuando gruñó:


―Voy a matarle. ―Agarró la manilla de la puerta y tiró fuerte.

―¡Jack, no! ―No sabía si decía en serio lo de matar a Cole o no, pero sus ojos
estaban en llamas.

No se detuvo. Salió del auto y cerró la puerta fuertemente tras él. Salí lo más
rápido que pude y me lancé frente a él, con mis manos en su pecho.

―¡Para! ―Clavé los pies en el suelo y concentré toda mi fuerza en detenerle.


Hizo falta toda la energía que tenía, incluso con lo que me había dado Cole. Sus
ojos parecían extrañamente vacíos, así que me imaginé que cuantas menos
palabras, mejor―. Escúchame. Si le haces daño… me matas.

Se quedó helado, mirándome.

Asentí lentamente, intentando enfatizar visualmente la verdad de mis


palabras. Con un pequeño movimiento de su cabeza, esa mirada de sus ojos pronto
se desvaneció.

―Becks. ―Apretaba una y otra vez sus dedos, y no estaba segura si


estábamos fuera de peligro ya.

―Regresa al auto.

No se movió.

―Vamos. ―Pedí, tomando su gran mano con la mía. Dejó que le llevara de
vuelta al auto. Una vez dentro, dejó caer su cabeza en el volante.

―Vaya ―dijo, respirando lentamente―. No sé si alguna vez me he enfadado


tanto tan rápidamente.

Me quedé mirando las marcas de sus dedos en el volante. Enfadar era una
sutileza.

Me miró.

―Está bien, Becks. Ahora estoy bien. Cuéntamelo todo. ―Frunció el ceño―.
¿Cole te alimentó?
Parecía que las palabras habían sido difíciles de salir de su boca. Sus manos
empezaron a temblar.

Entrecerré los ojos.

―Um… quizás deberíamos ir a otro sitio, donde las cosas no sean tan fáciles
de romper…

―Ya estoy bien. ¿Qué pasó?

Presioné mis labios, resignada.

―Durante Escritura Creativa, me confrontó por mi… estado de debilidad.


Dijo que soy como un pájaro bebé, y mientras tenga mi corazón de la Superficie,
era el único que podría alimentarme. ―Pensé en todas las demás cosas que había
descubierto, y me di cuenta de que la única manera de pasar por ello era
soltándolo todo―. Dijo que sin su nutrición cada noche, moriré. Alimentarme de él
es la única manera en la que no moriré. Al menos… hasta que su nutrición no sea
suficiente.

―¿Qué ocurrirá entonces? ―dijo Jack en una voz suave.

Respiré profundamente.

―Entonces tendré que alimentarme de un Desposeído durante un siglo.


Inmediatamente. No en noventa y nueve años como habíamos pensado. ―Mi voz
se quebró―. Y si no lo hago, muero.

La boca de Jack se abrió y la cerró nuevamente. La abrió y la cerró. Y luego


tomó mis brazos y me elevó sobre la palanca de cambios hasta que estuve sentada
en su regazo. Me empujó contra su pecho tan fuertemente que si apretaba un poco
más podría haberme roto una costilla. Pero no protesté.

Era o esto o entrar en el colegio y destrozar a Cole. Conmigo, sabía que tenía
que controlarse.

―Así que los noventa y nueve años que pensamos que teníamos… ¿ahora
solamente son semanas? ¿Quizás?
Asentí.

―Puede que incluso días. ―Habíamos pasado de noventa y nueve años a


esto.

Jack suspiró y me apretó más fuerte. Me preguntaba por los pensamientos


que no había dicho, y si eran tan desesperanzadores como los míos.
Cap tulo 7
La Superficie. En el auto de Jack.

Traducido por Rivery


Corregido por Nanis

M
e quedé en sus brazos durante no sé cuánto tiempo, con mi oreja
contra su pecho, escuchando el rítmico subir y bajar de su
respiración. Cuando exhalaba su aliento, su pecho se estremecía.

Me preguntaba acerca de su mal genio, su ira momentánea de hace unos


minutos. Parecía tan distinto de Jack. Eché un vistazo al volante y desenredé mi
mano derecha para pasar mis dedos sobre los surcos que había allí. Cerré los ojos y
sacudí la cabeza. Un problema sobrenatural a la vez.

―Tengo que irme ―dije―. Dejé mi libro en la clase de la señora Stone.

Su agarre a mi alrededor se redujo levemente.

―Date prisa.

―Lo haré.

―¿Cuándo tienes que alimentarte de él otra vez?

Me encogí.

―Esta noche.
Dejé a Jack sentado en su auto, escuchando su iPod. A esta hora los
estudiantes salían corriendo de la clase de la señora Stone, así que corrí adentro y
encontré una nota colocada encima de mi libro. Tenía la letra de Cole en ella.

Estaré en tu ventana esta noche. Medianoche. Ponte algo cómodo.

Me sonrojé sólo de pensarlo.

Estrujé el papel y traté de evitar caer al suelo. Estaba tan ensimismada en la


nota que no noté a Daphne Bentley avanzar furtivamente a mi lado.

―Así que, Nikki, ¿cómo conoces a ese tipo, Neal?

La miré con lo que estoy segura era una expresión en blanco. Ella inclinó la
cabeza.

―Ése es su nombre, ¿no? ¿El señor Alto, Oscuro y evidentes marcas de


tatuajes?

Sacudí la cabeza como quitándome las telarañas. Ella estaba hablando de


Cole, como Neal.

―Sí, ése era Neal. Lo siento, Daphne, mi cerebro está… ―Hice un gesto con
la mano cerca de mi cabeza, mi mejor imitación de un cerebro hecho de
macarrones.

―No hay problema. Me preguntaba si conocías a Neal. ―Hizo una pausa―.


Y más concretamente, si sabes si está viendo a alguien.

¿En serio? ¿Me estaba pidiendo que la emparejara con un inmortal del
Inframundo que succionaba la vida de los humanos sólo por diversión?

Cerré la boca, que al parecer había estado abierta.


―Creo que él está viendo a alguien ―dije.

Ella frunció el ceño.

―¿Quién?

No esperaba más preguntas.

―Um, una chica. Nancy. ―¿Aún le ponían Nancy a las niñas?―. Vive en…
Canadá.

Parecía que estaba tratando de levantar una ceja, pero no tenía esa habilidad.

―Bueno, Canadá no está aquí, ¿verdad?

Me miró fijamente, esperando. Por, ¿una respuesta?

―Um, no. Canadá está… al norte de aquí.

Ella me dio una breve inclinación de cabeza y se alejó.

―Me alegro de que estableciéramos dónde está Canadá ―dije en voz baja.
Supongo que si no sabías nada sobre Cole, podía ser atractivo. Incluso en su forma
de Neal, que no era tan deslumbrante como su forma natural, todavía era más
atrayente que cualquier otro chico en la escuela.

Negué y me apresuré hacia el auto de Jack. Cuando Jack me vio llegar, se


inclinó y abrió la puerta. Me deslicé dentro y dije abruptamente:

―Cole me dejó una nota diciendo que estaría en la ventana de mi dormitorio


a medianoche.

Jack puso la mano sobre su boca y la restregó.

―Respira ―dije.

Él asintió, pero no pude oír el aire siendo expulsado. Finalmente bajó la


mano, con tanta fuerza que pensé que iba arrancarse los labios también.

Su mirada se encontró con la mía.


―No ―dijo.

―Um… no, ¿qué?

―No. No a dejarlo entrar en tu dormitorio.

Me quedé en silencio por un momento.

―Creo que no estás entendiendo la necesidad de la alimentación nocturna.

―No, lo hago.

―Así que, ¿estás cansado de mí estando y siendo, ya sabes, de este mundo?


―lo dije como si estar vivo estuviera sobre valorado.

Sus labios temblaron.

―No estoy diciendo eso. Pero Cole está buscando el control. Siempre lo ha
estado, y ahora cree que lo tiene. Cree que tiene acceso a tu dormitorio. No le dejes
tenerlo.

Ante mi expresión de alarma, me apretó la mano.

―No estoy diciendo que nunca te alimentes de él. Pero no lo dejes entrar. Lo
haremos en nuestros términos. En su casa. Quiere esta oportunidad para intimar
contigo.

Me sonrojé.

―No me refiero de esa manera, aunque estoy seguro de que quiere intimar
contigo así también. ―Su voz era suave―. Quiero decir que quiere ser la persona
más cercana a ti. Necesita que seas dependiente de él, como él depende de ti.
Vamos a asegurarnos de que eso no ocurre. Quiere acceso a tu dormitorio, pero no
se lo daremos. Te quiere sola. No vamos a dejar que eso suceda. Nosotros iremos
hasta él, y vamos a dejar claro que donde quiera que vayas, yo voy.

Lo miré, pensando en la logística de alimentarme de Cole.

―Sabes que tengo que acercarme para alimentarme de él.


―Puedo manejar esto ―dijo.

Miré fijamente a las abolladuras en el volante.

―¿Puedes manejarlo?

Suspiró.

―Es eso o tengo que dejarlo solo contigo, y eso no va a pasar.

Asentí, sabiendo exactamente cómo se sentía.

―Está bien. Lo hacemos con nuestras propias reglas. ―Agarré mi teléfono y


comencé a escribir.

No vamos a reunirnos en mi dormitorio. Jack y yo nos


encontraremos contigo en tu apartamento a medianoche.

Dos minutos más tarde hubo una respuesta.

Suena pervertido. Sacaré los látigos y las cadenas. Ponte esas


botas negras que me gustan.

Puse los ojos en blanco, temiendo ya la medianoche. Iba a alimentarme de


Cole. No había ninguna salida que pudiera ver. Si no me alimentaba de él, me
pondría más y más débil hasta que muriera. ¿Haría falta un día sin comer para que
eso sucediera? ¿Dos días? No lo sabía. Pero a juzgar por lo rápido que había
perdido toda mi energía y lo rápido que la había recuperado cuando Cole me
alimentó en la escuela, sabía que podía suceder rápido.

Podía hacer esto. Me alimentaría de Cole… ¿por cuánto tiempo? ¿Días?


¿Semanas? Hasta que realmente tomara otro ser humano para el Vínculo, lo que
nunca ocurriría, porque nunca le haría eso a alguien.

Así que me alimentaría de Cole hasta que encontrara una manera de ser
humana de nuevo, o hasta que muriera. Lo que sucediera primero.

Jack asintió, sus labios formando una línea fina y apretada. Puso el auto en
marcha y giró en dirección contraria a su casa.
―¿A dónde vamos? ―dije.

―Jules quería quedar con nosotros para tomar un café. Le dije que lo
haríamos. Será bueno para distraernos esta noche.

Hice una mueca. Estaba bastante segura de que haría falta más que café para
distraernos.

Dentro de la cafetería, Jules y yo nos sentamos en un lado de la cabina y Jack


se sentó en el otro. A causa de lo que los tres habíamos pasado, no íbamos a caer en
el viejo modelo de conversación de buenos amigos; pero después de dos tazas de
café, los momentos de silencio fueron ligeramente menos incómodos. Aun así, eso
era una mayor mejora de lo que habíamos conseguido en los últimos seis meses
juntos.

Jules nos tuvo inmersos en los últimos chismes de verano, pero ya que lo
único que podía pensar era en alimentarme de Cole esta noche, no presté mucha
atención hasta que mencionó a los Dead Elvises.

―He oído que Ariel Hughes se está viendo con el baterista de los Dead
Elvises ―dijo ella.

―¿Gavin? ―dije, sorprendida.

Jules asintió.

―Pero pensé que Ariel aún estaba con Luke Davis ―dije―. Han sido uña y
carne desde octavo grado. No podías caminar por el pasillo sin verlos atascados
contra alguna taquilla besándose. Han sido pareja por años.

―Lo sé ―dijo Jules, pareciendo aliviada de que finalmente estuviera


intrigada por la especulación―. No me habría creído los rumores si no la hubiera
visto yo misma, en el backstage del concierto de los Deads anoche. Se aseguró de
que el público pudiera verla en los bastidores.

Eché un vistazo a Jack, cuyos ojos estaban entrecerrados. Los Dead Elvises no
tenían citas. Sólo de vez en cuando buscaban por sus próximos Desposeídos.
Cualquiera otra cosa se dejaba para una relación de una sola noche sin propósitos.
¿Qué significaba que Gavin estuviera de repente en una relación? ¿Con una chica
que se suponía que iba a ser tomada?

―Jules, ¿qué pasó entre Ariel y Luke? ―dije.

La intensidad de mi voz la tomó por sorpresa.

―No… no estoy segura. Me enteré de que Ariel acusó a Luke de engañarla,


pero Luke lo niega.

Negué con la cabeza, volviendo inmediatamente la vista atrás a cuando yo


había pensado lo mismo de Jack ―que había hecho trampas en el campo de
fútbol― pero Cole fue el culpable del malentendido realmente. Había manipulado
mis emociones para hacerme más desconfiada con Jack. ¿Podría haber usado
Gavin el mismo truco?

Miré a Jules de frente.

―Luke nunca engañaría a Ariel. Nunca. Tiene que haber algo más que eso.

Jules le dio a Jack una mirada confusa, luego puso su mano sobre la mía.

―Sucede, Becks. La gente se separa todo el tiempo.

Suspiré.

―Eso no es lo que me preocupa. ―Estuve a punto de decir algo más.

―Entonces, ¿qué te preocupa? ―dijo Jules.

Jack se inclinó hacia delante.

―Los Deads son peligrosos, Jules. Becks estaría preocupada por cualquiera
que saliera con ellos.
―¿Por qué? ―preguntó Jules.

―No lo podemos decir… ―comenzó Jack, pero lo interrumpí.

―Cole es el motivo por el que desaparecí el año pasado ―dije. Había


demasiadas mentiras. Era hora de hablar con la verdad, sobre todo ahora que otra
chica podía estar involucrada. Tal vez no toda la verdad, pero al menos una
versión de la misma―. Cole es el motivo por el que Jack desapareció. La banda al
completo es problemas, y cualquiera relacionado con ellos saldrá herido. Es la
verdad, Jules. Ya viste lo que me pasó a mí. Puede que no sepas todos los detalles,
pero viste qué tan cambiada estaba. Qué tan rota. La banda tiene formas de influir
en la gente. Les hacen hacer cosas peligrosas que normalmente no harían.

Jules miró a Jack, quien asintió.

―Nos tomó todo lo que teníamos liberar a Becks de su mundo. Casi nos mató
a los dos.

No estaba segura de que Jules me hubiera creído sólo a mí, pero tener a Jack
para corroborar la historia era suficiente para ella.

En ese momento el color desapareció de su rostro.

―Oh no ―dijo.

―¿Qué? ―dije.

―Tara.

―¿Tara Bolton? ―dije―. ¿Qué pasa con ella?

―Esta mañana hablaba sin parar sobre cómo tenía una cita esta noche. Con
Maxwell Bones.

Maxwell Bones. El segundo guitarrista de los Dead Elvises. Otro Dead Elvis
en otra “cita”. ¿Qué estaba pasando?

Aparecieron arrugas de preocupación en la frente de Jack. Tomó la mano de


Jules.
―Necesitamos un favor.

―¿Qué? ―dijo Jules.

―Necesitamos que envíes un mensaje a Tara y averigües dónde está en este


momento.

Él dijo las palabras que pasaban por mi mente. Obviamente sentía la misma
urgencia que yo. Jules asintió y sacó su teléfono. Le escribió un mensaje a Tara, y
luego todos esperamos.

Nadie habló durante unos minutos. Tomé la mano de Jules y apreté.

―Siento poner todo esto sobre ti.

Negó con la cabeza.

―¿Sabes cuánto tiempo he esperado para oír algo de alguno de los dos?
¿Algo que no sea una mentira?

Eché un vistazo a Jack, que me miraba con una leve sonrisa.

―¿Entonces nos crees? ―dije.

Ella asintió.

―Sé que no es toda la historia, pero sabía que lo que te pasó tenía que ser
algo realmente malo.

Realmente malo. Se quedaba corta.

El teléfono de Jules sonó con un nuevo mensaje.

―Tara dice que está en Grounds & Ink ―dijo Jules.

Jack y yo nos pusimos de pie, y Jules arrojó uno de diez sobre el mostrador.

―Voy con ustedes ―dijo.

Jack se encogió de hombros hacia mí.


―Está bien ―dije.

Jack condujo rápidamente hacia Grounds & Ink, una cafetería en la ciudad
que era parte sala de billar, parte cafetería. Cuando estuvimos dentro, escaneamos
la multitud.

―Ahí ―dije, señalando a una cabina en la esquina más alejada.

Max y Tara estaban sentados en el mismo lado de la cabina. Max había


envuelto su brazo en el respaldo detrás de ella. La escena era acogedora. Íntima.
Sólo lo había visto de esa manera con otra persona.

Meredith Jenkins. Su último Desposeído.

Me acerqué sigilosamente a la mesa.

Max levantó la vista hacia mí y de nuevo a Tara; y luego, cuando el


reconocimiento lo golpeó, me miró, las cejas levantadas.

―¿Nik? ―Se percató de las dos caras detrás de mí: la de Jack y la de Jules―.
Cole no está aquí ―dijo.

―No me preocupa Cole ―dije―. ¿Qué estás haciendo aquí con Tara?

―¡Eh! ―dijo Tara, con el ceño fruncido―. Eso no es asunto tuyo.

Max se limitó a sonreír.

―¿Qué te parece que estoy haciendo? Estoy conociéndola un poco mejor.

―¿Por qué? ―dije―. Ella no es una Hija. No han pasado noventa y nueve
años.

Tara estampó su taza sobre la mesa.

―¿Qué quiere decir con que no soy una hija? Por supuesto que sí.

Puse los ojos en blanco. No iba a llegar a ninguna parte con Tara escuchando
cada palabra.
―¿Puedes por favor venir afuera y hablar conmigo? ―le dije a Max.

Max negó. Jack y sus bíceps dieron un paso más cerca de Max.

―Porfa ―dijo en una voz profunda y ronca que infundió más amenaza a esa
palabra de lo que nunca antes había tenido.

―Bien ―dijo Max―. Me alegro mucho de que fuéramos capaces de salvarte


de los Túneles.

Max se puso de pie y comenzó a seguirnos afuera. Tara levantó las manos.

―¿Qué demonios, Nikki?

Jules se sentó en el asiento que Max estaba ocupando antes, puso su brazo
alrededor de Tara, y nos hizo un gesto para que nos fuéramos.

―Gracias ―murmuré hacia ella.

Nos guié fuera de Grounds & Ink, seguida de cerca por Max y luego por Jack
detrás de él. Cuando llegamos fuera, Max levantó las manos.

―Está bien, me tienes solo. ¿Cuál es el problema?

Jack se quedó allí, cruzó los brazos sobre el pecho, y asintió hacia mí.

―El problema es, los Dead Elvises no tienen citas casualmente ―dije―. Así
que, ¿qué estás haciendo con Tara Bolton? ¿Y por qué Gavin está enredándose con
Ariel?

Max sonrió y se encogió de hombros.

―Tal vez hemos cambiado nuestros hábitos.

―Cole dejó claro que los Sempiternos nunca cambian ―dije―. Puede que yo
sólo tenga semanas hasta que tenga que alimentarme, pero para ti la próxima no es
hasta dentro de noventa y nueve años. Y aun así, debes tener Hijas de Perséfone de
sobra haciendo fila por el privilegio de convertirse en tu Desposeído. Así que, ¿por
qué quieres acabar metido en “relaciones”?
Max perdió su sonrisa, miró a Jack y luego a mí.

―No tengo que responderte.

Se dio la vuelta, pero puse mi mano sobre su pecho y me puse delante de él.

―Sí, tienes.

Una pareja que acababa de salir de Grounds & Ink se quedó mirándonos,
pero no se detuvo. Max sonrió.

―Mírate. Vas a ser una gran reina.

―No voy a ser reina ―dije, un fiero gruñido en mi voz.

―No sin nuestra ayuda ―dijo Max―. Tú eres la razón por la que estamos
haciendo esto. Tú eres el motivo por el que estamos buscando Desposeídos.

―¿Por qué?

Dio un paso hacia mí, acercándose, con el rostro sombrío.

―Porque si vamos a tomar el trono, vamos a necesitar toda la energía que


podamos conseguir. Y los Sempiternos nunca son más poderosos como justo
después de un Vínculo.

―Pero… faltan noventa y nueve años.

Max suspiró.

―La banda y yo vamos a participar en un Vínculo Acelerado. Y cuando digo


“Acelerado” no me refiero a en las cavernas de Vinculación; me refiero a
“clandestino”, ése del que la reina no sabe al respecto. El tipo de Vínculo que tiene
lugar a las afueras del Everneath, como prefieren los criminales de nuestro mundo.
Es un Vínculo Acelerado para aquellos de nosotros que gastan demasiada energía
entre Vínculos, o, en este caso, para aquellos de nosotros que estamos organizando
una revolución.
Mi boca se abrió. Una gota de lluvia golpeó mi mejilla. Las nubes oscuras de
arriba estaban a punto de abrirse. Miré hacia el cielo, tratando de entender lo que
estaba diciendo.

―Así que estabas planeando tomar a Tara. Y Gavin, a Ariel. ¿Y Oliver…?

―Brooke Chase ―completó Max.

―Huh. Brooke. Estaban pensando tomar estas chicas como Desposeídos en


su Vínculo Acelerado, ¿para qué, ganar músculo para la batalla?

Él asintió.

―Ésa era la idea general.

―¿Por qué no tomar más Hijas de Perséfone? ¿Por qué buscar chicas
inocentes?

―Es un Vínculo Acelerado, fuera de las reglas. Las Hijas no se mezclan con
eso. Aunque hay otros grupos de Desposeídos que estarían dispuestos a hacerlo.
Pero queremos encontrar los más fuertes.

Mi corazón se hundió cuando me di cuenta de lo que quería decir, y cuando


hablé, miré a Jack.

―Estás buscando personas con lazos terrenales. Quieres que sobrevivan.

Max asintió

―Si una de ellas sobrevive, ¿entonces por qué no usas para tomar el trono?

―Porque es un Vínculo Acelerado. ―Ante mi expresión confusa, explicó―:


Imagina un maratón, se necesitan años de entrenamiento intenso. Sobrevivir al
Vínculo Acelerado sería como depender de un subidón de azúcar para superar la
carrera. No serían lo suficientemente fuertes como para hacerse cargo del trono
porque no son un Vínculo completo. Pero van a añadir la fuerza a nuestro ejército.

―Eso es… eso es despreciable. ―Apreté mi estómago por miedo a que


vomitaría mi café―. ¿Tendrán que ir a los Túneles después?
―A menos que nos apoderemos del trono, van a tener que ir a los Túneles
como cualquier otro Desposeído. Bueno, la mayoría de los demás Desposeídos.
―Max puso su mano en mi hombro, que era más contacto voluntario del que
nunca había tenido conmigo antes―. Pero eso no va a suceder. Ésa es la cantidad
de fe que tenemos en ti. Serás nuestra reina.

Jack alejó de un golpe la mano de Max.

―No la toques. No vuelvas a tocarla.

Max levantó las manos. Comenzó a caminar de nuevo hacia Grounds & Ink,
pero Jack se puso delante de él.

―Date la vuelta y vete a otro sitio. A cualquier otro lugar. Ahora.

Max entrecerró los ojos y dudó un momento.

―Nos vemos pronto ―dijo.

Negué mientras se alejaba. Cruzó el estacionamiento hacia su moto, arrancó


con una patada, y rugió alejándose. Tan pronto como había desaparecido de la
vista, me volví hacia Jack.

―¿Sabes lo que significa?

―Lo sé, Becks.

―Están persiguiendo a chicas inocentes. Chicas con lazos terrenales. Chicas


como Ariel, que tienen un novio.

―Pero Tara no tiene novio ―dijo Jack.

―No tiene que ser un novio. La unión entre una madre y una hija
probablemente podría salvar a un Desposeído igual de fácil. ―Apreté los labios y
negué―. Personas inocentes van a morir, todo para hacerme reina.

Jack me tomó en sus brazos.

―No es tu culpa, Becks.


―Entonces, ¿por qué se siente como si fuera mi culpa? ―Di un paso atrás,
miré al suelo por un momento, tomé una respiración profunda, y alcé mis ojos para
encontrarme con Jack―. Tenemos que encontrar a Ariel. Jules cuidará de Tara,
creo. Ahora tenemos que encontrar a Ariel y traerla de vuelta junto a Luke, quien
estoy segura de que nunca la engañó. Y entonces tenemos que encontrar a Brooke
Chase, porque está saliendo con Oliver… tenemos que encontrar a la chica hacia la
que se dirige y alejarla de él. Después tenemos que vigilarlos para ver por quién
van a ir después de la próxima…

―Beck ―me interrumpió Jack.

―Tenemos que hacerlo. ―Miré lejos, hacia la montaña, parpadeando


rápidamente.

Él puso sus manos sobre mis hombros y se inclinó hacia mí, para que así
estuviéramos frente a frente y tuviera que mirarlo.

―No podemos hacerlo todo. Tal vez podamos salvar a Tara y luego a Ariel,
pero, ¿qué detiene a los Deads de ir a otro lugar y encontrar a más chicas?

Sorbí.

―Tienes razón. Siempre habrá más chicas. Incluso después de esto, se


empezará a hablar de cómo sobrevivir a un Vínculo, y habrá más vidas inocentes
perdidas, y los Sempiternos cazarán a los seres humanos corrientes con todo tipo
de accesorios y… y… ―Me agarré el cabello, tirando de él, y caminé hasta el final
del estacionamiento, donde di la vuelta―. Tenemos que destruirlo.

―¿Qué?

Me acerqué de nuevo a él.

―Tenemos que destruir todo. Es la única manera.

Jack dejó caer las manos.

―No. Tenemos que salvarte a ti primero. Tenemos que centrarnos en la


búsqueda de la cura para ti.
―Eso no es tan importante.

Jack agarró mis hombros otra vez, lo suficientemente fuerte como para
hacerme hacer una mueca de dolor.

―No te atrevas a decir eso. Salvarte a ti es lo único importante.

Poco a poco levanté las manos y las puse a cada lado de su cara.

―Pero no puedo vivir con sangre en mis manos. No puedo vivir sabiendo
que soy la razón por la que chicas como Tara y Ariel se convertirán en objetivos
para los inmortales. No puedo. Salvarme no significará nada si mueren más
personas. La única manera de salvarme… salvarme realmente… es destruir
Everneath.

Cerró los ojos y luego, soltó el agarre de mis brazos con vacilación.

―Está bien. Entonces destruimos al Everneath.


Cap tulo 8
La Superficie. El auto de Jack.

Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ


Corregido por Nanis

J
ack y yo dejamos a Tara en su casa. Tara no dijo nada en el camino,
pero Jules se sentó a su lado y le dijo que todo estaría bien. No estaba
segura de si nos creía o si pensaba que estábamos locos, pero
independientemente, Tara estaba a salvo por ahora. Jules se iba a
quedar con ella.

Una vez que estuvimos solos, Jack se estacionó a un lado del camino. Lanzó el
automóvil en el parque. No estaba segura de lo que estaba haciendo.

Me miró a los ojos.

―Trataremos de hundir el Everneath ―dijo.

Le di una mirada confusa.

―Lo sé.

―Pero prométemelo Becks. Prométeme que no interferirá en mantenerte


viva. Prométeme que harás lo que sea necesario para sobrevivir.

―¿Por qué dices esto? ―dije.


―Porque puedo ver el cambio en tus ojos. El segundo en que supiste acerca
del Vínculo Acelerado pasaste de supervivencia a modo de mártir.

―No planeo ser mártir ―le dije, negando con la cabeza.

―Te conozco ―dijo Jack―. Así que este es el trato. Consigues hacer esto. Te
Vinculas con Cole. Los dos llegamos al otro lado de todo esto. ¿Bien?

Asiento, sabiendo que esta era una promesa que no podía garantizar, pero
dándome cuenta que, en este momento, era una promesa que necesitaba hacerle a
Jack.

―Lo juro. Lo haré.

Ya que era casi la hora de cenar, Jack me dejó en mi casa. No me hubiera


dejado sola, pero era la noche del lunes, y mi padre tenía esta regla arcaica de que
las noches de lunes eran estrictamente reservadas para la familia. Que el cielo
ayude al agente de telemercadeo que se atreviera interrumpir la noche familiar.

Esa noche mi padre trajo a casa comida china para llevar para la cena. Tomé
el arroz frito con jamón, preocupada por a dónde iba esta noche. Por suerte,
Tommy estaba entusiasmado con un proyecto de verano de extra-crédito para la
escuela por la que tuvo que hacer un pastel en forma de Utah y decorar la
geografía utilizando azúcar marrón para los desiertos y chocolates Kisses para las
regiones montañosas.

Era una distracción suficiente para que mi padre no se diera cuenta de que
estaba preocupada con algo más, a saber, el hecho de que a la medianoche, Jack y
yo íbamos al apartamento de Cole para que Cole se Vinculara conmigo. Y mañana
iba a empezar mi misión de hacer estallar el Inframundo.
Pero por ahora tenía que enfocarme en sobrevivir una noche con Jack viendo
cómo Cole se Vinculaba conmigo. De repente esta hazaña parecía la más difícil de
las dos.

La Superficie. Mi cuarto.

Salí por mi ventana y corrí por la calle hasta donde el auto de Jack estaba
estacionado. Jack estaba apoyado en la puerta del lado del conductor,
esperándome. Cuando me vio, abrió la puerta de par en par.

―¿Has estado esperando mucho tiempo?

―Mi vida entera ―dijo él.

Sonreí. Solía decir eso todo el tiempo, que él me ha amado desde que me
conoció, y hasta que nos unimos sólo había estado esperando. Luego yo haría una
broma acerca de cómo pasó su espera saliendo con cada cosa que tuviera falda.

Pero ya no hacía esas bromas.

Nos quedamos en silencio en el camino a Deer Valley. Jack tomaba el volante


relajado, y me pregunté cuántos árboles había golpeado para llegar a este estado
de zen. Me quedé tranquila, porque no quería hacer nada que lo estropeara, sobre
todo al hablar de lo que iba a suceder esta noche.

Si pudiera Vincularme con Cole sin nuestros labios tocándose…

Si pudiera Vincularme con Cole uno a cada extremo de la sala…. aún mejor.

Desde el otro lado de la Tierra… lo mejor.

Sabía que lo que estábamos haciendo me salvaría, pero no podía evitar


sentirme como si estuviese participando en una marcha fúnebre.
Cuando llegamos allí, nos paramos frente a la puerta un rato. Lucía como si
hubiese sido recientemente arreglada. Jack me miró y tomó mi mano.

―Estaremos bien ―dijo él.

Me incliné hacia él, y puso su brazo a mi alrededor.

―Algunas veces realmente lo creo ―dije.

―Lo estaremos. ―Insistió―. Sobrevivimos hasta que podamos lograrlo.


―Me acercó más hacia él―. Agárrate de mí. Esta tormenta pasará, y hasta
entonces me inclinaré contra el viento.

Me acomodé en su pecho, inhalando su olor a fresco.

―¿Vas a estar bien esta noche? Quiero decir, mis labios tienen que estar muy
cerca de los de él.

―No significa nada ―dijo Jack―. Nada me convencerá de eso.

Demasiado pronto, y antes de que tuviéramos la oportunidad de tocar, la


puerta se abrió de par en par y Cole estaba parado allí. Vio nuestro abrazo, y por
un momento su sonrisa confiada vaciló, pero se recuperó rápidamente.

Miró a Jack. Se dio cuenta de su gran tamaño.

―Maldita sea, eres enorme ―dijo―. Quiero decir, sabía que iba a suceder,
pero…

―¿A qué te refieres? ―pregunté―. ¿Qué le pasó?

Cole levantó una ceja.

―Él salió de los Túneles. La energía que tomó hacerlo fue enorme. Cada
centímetro hubiera sido el equivalente de, no sé, dicen que un centenar de sesiones
de levantamiento de pesas. Así que alguien que era fornido antes se convertiría…
en extra fornido. ―De pronto pareció aburrido con la explicación―. Así que, Nik
―dijo―. Hablando de cosas más emocionantes que los bíceps de Jack, ¿dónde
quieres… consumar…?
Jack se puso entre los dos, efectivamente interrumpiendo a Cole.

―Di “consumar” una vez más. Por favor. ―Apretó los puños, sus nudillos
poniéndose blancos.

―Donde sea ―dije. Alcancé una de las manos de Jack y la abrí, luego
entrelacé mis dedos con los de él.

Si estaba tan tenso ahora, ¿cómo resistiría la noche?

Seguimos a Cole a la sala, y allí fue cuando vi que no estábamos solos. Gavin
estaba allí, en una de las sillas; y sentado al lado de él, pasándole sus dedos por el
cabello, estaba Ariel Hughes. Jules tenía razón.

Ayer estaba enloquecida por Luke, pero esta noche estaba manoseándose con
un inmortal del Inframundo. No tenía ni idea de en lo que se estaba metiendo.

―Hola, Nikki ―dijo Gavin. Ariel no se preocupó en levantar la vista del


cuello de Gavin.

―Hola, Gavin ―dije―. ¿Pensé que la última prueba de enfermedad de


transmisión sexual había salido positiva? ―La cabeza de Ariel se levantó de un
tirón.

Dios, había obtenido su atención. Mantuve mis ojos en Gavin.

―Me alegra haberme equivocado, sin embargo.

Ariel se quitó de encima de Gavin y se quedó quieta.

―No es cierto ―dijo Gavin, con una sonrisa de incredulidad en su rostro―.


Nunca me he hecho la prueba.

―Me voy de aquí ―dijo Ariel. Tomó su bolso y pasó al lado de Jack y mío y
salió por la puerta delantera.

Gavin me dio una mirada sucia.

―Muchas gracias, Nikki.


Los labios de Cole se retorcieron, obviamente entretenido con lo que acababa
de pasar.

―Encontrarás a alguien más ―dijo Cole. Hizo un gesto para que lo


siguiéramos―. Vamos a mi cuarto. Privacidad.

El último lugar al que quería ir era al cuarto de Cole, pero ninguna cosa haría
lo que iba a suceder menos incomodo. Jack y yo seguimos a Cole por el pasillo.
Mientras llegábamos, me di cuenta que todavía estaba el gigantesco agujero en la
pared que Jack y yo habíamos hecho.

―No te preocupes ―dijo Cole―. Voy a cubrir los gastos.

Se sentó en el borde de su cama, pero Jack y yo nos mantuvimos parados.

Maldición. Ya estábamos finalmente aquí, el momento que había estado


temiendo. Ninguno se movió. Sabía que tenía que Vincularme con Cole. Podía
sentirlo en mis músculos débiles; el agotamiento que se había estado construyendo
durante todo el día había llegado hasta mis huesos. Sólo podía imaginar cómo me
sentiría si un día hubiera pasado. Y ahora que estaba tan cerca de conseguir
energía, mi cuerpo ya no podía sostenerse a sí mismo.

―Mejor es que pongas un brazo alrededor de ella, Jack ―dijo Cole.

Jack se volteó hacia mí, sorprendido. No se había dado cuenta que me estaba
cayendo. Puso su brazo alrededor de mi cintura y me levantó, y sin embargo, no
hizo nada para ayudarme a llegar hasta Cole. Traté de reunir mis pensamientos
deshilachados lo suficiente para dar a Jack mi discurso acerca de cómo esta era la
única manera de mantenerme con vida, pero no pude conseguir las letras para
formar las palabras.

―Mira ―dijo Cole, nivelando su mirada con la de Jack―. Sé que la amas. Sé


cómo luce eso en una persona. Harías lo que fuera por ella. Quieres todo para ella.
Y yo igual. El problema es, que diferimos en lo que debe ser su futuro. Pero no
importa en qué camino termine, ella necesita sobrevivir la noche. Aquí. Ahora. Eso
es algo en lo que los dos podemos estar de acuerdo, ¿cierto?
Jack frunció el ceño y cerró los ojos. No podía creerlo. Cole tenía perfecto
sentido de la realidad, y había dicho, probablemente, la única cosa que haría que
Jack se moviese.

Jack dudó por un momento y luego me ayudó a llegar a la cama. Me


desplomé junto a Cole, incapaz de mantener los ojos abiertos.

―Sólo duerme, Becks ―dijo Jack, pasando sus dedos sobre mis párpados
cerrados y por mis mejillas―. Duerme. Voy a estar aquí todo el tiempo.

No podía mantenerme despierta así hubiese tratado.

La Superficie. Gimnasio de escalada Rock Garden

Un pestañeo. Eso fue todo lo que necesité, y de repente ya estaba en otro lado.
Un lugar que reconocí. Era el interior cavernoso del gimnasio de escalada Rock
Garden. Los pisos de cemento se correspondían con el techo de cemento y las
paredes de escalada se situaban en diferentes ángulos para todos los niveles de
escaladores.

Había estado aquí una vez antes, durante un viaje de campo de segundo año.
Lo recordaba vívidamente porque me habían horrorizado. Siempre había tenido
un ligero miedo a las alturas, pero la nueva pérdida de mi madre había aumentado
de alguna manera el terror para mí.

Recordé estar de pie en la base de la pared de principiante, mirando hacia la


pendiente poco profunda, como si fuera la cara del monte Everest.

Me volví hacia la pared de principiante y vi a una chica en pantalón de yoga


negro y un top verde con una fotografía negativa de los Beatles caminando a través
de Abbey Road en la parte frontal.
Conocía ese top. Mi padre me lo había dado por mi cumpleaños. Estaba
mirándome, a mí misma. Pero si esa era yo, entonces… miré hacia abajo a las
manos en los costados y vi tatuajes negros rodeando cada dedo. Eran las manos de
Cole. Era la memoria de Cole. Yo no tenía idea de que había estado allí ese día,
probablemente porque estaba consumida por el miedo.

Vio a la Nikki del recuerdo mirar la cima de la pared. El arnés estaba atado a
su cintura, la cuerda ensartada a través de la polea. Nate Pinnock, un estudiante,
sostenía el otro extremo de la cuerda, listo para amarrarla. Vio a la chica congelada
en la parte superior del top verde y rodó los ojos con impaciencia.

Podía sentir lo que estaba sintiendo Cole mientras observaba todo


desarrollarse. No podía apartar los ojos. Tenía que averiguar si la chica congelada
reuniría alguna vez el coraje para intentarlo.

De pronto, Jack apareció detrás de la Nikki del recuerdo. Cole dio unos pasos
hacia ellos para poder oír lo que decían.

Jack puso sus manos en su cintura y puso sus labios en su oreja.

―No mires a la parte superior, Becks. No tienes que encontrar la manera de


llegar hasta allí. Sólo tienes que encontrar la manera de llegar hasta aquí. ―Puso su
mano sobre el punto de apoyo más cercano a su pie derecho―. Nunca te centres en
el final. Sólo céntrate en el primer paso.

Ella respiró hondo, incapaz de apartar los ojos de la plataforma más alta.

―¿Y entonces, qué? ―susurró la Nikki del recuerdo.

Desde la perspectiva de Cole, podía ver el rostro de Jack. La forma en que


cerró los ojos como si mis temores fueran sus miedos. La forma en que sujetaba la
cintura de la Nikki del recuerdo como si estuviera sosteniendo algo más precioso
que su propia vida.

Se inclinó más cerca de ella.

―Entonces tomas el siguiente paso.


Nate bamboleó la soga de aquí para allá.

―Por favor, dame algo que hacer.

Jack se volteó y miró a Nate. Nate paró de mover la soga y se encorvó un


poco más contra el suelo. La Nikki del recuerdo ni siquiera se había dado cuenta
de la impaciencia de Nate. Ella cerró los ojos, volvió a respirar profundo, y susurró:

―Sólo un paso.

Dio un paso más cerca de la pared y colocó las manos en las dos rocas más
cercanas; pero cuando fue a levantar el pie, las manos de Jack en su cintura se
pusieron en su camino.

―Um, ¿Jack? ―dijo.

―¿Sí?

―¿Tus pequeños pedacitos de sabiduría incluyen una parte de ti


soltándome?

Él dio una amplia sonrisa y besó su hombro.

―Toma el primer paso, y yo te suelto.

Volvió un poco la cabeza hacia él.

―Tú me sueltas, y doy el primer paso.

El suspiró, y con una expresión renuente que mantuvo escondida de ella,


separó sus manos. Ella escaló. Cole se alejó, llevando una pesadez en su pecho que
no pude entender, pero la única palabra que me vino a la mente fue melancolía.

La Superficie. El cuarto de Cole.


Me levanté la mañana siguiente con un murmullo de voces e imágenes
persistentes del recuerdo que Cole había compartido conmigo. Me preguntaba si
podía controlar lo que compartía y lo que no; cuanto más pensaba en ello, más
creía que Cole no podía controlarlos. Él había compartido recuerdos a propósito
antes, como su punto de vista en nuestra primera reunión en Harry O’s club. Pero
el recuerdo de la noche anterior… mostraba nuestro amor. El mío y el de Jack.
Tenía el presentimiento de que él no hubiese compartido eso adrede.

No tuve mucho tiempo de enfocarme en el recuerdo, sin embargo. Las voces


de Jack y Cole comenzaron a filtrarse a través del sueño, y escuché.

―Podía haber un lugar para ti ―estaba diciendo Cole―. Una vez que sea
reina, te haremos un Sempiterno en la Corte Superior. Ustedes dos podrían estar
juntos para siempre.

Jack tosió.

―Te harías a un lado y dejarías que estuviésemos juntos. Gobernando el


Inframundo.

―No gobernando juntos ―dijo Cole―. Ella y yo gobernaríamos juntos. Pero


no hay motivo para que ustedes dos no puedan…

Abrí mis ojos brevemente para verlo mover las manos como una manera de
terminar la oración. No estaba lo suficientemente despierta para terminarla.

―No puedo creer que esté teniendo esta conversación. No tiene ningún
sentido ―dijo Jack―. Primero que nada, nunca me convertiré en un Sempiterno.
Pero lo más importante, al final, Nikki nunca alimentará a otro humano. Tú
podrás tener tu banda, y a quien quieras reclutar a tu lado, y tal vez ellos se
alimenten de chicas inocentes hasta el máximo para la batalla. Es posible que
tengas todas las otras piezas en su lugar, pero Nikki nunca hará el Vínculo
Centenario.

Nunca hará el Vínculo Centenario. Mis párpados se abrieron de nuevo, ya que


la frase desencadenó un recuerdo. Cole me había dicho una vez que una de las
razones por las que quería gobernar el Everneath era porque significaría que nunca
tendría que hacer el Vínculo Centenario de nuevo. Su búsqueda de Desposeídos
habría terminado. Sus "sujetos" lo harían por él. El Everneath proveerá por sí
mismo todo el sustento que él necesitaba.

Una pieza importante en el rompecabezas de Cole se había puesto en su lugar


en mi cabeza.

―Esa es la parte de su plan ―murmuré.

Cole y Jack se voltearon hacia mí. Jack se apresuró a mi lado.

―Becks, estás despierta.

Me traté de sentar, pero mi cabeza se sentía como un globo.

―Aquí ―dijo Jack, alcanzándome un vaso de agua―. Cole dijo que tendrías
como una resaca de energía.

Él tenía razón. Podía estar un poco mareada, pero sentía como si pudiera
derribar unos pocos árboles.

Tragué el agua, bajé el vaso, y me limpié los labios.

―Que me niegue a alimentarme es parte de su plan.

Jack frunció las cejas.

―¿Qué?

El rostro de Cole estaba en blanco, pero no lo negó.

―Porque la reina no tiene que alimentarse. ―Negué―. Todo este tiempo, tú


y yo pensamos que tenía dos opciones. El Vínculo Centenario de un Desposeído o
morir. Lo que significaría que sólo hay una opción para mí. Morir. Pero Cole nos
da una tercera opción. Si llego a ser reina, no tendré que hacer el Vínculo
Centenario. Y no voy a morir. ―Mantuve mis ojos en el rostro de Jack, y lo vi. El
reflejo de la más pequeña sonrisa.

Y luego me di cuenta de lo que había hecho. Le había dado motivos a Jack


para hacerme reina. Fruncí el ceño.
―Ni lo pienses, Jack.

―¿Qué? ―dijo Jack.

―No me convertiré en reina.

―Por supuesto que no, Becks.

Pero podía verlo en sus ojos. Podía verlo en su cara.

―¿Pero…? ―dije, esperando porque terminara el resto.

Negó.

―Pero si vamos a ello, si vamos a lo que se refiere tu vida, entonces tú


convirtiéndote en reina podría comprarnos algo de tiempo.

Cerré mis ojos, con la respiración ahogada en mi garganta.

Cole aplaudió.

Abrí mis ojos y los entrecerré hacia él.

―Lo siento ―dijo Cole, obviamente sin sentirlo―. Simplemente pensé que
esta ocasión monumental, cuando Jack y yo acordamos algo por tu futuro, debería
ser marcado con alguna especie de aplauso.

Puse mi cabeza en las manos.

―Esto no puede estar pasando.

―No estoy de acuerdo contigo ―gruñó Jack―. Solo quiero mantenerla viva.

―¡Yo también! ―dijo Cole, emocionado―. Quiero mantenerla viva siempre y


para siempre. Como en los cuentos de hada. Felices para siempre… ¡por siempre!

―¡Suficiente! ―dije, parándome. Levanté un dedo―. Ustedes dos no


deciden. He tomado mi decisión. Escuchen con cuidado. No-lo-haré. ―Me acerqué
más a ellos y enuncié mi siguiente palabra con cuidado―. Nunca.

Con eso, salí del apartamento.


Jack me persiguió por las escaleras y a través del estacionamiento. Cuando
alcancé su auto, me volteé hacia él, y casi se tropieza conmigo.

Clavé mi mano en su pecho.

― ¡No decides cómo me mantengo viva!

―Lo sé. Lo sé. ―Quitó mi mano de su pecho y me atrajo hacia él―. Estoy
contigo. Nunca serás reina. Destruiremos el Everneath.

―Pero… ―mi labio inferior tembló contra su camisa―, pero lo que dijiste…

―Cole no sabe cómo me siento ahora, ¿no es así?

Incliné mi cabeza hacia atrás para mirarlo.

―Te refieres a…

Se encogió de hombros.

―Diría que Cole se siente bastante seguro ahora. Piensa que al fin y al cabo,
haré mi mejor esfuerzo para forzarte a que te conviertas en reina en vez de verte
morir. Si vamos a destruir el Inframundo, necesitamos hacerle creer que él tiene la
carta más alta. ¿No lo crees?

Dejé salir un gran suspiro y volví a reposar mi cabeza, dejando que el sol de
la mañana brillara en mi cara.

―Pensé que te había perdido allá adentro ―dije.

Jack presionó sus labios contra mi frente.

―Nunca ―dijo. Asentí, y nos metimos en el auto.


Antes de que lo encendiera, sin embargo, abrió su teléfono y revisó su correo.
Una vez que los más recientes cargaron, sonrió.

―¿Qué pasa? ―pregunté.

―El profesor Spears ―dijo.

―¿Qué?

―He estado mandándole correos todos los días, tratando de convencerlo que
todo esto no era una gran broma. No quería decirte para que no mantuvieras muy
altas tus esperanzas. Pero esta mañana temprano dijo que había encontrado algo
que quizás podría ayudarnos. Le pedí vernos, y acaba de decir que sí.

Lancé mis brazos alrededor del cuello de Jack.

―Quizás no sea nada ―dijo Jack.

―No importa. Es esperanza.


Cap tulo 9
Traducido por veroonoel
Corregido por aniiuus

La Superficie. Cañón de Parley

n el paseo en auto por el Cañón de Parley, le conté a Jack acerca del

E recuerdo sobre la escalada que Cole me había filtrado durante el


Vínculo.

―Recuerdo ese día ―dijo Jack―. Pero no puedo creer que Cole estuviera allí.
Pensarías que nos habríamos dado cuenta que el cantante de Dead Elvis estaba
pasando el rato en la esquina del gimnasio.

Me encogí de hombros.

―Tal vez estaba allí en su forma de Neal. ―Traté de recordar si tenía el


mismo tatuaje en sus dedos en su forma de Neal que tenía en su forma de Cole.

―La pregunta es, ¿por qué estaba allí en primer lugar? ¿Te siguió hasta allí?

Me encogí de hombros.

―No sé. La excursión de escalada fue justo después de haberlo conocido.

―Estaba obsesionado desde el principio.

Miré por la ventana. Teniendo en cuenta cómo se había sentido Cole durante
ese recuerdo, me di cuenta de que Jack probablemente tenía razón.
Estuvimos en silencio durante la mayoría del resto del viaje al campus
universitario. Papá me iba a dar un sermón si se enteraba de que ya me estaba
perdiendo mi clase de Escritura Creativa, pero no podía evitarlo. Una vez que
llegamos a su oficina, el profesor Spears nos hizo entrar.

―¿Tienen los documentos? ―dijo a modo de saludo.

Me volví hacia Jack, mis cejas levantadas. Metió la mano en su mochila, sacó
una carpeta de manila, y la colocó sobre el escritorio del profesor. El profesor la
abrió. Dentro estaba la página de aspecto más antiguo de la colección de
documentos de la Sra. Jenkins, la página que nunca pudimos traducir. No sabía
que la había tenido con él. Se encogió de hombros.

―Quería animarlo a darse prisa, así que escaneé la página y se la envié por
correo electrónico. Le dije que podía ver la original si nos ayudaba.

El profesor levantó la carpeta y acercó la página a su cara, con cuidado de no


tocarla con sus dedos. No me molesté en decirle que ya habíamos dejado nuestras
huellas por todos lados.

―Es increíble ―dijo, sosteniéndola debajo de la luz de su escritorio.

Jack dio un paso adelante.

―¿Dijo que tenía algo para nosotros?

El profesor mantenía sus ojos en la página cuando respondió:

―Luego de que dejaron mi oficina la última vez, decidí contactar a mi colega,


el profesor Frank Sheldon. Es una especie de aficionado de fantasmas Akh.

Recordé que “fantasma Akh” era el término que el profesor había usado antes
para referirse a un Sempiterno.

―Frank dijo que había recolectado numerosos artículos y documentos. Había


tomado notas sobre el mundo de los fantasmas Akh. Me dio esto. ―El profesor
abrió el cajón inferior derecho de su escritorio y sacó una revista grande,
encuadernada en piel―. Toda la investigación que Frank ha hecho.
Con cautela hojeó las páginas, algunas de las cuales estaban cubiertas de
garabatos, otras con artículos y dibujos pegados en ellas. Algunas mostraban cifras
extraídas apresuradamente y mapas. Algunas tenían símbolos como las que tenía
la pulsera que me había dejado Meredith: las cinco partes del alma humana, como
lo veían los egipcios.

Y estaba todo en español.

―Frank dice que esta es la biblia del universo Akh. Yo pasé por eso. Todo
eso. Decidí que sería un entretenido ejercicio en casos hipotéticos. Así que, chicos,
me trajeron el texto antiguo. ¿En qué puedo ayudarlos?

Miré a Jack. Su boca se abrió por un momento. Luego la cerró. Luego volvió a
abrirla.

Me incliné hacia delante.

―¿Ese libro ―descansé mi mano sobre el diario abierto―, te da una buena


idea sobre como luce su mundo? ¿Su estructura? ¿Sus puntos fuertes? ¿Sus
debilidades?

El profesor estrechó sus ojos.

―Sí. ¿Por qué?

―Porque yo… nosotros… queremos destruirlo.

Me miró a mí y a Jack y luego a mí otra vez.

―¿Destruir qué?

―El Inframundo ―dije―. Todo el asunto.

Unos momentos más tarde. Oficina del profesor Spears.

―Quieren destruir el Inframundo ―repitió el profesor Spears. Habló como si


no pudiera entender las palabras saliendo de su boca.
―Se llama el Everneath ―dije.

Me ignoró.

―¿Por qué?

―¿Aún estamos hablando de casos hipotéticos? ―preguntó Jack.

El profesor asintió.

―Entonces, hipotéticamente, la destrucción del Everneath salvará vidas.


Incluida la de Nikki.

El profesor me miró.

―¿Qué pasa con Nikki?

Jack se inclinó hacia delante.

―Voy a dejar de decir la palabra “hipotético”, para hacer las cosas más
fáciles. Nikki está a medio camino de convertirse en un fantasma Akh. Queremos
salvarla a ella en primer lugar. ―Miré de reojo, pero Jack no me hizo caso―.
Después queremos destruir el Everneath. Así que, por favor, profesor Spears;
díganos qué sabe del Inframundo.

El profesor miró de Jack hacia mí.

―¿En serio?

―Trajimos lo que quería ―dijo Jack.

―Lo sé, lo sé. ―El profesor se acercó a la pizarra de la pared y uso la manga
de su chaqueta de tweed para limpiarla. Sacó la tapa de un marcador de borrado
en seco y se puso a escribir.

Agitó el marcador mientras comenzó a explicar.

―Hablemos de logística. El Everneath tiene un par de cosas distintas que


mantiene su forma. ―Dibujó tres círculos concéntricos―. El primero es el límite
entre el Everneath y la Superficie. La membrana entre los dos mundos. La presión
de la energía interior es parte de lo que mantiene la membrana junta.

Mi cara debió haber parecido aún más blanca, porque una vez que había visto
mi expresión, hizo un gesto con la mano como si estuviera limpiando una pizarra
imaginaria frente a él.

―Imagina un globo. Cuando está desinflado, el látex no tiene ninguna forma


en particular. Pero inflado con aire, el globo adquiere una forma tridimensional,
sostenido en su lugar por la presión del interior. Sucede lo mismo con el
Everneath. Toda la energía interior es lo que le da al mundo su forma. Es también
por eso que hay unas pocas entradas. No querrían meter muchos agujeros a un
globo, ¿cierto?

Asentí.

Tenía una pequeña sonrisa en su rostro y sacudió su cabeza, como si todavía


no pudiera creer que estábamos hablando de esto.

―Cualquier intento de destruir el Everneath tendría que tomar en cuenta la


destrucción de la membrana.

―¿Cómo hacemos eso? ―pregunté.

Frunció el ceño.

―No tengo idea. ―Escribió el número uno en la pizarra y luego escribió la


palabra membrana a su lado.

Dejó que eso se hundiera por un momento. Eché un vistazo a Jack, quien
estaba mirando la pizarra.

―Así que, si descubrimos la manera de destruir la membrana…

―Oh, no he terminado ―interrumpió el profesor―, ese es solo el primer


obstáculo. El segundo obstáculo serían los seres conocidos como las Sombras. ¿Han
escuchado sobre ellos?

Puse mis ojos en blanco.


―Sí.

―¿Qué hay sobre ellos? ―preguntó Jack.

―Están conectadas. Cada Sombra está conectada a otra Sombra, creando una
red de… poder. Así que imaginen nuestro globo, y luego imaginen una capa
fibrosa similar a una red dentro del látex, básicamente allí para hacerlo más fuerte.
Casi como una cota de malla debajo de la armadura de un caballero.

Suspiré.

―¿Un globo de cota de malla? Tal vez deberíamos haber venido con una
analogía diferente a la de un globo. El globo parecía tan… estallable.

El profesor escribió el número dos en la pizarra, seguido de las palabras


Sombras conectadas.

―¿Dijiste que había tres cosas sosteniéndolo junto? ―dijo Jack.

El profesor asintió.

―Guardé lo más importante para el final. Cada Sempiterno tiene un corazón


en la Superficie y un corazón en el Everneath. ¿Les suena familiar?

Jack y yo asentimos.

―Una vez más, todos esos corazones están conectados. Para destruir el
Everneath, cada corazón tendría que ser destruido.

Escribió el número cuatro, seguido de las palabras destruir cada corazón.

Miré a Jack.

―Creo que recuerdo que Cole me dijo que los corazones en el Everneath son
mantenidos ocultos en la Corte Superior.

―Eso puede ser cierto ―dijo el profesor―. Pero de acuerdo a esto ―acarició
el diario―, el problema serían los otros corazones. Los corazones de la Superficie.
Los que cada Sempiterno tiene con él o ella todo el tiempo.
Jack se reclinó en su silla mientras se hundía en él lo que dijo el profesor.

―Mierda. ―Sacudió su cabeza―. ¿Cómo es posible apoderarse de cada


corazón?

―No podemos ―dije. Cerré mis ojos y puse mi cabeza en mis manos―. No
podemos. Básicamente nos está diciendo que es imposible.

Jack alejó una de mis manos de mi cara.

―Mírame. ―Mantuve los ojos fuertemente cerrados y sacudí la cabeza―.


Becks, mírame.

Levanté mi cabeza.

―No es imposible. Este Inframundo no debería existir en primer lugar. Es


una anomalía. Contra la naturaleza. Lo que significa que no está destinado a estar
aquí, y eso lo hace vulnerable. ―Se acercó a la pizarra y señaló el círculo más
externo que el profesor había dibujado―. Enfocaremos nuestra energía en el
debilitamiento de la red de Sombras y la membrana. Para entonces, con suerte,
habremos encontrado una manera de conseguir los corazones.

Cerré mis ojos mientras me daba cuenta de lo que estaba diciendo.

―Tendríamos que destruir mis corazones. ―Me volví hacia el profesor―.


¿Qué pasaría entonces? Sería humana, ¿cierto?

―No lo sé ―dijo, todavía pareciendo aturdido por nuestra conversación.

Volví a pensar en la historia de cómo Cole se había convertido en Sempiterno.

―Cole me dijo una vez que romper sus dos corazones lo mataría. Pero solo
quería decir que lo haría mortal otra vez. Porque la mujer que convirtió a Cole,
Gynna, lo transformó para poder usar su corazón para intercambiarlo por el suyo
propio, así podía romper sus dos corazones. Y volver a ser humana. Romper los
dos corazones debería significar que volvería a ser humana.

Humana de nuevo. Totalmente humana de nuevo. No quería dejarme esperar


que algún día pudiera dejar el Everneath atrás. Parecía demasiado para desear,
especialmente considerando que Cole estaba protegiendo mi corazón en la
Superficie, y mi corazón en el Everneath estaba escondido en alguna bóveda en
algún lugar en el mundo terrenal.

―Estás solo a mitad de convertirte en un Sempiterno ―dijo Jack―. ¿Y si eso


significa que solo tienes uno de tus corazones? ¿Y si conseguiste tu corazón en el
Everneath cuando te Vinculaste a Century la primera vez?

Miramos hacia el profesor, pero solo se encogió de hombros.

―Sigo pensando que deberíamos intentar romper tu brújula ―dijo Jack.

El profesor inclina su cabeza.

―Es su corazón. Está en la forma de una brújula ―explicó Jack.

―No sabemos si eso me curaría ―dije, sin importarme si el profesor pensaba


que estábamos mintiendo―. No, tenemos que destruirlo.

―Hipotéticamente ―susurró el profesor, como si esa palabra no significara


que lo que pensaba significara más―. ¿Cuándo están planeando en pensar este…
golpe de Estado al Everneath?

―Tan pronto como sea posible. Becks solo tiene hasta que aparezca el otro
eslabón en su otra muñeca. Entonces tendrá que formar un Vínculo Centenario o
morirá. Tiene desde unos pocos días hasta una semana.

El profesor levantó sus cejas.

―¿Tienen un par de días a una semana, tal vez, para debilitar la membrana,
deshacer la red de Sombras, y encontrar y destruir todos los corazones
Sempiternos?

Jack asintió.

―Ese es el plan.

El profesor se rascó la parte posterior de la cabeza.

―Hipotéticamente, no creo que sea tiempo suficiente.


Jack apretó mi mano.

―Tiene que serlo.

Después de nuestra reunión, Jack me apresuró a regresar al cañón y


directamente a la escuela para poder llegar a tiempo a la última mitad de Escritura
Creativa. No queríamos que Cole supiera que estábamos tramando algo, que era la
única razón por la que iba a clase. En el camino, hablamos acerca de la reunión con
el profesor.

―Creo que deberíamos enfrentar las cosas más difíciles primero ―dije. No
podía creer que me estaba refiriendo a la tarea de averiguar la red que mantenía a
las Sombras juntas y luego destruirlo como la “cosa más fácil”, pero sabía que no
sería nada comparado a reunir miles y miles de corazones.

―¿Qué sugieres? ―dijo Jack.

―Digo que bajemos al Everneath. Atrapamos un par de Sombras. Puedes


darles una paliza hasta que nos digan cómo están unidas.

Jack levantó una ceja.

―¿Atrapar un par de Sombras? ¿Hacer que hablen? Por lo que recuerdo, no


hablan. Excepto entre ellas.

―Lo sé, lo sé. Mi punto es, creo que cualquier información real acerca del
Everneath se encontrará en el Everneath. Y ahora que soy medio Sempiterno, no
estaría filtrando energía por todas partes como la última vez, lo que significa que
podría pasar desapercibida.

―¿Qué hay de mí?


Me encogí de hombros y dije en voz baja:

―Tal vez debería ir sola.

Clavó los frenos, no un movimiento muy seguro, considerando que


estábamos en la autopista.

―Diablos, no. Lloverá fuego antes de dejarte hacer eso. El sol saldrá por el
oeste antes de que eso suceda.

―Está bien, está bien.

―La NFL1 comisionará el uso de bolas suaves.

―¡Está bien! Fue solo una sugerencia. Lo haremos juntos. Y tal vez pueda
absorber cualquier exceso de energía que tengas, como Cole hizo por mí.

―Tal vez no tenga ningún exceso de energía luego de mis meses en los
Túneles.

Pensé en ello. Lo drenaron tanto… ¿En qué estaba pensando? Él estaba tan
lleno de emociones ahora. Pero quizás podría absorber su energía extra. Incluso si
no podía alimentarme de él en la Superficie, quizás podía hacerlo en el Everneath.

Era imprudente lo que estábamos hablando de hacer. El Everneath no era un


lugar para visitar sin mucha planificación, pero nuestro estado de ánimo había
cambiado. Íbamos contra el Everneath. Estábamos hablando de la destrucción de
un mundo. Cada paso a lo largo del camino tendría que ser imprudente. Si no lo
fuera, no estaríamos tomando el paso correcto.

―Tenemos que conseguir uno de los cabellos de Cole ―dije. Jack levantó una
ceja―. No tengo mi corazón en la Superficie. No me puedo mover entre los dos
mundos sin eso.

Jack suspiró.

―¿Cuándo lo vas a hacer?

1
NFL: National Football League. Liga de fútbol Americana.
―En clase.

Jack tomó una respiración profunda.

―¿Tan pronto?

―No sabemos cuánto tiempo tenemos, pero no es mucho. ¿Hay un mejor


momento?

No hubo ningún argumento de su parte. ¿Y por qué lo habría? Estábamos


fuera de tiempo desde el momento que comenzamos.

Mientras se estacionaba en la rotonda de la escuela, abrió la puerta y dijo:

―Recuerda, no permitas que Cole lo sepa.

No pude evitar una sonrisa.

―No lo haré ―dije―. Eso es la única cosa en mi mente. Si me olvidara de


eso, tendríamos problemas más grandes, es decir que mi cerebro estuviera roto o
algo así.

Me bajé del auto. Jack agarró mi mano.

―¿Cómo te sientes?

―Bien, ahora. ―Aunque según Cole, esta noche estaría débil de nuevo.

―Bien. ―Soltó mi mano―. Ahora, ve por ese cabello.

Levanté las cejas.

―Esta será por siempre la despedida más extraña nunca hecha…

Se echó a reír mientras cerré la puerta detrás de mí y saludé.

Tal vez esto sería fácil. A todo el mundo se le cae algún cabello en la escuela,
¿cierto? Tal vez habría un pequeño cabello rubio allí sentado en el escritorio de
Cole, esperando a alguien para llegar y tomarlo, solo que sería un cabello oscuro
ya que estaría disfrazado de Neal. ¿Llegaría ese disfraz hasta los cabellos que caían
de su cabeza? ¿Se convertirían en rubios mientras caían al suelo? No podía pensar
en una razón por la que no funcionarían de la misma forma con el cabello rubio de
Cole, pero nunca tuve la oportunidad de averiguarlo. Cuando llegué a la clase de
la Sra. Stone, el asiento donde Cole se había sentado el día anterior estaba vacío.

La Sra. Stone detuvo lo que sea que estaba leyendo.

―¿Señorita Beckett? Espero que esto no sea el comienzo de un mal hábito.

Negué con la cabeza, escrudiñando el resto de la clase, buscando a Cole. Pero


definitivamente no estaba en clase.

―¿Se va a unir a nosotros? ―dijo la Sra. Stone.

Pensé en contestar honestamente. No, porque si no puedo arrancar un cabello de


la cabeza de Cole, ¿cuál es el punto de la escuela de verano?

―Um, no me estoy sintiendo bien. Estaré aquí mañana ―dije, y di la vuelta y


me fui antes de que pudiera decir algo.

Salí corriendo de la escuela y me encontré con Jack afuera.

―Eso fue rápido ―dijo mientras subía al auto.

―No estaba allí. ―Cerré la puerta―. Es incómodo, pero puedo conseguir un


cabello esta noche cuando me alimente. ―Traté de no parecer preocupada, pero
Jack apretó los labios―. Probablemente estaba en la escuela ayer solo para darme
la mala noticia de que me alimentaré de él cada noche. Ahora que la ha entregado,
no hay realmente ninguna razón para que esté aquí.

Jack asintió.

―Lo sé. Pero parece como si fuera a aprovechar cada oportunidad para estar
contigo, especialmente sin mí.

―Lo tendremos esta noche.


Pasamos el resto del día pensando otras ideas para nuestro siguiente paso,
pero todo volvía al Everneath, y mientras que anoche tenía miedo de encontrarme
con Cole, esta noche no podía esperar para verlo.

No sería la primera vez que había robado un cabello de Cole, y dado que
siempre estaba un paso por delante de nosotros, me preocupaba que lo viera venir.
Así que después de la cena, cuando Jack y yo estábamos en mi habitación, hice una
sugerencia.

―Creo que debería ir sola con Cole esta noche.

Jack estaba sentado en mi escritorio, hojeando los papeles de la Sra. Jenkins


por milésima vez. Cuando escuchó mi sugerencia, se congeló.

―Escúchame ―le dije―. Cole tiene el molesto hábito de anticipar nuestros


próximos movimientos. Siempre adivina lo que vamos a hacer. Si voy sola, y si
fingimos que todavía estamos peleando sobre si debería tomar el trono para salvar
mi vida, ¿entonces no crees que estará más seguro?

―Creo que estás pensando demasiado en esto.

Junté mis manos y me senté en el borde de mi cama, al otro lado de su silla.

―Estoy pensando que cada paso del camino, no podemos descartar cualquier
oportunidad de hacerlo bien. Puede que no consigamos otra. Y quiero que
aumenten nuestras probabilidades de cualquier manera que podamos. Creo que
sería mejor que luciéramos como si necesitáramos un poco de espacio entre
nosotros. Por una noche. Prefiero pensar demasiado que poco.

Frunció el ceño.

―No me gusta esto.

―Claro que no te gusta esto. Voy a pasar la noche con Cole. A nadie le gusta
eso. Bueno, excepto a Cole. Pero cuando me despierte con nueva energía mañana,
quiero ser capaz de tomar un cabello y correr sin luchar. Tomarlo por sorpresa. No
lo quiero al borde porque tú estés allí. Quiero que se sienta lo suficientemente
seguro como para cerrar sus ojos. Lo quiero cómodo y flexible.
Asintió.

―Veo lo que estás diciendo, pero…

―Viste como fue la noche pasada. Dormí durante toda la cosa. Demasiado
fácil. Solo conduciré hasta allí, entraré, me alimentaré, tomaré un cabello, y saldré.
Nos encontraremos en la mañana.

Jack sonrió.

―Tienes tu cara de testaruda.

Me llevé una mano a mi mejilla.

―No sé nada de eso. Se siente como mi cara de “claridad de pensamiento”.

Tomó una respiración profunda.

―Está bien. Pero vas a estar en mis brazos hasta el momento en que te vayas.

―Y en ellos otra vez en el momento que vuelva ―dije.

Por las próximas horas, dormité en el hombro de Jack. A las once y treinta,
besé su mejilla.

―Nos vemos temprano en la mañana. Y prepárate, porque estaremos


tomando un viaje al Inframundo.

Jack sonrió.

―Es una cita.


Salí de la cama, pero cuando me puse de pie, me tuve que sostener al poste de
la cama para no perder el equilibrio.

Jack se disparó a mi lado.

―¿Estás bien?

―Mh-hmm ―dije―. Solo un poco temblorosa. Nada que un poco de energía


no vaya a arreglar.

―Deja que te lleve.

―Estoy bien. En serio.

Tomé las llaves de mi auto, y los dos saltamos por la ventana. Jack me
acompañó hasta el auto, besándome como si nunca me viese de nuevo.

Las luces estaban apagadas en el apartamento de Cole. Había estado allí


antes cuando las luces estaban apagadas, pero por lo general había un poco de luz
viniendo de algún lugar. Recorrí el balcón con la mirada desde donde me había
estacionado y pensé que parecía mucho más oscuro. La luz del porche frente a su
apartamento estaba apagada, lo que era extraño ya que generalmente se prendía
sola automáticamente en la oscuridad.

Probablemente se hubiera fundido.

Aun así, subí las escaleras exteriores de puntillas, un frío inexplicable


corriendo por mi espalda. No fue hasta que estuve cerca de la puerta principal que
supe que algo estaba mal. La puerta estaba entreabierta, la cerradura recién
reparada rota.

Me di la vuelta y choqué contra el pecho de un hombre alto.

―Perdón, yo… ―Mi voz se cortó cuando vi su cara. Ojos negros. Labios
agrietados sonriendo alrededor de un agujero negro de una boca.

Me estremecí. Era el hombre de la otra noche.

Pero esta vez no había ningún lugar para correr.


Traté de gritar, pero puso una gran mano sobre mi boca, me dio la vuelta
para estar de espaldas a él, y envolvió su otro brazo sobre mi pecho. Comenzó a
arrastrarme hacia las escaleras. Le di una patada al cemento, agitando en su contra.
No hizo ningún bien. Cada intento fallido me drenaba más energía, como si me
quedara solo una patada buena en cada pierna.

Abrí la boca y mordí uno de sus dedos, pero ni siquiera se inmutó.

No podía respirar con su mano sobre mi boca. Arañé el brazo que tenía sobre
mi pecho, pero me ganaba por al menos cincuenta kilos.

Aire. Necesitaba aire.

Levanté mis brazos sobre mi cabeza y traté de arañar su cara, teniendo como
objetivo el lugar donde deberían estar sus ojos; pero todo a mi alrededor se estaba
poniendo oscuro, y cualquier energía con la que había llegado allí ahora se había
ido.

Me quedé inerte en sus brazos. Ni siquiera cambió de ritmo.


Cap tulo 10
Traducido por Rivery, Helen1
Corregido por aniiuus

La Superficie. Fuera del apartamento de Cole.

M
is pies golpeaban contra cada escalón mientras él me arrastraba por
las escaleras. Di un empujón débil contra el cemento, con la
esperanza de hacerle perder el equilibrio, pero mi fuerza se había
ido. Ni siquiera estaba segura de si moví mis pies. Cuando llegamos a la parte
inferior, abrió de una patada la puerta metálica y dio un par de pasos fuera, y
luego oí el sonido de cristales rotos.

Su brazo sobre mi pecho se aflojó, pero sólo por un momento.

Otro sonido, esta vez como un puño haciendo contacto contra una cara.

Su agarre se aflojó lo suficiente como para soltarme y caer al suelo. Unas


manos fuertes me levantaron.

―¡Becks! ¿Puedes oírme? ―Abrí los ojos para ver el rostro de Jack, pero sólo
fue por una fracción de segundo.

El hombre de los ojos negros lo agarró por detrás, obligándolo a dejarme ir.
Me hundí en el suelo otra vez. El hombre era casi tan alto como Jack, e igual
de fuerte. No podía creer que él todavía estuviera en pie, teniendo en cuenta que
Jack había roto algo sobre su cabeza.

Jack le dio un puñetazo en la cara. El hombre se tambaleó hacia atrás unos


pasos y luego se lanzó hacia Jack, que se anticipó a la jugada y dio un paso a un
lado justo a tiempo. El hombre pasó a su lado, y Jack le dio una patada en la
espalda cuando pasaba. Esta vez no aflojó. Lanzó golpes una y otra vez hasta que
finalmente el hombre cayó hacia atrás.

Jack corrió a mi lado.

―Becks. ¿Estás herida?

Negué con la cabeza. Al menos pensé que negué con la cabeza. No me


quedaban energías. Jack se puso en cuclillas junto a mí, y fue entonces cuando vi la
oscura sombra del hombre levantarse tambaleante de la tierra.

―Detrás de ti ―susurré.

Jack se volvió y pateó al hombre antes de que tuviera oportunidad de ponerse


de pie por completo. Luego no perdió el tiempo. Me tomó en sus brazos y salió
disparado.

Cerré los ojos y dejé que la oscuridad me rodease.

La luz solar intensa instó a mis párpados a abrirse. Demasiado intensa para la
mañana. Parpadeé alejando la neblina, y cuando mis ojos se enfocaron, vi el rostro
de Jack.

Estaba sentado en el borde de mi cama, y estaba tan pálido que parecía que
no hubiera dormido en una semana.
―Becks ―dijo, con la voz quebrada―. Volviste a mí.

―No fui a ninguna parte ―dije. Entonces pensé en la luz del sol―. ¿Qué
hora es?

―Las cuatro en punto. Has estado fuera por más de quince horas.

Traté de sentarme pero perdí toda la fuerza del brazo a medio camino del
movimiento. Jack me ayudó el resto del camino.

―¿Por qué no me despertaste?

Hizo una mueca.

―Lo intenté. Cada hora. Incluso te salpiqué la cara con agua fría. ―Hizo un
gesto hacia mi mesita de noche, donde había un recipiente casi vacío y pequeños
charcos de agua por todas partes―. No funcionó.

Me di cuenta de que no estaba sentada por mi cuenta; estaba apoyada contra


Jack. Si me soltaba, me caería de nuevo en la cama.

―¿Qué está mal conmigo?

Jack cerró los ojos durante unos largos minutos y los volvió a abrir.

―Te perdiste un Vínculo.

Mi respiración se aceleró.

―Tenemos que encontrar a Cole.

―Lo sé.

―¿Dónde crees que está?

―No lo sé.

―¿Dónde está mi padre?

Jack hizo un movimiento con la cabeza hacia la puerta.


―Dejó una nota esta mañana diciendo que tenía una reunión temprano. Es
algo bueno, también, porque si hubiera visto tu cara…

Mi mano voló hasta mi mejilla.

―¿Qué pasa con ella?

―Nada. Es sólo que, tienes ojeras de nuevo. Pareces… bueno, simplemente es


bueno que no te viera. ―Se pasó la mano por el cabello―. Estás negra y azul.
―Bajó la mirada a mis brazos―. Mira. Es igual en tus brazos.

Seguí su mirada. La piel parecía casi traslúcida, con manchas púrpuras y


azules que empezaban cerca de la línea de mi muñeca. Se hacían más densas a
medida que subían por mis bíceps.

Jack me tocó la parte interna del brazo, justo por debajo del codo, y la piel
reaccionó como un papel empapado de agua, como si estuviera a punto de
desmoronarse.

La visión de eso hizo que la bilis trepara hasta mi garganta. Me veía como si
estuviera usando la piel de otra persona.

―Pensé en llevarte al hospital, llamar al 911, algo. Pero sabía que


comprobarían el latido del corazón primero…

―No pueden hacer nada para ayudarme.

Los acontecimientos de la noche anterior se colaron de nuevo en mi cabeza. El


hombre con la boca y los ojos negros que no se quedaba en el suelo después de una
brutal paliza. Las luces fuera del apartamento de Cole. La puerta de entrada que
parecía que hubiera sido golpeada.

―Tenemos que llegar hasta Cole. ¿Y si él ha estado…? ―No pude terminar la


frase.

El rostro de Jack era sombrío.

―Lo sé. Ahora que estás despierta, iremos. Juntos. ―Apretó mi abrazo―.
¿Crees que alguna vez voy a dejarte fuera de mi vista otra vez?
Con esas palabras, suspiré y me fundí en su pecho por un momento.

Jack no dijo en voz alta las consecuencias si no podíamos encontrar a Cole.


Ambos salimos de la cama, aunque Jack se movió mucho más rápido de lo que yo
podía. Mi pantalón de yoga y mi sudadera estaban envolviendo mi cuerpo antes
de que me diera cuenta, y noté que Jack me estaba llevando por la habitación,
sacando cosas de los cajones, vistiéndome. Dando vueltas a mi alrededor.

Frenético.

Pero todo se movía más lento para mí. Empecé a decirle a Jack que no
necesitaba ir tan rápido, pero a mi cerebro le llevó al menos unos segundos enviar
el mensaje hasta mi boca. Jack daba saltos por la habitación como en una película
en avance rápido.

―Jack… ―dije, queriendo advertirle de que mis músculos no estaban


funcionando correctamente, y definitivamente no cuando yo quería.

―Lo sé, Becks. Puedo verlo. Te ayudaré.

Sus palabras se derramaban de su boca como pequeños pedazos de papel en


frente de un ventilador industrial. Tuve que concentrarme mucho para
comprenderlas, porque que caían al suelo.

―¿Lista? ―preguntó.

Traté de sonreír, pero por cómo iban las cosas, no se mostraría hasta la
próxima semana.

Tiró apretándome contra él, y con movimientos congruentes, salimos por la


puerta, con mi mochila colocada en el hombro de Jack.

La casa pareció desvanecerse detrás de nosotros, arremolinándose en una


masa de colores a medida que nos alejábamos en el auto de Jack. La vibración de la
aceleración hizo castañetear mis dientes, y me agarré a la manija de la puerta para
no perder el equilibrio.
Los ojos de Jack eran fríos círculos marrones saltando hacia atrás y hacia
delante entre mi cara y la carretera delante de nosotros.

Sus dedos agarraron el volante con tanta fuerza que me preocupaba que lo
arrancase por completo.

En una acción deliberada, levanté mi mano y la puse sin fuerzas sobre la


punta de sus dedos.

―No rompas… ―dije, más rápido de lo que pensé que podía, pero sin ser
capaz terminar la frase todavía.

Él me sonrió con tristeza.

―Intento no hacerlo.

Por supuesto mis palabras eran más profundas que la mera preocupación por
el volante. En este momento, estábamos haciendo todo lo que podíamos para no
fragmentar nuestras almas. Una vez más.

Llegamos al apartamento de Cole, con Jack saltándose sólo dos semáforos y


medio en rojo. Medio porque juró que todavía estaba en ámbar. No es que tuviera
la capacidad de reprochárselo, pero él sabía lo que había estado pensando.

Jack se detuvo en el lugar para estacionarse de los minusválidos más cercana


a la escalera. Casi esperaba que se lanzara sobre el capó del auto para llegar a mí,
pero no lo hizo. Apenas.

Abrió mi puerta de un tirón, luego con suavidad, pero rápidamente, me


levantó en sus brazos.

―Es más rápido de esta manera ―dijo.

Era fuerte. Quiero decir, yo lo había sabido todo el tiempo; pero sentir su
fuerza mientras subía corriendo por los escalones conmigo en sus brazos, era
sobrenatural. Mi tamaño no era nada para él. Saltó con gracia los tres escalones
superiores, saltando con fluidez al pasillo y alrededor de la primera esquina.
Sólo se detuvo por un momento para asomarse por la esquina y asegurarse
de que no había más locos de ojos negros. Cuando pareció seguro de que no había
moros en la costa, nos llevó a la puerta.

Levanté la cabeza de la protección de su pecho y seguí su mirada. La puerta


del apartamento de Cole todavía estaba entreabierta. Astillas de madera
sobresalían en todas las direcciones donde una vez había estado la cerradura.

Jack me bajó, con cautela mirando de derecha a izquierda. Di un paso hacia la


puerta; y con un gruñido de exasperación, Jack me levantó de nuevo, se dio la
vuelta y me colocó detrás de él, como si estuviera moviendo una pieza frágil de
arte del camino de una bola de demolición.

―Quédate detrás de mí, Becks. ―Sus ojos ardían.

Tomé una respiración profunda. El hombre que había aparecido de repente


tuvo que haber sido alguien del Everneath, pero, ¿qué tipo de persona? Los
Sempiternos no tenían ojos negros, y él no era una Sombra o un Errante.

¿Y si estaba todavía aquí? ¿Y si no estaba solo? Jack se hizo cargo de él, pero
él había tomado una buena paliza y todavía se encontraba tras nosotros. Si hubiera
tenido un amigo anoche…

Negué con la cabeza violentamente, pero quedó como una inclinación leve.
Jack todavía sabía lo que quería decir. Sus labios se curvaron hacia arriba.

―Puedo encargarme de cualquier cosa que me espere allí. Pero permanecerás


segura.

Jack se arrastró hacia la puerta y se asomó ligeramente por el umbral. A pesar


de su tamaño, Jack podía moverse como un gato. Es lo que lo hacía un buen
mariscal.

Desapareció en el apartamento, y al momento en que él se había ido, los pelos


de mis brazos se erizaron. Algo oscuro en las sombras del patio me llamó la
atención; pero cuando me volví a mirar, no pude ver nada inusual. Salvo que las
sombras mismas parecían ser más grandes y más negras de lo que deberían.
¿Era la dirección del sol lo que hacían que las sombras se sintieran tan fuera
de lugar? Entrecerré los ojos, aún sin ver nada. Tal vez era el estado del
apartamento de Cole, pero mi estómago se retorció con la sensación de que no
estábamos solos.

Estábamos siendo observados.

Jack no debería haberme dejado afuera sola. En ese momento creía que
cualquier peligro aquí, ya no estaba en el apartamento de Cole. Estaba afuera.

Con una última mirada hacia las sombras más oscuras en la esquina noreste
del patio, me metí dentro del apartamento después de Jack. Cuando vi la sala de
estar, me quedé sin aliento. Trozos de lo que había sido el sofá de Cole yacían por
todo el suelo. Alguien había roto la mesa de café en cinco o seis piezas.
Quienquiera que fue había saqueado el lugar, buscando algo. Pero, ¿qué podían
estar buscando que fuera lo suficientemente pequeño como para caber en la pata
de una mesa de café?

Ningún trozo más grande de treinta cm. fue dejado intacto. Quienquiera que
hubiera estado aquí no dejó objeto sin tocar.

―Becks. ―Jack se encontraba parado en el pasillo que conducía a los


dormitorios―. Te dije que te quedaras afuera.

No podía poner en palabras el miedo repentino que se había apoderado de


mí en el patio, así que di unos pasos tambaleantes y me enterré en el pecho de Jack.
Lo que quería decir era que yo solo lo quería de vuelta, y no podía perderlo de
nuevo. Nos habíamos prometido mutuamente que no estaríamos separados.

Como si pudiera oír mis pensamientos, Jack envolvió sus brazos a mi


alrededor.

―Está bien, está bien. No hay nada aquí de todos modos.

Me di cuenta de que hablaba en voz baja, y sus ojos se movían adelante y


atrás como si estuviera esperando que algo saltara de las sombras.
Sostuvo mi cara, apartando simultáneamente algunos mechones de cabello de
mis ojos.

―La banda no está aquí. Y el que destrozó este lugar no se contuvo. ―Jack
me agarró la mano y caminamos a través de los destrozos de la sala de estar y
salimos por la puerta.

―¿Qué estaban ellos…? ―No pude terminar la pregunta, pero Jack lo hizo.

―¿Qué estaban buscando? No tengo ni idea. No vi nada que me pudiera dar


una pista.

Todo fue destruido. Incluso el reloj de la mesita de noche. Fue hecho añicos.
Suspiró.

―El que estuvo aquí hizo un gran trabajo, y probablemente tiene lo que
vinieron a buscar. No había ni tres centímetros cuadrados intactos.

Trabajo minucioso. Ni tres centímetros cuadrados quedaron inalterados. Si


los intrusos habían encontrado en realidad lo que estaban buscando, ¿no habrían
dejado de buscar en ese punto? Lo que significaría que, a menos que lo hubieran
encontrado en el último lugar disponible, habría al menos una esquina del
apartamento sin tocar.

Jack parecía llegar a la conclusión al mismo tiempo que yo.

―Ellos no lo encontraron, ¿verdad? ¿Fuera lo que fuera que estaban


buscando?

Negué con la cabeza y tropecé con el umbral de la puerta, golpeando el suelo


antes de que tuviera la oportunidad de enderezarme yo misma. Jack me tomó en
sus brazos otra vez. Me puso suavemente en el suelo.

―Voy a buscar un cabello perdido de Cole. Por si acaso.

Me dejó por unos largos minutos, que podrían haber durado segundos u
horas, y luego volvió.
―¿Qué hacen? ¿Echar el lugar abajo cada vez que salen? ―Suspiró él―. No
encontré ningún cabello perdido. Vamos a salir de aquí.

Me llevó hasta su auto, abrió la puerta para mí, y me colocó suavemente en el


interior. Me abrochó el cinturón, y puse mis ojos en blanco débilmente ante el
gesto.

―Oye, no voy a derrotar al Inframundo solo para perderte en un accidente


de auto. ―Se puso en el lado del conductor y encendió el auto. Me estremecí, y
encendí la calefacción. Mantuvo el auto estacionado y negó con la cabeza―. La
casa de Cole… es el nivel de destrucción lo que me tiene confundido. Preferiría
creer que alguien tenía una venganza contra él y sólo quería destrozar el lugar en
vez de alguien buscando algo. Quiero decir, ¿qué tendría Cole tan valioso, pero lo
suficientemente pequeño como para esconderse en un reloj despertador?

Algo valioso. Algo pequeño. Los Sempiternos no dan mucho valor a las cosas
superficiales, como el dinero o los diamantes; pero las cosas superficiales no eran
las únicas cosas pequeñas de valor.

Había visto a Cole proteger una cosa pequeña en su vida. Así como Jack. Sus
ojos se estrecharon, y se quedó tan quieto como una estatua.

Logré decir una palabra.

―Corazones.

―Corazones de Sempiternos ―dijo―. El corazón de Cole puede ser una


razón. ¿El de Max, qué fue lo que me dijiste? ¿Una cuerda de guitarra?

Asentí.

―Pero, ¿por qué iba alguien a ir detrás de sus corazones? Quiero decir, ¿por
qué ahora?

Jack tenía razón. La única vez que había oído hablar de conflictos o
enfrentamientos entre los Sempiternos estaba en manos de la reina. O cuando
alguien estaba tratando de apoderarse del trono.
Cerré los ojos. ¿De eso se trataba? ¿Alguien averiguó lo que Cole había
planeado? ¿Alguien había averiguado que sobreviví al Vínculo?

―Jack.

―¿Qué?

Tomé una respiración profunda y junté dos frases.

―¿Y si no estaban buscando el corazón de Cole? ¿Qué pasa si estaban


buscando el mío?

La boca de Jack se aflojó. Sus ojos pusieron una mirada maníaca.

Recogí la energía para hablar. Energía que no tenía. Pero las palabras seguían
viniendo.

―No te preocupes ―le dije―. Cole dijo que ellos mantuvieron mi identidad
en secreto. Se aseguró de que no había ninguna conexión en el Everneath entre él y
yo.

―Pero la gente en la Superficie saben que estás conectada con los “Dead
Elvises" ―dijo, amargura entrelazada en su voz.

―Pero la mayoría de los otros Sempiternos no saben acerca de los Deads.


―Cole me había dicho que se aseguró de que pasaran la mayor parte de su tiempo
en la Superficie―. Él quería permanecer en el anonimato.

―¡Es evidente que no está funcionando! ―Espetó Jack―. Alguien lo


averiguó. Es sólo cuestión de tiempo antes de que te encuentren también. ―Jack
apartó los ojos del volante y me miró como si quisiera decir algo más; pero al ver
mi cara, su expresión pétrea se suavizó de inmediato―. Lo siento, Becks.

―Está bien ―dije en voz baja―. Tienes razón. Por supuesto que tienes razón.
Alguien ha encontrado a Cole.

Y con esas palabras, puse voz a aquello de lo que estábamos más asustados.
Cole se había ido. Mi salvación, mi línea de vida, había desaparecido; y si no lo
encontramos para esta noche, o antes, probablemente moriría.
Jack agarró mi mano y llevó mis dedos a sus labios.

―No voy a dejar que eso suceda, Becks.

―¿Pero qué si no lo encontramos? ―dije las palabras antes de que pudiera


detenerlas, una desesperación audible en mi voz.

Jack no respondió de inmediato. Volví su mano y acaricié las líneas, los callos,
los nudillos… piel con piel. Había estado a punto de morir antes, y siempre me
sorprendió la forma en que hubo un momento de realización cuando todas las
cosas extrañas se desvanecían y mi conciencia se centraba solo en las cosas simples.
Los detalles de la piel de Jack. El sonido de su respiración. La forma en que los
labios de Jack se movían alrededor de sus palabras.

Estas eran las cosas que trascendían a la muerte. Estas eran las cosas de las
que estaba segura serían mi realidad después de la vida.

Pero, ¿me encontraba lista para saber si tenía razón?

No, yo estaba lista para luchar por la vida. Mi propia, y las innumerables
futuras que sucumbirían a los Túneles si no destruimos el lugar.

―Lo encontraremos ―dije.

―Lo haremos ―dijo Jack―. Vamos a buscar en todas partes. Lo


encontraremos.

―Y si no lo hacemos, vamos a ir todos, Thelma y Louise y conducir a un


precipicio junto.

Él ni siquiera sonrió. De hecho, frunció el ceño. Y luego asintió.

―Vamos a asegurarnos de que no se llegue a eso.


Cap tulo 11
Traducido por Selene1987
Corregido por Nanis

La Superficie. Buscando a Cole.

J
ack condujo por todo Park City mientras intentábamos recordar todos
los lugares en los que habíamos visto anteriormente a Cole. Se detuvo en
casa de Harry O´s y se dirigió a las escaleras, pero regresó al auto
meneando su cabeza. Fuimos a Dead Goat Saloon, pero nadie allí sabía
nada sobre el paradero de la banda. Lo intentamos con los blogs habituales que
siempre parecían saber todo de los Deads, pero no había noticias.

―Dame tu teléfono ―dijo Jack una vez que regresó al auto―. Le llamaremos
de nuevo.

Se lo di, sabiendo que no respondería nadie. Cuando el silencio confirmó mi


sospecha, me lo regreso.

―Escríbele a Jules ―dijo―. Sólo para asegurarnos que Cole no fue a clase
hoy.

Levanté mis cejas.

―Desaparece anoche, su apartamento está patas arriba, ¿pero aparece por la


escuela?
―Tenemos que comprobarlo todo.

Asentí y le escribí un mensaje a Jules. Respondió momentos después. No,


Neal no había ido a clase.

Jack estacionó a un lado de la carretera y me miró con una expresión resuelta.

―¿Puedes pensar en otro sitio más para buscar?

―El Everneath ―dije.

―No podemos llegar allí sin su cabello.

―Quizás no necesitemos un cabello de Cole. Soy medio Sempiterno. Quizás


si tú comes uno de mis cabellos…

Jack asintió y puso el auto en marcha, dirigiéndonos a la Tienda de Paso.

Cuando llegamos al estacionamiento de la tienda, mi corazón se detuvo. Las


luces estaban apagadas, y una señal negra y roja de CERRADO colgaba desde el
interior de la puerta.

―Nunca está cerrado ―dije―. Abre las veinticuatro horas del día.

Jack llegó hasta un lugar de estacionamiento y apagó el motor.

―Entremos de todas maneras.

―¿Cómo?

Él alzó sus puños.

―Con estos pequeños.

Por lo visto no estaba bromeando, porque salió del auto. Le seguí. Con dos
empujones de sus hombros, forzó la puerta.

―Rápido ―dijo, tomándome la mano.


Jack corrió, y yo tropecé, hacia atrás, al lugar donde había ingerido el cabello
de Cole antes de ir al Everneath. El lugar donde había visto por primera vez a esa
triste mujer hundirse en el suelo.

Jack me tomó la mano.

―Inténtalo tú primero.

―No quiero intentarlo ―dije. Cerré los ojos y me imaginé a los dos
hundiéndonos en el suelo.

Cuando comí el cabello de Cole antes, sentí un empuje inmediato y distante.


Lo mismo cuando agarré la mano de Cole y nos llevó a ambos.

Ahora no había empuje. No había nada excepto nuestros pies en los azulejos
del suelo.

―No funciona ―dije.

Jack me envolvió en sus brazos, y yo dejé descansar la cabeza en su hombro.

―Relájate ―dijo―. Piensa en el Anillo de la Tierra. Piensa en las calles de


Ouros. Imagínate allí, conmigo.

Hice lo que me había dicho, imaginándome esa gran pared gris que rodeaba
La Comunidad de Ouros, recordando la loca carrera que hicimos por los pasillos
cuando Cole, Ashe, Max y yo intentábamos llegar al laberinto.

Quise que se hundieran mis pies. Pero no hubo nada.

Me imaginé el sonido de los cientos de Sempiternos gritando en la plaza


central de Ouros mientras la reina ordenaba a las Sombras que vaporizaran una
línea de criminales.

Pero no oí nada excepto el sonido de las sirenas.

―Viene la policía ―dijo Jack.

Abrí los ojos y me arranqué un cabello de la cabeza.


―Cómetelo ―dije.

Él tomó el cabello, lo colocó en su lengua, y lo tragó. Su sujeción a mi mano se


hizo más fuerte.

Aguanté el aliento, pero no ocurrió nada. Las sirenas se escuchaban más


fuertes.

―No va a funcionar ―dijo Jack. Se frotó la frente, frustrado, y luego me subió


en sus brazos y salimos de la tienda. Salimos del estacionamiento justo cuando el
primer auto llegó por la esquina.

El repentino toque de adrenalina había desaparecido, y ahora mis manos


estaban inertes en mi regazo. Jack condujo el auto a gran velocidad. La sacudida
me echó la cabeza hacia atrás y luego hacia adelante. Si tuviera alguna energía,
podría haberlo resistido, pero no me quedaba nada.

―Lo siento ―dijo Jack. Estacionó el auto.

Cole había dicho que no podía perderme un día sin alimentarme de él. Estaba
empezando a sentir la verdad de esas palabras. Lo sentía desde mis músculos de
espagueti hasta mis huesos frágiles.

―¿Qué vamos a hacer? ―dije.

―Al hospital. ―No era una pregunta.

―Sabes que no pueden ayudar. ―No quería pasar mis últimos momentos, si
eran mis últimos momentos, con una bata de hospital y con médicos haciendo
pruebas inútiles y buscando corazones extraviados.

Jack cerró los ojos y suspiró.


―¿No puedes pensar en otro sitio donde pueda estar? ¿Alguna vez mencionó
algún escondite? ¿Lo que sea?

Por primera vez, la voz de Jack se quebró casi irreconociblemente. Levanté mi


mano hacia su cara y pase mis dedos por su mejilla. Una lágrima siguió el rastro
que había marcado.

Me rasqué el cerebro intentando recordar algún lugar favorito de Cole. Pero


la banda viajaba tanto que cada vez que estaban en la ciudad, o estaban dando un
concierto o estaban en su apartamento.

Miré a Jack y meneé mi cabeza. Fue entonces cuando vibró mi teléfono. Jack
lo sacó de mi bolsa, con los ojos abiertos de esperanza.

―¿Es Cole? ―dije.

La cara de Cole cayó.

―No. Es Jules. Quiere saber si te sientes mejor. Le dije que no fuiste a clase
porque estabas enferma.

Jack bajó el teléfono y me miró.

―Llévame a casa ―dije.

Estuvimos callados en el viaje a casa. El sol se hundía tras las montañas, y


reflejaba mi esperanza hundida en mi pecho. No tenía ni idea de cómo había
llegado a esto. Cómo el final se acercaba a mí tan rápidamente.

Intenté escribirle un mensaje a Cole por milésima vez y de nuevo no tuve


respuesta.
―¿Deberíamos mirar su apartamento de nuevo? ―preguntó Jack.

Meneé la cabeza.

―Llévame a casa ―dije―. Estoy cansada. Y quiero estar contigo.

Los labios de Jack se convirtieron en una fina línea.

―Esto no es todo, Becks. Esto no es todo.

―Lo sé ―dije. Jamás habíamos admitido abiertamente al otro que nuestra


pelea había terminado. No funcionábamos así―. Sólo quiero descansar un poco, y
luego podemos empezar a buscar de nuevo. Pero escucha, si Cole no regresa a
tiempo…

―No digas eso, Becks.

―Lo sé. Va a funcionar. Pero si pasa algo, no intentes destruir nada. Sólo
quédate lejos. A salvo.

Los labios de Jack se relajaron y frunció el ceño, arrugando las cejas, con su
pecho subiendo y bajando con el dolor de un corazón que se estaba rompiendo. Me
tomó la mano y la presionó contra su pecho.

―¿Lo sientes? ―dijo.

Parpadeé y asentí.

―Este corazón es tuyo. Te pertenece a ti. Late sólo por ti. Y en algún lugar
hay un corazón sin un hogar, y late por mí, y no nos daremos por vencidos hasta
que lo encontremos.

―Nadie se está dando por vencido.

Asintió casi imperceptiblemente y luego regresó el auto a la carretera y en


dirección a mi casa.

Cuando llegamos allí, Jack miró hacia más allá del limpiaparabrisas a… nada.
Puso el auto en el estacionamiento y lo dejó encendido, una reacción automática.
No hizo ningún movimiento para apagar el motor.
Decidí que no había prisa por entrar. Lo llevaríamos a nuestro paso. Mi padre
y Tommy probablemente estarían cenando, y yo no tenía prisa por una última
cena.

No. Trataría esta noche como cualquier otra. Era la única manera de tener
esperanza. Además, había aprendido tiempo atrás que las despedidas no tienen
sentido. El tiempo se deslizaría demasiado rápido con muchas cosas sin decir y
muchas oportunidades para que las palabras equivocadas escaparan de mis labios.

―Vayamos a tu habitación entonces ―dijo Jack―. Descansaremos. Y luego


buscaremos de nuevo.

Asentí, sabiendo que una vez que entráramos, probablemente no saldríamos.

Intenté llegar a mi casa usando mis propias piernas, pero sólo di un par de
pasos antes de que Jack tuviera que levantarme de nuevo.

Jack me apretó fuerte.

―Parece que nunca estoy lo suficientemente cerca de ti ―dijo―. Es


imposible.

―Solía querer llenar cada rincón y grieta ―dije soñolientamente―. Mis


rincones estaban hechos para tus grietas.

Sentí la mejilla de Jack subir son una sonrisa.

―Y así eran.

Me llevo dentro rápidamente y en silencio, con mi cabeza descansando en el


hueco entre su hombro y su cuello. Al pasar por la cocina, oí a mi padre hacerle
una pregunta a Tommy, pero no pude entender ninguna palabra específica.
Luego estábamos en la cama, cara a cara.

Nunca quise dejar de mirar su cara, pero antes de saberlo, mis ojos se
cerraron involuntariamente.

Los dedos de Jack acariciaron mis mejillas.

―No te preocupes por nada. Descansa. Y cuando despiertes, buscaremos de


nuevo.

Asentí, aliviada de que no intentara dejarme para ir en busca de Cole por su


cuenta. Si lo hiciera, y yo me fuera mientras él no estaba…

Nos tumbamos así mucho tiempo. Yo seguí quedándome dormida, con


sueños febriles abriéndose paso hacia mi cabeza. Sueños de mundos
derrumbándose a mi alrededor, con piezas de vidas depositadas a mis pies.

Cada vez, me obligaba a despertarme, y cada vez, el intervalo entre que me


despertaba era mayor.

―No dejes que me duerma de nuevo ―le dije a Jack.

―No lo haré ―respondió. Pero pude imaginar que había algo que los dos no
podíamos controlar, y justo después de decirlo, me había ido.

Mi habitación.

Sueño…

Pero esta vez, mi sueño no está fragmentado.

Entro en una gran sala, las paredes están alineadas con estanterías y más estanterías
de baratijas: figuras en miniatura y dedales y juguetes de hojalata como si los hubieran
hecho en un siglo diferente. No pude mirar más de cerca, porque una mujer con un largo
cabello rojo y floreado sale de detrás de una de las estanterías.

La reina. Adonia.
Me echo hacia atrás y luego me giro para salir de la habitación, pero la puerta ha
desaparecido. Me giro para enfrentarme a ella.

―Te veo ―dice la reina. Dijo las mismas palabras la primera vez que soñé con ella.

Meneó mi cabeza furiosamente.

―No, no me ves.

Da un paso adelante y baja su cabeza hasta que se pone al mismo nivel que la mía.
Intento moverme, pero mis músculos no obedecen mi cerebro. Eleva una larga y roja uña
hacia mi mejilla, justo debajo de mi ojo, y va hacia abajo. Parece un cuchillo contra mi piel,
tallando mientras baja. Intento gritar, pero no sale ningún sonido.

Sus labios rojos forman las siguientes palabras como si se estuviera inventando el
lenguaje al hablarlo.

―Te veo. Nikki Beckett.

Sabe mi nombre. La reina del Inframundo sabe mi nombre.

―¡Becks! ―Alguien menea mis hombros. Alguien fuerte―. Sólo es un sueño


―dijo Jack―. Despierta. Sólo es un sueño.

Abro los ojos y encuentro la cara de Jack a unos centímetros de la mía. Una
vez que vio que mis ojos se habían abierto, suspiró y besó brevemente mis labios.
Luego se echó hacia atrás y me miró la cara.

―¿Qué ha pasado aquí? ―dijo, tocando ligeramente mi mejilla con su dedo.

―¿Qué pasa? ―dije.

―Parece un arañazo reciente.


Meneé mi cabeza y pensé en la pesadilla con la reina. Cole siempre había
dicho que los sueños eran una conexión entre la Superficie y el Everneath, pero no
podía invadir mis sueños literalmente, ¿no? Más que eso, no pensé que pudiera
hacerme daño, físicamente, en un sueño… El pensamiento me asustó.

Quería contarle a Jack lo de mi pesadilla, pero mis ojos se cerraban de nuevo.


Me preguntaba si esta vez sería el momento en el que no despertaría.

A través de la niebla de mi cerebro, oí el ruido de un zumbido. Jack rebuscó


en mi bolso y sacó mi teléfono.

―¿Es Cole? ―pregunté con esperanza.

―No. Es… ¿Christopher? ¿Del comedor de beneficencia?

Me dio el teléfono, y miré la pantalla.

―Sí. Ése es Christopher.

―¿Qué dice?

Miré, los símbolos de mi teléfono parecían más pequeños que nunca.

―Dice: “Un hombre apareció en el albergue, no habla inglés excepto para


decir tu nombre. ¿Quieres venir a verle antes de llamar a los servicios sociales?”.

Jack miró mi teléfono cautelosamente.

―No, no lo harás ―dijo como si la respuesta hubiera sido obvia.

Incliné mi cabeza para mirarle.

―¿Un desconocido que sabe mi nombre y aparece en el albergue el día


después de que Cole desaparece? ¿Y si están conectados? Tenemos que ir.

Me miró con expresión conflictiva, como si tuviera esperanza pero no


quisiera poner toda su fe en ello.

Coloqué mi mano sobre la suya.


―En estos momentos no tenemos nada que perder.

Miró hacia otro lado y asintió.

―Tienes razón. Vamos.


Cap tulo 12
Traducido por MaEx
Corregido por Nanis

La Superficie. El Comedor de Beneficencia.

V
einte minutos más tarde, estábamos estacionados en el comedor
de beneficencia, que estaba al lado del refugio para
desamparados. Eran casi las diez ahora. Cole había estado
desaparecido durante casi dos días.

Estaba acostumbrada a ver la cola para conseguir comida extendida por la


puerta principal y alrededor de la esquina del viejo edificio de ladrillo rojo que
solía ser parte de una instalación de procesamiento de una mina. Hoy no era una
excepción.

Pasamos junto a la entrada del comedor de beneficencia y entramos en el


vestíbulo principal del refugio. El lugar estaba lleno de todo tipo de personas,
desde una mesa con cuatro hombres mayores jugando a las cartas hasta una
familia con niños pequeños esperando en el mostrador para registrarse.

Christopher debía de haber estado vigilando la puerta porque tan pronto


como estábamos dentro, asintió en saludo y señaló con la cabeza hacia la esquina
trasera de la gigante sala.
Giramos hacia la dirección que había indicado. En la esquina, uno de los
voluntarios del refugio ―Dan, creo― estaba sentado en un banco, su brazo
alrededor de otro hombre. Le estaba hablando al otro hombre en voz baja. Las
ropas del hombre estaban hechas jirones. Su cabello era negro como el carbón, y se
mecía hacia atrás y adelante mientras retorcía sus manos.

Di un paso más, dentro de la habitación, y la cabeza del hombre se alzó. Ojos


azul claro se clavaron en los míos, a pesar de que el lugar estaba lleno y había
conmoción a nuestro alrededor. Era como si hubiera oído mis pasos y estuviera
esperando por ellos.

Incluso con hollín por toda la cara y el cabello revuelto, sabía quién era.

Jack miró del hombre a mí y esperó expectante.

Me volví hacia él sin apartar mis ojos del hombre.

―Es Cole ―dije.

Cole no esperó para que nosotros camináramos hacia él. Con una intensa
mirada, salió disparado de su asiento y corrió a toda velocidad a través de la
habitación, dejando a Dan espantado detrás de él.

Salió disparado hacia mí rápidamente. Jack me llevó detrás de él para


protegerme del impacto, y solo entonces, Cole se dio cuenta de que Jack estaba allí.
Aminoró el paso y miró a Jack con curiosidad, luego miró hacia mí otra vez.

―Nikki ―dijo, con una larga expulsión de aire, como si hubiera estado
conteniendo su respiración durante años. Los siguientes sonidos que salieron de su
boca no se parecían a palabras en absoluto, y me tomó un momento recordar que
Christopher dijo que el extraño hombre no hablaba inglés. Lo que sea que las
palabras significaban, sonaban frenéticas.

Jack miró de regreso a mí y alzó una ceja.

―Está bien ―dije, saliendo de detrás de Jack―. ¿Cole?

Ante el sonido de mi voz, la tensión disminuyó del cuerpo de Cole; y rápido


como un rayo, cerró la brecha entre nosotros, envolvió sus brazos a mi alrededor y
estrelló sus labios contra los míos.

Por un momento podía respirar de nuevo. Se sentía como si la sangre que


había estado frenada y coagulándose en mis venas empezara a dispersarse y
moverse dentro de mí de nuevo, y mis pies empezaron a estremecerse con
renovada sensación. Por primera vez desde esta mañana, pensé que podría
sobrevivir a la noche.

A diferencia de la última vez que me había alimentado de Cole, no recibí


distintos recuerdos de él para acompañar al beso. Solo un revoltijo de rostros sin
rasgos distintivos y edificios desconocidos que podrían haber estado en cualquier
parte del mundo.

Al momento siguiente, fue arrancado de mí y tirado al suelo.

Jack se puso de pie sobre él, su puño cerrado. El vestíbulo se quedó en


silencio.

―¡Jack! ―dije―. ¡No!

Usando la energía que Cole me acababa de dar, corrí hacia Jack y tiré fuerte
de su brazo. Me devolvió la mirada con los ojos en blanco que lentamente
volvieron a enfocarse, y cuando lo hicieron, inclinó su cabeza.

―Lo siento, Becks.

Se inclinó hacia adelante y le tendió una mano a Cole, que estaba frotando su
mandíbula y mirando con recelo a la mano recientemente ofrecida.

―Está bien, Cole ―dije con mi más suave voz.


Cole tomó la mano y Jack lo levantó de nuevo. Con una mirada hacia Jack
para asegurarse de que él no estaba yendo a golpearlo otra vez, Cole se acercó a mí
y llevó de nuevo sus labios hacia los míos.

Traté de no pensar en el tiempo que voluntariamente le había besado en el


Everneath para salvarlo de las Sirenas. No solo porque había estado tan engañada
en ese entonces, sino también porque no quería recordar que lo había creído un
amigo.

Después de varios minutos, cuando podía sentir los ojos de Jack taladrar
agujeros en nuestras cabezas, retrocedí. Fue increíble lo rápido que me sentí
rejuvenecida. Cole, por otra parte, se veía como el infierno. Lo que sea que le había
estado pasando en los últimos dos días, no fue bueno.

Y sin embargo, mientras miraba mi cara, sonrió y habló otra vez en un idioma
que no entendía.

―Cole, ¿por qué no estás hablando inglés?

Negó y dijo algunas cosas más. La última palabra sonó como:

―Inlgésk

―No puedes hablar inglés ―dije con incredulidad, tratando de adivinar el


significado detrás de su extraña explicación.

Cole asintió.

Miré hacia Jack, quién se encogió de hombros hacia mí en una especie de no-
tengo-idea.

Volví a mirar a Cole.

―Uh, sí, puedes. ¿Qué te ocurrió?

Vio mi boca mientras hablaba, y luego me miró a los ojos y negó,


encogiéndose de hombros. Obviamente había entendido mi pregunta, así que,
¿sobre qué demonios estaba hablando?
Volví a mirar a Jack.

―Tenemos que sacarlo de aquí.

Jack asintió.

―¿Te sientes lo suficientemente fuerte para ir a decirle a Christopher que


podemos tomarlo desde aquí?

―Sí. ―Sonreí―. Me siento como si pudiera saltar edificios de al menos el


doble.

Jack sonrió, el alivio de que yo estaba viva ―al menos por ahora― evidente
en sus ojos.

―Está bien, llevaré a Cole al auto.

Nos separamos para que pudiera decirle a Christopher que tomaríamos al


extraño tipo extranjero con nosotros, pero Cole empezó a seguirme en su lugar.

―Cole, ve con Jack.

Miró a Jack y luego me miró con recelo.

―Va a estar bien ―dije, y luego me di cuenta de que estaba consolando al


chico a quien había estado prometiendo mi eterno odio solo unas horas atrás. Era
como si mi cuerpo no fuera lo suficientemente grande para dos conflictivas
emociones―. Solo ve con Jack.

Podía decir que él me entendió, pero no se movió. Tendría que reconciliar mis
sentimientos hacia él más tarde. Por ahora, solo necesitábamos sacarlo de aquí.

―Está bien. Vamos. ―Saludé a Jack, indicando que tomaría a Cole. Desde el
momento en que encontré a Christopher hasta que llegamos al auto, Cole no se
alejó más de dos metros de mí. Incluso en el auto, se sentó en el asiento de atrás
pero se inclinó hacia delante así su cabeza descansaba en el lado de mi respaldo.

De alguna manera, Jack condujo el auto mientras mantenía un ojo en la


carretera, un ojo en mí y un tercero estrechado en Cole.
Me volví en mi asiento para que pudiera enfrentarlo.

―Cole, dime qué ocurrió. ―Hablé lentamente, esperando que le ayudaría a


entender.

Se encogió de hombros.

― Jeg vet ikke hva som skjedde2.

Miré a Jack para ver si tenía alguna idea de lo que significaba, pero Jack negó.

―De acuerdo, Cole, Voy a hacerte preguntas, y solo asiente para sí y niega
para no.

Cole asintió. Jack rodó los ojos.

―Él entiende. ¡Sólo que hable en inglés!

―Shh ―dije, poniendo mi mano en el brazo de Jack―. Obviamente está


asustado ahora mismo. ―Me volví para ver a Cole mirando mi mano. La dejé
caer―. ¿Sabes quién soy?

Asintió.

―¿Sabes qué te ha ocurrido?

Cerró sus ojos por un prolongado parpadeo, entonces los abrió y negó. Él
parecía tan triste, pero yo sabía todas las maneras en las que me había traicionado
antes de que sus miradas pudieran ser engañosas.

Me dije que no dejaría que ocurriera de nuevo. Llegaría al fondo de esto, pero
no sería atrapada.

―Está bien, Cole. Estás bien ahora. Entiendes inglés. Ahora solo necesitamos
que consigas hablarlo. Repite después de mí. Mi nombre es Cole Stockton.

―Mi nombre es Cole Stockton ―dijo con un marcado acento, pero al menos
lo dijo.

2
No sé lo que pasó. (Noruego)
Para el momento en que habíamos llegado a mi casa, estaba hablando
oraciones completas. Le tomó unos cuantos intentos y la imitación de mis propias
palabras para que algo dentro de su cabeza hiciera click; e incluso cuando hablaba
inglés, todavía lo hacía con acento. El acento sonaba como escandinavo, y recordé
que Cole había nacido en Noruega. ¿Estaba hablando noruego?

Jack se detuvo una cuadra antes de que llegara a mi casa.

―No me siento bien sobre ir de regreso a tu casa.

―¿Por qué? ―pregunté.

Se encogió de hombros.

―Obviamente algo le ha ocurrido a Cole. Alguien saqueó su apartamento.


Casi eres atrapada por un tipo con los ojos negros. No sabemos dónde está la
banda. Solo no me siento muy… seguro.

―¿Qué sugieres? No podemos ir a tu casa.

Cole se inclinó aún más hacia delante.

―Podemos buscar una posada. Un lugar para alojarse.

Jack y yo le miramos.

―¿Un lugar para alojarse? ―dijo Jack.

―Sí ―dijo Cole―. Para hospedarse.

Jack negó con la cabeza hacia mí, obviamente notando las extrañas palabras
como alojarse y hospedarse.

―Averiguaremos por qué sir Cole está hablando como un caballero más
tarde. En este momento, vamos a encontrar un hotel.

―¿Hotel? ―dijo Cole con una expresión interrogante.

Jack lo ignoró y volvió el auto de regreso al centro de la ciudad. Se detuvo


cuando vio un cajero automático y se bajó del auto.
Cuando regresó, dijo:

―Vacié mis ahorros. Debería darnos suficiente para al menos un par de


noches. Quiero evitar usar mis tarjetas de crédito para emergencias.

―No quiero que pierdas tu dinero. ¿Estás seguro de que no estás


exagerando?

―Estoy seguro ―dijo Jack.

―¿Qué haremos después de que encontremos un hotel? ―pregunté.

―Dormimos. Tenemos que conseguir que te sientas mejor. Entonces mañana


continuaremos con… nuestro plan.

―¿Qué plan? ―dijo Cole.

Entrecerré mis ojos hacia Jack. Quizás Cole estaba fingiendo su pérdida de
memoria así podría espiarnos.

―Nada ―dije.

Terminamos en el Silver Kind Lodge. Era el hotel más grande de la zona, lo


que significaba que era nuestra mejor oportunidad para pasar desapercibidos. Jack
nos registró usando su dinero en efectivo. Me quedé fuera de la vista de la
recepción. No era como si mi cara fuera lo suficiente familiar para cualquiera que
preste atención a la hija del alcalde que estaba pasando la noche en un hotel con
dos chicos, pero no quería correr ningún riesgo. Me podía imaginar esa llamada
telefónica a mi papá.

Mientras Jack nos registraba, envié un mensaje de texto a Jules para ver si
podía cubrirme así podía decirle a mi padre que estaba durmiendo en su casa. Ella
contestó y dijo que lo haría y luego preguntó si estaba bien. Le dije que sí y le
agradecí, luego le envié un mensaje de texto a mi padre para que no se preocupara
por mí.

Cole se quedó a mi lado, pareciendo confundido pero siguiendo todos mis


movimientos. Vigilando todo lo que hacía, al igual que lo haría un niño con los
padres. Una vez que teníamos nuestra habitación, le acompañé dentro, Jack nos
siguió y cerró la puerta. Cole se sentó en una de las camas y cayó sobre su espalda,
frotándose los ojos.

―¿Qué me está pasando? ―dijo.

Jack entrecerró los ojos con escepticismo y se apoyó contra la puerta cerrada.

Me senté junto a Cole y aparté un mechón de cabello sucio de sus ojos. Sus
mechones rubios estaban a escasos centímetros por debajo de lo que parecía barro.
Sus ojos lucían tan blancos, como si fueran ventanas a una habitación vacía.

¿Pero estaba vacío en el interior?

―Cole… mírame ―dije. Obedeció―. ¿Recuerdas mi nombre?

Frunció el ceño.

―Eres Nikki.

―Pero, ¿sabes quién soy? ―dije. No mencioné el hecho de que me había


besado tan naturalmente o que desde entonces se había pegado a mí como una
lapa.

Inclinó la cabeza hacia los lados como si estuviera tratando de recordar lo que
había pasado solo veinte minutos atrás. Su labio inferior empezó a temblar.

―Solo sé que tenía que encontrarte. Se supone que debo estar contigo.

―Shhh ―dije, tomando su mano en la mía―. Estás bien ahora. Se suponía


que íbamos a reunirnos ayer por la noche, pero algo ocurrió. ¿Sabes dónde están
Max, Oliver y Gavin?

―¿Quién?

―El resto de la banda.

―¿Qué banda?

Suspiré.
―The Dead Elvises. Tu banda. Tú, Max, Oliver y Gavin ―dije los nombres
lentamente.

Frunció el ceño y miró a Jack y de regreso a mí, como si estuviera esperando


que uno de nosotros le dijera que todo esto era una enorme broma.

Jack se metió las manos en los bolsillos y negó con la cabeza.

―No creo que esté fingiendo ―dijo.

―¡Todo lo que hace es falso! ―Mi arrebato me sorprendió. Cole se estremeció


ante el veneno en mi voz. Tomé unas cuantas respiraciones profundas―. Lo siento.
Lo averiguaremos más tarde. ¿Puedes conseguir algo de descanso?

Cole asintió; y como si todo lo que necesitara fuera mi permiso, se puso de


lado hacia mí, jalando la colcha con él. Ni siquiera se molestó en guiarse hasta la
cabecera de la cama. Sus parpados se cerraron, y en un instante estaba durmiendo.

Miré a Jack.

―No podemos dejarlo fuera de nuestra vista de esta manera.

―Lo sé ―dijo Jack.

―Pero no quiero ser estúpida tampoco. Si es un truco.

Jack me llevó a su cama y agarró mi mano.

―No podemos permitir… tú no puedes permitirte perderlo. Si él estaba


fingiendo… ¿con que propósito sería? Especialmente considerando lo que vimos
en su apartamento.

―¿Quién dice que el hombre de ojos negros no trabaja para Cole? ―dije.

Sabía que estaba siendo completamente irracional con esa acusación, pero no
podía evitarlo. Era el producto de mi reciente espiral de odio por él.

Jack puso sus brazos alrededor de mí y me abrazó con fuerza.


―Pero, ¿por qué lo haría Cole? Estaba consiguiendo todo lo que quería,
específicamente tú. Todas las noches. Estaba en la posición de poder. Estaban
construyendo un ejército. Así que, ¿por qué iba a fingir amnesia?

―No sé. Solo no puedo pensar en otra cosa.

Jack miró a Cole, asegurándose de que estaba dormido, y entonces puso sus
labios en mi oído.

―¿Quieres que te ayude a pensar en otra cosa?

Miré en los ojos marrón chocolate y dejé que la tranquila naturaleza de Jack
se arrastrase sobre mí. ¿Cuál era el peligro? Teníamos a Cole de regreso. Estaba a
salvo ahora. Teníamos un plan para acabar con el Everneath. No sabía si era mi
renovada energía o el hecho de que ninguno de nosotros había sido capaz de
relajarse en lo que parecía un largo tiempo. O quizás era el hecho de que Cole
estaba más que dormido, estaba desmayado en la otra cama.

―Apuesto a que puedo hacer que te olvides de Cole antes de que tú me


hagas olvidarme de él.

Los labios de Jack se crisparon.

―Apuesto que no puedes.

―Hmm. ―Miré de nuevo a Cole. Tenía la colcha sobre su cara y estaba


roncando suavemente. Me volví hacia Jack―. Creo que me sacaré la caliente
sudadera con capucha ―dije con falsa voz entrecortada.

Por un momento, Jack se quedó paralizado, una mirada de preocupación en


sus ojos. Pero no podía evitar una sonrisa.

―La manera en la que dices “sudadera”… ―Miró a Cole.

―No te preocupes ―dije con una sonrisa―. Está fuera de combate. Además,
tengo una camiseta debajo. Y otra de tirantes debajo de eso.

―Tú y tus muchas capas.


Cuando crucé mis brazos y agarré el dobladillo de mi sudadera, me moví
lentamente y deliberadamente, tirando hacia arriba de la tela hasta que la volví del
revés y la arranqué. Mi cabello cayó en desordenados rizos a mi alrededor.

Oí la inhalación de Jack.

Pero entonces, un rápido movimiento desde la otra cama capturó mi


atención. Cole había arrancado la colcha, se sentó y ahora estaba mirando hacia mí.

―Eres hermosa ―dijo Cole―. Haz eso otra vez.

La sangre corrió a mis mejillas. Busqué algo para lanzárselo, pero entonces
capturé la mirada en su cara. Era pura e inocente alegría.

Esperé que su sonrisa se transformara en una sonrisa de suficiencia o por una


pista de que estaba fingiendo, pero nada ocurrió. Él nunca hubiera dicho eso en
frente de Jack ―con una completa falta de engaño― si recordara la paliza que Jack
le había dado.

―Deja de mirarla ―advirtió Jack.

―¡Estoy en camiseta! ―dije. Estos chicos estaban actuando como si me


hubiera puesto un camisón o algo así.

―No puedo ―dijo Cole―. Es magnifica, ¿verdad?

Jack se tensó y corrí a su lado para agarrarlo.

―Déjalo ir ―dije.

Cole miro hacia nosotros, confundido.

―¿Qué? Ella lo es, ¿verdad? ―Miró a Jack como esperando confirmación.

La anterior paciencia de Jack con Cole había sido destruida. Las líneas
alrededor de sus labios y ojos estrechas, y apretó el puño.

Le entregué a Jack el menú del servicio de habitaciones para ocupar su mente


con algo más, y para darle algo qué destrozar si lo necesitaba.
―Cole, ve a dormir. Obviamente estás exhausto. Jack, ordena servicio de
habitaciones. Extra de papas a la francesa.

Jack levantó una ceja ―sabía que sólo utilizábamos las papas a la francesa en
extremas emergencias― y luego asintió y se sentó en el escritorio.

Cole me miraba desde la cama.

―¿Qué? ―dije.

Él sonrió expectante.

―¿Qué sale después? ¿La camiseta?

De repente una almohada lo golpeó en la cara con la suficiente fuerza para


sonar como un puño enguantado. La costura de la almohada se rompió con el
impacto y plumas salieron volando.

―Así que… ―Cole sopló una pluma fuera de su hombro―… ¿no?

Jack trató de darme una mirada acusatoria, pero las apretadas líneas
alrededor de su boca temblaron.

Levanté mis manos, con las palmas hacia fuera, en mi mejor gesto inocente.

―Es una camiseta. Y jeans.

Mordió su labio.

―Podrías estar usando una bolsa de basura…

―La próxima vez lo haré.

Jack pidió servicio de habitaciones, con extra de papas; y después de que


habíamos terminado de comer, nos quedamos dormidos en los brazos del otro.

Podíamos hacer esto. Teníamos que hacer esto.


Fue una larga noche, marcada por unos cuantos tensos momentos cuando
Cole se despertó gritando debido a alguna pesadilla. Cada vez que extendí la mano
de mi cama a la suya y ponía mi mano sobre su brazo, parecía tranquilizarse.

En la mañana, me desperté mucho antes que cualquiera de los chicos. Fui a la


pequeña cocina y puse una cafetera a hacerse, y luego me senté en la ventana para
pensar en qué hacer a continuación.

Sí, teníamos a Cole de regreso, y por lo tanto mi vida no estaba en inminente


peligro; pero no estaba cien por ciento segura de que no estaba jugando con
nosotros. Todavía había un poco de duda de que el chico que me engañó en el
Everneath podría estar tratando de hacerlo de nuevo y no sabía dónde estaba el
resto de la banda, pero hasta hace dos noches su plan había sido tomar a
Desposeídos para un Vínculo Acelerado, y pronto.

No solo eso, sino que ahora estábamos técnicamente en la carrera. Todavía no


estaba segura de que nadie del Everneath me había conectado a Cole, pero, ¿qué si
lo tenían? ¿Me consideran una amenaza a la reina? ¿Vendrían detrás de mí? ¿Irían
detrás de mi familia?

Estaba preocupada por mi papá y por Tommy. No podía llevarlos a la carrera


con nosotros y simultáneamente tratar de destruir el Everneath. Si solo se fueran a
la fuga conmigo, era tan simple como empacar unas cuantas bolsas de equipaje y
no tan complicado como para convencer al alcalde de Park City de correr lejos con
su medio-Sempiterno-medio-humana hija adolescente porque monstruos del
Inframundo venían por ellos.

Jack y yo necesitábamos llegar al Everneath para investigar la red de


Sombras; pero, ¿qué si Cole realmente estaba mintiendo y estaba esperando que
hiciéramos un movimiento?
Necesitaba saber para asegurarme que Cole estaba diciendo la verdad sobre
su amnesia. Pero, ¿cómo?

La cafetera se apagó justo cuando algo hizo click en mi cerebro.

Solo había saltado de la silla para ir a despertar a Jack cuando apareció


alrededor de la esquina y corrí hacia él.

Utilizó sus manos para amortiguar el impacto.

―Whoa. ¿Dónde está el fuego?

―Jack. ―No podía ocultar mi entusiasmo―. Necesitamos llevar a Cole al


profesor Spears.

―Espera. Más despacio. ¿Qué quieres decir?

―Creo que tengo una manera en la que podemos averiguar si Cole miente o
no, pero necesitaríamos al profesor.

Jack se apoyó contra la pared.

―Pero fuimos al profesor para que pudiera ayudarnos a destrozar el


Everneath. Cole no querría cooperar.

―Esa es la excelente cosa. Cole no lo sabe. ―Serví una taza de café para Jack
y luego una para mí. Me sentía tan emocionada, finalmente un paso por delante de
Cole, para estar manipulándolo a él en lugar de él manipulándome a mí―. En este
momento, Cole es una página en blanco. Y podemos llenar esa página con
cualquier historia de fondo que queramos.

Y ya tenía la historia en mente.


Capítulo 13 Traducido por MaEx y magdys83
Corregido por Sttefanye

La Superficie. El hotel.

J
ack inclinó la cabeza.

―¿Qué tipo de historia de fondo?

―El tipo que convence a Cole que quiere lo mismo que nosotros. ―Le
pasé el café a Jack―. El tipo donde él quiere destruir el Everneath tanto como
nosotros. Tal vez aún más.

Jack levantó las cejas mientras se llevaba la taza a la boca. Sopló sobre el
humeante café y luego tomó un sorbo y tragó.

―Si él está fingiendo toda esta cosa de la amnesia…

―Nunca seguiría con la trampa si piensa que nos está ayudando a destruir el
Everneath.

Jack dejó la taza sobre el mostrador y sonrió.

―¿Tienes una historia en mente?

Asentí.

―Tengo una trágica.

Veinte minutos más tarde, Cole estaba sentado en una cama, Jack y yo en la
otra. Le habíamos dicho cómo él era un Sempiterno, pero también añadimos una
historia de ficción de fondo, esperando que lo hiciera querer ayudarnos. Me
miraba con el ceño fruncido en su rostro.

―Así que estos Sempiternos… ¿mataron a mi familia? ¿Toda mi familia?


¿Primos, tías y tíos? ¿Toda la cosa?

Asentí.

―Y entonces ellos… ¿quemaron mi pueblo? ―dijo, sacudiendo la cabeza con


incredulidad.

Jack me miró de reojo. De acuerdo, admito que embellecí nuestra historia


original, añadiendo la parte sobre una aldea quemada. Pero quería asegurarme de
que Cole estaba de nuestro lado total y completamente.

Asentí otra vez.

―Sí. Tú y yo nos conocimos porque estábamos tratando de destruir el


Everneath. Tengo determinadas… habilidades que nos pueden ayudar.

―¿Qué tipo de habilidades? ―dijo.

―Puedo hacer aparecer cosas.

Cole entornó un ojo hacia mí.

―¿Cómo? Hazlo.

―No puedo hacerlo aquí. Pero en el Everneath puedo pensar en un objeto y


luego hacer que aparezca. Te diste cuenta de mi habilidad, y pensaste que sería
muy útil para acabar con nuestros enemigos comunes.

Cole me miró, absorto en sus pensamientos. Jack se movió incómodo a mi


lado. Hubo un golpe en la puerta.

―Servicio de limpieza ―dijo la voz de una mujer.

―¡Más tarde! ―gritamos Jack y yo al unísono.

Finalmente, Cole suspiró.


―Bueno. Esto tiene sentido.

―¿Lo hace? ―dije.

―Sí. ¿El hecho de que estoy dependiendo de ti para buscar venganza de la


gente que solía amar? Eso explica porque estoy tan apegado a ti. Por qué me siento
como si vidas dependieran de mí estando cerca de ti. Por qué todo a tu alrededor
parece hecho de… luz.

Su rostro estaba serio. Aquí estaba Cole, pensando que yo era la fuente de luz
justo después de que le dijera la mentira más grande. Ante sus palabras, la culpa
superó mi odio por un momento. Mi resolución flaqueó, y Jack se metió.

―Así que ahora, Cole, tenemos que ir a ver a un hombre llamado profesor
Spears. Esperemos que, a pesar de que no puedes recordar nada, algo venga a ti.

Cole le tendió la mano. Jack me miró y luego la tomó, y Cole se la estrechó


con fuerza.

―Me reuniré con este profesor. Te ayudaré.

Salió para ir al baño, y Jack me miró con una ceja levantada.

―Si está fingiendo…

―Bueno, entonces lo vamos a saber con seguridad, ¿no?

Dos horas más tarde, estábamos sentados en el despacho del profesor Spears,
esperando a que regresara de una clase.

Los tres nos sentamos frente al escritorio del profesor, un busto de mármol de
Poseidón mirando hacia nosotros.
La puerta se abrió, y el profesor Spears entró.

―Nikki. Jack. No esperaba verlos de nuevo tan pronto. ¿Y tienen un amigo?

Cole se puso de pie y dijo formalmente:

―Sí. Coleson Stockflet. Encantado de conocerte, profesor Spears.

Jack y yo intercambiamos miradas. ¿Coleson Stockflet? Tal vez era un nombre


antiguo. Sólo le había conocido como Cole Stockton.

El profesor tomó su mano.

―Encantado de conocerte también ―dijo, y me dio una mirada confusa.

―Cole es un fantasma Akh ―dije―. Hipotéticamente. Él está aquí para


ayudarnos.

―Ah. Bueno. ¿Por qué un fantasma Akh querría acabar con el Everneath?

―Porque los Sempiternos mataron a mi familia ―dijo Cole, su voz feroz―. Y


quemaron mi pueblo.

Le di al profesor una sonrisa temblorosa. Nuestra historia debía haber colado.

―Por lo tanto, profesor, Cole está aquí de nuestro lado. Pero tiene algún tipo
de amnesia. Él y sus amigos Sempiternos desaparecieron hace dos noches. Un gran
tipo con ojos negros podría haber estado involucrado. Cuando Cole regresó, tenía
amnesia. Y sus amigos aún no han aparecido. Por lo que sabemos, podrían haber
comenzado su Vinculación Acelerada pronto. Pero Cole aquí no puede recordar.
¿Tiene usted alguna idea de lo que podría haberle ocurrido?

El profesor frunció el ceño y dio un par de pasos más cerca de Cole. Puso su
dedo en la clavícula de Cole, señalando un rasguño profundo que no había notado
antes. El rasguño se hacía más grande, mientras desaparecía debajo del cuello de
su camisa.

―¿Te importa, Cole, levantar tu camisa?


Sintiéndome repentinamente protectora, di un paso hacia Cole, pero Jack me
contuvo.

―Él estará bien, Becks.

Cole me miró inquisitivamente, y cuando asentí, levantó lentamente su


camisa, dejando al descubierto su vientre y su pecho. Y mi aliento se atascó en mi
garganta. Expandidas a través de su torso había profundas ronchas moradas con
piel desgarrada en el centro de cada una. No me podía imaginar lo que haría
dichas heridas. ¿Tal vez un atizador caliente?

Levanté mi dedo, y Cole se estremeció. No lo toqué.

―Cole ―dije, mi voz suave.

El profesor frunció el ceño, con una mirada sombría en su rostro.

―No me atrevería a decir lo que pasó, pero esto parece… tortura. Y parece
fresco. Tal vez no en el último día, pero sin duda ocurrió dentro de la semana
pasada.

Cerré la boca, que había estado colgando abierta.

―El tiempo se mueve lentamente en el Everneath. Todavía pudo haber


pasado ayer, pero sanó un poco antes de llegar de nuevo a la Superficie.

Tiré del dobladillo de la camisa de Cole y suavemente lo insté de nuevo a


sentarse, mi aliento capturado en mi garganta.

―Está bien ―dijo Cole―. No lo recuerdo.

El rostro de Jack se había vuelto ceniciento. Él miró hacia otro lado, casi como
si quisiera darnos a Cole y a mí algo de privacidad. Lo amaba por eso en ese
momento.

Apreté la mano de Cole.

―Vas a estar bien. ―Entonces me volví hacia el profesor Spears―. ¿Cómo


podemos conseguir su memoria de regreso?
Él negó con la cabeza.

―No estoy seguro. La mejor manera sería probablemente compartir


recuerdos de él. También, podría tener algunos comportamientos instintivos
persistentes. ―Ante nuestras confusas expresiones, el profesor Spears continuó―:
Tengo un título en psicología también. A veces las personas sufriendo de amnesia
conducirán a lugares que conocen, como la oficina de correos, o un lugar favorito,
a pesar de que técnicamente no los recuerden. Cole podría exhibir este tipo de
comportamiento.

Una vez que el profesor había terminado de hablar, los cuatro nos sentamos
en silencio por un momento. Ahora que sabía que Cole había sido torturado… no
sé. No cambió nuestro curso de acción necesariamente. Pero, ¿quién le torturaría?

Sólo podía pensar en una persona. La reina. O alguien que actúe bajo sus
órdenes.

―Vamos a tratar de ayudarle con sus memorias ―dije―. Pero mientras


tanto, ¿ver, o estar alrededor de un Sempiterno real, le dará más ideas acerca de
nuestro plan?

Él se encogió de hombros.

―Lo siento, pero no sé nada más de lo que ya te dije. Y conocer a Cole


realmente no ha hecho nada para cambiar eso. Pero todavía estoy mirando a través
del diario de Sheldon.

Jack dejó escapar un suspiro.

―Si no podemos encontrar una manera de destruir el Everneath a tiempo,


Nikki va a morir. Usted sabe esto, ¿verdad?

El profesor levantó las cejas.

―Pero lo único que tendría que hacer es alimentarse.

―Ella no se va a alimentar. Nunca ―dijo Jack―. Porque eso significaría


tomar una vida.
El profesor miró hacia abajo.

―Cierto. Todavía estoy llegando a un acuerdo con el hecho de que esto no es


sólo mitología. No estamos tratando más hipótesis.

Las caras de Jack y Cole estaban sombrías, y yo sólo podía asumir que
reflejaban mi propia expresión.

―Mira, voy a trabajar en ello ―dijo el profesor―. Tengo tu número. Te


enviaré un mensaje al segundo en que encuentre cualquier cosa.

En el camino de vuelta al hotel, Cole tenía una extraña expresión en su rostro.

―No sabía que fueras a morir.

Me moví en mi asiento para poder verlo. Consideré mentirle y dar con otra
historia grandiosa acerca de cómo cientos o miles de personas también morirían si
falláramos, pero en este momento, la verdad parecía ser el mejor curso de acción.

―Lo estoy. Si no destruimos el Everneath, voy a morir.

―¿Cómo?

Negué, momentáneamente sorprendida por el hecho de que estaba


explicando mi condena de muerte a la misma persona que me la había dado.

―Porque tú… porque alguien me robó el corazón. Lo que significa que estoy
a medio camino de convertirme en un Sempiterno. Y estoy cada vez más débil.
Puedo sobrevivir alimentándome de ti, pero eso es sólo una solución temporal.
―Miré involuntariamente al eslabón en una de mis muñecas y luego miré a la otra.
¿Vi la débil sombra de una línea? Cerré los ojos y continué―: Y con el tiempo voy a
tener que tomar un sacrificio humano para el Everneath y alimentarme de él… o
ella… por un siglo. Pero la cosa es, que el sacrificio, que el Desposeído, luego sería
condenado a los Túneles, donde él o ella moriría lentamente. Y nunca le haría eso a
alguien.

―Pero si te hace salvarte… ―Cole hizo una pausa y pareció pensar en ello
por un momento―. Jack haría eso por ti. ¿No lo harías, Jack? ―dijo Cole como si le
estuviera diciendo a Jack que me prestara un dólar.

Me reí incrédulamente.

―No importa. Estamos hablando de la muerte aquí.

Cole frunció el ceño.

―Lo siento. No recuerdo todos los detalles, pero por alguna razón… no sé.
Siento como que la muerte no es tan importante como todos pensamos que es.

Jack resopló.

―Viniendo de alguien que hizo todo lo que pudo para mantenerse con vida
para siempre.

Cole negó como si estuviera inseguro de qué lado quería tomar en este
debate.

―No sé lo que hice antes. Tal vez es porque tengo cientos de años, como
dices. Tal vez mi subconsciente sabe que tengo que estar muerto. Tal vez es por eso
que la muerte se siente tan natural. Tan inevitable.

Durante mucho tiempo, el silencio cayó sobre nosotros sólo roto cuando Jack
puso la intermitente para nuestra salida de la Intersección Kimball.

Mientras verificaba su punto ciego, él atrapó mi mirada y se encogió de


hombros, como diciendo: ¿Todavía crees que la amnesia es un acto?

La pregunta más difícil era: ¿Qué haces con alguien que no recuerda todas las
cosas malas que ha hecho? ¿Cómo lo consideras responsable cuando ni siquiera
recuerda quién es?
Si todo fuera un acto, creo que habría jugado su mano por ahora. Dicho esto,
sé que ninguno de nosotros confiaba en él. No le debo el perdón a Cole, pero, ¿se lo
debo a este amnésico en el asiento trasero?

Jack rompió finalmente el silencio.

―¿Qué vamos a hacer ahora, Becks?

¿Qué íbamos a hacer? Miré por la ventana por un momento. Habíamos hecho
todo lo que habíamos podido para asegurarnos que Cole no estaba mintiendo, así
que sólo había una cosa por hacer.

―Estaciónate en el café aquí ―dije, señalando un pequeño lugar cerca de la


plaza comercial.

―¿Por qué? ―preguntó Jack.

―Creo que es tiempo de que vayamos al Everneath. Pero primero


necesitamos comer.

Diez minutos después. En el café Sunrise.

Ordenamos unos platillos gigantes de huevos, tocino, y tostadas; y cuando la


camarera se fue para ponerlo en la orden, saqué una pluma de mi mochila y se la
entregué a Jack, junto con una servilleta.

―Vamos a repasar lo que sabemos del profesor Spears ―dije.

Jack asintió y empezó a escribir. De acuerdo con el profesor, tenemos tres


obstáculos que debemos derribar para tratar de destruir el Everneath. Número uno es la
membrana. Numero dos es la red entre las Sombras. Número tres son los corazones. Se
frotó la frente tan duro, que pensé que se quitaría las cejas.
―Creo que la número uno y número dos están relacionadas. Creo que la
membrana será destruida con más facilidad si vamos primero tras la red entre las
Sombras.

Jack asintió.

―Eso tiene sentido. Pero más que nada de esto tenga sentido. ¿Qué es lo que
tienes en mente?

―Hay alguien que puede ser capaz de ayudarnos con las Sombras.

―¿Quién? ―dijeron Jack y Cole al unísono.

―Cuando Cole y yo estábamos buscándote en el Everneath, tuvimos ayuda


de un viejo amigo de Cole llamado Ashe. ―Revisé la cara de Cole para detectar
alguna señal de reconocimiento ante el nombre, pero no había nada que pudiera
ver―. Ashe se veía diferente de los otros Sempiternos. Él era gris por todas partes.
Parecía como si estuviera hecho de humo. Cole había parecido sorprendido por la
apariencia de Ashe. Aparentemente, él no siempre se había visto así. En algún
momento cuando casi habíamos dejado los Túneles, fuimos atacados por las
Sombras. No podíamos tocarlas, pero Ashe… ―Suspiré―. Los puños de Ashe
hicieron contacto con las Sombras. Él pudo conectar con ellas cuando nosotros no
pudimos. Él se perdió el último Vínculo, y eso lo hizo ver más como una versión
humeante de una Sombra. Estoy segura de que él es una parte mínima de una
Sombra.

Ambos, Jack y Cole estaban escuchando con atención. Seguí esperando para
que Cole se involucrara, o al menos sacara la conclusión de que estaba tratando de
orientarlo, pero él parecía como si nunca antes hubiera escuchado esta historia.

―Así que ―continué―, quizás si Ashe es en parte Sombra, él sabrá cómo


están conectadas todas. Él es muy leal a ti, Cole.

―¿Por qué? ―preguntó Cole.

Oh, rayos. ¿Cómo le explicas que la Desposeída de Ashe, Adonia, había


sobrevivido al Vínculo; y cuando decidió no convertirse en un Sempiterno, Cole la
persiguió así Ashe podría entregarla a la reina actual? ¿Y después Adonia se
convirtió en la reina?

―Tú le ayudaste a encontrar algo una vez. Algo que había perdido. ―Negué.
Cole una vez había usado la misma frase genérica conmigo para explicarme la
lealtad de Ashe.

Cole se fijó en cada palabra como si no tuviera idea de a dónde iba con esto
pero no podía esperar a descubrirlo.

―Así que ―dije de nuevo―, probablemente tendremos que ir al Everneath.


Encontrar a Ashe.

Jack arrugó la servilleta.

―Pero, ¿por qué nos ayudaría Ashe? ¿Por qué iba a traicionar la red de las
Sombras si sabe que queremos destruirla?

La camarera depositó un plato de huevos enfrente de mí, y puse una


cucharada en mi boca mientras pensaba por un momento.

―No le diremos que queremos destruirlo ―dije―. Le diremos que estamos


ahí para tratar de refrescar la memoria de Cole. Pero en realidad, tú y yo vamos a
investigar la red de Sombras.

Cole se recostó, entrelazando sus dedos y llevándolos a su barbilla.

―Podemos hacer eso. La pregunta, sin embargo es: ¿Cómo vamos a llegar a
este… Everneath?

Jack puso los ojos en blanco, después me miró.

―¿Por la Tienda de Paso?

Asentí.
Técnicamente, Cole podría llevarnos al Everneath desde cualquier lugar, pero
en el estado en que estaba y la forma en que había olvidado todo, no quería hacerlo
más difícil de lo que sería.

Así que nos dirigimos a la Tienda de Paso.

Cuando llegamos a la tienda, estaba abierta de nuevo, la cerradura fija rota.


Pero otro empleado, no Ezra, se paraba detrás del mostrador. El empleado nuevo
parecía que apenas había salido de la preparatoria y estaba aburrido.

―Mierda ―dije.

―¿Qué pasa? ―preguntó Cole.

―No es Ezra. ―Por la expresión desconcertada de Cole, le expliqué―. Ezra


es el empleado que tú y tu banda pagan para mantener vigilada la entrada del
Everneath. ―Negué―. Esto sólo parece una señal de que algo está mal.

Caminé hacia el empleado nuevo.

―¿Dónde está Ezra? ―pregunté.

―No lo sé ―dijo―. Él tuvo una clase de crisis nerviosa.

―¿Qué quieres decir?

El empleado entrecerró los ojos.

―¿Por qué?

―Ezra es mi primo. Estoy preocupada.

El empleado se encogió de hombros, como si ya no le importara sospechar de


mí.
―Él me llamó para que lo reemplazara. Cuando llegué aquí, él se estaba
volviendo loco. Parecía asustado. Dijo que no iba a regresar. Eso es todo lo que sé.

Jack me alejó del mostrador, y fuimos a la parte posterior de la tienda. Traté


de no pensar acerca de cómo sonaban las acciones inquietantes de Ezra. Una vez
que estábamos en la parte de atrás, los tres nos enfrentamos el uno al otro,
formando un triángulo alrededor del punto donde había visto por primera vez a
esa mujer deslizarse a través del piso. Donde me deslicé a través del piso después
de haber ingerido un cabello de Cole.

―Vamos a tomar las manos el uno del otro ―dije.

Cole tomó una mía, Jack tomó la otra, y después, a regañadientes, Jack tomó
la mano de Cole. Formamos un círculo. Pensé brevemente acerca de todas las
maneras en que esto podía ir mal. Podíamos aterrizar en medio de la plaza de la
ciudad de Ouros. En el peor de los casos, apareceríamos durante uno de los
Festines de la reina. Podíamos caer en medio de una convención de las Sombras o
algo. Al menos no podíamos aterrizar en ningún lugar del laberinto. La tele
trasportación directa dentro de los tres anillos era imposible sin un Sempiterno ya
ahí para agarrar tu mano.

―Bien, Cole. Queremos aterrizar en Ouros. Pero no en la plaza principal. En


cualquier lugar menos ahí ―dije, refiriéndome a la Comunidad donde vivía
Ashe―. ¿Ese nombre significa algo para ti? ¿Ouros?

Él negó.

―Imagina… una ciudad antigua. Rodeada de un muro circular. Viviendas de


un nivel en el exterior que dan paso a edificios más grandes hacia el centro.
―Cerré mis ojos, tratando de pensar en algo que nos situaría en Ouros aparte de
las otras Comunidades, pero no pude encontrar nada. Sólo tenía que confiar en el
hecho de que Ouros era el hogar de Cole, y esperanzada en que sería más familiar
para él.

Cerré mis ojos.

―Bien, Cole. Vámonos.


Él apretó mi mano. Esperé por esa sensación de caer a través del espacio, de
dar vueltas alrededor en una lavadora.

Pero no vino nada.

Abrí un ojo y vi a Cole. Sus ojos estaban cerrados, y tenía una mirada
tranquila en su cara. Abrí ambos ojos y atrapé al nuevo empleado dándonos a los
tres una mirada extraña.

―Cole. ¿Estás haciendo algo? ―susurré.

Él se inclinó hacia mí y habló por la comisura de su boca, manteniendo los


ojos cerrados.

―¿Qué se supone que debo hacer?

―No lo sé. ¿No puedes… pensar ir hacia abajo? ―Había estado tan
recientemente en su posición que me di cuenta de la inutilidad que sentía.

Él apretó sus labios y luego empezó a hundirse más bajo. Pero sólo estaba
flexionando sus rodillas.

Jack suspiró y abrió los ojos.

―No está funcionando.

Solté la mano de Cole.

―Dame un mechón de tu cabello ―dije.

―¿Qué?

―Ningún humano puede llegar al Everneath a menos que tengan un


barquero para llevarlos ahí. Tú, como Sempiterno, se supone que eres capaz de ir y
venir cuando te plazca, desde cualquier lugar; pero eso obviamente no está
funcionando. Quizás tu cuerpo sólo no recuerda qué hacer. En la ausencia de un
acompañante Sempiterno, un humano puede ir al Everneath si él o ella ingiere una
parte de un Sempiterno.

Las cejas de Cole se dispararon.


―Tal vez si hago eso, iniciará el proceso. Lo que significa que tengo que
tragar uno de tus cabellos.

Él pareció aliviado, como si hubiera pensado pedir un dedo o algo. Él arrancó


un cabello de su cabeza y me lo entregó.

Puse el cabello en mi lengua, encogiéndome y dije:

―Una vez que comencemos, Cole, piensa en Ouros.

Agarré ambas manos de nuevo y tragué.

Y luego comenzó la turbulencia.


Cap tulo 14
Traducido por Helen1 y veroonoel
Corregido por Sttefanye

El Everneath. Afuera de Ouros.

C
uando la agitación finalmente se detuvo, abrí los ojos y me quedé
mirando un cielo que era demasiado azul, como si hubiera
conseguido confundirse con el mar. Instintivamente, levanté una
mano para protegerme los ojos del sol, pero por supuesto no había sol, porque se
trataba de un falso cielo. Un cielo que había esperado nunca volver a ver.

Volví la cabeza. Jack estaba tendido de espaldas a un lado de mí. Cole estaba
en el otro lado, sentado, con las rodillas contra el pecho y los codos apoyados en
ellas como si estuviera sentado en algún lugar en una playa. Estaba mirando hacia
el frente, con el ceño fruncido.

―¿Qué está mal?

Él se estremeció al oír el sonido de mi voz y sacudió la cabeza.

―Nada. Sigo esperando que algo aquí haga click.

Me senté y lo miré de reojo.

―¿Hay algo que te resulte familiar?

―No. Pero todavía estoy esperando.


Él me sonrió, pero algo en la sonrisa parecía triste. Alcancé su mano, luego
atrapé a Jack mirando justo antes de cerrar mis dedos alrededor de Cole. Me quedé
mirando los ojos de Cole.

―¿Estás bien?

―Sí ―dijo Cole, quitando su mano.

―¿Dónde estamos? ―dijo Jack. Su rostro se veía tenso.

Fue entonces cuando me di cuenta de una colorida suave bruma, viniendo de


Jack. Su energía estaba fugándose a su alrededor, aunque no era muy fuerte. Tal
vez eso era debido a todo el tiempo que había pasado en los Túneles.

Me di cuenta de que era su primera vez de volver al Everneath desde ese día
que había arañado su salida de los Túneles.

Puse mi mano en su mejilla.

―¿Te sientes bien?

Él asintió y cerró los ojos.

―No estoy seguro. ―Los abrió de nuevo y miró a su alrededor―. ¿Qué pasa
con el aire aquí?

―Esa es tu energía. Escapándose. Permanece junto a Cole, porque la


absorberá toda.

Jack miró a Cole y luego me miró de nuevo.

―¿Por qué no puedes absorberla tú ?

Me acerqué a él, pero la energía solo flotaba a mi alrededor también. No


absorbía nada de ella.

―Sabes por qué. Solo puedo alimentarme de Cole.

Jack suspiró y se acercó más a Cole.


Miré a mi alrededor. Estábamos en la base de una pared gris gigante. Conocía
esa pared. Rodeaba las Comunidades. Frente a la pared había apartamentos de un
solo nivel, construcciones de aspecto antiguo.

Mientras esto fuera Ouros, estábamos en el camino de encontrar a Ashe. Miré


a Cole y sonreí.

―Lo hiciste, Cole. Creo que estamos en el interior de Ouros. Creo que
estamos bien.

―No estamos muy bien ―dijo Jack.

Estaba mirando un cartel colgado en el edificio más cercano. La imagen de


Cole estaba al frente y al centro en el cartel, y debajo de ella estaban las palabras:

Cole miró el cartel con una sonrisa de “ni idea” en su rostro. Jack tiró de la
sudadera con capucha de Cole arriba y hacia adelante, cubriendo tanto como pudo.

Se volvió hacia mí.

―¿Por dónde vamos?

Miré hacia abajo a los varios pasajes que se ramificaban desde donde
estábamos y, con una sensación de hundimiento, me di cuenta de que nada me
resultaba familiar.

―No lo sé. Todas las calles tienen el mismo aspecto. Ni siquiera sé si estamos
empezando en el mismo lugar que lo hicimos antes.

Jack me llevó a un lado.


―A veces, durante la práctica de fútbol, el entrenador me dejaba decidir las
jugadas. Me esforzaba en la práctica porque no había nada en la línea. Sin
embargo, durante los juegos, cuando la adrenalina estaba alta y la victoria estaba
en riesgo, siempre tomaba la decisión correcta. Quizá Cole necesita un poco de
adrenalina

―¿Qué tienes en mente?

Miró hacia Cole para asegurarse de que no estaba mirando y luego me dio
una pequeña inclinación de cabeza.

―Creo que oigo algo… ―dijo Jack.

―¿Qué es? ―preguntó Cole, comenzando a dar la vuelta.

―¡Sombras! ―gritó Jack.

Cole se estremeció y luego despegó a toda velocidad. Lo seguimos tan cerca


como pudimos. Se lanzó a la derecha y la izquierda, por callejones y espacios
estrechos entre los edificios, y me di cuenta de que sus instintos nos dirigían hacia
la ruta más clandestina.

Finalmente, Cole se detuvo ante una puerta familiar. Levantó el puño y


golpeó la puerta.

―¿Dónde están las Sombras? ―preguntó, jadeando.

Jack sonrió.

―En ninguna parte. Sólo estaba tratando de refrescarte la memoria.

Levanté una ceja.

―¿Sabes lo que pasó con el chico que gritó lobo demasiadas veces…?

Cole esperaba con una mirada expectante en su rostro.

―¿Qué pasó?

Puse los ojos en blanco.


―Recuerda ―dijo Jack a Cole―. No cuentes nuestro plan.

―¿Qué plan? ―dijo Cole.

Jack respiró hondo y apretó los dientes.

―El de destruir el Everneath. ―Habíamos hablado sobre esto infinidad de


veces―. No creo que la amnesia afecte la memoria a corto plazo ―murmuró.

―Oh, sí. El plan ―dijo Cole mientras la puerta de Ashe se abrió.

Cuando vi a Ashe, mi boca se abrió. Él había cambiado. Lucía raro antes, con
su color gris y textura de humo. Pero incluso en el relativamente poco tiempo
desde que lo había visto por última vez, su coloración se había vuelto de un tono
negro profundo. Cabello negro yacía plano contra la piel negra a juego en su
cabeza y cara. Ya no podía discernir cualquier blanco en sus ojos. Cada parte de su
cuerpo estaba negro. Era como si ahora estuviera hecho de aceite. Sabía que el
Everneath corría en un marco de tiempo diferente, pero la magnitud del cambio
era impactante.

Él debía estar ahora más cerca de una Sombra que nunca. La visión envió
escalofríos por mi cuello y espalda. Se parecía tanto a las Sombras que me habían
atacado en la plaza de Ouros la primera vez que había venido por mi cuenta. De
repente, no estaba segura de que era una buena idea. Pero al menos Ashe todavía
tenía la forma de un hombre y no la forma fluida de las Sombras completas.

En cuanto a Ashe, no podía dejar de mirar a Cole. Mientras hablaba, hebras


de una sustancia aceitosa conectaba su labio superior e inferior, y su voz sonaba
como si estuviera hablando bajo agua espesa.

―Cole ―dijo―. Estás bien. ―Parecía aliviado y sorprendido, y luego miró


nerviosamente por la calle―. Ven, entra. Rápido.

Pasamos, uno por uno; y al pasar, Ashe finalmente pareció darse cuenta de
quién era yo.

―Nikki. No estaba seguro de que alguna vez te vería de nuevo ―dijo. No


podía decir cómo se sentía por la perspectiva.
―Es una larga historia.

―Lo apuesto. ―Cerró la puerta detrás de nosotros. Cole no podía dejar de


mirar la extraña apariencia de Ashe, y me preguntaba si lo haría huir de repente.

Ashe nos acompañó a la mesa en el medio de su habitación. Su casa no había


cambiado mucho. La sala rectangular larga se dividía por la gran mesa redonda en
el medio y algunas alfombras recubriendo el suelo en las esquinas, y había una
puerta trasera en el centro de la pared opuesta.

Una vez que estábamos todos sentados a la mesa, miró a Cole.

―¿Cómo escapaste?

Cole me miró con nerviosismo antes de contestar.

―¿Escapar de qué?

―La reina. ―Ashe me miró con una expresión interrogante.

―Él tiene amnesia ―le expliqué―. No puede recordar.

―Amnesia ―dijo Ashe. Miró a Cole de nuevo, esta vez un poco crítico―.
Tienes suerte.

―¿Por qué? ―le pregunté―. ¿Sabes lo que le pasó?

Ashe suspiró, luego se levantó y tomó unos vasos de su armario, volvió un


pico que surgía de la pared, y llenó los vasos con agua. Recordé que el agua aquí
no era agua ordinaria. Tenía poderes para hacerte olvidar. Sirvió cuatro vasos y
dejó uno delante de cada uno de nosotros. Empujé alejando el mío.

―No, gracias. Quiero la cabeza clara.

―Mantenlo cerca ―dijo Ashe―. Puedes cambiar de opinión una vez que
escuches lo que tengo que decir.

Ni Jack ni yo tocamos nuestros vasos, pero Cole, quien más necesitaba una
cabeza clara, tomó un trago gigante y bajó el vaso vacío con un ruido sordo.
Ashe sorbió su propia agua y luego lo dejó abajo. Se volvió hacia Cole.

―Ha habido una recompensa por tu cabeza desde tu encuentro con la reina.
Cuando estuviste aquí con Nikki. Al final del laberinto.

Cole se volvió hacia mí con las cejas levantadas.

―Es una larga historia ―dije.

―Nadie sabía quién eras, y yo no se lo dijo a nadie. ―Me miró de nuevo―.


Pero al parecer un Delphinian los delató, chicos. Cambió la información así su
exilio podría ser revocado. ¿Algo de esto tiene sentido para ti?

Cole frunció el ceño y negó.

―¿Qué es un Delphinian? ―le pregunté.

Ashe mi miró.

―Los Delphinianos fueron prohibidos en el Everneath siglos atrás, y viven


escondidos en la Superficie. Son un grupo de miedo. No quieres meterte con ellos.
―Hizo un gesto hacia la ventana y se dirigió a Cole de nuevo―. ¿Sabes de esos
carteles enyesados en las calles? Bueno, esos solían mostrar imágenes de ti y tu
banda. Una vez que el Delphiniano les dio un nombre y una cara, enviaron
cazadores de recompensas específicamente tras de ti. Supongo que te encontraron.

―¿Cazadores de recompensas? ―dijo Jack.

Ashe asintió.

―Diez Sombras en cazadores de recompensas. Las Sombras no son muy


fuertes en la Superficie debido a su disfraz. Así que diez de ellos se juntan y
encuentran un cuerpo humano para habitar.

Jack y yo intercambiamos miradas. Sus ojos estaban muy abiertos.

―El hombre con los ojos negros ―dijo.

Asentí.
Ashe miró a Jack y luego a mí.

―¿Se encontraron a un cazador de recompensas y sobrevivieron?

―Jack es fuerte ―dije.

―Aun así ―dijo Ashe, pareciendo impresionado―. De todas maneras, los


cazadores de recompensas te llevaron a ti y a la banda a la reina. ―En este punto
de la historia, Ashe hizo una pausa y miró fijamente a la mesa de madera―. La
reina… te torturó. Y a los otros. Tratando de obtener información sobre Nikki. Lo
sé porque las Sombras comparten cierto conocimiento entre ellas, y como ya
habrán adivinado por mi cambio de apariencia, soy en parte Sombra. Vi la tortura
a través de sus ojos.

Sacudió su cabeza, negándose a mirar hacia arriba.

Cole se inclinó hacia adelante.

―No te preocupes por eso. No me acuerdo de nada. Ya no.

Ashe levantó su cabeza y entrecerró sus ojos, como si no le creyera.

―Es mejor que tengas la esperanza de que esos recuerdos no vuelvan nunca
más.

Mi estómago se revolvió al pensar en la idea de Cole siendo torturado. ¿Qué


tan malo debió haber sido que bloqueó todo el antes y después?

―¿Qué hay sobre la banda? ―preguntó Cole―. ¿La reina aún los tiene?

Me daba vergüenza que no había pensado sobre los otros miembros de la


banda.

Ashe negó con la cabeza.

―No lo sé. Si los tiene, lo está manteniendo en secreto. Las Sombras tampoco
lo saben, porque no he oído o visto ninguna información sólida. Había algunos
rumores procedentes del elemento criminal aquí, rumores de que la banda escapó
y estaban arreglando un Vínculo Acelerado ilegal; pero no he sido capaz de
confirmar nada. Ya que soy parte Sombra, nadie parecer querer hablar conmigo
sobre las actividades criminales.

Tomé una respiración.

―Pero si eso es verdad, ¿la banda podría estar aumentando para una batalla?

―No lo sé con seguridad.

―¿Y no sabes cómo escaparon? ―dijo Cole.

Ashe bajó la cabeza en sus manos.

―Esa información fue mantenida de la red de Sombras.

Red de Sombras. Las primeras palabras que sonaron como si pudieran tener
algo que ver con la red entre Sombras.

―¿Qué es la red de Sombras? ―dije, evitando contacto visual con Jack.

Ashe se sentó, pero vaciló antes de responder.

―En los términos más simples, es como un centro donde la información es


compartida. ―Sacudió su cabeza―. No creía que habías escapado, incluso cuando
aparecieron los carteles. No lo creí hasta que te vi en mi puerta. ―Miró a Cole de
nuevo.

―Esta red de Sombras ―dije―. Si la reina está buscando a Cole…

Ashe levantó una mano.

―La lealtad de las Sombras es hacia el Everneath, no a la reina. Puedo


mantener la presencia de Cole en secreto. ¿Entonces por qué están aquí? ¿Quieren
intentar recuperar sus recuerdos?

Miré a Cole con cautela, esperando que dijera que sí y recordar no divulgar la
verdadera razón por la que habíamos venido.

Cole asintió hacia mí infinitesimalmente.


―Hay un profesor en la Superficie que cree ser capaz de poner en marcha mi
cerebro si otros comparten recuerdos que tienen conmigo. ¿Tienes algunos?

Ashe levantó su cabeza.

―Tengo un millón.

―Ayudaría si fue algo con algún tipo de conexión emocional ―dije.

Ashe asintió.

―Tengo uno. Sucedió hace mucho tiempo, cuando estaba en Sudáfrica…

La Superficie. Sudáfrica.

Ashe miró hacia el río desde más de doscientos metros sobre él. Estaba de pie
en el centro del puente de Bloukrans; uno de los puentes más altos del mundo, o al
menos en Sudáfrica; y se inclinó sobre la cornisa.

Cada Sempiterno eventualmente sufriría el equivalente de una crisis de la


mediana edad humana. Era inevitable en la vida de un inmortal. Cuando el precio
de la inmortalidad era tan bajo como encontrar un Desposeído cada cien años, uno
podía estar en peligro de ponerse aburrido.

Excepto que el aburrimiento para un inmortal se sentía más que eterno, y más
restrictivo, que para sus contrapartes humanas.

Pero esta no era la típica crisis de mediana edad.

―¿Sr. Campbell? ―dijo un hombre con audífonos y un portapapeles.

Ashe parpadeó y luego asintió, sus dedos de los pies aventurándose más allá
del borde.

―En tres… dos… uno… ¡Vamos!


Ashe dio un paso fuera de la cornisa y entró en una caída libre, y la única
cosa en su mente era el rostro de la mujer que estaba intentando olvidar. Tenía
cabello rubio y ojos azules, y parecía el sol después de la tormenta de verano.

Cuando el elástico se contrajo, también lo hizo su corazón. O lo habría hecho


si tuviera uno.

Seguro de nuevo en la Superficie, Ashe se subió a su auto justo cuando su


teléfono sonaba. Un grande y torpe teléfono. No como los que hay ahora.

Ashe presionó el botón verde.

―¿Hola?

―¿Funcionó? ―pregunto la voz del otro lado del teléfono. Ashe conocía esa
voz. Era Cole―. ¿La olvidaste?

―No ―dijo Ashe―. He escalado las pirámides, he caminado cientos de


kilómetros a través de España en el Camino de Santiago, he escalado el Monte
Kilimanjaro y buceé en la Gran Barrera de Coral. No la olvidé. No sé por qué pensé
que tirarme del puente más alto del mundo sería diferente.

―Quizás es porque el puente Bloukrans no es el puente más alto del mundo.

―O tal vez es porque Sheree es inolvidable ―dijo Ashe―. Creo que no se


suponía que fuéramos capaces de sentirnos de esta manera por un humano.

―Obviamente, hay excepciones a la regla. ―Cole suspiró al otro lado del


teléfono.

―Siempre podría ir al Everneath. Beber de las fuentes de Leteo. Olvidarla


completamente.
Ashe estuvo en silencio mientras pensaba en eso. Estaba a punto de estar de
acuerdo cuando Cole se aclaró la garganta.

―O puedes admitir que no te has sentido así desde Adonia, y serías un


estúpido por dejarla ir.

―Ella nunca vendrá a nuestro lado ―dijo Ashe―. Nunca se convertirá en un


Sempiterno.

―Entonces ve a estar con ella para el resto de su vida humana.

El Everneath. La casa de Ashe.

―Y lo hice ―dijo Ashe―. Estuve con Sheree hasta que murió de cáncer.
Cuando me abandonó, me quedé en el Everneath por un largo tiempo. No dejé mi
casa. Es por eso que me perdí el último Vínculo. Perder el Vínculo es lo que
comenzó mi transición para convertirme en una Sombra.

Estaba observando a Ashe, pero en todo lo que podía pensar era el hecho de
que un Sempiterno había admitido que había estado enamorado de un humano. Y
Cole apoyaba ese amor. Siempre me había dicho que era imposible que los
Sempiternos amaran. Para él específicamente. ¿Y ahora oír su parte en lo que fue
esencialmente una historia de amor? ¿Saber que en un punto de su vida, había
recomendado que su amigo eligiera el amor?

Estas historias no parecían encajar en el Cole que conocía, pero eran reales.
¿Por qué había estado tan determinado en esconder esta parte de sí mismo? ¿Lo
asustaba ser vulnerables a las emociones humanas?

Cole sorbió a mi lado, y finalmente lo miré. Sus ojos estaban húmedos.

―¿Te acuerdas de algo? ―dije.

―No ―dijo Cole, sorbiendo de nuevo―. Pero esa historia es tan hermosa.
Apreté mis labios. No sabía qué hacer con esta versión de Cole, y la
incertidumbre de cómo debería tratarlo era insoportable. ¿Se suponía que estas
historias me harían sentir lástima por él?

¿Podría ser lo suficientemente estúpida para confiar en él de nuevo?

Elegí la ira.

―El viejo tú odiaba el amor. Lo odiaba. Los que tomaban decisiones basadas
en el amor eran débiles. Los que querían una vida rodeada de sus seres queridos
eran ignorantes. Para ti, no era para nada hermoso. ¡Nunca fue hermoso!

―Becks ―dijo Jack, su voz calmada.

―No finjas que sabes algo sobre el amor ―dije.

El rostro de Cole se quebró y desplomó delante de mí. Pude ver lo que le


había hecho mi arrebato. De inmediato me arrepentí de todo lo que había dicho

―Si eso es verdad ―dijo Cole―, entonces por qué, luego de que me he
olvidado de todo… todo… ¿por qué sé que aún te amo?
Capítulo 15
Traducido por Apolineah17
Corregido por Nanis

La Superficie. Casa de Ashe.

E
l aire salió de mis pulmones.

―¿Qué?

―Te amo ―dijo Cole―. En este momento, a pesar de todas


las cosas que dijiste que he hecho y de todas las maneras en que hemos tratado de
recuperar mi memoria, amarte todavía es la única cosa que sé.

Miré a Jack, quien estaba frunciendo el ceño, pero con piedad, no con ira. Me
giré hacia Cole.

―Lo siento. Por lo que dije.

Cole frunció el ceño con todo su cuerpo; entonces una mirada extraña y
salvaje apareció en sus ojos y de repente me preocupó lo que iba a decir a
continuación. Tomó una profunda respiración.

―La verdad es, Ashe, la única razón por la que estamos aquí es porque
queremos acabar con el Everneath.

Me quedé inmóvil, mi boca colgando ligeramente abierta. Jack se levantó de


un salto de su silla. La única cosa que se suponía que mantuviéramos en secreto y
Cole acababa de soltarla de golpe. A un mitad Sombra, nada menos.
Ashe miró de Cole hacia mí y luego de regreso a Cole.

―De ninguna manera.

Cole le dio una mirada en blanco.

―No. Es hora. ¿No lo crees? ¿Cuántos siglos más has estado vivo? ¿No
quieres ver lo que hay en el otro lado?

―¿Están locos? ―Ashe me miró nuevamente y luego volvió su mirada hacia


Jack, buscando desesperadamente a alguien que lo apoyara―. ¿Esta es una broma?

―No ―dijo Cole. Hizo un gesto con la mano para que Jack volviera a
sentarse. Jack lo hizo, pero su expresión parecía asesina―. Mira la vida que estás
viviendo ahora mismo, si puedes llamarla una vida. No tienes a nadie. Y,
literalmente, no tienes un cuerpo. Has perdido al amor de tu vida. A ambos. ¿Qué
tienes para vivir ahora? ¿Quieres ser una Sombra? ¿Quieres que tu única razón de
existir sea trabajar para la supervivencia del Everneath?

Ashe todavía lo veía como si no estuviera hablando con normalidad.


Simplemente me volví a sentar, preocupada porque nuestro plan fuera a esfumarse
como el humo. ¿Por qué alguna vez Ashe se convencería de ponerle fin a su propia
vida? Y si él se sentía como si Cole le estuviera diciendo la verdad y su hogar
estaba en peligro, ¿la lealtad de Ashe hacia Cole sería suficiente para evitar que nos
delatara con la reina?

Cole me dio una mirada como diciendo: Confía en mí. Pero, ¿cómo podría
confiar en alguien que ni siquiera sabía su propio nombre? ¿Alguien que ni
siquiera sabía lo que significaba ser un Sempiterno? Y ahora estaba hablando como
si todos estarían de acuerdo con él. Sería como yo yendo con mi vecino y siendo
toda: ¡Oye, vamos a destruir el mundo! Hemos vivido el tiempo suficiente. ¿Estás dentro?

―Dime, Ashe. ¿Para qué vives? ―dijo Cole.

―Por la inmortalidad ―dijo Ashe―. Es por eso por lo que todos vivimos.
Elegimos esta vida porque la inmortalidad es lo único importante. Lo es todo.

Cole suavizó su voz.


―La inmortalidad es tiempo. No es algo por lo que vives. Es como decir que
vives para vivir más tiempo. ¿No ves la falla en ese pensamiento? Me acabas de
decir para lo que vives. Pero yo quiero saber, Ashe, ¿para qué vives?

Ashe se quedó inmóvil por un momento, sus ojos puestos sobre el rostro de
Cole. Tal vez estaba esperando ver si él empezaría a reírse. Tal vez estaba
esperando que algún equipo de Cámara Indiscreta entrara. Lo que fuera que
estuviera esperando, no sucedió. Nadie hizo nada.

―No lo sé ―dijo Ashe―. ¿Tengo que tener una respuesta?

―¡Sí! ―asintió Cole―. Sí, todo el que está vivo tiene que tener una respuesta
para esa pregunta. ¿Para qué estás viviendo?

―Estoy viviendo para vivir.

―Eso no es suficiente. Eso ya no es suficiente, ¿verdad?

Jack y yo intercambiamos miradas. Eso no sonaba como Cole. Sonaba como


algo que yo le había dicho a Cole mientras estábamos tratando de encontrar a Jack.
¿Podría su amnesia haberle dado una nueva alma? ¿Una nueva razón de ser?

No lo sabía. Pero eso nunca funcionaría en Ashe. Por lo menos, asumía que
no lo haría. Pero entonces Cole dijo:

―¿Qué pasa si pudieras tener a Sheree de regreso? ¿Qué pasa si ella te está
esperando en el otro lado para que la sigas?

―¿Y si no lo está?

―Entonces simplemente no lo está. Si no hay algo después de la vida, ¿qué


va a importarte? Estarás muerto y te habrás ido para ese momento. Pero esto es lo
que puedo prometerte: Nunca la encontrarás en este mundo. Y no tendrás que
extrañarla un día más. No tendrás que vivir con ese enorme agujero en tu pecho.
Sabes de cuál estoy hablando.

Una gigante y aceitosa lágrima negra escapó de una de las cuencas de los ojos
de Ashe. ¿Estaba funcionando? No podía creerlo.
―Creo que hay otro lugar para nosotros y otra manera. ―Cole levantó la
mirada hacia el techo por un momento, como si estuviera simplemente calculando
algo―. Y la única manera en que podemos llegar a él es a través de una muerte
mortal.

En este punto mi boca cayó abierta mientras miraba a Cole.

Ashe se puso de pie.

―Me tengo que ir. Tengo que ir a dar un paseo o algo.

Cole se estiró para tomarlo del brazo, pero no pudo agarrar nada; Ashe
estaba cerca de ser una Sombra completa.

―Sólo prométeme que pensarás en ello. Si no puedes pensar en una razón


para vivir, ¿considerarás morir conmigo? ¿Puedes prometerme que realmente vas
a pensar en ello?

Ashe asintió. Después salió por la puerta.

Cuando nos quedamos solos, todo lo que podía hacer era mirar a Cole.

―¿Qué fue eso?

Jack tomó su silla y la lanzó contra la pared. Se rompió y cayó al suelo en


pedazos.

Pero Cole nos ignoró a ambos. En el segundo en que la puerta se cerró detrás
de Ashe, se puso de pie y fue hacia la ventana.

―¡Respóndeme, Cole! ―dije―. Le revelaste nuestro plan. ¿Cómo pudiste


hacer eso? ―Puse las manos sobre mi cabeza y tiré de mi cabello―. Lo sabía. Sabía
que no estabas de nuestro lado. ¡Todo este asunto de la amnesia es una mentira y
dejé que me engañaras otra vez!

Jack cruzó a habitación y se paró frente a Cole. Apretó las manos en puños.

―Di algo, Cole.


Salí disparada de la silla y me puse de pie junto a ellos. Cole ni siquiera
parecía darse cuenta de la presencia de Jack. Él sólo se quedó mirando hacia afuera
de la ventana.

―¡Cole! ¿Qué está pasando? ―pregunté.

Finalmente, nos volteó a ver.

―Ashe giró a la derecha al final de la calle. Va a delatarnos.

―Por supuesto que sí ―dije―. ¡Y es tu culpa!

―¿Quieren seguirlo para ver cómo se comunica con el resto de las Sombras?
―preguntó Cole―. ¿O quieren quedarse aquí sentados gritándome?

―Prefiero quedarme sentada aquí gritándote ―dije antes de que hubiera


asimilado completamente sus palabras―. Espera. ¿Dijiste seguir a Ashe?

Cole asintió.

En un abrir y cerrar de ojos, Jack estaba dos pasos por delante de nosotros,
abriendo la puerta y saliendo a la calle.
Capítulo 16
Traducido por MaEx
Corregido por Nanis

Everneath. Las calles de Ouros.

N
os quedamos escondidos tan bien como podíamos mientras
seguíamos a Ashe. Recordé de nuevo el día del apagón en el
Everneath, justo antes de que Cole y yo hubiéramos entrado en el
laberinto. Habíamos tenido que escondernos en el sótano.

Esa noche, me había dormido contra Cole. Había pensado que era mi amigo.

Seguimos a Ashe todo el camino hasta el borde de las Comunidades. Me


pregunté por qué Ashe estaba caminando y no volando como el resto de las
Sombras harían. Quizás era porque no era una completa Sombra todavía. De
cualquier manera, estaba agradecida de que no tuviéramos que tratar de seguir a
una Sombra volando en estos momentos. Nos dirigimos hacia la entrada del
laberinto, y por un momento pensé, con una sensación de hundimiento, que
iríamos dentro. Luché para mantener los pies en marcha, pero de repente sentí
como si estuvieran hechos de cemento. No podía hacer frente a ese círculo de tres
anillos de la muerte otra vez.

Pero él caminó pasando la entrada del laberinto. En su lugar, fue detrás de


una pared; y al momento en que entró allí, el contorno de una puerta apareció,
inclinada hacia abajo. Ashe la empujó y descendió.
―¿Seguimos? ―preguntó Jack.

―Si no lo hacemos, puede que nunca tengamos otra oportunidad ―dijo Cole.

Antes de que la entrada pudiera desaparecer otra vez, los tres saltamos
dentro.

Aterricé con un ruido sordo en lo que parecía tierra compacta. Mi columna


comprimida con el impacto.

―¡Ow!

Cole y Jack aterrizaron en un montón junto a mí, levantando una nube de


polvo. Jack cubrió su boca para tratar de suprimir un ataque de tos.

La poca luz que había se desvaneció rápidamente mientras la entrada se


cerraba detrás de nosotros.

Escuché a alguien sacudiéndose el pantalón. Pensé que venía de donde Jack


había aterrizado.

―¿Dónde estamos? ―dijo.

―Um… ¿debajo de Everneath? ―dije.

―¿Debajo de dónde? ―dijo Cole, luego se rió.

―¿Tienes doce? ―pregunté.

Algo hizo click cerca de mí y de repente había un pequeño círculo de luz. El


encendedor de Cole. Estábamos en un túnel oscuro, no como las amplias cavernas
de los Túneles reales; obviamente, esto era más un pasillo a algún lugar.

Mientras mis ojos se adaptaban, un escalofrío recorrió mi espalda. Las


paredes parecían como si estuvieran hechas de hebras de aceite, y las hebras
parecían estar moviéndose y removiéndose como si estuvieran vivas: contracción y
relajación, creando un movimiento ondulatorio.
El efecto lo hacía parecer como si estuviéramos en el vientre de una serpiente
negra, a punto de ser digeridos. Sentí las ondas de movimiento debajo de mis
rodillas. Con cada ola, el túnel parecía hacerse más pequeño.

Me quedé en cuclillas. No había manera de que fuera capaz de ponerme de


pie aquí. La entrada del túnel era quizás metro y medio de alto e igual de ancho,
pero más lejos, parecía más como de un metro.

―Esto debería de ser como Jonah se sintió en el vientre de la ballena ―dije.

Cole me dio una mirada en blanco, pero Jack empezó a temblar a mi lado.
Podía sentirlo. Puse mi mano en su brazo, pero lo alejó inmediatamente. Sabía que
solo era un movimiento reflejo.

―¿Qué está mal? ―pregunté.

Pero entonces me di cuenta de que ya sabía la respuesta. Jack había pasado


décadas enterrado vivo en los Túneles. Tan malo como pensé que el alimentarse
era para mí, Jack lo había tenido peor. Simplemente estuve resguardada con Cole
durante cien años mientras él robaba mi energía. Jack había estado rodeado por
suciedad, la tierra presionando sobre él, robando su aliento. Se había sentido como
si se estuviera ahogando todo el tiempo. Y justo cuando pensaba que iba a morir
por la falta de oxígeno, de alguna manera continuó.

―Lo siento ―dije―. Deberías irte. No hagas esto.

―No te voy a dejar sola con él ―dijo. Ahora que estaba angustiado, no pudo
ocultar su desconfianza hacia Cole.

―No tenemos ni idea de hasta dónde llega este túnel ―dije―. No puedes
hacer esto. Aparte del hecho de que apenas puedes respirar… no. No te dejaré.

―No tienes otra opción ―dijo―. No voy a dejarte. No. Lo prometimos, y no


estoy a punto de romper mi promesa. No por esto.

Suspiré. Cole mantenía su encendedor, su rostro mostrando que no quería


estar en medio de cualquier cosa.
―Escucha. ¿Qué pasa si algo nos ocurre? ―dije―. ¿Qué pasa si no podemos
volver a salir? Alguien tiene que estar en el exterior. Deberíamos haber pensado en
esto antes. Pero alguien tiene que saber dónde estamos.

Incluso con las más ligera y tenue luz, la cara de Jack se veía pálida y
cenicienta. Sería inútil para nosotros en esa condición, pero no iba a decirle eso.

―Podrías ser nuestra única oportunidad ―dije―. Ve fuera. Pon tu oído en el


suelo. Trata de averiguar si algo está ocurriendo.

―¿Qué sobre mi pérdida de energía? ―preguntó Jack.

Cole señaló hacia los pies de Jack.

―No es muy fuerte para empezar. Ahora es apenas visible. Estarás bien
siempre y cuando te quedes en las sombras.

Jack asintió. Por suerte, estaba de acuerdo con nosotros, porque no había
manera en la que sobreviviría en un lugar tan pequeño. De hecho, solo verlo me
hizo preguntarme si alguno de nosotros sobreviviría. Pero Cole y yo estábamos
más delgados que Jack, y no habíamos sido traumatizados tanto como él.

Jack llegó hasta donde había estado la entrada. Por un segundo me pregunté
si realmente se abriría de nuevo o si todos estábamos atrapados aquí, pero se abrió
bajo la presión de su mano.

―De acuerdo. ¿Cuánto tiempo antes de que deba empezar a preocuparme?


―dijo Jack.

―Ahora. ―Sonreí. Jack me miró a la cara e instantáneamente se relajó un


poco, hasta el punto en el que incluso sonrió.

―Está bien, voy a empezar a preocuparme en este momento. ―Agarró mis


hombros y me acercó y presionó sus labios contra los míos. Lancé mis brazos
alrededor de su cuello y me perdí en el beso. Sus labios se separaron, y los míos
también lo hicieron. Sentí el beso en todas partes. Y de repente no estábamos en el
vientre de la serpiente. Estábamos en la Superficie, y ambos teníamos nuestros
corazones, y estábamos en la real luz del sol. Y estábamos completos y juntos.
Era ese tipo de beso.

Cole aclaró su garganta.

Finalmente, nos separamos.

―Te veré pronto ―dijo Jack.

―Muy pronto ―dije.

Entonces, Jack saltó fuera del agujero y cerró la puerta detrás de él, y Cole y
yo estábamos solos.

Cole estaba mirándome con una expresión curiosa.

―¿Qué? ―dije.

Negó.

―Yo solo… Tú y Jack. ¿Cuánto tiempo han estado juntos?

―Años. Pero se siente como una eternidad. ―Usé mis manos para
ahuyentarlo hacia delante―. ¿Por qué?

―Porque no lo veo. Ustedes dos.

Suspiré, recordando cuando él había dicho casi lo mismo el día que


seregrafiamos las camisetas de Dead Elvises en la tienda GraphX. Y ahora
estábamos siendo digeridos por un grasiento túnel y todavía estábamos hablando
sobre ello.

―¿Qué? ―dijo. Mientras más avanzaba en el túnel, recurrió a arrastrarse


como en el ejército unos pocos metros atrás. Hice lo mismo.

―Hemos tenido esta conversación antes ―dije―. Cuando nos conocimos.


Justo antes de que tú… ―Mi voz se desvaneció.

―¿Antes de que yo qué?

Aparté la vista.
―Continuemos.

―No. Termina lo que estabas diciendo. ―Dejó de moverse, y sabía que no


empezaría otra vez hasta que yo hablara.

Así que desembuché la respuesta.

―Justo antes de Vincularme contigo.

Se quedó callado por un momento.

―¿Por qué te Vinculaste conmigo?

―No sé. No importa ahora. Tenemos que irnos.

―Sí ―dijo, su voz un susurro―. Es importante para mí.

Suspiré y luego miré más allá de él donde el túnel desaparecía en la


oscuridad.

―No tenemos tiempo.

―En unas cien palabras o menos.

Cien palabras para explicar cómo había muerto mi madre, cómo su asesino se
había librado por un tecnicismo, y luego, cómo pensé que Jack me había engañado.
Y Cole estaba allí para mí.

―Hice una serie de malas decisiones. Pensé que nada podría ser peor que
sentir tanto dolor. Pero estaba equivocada.

Finalmente, miré hacia él. Frunció el ceño.

―Y venir conmigo terminó siendo peor que el peor dolor que pudieras
soportar.

Asentí lentamente.

―Lo siento. ―Las palabras quedaron flotando en el agobiante aire del


pequeño agujero por un largo tiempo―. Siento el hacerte eso.
No sabía qué decir. Cole nunca había estado disculpándose por nada de lo
que había hecho. De hecho, él siempre había creído que ser un Sempiterno, y
succionar la vida de alguien, era moralmente defendible. Debido a que fue la
elección del Desposeído. Debido a que se trataba de la vida triunfando sobre la
ausencia de vida.

No podía creer que se estuviera disculpando ahora. Y de repente, sabiendo


que él detuvo mi corazón, sabiendo que me había engañado para renunciar a él,
sabiendo que me había traicionado… ahora que estaba disculpándose, estaba
furiosa.

―Te llevaste todo de mí ―dije, mi voz temblando―. Me engañaste para


convertirme en un Sempiterno. Tú me hiciste esto a mí.

―Lo siento ―dijo otra vez. Puso su mano sobre su corazón como si
necesitara evitar que se desparramase. Pero él no tenía corazón.

―¡Deja de disculparte! ―Las palabras fueron fuertes, pero fueron


rápidamente digeridas por las vibrantes paredes―. Hay algunas cosas por las que
no puedes disculparte. Algunas cosas son demasiado grandes para una disculpa.
Algunas cosas… ―Mi voz se apagó mientras me recordaba diciendo algo similar a
Jack cuando yo había Retornado primero.

A veces cuando alguien se mantiene perdonando a otra, se convierte en demasiado.

―Mira, esto no va a ninguna parte ―dije―. Vamos.

Cole asintió como si no hubiera nada en el mundo que quisiera más en este
momento que escaparse de la conversación actual.

Señaló por delante de él.

―¿Quieres ser la primera o la última?

Pensé en ello. Si iba la última, todo lo que estaría pensando es que si alguien
estaba persiguiéndonos me atraparían primero. Quizás lo mismo ocurriría si estaba
al frente, pero al menos, en frente sabía que estaba enfrentando el peligro.
―Primera ―dije.

Se movió hacia un lado y luego extendió los brazos en un “después de ti”


condescendiente camino. Me deslicé por delante de él y empecé a gatear.
Capítulo 17
Traducido por Brendy Eris
Corregido por Nanis

El Everneath. El pasadizo a la red de Sombras.

L
a única iluminación provenía de forma intermitente desde el
encendedor de Cole detrás de mí. E incluso cuando lo encendió, yo
estaba bloqueando la mayor parte.

―Solo déjalo ―le dije―. No sirve de nada.

Cole lo pago. Pude ver, lejos en la distancia, un punto de luz que se movía
arriba y abajo. Pero cuanto más me concentré en ello, más me di cuenta de que no
era luz en movimiento. Era la ola del túnel moviéndose hacia arriba y hacia abajo.

―¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos allí? ―le dije.

Cole gruñó mientras seguíamos a través de una parte particularmente


estrecha del pasadizo.

―No lo sé. No había pensado en eso antes.

―¿Qué quieres decir?

―Bueno, el momento en que pensé en derramar los granos sobre nuestro


plan a Ashe, supuse que conseguir que nos creyera llevaría más tiempo de lo que
lo hizo. No era parte del plan que Ashe en realidad mordiera el cebo tan
rápidamente.

―Así, que, tu plan era, A, conseguir que Ashe mordiera el cebo, ¿y luego no
hubo B?

―Básicamente.

―De repente no quiero ser la primera en el túnel

Seguimos arrastrándonos. Las olas comenzaron a afectar a mi estómago, y


muy pronto mi objetivo era no sólo llegar al final, sino también no vomitar en el
camino. No ayudó que continuaba imaginando jugos digestivos a lo largo de las
paredes y el suelo. Jugos que estaban deteriorando lentamente mi piel. Pero la luz
se acercaba. Y el aire en el túnel se volvió frío.

―Cuando lleguemos allí ―dijo Cole―, no hagas nada. Sólo vamos a echar
un vistazo a donde se encuentra su sede y ver si podemos ver algo que te ayudará.
No tomes ningún riesgo.

Rodé mis ojos, a pesar de que Cole no podía verme.

―¿Qué te pareció que iba a hacer? ¿Anunciar nuestra llegada?

Cuando nos acercamos a la apertura, pude ver que la luz no venía de fuera.
En lugar de ello, venía de una pelota brillante gigante con forma de huevo. Las
Sombras bailaban de un lado a otro frente a ella. Sombras. Reunidas alrededor de
la pelota como los humanos reunidos alrededor de una fogata.

Las paredes de la habitación eran redondas y pulsantes. Si el túnel era el


esófago de la serpiente, este era el estómago.

―¿Qué ves? ―preguntó Cole.

―Una bola que brilla intensamente. En el centro de… un cavernoso…


estómago.

―¿Qué?
Me concentre en describir la escena.

―Es tan grande como las cavernas de Vinculación. Las Sombras se reúnen
alrededor de la pelota, tocándola. Y cuando la tocan, la luz de la bola se condensa
contra sus dedos. Es como si estuvieran obteniendo poder de la pelota

De repente, una figura más densa se acercó a la pelota y le puso una mano
más definida en su superficie. En vez de dibujar la luz hacia su lado, el contacto
empujó la luz más lejos.

―Es Ashe ―le dije―. Tocó la pelota. Pero la luz se va lejos de su toque.
―Ondas de luz emanaron desde el punto de contacto, y de pronto, por encima de
la bola, una imagen apareció. Tridimensional, como un holograma.

A la vista, cada Sombra en el lugar se quedó helada. Se volvieron hacia el


holograma expectantes, como si lo que estuviera a punto de aparecer fuera una
gran noticia.

En el interior de la imagen un rostro comenzó a tomar forma. Alguien con el


cabello corto. Rubio.

Era la cara de Cole. Luego mi cara. Luego el rostro de Jack. Existiendo para
que todas las Sombras las vieran.

―Tenemos que salir de aquí. ¡Ahora!

Comencé a gatear hacia atrás, mis pies chocando contra la cara de Cole.

―¡Cuidado, Nik!

―¡Muévete, muévete!

Nos arrastramos hacia atrás hasta que llegamos a un lugar que era lo
suficientemente grande para que nos volteáramos. Tal vez fue porque yo era
mucho más pequeña, pero me movía más rápido de lo que Cole podía. Empujé
contra sus pies, tratando de darle una palanca adicional como un trampolín.

La luz detrás de nosotros se volvió débil, como si alguien estuviera


bloqueando el punto de salida.
―¡Más rápido! ―le dije―. Creo que alguien va a venir.

Eso encendió un fuego en Cole. Se arrastró hacia adelante. Desde que la


entrada en el otro extremo estaba cerrado, no podíamos decir lo cerca que
estábamos hasta que Cole en realidad cayó en la antesala de tierra.

Lanzó su hombro hacia arriba contra la puerta, y caímos amontonados al aire


libre en el suelo. Jack no estaba allí, pero no tuve tiempo de preguntarme dónde
estaba. El que estaba detrás de nosotros fue a la derecha sobre nuestras huellas.
Zarcillos de líquido oscuro como el petróleo llegaron alrededor del borde de la
puerta.

Sombras. Quería desesperadamente una traviesa3 de ferrocarril o algo para


tirar a través de la entrada, para encerrarlos dentro.

Al segundo que pensé en ello, una corriente de vapor emano de mi pecho,


formando un objeto grande, rectangular. Flotaba hacia la entrada, y se solidificaba,
pude ver como se convirtió en una traviesa de ferrocarril. Se encontraba frente a la
entrada en las ranuras de cada lado, asegurándola cerrada.

Cole se puso de pie, miró a la traviesa de ferrocarril, y luego me ayudó a


levantarme. Los dos empezamos a correr.

―¿Cómo hiciste eso? ―dijo.

Negué con la cabeza.

―¡Sigue corriendo!

Las señales por las calles cambiaban para mostrar tanto la cara de Cole y la
mía, y debajo de la imagen, estaban las palabras Traidores a la nación.

Cole me agarró la mano y cerró los ojos, y me tomó una fracción de segundo
cuando mis pies estaban levantados del suelo para darme cuenta de lo que estaba
haciendo.

3
Traviesa: En vías férreas, las traviesas o durmientes, son los elementos transversales al eje de la
vía que sirven para mantener unidos y a la vez a una distancia fija a los dos carriles (rieles) que
conforman la vía.
―¡No! ―Tiré mi mano―. No estamos dejando a Jack.

Parecía como si fuera a tratar de agarrar mi mano de nuevo, pero luego cerró
los ojos y asintió con la cabeza rápidamente.

Bajamos por la calle. Un par de Sempiternos nos vieron venir y saltaron fuera
del camino. Tomé la primera a la derecha y luego a la izquierda y luego otra
derecha, tratando de hacer que nuestros movimientos fueran tan al azar como
fuera posible. ¿Por qué no habíamos discutido otro punto de encuentro?

Me concentré en Jack. Su rostro. Sus pómulos. Su cabello marrón desgreñado.


Las líneas de su cuerpo. La forma en que se movía. La forma en que movía su dedo
anular. El corte en su frente.

Una barra pequeña apareció a mis pies, exactamente igual que la cuerda que
me había llevado a Jack cuando él estaba atrapado en los Túneles.

―¡Por aquí! ―grité a Cole.

Nos guié alrededor de las esquinas, yendo hacia cualquier lugar que la
cuerda señalaba. Pasando a los últimos Sempiternos, la mayoría de ellos nos dio
miradas extrañas. Obviamente, el cambio en los carteles no había impactado,
porque nadie nos abordó.

En un momento vimos a un par de Sombras bloqueando nuestro camino, por


lo que cortamos a través de un callejón oscuro. Pero cuando llegamos al final, no
había manera de salir. Nos dimos la vuelta y casi chocamos contra Ashe.

Él nos había atrapado. No había ningún lugar para ir y no había manera en


que pudiera correr más rápido. Presa del pánico, me volví a Cole

―Ashe ―dijo Cole, un tono de súplica en su voz.

Ashe alcanzó una puerta en el edificio en la pared derecha. La abrió. ¿Iba a


encerrarnos en el interior?

―Sigan por el pasillo, y luego giren a la derecha ―dijo―. Pueden ir más allá
de las Sombras de esa manera.
Me quedé mirándolo, sospechoso.

Ashe observó mi expresión.

―Si quisiera entregarte ahora mismo, lo haría. Y hay algo más ―dijo Ashe―.
Cuando compartí tus intenciones con la red, eso fue antes de que pensara en algo
que podría ayudarte. Si consigues poner tus manos ahí… ―Su voz se cortó, y se
quedó paralizado a mitad de la frase. Tenía la boca abierta, como si le doliera. Casi
miré detrás de él para asegurarse de que alguien o algo no lo había apuñalado.

―¿Ashe? ―le dije.

Él negó y comenzó de nuevo.

―Encuentra… ―Una vez más se detuvo. Cerró los ojos―. No puedo decirlo.

Cole dio un paso adelante.

―¿Porque sería traicionar el Everneath?

Ashe bajó la cabeza, respiró hondo, la levantó de nuevo, y dijo:

―Cronos. ―Apretó sus dientes negros, y la siguiente palabra salió como un


gruñido casi indistinguible―. Tántalos. ―El momento en que la palabra salió de
sus labios, se desplomó en el suelo.

Cole me agarró la mano.

―¡No tenemos tiempo! ―Me llevó al interior del edificio. Seguimos las
instrucciones de Ashe y tropezamos a una calle vacía, al final de la cual estaba Jack,
derribando uno de los miles de carteles de la cara de Cole.

―¡Jack! ―le dije.

Nos vio corriendo hacia él, y me tendió las manos. Cole agarró una y me
agarró la otra, y nos congelamos, esperando para salir del suelo.

Y no pasó nada.

―Cole ―le dije, mirando el camino por el que habíamos venido―. Haz algo.
―Lo sé ―dijo Cole―. Estoy tratando de concentrarme. Estoy pensando en
alzar.

Se incorporó de puntillas.

Tentáculos de aceite negro aparecieron alrededor del borde del edificio que se
encontraba en la esquina de la que acabábamos de venir.

―¡Ya están aquí! ―le dije. Jack trató de soltar mi mano, y yo sabía que iba a
encargarse de ellos―. ¡No! ―le dije, agarrándolo con más fuerza―. No vas a ser
capaz de tocarlos. Quédate quieto.

Las Sombras se movían como una nube, o más bien como un tornado,
viniendo por el camino.

―¡Cole! ―Hundí mis uñas en su mano.

―¡Lo estoy intentando!

―Piensa en un lugar. Un lugar tranquilo. Si puedes imaginarlo, entonces yo


apuesto a que es un lugar real en el que has estado. Piensa en ello. Ponte ahí.

Los ojos de Cole se cerraron. Era una mina cerrada, pero yo no podía dejar de
mirar las Sombras viniendo por nosotros. Estábamos a pocos minutos de ser
tragados.

―Sabes cómo hacer esto ―le dije―. Sólo tienes que recordar.

En la posibilidad de que este era el final, tuve un pensamiento.

―Los amo chicos ―le dije. Tuve sólo un instante para darme cuenta, con
sorpresa, que en verdad los amaba, a mi manera.

Una ráfaga de viento frío se apoderó de mi cara.

―Espera ―dijo Cole.

Justo cuando la primera Sombra envolvió un remolino de aceite alrededor del


brazo de Jack, nuestros pies se levantaron de la tierra. Y luego fuimos hacia arriba,
las Sombras gritando detrás de nosotros.
Nos colamos en la tierra, un montón de extremidades y torsos. El brazo de
Cole había caído sobre mi cara. Yo no podía ver nada.

―Ay ―le dije.

―Lo siento ―dijo. Quitó el brazo, y la luz del día, luz de día verdadero, me
cegó. Por encima de mí estaba el claro cielo azul. Me esforcé en ponerme en una
posición sentada y miré alrededor. Estábamos en un camino de tierra rodeado de
kilómetros y kilómetros de campos verdes. La tierra era plana, el horizonte
claramente evidente en todos los lados. El lugar no parecía del todo familiar.

―¿Dónde estamos? ―le dije.

Cole estaba sentado a mi lado. Él negó con la cabeza como si tuviera dolor de
cabeza.

―No lo sé.

Jack ya estaba de pie. Se dio la vuelta en un círculo completo.

―No veo nada, además, ¿qué son esos, tallos de maíz? Ningún pueblo. No
hay estructuras. ―Miró a Cole y entrecerró los ojos―. ¿Dónde diablos estamos?

Cole frunció el ceño.

―Te diré dónde no estamos. No estamos siendo perseguidos por Sombras

―Las Sombras no nos habrían perseguido si no le hubieras contado nuestros


planeas reales a Ashe. ―La nariz de Jack aleteaba.

Cole no dio marcha atrás.

―No hubiéramos encontrado nada si no hubiera seguido mis instintos.

―¡Fue una apuesta! ¡Con mi vida y la de Nikki! ―Los puños de Jack se


cerraron con fuerza―. Si yo fuera a hacer tus apuestas, diría que acabas de
conseguir un buen poco de sabotaje por volver allí.

―Oye, yo no tenía que traerte aquí. Podría haber simplemente tomado a Nik
y alejarme, dejándote lidiar con las Sombras.
―Sí, todos vimos lo bien que te alejas.

Me interpuse entre ellos.

―Está bien, muchachos, cálmense. Pero no todo fue en vano. Vimos la red de
Sombras, y Ashe nos ayudó al final, que nos dio nuestro próximo paso.

―¿Cómo? ―dijo Jack.

―Él dijo que había algo que nos podría ayudar. ―Miré a Cole para su
confirmación―. Tántalo Cronos.

Cole asintió

Jack entrecerró los ojos.

―¿Qué es Tántalo Cronos?

Cole y yo nos encogimos de hombros.

―Vamos a trabajar con eso más tarde ―le dije―. Estamos a salvo, por ahora.
Sólo tenemos que averiguar dónde estamos.

Cole miró a su alrededor también.

―Este lugar se siente familiar.

Jack se cruzó de brazos.

―¿No puedes… movernos a otro lugar otra vez?

Cole se encogió de hombros, pero en realidad sabía la respuesta a esta


pregunta.

―Tendría que llevarnos a Everneath primero. Y en la forma que está, no está


garantizado que nos llevaría más cerca de casa. Y no sólo eso, se necesitan grandes
cantidades de su energía.

Cole asintió.

―Si. Lo que ella dijo.


Jack suspiró.

―Entonces, ¿qué vieron ahí abajo? ¿Cómo luce la red?

Le expliqué a Jack sobre la cosa gigante brillante en forma de huevo que


habíamos visto a Ashe tocar, y la convención de Sombras que parecía estar
pasando.

Jack entrecerró un ojo en una especie de manera reflexiva.

―Creo que he visto algo así en los papeles de la señora Jenkins.

―¿Qué decía? ―le dije.

―No lo sé. En ese momento, no estaba seguro de que un huevo brillante


significaría nada. Los papeles están en la parte de atrás de mi auto,

Cole miró de mí a Jack y viceversa.

―Así que, ¿qué hacemos ahora?

Jack suspiró.

―Empezamos a caminar.

―¿Por dónde? ―dijo Cole.

Jack entrecerró los ojos mientras giraba lentamente alrededor. Se detuvo.

―Ya está. Algo en el horizonte. Es un largo camino desde aquí, pero


probablemente hay una casa de campo o algo. Esperemos que estemos en los
Estados Unidos. No empacamos exactamente nuestros pasaportes.

Empezamos a caminar hacia el punto negro. Empecé a preguntarme si


realmente alguna vez Cole había estado aquí. Parecía muy remoto, y los campos de
maíz no son exactamente escena de Cole.

Vi a Jack por el rabillo de mi ojo mientras caminábamos. Su rostro era suave y


sereno, y estaba asombrada por lo bien que estaba tratando con toda la locura. Una
novia que lo había dejado pasar un siglo en el Everneath con otro chico. Una novia
que siempre estaba a punto de morir. Una novia que básicamente tenía que besar a
otro hombre cada noche, mientras que lo único que podía hacer era mirar.

Me tomó sólo un segundo para darme cuenta ―o recordar― que todo lo loco
giraba a mi alrededor.

Jack me vio mirando.

―No pienses en eso, Becks

―¿Pensar en qué? ―le dije.

La comisura de su boca se levantó.

―Conozco esa mirada. Se presenta en los momentos tranquilos, como éste. Sé


que estás pensando que todo esto es tu culpa y que estaría mejor sin ti. Pero aquí
está la cosa que hay que entender. ―Se detuvo y me agarró de los hombros―. Tú
eres mi paz y mi casa. Tú eres todo. El dolor no es real. Los corazones lo son

Yo contuve la respiración. Parpadeé rápidamente. Si hubiera tenido un


corazón, le hubieran salido alas y volaría fuera de mi pecho en el cielo azul.

―Respira, Becks.

Respiré.

―¿Cómo fuiste alguna vez un jugador de fútbol?

Sus labios temblaron.

―No todos los futbolistas son tontos.

Entonces las palabras se derramaron, como siempre lo hacían cuando mi


pulso estaba acelerado.

―Pero son grandes, y se taclean entre ellos, y se golpean sus bajos, y dicen
cosas como “pigskin4” y “blitz5”.

4 Pigskin: Ataque sorpresa.


5 Blitz: Duelo.
Jack se acercó y levantó una ceja.

―Y pase. Y holding. ―Envolvió sus brazos alrededor de mí.

―Ugh. ―Cole hizo un sonido real de náuseas.

Los dos nos volvimos a mirarlo.

―Lo siento ―dijo Cole, mirando horrorizado―. No tengo ni idea de dónde


salió eso.

―Yo sí ―dijo Jack―. Creo que tus instintos naturales son cada vez más
fuertes.

Cole frunció el ceño, y las líneas alrededor de su boca se volvieron firmes.

―¿Qué es eso? ―le dije.

Cole trató de sonreír, pero el esfuerzo era débil.

―Ambos tienen estas historias, y puedes aferrarte a ellas en momentos como


éste. Pero yo… estoy sintiendo un poco de nostalgia por mis recuerdos.

Eché un vistazo a Jack, que inclinó la cabeza y asintió. Suspiré.

―¿Qué tal si te cuento una historia?

Cole se detuvo.

―Me encantaría.

Asentí otra vez. Recuerdos. Tantos recuerdos, muchos de los que me hubiera
gustado olvidar para siempre, como el despertar después de un siglo de Cole
alimentándose de mí.

―¿Qué quieres saber?

Cole se rió entre dientes.

―Si lo supiera, no tendría este problema. ¿Tienes algún recuerdo que hable…
de mí?
No estaba segura de poder decir objetivamente una historia acerca de mi
historia con Cole. Cada recuerdo estaba contaminado con todas las cosas que sabía
de él ahora, pero no las sabía entonces. No hacia las cosas más fáciles el hecho de
que Jack estaba escuchando, y muchos de los recuerdos más positivos que tenía de
Cole se llevaron a cabo durante el tiempo en que Jack estaba en un campamento de
fútbol y terminó conmigo siguiendo a Cole al Inframundo. No creía que ninguna
de esas historias fueran seguras.

Pero me sabía otras historias. En particular, tenía el recuerdo que


acompañaba a ese primer beso en el patio durante Escritura Creativa, cuando
descubrí exactamente cómo Cole me mantendría con vida. No había pensado en
ello desde entonces, pero ahora que me había centrado en él, toda la historia me
vino a la cabeza con tal claridad, que era como si la hubiera vivido yo misma

―Solías vivir en una granja, en Noruega ―le dije―. Imagínate a un hombre


joven que trabaja en un campo.

1186, la Superficie. Noruega.

Un hombre joven con el cabello rubio alzó una pala de hierro por encima de
su cabeza y la empujó hacia abajo en un hoyo. El sol del verano brillaba detrás de
él, dando a su cabello un aspecto de halo. Durante estos meses, el sol no se
ocultaría hasta tarde en la noche, haciendo largas las horas de trabajo.

El hombre era joven para trabajar en el campo por su cuenta, y los hombros le
dolían por el nuevo peso de la responsabilidad puesta sobre ellos después de que
su padre había sucumbido a la fiebre. Como el hombre más viejo, el joven tomó su
lugar en el campo, su hermano menor, Edgar, asumió la posición de aprendiz de
granja que el joven dejó vacante.

El joven dejo la pala a un lado y tomó un pico. Se hundió en la tierra dura,


suavizando el suelo a su paso.

―¡Coleson! ―La voz de Edgar sonaba sin aliento.


Coleson miro para ver a su hermano de dieciséis años de edad, corriendo
hacia él. Hundió el pico en la tierra y lo dejó allí, de pie en posición vertical.

―Edgar. ¿Qué pasa? ―Tomó la pala de nuevo.

―Ya vienen.

Coleson se enderezó. Se sacudió el polvo del pantalón y sacudió la cabeza.

―¿Cuál enviaron para el skora a hólm6? ―preguntó Coleson a su hermano.

Edgar miró hacia abajo.

―Gunnar.

Por supuesto. Gunnar era el más grande de la manada Hólmgang.


Probablemente habían oído hablar de la muerte del padre de Coleson. Se
aprovecharían de las familias que quedaron atrás, que eran más vulnerables. Era
fácil desafiar a los sobrevivientes a un duelo para robar su propiedad.

―Se supone que Hólmgang está fuera de la ley ―dijo Edgar.

―Que se lo digan a Gunnar.

Coleson marchó hacia la casa, echando a un lado la pala.

―¿Qué estás haciendo? ―preguntó Edgar―. Es posible que la necesites.

El ceño fruncido de Coleson se estableció.

―No, no lo haré.

Entró en la casa y tomó el más grande morral que podía ver.

―¡Madre! ―gritó. Una hermosa mujer de largo, trenzado cabello rubio salió
de la cocina―. Madre, nos vamos.

Coleson se dedicó a empacar los artículos más valiosos dentro de su bolsa.

6
Skora a hólm: El reto oficial a un duelo.
―¿Qué? ¿Por qué? ―le preguntó su madre.

Edgar entró por la puerta.

―Gunnar viene, madre. Él viene para el duelo. Y si Coleson gana, tendremos


todo lo que Gunnar posee. Esas son las reglas del Hólmgang.

Coleson gruñó mientras empujaba la última de las copas de plata en la bolsa.

―No voy a pelear. ―Edgar y su madre lo miraron.

―¿Qué quieres decir? ―dijo su madre.

―Quiero decir que si lucho, perderé. Y ambos saben la historia de Gunnar.


No se detendrá hasta que muera y tenga la finca. Y entonces, ¿dónde irán ustedes?
―Empujó un plato en la bolsa. Como nuevo hombre de la casa, Coleson sabía que
su primera obligación tenía que ser su familia―. No, tomamos lo que podemos y
corremos

La boca de Edgar estaba abierta por un momento.

―¿Qué pasa con el honor de la familia? El honor exige quedarse y luchar. Sin
ella, vamos a ser rechazados en todas partes a donde vayamos

Coleson dejo caer la bolsa y se volvió a su hermano.

―¡Esto no es como las peleas que se consiguen en la taberna! Se trata de una


muerte segura. ―Agarró la mano de su hermano y se la llevó a su pecho, justo
encima de su corazón latiendo―. Así es la vida. No importa si estamos en la granja
o… en otro lugar

Edgar tiró de su mano.

―No hay vida sin honor. No voy a abandonar nuestra tierra. Y si no vas a
pelear, entonces yo lo haré

Coleson se volvió hacia su madre, que avanzaba poco a poco hacia Edgar.
Coleson le tendió la mano.

―Madre. Entiendes que tenemos que correr.


Ella negó.

―Entiendo que este es nuestro hogar. Y no vamos a huir simplemente porque


una banda de matones nos desafía por nuestra tierra. Yo estaré donde tu padre se
paraba, si estuviera con nosotros

Coleson miró a su madre, a su hermano, y vaciló. Era sencillo para ellos


hablar de palabras como el honor, cuando era la vida de Coleson la que estaba en
riesgo.

Su hermano no tendría la misma postura si él tuviera que luchar.

―Me voy ―dijo Coleson―. Y los dos son bienvenidos a venir conmigo. O
pueden quedarse aquí y morir, con su honor.

Coleson sabía que si se marchaba, su familia le seguiría pronto. Todo el


mundo sabría que se vieron obligados a seguirlo. De esa manera serían capaces de
mantener su honor. La desgracia se basaría entonces solo en Coleson.

Levantó la bolsa en lo alto sobre su hombro y se fue, pero no muy lejos. En


cambio, se escondió más allá de los árboles que bordeaban la propiedad Stockflet y
esperó. Tan pronto como aparecieran su madre y su hermano, correría a su
encuentro.

Pero durante dos días no aparecieron. La única actividad provino de un


grupo de cuatro hombres a caballo, que irrumpieron hacia la casa de campo.

Edgar salió al encuentro de ellos, un hacha en la mano. Coleson no estaba lo


suficientemente cerca para escuchar cualquiera de las palabras habladas, pero
estaba lo suficientemente cerca para ver la espada de Gunnar atravesar el pecho de
su hermano.

Coleson dio la vuelta, ahogando un grito. Y luego se echó a correr.

Dos días más tarde, la noticia de una terrible tragedia llegó a la posada donde
se alojaba Coleson. Toda la familia Stockflet fue asesinada durante un Holmgang. El
cuerpo del hermano mayor nunca fue encontrado.
Cuando Coleson se enteró de la noticia, salió de la ciudad y cambió su
nombre. Usó el dinero de los objetos de valor que había recogido para comprar un
aprendizaje. Nunca volvió a hablar de la familia que había abandonado.

La Superficie. Todavía ni idea de dónde estamos.

Cole me miró fijamente, paralizado. Me aparté el cabello de los ojos y le hice


un gesto hacia adelante. Seguí adelante con el resto de la memoria que Cole había
compartido conmigo.

―Te obsesionaste con el mito de Hércules, en especial la parte donde fue


maldecido con la incapacidad de discernir el bien del mal. Creías que sería una
bendición

La revelación explicó mucho sobre Cole.

Cole cerró los ojos.

―¿Cómo sabes esta historia? ¿Estabas allí?

―No. Era un recuerdo de tu mente antes de la amnesia. La compartiste


conmigo cuando me alimente de ti. Pero yo no sabía los detalles de la misma hasta
que empecé a decírtela en este momento.

―Creí que habías dicho que Sempiternos mataron a mi familia.

Oh, mierda.

―Lo hicieron ―dije, nerviosa―. Tu familia lejana. No la familia inmediata.

Por un momento me sentí un poco culpable por la historia de fondo falso que
le había dado por mis propias razones egoístas. Se estaba volviendo más difícil de
recordar todas las razones por las que odiaba a Cole, sobre todo ahora que había
conseguido esta visión de su trágico pasado.
Jack estaba tan tranquilo a mi otro lado. Me pregunté si se sentía mal por Cole
o si la historia lo hizo odiar aún más a Cole.

―¿Cómo pude dejarlos así? ―preguntó Cole―. Es despreciable…

Me aclaré la garganta.

―Solías decir que no había tal cosa como el bien o el mal. Sólo había vida y la
ausencia de vida

A la luz de esta memoria de Cole, pensé que tal vez entendía un poco más
acerca de sus motivos. Podía entender el anhelo de olvidar. La necesidad de
centrarse en algo tan simple como la vida y la muerte, y no en el bien o el mal.

―Olvida el pasado ―dijo Jack en voz baja detrás de mí―. La pregunta es, ¿el
recuerdo despertó cualquier tipo de reconocimiento en ti?

Cole cerró los ojos, como si estuviera buscando en su cerebro algo. Negó.

―No. Pero de alguna manera sé en mis huesos que la historia es verdadera

Nos quedamos en silencio mientras caminábamos hacia el punto, que ahora


que estábamos más cerca podíamos decir era una casa.

Una casa de campo.

El débil sonido de funcionamiento de maquinaria agrícola nos llegó a través


del aire. Un hombre conducía un tractor a través de uno de los campos adyacentes
a la casa de campo.

Los ojos de Cole eran salvajes, como los ojos de un niño en una tienda de
dulces.

Diez minutos más tarde, estábamos montados en un remolque de heno


conectado a la parte trasera del tractor. El agricultor había accedido a darnos un
paseo a la ciudad más cercana, Blue Hill.

Estábamos en Nebraska.
El tractor se detuvo frente a una pequeña tienda de comestibles situada detrás
de la desolada calle principal.

―Tenemos que llamar a Jules ―dije, saltando de la paca de heno―. Si la


reina sabe de los Dead Elvises, me encontrará. Y eso significa que va a encontrar a
mi familia. Jules puede ayudar. Ella puede llevarnos a casa.

El teléfono de Jack estaba muerto. Él le hizo señas a un hombre al otro lado de


la calle, corrió hacia él, y habló por un momento. El hombre asintió y le entregó un
teléfono celular.

Jack regresó y me pasó el teléfono.

Marqué el número de Jules.

―Jules ―dije―. Es Becks.

―¡Becks! ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

―Sí. Estamos en… Nebraska. Es una larga historia. Pero necesito tu ayuda.

Le expliqué lo suficiente de la situación para que ella supiera que estaba


diciendo la verdad, y luego inventamos una coartada que podría usar para hacer
que mi padre y mi hermano salieran de la casa.

Cuando lo teníamos todo resuelto, me preguntó:

―¿Estas realmente bien?

Miré a Jack. Bueno, estaba parada en Nebraska con un Sempiterno amnésico


y un novio claustrofóbico, después de haber escapado de casi ser asfixiada hasta la
muerte por un ejército de Sombras.

―Todo está bien ―le dije―. Te lo explicaré todo más tarde. ¿Pero Jules?
―¿Sí?

―Gracias. Gracias.

Cuando colgué, solté un suspiro de alivio.

―Ella se encargará de esto ―dije―. Aunque creo que es seguro decir que
cuando todo esto termine, voy a tener que ir a rehabilitación por tiempo
indefinido.

Jack tenía un brillo en sus ojos, y me di cuenta de que yo había hecho


referencia a un futuro en el que los dos estábamos enteros y vivos y no luchando
por la supervivencia.

Pero para llegar a ese futuro, no podía haber un Everneath. Y en este


momento era mucho más que un Everneath.
Capítulo 18
Traducido por Rivery
Corregido por Nanis

La Superficie. Tratando de salir de Nebraska.

U
na vez que encontramos un aeropuerto, pudimos regresar a casa,
pero para llegar al aeropuerto tuvimos una caminata, otro paseo
en tractor, y un viaje en bus y en taxi.

Probablemente no necesitábamos el segundo paseo en tractor en realidad,


pero Cole se entusiasmó cuando vio uno en alquiler.

Mientras esperábamos el autobús, nos sentamos en un banco, yo entre Cole y


Jack. No podía dejar de bostezar. Cole se inclinó hacia mí.

―Estás cansada. Déjame alimentarte ―dijo.

Miré a la derecha y a la izquierda a la gente a nuestro alrededor.

―Aquí no ―dije.

Jack se había puesto rígido a mi lado, pero permaneció en silencio.

―¿Por qué no? ―preguntó Cole―. Estás exhausta.

―Todos lo estamos.
Jack se volvió hacia mí.

―Sólo hazlo, Becks. ―Sonaba resignado.

No sabía por qué me sentía tan incómoda al respecto. ¿Era por escuchar todas
las historias de su pasado? ¿Escuchar cómo se sentía sobre el amor?

Hubiera preferido no alimentarme de Cole, pero no podía negar el


agotamiento que llegaba hasta mis huesos. Reconocía la debilidad creciendo ahora.

Cerré los ojos y sentí a Cole moverse hacia mí, su aliento en mi cara, sus
labios tocando los míos. Era tan consciente de la forma en que Jack estaba
observando que me tomó unos minutos darme cuenta de que Cole estaba
compartiendo involuntariamente un recuerdo de nuevo. Un recuerdo oscuro. El
primer recuerdo desde su amnesia que tenía distintas formas y una línea
argumental definida.

No tengo ni idea sobre el lugar ni la hora.

Subí por una escalera, la pintura a ambos de las paredes descascarillada, en el


yeso un agujero que no había sido reparado en décadas.

Levanté la mano para llamar a la puerta y vi tatuajes en cada uno de mis


dedos, haciendo que parezca que llevaba anillos negros. Una vez más estaba
reviviendo cosas a través de la perspectiva de Cole.

Cole llamó a la puerta.

La puerta se abrió lentamente, revelando la oscuridad tras ella. No pude ver


quién la había abierto. Yo habría vacilado en el umbral, pero Cole no lo hizo. Entró
en la casa, y cuando sus ojos se acostumbraron a la oscura habitación, vio una
figura sentada en la esquina.
―¿Qué pasa con el papel de aluminio? ―preguntó Cole. Fue entonces
cuando me fijé en el papel de aluminio cubriendo las ventanas, dejando entrar sólo
una pequeña rendija de luz.

―La oscuridad me recuerda a casa. La que tú quemaste.

Cole asintió.

―Así que ¿realmente lo encontraste?

―Sí ―dijo el hombre de la esquina ―. ¿Has traído el Casco de Hermes?

―Sí.

―Tráelo. ―El hombre le tendió una mano huesuda, extendiendo sus dedos
largos y pálidos. Los dedos más largos que jamás había visto.

―No ―dijo Cole―. Muéstrame el recuerdo en primer lugar, entonces te


entregaré el colgante.

El hombre de la esquina se rió entre dientes.

―Así no es como funciona.

―Te salvé el culo de un incendio de napalm. Me debes esto. ―La mente de


Cole tuvo un destello de la imagen de un calabozo. Estaba corriendo a través de los
pasillos de piedra, escapando de algún tipo de cautiverio. Las paredes estaban en
llamas.

El hombre se quedó callado por un momento. Luego dijo:

―Es cierto.

Se puso de pie, y fue entonces cuando me fijé en su cabeza. Era enorme, como
si alojara un cerebro de tres veces el tamaño normal. Hacía que su cara pareciera
aplastada. Yo hubiera retrocedido de un brinco ante esa vista, pero Cole no se
movió.

El hombre sacó una caja de madera. Debía haber estado sosteniéndola todo el
tiempo. Abrió la caja y sacó un cuadrado negro de tela que se agitaba en el aire
como una telaraña, y luego hizo una pelota con él en sus manos y lo lanzó contra la
pared. Silenciosamente se rompió en millones de diminutos píxeles que se
reordenaban por sí solos en una imagen contra la pintura blanca.

La imagen mostraba a dos mujeres frente a frente, una alta y majestuosa, con
el cabello largo y negro; otra pequeña y de cabello rubio. Reconocí inmediatamente
a esta última.

Adonia.

La actual reina del Everneath, antes de que adoptara su look de pelirroja.


Pero en este momento congelado, ella no parecía poderosa. Estaba acurrucada
como un perro.

La imagen permaneció congelada por un momento más, y luego entró en


acción.

La mujer de cabello oscuro chasqueó sus dedos, y una jaula apareció


alrededor de Adonia.

Adonia agarró los barrotes y los sacudió, con los ojos desorbitados por el
terror que viene de estar atrapado. La mujer movió rápidamente su muñeca, y una
daga apareció en su mano. La lanzó a la jaula. Se deslizó en el aire entre dos
barrotes, corriendo a toda velocidad hacia el rostro de Adonia. Adonia cerró los
ojos y levantó una mano para bloquearla. Me preocupaba que la daga cortara
directamente a través de su mano, pero justo al llegar a ella, un escudo de madera
apareció en la mano que había estado levantando.

La daga rebotó en el escudo y golpeó los barrotes de la jaula antes de caer al


suelo.

La mujer de cabello oscuro conjuró otra daga, pero Adonia, con los ojos
fuertemente cerrados, levantó las manos por encima de su cabeza y comenzó a
dibujar círculos en el aire con los dedos. El aire alrededor de su jaula comenzó a
moverse, volviéndose ventoso. Tocó un colgante en su cuello, e inmediatamente la
tormenta cobró intensidad. Ligeras motas de nieve cristalina aparecieron,
arremolinándose en torno al exterior de la jaula, una tormenta de nieve cegadora
localizada en un radio de tres metros.

La jaula desapareció tras la pared de copos blancos.

La mujer de cabello oscuro se quedó mirando, estupefacta. Lanzó el cuchillo


en la tormenta de nieve, pero el viento lo absorbió en el tornado de nieve.

La tormenta se calmó, y cuando lo hizo, pude ver a Adonia bajando los


brazos. Cerró los ojos de nuevo, y un largo garrote de metal apareció en sus manos.
Balanceó el garrote, y cuando entró en contacto con los barrotes, se hicieron añicos.

Ése debe haber sido el motivo de la tormenta de nieve. De esa manera las
barras de hierro se congelarían, y sería capaz de romperlas.

Adonia alzó su mirada al nivel de la mujer de cabello oscuro. Levantó las


manos otra vez, y dos paredes de pinchos aparecieron junto a la oponente de
Adonia, una en la espalda y una al frente. Los pinchos apuntaban hacia ella.

Adonia juntó sus manos; y como si estuvieran reflejando sus manos, las
paredes se estrellaron al unísono, colapsando sobre la otra mujer.

La película se detuvo en ese momento, congelada en la imagen de Adonia


derrumbándose al suelo exhausta.

―Oh, Nikki ―murmuró Cole ―. Tenemos un largo camino por recorrer.

El hombre con la enorme cabeza se volvió hacia Cole.

―Ahí tienes. El recuerdo que me hiciste revelar. Ahora, ¿dónde está el Casco
de Hermes?

Cole metió la mano en su mochila y sacó una caja de madera. Le entregó la


caja al hombre.

―Está ahí dentro.

El hombre tomó la caja, una sonrisa expectante en los labios.

―Invisibilidad. Con esto me las arreglaré hasta que mi exilio sea revocado.
―Te dejaré a solas con tu premio ―dijo Cole. Empezó a caminar hacia la
puerta.

―¡Espera! ―dijo el hombre.

La mano de Cole se quedó inmóvil sobre el picaporte.

―Recuerda. Si esto te funciona y tienes un asiento en el trono, revocarás mi


exilio.

Casi podía sentir el pulso de Cole estabilizándose de nuevo.

―Por supuesto.

Giró la perilla, salió y cerró la puerta detrás de él. En el segundo en el que se


cerró el pestillo, Cole empezó a correr. Bajó las escaleras, hasta el descansillo y bajó
el siguiente conjunto de escalones.

Entonces comenzaron los gritos. Desde el apartamento que acababa de dejar.

―¡Coleson Stockflet! ¿Dónde está el Casco de Hermes?

Cole siguió corriendo, pero gritó a sus espaldas:

―Lo conseguiré. Lo prometo. ¡Sé dónde está!

Cuando irrumpió por la puerta principal del edificio de apartamentos,


escuché un grito apagado más.

―¡Lo pagarás!

Cole corrió.

La Superficie. Nebraska.
Me aparté de Cole, liberándome del recuerdo. Cole inclinó la cabeza hacia
atrás en el banco.

Se había quedado dormido.

―¿Becks? ―dijo Jack―. ¿Estás bien?

Tomé unas cuantas respiraciones profundas.

―Creo que sé cómo Adonia derrotó a la reina anterior. Y cómo Cole quiere
que yo derrote a Adonia.
Capítulo 19
Traducido por Silvia Gzz.
Corregido por Nanis

La Superficie. Nebraska.

L
e dije a Jack todo acerca de la memoria, acerca de cómo Cole había
ido a un hombre extraño con una enorme cabeza y le había
prometido un colgante llamado el Casco de Hermes a cambio de la
memoria de alguien de Adonia matando a la reina anterior.

―Sé que fue un recuerdo de Cole. Puede ser que todavía esté enterrado
profundamente en su subconsciente, y esto podría solamente salir en un sueño.
―Reflexioné acerca de la línea del tiempo―. Esto obviamente sucedió antes de que
Cole fuera capturado. ¿Y si el chico con la enorme cabeza lo traicionó? ¿Y si,
cuando Cole no tenía el… ―sacudí mi cabeza―… Casco de Hermes, lo entregó…?
―Me hundí en la banca y coloqué mi cabeza en mis manos. No podía detener la
obsesión sobre el hecho que esto podría haber sido el por qué llego Cole a tener
tantos problemas.

Jack colocó su brazo alrededor de mí y besó mi frente.

―Shh. Ya terminó, Becks. Está en el pasado. No hay nada que puedas hacer
al respecto ahora.

―Lo sé ―dije suavemente. Apoyé mi cabeza en Jack mientras pensaba


acerca del resto del sueño―. Ya sabes, Cole siempre dijo que sobrevivir al Vínculo
me hizo diferente de una manera que podría ayudarme a acabar con la reina.
Pienso que tuve un buen vistazo de lo que tendría que suceder. Pero Adonia estaba
conjurando ventiscas. Cuando llegué la primera vez al Everneath, conjuré el horno
de fuego en el Parque Nacional Arcos, pero una vez me deshice de él, tenía
problemas conjurando una correa y convirtiéndola en un palo. Cole dijo que este
era un problema con mi enfoque. ―Hice una mueca mientras recordaba cómo Cole
y Max habían sido vencidos por el hambre en el anillo de Fuego, y que la única
manera que pude conseguir moverlos era empujarlos con un palo caliente hecho
de la correa. Dudo que pudiera matar a la reina con una ramita.

―Puede ser que Cole estaba planeando enseñarte como hacer más. Dijo que
tenía un largo camino por recorrer.

Pensé de nuevo a la memoria.

―Justo antes que la ventisca se hiciera fuerte, Adonia tocó el colgante. Pienso
que este era su corazón. Puede ser que consiguió aún más fuerza de él.

Cole se agitó a mi lado y rápidamente se levantó de la banca.

―¡Ouch! ―dijo. Se levantó, mirando de Jack a mí con una expresión confusa


en su cara. Me pregunté si el recuerdo significaba que había recuperado la
memoria, y agarré la mano de Jack en preparación para hacer frente a un Cole que
sabía la verdad.

―¿Qué sucedió? ―dijo.

―Cole, tienes amnesia ―dije lentamente.

Inclinó su cabeza.

―Sé eso. ¿Qué sucedió justo ahora?

Miré a Jack.

―¿Te caíste de la banca? ―dijo.

Cole suspiró.
―Oh, bien. ¿Vamos a destruir el Everneath ahora?

Con un chirrido de frenos, el autobús se detuvo en nuestra parada.

―Estamos volviendo al parque de la ciudad primero ―le dije.

Cole asintió.

―Parque de la ciudad. ¿Dónde está eso?

Cole me alimentó de nuevo en el aeropuerto, y después de mucho contacto


continuo, me sentí más fuerte de lo que había estado en mucho tiempo. Más fuerte,
incluso que antes de perder mi corazón.

Mientras viajábamos, no podía dejar de pensar acerca de cómo Adonia tocó


su colgante ―su corazón de la Superficie― para tener más fuerza. Si tuviera que
enfrentar a cualquiera, ¿dónde obtengo fuerza sin mi corazón?

Una vez aterrizamos en el aeropuerto de Salt Lake City, tomamos un taxi


hasta la Tienda de Paso para recuperar el auto de Jack.

―Mi tarjeta de crédito esta casi llegando al límite ―dijo Jack encendiendo su
auto. Había utilizado su dinero de emergencia para comprar nuestros boletos de
avión también―. Con suerte tendremos suficiente para conseguirnos un hotel.

Me encogí de hombros, un poco perdida en mis pensamientos mientras


miraba fuera de la ventana.

―¿Becks? ¿Estás bien?

Me volví hacia Jack.

―Pienso que necesito mi corazón.


―¿Qué? ―dijo Jack.

Cole se inclinó hacia delante del asiento trasero.

Me moví en mi asiento así podía verlos a los dos.

―Es el recuerdo de las reinas. Si tratamos de acabar con el Everneath y nos


encontramos con Adonia, no creo que tenga una oportunidad luchando contra ella
a menos que tenga mi corazón.

―Bueno, con suerte no nos metemos con ella ―dijo Jack.

―Pero incluso si llegamos tan lejos, al punto donde estamos destruyendo


todos nuestros corazones, voy a necesitar saber dónde está mi corazón.

―¿Dónde piensas que está? ―dijo Cole.

Presioné mis labios juntos y respiré a través de mi nariz, tratando de


mantener la compostura.

―No lo sé ―dije―. Supongo que lo escondiste en algún lugar.

―¿Por qué iba…? ―Cole se detuvo e inclinó su cabeza―. Oh, sí. Lo robé.

Cerré mis ojos y coloqué mi cara en mis manos por un momento. Cole golpeó
ligeramente mi hombro.

―Ya sabes, si compartí una memoria contigo, entonces tal vez mi memoria
esté volviendo. ¿No podemos ir a mi apartamento y ver si puedo, no lo sé, ver si
puedo sentir dónde lo escondí?

Jack gimió.

―Cole, tu lugar fue saqueado.

―Pero obviamente no lo encontraron, porque están todavía buscándome.


Apuesto que lo escondí bien.

Jack miró por la ventana.


―Deberíamos dar seguimiento al Cronos que nos dijo Ashe.

―Digamos que encontramos algo y destruimos la red de Sombras ―dije―.


Todavía necesito mi corazón.

―Solamente pienso que esto podría ser una búsqueda inútil ―dijo Jack.

Cole colocó su mano en mi brazo.

―¿Qué es lo que tienes en tu muñeca?

―¿Qué? ―dije.

Jack y yo, miramos abajo a mi brazo izquierdo, el que no había tenido el


eslabón; solo que ahora, en mi línea de la muñeca, la más remota marca negra
envolvía mi muñeca. No tan oscuro como el otro eslabón, pero definitivamente
visible.

Jack no podía parar de mirarlo fijamente.

―Vamos a encontrar tu corazón ―dijo.

Asentí.

―Vamos a hablar con Will y ponerlo a investigar cualquier cosa y todo lo que
pueda acerca de Cronos. Para el momento terminamos la búsqueda en el
apartamento de Cole, con suerte él tendrá algo para nosotros.

Contemplé el nuevo eslabón. ¿Se estaba volviendo más oscuro mientras lo


estaba observando? Esperé unos minutos más. No, no podía decir si había una
diferencia.

Pero a pesar de que no podía ver si estaba cada vez más oscuro, sabía que lo
estaba.
Jack giró el auto en dirección a su propia casa, y llamó a Will para pedirle
ayuda pero nadie contesto.

―Probablemente está desmayado ―dijo Jack, refiriéndose al amor de su


hermano mayor a beber.

Cuando llegamos a la casa de Jack, encontramos a Will dormido sobre el sofá.


Jack sacudió a su hermano, despertándolo.

―Wha. ―Will se sobresaltó hasta una posición sentada. Miró de Jack, a mí,
luego a Cole. Al momento que vio la cara de Cole, sus parpados se entrecerraron
hasta ser unas pequeñas rendijas―. Tú ―dijo acusándolo―. Tú… ―Se levantó del
sofá, pero obviamente había estado bebiendo, porque se tambaleó hacia un lado a
pocos pasos y luego cayó.

Jack corrió hacia él.

―Está bien, hermano. Nos está ayudando.

Will lo miró como si estuviera loco.

―¿Estás loco? Nos “ayudó” antes, y apenas sobrevivimos. ¡Ayudó a Nikki


todo el camino al Everneath!

―Lo necesitamos ―dije.

Me miró.

―¿Por qué? ¿Qué está mal?

Hice una mueca.

―Um, estoy convirtiéndome en Sempiterno. Y nos gustaría destruir el


Inframundo.

Will estuvo silencioso por un momento. Y luego…

―Por lo tanto, lo de siempre.


Jack ayudó a Will a volver al sofá y le explicó la situación de Cole. También
le contó de nuestro plan para destruir el Everneath.

Will se veía como si pudiera utilizar un poco más de bebida para procesar
todo lo que Jack estaba diciendo. Eran momentos como estos que me hizo darme
cuenta cuán totalmente ridícula sonaba todo el asunto.

Pero al final de todo esto, Will se puso de pie.

―Estoy dentro. ¿Qué tengo que hacer?

Expliqué nuestra pista acerca de Cronos y Tántalos y luego le entregué los


documentos de la señora Jenkins.

―Y trata con el internet ―dije.

―Todo bien. Google puede destruir mundos.

Dejamos a Will con una fresca taza de café y una laptop abierta, y nos
dirigimos al apartamento de Cole.
Cap tulo 20
Traducido por magdys83
Corregido por Nanis

La Superficie. Apartamento de Cole.

M
inutos más tarde, Jack se detuvo en el estacionamiento debajo
del apartamento de Cole. Todos salimos del auto y empezamos a
correr hacia las escaleras que nos conducían a la terraza de Cole
y la puerta principal.

Jack dirigía el camino. Pero cuando giró en la última curva, se detuvo tan
rápidamente, que tuve que enterrar mis dedos en el suelo para no chocar con él.
Puso su mano atrás, agarrándome por la cintura y empujándome directamente
detrás de él.

―¿Qué es? ―susurré.

Jack se volteó un poco y llevó un dedo a los labios.

―Cerré la puerta cuando estuvimos aquí antes. Estoy seguro de eso


―susurró―. Y ahora está abierta de nuevo. No te muevas.

Asentí y me alejé de la esquina. Cole envolvió su brazo alrededor de mí y me


jaló así que ahora estaba directamente detrás de él.

Puse los ojos en blanco.


―No necesito dos guardaespaldas.

Él sonrió como disculpándose.

―Lo siento. Es sólo que me pareció lógico hacer eso.

―Está bien. ―No pude evitar una sonrisa―. Sólo… deténganse.

Echamos un vistazo alrededor de la esquina. Jack estaba a unos pocos metros


de distancia, de pie con la espalda en la pared justo al lado de la puerta de Cole, la
cual estaba colgando de la bisagra.

Un frío recorrió mi espalda. Jack se inclinó sobre el marco de la puerta y al


parecer no vio ningún peligro inmediato, porque se arrastró al interior.

Cole avanzó, pero agarré su camisa y lo jalé de vuelta.

―¿Qué estás haciendo? ¡Los chicos malos podrían estar todavía ahí! ¡Otra
vez!

Cole niveló su mirada con la mía.

―Pensé que no te importaría.

―No… me importa. Quiero decir, no quiero que te lastimen. En tu estado


actual… eso es…

Cole sonrió tristemente.

―Quieres decir, que si todavía tuviera mi memoria, y que si fuera el bastardo


de tu pasado, el que robó tu corazón, estaría bien.

Sacudiendo mi cabeza, estaba a punto de protestar, pero entonces me di


cuenta… que tenía razón.

Miré atrás hacia la puerta de Cole. No había señal de movimiento.

―Él ha estado ahí por demasiado tiempo.

―Sólo han sido unos pocos segundos.


―Voy a ir.

―Entonces yo también.

A primera vista en el interior, no podía ver a Jack. Pero el apartamento


parecía estar en el mismo estado de desorden que había tenido antes. Era difícil de
decir, dado que estaba destrozado, pero no se veía más destrozado.

―¿Jack? ―susurré.

No hubo respuesta.

―¡Jack! ―dije un poquito más fuerte.

―En la parte de atrás ―dijo Jack―. No hay nadie aquí. ―Seguimos su voz
hacia el dormitorio más lejano. El dormitorio de Cole.

Estaba en peor condición que la sala de estar. Cole entró y enderezó una
lámpara que había sido volcada.

―¿Hay algo que te parezca familiar? ―pregunté.

No tuvo oportunidad de responder. La puerta principal se cerró de un


portazo, e inmediatamente el aire frío entró y se asentó sobre nosotros.

Hubo un momento congelado en el tiempo cuando pude ver mi propio


aliento. Jack era el único con una buena vista hacia el pasillo. Lo que sea que vio
hizo que su boca se abriera.

Después se lanzó hacia mí, su hombro me pegó en el estómago. Apenas tuve


tiempo de resistir el impacto antes de estrellarnos en el suelo. Él mantuvo sus
manos en mi espalda, tratando de amortiguar la caída, pero todavía escuché que
algo se rompía. A la velocidad del rayo, me empujó bajo la cama y siguió, y sólo
tuve un momento para vislumbrar lo que parecía como petróleo flotando
atravesando el umbral de la habitación.

Una Sombra. Sólo podía ser una Sombra.


Jack puso su mano sobre mi boca con una mirada de advertencia en sus ojos.
No tenía que usar las palabras para decirme que no respirara.

Pero las Sombras podían detectar a los humanos tan fácilmente. No tenía idea
si podía tener la esperanza de alguna vez contener la respiración el tiempo
suficiente.

Cole no había llegado debajo de la cama con nosotros. Vi sus botas negras por
una fracción de segundo antes de que la Sombra se precipitara adentro. Entonces
las botas de Cole desaparecieron del suelo. Un momento después, aterrizó con un
thwump de espaldas en el piso de madera.

Él me echó un vistazo. Traté de gritar su nombre, pero Jack mantuvo su mano


sobre mi boca firmemente.

Y entonces era demasiado tarde. Un velo negro y aceitoso cubrió la cara de


Cole y la parte superior de su pecho, envolviéndose alrededor una y otra vez,
como una lisa pitón negra. Las piernas de Cole daban patadas y golpes.

Forcejeé contra Jack, tratando de alcanzar a Cole, pero Jack endureció su


agarre hacia abajo firmemente. No me pude mover.

Todo lo que podía hacer era ver los pies de Cole. Finalmente quedaron
inmóviles.

Pero la Sombra no cedía.

Mi primer instinto fue ir con Cole. De nuevo traté de quitarme la mano de


Jack de mi boca, pero era demasiado fuerte. Retuvo su brazo alrededor de mi
cintura incluso más ajustado, como si quisiera decirme que todo iba a estar bien.
Pero no lo estaba. Cole no se estaba moviendo. Mi tabla de salvación estaba
agonizando enfrente de mí.

La mano de Cole se había desplomado debajo de la cama, a centímetros de


mí. La tomé, la retuve, y traté de apretarla de modo tranquilizador, a pesar de que
sabía que probablemente estaba muerto.
La Sombra apretó alrededor de la cabeza de Cole como cable enrollado
siendo asegurado. Sostuve la mano de Cole. Su otra mano estaba arriba sobre su
cabeza, hacia la chimenea. Él estaba alcanzando… algo.

¿Y si yo podía alcanzar lo que Cole estaba buscando? Mordí el dedo de Jack,


y él finalmente soltó su agarre mortal. Gateando por debajo de la cama, subí sobre
el cuerpo de Cole a donde su mano se estaba agitando. Con suerte la Sombra
estaba muy ocupada succionando la vida de él para que me notara.

Cole se estaba extendiendo hacia el atizador junto a la chimenea. Me lancé


por él, lo agarré, y lo coloqué en la mano de Cole. En un movimiento tan rápido
que apenas podía ver, Cole llevó el atizador hacia su propia cara y penetró la
garganta de la Sombra.

Con un siseo, la Sombra se desintegró, convirtiéndose en humo polvoriento


antes de desaparecer por completo. Cole sorbió aire profundamente y tosió, el
color drenado completamente de su cara.

―¡Cole! ―Me lancé hacia él y toqué su cara. Sus mejillas enfriaron las yemas
de mis dedos.

Bajé mi cara hasta que colgó unos centímetros por encima de la suya así
podía alimentarse. Pero en unos pocos segundos, su cabeza cambió de pálida a un
blanco horrible y después a un casi gris. Tirando la cabeza hacia atrás, me di
cuenta de mi error. Todavía estaba alimentándolo automáticamente. Sólo lo haría
peor.

Jack me observó tratando de alimentar a Cole, y parecía darse cuenta


rápidamente por qué no funcionaba.

Lo miré implorándole.

El registró mi expresión.

―Uh, uh. No. De ninguna manera.

―Él está en mal estado, Jack. Ni siquiera es consciente.


―No me importa. No hay manera en que lo vaya a dejar que se alimente de
mí. ―Jack se puso de pie y caminó a través de la habitación, pasando ligeramente
sus dedos por su cabello.

No dije nada más. ¿Cómo podría? Le estaba pidiendo que renunciara a una
parte de su alma para salvar al tipo que había destruido nuestro futuro.

Vi cuando los pies de Jack golpeaban contra la alfombra. Marchó con tanta
firmeza que estaba sorprendida que no triturara la alfombra a su paso.

Caminó una vez más hacia el otro lado de la habitación, se detuvo, y se


enfrentó a la pared. Después sus hombros tiraron de arriba hacia abajo cuando
expulsó una bocanada de aire.

―Tengo que hacerlo ―dijo.

Sacudí mi cabeza.

―No, no tienes.

Se volteó.

―Sí. Lo haremos. Tú y yo. Nosotros. Es “nosotros”. Y “nosotros” tenemos


que sobrevivir. ―Esbozó una sonrisa―. Siempre y cuando no haya lengua.

―Sus labios ni siquiera se tienen que tocar.

Con una llama de determinación en sus ojos, se agachó junto a Cole y llevó su
cara a un par de centímetros de la boca de Cole y exhaló. Una vez que había
expulsado todo el aire dentro de sus pulmones, levantó la cabeza, tomó otra
profunda inhalación, bajó la cabeza, y exhaló otra vez.

El cambio fue inmediato, primero en las mejillas de Cole. El más ligero tono
rosa regresó. Su cara perdió la palidez gris enfermiza. Y entonces, después del
quinto aliento, los párpados de Cole revolotearon abiertos.

Le tomó un momento centrarse en la cara colgando sobre él, y cuando lo hizo,


se paró de golpe en una posición sentada e inmediatamente agarró ambos lados de
su cabeza.
―Ay. ―Presionó sus manos contra las sienes como si estuviera tratando de
mantener la cabeza junta.

―¿Estás bien? ―pregunté.

Hizo una mueca de dolor.

―No lo sé. ¿Qué fue eso?

Jack, quien ahora estaba sentado contra el escritorio jadeando, sacudió la


cabeza hacia Cole.

―¿Qué fue eso? Una Sombra te atacó. La mataste con un atizador. ¿Cómo
sabías que tenías que hacer eso?

Cole inhaló y exhaló algunas veces antes de seguir.

―Ni siquiera estaba pensando. Sólo hice lo que parecía lógico. Ni siquiera
recuerdo pensar en el atizador. Sólo dejé que mi mano hiciera lo que quería.

Jack miró a otro lado, sacudiendo la cabeza. Creo que estaba más enfadado
porque tuvo que recurrir a alimentar a Cole.

Cole giró el atizador sobre sus manos. Él se estiró hacia el atril en la esquina
de la habitación y agarró algo pequeño y negro de ahí. Lo retuvo contra el atizador.
Estaba atascado.

―Es magnético. Debe estar hecho de hierro.

―¿Y? ―dije.

Me miró.

―No lo sé. Sólo… se siente como si debería significar algo. Creo que el hierro
lastima a las Sombras en su forma de Sombra. Es por eso que prefieren la forma
diez Sombras caza recompensas.

Jack miró el lugar donde la Sombra había desaparecido.


―Apuesto a que éste fue dejado aquí como observador. Probablemente alertó
a la red, lo que significa que no tenemos mucho tiempo.

Cole se levantó.

―Voy a buscar tu corazón, pero pienso que tendría mejor suerte si ustedes
dos no están observando sobre mi hombro.

Asentí, y él caminó por el pasillo.

―Vamos a llamar a Jules ―dije―. A ver si ha tenido la oportunidad de


hablar con mi papá. Quiero saber que están a salvo.

Jack sacó su teléfono y marcó, después me lo entregó. Ni siquiera tengo que


preguntarle nada. Ella respondió el teléfono y dijo:

―Tu papá se ha ido. Le dije que me llamarías de Los Ángeles. Le dije que
pensaba que estabas en un problema y que te quedabas en un refugio. Hay
bastantes de ellos aquí, así que la búsqueda debería tomar al menos unos pocos
días.

―¿Qué pasa con Tommy?

―Se llevó a Tommy con tu tía.

Solté un suspiro de alivio, satisfecha de que esa búsqueda inútil mantendría a


mi familia a salvo.

―Gracias. ―Colgamos.

Me recosté en el pecho de Jack y aparté algunos mechones rebeldes de mis


ojos.

―¿A dónde vamos a ir ahora? Nos hemos quedado sin dinero. ¿Qué vamos a
hacer? ¿Acampar?

Entonces Cole gritó desde alguna parte del apartamento.

―¡Encontré algo!
Nos levantamos de golpe y salimos corriendo de la habitación y en la cocina,
sólo para encontrar a Cole con un puñado de tarjetas de plástico en su mano.

―No encontré el corazón, pero mira. Tarjetas. A mi nombre. ¿Eso significa


algo? Eso es bueno, ¿verdad?

Jack miró fijamente las tarjetas de crédito.

―Sí. Eso es bueno. Excepto por la parte acerca del corazón.

―Al menos lo intentamos ―dije―. Salgamos de aquí antes de que nos


topemos con alguien más.
Cap tulo 21
Traducido por Fanny
Corregido por veroonoel

La Superficie. El auto de Jack.

D espués de que empacáramos unas cuantas maletas, manejamos


media hora hacia el oeste, por el Cañón Parley, hacía la gran ciudad
de Salt Lake. Solo para asegurarme de que todo era tan al azar como
era posible, pasamos por el centro de la ciudad y escogimos el
décimo hotel que vimos, un lugar llamado Hotel Mónaco.

Incluso antes de que llegáramos al escritorio del recepcionista, Cole sacó dos
de las tarjetas y las sostuvo frente a él. Era como si nunca hubiera pagado algo con
ellas antes. Como un niño de seis años actuaría si las acabara de encontrar en el
piso.

―¡Me gustaría comprar una habitación! ―anunció entusiastamente.

―Rentar una habitación ―murmuré por la comisura de mi boca―. Te


gustaría rentar una habitación.

―Sí ―dijo Cole―. Una habitación. Por favor. Tengo éstas.

Cole empujó ambas tarjetas hacia el empleado, sorprendiéndolo. El empleado


miró la tarjeta.

―Solo necesito una de éstas. Y una licencia.


Los ojos de Cole se agrandaron ligeramente, a pesar de que su sonrisa
permaneció en su lugar.

Me incliné cerca de él, manteniendo mis ojos sobre el empleado, y susurré


con mis dientes apretados.

―Es la que tiene tu foto en ella.

―Cierto ―dijo Cole, relajándose. Le entregó la tarjeta al empleado.

El empleado comenzó a escribir en su teclado.

―Tal vez deberías rentar dos habitaciones ―dijo Jack.

―No podemos dejar solo a Cole ―dije―. Quién sabe a dónde viajará en
medio de la noche.

Jack frunció el ceño pero asintió.

El empleado le entregó la llave a Cole. Sexto piso. Dos camas dobles, por
ahora, estábamos a salvo.

Una vez dentro de la habitación. Jack cerró la puerta detrás de nosotros, y por
primera vez en mucho tiempo, todos dejamos salir un suspiro de alivio. Cole se
dejó caer en diagonal sobre la cama más lejana a la puerta como si estuviera en una
pijamada y no tuviera ninguna preocupación en el mundo.

Jack y yo miramos la otra cama, pero entonces Cole se movió.

―Aquí, Nik. Hay mucho espacio.

Todo el cuerpo de Jack se tensó, tan poderosamente que esperaba una ola de
energía explotando a través de la habitación.

―Demonios, de ninguna manera ―dijo él, mucho más calmado de lo que su


cuerpo indicaba.

Cole no pareció notar los hinchados bíceps de Jack. Puso sus manos detrás de
su cabeza y movió sus cejas.
―Es hora de alimentarse. Y es la manera más eficiente. Eso es obvio, ¿no?
―Como si a propósito exagerara la situación, palmeó el colchón a su lado―. Entre
más pronto, mejor ―dijo.

Sabía que Jack estaba ya en su punto de ruptura con mi vida en la línea y


nosotros huyendo. No creía que tuviera algo más a lo que aferrarse para mantener
sus celos a raya. Jack se movió hacia Cole, pero puse una mano sobre su brazo y
apreté.

―Jack, recuerda que esto es para mantenerme con vida. Y no significa nada.

Suspiró y luego hizo algo inesperado. Se dio la vuelta y salió.

Diez minutos después regresó, agarró nuestras maletas, y regresó a la puerta,


manteniéndola abierta.

―Estamos cambiándonos de habitación ―dijo él―. A una con una cama


tamaño extra grande.

Cerré mis ojos. Una cama tamaño extra grande. Para los tres. Tal vez algún
autor de romance adulto en alguna parte estaba escribiendo el comienzo de una
escena similar, y tal vez esa escena se suponía que fuera caliente, pero para mí se
sentía como el infierno.
Cap tulo 22
Traducido por Helen1
Corregido por veroonoel

La Superficie. Hotel Mónaco.

W
ill se reunió con nosotros un rato más tarde con su laptop. Echó
un vistazo a la cama extra grande.

―Pervertido ―dijo.

Jack le dio un ligero puñetazo en el hombro, casi enviando a Will al suelo.

―¿Qué encontraste? ―dijo Jack.

Will se frotó el hombro mientras se acercaba a la mesa y dejaba su laptop.

―En primer lugar, no encontré nada sobre el “Cronos y Tántalo” juntos. Pero
separando las dos palabras, encontré un montón. Cronos. ―Señaló a su pantalla―.
Cronos era un titán, descendiente de Urano, Cielo, y Gaia, Tierra. Estaba celoso del
poder de su padre. Su madre también odiaba a Urano porque cuando ella dio a luz
a este chico que tenía como un billón de manos, u ojos, o algo, Urano escondió al
niño para que no volviera a ver la luz del día. Para vengarse de Urano, Gaia
convenció a su hijo, Cronos, de castrar a su propio padre. Le dio una hoz, y él
ejecutó la acción.

Will levantó las manos como si estuviera esperando aplausos.


Cole, Jack, y yo solo mirábamos.

―No es mi culpa que sea una historia horrible ―dijo Will―. Los mitos. Son
todas historias horribles.

―No es eso ―le dije―. Es solo que las palabras “Cronos de Tántalo” era todo
lo que teníamos para seguir adelante, y no puedo encontrar la manera de que la
historia nos ayude.

Se encogió de hombros.

―¿Cuál fue la pista en referencia a Cronos? ―preguntó.

―La destrucción de la red de Sombras ―dijo Jack.

Will entrecerró los ojos en la pantalla de la laptop de nuevo.

―Bueno, si quieres destruir algo, es probable que necesites un arma fuerte…


―Pasó la pantalla para que todos pudiéramos ver un dibujo de la hoz―. Se forjó
en la piedra más dura de la Tierra. Diamante. Y, supuestamente, puede destruir
cualquier cosa.

Miré a Cole.

―¿Crees que eso es a lo que Ashe quería llegar? ¿Decirnos sobre la única cosa
en el mundo que sería lo suficientemente fuerte como para destruir la red?

Asintió.

―Es la mejor teoría que tenemos ―dijo Jack―. Pero, ¿sabemos dónde está?

Miré de la cara de Jack a la de Cole y a la de Will, con la esperanza de que


alguien tuviera algún tipo de pista; pero el único sonido venía del ventilador en la
laptop de Will.

―¿Qué hay de Tántalo? ―dije.

―Ah ―dijo Will, escribiendo algo en su laptop―. Esto es un poco más


oscuro. Tántalo era famoso por su castigo eterno. Lo obligaron a pararse en un
charco de agua bajo un árbol frutal con ramas bajas. Cada vez que se estiraba para
tomar un poco de fruta, las ramas se levantaban fuera de su alcance. Cada vez que
se agachaba por agua, el agua retrocedía. De este modo, siempre estaba anhelando
comida y agua, pero nunca consiguiéndola. Y sí, usé la palabra de este modo en una
oración.

Me mordí el labio, tratando de averiguar el significado de la historia, pero no


encontré nada. Esperaba caras en blanco de nuevo, pero la boca de Cole colgaba
ligeramente abierta mientras miraba a la pantalla de la laptop.

―¿Qué es? ―le dije a Cole.

―Tántalo ―dijo. Volvió la cabeza hacia mí―. Sé dónde está la hoz.

―¿De qué estás hablando? ―le dije.

―Tántalo es un lago ―dijo Cole. Cerró sus ojos―. Es un lugar sobre el que
no mucha gente sabe, pero Ashe y yo lo sabemos. Ni siquiera puedo recordar por
qué lo hacemos, pero lo hacemos. Pensé que el nombre sonaba familiar, pero no
hice la conexión hasta que mencionaste el agua.

Contuve la respiración por un momento, preocupada de que la memoria


renovada provocara una inundación de más recuerdos y que Cole de repente se
diera cuenta de que no quería destruir el Everneath. Pero no pasó nada.

―Está en el Anillo de la Tierra ―continuó Cole.

―¿En qué Comunidad? ―le pregunté.

―En ninguna Comunidad. En el vacío entre Ouros y Limneo. ―Sus ojos se


agrandaron cuando el nombre Limneo solo salió de su lengua como si lo hubiera
conocido todo el tiempo―. Limneo. Otra Comunidad, ¿no?

Asentí y traté de mantener su enfoque en Tántalo antes de que su mente


empezara a vagar y recordara otras cosas importantes.

―Así que Tántalo ―dije―. ¿Crees que la hoz podría estar oculta allí?

Cole sonrió.
―Esa es la cosa acerca de Tántalo. Lo que más deseas en el mundo estará
oculto allí, pero solo puedes atravesar el lago una vez en tu vida. No queríamos
malgastarla hasta que hubiera algo que realmente necesitáramos.

Jack y yo intercambiamos miradas.

―Realmente necesitamos la hoz de Cronos ―le dije.

―Entonces vamos por ello ―dijo Cole.

Will quería venir con nosotros, pero Jack lo convenció para quedarse y enviar
un correo electrónico al profesor Spears, para enterarlo de todo lo que estábamos
haciendo.

Dejamos a Will en la habitación del hotel, y Jack manejó hasta la Tienda de


Paso, donde el mismo recepcionista confundido nos miró con las cejas levantadas
mientras entramos y nos fuimos a la parte de atrás, luego formamos un círculo,
tomados de las manos.

Probablemente estaba entendiendo por qué Ezra se encontraba un poco loco.

Esta vez Cole no me entregó un mechón de cabello.

―Sé a dónde voy ―dijo―. He estado allí. Puedo imaginarlo.

―Lo que significa que deberíamos ser capaces de aterrizar directamente allí
ya que no es en el laberinto ―le dije.

No perdimos más tiempo hablando, y en pocos minutos estábamos girando


en la oscuridad.
Aterricé sobre mi espalda mirando al falso cielo azul, pero el lienzo azul se
interrumpía con pinos extendiéndose altos, elevándose por encima de mí.

Me senté en una cama de agujas de pino.

―¿Estamos en un bosque? ―pregunté.

―Un bosque con un lago ―dijo Cole.

Me di la vuelta y vi que estábamos en el borde de un enorme claro que


albergaba un lago gigante, al menos del tamaño del lago Jenny cerca del agujero
Jackson. El agua era cristalina y azul; y excepto por el hecho de que no había una
sola ondulación en su superficie, podría haber sido un lago en cualquier lugar de
las Montañas Rocosas.

Me levanté para ponerme de pie y caminé hasta el borde del agua. Respiré
profundamente, esperando el olor a pino; pero no había olor, aunque sentía las
agujas crujiendo bajo mis pies.

―No toques el agua ―dijo Cole―. Ya sabes cómo funciona el agua aquí. Te
hace olvidar las cosas.

Me detuve en seco y levanté mis cejas.

―Sí. Estoy sorprendida de que lo sabes ―le dije.

Di un paso hacia atrás. Jack se acercó a mí, puso su brazo alrededor de mis
hombros, y se quedó mirando hacia el lago.

―Entonces Cole ―dijo―, ¿dónde está la hoz?

Cole se protegió los ojos, a pesar de que no había sol.

―En el centro.
―¿Del lago? ―dije.

―Sí. En el centro. Bajo el agua.

―¡¿Qué?! ―dije―. ¿Cómo se supone que vamos a conseguirla? ¿Nadando?

Cole se rió.

―No. Incluso si pudieras nadar hasta la mitad sin ahogarte, y sin ingerirla, u
olvidar por qué estás allí en primer lugar, está lejos bajo el agua. Entonces… te
ahogarías.

Los puños de Jack se cerraron.

Me acerqué a propósito entre él y Cole.

―¿Cuál era tu plan, Cole? ―dije.

―No lo sé. Siempre pensé que cuando quisiera algo lo suficientemente para
desearlo aquí, entonces lo averiguaría.

Agarré el puño de Jack con mis dos manos antes de que explotara, pero él ni
siquiera estaba prestando atención a Cole ya. Estaba mirando por encima del agua.

―Hay un árbol fuera de lugar ―dijo.

Miré a nuestro alrededor.

―¿Cómo puedes saberlo? ¿Sabes dónde pertenece cada uno?

Sonrió y señaló un punto que estaba quizás a cuatrocientos metros de


distancia.

―Ese árbol.

Seguí su mirada y vi exactamente de lo que estaba hablando. En un mar de


pinos, había un árbol de fruta junto a la orilla del agua.
El mito de Tántalo hablaba de un árbol frutal. Tenía que significar algo.
Seguimos a Jack mientras caminaba hacia el árbol frutal, manteniéndonos cerca del
agua.

―Tal vez la hoz se oculta en el árbol ―le dije.

―Sí ―dijo Jack, girando y lanzándome una sonrisa―. Tal vez será así de
fácil.

Llegamos hasta el árbol. Buscamos en el suelo alrededor del tronco del árbol.
Miramos hacia arriba en las ramas. Tratamos de encontrar algo que pareciera una
hoz. O una guadaña. O una daga. O una espada.

No había nada.

Cole no ayudó en la búsqueda. Se quedó mirando una de las ramas.

―¿Estamos aburriéndote, Cole? ―le dije.

―Esa rama se ve diferente ―dijo. Extendió la mano y tiró de ella, pero no se


movió. Pero tenía razón; era diferente. La base de la rama, donde se unía al tronco
del árbol, se veía como si pudiera girar con la cantidad correcta de fuerza―.
Hércules, ven a tratar ―dijo Cole.

Jack levantó una ceja.

―¿Cole? ―dije―. Eso sonó como el viejo Cole. Un poco.

―¿En serio? ―Parecía genuinamente sorprendido―. Lo siento. No me di


cuenta.

―No, está bien ―le dije―. Cualquier cosa que puedas recordar… es una cosa
buena. ―Traté de sonar convincente, pero no lo conseguí.

Jack se acercó a la rama y tiró. No se movió. Lo intentó de nuevo hasta que


colgaba con todo su peso corporal. La rama crujió como si pensara moverse, pero
luego no lo hizo.

―Ambos necesitan colgarse de ella ―dije.


Cole levantó la mano y añadió su peso corporal, y la rama finalmente cedió.
Fue entonces cuando el suelo se sacudió. Y las olas comenzaron.
Cap tulo 23
Traducido por flochi
Corregido por Nanis

El Everneath. Lago Tántalos.

E
l agua se retiró al principio, revelando una porción mayor de
arena. Luego vimos una ola gigante formarse en el centro del
lago, creciendo como si el mismo lago estuviera succionando
toda el agua del perímetro.

Una vez que el agua se había retirado dentro del lago por al menos la
longitud de una cancha de fútbol, la ola gigante del centro se quedó inmóvil por un
segundo.

―No es bueno ―dijo Jack―. Tenemos que correr.

―¡No te vayas! ―dije.

―Becks. Es un mini tsunami viniendo a nosotros.

Miré alrededor, pensando tan rápido como podía.

―Sube a las ramas ―dije.

Jack no desperdició tiempo discutiendo. Se columpió sobre la rama, luego


extendió la mano hacia abajo y luego Cole subió justo cuando una ola de agua
corría con rapidez hacia la costa. El agua se alzó y apenas rozó la parte inferior de
la rama antes de caer.

―¿Eso es todo lo que hicimos? ―preguntó Jack―. ¿Crear una ola?

―¡Mira! ―dije.

El agua había regresado al lago, pero empezó a girar en un círculo, un


gigantesco remolino centrado en el medio. Y el nivel estaba bajando.

―Es como un inodoro gigante ―dije.

El nivel del agua se hundió lo suficiente para que una pequeña plataforma
apareciera en el centro del lago. Bueno, pequeña desde donde nos encontrábamos
sentados en el árbol.

―Así es como vamos a llegar allí ―dije―. Una vez que toda el agua se vaya,
uno de nosotros puede salir.

―Espero que deje de bajar pronto ―dijo Jack.

―¿Por qué? ―pregunté, pero luego vi el problema. Mientras el agua bajaba,


pude ver que el borde de la plataforma caí a los cuatro lados, paredes de roca casi
perpendiculares a la superficie del agua―. Oh ―dije―. ¿Puedes bajar y detenerlo?

Cole se bajó de la rama, y la palanca voló hacia arriba. Inmediatamente, el


agua empezó a burbujear desde el centro de la plataforma y derramarse por los
bordes, creando una cascada en los cuatro bordes.

―Eso no va a ayudar ―dije.

Cole volvió a subir, y la rama volvió a lanzarse hacia abajo.

Me giré hacia Jack.

―Bien, esto es lo que sabemos hasta ahora. Sabemos que tenemos que
mantener la rama pulsada mientras recuperamos la hoz, la cual esperamos esté en
la cima de la plataforma. Y sabemos que tú y Cole son quienes tienen que
mantenerla presionada, porque cuando Cole se bajó, mi peso no fue suficiente para
mantenerla abajo. Lo que significa…

Jack miró hacia el cielo.

―Significa que tú tienes que ir a la plataforma. Sola.

Asentí. Jack me rodeó con su brazo, y me recosté en su pecho.

―No me gusta esto, Becks ―dijo Jack, mirando con recelo al lago.

―¿Qué no te gusta? He estado esperando la oportunidad de escalar una roca


otra vez. ¿Recuerdas esa vez en el Rock Garden?

Jack sonrió.

―Sí.

―Puedo hacerlo. ―Miramos mientras los últimos centímetros de agua


desaparecían. Y cuando lo hizo, lo que dejó detrás me hizo helar la sangre. Una
sombra oscura cubrió la parte más profunda del lago. Y parecía estar moviéndose.

―¿Son Sombras? ―pregunté, mi voz débil.

―No ―dijo Cole―. Escarabajos.


Cap tulo 24
Traducido por veroonoel
Corregido por Nanis

El Everneath. Lago Tántalos.

scarabajos? ―repetí.

―¿E Entrecerré los ojos, pero el centro del lago estaba lo


suficientemente lejos que no podía ver escarabajos
individuales. Simplemente parecía que el piso del lago se
estaba moviendo.

―Sí ―dijo Cole, entrecerrando sus ojos―. Del tamaño de la mitad de tu pie.

Giré mi cabeza hacia Cole.

―¿Sabías que estarían allí? ―dije.

―No. Pero puedo ver muy bien desde aquí. Los veo.

Jack sacudió su cabeza.

―No vas a ir, Becks.

Esta vez era mi turno de sonreír y mirar hacia el cielo.


―Hemos enfrentado zombies y paredes de fuego y una reina empeñada en
venganza. No nos vamos a detener a causa de unos pocos insectos. ―Mi voz se
quebró en el último par de palabras.

―Becks… ―dijo Jack. Parecía como si quisiera saltar de la rama, tomarme en


sus brazos, y volar fuera del Inframundo.

―¿Recuerdas lo que dijiste en el gimnasio Rock Garden?

Jack cerró los ojos.

―No tienes que preocuparte por la parte superior. Solo tienes que
preocuparte por el primer paso.

―¿Y luego qué?

―Y luego el próximo paso ―dijo.

Asentí.

―Eso es lo que voy a hacer. Y con suerte, mientras estoy dando el paso,
pisaré algunos escarabajos a lo largo del camino.

El agarre de Jack se apretó a mi alrededor.

―Y no puedo tomar el primer paso a menos que me dejes ir. ―Le sonreí.

Jack cerró sus ojos, suspiró profundamente, y rápidamente dejó caer los
brazos. Me apresuré y salté de la rama antes de que pudiera cambiar de opinión.
Se quedó abajo con el peso combinado de Jack y Cole. Me acerqué a la antigua
orilla del lago.

―¿Son venenosos? ―le pregunté a Cole mientras miraba la masa negra.

―No lo sé ―dijo Cole―. Aunque el agua no. Me gustaría pensar que si


escarabajos venenosos vivieran en el lago, el agua también estaría contaminada.

Con una respiración profunda, asentí.

―Buena teoría.
―Pero te podrían picar hasta la muerte ―dijo Cole.

Oí el sonido característico de Jack golpeando el hombro de Cole.

―Ay ―dijo Cole―. Por lo tanto, permanece consciente ―dijo, como si


acabara de decirle a un niño pequeño que estuviera seguro en la escuela.

―Paso a paso ―murmuré.

―¿Becks? ―dijo Jack.

―¿Sí?

―Yo correría.

―Yo también.

Eché a correr hacia la base de la plataforma, contando mis pasos por el


camino. Con el tiempo las palabras de ánimo de Jack se desvanecieron detrás de
mí. Era el paso ciento veintiocho donde escuché la crujido y aplastamiento de mi
primer escarabajo. Grité y seguí corriendo.

Crujido. Crujido. Crujido. Crujido. Traté de evitarlo, pero al final estaba


haciendo crujir a varios con cada paso. Tenía miedo de detenerme o reducir la
velocidad, porque estaba segura que esta cantidad de escarabajos podrían
invadirme si se los permitía.

Estaba jadeando.

La base de la plataforma de roca se alzaba delante de mí, haciéndose cada vez


más alta mientras me acercaba.

Afortunadamente, el muro era escarpado, y ya podía ver que había algunos


puntos de apoyo y asideros adecuados. Mantuve mis ojos en donde pondría mis
manos así no pensaba en los escarabajos corriendo a mis pies.

Después de lo que parecía al menos dos kilómetros de marcha, llegué a la


base e inmediatamente comencé a escalar. Una ola de escarabajos trató de
seguirme, pero se cayeron hacia atrás cuando la pared se volvió empinada. Una
vez que estuve a unos pocos metros arriba de ellos, miré de nuevo al lugar del cual
venía y vi que ahora había una línea negra más gruesa en el camino que acababa
de tomar, como si cada escarabajo quisiera converger en él.

Tal vez en el camino de vuelta tomaría otro camino.

Empecé la subida, tratando de no pensar en el hecho de que no llevaba arnés


y no había nadie que me amarrara. Con dedos sudorosos, agarré y probé cada
asidero, asegurándome de que eran lo suficientemente fuertes antes de hacer un
movimiento. Finalmente el tiempo entre los pasos disminuyó cuando me
acostumbré a la rutina de la misma.

Incluso dejé de pensar en el sonido crepitante del mar de escarabajos debajo


de mí y en su lugar pensé en lo que me esperaba en la parte superior de la
plataforma. Si Cole estaba en lo correcto, sería la hoz de Cronos, y a este paso
llegaría en unos pocos minutos. Una vez que lo tuviéramos en nuestras manos,
saltaríamos de nuevo a la Superficie, nos reuniríamos, y luego haríamos nuestro
primer asalto al Everneath destruyendo la red de Sombras con la hoz.

Una vez que lo lográramos, solo quedaría la tarea de reunir todos los
corazones Sempiternos y destruirlos.

Decidí saltarme esa parte de mi sueño, porque estaba en la parte superior de


la plataforma. Había llegado. Me alcé sobre el borde y vi algo tirado en el medio.

Parecía antiguo y hecho de piedra, y tenía la forma de un cuchillo doblado.

La hoz.

La tomé y me volví hacia el árbol de frutas, levantando la hoz sobre mi


cabeza. Y fue entonces cuando escuché los pies correteando detrás de mí. Me volví
para ver una avalancha de escarabajos subiendo por el borde la plataforma.

―Mierda ―susurré.
Cap tulo 25
Traducido por Jenn Cassie Grey
Corregido por Nanis

El Everneath, Lago Tántalos.

P
use la hoz en mi espalda en la cinturilla de mis jeans y me aferré al
borde, buscando por asideros mientras los escarabajos de la cima de la
plataforma comenzaron a caer del borde, cayendo sobre mi cabeza,
mis hombros, mis ojos. Muchos se enredaron en mi cabello, arañando contra mi
cuero cabelludo y mi frente y mejillas.

Traté de no gritar. No quería que ninguno cayera dentro de mi boca.

Me estiré por el siguiente asidero y resbalé. Mis manos rasparon a lo largo de


la roca, mientras caía unos cuantos metros.

Fue entonces cuando grité. Usé cada pizca de fuerza para agarrar un saliente
en la roca, y finalmente detener la caída.

Pero accidentalmente puse mi mano en un escarabajo que estaba dentro de la


saliente. Sobresaltada, alejé mi mano de un tirón y perdí el control. Nadé a través
del aire por lo que pareció un largo tiempo y finalmente aterricé en mi espalda.

Mis pulmones colapsaron. Y un enjambre de oscuridad y pies escurridizos


me rodeaban. Tenía la hoz. Pero fueron los escarabajos los que me tiraron. Me
quedé recostada ahí por poco tiempo. Traté de moverme pero nada pasó. Tal vez
me había roto la espalda. Cientos de escarabajos caminaron debajo de mi camiseta,
bajo mi pantalón, picando mientras caminaban. Ninguna de las mordidas por
separado sería dolorosa. Pero cientos de mordidas a la vez…

El sonido de salpicaduras llegó a mis orejas, y de pronto una pared de agua


cayó sobre mí. Los escarabajos chillaron y se perdieron en las olas. Tal vez me
ahogaría antes de ser comida viva.

El agua me cubrió, y durante varios segundos mi cara estaba sumergida.


Presioné mis labios juntos, tratando de asegurarme que el agua no se metiera en mi
boca. La última cosa que necesitaba, mientras me ahogaba, era olvidar quién era.

―¡Becks! ―La voz de Jack vino desde algún lugar por encima del agua―.
¡Mueve tus brazos! ¡Patalea!

Traté de moverme, y está vez mis brazos se balancearon un poco, y mi boca


tocó la superficie por solo un segundo. Di un grito ahogado aspirando aire antes de
presionar mis labios juntos y hundirme en el agua de nuevo. Y entonces unos
fuertes brazos me tomaron alrededor de mi cintura y me trajeron a la superficie.
Sorbí aire. El glorioso aire.

No podía hablar. No podía abrir mis ojos.

Jack apretó mis mejillas

―Becks. Habla.

―Hola ―dije débilmente.

―¿Recuerdas quién eres? ―dijo Jack.

Asentí.

―Nikki Beckett.

Lo escuché suspirar, y entonces estaba moviéndose, conmigo en sus brazos.


Colapsamos en la playa, empapados y jadeantes. Cole estaba ahí. Se había quitado
su camiseta y la estaba usando para secar mi cara. Cuando la alejó, estaba llena de
sangre.

―Malditos escarabajos ―susurré.

Jack tomó la camiseta de las manos de Cole y continuó limpiándome hacia


abajo. Algo debajo de mi ojo izquierdo llamó su atención, y generosamente
presionó la camiseta contra la mancha.

―Eso fue una gubia ―dijo.

Lo dejé escandalizarse por un momento, entonces recordé por qué estábamos


ahí en primer lugar. Mi mano voló hacia mi espalda, y sentí el mango de metal de
la hoz.

―La tenemos ―dije.


Cap tulo 26
Traducido por Silvia Gzz.
Corregido por Nanis

La Superficie. El hotel.

W
ill se reunió con nosotros en la Superficie en nuestra habitación
del hotel. Al verme, jadeó.

―¿Has pasado a través de una cosechadora? ―preguntó, y sé que no estaba


siendo poco serio.

―No ―dije―. Un mar de escarabajos.

―Larga historia ―dijo Jack―. Pero Becks fue increíble. Y consiguió la hoz de
Cronos. ¿Alguna novedad del profesor?

―Sí ―dijo Will―. Dijo que la red de Sombras, esa bola en forma de huevo
que describiste, es una piedra sagrada llamada baetylus. Y dijo que necesitas una
cosa más, además de la hoz, para destruirla. Es decir, si quieres escapar con vida.

Saber que teníamos que hacer una cosa más fue demasiado para mí en ese
momento. Me desplomé en la cama.

Mis ojos se cerraron involuntariamente, y en unos segundos me había ido.


Cuando desperté, vi a Jack, Cole y Will estudiando detenidamente los
documentos en el escritorio próximo a la cama.

―¿Qué está pasando? ―dije.

Jack se acercó a la cama y se sentó a mi lado.

―Hola, Becks. ¿Cómo te sientes?

Asentí.

―Bien. Dime.

Se acostó a mi lado, frente a mí.

―El profesor piensa que la red de Sombras tiene una alarma a prueba de
fallas unida a ella, que si la destruimos, se prenderá y básicamente nos atrapara en
el Inframundo. Como un cerrojo. Para darnos tiempo para escapar, piensa que
necesitamos localizar el Casco de Hermes. ¿Te suena familiar?

―¿El colgante que Cole se suponía daría al chico de la gran cabeza a cambio
de su memoria?

Jack asintió.

―Creo que sí. Supuestamente encubrirá nuestra presencia hasta que


tengamos una oportunidad para salir.

Miré a Cole.

―Le dijiste al chico que conseguirías el colgante. ¿Lo tienes? ¿Sabes dónde
está?

Cole sacudió la cabeza.


―No puedo recordar.

Cerré mis ojos y suspiré.

―No puedo nadar en un mar de escarabajos de nuevo.

Jack alisó mi cabello suavemente con su mano.

―No tienes que hacerlo. Los papeles de la señora Jenkins contenían una hoja
de registro que muestra la lista de custodia del colgante. El último nombre en la
lista es una mujer llamada Mildred Dorrity. Vive en Roy. Seguimos la pista de su
número telefónico. Estamos a punto de llamarla.

Entrecerré los ojos.

―Entonces, esta mujer seleccionada al azar tiene un colgante que nos


mantendrá fuera de la prisión del Everneath ―dije

―Sí ―dijo Jack.

Asentí.

―Vamos por ella.

Jack puso su teléfono en altavoz y marcó el número. Después de timbrar


varias veces, contestó una mujer. Sonaba anciana, su voz frágil.

―¡Es Mildred Dorrity? ―dijo Jack.

Ella hizo una pausa.

―Lo que sea que esté vendiendo, no estoy comprando.

―No estoy vendiendo nada. Solo estoy preguntando si conoce a Kathleen


Jenkins.

Otra pausa.

―Kathleen Jenkins está muerta.

Con eso sabíamos que habíamos encontrado a la persona correcta.


―Soy amiga de la señora Jenkins ―dije.

―Kathleen no tenía amigos ―dijo Mildred.

―Estamos buscando un colgante ―espeté―. Por favor. Obtuvimos su


nombre por una hoja de registro de un listado de quienes han poseído el Casco de
Hermes. ¿Todavía lo tiene?

Una pausa más larga.

―Por favor, Sra. Dorrity. Por favor ayúdenos.

Podía escuchar su respiración, aunque ella no estaba contestando. Lo que


decíamos, no estaba funcionando.

―Mildred ―dijo Jack, su voz increíblemente calmada―. ¿Alguna vez amó a


alguien?

Ahora este fue su turno de hacer una pausa mientras esperábamos una
respuesta.

―Sí ―dijo ella.

―Así que conoces este sentimiento. ―Jack estaba siendo tan tierno, tan
sincero. No sé como la Sra. Dorrity no se dejaba llevar―. La entera razón de que
estamos llamando es por amor. Por favor. ¿Tiene el colgante?

―No ―dijo―. Lo pasé a mi nieta, pero fue robado por los Delphinians.

Delphinians. Es la segunda vez que escuchaba de este grupo de exiliado.

―Los Delphinians quieren todos los artefactos sagrados para ellos mismos
―continuó―. Devon lo robó de vuelta para nosotros, pero luego desapareció.

A mi lado, Cole se tensó. Podía sentir distintas señales de ansiedad rodar de


él. Puede ser que era porque él era la única persona de la que podía alimentarse.
Cualquiera que fuera la razón, su reacción era lo suficientemente fuerte que pude
probarla en el aire. Me volví hacia él y suspiré.

―¿Te suena familiar?


―No estoy seguro ―dijo.

Volví al teléfono.

―¿Quién era este Devon?

―El novio de Millie, mi nieta.

―¿Dónde está Millie ahora? ―pregunté

―Está muerta.

Miré a Jack. Por un momento solo hubo el sonido de algún espectáculo de


televisión al fondo.

―Ella fue nombrada después de mí, sabes ―dijo Mildred.

―Gracias ―dije. Jack colgó.

Nos quedamos mirando el teléfono, de nuevo la desesperación cubrió


nuestras almas. Sí, ella conocía acerca del colgante, pero no estábamos más cerca
de conseguirlo.

Estiré la mano para ajustar el termostato en la pared. Jack miró a mi mano y


agarró mi brazo.

―¿Qué ―dije, sobresaltado.

―Tú muñeca. El eslabón.

Miré hacia abajo. La tenue línea había comenzado a oscurecerse. Casi tan
oscura como el otro eslabón. Bajé mi manga.

―Ya sabíamos que teníamos que apurarnos. No cambia nada.

Pero se sentía como si hubiera cambiado todo.

Me volví hacia Cole, ansiosa de quitar la atención de mi muñeca.

―Cuando Mildred mencionó a este chico, Devon, desencadenó algo en ti.


¿Qué era?
Cole movió su cabeza.

―No lo sé. Nada especifico. Solo un sentimiento, pero luego se fue.

No me miró a los ojos cuando habló. Las emociones que había sentido que
venían de él durante la llamada telefónica con Mildred, parecía indicar que esto era
algo más que solamente un sentimiento.

―¿Estás seguro que eso fue todo?

―Sí.

Inclinó su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos. Algo me decía que él estaba
mintiendo. Yo estaba caminando sobre una línea fina. Por un lado, quería que
recordara cosas que podían posiblemente ayudarnos a destruir el Everneath. Por
otro lado, ¿qué si recordó su verdadero deseo? ¿Su anhelo por el trono?

¿Si volvía a él, lo haría traicionarnos?


Cap tulo 27
Traducido por flochi
Corregido por Nanis

La Superficie. El hotel.

E
l sol se estaba ocultando y una vez más me estaba sintiendo
cansada. No había pasado mucho tiempo desde que Cole me
había alimentado, ¿o sí? Me pregunté si la aparición del segundo
eslabón significaba que necesitaría alimentaciones más frecuentes.

O quizá las alimentaciones más frecuentes no serían suficientes.

Intenté no pensar en eso.

―Encontraremos algo más ―dijo Jack, mirándome de reojo―. Le enviaré un


correo al profesor Spears. Para ver si tiene alguna idea. Quizá nos arriesgaremos
simplemente, sin el colgante.

Asentí, deseando tener la energía para sonar más entusiasta.

―Tienes que comer ―dijo.

―Déjame ducharme primero ―dije. Habían pasado dos días―. Creo que eso
me animará un poco.
―Está bien.

Me dirigí directamente al baño y empezó a correr el agua. Se volvió cálida, y


respiré hondo del aire humeante.

Cuando me vestí y salí del baño, Jack se encontraba solo, en la computadora.

―¿Dónde está Cole? ―dije.

No me miró.

―Jugando con la máquina de hielo.

Resoplé.

―Voy a extrañar este lado de Cole si alguna vez recupera su memoria.

Me acerqué a la ventana para cerrar las cortinas, pero una figura abajo junto
al cruce frente al hotel llamó mi atención. Entrecerré mis ojos para ver mejor.

Era Cole. Parado en la acerca. Parecía como si estuviera esperando a alguien.

―Jack ―dije.

Pudo escuchar la preocupación en mi voz. Se apresuró hacia mí, y le señalé a


Cole.

―¿Qué está haciendo? ―dijo.

Me di cuenta.

―Está esperando un taxi. Recuerda algo.


Jack y yo intercambiamos miradas, y luego salimos corriendo. Jack agarró sus
llaves al salir por la puerta.

Bajamos corriendo las escaleras. Mi primer pensamiento fue enfrentar a Cole,


pero justo cuando estaba a punto de salir por las puertas principales, Jack me atrajo
hacia atrás.

―Si va a alguna parte, lo seguiremos.

Asentí. Seguirlo sería la única manera de saber exactamente de qué se


acordaba. Mi mayor temor era que recordara su misión de hacerme su reina. Y si lo
recordó, lo ocultaría de nosotros, ¿cierto? Por lo tanto, estaba ante el dilema de que
estaba poniendo mucha de mi confianza en Cole en este momento. Él sabía nuestro
plan. Y en cualquier momento podía fácilmente frustrarlo.

Corrimos silenciosamente hacia nuestro lugar de estacionamiento y


alcanzamos el auto de Jack justo cuando un taxi se detenía en la acera donde Cole
estaba parado. Jack esperó hasta que Cole estuvo dentro para arrancar el motor,
luego salimos tras el taxi, las luces apagadas.

Nos mantuvimos a una distancia segura detrás del taxi y lo seguimos por seis
u ocho kilómetros al oeste de la ciudad hacia una parte más industrial del valle.
Giró en una calle lateral junto a almacenes.

―¿Adónde va? ―dije.

Jack se encogió de hombros y giró detrás de él.

El taxi se detuvo afuera de una puerta metálica, la cual se abría a una zona de
estacionamiento asfaltada rodeada por unidades de almacenamiento.

Nos detuvimos en la calle y observamos mientras Cole entraba a la


propiedad.

Jack frunció el ceño.

―Movimiento muy deliberado para alguien que no recuerda nada. Espera


aquí.
―De ninguna manera voy a esperar ―dije.

Jack suspiró, pero no había tiempo para discutir. Cruzamos la calle corriendo
y nos dirigimos a la entrada. Cole ya estaba dando la vuelta a una de las filas del
extremo de la unidad. Jack empujó la puerta y la sostuvo abierta para mí, y
entonces lo seguimos.

Cole se detuvo frente a la unidad 677, dudó un momento con el dedo sobre el
teclado y luego golpeó un montón de números. Algo metálico hizo clic, y Cole
abrió la puerta de la unidad de almacenamiento.

Cole sabía el código. Sabía de la existencia de un almacén. A menos que lo


hubiera rentado en las últimas veinticuatro horas, no nos había estado diciendo la
verdad sobre no recordar.

―¡Bastardo! ―dije.

Cole pegó un salto y se dio la vuelta. Una amplia sonrisa se extendió por su
cara. Pareció genuinamente emocionado de vernos.

―¡Hola! Estaba a punto de llamarlos.

―Tonterías ―dijo Jack, arremetiendo hacia él, con los puños apretados a sus
costados.

―No, hablo en serio. Estaba yendo puramente por instinto, diciéndole al


taxista a dónde ir mientras manejaba. Izquierda aquí, derecha aquí, esa clase de
cosas. Lo juro. ―Alzó las manos como si no pudiera darse cuenta por qué Jack
estaba enojado―. Sin ustedes allí, fue más fácil concentrarme.

Estábamos todos parados en el umbral de la unidad en este punto, las fosas


nasales de Jack abriéndose pero sus puños permaneciendo a sus costados.

―Es verdad ―dijo Cole―. Iba a sacar mi teléfono para llamarlos. Vayamos
dentro. Veamos lo que hay.

―¿Por qué no nos dices qué hay? ―dijo Jack.

―Te lo dije. No sé qué hay aquí.


Ya había echado un vistazo dentro, porque una parte de mí se preguntó si
este era el tipo de lugar donde el viejo Cole ocultaría mi corazón de brújula. Pero a
la primera mirada no pareció haber ningún alhajero o algo que contendría
pequeñas joyas como mi corazón. En cambio, parecía que todo el lugar estaba lleno
de viejos instrumentos musicales. Un par de guitarras con la firma de Les Paul en
los cuerpos de madera apoyados contra lugares de metal cercanos a la pared.

A medida que nos adentrábamos al fondo, las guitarras se hicieron un poco


más antiguas. Había un juego de tambores, envuelto en papel de plástico. Una
mandolina apoyada contra un banjo.

―Bueno, ya estamos listos si queríamos empezar esa banda de bluegrass de


la que siempre hablamos ―dijo Jack―. De lo contrario, no veo que nos pueda ser
de ayuda.

Cole se acercó al juego de tambores.

―Sigo creyendo que hay algo aquí. Algo que ver con ese chico Devon que
Mildred mencionó. Tenías razón, Nik. Algo regresó. Sólo no quería darles
esperanzas sin saberlo con seguridad.

Me quedé inmóvil, un objeto como una arpa pequeña en mis manos.

―¿Crees que el Casco de Hermes podría estar aquí? ―dije con


incredulidad―. En tu unidad de almacén.

―Lo sé; suena loco. Y quizás el colgante verdadero no esté aquí, sino algo
que pudiera llevarnos a Devon. De cualquier manera, tenemos que mirar.

Ahora que sabíamos lo que buscábamos, comenzamos a desgarrar el


contenido de la unidad. Tras veinte minutos, apenas habíamos causado una
muesca en el lugar.

―No rompas los laúdes ―le dijo Cole a Jack―. ¡Oye! Sé lo que es un laúd.
―Sonó tan triunfante, que tuve que contener una sonrisa.

Un par de brillantes luces atravesaron el lugar.


Todos nos volvimos hacia la entrada. Jack, que era el más cercano a la puerta,
dijo:

―Es un auto deteniéndose junto a la puerta. ―Se volvió a agachar y buscó un


paquete, para luego quedarse inmóvil―. Espera un minuto. Cole, ¿si este almacén
es tuyo, significa que está registrado bajo tu nombre? ¿O de los nombres de
cualquier miembro de la banda?

Aspiré una bocanada de aire.

―Si uno de sus nombres está en el registro…

―Cazadores de recompensas podrían estar mirando el lugar ―dijo Cole.

―Si es así, ¿por qué simplemente no han irrumpido? ―dije.

―Quizá no están más tras tu corazón ―dijo Cole―. Quizás están tras de mí.

Escuchamos el tintineo de la puerta metálica abriéndose para un vehículo.

―¡De prisa! ―dijo Jack. Fue a ponerse de pie junto a la puerta mientras Cole
y yo volvíamos nuestra búsqueda en una maniática―. Es una camioneta grande de
color negro. La puerta se abre con lentitud.

Por las fotos que Jack había encontrado en internet, el colgante era grande,
pero no más grande que la palma de mi mano, así que evité cualquier paquete que
pareciera muy grande. Pero en verdad, tendríamos que confiar en los instintos de
Cole. De lo contrario, estaríamos aquí una eternidad. Subimos y bajamos las pilas
de cajas e instrumentos. Mientras yo estaba acercándome a otra batería,
accidentalmente puse el pie en un bongo de aspecto antiguo.

―Con cuidado ―dijo Cole, todavía mostrando su afinidad por todos los
instrumentos musicales, incluso en su estado amnésico.

―¡Cállate y busca! ―dije.

―La puerta está abierta ―dijo Jack―. La camioneta está entrando.

―Quizá no están aquí por nosotros ―dijo Cole.


―Están girando en esta fila. ―Jack se arremangó las mangas y flexionó las
manos.

Escuché el chirrido de los neumáticos.

―Los contendré ―dijo Jack con suavidad.

Lo vi alcanzar un saxofón y dar un paso detrás de la esquina del frente de la


unidad de almacenamiento por lo que estaba fuera de vista de quien estuviera en
la camioneta. Mantuvo el saxofón detrás de su pierna.

Les eché un vistazo al conductor y el pasajero, y no hubo duda de que eran


caza recompensas de diez Sombras. Uno parecía de casi dos metros de alto y tan
ancho como un peñasco. El otro era ligeramente más bajo, e igual de musculoso.

Probablemente pensando que nos habían arrinconado, caminaron lado a lado


hacia la unidad. Y en el segundo que cruzaron el umbral, Jack salió de la esquina
oscura y agitó el saxofón en el cazador más cercano. El saxofón hizo contacto con la
pierna del cazador, destrozando su rodilla hacia atrás, dándola vuelta de adentro
hacia afuera, obligando a que su pierna se inclinara noventa grados en la dirección
opuesta a la que se suponía se inclinaran las piernas.

El cazador cayó, un extraño chillido procedente de su boca.

―Um, ¿las diez Sombras pueden escapar del cuerpo? ―pregunté.

―¡No! ―dijo Cole. Luego hizo una pausa en su búsqueda―. Al menos es mi


reacción inicial, pero no estoy seguro…

―¡Continúa! ―ordené.

Con un movimiento, Jack efectivamente había eliminado a uno de los


cazadores. O al menos eso creía. Pero el cazador de una sola pierna luchó para
enderezarse en su pierna buena como si la única cosa en su camino fuera la
logística de una pierna rota y no el dolor de una.

Regresé a mi búsqueda frenéticamente cuando escuché, más que ver, al otro


caza recompensas chocar con Jack. El inconfundible sonido de sus puños crujiendo
contra mandíbulas llegó a mis oídos ―ya no quería perder el tiempo buscando―
sólo podía esperar que fueran los puños de Jack y la mandíbula del caza
recompensas.

Me hundí en la siguiente pila justo cuando Cole sostenía en alto un paquete


de papel marrón.

―¡Lo tengo! ―dijo.

―¿El colgante? ―dije.

―¡Sí!

Comprobé a Jack. El segundo cazador de recompensas lo tenía agarrado por


atrás, un brazo alrededor de su cuello. Agarré el arma más cercana que pude
encontrar, un ukelele, y me lancé sobre las pilas de cajas e instrumentos. Jack se
encorvó hacia adelante luego lanzó la cabeza hacia atrás, su cabeza chocando
contra la nariz del caza recompensas.

Salté de la última pila en el momento en que el caza recompensas colapsaba


detrás de Jack, y cuando aterricé, llevé el ukelele hacia abajo en la sonrisa sombría
del caza recompensas.

―De nada ―le dije a Jack cuando agarró mi mano y me llevó hasta el lado
del pasajero de la camioneta. Cole se lanzó detrás de nosotros y subió a la cajuela
de la camioneta a la vez que Jack salía del estacionamiento.

Los caza recompensas, uno con cojera extrema, siguieron detrás de nosotros;
y aunque no tenían ninguna esperanza de atraparnos dado que habíamos robado
su modo de transporte, seguían viniendo.

―No se detienen ―dije.

Cole habló a través de la ventana abierta que separaba la cabina de la cajuela


de la camioneta.

―Están hechos para un propósito. Nunca se detendrán.


Cap tulo 28
Traducido por Fanny
Corregido por Nanis

La Superficie. Ciudad Salt Lake.

A
bandonamos la camioneta a lado del auto de Jack y cambiamos
de nuevo a su sedan. No quería arriesgarse a que la camionera
fuera reportada como robada por su dueño original.

Una vez dentro del auto, todos jadeamos, tratando de recuperar la


respiración. Jack tenía un par de salpicaduras de sangre sobre su mejilla y su
chaqueta, pero no era suya. Pertenecía a las espeluznantes diez Sombras caza
recompensas.

―Cole, no te escaparas de nuevo ―dijo Jack. Sonó como un padre regañando


a su hijo.

―De acuerdo ―dijo Cole solemnemente desde el asiento trasero.

Jack condujo de regreso al hotel, donde él y yo colapsamos en la enorme


cama y Cole se quedó parado a los pies de la cama. Sostuvo el paquete de papel
marrón por una esquina y lo hizo girar hacía el colchón hasta que el colgante cayó.

Lucía exactamente como la fotografía de internet, pero no estaba hecho de


metal, como había asumido que sería. Lucía como si estuviera hecho de cuarzo o
algún otro tipo de mineral, casi como si hubiera sido formado naturalmente por la
Tierra. Pero estaba en forma de un casco, con pequeñas alas en cada lado.

Cole lo miró mientras hablaba.

―Hay algo importante tocando en las puertas de mi cerebro. Pero no puedo


agarrarlo.

Quería ser paciente con él, pero no teníamos tiempo.

―Cole, has compartido memorias conmigo mientras me alimentabas.


Recuerdos del pasado que no creo que recuerdes completamente. ―Probablemente
Jack no apreciaría este método, pero estaba desesperada. Cole me miró
expectante―. Tal vez si me alimentas…

Sin dudar, me agarró y me besó, y algo dentro de mi cabeza encajó como una
llave girando una cerradura. Vi un recuerdo rápidamente enfocándose, como si
alguien estuviera girando el lente de una cámara, pero no tuve tiempo de
interpretarlo antes de que se alejara. Sonrió.

―Lo tengo ―dijo―. Cumplí condena con este chico una vez, dentro de una
prisión Delphiniana.

―¿Delphiniana? ―dije―. ¿Cómo de la que el loco exiliado Sempiterno Ashe


y Mildred estaban hablando?

Cole asintió.

―El chico en la celda a mi lado se llamaba Devon. Era un mercenario. Había


estado encarcelado porque los Delphinianos habían robado algo de la mujer que
amaba y él se lo robó a ellos. Era un artefacto raro. Lo escondió antes de ser
capturado. Lo torturaron para que les dijera dónde estaba, pero nunca se rindió.
Cuando pareció obvio ―Cole se detuvo y bajó la mirada―, que Devon iba a morir,
me pidió que lo recuperara y lo cuidara. En ese momento, no sabía que era el
Casco de Hermes. Pensé que solo era una pieza de joyería. ―Levanto la mirada
para encontrar la mía―. Pero cuando Mildred dijo el nombre de Devon, las cosas
comenzaron a encajar.
Le sonreí débilmente.

―¿Cuándo estuviste en esta prisión Delphiniana?

Alejó la mirada.

―No estoy seguro. Pero se siente como hace mucho, mucho tiempo.

Agarré el colgante y lo sostuve en la luz.

Jack estaba mirando a Cole.

―¿Exactamente dónde lo conseguiste? ¿Antes de que terminara en la unidad


de almacenamiento?

Cole me miró pero le respondió a Jack.

―En un armario. Originalmente en Riomaggiore. Italia. Donde Devon lo


había escondido.

Algo en su expresión no parecía correcto. Estaba sonriendo, pero no parecía


llegar a alguna parte de su rostro, incluyendo sus labios.

―¿Estás bien? ―pregunté.

―Estoy cansado.

―Acuéstate ―dije―. Descansa algo. No me alimentaré de ti hasta que hayas


descansado, ¿sí?

Asintió y subió a un lado de la cama, acurrucándose lejos de Jack y yo.

Después de unos segundos, estaba respirando uniformemente.

―Está mintiendo ―dijo Jack.

―Shh ―dije. Me levanté y le hice señas a Jack para que me siguiera.

Una vez que la puerta de la habitación estuvo cerrada detrás de nosotros,


comenzó.
―Está mintiendo, Becks. Lo sé. Todo parece tan conveniente. ¿Y si no es esto
un comportamiento instintivo como dijo el profesor? Si estuviera mintiendo, esa
cosa del instinto es perfecta para cubrirlo. Puede revelar exactamente lo que quiera
revelar y llamarlo instinto.

Pensé por un momento.

―Creo que está diciendo la verdad sobre la amnesia. Pero digamos que estoy
equivocada, y ha estado jugando con nosotros todo este tiempo. Si está mintiendo
o no, hay ciertas cosas que sabemos a ciencia cierta. Una es que lo necesito para
sobrevivir. La otra es que nos trajo el Casco de Hermes. Así que si está mintiendo o
no, nos ha dado lo que necesitamos.

Jack apretó sus labios y suspiró. Podía decir que mis palabras tenían sentido
para él.

―No solo eso, sino que no puedo, ni por mi vida, hacerme una idea de lo que
le beneficia mentirnos. Sí, me ha mentido en el pasado. Pero justo ahora, no pudo
encontrar a alguien para alimentarme. Soy dependiente de él. ¿Qué más podría él
querer?

―Esa es la parte que me da miedo. No tengo duda de que tiene motivos


ocultos para usar este truco de la amnesia, y solo porque no podamos descubrir
cuál es su objetivo final, no significa que no exista. ―Sacudió su cabeza―. De
hecho, sí sabemos cuál es su objetivo final. El trono.

―El objetivo del viejo Cole era el trono. El nuevo quiere ayudarnos. ¿Qué
tanto del viejo Cole está de vuelta? No lo sé. ―Tomé una respiración profunda―.
Pero ahora mismo, todo lo que tengo que saber es que tenemos la hoz, nuestro
primer paso para destruir el Everneath, y él sostiene mi vida en sus manos. ―No
era una buena posición para estar, pero mis oportunidades nunca fueron buenas
en primer lugar.

Jack me miró y asintió. Puse una mano en cada lado de su rostro.

―Tenemos todo lo que necesitamos. Todas las piezas en su lugar. La única


cosa que falta es seguir adelante con ello. Y todo lo que necesitas hacer es confiar
en esto. ―Atraje su rostro al mío y presioné mis labios contra su mejilla, y luego en
la otra mejilla, y finalmente su boca.

La puerta del hotel se abrió y Cole sacó su cabeza.

Jack lo miró.

―En serio, estás rogando por una golpiza.

―Lo siento ―dijo él. Metió su cabeza.

Pasamos la noche con energía renovada por nuestra misión. Jack estuvo
despierto la mitad de la noche en la computadora. Quería ayudarlo con lo que sea
que estuviera investigando, pero necesitaba alimentarme.

Cole despertó con frecuencia, angustiado y con sudor frío. No me dijo de lo


que se trataban sus sueños, pero cuando me alimenté de él durante la noche, todo
lo que veía eran oscuras imágenes desordenadas, escalofriantes imágenes de gritos
que venían a la vida y se convertían en monstruos terroríficos. Entraron a mi
cabeza y trataron de robar mi cerebro.

Las imágenes me asustaron, y tenía que seguir alejándome del rostro de Cole.

En la mañana me desperté con una sensación de temor. No estaba segura si


venía de las pesadillas o de la enormidad de nuestra tarea. Jack hizo café para
nosotros. Nos sentamos frente al otro en la mesa.

Jack tomó mi mano.

―Va a funcionar, Beck.

Me encogí de hombros.
―Incluso si lo hace… las oportunidades de que destruyamos la red y
escapemos antes del bloqueo, son las de aproximadamente una bola de nuevo en el
Anillo de Fuego; e incluso si funciona, ¿qué hacemos? ―Mi labio inferior tembló―.
Todavía tendríamos que destruir la bóveda de los corazones. Y de alguna manera
tendríamos que destruir el corazón de cada Sempiterno. Y el Everneath sería
bloqueado.

Jack vino a mi lado y me sostuvo.

―Shh. Va a estar bien. Si deshacer la red y eliminar el vínculo entre las


Sombras es el primer paso para destruir el Everneath, entonces lo hacemos y
tenemos fe de que se presentará por si sola.

―¿Fe? ―La palabra salió antes de que pudiera pensarlo―. ¿Fe en qué? ¿Un
poder superior? ¿Los dioses? ¿El universo?

Mi voz se quebró al final, y me di cuenta lo que toda esta cosa le había hecho
a mi fe, si hubiera tenido alguna para empezar. Me di cuenta de que el
pensamiento de un ser superior a cargo de todos nosotros me hizo enojar.

Jack tomó mi mano en la suya.

―¿Quieres tratar? ¿O quieres darte por vencida?

―Todo parece tan inútil ―dije.

Me jaló hacía él, aplastándome contra su pecho.

―Justo ahora, las otras opciones son que me tomes para Vincularte, o te
conviertas en reina.

―¿Qué?

―Estoy diciendo que si se nos acaba el tiempo y las únicas opciones son que
mueras o me tomes para alimentarte, me tomes para Vincularte.

―Claro que no ―dije―. No hay manera, literalmente, no hay manera ni el en


infierno que te tome para alimentarme de ti.
―Entonces será mejor que tratemos de destruir el Everneath ―dijo Jack―.
De otro modo, estaremos frente a un enfrentamiento épico, y soy más grande y
más fuerte que tú. ―Los bordes de sus labios se curvaron hacía arriba y sus ojos
brillaron, pero sabía que debajo de eso, la amenaza era real. Él haría cualquier cosa
que pudiera para obligarme a que me alimentara de él.

Luego miré a Cole. El viejo Cole hubiera hecho cualquier cosa para forzarme
a que me convirtiera en un Sempiterno en toda forma.

Y diablos, quizá él era el viejo Cole.

Estaba rodeada por un cuarto lleno de gente que, en diversos grados,


lucharían para hacerme un Sempiterno.

Fruncí el ceño y comencé a parpadear incontrolablemente. Toda esta cosa no


era sobre derribar el Everneath. Era sobre yo, tratando de sobrevivir. ¿Tal vez me
permitiría creer que era sobre salvar vidas de incontables potenciales Desposeídos,
pero no era realmente solo sobre salvarme a mí misma?

Sin mí, no habría necesidad, realmente, de destruir el Everneath. Los


Desposeídos no eran exactamente inocentes. Cuando todo se redujo a eso, todos
tuvieron que elegir ir al Vínculo.

Sin mí, el viejo Cole no se estaría esforzando tan duro por el trono. Al menos,
solo estaría tratando en el sentido de que estaría buscando por el siguiente
Desposeído.

Sin mí, nadie estaría arriesgando su vida. De hecho, toda esta cosa había
comenzado porque había tratado de alejarme de mi propio dolor. Había
comenzado porque había pensado solo en mí misma.

―¿Becks? ―dijo Jack vacilantemente. Miró a Cole―. Sé lo que estás


pensando ―dijo―. No lo hagas.

―¿Hacer qué? ―dijimos Cole y yo al mismo tiempo.

―¿No puedes verlo en sus ojos? ―dijo Jack―. Está corriendo.


Cole miró de mi rostro al lugar donde estaba sentada en la cama, obviamente
tomándolo literalmente.

―No es cierto. Está ahí, quieta.

Jack lo ignoró.

―No lo hagas, Becks.

―Sin mí, ambos estarán bien ―dije.

―No ―dijo él―. Nunca estaría bien. Nunca más. Y si corres, te atraparé. Y si
no puedo, trataré de derribar el Everneath sin ayuda de nadie.

Cole finalmente lució como si lo hubiera entendido.

―Y yo le ayudaré ―dijo.

Jack miró a Cole, y a pesar de que no sonrío, el ceño fruncido que le dio a
Cole no era tan profundo como era usualmente.

No pude pensar en algo que decir. ¿En verdad todavía tratarían de


derribarlo?

¿Y si ya no seguía viva?

Si estuviera muerta, no tendría sentido que Jack tratara tan locamente de


derribarlo.

Cerré mis ojos y sacudí la cabeza, alejando los pensamientos. Conocía mi


propia fuerza. No había manera de que alguna vez pudiera quitarme la vida. A
menos… a menos que estuviera salvando la de alguien más.

―Becks, escúchame ―dijo Jack, agarrando mis hombros―. No trataré de


obligarte a que te alimentes de mí. Lo prometo. Solo no te rindas. A como sea que
esto resulte, estaría monumentalmente jodido si desaparecieras de mí ahora. Si
peleamos y perdemos… bueno, tendremos que vivir con eso. Pero si te pierdo aquí
porque corres… entonces no habrá manera de que me recupere.
Asentí. De nuevo, sabía exactamente cómo eso se sentiría. Cuando Jack saltó
en los Túneles por mí… y no tuve la opción de luchar por su vida… fue una
sensación que no le desearía a nadie.

Asentí.

―Está bien. Pero prometo que si esto no funciona… no puedo alimentarme


de otro ser humano. No lo haré. Pasaré un siglo conteniendo la respiración. No.
Me. Alimentaré. De. Ti.

Asintió lentamente.

―Suena como un plan. Ahora, vamos a destruir la red.

Jack dejo salir un suspiro.

―Le dije nuestro plan al profesor. Su primera reacción fue: “Espera, ¿solo
estás llevando tres gentes para destruir la red? Necesitarás un ejército”. Así que
pensé que necesitamos al menos una persona más. Y tengo a alguien en mente.
Cap tulo 29
Traducido por Apolineah17
Corregido por Nanis

La Superficie. El hotel.

—D
e ninguna manera ―dije―. Nadie más va a perder su vida por
mí.

―No seas tonta, Becks ―dijo Jack, acariciando mi


cabello mientras caminábamos hacia su auto―. Estás asumiendo que todos vamos
a morir. ¿Cuándo desarrollaste este tipo de actitud? Will ya nos ha estado
ayudando.

―En la Superficie. Es un tipo completamente diferente de peligro en el


Everneath.

―Will ama el peligro.

Lo miré de reojo. El sol estaba brillando a través de la ventana en ese


momento, directamente sobre Jack, haciéndolo ver demasiado glorioso para
discutir con él.

―Tengo una buena actitud.

―Claro que sí ―dijo Jack.

―La tengo ―insistí―. Sólo tengo que sopesar mi actitud con la realidad.
―Eso se llama tener una mala actitud.

―No, no lo es. Se llama ser realista.

―O pesimista.

―Cállate.

Jack sonrió.

―Ah, ese es un espíritu de puedo-hacerlo. Vamos a empezar una guerra. Y


vamos a traer a Will. Esta es sólo el tipo de cosa que a él le encantaría hacer.

Muy pronto, los cuatro estábamos sentados alrededor de la mesa en la


habitación del hotel, planeando estrategias. Decidimos que el mejor momento para
probar la red era durante uno de los Festines de la reina en una de las
Comunidades. Había aprendido el ritual la primera vez que había ido al Everneath
buscando a Jack. Las Sombras y la reina se reunían en el centro de cualquier
Comunidad en el que se encontraban y entonces procedían a hacer un Festín de
humanos y Sempiternos por igual que habían cruzado la Corte Superior de una u
otra manera.

Recordaba que habían asistido miles de Sombras, así que eso tenía que
significar que habría menos Sombras con las cuales lidiar alrededor del baetylus.

Todos estuvieron de acuerdo. Estábamos a punto de poner manos a la obra,


pero Cole levantó la mano.

―¿Cómo vamos a destruir la bóveda de corazones?

Nos miramos entre sí.


―Vamos a tener que averiguar eso después ―dije.

―Deberíamos averiguarlo ahora ―dijo Cole―. ¿Qué pasa si tenemos la


oportunidad de hacer algo, pero no podemos hacerlo porque no sabemos qué es
ese algo?

Incliné mi cabeza, tratando de descifrar lo que acababa de decir.

―Él tiene razón ―dijo Jack―. Tenemos que estar preparados para todo.

Will se inclinó hacia adelante.

―En la guerra, estuve en municiones por una rotación.

Jack tomo una profunda respiración.

―¿Y?

―Por lo tanto, tengo algunos viejos amigos en Fort Douglas. Ellos podrían
ayudarme a inventar algo parecido a un dispositivo incendiario.

Jack miró a Will y frunció las cejas.

Will puso los ojos en blanco.

―Ya sabes, algo que haría que las cosas volaran en pedazos.

Sacudí la cabeza, pensando en el comportamiento de mi propio teléfono


celular en el Everneath.

―Las cosas de la Superficie no funcionan bien en el Everneath.

―Las cosas electrónicas no funcionan. Pero algo que es una simple y sencilla
reacción química…

Jack sonrió.

―¿Una simple reacción química?

Will pareció falsamente ofendido.


―Oye, si estoy interesado en un tema, aprendo sobre él. Y cuando quería
olvidar que estuve en Afganistán, volaba cosas. Eso era mucho menos destructivo
que otro tipo de salida del estrés.

Jack asintió.

―Está bien. ―Sacó su teléfono y llamó al profesor Spears, poniéndolo en


altavoz. Cuando el profesor respondió, Jack lo puso al corriente con nuestra
reunión de estrategia―. Will piensa que podría hacer estallar la bóveda de los
corazones, porque eso implicaría una básica reacción química. ¿Crees que
funcionaría?

El profesor Spears se quedó en silencio por un momento antes de decir:

―Will probablemente tiene razón.

Los ojos de Jack se ampliaron.

―El problema es encontrar suficiente cantidad para un detonador… y un


incendio hecho de la energía del Everneath que empiece la reacción en cadena. Un
simple fósforo no va a acabar con él.

Jack se giró hacia mí.

―Tienes la habilidad de invocar cosas, ¿verdad? ¿No es eso lo que te pasó


porque sobreviviste al Vínculo?

Asentí, recordando la vaga imagen del soldado de Adonia, Nathanial, al que


había invocado cuando estábamos tratando de escapar de sus garras. Y más
recientemente la traviesa de ferrocarril que había hecho para bloquear la puerta.

Cole se burló.

―Puede hacerlo, pero no es muy buena en ello.

Lo miré.

―¿Cómo lo sabes? ―dije.

La boca de Cole se abrió en una sonrisa.


―¡Lo recordé! Estaba exasperado intentando enseñarte a aprovechar la
proyección de tu energía. Era un problema.

Mis mejillas se tiñeron de rosa por lo difícil que había sido controlar mi
proyección.

―Eso no viene de manera natural ―murmuré. Pensé en la facilidad con la


que Adonia había creado una tormenta de nieve. Ella probablemente sólo había
conseguido mejorar desde que se convirtió en reina. Para el momento en que
conjurara otra traviesa, ella probablemente ya me tendría atrapada entre dos
paredes puntiagudas como le hizo a la reina original―. Necesito un arma a la que
la reina sea específicamente vulnerable. Matar a la reina es la clave para mí. ―Me
estremecí involuntariamente ante la palabra matar. No podía creer que estuviera
hablando tan frívolamente sobre acabar con la vida de alguien.

―Creo que si pueden destruir la bóveda ―dijo el profesor Spears―, matarán


a la reina. O la debilitarán significativamente.

Nos obsesionamos con más de un plan de lo que nunca habíamos estado


antes, pero aun así teníamos un significativo problema. Destruir la bóveda de
corazones terminaría con todos los corazones del Everneath… ¿pero qué pasaba
con los corazones de la Superficie?

Sólo podíamos esperar a que la respuesta apareciera por sí sola antes de que
fuera demasiado tarde.

Mientras Jack y Will se encargaban de algunas cosas en casa, es decir, de una


manera de desaparecer sin causar que su madre llamara a un grupo de búsqueda,
Cole fue solo al Everneath para averiguar cuándo iba a llevarse a cabo el próximo
Festín. Estaba preocupada por él yendo por su cuenta ―sobre todo porque allí
había carteles de Se Busca con su rostro plasmados por todas partes― pero parecía
que necesitaba una oportunidad para demostrar que podía hacerlo.

Llamé a la casa de mi tía Grace y hablé con Tommy por un largo tiempo.
Estaba disfrutando pasando el tiempo con nuestros primos y se había emocionado
cuando mi papá lo había llevado allí.
Le dije que lo amaba. Deseé poder llamar a mi papá.

Will y Jack se encontraron conmigo de nuevo en el hotel y esperamos por


noticias de Cole. Después de lo que parecieron horas, hubo un suave golpe en la
puerta.

La abrí.

Cole estaba allí de pie.

―Mañana. Si nos vamos a las diez y media de la mañana, llegaremos al


Everneath justo a tiempo para el Festín.

Fue un sueño inquieto esa noche para nosotros. Jack, Cole y yo dormimos en
la enorme cama como lo habíamos estado haciendo todo el tiempo. Will durmió en
el suelo. Dijo que en su tiempo en el ejército solía dormir en suelos duros, así que
estar en la alfombra era cómodo.

Pero yo estuve despierta la mayor parte de la noche y podría jurar que nunca
escuché la respiración regular de ninguno de los chicos mientras dormían.

Dormité mientras me alimentaba de Cole; y una vez que estuve despierta, vi


que Cole estaba sentado, sus pies colgando del borde de la cama, con las manos
sobre el colchón a ambos lados de él.

―¿Vas a alguna parte? ―susurré.

―No ―dijo sin voltear la cabeza―. Sólo pensaba en la banda.

―¿Los recuerdas? ―dije.

Negó con la cabeza.


―No, pero me siento… protector hacia ellos. ¿Si están en una Alimentación
Acelerada, destruir el baetylus los herirá?

Mierda. Había estado tan concentrada en destruir el Everneath y a todos los


responsables de su existencia que había olvidado qué pasaría con la banda si
teníamos éxito. Cole podría sentirse protector hacia ellos.

Yo no.

Pero me sentía protectora hacia Cole. Ya no podía negarlo. Había estado tan
preocupada liberando mi ira y mi odio, pero mi error fue pensar que en realidad
era mi elección. Tenía casi tanta elección en el asunto como una escultura de hielo
en un día soleado. Gota a gota, sin mi permiso, mi ira y mi odio se habían
desvanecido. Tal vez conseguiría arruinarlo debido a eso. Pero ya no tenía elección.

―No creo que vaya a ser doloroso para la banda. Ya que romper la red de
Sombras, simplemente podría terminar con su Alimentación Acelerada. Y entonces
tendrían tiempo para salir antes de que destruyamos los corazones. Porque no
sabemos cómo vamos a hacer eso. Así que habrá tiempo.

Cole asintió.

―Gracias. Necesitaba sacarlo para poder enfocarme.

Sonreí.

―Estoy familiarizada con la necesidad de sacar las cosas, sin importar lo


inverosímiles que sean. Eso puede darle a una situación desesperada, una
esperanza.

Él suspiró y volvió a acostarse.

Ya no había ningún punto en tratar de dormir.

Cuando nos levantamos, hicimos nuestras maletas en silencio. Tal vez todos
estábamos concentrándonos en nuestros fragmentos de esperanza. Arrastramos las
maletas al carro y condujimos hacia el desfiladero de Parley.
A las diez y media nos dirigimos a la parte trasera de la Tienda de Paso. Nos
tomamos de las manos y formamos un pequeño círculo, con Jack a mi derecha,
Cole a mi izquierda y Will directamente frente a mí.

―¿Están seguros? ―dije.

―Sí ―dijeron los tres al unísono.

―Uh, qué mal.

Nos quedamos ahí de pie por un momento.

Había llegado a querer a cada uno de ellos a mi manera, pero era el chico
sosteniendo mi mano derecha, el que casi me había decapitado con una pelota de
béisbol cuando teníamos doce años, quien tendría mi corazón por el resto de mi
vida.

Creo que él sintió el momento también. Me miró fijamente y luego tiró de mi


mano para acercarme y me besó.

Siempre me había gustado besarlo. Me recordé fantaseando con ello durante


todo un año antes de que comenzáramos a salir. Quería besarlo todos los días
hasta el día de mi muerte… el cual podría ser en poco tiempo.

Los dedos en mi mano izquierda se aflojaron. Me aparté de Jack y miré a


Cole.

―¿Estás lista, Nik? ―dijo Cole, con los ojos apretados.

No sabía qué decirle. Así que sólo asentí.

Esta vez Cole no necesito de ninguna incitación para emprender el viaje.


Estábamos en la agonía de la trasferencia de este mundo al otro. Y pronto
intentaríamos destruir el baetylus.

Permanecimos en silencio cuando aterrizamos en Ouros. Teníamos un fin.


Jack colgó el Casco de Hermes alrededor de su cuello, y el exceso de energía que se
había estado liberando de él en una niebla de colores inmediatamente desapareció.
La teoría del profesor era correcta. El colgante escondería la energía.
Jack abrió el camino hacia la entrada secreta que Ashe había tomado para
llegar al baetylus, y todos lo seguimos de cerca. Cole permaneció al lado de Will,
cuyo exceso de energía era mucho más notable que la de Jack.

Pero no llegamos muy lejos antes de ver los carteles. Una sola palabra
impresa en medio de ellos.

Y debajo de esa palabra había tres rostros. El de Max, el de Oliver y el de


Gavin.

Jack, Will y yo nos detuvimos bruscamente. Me giré hacia Cole, quien parecía
confundido. Él observó mi rostro, el cual seguramente tenía una expresión de
horror, miró el cartel y de nuevo a mí.

―¿Conoces a estos tres chicos? ―preguntó.

Me tapé la boca con la mano.

Jack dio un paso hacia Cole.

―Son el resto de tu banda. Tu banda es el menú del Festín.


Capítulo 30
Traducido por magdys83
Corregido por Nanis

El Everneath. Ouros.

H
abíamos estado equivocados. Nuestras conjeturas de que Max,
Oliver y Gavin habían tomado a sus Desposeídos para un Vínculo
Acelerado estaban completamente equivocadas. Entonces me di
cuenta de cuán alucinados habíamos estado. Tal vez ninguno de nosotros había
querido creer que si Cole había sido sacado de su casa y torturado, habría pasado
lo mismo con la banda.

Nadie fue preparado para la guerra. En cambio, los habitantes de Ouros se


estaban reuniendo en el centro de la plaza, apiñándose para ver el horrible
asesinato de los tres Sempiternos.

A menos de que pudiéramos detenerlos.

―¿Cuándo se suponía que iba a empezar el Festín? ―pregunté.

El rostro de Cole permanecía en blanco, como si no hubiera escuchado la


pregunta. Él no quitaba los ojos del póster.

―Cole. ¿Reconoces los rostros?

Él negó.
―¿Cuándo se suponía que iba a empezar el Festín? ―dije de nuevo.

Cole frunció el ceño.

―Programé nuestra llegada inmediatamente después del comienzo del


Festín. Así no teníamos que lidiar con las multitudes corriendo a la plaza.

Jack tiró de mi brazo.

―Estamos bajo un plazo aquí. Esta podría ser nuestra única oportunidad de
destruir el baetylus. Incluso si vamos a la plaza antes del Festín, nunca seríamos
capaces de rescatarlos.

Puse mi mano en el hombro de Cole.

―Oye, mírame.

Él obedeció.

―¿Qué estás sintiendo ahora mismo?

Su boca estaba abierta ligeramente, y miró a su alrededor como si estuviera


buscando por lo que estaba sintiendo.

―Cole. Mírame. ¿Qué estás sintiendo?

―Siento como que necesito ir a casa. Pero no tengo una casa―. Se veía como
un cachorro perdido.

Asentí y me volví hacia Jack.

―Debemos intentar salvarlos―dije.

―¿Porque Cole quiere ir a casa?

―Porque la banda es el único hogar que él conoce. Eso es lo que está


sintiendo ahora mismo. ―No podía creer que había sugerido eso, pero sabía que si
Cole tuviera sus recuerdos, haría todo lo que podía para salvar a su banda. Su
familia. Lo habíamos engañado haciéndole creer que quería destruir el Everneath
tanto como nosotros. Lo menos que podía hacer por él era intentar.
Empecé a correr hacia la plaza.

―¡Becks! ―gritó Jack, pero no me detuve. Sabía que ellos me seguirían.

No estaba exactamente segura de dónde iba, pero mis viajes anteriores al


Everneath me habían enseñado que si quería alcanzar el centro de la Comunidad
Ouros, iría en la dirección en que los edificios eran más grandes, no más chicos.

Corrimos durante mucho tiempo, la adrenalina impulsando a mis piernas. Si


pudiéramos lograrlo antes del Festín… tal vez podría haber otros Sempiternos que
estaban en el menú para ser sacrificados primero. Tal vez la reina reservaría a la
banda para el final.

Tal vez eso nos daría algo de tiempo. Jack podría crear una distracción.
Derribar un edificio o algo para distraer a todos en la plaza, y entonces Cole, Will y
yo correríamos al escenario y tratar de liberar a la banda.

Los edificios que bordean las calles eran de más de cuatro pisos, y sabía que
teníamos que estar cerca. Podía escuchar a la multitud celebrando.

Una esquina más y estaríamos ahí. La plaza. Estaba llena de Sempiternos,


todos enfocados en el escenario. El oleaje del ruido agitó mi pecho.

Me paré de puntillas, tratando de tener una mejor vista de la plataforma,


cuando repentinamente dos manos, las manos de Jack, agarraron mi cintura y me
levantaron por encima de la multitud.

Y ahí estaban. Max, Oliver y Gavin. En el centro del escenario. Detrás una
línea de otros sacrificios Sempiternos.

La reina estaba empezando el Festín con la banda.

Cole estaba de pie en la parte superior de la media pared en la que me había


parado hace tanto tiempo. Su boca abierta mientras observaba. Un ejército de
Sombras ya había convergido colectivamente sobre la plataforma.

―¡No! ―grité.
Algunos Sempiternos confundidos se voltearon hacia mí al oír el ruido, pero
en todo caso, mi grito parecía perderse como un vitoreo en un estadio de fútbol.
Excepto que Max miro hacia arriba desde donde estaba parado. Él registró a la
multitud como si buscara a la persona que había gritado. Finalmente, sus ojos
aterrizaron en los míos. Por una fracción de segundo pensé que vi un rayo de
esperanza en ellos.

Entonces las Sombras se arremolinaron juntas, formando una lanza larga


como la que tenían en el último Vínculo; y sin preámbulo en absoluto, la
incorporación de Sombras se lanzó hacia el escenario y atravesaron primero a
Oliver, después a Gavin, y finalmente a Max.

En lo que parecía como en cámara lenta, me volví hacia Cole. Jack me liberó,
y subí la media pared y envolví mis brazos alrededor de Cole, tratando de
interrumpir su campo visual del escenario. Lo sujeté firmemente en lo que sonaba
como explosión sorda que alcanzó mis oídos. Una niebla rosa apareció en el aire.

―No inhales ―le susurré a Cole.

Contuvimos juntos la respiración mientras toda la multitud dio una bocanada


colectiva e ingirieron a los Dead Elvises.

Cuando la niebla rosa había desaparecido, puse mis labios de nuevo en la


oreja de Cole.

―Ahora puedes respirar―dije.

Él tomó una bocanada de aire y se desplomó en el suelo.

El resto de los sacrificios comenzó a subir al escenario, uno por uno. Jack se
agachó por Cole, agarró un brazo y una pierna, y lo levantó sobre su hombro.

―Tenemos que movernos si queremos alguna esperanza de la destrucción de


la red antes de que termine el Festín.

Asentí, incapaz de formar palabras. Tal vez era bueno que tuviéramos un
destino y un objetivo, porque si no lo tuviéramos, no estaba segura de cómo
reaccionaría.
De hecho, no sabía qué sentir acerca de la banda muriendo. Ellos no habrían
dudado en obligarme a asumir el trono, pero, ¿eso significaba que merecían volar
en pedazos? No sólo en pedazos, ¿sino en pequeñas gotas? Estaba teniendo un
momento difícil para procesar mis sentimientos, lo que estaba bien, porque no
había tiempo.

De nuevo, atravesamos las calles, lejos de la plaza y hacia la entrada oculta


del pasadizo de las Sombras. En el momento en que llegamos ahí, Cole había
despertado. Jack lo dejó en el suelo, y entonces todos caímos en nuestras rodillas,
jadeando.

La banda. Masacrados ante nuestros ojos. Los conocía desde hace tiempo,
pero para Cole… ellos eran como hermanos. Puse mi mano en la mejilla de Cole.

―¿Cole? ¿Estás bien?

Su rostro estaba en blanco, pero asintió.

―¿Recuerdas a la banda?

Negó y puso su mano en su pecho.

―Pero hay un agujero justo aquí. ―Apretó sus ojos―. Estoy perdiendo algo.
Lo he perdido. Pero no sé lo que he perdido.

Dejé caer mi mano y me recosté en la pared. Jack negó con la cabeza.

―¿En verdad eso sólo pasó? ―dijo

Cerré mis ojos, y por un largo momento sólo estuvimos sentados ahí.

Jack se movió junto a mí, y abrí los ojos. Estaba de pie enfrente de nosotros.

―No podemos desperdiciar más tiempo. Ésta es nuestra oportunidad. Tu


segundo eslabón es casi indistinguible del primero. El Festín casi ha terminado.
Esto es todo. ¿Estamos haciendo esto?

Asentí.

―Sí.
Jack abrió la puerta del túnel del vientre de serpiente. Puse mis manos en las
mejillas de Cole.

―Mírame, Cole. Vamos a estar bien. Tenemos que destruir la red, y tenemos
que hacerlo ahora. ¿Estás conmigo?

Él cerró la boca, que había estado abierta, y asintió.

―Siempre estoy contigo, Nik.

Nik. No importa lo que hubiera olvidado, siempre recordaba su sobrenombre


para mí. La culpa pesó en mi pecho por un momento. Cómo lo había engañado
para llegar a este punto. Cómo todavía no le estaba diciendo la verdad, que él
nunca quiso destruir el Everneath. Él quería gobernarlo. Conmigo a su lado.

―¿Todos recuerdan dónde nos vamos a encontrar si nos separamos?


―preguntó Jack.

Todos asentimos.

―¡Vamos! ―dijo Jack.

Jack abrió la puerta y nos introdujo a todos. Entró al final, cerrando la puerta
detrás de él.

La garganta como tubo estaba justo enfrente de nosotros, la contracción y


expansión en ese mismo movimiento de deglución, pero a diferencia de la última
vez, no había un ruido de eco viniendo de lo más hondo. No había ruido en
absoluto.

―El reloj está corriendo ―dijo Jack. Esta vez no estaba temblando, no había
sangre drenándose de su cara. Él era el primero en la boca del tubo―. Yo primero.
Después Becks. ¿Tienes la hoz?

Asentí. Habíamos decidido que debía ser yo la que apuñalara al baetylus


desde que supuestamente tenía el poder aquí abajo.

―Bien. ―Jack agarró a Cole por los hombros―. Cole, tú vienes después de
Becks. Ella te necesita. Asegúrate de que nada llegue a ella. Will, tú estás al final.
Will levantó sus cejas.

―¿Quieres decir el lugar más peligroso? Lo tengo.

―Algunas personas podrían decir que el frente es el más peligroso ―dijo


Jack. A continuación miró al resto de nosotros―. ¿Listos?

Todos asentimos.

El viaje a través del tubo parecía más largo que antes, probablemente porque
nuestra ventana de oportunidad era limitada y finita. Cuanto más lejos estábamos,
más esperaba que viéramos una luz tenue viniendo del final del tubo donde debía
estar la red de Sombras, pero no había luz.

―¿Qué significa que no haya luz? ―le dije a Cole detrás de mí.

―No lo sé ―dijo.

Desde adelante, Jack se volteó levemente.

―Tal vez el final está bloqueado por algo.

―¿Pero, por qué? ―dije.

Seguimos en marcha, pero con cada metro nos sumergíamos más en pura
oscuridad.

―¿No deberíamos estar ahí? ―preguntó Cole. Su voz era demasiado fuerte
para el tubo, y me di cuenta de que básicamente todos estábamos conteniendo el
aliento.

―Shhh ―dije.

Finalmente, Jack se detuvo. Lo supe porque choqué con él.

―¿Qué es eso? ―pregunté.

―Algo duro lo está bloqueando ―dijo Jack a través de un gruñido―. Ya casi


lo tengo… ¡Aquí! ―Él rodó, cayendo en una caverna que albergaba al baetylus.
Gateé detrás de él, después Cole y finalmente Will. Una puerta rota de acero
redonda colgaba al final del pasadizo. Jack la había roto.

Cuando me había enderezado, Jack estaba todavía parado, sus pies separados
en una postura atlética, como si estuviera a punto de ser golpeado.

―¿Jack? ―dije, pero entonces vi lo que él estaba mirando, y me congelé.

Ahí estaban diez Sombras, al menos, rodeando el orbe. Arremolinándose


alrededor de él. Protegiéndolo.

No tenía ningún exceso de energía para atraer a las Sombras, y Jack tenía el
colgante en su cuello, ocultándolo. Cole era un Sempiterno. Will era el único de
nosotros quien tenía algo que podría atraer su atención.

Al igual que una ola, una por una, las cabezas de las Sombras se voltearon
hacia Will.

Will evaluó la situación como un oficial del ejército quien estaba


acostumbrado a la estrategia de combate.

―Los voy a entretener ―dijo.

Antes de que pudiéramos detenerlo, ondeó sus brazos hacia arriba y abajo.
Yo casi me reí, porque no eran sus movimientos los que atraían a las Sombras, pero
eso no importaba. Will tenía toda su atención.

Sus ojos se movieron hacia otra abertura en la grieta en el lado opuesto de la


caverna. Pude ver por qué le llamó la atención. La abertura estaba en el suelo,
descendiendo. La gravedad le ayudaría. Hizo una finta a la izquierda, engañando a
las Sombras para lanzarse en ese camino, y después corrió a toda velocidad hacia
la grieta. Saltó alto en el aire y luego se dejó caer a través del abismo. Las Sombras
dudaron por un momento y después pulularon detrás de él, parecía una bañera
llena de aceite arremolinándose bajo el desagüe.

―¡Will! ―grité. Él podría ser capaz de vencerlos simplemente usando la


fuerza de la gravedad, pero, ¿dónde lo llevaría el pasadizo?
―¡Nikki! ¡Rápido! ―dijo Jack, empujándome lejos del agujero donde Will
había desaparecido.

Después de un momento de vacilación, corrí hacia el baetylus, sujeté la hoz


arriba con ambas manos, y la dejé caer. La hoz chocó con el orbe, causando tanta
vibración que tuve que dejarla caer.

El orbe ni siquiera tenía una abolladura.

Miré a Jack, alarmada.

―Mierda ―dijo.

Cole estaba parado en una de las grietas más grandes en la pared de la


caverna.

―Lo que sea que vas a hacer, hazlo rápido. Vi algo al final. ¡Hay algo que
viene!

Tomé la hoz y la dejé caer de nuevo, pero era como apuñalar una piedra de
granito con un pollo de goma.

―¡Jack! ―dije.

Vino corriendo.

―Inténtalo ―le dije.

Se veía como si pensara que no podía funcionar, pero tomó la hoz de mis
manos. La levantó por encima de su cabeza, y de repente destelló una fotografía
que había visto en mi libro de mitología: Hércules sosteniendo un cuchillo sobre
algo. Tal vez ésta era la razón por la que se había vuelto más grande. Tal vez su
propio viaje a los Túneles le había llevado a este momento. Esta única oportunidad
para destruir algo que nadie más podía.

La imagen congelada me dio escalofríos.

Él la bajó, y tras el impacto, el orbe explotó. Fragmentos de luces estallaron,


incrustándose en las paredes de piedra.
Jack se mantuvo por encima de la carnicería, jadeando. Tomó el colgante de
su cuello y lo colocó en el centro donde había estado el orbe.

―Espero que el colgante mantenga la energía el tiempo suficiente para que


salgamos de aquí ―dije.

Él asintió.

―Lo hará. Si nos vamos ahora.

―¿Cómo lo sabes? ―dije.

Sonrió.

―Fe.

Cole nos hizo señas hacia una de las fisuras, y Jack fue primero, seguido por
mí. Empezamos gateando tan rápido como podíamos. Me volví para asegurarme
de que Cole estaba ahí, pero no lo estaba.

―¡Cole! ―grité―. ¡Cole!

Jack se detuvo delante de mí.

―¿Dónde está?

―No lo sé. ¡Cole! ―Había una luz en la red al final del túnel, y de repente la
oscuridad superó a la luz. No podía decir si era una forma humana o una Sombra.
Mi sangre corrió fría con el pensamiento de que las Sombras se habían llevado a
Cole.

―¡Corre! ―dijo Jack.

―¡No lo vamos a dejar!

―¡Está justo detrás de nosotros! ¡Estoy seguro de eso!

Gateamos tan rápido como podíamos. El movimiento de deglución del túnel


parecía estar trabajando contra nosotros, como si el pasadizo mismo supiera que
éramos fugitivos. Por cada dos pasos adelante, parecíamos movernos un paso
hacia atrás.

Clavé mis uñas a medida que avanzaba, arañando mi camino hacia adelante.
Se sentía como que trabajaba contra una corriente fuerte. Jack extendió una mano
atrás y la agarré. Con su ayuda, finalmente terminamos en un montón afuera de la
entrada.

Después de algunos momentos tensos, apareció la mano tatuada de Cole. Jack


la tomó y lo sacó. Había estado detrás de mí todo el tiempo.

Le di un puñetazo en el brazo.

―¿Qué estabas haciendo? ―dije―. ¡Pensé que las Sombras te tenían!

Negó con la cabeza.

―Sólo me estaba asegurando de que todo estaba realmente destruido.

No tuve tiempo para hacerle preguntas. Teníamos que encontrar a Will en el


punto de encuentro.

―¡Corran! ―dije.

Corrimos. Corrimos frenéticamente. No estábamos preocupados en este


momento acerca de llamar demasiado la atención. Sólo estábamos preocupados
acerca de la velocidad, porque una vez que encontráramos a Will, Cole podría
sacarnos de aquí.

Estábamos tan cerca ahora. Empecé a creer que podríamos lograrlo. Todo lo
que necesitábamos era que Will hubiera eludido a las Sombras, y cuando doblamos
la última esquina y vi a Will esperando en la Fuente de Leteo, sabía que estábamos
fuera de peligro. Agarré la mano de Cole y la de Jack; pero sólo cuando Jack estiró
el brazo para agarrar a Will, algo extraño sucedió, casi en cámara lenta. El cielo por
encima de nosotros se volvió de azul claro a un azul más oscuro, y luego hizo la
transición a un rojo intenso. El aire alrededor de nosotros pareció teñirse con un
rojo intenso también, como si cada molécula de aire reflejara la nueva tonalidad en
el cielo.
Jack agarró la mano de Will.

―¡Vamos! ―gritó Cole.

Cerré mis ojos, esperando por esa sensación familiar de ser mezclado en una
lavadora.

Pero nunca llegó.

―¡Vamos, vamos! ―dijo Jack de nuevo.

Abrí los ojos y vi la cara de Cole, e instantáneamente cayó mi corazón.

―Llegamos demasiado tarde ―dijo―. El Everneath está bloqueado.


Capítulo 31
Traducido por Fanny
Corregido por Nanis

El Everneath. Calles de Ouros.

L
os Sempiternos salieron de los edificios. Algunos señalaron el
cielo. Otros se quedaron ahí de pie con sus rodillas dobladas y los
ojos cerrados, como si trataran de impulsarse a la Superficie. Pero
permanecieron donde estaban. Algunos dejaron escapar gritos de
pánico, buscando por seres amados perdidos. Lo bueno fue que con todo mundo
preocupándose por estar encerrados, nadie nos notaba. Me pregunté cuántas veces
había estado bloqueado el Everneath antes, porque los Sempiternos parecían
genuinamente aterrorizados.

Luchamos a través de la multitud de Sempiternos y corrimos a la casa de


Ashe, escondiéndonos dentro y cerrando la puerta y las ventanas.

―¿Estás seguro que es el bloqueo? ―dije.

Cole asintió.

―Asumo que eso es lo que significa el cambio en el cielo. De cualquier


manera, traté de hacer que saltáramos, pero nada sucedió.

Jack se acercó a Cole, así que estaba frente a su rostro.


―Tal vez olvidaste como. Tal vez no trataste lo suficientemente fuerte.
―Agarró la mano de Cole y luego la mía. Yo agarré la de Will―. Trata de nuevo.

Cerré mis ojos una vez más con la vana esperanza de que esta vez funcionara.
Pero nada sucedió.

―Te lo digo, no está funcionando ―insistió Cole.

Jack soltó nuestras manos y salió por el lado opuesto de la casa. Pasó sus
dedos a través de su cabello, jalando unas cuantas hebras mientras lo hacía.

―¿Qué hacemos ahora? ¿Qué hacemos?

Traté de pararme a su lado, pero no se quedó quieto. Siguió paseándose.

―¿Dónde está Ashe? ―dijo.

―Estoy seguro que en el Festín ―dijo Cole.

Pensando en las pocas películas de guerra que había visto, dije:

―Bien, hagamos inventario de lo que tenemos.

Will fue el único que respondió. Vació sus bolsillos. Tres monedas, una ficha
de póker y una bola de pelusa.

Jack lo miró y se paseó incluso más rápido. Puse mis manos en mis bolsillos.
Un celular que no funcionaba en el Everneath. Y nada más.

Cole vio lo que estábamos haciendo y retrocedió un paso. Casi lucía


espantado. Jack también lo notó. Le dijo:

―¿Tú qué tienes, Cole? ―dijo.

―Nada ―dijo Cole.

No era un muy buen mentiroso. Si había un cambio sobre el nuevo y


amnésico Cole, era que no podía mentir tan fácilmente.
Jack no estaba de humor para juegos. Agarró a Cole y hundió sus manos en
los bolsillos del pantalón de Cole. Salió con un objeto de metal.

El colgante.

El Casco de Hermes se suponía que era nuestro plan de escape. Se supone


que estaría con el destruido baetylus, enmascarando su energía, permitiéndonos
escapar. En vez de eso, estaba aquí.

Jack lo tiró contra la pared tan duro que el borde del colgante se incrustó en el
yeso un buen centímetro. Definitivamente estaba enojada, pero pensaba que la
cabeza de Jack estaba a punto de explotar.

―¿Qué demonios? ―gruñó, desnudando sus dientes.

Por primera vez, no tenía deseo de detenerlo. Cole nos había traicionado. De
nuevo. Quería que Jack destrozara a Cole.

―A ver, cálmense ―dijo Cole, sus manos fuera, palmas abajo. Caminó
alrededor de la mesa en la habitación para mantenerla entre él y Jack.

Jack lo siguió alrededor.

―¿Calmarse? ―dijo Jack―. Pusiste la alarma sobre nosotros. Por tu culpa es


que no tuvimos tiempo para salir. Nos traicionaste a todos. ¡De nuevo!

Solo sacudí mi cabeza. Antes, necesitaba vivo a Cole porque necesitaba


alimentarme de él, ¿pero ahora?

No había punto en alimentarme de Cole. Este era el final. Estábamos metidos


en esto.

Jack fue alrededor de la mesa, y Cole se movió para posicionarse lo más lejos
que pudiera de Jack.

Dieron vueltas y vueltas. No hice nada para detenerlos. Si tuviera la fuerza,


probablemente hubiera arrancado la cabeza de Cole yo misma.

Will dio un paso al frente.


―¿Uh, chicos?

Jack habló a través de dientes apretados.

―Voy a desgarrar tu pecho y agarrar la cosa más cercana a un corazón que


tengas ahí dentro, y luego voy a arrancarlo, y hará que la escena en la película
Alien luzca como un película de niños.

Casi me reí de tan detallada fue la amenaza de Jack.

―Uh, chicos. Esperen ―dijo Will.

Finalmente Jack le lanzó una mirada.

―¿Qué?

―¿Vaciaron todos los bolsillos de Cole?

Jack asintió.

―Entonces nos estamos perdiendo algo ―dijo Will.

Miré al contenido sobre la mesa. Ahí estaba mi teléfono, tres monedas, una
bola de pelusa… ¿pero cuál era el punto de Will? ¿Qué nos estábamos perdiendo?

Cole alzó la vista de la mesa, la comprensión mostrándose en su rostro.

―Mi corazón. Mi corazón de la Superficie. Mi púa.

―Él nunca va a ninguna parte sin ella, ¿cierto? ―dijo Will. Habíamos
aprendido esa lección cuando tratamos de romper el corazón de Cole.

Bajé la mirada de nuevo, tratando de descubrir qué estaba pensando.

―No está ―dije.

Jack no renunció a su persecución por un lado de la mesa, pero se detuvo lo


suficiente para decir:

―¿Qué significa eso?


Froté mi frente.

―Entonces cuando el bloqueo entró en efecto, el corazón de la Superficie de


Cole desapareció de repente. El corazón de la Superficie es la manera en la que los
Sempiternos van entre los mundos. ―Mordí mi labio―. ¿Y si… la única manera en
la que el Everneath estuviera completamente bloqueado es si el corazón de la
Superficie de todos fuera, de alguna manera, confiscado?

Jack dejó caer ambas manos, y sus ojos se agrandaron.

―Eso significa… ―dijo Jack, pero no pudo terminar la oración.

―Eso significa que tal vez todos los corazones están en un solo lugar
―dije―. Eso significa que la cosa que pensamos que era imposible…

―De repente es posible ―terminó Cole.

Fue como si todos estuviéramos tan sorprendidos que habíamos perdidos la


habilidad de comenzar o finalizar una oración. Will solo sonrió. ¿Se había dado
cuenta de todo esto antes que nosotros?

―¡Ja-ja! ―exclamó Cole triunfante―. ¿Ves? Estaba siguiendo mis instintos


hace rato. Algo dentro de mí me dijo que tomara el colgante. Era una señal. Que si
el bloqueo sucedía, todos los corazones de la Superficie se guardarían juntos. ¿Y
cómo esperábamos destruirlos todos si estaban esparcidos por el universo?

Miró a Jack, quien tenía las orejas rojas, como si todavía quisiera estar
enojado con Cole y estuviera decepcionado de que no tuviera la oportunidad de
darle una paliza de nuevo.

―De nada ―dijo Cole.

Jack apretó y aflojó su puño.

―Olvidaste una cosa en tu brillante plan.

―¿Y qué es? ―dijo Cole.

―Ahora estamos atrapados aquí. Tampoco podemos regresar a la Superficie.


Jack tenía razón. Cole ya no tenía su corazón de la Superficie, lo que
significaba que no habría manera de ir y venir

Cole asintió.

―Esperemos que el bloqueo solo dure hasta que destruyamos el Everneath.

Will se inclinó en su silla y puso sus manos detrás de su cabeza.

―Justo como decimos siempre. Destruimos el Everneath, o morimos en el


intento.

Siempre habíamos dicho eso. Solo que ahora no podíamos retractarnos.

Justo entonces la puerta se abrió de golpe, y Ashe entró. Nos vio alrededor de
la mesa y miró la puerta de nuevo como si fuera a correr.

―¿Qué están haciendo aquí? ―preguntó.

Jack y yo nos miramos.

Ashe frunció el ceño.

―No me digan. Ustedes son la razón del bloqueo.

Cole asintió.

―Mierda. ―Ashe miró las ventanas, las cuales estaban cubiertas con
persianas, y cerró una un poco más para que nadie pudiera ver dentro.

―¿No vas a entregarnos de nuevo, verdad? ―preguntó Cole.

Ashe sacudió su cabeza.

―Han destruido el orbe. Lo que significa que destruyeron la única cosa que
nos une a todos. Lo que significa que han liberado las Sombras. Sin el orbe, no
estoy bajo ninguna obligación de hacer lo que quiere el Everneath.
Si eso era cierto, si Ashe ya no estaba atado al Everneath, tal vez podría
ayudarnos a localizar dónde mantenía la reina los corazones de la Superficie. Jack
me miró y elevó sus cejas interrogativamente. Debió haberse preguntado lo mismo.

Asentí.

Jack se giró hacia Ashe.

―Confiscaron todos los corazones de la Superficie. Lo que significa que tal


vez todos esos corazones están guardados en un solo lugar. Necesitamos llegar a
ellos.

Ashe frunció el ceño, luego miró a Cole.

―Sé dónde los tienen. Todas las Sombras saben. Ahora que han destruido el
orbe, puedo decirles.

Todos nos inclinamos hacia Ashe, expectantes.

―Los corazones están en el centro de la Corte Superior. En una bóveda en la


habitación del trono. Al menos ahí es donde se mantienen los corazones de
Everneath. Solo puedo pensar que una vez que los corazones de la Superficie
fueron confiscados también, ahí es donde los tendrían.

Ashe vio la sonrisa de Jack y levantó una mano.

―No se hagan ilusiones. Si pensaron que llegar a los Túneles fue difícil… la
habitación del trono es un Fuerte Knox. Sí, no habrá tantas Sombras alrededor con
todo este caos, pero si esto es todo lo que tienen ―señaló hacía nuestros
cachivaches sobre la mesa―, nunca lo destruirán.

Cole puso sus manos sobre la mesa, entrelazando sus dedos.

―Pero qué pasa si nos llevas a la sala del trono, y encontramos nuestros
propios corazones. Cada Sempiterno tiene una afinidad por su propio corazón,
hombre o mujer. Una vez cuando deje caer mi corazón, todo lo que tuve que hacer
fue pensar sobre él y regresó corriendo hacia mí. Siempre y cuando estemos lo
suficientemente cerca del corazón real…
Estudié su rostro.

―¿Acabas de recordar eso?

Pareció marchitarse un poco bajo el escrutinio.

―Partes y piezas vienen a mí.

Me pregunté si estaba comenzando a recordar por lo que acababa de


presenciar con la banda. El profesor dijo que la adrenalina podría desencadenar
recuerdos, y no podría imaginar una agitación más emocional que la banda se
evaporizara frente a nuestros ojos. No podía decidir si quería que algún día
recuperara sus recuerdos ―esperaba que después de nuestro asedio a la bóveda de
corazones― o si quería que permaneciera desorientado por el resto de su vida
sobre el dolor y la angustia que había pasado.

―Entonces vamos a la sala del trono ―dijo Jack―. El corazón de Cole hará
ese acto de imán, y luego en el segundo en el que lo toque, podemos correr a la
Superficie y planear nuestro próximo movimiento. Tal vez podemos buscar algún
tipo de munición Everneath que podamos usar para destruir la sala del trono.

Cole se inclinó hacia adelante.

―¿Cuándo estamos planeando este… golpe de Estado?

―No hay mejor momento que ahora ―dijo Ashe―. Las Sombras están recién
liberadas. Estarán por todas partes, incluso yendo la Superficie para llenarse. No
están limitadas por corazones como los Sempiternos. Antes, la existencia de la red
las mantenía en su lugar. Pero ahora están desorganizadas. Los corazones son lo
que menos protegido estará.

Incliné mi cabeza hacía atrás y cerré mis ojos.

―Las Sombras sueltas sobre los humanos. ―Sacudí la cabeza―. ¿Pueden


drenarlos completamente?

―Sí ―dijo Ashe―. Es lo que hacen.


―Entonces de verdad tenemos que destruirlo. Tenemos que destruirlo todo,
ahora. Antes de que alguien más muera.

Jack se puso de pie.

―Vamos. Ashe, ¿nos llevarás?

Ashe asintió. Se encaminó hacia la puerta, pero Cole le preguntó.

―¿Por qué?

―¿Por qué, qué? ―dijo Ashe.

―¿Por qué estás dispuesto a ayudarnos a destruir el Everneath?

Ashe nos dio una sonrisa triste que goteó aceite.

―Ustedes presentaron un argumento convincente. Resulta que no tengo nada


por lo que vivir. Y todo por lo que morir.
Cap tulo 32
Traducido por Jenn Cassie Grey
Corregido por Nanis

El Everneath, Ouros.

S
eguimos a Ashe a través del caos de las calles de Ouros. Sempiternos
se precipitaban en todas las direcciones, probablemente buscando por
un lugar para salir a la Superficie. Aparentemente los inmortales eran
un puñado de tranquilos hasta que les quitaban su libertad. Ahora muchos
reaccionaban como lo haría cualquier recién animal enjaulado.

Mientras seguíamos a Ashe, pude vislumbrar a través de las ventanas a otros


Sempiternos, agachándose en sus casas. Tal vez estaban deseando que todo esto
estallara. Algunos estaban solos, pero a través de algunas ventanas pude ver
parejas de ellos, aferrándose el uno al otro. Tuve solo un momento para reflexionar
en la ocasional exhibición de amor.

Seguimos a Ashe alrededor de una esquina que llevaba hasta un callejón.


Altos edificios que tocaban el cielo estaban a cada lado. Habíamos caminado varios
metros antes de que me diera cuenta que parecía que una pared estuviera
bloqueando el final.

Titubeé.

―¿Un callejón sin salida? ―dije.


Ashe nos empujó hacia adelante, y fue cuando lo noté, en el centro de la
pared, había una negra y rectangular mancha que parecía como si hubiera sido
pintada con aceite. Era más o menos del tamaño de una puerta.

―Tóquenme ―dijo Ashe.

Pusimos nuestras manos en uno de los brazos de Ashe.

―¿Todos están juntos? ―dijo

Cuando asentimos, se acercó a la puerta. Lo negro de la mancha parecía que


se acercaba y engulló primero a Ashe y después al resto de nosotros. Sentí una
corriente de aire helado contra mi piel. Caminamos a través de eso. La puerta
conducía a una pequeña habitación sin techo. El amplio cielo rojo estaba sobre ella.

Ashe alzó su voz.

―Esta es la entrada de las Sombras. Saltos hacia la Corte Superior solo


pueden ser originados aquí. Es como la reina limita quién va y viene. De otra
forma, tendríamos que ir a través del laberinto. ―Tomó una respiración
profunda―. Apenas y he empezado a ser capaz de usarlo. Mantengan sus manos
en mí ―ordenó.

Hicimos como nos ordenó. Entonces nos elevamos en el aire, la habitación


donde habíamos estado comenzó a hacerse pequeña debajo de nosotros. El caos de
la ciudad de Ouros encogiéndose mientras nos deslizábamos a través de la
atmosfera. El anillo exterior del laberinto, el Anillo de Agua, apareció a la vista. Lo
vi moverse debajo de mí como si estuviera mirando por la ventana de un avión.
Continuamos sobre el Anillo de Viento y después el Anillo de Fuego, el cual estaba
acompañado por una ráfaga de aire caliente. Fue la única vez que pude sentir el
efecto de cualquiera de los anillos.

Comenzamos nuestro descenso solamente hasta que la entrada del laberinto


fue visible.

Ashe nos llevó gentilmente hasta el suelo en el medio de un patio de aspecto


medieval. En uno de los lados del patio se encontraba un muro alto de hormigón
gris. Lo reconocí como el muro que rodeaba la Corte Superior, pero estábamos
dentro, no fuera. Si hubiéramos estado fuera, habríamos estado rodeados por el
Anillo de Fuego.

No había fuego donde estábamos. Pero desafortunadamente, en segundos


estuvimos rodeados de cuatro Sombras.

―¡Creí que habías dicho que estaba desprotegido! ―gritó Jack.

―Quería decir que no habría cientos ―respondió Ashe. Se puso frente a


nosotros con sus brazos estirados, mirando a las Sombras―. Me encargaré de ellos.
Vayan por ahí. ―Señaló una dirección, a lo largo del muro―. Busquen una puerta
de vidrio manchada de rojo. Los llevará hasta la bóveda. ¡Apresúrense!

Para el momento en que terminó de hablar, ya estaba peleando con las


Sombras y nosotros ya estábamos corriendo por un corredor que se encontraba a
un lado del muro

Si nos encontrábamos más Sombras, estábamos jodidos. Especialmente sin


Ashe. Ninguno de nosotros podía siquiera tocarlas. Las piedras grises de la pared
se entremezclaban mientras acelerábamos. Mi pecho dolía por el esfuerzo. Parecía
que Jack lo sentía, y se estiró hacia atrás para tomar mi mano.

Tal como Ashe lo había prometido, llegamos hasta una puerta de vidrio
manchada de rojo. La madera alrededor de la puerta parecía pesada y fuerte. Un
intrincado diseño de hierro creaba un patrón en el vidrio. Jack tomó la manija, pero
esta no cedió.

Dio un paso hacia atrás e inclinó sus rodillas, listo para saltar.

Alcé mi mano.

―¡Espera! ¡El hierro! ―dije, preocupada de que se lastimara.

Pero él no dudó. Se estrelló contra el vidrio, quebrando el hierro mientras


pasaba. El resto de nosotros, rápido pero cuidadosamente pasó a través del gigante
agujero que había hecho.

―¡Jack, tu brazo! ―dije


Su hombro tenía varias cortadas, lo suficientemente profundas que la sangre
goteara por su brazo.

―Estoy bien ―dijo―. ¡Solo vámonos!

Seguimos los zigzagueantes corredores hasta que llegamos a una gigante


puerta de acero que parecía el timón de un barco en el exterior.

―Mierda ―dijo Cole―. Es literalmente una bóveda.

Trató de girar la rueda. No sucedió nada. Jack tomó dos de las manijas
exteriores. Pero parecía como si el eje de la rueda estuviera soldado a la puerta, y
fuera imposible moverlo.

Ninguno de nosotros era lo suficientemente fuerte.

Miré a Jack, a sus abultados brazos. Y se me ocurrió un plan. Caí al suelo,


poniendo las manos sobre mi estómago.

―¡Becks! ―Jack cayó a mi lado―. ¿Qué sucede?

Sacudí mi cabeza, no estaba realmente orgullosa de la mentira que estaba a


punto de decir. Pero estaba desesperaba.

―Nada. Solo me siento un poco… mareada.

Puso un brazo alrededor de mí, pero lo empujé.

―Necesito a Cole. Necesito que me alimente.

Jack se tensó a mi lado.

Cole se agachó, esperando a que Jack se hiciera a un lado, pero Jack no se


movió.

―Vamos hombre ―dijo Cole.

Jack sacudió su cabeza.

―El Everneath mismo debería alimentarla. No te necesita aquí abajo.


―Obviamente me necesita. No tenemos idea de cómo funciona la Corte
Superior. Tal vez la está drenando. ―Huh. Eso sonaba creíble. Miré por el rabillo
del ojo a Cole, y él me dio un guiño. Sabía lo que estaba haciendo.

Jack se movió a un lado, y Cole se arrodilló.

―Vamos a hacer que mejore ―susurró. Alcé mi cabeza hacia la suya,


revoloteando mis pestañas para dar efecto, y Cole plantó sus labios en los míos.

Jack miró, su cabeza parecía un globo de aire caliente siendo inflado más allá
de su tamaño normal. Las venas saltaron en su frente.

Will se paró detrás de él.

―Oye, hermano, relájate.

Jack involuntariamente lo arrojó a un lado, lanzándolo contra la pared.

Solo un poco más, pensé. Puse mis manos en el cabello de Cole.

Eso fue todo. Jack perdió el control. Se estiró para agarrar a Cole, y mientras
lo hacía, rompí el beso y dije:

―¡Jack! ¡La puerta!

Inmediatamente dirigió su enojo y rabia contra la puerta. Tomó los lados de


la rueda y la arrancó entera desde sus bisagras. No se parecía a nada que hubiera
visto antes, ni siquiera en las películas. Tiró la puerta al lado opuesto de la
habitación, donde se incrustó al menos un metro dentro de la pared.

Se quedó de pie, respirando pesadamente.

Iba a poner mi mano en su brazo, pero sacudió la cabeza.

―Dame un minuto ―dijo. Me sentí mal por haber hecho eso, pero era
necesario. ¿O no?

No estaba segura que fuera siquiera justo meterse con las emociones de
alguien de esa manera, como me acababa de meter con las de Jack, aunque una
parte de mí creía que el fin justifica los medios. Probablemente había estado
debatiendo ese movimiento por un largo tiempo.

Caminé dentro de la bóveda, y mi boca se abrió. No sé qué estaba esperando


cuando la bóveda se abriera, pero no era la gigantesca bodega que tenía frente a
mí. Filas y filas y filas de estanterías, de al menos dos pisos de alto y extendiéndose
hacia atrás más allá de lo que podía ver. El único punto de referencia que podía
pensar para el tamaño del lugar era un gigantesco estadio de fútbol cerrado. Y
cada estante tenía cientos, miles, de cosas. Cosas al azar: lápices, borradores,
sacacorchos, bombillas, monedas, anillos, pendientes, collares… todo tipo de
objetos.

Toda clase de corazones.

―¿Qué es lo que haremos ahora? ―dijo Will.

Jack aún se veía demasiado molesto para hablar.

―Recorremos los pasillos, esperando que nuestros corazones nos encuentren


―dije.

Cole sacudió la cabeza.

―No estoy seguro de que tu corazón esté aquí. ―dijo―. Por alguna razón
creo que el corazón de las personas transitorias, como tú, son inmunes al encierro.

―¿Por qué?

―Porque no fueron completamente desarrollados. Tu corazón aún me


pertenece. No al Everneath. Creo que aún está donde sea que el viejo Cole lo
escondió.

Fruncí el entrecejo.

―¡Tal vez esto es algo que podrías haber recordado antes de venir aquí!

Jack miró de soslayo la habitación de donde habíamos venido. Alzó su mano.

―Las Sombras están viniendo.


Corrió hacia la otra sala y sacó la puerta de donde se había incrustado en la
pared. La alzó sobre su cabeza y la trajo de vuelta. Y entonces varias Sombras
entraron a la otra sala. Jack tomó la puerta y la colocó en su lugar detrás de
nosotros.

―Los detendré ―dijo―. Vayan a buscar el corazón de Cole.

Asentí, y salí con Cole. Corrimos en diferentes direcciones. Todo el tiempo,


pensé en mi brújula, y la púa de guitarra. Pensé en mi brújula solo en caso de que
Cole estuviera equivocado, y pensé en su púa porque estaba desesperada porque él
la encontrara.

Corrimos hacia arriba y abajo de los pasillos.

Finalmente giré en una esquina y vi un pequeño y oscuro objeto volando


hacia mí. Era una púa.

―¡Cole! ¡Tú púa! ―La tomé del aire y comencé a correr por el lugar en el que
pensé que Cole se fue. No tenía tiempo de ponerme a pensar por qué había venido
a mí en lugar de a él.

Giré al final de una esquina y me congelé. Mi sangre se enfrió ante la escena


frente a mí. Cole yacía tumbado en el suelo. No se estaba moviendo. Sobre él,
sosteniendo una brújula entre sus dedos, estaba la reina. Adonia. Nos había
encontrado.
Cap tulo 33
Traducido por Jenn Cassie Grey
Corregido por Nanis

El Everneath. En la bóveda de corazones.

—¡C
ole! ―No pude evitar decirlo. No se movía.

Al sonido de mi voz, la reina se giró hacia mí.

―Tú ―dijo―. Te recuerdo. La chica que me


presentó a mi soldado. La chica que me hizo pensar que
podría tener todo lo que quería y entonces lo hizo desaparecer. He estado
deseando encontrarme contigo de nuevo.

Cole se agitó detrás de ella. Y junto a él, en uno de los corredores, Will se
deslizó acercándose. Calladamente, así la reina no lo notaría.

La reina alzó la brújula.

―¿Él me dijo que esto te pertenece? ―¿Cómo era que tenía mi brújula, y por
qué el corazón de Cole vino a mí y no a él?
Pensé rápido. ¿En que había estado pensando cuando la púa de Cole vino
hacia mí? Estaba pensando literalmente en el corazón de Cole.

―Así que dime, chica que sobrevivió a la Vinculación… chica que conjuró a
una persona de la nada… chica que quiere mi trono… ¿Por qué no debería romper
tu corazón en dos en este momento?

Romper mi corazón en dos. ¿Qué significaba eso? ¿Significaría que no podría


estar en este medio limbo entre los humanos y los Sempiternos?

―No quiero tu trono ―dije―. Nunca lo quise.

―Aun así destruiste a mi ejército de Sombras, e irrumpiste dentro de mi


bóveda de corazones. Algo inusual para una chica que no quiere el trono.

―Entonces rompe mi corazón. Me estarías haciendo un favor.

Estrechó los ojos y apretó su agarre de muerte en mi brújula.

―Si rompo tu corazón, todo lo que necesitarías hacer es alimentarte de tu


Sempiterno nuevamente tres veces en el Everneath para obtener otro. ―Alzó un
dedo a su mejilla―. En lugar de eso, creo que mantendré tu corazón para mí.
Hasta que te mate.

Comenzó a caminar hacia mí.

Cole se las había arreglado para sentarse. Le dio una mirada a su corazón en
mi mano. Jack apareció junto a Will. Parecía como si hubiera estado corriendo.
Obviamente su barricada en la puerta había cedido.

Parecía que estaban esperando por algo.

Me alejé de la reina.

―¡Ahora! ―grité.

Los tres chicos corrieron hacia mí, tacleándome todos al mismo tiempo, y en
una fracción de segundo estábamos en el aire, y la cara enojada de la reina se iba
alejando.
Aterrizamos en la Superficie, en el asfalto de un estacionamiento cerca de la
Tienda de Paso. Besé el suelo.

―¿Ves? ―dijo Cole―. Todo era parte del plan.

Fue un milagro que nadie lo golpeara mientras caminábamos hacia el auto de


Jack.

Experimenté solo un momento de alivio antes de darme cuenta que la reina


tenía mi corazón de la Superficie. Lo que significaba que solamente ella podía
alimentarme.

Lo que decía que teníamos que regresar al Everneath antes del anochecer o
mi energía habría desaparecido. Estaba segura que los otros ya se habían dado
cuenta de eso también, pero ninguno estaba hablando.

―Díganlo ―dije.

Todos se miraron unos a los otros interrogativamente, como si no supieran a


lo que me refería.

―Díganlo ―dije nuevamente.

―¿Qué? ―dijo Jack.

―No pretendan que ninguno ha llegado a esta conclusión ―dije.

Jack quitó una mano del volante y colocó su brazo alrededor de mí.

―No tenemos que pensar sobre eso ahora ―dijo.

―Sí, tenemos. La reina tiene mi corazón. Para poder destruir el Everneath


tengo que matar a la reina. Y tengo que matarla esta noche. Porque solamente ella
puede alimentarme ahora que tiene mi corazón, y no creo que ella quiera
alimentarme.

―No pienses en eso ―dijo Jack―. La mataremos antes de llegar a eso.

Cole tomó mi mano.

―Jack y Will, ustedes chicos, tengan los explosivos listos y luego busquen
toda la información que puedan sobre la reina. Nikki y yo vamos a regresar al
Everneath.

―¿Por qué? ―dijeron Jack y Will simultáneamente.

―Porque tengo que entrenar a Nikki para conjurar una energía que haga
explotar la bomba.

Después de que Cole empacó una mochila ―fue bastante reservado sobre su
contenido― me llevó a la Tienda de Paso y fuimos abajo.

Aterrizamos en un lugar que parecía un claro en el medio de un bosque.

―¿Dónde estamos? ―pregunté.

Cole sacudió su cabeza.

―No estoy seguro. En mi cabeza pensé en algo bastante alejado de los cinco
Comunidades. Probablemente estamos en algún lugar alrededor del Anillo de
Tierra. La tierra de nadie.

Cole reunió un montón de objetos: palos, piedras, ramas… Los puso en una
pila al final del claro.

―Párate en ese lugar ―dijo, señalando a un punto en el otro lado.


―¿Qué es lo que vas a hacer? ―pregunté.

Se encogió de hombros.

―No voy a decirte. Pero… defiéndete.

Giró y me lanzó una roca. Mi primer instinto fue agacharme, así que lo hice, y
la roca pasó volando sobre mi cabeza.

―No te agaches ―dijo Cole.

―No pude evitarlo

Cole dio un paso más cerca, echó su brazo hacia atrás, y me lanzó otra roca.
Sacudí mi cerebro para conjurar algo que pudiera ayudarme, pero el único objeto
que me vino a la mente fue la última cosa que vi en la Superficie. Una fuente de
sodas en la Tienda de Paso. Y la única cosa que apareció en mi cabeza de esa
imagen fue un popote.

El débil contorno del popote apareció frente a mi cara, pero la roca lo atravesó
como si hubiera sido humo. De nuevo, me salí del camino.

―¡No te muevas! ―ordenó Cole.

―No puedo evitarlo. Si alguien te tira una roca, te mueves.

Cole suspiró.

―Pensé que ese sería el problema.

Dejó caer la mochila que había estado colgando de su hombro y abrió el largo
cierre. Sacó un rollo largo de cuerda. No era grueso, pero se veía fuerte.

―¿Qué estás haciendo con eso? ―dije.

No respondió. Desenrolló la cuerda. Pude ver que era flexible y no rígida.

―¿Por qué estás llevando una cuerda contigo? ―pregunté escéptica.


―Deja de hacerme preguntas sucias ―dijo con una sonrisa. Estaba
totalmente confusa hasta que imaginé lo que alguien podría hacer con una cuerda.

― Uh… no es por eso que estamos aquí ―dije.

―No tuerzas tus bragas ― dijo Cole―. No tengo esa clase de cosas en mente.

―Wow ―dije.

―¿Qué?

―Nada. Estas comenzando a sonar como el viejo tú.

Sostuvo mi mirada.

―Tal vez todo está regresando a mí.

Por un instante me pregunté cuánto sabía. ¿Lo suficiente de su memoria


había regresado para que se diera cuenta que queríamos cosas diferentes?

Después de todo, en este momento me estaba entrenando para matar a la


reina. Estábamos cerca de su objetivo original.

Casi me reí. Después de todo lo que había pasado, finalmente queríamos la


misma cosa. Creo que no importaba si su memoria había regresado o no.
Solamente habría cambiado sus motivos, no su objetivo.

Caminó hacia mí, la cuerda apretada en sus manos e instintivamente di un


paso atrás. Rodó los ojos.

―Quédate quieta, Nik.

Con dedos expertos de alguien que al menos subconscientemente ha tenido la


experiencia de atar personas, amarró mis pies juntos, lo suficientemente apretados
que cualquier movimiento me haría caer al suelo.

―Ahora tus manos ―dijo Cole―. Ponlas detrás de ti.

Sacudí mi cabeza.
―No ―dije enfáticamente―. No hay forma en que te deje atar mis manos.

Alzó una ceja

―Me dejaste atar tus pies ¿Pero trazas una línea con tus manos?

Puse mis muñecas juntas frente a mí.

―No seré capaz de evitar caerme.

―Ese es el punto.

Suspiré profundamente. ¿Había alguna otra señal más grande de confianza


que dejar que te ataran de manos y pies?

Y lo estaba haciendo con el chico que me había traicionado completamente


hace unas semanas.

Cole miró a mi cara.

―Sé que no confías en mí por el chico que era antes. Pero no soy él.

Aun así dudé.

―¿Pero por cuánto tiempo? Los recuerdos están regresando.

Puso sus manos sobre mis hombros y ajustó su mirada a la mía.

―Memoria o no, no soy él. Si quisiera lastimarte, podría haberlo hecho ya.

Cerré mis ojos, asintiendo, y puse mis manos juntas detrás de mí. Escuché sus
pasos mientras caminaba detrás de mí y gentilmente tomó mis manos con las
suyas. Y entonces amarró la cuerda alrededor de ellas fuertemente.

―Ay ―dije―. ¿Un poco más suelto?

Su respuesta fue atarlas más fuerte.

―Ahora. De nuevo. Conjura un escudo. Y recuerda que si tratas de agacharte,


te caerás, y dolerá más que la piedra.
Presioné mis labios juntos y asentí.

Dio unos pasos hacia atrás, pero no demasiado lejos de su posición original.
Me asustó, porque ahora que estaba más cerca, no tendría mucho tiempo para
reaccionar.

Imaginé un escudo en mi cabeza incluso antes de que él estirara su brazo, lo


que supongo fue como hacer algo de trampa, pero probablemente habría
necesitado un escudo no importa la clase de pelea. Aventó la roca, y no fui lo
suficientemente rápida. Incluso peor, no puede evitar retroceder y caí al suelo de
lado, mi cadera chocando contra el duro suelo, sentí mi hueso molerse contra las
rocas.

―Ay ―dije

Cole vino hacia mí y me levantó de mis manos atadas.

―De nuevo ―dijo.

Después de tres intentos, terminé en un montón similar en el suelo. Cuando


me levanté la última vez, sentí algo líquido correr por la longitud de mi muslo
hacia mi pierna. Un rastro de sangre apareció en el dobladillo de mis jeans.

Cole miró hacia la sangre, pero rápidamente, como si no quisiera que me


diera cuenta que estaba preocupado, me levantó una vez más.

―De nuevo, Nik ―dijo suavemente.

Caminó hacia atrás. No me había sentido tan frustrada en mucho tiempo.


Estaba sangrando. Mi cadera se sentía como si estuviera rota, no podía siquiera
alzar la mano para limpiar las lágrimas que ahora estaban cayendo por mis
mejillas.

Cole se inclinó y tomó una particularmente áspera piedra.

―Espera ―dije, mi voz salió mucho más débil de lo que pretendía. Cole
actuó como si no me hubiera escuchado.

Echó hacia atrás su brazo.


―Espera ―dije más alto.

Se congeló por una fracción de segundo pero continuó con el movimiento.

―La reina no va a esperar.

―¡Espera! ―grité

Justo cuando iba a soltar la piedra, apreté mis ojos cerrados, y cuando los
abrí, un pequeño, blanco, y delgado objeto se disparó a través del aire de mí hacia
él. Lo golpeo en la cabeza.

Él se agarró su cara y giró, doblándose y gimiendo.

―¡Cole! ―dije. Salté hacia él, tratando de liberar mis manos mientras lo
hacía―. ¿Estás bien?

Se levantó, girándose hacia mí. Clavado en su mejilla había un popote de


plástico.

―Ooh. Parece que eso duele. ―Tomé un poco de triunfo por el pequeño
daño que había causado.

Me frunció el ceño, y no pude evitar sonreír. Con un rápido movimiento,


desató la cuerda de mis muñecas y yo las aparté. Gentilmente alcé mi mano y tomé
el popote sacándolo de su mejilla. Un chorro de sangre salió del pequeño agujero
que el popote había dejado.

Se frotó su mejilla.

―¿Qué pasa con el popote de plástico?

Me encogí de hombros.

―Fue la última cosa que vi antes de venir aquí. ―Sonreí.

―No sonrías. La reina va a venir por ti, y va a conjurar un… un arma, y tú


vas a contar con un popote de plástico. No puedes matar con un popote.
Traté de fruncir el ceño, pero mis emociones estaban algo agitadas, en lugar
de eso le di una gran sonrisa.

―Puedo matar a alguien con un popote.

―¿Cómo?

Mordí mi labio y cerré un ojo.

―Infección secundaria. Podría tomar un largo tiempo pero…

Los labios de Cole se alzaron, y los presionó juntos.

―Esto es serio, Nik. Es tu vida.

―Está bien, tal vez no puedo matar con un popote, pero puedo mutilar.
―Toqué su mejilla, limpiando una mancha de sangre fresca con mi pulgar. Él cerró
sus ojos ante el contacto, e inmediatamente apartó mi mano.

Asentí.

―Ahora ―dijo Cole―, tratemos una transición de popotes de plástico… a


chispas y llamas. Los explosivos de Will no significaran mucho a menos que
puedas encenderlos.

Trabajamos por lo que se sintieron horas, pero estaba tranquila sabiendo que
eran solamente horas del Everneath.

Para el tiempo en el que Cole me regresó a la Superficie, había conjurado una


ordinaria bengala del cuatro de Julio. Sin que él tuviera que lanzarme una roca.

Ahora todo lo que podíamos hacer era esperar que Will ya hubiera
construido aparatos que pudieran ser encendidos con una bengala y que Jack
hubiera encontrado algo en su investigación que pudiera hacer a Adonia débil.
Cap tulo 34
Traducido por flochi
Corregido por Nanis

El Everneath. Casa de Ashe.

C
ole envió a Ashe a la Superficie en busca de Jack y Will, y luego
todos nos reunimos en la casa de Ashe.

―Tenemos los explosivos ―dijo Jack, recostándose en la silla


de la mesa de Ashe―. Pero no sabemos mucho más sobre la vida de Adonia. Nació
en 1831. Creció en una Inglaterra rural cerca de los Cotswolds. Se enamoró de
Nathaniel Hawking, pero antes de poder casarse, él fue enviado a la guerra. Fue
entonces cuando ella conoció a su Sempiterno.

―Ashe ―informé―. Cuando Adonia no regresó con él, él la traicionó con la


reina. Pero ahora sabemos que Adonia derrotó a la reina.

―Eso es todo. En su mayoría, cosas que ya sabíamos. ―Jack suspiró―.


Vimos a la reina hace unas horas. ¿Recuerdas algo inusual en ella?

Pensé en nuestro encuentro en la bóveda.

―Su imagen oscila entre una rubia pequeña y una alta pelirroja. Usa un
colgante alrededor del cuello.

―No lo pude ver bien. ¿Cómo se veía el colgante? ―preguntó Jack.


Apreté los ojos con fuerza y me enfoqué en el recuerdo.

―Es una corona con dos espadas cruzándolo. Como la medalla que su
soldado usaba. ―Abrí los ojos y me encogí de hombros―. Eso es todo lo que
tengo.

Jack lanzó a un lado los papeles.

―No es suficiente.

Miré mi muñeca. El segundo eslabón estaba muy oscuro.

Jack miró de mí a Cola para volver a mí, como queriendo decir algo.

―¿Cómo estuvo el entrenamiento?

―Nuestra mejor esperanza son las bombas. Tienen que funcionar ―dije―.
Tenemos que esperar que la explosión sea suficiente, porque en este momento, si
enfrento a la reina, perderé.

Cuando dejamos la casa de Ashe y caminamos por las estrechas calles de


Ouros, realmente noté cuánto había cambiado el lugar. La ciudad misma parecía
como si hubiera envejecido un siglo desde la última vez que la habíamos visto. El
edificio junto a nosotros había perdido su fachada. Estaba desplomada en el suelo.

Sempiternos hombres y mujeres vagaban sin rumbo, parecían buscar algo


que no tenían esperanzas de encontrar. Algunos se habían rendido hace tiempo, y
se sentaban contra las paredes, mirando fijamente con desánimo el suelo.

La escena era una de constante movimiento, pero en cámara lenta, las


secuelas bullendo lentamente desde el evento del bloqueo.
Jack y yo nos miramos, y por un momento la agitación del caos rodeándonos
se desvaneció, como un desfile yendo en la dirección opuesta.

―¿Estás lista para esto, Becks?

Asentí.

―Vamos a volar el Everneath. O morir en el intento.

Me dio una débil sonrisa, luego me acercó y besó de una manera larga, dura y
fin-del-mundo.

Ashe interrumpió.

―Vamos.

Jack tomó mi mano mientras Ashe nos llevaba a través de las calles hacia la
cámara secreta que actuaba como plataforma de lanzamiento de las Sombras a la
Corte Superior, la evidencia de los efectos del bloqueo mostrándose en todo el
camino. Si fallábamos en destruir el Everneath, el lugar todavía tendría que
atravesar un largo camino para alcanzar su antigua gloria.

Por lo menos, daríamos un golpe.

Pero eso no sería suficiente para que sobreviviéramos.

Una vez en la cámara, Ashe tomó nuestras manos y estuvimos en el aire al


igual que antes, deslizándonos en el cielo sobre los anillos elementales del
laberinto. Pero esta vez, cuando descendimos a la Corte Superior, noté extrañas
ramas surgir por todas partes, desde las paredes y el suelo a las ventanas y
torretas, torciéndose y girando, entrelazándose en gruesas trenzas anudadas en el
aire.

A medida que nos acercábamos, noté espinas saliendo de las ramas. Afiladas
y dentadas, y más grandes que cualquier espina normal.

―Más lento ―dije.

―No puedo ―dijo Ashe―. Es como piloto automático.


Nos abrimos paso a través del gigantesco arbusto espinoso, las filosas espinas
rasgando a través del material de mi pantalón, cortando y rasgando mi piel. Grité
de dolor. No había manera de evitar las espinas. Variaban de tamaño, desde
pequeñas agujas a picos del tamaño de clavos de ferrocarril saliendo del suelo, las
paredes, de todas partes.

―La reina debe haber agregado esta capa de protección dado que muchas
Sombras la están abandonando ―dijo Ashe. Sacó su espada y empezó a agitarla.

Algo en mi muñeca llamó mi atención.

―¡Jack! ―dije, levantando mi muñeca. El segundo eslabón estaba tan oscuro


como el primero ahora. Lo que quería decir que pronto tendría que alimentarme, o
moriría. Me pregunté cuán oscuro tenía que estar el eslabón antes de que pasara.

Jack se acercó y examinó mi muñeca. Entonces levantó sus ojos para


encontrarse con los míos. Estaba abrumada por la emoción, el dolor de pensar en la
vida que no tendríamos, el tiempo que no llegaríamos a pasar. El dolor del
potencial incumplido fue casi incapacitante, y sin embargo no lo cambiaría por
nada en el mundo. No renunciaría a ello.

―Te amo ―dije.

―No ha acabado ―dijo.

―Acabado o no, te amo.

―Yo también te amo.

La bóveda de corazones estaba completamente invadida por arbusto de


brezo. Alcanzaron la puerta de cristal rojo que Jack había roto la última vez que
estuvimos aquí. Más allá de la puerta, se hacían tan espesas, que sólo algo del
tamaño de una rata sería capaz de pasar. Era algo que no habíamos planeado. Una
vez que pasáramos a través de la puerta, quedaríamos atrapados.

―¡Ashe! ―gritó Cole.


―Estoy en ello. ―Agitó la espada como un caballero con una misión, como el
príncipe al final de “La Bella Durmiente”. Espinas y ramas estallaban en el extremo
de su espada, y aun así nuestro progreso fue lento.

Avanzamos centímetro a centímetro, arrastrando los pies hacia adelante. No


pude evitar mirar a la entrada que acabábamos de atravesar. ¿Cuándo seríamos
descubiertos?

Ashe agitaba y agitaba la espada, cortando las ramas.

De repente, Sombras llenaron la habitación.

―¡Sombras! ―dijo Cole.

Ashe le lanzó la espada a Jack, quien la atrapó por la empuñadura.

―Los retendré tanto como pueda ―dijo Ashe, y empezó a mover los puños.

Ahora éramos Jack, Cole, Will y yo. Jack tenía la espada de Ashe. La agitó con
violencia nuevamente, y estuvimos a mitad de camino de la habitación. Pude ver la
puerta de la bóveda con el timón a través de la espesura de las ramas.

Pero al ritmo que íbamos, Ashe no sería capaz de defenderse de las Sombras
antes de llegar allí.

Miré frenéticamente a Will. Él cerró los ojos, y súbitamente la energía se filtró


fuera de él a un ritmo alarmante. Él estaba haciendo que sucediera, mentalmente
obligando a todas las emociones reprimidas dentro de él a derramarse. Salió
corriendo de la habitación, y cada Sombra lo siguió. Cole me miró.

―Lo ayudaré ―prometió, y entonces corrió detrás de Will.

Jack agitó la espada contra las ramas, pero eran muy fuertes, y la espada se
rompió. Habíamos llegado tan lejos como podríamos.

―¡Coloca los explosivos! ―dije.


Jack estiró el brazo a través de lo que quedaba de los parches de brezo. Las
espinas no cedieron en absoluto; simplemente se clavaron en su piel y cavaron
agujeros gigantes en él.

Sostuve su otra mano, intentando no imaginarme el dolor que estaba


sintiendo en ese momento.

Hizo una mueca de dolor, pero no hizo ningún sonido.

Sangre corría por su brazo, cayendo en grandes gotas por su codo y goteando
en las ramas debajo de él. Y aun así él permaneció, colocando el dispositivo tal y
como Will le había enseñado en la Superficie. Tanto daño había sido hecho
mientras insertaba su brazo, y las espinas estaban de frente a él. Eran como miles
de anzuelos. ¿Cómo podría sacarlo otra vez?

Y sin embargo siguió trabajando en el dispositivo.

Una gota de sudor corrió por su frente, bajando por su mejilla. El dolor debía
ser insoportable.

―Una vuelta más ―dijo. Pude escuchar el dolor en su voz entrecortada―.


Y… listo.

La manera en que el dispositivo estaba hecho, Jack necesitaba mantener el


botón presionado mientras creaba la chispa para encender la mecha, y entonces
tendríamos veinte segundos para llegar a una distancia segura. Pero ahora,
mirando el brazo de Jack, supe que tomaría mucho tiempo conseguir sacar su
brazo. Cautelosamente, agarré una de las ramas más cercanas e intenté apartarla,
pero no se movió.

Jack simplemente sacudió la cabeza.

―No hay tiempo. ¿Lista?

Mis ojos se abrieron de par en par.

―No podemos hacerlo todavía.


―Tenemos que hacerlo ―dijo Jack―. Visualiza la chispa en tu cabeza. ¿Lista?
Cuenta conmigo. Uno… dos… ¡tres!

Presionó el botón. Cerré mis ojos y me concentré en la chispa en la que Cole y


yo habíamos trabajado, pero no pude conseguir sacar la imagen de lo que
tendríamos que hacer para liberar el brazo de Jack de mi cabeza.

―Becks ―dijo Jack―, te estás preocupando por mí.

Abrí mis ojos y vi que todo lo que había creado era un par de centímetros
extra para el brazo de Jack.

―Deja de preocuparte por mí ―dijo.

Presioné mis labios con fuerza.

―Nunca.

Sonrió.

―De acuerdo. Entonces, deja de preocuparte por mi brazo. En cambio,


preocúpate por mi vida.

Eso fue todo lo que necesitaba escuchar. Pensé en la chispa e inmediatamente


escuché el chasquido del fuego comenzando.

―Lo hiciste ―dijo Jack―. Rápido. Ayúdame. ―Empezó a tirar de su brazo,


pero incluso él no podía soportar tanto dolor.

Negué con la cabeza.

―No puedo.

―Tira de mí.

Tres segundo. Cuatro.

Agarré su mano y, apoyándome en mis pies contra algunas de las ramas del
suelo, salté en la dirección opuesta.
Gruñó fuertemente cuando su brazo se liberó. La sangre se vertió de los tajos.

―¡Corre! ―gritó.

Salimos corriendo por la puerta y atravesamos el corredor y salimos a la


entrada. Esperaba al menos poner un campo de fútbol de distancia entre nosotros
y la explosión. Jack cerró la puerta detrás de nosotros y luego me tiró al suelo,
acostándose sobre mí, protegiéndome.

El chasquido de la explosión golpeó mis tímpanos, las réplicas vibrando en


mi pecho.

Estaba jadeando. Jack estaba respirando con fuerza sobre mí.

―Lo hicimos ―dijo. Al menos creo que eso fue lo que dijo. No podía
escucharlo.

Nos pusimos de pie. Mis oídos sonando con un agudo tono. Incliné la cabeza
y la sacudí, sintiéndome frustrada por la extraña sensación de ser incapaz de
escuchar.

―¿Becks? ―Jack estaba diciendo mi nombre, pero no podía escucharlo.


¿Estás bien? ―Vocalizó las palabras.

Pero entonces me di cuenta de lo que era más malo que yo no siendo capaz
de escuchar. El Everneath seguía allí. No había desaparecido.

Algo detrás de mí llamó la atención de Jack. No me miró, pero sus labios se


movieron. Pude ver que dijo una o dos palabras, pero no pude precisar cuáles
eran.

―¿Qué? ―dije.

Me miró y lo volvió a intentar, esta vez enunciando cada sílaba.

La reina está aquí.


Cap tulo 35
Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
Corregido por Nanis

El Everneath. La Corte Superior.

M
e di la vuelta y allí estaba ella en toda su gloria pelirroja. Pero ese
disfraz duró sólo unos momentos antes de que se convirtiera en
Adonia con el cabello rubio de nuevo. Tal vez ya que sabíamos
quién era, no sentía la necesidad de ocultarse.

Su cara lucía pálida y fantasmal. Miró alrededor de ella, y con un rápido


chasquido de sus dedos, conjuró una celda alrededor de Jack. Luego giró su
atención hacia mí.

―¿Por qué lo hiciste? ―preguntó.

―¿Qué cosa?

―Si querías reinar el Everneath, ¿por qué lo destruyes?

Negué.

―Te lo dije. Nunca quise gobernar el Everneath. Sólo quería mi vida de


vuelta.

―Querías tu vida de vuelta destruyendo la mía. Querías tu vida de vuelta


matando a miles de Sempiternos.
―No los estoy matando. Les estoy dando su mortalidad de nuevo.

Ella sonrió. Una amplia y aguda sonrisa que parecía más una mueca de
desprecio.

―¿No sabes lo que pasa, no es así? ¿Cuándo los Sempiternos pierden sus dos
corazones?

¿De qué estaba hablando?

―Pierden su inmortalidad.

―Tan ingenua. ―Sus ojos se entrecerraron, ardiendo con la anticipación de


una pelea.

Ella cerró los ojos, y sus párpados se agitaron. No podía sentir nada, así que
pensé que este sería el momento perfecto para atacar; pero cuando fui a pensar en
algún tipo de arma, de repente no tenía control sobre mis pensamientos.

Involuntariamente, el recuerdo de mi madre moribunda brilló dentro de mi


cerebro. Traté de pensar en otra cosa. El rostro de Jack. Tommy. Mi papá. Incluso
mi escuela. Cualquier cosa. Pero no podía manejar mis propios recuerdos. Mis ojos
se abrieron de golpe para encontrar a la reina que me miraba con su sonrisa
viciosa.

―¿Sabías que tu madre no murió del golpe del carro que la golpeó? ―dijo la
reina―. Al menos no directamente. Se ahogó.

El instinto me decía que huyera, pero no podía moverme. Mis pulmones se


apretaron por sus palabras, y por un momento me sentí como si hubiera sido
aplastada por el auto. Estaba atrapada y luchaba por respirar.

Traté de expandir mis pulmones, pero era como si alguien estuviera


vertiendo cemento líquido en mi garganta, y mi pecho estaba convirtiéndose en
piedra.

Cerré los ojos.

―Mamá ―susurré.
La reina se rió.

Abrí los ojos y los entrecerré hacia ella. La reina estaba mintiendo. Ella no
podía saber lo que había sucedido.

―Mi mamá no se ahogó ―dije, sin respiración―. ¿Por qué dirías eso?

―Sí, lo hizo. Pero no lo recuerdas. Lo has bloqueado. Déjame ayudarte a


desbloquearlo.

De repente, otra imagen apareció en mi cabeza. Un doctor viniendo a hablar


con nosotros en el pasillo del ala antiséptica del hospital. Había dicho que sus
costillas estaban rotas, y que murió por no poder respirar.

―Estoy tan feliz de que me creas ahora ―dijo la reina―. Porque tengo algo
especial por la chica que me hizo pensar que Nathanial todavía estaba vivo.

Cerró sus ojos, y en ese momento un vidrio apareció a cada lado mío. Ella
había conjurado una gran caja de vidrio. Sentí líquido frío en mis pies y miré abajo
para encontrar que agua estaba llenando la caja. Aporreé las puertas y el techo, tan
duro que mis nudillos se partieron y sangraron manchando el vidrio. Pero no se
rompió. Puse mis manos en una pared y mis pies en la opuesta y traté de usar la
fuerza para romperla. Pero no funcionó. El agua había llegado a mi pecho y estaba
subiendo rápidamente.

En veinte segundos de enfrentar a la reina, estaba atrapada en una caja llena


de agua con una tapa cerrada con llave.

A medida que el agua se deslizó hasta mi cara, tragué una última bocanada
de aire. Mi último aliento de vida. Vislumbres de personas pasaron por mi mente.
Tommy. Mi papá. Jules. Jack. Les había fallado.

Pude ver a la reina a través de la visión distorsionada debajo del agua y a


través del cristal. Traté de golpear el cristal, pero ni siquiera hizo un sonido. Apreté
los labios, tratando de cerrarlos herméticamente. Si era agua del Everneath, no
quería beberla y olvidarme que estaba luchando por mi vida.
Jack golpeó contra los barrotes de la jaula, empujando y tirando. Las barras
no se movieron.

Esto fue todo. Me iba a morir de la peor manera posible, con Jack a la vista
pero fuera de su alcance.

Él siempre estaba a la vista pero fuera de mi alcance.

Instintivamente, me levanté a la superficie del agua, a donde tal vez quedaba


la mitad de un centímetro de aire, pero no pude orientar mi cara lo suficientemente
cerca como para respirar un poco. Necesitaría un snorkel.

¡O un popote! Pensé en mi sesión de entrenamiento con Cole y enfoqué toda


mi energía. Una línea blanca débil apareció en el agua delante de mi cara. Cuanto
más tiempo flotaba allí, más se transformaba en una cosa sólida.

Mi popote de plástico. Lo agarré y soplé lo último que tenía de aire a través


del popote para despejarlo de agua y luego lo sostuve contra la parte superior de la
tapa y respiré profundamente.

Conseguí un respiro más antes de que la reina se diera cuenta de su error y


llenara el resto del espacio con agua.

Pero ya había comprado otros veinte segundos.

¿Veinte segundos para hacer qué?

Pude ver a Jack en la jaula. Había dejado de golpear, y ahora sólo tenía su
mano levantada, con la palma hacia afuera, hacia mí. Puse mi mano en mis labios y
luego la puse plana contra el cristal.

No quería ahogarme. Pero en cualquier momento no sería capaz de luchar


contra la tentación de aspirar una bocanada gigante de agua.

Cerré los ojos y pensé en mi madre. Tal vez sabría exactamente lo que se
siente al ser privada de aire, tal como ella lo había hecho. Tal vez la vería pronto.

De repente sentí un golpe en el cristal. Vi la cara de Cole, enfermo de pánico.


Él tenía un gran garrote en su mano, y la reina estaba encorvada sobre su espalda.
Cole llevó dos dedos a sus ojos. Mírame, articuló.

Señaló a la reina y luego usó su dedo índice para dibujar un corazón en el


cristal. Luego levantó un papel con un dibujo sobre el mismo. Una corona de flores
con dos espadas cruzadas en el medio.

Él estaba describiendo la forma de corazón en la Superficie de la reina, el que


yo había visto cuando me enfrenté a ella antes. El que había visto cuando ella luchó
contra la reina ante ella. Recordé cuando pensé en el corazón de Cole, había venido
volando hacia mí.

Estaba quedándome sin tiempo y sin aire. Cerré mis ojos y me imaginé el
corazón de la reina.

De repente, oí un golpecito en el cristal. Su corazón, una versión metálica del


símbolo de una guirnalda, había aterrizado plano sobre el cristal. Me centré más en
el corazón, y diminutas grietas de fractura estallaron desde el punto en que el
corazón se puso en contacto. Y entonces llegó el sonido de cristales rotos.

El agua se derramó de la caja de vidrio astillado, y yo salí también, el


corazón de la reina en mi mano.

Había sido lo suficientemente fuerte como para conjurar su corazón real y


enviarlo a través del cristal.

La reina se abalanzó sobre mí, pero ya era demasiado tarde. Ya había roto su
corazón de la Superficie. Se detuvo a medio paso, y luego cayó al suelo de un
golpe. Su piel translúcida se convirtió en arrugada ante mis ojos; su cabello se
volvió de rubio brillante a gris y luego a blanco.

Y entonces ella se convirtió en polvo y salió volando en una brisa suave que
ni siquiera me di cuenta que estaba allí.

Todo lo que ella había conjurado, la caja de vidrio, la jaula, todo había
desaparecido. Y Jack, Cole y yo nos quedamos respirando con dificultad a través
de partículas de polvo que solían ser la reina.
Cap tulo 36
Traducido por Silvia Gzz
Corregido por Nanis

El Everneath. La bóveda.

E
l suelo bajo mis pies retumbó, haciéndome perder el equilibrio.
Caí a la tierra mientras el estruendo se convertía en balanceo.
Jack me levantó.

―¡Corre!

Las paredes se tambalearon hacía atrás y adelante. Comenzaron a caer rocas


de granito desde la pared más alta al suelo. El Everneath estaba deteriorándose a
nuestro alrededor, y este no era un lugar en el que estaríamos a salvo. En realidad,
no había un solo lugar.

―¡Vamos al lago! ―grité. El lago era donde los Túneles estaban ocultos, tal
vez los Túneles serían el único lugar donde podríamos encontrar refugio. Corrimos
a lo largo de la pared hasta que encontramos un agujero lo suficientemente grande
para atravesarlo. Podía ver el lago más adelante.

―¿Estás segura? ―dijo Jack.

Olvidé que él no tenía idea de por qué estábamos cerca de saltar dentro del
lago.
―¡El lago es la entrada a los Túneles! ―dije.

Ni siquiera dudó. Solo nos siguió a Cole y a mí.

Me detuve por una fracción de segundo, recordando la última vez que salté
en este mismo lago. Había sostenido la mano de Cole. Habíamos contado bajo y
saltado juntos.

Aquí estábamos de nuevo. En el punto de partida. Y por una fracción de


segundo miré a los ojos de Cole. Me devolvió la mirada con la intensidad de esa
memoria detrás de sus ojos, y lo supe. Supe que él estaba recordando este mismo
momento. Estaba reviviéndolo, así como yo lo estaba.

Su memoria estaba regresando.

No tenía tiempo para pensar en la revelación, o preguntarme si él aún estaba


de nuestro lado. Además, el Everneath estaba en ruinas. No había quedado nada
realmente para gobernar. Saltamos dentro del lago justo cuando la pared más
cercana de la Corte Suprema se desmoronó y cayó al piso.

―Sumérgete ―grité a Jack mientras me preparé para el impacto del agua al


final de la larga caída.

El impacto no lastimó tanto esta vez, probablemente porque no había


terminado sobre mi vientre. Nadamos a la orilla en el campo negro y esperamos.

El ruido era interminable, como si el suelo se hubiera tragado algo que no le


gustaba, y su intestino estuviera retorciéndose y girando, tratando de librarse del
objeto.

Cole dio un golpecito en su encendedor, iluminando la gigantesca caverna


que albergaba al lago al que simplemente saltamos dentro. Rocas y suciedad caía al
suelo a nuestro alrededor.

Particularmente una gran sacudida envió ondas de choque a través de la


caverna. Escuchamos un gigantesco crujido viniendo desde arriba.
―¡Nik! ―gritó Cole. Se lanzó hacia mí y me tiró al suelo al tiempo que una
roca del tamaño de mi recamara caía desde el cielo.

Él aterrizó encima de mí. Respiré duro, sabiendo que solamente salvó mi


vida. De nuevo.

―Gracias.

Jack arrancó a Cole de encima de mí.

―¡Tenemos que salir de aquí! No es seguro.

Cole agarró nuestras manos y corrimos de vuelta a la Corte Superior justo


cuando los últimos estruendos se desvanecieron.

Al menos lo que se suponía era la Corte Superior. Pero todo fue diezmado.
Las llamas del anillo interior del laberinto habían sido rociadas, dejando un círculo
de tierra con cicatrices detrás. Tan lejos como podía ver, todo había sido aplastado.
No había quedado el laberinto.

En el centro de lo que solía ser la Corte Superior había un poste con una sola
bandera balanceándose en el viento. Una bandera verde.

―Es el mismo verde de tus ojos ―me dijo Jack. Alzó su mano para tocar mi
mejilla, pero justo antes de hacer contacto, su mano se hizo borrosa alrededor de
los bordes. Parpadeé, tratando de limpiar la película de mis ojos, pero esto no era
una película. Su mano se volvió tan borrosa, que podía ver a través de ella. Miré a
su cara.

―¡Jack! ―dije. Su cara estaba haciéndose borrosa también. Podía ver el


paisaje detrás de él a través de su translúcida piel. Extendí la mano hacia él, pero
solamente toque el aire. Me asusté, intenté agarrarlo para hacer contacto.

―Está bien ―dijo Cole―. Esperaba esto. No hay energía aquí para mantener
a los humanos. Estará esperándote de vuelta en la Superficie.

Liberé un suspiro de alivio y luego sacudí mi cabeza y miré a mi alrededor.

―¿Dónde están los otros Sempiternos? ―dije.


Cole frunció el ceño, de alguna manera exhibiendo una mirada tanto de
dolor extremo como de alivio.

―Destruimos sus corazones. Probablemente volvieron a la Superficie por


ahora.

―¿Por qué todavía hay algo? ¿No debería haberse ido todo?

Cole se acercó a mí.

―Todavía hay dos corazones por destruir. ―Sacó su púa y mi brújula. La


que había robado esa noche de mi recamara. La que juro no podía encontrar.

Un destello de ira se levantó en mi pecho.

―¿Dónde la en…?

―Siempre la he tenido, Nik. Desde que volvimos a buscarla a mi


apartamento. La encontré en un estuche de guitarra, y la tomé, incluso cuando en
ese momento realmente no entendía qué estaba haciendo.

―¿Qué pasó con la brújula que tenía la reina?

―Era solo otra brújula que encontré en la bóveda. Aparentemente las


brújulas son objetos comunes para transformar los corazones.

Cole tenía mi corazón. Lo había tenido todo el tiempo. No había habido


ninguna razón para mí para bajar y matar a la reina, porque ella nunca tuvo mi
brújula. Estuvo siempre en posesión de Cole.

―¿Por qué? ―dije―. ¿Por qué no me lo dijiste? ―Y entonces me di cuenta


por qué. Mi respiración se volvió frenética. Mis anteriores sospechas eran correctas.
Cole había recuperado la memoria―. Me mentiste. Me querías a cargo del trono.
Querías que sintiera que tenía que matar a la reina.

―No ―dijo Cole. Entonces la fachada en blanco cuidadosamente elaborada


de su rostro, se agrietó, y con el ceño fruncido, manifestó una triste expresión―.
Pero por un momento, después de que mi memoria completa regresó, me pregunté
qué quería realmente.
Caí al suelo.

―¿Hice justo lo que querías que hiciera todo el tiempo?

Cole se dejó caer a mi lado.

―Mi memoria empezó a regresar justo después del Festín. Después que vi a
la banda ser asesinada ante mis ojos. No recibí mi memoria completa de regreso,
sin embargo, hasta que entramos en la bóveda de corazones. Cuando la reina
apareció, agarré la brújula más cercana que pude encontrar. Había literalmente
como veinte brújulas para escoger. ―Miró hacia abajo―. También recordé el ser
torturado por la reina. Recuerdo cuando se inclinó sobre mí con su atizador
caliente; el colgante alrededor de su cuello cayó fuera de su vestido. Vi lo que
parecía su corazón.

―¿Por qué no me lo dijiste de inmediato?

Me miró y me dio una sonrisa pícara.

―Perdóname, Nik. Por un momento de debilidad, recordé lo que solía


querer. Y no estaba listo para renunciar. ―Llegó hasta mi mano y cerró mis dedos
alrededor de mi brújula―. Pero mira. Ahora tu corazón está en tu propia mano. Y
puedes hacer lo que quieras. ―Hizo una pausa―. Y para que sepas tus opciones,
estás a cargo ahora. El Everneath, la pequeña parte que quedo del Everneath,
obedecerán todos tus caprichos si quieres esta vida. Eres la reina.

Miré alrededor a los escombros y la desolación. No había otro Sempiterno a la


vista. No había edificios. No laberintos. No Corte Superior. Pero incluso si hubiera
habido…

―No ―dije―. No quiero esto.

Cole asintió.

―Lo sé. ¿Entonces estás lista para romper tu corazón?

―Sí. ―Suspiré―. Ya sabes, si hubiera sabido cómo iba terminar todo esto…
Él frunció el ceño y cerró sus ojos por largos segundos. Cuando los abrió de
nuevo, podía jurar que estaban húmedos. Parpadeó y alejó las lágrimas.

―Nik, piensa acerca de esto. Siempre supiste cómo iba a terminar.

Tocó mi cara ligeramente. No lo detuve.

Éramos solo Cole, y yo, y el pequeño pedazo de tierra donde estábamos, y


cada uno con nuestros corazones en las manos.

Tomó su púa, listo para aplastarla entre su dedo índice y pulgar. Sostuve mi
brújula. Tenía una tapa, como un reloj de bolsillo. La incliné hacia atrás en las
bisagras.

―¿Listo? ―pregunté.

―Espera ―dijo Cole. Me miró a los ojos―. Siempre supe que cambiarías mi
vida. ―Miró lejos, brevemente, y sacudió su cabeza a algún desconocido
recuerdo―. Sabes, una psíquica una vez me dijo que no tendría ninguna otra
pérdida después de ti. Que serías la última. A la vez, me permití creer que esto era
el destino, que podríamos terminar juntos, gobernando el mundo. Y si esto era el
destino, ¿por qué luchar contra esto? Me dio licencia para hacer cualquier cosa que
necesitara hacer para conservarte. Pero incluso entonces sabía. En el fondo sabía
que serías mi principio y mi fin. Mi consciencia moral empezó a tomar forma al
momento que te conocí. De esa manera, comenzó mi propia alma. Y entonces
cuando me enamoré de ti, mi corazón.

―Cole, no necesitamos hablar acerca de esto ahora ―dije.

―Lo hacemos ―dijo enfáticamente. Luego tomó una respiración profunda―.


Quiero decir, estamos finalmente solos. No tenemos nada atándonos juntos nunca
más. Esta puede ser nuestra única vez para decir estas cosas.

No había pensado en eso… que esta podría ser la última vez que lo viera.
Estaba segura él formaría una nueva banda en la Superficie, pero realmente, no
habría razón para vernos el uno al otro.

Pero nunca me gustaron las despedidas.


―No vamos a decir adiós. Hemos pasado por muchas cosas para decir adiós.
Además, nos vamos a ver el uno al otro.

Me dio una sonrisa triste.

―Aun así, solo sígueme la corriente. Si tienes algo que quieras decir, dilo
ahora.

Si tuviera algo que quiera decir. ¿Qué es lo que quiero decirle? Me había
llevado al Everneath. Alimentado de mí por cientos de años.

Pero diría que me salvó de mi propio dolor. Hizo la pérdida de mi madre


soportable.

Me había traicionado en el Everneath. Me engañó para alimentarme de él tres


veces para verme obligada a convertirme en Sempiterno.

Pero decía que estaba simplemente dándole al destino un pequeño empujón.

―No sé lo que quiero decirte ―dije―. Tal vez, después de algún tiempo, lo
sabré. Pero no ahora.

Frunció el ceño y asintió.

―Bien. Está bien.

Levantó sus ojos hacia el cielo, ¿y fue mi imaginación o estaba parpadeando


lágrimas de nuevo? Soltó un tembloroso suspiro. Parecía tan decepcionado por no
saber justo en este momento. Coloqué mi mano sobre su brazo.

―Prometo decírtelo algún día ―dije.

―Está bien ―dijo, bajando sus ojos hacia los míos.

Me levanté y estiré mi mano hacia Cole. La tomó y se puso de pie a mi lado.


Sostuve la brújula de nuevo.

―¿Listo?
Cerró sus ojos. Los apretó. ¿Por qué estaba tan asustado? No era como si
romper nuestros corazones pudiera literalmente lastimarnos. Él debería saber esto.
Romper nuestros corazones nos haría mortales. ¿No es así?

Apretó la púa, doblándola. Y luego de repente lo supe.

―Cole ―dije.

Se detuvo. Pensé acerca de la reina y cómo había muerto cuando rompí su


corazón. Básicamente se había convertido en una anciana y luego se transformó en
polvo ante nuestros ojos. Pensé que sólo había tenido una muerte dramática
porque habíamos destruimos su mundo.

Pero antes de que muriera, dijo que yo no sabía qué pasaba realmente con los
corazones de Sempiternos cuando se rompían. Cole tenía miedo de romper su púa,
pero no se veía tan preocupado acerca de mí rompiendo el mío. Si él pensaba que
esto sería doloroso, podría estar reconfortándome ahora mismo. Sabía suficiente
acerca de su amor por mí para saber esto.

Pero no estaba preocupado por mí. ¿Cómo romper mi corazón era diferente
del suyo? ¿Y cómo éramos nosotros distintos?

Además del hecho que era cerca del mil años más viejo que yo.

Mil años de antigüedad.

―Cole ―dije. Hablé lentamente―. ¿Qué sucederá cuando rompamos


nuestros corazones?

Me dio una sonrisa nerviosa.

―Ya sabes lo que sucede. Nos convertimos en humanos.

Aspiré una bocanada de aire y traté de quitarle la púa de su mano, pero una
vez empecé a luchar con él, cerró sus dedos alrededor firmemente.

―¿Qué estás haciendo? ―preguntó, la acusación en sus ojos.


―Dame tu corazón, Cole ―dije, mi voz quebrándose en la palabra―. Dame
tu corazón. Sé qué sucede. Sé por qué estás temeroso.

Parpadeó, un largo parpadeo.

―No, no lo sabes.

―Sí, lo sé. Romper tu corazón te regresa a tu estado natural. Y tu estado


natural es… ―Me quedé sin aliento mientras mi voz se apagaba. No quería
terminar esa frase.

Cole la terminó por mí.

―Más de novecientos años de edad. ―Asintió.

Empecé a estremecerme.

―No. No podemos hacer esto. ―Traté de abrir sus dedos, pero el estúpido
Sempiterno era fuerte. Clavé las uñas en su piel. Hizo una mueca de dolor, pero no
se movió―. Dame tu corazón.

Lentamente sacudió su cabeza.

―¡Dame tu corazón! ―Las lágrimas brotaron de mis ojos, y mi labio inferior


tembló violentamente.

―Nik, sabes que tenemos que terminar lo que empezamos. Y eso sólo
ocurrirá cuando cada corazón sea destruido. Cada. Corazón.

Los otros Sempiternos no se habían ido simplemente a la Superficie.


Envejecieron y se volvieron polvo.

Estaba teniendo problemas para respirar.

―Por favor. Tiene que haber otra manera. Nuestros corazones son los únicos
que quedan. Somos los únicos Sempiternos que quedan. Podemos solo seguir
adelante. Puedo romper mi propio corazón. Pero tú…

Mis manos temblaron. Cole las agarró. Todavía las sostenía. Me miró a los
ojos.
―Llevemos esto hasta el final. No podemos parar hasta que esto termine.

Me mordí el labio para evitar que temblara.

―Dame tu corazón ―dije.

Ladeó su cabeza, se inclinó hacia adelante, observando mis ojos todo el


tiempo para estar seguro de que estaba bien, y me besó ligeramente en los labios.

―Ya lo tienes.

Escuché un débil chasquido, y me pregunté por un momento si un corazón


real roto haría ese sonido.

Las líneas alrededor de la boca de Cole se hicieron más profundas. La piel de


sus párpados se hundió un poco más.

―¿Cole?

Sostuvo mi mirada por largos segundos antes de que sus rodillas cedieran, y
empezara a hundirse en el suelo. Fui con él, soportando su peso mientras nos
hundíamos. Coloqué mis brazos a su alrededor y lo sostuve fuertemente, y luego
en frente de su cara, rompí mi brújula hacia atrás, rompiendo las bisagras.

―Vamos a hacer esto juntos ―dije.

Asintió. Y luego su cabello empezó a perder color, volviéndose blanco y ralo;


y antes de que ninguno de los dos pudiera decir otra palabra, colapsó en mis
brazos.

Momentos más tarde era polvo. Mis manos estaban vacías. Y estaba sola.
Cap tulo 37
Traducido por Selene1987
Corregido por Nanis

El Everneath

E
n el momento en el que los dos últimos corazones del Everneath
se rompieron, el Inframundo (lo que quedaba de él) empezó a
dar vueltas a mi alrededor. La oscuridad de los bordes empezó a
traspasar la tierra. Pieza a pieza, acre por acre, el Everneath estaba siendo
engullido por la gran nada que lo rodeaba.

Coloqué mi mano contra mi pecho y presioné, y cuando un débil latido


empezó a notarse bajo mi piel, miré hacia el cielo.

Tenía mi corazón. Y al mismo tiempo, lo había perdido.

Jack y Will me estaba esperando en la Tienda de Paso. Cuando aterricé en el


suelo, Jack me llevó a sus brazos y me apretó fuerte contra su pecho. Will sonrió,
suspiró y luego salió de la tienda para dejarnos a solas.
Jack bajó la cabeza y me besó, y luego se dio cuenta de la mirada en mi cara.
En un segundo lo supo.

―¿Cole? ―dijo.

Asentí y me derrumbé en sus brazos. Me apretó fuertemente y me abrazó,


balanceándome hacia delante y hacia atrás.

―Lo siento, Becks. Lo siento muchísimo.

Jack y yo nos quedamos abrazados mucho tiempo después de eso, días


quizás. Cada uno tenía un corazón en su pecho. Cada corazón latía por el otro. Y
por primera vez en un siglo, teníamos un futuro. Juntos. Jack y yo. Sin relojes.

Pensé en lo lejos que habíamos llegado desde el momento en el que había


Retornado por primera vez a la Superficie después del Vínculo. Cómo los Túneles
venían tras de mí. Lo imposible que parecía todo.

Había creído que no existía la redención. Ahora sabía que estaba equivocada.
Cole me lo había demostrado. La redención no llega de grandes gestos de elegante
valentía. No llega por cumplir con éxito doce tareas imposibles. En lugar de eso, la
redención se transpira en pequeños lugares: en la palma de su mano, en los dedos
que habían tocado una guitarra.
Mi padre regresó a casa de su búsqueda inútil en Los Ángeles. El nivel de
enfado se había excedido sólo por el alivio de que aún estaba viva. Tommy regresó
a casa desde la de mi tía, y nuestra reunión familiar sólo estuvo dañada por el
hecho de que pasaría los próximos seis meses en rehabilitación, a petición de mi
padre.

Seis meses. Podría hacer cualquier cosa en seis meses. Mientras supiera que
una larga, saludable y vida mortal me esperaba al otro lado.

Una larga, saludable y vida mortal con Jack.

Jack vino para ayudarme a hacer las maletas para rehabilitación. Mientras
bajaba la tapa de mi maleta y la cerraba, me sonrió.

―¿Crees que la rehabilitación servirá esta vez?

―Creo que por fin estoy preparada para cumplir el castigo. ―Sonreí―.
Quizás algún día pruebe de verdad los vicios de los que supuestamente me estoy
recuperando.

Jack se encogió de hombros.

―Después de todo lo que hemos pasado, no creo que alguna vez sienta
deseos de estropear artificialmente mis emociones de nuevo.

Se echó hacia atrás en mi cama y colocó sus manos detrás de su cabeza. Me


subí encima de él y acurruqué mis huecos en sus grietas. Su corazón latía
suavemente contra mi oído.

―Tenemos mucho que hacer cuando regreses a casa ―dijo Jack.

―Tenemos tiempo para hacerlo.

Suspiró.

―Tiempo ―dijo la palabra como si fuera algo por lo que hubiéramos


luchado. Algo por lo que hubiéramos arriesgado nuestras vidas.

Tiempo.
―Te quiero ―dije.

Me besó la cabeza.

―Soy Siempre Tuyo.

Y yo era Siempre Suya.


Sobre Brodi Ashton

E scribo novelas juveniles. Como


rollos de canela y pretzels
cubiertos
gusta la cola dietética.
de chocolate. Me

Mi novela debut es Everneath, (es el


primero de una trilogía) que fue publicado el
24 de Enero de 2012.

Por dos padres que eran geeks de los mitos griegos, crecí pensando en que las
últimas tendencias en moda eran inspiradas por Afrodita, y mi apertura para una
buena conversación era: “Así que, ¿qué personaje mitológico consideras más
parecido a ti?”.

A pesar de esos defectos sociales, encontré un buen esposo que siempre ha


sido mi primer lector.

Vivo en Utah con nuestros dos hijos pequeños, quienes todavía no tienen idea
de por qué estoy en la computadora todo el tiempo.

Recibí el título de Licenciatura en Periodismo de la Universidad de Utah y el


título de Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Escuela de
Economía de Londres.
Staff
Moderadoras

Jessy
Apolineah17

Staff de Traducción
Jessy ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ Brendy Eris
Apolineah17 veroonoel silvia gzz
Gigi D Helen1 Fanny
Selene1987 MaEx Flochi
Rivery magdys83 Jenn Cassie Grey

Staff de Corrección
Debs aniiuus
veronooel Sttefanye
Nanis

Recopilación y Revisión
Nanis

Diseño
ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

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